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DERECHOS RESERVADOS © 2022 POR

JOSÉ ADOLFO CAMPILLO CAMPILLO


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ESTABLECE EL DERECHO POSITIVO
MEXICANO
MÁXIMA RESPONSABILIDAD CONJUNTA
AUTORAL Y EDITORIAL; EL PRECIO
PAGADO

CONTENIDO

ABREVIATURAS

INTRODUCCIÓN

PUBLICACIÓNES RELEVANTES
(TEXTO INTEGRO)
SENTENCIA dictada por el Tribunal Pleno de la Suprema Corte de
Justicia de la Nación en la Acción de Inconstitucionalidad 54/2018, así

como los Votos Concurrente del señor Ministro Juan Luis González
Alcántara Carrancá, Particular del señor Ministro Luis María Aguilar
Morales y Particular y Concurrente del señor Ministro Presidente Arturo
Zaldívar Lelo de Larrea.

PUBLICACIONES DEL MES CLASIFICADAS POR


TEMA (REFERENCIA)

AUDITORÍA SUPERIOR DE LA FEDERACIÓN


CÁMARA DE DIPUTADOS
CÁMARA DE SENADORES

CONSTITUCIONAL
ACCIONES DE INCONSTITUCIONALIDAD
CONTROVERSIAS CONSTITUCIONALES
CONVENIOS, ACUERDOS Y TRATADOS INTERNACIONALES
EJECUTIVO FEDERAL

ELECTORAL
FISCALÍA
GOBERNACIÓN
JUDICATURA

RELACIONES EXTERIORES
SUPREMA CORTE DE JUSTICIA DE LA NACIÓN
TRANSPARENCIA
ABREVIATURAS

DOF = DIARIO OFICIAL DE LA FEDERACIÓN

V = VESPERTINO – DOF EDICIÓN VESPERTINA


INTRODUCCIÓN

ACTUALIZADO AL 1 DE ENERO DE 2022

CON REFERENCIA A MÁS DE 100 PUBLICACIONES

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Los temas y áreas que se incluyen son:

ADMINISTRACIÓN PÚBLICA FEDERAL

ANTICORRUPCIÓN
AUDITORÍA SUPERIOR DE LA FEDERACIÓN

CÁMARA DE DIPUTADOS

CÁMARA DE SENADORES

CONGRESO DE LA UNIÓN

CONSTITUCIONAL

CONVENIOS, ACUERDOS Y TRATADOS INTERNACIONALES

EJECUTIVO FEDERAL

ELECTORAL

FISCALÍA

GOBERNACIÓN

JUDICATURA

RELACIONES EXTERIORES

SUPREMA CORTE DE JUSTICIA DE LA NACIÓN

TRANSPARENCIA

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PUBLICACIÓNES RELEVANTES
(TEXTO INTEGRO)

SENTENCIA dictada por el Tribunal Pleno de la Suprema


Corte de Justicia de la Nación en la Acción de
Inconstitucionalidad 54/2018, así como los Votos Concurrente
del señor Ministro Juan Luis González Alcántara Carrancá,
Particular del señor Ministro Luis María Aguilar Morales y
Particular y Concurrente del señor Ministro Presidente Arturo
Zaldívar Lelo de Larrea.

PUBLICADO EN EL DIARIO OFICIAL DE LA


FEDERACIÓN EL DÍA 21 DE DICIEMBRE DE 2021
Al margen un sello con el Escudo Nacional, que dice: Estados Unidos
Mexicanos.- Suprema Corte de Justicia de la Nación.- Secretaría General de
Acuerdos.

ACCIÓN DE
INCONSTITUCIONALIDAD
54/2018

PROMOVENTE: COMISIÓN
NACIONAL DE LOS DERECHOS
HUMANOS

MINISTRO PONENTE: LUIS MARÍA AGUILAR MORALES


SECRETARIO: LUIS ALBERTO TREJO OSORNIO

Visto Bueno

Señor Ministro

Ciudad de México. Acuerdo del Tribunal Pleno de la Suprema Corte de


Justicia de la Nación, correspondiente al veintiuno de septiembre de dos
mil veintiuno.

VISTOS; Y

RESULTANDO:
Cotejó

1. PRIMERO. Presentación de la acción, autoridades emisora y

promulgadora, y norma impugnada. Por escrito presentado el once de


junio de dos mil dieciocho en la Oficina de Certificación Judicial y
Correspondencia de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Luis Raúl
González Pérez, en su calidad de Presidente de la Comisión Nacional de

los Derechos Humanos, promovió acción de inconstitucionalidad en la


que solicitó la invalidez del Decreto por el que se adicionó el artículo 10
Bis de la Ley General de Salud, así como sus artículos Segundo y Tercero
Transitorios, publicado el once de mayo de dos mil dieciocho en el Diario
Oficial de la Federación, expedido por el Congreso de la Unión y
promulgado por el Presidente de la República.

2. SEGUNDO. Preceptos constitucionales que se estiman vulnerados. La


accionante estimó vulnerados los artículos 1º, 4°, 14, 16 y 133 de la

Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, así como los


diversos artículos 1, 2, 4, 5 y 12 de la Convención Americana sobre
Derechos Humanos; 18 del Pacto Internacional de los Derechos Civiles y
Políticos; 12.2, inciso d), del Pacto Internacional de Derechos
Económicos, Sociales y Culturales; 2 y 10, inciso f), del “Protocolo de
San Salvador”; 11.1, inciso f) y 16.1, inciso e), de la Convención Sobre la
Eliminación de todas las formas de discriminación contra la Mujer; y 1, 2,
inciso c), 3, 4, incisos a), b), c) y e), 7 y 9 de la Convención
Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia Contra

la Mujer (Convención Belem Do Pará).

3. TERCERO. Conceptos de invalidez. La Comisión Nacional de los


Derechos Humanos adujo, en síntesis, los siguientes conceptos de
invalidez:

4. A. Vulneración de los principios de seguridad jurídica, legalidad y


supremacía constitucional, al imponer restricciones al derecho de
protección de la salud

5. Que el artículo 10 Bis de la Ley General de Salud y sus disposiciones


transitorias, al señalar que el personal médico y de enfermería puede
excusarse de participar en la prestación de servicios de salud, establece
una restricción del derecho de protección a la salud que no se
encuentra prevista en la Constitución Federal y que, además, se

traduce en la vulneración de los principios de seguridad jurídica,


legalidad y supremacía constitucional —ya que el Congreso de la Unión y
la Secretaría de Salud no están habilitados constitucionalmente para
establecer restricciones al derecho a la salud—.

6. Que a partir de una interpretación armónica y sistemática de lo previsto en


los artículos 1º, 4º y 133 de la Constitución Federal, se aprecia que
cuando en la Constitución existe una restricción expresa a un derecho
fundamental, se debe estar a lo que indica el texto de la Norma
Fundamental. En este sentido, se arguye que exclusivamente la

Constitución Federal es la que puede establecer el alcance y contenido del


derecho humano a la salud, pues sólo el Órgano Reformador de la
Constitución puede incluir en ésta las restricciones o limitaciones
expresas para el ejercicio de los derechos fundamentales.

7. De esta manera, la Comisión accionante sostiene que el artículo 10 Bis


impugnado es inconstitucional, ya que introdujo en el ordenamiento
jurídico mexicano el “derecho a la objeción de conciencia”, el cual por su
naturaleza y contenido representa una restricción no prevista en el texto
constitucional, en tanto limita el ejercicio de la protección a la salud y
acceso a los servicios de salud.

8. Lo anterior, pues dicha norma establece que cualquier profesional médico


y de enfermería que pertenezca al Sistema Nacional de Salud podrá

excusarse de la prestación de los servicios establecidos en la Ley General


de Salud, salvo que corra peligro la vida del paciente o se trate de una
urgencia médica, pues en caso de contrariar estos últimos casos,
incurrirían en responsabilidad profesional.

9. Al respecto, la Comisión Nacional de los Derechos Humanos considera


que el legislador ordinario —ya sea federal o local— únicamente puede
emitir normas relacionadas con derechos humanos de fuente
constitucional cuando no rebase el contenido esencial de tales derechos;

por tanto, que el contenido y alcance de los derechos ya se encuentra

tutelado y delimitado por la propia Constitución y tratados


internacionales, por lo que los derechos humanos sólo pueden restringirse
en los casos previstos en la Norma Fundamental.

10. A juicio de la Comisión accionante, la norma impugnada considera a la

objeción de conciencia como un derecho, del cual son titulares los


profesionales médicos y de enfermería, consistente en establecer una
permisión para dejar de prestar los servicios de salud previstos en la Ley
General de Salud en sus artículos 24 y 25, los cuales consisten en aquellas
acciones realizadas en beneficio del individuo y de la sociedad en general,
dirigidas a proteger, promover y restaurar la salud de las personas y de la
colectividad —las cuales pueden clasificarse en: atención médica, de
salud pública y de asistencia social—.

11. Ahora bien, la Comisión promovente considera que existe una controversia
o dilema en torno a la naturaleza jurídica de la objeción de conciencia,
pues esta figura puede estudiarse como un derecho humano per se o como
un mecanismo para ejercer el derecho humano de la libertad de
conciencia —sin que exista consenso académico—. Sin embargo, a su
juicio, ninguna de estas concepciones justifica que la objeción de
conciencia prevalezca frente a los derechos de terceros, como en el caso
del derecho a la salud.

12. Así, suponiendo sin conceder que la disposición impugnada prevea la

objeción de conciencia como un derecho humano, ello implicaría que el


legislador federal creó un derecho no previsto en el texto constitucional,
extralimitando su competencia, de acuerdo con lo establecido por los
criterios de esta Suprema Corte.

13. Por otro lado, en el supuesto de que la objeción de conciencia se estudie


como un mecanismo o contenido del derecho humano de libertad de
conciencia, la medida también resultaría inconstitucional, ya que
implicaría la restricción del derecho a la protección de la salud, lo cual no
se encuentra previsto en el texto constitucional.

14. En el caso, afirma que el artículo 10 Bis de la Ley General de Salud


transgrede el derecho de seguridad jurídica y los principios de legalidad y
supremacía constitucional, ya que al permitir el ejercicio de la objeción de

conciencia de manera amplia y sin limitación alguna, salvo la urgencia


médica o riesgo de pérdida de la vida del paciente, permite que se pueda
negar la realización de acciones encaminadas a lograr el beneficio del
individuo y de la sociedad en general, dirigidas a proteger, promover y
restaurar la salud de la persona y de la colectividad.

15. Como apoyo a lo anterior, adujo que del procedimiento legislativo por el
que se reformó en mil novecientos ochenta y tres el artículo 4°
constitucional se desprende que las comisiones legislativas destacaron
que “el reconocimiento del derecho a la protección de la salud debe ser

para todas las personas, el cual ha de hacerse efectivo a través de los


servicios públicos de salud que correrían a cargo de las instituciones
respectivas en los órdenes federal y local, cuya prestación consideraron
obligatoria para el Estado al ser ésta la contraparte de ese derecho

constitucional”.

16. Al respecto, refirió que, de acuerdo con el procedimiento legislativo, el


Órgano Reformador de la Constitución precisó que, para proteger la
salud, el Estado debe garantizarla a través del otorgamiento de servicios
públicos de salud, cuya prestación es obligatoria para el Estado.

17. Que en el caso concreto, el ejercicio del derecho a la salud queda sometido
a una limitación que dificulta su ejercicio más allá de lo razonable y lo
despoja de la necesaria protección, ya que posibilita que el personal

médico y de enfermería que forman parte del Sistema Nacional de Salud


puedan excusarse de participar en la prestación de servicios de salud, los
cuales hacen efectivo el derecho a la salud.

18. Por otro lado, arguye que cualquier obstáculo que imposibilite el ejercicio
del derecho a la salud, con base en los principios de disponibilidad,
accesibilidad, aceptabilidad y calidad, representa una restricción a este
derecho.
19. Desde la óptica de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, el
artículo impugnado representa una restricción del derecho a la salud, al

introducir una limitante que no está prevista en la Constitución General,


ya que la objeción de conciencia evita que el usuario del Sistema
Nacional de Salud reciba de manera plena y oportuna los servicios bajo el
estándar que exige el disfrute del más alto nivel de salud posible.

20. Así, arguye que el legislador ordinario federal extralimitó sus atribuciones,
en tanto que no tiene facultades para establecer restricciones al derecho
de protección a la salud; lo cual redunda en una transgresión al derecho
de seguridad jurídica y al principio de legalidad, contemplados en los
artículos 14 y 16 de la Constitución General, los cuales garantizan que las
autoridades no afecten de manera arbitraria la esfera de los gobernados.

21. Lo anterior, porque el Órgano Reformador de la Constitución tiene la


facultad exclusiva de establecer el alcance, contenido y restricciones de

los derechos humanos y, en consecuencia, dicha facultad no queda al


alcance de los legisladores ordinarios federales o locales ni de las
autoridades administrativas.

22. Que el legislador ordinario consideró que la objeción de conciencia es un


derecho, lo cual rebasa sus facultades, pues el único ente habilitado
constitucionalmente para establecer derechos, su alcance, contenido y sus
restricciones es el Órgano Reformador de la Constitución General.
23. También señala que los artículos Segundo y Tercero transitorios del
Decreto por el que se adicionó el artículo 10 Bis a la Ley General de

Salud contienen el mismo vicio de constitucionalidad, pues en esas


disposiciones se delega de manera indebida a la Secretaría de Salud la
facultad de regular el ejercicio de la objeción de conciencia mediante
lineamientos y disposiciones administrativas.

24. Por lo que hace al artículo Segundo Transitorio, la Comisión Nacional de


los Derechos Humanos considera que se restringe el derecho a la salud,
ya que deja a decisión de una autoridad administrativa establecer
lineamientos que trascienden al acceso a servicios de acuerdo con la
política de salud que aplique el Ejecutivo en turno, lo cual genera
incertidumbre y es violatorio del derecho a la seguridad jurídica y del
principio de legalidad.

25. En este sentido, reitera que el legislador ordinario —federal o local— no

puede establecer, desarrollar, restringir o limitar derechos, pues el


contenido y alcance del derecho se encuentra tutelado y delimitado por la
propia Norma Fundamental. Entonces, si a las autoridades legislativas no
les es disponible establecer lineamientos para el ejercicio de derechos,
menos aún lo están las autoridades administrativas.

26. Por ello, sostiene que el artículo transitorio es inconstitucional porque


habilita a la Secretaría de Salud para desarrollar el ejercicio de la objeción
de conciencia sin establecer desde la Ley General los límites claros para

el ejercicio de esa figura, lo que propicia la arbitrariedad e incertidumbre.

27. Y por cuanto hace al artículo Tercero transitorio, aduce que es


inconstitucional, toda vez que habilita de manera indebida a las
legislaturas locales a establecer regulaciones diversas sobre la objeción de
conciencia, lo cual resulta violatorio del derecho a la seguridad jurídica y

del principio de legalidad, debido a que los legisladores no pueden


determinar o definir el alcance y contenido de los derechos humanos
reconocidos en el texto constitucional. Además de que regulaciones
distintas implicarían una limitación en mayor o menor medida al derecho
a la salud física y mental consagrado en la Constitución General y
tratados internacionales.

28. Aunado a lo anterior, aduce que de la fracción XVI del artículo 73, en
relación con el 4°, ambos de la Constitución General, se desprende que el

Congreso de la Unión es competente para expedir la ley general en


materia de salud en la que establezca el régimen de concurrencia de la
Federación con las entidades federativas; sin embargo, no cuenta con
facultades para acotar el alcance o restringir alguno de los derechos
humanos reconocidos a nivel constitucional, aunado a que la Constitución
no establece una restricción expresa del derecho a la salud.

29. En este orden de ideas, concluye que el legislador federal se extralimitó en


sus competencias y vulneró el derecho humano a la seguridad jurídica y

los principios de legalidad y supremacía constitucional, toda vez que el

Órgano Reformador de la Constitución es el único constitucionalmente


habilitado para establecer restricciones al derecho humano de protección
a la salud.

30. B. Indebida regulación de la objeción de conciencia

31. En su segundo concepto de invalidez, la Comisión Nacional de los


Derechos Humanos sostiene que el artículo 10 Bis de la Ley General de
Salud regula de manera deficiente el derecho a la objeción de conciencia,
al no delimitar de manera clara su ejercicio, por no establecer la
obligación de las instituciones de salud pública de contar —
permanentemente— con personal médico y de enfermería no objetor, lo
que se traduce en una violación del derecho humano de acceso a la salud.

32. Siguiendo este hilo conductor, la Comisión accionante sostiene que, en

términos de la Constitución General y los tratados internacionales, el


derecho a la salud implica la responsabilidad del Estado de garantizar el
acceso efectivo a la prestación de todos los servicios encaminados a
salvaguardar la salud de las personas.

33. Sostiene que, en el caso, el legislador federal no garantizó la


disponibilidad, accesibilidad y oportunidad de los servicios de salud de la
manera más amplia, pues no delimitó de manera precisa el ejercicio de la
objeción de conciencia frente a los servicios médicos, dejando el
desarrollo de esos aspectos al ámbito administrativo.

34. Fuera de las limitantes al ejercicio de la objeción de conciencia


reconocidas por la propia Ley —cuando se ponga en riesgo la vida del
paciente o cuando se trate de una urgencia médica—, el personal médico
y de enfermería del Sistema Nacional de Salud podrá excusarse de

participar en la prestación de servicios que establece la Ley General de


Salud.

35. En ese sentido, el Congreso de la Unión omitió establecer estándares


mínimos que garanticen el derecho a la disponibilidad en los servicios
médicos de todas las personas, como: a) que las instituciones de salud
pública garanticen contar en todo momento con personal médico no
objetor; b) que, en caso de no contar con médicos no objetores, el Estado
garantice la prestación de los servicios médicos; c) que la institución

pública remita a la persona cuyo servicio fue excusado por una persona
objetora a una no objetora. Que la mencionada omisión legislativa parcial
es procedente en la acción de inconstitucionalidad, de acuerdo con los
precedentes de la Suprema Corte de Justicia de la Nación.

36. Asimismo, la Comisión Nacional de los Derechos Humanos enfatiza que


su intención es que se garantice el derecho al acceso oportuno a la salud
mediante un marco normativo adecuado que respete el marco
constitucional y convencional de los derechos humanos, razón por la cual

la Comisión no pretende perjudicar la posibilidad de que el personal

médico y de enfermería estén en aptitud de ejercer la objeción de


conciencia, siempre y cuando se garantice la protección de los derechos
fundamentales.

37. En efecto, la Comisión reconoce que derivado de la reforma de diecinueve

de julio de dos mil trece al artículo 24 constitucional, se concluye que la


objeción de conciencia es un derecho reconocido tanto a nivel nacional
como internacional, al considerarse que deriva del derecho a la libertad de
conciencia y religiosa, por lo que, al no ser un derecho absoluto, su
ejercicio se encuentra sujeto a respetar las disposiciones que sean
necesarias para proteger la seguridad, la salud, la moral pública o los
derechos y libertades de las demás personas.

38. Contrario a lo anterior, sostiene que el legislador determinó la prevalencia

del derecho del personal médico y de enfermería a negar la prestación de


servicios cuando se opongan a sus convicciones, sobre el derecho a la
protección de la salud de las personas, pasando por alto que la objeción de
conciencia encuentra su límite en el respeto del derecho a la protección de
la salud.

39. Así, la Comisión accionante sostiene que el artículo 10 Bis de la Ley


General de Salud no supera un test de proporcionalidad, en tanto que, si
bien la norma persigue una finalidad constitucionalmente válida —

consistente en garantizar los derechos del personal sanitario— que es

idónea para alcanzar ese fin, no es necesaria, ya que existen otros medios
idóneos para alcanzarlo, interviniendo con menor intensidad el derecho a
la protección a la salud.

40. Por ejemplo, la NOM-046-SSA2-2005, el artículo 59 de la Ley de Salud de

la Ciudad de México y el artículo 25 de la Ley de Voluntad Anticipada


reconocen la posibilidad de que el personal médico cuyas creencias
religiosas o convicciones personales sean contrarias a los procedimientos
que la norma establece puedan ser objetores de conciencia y por tal razón
excusarse de intervenir en tales actividades, sin embargo, las normas
enfatizan la obligación de las instituciones públicas de salud del Estado
de garantizar la oportuna prestación de los servicios y la permanente
disponibilidad de personal de salud no objetor de conciencia en la

materia.

41. En el mismo orden de ideas, sostiene que la norma impugnada es


desproporcional entre el fin que persigue y el resultado de la medida, ya
que no delimita de manera precisa la objeción de conciencia, lo cual
afecta el derecho a la protección de la salud y en consecuencia, a la
integridad personal, a la vida, a los derechos sexuales y reproductivos y a
decidir de manera libre e informada sobre el número y espaciamiento de
los hijos respecto de las personas que solicitan la atención o servicio
médico.

42. Lo anterior, porque la falta de limitaciones demerita la garantía de los


derechos de los pacientes a la atención médica solicitada, ya que
permitiría la vulneración de los derechos humanos de las personas al
acceso oportuno, disponible, aceptable y de calidad de los servicios de

salud, con lo que el Estado incumpliría su obligación de respetar, proteger


y garantizar los derechos fundamentales, así como de tomar las medidas
necesarias para salvaguardar al nivel más alto el derecho a la salud.

43. Al respecto, arguye que el legislador no tomó en cuenta la disponibilidad,


accesibilidad y aceptabilidad en los servicios sanitarios, ya que la norma
impugnada no garantiza que cuando las personas soliciten un servicio al
personal médico y de enfermería, y éstos se rehúsen a proporcionarlo en
ejercicio de la objeción de conciencia, tengan la obligación de remitirlos

con otro profesional competente para brindar el mismo servicio, lo cual es


un obstáculo para el acceso oportuno a la prestación solicitada.

44. Del mismo modo, refiere que, en caso de negarse la atención en un caso
que no sea urgente, pero que se convierta en una emergencia, se estaría
vulnerando el derecho a la salud y a la vida de las personas.

45. Por otra parte, sostiene que, siguiendo la jurisprudencia de la Corte


Constitucional Colombiana y del Tribunal Europeo de Derechos
Humanos, se arriba a la conclusión de que los sistemas de salud deben
garantizar el ejercicio efectivo de la objeción de conciencia de los

profesionales de salud sin que ello impida a los pacientes el acceso a los
servicios a los que tienen derecho, lo cual no ocurre en la norma
impugnada, pues ésta no delimita de manera clara y precisa la objeción de
conciencia del personal médico y de enfermería, lo que se traduce en una

restricción del derecho a la protección de la salud, siendo que el Estado


está obligado a regular la objeción de conciencia de tal manera que se
proteja la salud.

46. Finalmente, arguye que la norma impugnada no cumple con la obligación


del Estado de garantizar el ejercicio pleno de los derechos de protección a
la salud y de objeción de conciencia del personal sanitario, pues le da un
carácter casi absoluto a este último derecho —al establecer únicamente
dos supuestos en los cuales el personal no podrá acudir a la objeción de

conciencia—, pero fuera de los cuales le establece la carga al paciente, lo


cual puede traducirse, incluso, en un posicionamiento institucional de
objeción de conciencia, al no garantizar que la objeción sea individual.

47. En conclusión, que el artículo 10 Bis de la Ley General Salud es


inconstitucional, toda vez que regula de manera deficiente la objeción
de conciencia del personal médico y de enfermería, otorgando a dicha
figura un alcance muy amplio que no garantiza el pleno ejercicio del
derecho a la protección a la salud, restringiendo un derecho humano sin
sustento constitucional.

48. C. Vulneración del derecho a la vida, integridad personal, libertades


sexual y reproductiva, igualdad y a decidir de manera libre el
número y espaciamiento de los hijos

49. En su último concepto de invalidez, la Comisión Nacional de los Derechos

Humanos recuerda que el derecho a la salud es un derecho humano


indispensable para el ejercicio de otros derechos, por lo que, con base en
el principio de interdependencia, su vulneración tiene como consecuencia
la trasgresión de otros derechos fundamentales.

50. Lo anterior, porque la norma no establece los límites necesarios que


garanticen el acceso a los servicios sanitarios ante la negativa de
proporcionar la atención médica, pues la misma se limita a señalar dos
situaciones en las cuales no se puede negar el servicio, lo que tiene como

resultado que se deniegue la prestación de servicios médicos, entre ellos,


por ejemplo: a) transfusiones de sangre en las que no esté en riesgo la
vida; b) la solicitud de métodos anticonceptivos; c) la interrupción del
embarazo en los supuestos permitidos por la ley; d) los cuidados
paliativos de las personas enfermas en situación terminal; e) la atención a
personas que viven con enfermedades de trasmisión sexual; entre otros.

51. La manera amplia e imprecisa en que la norma está conformada permite


que se nieguen los servicios médicos, por lo que las personas
beneficiarias del derecho a la protección de la salud no podrán ejercer

plenamente sus derechos.

52. Así, la Comisión estima vulnerados los siguientes derechos:

53. Integridad personal y vida

54. Los artículos 4 y 5 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos

reconocen los derechos a la vida y a la integridad personal, entendiéndose


por ellos que toda persona tiene derecho a que se respete su vida, su
integridad física, psíquica y moral, así como a no ser sometido a torturas
ni penas o tratos crueles, inhumanos o degradantes.

55. En este sentido, se refiere que la norma combatida permite negar la


prestación de servicios de salud cuando no esté en peligro la vida del
paciente o se trate de una urgencia médica; sin embargo, se pasa por alto
que existen supuestos en los cuales de primer momento la atención

requerida no representa una urgencia o peligro a la vida, pero la falta


oportuna de la atención puede ocasionar complicaciones en el estado de la
salud, lo cual constituye una violación a la integridad e incluso de la vida
del paciente.

56. En México hay una baja tasa de cobertura sanitaria por la falta de clínicas
médicas y médicos en el país, ante esto, resulta preocupante la deficiente
regulación de la norma que no garantiza que se otorgue el servicio de
salud, poniendo en riesgo el estado de salud de las personas.

57. Derecho a decidir sobre el libre espaciamiento de los hijos, libre

desarrollo de la personalidad y libertades sexuales y reproductivas

58. El artículo 4° constitucional prevé el derecho a decidir libremente el


número y espaciamiento de los hijos. Así, la decisión de convertirse en
madre tiene un alto impacto en el proyecto de vida de las mujeres, por lo

que la maternidad no puede ser una imposición del Estado ni de un


tercero.

59. En ese sentido, la interrupción del embarazo es una decisión autónoma e


íntima de las mujeres pues incide directamente con su plan de vida, por lo
que toda interferencia del Estado se traduce en una trasgresión en contra
de su derecho al libre desarrollo de la personalidad y trasciende al
ejercicio del derecho a la salud sexual y reproductiva, así como en la
igualdad y no discriminación.

60. De esta forma, el artículo 10 Bis impugnado, al permitir que el personal


médico y de enfermería por motivos de objeción de conciencia se niegue
a participar en la interrupción del embarazo, sin establecer la obligación
del Estado de contar con personal no objetor ni la responsabilidad de los
profesionales de la salud de remitir a la paciente con médicos que le
proporcionen el servicio, se traduce en una vulneración al ejercicio de los
derechos sexuales y reproductivos y al libre desarrollo de la personalidad.
Esto impone una carga a la mujer, pues tendrá que trasladarse en busca de
clínicas que cuenten con personal no objetor, además, podría llegar a

acudir a lugares inseguros o ilegales ante la negativa de la atención


médica, poniendo en riesgo su salud y vida.

61. A partir de lo anterior, la Comisión sostiene que el Estado no garantiza el


acceso a la interrupción del embarazo en los supuestos legales permitidos,

pues autoriza a los profesionales sanitarios a objetar por motivos de


conciencia, sin asegurarse de proteger la capacidad de las mujeres de
ejercer de manera efectiva sus derechos sexuales y reproductivos.

62. Sobre el caso, la Comisión cita al Tribunal Europeo de Derechos Humanos


y a la Corte Constitucional Colombiana para sostener que la objeción de
conciencia es individual y no institucional, por lo que existe una
obligación de que, en caso de existir personal objetor, se debe canalizar a
la paciente para que sea atendida por personal facultativo no objetor.

63. Por ello, al hacer nugatorio el acceso a la interrupción legal del embarazo
en condiciones sanitarias seguras y de manera oportuna constituye una
forma de violencia sexual contra las mujeres, niñas y adolescentes,
constituyéndose así un obstáculo para el ejercicio de sus derechos
sexuales y reproductivos, afectando su salud física y psicológica.

64. Es decir, que el Estado debe garantizar que las mujeres que pretenden
interrumpir su embarazo legalmente tengan acceso a este procedimiento,
asegurándose que el ejercicio de ese derecho no se vea limitado por el uso
de la objeción de conciencia de los profesionales de la salud.

65. En atención a lo último, al no establecer la norma impugnada la obligación


del Estado de contar con personal no objetor de manera permanente
podría traducirse en una posición institucional de objeción de conciencia.

66. Derecho a decidir de manera libre e informada el número y

espaciamiento de los hijos

67. La promovente manifestó que, como parte del derecho a la salud


reproductiva, el derecho de toda persona a decidir de manera libre e
informada sobre el número y espaciamiento de los hijos implica el
derecho al acceso a la información, a la educación y a los métodos que les
permitan ejercer estos derechos, los cuales se ven vulnerados cuando se
obstaculizan los medios necesarios para lograrlo.

68. En esta tesitura, que contrario a lo anterior, la norma impugnada permite

de manera amplia que el personal médico y de enfermería nieguen a las


personas el acceso a métodos anticonceptivos por tener un efecto que va
en contra de sus convicciones o creencias.

69. Lo anterior resulta contrario a lo señalado por el Comité de Derechos


Económicos, Sociales y Culturales respecto de que “la mujer y el hombre
están en libertad de decidir si desean o no reproducirse y en qué
momento y tienen el derecho a estar informados y tener acceso a métodos
de planificación familiar, seguros, eficaces, asequibles y aceptables de su
elección, así como el derecho de acceso a los pertinentes servicios de

atención de salud”.

70. Asimismo, que la disposición impugnada no garantiza el derecho de las


personas a acceder a métodos de reproducción asistida, vulnerando el
derecho de las mujeres a la procreación, ante la negativa del personal de

brindar el servicio.

71. Igualdad

72. Finalmente, la Comisión Nacional de los Derechos Humanos argumenta


que la forma tan amplia en que está regulada la objeción de conciencia
constituye un obstáculo para la igualdad, ya que, alegando la libertad de
conciencia, el personal médico y de enfermería puede negar los servicios
médicos a personas por razones de salud, de género o de preferencias
sexuales, al ir en contra de sus convicciones atender a personas en

determinada situación.

73. De esta manera, la Comisión refiere que, a partir de la norma impugnada,


se podría negar el servicio médico a personas con cierta preferencia
sexual o con enfermedades de trasmisión sexual, al resultar contrario a las
convicciones morales del personal médico.

74. En este sentido, que el legislador no acató la obligación del estado de


proporcionar, en igualdad de condiciones, el acceso a la atención de la
salud y a los servicios médicos de todas las personas sin discriminación,

pues el efecto de la norma es hacer nugatorio el ejercicio efectivo de este

derecho.

75. CUARTO. Admisión y trámite. Por acuerdo de doce de junio de dos mil

dieciocho[1], el Ministro Presidente de esta Suprema Corte de Justicia de


la Nación ordenó formar y registrar el expediente relativo a la presente

acción de inconstitucionalidad, a la que correspondió el número 54/2018,


y ordenó remitir el expediente al Ministro Arturo Zaldívar Lelo de Larrea,
a quien por razón de turno se le encomendó instruir y, en su momento,
formular el proyecto de resolución respectivo —aunque, con motivo de su
designación como Presidente de este Alto Tribunal, posteriormente esta
acción fue returnada al Ministro Luis María Aguilar Morales— .

76. Mediante proveído de trece de junio de dos mil dieciocho[2], el Ministro


instructor admitió a trámite la acción relativa y ordenó dar vista al

Congreso de la Unión y al Poder Ejecutivo para que rindieran sus


respectivos informes. Igualmente, requirió al Poder Legislativo remitir los
antecedentes legislativos de la norma impugnada y al Ejecutivo remitir un
ejemplar del Diario Oficial de la Federación por el que se publicó la
norma impugnada y, por último, ordenó dar vista a la Procuraduría
General de la República.

77. QUINTO. Informe de las autoridades emisoras del Decreto


impugnado. La Cámara de Diputados y el Senado, al rendir su informe,

en síntesis, manifestaron lo siguiente:

78. Cámara de Diputados

79. La Cámara de Diputados del Congreso de la Unión sostuvo en su informe


que en el primer concepto de invalidez se impugnó la constitucionalidad
del artículo 10 Bis de la Ley General de Salud, así como los artículos

transitorios Segundo y Tercero, al sostener que vulneran el derecho a la


seguridad jurídica y los principios de legalidad y supremacía
constitucional. Lo anterior, al estimar que la objeción de conciencia
constituye una restricción del derecho a la protección de la salud que no
está prevista en la Constitución General. En ese sentido, argumentó que el
legislador federal ordinario extralimitó sus facultades constitucionales, ya
que el único facultado para restringir el derecho a la salud es el Órgano
Reformador de la Constitución General.

80. Que dichas consideraciones son infundadas, pues parten de una


interpretación incorrecta de la naturaleza y contenido de las normas
generales, del derecho de objeción de conciencia, así como de los
principios de legalidad y supremacía constitucional.

81. El núcleo central de las normas impugnadas tiene como objeto regular el
derecho de objeción de conciencia respecto del personal médico y de
enfermería que forma parte del Sistema Nacional de Salud, lo cual no
restringe ningún derecho humano ni viola el principio de legalidad, toda
vez que el mencionado derecho se encuentra previsto a nivel

constitucional, convencional y en el desarrollo jurisprudencial.

82. El derecho a la objeción de conciencia es aquel que tiene todo ser humano
de abstenerse de realizar una acción considerada por la norma jurídica
como un deber o mandato, anteponiendo para ello sus razones morales,

religiosas o axiológicas.

83. Dicho derecho está contemplado en los artículos 6, primer párrafo y 24 de


la Constitución General, en el artículo 12 de la Convención Americana de
Derechos Humanos, y en el artículo 18 del Pacto Internacional de
Derechos Civiles y Políticos, el cual fue interpretado por el Comité de
Derechos Humanos de las Naciones Unidas en la Observación General n°
2, en la cual se estableció que el derecho de pensamiento, conciencia y de
religión es profundo y de largo alcance.

84. En relación con el último punto, sostuvo que es posible concluir que no se
permite algún tipo de limitación a la libertad de pensamiento, conciencia
y de religión, ya que están protegidas incondicionalmente y se vinculan
con el derecho al libre desarrollo de personalidad, cuyos límites fueron
plasmados en el amparo en revisión 237/2014, en el amparo directo
6/2008, en la contradicción de tesis 73/2014, en el amparo en revisión
237/2014 y en el amparo directo 8/2008.
85. Por otro lado, contrario a lo expuesto por la Comisión Nacional de los
Derechos Humanos, la Cámara de Diputados sostiene que el Decreto por

el que se adicionó un artículo 10 Bis a la Ley General de Salud satisface


el principio de legalidad, previsto en los artículos 14 y 16
constitucionales, los cuales, a su juicio, se cumplen tratándose de un acto
legislativo, cuando el Congreso está facultado para la expedición de la ley

de que se trate y que ésta se refiera a relaciones sociales que reclaman ser
jurídicamente reguladas.

86. En este sentido, argumenta que el Decreto fue expedido atendiendo al


procedimiento legislativo previsto en los artículos 70, 71 y 72
constitucionales, de acuerdo con el artículo 73, fracción XVI, de la
Constitución General, el cual establece a favor del Congreso de la Unión,
la facultad de legislar en materia de salud pública.

87. Por otro lado, que la norma impugnada encuentra justificación en las

necesidades sociales, ya que de la exposición de motivos se estableció “la


necesidad de incluir expresamente el derecho a la objeción de conciencia
del personal que presta sus servicios en el Sistema Nacional de Salud,
para que puedan disfrutar de esta prerrogativa; aunado a que en ello, se
permitirá plasmar un compromiso asumido con la adopción del Pacto
Internacional de los Derechos Civiles y Políticos, así como la
Convención Americana de los Derechos del Hombre”.
88. Ahora bien, arguye que, suponiendo sin conceder que la norma impugnada
restringe el derecho a la salud, ésta debe considerarse como una

excepción que encuentra sustento en los artículos 6 y 124


constitucionales.

89. En relación con los conceptos de invalidez segundo y tercero, en los que se
argumenta una regulación deficiente puesto que no garantiza la

disponibilidad permanente de personal no objetor y de remitir a ellos


inhibe otros derechos, se estima que son infundados, ya que las
consideraciones derivan de una interpretación errónea de la regulación al
derecho a la salud y de la objeción de conciencia.

90. Primero, porque la objeción de conciencia es un derecho en favor del


personal médico y de enfermería, por lo que debe ser entendido como una
incorporación a la regulación de derecho a la salud y no como una
restricción.

91. Que de acuerdo con el criterio de esta Suprema Corte y de la


jurisprudencia internacional, el derecho a la salud es parte fundamental de
los derechos humanos, el cual comprende el derecho a disfrutar del nivel
más alto posible de salud física y mental.

92. Igualmente, sostiene que como parte de las diversas dimensiones del
derecho a la salud, la norma impugnada busca proteger el derecho de
objeción de conciencia, el cual no tiene como objeto limitar el derecho a
la salud, ya que no excusa al Estado Mexicano de brindar el derecho a la
protección de la salud.

93. Aunado a lo anterior, que si bien el artículo impugnado no regula el


ejercicio de la objeción de conciencia, ello no significa que la ley sea
violatoria al principio de legalidad o al derecho a la salud, toda vez que
los detalles técnicos serán precisados por la Secretaría de Salud como lo

establecen los artículos transitorios, lo cual dota de seguridad jurídica,


pues otorga certeza a los gobernados y sirve de orientación a la autoridad.
Asimismo, dicho órgano administrativo, al estar especializado en materia
de salud, puede regular la objeción de conciencia, además de que lo hizo
con anterioridad en la NOM-046-SSA2-2005, en la cual se reconoció el
derecho a la objeción de conciencia para médicos y personal de
enfermería.

94. En este sentido, insiste en que el Decreto por el que se adicionó el artículo

10 Bis a la Ley General de Salud es constitucional.

95. Cámara de Senadores

96. Por su parte, la Cámara de Senadores del Congreso de la Unión adujo en


su informe que los argumentos hechos valer en el primer concepto de
invalidez son infundados.

97. De esta forma, que contrario a lo manifestado por la promovente, el


legislador federal no creó un derecho no previsto en la Constitución
General, ya que el derecho a la objeción de conciencia se encuentra

protegido implícitamente en los artículos 6 y 24 del texto constitucional,

toda vez que a nivel convencional y en la legislación comparada se ha


reconocido que la libertad de conciencia va ligada a la libertad de
creencia y culto, así como a la libertad de pensamiento, reconocidos en
dichos artículos.

98. Lo anterior, toda vez que una sociedad que protege los derechos y
libertades de sus ciudadanos debe fomentar el desarrollo integral de sus
miembros, lo que se traduce en que ninguna persona puede ser
legítimamente obligada a ejecutar una acción que contraría gravemente su
conciencia moral.

99. Que lo anterior se corrobora del dictamen elaborado por la Comisión de


Salud de su colegisladora, en el cual se reconoce el derecho a la objeción
de conciencia por tener su origen en el derecho fundamental a la libertad

de conciencia, pensamiento y religión.

100. Además, con la adición del artículo impugnado, el Congreso busca


plasmar en el ordenamiento jurídico un compromiso que asume la nación
al signar y ratificar en el Senado el Pacto Internacional de los Derechos
Civiles y Políticos, el Pacto Internacional de los Derechos Económicos,
Sociales y Culturales, y la Convención Americana, los cuales regulan
indirectamente la objeción de conciencia.
101. Asimismo, refiere que la Comisión promovente parte de una premisa
errónea al señalar que la norma impugnada contiene una restricción al

derecho de protección a la salud, pues el ejercicio del derecho a la


objeción de conciencia por los profesionales de la salud no se traduce en
un límite a otros derechos fundamentales, toda vez que la objeción de
conciencia no implica un permiso para que el personal médico y de

enfermería se abstengan de prestar los servicios de salud cuando su


colaboración sea necesaria para salvar a cualquier persona de un peligro o
que ponga en riesgo su vida o salud.

102. Incluso, cuando los profesionales del ámbito de la salud que ejerzan su
derecho a la objeción de conciencia tienen la obligación de referir a los
pacientes a su cuidado con algún otro profesional que no sea objetor para
que lleve a cabo la prestación del servicio de salud requerido.

103. En conclusión, sostiene que si los derechos humanos están sustentados

en la dignidad humana, cuya realización efectiva resulta indispensable


para el desarrollo integral de las personas, y la objeción de conciencia
encuentra su origen en la libertad de conciencia, pensamiento y religión,
por medio de la cual se permite manifestar la religión y creencia
personales, es evidente que el derecho de objeción de conciencia está
previsto implícitamente en la Constitución General, ya que deriva de un
derecho fundamental que tiene su origen en el derecho a la dignidad
humana, del cual se desprende el libre desarrollo a la personalidad.

104. Por otro lado, arguye que es infundado el argumento por el que la

Comisión señala que el artículo impugnado restringe el derecho a la salud


y el acceso a los servicios de salud, ya que el legislador concibió que el
ejercicio de objeción de conciencia por parte de los profesionales en el
ámbito de la salud conlleva las obligaciones de: a) abstenerse de objetar

cuando sea necesaria su ayuda para salvar a una persona de cualquier


peligro, que ponga en entredicho la vida de la misma o produzca un grave
daño a su salud; y b) referir a los pacientes a su cuidado con algún otro
profesional no objetor para que se lleve a cabo la prestación del servicio
de salud requerido.

105. Que es infundado que el Congreso de la Unión violó el derecho a la


seguridad jurídica y el principio de legalidad con el artículo Segundo
Transitorio al dejar al arbitrio de la Secretaría de Salud la regulación de

las modalidades de la objeción de conciencia, ya que de acuerdo con los


artículos 49, 50, 51, 56, 73, fracción XVI, 80, 89, fracción I, 90, 92 y 94,
párrafo primero, de la Constitución General, derivado del principio de
división de poderes, el Congreso de la Unión está facultado para legislar
en materia de salubridad general, así como para asignar a un órgano de la
administración pública federal especializado en la materia a expedir las
reglas técnico-operativas correspondientes, que por su complejidad dicha
autoridad pueda regularla con mayor oportunidad y precisión, bajo los
principios y lineamientos en la propia norma habilitante.

106. Por último, aduce que es infundado que el artículo Tercero Transitorio
es inconstitucional por restringir el derecho a la salud al habilitar de
manera indebida a las legislaturas locales a establecer regulaciones sobre
la objeción de conciencia. En este sentido, que la obligación de las

legislaturas locales de regular en materia de objeción de conciencia debe


atender a lo establecido en la Ley General de Salud, por lo que si el
artículo impugnado no restringe el derecho a la salud, las regulaciones
locales tampoco pueden hacerlo.

107. Asimismo, refiere que son infundados los argumentos hechos valer en el
segundo concepto de invalidez, en el cual se señala que el artículo 10 Bis
impugnado vulnera el derecho de acceso a la salud de manera oportuna,
disponible, accesible, aceptable y de calidad, así como la obligación de

respetar los derechos previstos en los artículos 1 y 4 de la Constitución


General, 1 y 12 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos,
12 del Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y
Culturales y 10 del Protocolo de San Salvador.

108. Lo anterior, porque de acuerdo con el criterio de la Suprema Corte de


Justicia de la Nación, todas las normas gozan de presunción de
constitucionalidad, en caso de que una admita diversas interpretaciones,
se deberá preferir aquella que sea conforme a los derechos humanos

previstos en la Constitución y en los tratados internacionales de los que el

Estado Mexicano sea parte, y en el caso de que ninguna de las alternativas


lo permita, deberá expulsarse la norma jurídica del sistema normativo.

109. Ahora bien, aduce que los artículos que se consideran violados
reconocen el derecho a la salud, señalando que toda persona tiene derecho

a la protección de la salud en el nivel más alto de bienestar físico, mental


y social. Por su parte, la Suprema Corte ha establecido que el derecho a la
protección de la salud es un derecho fundamental para el ejercicio de
otros derechos humanos, el cual debe ser garantizado bajo el principio de
no discriminación, que implica obligaciones para el Estado en el sentido
de establecer los mecanismos necesarios para que todas las personas
tengan acceso a éste.

110. En el caso, señala que el artículo impugnado no es inconstitucional por

no establecer que las instituciones de salud pública deberán de contar


permanentemente con profesionales no objetores o que los que sean
objetores estén obligados a remitir a los pacientes con otros profesionistas
no objetores, ya que de acuerdo con los artículos 2, 23, 24, 27, 28, 29, 32
y 33 de la Ley General de Salud, el Estado está obligado a proporcionar
una adecuada prestación y supervisión del derecho a la salud, bajo los
principios de universalidad y progresividad.
111. Finalmente, que resulta inoperante el argumento por el que se acusa la
inconstitucionalidad del artículo 10 Bis de la Ley General de Salud —por

permitir que la Secretaría de Salud desarrolle y delimite el ejercicio de la


objeción de conciencia—, ya que la Comisión promovente partió de una
premisa errónea, como se hizo referencia en párrafos anteriores.

112. Siguiendo esa tesitura, el Senado manifestó que el tercer concepto de

invalidez, en el que se señala que el artículo 10 Bis de la Ley General de


Salud es contrario al artículo 4° constitucional, también es infundado.

113. Lo anterior, porque si bien la ley no establece expresamente que las


instituciones de salud pública deberán de contar con personal médico y de
enfermería no objetor, o bien, que los profesionistas que ejerzan el
derecho de objeción de conciencia tengan la obligación de remitirlos con
otro profesional no objetor, el artículo impugnado no es contrario al
artículo 4° constitucional ni restringe los derechos a la integridad personal

y la vida, las libertades sexual y reproductiva, igualdad y decisión libre e


informada sobre el número y espaciamiento de los hijos, ya que la Ley
General de Salud prevé todas aquellas acciones dirigidas a proteger,
promover y restaurar la salud en lo individual y en forma general.

114. En este orden de ideas, sostiene que en congruencia con lo establecido


por el Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales de las
Naciones Unidas, el derecho a la salud debe entenderse como una
garantía fundamental e indispensable para el ejercicio de los demás

derechos humanos y no sólo como el derecho a estar sano. Así, el derecho

a la salud entraña la libertad a controlar la salud y el cuerpo, la libertad


sexual y genética y el derecho a no padecer injerencias, torturas,
tratamientos o experimentos médicos no consensuados, así como el
derecho a un sistema de protección de la salud que brinde a las personas

oportunidades iguales para disfrutar del más alto nivel posible de salud.

115. Igualmente, que no se vulnera el derecho a la salud, a pesar de que la


norma impugnada no establece expresamente que el personal sanitario
que ejerza su derecho a la objeción de conciencia debe remitir a los
pacientes con profesionales no objetores, y tampoco prevé expresamente
que el Estado debe contar con médicos no objetores. Lo anterior, porque
aunque la ley no lo delimite expresamente, ello no conlleva una
vulneración del derecho a la salud, pues la Ley General prevé todos los

elementos esenciales que comprenden ese derecho —disponibilidad,


accesibilidad, aceptabilidad y calidad—, de manera que la legislación
marco prevé todas las acciones dirigidas a proteger, promover y restaurar
la salud de las personas.

116. A juicio del Senado, conforme a lo previsto en el artículo 51 de la Ley


General de Salud, todas las personas son titulares del derecho a obtener
prestaciones de salud oportunas y de calidad idóneas, así como de recibir
atención profesional y éticamente responsable, así como un trato
respetuoso y digno.

117. Por otro lado, que el artículo 10 Bis impugnado no limita los derechos
de las personas que requieren de transfusiones de sangre, ya que a
contrario sensu, al ser un mecanismo de protección que salva vidas y
mejora la salud, se traduce en el derecho a que la sangre, sus

componentes y las células troncales provengan de un sistema seguro y


suficiente, tal y como lo regula la Ley General de Salud y las normas
relativas a la materia.

118. En relación con cuidados paliativos, refiere que la Ley General de Salud
en sus artículos 166 Bis 3 y 16 garantiza a los enfermos en situación
terminal una atención médica especializada para proporcionar los
cuidados necesarios al paciente, en el que los médicos tratantes y el
equipo sanitario que se preste para estos cuidados estén tanto humana

como técnicamente capacitados para atender tales situaciones.

119. Por otro lado, contrario a lo señalado, la ley no niega el acceso a la


información y métodos de control de natalidad, por el contrario, contiene
un capítulo destinado a los “Servicios de planificación familiar”, el cual
obliga a las instituciones de salud a proporcionar de manera gratuita,
dentro de sus instalaciones, los servicios en los que se informe y oriente
respecto a la planificación familiar, debiéndose garantizar un acceso
efectivo y oportuno, de calidad y sin discriminación.

120. En este sentido, sostiene que la legislación secundaria cumple con lo

establecido en el artículo 4° constitucional, toda vez que garantiza la


prestación de los servicios de salud en casos como las transfusiones de
sangre, acceso a métodos anticonceptivos, cuidados paliativos y
planificación familiar.

121. Por lo tanto, que el artículo 10 Bis de la Ley General de Salud no


vulnera el derecho a la salud al no establecer expresamente que las
instituciones deban contar con personal médico y de enfermería no
objetor para que atienda las situaciones que no impliquen un riesgo a la
salud, pues si bien no se prevé de manera literal, dicho ordenamiento
tampoco restringe que otro médico o personal de enfermería pueda llevar
a cabo la acción que el médico objetor se negó a realizar.

122. Esto es, si en el momento de solicitar la atención no se pudiera brindar

de manera oportuna y adecuada, se deberá referir de inmediato al


solicitante con un médico no objetor, lo cual se traduce en la obligación
del Estado de proporcionar una adecuada prestación y supervisión,
cumpliendo con los principios de disponibilidad, accesibilidad y calidad
que regulan la atención y servicios médicos.

123. SEXTO. Informe de la autoridad promulgadora del Decreto


impugnado. La Consejería Jurídica del Ejecutivo Federal señaló lo
siguiente:

124. Que en la legislación nacional ya se ha reconocido el derecho a la

objeción de conciencia. En específico, la práctica médica y de enfermería


se ha vinculado con el cumplimiento de los principios bioéticos y, en este
sentido, en el artículo 41 Bis de la Ley General de Salud se contempla un
Comité Hospitalario de Bioética en los centros de atención médica, de

manera que se encuentran sometidos a la legislación de la Comisión de


Bioética.

125. En este sentido, que el artículo 28 del Código de Bioética para el


Personal de Salud emitido por la Comisión Nacional de Bioética; la
NOM-046-SSA2-2005, cuya constitucionalidad fue reconocida en la
controversia constitucional 54/2009; así como doce entidades federativas,
reconocen el derecho a la objeción de conciencia, por lo que ya existen
antecedentes vigentes del ejercicio de esta prerrogativa y de acuerdo,

tanto con el Comité de Derechos Humanos de la Organización de las


Naciones Unidas, como con la Comisión Interamericana, debe entenderse
como una manifestación del derecho a la libertad de convicciones éticas,
de conciencia y de religión.

126. De esta manera, sostiene que en la NOM-046-SSA2-2005 se ha regulado


el derecho de objeción de conciencia, de manera que si al momento de la
solicitud de atención médica no es posible dar el servicio —por una
cuestión de objeción de conciencia— se deberá referir de inmediato a la

persona usuaria a una unidad de salud que cuente con este tipo de

personal y con la infraestructura adecuada y de calidad. Asimismo, en la


Norma Oficial Mexicana se dispuso que los centros de atención médica
deberán contar con personal médico y de enfermería capacitados que no
sean objetores de conciencia.

127. Ahora bien, que la Constitución General y los tratados internacionales en


la materia de los que el Estado Mexicano es parte reconocen derechos
fundamentales respecto de los cuales su ejercicio puede ser restringido
para garantizar el orden público, el bien común o el ejercicio de otros
derechos humanos. Sin embargo, ello no implica que no pueda ampliarse
el reconocimiento o formas de manifestación de los derechos humanos
que son reconocidos, como la adición del artículo 10 bis de la Ley
General de Salud en materia de objeción de conciencia, el cual amplía a

diversas formas de manifestación el derecho a la libertad de convicciones


éticas, de conciencia y de religión, previsto en los artículos 18 del Pacto
Internacional de Derechos Civiles y Políticos, 12 de la Convención
Americana sobre Derechos Humanos y 24 de la Constitución General.

128. En ese sentido, contrario a lo señalado por la Comisión Nacional de los


Derechos Humanos, la Consejería Jurídica estima que el derecho de
objeción de conciencia no se contrapone ni es restrictivo del derecho a la
protección de la salud, sino que amplía el reconocimiento de diversas
formas de manifestación del derecho de libertad de convicciones éticas,

de conciencia y de religión.

129. Por otro lado, de acuerdo con el principio de progresividad, el legislador


no puede limitar, restringir, eliminar o desconocer el derecho de objeción
de conciencia, el cual forma parte de la libertad de conciencia, mismo que

está reconocido a nivel constitucional. En atención a ello, la Ley General


de Salud precisa la aplicación y alcance del derecho de objeción de
conciencia, el cual ya se encuentra reconocido en el Código de Bioética,
en la NOM-046-SSA2-2005, así como en distintas legislaciones locales
en materia de salud.

130. El artículo 10 Bis de la Ley General de Salud, al reconocer el derecho de


una persona a aplicar la objeción de conciencia en el ejercicio libre de su
profesión, no disminuye la obligación del Estado de proveer servicios de

salud adecuados. El artículo impugnado garantiza el acceso a la salud en


todo momento y en mayor medida cuando se ponga en riesgo la vida del
paciente o se trate de una urgencia médica, pues de no brindarse la
atención requerida, se incurrirá en una causal de responsabilidad
profesional.

131. De igual manera, refiere que la norma impugnada no establece una


restricción al derecho de protección de la salud, sino que, como todo
derecho humano, debe interpretarse a la luz de los principios de

indivisibilidad e interdependencia, y coexistir con los demás derechos

reconocidos en el orden jurídico mexicano.

132. En el mismo orden de ideas, arguyó que atendiendo al principio de no


regresividad de los derechos humanos, no se puede prohibir o inhibir el
derecho de objeción de conciencia ya reconocido constitucionalmente,

sino que debe ser retomado de tal forma que no colisione con otros
derechos y subsista con ellos. Eliminarlo sería regresivo.

133. Ahora bien, que en la acción de inconstitucionalidad 146/2007 y sus


acumuladas, la Suprema Corte de Justicia de la Nación hizo un
reconocimiento implícito del derecho de objeción de conciencia en el
artículo 16 Bis 7 de la Ley de Salud para el Distrito Federal, vigente en
ese momento, cuyo contenido fue retomado en el actual artículo 59 de la
Ley de Salud del Distrito Federal.

134. Por lo que hace al artículo Segundo Transitorio impugnado, el legislador


delegó la facultad de emitir las disposiciones administrativas y
lineamientos para el ejercicio del derecho de objeción de conciencia a la
Secretaría de Salud, la cual está facultada para regular en materia de
salubridad general, atendiendo a lo establecido en los artículos 4
constitucional y 7 y 13 de la Ley General de Salud. En ese sentido, no se
violan los principios de reserva de ley ni de subordinación.
135. Por su parte, el artículo Tercero Transitorio del Decreto impugnado no
es contrario a los principios de reserva de ley ni subordinación jerárquica,

toda vez que de acuerdo con los artículos 4 y 73, fracción XVI
constitucionales, el Congreso de la Unión cuenta con facultades en
materia de salubridad general.

136. Aunado a lo anterior, de acuerdo con las tesis de rubros: “CLÁUSULAS

HABILITANTES. CONSTITUYE ACTOS FORMALEMNTE


LEGISLATIVOS”, “CLÁUSULAS HABILITANTES. SU FUNDAMENTO
CONSTITUCIONAL RESIDE EN LOS ARTÍCULOS 73, FRACCIÓN
XXX, Y 90 DE LA CONSTITUCIÓN POLÍTICA DE LOS ESTADO
UNIDOS MEXICANOS” y “CONTABILIDAD ELECTRÓNICA. LAS
CLÁUSULAS HABILITANTES CONTENIDAS EN EL ARTÍCULO 28,
FRACCIONES III Y IV, DEL CÓDIGO FISCAL DE LA FEDERACIÓN,
NO ESTÁN SUJETAS A LOS PRINCIPIOS DE RESERVA DE LEY Y DE

SUBORDINACIÓN JERÁRQUICA, POR LO QUE NO LOS


TRANGREDEN (DECRETO DE REFORMAS PUBLICADO EN EL
DIARIO OFICIAL DE LA FEDERACIÓN EL 9 DE DICIEMBRE DE
2013)”, es válido que, a través de cláusulas habilitantes, el poder
legislativo pueda facultar a un órgano administrativo para expedir normas
reguladoras de una materia especializada. De tal modo, el establecimiento
de mecanismos para que en los establecimientos de salud exista siempre
personal no objetor será susceptible de ser normado en las disposiciones

administrativas.

137. En efecto, de acuerdo con lo señalado por la Consejería Jurídica, en el


caso de la norma impugnada no existe violación al principio de reserva de
ley ni de subordinación jerárquica, pues únicamente habilita a la
Secretaría de Salud para que regule la operatividad del derecho de

objeción de conciencia que, como se ha sostenido en líneas anteriores, no


constituye un nuevo derecho que no se encontrara en la Norma
Fundamental, sino que se trata de una prerrogativa inherente a la libertad
de conciencia reconocida en el artículo 24 constitucional.

138. Asimismo, manifiesta que son infundados los argumentos hechos valer
en el segundo concepto de invalidez. Ello, pues se trata de un derecho
ampliamente reconocido, incluso, por la Comisión Interamericana de
Derechos Humanos en el Informe de Fondo número 43/05 del caso

Cristian Daniel Sahli Vera y Otros vs Chile, de diez de marzo de dos mil
quince, en el que determinó que si bien la Convención Americana no
menciona expresamente el derecho de objeción de conciencia, éste se
extrae del artículo 12 leído conjuntamente con el 6(3)(b), para los casos
en que esta condición sea reconocida por la legislación nacional.

139. En consonancia con lo anterior, señala que el ejercicio del derecho de


objeción de conciencia únicamente se encuentra limitado por virtud de la
protección a la seguridad, el orden, la salud o la moral pública o los

derechos y libertades de los demás.

140. Por otra parte, que el Congreso de la Unión cuenta con libertad de
configuración para establecer los medios en que un derecho humano
puede hacerse valer o ser ejercido por un particular, siempre y cuando
atienda a lo establecido en la Constitución. En ese sentido, el legislador

no está obligado a establecer cómo ha de operar el derecho de objeción de


conciencia y tampoco a establecer que las instituciones de salud pública
deben de contar de manera permanente con personal médico y de
enfermería no objetor.

141. En ese sentido, que no existe omisión legislativa alguna, sino que falta la
regulación de objeción de conciencia a la que hacen referencia los
artículos transitorios segundo y tercero del Decreto impugnado.

142. Que la Comisión promovente pretende demostrar la inconstitucionalidad

de la norma impugnada porque no prevé el acceso a los servicios de salud


a toda persona cuando alguien ejerza la objeción de conciencia. Sin
embargo, este tema escapa al ámbito material de la norma impugnada, ya
que su objeto es regular el ejercicio de la objeción de conciencia, y no el
de limitar o reconfigurar el derecho a la salud. En consecuencia, la
constitucionalidad de la norma no puede derivar de un aspecto material
que no tiene el propósito de regular.
143. Finalmente, señaló que los argumentos hechos valer en el tercer
concepto de invalidez son inoperantes, toda vez que se apoyan en

situaciones particulares o hipótesis que no evidencian la


inconstitucionalidad del cuerpo normativo. En todo caso, el derecho de
objeción de conciencia abona al derecho al libre desarrollo de la
personalidad.

144. SÉPTIMO. Opinión de la Procuraduría General de la República.


La entonces Procuraduría General de la República manifestó, en su
opinión, que de los conceptos de invalidez hechos valer, la cuestión
efectivamente planteada consiste en determinar si el artículo impugnado:
a) establece una restricción al derecho a la salud consagrado en el artículo
4, párrafo cuarto de la Constitución General; b) vulnera el derecho a la
salud por no establecer la obligación de las instituciones de salud pública
de contar con personal médico y de enfermería no objetor de conciencia;

y c) si estas dos cuestiones implican la imposibilidad del ejercicio por


parte de las personas de los derechos a la integridad personal, a la vida, a
las libertades sexual y reproductiva, a la igualdad y a decidir de manera
libre el número y espaciamiento de hijos.

145. Al respecto, adujo que los argumentos son infundados, toda vez que la
accionante considera que el derecho de objeción de conciencia es una
restricción al ejercicio del derecho humano a la protección de la salud y,
por ello, supone que vulnera el artículo 1° constitucional, en el sentido de
que los derechos humanos no podrán restringirse ni suspenderse, salvo en

los casos y bajo las condiciones que la propia Constitución establece.

146. No obstante, que la Comisión parte de una premisa errónea, pues la


objeción de conciencia no es una restricción al ejercicio del derecho
humano a la protección de la salud, sino, por el contrario, un verdadero

derecho humano consagrado implícitamente en los artículos 24, primer


párrafo y 130, segundo párrafo, inciso c), de la Constitución General, los
cuales prevén el derecho a la libertad de convicciones éticas, de
conciencia y religiosa y a tener o adoptar la de su agrado, así como el
derecho a ejercer el ministerio de cualquier culto, y expresamente en los
tratados internacionales en los artículos 18 de la Declaración Universal de
Derechos Humanos y 18 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y
Políticos.

147. Asimismo, recuerda que la Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia


de la Nación —en la tesis de rubro: “SERVICIO MILITAR NACIONAL.
LAS EXCEPCIONES PREVISTAS EN EL ARTÍCULO 38 DEL
REGLAMENTO DE LA LEY RESPECTIVA TIENEN UNA FINALIDAD
CONSTITUCIONAL, EN TANTO QUE ATIENDEN AL INTERÉS
GENERAL Y AL RESPETO DE LOS DERECHOS HUMANOS”— ya se
ha pronunciado sobre el reconocimiento de la objeción de conciencia
como una manifestación de la libertad de conciencia contenida en el
artículo 24 de la Constitución Federal.

148. Ahora bien, en cuanto a la constitucionalidad de la norma impugnada,


arguye quex, si bien el artículo 10 Bis de la Ley General de Salud no
establece expresamente la obligación del personal objetor de conciencia
de remitir a los pacientes con personal no objetor, también lo es que, de

conformidad con el artículo 2° de la Ley General de Salud, dicho


ordenamiento tiene como fin el bienestar físico y mental de la persona
para contribuir al ejercicio pleno de sus capacidades, la prolongación y
mejoramiento de la calidad de la vida humana, la protección y el
acrecentamiento de los valores que coadyuven a la creación, conservación
y disfrute de condiciones de salud que contribuyan al desarrollo social y
la extensión de actitudes solidarias y responsables de la población en la
preservación, conservación, mejoramiento y restauración de la salud.

149. Por lo que el hecho de que el personal médico y de enfermería ejerciten


su derecho de objeción de conciencia respecto de un procedimiento que
se encuentre en oposición a sus creencias o principios éticos o morales no
implica que se le niegue o no se le proporcione el servicio de salud
requerido, toda vez que las autoridades que operan en el sistema nacional
de salud tienen la obligación que les impone el artículo 4°, párrafo cuarto,
de la Constitución, es decir, la obligación de garantizar a toda persona el
derecho a la protección de la salud, por lo que en el supuesto de
presentarse el caso relatado, la autoridad de salud deberá referir al sujeto

pasivo al personal médico y de enfermería no objetor.

150. Al respecto, la NOM-046-SSA2-2005 reconoce en el caso de aborto por


violación el derecho de objeción de conciencia del personal médico y de
enfermería y la obligación de las instituciones públicas de atención

médica de contar con médicos y enfermeras capacitados no objetores de


conciencia.

151. En relación con lo anterior, señala que las Normas Oficiales Mexicanas
son regulaciones técnicas de observancia obligatoria expedidas por las
dependencias competentes que tienen como finalidad establecer las
características que deben reunir los procesos o servicios cuando éstos
puedan constituir un riesgo para la seguridad de las personas o dañar la
salud humana, por lo que los mecanismos para detallar la operatividad de

la objeción de conciencia en el sistema de salubridad debe ser regulado en


una Norma Oficial Mexicana y no a un cuerpo normativo como la Ley
General de Salud.

152. En virtud de lo anterior, que el artículo 10 Bis impugnado es


constitucional, por lo que los artículos transitorios impugnados no
vulneran precepto constitucional alguno, puesto que únicamente se
limitan a establecer las bases temporales para que la Secretaría de Salud
emita las disposiciones y lineamientos necesarios para el ejercicio del

derecho de objeción de conciencia y para que tanto el Congreso de la

Unión como las legislaturas locales lleven a cabo las modificaciones


necesarias para que hagan efectivo el derecho de objeción de conciencia.

153. OCTAVO. Cierre de instrucción. Recibidos los alegatos de las partes


y de la Procuraduría General de la República, por acuerdo de trece de

agosto de dos mil dieciocho, se cerró la instrucción de este asunto y se


envió el expediente al Ministro instructor para la elaboración del proyecto

de resolución correspondiente[3].

154. NOVENO. Returno. El dos de enero de dos mil diecinueve, por


acuerdo de Presidencia este Alto Tribunal, se ordenó returnar los autos al
Ministro Luis María Aguilar Morales para que continuara actuando como
ponente en esta acción de inconstitucionalidad y, en su oportunidad,
propusiera al Tribunal Pleno el proyecto respectivo.

CONSIDERANDO:

155. PRIMERO. Competencia. Este Tribunal Pleno de la Suprema Corte de


Justicia de la Nación es competente para resolver la presente acción de
inconstitucionalidad, de conformidad con lo dispuesto en el artículo 105,
fracción II, inciso g), de la Constitución Política de los Estados Unidos

Mexicanos[4], el artículo 10, fracción I, de la Ley Orgánica del Poder


Judicial de la Federación[5] y, finalmente, en términos de la fracción II,

del Punto Segundo del Acuerdo General 5/2013[6], toda vez que el
Presidente de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos plantea la
posible contradicción entre el Decreto por el que se adiciona un artículo
10 Bis a la Ley General de Salud y la Constitución Política de los Estados
Unidos Mexicanos, así como diversos tratados internacionales en materia

de derechos humanos.

156. SEGUNDO. Oportunidad. Por razón de orden, en primer lugar, se


debe analizar si la acción de inconstitucionalidad fue presentada
oportunamente.

157. En el caso se impugna el Decreto por el que se adicionó el artículo 10


Bis a la Ley General de Salud, publicado en el Diario Oficial de la
Federación el once de mayo de dos mil dieciocho.

158. Así, de conformidad con el artículo 60 de la Ley Reglamentaria de las

Fracciones I y II del Artículo 105 de la Constitución Política de los

Estados Unidos Mexicanos[7], el plazo para promover la acción de


inconstitucionalidad es de treinta días naturales y su cómputo debe
iniciarse a partir del día siguiente a la fecha en que la norma general sea
publicada en el correspondiente medio oficial, precisando que, como
regla general —excepto cuando se trate de normas electorales— si el
último día del plazo fuera inhábil, la demanda podrá presentarse el primer
día hábil siguiente.

159. De esta manera, el plazo para la presentación de la demanda transcurrió

del doce de mayo al diez de junio de dos mil dieciocho. En consecuencia,


toda vez que el escrito de inicial de la acción de inconstitucionalidad se
presentó en la Oficina de Certificación Judicial y Correspondencia de este
Alto Tribunal el once de junio de dos mil dieciocho, es decir, el primer

día hábil siguiente al en que feneció el plazo, según se advierte del sello

de recepción que obra al reverso de la demanda[8], su presentación fue


oportuna.

160. TERCERO. Legitimación. De conformidad con lo previsto en el


artículo 105, fracción II, inciso g), de la Constitución Política de los

Estados Unidos Mexicanos[9], la Comisión Nacional de los Derechos


Humanos está facultada para promover la acción de inconstitucionalidad
contra leyes federales que se acusen de vulnerar los derechos humanos

contenidos en la Constitución y en los tratados internacionales.

161. Por otra parte, el artículo 11, párrafo primero, en relación con el 59,

ambos de la Ley Reglamentaria de la materia[10], establecen que las partes


deben comparecer a juicio por conducto de los funcionarios que, en
términos de las normas que los rigen, estén facultados para representarlos.

162. En el caso, el escrito de demanda fue suscrito por Luis Raúl González
Pérez, en su carácter de Presidente de la Comisión Nacional de los

Derechos Humanos, lo que acreditó con copia del oficio número DGPL-

1P3A.-4858, emitido por el Presidente de la Mesa Directiva de la


Sexagésima Segunda Legislatura de la Cámara de Senadores del
Congreso de la Unión, por la que se le hace saber que, en sesión celebrada
el trece de noviembre de dos mil catorce, fue aprobada su designación

para ocupar tal cargo en el periodo dos mil catorce a dos mil

diecinueve[11].

163. Dicho funcionario ostenta la representación de la Comisión, en términos


de lo dispuesto por los artículos 15, fracción I, de la Ley de la Comisión

Nacional de los Derechos Humanos[12] y 18 de su Reglamento Interno[13];


por lo que cuenta con la facultad expresa para promover acciones de
inconstitucionalidad de acuerdo con el artículo 15, fracción XI, de la Ley

de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos[14].

164. Además, en el caso se plantea la inconstitucionalidad del Decreto por el


que se adiciona el artículo 10 Bis a la Ley General de Salud, por estimarlo
violatorio de los derechos a la salud, a la integridad personal y a la vida,
sexuales y reproductivos, a decidir de manera libre e informada sobre el
número y espaciamiento de los hijos, y a la igualdad.

165. En consecuencia, al ser la Comisión Nacional de los Derechos Humanos


un órgano legitimado para ejercer la acción de inconstitucionalidad en
este supuesto y habiéndose promovido por quien cuenta con facultades

para representar a dicho órgano, se reconoce la legitimación activa en


este asunto.

166. CUARTO. Causas de improcedencia. No se hicieron valer, sin


embargo, este Tribunal Pleno estima necesario señalar oficiosamente que,

a pesar de que los artículos Segundo y Tercero transitorios del Decreto


por el que se adicionó el artículo 10 Bis a la Ley General de Salud —
impugnados por la Comisión Nacional de los Derechos Humanos—
contienen un mandato dirigido a la Secretaría de Salud, al Congreso de la
Unión y a las legislaturas de las entidades federativas, cuyo plazo ya
venció, ello no genera, en este caso en concreto, el sobreseimiento de la
acción de inconstitucionalidad por lo que hace a la impugnación de las
normas de tránsito.

167. En el artículo Segundo transitorio[15] se establece un plazo de noventa


días naturales para que la Secretaría de Salud emitiera las disposiciones y
lineamientos necesarios para el ejercicio del derecho de objeción de

conciencia; mientras que en el artículo Tercero transitorio[16] se impuso un


plazo de ciento ochenta días para que el Congreso de la Unión y las
legislaturas de las entidades federativas realizaran las modificaciones
legislativas correspondientes.
168. En ambos casos el plazo señalado ya venció, pues el Decreto fue
publicado en el Diario Oficial de la Federación el once de mayo de dos

mil dieciocho, de manera que es evidente que transcurrieron los noventa


días naturales que tenía la Secretaría de Salud para emitir las
disposiciones y lineamientos ordenados en el artículo Segundo transitorio,
así como los ciento ochenta días que se impusieron al Congreso de la

Unión y a las legislaturas de las entidades federativas para adecuar su


legislación al contenido del Decreto.

169. Sin embargo, este Tribunal Pleno no cuenta con elementos suficientes
para afirmar que las autoridades destinatarias de las normas de tránsito ya
dieron total cumplimiento con los mandatos contenidos en esas normas,
por lo que no puede afirmarse que las normas transitorias hubieran surtido
sus efectos plenamente y, en consecuencia, debe seguirse con el estudio
del fondo de esta acción.

170. Lo anterior es consistente con lo señalado en la jurisprudencia plenaria


P./J. 8/2008, de rubro: “ACCIÓN DE INCONSTITUCIONALIDAD.
CUANDO SE PROMUEVE CONTRA UN PRECEPTO
TRANSITORIO QUE YA CUMPLIÓ EL OBJETO PARA EL CUAL
SE EMITIÓ, DEBE SOBRESEERSE AL SURTIRSE LA CAUSAL DE
IMPROCEDENCIA PREVISTA EN EL ARTÍCULO 19, FRACCIÓN
V, DE LA LEY REGLAMENTARIA DE LAS FRACCIONES I Y II
DEL ARTÍCULO 105 DE LA CONSTITUCIÓN POLÍTICA DE LOS

ESTADOS UNIDOS MEXICANOS”[17], en la que se prevé que la acción


deberá sobreseerse si se impugna un artículo transitorio que ya cumplió el
objeto para el cual se emitió, al haberse agotado en su totalidad los
supuestos que prevé, lo cual no ha sucedido en la especie.

171. Aunado a lo anterior, es necesario destacar que los conceptos de

invalidez planteados por la Comisión Nacional de los Derechos Humanos


se dirigen a atacar la constitucionalidad de un sistema contemplado por el
artículo 10 Bis de la Ley General de Salud y por los artículos Segundo y
Tercero transitorios del Decreto por el que se adicionó esa norma a la Ley
General de Salud, de manera que no es posible, en este caso en particular,
seccionar la impugnación.

172. El primer concepto de invalidez planteado por la Comisión accionante


cuestiona, precisamente, el sistema conformado por el artículo 10 Bis de

la Ley General de Salud y los artículos Segundo y Tercero transitorios del


Decreto por el que se adicionó esa norma, por estimar que ese sistema es
inconstitucional, pues implica la creación de un derecho humano
autónomo que supone una restricción indebida del derecho a la salud de
las personas, lo cual, a juicio de la promovente, únicamente puede ser
diseñado desde el Texto Constitucional.

173. En este sentido, como parte de ese sistema normativo, el ombudsperson


señala que las normas de tránsito son inconstitucionales, pues

indebidamente delegan la regulación del ejercicio de la objeción de

conciencia en el legislador secundario y en la Secretaría de Salud, lo que


para este Tribunal es inescindible y, además, involucra necesariamente el
fondo del asunto, de manera que se debe proceder con el estudio de los

conceptos de invalidez[18].

174. QUINTO. Estudio de fondo. Como se adelantó en páginas anteriores,


la Comisión Nacional de los Derechos Humanos impugnó el Decreto por
el que se adicionó el artículo 10 Bis de la Ley General de Salud, así como
sus artículos Segundo y Tercero Transitorios que, en esencia, prevén la
posibilidad de que el personal médico y de enfermería del Sistema
Nacional de Salud ejerzan la objeción de conciencia a efecto de no
participar en los servicios previstos en la Ley General.

175. El decreto impugnado es del tenor siguiente:

“Artículo Único.- Se adiciona un artículo 10 Bis a la Ley


General de Salud, para quedar como sigue:

ARTÍCULO 10 Bis.- El Personal médico y de enfermería


que forme parte del Sistema Nacional de Salud, podrán
ejercer la objeción de conciencia y excusarse de
participar en la prestación de servicios que establece
esta Ley.
Cuando se ponga en riesgo la vida del paciente o se trate
de una urgencia médica, no podrá invocarse la objeción

de conciencia, en caso contrario se incurrirá en la causal


de responsabilidad profesional.

El ejercicio de la objeción de conciencia no derivará en


ningún tipo de discriminación laboral.

TRANSITORIOS

Primero.- El presente Decreto entrará en vigor el día


siguiente al de su publicación en el Diario Oficial de la
Federación.

Segundo.- La Secretaría tendrá un plazo de 90 días


naturales posteriores a la publicación de este Decreto
para emitir las disposiciones y lineamientos necesarios
para el ejercicio de este derecho en los casos que

establece la Ley.

Tercero.- El Congreso de la Unión y las Legislaturas de


las entidades federativas, en el ámbito de sus respectivas
competencias, realizarán las modificaciones legislativas
conforme a lo dispuesto en el presente Decreto, dentro de
los 180 días naturales siguientes a su entrada en vigor.
Cuarto.- Las acciones que se generen con motivo de la
entrada en vigor del presente Decreto, se cubrirán con

los recursos financieros, humanos y materiales con los


que actualmente cuente la Secretaría de Salud.”

176. Si bien en la demanda se impugna en forma genérica todo el Decreto, lo


cierto es que de la lectura integral de los conceptos de invalidez

planteados y del resto de la demanda se advierte que la intención de la


Comisión accionante es impugnar el artículo 10 Bis de la Ley General de
Salud, así como los artículos Segundo y Tercero Transitorios del Decreto
por el que se adicionó el artículo referido, y que fueron publicados en el
Diario Oficial de la Federación el once de mayo de dos mil dieciocho. Por
tanto, la presente sentencia se ocupará del estudio de las normas
efectivamente impugnadas.

177. En específico, la Comisión accionante sostiene que el artículo 10 Bis y

los artículos transitorios Segundo y Tercero son inconstitucionales por


tres razones: a) porque las normas vulneran los principios de seguridad
jurídica, legalidad y supremacía constitucional, al prever una restricción
del derecho a la protección de la salud que no se encuentra contemplada
en la Constitución Federal —y además, porque el Congreso de la Unión y
la Secretaría de Salud no tienen facultades para establecer restricciones
del derecho a la salud—; b) porque las normas regulan de manera
deficiente el derecho de objeción de conciencia y vulneran con ello el
derecho de protección a la salud de las personas al no establecer que los

hospitales cuenten con personal médico y de enfermería no objetor; y c)


porque las normas impugnadas vulneran el derecho de protección a la
salud y, además, otros derechos como el de integridad personal y a la
vida, derechos y libertades sexuales y reproductivas, de planificación

familiar y a la igualdad.

178. Como se puede apreciar, los conceptos invalidez hechos valer por la
Comisión Nacional de los Derechos Humanos se encuentran dirigidos a
cuestionar la validez de las normas impugnadas por introducir la figura de
la objeción de conciencia como un derecho del personal sanitario, en
detrimento del derecho de protección de la salud de las personas.

179. En este sentido, para analizar la constitucionalidad de los preceptos


cuestionados, es necesario estudiar lo siguiente:

180. A. Primero se debe determinar si el marco de regularidad mexicano


reconoce un derecho humano a la objeción de conciencia —en forma
autónoma o derivado del derecho de libertad de conciencia— y cuáles son
sus alcances y límites. B. Después, es necesario abordar el análisis sobre
el derecho a la protección de la salud y las distintas dimensiones que han
sido reconocidas por esta Suprema Corte. C. Finalmente, se estudiará el
caso concreto, a fin de que este Alto Tribunal determine si en el caso
mexicano la objeción de conciencia rompe con el derecho a la protección

de la salud o si, por el contrario, se trata de un falso dilema constitucional

y son dos derechos de igual rango que pueden coexistir armónicamente,


así como el análisis de los demás conceptos de invalidez planteados.

181. A continuación, se analizarán los temas previamente mencionados a


partir de los tres apartados siguientes.

182. A. Marco constitucional sobre la libertad religiosa y de conciencia y


el derecho de objeción de conciencia

183. La libertad de conciencia, de religión y las objeciones de conciencia son


tres conceptos distintos que, sin embargo, se encuentran íntimamente
ligados y forman parte de un sistema de derechos que se entrelazan y dan
sustento a la interculturalidad y diversidad de cosmovisiones que protege
la Constitución Mexicana.

184. Esta multiplicidad de cosmovisiones, culturas, creencias e ideologías ha

generado uno de los fenómenos más complejos de la interpretación


judicial, consistente en los conflictos entre la conciencia y el deber
jurídico. Se trata de casos en los que la conciencia —en términos globales
se refiere a la creencia religiosa, ideológica, ética o personal— se enfrenta
a las obligaciones que derivan de una norma o acto válido.

185. Para resolver este choque entre conciencia y deber jurídico, el Derecho
cuenta con una particular figura que se ha denominado “objeción de
conciencia” y que ha sido concebida en términos generales como el

rechazo de una persona, por motivos de conciencia, a someterse a una

conducta que en principio sería jurídicamente exigible[19], ya sea que la

obligación provenga de una norma o de un acto jurídico.

186. En este sentido, como se verá a continuación, la objeción de conciencia


no se limita a la protección de la libertad religiosa, sino que es mucho

más amplia, ya que su halo protector cubre también a las convicciones


éticas, ideológicas y, en general, cualquier creencia estrictamente
individual que sea válida en un Estado democrático. Además, como se
analizará en las páginas siguientes, estas libertades son coherentes, e
incluso exigibles en un Estado laico como el mexicano.

187. De esta manera, a continuación, este Alto Tribunal referirá los criterios
jurisprudenciales que han desarrollado el sistema de laicidad del Estado
Mexicano y, a partir de ese modelo, definir cuáles son los alcances y

parámetros de interconexión entre los distintos derechos de libertad


religiosa y de conciencia que dan origen, en su caso, a la objeción de
conciencia.

188. Modelo mexicano de laicidad

189. El principio de laicidad se encuentra reconocido en los artículos 24, 40 y


130 de la Constitución Federal, y se erige como uno de los principios
fundamentales del Estado mexicano.
190. De este modo, en el artículo 40 constitucional se establece expresamente
que el Estado Mexicano se constituye como una República representativa,

democrática, federal y laica[20]. Mientras que en el artículo 24 se reconoce

el derecho de libertad religiosa, ideológica y de conciencia[21], que es uno


de los derechos fundamentales más importantes de un Estado democrático
de derecho, pero también un presupuesto básico de un Estado laico.

191. Por su parte, en el artículo 130 de la Norma Fundamental[22] se reitera el


modelo de laicidad mexicana y otro de sus elementos principales
materializado en el principio de separación del Estado y las iglesias, y
desarrolla, en términos generales, las bases sobre la naturaleza, derechos
y obligaciones de las confesiones religiosas en el ordenamiento mexicano
y su relación con el Estado.

192. Entre otras, se destaca que conforme a la Constitución General las


personas pueden ejercer el ministerio de cualquier culto; pero también se

imponen límites, pues los ministros de culto no podrán desempeñar


cargos públicos ni ejercer el derecho de ser votados en elecciones
populares ni de asociarse con fines políticos ni realizar proselitismo en
favor o en contra de algún partido político, candidato o asociación, entre
otros límites vinculados con los derechos de participación política.

193. Como se puede apreciar, el modelo mexicano de laicidad protege un


deber de neutralidad religiosa por parte del Estado, de manera que el

Gobierno no puede adoptar una iglesia oficial y debe mantenerse

respetuoso de todas las confesiones religiosas y del ejercicio de los


derechos de libertad de convicciones ética, de conciencia y de religión.

194. No obstante, este deber de neutralidad religiosa no implica que el Estado


deba mantenerse ausente o ignorar el fenómeno religioso e ideológico;

por el contrario, la laicidad conlleva el deber estatal de proteger los


derechos de libertad religiosa, ideológica, de conciencia y ética de las
personas, para lo cual debe mantener una posición neutralmente activa.

195. Es importante precisar que la laicidad, como principio y modelo de

Estado, no tiene una significación única[23], sino que ha sido desarrollado


y entendido de diversas formas en cada Estado-nación, atendiendo a las
especificidades culturales e históricas de cada país.

196. Sin embargo, la nota característica de un Estado laico radica en dos

elementos fundamentales: la separación entre el Estado y las iglesias y la


protección de la libertad religiosa, de conciencia y de convicciones éticas

e ideológicas[24].

197. En efecto, el Estado laico es religiosamente neutral, por lo que para


proteger el principio de igualdad se prohíbe al Estado emitir cualquier
juicio valorativo sobre las creencias religiosas de las personas; sin
embargo, lo que sí debe valorar positivamente es el derecho de libertad

religiosa[25], de conciencia y de las convicciones éticas e ideológicas.

198. En este sentido, un Estado laico debe garantizar la protección del


derecho fundamental de convicciones éticas, religiosas y de conciencia y,

a la par, debe preservar la sana separación del Estado y la Iglesia[26].

199. La laicidad debe ser concebida como una cualidad democrática, ya que

significa que el Estado respeta y valora positivamente que las personas


tengan creencias religiosas, éticas, ideológicas y de conciencia, pero se
asegura que Estado y las confesiones religiosas se encuentren

separados[27].

200. En consecuencia, la protección de los derechos de libertad religiosa,


ideológica, de convicciones éticas y de conciencia no colisionan en forma
alguna con la idea de un Estado laico y con el principio de separación
entre el Estado y las iglesias; por el contrario, todos esos derechos y

libertades forman parte de un modelo más acabado de laicidad.

201. Más aún, debe recordarse que la laicidad no está reñida con las creencias
religiosas, ideológicas y de conciencia de las personas, sino que son
complementarias y lo único que exige un Estado laico es que las
conductas que se sigan de esas creencias no afecten los derechos de

terceras personas[28].
202. Al respecto, en relación con el grado de actuación del Estado frente a la
libertad ética, religiosa y de conciencia, la academia ha distinguido, al

menos, entre dos modelos de laicidad: la del “Estado garante” y la del


“Estado no interventor”.

203. El primero —Estado garante— entiende al Estado como protector de la


libertad religiosa a través de una cooperación entre la Iglesia y el Estado,

permitiendo que sea el Estado quien activamente proteja y fomente el

ejercicio de la libertad religiosa[29]. Mientras que el segundo modelo —


Estado no interventor— implica una separación tajante entre la Iglesia y
el Estado.

204. El modelo mexicano de laicidad se aleja del modelo de “Estado


garante” y parecería incrustarse en un punto medio entre éste y el modelo
de “Estado no interventor”, en el que se exije una separación entre el
Estado y las confesiones religiosas, pero también protege las libertades

públicas, especialmente la religiosa, ideológica, de convicciones éticas y


de conciencia; por ello, cualquier acto que vulnerara el principio de
laicidad, o bien, estas libertades, sería violatorio de la Constitución
Mexicana.

205. El sistema mexicano de laicidad implica una separación tajante del


Estado y las iglesias, pero no se trata de una forma de anticlericalismo ni
de ver a las confesiones religiosas como enemigas de lo público. Por el
contrario, es un modelo en el que se debe favorecer la diversidad religiosa

y de pensamiento y, para ello, es necesario proteger la libertad religiosa

de las personas, en el entendido de que se trata de un marco donde todos


los puntos de vista religiosos e, incluso, los agnósticos o no religiosos

pueden coexistir armónicamente[30].

206. Lo anterior se corrobora con el contenido del procedimiento de reforma

del artículo 24 constitucional de dos mil trece —específicamente del

dictamen[31] de la Comisión de Puntos Constitucionales de la Cámara de


Diputados—, en el que se sostuvo que:

“(…) Todo Estado laico, por su carácter de imparcialidad,


debe reconocer la libertad religiosa, pues no hacerlo, en
los términos que se pactó en los tratados internacionales,
revela la actitud de un estado anticlerical por definición,
circunstancia que lo aleja de su laicidad.

Por eso, este órgano legislativo coincide con la iniciativa


en que la libertad religiosa es el complemento necesario,
es decir la otra de la moneda, del Estado laico.

El estado constitucional democrático, sin duda, debe ser


laico, esto es, un Estado no confesional, que respeta las
decisiones que sus habitantes toman en ejercicio de su
derecho de libertad religiosa, tanto en lo relativo a tener o
no tener una religión, como en lo relativo a manifestarla
públicamente, en forma individual o colectiva.

El Estado laico no ignora ni desprecia la religiosidad del


pueblo manifestada en la diversidad de creencias, antes
bien la asume como un hecho social o cultural que toma
en cuenta al momento de legislar o gobernar, para que la

norma tenga eficacia.

El Estado laico no discrimina a los creyentes ni tampoco


a los no creyentes. A ambos les reconoce libertad de
conciencia y de religión y a ambos les reconoce y
garantiza la totalidad de los derechos fundamentales.

(…)”.

207. Por lo antes referido, es evidente para este Tribunal Pleno, que el Estado
Mexicano se autodefine como una República democrática laica, en la que

conviven armónicamente, por una parte, un mandato de neutralidad


religiosa y separación entre el Estado y las iglesias, y por la otra, el
reconocimiento y protección de los derechos de libertad religiosa, de
conciencia y de convicciones éticas e ideológicas.

208. No obstante, es importante enfatizar que, para mantener una real


separación Iglesia-Estado, es necesario que se garanticen tres elementos:
a) la no intervención en la vida interna de la Iglesia; b) la no adopción de
decisión alguna con fundamento en principios religiosos y c) la no
atribución de eficacia jurídica a las normas confesionales o a negocios

jurídicos nacidos al amparo del ordenamiento confesional[32].

209. Este Alto Tribunal ha reiterado en diversas ocasiones el carácter laico


del Estado Mexicano. Por ejemplo, al resolver el amparo en revisión

295/1999[33], este Tribunal Pleno determinó que el artículo 48 de la Ley

Reglamentaria del Artículo 5º Constitucional, relativa al ejercicio de las


profesiones en el entonces Distrito Federal, no vulnera la libertad de culto
al ordenar que los colegios de profesionales sean ajenos a toda actividad
de carácter político o religioso, pues dichos colegios son órganos dotados
de derechos y obligaciones de interés público, por lo que se encuentran
sujetos a los principios que rigen la actividad de toda entidad pública,
entre ellos al principio de separación del Estado y las iglesias.

210. En la sentencia se sostuvo que el principio de laicidad obliga a que toda

actuación de las personas morales oficiales o públicas —así como las que
realicen funciones de interés público como los colegios de profesionistas

— se mantengan ajenas a toda doctrina o actividad religiosa[34].

211. Posteriormente, al resolver el amparo en revisión 1595/2006[35], la


Primera Sala declaró la inconstitucionalidad de un precepto del Bando
Municipal del Ayuntamiento de Toluca, en la que se exigía solicitar
permiso para difundir o repartir documentos en la vía pública.

212. En este caso, la Primera Sala concedió el amparo al estimar que el

Bando Municipal era contrario al derecho de libertad religiosa de las


personas —el quejoso fue sancionado por difundir, sin contar con el
permiso correspondiente, un cuadernillo que difundía ideas religiosas e
invitaba a un concierto de música sacra—.

213. Asimismo, en ese precedente se reiteró el carácter laico del Estado


Mexicano al señalar que el principio de separación entre las iglesias y el
Estado implica que el Estado no pueda establecer ni prohibir religión
alguna; es decir, “(…) a no respaldar como propia del Estado a una
religión en particular, manteniéndose al tiempo imparcial y respetuoso
con una de las manifestaciones más importantes del pluralismo en las
sociedades actuales: el pluralismo religioso propio de la ciudadanía en

una democracia contemporánea”[36].

214. Además, se recordó que en el artículo 130 constitucional se establecen


las reglas que deberán seguir las iglesias y asociaciones religiosas para
operar jurídicamente y, de manera destacada, se prohíbe que las
agrupaciones políticas tengan denominaciones religiosas y se establece la
competencia exclusiva de las autoridades civiles respecto de los actos que
afecten al estado civil de las personas.

215. Asimismo, en el amparo en revisión 439/2015[37], la Segunda Sala negó


el amparo a una mujer que pretendía la inclusión de una materia de

religión para sus menores hijos, pues conforme a lo previsto en el artículo

3º constitucional, la educación pública debe ser laica.

216. En esta sentencia, la Segunda Sala reiteró el carácter laico del Estado y
sostuvo que el principio de laicidad no es sinónimo de anticlericalismo ni
censura, sino una forma de protección de las creencias de una sociedad

comprometida con la libertad, de manera que no se privilegie alguna


religión o se promueva el profesar alguna.

217. En esta ocasión, se recordó que el carácter laico de la República se


fundamenta en el principio de igualdad, por lo que este principio rector
“es la garantía para el ejercicio del derecho humano a la libertad de
conciencia y religión en un plano de igualdad”.

218. Incluso, como se ha referido en páginas anteriores, en la sentencia de la


Segunda Sala —que ahora se reitera por este Tribunal Pleno— se afirmó

que el principio de laicidad del Estado “es un proceso evolutivo que va


más allá de la separación entre el Estado y la Iglesia y que exige una
actitud positiva del Estado que asegure un campo de igualdad para el
ejercicio, entre otras, de la libertad de conciencia y religión”.

219. De esta manera, la laicidad del Estado significa y supone el


reconocimiento de que todos los seres humanos tienen derecho al respeto
de su libertad de conciencia y de religión y, consecuentemente, a su
práctica individual y colectiva en un plano igualitario.

220. En este sentido, en una República laica —y como lo ordena la

Constitución—, el Estado Mexicano se encuentra obligado a mantener


una posición de neutralidad y a proteger los derechos de libertad religiosa,
de conciencia y de convicciones éticas e ideológicas de las personas.

221. Libertad religiosa

222. Como se adelantó, en un modelo de Estado laico se deben preservar dos


elementos fundamentales: por un lado, mantener una separación entre el
Estado y las iglesias, lo que implica no una actitud beligerante frente a la
religión, sino una postura de neutralidad religiosa —evitar tener una
Iglesia de Estado o dar un mejor o peor trato a una determinada confesión
religiosa frente a las otras—; y, por otro lado, proteger las libertades
públicas, esencialmente de religión, conciencia, ética e ideológica.

223. En este sentido, en el modelo de laicidad mexicano se ha optado por una

protección fuerte de estos derechos, incluso, como se expuso en páginas


anteriores, el Órgano Reformador de la Constitución ha apuntalado el
marco constitucional en materia de libertad religiosa, de conciencia,
ideológica y ética, reconocido en el artículo 24 constitucional.

224. El diseño actual del artículo 24 constitucional[38] es uno de los más


amplios y protectores de las libertades públicas. En concreto, en México
toda persona tiene derecho a la libertad de convicciones éticas, de

conciencia y de religión, lo que implica, también, una protección a la

ideología de cada persona —y no solamente a las convicciones religiosas


—, como sucedía antes de la reforma constitucional del artículo 24 en dos

mil trece[39].

225. No obstante, desde la anterior redacción del artículo 24 constitucional,

este Alto Tribunal ya reconocía con amplitud el derecho de libertad


religiosa y le daba un alcance mayor que el de un simple reconocimiento
de un derecho subjetivo a profesar una determinada confesión religiosa.

226. Por ejemplo, en el citado amparo en revisión 1595/2006[40], la Primera


Sala concedió el amparo a una persona que fue sancionada por difundir
un cuadernillo que contenía el “Evangelio según San Juan” e invitaba a
un concierto de música sacra. En ese precedente, tras reiterar el carácter
laico del Estado Mexicano, se declaró la inconstitucionalidad de la norma

municipal impugnada en la que se exigía solicitar permiso previo a las


autoridades municipales para difundir o repartir documentos en la vía
pública.

227. En aquel caso, la inconstitucionalidad del bando municipal radicó en que


restringía indebidamente la libertad religiosa de las personas al
prohibirles la libre expresión de ideas confesionales en la vía pública y
constituía, a la vez, una forma de censura previa prohibida
constitucionalmente.

228. Asimismo, en ese precedente se estabeció que en el artículo 24, párrafo

primero, de la Constitución Federal (en su redacción anterior) reconocía


“la libertad religiosa, esto es, la libertad de sostener y cultivar las
creencias religiosas que cada uno considere, libertad que también
incluye la de cambiar de creencias religiosas”, mientras que el segundo

párrafo se establece el principio de separación entre las iglesias y el


Estado, que se traduce en un mandato al Estado de no establecer pero
tampoco prohibir religión alguna.

229. En cuanto a la libertad religiosa, se sostuvo que ésta tiene dos facetas o

dimensiones: una interna y otra externa[41].

230. En su faceta interna, la libertad religiosa se relaciona íntimamente con la


libertad ideológica y atiende a la capacidad de las personas “para
desarrollar y actuar de conformidad con una particular visión del mundo

en la que quede definida la relación del hombre con lo divino”.

231. Desde este precedente se dejó claro que la libertad religiosa reconocida
en la Constitución Mexicana no se limita únicamente a proteger el
desarrollo de ideas, actitudes y planes de vida religiosos, sino que ampara
también aquellas ideas y actitudes ateas o agnósticas.

232. Por otra parte, la faceta externa de la libertad religiosa es múltiple y se


entrelaza estrechamente en muchas ocasiones con el ejercicio de otros

derechos subjetivos, como la libertad de expresión, la libertad de reunión,

la libertad de trabajo o la libertad de enseñanza, entre otros muchos.

233. En este sentido, las manifestaciones externas de la libertad religiosa


pueden ser individuales o colectivas —esto es importante, porque como
se verá en las páginas siguientes, el ejercicio de la objeción de

conciencia es estrictamente individual—. Desde un ámbito colectivo, se


reconoció que el ejercicio de esta libertad se materializa con los actos de
culto público. Mientras que los actos individuales pueden externarse de

diversas formas, como se hace al portar símbolos religiosos[42] o, como


sucedió en el precedente, al difundir pacíficamente pensamientos y
actividades religiosas.

234. Asimismo, en el citado amparo en revisión 295/1999, esta Suprema


Corte sostuvo que la previsión consistente en que los colegios de

profesionistas no pueden tratar asuntos de naturaleza política y religiosa


en sus asambleas no es un límite indebido en un Estado constitucional,
pues los colegios realizan una función de interés público y deben
mantenerse ajenos a toda doctrina o actividad religiosa.

235. Del mismo modo, que ese límite no vulnera el derecho de libertad
religiosa de las personas que conforman un colegio, pues “cada una de
ellas, en lo individual, puede ejercer su derecho constitucional; y si
desean incursionar en actividades de esa naturaleza, pueden hacerlo

siguiendo las formas y cauces pertinentes, esto es, constituyéndose como

una asociación religiosa, en los términos establecidos en el mencionado


artículo 130 y en la Ley de Asociaciones Religiosas y Culto Público”.

236. Como se puede apreciar, esta Suprema Corte ha reconocido —incluso


con la redacción del artículo 24 constitucional vigente antes de la reforma

de dos mil trece— que la libertad religiosa es un derecho fundamental


cuyo contenido permitía proteger no sólo el fuero interno de las personas,
sino también su derecho a externar y vivir de acuerdo con sus creencias
religiosas e ideológicas, es decir, de acuerdo con los dictados de su
conciencia.

237. No obstante, el diecinueve de julio de dos mil trece se publicó en el


Diario Oficial de la Federación el decreto por el que se reformó el artículo
24 constitucional, para adquirir su actual redacción que es mucho más

amplia que la anterior, pues ahora protege expresamente el derecho de


toda persona a la “libertad de convicciones éticas, de conciencia y de
religión, y a tener o adoptar, en su caso, la de su agrado”.

238. Con esta nueva redacción, el Órgano Reformador de la Constitución


pretendió zanjar las dudas que existían en torno a los alcances del derecho
de libertad religiosa y de creencias y reconocer expresamente que este
derecho es mucho más amplio y permite, incluso, reconocer los derechos
de libertad de conciencia y a contar —o no tener— una religión o

convicción ética y a vivir conforme a esos principios e ideales.

239. Incluso en el procedimiento legislativo de la reforma del artículo 24

constitucional —específicamente en la exposición de motivos[43]— se


advierte que la intención del Órgano Reformador de la Constitución fue
fortalecer el halo de protección de la libertad religiosa y del Estado laico:

“Con la finalidad de continuar la obra creadora del


constituyente, iniciada con la reforma publicada en el
Diario Oficial de la Federación del 28 de enero de 1992,
y acentuar el régimen laico de gobierno, con una
concepción contemporánea, debe incorporarse y
garantizarse el derecho humano de la libertad religiosa,
sin limitación de ninguna índole, acorde a su concepción
en los acuerdos y pactos internacionales de los que

México es parte, con la certeza de que las personas serán


las beneficiadas directas de esta decisión y no las
jerarquías de las iglesias.

(…)

El segundo aspecto de la presente iniciativa, pretende la


sustitución de la expresión de libertad de creencias por el
de libertad religiosa, lo que no implica únicamente un
cambio de conceptos, sino el empleo de una expresión,
cuyo alcance y contenido, resulta ser la más adecuada

respecto del derecho humano que se tutela, toda vez que


como se ha expuesto anteriormente, el derecho humano a
la libertad religiosa, no se limita a la libertad de creencia,
aunque la primera contempla a la segunda. Mientras que

la creencia refiere a convicciones radicales en la


conciencia, el derecho a la libertad religiosa es un
término más amplio, el cual cuenta con variadas formas
en que se ejerce y manifiesta en la vida cotidiana y social.

Conforme las fuentes de derecho positivo, la libertad


religiosa posee ciertos elementos constitutivos
reconocidos internacionalmente, los cuales son:

a) La libertad de conciencia en materia religiosa, que

comprende el derecho a profesar en público o en privado


la creencia religiosa que libremente se elija o
simplemente no profesar ninguna; a cambiar o abandonar
una confesión y a manifestar las propias creencias o la
ausencia de las mismas, lo cual incluye la protección del
derecho que posee en no-creyente a no creer, en ejercicio
de la libertad que le corresponde.
(…)”.

240. En el mismo sentido, la Comisión de Puntos Constitucionales de la

Cámara de Diputados sostuvo en el dictamen[44] que sometió a


consideración y aprobación del Pleno de la Cámara de Origen lo
siguiente:

“La Comisión de Puntos Constitucionales, después de

hacer un análisis exhaustivo de la iniciativa, en materia


de libertad religiosa, ha llegado a la convicción de emitir
dictamen en sentido positivo, en atención a las siguientes
consideraciones:

(…)

Esta comisión coincide con el propósito de adecuar el


contenido de la Constitución con los pactos
internacionales, por eso debe reformarse el artículo 24 de

la ley fundamental para reconocer expresamente la


libertad religiosa en los mismos términos que la
reconocen y protegen los tratados de derechos humanos
vigentes en México, especialmente el Pacto Internacional
de derechos civiles y políticos (artículo 18), la
Convención Americana sobre Derechos Humanos
(artículo 12), la Convención sobre los Derechos de la
Niñez (artículo 14), la Convención Internacional para la
Eliminación de Todas las Formas de Discriminación

Racial (artículo 5), la Convención Interamericana para


prevenir, suprimir y erradicar la Violencia contra la
Mujer (artículo 4), y la Convención sobre los Derechos
de Todos los Trabajadores Migratorios (artículo 12).

Por esa razón debe reconocerse expresamente en el texto


del artículo 24 constitucional la libertad religiosa como
un derecho de todas las personas, creyentes o no
creyentes, pues implica la libertad de tener, o no tener
religión, así como la de dejar de tenerla o cambiarla.

La libertad religiosa debe protegerse absolutamente, pues


los tratados internacionales prohíben cualquier tipo de
medidas coercitivas que la menoscaben.

(…)

Por eso, el Estado sólo podría determinar límites a ese


derecho fundamental, en casos en que se atente contra el
derecho de terceros, o se incurra en ilícitos.

(…)

En efecto, existe consenso entre los tratadistas y el


derecho internacional respecto a que la libertad religiosa
tiene los elementos constitutivos siguientes:

Libertad de conciencia en materia religiosa: que


comprende el derecho a profesar en público o en privado
la creencia religiosa que libremente se elija o a no
profesar ninguna; derecho a cambiar o a abandonar una

confesión; Y, por último, derecho a manifestar las propias


creencias o la ausencia de las mismas. Esto significa que
el derecho a la libertad religiosa protege el derecho que
posee el no-creyente a no creer (con libertad).

(…)

La objeción de conciencia: toda persona tiene derecho a


incumplir una obligación legal y de naturaleza personal
cuya realización produciría en el individuo una lesión

grave de la propia conciencia o de las creencias


profesadas. Conviene recordar que la objeción de
conciencia ha marchado históricamente en paralelo con la
libertad religiosa constituyendo una de sus dimensiones
centrales. La conciencia que es protegida por este derecho
es siempre individual y no la de una determinada creencia
religiosa. Dicho de otro modo, la cualidad de objetor
depende de los propios postulados de moralidad del

sujeto y no de la pertenencia a una determinada confesión

o grupo religioso. Si bien es cierto que el tema de la


objeción de conciencia ha aparecido con frecuencia en el
contexto de un Estado que ordena a sus ciudadanos ir a la
guerra, no es éste el único caso en que puede ser válida.

Es preciso recordar el caso de los primeros cristianos


negándose a sacrificar a los dioses paganos, el de Tomás
Moro negándose a presentar juramento a las
disposiciones de Enrique VIII o la propuesta de la
Conferencia del Episcopado Mexicano a ampliar su
ámbito cuando la conciencia entra en conflicto ante
posibles disposiciones legales en el campo de la salud, de
la biotecnología, en la administración pública, en los

medios de comunicación y en la labor educativa. La


objeción de conciencia sólo tiene cabida cuando existe
una razón ética o religiosa imprescindible para el sujeto y
corresponde a un juez ponderar si éste es el caso y los
bienes jurídicos en conflicto. Lo importante es que la
objeción de conciencia pierda su trasfondo de ilegalidad
de modo que su legitimidad se acepte de inicio salvo que
se demuestre lo contrario, caso por caso, en el ámbito
jurisprudencial.

(…)”.

241. Como se puede apreciar del procedimiento legislativo, la intención que


subyace en la reforma del artículo 24 constitucional de dos mil trece fue
avanzar en la protección del Estado laico y de la libertad religiosa de las

personas a fin de adecuar el marco constitucional a los tratados


internacionales en materia de derechos humanos y a los criterios legales y
jurisprudenciales más actuales, como es el reconocimiento constitucional
del derecho a la objeción de conciencia, que deberá ser desarrollado por
el legislador en el ámbito de sus competencias.

242. Del mismo modo, se hizo patente la intención de pasar de una limitada
“libertad de creencias” hacia una “libertad religiosa” que engloba una
protección más amplia como la libertad de conciencia que comprende el

derecho a profesar una creencia religiosa, de otra índole o ninguna, y a


manifestar esas creencias o convicciones.

243. Asimismo, se aprecia que la intención del Órgano Reformador de la


Constitución fue proteger la libertad religiosa de una forma robusta, pues
es uno de los pilares esenciales de un Estado democrático de derecho, por
lo que esta libertad sólo debe limitarse cuando atente contra los derechos
de terceros o se trate de causas imperiosas de orden público.
244. También se expresó que hay consenso entre los académicos y el derecho
internacional en torno a que la libertad religiosa se compone de diversos

elementos, entre los cuales están la libertad de conciencia y la objeción de


conciencia, entendida esta última como el derecho individual a “incumplir
una obligación legal y de naturaleza personal cuya realización
produciría en el individuo una lesión grave de la propia conciencia o de

las creencias profesadas”.

245. Al respecto, a partir del nuevo marco constitucional este Alto Tribunal
ha seguido construyendo su jurisprudencia en materia de laicidad del
Estado y libertad religiosa.

246. Por ejemplo, al resolver el amparo en revisión 439/2015[45] antes citado,


la Segunda Sala reiteró el criterio por el cual se ha entendido que la
libertad religiosa y de conciencia se compone por las facetas interna y
externa.

247. En este asunto, si bien se negó el amparo a la quejosa —quien pretendía


la inclusión de una materia de religión para sus menores hijos en el
sistema de educación pública—, en esta ocasión se afirmó que la
dimensión interna abarca la libertad de cualquier persona de adoptar la
religión o creencias que mejor le convengan, así como el derecho de
cambiarla o simplemente no adoptar alguna. Mientras que en su
dimensión externa, la libertad religiosa y de conciencia se refiere a la
manifestación de esas libertades a partir de cuatro formas: el culto, la

enseñanza, la práctica y la observancia.

248. Del mismo modo, se determinó que la educación pública debe ser laica,
sin que eso pueda entenderse como sinónimo de anticlericalismo, pues la
laicidad en materia educativa pretende fortalecer los valores de pluralidad
y tolerancia que “son el cimiento del campo igualitario para la

salvaguarda del derecho humano a la libertad de conciencia y religión”.

249. Más tarde, siguiendo la misma línea, en el amparo 800/2017[46] la


Segunda Sala reconoció la validez del artículo 62 de la Ley General de
los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes y del artículo 62 de la Ley
de los Derechos de las Niñas, Niños y Adolescentes para el Estado de
Aguascalientes, que contemplan el derecho de las personas menores de
edad a que les sea garantizada su libertad de pensamiento, conciencia,
ética y religión.

250. En este precedente, la Segunda Sala estimó que las normas son
constitucionales porque reconocen un conjunto de derechos que están
previstos en la Convención sobre los Derechos del Niño, de manera que
forman parte del parámetro de constitucionalidad. Asimismo, determinó
que —contrario a lo manifestado por la quejosa— las normas no violan el
derecho de los padres de garantizar que los hijos reciban una educación
religiosa, espiritual y moral que esté de acuerdo con sus propias
convicciones.

251. Por su parte, la Primera Sala ha reiterado recientemente en el amparo en

revisión 1049/2017[47] que la libertad religiosa permite a cada persona, de


forma independiente, creer, dejar de creer o no creer en una determinada
religión, reconociendo a cada persona su derecho a mantener la integridad
de sus creencias, de alterar sus convicciones religiosas o de asumir

posturas ateas o agnósticas. En este sentido, que esta libertad constituye


uno de los pilares fundamentales de la sociedad democrática pues
descansa en la idea básica del pluralismo.

252. Se consideró, además, que en las relaciones familiares la libertad


religiosa se expresa a través de las creencias que los padres desean
inculcar a sus hijos; es decir, los padres tienen derecho a formar a sus
hijos en la religión que prefieran. No obstante, también se reconoció que
esta libertad presenta límites cuando el ejercicio abusivo de ese derecho

vulnere o impida el ejercicio de los derechos de otras personas[48].

253. En este precedente, la Primera Sala consideró que en el caso concreto, el


Estado puede intervenir en la autonomía familiar —incluido el derecho de
los padres de educar a sus hijos conforme a una doctrina religiosa—
cuando advierta que se coloquen en riesgo la vida o la salud de una
persona menor de edad. En el caso, que esto se actualiza si debido a sus
creencias religiosas los padres pretenden impedir que se le aplique a la
menor un tratamiento médico idóneo para preservar su vida (transfusión

sanguínea).

254. Finalmente, en el amparo en revisión 854/2018[49], la Segunda Sala


concedió el amparo a un médico —practicante de una religión en la que el
sábado es un día de reposo espiritual— para que se le aplicara el examen
de especialidad del Consejo Mexicano de Oftalmología y de

Otorrinolaringología en una fecha extraordinaria o, de no ser posible, se


programara el siguiente examen de especialidad en una fecha que no
contraviniera las convicciones religiosas del quejoso.

255. En este asunto, la Segunda Sala concedió el amparo al señalar que


existió discriminación por motivos religiosos, toda vez que se impidió al
quejoso, de manera indirecta, presentar los exámenes del Consejo
Mexicano de Oftalmología y de Otorrinolaringología, pues el examen fue
programado para realizarse en sábado —día que para algunas religiones,

como la del quejoso, debe ser dedicado exclusivamente al culto— pese


que el propio demandante solicitó formalmente el cambio de fecha
excusándose en su libertad religiosa.

256. Esta línea jurisprudencial es coincidente con la adoptada por la Corte


Interamericana de Derechos Humanos al resolver el Caso “La última

tentación de Cristo” (Olmedo Bustos y otros) contra Chile[50], en el que


condenó al Estado Chileno por la vulneración del derecho a la libertad de
pensamiento y de expresión, en virtud de que el ejercicio de esas

libertades no puede estar sujeto a la censura previa, sino únicamente a

responsabilidades ulteriores.

257. Estimó que en ese caso no existió vulneración a la libertad de conciencia


y religión, porque la prohibición de la película —por supuestamente
atentar contra los valores y principios de una religión— no privó o

menoscabó a persona alguna en su derecho de conservar, cambiar,


profesar o divulgar con libertad, su religión o creencias.

258. En este sentido, la Corte Interamericana sostuvo que “[s]egún el artículo


12 de la Convención, el derecho a la libertad de conciencia y de religión
permite que las personas conserven, cambien, profesen y divulguen su
religión o sus creencias. Este derecho es uno de los cimientos de la
sociedad democrática. En su dimensión religiosa, constituye un elemento
trascendental en la protección de las convicciones de los creyentes y en

su forma de vida”[51].

259. Como se puede advertir, el Pleno y las Salas de esta Suprema Corte de
Justicia de la Nación han desarrollado el contenido del principio de
laicidad y del derecho de libertad religiosa, de conciencia y de
convicciones éticas en un sentido amplio y ha reconocido que existe tanto
una libertad religiosa como una “libertad de alejarse de la religión”; es
decir, que toda persona tiene derecho a tener y practicar la creencia
religiosa o no religiosa que prefiera, así como a dejar de practicarla, e

incluso, a no tener alguna y, por supuesto de no ser discriminada o

perjudicada con motivo de su exposición con alguna confesión religiosa.

260. Siguiendo esta idea de la bidimensionalidad de la libertad religiosa, el


Estado debe garantizar que las personas cuenten, efectivamente, con el
derecho de profesar una religión o ideología, como también de no

profesar alguna.

261. La libertad religiosa no se limita a la práctica de una religión


determinada, sino que va más allá, permitiendo incluso entender que el
ateísmo o agnosticismo también representa el ejercicio del derecho

fundamental de libertad religiosa[52].

262. Libertad de conciencia y objeción de conciencia

263. Por su parte, la libertad de conciencia también se encuentra reconocida

en el artículo 24 de la Constitución General[53], así como en los artículos

12 de la Convención Americana Sobre Derechos Humanos[54] y 18 del

Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos[55], y consiste en el


derecho de toda persona a tener unas u otras creencias o ideas, a
silenciarlas o manifestarlas tanto de palabra como de obra con conductas

y actitudes, acomodando éstas a las propias creencias o convicciones[56].

264. La libertad de conciencia se construye como un concepto más amplio y


acabado de la libertad religiosa, pues ni los tribunales ni autoridad alguna

son competentes para decidir qué creencias o convicciones son o no

religiosas —eso le corresponde en exclusiva a las personas—. En este


sentido, la libertad de conciencia incluye y protege todas las convicciones
que juegan un papel relevante en el fuero interno del individuo.

265. En un origen, la concepción clásica de libertad religiosa se limitaba a

proteger un derecho a profesar y seguir una religión o a no hacerlo. Se


trataba, pues, de un derecho con un contenido muy restringido. No
obstante, tanto la jurisprudencia como la legislación nacional han
ampliado el concepto de libertad religiosa —como se expuso en páginas
anteriores— de tal manera que en la actualidad se trata de un derecho a
partir del cual se garantiza que toda persona pueda profesar una fe
religiosa, no hacerlo o dejar de hacerlo, pero, además, ahora este derecho
permite proteger las creencias e ideologías de una persona, sean religiosas

o agnósticas.

266. Las libertades religiosas y de creencias son, en principio, fenómenos que


pertenecen al fuero interno de las personas y no pueden ser controlables
por el derecho. Sin embargo, cuando esas devociones y creencias se
exteriorizan voluntaria o involuntariamente, se convierten en expresiones
jurídicamente relevantes y controlables. Este ámbito es el que,
precisamente, corresponde y da origen a la libertad de conciencia: la
norma de conciencia se convierte en una norma jurídica que dicta a la
persona lo que debe hacer y no hacer, lo que es correcto y lo que no lo es

de acuerdo con una determinada religión o cosmovisión —no

necesariamente religiosa—[57].

267. Así pues, la libertad de conciencia tiene un triple contenido: a) implica


el derecho a la libre formación de la conciencia, es decir, a tener unas u

otras convicciones y, en consecuencia, una u otra cosmovisión (estos


fenómenos son jurídicamente irrelevantes y no controlables por el
derecho); b) incluye la libertad para expresar y manifestar o no esas
convicciones y de hacer partícipes o transmitirlas a otras personas; y c)
entraña una libertad para comportarse de acuerdo con esas convicciones
(creencias e ideas), así como a no ser obligado a comportarse en

contradicción con ellas[58].

268. Esta última faceta de la libertad de conciencia —libertad para

comportarse conforme a las propias convicciones— es la que cobra


relevancia jurídica y da origen a la objeción de conciencia.

269. La objeción de conciencia es, como ya se ha referido antes, una forma de


concreción de la libertad de conciencia y religión, y se presenta cuando
las normas o actos que generan una obligación o carga se oponen a las
más íntimas convicciones —religiosas o no— de las personas.
270. En este sentido, cuando una norma jurídica o un acto conlleva una
obligación o deber jurídico que se opone a las convicciones de una

persona y ésta se niega a cumplir con ese deber, se actualiza una objeción
de conciencia: se trata de una confrontación entre el deber jurídico y las
convicciones personales del objetor.

271. Conceptualmente, se puede decir que la objeción de conciencia es “la

negativa del individuo, por motivos de conciencia, a someterse a una

conducta que en principio sería jurídicamente exigible” [59] ya sea que la


obligación provenga directamente de la norma o de un acto jurídico
válido. Es “la negativa a obedecer una norma jurídica, debido a la
existencia de otro imperativo en la conciencia contrario al

comportamiento pretendido por la norma”[60].

272. La objeción de conciencia es una reacción individual —por regla general


— ante una auténtica contradicción entre norma de conciencia y deber

jurídico, de manera que una norma prohíbe lo que la otra impone como

obligatorio, o viceversa[61]. No se trata de una simple discordancia de


opinión frente a la norma o acto, es necesario que la objeción de
conciencia esté vinculada a una fuerte convicción religiosa, ideológica o
de creencias.

273. Los motivos o fundamento de la norma de conciencia que choca con la


jurídica pueden ser muy variados: religiosos, éticos o morales,

ideológicos y cualquier otro de semejante naturaleza, con tal de que esa

contradicción afecte a creencias, ideas o valores que forman parte


inseparable de la identidad personal; de manera que el comportamiento
contrario a ellos debe ser percibido por la persona como una auténtica
traición así misma. Por supuesto, no cualquier contradicción conlleva una

auténtica objeción de conciencia, pues es necesario que se trate de un


atentado en contra del núcleo duro de la conciencia o convicciones
personales, es decir, cuando la contradicción comprometa la propia

dignidad de la persona[62].

274. En síntesis, la objeción de conciencia es una postura individual contraria


a un deber jurídico, actos de autoridad e incluso autoridades laborales.
Esta postura de discrepancia normalmente es generada por creencias
religiosas, ideológicas, principios éticos o morales y tiene como finalidad

la no aplicación de la ley o acto en cuestión o su sanción.

275. Es importante no confundir la objeción de conciencia con la


desobediencia civil o la resistencia, que son fórmulas diametralmente
distintas. La objeción de conciencia suele llevarse, como regla general,
de manera individual, mientras que la desobediencia civil se realiza de
manera colectiva; mientras que la objeción de conciencia busca
únicamente la no aplicación de una norma o deber jurídico —pero sin
pretender alterar el marco normativo—, la desobediencia civil busca
alterar o modificar la ley vigente; la desobediencia civil se basa en

principios políticos únicamente, mientras que el objetor de conciencia


puede basar sus argumentos en principios éticos, ideológicos, religiosos o
cualquier otro que afecte a su dignidad.

276. Sobre la objeción de conciencia, esta Suprema Corte de Justicia de la

Nación ha sostenido al resolver el amparo en revisión 796/2011[63] —de la


Primera Sala— que los artículos 10 de la Ley del Servicio Militar y 38 de
su Reglamento no vulneran el principio de igualdad ni generan un trato
discriminatorio al prever que determinadas personas —entre ellos, los
ministros de culto religioso— se encuentran exentas de prestar el servicio
militar. El quejoso pretendía que se le eximiera de la conscripción y se le
liberara la cartilla correspondiente.

277. En la sentencia se sostuvo, además, que la objeción de conciencia es una

forma de materializar y ejercer el derecho de libertad de conciencia y


religión reconocido constitucionalmente.

278. En este precedente, si bien se analizó únicamente la vertiente de la


objeción de conciencia al servicio militar, la Primera Sala se decantó por
reconocer que la objeción de conciencia forma parte del halo protector del
derecho de libertad de conciencia y religión, por lo que cuenta con la
fuerza vinculante que la Constitución concede a todos los derechos
humanos. En este caso, fue conceptualizada como “el derecho a negarse

a cumplir el servicio militar armado” y, en consecuencia, se afirmó que

cualquier “previsión legal que excluya esta obligación a partir de un


reconocimiento implícito del citado derecho humano”, debe considerarse
constitucional y convencionalmente válida.

279. Así, en esa sentencia, la Suprema Corte de Justicia de la Nación se

pronunció sobre el derecho de objeción de conciencia al servicio militar,


y sostuvo que la exención que se concede a los objetores de conciencia
para no prestar el servicio militar nacional atiende a impedimentos del
orden social o moral y responde a razones que se encuentran justificadas
constitucionalmente.

280. Si bien en ese caso se reconoció el derecho a la objeción de conciencia


en materia de servicio militar, debe precisarse que ésta no es la única
modalidad válida de objeción a las obligaciones legales, sino que es

posible reconocer otras formas adicionales. En primer lugar, porque en la


sentencia no se limitó este derecho al servicio militar y, en segundo,
porque en la actual redacción del artículo 24 constitucional tampoco se
establece alguna restricción.

281. Más aún, del procedimiento legislativo se ha hecho patente que, si bien
la objeción de conciencia nació jurisprudencial y doctrinalmente a partir
de la exención al servicio militar, debía entenderse que esta figura es
aplicable para otros casos en los que se presente un choque entre una

obligación legal y la propia conciencia.

282. Así, vale recordar que la Comisión de Puntos Constitucionales de la

Cámara de Diputados sostuvo en el dictamen[64] que sometió a


consideración y aprobación del Pleno de la Cámara de Origen con motivo
de la reforma del artículo 24 constitucional en materia de libertad

religiosa y de conciencia lo siguiente:

“(…) Esta comisión coincide con el propósito de adecuar


el contenido de la Constitución con los pactos
internacionales, por eso debe reformarse el artículo 24 de
la ley fundamental para reconocer expresamente la
libertad religiosa en los mismos términos que la
reconocen y protegen los tratados de derechos humanos
vigentes en México (…).

(…)

Por eso, el Estado sólo podría determinar límites a ese


derecho fundamental, en casos en que se atente contra el
derecho de terceros, o se incurra en ilícitos.

(…)

En efecto, existe consenso entre los tratadistas y el


derecho internacional respecto a que la libertad religiosa
tiene los elementos constitutivos siguientes:

Libertad de conciencia en materia religiosa: que


comprende el derecho a profesar en público o en privado
la creencia religiosa que libremente se elija o a no
profesar ninguna; derecho a cambiar o a abandonar una

confesión; Y, por último, derecho a manifestar las propias


creencias o la ausencia de las mismas. Esto significa que
el derecho a la libertad religiosa protege el derecho que
posee el no-creyente a no creer (con libertad).

(…)

La objeción de conciencia: toda persona tiene derecho a


incumplir una obligación legal y de naturaleza personal
cuya realización produciría en el individuo una lesión

grave de la propia conciencia o de las creencias


profesadas. Conviene recordar que la objeción de
conciencia ha marchado históricamente en paralelo con la
libertad religiosa constituyendo una de sus dimensiones
centrales. La conciencia que es protegida por este derecho
es siempre individual y no la de una determinada creencia
religiosa. Dicho de otro modo, la cualidad de objetor
depende de los propios postulados de moralidad del

sujeto y no de la pertenencia a una determinada confesión

o grupo religioso. Si bien es cierto que el tema de la


objeción de conciencia ha aparecido con frecuencia en el
contexto de un Estado que ordena a sus ciudadanos ir a la
guerra, no es éste el único caso en que puede ser válida.

Es preciso recordar el caso de los primeros cristianos


negándose a sacrificar a los dioses paganos, el de Tomás
Moro negándose a presentar juramento a las
disposiciones de Enrique VIII o la propuesta de la
Conferencia del Episcopado Mexicano a ampliar su
ámbito cuando la conciencia entra en conflicto ante
posibles disposiciones legales en el campo de la salud, de
la biotecnología, en la administración pública, en los

medios de comunicación y en la labor educativa. La


objeción de conciencia sólo tiene cabida cuando existe
una razón ética o religiosa imprescindible para el sujeto y
corresponde a un juez ponderar si éste es el caso y los
bienes jurídicos en conflicto. Lo importante es que la
objeción de conciencia pierda su trasfondo de ilegalidad
de modo que su legitimidad se acepte de inicio salvo que
se demuestre lo contrario, caso por caso, en el ámbito
jurisprudencial.

(…)”.

283. De esta manera, se puede sostener que la objeción de conciencia es una


forma de concreción o materialización del derecho humano de libertad
religiosa, ideológica y de conciencia, de manera que forma parte de su

núcleo esencial y comparte la fuerza vinculante directa de todo derecho


reconocido por la Constitución General.

284. Existe un intenso debate en el derecho comparado en torno a determinar


si existe un derecho general a la objeción de conciencia o si se trata de un

derecho de configuración legal[65]. Igualmente, la objeción de conciencia


se ha reconocido en diversos ordenamientos de otros países —en algunos

casos se le ha dado un valor constitucional y, en otros, meramente legal[66]


—.

285. Sin embargo, ese debate no es trascendente a este caso, pues en esta
acción de inconstitucionalidad no se discute si el legislador estableció en
ley o no un supuesto de objeción de conciencia —pues la norma
impugnada es, precisamente, el resultado de la labor legislativa por la que
se previó expresamente la objeción de conciencia a procedimientos de la
Ley General de Salud—, de manera que lo jurídicamente relevante será
analizar si esa previsión es constitucionalmente válida en un Estado
democrático.

286. Incluso, aún suponiendo que no existe un derecho general a la objeción

de conciencia, ello no quiere decir que al ordenamiento jurídico de un


Estado social y democrático de derecho le sea indiferente la
fundamentación en esas convicciones propias como causa que motiva el
incumplimiento de la obligación, pues la invocación, precisamente, de

esas convicciones obliga a una valoración de los bienes jurídicos en

juego, donde no siempre deberá imperar el deber jurídico objetado[67].

287. Además, basta señalar que existe un nexo entre la objeción de


conciencia y la libertad de pensamiento, de conciencia y de religión, para
advertir que, en la medida en que constituye una materialización de ese
derecho, su ejercicio no puede ser absoluto o ilimitado, pues cuando la
objeción de conciencia restringe el ejercicio de los derechos de otras
personas o de bienes jurídicamente relevantes, el asunto se convierte en

un problema de límites al ejercicio de derechos fundamentales o de


colisión entre derechos, y deberá ser dilucidado a partir de la teoría
general de los derechos fundamentales.

288. La objeción permite actuar conforme a los propios y legítimos mandatos


de la conciencia, ya que ésta merece respeto en una sociedad democrática,
pues supone una proclamación de la primacía del ser humano libre y
consciente.
289. La objeción de conciencia no constituye un derecho absoluto ni
ilimitado que pueda ser invocado en cualquier caso y bajo cualquier

modalidad. No se trata de un derecho general a desobedecer las


leyes. Por el contrario, la objeción de conciencia únicamente es válida
cuando se trata de una auténtica contradicción con los dictados de una
conciencia respetable en un contexto constitucional y democrático, de

modo que no cabe invocarla para defender ideas contrarias a la


Constitución.

290. La objeción de conciencia no significa que se pretenda legalizar la


desobediencia del derecho; se trata más bien de excusar a una persona del
cumplimiento de una conducta —sin pretender expulsar la norma del
sistema—. Más aún, la objeción de conciencia supone un grado muy alto
de civilidad y libertad, pues significa “legalizar la disidencia individual
sin represalias, el reconocimiento de la pluralidad sin discriminaciones,

y la convivencia igualitaria con las diferencias, de forma pacífica”[68].

291. El derecho a la objeción de conciencia puede ser limitado por la


concurrencia de bienes jurídicos dignos de especial protección, como
son el respeto a los derechos fundamentales de otras personas, la
salubridad general, la prohibición de discriminación, la lealtad
constitucional, el principio democrático y, en general, todos los principios
y valores que proclama nuestra Constitución Política.
292. En este sentido, jamás podrá ser válida una objeción de conciencia
que pretenda desconocer los principios fundamentales del Estado

Mexicano, como sería, por ejemplo, un hipotético caso en el que el


personal médico y sanitario negaran la atención médica por motivos
discriminatorios o de odio. Se insiste, la objeción de conciencia
únicamente puede ser válida en un contexto democrático y coherente con

el modelo de protección de los derechos humanos.

293. B. Derecho de protección de la salud

294. El derecho de protección a la salud se encuentra reconocido en el

artículo 4º, párrafo cuarto, de la Constitución General de la República[69] y


ha sido definido por este Alto Tribunal como un derecho prestacional que
el Estado Mexicano se encuentra obligado a reconocer y garantizar.

295. En el amparo en revisión 378/2014[70], resuelto por la Segunda Sala, que


después fue reiterado por este Tribunal Pleno al resolver las acciones de

inconstitucionalidad 89/2015[71] y 33/2015[72], se ha sostenido que el


derecho a la salud puede entenderse como la obligación del Estado de
establecer los mecanismos necesarios para que todas las personas tengan
acceso a los servicios de salud encaminados a la obtención de un
determinado bienestar general.

296. Así, en estos precedentes se ha reiterado que el derecho de protección a


la salud no se limita a la salud física del individuo, es decir, a no padecer,
o bien, a prevenir y tratar una enfermedad, sino que atento a la propia

naturaleza humana, va más allá, en tanto comprende aspectos externos e


internos, como el buen estado mental y emocional de la persona y se
traduce en la obtención de un determinado bienestar general integrado por
el estado físico, mental, emocional y social de la persona, del que deriva

un derecho fundamental más, consistente en el derecho a la integridad

físico-psicológica[73].

297. Del mismo modo, se ha sostenido que conforme a los compromisos


internacionales del Estado Mexicano —como la Observación General
número 14 del Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales de
la Organización de las Naciones Unidas—, el derecho a la salud garantiza
pretensiones en términos de disponibilidad, accesibilidad, no
discriminación, aceptabilidad y calidad de los servicios de salud y refiere

que los poderes públicos tienen obligaciones de respeto, protección y

cumplimiento en relación con él[74].

298. En este sentido, se refirió que, aunque el Pacto Internacional de


Derechos Económicos, Sociales y Culturales prevé la aplicación
progresiva y reconoce los obstáculos que representa la limitación de los
recursos disponibles, también impone a los Estados obligaciones de
efecto inmediato, como por ejemplo las de garantizar que el derecho a la
salud sea ejercido sin discriminación alguna y de adoptar medidas para su
plena realización, que deben ser deliberadas y concretas.

299. Al respecto, este Tribunal Pleno comparte y reitera lo sostenido por la


Segunda Sala en el citado amparo en revisión 378/2014, en torno a que el
derecho a la salud reconocido en el artículo 4º de la Constitución General
de la República es un derecho complejo que despliega una amplia serie de

posiciones jurídicas fundamentales para los particulares y para el Estado,


en el entendido de que la protección de la salud y el desarrollo de los
correspondientes sistemas sanitarios asistenciales es una de las tareas
fundamentales de los Estados democráticos contemporáneos y representa
una de las claves del Estado de bienestar.

300. De esta manera, la plena realización del derecho humano a la protección


de la salud es uno de los requisitos fundamentales para que las personas
puedan desarrollar otros derechos y libertades de fuente constitucional y

convencional, por lo que la justicia social no puede ignorar el papel de la


salud en la vida humana y en las oportunidades de las personas para
alcanzar una vida sin enfermedades y sufrimientos que se resulten
evitables o tratables, y sobre todo, para evitar una mortalidad prematura.

301. Siguiendo esta noción general del derecho a la protección de la salud, en


el precedente referido se determinó que este derecho debe entenderse, de
conformidad con lo previsto en el artículo 12 del Pacto Internacional de
Derechos Económicos, Sociales y Culturales[75], como un derecho que

incluya el disfrute del más alto nivel posible de salud física y mental, por

lo que los Estados tienen una obligación positiva consistente en


adoptar las medidas necesarias para la reducción de la mortalidad, el
tratamiento de las enfermedades y, especialmente, la creación de
condiciones que aseguren a todos asistencia médica y servicios

médicos en caso de enfermedad.

302. Respecto de la última obligación referida, la norma internacional no


establece expresamente qué tipo de condiciones de asistencia y servicios
médicos en caso de enfermedad se encuentran obligados a establecer los
Estados contratantes.

303. Sin embargo, como se hizo en el amparo en revisión 378/2014, el


artículo 12 del Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y

Culturales debe leerse armónicamente con su artículo 2 de dicho Pacto[76],

en el sentido de que los Estados Partes deben adoptar —sin


discriminación alguna— todas las medidas posibles hasta el máximo
de los recursos que disponga para lograr progresivamente, por todos
los medios apropiados, la plena efectividad de los derechos
enunciados en el Pacto, en particular el derecho de protección de la
salud.

304. Se estimó que es importante tener en cuenta lo resuelto por el Comité de


los Derechos Económicos, Sociales y Culturales en la Observación

General Número 3, de manera que corresponde cada Estado Parte una

obligación mínima de asegurar por lo menos la satisfacción de niveles


esenciales de cada uno de los derechos contenidos en el Pacto.

305. Ahora bien, es importante referir que de acuerdo con la Observación


General Número 14 (2000) del Comité de Derechos Económicos,

Sociales y Culturales[77], el derecho a la salud entraña el derecho a


contar con “un sistema de protección de la salud que brinde a las
personas oportunidades iguales para disfrutar del más alto nivel posible
de salud”.

306. Asimismo, el Comité sostuvo que el derecho a tratamiento comprende


la creación de un sistema de atención médica urgente en los casos de
accidentes, epidemias y peligros análogos para la salud, así como la
prestación de socorro en casos de desastre y de ayuda humanitaria en

situaciones de emergencia.

307. Y, por lo que hace al derecho a establecimientos, bienes y servicios de


salud, el Comité reconoció que ello implica la creación de condiciones
que asegure a todas las personas una asistencia médica y servicios
médicos en caso de enfermedad, lo que incluye “el acceso igual y
oportuno a los servicios de salud básicos preventivos, curativos y de
rehabilitación, así como a la educación en materia de salud; programas
de reconocimientos periódicos; tratamiento apropiado de enfermedades,

afecciones, lesiones y discapacidades frecuentes, preferiblemente en la

propia comunidad; el suministro de medicamentos esenciales, y el


tratamiento y atención apropiados de la salud mental”.

308. En síntesis, el derecho al nivel más alto posible de salud debe entenderse
como un derecho al disfrute de toda una gama de facilidades, bienes,

servicios y condiciones necesarios para alcanzar un estado de bienestar


general, que no sólo abarca la atención de salud oportuna y apropiada,
lo que implica, entre otras cuestiones, que el Estado Mexicano: a) cuente
con un número suficiente de establecimientos, bienes y servicios públicos
de salud y centros de atención de la salud, cuya naturaleza dependerá
particularmente de su nivel de desarrollo; b) que tales establecimientos
estén al alcance de la población, en especial, los grupos vulnerables o
marginados; y c) que, además de resultar aceptables desde el punto de

vista cultural, deberán ser apropiados desde el punto de vista científico y


médico y ser de buena calidad.

309. Igualmente, se ha estimado que se configurará una violación directa a


las obligaciones del pacto cuando, entre otras cuestiones, el Estado
Mexicano no adopte todas “las medidas apropiadas para dar plena
efectividad al derecho universal a disfrutar del más alto nivel posible de
salud física y mental”.
310. Los alcances del derecho a la protección de la salud han sido
interpretados por esta Suprema Corte en un sentido amplio e, incluso, en

el citado amparo en revisión 378/2014, la Segunda Sala concedió el


amparo a tres pacientes del Instituto Nacional de Enfermedades
Respiratorias —que reclamaron la omisión de ejecutar el proyecto de
construcción y equipamiento del “pabellón 13” aduciendo que las

autoridades responsables impedían el acceso al goce del más alto nivel


posible de salud, pues no habían destinado el máximo de los recursos que
disponen para la ejecución de ese proyecto—.

311. En esa ocasión, este Alto Tribunal ordenó que se tomaran todas las
medidas necesarias para proteger el derecho humano al nivel más alto
posible de salud de los quejosos —quienes, al ser portadores de VIH y,
por tanto, más susceptibles de contraer las infecciones propias de un
hospital debían recibir tratamiento médico en instalaciones separadas del

resto de los pacientes, a efecto de evitar el contagio de alguna enfermedad


—.

312. Para ello se dejó a la autoridad la elección de remodelar las zonas


hospitalarias necesarias, o bien, construir un nuevo pabellón hospitalario
para dar la atención médica pertinente.

313. Incluso, se determinó en la sentencia que, en caso de que ninguna de


las opciones anteriores fuera compatible con las políticas públicas en
materia de salud, el Estado debía realizar las gestiones pertinentes

para que los quejosos, a satisfacción razonable calificada por el

juzgador, fueran atendidos en algún otro hospital o las clínicas del


sector salud en el que puedan recibir su tratamiento en las
condiciones adecuadas e idóneas a su enfermedad, a efecto de
garantizarles el ya referido derecho a obtener el nivel más alto posible de

salud.

314. Finalmente, es necesario precisar que en todos los casos en los que se
puedan ver involucrados los derechos de protección de la salud de las
mujeres, personas con capacidad de gestar y personas de la diversidad
sexual y de género, la autoridad jurisdiccional se encuentra obligada a
analizar los asuntos de su competencia bajo una perspectiva de género e
interseccional.

315. En efecto, en casos como el que ahora se analiza (sobre los límites de la

objeción de conciencia en materia sanitaria), es patente que se trata de


una norma que regula los derechos del personal médico y de enfermería
para excusarse de realizar un procedimiento sanitario; no obstante, este
Tribunal Pleno advierte que, eventualmente, una deficiente regulación de
la objeción de conciencia podría entrar en conflicto con los derechos de
las personas beneficiarias de los servicios de salud, a quienes podrían
trasladarse cargas excesivas que son susceptibles de vulnerar su derecho
al máximo nivel de protección de la salud, especialmente, cuando las
pacientes son mujeres, personas con capacidad de gestar y personas

integrantes de la diversidad sexual y de género.

316. En este sentido, resulta indispensable expresar que este Tribunal Pleno
guía su análisis y decisión desde la obligación de apreciar el caso con

perspectiva de género[78] como método que pretende detectar y eliminar

todas las barreras y obstáculos que discriminan a las personas por


condición de sexo o género, es decir, implica juzgar a partir de las
situaciones de desventaja que, por cuestiones de género, discriminan e
impiden la igualdad.

317. El acercamiento a la problemática definida parte de cuestionar los


estereotipos preconcebidos en la legislación respecto de las funciones de
uno u otro género, así como actuar con neutralidad en la aplicación de la
norma jurídica en cada situación, toda vez que el Estado debe velar por

que en toda controversia jurisdiccional donde se advierta una situación de


violencia, discriminación o vulnerabilidad por razones de género, ésta se
tome en cuenta a fin de visualizar claramente la problemática y garantizar

el acceso a la justicia de forma efectiva e igualitaria[79].

318. Una perspectiva de género exige que esta acción de inconstitucionalidad


sea resuelta teniendo en cuenta las posibles afectaciones que una
deficiente regulación de la objeción de conciencia podría generar en
contra de las mujeres, personas con capacidad de gestar y personas de la

diversidad sexual y genérica.

319. Siguiendo este hilo conductor, debe tenerse en cuenta que uno de los
momentos en los que la libertad religiosa, ideológica y de conciencia
puede llegar a colisionar se presenta principalmente cuando el personal
médico y de enfermería se niegue a llevar a cabo un procedimiento de

interrupción del embarazo en los casos que la legislación mexicana


contempla o que este Alto Tribunal ha reconocido como parte de los
derechos y libertades reproductivos y sexuales de la mujer y de las
personas con capacidad de gestar.

320. De esta manera, para resolver esta acción de inconstitucionalidad es


necesario tomar en cuenta las diversas convenciones, directivas y
opiniones que han emitido los principales organismos internacionales de
defensa de los derechos humanos de la mujer.

321. En el ámbito internacional, la Convención sobre la Eliminación de

Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer[80] (también


conocida por sus siglas en inglés CEDAW) establece en su parte
preliminar que los Estados Partes condenan toda forma de discriminación
basada en el género y se comprometen a tomar medidas concretas para
lograrlo, tales como consagrar la igualdad de género y de sexo en sus
textos supremos, así como abolir todas aquellas leyes, costumbres y
prácticas que redunden en acciones discriminatorias contra las mujeres.

En su artículo 2 se plasma el compromiso de seguir por todos los medios

apropiados y sin dilaciones una política encaminada a eliminar la


discriminación contra la mujer; a lo que se debe sumar el deber de
adoptar todas las medidas adecuadas, incluso de carácter legislativo,
para modificar o derogar leyes, reglamentos, usos y prácticas que

constituyan discriminación contra la mujer [inciso f)].

322. A partir de ese cuerpo normativo, destacan las recomendaciones y


observaciones emitidas por el Comité para la Eliminación de la
Discriminación Contra la Mujer, en su carácter de órgano que
concentra a los expertos independientes como mecanismo para supervisar
la aplicación de la Convención.

323. El Comité ha establecido que el artículo 2 obliga a los Estados Parte a


analizar sin dilación la situación jurídica (normativa) y fáctica en la que

se encuentran las mujeres y a tomar medidas e implementar políticas


encaminadas a la erradicación de la discriminación, incluyendo medidas

legislativas (Recomendación General 28[81]). Específicamente, en el


párrafo 25 de este documento se expresó que, en la tarea de eliminar la
discriminación, la política deberá ser amplia porque debe comprender
todas las esferas de la vida, tanto económicas pública y privada, al igual
que al ámbito doméstico, y asegurar que todos los Poderes del Estado
(Ejecutivo, Legislativo y Judicial) y todos los niveles del Gobierno
asuman sus responsabilidades respectivas en cuanto a la aplicación.

324. Sobre el punto relativo a que las distintas formas de discriminación


comprenden la violencia de género, esto también fue establecido en la
Recomendación General 19, con el alcance de que es un acto lesivo que

afecta o nulifica el goce de los derechos humanos de las mujeres[82]. De

hecho, al desentrañar el artículo 2, inciso f), se precisó que los roles


tradicionales y estereotipos perpetúan la violencia contra la mujer, pues
dichas prácticas pueden llegar a justificar la violencia de género como
una forma de protección de las mujeres, cuyo efecto es en detrimento de
sus derechos humanos.

325. Recientemente, esta Recomendación 19 fue actualizada a través de la

Recomendación General 35[83], con la finalidad de incluir el mensaje


expreso de que la prohibición de violencia contra las mujeres ha

evolucionado para convertirse en un principio del derecho internacional


consuetudinario, así como para reconocer que las violaciones a los
derechos sexuales y reproductivos de las mujeres son formas de
violencia de género que en algunas circunstancias pueden llegar a
constituir tratos crueles, inhumanos y degradantes (párrafo 18 de este
texto), por lo cual se exhortó a derogar todas las disposiciones que toleren
violencia contra las mujeres.
326. Merece también invocarse lo afirmado en la Recomendación General

24[84], pues, además de relacionarse con el tópico que será abordado

enseguida del presente, en este documento se subrayó que es compromiso


de los Estados eliminar la discriminación contra la mujer en lo que
respecta a su acceso a los servicios de atención médica durante todo su
ciclo vital, en particular en relación con la planificación de la familia, el

embarazo, el parto y el período posterior al parto. De hecho, en la línea


argumentativa de esta decisión, sostuvo que es deber de los Estados que
todos los servicios de salud sean compatibles con los derechos
humanos de la mujer, inclusive sus derechos a la autonomía,
intimidad, confidencialidad, consentimiento y opción con
conocimiento de causa.

327. En el caso específico del Estado Mexicano, el Comité, al emitir sus

Observaciones Finales[85] (siete de agosto de dos mil doce), en el rubro

de principales ámbitos de preocupación y recomendaciones instó en


trabajar para revertir la puesta en peligro del disfrute, por parte de la
mujer, de su salud y derechos sexuales y reproductivos, y en general a
cumplir con los mandatos de la Convención, en los rubros de violencia
contra la mujer, educación, empleo, mujeres indígenas en zonas rurales,
familia y relaciones matrimoniales.

328. En el ámbito regional, la Convención Interamericana para Prevenir,


Erradicar y Sancionar la Violencia Contra la Mujer[86] (Convención
Belem do Pará) dispone que “violencia contra la mujer” es “cualquier

acción o conducta, basada en su género, que cause muerte, daño o


sufrimiento físico, sexual o psicológico a la mujer, tanto en el ámbito

público como en el privado”[87], mientras que en su artículo 6 señala el


derecho de las mujeres a ser libres de cualquier tipo de discriminación.

329. En la misma tónica, es importante recordar que el Estado Mexicano debe


proteger los derechos del personal médico y de enfermería a la libertad
religiosa, ideológica y de conciencia; no obstante, como se ha señalado en
páginas anteriores, no es una libertad absoluta, sino que encuentra límites,
de manera que el Estado debe asegurarse que la regulación sobre la
objeción de conciencia en materia sanitaria sea estrictamente individual y,
a la par, garantizar que esa objeción de conciencia no haga nugatorios o
imposibilite la prestación de los servicios sanitarios a los que se encuentra

obligado el Estado.

330. En este orden de ideas, resulta de especial interés lo establecido por el


Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, del Consejo
Económico y Social de las Naciones Unidas, en su “Observación
General núm. 22 (2016), relativa al derecho a la salud sexual y
reproductiva (artículo 12 del Pacto Internacional de Derechos
Económicos, Sociales y Culturales)”.
331. En la parte introductoria de esta observación general se recuerda que el
acceso a los establecimientos, servicios, bienes e información en materia

de salud sexual y reproductiva se encuentra, actualmente, seriamente


restringido, de manera que el pleno disfrute del derecho a la salud sexual
y reproductiva sigue siendo un objetivo lejano para millones de personas,
especialmente para las mujeres y niñas en todo el mundo, lo cual se

agudiza en el caso de personas lesbianas, gais, bisexuales, transgénero e

intersexuales y personas con discapacidad[88].

332. Así, en esta observación general, el Comité de Derechos Económicos,


Sociales y Culturales refiere que el derecho a la salud sexual y
reproductiva forma parte del derecho de todos al disfrute del más alto
nivel posible de salud física y mental, por lo que una atención integral de
la salud sexual y reproductiva abarca cuatro elementos interrelacionados
y esenciales: disponibilidad, accesibilidad, aceptabilidad y calidad.

333. De estos elementos, se destaca lo siguiente:

334. a) Disponibilidad. Debe disponerse de un número adecuado de


establecimientos, servicios, bienes y programas en funcionamiento de
atención para proporcionar el conjunto más completo posible de
servicios de salud sexual y reproductiva.

335. Esto supone, entre otros, velar por que haya personal médico y
profesional capacitado y proveedores calificados que estén
formados para prestar todos los servicios de atención de la salud

sexual y reproductiva es un componente de vital importancia

para asegurar la disponibilidad.

336. Se enfatiza que la objeción de conciencia no debe ser un obstáculo


para el acceso a los servicios, pues se debe disponer en todo
momento de un número suficiente de proveedores de servicios de

atención de la salud dispuestos a prestar esos servicios y capaces


de hacerlo en establecimientos públicos y privados a una

distancia geográfica razonable[89].

337. b) Accesibilidad. Los establecimientos, los bienes, la información y


los servicios de salud relativos a la atención de la salud sexual y
reproductiva deben ser accesibles a todas las personas y grupos
sin discriminación ni obstáculos. Tal como se explica
detalladamente en la observación general núm. 14 del Comité, la

accesibilidad incluye la accesibilidad física, la asequibilidad y la

accesibilidad de la información[90].

338. c) Aceptabilidad. Todos los establecimientos, bienes, información y


servicios relativos a la salud sexual y reproductiva deben ser
respetuosos con la cultura de las personas, las minorías, los pueblos y
las comunidades y tener en cuenta las cuestiones de género, edad,
discapacidad, diversidad sexual y ciclo vital. Sin embargo, ello no se
puede utilizar para justificar la negativa a proporcionar

establecimientos, bienes, información y servicios adaptados a

grupos específicos[91].

339. d) Calidad. Los establecimientos, bienes, información y servicios


relativos a la salud sexual y reproductiva deben ser de buena calidad.
Esto requiere un personal de atención de la salud formado y

capacitado, así como medicamentos y equipo científicamente

aprobados y en buen estado[92].

340. Para lograr las metas anteriores, en la observación general se dispone


que los Estados Parte se encuentran obligados a adoptar medidas, hasta el
máximo de los recursos de que dispongan, para lograr progresivamente la
plena efectividad del derecho a la salud sexual y reproductiva.

341. Asimismo, los Estados deben evitar obstaculizar el acceso a los servicios
de salud sexual y reproductiva y, en caso de que se permita invocar la

objeción de conciencia, los Estados deben regular adecuadamente esta


práctica para asegurar que no impida a nadie el acceso a los servicios
de atención de la salud sexual y reproductiva, en particular exigiendo
que se remitan los casos a un proveedor accesible con capacidad y
disposición para prestar el servicio requerido y que no impida la

prestación de servicios en situaciones urgentes o de emergencia[93].

342. Asimismo, es necesario recordar que esta Suprema Corte de Justicia de


la Nación cuenta con una robusta doctrina relacionada con los derechos

de protección de la salud, intimidad, autonomía reproductiva y dignidad

humana de la mujer y de las personas con capacidad de gestar.

343. Así, en el amparo en revisión 378/2014[94], resuelto por la Segunda Sala,


que después fue reiterado por este Tribunal Pleno al resolver las acciones

de inconstitucionalidad 89/2015[95] y 33/2015[96], esta Suprema Corte ha

sostenido que el Estado Mexicano se encuentra obligado a proteger la


salud de las personas y, para ello, debe establecer los mecanismos
necesarios para que todas las personas tengan acceso a los servicios de
salud encaminados a la obtención de un determinado bienestar general.

344. Igualmente, en esos precedentes se ha reiterado que el Estado tiene una


obligación positiva consistente en adoptar, sin discriminación alguna,
todas las medidas posibles hasta el máximo de los recursos que
disponga, para lograr progresivamente, por todos los medios

apropiados, la plena efectividad del derecho de protección de la


salud.

345. Asimismo, en aquella ocasión, este alto Tribunal determinó que el


Estado debe realizar las gestiones pertinentes para que, en caso de no
contar con los recursos o elementos que garantizaran la protección de
la salud de las personas quejosas, se gestionara todo lo necesario para
que fueran atendidas en algún otro hospital o clínica del sector salud
en el que puedan recibir su tratamiento en las condiciones adecuadas e

idóneas a su enfermedad, a efecto de garantizarles el derecho a obtener el

nivel más alto posible de salud.

346. De esta manera, a partir de la jurisprudencia de esta Suprema Corte de


Justicia de la Nación y los diversos instrumentos internacionales y las
observaciones de los organismos que los interpretan, se puede apreciar

que la obligación de prestar los servicios de salud recae sobre el


Estado y, si bien en ella participan en forma importante el personal
médico y de enfermería, lo cierto es que la responsabilidad final de
garantizar el completo y eficaz acceso de los servicios de salud, es del
Estado Mexicano, para lo cual debe disponer de la regulación
adecuada que regule la objeción de conciencia del personal médico y
de enfermería y, a la par, garantice el disfrute en el grado máximo
posible de la protección de la salud de las personas.

347. Los derechos de las mujeres reconocidos en la Constitución de la


República y en las leyes sanitarias del país deben ser protegidos por el
Estado, quien tiene la obligación institucional de garantizarlos en tiempo,
calidad y sin mediar alguna forma de discriminación en contra de la
mujer.

348. Así lo han sostenido las Salas de este Alto Tribunal en diversos
precedentes. Por ejemplo, la Segunda Sala ha determinado al resolver los
amparos en revisión 601/2017[97] y 1170/2017[98], que en los casos en los

que, de acuerdo con la legislación correspondiente, sea procedente la

interrupción legal del embarazo, el Estado (ya sea la Federación o las


entidades federativas, de acuerdo con el sistema de reparto competencial)
está obligado a prestar los servicios médicos necesarios, por lo que las
autoridades ante quienes acudan las pacientes, “deben atender de manera

eficiente e inmediata la solicitud, a fin de no permitir que las


consecuencias físicas, psicológicas, etc., derivadas de la agresión sexual
se sigan desplegando en el tiempo, lo que conlleva no sólo a prestar la
atención y observación médica necesaria, sino a la materialización de tal
interrupción legal del embarazo”.

349. Asimismo, se sostuvo en esos precedentes, que “las autoridades de


salud correspondientes no pueden implementar mecanismos —ni
políticas internas— que impidan se materialicen los derechos de aquellas

mujeres que han sido víctimas de una violación sexual y cuyo deseo es
interrumpir el embarazo producto de dicho acto delictivo”.

350. Siguiendo ese hilo conductor, en el amparo en revisión 1170/2017, se


destacó que “las autoridades sanitarias deben priorizar la atención de las
solicitudes de interrupción del embarazo derivado de una violación, por
calificarse como un caso urgente de atención inmediata. En caso de que
exista un impedimento material que no posibilite dicha interrupción,
aquéllas están obligadas a ejercer sus recursos y facultades para
procurar que diversa institución sanitaria atienda en calidad de

emergencia la solicitud de mérito, siendo responsable del seguimiento


cabal al procedimiento y conclusión efectiva de éste”.

351. Del mismo modo, señaló que en los casos en que “exista una
imposibilidad material, suficientemente justificada, la institución médica

debe ejercer sus recursos y facultades para procurar que diversa


institución sanitaria atienda en calidad de emergencia la solicitud de
mérito, siendo responsable del seguimiento cabal al procedimiento y
conclusión efectiva de éste”.

352. Por su parte, la Primera Sala de esta Suprema Corte resolvió el amparo

en revisión 1388/2015[99], en el que la quejosa impugnó la negativa de las


autoridades de un Hospital de la red del Instituto de Seguridad y Servicios
Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE) a que se le realizara la

interrupción legal de su embarazo —solicitada por peligro de la vida de la


mujer y malformaciones genéticas del feto—.

353. En este caso, la Primera Sala reafirmó que el derecho a la salud exige el
cumplimiento de deberes concretos a las autoridades del Estado, ya que la
salud es un bien público cuya protección está a cargo del Estado.

354. En esta tesitura, en el precedente en comentario se sostuvo que


“corresponde al Estado, mediante las instituciones públicas de salud,
garantizar el acceso oportuno a estos servicios [interrupción legal del
embarazo] cuando las mujeres enfrenten riesgos asociados con el

embarazo que comprometan su salud física, mental o social.”

355. En la misma tónica, este Tribunal Pleno recientemente resolvió la acción

de inconstitucionalidad 148/2017[100], en la que declaró la invalidez del


artículo 196 del Código Penal del Estado de Coahuila de Zaragoza que

tipificaba como delito el aborto autoprocurado o consentido.

356. En este precedente, el Tribunal Pleno declaró que es inconstitucional la


prohibición absoluta de la interrupción del embarazo, pues eso implicaría
una vulneración del derecho de la mujer a decidir, así como de otros
derechos y principios, como la dignidad humana, autonomía, libre
desarrollo de la personalidad, derecho a la privacidad, igualdad jurídica, y
derecho a la salud y libertad reproductiva.

357. En este sentido, se reconoció que la interrupción del embarazo, por

definición, conlleva la natural asistencia sanitaria, involucra que serán


accesibles en el sentido de que todos los establecimientos, bienes y
servicios de salud tendrán, entre otras cosas, que ser sensibles a los
requisitos del género y el ciclo de vida, y deberán estar diseñados para
mejorar el estado de salud, físico y mental, de las personas de que se trate,
a través de la aspiración permanente de buscar el bienestar integral de la
persona.
358. En la acción de inconstitucionalidad 148/2017 se concluyó que el
derecho a decidir de las mujeres y personas con capacidad de gestar tiene

siete implicaciones esenciales:

359. a) La educación sexual como pilar de la política pública en materia de


salud reproductiva.

360. b) El acceso a consejería y asesoría en planificación familiar y métodos

de control natal.

361. c) El reconocimiento de la mujer y las personas gestantes como


titulares del derecho a decidir la continuación o interrupción de
su embarazo.

362. d) La garantía de tomar una decisión informada en relación con la


interrupción o continuación de su embarazo.

363. e) El derecho a decidir comprende dos ámbitos de protección de igual


relevancia, claramente diferenciados y que encuentran su detonante en

la elección de la mujer o persona con capacidad de gestar.

364. f) La garantía de que las mujeres que así lo decidan puedan


interrumpir su embarazo en las instituciones de salud pública de
forma accesible, gratuita, confidencial, segura, expedita, y no
discriminatoria.

365. g) El derecho de la mujer a decidir sólo puede comprender el


procedimiento de interrupción del embarazo dentro de un breve

periodo cercano al inicio del proceso de gestación.

366. Así, como se puede advertir de los precedentes, esta Suprema Corte de
Justicia de la Nación se ha pronunciado en todo momento por la
maximización de los derechos de protección de la salud de las personas,
en particular de los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres y

personas con capacidad de gestar.

367. En este sentido, es palmaria la obligación constitucional y legal del


Estado respecto de asegurar por todos los medios posibles que se
garantice el derecho de las personas a la protección de su salud y a
ser beneficiarias de los procedimientos sanitarios previstos legalmente,
especialmente, en el caso en que se involucren los derechos sexuales y
reproductivos de las mujeres y personas con capacidad de gestar que,
como se ha referido, también forma parte integral del contenido esencial

del derecho a la salud.

368. Incluso, como se destacó en párrafos anteriores, esta obligación tiene un


alcance tan amplio que obliga al Estado, en caso de no contar con los
recursos materiales para realizar un procedimiento sanitario, a
trasladar a la paciente a un hospital en el que sí se realicen, quedando
bajo su responsabilidad garantizar que se proteja el derecho de la paciente
hasta la cabal conclusión del procedimiento, cubriendo los costos
generados a fin de no generar cargas indebidas en las personas

beneficiarias de los servicios de salud.

369. C. Estudio de los conceptos de invalidez

370. Como se adelantó en páginas anteriores, la Comisión Nacional de los


Derechos Humanos impugnó el artículo 10 Bis de la Ley General de
Salud, así como los artículos Segundo y Tercero Transitorios del Decreto

por el que se adicionó el artículo referido que, en esencia, prevén la


posibilidad de que el personal médico y de enfermería del Sistema
Nacional de Salud, ejerzan la objeción de conciencia a efecto de no
participar en los servicios previstos en la Ley General.

371. En específico, la Comisión accionante sostiene que el artículo 10 Bis y


los artículos transitorios Segundo y Tercero son inconstitucionales, por
tres razones: a) porque las normas vulneran los principios de seguridad
jurídica, legalidad y supremacía constitucional, al prever una restricción

del derecho a la protección de la salud que no se encuentra contemplada


en la Constitución Federal —y además, porque el Congreso de la Unión y
la Secretaría de Salud no tienen facultades para establecer restricciones
del derecho a la salud—; b) porque las normas regulan de manera
deficiente el derecho de objeción de conciencia y vulneran con ello el
derecho de protección a la salud de las personas al no establecer que los
hospitales cuenten con personal médico y de enfermería no objetor; y c)
porque las normas impugnadas vulneran el derecho de protección a la

salud y, además, otros derechos íntimamente vinculados como el de

integridad personal y a la vida, derechos y libertades sexuales y


reproductivas, de planificación familiar, y a la igualdad.

372. Como se puede apreciar, los conceptos de invalidez hechos valer por la
Comisión Nacional de los Derechos Humanos se encuentran dirigidos a

cuestionar la constitucionalidad de las normas impugnadas, por introducir


la figura de la objeción de conciencia como un derecho del personal
sanitario, en detrimento del derecho de protección de la salud de las
personas.

373. A continuación, se dará respuesta a los conceptos de invalidez hechos


valer teniendo como parámetro de constitucionalidad las consideraciones
sostenidas en las páginas anteriores en relación con el derecho de libertad
religiosa, ideológica y de conciencia en el Estado laico Mexicano, así

como del derecho de protección a la salud.

374. Para ello, se analizará, en primer lugar (C.1.), el concepto de invalidez


planteado para sostener que las normas impugnadas son
inconstitucionales porque implican la creación de un derecho humano de
objeción de conciencia que supone una restricción del derecho de
protección de la salud, lo que a juicio de la Comisión promovente es un
tema respecto del cual no tiene competencias legislativas el Congreso de
la Unión. De esta manera, al tratarse de una cuestión competencial, su

estudio es prioritario.

375. En segundo lugar (C.2.), se analizarán los dos conceptos de invalidez


restantes, en los que se cuestiona que la objeción de conciencia se
encuentra indebidamente regulada en la Ley General de Salud, por lo que
esa deficiencia normativa restringe indebidamente el derecho de

protección a la salud de las personas e indirectamente otros derechos


humanos afines.

376. C.1. Primer concepto de invalidez. Aducida vulneración de los


principios de seguridad jurídica, legalidad y supremacía
constitucional, al imponer restricciones al derecho de protección de la
salud

377. En su primer concepto de invalidez, la Comisión Nacional de los


Derechos Humanos sostiene, en esencia, que el artículo 10 Bis de la Ley

General de Salud y los artículos transitorios Segundo y Tercero del


Decreto por el que se adicionó esa norma son inconstitucionales al señalar
que el personal médico y de enfermería puede excusarse de participar en
la prestación de servicios de salud, pues de este modo se establece una
restricción del derecho de protección a la salud que no se encuentra
prevista en la Constitución Federal y que, además, se traduce en la
vulneración de los principios de seguridad jurídica, legalidad y
supremacía constitucional —ya que el Congreso de la Unión y la

Secretaría de Salud no están habilitados constitucionalmente para

establecer restricciones al derecho a la salud—.

378. Asimismo, refiere que el artículo 10 Bis impugnado es inconstitucional,


ya que introdujo en el ordenamiento jurídico mexicano el “derecho a la
objeción de conciencia”, el cual por su naturaleza y contenido representa

una restricción no prevista en el texto constitucional, en tanto limita el


ejercicio de la protección a la salud y acceso a los servicios de salud.

379. La Comisión promovente sostiene que, ya sea que se considere a la


objeción de conciencia como un derecho humano autónomo o como un
mecanismo o contenido de la libertad de conciencia, las normas
cuestionadas son inconstitucionales, pues en el primer escenario —si se
considera que es un derecho humano— ello significaría que el legislador
federal creó un derecho no previsto en la Norma Constitucional,

extralimitando su competencia; y, por otra parte, aún en el supuesto de


que la objeción de conciencia se estudie como un mecanismo o contenido
del derecho humano de libertad de conciencia, esta figura implicaría la
restricción del derecho a la protección de la salud, lo cual es una
restricción que no tiene base constitucional.

380. La Comisión insiste en que el legislador ordinario federal extralimitó sus


atribuciones, en tanto no tiene facultades para establecer restricciones al
derecho de protección a la salud; lo cual redunda en una transgresión al

derecho de seguridad jurídica y al principio de legalidad, contemplados

en los artículos 14 y 16 de la Constitución General, los cuales garantizan


que las autoridades no afecten de manera arbitraria la esfera de los
gobernados.

381. Por otra parte, también arguye que los artículos transitorios Segundo y

Tercero del Decreto por el que se adicionó el artículo 10 Bis a la Ley


General de Salud contienen el mismo vicio de constitucionalidad, pues en
esas disposiciones se delega de manera indebida a la Secretaría de Salud
la facultad de regular el ejercicio de la objeción de conciencia mediante
lineamientos y disposiciones administrativas y a las entidades federativas
y al Congreso de la Unión para adaptar el ordenamiento jurídico a lo
dispuesto en el decreto referido. En este sentido, reitera que si a las
autoridades legislativas no les es disponible establecer lineamientos para

el ejercicio de derechos, menos aún lo están las autoridades


administrativas. Además, ello es inconstitucional porque se propicia
arbitrariedad e incertidumbre, pues en la Ley General de Salud no se
establecen los límites para la regulación de la objeción de conciencia.

382. Al respecto, esta Suprema Corte de Justicia de la Nación determina que


este concepto de invalidez es infundado, pues la Comisión Nacional de
los Derechos Humanos parte de una premisa errónea al considerar que la
objeción de conciencia es un derecho humano de nueva creación
legislativa o una restricción legal del derecho de protección a la salud

reconocido en el artículo 4º de la Constitución General.

383. En efecto, como se ha referido en páginas precedentes, la objeción de


conciencia no es una restricción del derecho a la salud ni un derecho
fundamental de carácter autónomo creado en la Ley General de Salud por

el legislador federal —como lo afirma la Comisión promovente—.

384. Por el contrario, reiterando la posición adoptada por la Primera Sala de

esta Suprema Corte al resolver el amparo en revisión 796/2011[101], la


objeción de conciencia es una forma de concreción del derecho humano
de libertad religiosa y de conciencia que, si bien puede entrar en tensión
con otros derechos humanos como el de protección a la salud —como
todo derecho fundamental—, ello no genera que se trate de una
restricción del derecho.

385. La objeción de conciencia es, como ya se ha referido antes, una forma de


concreción de la libertad de conciencia y religión, y se presenta cuando
las normas o actos que generan una obligación o carga se oponen a las
más íntimas convicciones —religiosas o no— de las personas. Es decir,
cuando una norma jurídica o un mandato administrativo general conlleva
una obligación o deber jurídico que se opone a las convicciones de una
persona y ésta se niega a cumplir con ese deber, se actualiza una objeción
de conciencia: se trata de una confrontación entre la obligación jurídica y

las convicciones personales del objetor.

386. La objeción de conciencia es una postura individual contraria a la ley,


actos de autoridad u obligación jurídica en sentido amplio. Esta postura
de discrepancia normalmente es generada por creencias religiosas,
ideológicas, principios éticos o morales y tiene como finalidad la no

aplicación de la ley o acto en cuestión o su sanción.

387. Siguiendo este hilo conductor, es válido sostener que la objeción de


conciencia es una forma de concreción o materialización del derecho
humano de libertad religiosa, ideológica y de conciencia, de manera que
forma parte de su núcleo esencial y comparte la fuerza vinculante directa
de todo derecho reconocido por la Constitución General.

388. De este modo, al tratarse de una materialización del derecho de libertad


religiosa, ideológica y de conciencia, su ejercicio no puede ser absoluto ni

ilimitado, pues cuando la objeción de conciencia restringe el ejercicio


de los derechos de otras personas o de bienes jurídicamente
relevantes, el asunto se convierte en un problema de límites al
ejercicio de derechos fundamentales o de colisión entre derechos, y
deberá ser dilucidado a partir de la teoría general de los derechos
fundamentales.

389. En esta tesitura, se insiste en que el primer concepto de invalidez


planteado por la Comisión Nacional de los Derechos Humanos es
infundado, pues desde un plano abstracto, la objeción de conciencia no es

un límite ni una restricción del derecho a la salud.

390. Más aún, en realidad se trata de un falso dilema, pues la objeción de


conciencia no puede concebirse como un límite a los derechos
fundamentales. Por el contrario, al ser una concreción del derecho

humano de libertad religiosa, ideológica y de conciencia, esta figura no es


absoluta ni puede ser invocada en cualquier caso.

391. Incluso, la objeción de conciencia puede ser limitada por la


concurrencia de bienes jurídicos dignos de especial protección, como
lo son el respeto a los derechos fundamentales de otras personas, la
salubridad general, la prohibición de discriminación, la lealtad
constitucional, el principio democrático y, en general, todos los
principios y valores que proclama la Constitución Política de los

Estados Unidos Mexicanos.

392. En este sentido, desde un plano abstracto, la objeción de conciencia no


es un límite a los derechos humanos ni un derecho que hubiera sido
creado o reconocido por el legislador secundario. Se trata de un
mecanismo tendente a materializar el derecho humano de libertad
religiosa, ideológica y de conciencia que se encuentra reconocido en el
artículo 24 de la Constitución General, así como en los artículos 12 de la
Convención Americana Sobre Derechos Humanos y 18 del Pacto

Internacional de Derechos Civiles y Políticos —que consiste en el

derecho de toda persona a tener unas u otras creencias o ideas, a


silenciarlas o manifestarlas tanto de palabra como de obra, con conductas
y actitudes, acomodando éstas a las propias creencias o convicciones, y
que constituye, además, uno de los elementos básicos del modelo

mexicano de Estado laico—.

393. Asimismo, la norma de objeción de conciencia contenida en el artículo


10 Bis de la Ley General de Salud se incardina, estrictamente, en el
ámbito de la salubridad general, pues únicamente permite al personal
médico y de enfermería que forme parte del Sistema Nacional de Salud
ejercer la objeción de conciencia para excusarse de participar en los
servicios de salud que se opongan al desarrollo de su libertad religiosa,
ideológica y de conciencia.

394. De esta manera, el derecho de objeción de conciencia contemplado en el


artículo 10 Bis impugnado no puede entenderse con un alcance distinto al
del ámbito de los servicios de salud contemplados en la Ley General
respectiva.

395. En este sentido, es claro que la norma impugnada se enmarca


exclusivamente en el ámbito de competencias en materia de salubridad
general, cuyas bases y sistema de distribución competencial corresponde
delimitar, de acuerdo con el artículo 73, fracción XVI, de la Constitución

General[102], al Congreso de la Unión a través de una ley general, lo cual

ha sido reiterado, entre otros precedentes, al resolver la acción de


inconstitucionalidad 15/2017 y sus acumuladas 16/2017, 18/2017 y

19/2017[103], en la que este Tribunal Pleno reconoció la validez de

diversas normas de la Constitución de la Ciudad de México en la que se

establece que “a toda persona se le permitirá el uso médico y terapéutico


de la cannabis y sus derivados”.

396. Asimismo, en este precedente se reiteró lo sostenido en la acción de

inconstitucionalidad 146/2007 y su acumulada 147/2007[104] —en la que


se analizó la constitucionalidad de los artículos 148 del Código Penal y
16 Bis 7 de la Ley de Salud, ambos del Distrito Federal, que
despenalizaron la interrupción del embarazo en determinadas hipótesis—.

397. En este precedente se consideró que la Ley General de Salud es el

ordenamiento que establece la concurrencia entre la Federación y las


entidades federativas en salubridad general y que, además, crea un
Sistema Nacional de Salud que goza de, entre otras, las siguientes
características:

398. a) Está a cargo de la Secretaría de Salud a la que le corresponden, entre


otras cosas, establecer, conducir, coordinar y realizar la política
nacional en materia de salud, los programas de servicios de salud y su

evaluación, coordinar el proceso de programación de actividades del

sector salud, promover el establecimiento de un sistema nacional de


información básica en materia de salud, apoyar la coordinación entre
las instituciones de salud y educativas, para formar y capacitar recursos
humanos para la salud.

399. b) Los gobiernos de las entidades federativas coadyuvan en el ámbito de


sus respectivas competencias y, en los términos de los acuerdos de
coordinación que celebren con la Secretaría de Salud, a la
consolidación y funcionamiento del Sistema Nacional de Salud para lo
que planean, organizan y desarrollan en sus respectivas
circunscripciones territoriales sistemas estatales de salud.

400. En este orden de ideas, además de que la objeción de conciencia prevista


en el artículo 10 bis no es —como lo sostiene la Comisión actora— un

derecho humano creado por el Congreso de la Unión ni un límite al


derecho de la salud, esta figura fue emitida por el Congreso de la Unión
en el uso de las atribuciones que, en materia de salubridad general, se le
confieren en el artículo 73, fracción XVI, de la Constitución General, de
ahí que no asiste razón al ombudsperson accionante.

401. Ahora bien, este Alto Tribunal también determina que son infundados
los argumentos por los que se impugnan los artículos transitorios
Segundo y Tercero del Decreto por el que se adicionó el artículo 10 Bis a

la Ley General de Salud, y en los que se acusa el mismo vicio de

constitucionalidad pues aduce que en esas disposiciones se delega de


manera indebida a la Secretaría de Salud y a las entidades federativas la
facultad de regular el ejercicio de la objeción de conciencia.

402. Las normas de tránsito refieren lo siguiente:

“Segundo.- La Secretaría tendrá un plazo de 90 días


naturales posteriores a la publicación de este Decreto
para emitir las disposiciones y lineamientos necesarios
para el ejercicio de este derecho en los casos que
establece la Ley.

Tercero.- El Congreso de la Unión y las Legislaturas de


las entidades federativas, en el ámbito de sus respectivas
competencias, realizarán las modificaciones legislativas

conforme a lo dispuesto en el presente Decreto, dentro de


los 180 días naturales siguientes a su entrada en vigor”.

403. Por lo que hace al artículo transitorio Segundo, la Comisión Nacional de


los Derechos Humanos estima que es inconstitucional por delegar a la
Secretaría de Salud las atribuciones para regular el funcionamiento y
ejercicio de la objeción de conciencia. Al respecto, este Tribunal Pleno no
advierte que esa norma habilitante tenga un vicio de constitucionalidad,
pues como se ha señalado en páginas anteriores, el derecho de objeción
de conciencia no fue establecido por el Congreso de la Unión al adicionar

a la Ley General de Salud el artículo 10 Bis. Por el contrario, se trata de la


materialización de la libertad religiosa, ideológica y de conciencia,
reconocida en el artículo 24 constitucional.

404. En consecuencia, esta norma de tránsito tampoco puede ser interpretada

—como lo hace la Comisión actora— en el sentido de que se delega en la


Secretaría de Salud la atribución de crear derechos fundamentales.

405. Además, esta Suprema Corte ya ha declarado infundados este tipo de


argumentos en precedentes. Basta señalar que, al resolver la controversia

constitucional 54/2009[105] —en la que se analizó la constitucionalidad de


la Norma Oficial Mexicana “NOM-046-SSA2-2005. Violencia familiar,
sexual y contra las mujeres. Criterios para la prevención y atención”—,
este Tribunal Pleno determinó que la distribución competencial entre la

Federación y las entidades federativas respecto de la “salubridad


general” está dispuesta en el artículo 13, apartados A y B, de la Ley

General de Salud[106] y permiten concluir que el Ejecutivo Federal, por


conducto de la Secretaría de Salud, puede emitir normas técnicas
comunes a la salubridad general que aseguren la uniformidad de
principios, criterios, políticas y estrategias aplicables en todo el
territorio nacional, aún en las materias operadas por las entidades
federativas, en términos de la propia Ley General de Salud.

406. Asimismo, en esa ocasión se sostuvo —y ahora se reitera— que en aras

de evitar que el carácter concurrente de la salubridad general lleve a la


desarticulación técnica, científica y operativa de los servicios de salud, las
normas técnicas que posteriormente se denominaron normas oficiales
mexicanas son aplicables a la prestación de los servicios de salud en la

totalidad del territorio nacional —tanto en el ámbito federal, como en el


local y municipal—.

407. Igualmente, se sostuvo que las normas oficiales mexicanas que se


dirigen a regular la prestación de los servicios de salud se encuentran
dentro del ámbito de competencias de la salubridad general, cuya
finalidad se encontraba delegada por el Órgano Reformador de la
Constitución en favor del Congreso de la Unión.

408. De este modo, se desprende que la Federación puede establecer normas

técnicas vinculantes para todas aquellas entidades, ya sean federales o


locales, pero que integren el Sistema Nacional de Salud, encargadas por
la Ley General de algunos de los rubros de la materia constitucionalmente
concurrente de salubridad general, como lo es, en este caso, la prestación
de los servicios de salud en los que interviene el personal médico y de
enfermería.

409. Por lo anterior, este Tribunal Pleno estima que el artículo Segundo
transitorio impugnado no es inconstitucional por establecer que la
Secretaría de Salud deberá regular el ejercicio de la objeción de

conciencia en la prestación de los servicios de salud contemplados en la


Ley General de la materia, pues esa cláusula habilitante es coherente con
el sistema de concurrencias que se contempla en la Constitución
Mexicana.

410. Del mismo modo, el artículo transitorio Tercero tampoco es


inconstitucional por establecer que el Congreso de la Unión y las
legislaturas de las entidades federativas tienen que ajustar su legislación
al contenido del Decreto por el que se adicionó el artículo 10 Bis en la
Ley General de Salud, pues ese mandato únicamente se traduce en que
esos órganos legislativos, dentro del ámbito de sus competencias
constitucionales y legales, deben ajustar su ordenamiento para hacerlo
congruente con la reforma legal ahora impugnada.

411. De esta manera, es infundado el primer concepto de invalidez


planteado, por lo que a continuación se estudiarán los restantes
planteamientos hechos valer por la Comisión accionante.

412. C.2. Segundo y tercer conceptos de invalidez. Vulneración del


derecho de protección de la salud —y otros derechos vinculados—
con motivo de la deficiente regulación de la objeción de conciencia

413. En sus conceptos de invalidez segundo y tercero, la Comisión Nacional


de los Derechos Humanos señala que el artículo 10 Bis de la Ley General
de Salud regula de manera deficiente el derecho a la objeción de

conciencia al no delimitar de manera clara su ejercicio.

414. En este sentido, arguye que el Congreso de la Unión reguló


deficientemente la objeción de conciencia, pues no estableció los
estándares mínimos que garanticen el derecho a la disponibilidad en los

servicios médicos de todas las personas, lo cual debía hacerse a fin de


asegurar tres aspectos fundamentales: a) que las instituciones de salud
pública garanticen contar en todo momento con personal médico no
objetor; b) que, en caso de no contar con médicos no objetores, el Estado
asegure la prestación de los servicios médicos y c) que la institución
pública remita a la persona cuyo servicio fue excusado por una persona
objetora, con personal no objetor.

415. En esta tesitura, para la Comisión actora, el artículo 10 Bis impugnado

contiene una regulación absoluta e ilimitada del derecho de objeción de


conciencia del personal médico y de enfermería que tiene mayor
protección en esta legislación que el propio derecho a la salud de las
personas, pues únicamente se prevén dos supuestos en los cuales la
objeción de conciencia no podrá invocarse: cuando la vida del paciente
corra peligro y cuando se trata de casos de urgencia médica.

416. De esta manera, sostiene que la regulación de la objeción de conciencia


contenida en el artículo 10 Bis de la Ley General de Salud afecta en

forma desproporcionada el disfrute del derecho de protección de la salud

de las personas y, en consecuencia, vulnera otros derechos humanos


como la integridad personal y vida, a decidir sobre el libre espaciamiento
de los hijos, libre desarrollo de la personalidad y libertades sexuales y
reproductivas, así como a la igualdad y no discriminación, respecto de las

personas que solicitan la atención o servicio médico.

417. Como se puede apreciar, lo que la Comisión promovente busca


evidenciar es, precisamente, que al legislar en materia de objeción de
conciencia para el personal médico y de enfermería perteneciente al
Sistema Nacional de Salud, el Congreso de la Unión lo hizo de forma
deficiente y afectando desproporcionadamente el derecho a la salud, al no
establecer medidas adecuadas para su protección.

418. Como se ha narrado en las páginas anteriores, la regulación de la

objeción de conciencia en la Ley General de Salud —ahora impugnada—


responde a un problema que lleva mucho tiempo latente en el entorno
jurídico: tratar de conciliar los conflictos entre la conciencia y la ley. De
esta manera, la objeción de conciencia se presenta cuando las normas o
actos que generan una obligación o carga se oponen a las más íntimas
convicciones —religiosas o no— de las personas.

419. El Órgano Reformador de la Constitución se ha asegurado de establecer


en los artículos 24, 40 y 130 de la Norma Fundamental, que la República

Mexicana adopta el modelo de laicidad que, como se ha referido en

páginas previas, se sustenta en el principio de separación entre las iglesias


y el Estado y, además, en la protección de los derechos de libertad
religiosa, ideológica y de conciencia de las personas.

420. Es decir, el modelo mexicano de laicidad protege un deber de

neutralidad religiosa por parte del Estado, de manera que el Gobierno no


puede adoptar una iglesia oficial y debe mantenerse respetuoso de todas
las confesiones religiosas y del ejercicio de los derechos de libertad de
convicciones ética, de conciencia y de religión.

421. En este sentido, como se refirió en el apartado anterior, la objeción de


conciencia no es un derecho que hubiera sido creado por el legislador
federal, pues se trata de una forma de concreción de la libertad religiosa,
ideológica y de conciencia que permite a las personas objetoras ser

exentas de cumplir con una obligación emanada de una norma jurídica o


de un mandato de autoridad, cuando su cumplimiento atente directa y
gravemente contra las convicciones religiosas, ideológicas y de
conciencia que se encuentran íntimamente ligadas a la cosmovisión o
forma de vida de una persona.

422. Asimismo, la objeción de conciencia no es un derecho absoluto y tiene


distintos límites. Por tanto, para que la reglamentación de la objeción
de conciencia sea constitucionalmente válida, es necesario que el

ejercicio de esta figura sea acorde con los límites propios de un Estado

constitucional de Derecho.

423. Primero, por regla general, la objeción de conciencia es una reacción


individual ante una auténtica contradicción entre norma de conciencia y
norma o deber jurídico, de manera que una prohíbe lo que la otra impone

como obligatorio, o viceversa. Por tanto, en principio, la objeción de


conciencia puede ejercerse únicamente a título personal, de manera
que las instituciones de salud no pueden invocarla como fórmula
para evadir sus obligaciones.

424. En segundo término, la objeción de conciencia no constituye un


derecho absoluto ni ilimitado que pueda ser invocado en cualquier
caso y bajo cualquier modalidad. No se trata de un derecho general a
desobedecer las leyes. Por el contrario, la objeción de conciencia

únicamente es válida cuando se trata de una auténtica contradicción con


los dictados de una conciencia respetable en un contexto constitucional y
democrático, de modo que no cabe para invocarla para defender ideas
contrarias a la Constitución.

425. Tercero, el derecho a la objeción de conciencia puede ser limitado por


la concurrencia de bienes jurídicos dignos de especial protección,
como lo son el respeto a los derechos fundamentales de otras
personas, la salubridad general, la prohibición de discriminación, la

lealtad constitucional, el principio democrático y, en general, todos los

principios y valores que proclama nuestra Constitución Política.

426. En este sentido, jamás podrá ser válida una objeción de conciencia
que pretenda desconocer los principios fundamentales del Estado
Mexicano.

427. Precisamente, en aras de asegurar que la objeción de conciencia no se


convierta en una fórmula para evadir la satisfacción de los derechos
de las personas usuarias de los servicios de salud e, incluso, afectar su
derecho a la preservación de su máximo nivel de salud, la objeción de
conciencia no puede ser institucional y, más bien, el Estado debe
establecer salvaguardas para asegurar que, en todo momento, exista
disponibilidad de personal médico y de enfermería no objetor para
brindar la atención sanitaria en la mejor condición posible.

428. La objeción de conciencia en ninguna circunstancia puede tener como


resultado la denegación de los servicios de salud a las personas que
acuden a las instituciones sanitarias, y tampoco será válida para los
casos en que la negativa o postergación del servicio (por la falta de
disponibilidad del personal suficiente no objetor) implique un riesgo
para la salud o la agravación de ese riesgo, ni cuando pueda producir
daños a la salud, secuelas o discapacidades de cualquier forma.
429. Por ese motivo, su regulación debe garantizar que los tres órdenes de
gobierno cuenten con personal médico y de enfermería suficiente de

carácter no objetor para asegurar que se preste la atención médica en


la mejor de las condiciones posibles, conforme a las reglas de salud, sin
comprometer la salud ni la vida de la persona solicitante del servicio,
y sin que el ejercicio de la objeción de conciencia suponga una carga

excesiva o desproporcionada en detrimento de las personas beneficiarias


de los servicios de salud.

430. Asimismo, para que la regulación de la objeción de conciencia sea


coherente con el sistema democrático y de protección de derechos, es
necesario que contemple los mecanismos que aseguren la obligación
individual del personal médico y de enfermería, y también la
institucional de los centros de salud, consistente en que cuando el
personal sanitario sea objetor de conciencia y se excuse de realizar un

procedimiento, informe adecuadamente a las personas beneficiarias


de los servicios de salud y le remita de inmediato y sin demora o
trámite con su superior jerárquico o con personal no objetor para
que se le brinde la atención sanitaria.

431. En la misma tónica, la regulación debe garantizar adecuadamente que en


los casos en que un hospital o unidad sanitaria no se cuente con personal
médico y de enfermería no objetor de conciencia exista un mecanismo
eficaz y adecuado para prestar la atención sanitaria en las mejores
condiciones para las personas beneficiarias de los servicios de salud.

432. Ahora, teniendo como base las consideraciones anteriores, se procede a


contrastar si el artículo 10 Bis de la Ley General de Salud es acorde con
los límites y bases generales con que debe contar una objeción de
conciencia constitucionalmente válida.

433. La norma impugnada es del tenor siguiente:

“Artículo 10 Bis.- El Personal médico y de enfermería


que forme parte del Sistema Nacional de Salud, podrán
ejercer la objeción de conciencia y excusarse de
participar en la prestación de servicios que establece
esta Ley.

Cuando se ponga en riesgo la vida del paciente o se trate


de una urgencia médica, no podrá invocarse la objeción

de conciencia, en caso contrario se incurrirá en la causal


de responsabilidad profesional.

El ejercicio de la objeción de conciencia no derivará en


ningún tipo de discriminación laboral”.

434. Como se puede advertir, el artículo 10 Bis impugnado establece que el


personal médico y de enfermería que forme parte del Sistema Nacional de
Salud podrá ejercer la objeción de conciencia y, en consecuencia,
excusarse de participar en la prestación de los servicios de salud previstos

en la Ley General de Salud.

435. Adicionalmente, la norma impugnada prevé dos casos de excepción o


límites de la objeción de conciencia en materia sanitaria: es decir, no
podrá invocarse la objeción cuando su ejercicio ponga en riesgo la vida

del paciente o cuando se trate de un caso de urgencia médica.

436. Finalmente, este artículo contempla un tercer párrafo en el que dispone


que el ejercicio de la objeción de conciencia no permite que se discrimine
o afecte laboralmente a los trabajadores del sistema sanitario.

437. En virtud de lo anterior, es claro que los tres párrafos del artículo 10 Bis
de la Ley General de Salud constituyen un sistema normativo tendente a
regular el ejercicio de la objeción de conciencia en materia sanitaria,
motivo por el que se analizarán en forma conjunta.

438. Como se relató, a juicio del ombudsperson accionante, la regulación de


la objeción de conciencia contenida en el artículo 10 Bis de la Ley
General de Salud es deficiente y da pie a que se conciba como un derecho
absoluto que se encuentra por encima del derecho de protección de la
salud de las personas y, consecuentemente, de los derechos a la integridad
personal y vida, a decidir sobre el libre espaciamiento de los hijos, libre
desarrollo de la personalidad y libertades sexuales y reproductivas, a la
igualdad y no discriminación, respecto de las personas que solicitan la
atención o servicio médico.

439. Lo anterior, porque el artículo 10 Bis no establece los límites del


derecho de objeción de conciencia del personal sanitario que forma
parte del Sistema Nacional de Salud, de manera que esta deficiente
regulación generará discriminación en las personas a las que no se quiera

atender por parte del personal sanitario, ya que la disposición no prevé la


obligación de los centros de salud de contar con personal facultativo
no objetor ni a asegurar la prestación de los servicios sanitarios.
Además, porque en caso de que el personal se niegue a realizar un
procedimiento médico por motivos legítimos de conciencia, la norma no
le obliga a remitir al paciente con médicos y personal de enfermería
no objetor.

440. Al respecto, como se adelantó al comienzo de este subapartado, asiste la

razón a la Comisión Nacional de los Derechos Humanos en tanto


sostiene que el artículo 10 Bis contiene una deficiente regulación de la
objeción de conciencia que puede poner en riesgo los derechos humanos
de todas las personas usuarias de los servicios de salud y, en especial, de
las mujeres, personas con capacidad de gestar y las personas de la
diversidad sexual y de género, por lo que debe declararse la invalidez
de este precepto.
441. Para advertir la inconstitucionalidad del artículo 10 Bis impugnado,
basta con apreciar que la norma es muy vaga y no delimita ni los

supuestos de objeción conciencia posibles ni todos los límites que se han


enunciado en páginas previas, lo cual es indispensable para dar certeza
tanto al personal sanitario y de enfermería como para las personas
beneficiarias de los servicios de salud.

442. Como se expresó en el parámetro de constitucionalidad anunciado en los


apartados A y B de esta sentencia, la objeción de conciencia no es un
derecho que hubiera sido creado por el legislador federal, sino que se trata
de una forma de concreción de la libertad religiosa, ideológica y de
conciencia que permite a las personas objetoras ser exentas de cumplir
con una obligación emanada de una norma jurídica o de un mandato de
autoridad, cuando su cumplimiento atente directa y gravemente contra las
convicciones religiosas, ideológicas y de conciencia que se encuentran

íntimamente ligadas a la cosmovisión o forma de vida de una persona.

443. Es decir, la objeción de conciencia es un mecanismo


constitucionalmente legítimo para proteger los derechos de libertad
religiosa, ideológica y de conciencia de las personas, de manera que es
válido que la Ley General de Salud reconozca y proteja este derecho
en favor del personal médico y de enfermería que forma parte del
Sistema Nacional de Salud.
444. Sin embargo, como se ha explicado, el derecho de libertad religiosa y de
conciencia materializado en la objeción de conciencia no es absoluto y

tiene diversos límites. Uno de sus principales límites se cristaliza en la


protección de los derechos humanos de las personas, particularmente de
las personas que acuden a recibir un servicio o tratamiento sanitario.

445. Siguiendo esta línea argumentativa, este Tribunal Pleno advierte que la

regulación de la objeción de conciencia en la Ley General de Salud es


demasiado vaga y deficiente, de manera que no se encuentra acotada
ni limitada expresamente en la Ley General de Salud y, por tanto,
corre el riesgo de ser leída como una patente de corso para
arbitrariamente denegar la prestación de servicios sanitarios a las
personas.

446. El artículo 10 Bis de la Ley General de Salud, al autorizar que personal


médico y de enfermería del Sistema Nacional de Salud se abstenga de

prestar el servicio requerido cuando considere que con ello se estaría


contraviniendo lo dictado por su conciencia, obstaculiza o dificulta al
paciente el acceso a dichos servicios. Asimismo, este enunciado
normativo interpretado en su literalidad tiene como efecto inmediato
dificultar la disponibilidad del derecho a la salud, ocasionando de este
modo que las pacientes no sean atendidas oportunamente, lo cual, aunque
no haya urgencia médica o peligro de muerte, sí se traduce en una
violación frontal del derecho de todas las personas al disfrute
máximo e integral de su salud.

447. Este Tribunal Pleno advierte que la objeción de conciencia en materia


sanitaria abarca una gran cantidad de supuestos de ejercicio, como la
interrupción legal del embarazo, la prescripción de la píldora
anticonceptiva de emergencia, métodos de anticoncepción y planificación

familiar, cuidados paliativos, transfusiones, sólo por citar los ejemplos


más comunes; pero su ejercicio absoluto e ilimitado puede poner en un
riesgo superlativo el disfrute máximo de los derechos sexuales y
reproductivos de las mujeres, personas con capacidad de gestar y
personas de la diversidad sexual y de género, motivo por el que no debe
perderse de vista la difícil situación en la que están estos grupos y la
facilidad con la que se les ha discriminado históricamente.

448. Es insoslayable considerar la situación de profunda desigualdad,

marginación y precariedad en que se encuentran muchas mujeres en

nuestro país[107] y la influencia de esas circunstancias en las decisiones


personales que ellas toman. Un pronunciamiento integral por parte de este
Tribunal Constitucional no puede dejar de observar la realidad imperante,
por lo que es obligatorio emitir una sentencia consecuente con las
condiciones sociales, económicas, educativas y culturales del país a fin de
garantizar la necesaria conexión entre los derechos sexuales y
reproductivos, como parte del contenido esencial del derecho de
protección a la salud, y el contexto en que viven sus titulares, como parte

de un mecanismo indispensable de legitimación de esta decisión.

449. Desde ese acercamiento, es necesario considerar que hay más de


cincuenta millones de mexicanos en situación de pobreza, y más de
nueve millones viven en situación de pobreza extrema, lo que

representa el cuarenta y uno punto nueve por ciento (41.9%) y el siete


punto cuatro por ciento (7.4%) de la población, respectivamente, en dos

mil dieciocho[108]. En esa misma línea de análisis, resulta esencial


mencionar que el dieciséis punto nueve por ciento (16.9%) de la
población, es decir, más de veinte millones de mexicanos tienen rezago
educativo; el (veinte por ciento) 20% tiene carencia alimentaria; mientras
que el ingreso de setenta millones de personas le es insuficiente para
poder adquirir la canasta alimentaria y no alimentaria.

450. Asimismo, el (dieciséis por ciento) 16.2% carece del acceso a los
servicios de salud, sin embargo, donde aún prevalece un fuerte rezago es
en el acceso a la seguridad social, pues el (cincuenta y siete por ciento)
57% de la población, es decir, más de setenta millones de mexicanos
carecen de éste; lo cual resulta muy importante si se considera que este
factor contempla la protección para sus beneficiarios en casos de
maternidad, enfermedad, entre otros.
451. Además, existe una gran brecha entre las poblaciones de grupos
indígenas de aquellas que no lo son; pues mientras que en las primeras el

treinta y cinco por ciento (35%) vive en situación de pobreza extrema, el


porcentaje de las poblaciones que no pertenecen a este grupo es del cinco
punto seis por ciento (5.6%). Esa fisura también se presenta entre
localidades rurales y urbanas, en las primeras la población en situación de

pobreza extrema representa el dieciséis punto cuatro por ciento (16.4%),


mientras que en las segundas el porcentaje es de cuatro punto cinco por
ciento (4.5%); sin embargo, esta cifra se incrementa enormemente si se es
mujer en zona rural, en donde el porcentaje de la pobreza extrema es del
cuarenta y cinco punto siete por ciento (45.7%).

452. Lo anterior permite evidenciar que la mujer y, por supuesto, las


personas con capacidad de gestar han sufrido históricamente una
situación de discriminación estructural, y sus derechos de protección

a la salud (como los derechos sexuales y reproductivos) forman parte


de un reclamo histórico que este Tribunal Pleno no puede ignorar.

453. Esta problemática está compuesta de la concurrencia de diversos


aspectos indisolubles que termina por traducirse en la situación descrita
líneas atrás: desigualdad, marginación y precariedad. La desigualdad en la
distribución de los ingresos de los hogares, la pobreza extrema y el grado
de marginación, son factores que impactan el acceso efectivo del derecho
a la educación, factor clave para disponer de información sobre los
derechos reproductivos y la posibilidad de contar con acompañamiento en

materia de planificación familiar y uso de métodos anticonceptivos.

454. Por tanto, aunque la objeción de conciencia en materia sanitaria tiene


unos alcances mucho más amplios, una perspectiva de género obliga a
esta Suprema Corte de Justicia de la Nación a tomar en cuenta la

situación de la mujer y de las personas gestantes, así como las


personas de la diversidad sexual y de género, al momento de resolver
esta acción de inconstitucionalidad, pues se trata de grupos
particularmente discriminados cuyos derechos sexuales y reproductivos y
de protección a la salud han sido vulnerados históricamente por distintos
factores, entre ellos las convicciones religiosas e ideológicas de las
personas que se han negado a prestarles una adecuada atención sanitaria,
como ha sido el recurrente caso de la interrupción legal del embarazo o la

prescripción de la píldora de anticoncepción de emergencia.

455. En este orden de ideas, el texto del artículo 10 Bis de la Ley General
de Salud permite advertir que la regulación de la objeción de conciencia
en materia sanitaria está deficientemente redactada y se presenta casi en
forma absoluta, de manera que esta regulación no contiene
expresamente los límites impuestos por la Constitución Política de los
Estados Unidos Mexicanos, analizados en páginas previas, lo cual
genera el riesgo superlativo en la protección de los derechos de todas
las personas beneficiarias del derecho a la salud, especialmente en el

caso de las mujeres, personas con capacidad de gestar e integrantes


de la diversidad sexual y de género.

456. Por supuesto, se insiste, la objeción de conciencia del personal médico y


sanitario está reconocida y protegida por la Constitución Política de los

Estados Unidos Mexicanos; sin embargo, lo que se rechaza por este


Tribunal Constitucional es la forma en la que fue regulada en el artículo
10 Bis de la Ley General de Salud, pues esa redacción casi ilimitada no es
armónica con la protección de la salud de todas las personas,
especialmente con los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres,
personas con capacidad de gestar y personas de la diversidad sexual y de
género.

457. Desde esta óptica, este Alto Tribunal considera que una adecuada

regulación de la objeción de conciencia en materia sanitaria tiene que


armonizar la protección de los derechos humanos, tanto del personal
médico y sanitario como de las personas titulares del derecho a la salud.
En un Estado constitucional y democrático de derecho, la protección de
los derechos humanos debe ser un imperativo, por lo que se debe optar
por proteger a todas las personas, tratando de evitar, en la medida de lo
posible, el sacrificio de algún derecho.
458. En el caso del artículo 10 Bis de la Ley General de Salud no se
alcanzó este imperativo constitucional, pues si bien se logra proteger el

derecho del personal médico y sanitario a su libertad religiosa y de


conciencia, el texto legal no estableció los límites y salvaguardas
necesarias para proteger a la par los derechos del resto de personas
beneficiarias de los servicios de salud.

459. Sobre este aspecto, debe recordarse que el ejercicio de la objeción de


conciencia no es absoluto y, por ese motivo, en la legislación debe
establecerse con toda claridad que su ejercicio no debe hacer nugatoria o
imposible la prestación de los servicios sanitarios.

460. Siguiendo este hilo conductor, resulta de especial interés lo establecido


por el Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, del
Consejo Económico y Social de las Naciones Unidas, en su
“Observación General núm. 22 (2016), relativa al derecho a la salud

sexual y reproductiva (artículo 12 del Pacto Internacional de Derechos


Económicos, Sociales y Culturales)”.

461. En esta observación general, el Comité de Derechos Económicos,


Sociales y Culturales refiere que el derecho a la salud sexual y
reproductiva forma parte del derecho de todas las personas al
disfrute del más alto nivel posible de salud física y mental, por lo que
una atención integral de la salud sexual y reproductiva abarca cuatro
elementos interrelacionados y esenciales: disponibilidad, accesibilidad,

aceptabilidad y calidad.

462. El mandato de disponibilidad implica una obligación de garantizar que


se disponga con un número adecuado de establecimientos, servicios,
bienes y programas en funcionamiento de atención para proporcionar el
conjunto más completo posible de servicios de salud sexual y

reproductiva.

463. Esto supone, entre otros, velar por que haya personal médico y
profesional capacitado y proveedores calificados que estén formados
para prestar todos los servicios de atención de la salud sexual y
reproductiva.

464. Además, el Comité fue enfático en señalar que la objeción de


conciencia no debe ser un obstáculo para el acceso a los servicios,
pues se debe disponer en todo momento de un número suficiente de

proveedores de servicios de atención de la salud dispuestos a prestar


esos servicios y capaces de hacerlo en establecimientos a una

distancia geográfica razonable[109].

465. Por su parte, el mandato de accesibilidad implica que los servicios de


salud relativos a la atención de la salud sexual y reproductiva deben ser
accesibles con la máxima calidad a todas las personas y grupos sin
discriminación ni obstáculos.
466. En atención a lo anterior, en la observación general se dispone que los
Estados Parte se encuentran obligados a adoptar medidas hasta el

máximo de los recursos de que dispongan para lograr


progresivamente la plena efectividad del derecho a la salud sexual y
reproductiva.

467. Asimismo, los Estados deben evitar obstaculizar el acceso a los servicios

de salud sexual y reproductiva y, en caso de que se permita invocar la


objeción de conciencia, los Estados deben regular adecuadamente
esta práctica para asegurar que no impida a nadie el acceso a los
servicios de atención de la salud sexual y reproductiva, en particular
exigiendo que se remitan los casos a un proveedor accesible con
capacidad y disposición para prestar el servicio requerido y que no
impida la prestación de servicios en situaciones urgentes o de

emergencia[110].

468. Es necesario recordar que esta Suprema Corte de Justicia de la Nación


cuenta con una robusta doctrina relacionada con los derechos de
protección de la salud, intimidad, autonomía reproductiva y dignidad
humana de la mujer y de las personas con capacidad de gestar.

469. Así, como se refirió en el amparo en revisión 378/2014[111], resuelto por


la Segunda Sala, que después fue reiterado por este Tribunal Pleno al
resolver las acciones de inconstitucionalidad 89/2015[112] y 33/2015[113],

esta Suprema Corte ha sostenido que el Estado Mexicano se encuentra

obligado a proteger la salud de las personas y, para ello debe


establecer los mecanismos necesarios para que todas las personas
tengan acceso a los servicios de salud encaminados a la obtención de
un determinado bienestar general.

470. Igualmente, en esos precedentes se ha reiterado que el Estado tiene una


obligación positiva consistente en adoptar, sin discriminación alguna,
todas las medidas posibles hasta el máximo de los recursos que
disponga, para lograr progresivamente, por todos los medios
apropiados, la plena efectividad del derecho de protección de la
salud.

471. En aquella ocasión, este Alto Tribunal determinó que el Estado debe
realizar las gestiones pertinentes para que, en caso de no contar con

los recursos o elementos que garantizaran la protección de la salud de


las personas quejosas, se gestionara todo lo necesario para que fueran
atendidas en algún otro hospital o clínica del sector salud en el que
puedan recibir su tratamiento en las condiciones adecuadas e idóneas a
su enfermedad, a efecto de garantizarles el derecho a obtener el nivel más
alto posible de salud.

472. De esta manera, a partir de la jurisprudencia de esta Suprema Corte de


Justicia de la Nación y los diversos instrumentos internacionales y las

observaciones de los organismos que los interpretan, se puede apreciar

que la obligación de prestar los servicios de salud recae sobre el


Estado y, si bien en ella participan en forma importante el personal
médico y de enfermería, lo cierto es que la responsabilidad final de
garantizar el completo y eficaz acceso de los servicios de salud es del

Estado Mexicano, para lo cual debe disponer de la regulación


adecuada que reglamente la objeción de conciencia del personal
médico y de enfermería y, a la par, garantice el disfrute en el grado
máximo posible de la protección de la salud de las personas.

473. Así, es evidente la obligación constitucional y legal del Estado


respecto de asegurar por todos los medios posibles que se garantice el
derecho de las personas a la protección de su salud y a ser
beneficiarias de los procedimientos sanitarios previstos legalmente,

especialmente en el caso en que se involucren los derechos sexuales y


reproductivos de las mujeres y personas con capacidad de gestar que,
como se ha referido, también forma parte integral del contenido
esencial del derecho a la salud.

474. Incluso, esta obligación tiene un alcance tan amplio que obliga al
Estado, en caso de no contar con los recursos humanos o materiales
para realizar un procedimiento sanitario a trasladar a la paciente a
un hospital en el que sí se realicen, quedando bajo su responsabilidad
garantizar que se proteja el derecho de la paciente hasta la cabal

conclusión del procedimiento, cubriendo los costos generados a fin de no


generar cargas indebidas en las personas beneficiarias de los servicios de
salud.

475. Sin embargo, como se adelantó, el artículo 10 Bis de la Ley General de

Salud no contempla todos estos aspectos ni las salvaguardas


necesarias para proteger el máximo nivel posible de la salud de las
personas.

476. Incluso, el legislador pudo haber optado por diversos mecanismos para
garantizar la prestación de servicios médicos, como obligar a las
instituciones médicas a contar con personal médico no objetor, que sean
informados los pacientes oportunamente sobre cualquier objeción de
conciencia y que sean remitidos con personal no objetor, así como

establecer procedimientos para hacer valer el derecho a la objeción de


conciencia. Contrario a ello, el texto impugnado adolece de una
alternativa que garantice la disponibilidad al derecho a la salud
cuando no se trate de un caso urgente o en el que se ponga en riesgo
su vida y que el personal médico o de enfermería ejerciten su derecho
a la objeción de conciencia.

477. En ese sentido, el legislador pudo haber retomado alguno de los


mecanismos anteriores o prever uno distinto que garantizara la

prestación de servicios médicos cuando el personal médico o de

enfermería considere que vulneran sus convicciones y no se tratara de un


caso de emergencia o estuviera en riesgo la vida del paciente. Es decir,
prever una regulación que no solo garantizara el derecho a la
objeción de conciencia, sino también el derecho a la salud.

478. Este Tribunal Constitucional es enfático en señalar que, desde un plano


abstracto, cuando sea posible armonizar los derechos de las personas
sin sacrificar uno de ellos, el órgano legislativo se encuentra obligado
a buscar este fin constitucional. Sin embargo, en este caso, el artículo
10 Bis no satisface la obligación de salvaguardar el derecho a la
salud.

479. No es obstáculo a todo lo anterior el hecho de que los artículos Segundo


y Tercero Transitorios establezcan, respectivamente, la obligación de la

Secretaría de Salud de emitir disposiciones y lineamientos para el


ejercicio la objeción de conciencia y de las legislaturas locales de realizar
las modificaciones legislativas pertinentes; ya que los lineamientos que
garanticen la debida protección del derecho a la salud deben estar
claramente establecidos en una ley formal y material.

480. A partir de las consideraciones anteriores, es claro que la norma


impugnada vulnera el derecho de protección de la salud de las
personas, especialmente los derechos sexuales y reproductivos de las

mujeres, personas gestantes y personas de la diversidad sexual y de

género.

481. Por tanto, al resultar fundada la presente acción de inconstitucionalidad,


este Tribunal Pleno declara la invalidez del artículo 10 Bis de la Ley
General de Salud, publicado el once de mayo de dos mil dieciocho en el

Diario Oficial de la Federación, debido a que contiene una regulación


deficiente de la objeción de conciencia en materia sanitaria.

***

482. De conformidad con lo previsto en el artículo 41, fracción IV, de la Ley


Reglamentaria de las Fracciones I y II del Artículo 105 de la Constitución

Política de los Estados Unidos Mexicanos[114], esta invalidez deberá


extenderse a todas aquellas normas que mantengan una dependencia de
los preceptos antes invalidados.

483. Al respecto, esta Suprema Corte de Justicia de la Nación ha sostenido en


la jurisprudencia P./J. 53/2010, de rubro: “CONTROVERSIAS
CONSTITUCIONALES Y ACCIONES DE
INCONSTITUCIONALIDAD. CRITERIOS PARA DETERMINAR

LA INVALIDEZ INDIRECTA DE LAS NORMAS”[115], que la invalidez


de una norma jurídica puede hacerse en forma directa por actualizarse la
transgresión frontal de la Constitución, o bien, en forma indirecta cuando
se origina a partir de la extensión de los efectos invalidantes de otra

norma.

484. Así, para extender los efectos invalidantes a una norma jurídica, es
necesario que exista una dependencia de validez entre la norma
previamente declarada inconstitucional y otras del mismo sistema. Para

ello, este Alto Tribunal ha delimitado los siguientes criterios:

485. Jerárquico o vertical, según el cual la validez de una norma de rango


inferior depende de la validez de otra de rango superior.

486. Material u horizontal, en el que una norma invalidada afecta a otra de


su misma jerarquía debido a que ésta regula alguna cuestión prevista
en aquélla, de suerte que la segunda ya no tiene razón de ser.

487. Sistemático en sentido estricto o de “remisión expresa”, el cual


consiste en que el texto de la norma invalidada remite a otras normas,

ya sea del mismo ordenamiento o de otro distinto; cuando remite


expresamente, su aplicador debe obtener su contenido a partir de la
integración de los diversos enunciados normativos que resulten
implicados en la relación sistemática; de este modo, la invalidez de la
norma se expande sistemáticamente por vía de la integración del
enunciado normativo.

488. Temporal, en el que una norma declarada inválida en su actual vigencia


afecta la validez de otra norma creada con anterioridad, pero con

efectos hacia el futuro.

489. De generalidad, en el que una norma general declarada inválida afecta


la validez de la norma o normas especiales que de ella se deriven.

490. En este sentido, debe recordarse que el artículo 10 Bis de la Ley General
de Salud, invalidado en esta sentencia, establece que el personal médico y

de enfermería que forme parte del Sistema Nacional de Salud podrá


ejercer la objeción de conciencia, y en forma vaga y deficiente le impone
dos límites al ejercicio de esta objeción: cuando exista urgencia médica o
cuando se ponga en riesgo la vida del paciente.

491. Adicionalmente, como se precisó al comienzo del estudio de fondo de


esta sentencia, la Comisión Nacional de los Derechos Humanos impugnó
también los artículos Segundo y Tercero Transitorios del Decreto
publicado en el Diario Oficial de la Federación el once de mayo de dos

mil dieciocho, por el que se adicionó el artículo 10 Bis de la Ley General


de Salud.

492. Las normas transitorias expresan lo siguiente:

“TRANSITORIOS

(…)

Segundo.- La Secretaría tendrá un plazo de 90 días


naturales posteriores a la publicación de este Decreto

para emitir las disposiciones y lineamientos necesarios

para el ejercicio de este derecho en los casos que


establece la Ley.

Tercero.- El Congreso de la Unión y las Legislaturas de


las entidades federativas, en el ámbito de sus respectivas

competencias, realizarán las modificaciones legislativas


conforme a lo dispuesto en el presente Decreto, dentro de
los 180 días naturales siguientes a su entrada en vigor.

(…)”.

493. Como se puede apreciar, los artículos Segundo y Tercero Transitorios


forman parte de un sistema interdependiente que, en esencia, prevén
la posibilidad de que el personal médico y de enfermería del Sistema
Nacional de Salud ejerzan la objeción de conciencia a efecto de no

participar en los servicios previstos en la Ley General; y, precisamente,


en estas normas de tránsito se habilita a la Secretaría de Salud del
Ejecutivo Federal para que emita los lineamientos correspondientes, así
como al Congreso de la Unión y legislaturas estatales para que realicen
las modificaciones legislativas necesarias para dar efectividad a la
objeción de conciencia sanitaria.

494. Por supuesto, al haberse declarado la invalidez del artículo 10 Bis de la


Ley General de Salud que regulaba deficientemente el ejercicio de la
objeción de conciencia, los artículos Segundo y Tercero Transitorios ya

no tienen razón de ser, pues al expulsarse de esta ley marco el sistema


normativo al que hacen referencia estas normas de tránsito, ya no existen
los enunciados jurídicos a los que deberá ceñirse el legislador secundario
ni la Secretaría de Salud a efecto de desarrollar este sistema.

495. En consecuencia, se hace extensiva la declaratoria de invalidez a los


artículos Segundo y Tercero Transitorios del Decreto publicado en el
Diario Oficial de la Federación el once de mayo de dos mil dieciocho, por
el que se adicionó el artículo 10 Bis de la Ley General de Salud.

***

496. Por lo anterior, y recapitulando, al ser fundada esta acción de


inconstitucionalidad, se declara la invalidez del artículo 10 Bis de la
Ley General de Salud, adicionado mediante Decreto publicado en el

Diario Oficial de la Federación el once de mayo de dos mil dieciocho, así


como de los artículos Segundo y Tercero Transitorios de ese Decreto,
al tenor de los efectos que se precisarán en el siguiente considerando.

497. Finalmente, esta Suprema Corte de Justicia de la Nación enfatiza que lo


resuelto en esta sentencia tiene como base el reconocimiento del derecho
de todas las personas a la libertad religiosa, ideológica y de conciencia, de
manera que la Constitución protege el derecho del personal médico y
de enfermería a ejercer la objeción de conciencia. Sin embargo, el
reproche constitucional que ahora se hace es en virtud de que la

norma impugnada reguló deficientemente el ejercicio de la objeción,


sacrificando e incluso vulnerando el derecho de protección a la salud
de las personas.

498. SEXTO. Efectos. Conforme a lo dispuesto en los artículos 41, fracción

IV, 45 y 73 de la Ley Reglamentaria de las Fracciones I y II del Artículo


105 de la Constitución General, las sentencias dictadas en acciones de
inconstitucionalidad deberán establecer sus alcances y efectos fijando con
precisión las normas o actos respecto de los cuales opere y todos aquellos
elementos necesarios para su plena eficacia en el ámbito que corresponda.

499. A. Efectos de la invalidez

500. Como se ha precisado en párrafos previos, este Tribunal Pleno declaró


la invalidez del artículo 10 Bis de la Ley General de Salud, publicado

el once de mayo de dos mil dieciocho en el Diario Oficial de la


Federación, así como de los artículos Segundo y Tercero Transitorios
de dicho decreto, debido a que contienen una regulación deficiente de la
objeción de conciencia en materia sanitaria.

501. En este sentido, la declaratoria de invalidez decretada (directa y por


extensión) surtirá sus efectos a partir de la notificación de los puntos
resolutivos de esta sentencia al Congreso de la Unión.
502. B. Exhorto al Congreso de la Unión

503. Conforme a las facultades que la Constitución Federal confiere a este

Tribunal Pleno para modular los efectos de sus sentencias de acción de


inconstitucionalidad, es necesario tener en cuenta que la justicia
constitucional busca generar una circunstancia mejor de la que había
antes de la sentencia de acción de inconstitucionalidad, y no una peor, ya

que la finalidad de este sistema de control constitucional es proteger y


garantizar los derechos de todas las personas.

504. Por tanto, esta Suprema Corte de Justicia de la Nación no puede obviar
la imperante necesidad que existe en el Estado Mexicano de regular la
objeción de conciencia en materia sanitaria, por lo que, para evitar que
una deficiente regulación o la falta de esta regulación vulnere los
derechos del personal médico y de enfermería que forman parte del
Sistema Nacional de Salud, así como de las personas beneficiarias de los

servicios de salud, se exhorta al Congreso de la Unión para que, en el


ámbito de sus competencias, regule de manera urgente y prioritaria
la materia tratada en esta sentencia, para lo cual podrá considerar
como requisitos mínimos los lineamientos y estándares de validez que
se encuentran señalados en la parte considerativa de esta sentencia, y
así evitar reiterar las características de falta de regulación que llevaron a
la declaratoria de invalidez del artículo 10 Bis de la Ley General de Salud
y sus normas de tránsito, que en síntesis son los siguientes:

505. a) Sería conveniente que la ley claramente estableciera que la objeción

de conciencia es un derecho individual del personal médico y de


enfermería que, desde su fuero individual, puede ejercer para negarse a
realizar alguno de los procedimientos sanitarios que forman parte de
los servicios del Sistema Nacional de Salud cuando consideren que se

oponen a sus convicciones religiosas, ideológicas, éticas o de


conciencia.

506. b) La disposición que se emita podría señalar que el Estado Mexicano,


por conducto de sus órdenes de gobierno competentes, tendrá que
asegurarse de contar con equipo médico y de enfermería suficiente de
carácter no objetor, en cada una de las instituciones del Sistema
Nacional de Salud, para garantizar que se preste la atención médica en
la mejor de las condiciones posibles, conforme a las reglas sanitarias

establecidas en la Ley General de Salud, en tiempos adecuados que no


comprometan ni la salud o la vida de la persona solicitante del
servicio, ni que hagan inútil por extemporáneo dicho servicio, y sin
forma alguna de discriminación.

507. c) La legislación podría precisar de manera clara y sin lugar a confusión,


cuál es el personal médico o de enfermería que estará facultado para
ejercer el derecho a la objeción de conciencia en las instituciones del
Sistema Nacional de Salud, tomando en cuenta que ese derecho deberá

limitarse al personal que participe directamente en el procedimiento

sanitario requerido.

508. d) También la legislación podría incorporar un plazo breve para hacer


valer la objeción de conciencia.

509. e) En su caso, la legislación podría contemplar que la persona o

autoridad a quien le corresponde decidir sobre la procedencia de la


objeción de conciencia deberá hacerlo dentro de un breve plazo, en el
entendido que, de no pronunciarse sobre su procedencia, se entenderá
que opera la negativa ficta.

510. f) La legislación podría estimar que la objeción de conciencia no puede


invocarse por el personal médico y de enfermería cuando su ejercicio
ponga en riesgo la vida del paciente, cuando se trate de una urgencia
médica o cuando su ejercicio implique una carga desproporcionada

para los pacientes.

511. En este sentido, la regulación de la objeción de conciencia podría incluir


una mención respecto a que no será procedente, por ejemplo, en los
casos siguientes, que se presentan de manera enunciativa y no
limitativa:

512. - Cuando la negativa o postergación del servicio implique riesgo para la


salud o la agravación de dicho riesgo.
513. -Cuando la negativa o postergación del servicio pueda producir daño,
agravación del daño, la producción de secuelas y/o discapacidades.

514. -Cuando la negativa del servicio resulte en prolongar el sufrimiento del


paciente por la tardanza en la atención médica, o signifique para éste
un suplicio o carga desproporcionada.

515. -Cuando no haya alternativa viable y accesible para brindar el servicio

de salud requerido al paciente en condiciones de calidad y oportunidad


(por razones de distancia, de falta de disponibilidad de personal no
objetor o algún otro inconveniente).

516. g) Debido a que la objeción de conciencia está limitada por el respeto de


los derechos fundamentales de otras personas, la salubridad general, la
prohibición de discriminación y el principio democrático, la
legislación debería establecer la improcedencia de invocar como
argumento para negar la atención médica motivos discriminatorios o

de odio.

517. h) De igual manera, la disposición legislativa tendría que señalar que la


objeción de conciencia no puede utilizarse para entorpecer o retrasar la
prestación de los servicios sanitarios.

518. i) El incumplimiento a las obligaciones previstas en los incisos


anteriores podría dar lugar a responsabilidades administrativas y
profesionales, así como en su caso, penales. En uso de su libertad de
configuración, el legislador podría establecer un régimen de

responsabilidades específico.

519. j) La legislación podría considerar que, en el caso de objeción de sus


profesionales, las instituciones deberán proporcionar toda la
información y orientación necesaria a la persona beneficiaria de los
servicios de salud, lo cual incluye, por lo menos que, a través de un

trato digno, decoroso y sin discriminación alguna, le informe las


opciones médicas con que cuenta.

520. k) En razón del lineamiento precedente, la legislación podría disponer


que el personal objetor remita al beneficiario de la atención de la
salud, de inmediato y sin mayor demora o trámite con su superior
jerárquico o con personal médico o de enfermería no objetor.

521. l) La disposición legal que se emita debería señalar, tomando en


consideración el caso de que en la institución no se disponga de

profesionales de la salud no objetores, la forma y modo en que se


deberá prestar el servicio.

522. m) La legislación debería establecer claramente que las personas que


pretenden invocar una objeción de conciencia se abstendrán de emitir
algún juicio valorativo de carácter religioso, ideológico o personal que
pueda discriminar o vulnerar la dignidad humana de las personas
beneficiarias de los servicios de salud. Asimismo, se abstendrán de
intentar persuadir a los beneficiarios con cualquier doctrina religiosa,
ideológica o estrictamente personal con el fin de evitar que se realice

un procedimiento que pudiera ser contrario a las convicciones del


personal facultativo y de enfermería.

523. C. Notificación de la sentencia

524. Finalmente, para el eficaz cumplimiento de esta sentencia, además del

Congreso de la Unión y las partes, también deberá notificarse al Poder


Ejecutivo Federal a través de la Secretaría de Salud y a las legislaturas de
las entidades federativas del país.

525. Por lo expuesto y fundado, se

RESUELVE:

PRIMERO. Es procedente y fundada la presente acción de


inconstitucionalidad.

SEGUNDO. Se declara la invalidez del artículo 10 Bis de la Ley General

de Salud, adicionado mediante el Decreto publicado en el Diario Oficial de la


Federación el once de mayo de dos mil dieciocho, así como de los artículos
transitorios segundo y tercero del referido decreto, la cual surtirá sus efectos a
partir de la notificación de estos puntos resolutivos al Congreso de la Unión,
en términos de los considerandos quinto y sexto de esta decisión.

TERCERO. Se exhorta al Congreso de la Unión a que regule la objeción


de conciencia en materia sanitaria, tomando en cuenta las razones sostenidas

en esta sentencia.

CUARTO. Publíquese esta resolución en el Diario Oficial de la


Federación, así como en el Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta.

Notifíquese; haciéndolo por medio de oficio a las partes y, en su


oportunidad, archívese el expediente.

Así lo resolvió el Pleno de la Suprema Corte de Justicia de la Nación:

En relación con el punto resolutivo primero:

Se aprobó por unanimidad de nueve votos de las señoras Ministras y de


los señores Ministros Gutiérrez Ortiz Mena, González Alcántara Carrancá,
Franco González Salas, Aguilar Morales, Pardo Rebolledo, Piña Hernández,
Ríos Farjat, Laynez Potisek y Presidente Zaldívar Lelo de Larrea, respecto de
los considerandos primero, segundo y tercero relativos, respectivamente, a la
competencia, a la oportunidad y a la legitimación.

Se aprobó por unanimidad de nueve votos de las señoras Ministras y de


los señores Ministros Gutiérrez Ortiz Mena, González Alcántara Carrancá
con consideraciones adicionales y separándose de los párrafos ciento sesenta
y nueve y ciento setenta, Franco González Salas, Aguilar Morales, Pardo
Rebolledo, Piña Hernández, Ríos Farjat, Laynez Potisek y Presidente
Zaldívar Lelo de Larrea, respecto del considerando cuarto, relativo a las
causas de improcedencia.

En relación con el punto resolutivo segundo:

Se aprobó por mayoría de ocho votos de las señoras Ministras y de los


señores Ministros Gutiérrez Ortiz Mena, González Alcántara Carrancá
separándose de algunas consideraciones, Franco González Salas separándose
de algunas consideraciones, Aguilar Morales, Pardo Rebolledo, Piña

Hernández, Ríos Farjat y Laynez Potisek, respecto del considerando quinto,


relativo al estudio de fondo, en sus apartados A, denominado “Marco
constitucional sobre la libertad religiosa y de conciencia y el derecho de
objeción de conciencia”, y B, denominado “Derecho de protección de la
salud”. El señor Ministro Presidente Zaldívar Lelo de Larrea votó en contra y
anunció voto particular. El señor Ministro Franco González Salas anunció
voto concurrente. El señor Ministro González Alcántara Carrancá reservó su
derecho de formular voto concurrente.

Se aprobó por unanimidad de nueve votos de las señoras Ministras y de


los señores Ministros Gutiérrez Ortiz Mena, González Alcántara Carrancá
separándose de algunas consideraciones, Franco González Salas, Aguilar
Morales, Pardo Rebolledo, Piña Hernández, Ríos Farjat, Laynez Potisek y
Presidente Zaldívar Lelo de Larrea con salvedades, respecto del considerando
quinto, relativo al estudio de fondo, en su apartado C.1, denominado
“Aducida vulneración de los principios de seguridad jurídica, legalidad y
supremacía constitucional, al imponer restricciones al derecho de protección

de la salud”, consistente en reconocer la validez del artículo 10 Bis de la Ley

General de Salud, adicionado mediante el Decreto publicado en el Diario


Oficial de la Federación el once de mayo de dos mil dieciocho, así como de
los artículos transitorios segundo y tercero del referido decreto, al tenor de la
interpretación sistemática propuesta. Los señores Ministros González

Alcántara Carrancá y Presidente Zaldívar Lelo de Larrea anunciaron sendos


votos concurrentes.

Se aprobó por mayoría de ocho votos de las señoras Ministras y de los


señores Ministros Gutiérrez Ortiz Mena, González Alcántara Carrancá,
Esquivel Mossa, Franco González Salas, Piña Hernández, Ríos Farjat,
Laynez Potisek y Presidente Zaldívar Lelo de Larrea, respecto del
considerando quinto, relativo al estudio de fondo, en su apartado C.2,
denominado “Aducida vulneración del derecho de protección de la salud —y

otros derechos vinculados— con motivo de la deficiente regulación de la


objeción de conciencia”, consistente en declarar la invalidez del artículo 10
Bis de la Ley General de Salud, adicionado mediante el Decreto publicado en
el Diario Oficial de la Federación el once de mayo de dos mil dieciocho, así
como de los artículos transitorios segundo y tercero del referido decreto. Los
señores Ministros Aguilar Morales, Pardo Rebolledo y Pérez Dayán votaron
en contra.
Se aprobó por mayoría de ocho votos de las señoras Ministras y de los
señores Ministros Gutiérrez Ortiz Mena, González Alcántara Carrancá,

Esquivel Mossa, Franco González Salas, Piña Hernández, Ríos Farjat,


Laynez Potisek y Presidente Zaldívar Lelo de Larrea, respecto del
considerando sexto, relativo a los efectos, consistente en: 1) determinar que la
declaratoria de invalidez decretada en este fallo surta efectos a partir de la

notificación de los puntos resolutivos de esta sentencia al Congreso de la


Unión. Los señores Ministros Aguilar Morales y Pérez Dayán votaron en
contra. El señor Ministro Presidente Zaldívar Lelo de Larrea anunció votos
concurrente y aclaratorio. El señor Ministro Franco González Salas y la
señora Ministra Piña Hernández reservaron su derecho de formular sendos
votos concurrentes.

En relación con el punto resolutivo tercero:

Se aprobó por mayoría de ocho votos de las señoras Ministras y de los

señores Ministros Gutiérrez Ortiz Mena, González Alcántara Carrancá,


Esquivel Mossa, Franco González Salas, Piña Hernández, Ríos Farjat,
Laynez Potisek y Presidente Zaldívar Lelo de Larrea, respecto del
considerando sexto, relativo a los efectos, consistente en: 2) exhortar al
Congreso de la Unión a regular la objeción de conciencia en materia
sanitaria, tomando en cuenta las razones expresadas en esta sentencia y 3)
determinar que, para el eficaz cumplimiento de esta sentencia, también
deberá notificarse al Poder Ejecutivo Federal, a través de la Secretaría de
Salud, y a las legislaturas de las entidades federativas del país. Los señores

Ministros Aguilar Morales y Pérez Dayán votaron en contra. El señor


Ministro Presidente Zaldívar Lelo de Larrea anunció votos concurrente y
aclaratorio. El señor Ministro Franco González Salas y la señora Ministra
Piña Hernández reservaron su derecho de formular sendos votos

concurrentes.

En relación con el punto resolutivo cuarto:

Se aprobó por unanimidad de diez votos de las señoras Ministras y de los


señores Ministros Gutiérrez Ortiz Mena, González Alcántara Carrancá,
Esquivel Mossa, Franco González Salas, Aguilar Morales, Piña Hernández,
Ríos Farjat, Laynez Potisek, Pérez Dayán y Presidente Zaldívar Lelo de
Larrea.

La señora Ministra Yasmín Esquivel Mossa y el señor Ministro Alberto

Pérez Dayán no asistieron a la sesión de trece de septiembre de dos mil


veintiuno previo aviso a la Presidencia.

El señor Ministro Jorge Mario Pardo Rebolledo no asistió a la sesión de


veintiuno de septiembre de dos mil veintiuno previo aviso a la Presidencia.

El señor Ministro Presidente Zaldívar Lelo de Larrea declaró que el asunto


se resolvió en los términos precisados, reservando el derecho de las señoras
Ministras y de los señores Ministros de formular los votos que consideren
pertinentes.

En la sesión privada ordinaria celebrada el veintiséis de octubre de dos mil

veintiuno se aprobó el texto del engrose relativo a la acción de


inconstitucionalidad 54/2018, promovida por la Comisión Nacional de los
Derechos Humanos, por unanimidad de once votos de las señoras Ministras y
los señores Ministros Gutiérrez Ortiz Mena, González Alcántara Carrancá,

Esquivel Mossa, Franco González Salas, Aguilar Morales, Pardo Rebolledo,


Piña Hernández, Ríos Farjat, Laynez Potisek, Pérez Dayán y Presidente
Zaldívar Lelo de Larrea.

El señor Ministro Presidente Zaldívar Lelo de Larrea declaró que el texto


del engrose de la sentencia emitida en la acción de inconstitucionalidad
54/2018, promovida por la Comisión Nacional de los Derechos Humanos,
quedó aprobado en los términos antes precisados. Doy fe.

Presidente, Ministro Arturo Zaldívar Lelo de Larrea.- Firmado

electrónicamente.- Ponente, Ministro Luis María Aguilar Morales.-


Firmado electrónicamente.- Secretario General de Acuerdos, Licenciado
Rafael Coello Cetina.- Firmado electrónicamente.

EL LICENCIADO RAFAEL COELLO CETINA, SECRETARIO


GENERAL DE ACUERDOS DE LA SUPREMA CORTE DE JUSTICIA
DE LA NACIÓN: CERTIFICA: Que la presente copia fotostática constante
de setenta y cuatro fojas útiles, concuerda fiel y exactamente con el original
firmado electrónicamente de la sentencia emitida en la acción de
inconstitucionalidad 54/2018, promovida por la Comisión Nacional de los

Derechos Humanos, dictada por el Pleno de la Suprema Corte de Justicia de


la Nación en su sesión del veintiuno de septiembre de dos mil veintiuno. Se
certifica con la finalidad de que se publique en el Diario Oficial de la
Federación.- Ciudad de México, a seis de diciembre de dos mil veintiuno.-

Rúbrica.

VOTO CONCURRENTE QUE FORMULA EL MINISTRO JUAN


LUIS GONZÁLEZ ALCÁNTARA CARRANCÁ EN LA ACCIÓN DE
INCONSTITUCIONALIDAD 54/2018

1. En sesiones de trece, veinte y veintiuno de septiembre de dos mil


veintiuno, el Pleno de la Suprema Corte de Justicia de la Nación
resolvió la acción de inconstitucionalidad citada al rubro, promovida
por la Comisión Nacional de los Derechos Humanos demandando la

invalidez del Decreto por el que se adicionó el artículo 10 Bis de la Ley


General de Salud, así como de sus artículos segundo y tercero
transitorios, publicado en el Diario Oficial de la Federación el once de
mayo de dos mil dieciocho.

2. Concordé con el sentido de la decisión mayoritaria en todos los


apartados de la resolución. No obstante, señalé que lo hacía con ciertas
precisiones. Así, en el apartado de causas de improcedencia,
considero que existía una razón diversa a la que aborda la sentencia

para no sobreseer respecto de los artículos transitorios impugnados.

Mas adelante, en el estudio de fondo, en el apartado A no comparto la


necesidad de ciertas consideraciones sobre el modelo mexicano de
laicidad; en el apartado C.1 tampoco concuerdo con ciertas
consideraciones y, finalmente, en el apartado C.2, si bien concuerdo

con la declaratoria de invalidez decretada, no así con la metodología


adoptada, ni con algunas consideraciones específicas.

3. Por último, en el apartado de efectos de la sentencia, específicamente


tratándose de los lineamientos del exhorto al Congreso de la Unión,
considero que debieron darse de una forma diferente. Cada uno de los
puntos mencionados los desarrollaré en seguida.

CAUSAS DE IMPROCEDENCIA

I. Razones de la mayoría.

4. La mayoría del Tribunal Pleno determinó que no debía sobreseerse


oficiosamente respecto de los artículos segundo y tercero transitorios

impugnados,[1] a pesar de contener un mandato dirigido a la Secretaría


de Salud, al Congreso de la Unión y a las legislaturas locales cuyo
plazo ya venció.

5. En esencia, se precisó que no se contaban con elementos suficientes


para determinar que las autoridades habían dado cumplimiento a los

mandatos, por lo que no había seguridad sobre el pleno surtimiento de

efectos, debiéndose estudiar el fondo, en consecuencia; además, se


analizaba una impugnación sistemática no susceptible de seccionarse.

II. Razones del disenso.

6. Voté en contra de los párrafos 169 y 170 de la sentencia, pues, si bien,

concuerdo en que no debía sobreseerse, me parece que la razón toral


para ello es que los artículos transitorios impugnados cumplían con una
función sustantiva; esto es, habilitaban a diversas autoridades para
emitir lineamientos o armonizar su legislación.

7. Por lo anterior, independientemente del cumplimiento por parte de las


autoridades destinatarias de los preceptos y de que los plazos hayan o
no fenecido, considero que resultaba necesario dar respuesta a los
planteamientos de la CNDH en el sentido de analizar si la delegación,

por sí misma, al legislador secundario y, concretamente, a la Secretaría


de Salud para emitir lineamientos, o reformas a sus ordenamientos,
resultaba constitucional.

8. Para dar respuesta a lo anterior, considero que debió recurrirse al criterio

derivado de la acción de inconstitucionalidad 42/2016,[2] donde se


determinó por unanimidad de votos, tener por impugnado el artículo
octavo transitorio de la Ley de Transparencia del Estado de Hidalgo
que establecía la facultad del Ejecutivo Estatal para expedir el
reglamento de la misma ley. Al respecto, se consideró que, en tanto el

precepto regulaba una función sustantiva, pudiendo producir efectos de


invalidez en un futuro, correspondía analizar el concepto de invalidez
planteado, aún si el plazo para la expedición del reglamento
correspondiente ya había transcurrido.

ESTUDIO DE FONDO

A. Marco Constitucional sobre la libertad religiosa y de conciencia y el


derecho de objeción de conciencia.

I. Razones de la mayoría.

9. En este apartado de la sentencia, se analizó la regulación de las


libertades de creencias, conciencia y religión, donde encuentra sustento
la objeción de conciencia. Para esto, se estudió el modelo mexicano de
laicidad a la luz de los artículos 24, 40 y 130 de la Constitución

Federal, señalando que se protege un deber de neutralidad religiosa


estatal que implica tanto la protección de las libertades personales,
como la separación entre el Estado y la iglesia. Precisando que el
modelo mexicano se encuentra en un punto medio entre un “estado
garante” y uno “no interventor”.

10. Además, se hizo alusión a diversas sentencias emitidas por este Alto
Tribunal y sus Salas en donde se ha analizado el contenido de la
laicidad estatal, sus limitaciones y las obligaciones estatales que

conlleva.

11. Posteriormente, la sentencia analiza en concreto el derecho a la libertad


de creencias, conciencia y religión a partir de la reforma constitucional
de dos mil trece al artículo 24 de la Constitución Federal, el proceso
legislativo que le dio origen, así como diversos precedentes de este

Alto Tribunal, para concluir, en esencia, que existe una libertad amplia
para alejarse o seguir cualquier creencia o convicción, confesional o no,
sin ser discriminado o perjudicado por tal motivo.

12. Derivado de lo anterior, la sentencia aborda la libertad de conciencia, y


la objeción de conciencia en concreto, conceptualizando a la primera
como un derecho que protege todas las convicciones que juegan un
papel relevante en el fuero interno del individuo sean creencias o
ideologías religiosas o no; y, a la segunda, como la negativa del

individuo, por motivos de conciencia, a someterse a una conducta que,


en principio, sería jurídicamente exigible, es decir, una contradicción
entre la norma de conciencia y la jurídica, cuya transgresión puede
generar una afectación al núcleo de las convicciones personales,
comprometiendo la dignidad humana.

13. Finalmente, se indicó que, en ciertos casos, la objeción de conciencia


puede entrar en conflicto con otros derechos o bienes jurídicamente
relevantes, por lo que se puede convertir en un problema de colisión de

derechos, de ahí que existan ciertas limitaciones a la misma,

particularmente, debiéndose interpretar que es válida sólo en un


contexto democrático y protector de derechos humanos.

II. Razones del disenso.

14. En general, coincidí con el parámetro de regularidad expuesto en la

sentencia tratándose de las implicaciones de la laicidad como una


obligación estatal de mantener una postura neutralmente activa ante
todas las confesiones religiosas, pero a la vez, protegiendo la práctica
de todas en condiciones de libertad e igualdad, sin más limitaciones que
las previstas constitucional o convencionalmente.

15. Asimismo, estoy de acuerdo tanto con los diversos precedentes que
analiza la resolución para explicar el contenido de las libertades de
creencias, conciencia y religión, como con la caracterización que se

hace sobre la objeción de conciencia como una de las concreciones del


derecho humano a la libertad religiosa y de creencias, de carácter
estrictamente personal y que le permite a cualquier individuo incumplir
un mandato jurídico con base en sus convicciones ideológicas. En este
sentido, únicamente disiento de las siguientes consideraciones.

16. En el párrafo 195 de la sentencia, me parece que no resultaba adecuado


señar que la laicidad no tiene una significación única, apoyándose en
precedentes del Tribunal Europeo de Derechos Humanos que aluden al
concepto de “margen de apreciación nacional”, pues dicho estándar de

cumplimiento es únicamente aplicable para los países parte del


Convenio Europeo de Derechos Humanos, no así de la Convención
Americana sobre Derechos Humanos a la que México pertenece.

17. Además de que el entendimiento que la Corte Interamericana de

Derechos Humanos ha conformado sobre la doctrina del “margen de


apreciación nacional”, es sustancialmente distinto al que se ha

formulado por el Sistema Europeo de Derechos Humanos,[3] lo que

implica que antes de trasplantar dichas concepciones[4] era necesario


analizar su compatibilidad con nuestro sistema regional de derechos
humanos y las peculiaridades del caso en concreto, cuestión que no
aconteció en la presente acción de inconstitucionalidad.

18. Más adelante, por un lado, en el párrafo 201 de la sentencia se señala

que las creencias religiosas, ideológicas y de conciencia únicamente


encuentran su límite en no afectar derechos de terceras personas y; por
otra parte, en los párrafos 289 y 291 se determina que la objeción de
conciencia no cabe invocarla para defender ideas contrarias a la
Constitución y que la misma puede ser limitada por la concurrencia de
diversos bienes jurídicos dignos de especial protección, precisando que
esto incluye “todos los principios y valores que proclama la
Constitución”.

19. No comparto tales conclusiones, desde mi perspectiva al precisar las

limitaciones a las libertades de conciencia y religión, de donde deriva la


objeción de conciencia como una forma de concreción del derecho,
resultaba indispensable apegarse al lenguaje del artículo 12 de la
Convención Americana sobre Derechos Humanos que especifica que

tales libertades pueden ser sujetas únicamente a las restricciones


establecidas por ley que sean necesarias para proteger la seguridad, el
orden, la salud o la moral públicos o los derechos o libertades de los

demás;[5] de otra forma, me parece que la sentencia deja un amplio


margen de interpretación para determinar las restricciones a los
derechos bajo análisis.

20. Finalmente, también disiento con los párrafos 202 a 205 de la sentencia
donde se afirma que la laicidad en el estado mexicano sigue un modelo

medio entre lo que se denomina “estado garante” y “estado no


interventor”.

21. Me parece que dicho aspecto desbordaba la litis y no correspondía un


pronunciamiento en ese sentido; en todo caso, el modelo de laicidad
mexicano se inclina más hacia un estado no interventor, pero protector
de los derechos humanos, entre los que se incluye el reconocimiento y
garantía de las libertades religiosa, ideológica y de conciencia, sin que
el presente asunto sea el caso adecuado para realizar un estudio a

profundidad sobre el tema ya que la objeción de conciencia protege no

solamente las libertades religiosas, sino aquellas convicciones morales,


filosóficas, o de otro tipo, siempre que se sitúen en la esfera de
creencias centrales y esenciales de una persona. En este caso, no se
trata únicamente de un problema de laicidad estatal, sino de respeto a la

pluralidad de cosmovisiones, tengan aspectos confesionales o no.

C.1. Primer concepto de invalidez.

I. Razones de la mayoría.

22. En este apartado, la mayoría determinó declarar infundado el concepto


de invalidez planteado por la CNDH, ya que partía de una premisa falsa
al considerar que la objeción de conciencia es un derecho humano de
nueva creación por parte del legislador federal o, en su caso, una
restricción impuesta al derecho de protección a la salud. Lo anterior,

toda vez que la objeción constituye una concreción del derecho humano
de libertad religiosa y de conciencia que, como cualquier otro derecho,
puede entrar en conflicto con aquellos de otras personas, sin que por
ello implique, automáticamente y en abstracto, una restricción a las
garantías del derecho a la salud. Asimismo, se precisaron los límites a
la objeción de conciencia y se determinó que el precepto fue emitido
con base en las atribuciones en materia de salubridad general con las
que cuenta el Congreso de la Unión.

23. Por otra parte, se estableció que el artículo segundo transitorio no

delegaba indebidamente a la Secretaría de Salud la emisión de las


disposiciones y lineamientos necesarios para el ejercicio del derecho,
pues resulta válido que la federación establezca normas de carácter
técnico vinculantes para todo el Sistema Nacional de Salud conforme a

la Ley General de Salud de acuerdo con el sistema de concurrencias en


la materia. Bajo la misma línea, el artículo tercero transitorio tampoco
resultaba inconstitucional porque su mandato únicamente implicaba la
armonización legislativa estatal.

II. Razones del disenso.

24. 24. Desde mi perspectiva, la impugnación de la CNDH se dividía en dos


vertientes, la primera, relativa a que el Congreso de la Unión no era
competente para adicionar el artículo 10 Bis de la Ley General de Salud

y reconocer un derecho humano autónomo o establecer una restricción


a nivel legal del derecho de protección a la salud; la segunda, relativa a
que los artículos segundo y tercero transitorios impugnados no
resultaban válidos en tanto delegaban a la Secretaría de Salud la
regulación del ejercicio de la objeción de conciencia mediante
disposiciones administrativas y a las entidades federativas la adaptación
de su ordenamiento jurídico.
25. Al respecto, concordé con la sentencia en que no resultaba acertada la
caracterización que daba la Comisión accionante a la objeción de

conciencia, pues, desde un plano abstracto, no constituye una


restricción al derecho a la salud, por lo que no se actualizaba problema
alguno de índole competencial o de reserva de fuente constitucional
para el reconocimiento de un derecho humano a través de una ley

general.

26. No obstante, me parece que el segundo argumento, relativo a la


delegación a la Secretaría de Salud para regular y desarrollar el
ejercicio de la objeción de conciencia requería una respuesta
diferenciada.

27. En este sentido, de un análisis de la Ley General de Salud,


específicamente de su artículo 13, apartado A, ciertamente corresponde
al Ejecutivo Federal, por conducto de la Secretaría de Salud, la emisión

de normas oficiales mexicanas que regularán la prestación de los


servicios de salubridad general en todo el territorio nacional buscando
asegurar la uniformidad de principios, criterios, políticas y estrategias
aplicables.

28. Sin embargo, me parece que debió precisarse que tales normas no
pueden abarcar los aspectos inherentes a los límites del ejercicio del
derecho de objeción de conciencia, ni a las garantías institucionales que
deben estar previstas en ley a fin de lograr un adecuado equilibrio entre

los derechos del personal sanitario y los beneficiarios de los servicios

de salud.

29. Como indiqué con anterioridad, derivado del artículo 12 de la


Convención Americana sobre Derechos Humanos, uno de los puntos
esenciales para determinar la validez de una restricción a los derechos

de libertad de conciencia y religión es que la misma esté prevista a


nivel legal, no reglamentario, por lo que, en todo caso, la emisión de
lineamientos por parte de las autoridades administrativas tendría que
limitarse a detallar el procedimiento específico para hacer valer la
objeción de conciencia, los formatos que se ocuparían, la forma para
llevar a cabo una evaluación post facto de su ejercicio, así como los
documentos específicos y las condiciones administrativas
indispensables para dar operatividad al derecho.

30. Siendo así, los lineamientos que emitiera la Secretaría de Salud no


podrían regular en qué situaciones puede presentarse la objeción de
conciencia, sus alcances, cómo tendría que ser ponderado con otros
derechos a fin de salvaguardar la prestación adecuada de los servicios
de salud, o cuáles serían las garantías institucionales para evitar la
colisión con otros derechos, pues tales aspectos deben quedar
establecidos legalmente.
31. Derivado de lo anterior, considero que la Secretaría de Salud, aunque
limitada a ciertos aspectos, no tenía totalmente vedado emitir cualquier

tipo de regulación administrativa para el ejercicio de la objeción de


conciencia por parte del personal sanitario, de ahí que votara por la
validez de los preceptos transitorios cuestionados en esta primera parte.
No obstante, me parece que la sentencia debió precisar cuáles eran los

límites de dicha regulación.

32. En cualquier caso, concordé con la posterior declaración de invalidez


del artículo dado que, la validez argumentada en un principio quedó
vencida frente a la deficiente regulación de la objeción de conciencia
en el artículo 10 Bis impugnado; lo cual, aunado a la falta de precisión
y certeza sobre los tópicos que debían abordarse en los lineamientos
emitidos por la Secretaría de Salud, o la forma en que las entidades
federativas debían armonizar su legislación, analizado de forma

sistemática generaba un riesgo significativo en la seguridad jurídica de


las personas beneficiarias de los servicios de salud, que podía
traducirse en un ejercicio de regulación ultra vires de la objeción de
conciencia, más allá de las facultades con que efectivamente cuenta la
Secretaría de Salud y fuera del carácter estrictamente técnico que deben
tener las normas oficiales mexicanas.

33. Ya en otro aspecto, considero que, por un lado, en el párrafo 391 se


debió hacer referencia a los límites del derecho de objeción de
conciencia en los términos que mencioné con anterioridad, es decir,

conforme a lo previsto en el artículo 12 de la Convención Americana


sobre Derechos Humanos.

34. Por otro lado, en los párrafos 406 y 408, aunque la sentencia reconoce
que el artículo impugnado alude a todo sujeto que pertenezca al

Sistema Nacional de Salud, considero que se debió precisar que la


aplicabilidad también es para aquellas personas de los sectores social y
privado que presten servicios de salud, en términos del artículo 5 de la

Ley General en la materia,[6] y no sólo para los servicios de salud de la


administración pública federal y local, y los servicios públicos de
seguridad social. El personal médico del sector privado, con
independencia de las condiciones que convenga civil y mercantilmente
con los usuarios, es prestador de un servicio esencialmente público y lo

hace atendiendo a los requisitos y obligaciones derivados de la Ley


General de Salud.

C.2. Segundo y tercer concepto de invalidez.

I. Razones de la mayoría.

35. La mayoría de este Alto Tribunal determinó declarar la invalidez del

artículo 10 Bis impugnado[7] al regular deficientemente el derecho de


objeción de conciencia, por no delimitar claramente las condiciones
para su ejercicio. En esencia, se subrayó que la objeción de conciencia

no es un derecho absoluto y tiene distintos límites, por lo que la


reglamentación debe ser acorde con los mismos.

36. Al respecto, debe tenerse en cuenta que: 1) La objeción de conciencia es


una reacción que puede ejercerse únicamente a título personal, y no

colectivo o institucional, pues el Estado debe salvaguardar la


disponibilidad de personal médico y de enfermería no objetor; 2) no
cabe invocar la objeción para defender ideas contrarias a la
Constitución; 3) puede limitarse por bienes jurídicos dignos de especial
protección, lo que abarca, en general, todos los principios y valores que
proclama la Constitución; y, 4) no puede resultar en la denegación de
los servicios de salud, ni tampoco en la negativa o postergación de los
mismos cuando implique un riesgo para la salud del paciente, la

agravación de ese riesgo o la producción de daños, secuelas o


discapacidades.

37. Además, se señaló que la objeción no debe suponer una carga excesiva o
desproporcionada para las personas beneficiarias de los servicios de
salud, por lo que deben asegurarse mecanismos que prevean la
obligación de informar adecuadamente a los usuarios de las objeciones
presentadas y remitirles de inmediato, sin demora o trámite, con un
superior jerárquico o con personal no objetor que brinde la atención
adecuada o, en su caso, garantizar el traslado a una institución que

cuente con las condiciones adecuadas a una distancia geográfica


razonable.

38. A la luz de lo anterior, se determinó declarar la invalidez del precepto


impugnado ya que resultaba extremadamente vago y no delimitaba los

supuestos de objeción posibles, ni los límites y condiciones para su


ejercicio, generando un riesgo significativo de ser interpretado como
una licencia abierta para denegar arbitrariamente la prestación de
servicios sanitarios, salvo en dos situaciones: frente a una urgencia
médica o cuando corriera peligro la vida del paciente.

39. La mayoría también consideró que la obligación de prestar los servicios


de salud recae en el Estado, por lo que si bien, el personal forma parte
importante para esto, la responsabilidad final es del Estado y la

regulación debe ser adecuada para garantizar el ejercicio tanto de los


derechos del personal sanitario, como de las personas usuarias.

40. Bajo esta línea, se concluyó que, si bien, la objeción de conciencia es un


derecho que se encuentra protegido constitucionalmente, lo cierto es
que la forma en que fue regulada por el Congreso de la Unión no fue
armónica con otros derechos humanos que deben ser igualmente
protegidos. Es decir, no se garantizó la disponibilidad, accesibilidad,
aceptabilidad y calidad en los servicios de salud, ni se limitó la

objeción de tal forma que no constituya un obstáculo en el acceso a

tales servicios. El legislador debió establecer salvaguardas para


garantizar alternativas en la disponibilidad de los servicios frente a
casos no urgentes o en los que no corre riesgo la vida del paciente.

41. Finalmente, se determinó que no era obstáculo lo previsto por los

preceptos transitorios impugnados en el sentido de que se emitiría una


regulación administrativa para el ejercicio de la objeción de conciencia,
pues las limitaciones a este derecho deben estar previstas en una ley
formal y materialmente. En consecuencia, al vulnerarse el derecho de
protección a la salud de las personas, especialmente los derechos
sexuales y reproductivos de las mujeres, personas gestantes y personas
de la diversidad sexual y de género, la norma resultaba inconstitucional
dada su deficiente regulación.

II. Razones del disenso.

42. Coincidí con la declaración de invalidez del artículo 10 Bis impugnado,


al no establecer adecuadamente los límites al ejercicio del derecho de
objeción de conciencia. No obstante, considero que la sentencia debió
adoptar una metodología diferente pues, desde mi perspectiva,
resultaba necesario hacer un test de proporcionalidad a fin de evaluar la
validez de la norma.
43. 43. Esencialmente, la sentencia sostiene que si bien, la objeción de
conciencia ya está prevista constitucional y convencionalmente, la

indebida regulación por parte del Congreso de la Unión, al limitar su


ejercicio únicamente en dos supuestos y sin prever las garantías
institucionales necesarias, puede generar una afectación
desproporcionada en el disfrute del derecho a la protección de la salud

de las personas, así como en otros derechos vinculados como la


integridad personal, la vida, la decisión sobre el espaciamiento de los
hijos, el libre desarrollo de la personalidad, las libertades sexuales y
reproductivas, así como la igualdad y no discriminación, respecto de las
personas solicitantes de servicios médicos. Esta colisión entre derechos
humanos, así como el impacto especialmente relevante en las mujeres,
personas con capacidad de gestar, pertenecientes a la diversidad sexual,
o en cualquier condición de vulnerabilidad, es precisamente lo que

genera la necesidad de correr un test de proporcionalidad.

44. A mi parecer, la norma impugnada sí tiene una incidencia prima facie en


el ámbito de protección del derecho de las personas a acceder a los
servicios de salud y resultaba necesario que el Congreso de la Unión
delimitara los aspectos inherentes a la objeción de conciencia en todo
caso, tal y como lo proponía la iniciativa que dio lugar a la reforma, se
debió establecer que el ejercicio de la objeción de conciencia no puede
primar sobre la calidad, oportunidad e idoneidad de los servicios, ni
sobre la dignidad de las personas en el acceso a los servicios de salud.

45. Ahora bien, a fin de evaluar su validez, se debió determinar si la


regulación impugnada, (1) persigue una finalidad constitucionalmente
válida, (2) es idónea, (3) es necesaria y (4) proporcional, en sentido
estricto.

46. Tratándose de la finalidad constitucionalmente válida, me parece que


la norma supera esta primer grada ya que, derivado del marco teórico
precisado en los apartados A y B de la sentencia, con el que estuve de
acuerdo, en su mayoría, la objeción de conciencia se sitúa válidamente
en el ámbito específico de la salud como una manifestación de las
libertades de conciencias, creencias y religión prevista en los artículos
24 de la Constitución Federal y 12 de la Convención Americana sobre
Derechos Humanos, además de que su inclusión fomenta el

reconocimiento de la pluralidad desde un ámbito igualitario, propio de


un estado laico.

47. Por otra parte, la medida también resulta idónea porque cumple con la
finalidad que persigue, esto es, ayuda a garantizar la libertad de
decisión de los profesionales de la salud para no actuar en contra de sus
convicciones más íntimas, salvo que se sitúe en un caso de urgencia o
riesgo en la vida del paciente.
48. No obstante, me parece que la norma no supera la tercera grada, relativa
a la necesidad, toda vez que existen medidas alternativas que afectan

en menor medida la disponibilidad de los servicios de salud (por


ejemplo, contar con médicos no objetores, informar al paciente sobre la
objeción o, en su caso, trasladarlo con personal médico no objetor,
establecer procedimientos para hacer valer la objeción por escrito,

regular la evaluación de su ejercicio, generar salvaguardas para el


ejercicio del derecho a la salud y los derechos reproductivos y sexuales,
o establecer limitaciones a la objeción cuando implican una carga
desproporcionada al paciente).

49. La norma impugnada establece limitativamente los casos en que no es


posible objetar, sin tomar en cuenta la disponibilidad y condiciones en
el momento de la prestación de los servicios en la unidad médica
específica; en este sentido, el Comité para la Eliminación de la

Discriminación contra la Mujer, en su Recomendación General No. 24,


de 1999, sostuvo que cuando los encargados de prestar los servicios de
salud objetan en bases de conciencia, el Estado debe adoptar las
medidas necesarias para asegurar la remisión de las mujeres pacientes a
otras entidades que presten los mismos servicios, a fin de respetar su
salud reproductiva y no constituir barreras en el ejercicio de los

derechos.[8]
50. Aunado a lo anterior, aunque basta con no superar una grada del test
para considerar que la norma es inválida, me parece que la medida

impugnada tampoco superaría un análisis de proporcionalidad en


sentido estricto, frente a la intensa afectación al derecho a la salud, y
diversos derechos relacionados, generado por el hecho de autorizar a
los profesionales de la salud a objetar la prestación de cualquier

servicio, estableciendo como únicas limitantes el peligro inminente a la


vida del paciente y la urgencia médica, lo que genera un amplio margen
de interpretaciones sin garantías adecuadas que aseguren los derechos
de los pacientes.

51. Debe tenerse en cuenta que la objeción de conciencia normalmente se


presenta en casos estereotípicos como la interrupción del embarazo, el
trasplante de órganos, las transfusiones sanguíneas, la prestación de
insumos y servicios para la planeación reproductiva y familiar, la

vacunación, la eutanasia, los servicios paliativos del dolor o la atención


a las personas pertenecientes a la diversidad sexual y de género, entre
otros; en diversas ocasiones, estos servicios no pueden ser calificados,
en estricto sentido, como urgencias médicas, y sería en estos casos
donde la norma impugnada permitiría el ejercicio de la objeción de
conciencia sin prever, adicionalmente, las condiciones para garantizar
la atención médica adecuada en tiempo y forma de los usuarios de los
servicios de salud que cuentan con un derecho humano a recibir

atención, generando diversas obligaciones que no pueden obviarse y

que corren a cargo del sistema de salud del Estado.

52. En síntesis, apoyado con las diversas consideraciones de la sentencia,


me parece que se debió adoptar una metodología en este sentido.

53. Ahora bien, fuera de la metodología y con el ánimo de evitar

reiteraciones, tampoco comparto las limitaciones a la objeción de


conciencia precisadas en los párrafos 424 a 426, como he señalado con
anterioridad.

54. En otro aspecto, también considero que la amplitud con la que se facultó
a la Secretaría de Salud para regular el ejercicio del derecho de
objeción de conciencia refuerza el vicio de inconstitucionalidad y pone
en riesgo las garantías para asegurar la dignidad de los pacientes.

55. Debe aclararse que la obligación de prestar los servicios de salud recae

sobre el Estado, es el único responsable final de garantizar el completo


y eficaz acceso de los servicios de salud, no obstante, es innegable que
el ejercicio del derecho humano de objeción de conciencia para negarse
a prestar ciertos servicios, en el ámbito laboral, por parte del personal
del Sistema Nacional de Salud, no puede disociarse tajantemente de las
obligaciones estatales (lo que incluye a los sectores social y privado
que ejerzan alguna función esencialmente gubernamental como la
salud).

56. El hecho que las personas legitimadas para presentar la objeción sean las

mismas que deben resolver las obligaciones estatales para con los
usuarios de los servicios de salud, en su carácter de profesionales de la
salud y servidores públicos, o privados que ejercen funciones
gubernamentales, implica que debe generarse un equilibrio, pues

estamos frente a dos caras de la misma moneda: el derecho de los


profesionales de la salud y las obligaciones estatales de garantía en la
materia.

57. Reitero, el problema del precepto impugnado no radicaba en el


reconocimiento del derecho a objetar conciencia, sino en la deficiente
regulación del mismo en transgresión a las altas exigencias de
seguridad jurídica que se requieren para desatender un mandato legal
susceptible de afectar los derechos más básicos de la autonomía

personal de terceros.

58. Me parece que la regulación emitida por el Congreso de la Unión debió


ahondar, entre otros aspectos, en desarrollar adecuadamente la
titularidad, procedencia, procedimiento, medidas de fiscalización y de
política públicas de la objeción en materia sanitaria, no solamente por
seguridad de los pacientes, sino de los mismos profesionales que
ejercen su derecho, a fin de evitar que incurran en responsabilidades
médicas, penales, civiles o administrativas.

EFECTOS

B. Exhorto al Congreso de la Unión.

I. Razones de la mayoría.

59. En este apartado, la mayoría determinó que, frente a la necesidad de


regular la objeción de conciencia en materia sanitaria, resultaba

adecuado exhortar al Congreso de la Unión para regular este derecho a


la objeción de conciencia, en el ámbito de su competencia, pudiendo
tomar en cuenta ciertos lineamientos, a saber:

a) La objeción constituye un derecho individual.

b) Debe asegurarse la disponibilidad de personal médico y de


enfermería no objetor en todas las instituciones del Sistema
Nacional de Salud, a fin de no comprometer la prestación de los
servicios.

c) Únicamente el personal que participe directamente en el


procedimiento sanitario se encuentra facultado para ejercer la
objeción.

d) Se debe incorporar un plazo breve para hacerla valer la objeción.

e) En su caso, la persona que deba decidir sobre la procedencia de la


objeción debe pronunciarse en un plazo breve u operaría una
negativa ficta.

f) Debe preverse que no es procedente la objeción cuando se ponga

en riesgo para la salud o la agravación del riesgo, cuando se


puedan producir daños, secuelas o discapacidades, cuando se
prologue el sufrimiento físico o psicológico por la tardanza,
cuando su ejercicio implique una carga desproporcionada para

los pacientes, o cuando no existan alternativas viables y


accesibles para brindar los servicios en condiciones de calidad y
oportunidad.

g) No se pueden invocar motivos discriminatorios o de odio.

h) No puede entorpecer o retrasar la prestación de servicios.

i) El ejercicio indebido de la objeción puede generar


responsabilidades ulteriores.

j) Se debe proporcionar información y orientación adecuada, sin

discriminación, a los pacientes.

k) Se debe remitir al beneficiario de los servicios, de inmediato, con


el superior jerárquico o con personal no objetor.

l) En caso de no existir personal no objetor, se debe regular la


forma y modo de prestación del servicio.

m)El personal objetor no debe emitir juicio valorativo alguno de la


persona beneficiaria, ni persuadirla para cambiar su parecer sobre
el procedimiento.

II. Razones del disenso.

60. Voté a favor de exhortar al Congreso de la Unión para que legisle de


forma prioritaria el ejercicio de la objeción de conciencia. Si bien,
concuerdo con la mayoría de los lineamientos adoptados por el

Tribunal Pleno, lo cierto es que, desde mi perspectiva, resultaron en


una articulación administrativa demasiado particularizada que excedía
los parámetros generales que debieron sentarse para guiar la actuación
legislativa.

61. A mi parecer, bastaba con un catálogo más minimalista que abarcara los
aspectos generales de la objeción de conciencia como la titularidad, la
procedencia y el procedimiento, sin necesidad de desarrollar reglas
específicas en los aspectos técnicos u operativos, pues la validez de una

objeción debe de ser determinada caso por caso atendiendo a diversos


elementos ponderables.

62. En esa línea, mi opinión en este apartado va en dos sentidos, el primero,


para precisar cuáles hubieran sido desde mi perspectiva los
lineamientos adecuados; y, en segundo lugar, señalar algunas
precisiones en torno a los lineamientos que finalmente fueron
adoptados por el Tribunal Pleno.
63. Tratándose del primer punto, considero que un catálogo más adecuado

debió abordar únicamente los siguientes aspectos:[9]

i. Titularidad. Debe establecerse quiénes pueden ejercer la


objeción de conciencia, restringiendo este derecho al personal
que participa directamente en el procedimiento.

ii. Procedencia. Además de contemplarse los supuestos previstos en

el artículo impugnado como límites al ejercicio de libertad de


conciencia (riesgo de la vida del paciente o urgencia médica), se
debe adicionar aquellos casos en que la objeción implica una
carga desproporcionada para los beneficiarios de los servicios de
salud, especialmente en los casos estereotípicos donde se
presenta la objeción.

iii.Procedimiento. La objeción debe de hacerse valer por escrito,


antes del acto rechazado, exponiendo claramente las razones de

la objeción y dejando constancia de la remisión con el personal


que sí puede llevar a cabo el procedimiento del que se trate,
estableciendo la obligación de las instituciones públicas y
privadas de realizar los traslados y los trámites y
acompañamientos necesarios para que se garantice el derecho a
la salud sin demora y a su costo.

iv.Fiscalización del ejercicio. Verificar que en todos los


procedimientos se haya cumplido con la obligación de garantizar
el ejercicio a la salud de los pacientes.

v. Medidas de política pública. Como podría ser la creación de un


padrón de médicos no objetores, tanto en el caso de los servicios
de salud públicos como los privados, e incluso, esta situación
debe monitorearse desde las escuelas de medicina,

salvaguardando la formación de una proporción de futuros


profesionistas no objetores que aseguren la futura cobertura y
disponibilidad de los servicios.

64. Dichos lineamientos considero que resultaban suficientes para guiar la


labor legislativa. No obstante, al haberse adoptado un catálogo de
lineamientos diverso, me parece que debieron hacerse ciertas
precisiones adicionales.

65. 65. En primer lugar, en el inciso b), debió enfatizarse la garantía de

contar con personal no objetor, haciendo especial énfasis en las zonas


aisladas, pobres o marginalizadas. A continuación, en el inciso d),
debió precisarse que la objeción de conciencia debe presentarse por
escrito y de forma previa a los actos rechazados.

66. Por otra parte, en el inciso h), debió agregarse que no resulta válido
entorpecer o retrasar la prestación de los servicios, sobre todo en
aquellos supuestos donde la atención inmediata es necesaria para
garantizar el acceso afectivo, ya sea por las limitaciones temporales
propias del padecimiento o por otras disposiciones que lo ciñan,

ejemplo de esto último podría ser un caso de interrupción voluntaria del


embarazo -donde se actualiza una limitación temporal legal-.

67. Finalmente, en el inciso l), debió especificarse que la objeción de


conciencia queda exceptuada cuando el médico objetor sea el único

profesional capacitado para brindar el servicio solicitado y no sea


posible la referencia oportuna, y por cuenta del centro de salud, a otro
prestador no objetor. Es decir, ante la ausencia de un sustituto perfecto
al médico que pretende objetar, no procede ejercer la objeción, pues se
generaría una carga desproporcionada para el paciente. Deben tomarse
en cuenta las relaciones asimétricas entre los profesionales de la salud y
el paciente, sumado a la intensa afectación en el derecho a la salud de
las personas que puede suponer este mecanismo.

68. En suma, los argumentos anteriores explican mi disenso con algunas


consideraciones adoptadas en la sentencia, por lo demás, reitero mi
conformidad con la decisión adoptada por el Tribunal Pleno.

Ministro, Juan Luis González Alcántara Carrancá.- Firmado


electrónicamente.- Secretario General de Acuerdos, Lic. Rafael Coello
Cetina.- Firmado electrónicamente.

EL LICENCIADO RAFAEL COELLO CETINA, SECRETARIO


GENERAL DE ACUERDOS DE LA SUPREMA CORTE DE JUSTICIA
DE LA NACIÓN: CERTIFICA: Que la presente copia fotostática constante

de trece fojas útiles en las que se cuenta esta certificación, concuerda fiel y
exactamente con el original firmado electrónicamente del voto concurrente
del señor Ministro Juan Luis González Alcántara Carrancá, formulado en
relación con la sentencia del veintiuno de septiembre de dos mil veintiuno,

dictada por el Pleno de la Suprema Corte de Justicia de la Nación en la acción


de inconstitucionalidad 54/2018, promovida por la Comisión Nacional de los
Derechos Humanos. Se certifica con la finalidad de que se publique en el
Diario Oficial de la Federación.- Ciudad de México, a seis de diciembre de
dos mil veintiuno.- Rúbrica.

VOTO PARTICULAR QUE FORMULA EL SEÑOR MINISTRO


LUIS MARÍA AGUILAR MORALES, EN RELACIÓN CON LA
ACCIÓN DE INCONSTITUCIONALIDAD 54/2018.

En sesión celebrada el veintiuno de septiembre de dos mil veintiuno, el


Tribunal Pleno de esta Suprema Corte de Justicia de la Nación, al resolver el
expediente citado al rubro, declaró la invalidez del artículo 10 Bis de la
Ley General de Salud, así como sus artículos Segundo y Tercero
Transitorios, del Decreto por el que se adicionó ese precepto, por regular
en forma deficiente el derecho del personal médico y sanitario del
Sistema Nacional de Salud a invocar la objeción de conciencia para
excusarse de participar en la prestación de los servicios sanitarios cuando se
opongan a sus creencias religiosas, ideológicas, éticas y de conciencia.

Durante las sesiones públicas en las que se discutió esta acción de


inconstitucionalidad alcanzamos consensos muy importantes (en algunos
casos por unanimidad) para la construcción de criterios de protección de los
derechos humanos, en este caso, de los derechos de libertad religiosa y de

conciencia del personal médico y sanitario, así como los derechos a la


protección de la salud, autonomía, derechos sexuales y reproductivos y
derechos de igualdad y no discriminación de todas las personas, sobre todo de
las mujeres y de las personas con capacidad de gestar.

En este sentido, por una mayoría calificada llegamos a la determinación de


que la Constitución General reconoce el derecho de toda persona a la libertad
religiosa y de conciencia, de la cual deriva la objeción de conciencia como
una forma de concreción de estos derechos.

Asimismo, con esa mayoría calificada establecimos un parámetro de


constitucionalidad en el que se sientan las bases y límites con que se debe
regular la objeción de conciencia en la República Mexicana a fin de hacerla
armónica con las garantías de protección de la salud en el más alto nivel
posible y con los derechos sexuales y reproductivos de la mujer y de las
personas con capacidad de gestar.

En la primera parte de la sentencia aprobada por la Suprema Corte de


Justicia de la Nación delineamos una serie de requisitos y elementos que
deben ser observados para que cualquier regulación sobre la objeción de

conciencia sea constitucionalmente válida, entre ellos, los siguientes:

a) La Constitución General reconoce el derecho de toda persona a la


libertad religiosa y de creencias y, a partir de esas libertades, el derecho
a ejercer la objeción de conciencia cuando un mandato jurídico se

oponga a sus convicciones.

b) La objeción de conciencia no es absoluta y la Constitución le impone


determinados límites, de manera tal que únicamente es válida cuando
se trate de una auténtica contradicción con los dictados de una
conciencia respetable en un contexto democrático.

c) Así, la objeción de conciencia está limitada por el respeto de los


derechos fundamentales de otras personas, la salubridad general, la
prohibición de discriminación, el principio democrático, entre otros.

d) La objeción de conciencia, según este estándar que aprobamos, jamás


podrá invocarse por el personal médico y de enfermería para negar la
atención médica por motivos discriminatorios o de odio, ni para
entorpecer o retrasar la prestación de los servicios sanitarios.

e) La objeción de conciencia es estrictamente individual, de manera que las


instituciones de salud no pueden invocarla ni obligar al personal a
hacerlo.
f) Además, conforme a los precedentes del Pleno y de las Salas de esta
Suprema Corte de Justicia de la Nación, también coincidimos en que la

protección de la salud es un derecho fundamental de todas las personas


y es el Estado el que, con todos los medios que tenga a su alcance, debe
velar por su protección, incluso si esto significa erogar recursos
humanos y económicos.

El parámetro de constitucionalidad anterior es un importante reflejo del


compromiso de este Alto Tribunal en la protección de los derechos humanos,
y a partir de este marco jurisprudencial se analizó si las normas impugnadas
son o no constitucionales.

En este sentido, al estudiar la constitucionalidad del artículo 10 Bis y sus


normas transitorias, quienes integramos el Tribunal Pleno coincidimos en
forma unánime en que una regulación de la objeción de conciencia como
la que presentaba el artículo 10 Bis de la Ley General de Salud (en su

literalidad), podía poner en riesgo el ejercicio de los derechos humanos


de todas las personas usuarias de los servicios de salud y, en especial, de
las mujeres, personas con capacidad de gestar y las personas de la
diversidad sexual y de género.

Lo anterior, porque si bien reconocimos que es válido que la Ley General


de Salud proteja el derecho de objeción de conciencia en favor del personal
médico y de enfermería, tal regulación debe ser cuidadosa en no poner en
riesgo el ejercicio de los derechos humanos de las personas usuarias de los

servicios de salud.

En el caso, advertimos que una lectura aislada del artículo 10 Bis de la


Ley General de Salud no era suficiente para proteger los derechos de las
personas beneficiarias de los servicios de salud y, especialmente, de las
mujeres y personas con capacidad de gestar, ya que en ese artículo no estaban

contenidos expresamente los límites de la objeción de conciencia del personal


médico y de enfermería, que garantizaran que la objeción de conciencia no
generaría la negación de la prestación de los servicios de salud en detrimento
de las personas usuarias.

De esta forma, el Tribunal Pleno se encontró frente a dos posibles


caminos: a) declarar la invalidez de las normas impugnadas; o b) realizar una
interpretación conforme o sistemática para dar contenido al artículo 10 Bis de
la Ley General de Salud y reconocer su validez únicamente si se entendía en

el sentido de que los límites a la objeción de conciencia se encuentran


inmersos en forma trasversal en la Ley General de Salud.

La mayoría de los integrantes del Tribunal Pleno consideró que lo más


adecuado era declarar la invalidez del artículo 10 Bis de la Ley General de
Salud y sus normas transitorias, de manera que se expulsaran del
ordenamiento mexicano y, de este modo, no existiera riesgo alguno de que el
ejercicio de la objeción de conciencia pudiera ocasionar la negación de los
servicios de salud de las personas.

Si bien compartí todas las preocupaciones de la mayoría en torno a la

necesidad de contar con una adecuada regulación de la objeción de


conciencia que fuera coherente con la protección del derecho a la salud
de todas las personas y de la prohibición de discriminación,
respetuosamente no estoy de acuerdo en que la mejor solución hubiera

sido la expulsión del artículo 10 Bis de la Ley General de Salud así como
de los artículos Segundo y Tercero Transitorios del Decreto por el que se
adicionó el precepto referido.

Reconozco que es posible interpretar las normas impugnadas en su peor y


más fatalista sentido; sin embargo, esa no es la única interpretación posible
y, en los casos en que existan diversas interpretaciones plausibles, debemos
optar por aquella que maximice la protección de los derechos humanos y que
permita salvar la norma impugnada, por supuesto, cuando sea viable hacerlo

y sin generar restricciones en otros derechos.

Incluso, esta Suprema Corte de Justicia de la Nación ha sostenido en el

Expediente Varios 912/2010[1] y en otros precedentes posteriores que las


normas del Legislador Democrático tienen una presunción de
constitucionalidad, de manera que cuando un órgano jurisdiccional ejerce
control de constitucionalidad o de convencionalidad, debe intentar realizar
una interpretación sistemática o conforme con la que perciba el orden
jurídico a la luz y conforme a los derechos humanos, favoreciendo en todo

momento la protección más amplia, de manera que si hay varias

interpretaciones posibles, se debe preferir la que haga a la ley acorde con


los derechos humanos.

Únicamente cuando la interpretación conforme o sistemática no sea


posible y, como último recurso se debe declarar la inconstitucionalidad de

la norma (expulsándola o inaplicándola, según sea el medio de impugnación


de que se trate).

Nos encontramos precisamente en este escenario, pues como


acertadamente se sostuvo durante las sesiones públicas del Tribunal Pleno,
una incorrecta aplicación de las normas puede dar lugar al abuso del derecho
y a la arbitrariedad del personal médico y de enfermería, en perjuicio de los
derechos de las personas que necesitan la prestación de un servicio sanitario.

En este punto es donde considero que todas las señoras Ministras y los

señores Ministros estamos absolutamente de acuerdo: una interpretación


aislada y textual del artículo 10 Bis de la Ley General de Salud sería
deficiente e insuficiente para proteger los derechos de las personas
beneficiarias de los servicios de salud, incluso, como también lo hemos
reconocido, se verían afectados con especial intensidad los derechos de las
mujeres y de las personas con capacidad de gestar, todo lo cual sería
absolutamente inaceptable.
A este respecto, estoy plenamente convencido de que una interpretación
aislada y textual del artículo 10 Bis de la Ley General de Salud sería

inconstitucional y, de no existir alguna otra interpretación posible, habría


optado por la invalidez del precepto.

Sin embargo, considero que no estamos ante un escenario en el que


exista una única interpretación posible. Como lo expuse en las sesiones en

que discutimos esta acción de inconstitucionalidad y en la misma forma en la


que lo propuse en el proyecto que presenté a consideración del Tribunal
Pleno, considero que no nos encontramos ante una colisión entre derechos
sino ante un falso dilema constitucional en el que, incluso, veo posible
proteger con la mayor intensidad tanto los derechos del personal médico y de
enfermería como de los usuarios de los servicios de salud (por supuesto los
derechos de las mujeres y de las personas con capacidad de gestar).

Recordemos que la Comisión Nacional de los Derechos Humanos sostuvo

en su demanda de acción de inconstitucionalidad, que el Congreso de la


Unión reguló deficientemente la objeción de conciencia, pues no estableció
los estándares mínimos que garanticen el derecho a la disponibilidad en los
servicios médicos de todas las personas, lo cual debía hacerse a fin de
asegurar tres aspectos fundamentales: a) Que las instituciones de salud
pública garanticen contar en todo momento con personal médico no objetor;
b) Que, en caso de no contar con médicos no objetores, el Estado asegure la
prestación de los servicios médicos; y c) Que la institución pública remita a la
persona cuyo servicio fue excusado por una persona objetora, con personal

no objetor.

En esta tesitura, para la Comisión actora, el artículo 10 Bis impugnado


contiene una regulación absoluta e ilimitada del derecho de objeción de
conciencia del personal médico y de enfermería, que tiene mayor protección

en esta legislación que el propio derecho a la salud de las personas, pues


únicamente se prevén dos supuestos en los cuales la objeción de conciencia
no podrá invocarse: cuando la vida del paciente corra peligro y cuando se
trata de casos de urgencia médica.

Como lo adelanté en este voto jurisdiccional (y como lo mencioné en las


sesiones públicas en las que discutimos esta acción de inconstitucionalidad),
me parece que una lectura aislada del artículo 10 Bis de la Ley General
de Salud y de los artículos Segundo y Tercero Transitorios del Decreto

por el que se adicionó el precepto referido, sería absolutamente


inconstitucional.

Sin embargo, desde mi perspectiva, es posible afirmar que las normas


impugnadas que regulan la objeción de conciencia en la Ley General de
Salud son constitucionales si y sólo si se interpretan en forma sistemática
con el resto de la Ley General, en el sentido de que:

a) La objeción de conciencia es un derecho del personal médico y de


enfermería que, desde su fuero individual, pueden ejercer para negarse
a realizar alguno de los procedimientos sanitarios que forman parte de

los servicios de salud que presta el Estado Mexicano, cuando


consideren que se oponen a sus convicciones religiosas, ideológicas,
éticas y de conciencia.

b) La objeción de conciencia no podrá invocarse por el personal médico y

de enfermería cuando su ejercicio ponga en riesgo la vida del paciente


o cuando se trate de una urgencia médica.

c) Cuando una persona profesional de la medicina o enfermería ejerce su


derecho a la objeción de conciencia, está obligada a brindar toda la
información y orientación necesaria a la persona beneficiaria de los
servicios de salud, lo cual incluye, por lo menos, que a través de un
trato digno, decoroso y sin discriminación alguna, le informe las
opciones médicas con que cuenta y le remita de inmediato y sin mayor

demora o trámite, con su superior jerárquico o con personal médico o


de enfermería no objetor.

d) El personal médico o de enfermería objetor de conciencia se abstendrá


de emitir algún juicio valorativo de carácter religioso, ideológico o
personal que pueda discriminar o vulnerar la dignidad humana de las
personas beneficiarias de los servicios de salud. Asimismo, se deberá
abstener de intentar persuadir a las beneficiarias, con cualquier doctrina
religiosa, ideológica o estrictamente personal, con el fin de evitar que

se realice un procedimiento que es contrario a las convicciones del

personal facultativo y de enfermería.

e) El Estado Mexicano, por conducto de sus órdenes de gobierno


competentes y de conformidad con la legislación general en materia de
salubridad general, deberá asegurarse de contar con equipo médico y de

enfermería suficiente de carácter no objetor para garantizar que se


preste la atención médica en la mejor de las condiciones posibles, sin
forma alguna de discriminación.

f) La objeción de conciencia en materia sanitaria es un derecho de carácter


individual, por lo que, en caso de que un hospital o unidad sanitaria
pública o de la seguridad social no se cuente, en un momento
determinado, con personal médico y de enfermería no objetor de
conciencia, el Estado se encuentra obligado a realizar, con todos los

medios posibles a su alcance y en el modo más eficiente posible, el


traslado de las personas beneficiarias de los servicios de salud, a un
hospital o unidad médica en el que se realice el procedimiento
sanitario.

La regulación de la objeción de conciencia en la Ley General de Salud


responde a un problema que lleva mucho tiempo latente en el entorno
jurídico: tratar de conciliar los conflictos entre la conciencia y la ley. De esta
manera, la objeción de conciencia se presenta cuando las normas o actos que

generan una obligación o carga se oponen a las más íntimas convicciones

(religiosas o no) de las personas.

Desde una lectura aislada es verdad que el artículo 10 Bis impugnado es


muy breve y no delimita ni los supuestos de objeción de conciencia posibles
ni todos los límites con que debe contar. Efectivamente, considero que sería

deseable, desde un plano de técnica legislativa, que el órgano parlamentario


hubiera delimitado todos los aspectos inherentes a la objeción de conciencia
en el mismo apartado. Sin embargo, la falta de técnica legislativa no genera
por sí sola la inconstitucionalidad de la norma, pues hay casos (como el que
se analizó en este juicio abstracto) en los que la disposición debe leerse en
forma sistemática con el resto del ordenamiento legal.

De esta forma, considero que a partir de una interpretación sistemática


de la Ley General de Salud, es posible advertir que la objeción de

conciencia en materia sanitaria cumple con los límites impuestos por la


Constitución Política.

Para sostener esta idea, quiero recordar que la objeción de conciencia no


es un derecho general a desobedecer las leyes, pues únicamente es válida
cuando se trata de una auténtica contradicción de conciencia en un contexto
constitucional y democrático y, además, por regla general únicamente puede
ser invocada por personas y nunca por instituciones públicas de salud.
De esta manera, la regulación sobre objeción de conciencia no presenta
una colisión con el derecho de protección de la salud, pues de acuerdo con los

artículos 4º y 73, fracción XVI, de la Constitución Federal[2] y 2º de la Ley

General de Salud[3], todas las personas tienen derecho a la protección de la


salud y este derecho se entiende con la finalidad de contribuir al bienestar
físico y mental de las personas, a la prolongación y mejoramiento de la

calidad de la vida humana, al disfrute de los servicios de salud y de asistencia


social que satisfagan eficaz y oportunamente las necesidades de la población,
la promoción de la salud y la prevención de enfermedades, así como generar
el conocimiento necesario para el adecuado aprovechamiento y utilización de
los servicios de salud.

Del mismo modo, conforme al artículo 6º de la Ley General[4] citada, el


Sistema Nacional de Salud tiene diversos objetivos, entre los que destacan el
de proporcionar servicios de salud a toda la población y mejorar la calidad de

su prestación.

Asimismo, de acuerdo con los artículos 51, 51 Bis1, y 54 de la Ley

General de Salud[5], los usuarios de los servicios sanitarios tienen derecho a


obtener prestaciones de salud oportunas y de calidad idónea, así como a
recibir atención profesional y éticamente responsable y un trato respetuoso y
digno de los profesionales, técnicos y auxiliares. Igualmente, tienen derecho
a recibir información suficiente, clara, oportuna y veraz, así como la
orientación que sea necesaria respecto de su salud, por lo que las autoridades

sanitarias deberán establecer procedimientos de orientación y asesoría a los


usuarios sobre el uso de los servicios de salud que requieran, así como
mecanismos para que los usuarios presenten quejas relacionadas con los
servicios de salud.

En este orden de ideas, si bien los límites del derecho de objeción de


conciencia no se encuentran expresamente señalados en el artículo 10 Bis
impugnado, a partir de una interpretación sistemática de los artículos 2º,
6º, 51, 51 Bis1, y 54 de la Ley General de Salud, se advierte que esos
límites se encuentran inmersos en forma trasversal en todo el
ordenamiento, específicamente en cuanto en la ley se refiere que todas las
personas son beneficiarias del derecho de protección a la salud y, que el
personal encargado de prestar los servicios (facultativo, de enfermería y

auxiliar) se encuentran obligados a brindar la protección de la salud eficaz y


oportunamente a través de servicios de calidad, oportunos, idóneos,
profesionales, dignos y éticamente responsables, así como de brindar la
información y orientación suficiente, clara, oportuna y veraz que sea
necesaria para la protección de la salud de las personas.

Así, las obligaciones anteriores sirven en la Ley General como límites y


obligaciones para todo el personal del Sistema Nacional de Salud, de manera
que a través de su lectura conjunta, permiten advertir que la objeción de
conciencia puede ser ejercida por el personal médico y de enfermería,

siempre y cuando no se trate de un caso de urgencia médica o que pongan en


peligro la vida del paciente (como expresamente se dispone en el artículo 10
Bis).

Adicionalmente, también se limita el ejercicio de la objeción de

conciencia, ya que la propia Ley General de Salud establece que la prestación


del derecho de protección de la salud debe llevarse a cabo a través de
servicios profesionales de calidad, oportunos, idóneos, dignos y éticamente
responsables, de lo cual se advierte que la labor del personal médico y de
enfermería debe ser acorde con esos mandatos, de tal forma que si lo
incumplen pueden ser sujetos de las distintas clases de responsabilidad
previstas en la Ley General.

Además, como se mencionó, el personal facultativo y de enfermería está

obligado a brindar los servicios de salud asegurándose de dar la


información y orientación suficiente, clara, oportuna y veraz que sea
necesaria para la protección de la salud de las personas.

En este sentido, de este mandato legal se advierte claramente que, en caso


de que una persona profesional de la medicina sea objetora de conciencia
y se niegue legítimamente a realizar algún procedimiento médico, está
obligada legal y constitucionalmente a informar de esta situación al
paciente y orientarlo de forma oportuna, suficiente y veraz con toda la

información necesaria para proteger su salud en sentido amplio y sus

derechos, para que pueda ser canalizado con personal médico que no sea
objetor.

Del mismo modo, la legislación garantiza la protección de la salud de


todas las personas, y obliga al Estado Mexicano a contar con personal

facultativo no objetor a fin de asegurar la prestación de los servicios


sanitarios, toda vez que la objeción de conciencia es, por regla general, un
derecho de ejercicio individual, por lo que el Estado nunca podrá escudarse
en ella.

Más aún, porque en el amparo en revisión 378/2014[6], resuelto por la


Segunda Sala, que después fue reiterado por este Tribunal Pleno al resolver

las acciones de inconstitucionalidad 89/2015[7] y 33/2015[8], esta Suprema


Corte ha sostenido que el Estado Mexicano se encuentra obligado a proteger

la salud de las personas y, para ello debe establecer los mecanismos


necesarios para que todas las personas tengan acceso a los servicios de salud
encaminados a la obtención de un determinado bienestar general.

Igualmente, en esos precedentes se ha reiterado que el Estado tiene una


obligación positiva consistente en adoptar —sin discriminación alguna—
todas las medidas posibles hasta el máximo de los recursos que disponga,
para lograr progresivamente, por todos los medios apropiados, la plena
efectividad del derecho de protección de la salud.

Asimismo, en aquella ocasión, este alto Tribunal determinó que el Estado

debe realizar las gestiones pertinentes para que, en caso de no contar con
los recursos o elementos que garantizaran la protección de la salud de las
personas quejosas, se gestionara todo lo necesario para que fueran
atendidas en algún otro hospital o clínica del sector salud en el que

puedan recibir su tratamiento en las condiciones adecuadas e idóneas a su


enfermedad, a efecto de garantizarles el derecho a obtener el nivel más alto
posible de salud.

De esta manera, a partir de la jurisprudencia de esta Suprema Corte de


Justicia de la Nación, se puede apreciar que la obligación de prestar los
servicios de salud recae sobre el Estado y, si bien, en ella participan en
forma importante el personal médico y de enfermería, lo cierto es que la
responsabilidad final de garantizar el completo y eficaz acceso de los

servicios de salud, es del Estado Mexicano; por lo cual puede sostenerse


(bajo esta interpretación sistemática) que el artículo 10 Bis de la Ley General
de Salud no vulnera los principios y derechos que la Constitución General
garantiza.

Uno de los casos de objeción de conciencia que más relevancia tiene para
este caso se presenta en los supuestos de la interrupción legal del embarazo
y del acceso a métodos de anticoncepción y planificación familiar. Incluso,
la Comisión Nacional de los Derechos Humanos lo destacó en la demanda de

esta acción de inconstitucionalidad al señalar que, desde su perspectiva, la

norma impugnada impide que el Estado garantice el acceso a estas


prestaciones sanitarias, e impide a las mujeres disfrutar de su derecho
fundamental a ejercer de manera efectiva sus derechos sexuales y
reproductivos.

Al respecto, considero que la interpretación sistemática de la Ley


General de Salud permite afirmar que los derechos de las mujeres
reconocidos en la Constitución de la República y en las leyes sanitarias
del País, se encuentran protegidos, de manera que el Estado tiene la
obligación institucional de garantizarlos en tiempo, calidad y sin mediar
alguna forma de discriminación en contra de la mujer.

En este sentido, conforme a los diversos precedentes de este Alto Tribunal


que se encuentran citados en la sentencia, me parece que es clara la

obligación constitucional y legal del Estado respecto de asegurar por


todos los medios posibles, que se garantice el derecho de las personas a la
protección de su salud y a ser beneficiarias de los procedimientos
sanitarios previstos legalmente.

Incluso, desde mi perspectiva, esta obligación tiene un alcance tan amplio


que obliga al Estado, en caso de no contar con los recursos materiales
para realizar un procedimiento sanitario, a trasladar a la paciente a un
hospital en el que sí se realicen, quedando bajo su responsabilidad

garantizar que se proteja el derecho de la paciente hasta la cabal conclusión

del procedimiento.

Dicho lo anterior, bajo la interpretación sistemática que propuse, la norma


impugnada no vulnera el derecho de protección de la salud de las
personas y, en consecuencia, tampoco lo hace en la vía indirecta —en

abstracto— respecto de otros derechos humanos como: a la integridad


personal y vida, a decidir sobre el libre espaciamiento de los hijos, libre
desarrollo de la personalidad y libertades sexuales y reproductivas, a la
igualdad y no discriminación, respecto de las personas que solicitan la
atención o servicio médico.

Por tanto, para mí, el artículo 10 Bis de la Ley General de Salud y las
normas transitorias del decreto por el que se adicionó esta norma, son
constitucionales únicamente si se leen al tenor de la interpretación sistemática

que he desarrollado en páginas previas.

Siguiendo este hilo conductor y a partir de un análisis con perspectiva de


género, considero que con esta interpretación sistemática se protegen los
derechos de las mujeres, personas gestantes y personas de la diversidad
sexual y de género, en mayor medida que lo haría decretar la invalidez
de las normas impugnadas, pues declarar la invalidez (sin más) significaría
expulsar la norma que regula la objeción de conciencia en la Ley General de
Salud, pero eso no va a resolver el problema que ya existe en el mundo real.

No olvidemos, que la Constitución General reconoce el derecho de

libertad religiosa y de conciencia del que deriva la objeción de conciencia, de


manera que, con independencia de que se expulsaran las normas cuestionadas
de la Ley General de Salud, los médicos seguirán solicitando que se les
exente del deber jurídico que consideran contrario a sus creencias.

Además, las entidades federativas tienen, en muchos casos, una regulación


sobre la objeción de conciencia distinta a la del artículo 10 Bis, de manera
que su expulsión no abonará a la protección de los derechos de las personas
beneficiarias de los servicios de salud.

Por el contrario, dado que la Ley General de Salud es una ley marco que
distribuye competencias y fija las bases de la salubridad general del Estado
Mexicano, considero que su expulsión genera un vacío normativo que puede
dar mayores problemas a los operadores jurídicos, a las instituciones de

salud, al personal médico y de enfermería y, por supuesto, a las personas


beneficiarias de los servicios de salud (entre ellas a las mujeres, personas con
capacidad de gestar y a las personas que integran los colectivos de la
diversidad sexual y de género).

En cambio, la interpretación sistemática (o incluso conforme, como lo


sostuvieron algunos Ministros en las sesiones plenarias) no sólo es más
deferente con el legislador democrático, sino que dota de certeza y seguridad
jurídica (en mayor medida que la invalidez) en favor de los operadores
jurídicos, personal sanitario y beneficiarios de los servicios de salud.

La interpretación sistemática o conforme de la Ley General de Salud


habría permitido a este Alto Tribunal dar claridad sobre cuáles son los límites
y estándares que deben acatar para poder ejercer la objeción de conciencia sin
generar perjuicios en terceras personas.

No olvidemos que en el artículo tercero transitorio del Decreto de


reformas de once de mayo de dos mil dieciocho, el Congreso de la Unión
impuso a las entidades federativas la necesidad de adecuar su normativa a la
Ley General de Salud en materia de objeción de conciencia, de manera tal
que, si hubiéramos optado por una interpretación sistemática o conforme,
habríamos dado lugar a un régimen único en la Ley General que pudo
permitir un monitoreo más eficaz del ejercicio de la objeción de conciencia y
de la protección de los derechos de los pacientes.

Como jueces constitucionales, no podemos sacrificar los derechos y


libertades del personal médico y de enfermería, por el ejercicio abusivo
del derecho que, por supuesto sería reprochable y deberá ser sancionado,
pero que se trata de un acontecimiento incierto que no involucra la
interpretación sino la incorrecta aplicación de la Ley. Más aún, porque desde
mi perspectiva, con la interpretación sistemática era posible proteger con
mayor fuerza los derechos de las beneficiarias del derecho a la salud, al
enunciar con toda claridad los límites de la objeción de conciencia.

Por las razones anteriores, y reconociendo que son más las coincidencias

que los disensos que tuvimos quienes integramos el Tribunal Pleno, es que
voté en contra de declarar la invalidez del artículo 10 Bis de la Ley
General de Salud, así como de los artículos Segundo y Tercero
Transitorios del Decreto por el que se adicionó el precepto referido.

Ministro, Luis María Aguilar Morales.- Firmado electrónicamente.-


Secretario General de Acuerdos, Lic. Rafael Coello Cetina.- Firmado
electrónicamente.

EL LICENCIADO RAFAEL COELLO CETINA, SECRETARIO


GENERAL DE ACUERDOS DE LA SUPREMA CORTE DE JUSTICIA
DE LA NACIÓN: CERTIFICA: Que la presente copia fotostática constante
de diez fojas útiles, concuerda fiel y exactamente con el original firmado
electrónicamente del voto particular del señor Ministro Luis María Aguilar

Morales, formulado en relación con la sentencia del veintiuno de septiembre


de dos mil veintiuno, dictada por el Pleno de la Suprema Corte de Justicia de
la Nación en la acción de inconstitucionalidad 54/2018, promovida por la
Comisión Nacional de los Derechos Humanos. Se certifica con la finalidad de
que se publique en el Diario Oficial de la Federación.- Ciudad de México, a
seis de diciembre de dos mil veintiuno.- Rúbrica.

VOTO PARTICULAR Y CONCURRENTE QUE FORMULA EL


MINISTRO PRESIDENTE ARTURO ZALDÍVAR LELO DE LARREA
EN LA ACCIÓN DE INCONSTITUCIONALIDAD 54/2018,

PROMOVIDA POR LA COMISIÓN NACIONAL DE LOS


DERECHOS HUMANOS.

En sesión del veintiuno de septiembre de dos mil veintiuno, el Tribunal


Pleno resolvió la acción de inconstitucionalidad 54/2018, promovida por la

Comisión Nacional de los Derechos Humanos, en contra de los artículos 10


Bis, Segundo y Tercero Transitorios de la Ley General de Salud, publicada
en el Diario Oficial de la Federación el once de mayo de dos mil dieciocho.
Este asunto marca un parteaguas en la protección de los derechos sexuales y
reproductivos de las mujeres, pues la Corte resolvió que la objeción de
conciencia en el ámbito médico debe ser cuidadosamente regulada para que
su ejercicio no produzca violaciones del derecho a la salud, particularmente la
reproductiva y sexual.

Presento este voto para: (I) explicar las razones por las cuales voté en
contra del parámetro de regularidad constitucional a la luz del cual se
analizaron las normas impugnadas; (II) reiterar mi posición en el sentido de
que la competencia federal en materia de prestación de los servicios de salud
en todo el territorio nacional, no se limita a la expedición de normas técnicas
por parte de la Secretaría de Salud; (III) distanciarme de la metodología a
través de la cual se llegó a la determinación de invalidar las normas
impugnadas pues, a mi juicio, correspondía examinar la medida a través de
un test de proporcionalidad.

I. Voto particular en relación con el parámetro de regularidad


constitucional.

En el apartado A del fallo, se establece el marco relativo a la libertad


religiosa y de conciencia, mientras que en el apartado B se desarrolla el

derecho a la salud. Aunque coincido con gran parte del desarrollo de estos
derechos, voté en contra de la totalidad de ambos apartados, porque no
comparto el estudio en dos aspectos fundamentales que para mí resultan
insalvables: por un lado, no estoy de acuerdo con que la objeción de
conciencia forme parte del núcleo esencial del derecho a la libertad religiosa,
ideológica y de conciencia y, por ende, se constituya en un derecho humano
con rango constitucional; por otra parte, en el parámetro no están recogidos
los estándares interamericanos respecto del derecho a la salud ni diversos

pronunciamientos internacionales en cuanto al deber de garantizar la salud


sexual y reproductiva frente a las objeciones de conciencia.

Estos dos aspectos resultan determinantes a la hora de correr el test de


proporcionalidad que, a mi juicio debió realizarse para analizar estas normas,
por lo que mi voto fue en contra.

Apartado A

Al referirse al marco sobre la libertad religiosa y de conciencia, la


sentencia hace un desarrollo —con el que coincido en gran parte— en torno

al estado laico mexicano, el derecho a la libertad religiosa y de conciencia, y

la objeción de conciencia como una forma de concreción o materialización de


ese derecho. Sin embargo, en los párrafos 283 y 387 se hacen afirmaciones en
el sentido de que la objeción de conciencia forma parte del “núcleo esencial”
del derecho humano de libertad religiosa, ideológica y de conciencia, por lo

que es, en sí, un derecho humano con rango constitucional.

Para arribar a esa conclusión, la sentencia parte de un precedente[1] en el


que la objeción de conciencia fue catalogada como un derecho humano, así
como del procedimiento legislativo que dio origen a la reforma del año 2013
al artículo 24 constitucional, la cual reconoce el derecho de toda persona a la
libertad de convicciones éticas, de conciencia y de religión.

Sin embargo, me parece que ninguno de esos elementos es conclusivo para


determinar que la objeción de conciencia sea un derecho de rango

constitucional. El precedente en el que la Corte afirmó que la objeción de


conciencia era un derecho humano se refería a la objeción al servicio militar,
ámbito en el cual esa figura tiene reconocimiento en el marco internacional; y
de los antecedentes legislativos de la reforma al artículo 24 constitucional,
contrariamente a la interpretación que hace la sentencia, queda claro que la
objeción de conciencia no se reconoció expresamente, sino que se dejó en
manos del legislador establecerla.
En la exposición de motivos de la iniciativa que reforma el artículo 24 de
la Constitución General, a cargo del Diputado José Ricardo López Pescador,

del Grupo Parlamentario del PRI, se plasma claramente el por qué no se


realizó el reconocimiento directo de la objeción de conciencia como derecho
fundamental, pues se sostuvo lo siguiente (énfasis añadido):

“…subsiste en nuestro sistema una limitante adicional,

con respecto a las disposiciones que derivan de los


tratados internacionales y sería la relativa a la falta de
regulación expresa de la objeción de conciencia, sin
embargo, como este es un tema que requiere una
regulación autónoma que rebasa con mucho las
pretensiones de la presente iniciativa, sólo se enuncia,
para señalar que existen mecanismos jurídicos
instaurados por otros países, para garantizar la objeción

de conciencia que implica también la objeción por


motivos religiosos, como expresión de la libertad
religiosa, pero que en la presente iniciativa se deja a salvo
la facultad de cada orden de gobierno, para que cuando lo
considere conveniente, con la profundidad que requiere el
caso, pueda establecer los citados mecanismos en los
instrumentos jurídicos que estime pertinentes”.
Mientras que, en las acotaciones realizadas en los considerandos tercero y
cuarto del dictamen de la Comisión de Puntos Constitucionales de la Cámara

de Diputados, si bien es cierto que se hace referencia a la objeción de


conciencia como elemento de la reforma, también se indica que se avanzó de
manera prudente, hasta donde las condiciones actuales y compromisos de los
grupos parlamentarios lo permitieron, toda vez que la libertad religiosa

implica otros temas, sobre los cuales se debatirá en el futuro, pero que
desafortunadamente no podría concretarse el avance que representa la
propuesta de la iniciativa si no se soslayan por el momento algunos aspectos,
no menos importantes. En este sentido, se observa que en el considerando
cuarto del dictamen referido se aclaró que la propuesta coincide con las
precisiones que hace el autor de la iniciativa, “… y que no implica el
establecimiento de un sistema legal que permita la objeción de conciencia.
Cada legislador, cuando lo considere conveniente, podrá establecerlo en las

leyes que lo considere oportuno”.

Es decir, dicha figura no fue incorporada al texto constitucional con


elementos definitorios y límites, sino que en el procedimiento legislativo se le
consideró un derecho esencialmente de configuración legal, por lo que su
eficacia directa es limitada.

Además, la figura de la objeción de conciencia tiene distintas aristas.


Mientras que su ejercicio en el ámbito del servicio militar tiene cierto
reconocimiento a nivel internacional[2], ello no sucede en el ámbito de la
salud, donde, por el contrario, los órganos de supervisión han expresado

preocupación por que esta figura no impacte en los derechos sexuales y


reproductivos de las personas.

Tanto la Convención Americana sobre Derechos Humanos como el Pacto


Internacional de Derechos Civiles y Políticos únicamente mencionan la figura

de la objeción de conciencia para señalar que, en los países donde ésta se


admita, el servicio nacional prestado conforme a la ley para sustituir el

servicio militar no se considerará trabajo forzoso[3].

Por todo lo anterior, considero inadecuado definir dicha figura como parte
del “núcleo esencial” del derecho humano de libertad religiosa, ideológica y
de conciencia, pues se le está dando un alcance no previsto por el órgano
reformador y que puede impactar significativamente en la ponderación que se
realice cuando tal objeción choque con otros derechos, inclinando la balanza

hacia la objeción de conciencia al aplicar el test de proporcionalidad


respectivo.

Desde mi perspectiva, basta con advertir el nexo que existe entre la


objeción de conciencia y la libertad de pensamiento, de conciencia y de
religión, y apuntar que, en la medida en que aquella figura constituye una
materialización de este derecho, su ejercicio no puede ser absoluto o
ilimitado, pues, como se ha hecho notar por otros tribunales nacionales[4], el

ejercicio de la objeción de conciencia puede interferir con el ejercicio de los

derechos de otras personas, y en tales casos, el asunto se convierte en un


problema de límites al ejercicio de derechos fundamentales o de colisión
entre derechos.

Apartado B

Respecto del derecho a la salud, considero que la sentencia no recoge


adecuadamente los estándares interamericanos respecto de ese derecho en
general; por otra parte, estimo necesario hacer hincapié en que diversos
órganos internacionales – más allá de los Comité DESC y Comité de la
CEDAW mencionados por el proyecto –, se han pronunciado respecto de la
necesidad de garantizar el ejercicio de los derechos sexuales y reproductivos
frente a las objeciones de conciencia.

En efecto, la sentencia ignora la jurisprudencia de la Corte IDH en

materia de salud, particularmente los casos que hacen vinculante el


requisito de disponibilidad de los servicios médicos y las obligaciones del
Estado de carácter inmediato contenidas en el artículo 26 de la Convención
Americana sobre Derechos Humanos (particularmente a partir del Caso

Poblete Vilches y otros Vs. Chile)[5], así como los casos que establecen que
los Estados son responsables tanto por los actos de las entidades públicas
como privadas que prestan atención de salud, ya que ambas actúan con
capacidad estatal, cuando el Estado falta a su deber de regularlas y

fiscalizarlas[6].

Por otro lado, si bien considero muy valioso que la sentencia haya hecho
referencia a pronunciamientos del Comité DESC y del Comité de la CEDAW
que afirman la necesidad de garantizar el ejercicio de los derechos sexuales y
reproductivos frente a las objeciones de conciencia y establecen estándares

específicos para ello, considero relevante destacar que el Comité de Derechos

Humanos[7], el Comité de los Derechos del Niño[8] y, de manera destacada,

del Relator Especial sobre la libertad de religión o de creencias[9] también se


han pronunciado en este mismo sentido.

Por su parte, la Corte IDH ha afirmado que el derecho al acceso a


servicios de salud reproductiva incluye el acceso a la información, educación
y los medios que les permitan ejercer su autonomía reproductiva, y que “la
falta de salvaguardas legales para tomar en consideración la salud

reproductiva puede resultar en un menoscabo grave [de] la autonomía y la


libertad reproductiva” (Caso I.V. Vs. Bolivia).

***

Es necesario recordar que el proyecto originalmente presentado al Pleno


proponía reconocer la validez de los preceptos impugnados a través de una
interpretación sistemática, porque afirmaba que las salvaguardas para los
otros derechos en juego podían colegirse del orden jurídico y de la
jurisprudencia.

Durante la discusión manifesté mi posición en contra de los Apartados A y


B, porque consideré que las objeciones que he planteado —la determinación
de que la objeción de conciencia forma parte del núcleo esencial de la
libertad de conciencia, el insuficiente desarrollo y, adicionalmente, la falta de

perspectiva de género que finalmente fue incorporada en la sentencia— eran


insalvables y trascendían al sentido propuesto de validez.

Con todo, al haberse obtenido una votación mayoritaria por la invalidez de


las normas, la sentencia en realidad no trata a la objeción de conciencia como
parte del núcleo esencial de la libertad de conciencia, sino que armoniza tal
manifestación del derecho de libertad de conciencia con la necesidad de
garantizar el derecho a la salud y, particularmente, los derechos sexuales y
reproductivos de las mujeres y personas gestantes, lo que evidencia una

conceptualización robusta del derecho a la salud que debió construirse desde


el desarrollo del marco normativo.

En suma, aunque las objeciones que he apuntado finalmente no tuvieron


impacto en la resolución de fondo al haberse declarado la invalidez de las
normas impugnadas, al momento de la discusión eran determinantes, lo que
me llevó a votar en contra de la fijación del parámetro de regularidad
constitucional.
Lo anterior a su vez permite advertir una incongruencia de la sentencia,
pues a pesar de que se califica a la objeción de conciencia como parte del

núcleo esencial de la libertad de conciencia, en el análisis de fondo se


establecen supuestos en los que la objeción de conciencia debe ceder frente al
derecho a la salud, lo que pone de manifiesto que, en realidad, el fallo no es
consecuente con el parámetro que desarrolla.

II. Voto concurrente en relación con el estudio de fondo.

Primer concepto de invalidez. Aducida vulneración de los principios


de seguridad jurídica, legalidad y supremacía constitucional, al imponer
restricciones al derecho de protección de la salud.

El primer concepto de invalidez planteó una incompetencia del Congreso


de la Unión para establecer la objeción de conciencia en el ámbito de la
prestación de servicios de salud, bajo el argumento de que esta medida
constituye una restricción del derecho a la salud que tendría que estar prevista

en la Constitución.

En relación con la impugnación del artículo 10 bis[10], coincido con que el


concepto de invalidez es infundado, pues el Congreso de la Unión tiene
competencia para regular la objeción de conciencia, ya que no se trata de una
restricción del derecho a la salud, sino de una medida tendiente a materializar
la libertad de conciencia que, si bien puede entrar en tensión con el derecho a
la salud, de ninguna manera significa una excepción a su ejercicio, bajo la
premisa genérica de que los derechos humanos no son absolutos, sino que
pueden ser limitados siempre que ello no se haga de manera abusiva,

arbitraria o desproporcional.

Incluso, como mencione anteriormente, de la iniciativa y del considerando


cuarto del dictamen de la Comisión de Puntos Constitucionales de la Cámara
de Diputados con motivo de la reforma del artículo 24 constitucional en

materia de libertad religiosa y de conciencia, se desprende que la objeción de


conciencia se trata básicamente de un derecho de configuración legal.

Sin embargo, el hecho de que la objeción de conciencia no tenga rango


constitucional como derecho fundamental autónomo no impide que el
legislador ordinario, en ejercicio de su competencia legal para legislar en
materia de salud, pueda introducir una medida encaminada a materializar y
dar contenido a la libertad de conciencia y religión que la propia Constitución
reconoce. Se trata del desarrollo de la materia de salubridad general,

competencia del Congreso de la Unión de acuerdo con el artículo 73, fracción


XVI, de la Constitución General. Por tanto, el artículo 10 Bis es
constitucional desde el aspecto competencial.

Por cuanto se refiere al artículo segundo transitorio[11] coincido con la


mayoría en que resulta constitucional, pues, conforme al sistema de
concurrencias el legislador federal puede facultar a la Secretaría de Salud
para emitir las disposiciones y lineamientos necesarios para el ejercicio del
derecho a la objeción de conciencia; en todo caso considero que el vicio de

constitucionalidad radica en las omisiones del artículo 10 Bis, pero no

propiamente en el establecimiento de la cláusula habilitante prevista en el


artículo segundo transitorio.

En este punto, únicamente reitero mi posición en el sentido de que la


competencia federal tratándose de la prestación de los servicios de salud en

todo el territorio nacional, no se limita a la expedición de normas técnicas


por parte de la Secretaría de Salud, –tal como lo sostuve en la discusión de
la acción de inconstitucionalidad 16/2016 (sobre maternidad subrogada)–,
sino que corresponde a la Ley General desarrollar las bases y modalidades
para el ejercicio de la objeción de conciencia, así como para el acceso a los
servicios de salud relativos, pues esta regulación incide en el ejercicio de
otros derechos fundamentales, como el derecho a la salud y el derecho a la
interrupción del embarazo.

Ciertamente, la densidad normativa de las normas oficiales mexicanas,


que puede ser robusta, depende del alcance del aspecto de salubridad que las
mismas deben desarrollar, y esta debe determinarse tomando en cuenta las
interacciones y conflictos entre derechos fundamentales que puedan
presentarse con la figura a regular. Así, en la medida en que el contenido de
la norma oficial incida en derechos fundamentales, como en el presente caso,
su ámbito se restringirá notoriamente, pues únicamente la ley puede limitar
estos derechos.

C.2. Segundo y tercer conceptos de invalidez. Vulneración del derecho

de protección de la salud —y otros derechos vinculados— con motivo de


la deficiente regulación de la objeción de conciencia.

Mi objeción en cuanto a este subapartado es metodológica, pues, al estar


en presencia de una colisión de derechos (derecho a la libertad de conciencia

– ejercida a través de la objeción de conciencia – versus el derecho a la


salud), correspondía examinar la medida a través de un test de
proporcionalidad. Como se explica a continuación, en este caso, la medida no
supera la grada de necesidad, pues carece una alternativa que garantice la
disponibilidad al derecho a la salud cuando el personal médico o de
enfermería ejercite su derecho a la objeción de conciencia y no se trate de un
caso urgente o en el que se ponga en riesgo la vida de la paciente.

***

Tal como lo sostuve en el proyecto que originalmente presenté al Pleno,


para abordar la constitucionalidad del precepto impugnado, es necesario
partir de que la figura de la objeción de conciencia en el ámbito de la salud, a
diferencia del ámbito del servicio militar, supone una colisión entre el
derecho a la libertad de conciencia y otros derechos como la protección de la
salud y el derecho a la interrupción del embarazo, por lo que el análisis de
constitucionalidad de esta figura debe necesariamente hacerse a través de un
test de proporcionalidad que permita constatar el balance entre los derechos
involucrados.

En efecto, la objeción de conciencia en el ejercicio médico entra en


tensión con el derecho a la salud, pues al autorizar que personal médico y de
enfermería se abstenga de prestar el servicio requerido cuando considere que
con ello se estaría contraviniendo lo dictado por su conciencia, se obstaculiza

o dificulta al paciente el acceso a dichos servicios. Es decir, la medida en


cuestión dificulta la disponibilidad del derecho a la salud, ya que permite que
un paciente no sea atendido por ningún médico o personal de enfermería, a
menos que se trate de una urgencia médica o esté en riesgo la vida de dicha
persona.

En este sentido, la objeción de conciencia puede limitar también de


manera importante el derecho a la interrupción del embarazo ya que, en la
práctica, la razón principal por la que se plantean objeciones de conciencia a

nivel mundial en la medicina es con motivo del aborto.

Así, estamos en presencia de una colisión de derechos fundamentales que


afecta prima facie tanto el derecho a la salud como el derecho a la
interrupción del embarazo, por lo que la metodología para analizar la
constitucionalidad del precepto impugnado es a través de un test de
proporcionalidad que permita determinar si existe una justificación
constitucional para establecer en esos términos la objeción de conciencia.
Para ello, es necesario determinar si la medida i) persigue una finalidad
constitucionalmente válida, ii) si es idónea para satisfacer en alguna medida

su propósito constitucional, iii) si es necesaria, es decir, si existen medidas


alternativas igualmente idóneas para lograr dicho fin, pero que sean menos
lesivas para el derecho fundamental, y iv) si es proporcional a la luz de los
derechos en juego.

Al respecto, considero que la finalidad que persigue la medida impugnada


es constitucionalmente válida, ya que busca tutelar una de las
manifestaciones de la libertad de conciencia que es un derecho reconocido
por la Constitución. De igual manera, la medida impugnada es idónea, ya que
salvaguarda la manifestación de convicciones de médicos y personal de
enfermería, al permitirles negarse a prestar un servicio médico cuando éste se
contraponga con sus convicciones, con la condición de que no se trate de una
situación de emergencia o esté en riesgo la vida del paciente.

En cambio, la medida no es necesaria, toda vez que existen medidas


alternas que afectan en menor medida la disponibilidad del derecho al nivel
más alto posible de salud, y con las que se podría salvaguardar el derecho a la
libertad de manifestar la conciencia de las personas, sin poner en riesgo la
disponibilidad de los servicios de salud y, de manera relevante, el derecho a
la interrupción del embarazo.

Tanto en el ámbito nacional[12] como en el derecho comparado[13], se han


establecido diversos mecanismos para garantizar la prestación de servicios

médicos en caso de objeción de conciencia. Se ha establecido, por ejemplo, la

obligación de las instituciones médicas a contar con personal médico no


objetor; la obligación de informar a los pacientes oportunamente sobre
cualquier objeción de conciencia, y el deber de que sean remitidos con
personal no objetores, así como la necesidad de establecer procedimientos

para hacer valer el derecho a la objeción de conciencia. De hecho, los


lineamientos mínimos establecidos en la sentencia para una adecuada
regulación del derecho a la objeción de la consciencia constituyen medidas
alternas que afectan en menor medida el derecho a la salud; y más que eso,
aportan a garantizar tal derecho.

Contrario a ello, la norma impugnada carece de una alternativa que


garantice la disponibilidad al derecho a la salud, fuera de los casos en que
se trate de un caso urgente o en el que se ponga en riesgo su vida, lo que

limita la disponibilidad de los servicios de salud en supuestos diversos,


particularmente, tratándose de casos de interrupción voluntaria del
embarazo.

El legislador pudo haber optado por un modelo de regulación que no solo


garantizara el derecho a la objeción de conciencia, sino también el derecho
a la salud, más allá de los supuestos mínimos de urgencia o riesgo a la vida,
con el fin de tutelar el derecho a disfrutar del más alto nivel de salud. Al
respecto, resulta ilustrativa la Observación general 14, del Consejo
Económico y Social de las Naciones Unidas, en la que se establece que los

estados pueden conculcar el derecho a la salud al “no adoptar medidas


apropiadas para dar plena efectividad al derecho universal a disfrutar del más
alto nivel posible de salud física y mental, (…)”, como ocurre en el presente
caso.

No es obstáculo a todo lo anterior, el hecho de que los artículos Segundo y


Tercero Transitorio establezcan respectivamente la obligación de la
Secretaría de Salud de emitir disposiciones y lineamientos para el ejercicio de
la objeción de conciencia y la de las legislaturas locales de realizar las
modificaciones legislativas pertinentes, ya que las bases y modalidades del
derecho a la objeción de conciencia y los lineamientos que garanticen la
debida protección del derecho a la salud deben estar claramente establecidos
en una ley formal y material, al ser éste el primero de los requisitos bajo los

cuales puede incidirse en los derechos humanos de las personas y,


particularmente, acorde el sistema de distribución competencial en materia de
salubridad general en nuestro país, en la ley general. La determinación de las
medidas para salvaguardar el derecho a la salud frente al ejercicio de la
objeción de conciencia no puede delegarse a una autoridad administrativa, ya
que tienen el alcance de configurar el derecho en cuestión.

Por el contrario, la objeción de conciencia es una manifestación del


derecho a la libertad de conciencia que es básicamente de configuración legal
e, incluso, se puede hablar del establecimiento de una reserva de ley, de

manera tal que, es a la ley a la que corresponde fijar sus bases y modalidades
y, particularmente, debe regular la manifestación más importante de la
objeción de conciencia en materia médica: el aborto.

Por lo anterior, considero que la regulación de la objeción de conciencia

del artículo 10 Bis de la Ley General de Salud es inconstitucional, toda vez


que no establece las medidas necesarias para asegurar que, cuando no se trate
de urgencia o riesgo a la vida, los servicios de salud puedan estar disponibles
para garantizar el más alto nivel posible de salud, y concretamente, para
poder ejercer con toda libertad el derecho a la interrupción del embarazo.
Medidas como las que se contienen en el exhorto al Congreso de la Unión
contenido en la sentencia, que fueron construidas con el consenso de las
Ministras y Ministros.

****

Por las razones antes expuestas, comparto el sentido de la sentencia, pero


reitero mi objeción respecto de la fijación del parámetro del control de la
constitucionalidad, la salvedad en relación con el contenido de las normas
oficiales mexicanas y mi disenso metodológico, respecto del estudio de
fondo.

En todas partes del mundo, el reconocimiento de ciertos derechos como


los reproductivos y sexuales o los de las minorías sexuales se ha topado con
reacciones de sectores de la sociedad que abiertamente se oponen a que las

personas los ejerzan libremente. Una de las vías a través de las cuales se ha
buscado obstaculizarles es, precisamente, la objeción de conciencia.

Celebro que la Corte haya invalidado un derecho a la objeción de


conciencia construido en una forma tan amplia y carente de salvaguardas

como el que preveía la Ley General de Salud. Mantener su vigencia hubiera


menoscabado por completo la eficacia de derechos instrumentales a la
igualdad de género, como el de interrumpir el embarazo. Hubiera dejado la
puerta abierta para que desde el Estado se siguieran imponiendo a las mujeres
embarazos no deseados. Hubiera sido mantener en pie las estructuras
arraigadas que estigmatizan, castigan y humillan a las mujeres que eligen
abortar. Este fallo coloca una piedra más en la construcción de la sociedad
igualitaria que nuestra Constitución consagra.

Ministro Presidente, Arturo Zaldívar Lelo de Larrea.- Firmado


electrónicamente.- Secretario General de Acuerdos, Lic. Rafael Coello
Cetina.- Firmado electrónicamente.

EL LICENCIADO RAFAEL COELLO CETINA, SECRETARIO


GENERAL DE ACUERDOS DE LA SUPREMA CORTE DE JUSTICIA
DE LA NACIÓN: CERTIFICA: Que la presente copia fotostática constante
de nueve fojas útiles, concuerda fiel y exactamente con el original firmado
electrónicamente del voto particular y concurrente del señor Ministro

Presidente Arturo Zaldívar Lelo de Larrea, formulado en relación con la

sentencia del veintiuno de septiembre de dos mil veintiuno, dictada por el


Pleno de la Suprema Corte de Justicia de la Nación en la acción de
inconstitucionalidad 54/2018, promovida por la Comisión Nacional de los
Derechos Humanos. Se certifica con la finalidad de que se publique en el

Diario Oficial de la Federación.- Ciudad de México, a seis de diciembre de


dos mil veintiuno.- Rúbrica.

PUBLICACIONES DEL MES CLASIFICADAS POR


TEMA (REFERENCIA)

AUDITORÍA SUPERIOR DE LA FEDERACIÓN

Acuerdo por el que se declaran días no laborables en la Auditoría Superior de


la Federación para el año 2022. (DOF 3/XII/21 V)

Acuerdo por el que se expiden los Lineamientos para la integración y


funcionamiento del Comité de Transparencia de la Auditoría Superior de la
Federación. (DOF 10/XII/21)

Acuerdo por el que se habilitan días declarados no laborables en la Auditoría


Superior de la Federación para efectos del cumplimiento de las atribuciones
que tienen conferidas la Unidad General de Administración y sus Direcciones
Generales para el año 2021. (DOF 15/XII/21)

Modificaciones al Programa Anual de Auditorías para la Fiscalización


Superior de la Cuenta Pública 2020. (DOF 15/XII/21)

Acuerdo por el que se informan los días inhábiles de la Unidad de Evaluación


y Control de la Comisión de Vigilancia de la Auditoría Superior de la
Federación de la Cámara de Diputados para el segundo periodo vacacional
correspondiente a 2021. (DOF 17/XII/21)

CÁMARA DE DIPUTADOS

Acuerdo por el que se informan los días inhábiles de la Unidad de Evaluación


y Control de la Comisión de Vigilancia de la Auditoría Superior de la
Federación de la Cámara de Diputados para el segundo periodo vacacional
correspondiente a 2021. (DOF 17/XII/21)
Decreto relativo a la revisión de la Cuenta de la Hacienda Pública Federal

correspondiente al ejercicio fiscal 2019. (DOF 20/XII/21)

Decreto por el que se reforman y adicionan diversas disposiciones del


Reglamento de la Cámara de Diputados, en materia de reuniones en

conferencia. (DOF 21/XII/21)

Decreto por el que se inscribe con Letras de Oro en el Muro de Honor del
Salón de Sesiones de la Cámara de Diputados los nombres de: Felipe de Jesús
Ángeles Ramírez, Gilberto Bosques Saldívar y la leyenda La Transición a la
Democracia en México. (DOF 21/XII/21)

CÁMARA DE SENADORES

Oficio de la Mesa Directiva de la Cámara de Senadores, dirigido al Secretario


de Gobernación, comunicando la aprobación de la propuesta de designación
realizada por el Presidente de los Estados Unidos Mexicanos, en favor de la
ciudadana Victoria Rodríguez Ceja, como miembro integrante de la Junta de
Gobierno del Banco de México, a partir del 1 de enero de 2022. (DOF
3/XII/21 V)
Acuerdo por el que el Senado de la República acuerda la publicación de la

Convocatoria en la cual se establecen los procedimientos para la renovación


anual del Consejo Consultivo de la Comisión Nacional de los Derechos
Humanos. (DOF 16/XII/21)

Decreto por el que se aprueba el Informe que presenta el Ejecutivo Federal de


las actividades desarrolladas por la Guardia Nacional durante el año
inmediato anterior. (DOF 27/XII/21)

CONSTITUCIONAL

ACCIONES DE INCONSTITUCIONALIDAD

Sentencia dictada por el Tribunal Pleno de la Suprema Corte de Justicia de la

Nación en la Acción de Inconstitucionalidad 296/2020, así como los Votos


Concurrentes de la señora Ministra Ana Margarita Ríos Farjat y de los
señores Ministros Juan Luis González Alcántara Carrancá y Luis María
Aguilar Morales. (DOF 1/XII/21)

Ley de Mediación y Conciliación para el Estado de San Luis Potosí


Sentencia dictada por el Tribunal Pleno de la Suprema Corte de Justicia de la

Nación en la Acción de Inconstitucionalidad 8/2021, así como los Votos


Particular y Concurrente del señor Ministro Presidente Arturo Zaldívar Lelo
de Larrea y de Minoría de los señores Ministros José Fernando Franco
González Salas y Juan Luis González Alcántara Carrancá. (DOF 2/XII/21)

LEYES DE INGRESOS MUNICIPALES - JALISCO

Sentencia dictada por el Tribunal Pleno de la Suprema Corte de Justicia de la


Nación en la Acción de Inconstitucionalidad 20/2021. (DOF 3/XII/21)

Ley de Ingresos del Estado de Baja California, para el Ejercicio Fiscal 2021.

Sentencia dictada por el Tribunal Pleno de la Suprema Corte de Justicia de la


Nación en la Acción de Inconstitucionalidad 28/2021. (DOF 7/XII/21)

LEYES DE INGRESOS MUNICIPALES - MICHOACÁN

Sentencia dictada por el Tribunal Pleno de la Suprema Corte de Justicia de la


Nación en la Controversia Constitucional 210/2019, así como el Voto
Particular de la señora Ministra Ana Margarita Ríos Farjat. (DOF 9/XII/21)

Ley sobre Venta y Consumo de Bebidas Alcohólicas - Quintana Roo

Sentencia dictada por el Tribunal Pleno de la Suprema Corte de Justicia de la


Nación en la Controversia Constitucional 91/2017, así como el Voto

Particular de la señora Ministra Ana Margarita Ríos Farjat. (DOF 13/XII/21)

Ley de Movilidad Sustentable para el Estado de Colima

Sentencia dictada por el Tribunal Pleno de la Suprema Corte de Justicia de la


Nación en la Acción de Inconstitucionalidad 54/2018, así como los Votos
Concurrente del señor Ministro Juan Luis González Alcántara Carrancá,
Particular del señor Ministro Luis María Aguilar Morales y Particular y

Concurrente del señor Ministro Presidente Arturo Zaldívar Lelo de Larrea.


(DOF 21/XII/21)

Ley General de Salud

Sentencia dictada por el Tribunal Pleno de la Suprema Corte de Justicia de la


Nación, en la Acción de Inconstitucionalidad 10/2021, así como los Votos
Particular y Concurrente del señor Ministro Luis María Aguilar Morales y
Concurrentes de la señora Ministra Yasmín Esquivel Mossa y del señor

Ministro Presidente Arturo Zaldívar Lelo de Larrea. (DOF 22/XII/21)

LEYES DE INGRESOS QUERÉTARO

Sentencia dictada por el Tribunal Pleno de la Suprema Corte de Justicia de la


Nación en la Acción de Inconstitucionalidad 4/2021, así como el Voto
Concurrente del señor Ministro Jorge Mario Pardo Rebolledo. (DOF
22/XII/21)

LEYES DE INGRESOS NAYARIT

Sentencia dictada por el Tribunal Pleno de la Suprema Corte de Justicia de la

Nación en la Acción de Inconstitucionalidad 9/2021, así como el Voto


Concurrente del señor Ministro Jorge Mario Pardo Rebolledo. (DOF
23/XII/21)

leyes de ingresos de distintos municipios del Estado de Nayarit

CONTROVERSIAS CONSTITUCIONALES
Sentencia dictada por el Tribunal Pleno de la Suprema Corte de Justicia de la

Nación en la Controversia Constitucional 223/2019, así como los Votos


Concurrentes de los señores Ministros Juan Luis González Alcántara
Carrancá y José Fernando Franco González Salas. (DOF 23/XII/21)

Ley Estatal de Asentamientos Humanos - HIDALGO

CONVENIOS, ACUERDOS Y TRATADOS


INTERNACIONALES

Decreto por el que se aprueba la Enmienda al Convenio de Basilea sobre el


Control de los Movimientos Transfronterizos de los Desechos Peligrosos y su
Eliminación, adoptada en Ginebra, Suiza, el veintidós de septiembre de mil
novecientos noventa y cinco. (DOF 1/XII/21)

Decreto por el que se aprueba el Anexo III "Reglas para Prevenir la


Contaminación por Sustancias Perjudiciales Transportadas por Mar en
Bultos" del Convenio Internacional para Prevenir la Contaminación por los
Buques, 1973, modificado por el Protocolo de 1978. (DOF 1/XII/21)
Decreto por el que se aprueba el Anexo IV "Reglas para Prevenir la
Contaminación por las Aguas Sucias de los Buques" del Convenio

Internacional para Prevenir la Contaminación por los Buques, 1973,


modificado por el Protocolo de 1978. (DOF 1/XII/21)

Acuerdo por el que se da a conocer la Decisión No. 108 de la Comisión

Administradora del Tratado de Libre Comercio entre los Estados Unidos


Mexicanos y la República de Colombia, adoptada el 4 de noviembre de 2021.
(DOF 3/XII/21)

Decreto por el que se aprueba el Programa de Cooperación Internacional para


el Desarrollo 2021-2024. (DOF 24/XII/21)

Programa de Cooperación Internacional para el Desarrollo 2021- 2024. (DOF

24/XII/21)

Decreto por el que se aprueba el Convenio de UNIDROIT sobre los Bienes


Culturales Robados o Exportados Ilícitamente, hecho en Roma, el
veinticuatro de junio de mil novecientos noventa y cinco y sus declaraciones.
(DOF 27/XII/21)
Oficio Circular por el que se da a conocer a las dependencias y sus órganos
administrativos desconcentrados, a las entidades de la Administración

Pública Paraestatal, así como a la Fiscalía General de la República, sujetas a


la cobertura de los Tratados de Libre Comercio que se indican, la conversión
a moneda nacional para el primer semestre de 2022, con vigencia del 1 de
enero al 30 de junio de 2022. (DOF 28/XII/21)

EJECUTIVO FEDERAL

Acuerdo por el que se suspenden plazos y términos legales en la Consejería


Jurídica del Ejecutivo Federal, con motivo del periodo vacacional del
ejercicio 2021. (DOF 7/XII/21 V)

Calendario de Presupuesto autorizado a la Consejería Jurídica del Ejecutivo

Federal, para el ejercicio fiscal 2022. (DOF 17/XII/21)


Aviso por el que se da a conocer la ubicación de la sede oficial de la
Dirección General de lo Contencioso y Procedimientos Constitucionales
adscrita a la Unidad General de Asuntos Jurídicos y Transparencia de la
Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana.(DOF 17/XII/21)

Calendario del Presupuesto autorizado para el ejercicio 2022. (DOF


20/XII/21)

Manual de Organización General de la Consejería Jurídica del Ejecutivo


Federal. (DOF 27/XII/21 V)

ELECTORAL

Acuerdo del Consejo General del Instituto Nacional Electoral, por el que se
designa a las personas custodias de la llave criptográfica que permitirá el
descifrado de los votos de las mexicanas y los mexicanos residentes en el
extranjero emitidos a través de la modalidad electrónica por Internet en la
elección extraordinaria de una Senaduría de mayoría relativa en el Estado de
Nayarit 2021. (DOF 3/XII/21)

Acuerdo del Consejo General del Instituto Nacional Electoral por el que se
aprueba el criterio relativo a la asignación de tiempo en Radio y Televisión a
las autoridades electorales en las entidades que celebren procesos electorales
locales ordinarios 2021-2022. (DOF 3/XII/21)

Extracto del Acuerdo INE/CG1687/2021 del Consejo General del Instituto


Nacional Electoral por el que se aprueba el diseño de la boleta electoral
electrónica y la demás documentación electoral para el voto de las mexicanas

y los mexicanos residentes en el extranjero bajo la modalidad electrónica por

Internet para la elección extraordinaria de una Senaduría de mayoría relativa


en el Estado de Nayarit 2021. (DOF 3/XII/21)

Resolución del Consejo General del Instituto Nacional Electoral sobre la

imposibilidad de pronunciarse sobre la procedencia constitucional y legal de


las modificaciones a los Estatutos del Partido Político Nacional denominado
Movimiento Ciudadano, en acatamiento a la sentencia dictada por la Sala
Superior del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación en el
recurso de apelación identificado con el número de expediente SUP-RAP-
409/2021. (DOF 8/XII/21)

Acuerdo del Consejo General del Instituto Nacional Electoral por el que se

aprueban las propuestas de designación de las presidencias de los organismos


públicos locales de las entidades de Baja California Sur, Campeche,
Chihuahua, Ciudad de México, Colima, Estado de México, Guanajuato,
Guerrero, Jalisco, Nuevo León, Oaxaca, Querétaro, San Luis Potosí, Sonora,
Tabasco, Yucatán y Zacatecas, así como de las Consejerías Electorales de los
organismos públicos locales de las entidades de Aguascalientes, Baja
California, Chihuahua, Coahuila, Durango, Hidalgo, Nayarit, Puebla,
Quintana Roo, Sinaloa, Tamaulipas, Tlaxcala y Veracruz. (DOF 13/XII/21)

Información relativa a saldos y productos financieros de fideicomisos en que


participa el Instituto Nacional Electoral, que se proporciona en cumplimiento
de la obligación establecida en el artículo 12 de la Ley Federal de
Presupuesto y Responsabilidad Hacendaria, con corte al 30 de septiembre de

2021 (Fideicomiso de Inversión y Administración: Fondo para el


Cumplimiento del Programa de Infraestructura Inmobiliaria y para la
Atención Ciudadana y Mejoramiento de Módulos del Instituto Nacional
Electoral). (DOF 13/XII/21)

Información relativa a saldos y productos financieros de fideicomisos en que


participa el Instituto Nacional Electoral, que se proporciona en cumplimiento
de la obligación establecida en el artículo 12 de la Ley Federal de

Presupuesto y Responsabilidad Hacendaria, con corte al 30 de septiembre de


2021 (Fideicomiso de Inversión y Administración: Fondo para Atender el
Pasivo Laboral del Instituto Nacional Electoral). (DOF 13/XII/21)

Acuerdo General de la Sala Superior del Tribunal Electoral del Poder Judicial
de la Federación número 4/2021, de tres de diciembre de dos mil veintiuno,
relativo a la determinación del inicio de la séptima época de la publicación de
su jurisprudencia y tesis. (DOF 15/XII/21)

Acuerdo General de la Sala Superior del Tribunal Electoral del Poder Judicial
de la Federación número 3/2021, de tres de diciembre de dos mil veintiuno,
relativo al procedimiento para la integración, elaboración, notificación y
publicación de la jurisprudencia y tesis que emitan sus salas. (DOF

16/XII/21)

Aviso relativo al segundo periodo vacacional a que tiene derecho el personal


del Instituto Nacional Electoral durante el año 2021. (DOF 16/XII/21)

Acuerdo del Titular del Órgano Interno de Control del Instituto Nacional
Electoral, por el que se fija el segundo periodo vacacional del año dos mil
veintiuno, para los integrantes del Órgano Interno de Control y se determina

no considerar dicho periodo en el cómputo de los plazos ante el Órgano


Interno de Control del Instituto Nacional Electoral. (DOF 20/XII/21)

Extracto del Acuerdo INE/JGE237/2021 de la Junta General Ejecutiva del


Instituto Nacional Electoral, por el que se aprueba el Manual de Proceso y
Procedimientos de Atención de Consultas y Asesoría Jurídica. (DOF
23/XII/21)
Acuerdo General del Órgano Interno de Control del Instituto Nacional

Electoral, por el que se emiten los lineamientos que regulan la presentación


de las declaraciones de situación patrimonial y de intereses, así como las
constancias de presentación de declaraciones fiscales; el proceso de
verificación de la evolución patrimonial; y la transmisión de propiedad u

ofrecimiento de uso de bienes en forma gratuita a las personas servidoras


públicas, en el Instituto Nacional Electoral. (DOF 27/XII/21 V)

FISCALÍA

Aviso General mediante el cual se da a conocer el cambio de domicilio de


diversas unidades administrativas de la Fiscalía General de la República.
(DOF 1/XII/21)

Lineamientos de Operación del Registro Nacional del Delito de Tortura.


(DOF 15/XII/21)

Acuerdo por el que se destina al servicio de la Fiscalía General de la


República, el inmueble Federal denominado Unidad Especializada en
Investigación del Delito de Tortura, ubicado en Calle Tonalá, número 104,
Colonia Roma Sur, Alcaldía Cuauhtémoc, Ciudad de México. (DOF

20/XII/21)

GOBERNACIÓN

Calendario de Presupuesto autorizado para el ejercicio fiscal 2022 del Ramo

04 por Unidad Responsable. (DOF 17/XII/21)

Acuerdo por el que se hace del conocimiento público los días que no se
considerarán hábiles por la Dirección General de Asuntos Religiosos de la
Secretaría de Gobernación. (DOF 22/XII/21)

Acuerdo por el que se hace del conocimiento público los días que no se
considerarán hábiles por la Coordinación General de la Comisión Mexicana

de Ayuda a Refugiados de la Secretaría de Gobernación (DOF 22/XII/21)

JUDICATURA

Aviso de inicio del procedimiento de ratificación en el cargo de juzgador


federal del juez de Distrito Gelacio Villalobos Ovalle. (DOF 1/XII/21)
Aviso de inicio del procedimiento de ratificación en el cargo de juzgadora
federal de la jueza de Distrito María Guadalupe Cruz Arellano. (DOF

1/XII/21)

Aviso de inicio del procedimiento de ratificación en el cargo de juzgador


federal del juez de Distrito Herminio Armando Domínguez Zúñiga. (DOF

1/XII/21)

Aviso de inicio del procedimiento de ratificación en el cargo de juzgador


federal del juez de Distrito Helmuth Gerd Putz Botello. (DOF 1/XII/21)

Aviso de inicio del procedimiento de ratificación en el cargo de juzgador


federal del magistrado de Circuito José Israel Hernández Tirado. (DOF
1/XII/21)

Aviso de inicio del procedimiento de ratificación en el cargo de juzgadora


federal de la jueza de Distrito María Guadalupe Gutiérrez Pessina. (DOF
1/XII/21)

Aviso de inicio del procedimiento de ratificación en el cargo de juzgadora


federal de la magistrada de Circuito Rafaela Madrid Padilla. (DOF 1/XII/21)
Aviso de inicio del procedimiento de ratificación en el cargo de juzgador

federal del juez de Distrito Luis Alberto Márquez Pedroza. (DOF 6/XII/21)

Aviso de inicio del procedimiento de ratificación en el cargo de juzgador


federal del juez de Distrito Yuri Alí Ronquillo Vélez. (DOF 6/XII/21)

Aviso de inicio del procedimiento de ratificación en el cargo de juzgadora


federal de la magistrada de Circuito Renata Giliola Suárez Téllez. (DOF
6/XII/21)

Aviso de inicio del procedimiento de ratificación en el cargo de juzgador


federal del juez de Distrito Aurelio Damián Magaña. (DOF 6/XII/21)

Aviso de inicio del procedimiento de ratificación en el cargo de juzgadora


federal de la jueza de Distrito María de Jesús Paola Castro Nava. (DOF
6/XII/21)

Aviso de inicio del procedimiento de ratificación en el cargo de juzgador


federal del juez de Distrito Julio Veredín Sena Velázquez. (DOF 6/XII/21)
Aviso de inicio del procedimiento de ratificación en el cargo de juzgador
federal del juez de Distrito Óscar García Vega. (DOF 6/XII/21)

Aviso de inicio del procedimiento de ratificación en el cargo de juzgador


federal del juez de Distrito Jorge Alberto Orantes López. (DOF 7/XII/21)

Aviso de inicio del procedimiento de ratificación en el cargo de juzgador


federal del juez de Distrito Guillermo Francisco Urbina Tanús. (DOF
7/XII/21)

Aviso de inicio del procedimiento de ratificación en el cargo de juzgador


federal del juez de Distrito Luis Fernando Arreola Villa. (DOF 7/XII/21)

Aviso de inicio del procedimiento de ratificación en el cargo de juzgador

federal del juez de Distrito Óscar Molina Zavala. (DOF 7/XII/21)

Aviso de inicio del procedimiento de ratificación en el cargo de juzgador


federal del juez de Distrito José Luis Estrada Amaya. (DOF 7/XII/21)

Aviso de inicio del procedimiento de ratificación en el cargo de juzgador


federal del magistrado de Circuito Arturo Alberto González Ferreiro. (DOF
7/XII/21)

Aviso de inicio del procedimiento de ratificación en el cargo de juzgador


federal del juez de Distrito José Elías Pacheco Martínez. (DOF 7/XII/21)

Aviso de inicio del procedimiento de ratificación en el cargo de juzgador

federal del juez de Distrito José Rivas González. (DOF 8/XII/21)

Aviso de inicio del procedimiento de ratificación en el cargo de juzgador


federal del juez de Distrito Álvaro Niño Cruz. (DOF 8/XII/21)

Aviso de inicio del procedimiento de ratificación en el cargo de juzgadora


federal de la jueza de Distrito María del Socorro Castillo Sánchez. (DOF
8/XII/21)

Aviso de inicio del procedimiento de ratificación en el cargo de juzgador


federal del magistrado de Circuito Pedro José Zorrilla Ricárdez. (DOF
8/XII/21)

Aviso de inicio del procedimiento de ratificación en el cargo de juzgadora


federal de la magistrada de Circuito Karina Córdova Cáñez. (DOF 8/XII/21)
Aviso de inicio del procedimiento de ratificación en el cargo de juzgadora

federal de la jueza de Distrito Cyntia Montes de Oca Miranda. (DOF


8/XII/21)

Aviso de inicio del procedimiento de ratificación en el cargo de juzgador

federal del juez de Distrito Rubén García Mateos. (DOF 8/XII/21)

Acuerdo de la Junta Directiva por el que se modifican las Bases Generales de


Organización y Funcionamiento del Instituto Federal de Defensoría Pública.
(DOF 10/XII/21)

Acuerdo General del Pleno del Consejo de la Judicatura Federal, relativo a la


designación de los Consejeros que integrarán la Comisión que debe proveer

los trámites y resolver los asuntos de notoria urgencia que se presenten


durante el receso correspondiente al segundo período de sesiones de 2021.
(DOF 14/XII/21)

Acuerdo General 22/2021 del Pleno del Consejo de la Judicatura Federal,


relativo a la creación, denominación e inicio de funciones del Juzgado de
Distrito en Materia Mercantil Federal en el Estado de Sinaloa, con residencia
en Mazatlán; así como su competencia, jurisdicción territorial, domicilio y
distribución de asuntos entre los Juzgados de Distrito en la entidad federativa

y residencia indicados; y que reforma el similar 3/2013, relativo a la


determinación del número y límites territoriales de los circuitos judiciales en
que se divide la República Mexicana; y al número, a la jurisdicción territorial
y especialización por materia de los Tribunales de Circuito y de los Juzgados

de Distrito. (DOF 15/XII/21)

Acuerdo General 26/2021 del Pleno del Consejo de la Judicatura Federal,


relativo a la creación, denominación e inicio de funciones del Juzgado
Décimo de Distrito en el Estado de Morelos, con residencia en Cuernavaca,
así como a su competencia, jurisdicción territorial, domicilio, reglas de turno,
sistema de recepción y distribución de asuntos entre los Juzgados de Distrito
en el estado y residencia indicados; y que reforma el similar 3/2013, relativo

a la determinación del número y límites territoriales de los circuitos judiciales


en que se divide la República Mexicana; y al número, a la jurisdicción
territorial y especialización por materia de los Tribunales de Circuito y de los
Juzgados de Distrito. (DOF 15/XII/21)

Acuerdo de la Comisión de Carrera Judicial por el que se ordena la


publicación de la Lista de Personas que pueden fungir como peritas o peritos
ante los órganos del Poder Judicial de la Federación, correspondiente al año
2022. (DOF 15/XII/21)

Arancel para el cálculo de honorarios y gastos de las personas que pueden


fungir como peritas y peritos ante los órganos del Poder Judicial de la
Federación. (DOF 15/XII/21)

Convocatoria al primer concurso para la selección de las peritas y los peritos


que serán adscritos a la Unidad de Peritos Judiciales. (DOF 15/XII/21)

Aclaración de la Declaratoria para el inicio de la observancia de las nuevas


reglas de la Carrera Judicial y Acuerdo General del Pleno del Consejo de la
Judicatura Federal que reglamenta la Carrera Judicial, publicado el 3 de
noviembre de 2021. (DOF 20/XII/21)

RELACIONES EXTERIORES

Acuerdo por el que se da a conocer la Convocatoria al Concurso de Ascenso


en la rama Técnico-Administrativa del Servicio Exterior Mexicano 2021.
(DOF 3/XII/21)
Acuerdo por el que se da a conocer la Convocatoria al Concurso de Ascenso
en la rama Diplomático-Consular del Servicio Exterior Mexicano 2021.

(DOF 10/XII/21)

Acuerdo por el que se da a conocer la suspensión de labores de la Secretaría


de Relaciones Exteriores durante el segundo periodo vacacional 2021. (DOF

15/XII/21)

Acuerdo por el que se da a conocer el calendario de suspensión de labores de


la Secretaría de Relaciones Exteriores para el año 2022. (DOF 15/XII/21)

Acuerdo por el que se modifica por octava ocasión el diverso por el que se
dan a conocer los días en que se suspenderán los plazos y términos aplicables
en los trámites y procedimientos administrativos sustanciados ante la

Secretaría de Relaciones Exteriores, con motivo de la emergencia sanitaria


generada por el virus SARS-CoV2 (COVID-19). (DOF 15/XII/21)

Acuerdo por el que se otorga la Condecoración de la Orden Mexicana del


Águila Azteca, en grado de Banda, al Excmo. Sr Jean-Yves Le Drian,
Ministro para Europa y de Asuntos Exteriores de la República Francesa.
(DOF 16/XII/21)
Calendario de Presupuesto autorizado a las unidades administrativas

responsables que forman parte del Ramo 05 Relaciones Exteriores para el


Ejercicio Fiscal 2022. (DOF 16/XII/21 V)

SUPREMA CORTE DE JUSTICIA DE LA NACIÓN

Sentencia dictada por el Tribunal Pleno de la Suprema Corte de Justicia de la


Nación, en el expediente varios 1107/2019, así como los Votos Concurrentes
de los señores Ministros Javier Laynez Potisek y Presidente Arturo Zaldívar
Lelo de Larrea. (DOF 24/XII/21)

TRANSPARENCIA

Acuerdo mediante el cual se aprueban las modificaciones a los Lineamientos


para el registro, emisión y uso de la firma electrónica del Instituto Nacional
de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales;
a las políticas de certificación y a la declaración de buenas prácticas de
certificación del Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la
Información y Protección de Datos Personales como autoridad certificadora.
(DOF 8/XII/21)
Modificación a la tabla de aplicabilidad de las obligaciones de transparencia

comunes de los sujetos obligados del ámbito federal, respecto de las


obligaciones de transparencia a cargo del organismo público descentralizado
denominado Corredor Interoceánico del Istmo de Tehuantepec, identificado
con la clave única 09008, en términos de lo dispuesto en el último párrafo del

artículo 70 de la Ley General de Transparencia y Acceso a la Información


Pública. (DOF 17/XII/21)

Modificación a la tabla de aplicabilidad de las obligaciones de transparencia


comunes de los sujetos obligados del ámbito federal, respecto de las
obligaciones de transparencia a cargo del organismo público descentralizado
denominado Seguridad Alimentaria Mexicana con clave única 08003, en
término de lo dispuesto en el último párrafo del artículo 70 de la Ley General

de Transparencia y Acceso a la Información Pública. (DOF 17/XII/21)

Modificación a la tabla de aplicabilidad de las obligaciones de transparencia


comunes de los sujetos obligados del ámbito federal, respecto de las
obligaciones de transparencia a cargo del organismo público descentralizado
denominado Instituto de Salud para el Bienestar con clave única 12380, en
término de lo dispuesto en el último párrafo del artículo 70 de la Ley General
de Transparencia y Acceso a la Información Pública. (DOF 17/XII/21)

Acuerdo mediante el cual se establece el calendario oficial de días inhábiles


del Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y
Protección de Datos Personales, para el año 2022 y enero de 2023. (DOF
22/XII/21)

Acuerdo mediante el cual se aprueba el Programa Anual de Verificación y


Acompañamiento Institucional para el cumplimiento de las obligaciones en
materia de Acceso a la Información y Transparencia por parte de los sujetos
obligados del ámbito federal, correspondiente al ejercicio 2022. (DOF
22/XII/21)

Modificación a la Tabla de Aplicabilidad de las obligaciones de transparencia

comunes de los sujetos obligados del ámbito federal, respecto de las


obligaciones de transparencia a cargo del organismo público descentralizado
denominado Comisión Nacional para la Mejora Continua de la Educación,
identificado con la clave única 11323, en términos de lo dispuesto en el
último párrafo del artículo 70 de la Ley General de Transparencia y Acceso a
la Información Pública. (DOF 22/XII/21)
Modificación a la Tabla de Aplicabilidad de las obligaciones de transparencia
comunes de los sujetos obligados del ámbito federal, respecto de las

obligaciones de transparencia a cargo del organismo público descentralizado


denominado Organismo Coordinador de las Universidades para el Bienestar
Benito Juárez García, identificado con la clave única 11600, en términos de
lo dispuesto en el último párrafo del artículo 70 de la Ley General de

Transparencia y Acceso a la Información Pública. (DOF 22/XII/21)

Acuerdo mediante el cual se aprueba la modificación del artículo 190 Bis del
Reglamento en Materia de Recursos Materiales del Instituto Nacional de
Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales.
(DOF 29/XII/21)

Nota Aclaratoria a la Modificación a la tabla de aplicabilidad de las

obligaciones de transparencia comunes de los sujetos obligados del ámbito


federal, respecto de las obligaciones de transparencia a cargo del organismo
público descentralizado denominado Seguridad Alimentaria Mexicana con
clave única 08003, en término de lo dispuesto en el último párrafo del
artículo 70 de la Ley General de Transparencia y Acceso a la Información
Pública, publicado el 17 de diciembre de 2021. (DOF 29/XII/21)
[1]
Foja 86 del expediente.
[2]
Fojas 87 y 88 del expediente.
[3]
Fojas 584 y 585 del expediente.
[4]
Artículo 105. La Suprema Corte de Justicia de la Nación conocerá, en los términos que señale la ley reglamentaria, de los
asuntos siguientes:
(…)
II.- De las acciones de inconstitucionalidad que tengan por objeto plantear la posible contradicción entre una norma de carácter
general y esta Constitución.
Las acciones de inconstitucionalidad podrán ejercitarse, dentro de los treinta días naturales siguientes a la fecha de publicación de
la norma, por:
(…)
g) La Comisión Nacional de los Derechos Humanos, en contra de leyes de carácter federal o de las entidades federativas, así
como de tratados internacionales celebrados por el Ejecutivo Federal y aprobados por el Senado de la República, que vulneren los
derechos humanos consagrados en esta Constitución y en los tratados internacionales de los que México sea parte. Asimismo, los
organismos de protección de los derechos humanos equivalentes en las entidades federativas, en contra de leyes expedidas por las
Legislaturas;
(…)
[5]
Artículo 10. La Suprema Corte de Justicia conocerá funcionando en Pleno:
I. De las controversias constitucionales y acciones de inconstitucionalidad a que se refieren las fracciones I y II del artículo 105
de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos;
(…)
[6]
SEGUNDO. El Tribunal Pleno de la Suprema Corte de Justicia de la Nación conservará para su resolución:
(…)
II. Las acciones de inconstitucionalidad, salvo en las que deba sobreseerse, así como los recursos interpuestos en éstas en los que
sea necesaria su intervención;
(…)
[7]
“Artículo 60. El plazo para ejercitar la acción de inconstitucionalidad será de treinta días naturales contados a partir del día
siguiente a la fecha en que la ley o tratado internacional impugnado sean publicados en el correspondiente medio oficial. Si el
último día del plazo fuese inhábil, la demanda podrá presentarse el primer día hábil siguiente.
En materia electoral, para el cómputo de los plazos, todos los días son hábiles”.
[8]
Visible en la foja 30 del expediente principal en que se actúa.
[9]
“Artículo 105. La Suprema Corte de Justicia de la Nación conocerá, en los términos que señale la ley reglamentaria, de los
asuntos siguientes:
(…)
II. De las acciones de inconstitucionalidad que tengan por objeto plantear la posible contradicción entre una norma de carácter
general y esta Constitución.
(…)
g) La Comisión Nacional de los Derechos Humanos, en contra de leyes de carácter federal o de las entidades federativas, así
como de tratados internacionales celebrados por el Ejecutivo Federal y aprobados por el Senado de la República, que vulneren los
derechos humanos consagrados en esta Constitución y en los tratados internacionales de los que México sea parte. Asimismo, los
organismos de protección de los derechos humanos equivalentes en las entidades federativas, en contra de leyes expedidas por las
Legislaturas;
(…)”.
[10]
“Artículo 11. El actor, el demandado y, en su caso, el tercero interesado deberán comparecer a juicio por conducto de los
funcionarios que, en términos de las normas que los rigen, estén facultados para representarlos. En todo caso, se presumirá que
quien comparezca a juicio goza de la representación legal y cuenta con la capacidad para hacerlo, salvo prueba en contrario.
(…)”.
“Artículo 59. En las acciones de inconstitucionalidad se aplicarán en todo aquello que no se encuentre previsto en este Título, en
lo conducente, las disposiciones contenidas en el Título II.”
[11]
Foja 83 del expediente.
[12]
“Artículo 15. El Presidente de la Comisión Nacional tendrá las siguientes facultades y obligaciones:
I. Ejercer la representación legal de la Comisión Nacional; (…)”.
[13]
“Artículo 18. La Presidencia es el órgano ejecutivo de la Comisión Nacional. Está a cargo de un presidente, al cual le
corresponde ejercer, de acuerdo con lo establecido en la Ley, las funciones directivas de la Comisión Nacional y su
representación legal”.
[14]
“Artículo 15. El Presidente de la Comisión Nacional tendrá las siguientes facultades y obligaciones:
(…) XI.- Promover las acciones de inconstitucionalidad, en contra de leyes de carácter federal, estatal y del Distrito Federal, así
como de tratados internacionales celebrados por el Ejecutivo Federal y aprobados por el Senado de la República, que vulneren
los derechos humanos reconocidos en la Constitución y en los tratados internacionales de los que México sea parte, y
(…)”.
[15]
“TRANSITORIOS
(…) Segundo.- La Secretaría tendrá un plazo de 90 días naturales posteriores a la publicación de este Decreto para emitir las
disposiciones y lineamientos necesarios para el ejercicio de este derecho en los casos que establece la Ley”.
[16]
“TRANSITORIOS
(…) Tercero.- El Congreso de la Unión y las Legislaturas de las entidades federativas, en el ámbito de sus respectivas
competencias, realizarán las modificaciones legislativas conforme a lo dispuesto en el presente Decreto, dentro de los 180 días
naturales siguientes a su entrada en vigor”.
[17]
Registro 170414. [J]; 9a. Época; Pleno; S.J.F. y su Gaceta; Tomo XXVII, Febrero de 2008; Pág. 1111. P./J. 8/2008.
[18]
Sirve como sustento lo precisado en la tesis jurisprudencial de rubro: “ACCIÓN DE INCONSTITUCIONALIDAD. SI SE
HACE VALER UNA CAUSAL DE IMPROCEDENCIA QUE INVOLUCRA EL ESTUDIO DE FONDO, DEBERÁ
DESESTIMARSE”. Registro 181395. [J]; 9a. Época; Pleno; S.J.F. y su Gaceta; Tomo XIX, Junio de 2004; Pág. 865. P./J.
36/2004.
[19]
Navarro-Valls, Rafael y Javier Martínez-Torrón, Conflictos entre conciencia y ley. Las objeciones de conciencia, Madrid,
Iustel, 2011, p. 31.
[20]
“Artículo 40 [Constitución Federal].- Es voluntad del pueblo mexicano constituirse en una República representativa,
democrática, laica y federal, compuesta por Estados libres y soberanos en todo lo concerniente a su régimen interior, y por la
Ciudad de México, unidos en una federación establecida según los principios de esta ley fundamental”.
[21]
“Artículo 24 [Constitución Federal].- Toda persona tiene derecho a la libertad de convicciones éticas, de conciencia y de
religión, y a tener o adoptar, en su caso, la de su agrado. Esta libertad incluye el derecho de participar, individual o
colectivamente, tanto en público como en privado, en las ceremonias, devociones o actos del culto respectivo, siempre que no
constituyan un delito o falta penados por la ley. Nadie podrá utilizar los actos públicos de expresión de esta libertad con fines
políticos, de proselitismo o de propaganda política.
El Congreso no puede dictar leyes que establezcan o prohiban religión alguna.
Los actos religiosos de culto público se celebrarán ordinariamente en los templos. Los que extraordinariamente se celebren fuera
de éstos se sujetarán a la ley reglamentaria”.
[22]
“Artículo 130 [Constitución Federal].- El principio histórico de la separación del Estado y las iglesias orienta las normas
contenidas en el presente artículo. Las iglesias y demás agrupaciones religiosas se sujetarán a la ley.
Corresponde exclusivamente al Congreso de la Unión legislar en materia de culto público y de iglesias y agrupaciones religiosas.
La ley reglamentaria respectiva, que será de orden público, desarrollará y concretará las disposiciones siguientes:
(…)
c) Los mexicanos podrán ejercer el ministerio de cualquier culto. Los mexicanos así como los extranjeros deberán, para ello,
satisfacer los requisitos que señale la ley;
d) En los términos de la ley reglamentaria, los ministros de cultos no podrán desempeñar cargos públicos. Como ciudadanos
tendrán derecho a votar, pero no a ser votados. Quienes hubieren dejado de ser ministros de cultos con la anticipación y en la
forma que establezca la ley, podrán ser votados;
e) Los ministros no podrán asociarse con fines políticos ni realizar proselitismo a favor o en contra de candidato, partido o
asociación política alguna. Tampoco podrán en reunión pública, en actos del culto o de propaganda religiosa, ni en publicaciones
de carácter religioso, oponerse a las leyes del país o a sus instituciones, ni agraviar, de cualquier forma, los símbolos patrios.
Queda estrictamente prohibida la formación de toda clase de agrupaciones políticas cuyo título tenga alguna palabra o indicación
cualquiera que la relacione con alguna confesión religiosa. No podrán celebrarse en los templos reuniones de carácter político.
(…)”.
[23]
Incluso, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH) ha sostenido, entre otros, al resolver el Caso Lautsi y Otros v.
Italia, la decisión de perpetuar o no una tradición pertenece, en principio, al margen de apreciación del Estado (sin que ello
implique soslayar la obligación de los Estados de respetar los derechos y libertades). Asimismo, el TEDH ostuvo que, en
principio, se deben respetar las opciones de los Estados contratantes, inclusive en cuanto al lugar que otorgan a la religión, en la
medida, no obstante, en que las opciones no conduzcan a una forma de adoctrinamiento.
Cfr. Caso Lautsi y Otros v. Italia, Sentencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos del 18 de marzo de 2011, Gran Sala,
párrafos 68
y 69.
[24]
Por ejemplo, el Tribunal Constitucional español ha desarrollado una consolidada doctrina sobre la neutralidad religiosa y la
separación del Estado y las confesiones religiosas. Si bien tiene particularidades en relación al sistema mexicano, coincide en
establecer una modalidad de laicidad a la que el propio Tribunal denomina “aconfesionalidad o laicidad positiva”. Bajo esta
doctrina, el sistema de laicidad positiva se compone de dos dimensiones: la dimensión objetiva, que implica la neutralidad de los
poderes públicos implícita en la aconfesionalidad del Estado y, por la dimensión subjetiva, que se integra propiamente por el
derecho subjetivo de libertad religiosa. Cfr. Sentencia del Tribunal Constitucional STC 34/2011, de 28 de marzo de 2011, FJ 3.
[25]
Llamazares Fernández, Dionisio, Derecho de la libertad de conciencia, tomo I, 3ª ed., Navarra, Thomson-Civitas, 2007, p.
55.
[26]
Llamazares Fernández, Dionisio, Derecho de la libertad de conciencia, tomo I, 3ª ed., Navarra, Thomson-Civitas, 2007, pp.
55 y 56.
[27]
Celador Angón, Óscar, “Procesos electorales y laicidad en México”, en Ríos Vega, Luis Efrén (coord.), Tópicos
contemporáneos de derechos políticos fundamentales, Madrid, Dykinson, 2010, p. 200.
[28]
Vázquez, Rodolfo, Derechos Humanos. Una lectura liberal igualitaria, México, Instituto de Investigaciones Jurídicas–
UNAM, 2015, p. 49.
[29]
Según Rafael Navarro-Valls, este modelo de laicidad positiva es el que ha adoptado el Tribunal Constitucional español, el
Tribunal Constitucional Federal Alemán, la Corte Constitucional italiana y el Tribunal Supremo de los Estados Unidos de
América. Cfr. Navarro-Valls, Rafael, “Neutralidad activa y laicidad positiva”, en Ruíz Miguel, Alfonso y Navarro-Valls, Rafael,
Laicismo y Constitución, Madrid-México, Fundación Coloquio Jurídico Europeo-Fontamara, 2010, pp. 122 a 130.
[30]
Zucca, Lorenzo, “Rethinking Secularism in Europe”, en Bhuta, Nehal (coordinador), Freedom of Religion, Secularism, and
Human Rights, Oxford University Press, Reino Unido, 2019, pp. 154 a 157.
[31]
Dictamen de la Comisión de Puntos Constitucionales de la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión (Cámara de
Origen), de 15 de diciembre de 2011, Gaceta No. 3413-III.
[32]
Llamazares Fernández, Dionisio, Derecho de la libertad de conciencia, tomo I, 3ª ed., Navarra, Thomson-Civitas, 2007, p.
55.
[33]
Amparo en revisión 295/1999, resuelto por el Pleno el 8 de mayo de 2000, por unanimidad de 10 votos de los Ministros
Aguirre Anguiano, Azuela Güitrón, Castro y Castro, Díaz Romero, Gudiño Pelayo (ponente), Ortíz Mayagoitia, Román Palacios,
Sánchez Cordero, Silva Meza y Presidente Góngora Pimentel.
[34]
“COLEGIOS DE PROFESIONISTAS. EL ARTÍCULO 48 DE LA LEY REGLAMENTARIA DEL ARTÍCULO 5o.
CONSTITUCIONAL, RELATIVO AL EJERCICIO DE LAS PROFESIONES EN EL DISTRITO FEDERAL QUE
ORDENA QUE AQUÉLLOS SE MANTENGAN AJENOS A TODA DOCTRINA O ACTIVIDAD RELIGIOSA, NO
VIOLA EL ARTÍCULO 24 DE LA CONSTITUCIÓN FEDERAL”. Registro 191133. [TA]; 9a. Época; Pleno; S.J.F. y su
Gaceta; Tomo XII, Septiembre de 2000; Pág. 14. P. CXXXVI/2000.
[35]
Amparo en revisión 1595/2006, resuelto por la Primera Sala el 29 de noviembre de 2006, por unanimidad de 5 votos de los
Ministros Gudiño Pelayo, Valls Hernández, Silva Meza, Sánchez Cordero de García Villegas y Presidente Cossío Díaz (ponente).
[36]
Este criterio fue reiterado en el amparo directo en revisión 502/2007, resuelto por la Primera Sala el 28 de noviembre de
2007, por unanimidad de 5 votos de los Ministros Gudiño Pelayo, Valls Hernández, Silva Meza, Sánchez Cordero de García
Villegas (ponente) y Presidente Cossío Díaz.
[37]
Amparo en revisión 439/2015, resuelto por la Segunda Sala el 28 de octubre de 2015, por unanimidad de 5 votos de los
Ministros Medina Mora Icaza, Silva Meza (ponente), Franco González Salas, Luna Ramos y Presidente Pérez Dayán.
[38]
“Artículo 24 [Constitución Federal vigente].- Toda persona tiene derecho a la libertad de convicciones éticas, de
conciencia y de religión, y a tener o adoptar, en su caso, la de su agrado (…)”.
[39]
Antes de la reforma constitucional de 2013, la redacción del artículo 24 era la siguiente:
“Artículo 24 [Constitución Federal vigente entre el 28 de enero de 1992 hasta el 19 julio de 2013].- Todo hombre es libre
para profesar la creencia religiosa que más le agrade y para practicar las ceremonias, devociones o actos del culto respectivo,
siempre que no constituyan un delito o falta penados por la ley.
(…)”.
[40]
Amparo en revisión 1595/2006, resuelto por la Primera Sala el 29 de noviembre de 2006, por unanimidad de 5 votos de los
Ministros Gudiño Pelayo, Valls Hernández, Silva Meza, Sánchez Cordero de García Villegas y Presidente Cossío Díaz (ponente).
[41]
“LIBERTAD RELIGIOSA. SUS DIFERENTES FACETAS”. Registro 173253. [TA]; 9a. Época; 1a. Sala; S.J.F. y su
Gaceta; Tomo XXV, Febrero de 2007; Pág. 654. 1a. LX/2007.
[42]
“LIBERTAD RELIGIOSA Y LIBERTAD DE CULTO. SUS DIFERENCIAS”. Registro 173252. [TA]; 9a. Época; 1a.
Sala; S.J.F. y su Gaceta; Tomo XXV, Febrero de 2007; Pág. 654. 1a. LXI/2007.
[43]
Exposición de motivos de la iniciativa de reforma constitucional presentada por el Grupo Parlamentario del Partido
Revolucionario Institucional el 18 de marzo de 2010, Cámara de Diputados, Gaceta No. 2971-I.
[44]
Dictamen de la Comisión de Puntos Constitucionales de la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión (Cámara de
Origen), de 15 de diciembre de 2011, Gaceta No. 3413-III.
[45]
Amparo en revisión 439/2015, resuelto por la Segunda Sala el 28 de octubre de 2015, por unanimidad de 5 votos de los
Ministros Medina Mora Icaza, Silva Meza (ponente), Franco González Salas, Luna Ramos y Presidente Pérez Dayán.
[46]
Amparo en revisión 800/2017, resuelto por la Segunda Sala el 29 de noviembre de 2017, por unanimidad de 5 votos de los
Ministros Pérez Dayán (ponente), Laynez Potisek, Franco González Salas, Luna Ramos y Presidente Medina Mora I.
[47]
Amparo en revisión 1049/2017, resuelto por la Primera Sala el 15 de agosto de 2018, por mayoría de 4 votos de los
Ministros Zaldívar Lelo de Larrea (Ponente), Pardo Rebolledo, Gutiérrez Ortiz Mena y Presidenta Piña Hernández. En contra el
Ministro Cossío Díaz.
[48]
“LIBERTAD RELIGIOSA. DEBERES QUE IMPONE AL ESTADO”. Registro 2019256. [TA]; 10a. Época; 1a. Sala;
Gaceta S.J.F.; Libro 63, Febrero de 2019; Tomo I; Pág. 722. 1a. IV/2019 (10a.).
[49]
Amparo en revisión 854/2018, resuelto por la Segunda Sala el 7 de agosto de 2019, por unanimidad de 5 votos de los
Ministros Pérez Dayán, Medina Mora I., Franco González Salas, Esquivel Mossa (ponente) y Presidente Laynez Potisek.
[50]
Corte IDH. Caso "La Última Tentación de Cristo" (Olmedo Bustos y otros) Vs. Chile. Fondo, Reparaciones y Costas.
Sentencia de 5 de febrero de 2001. Serie C No. 73.
[51]
Corte IDH. Caso "La Última Tentación de Cristo" (Olmedo Bustos y otros) Vs. Chile. Fondo, Reparaciones y Costas.
Sentencia de 5 de febrero de 2001. Serie C No. 73.
[52]
Cfr. Dworkin, Ronald, Religion without god, Massachusetts, Harvard University Press, 2013, pp. 1 a 43 y 105 a 147 (existe
traducción al castellano en Religión sin dios, México, Fondo de Cultura Económica, 2014 a cargo de Víctor Altamirano). Y
Zucca, Lorenzo, A Secular Europe. Law and Religion in the European Constitutional Landscape, Oxford University Press, Reino
Unido, 2012, pp. 88 a 91.
[53]
“Artículo 24 [Constitución General].- Toda persona tiene derecho a la libertad de convicciones éticas, de conciencia y de
religión, y a tener o adoptar, en su caso, la de su agrado. Esta libertad incluye el derecho de participar, individual o
colectivamente, tanto en público como en privado, en las ceremonias, devociones o actos del culto respectivo, siempre que no
constituyan un delito o falta penados por la ley. Nadie podrá utilizar los actos públicos de expresión de esta libertad con fines
políticos, de proselitismo o de propaganda política.
El Congreso no puede dictar leyes que establezcan o prohiban religión alguna.
Los actos religiosos de culto público se celebrarán ordinariamente en los templos. Los que extraordinariamente se celebren fuera
de éstos se sujetarán a la ley reglamentaria”.
[54]
“Artículo 12 [Convención Americana]. Libertad de Conciencia y de Religión
1. Toda persona tiene derecho a la libertad de conciencia y de religión. Este derecho implica la libertad de conservar su religión o
sus creencias, o de cambiar de religión o de creencias, así como la libertad de profesar y divulgar su religión o sus creencias,
individual o colectivamente, tanto en público como en privado.
2. Nadie puede ser objeto de medidas restrictivas que puedan menoscabar la libertad de conservar su religión o sus creencias o de
cambiar de religión o de creencias.
3. La libertad de manifestar la propia religión y las propias creencias está sujeta únicamente a las limitaciones prescritas por la ley
y que sean necesarias para proteger la seguridad, el orden, la salud o la moral públicos o los derechos o libertades de los demás.
4. Los padres, y en su caso los tutores, tienen derecho a que sus hijos o pupilos reciban la educación religiosa y moral que esté de
acuerdo con sus propias convicciones”.
[55]
“Artículo 18 [Pacto Internacional de DCyP]
1. Toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento, de conciencia y de religión; este derecho incluye la libertad de tener o
de adoptar la religión o las creencias de su elección, así como la libertad de manifestar su religión o sus creencias, individual o
colectivamente, tanto en público como en privado, mediante el culto, la celebración de los ritos, las prácticas y la enseñanza.
2. Nadie será objeto de medidas coercitivas que puedan menoscabar su libertad de tener o de adoptar la religión o las creencias de
su elección.
3. La libertad de manifestar la propia religión o las propias creencias estará sujeta únicamente a las limitaciones prescritas por la
ley que sean necesarias para proteger la seguridad, el orden, la salud o la moral públicos, o los derechos y libertades
fundamentales de los demás.
(…)”.
[56]
Llamazares Fernández, Dionisio, Derecho de la libertad de conciencia, Tomo II, Pamplona, Civitas-Thomson Reuters, 4ª
ed., 2011, p. 311.
[57]
Llamazares Fernández, Dionisio, Derecho de la libertad de conciencia, Tomo I, Pamplona, Civitas-Thomson Reuters, 3ª ed.,
2007, pp. 18 y 19.
[58]
Llamazares Fernández, Dionisio, Derecho de la libertad de conciencia, Tomo I, Pamplona, Civitas-Thomson Reuters, 3ª ed.,
2007, pp. 22 a 24.
[59]
Navarro-Valls, Rafael y Martínez-Torrón, Javier, Las objeciones de conciencia en el derecho español y comparado, Madrid,
McGraw-Hill, 1997, p. 14.
[60]
Sieira Mucientes, Sara, La objeción de conciencia sanitaria, Madrid, Dykinson, 2000, p. 23.
[61]
Llamazares Fernández, Dionisio, Derecho de la libertad de conciencia, Tomo II, Pamplona, Civitas-Thomson Reuters, 4ª
ed., 2011, p. 320.
[62]
Llamazares Fernández, Dionisio, Derecho de la libertad de conciencia, Tomo II, Pamplona, Civitas-Thomson Reuters, 4ª
ed., 2011, pp. 321 y 322.
[63]
Amparo en revisión 796/2011, resuelto por la Primera Sala el 18 de abril de 2012, por unanimidad de 5 votos de los
Ministros Pardo Rebolledo, Cossío Díaz (ponente), Ortiz Mayagoitia, Sánchez Cordero de García Villegas y Zaldívar Lelo de
Larrea.
En el amparo en revisión 854/2018, resuelto el 7 de agosto de 2019, por unanimidad de 5 votos de los Ministros Pérez Dayán,
Medina Mora I., Franco González Salas, Esquivel Mossa (ponente) y Presidente Laynez Potisek, la Segunda Sala reiteró este
criterio y reconoció que la objeción de conciencia es una manifestación de la libertad de pensamiento, conciencia y religión a
partir de una confrontación entre un deber legal y las convicciones del fuero interior o la propia conciencia.
[64]
Dictamen de la Comisión de Puntos Constitucionales de la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión (Cámara de
Origen), de 15 de diciembre de 2011, Gaceta No. 3413-III.
[65]
El Tribunal Constitucional español sostuvo en la sentencia 53/1985, de 11 de abril de 1985 —que resolvió un recurso previo
de inconstitucionalidad interpuesto contra el Proyecto de Ley Orgánica de reforma del artículo 417 bis del Código Penal mediante
la cual despenalizó algunos supuestos de interrupción del embarazo—, que el derecho a la objeción de conciencia existe, y pude
ser ejercido con independencia de que se haya dictado o no tal regulación, pues la objeción de conciencia forma parte del
contenido del derecho fundamental de libertad ideológica y religiosa. En este sentido, un sector de la academia (véase: Navarro-
Valls, Rafael y Martínez Torrón, Javier, Las objeciones de conciencia en el derecho español y comparado, Madrid, McGraw-
Hill, 1997, pp. 108 a 110; y Sieira Mucientes, Sara, La objeción de conciencia sanitaria, Madrid, Dykinson, 2000, pp. 90 y 91)
consideró que la objeción de conciencia a la interrupción del embarazo encuentra fundamento constitucional por formar parte del
contenido del derecho de libertad ideológica y religiosa. Por el contrario, otro sector (véase: Díez-Picazo, Luis María, Sistema de
derechos fundamentales, 3ª ed., Pamplona, Civitas, 2008, p. 265), considera que el caso de la interrupción del embarazo es muy
específico como para poder extraer de esta sentencia la idea de un derecho a la objeción de conciencia con alcances generales,
mucho menos como para considerarla derecho fundamental.
[66]
Por ejemplo, la objeción de conciencia está expresamente prevista como un derecho constitucional en el artículo 18 de la
Constitución Política de Colombia. En el caso español, la objeción de conciencia al extinto servicio militar obligatorio se prevé el
artículo 30 de la Constitución Española, mientras que en materia sanitaria se encuentra reconocida en la Ley Orgánica 2/2010, de
3 de marzo, de salud sexual y reproductiva y de la interrupción voluntaria del embarazo. Asimismo, el Tribunal Constitucional de
Chile en la sentencia N° 3729 (3751)-17-CPT que analizó la despenalización de la interrupción voluntaria del embarazo, sostuvo
que si bien la objeción de conciencia no encuentra reconocimiento expreso en la Norma Fundamental, esta puede inferirse de la
libertad de conciencia (parágrafos 125 al 130 de la resolución).
[67]
Pomed Sánchez, Luis, “Objeción, insumisión y servicio militar obligatorio”, Revista de Administración Pública, Núm. 134,
mayo-agosto de 1994, Madrid, Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, p. 212.
[68]
Vázquez, Rodolfo, Derechos Humanos. Una lectura liberal igualitaria, México, Instituto de Investigaciones Jurídicas–
UNAM, 2015, p. 50.
[69]
“Artículo 4º [Constitución General].- La mujer y el hombre son iguales ante la ley. Ésta protegerá la organización y el
desarrollo de la familia.
(…) Toda Persona tiene derecho a la protección de la salud. La Ley definirá las bases y modalidades para el acceso a los servicios
de salud y establecerá la concurrencia de la Federación y las entidades federativas en materia de salubridad general, conforme a lo
que dispone la fracción XVI del artículo 73 de esta Constitución. La Ley definirá un sistema de salud para el bienestar, con el fin
de garantizar la extensión progresiva, cuantitativa y cualitativa de los servicios de salud para la atención integral y gratuita de las
personas que no cuenten con seguridad social. (…)”.
[70]
Amparo en revisión 378/2014, resuelto por la Segunda Sala el 15 de octubre de 2014, por mayoría de 3 votos de los
Ministros Pérez Dayán (ponente), Franco González Salas y Presidente Aguilar Morales. En contra la Ministra Luna Ramos.
Ausente el Ministro Valls Hernández.
[71]
Acción de inconstitucionalidad 89/2015, resuelta por el Pleno el 15 de mayo de 2017, por mayoría de 8 votos de los
Ministros Franco González Salas, Zaldívar Lelo de Larrea (ponente), Pardo Rebolledo, Piña Hernández, Medina Mora I., Laynez
Potisek, Pérez Dayán y Presidente Aguilar Morales, se determinó reconocer la validez del artículo 3, fracción IX, de la Ley para
la Atención y Protección a Personas con la Condición del Espectro Autista en el Estado de México. Los Ministros Gutiérrez Ortiz
Mena y Cossío Díaz votaron en contra.
[72]
Acción de inconstitucionalidad 33/2015, resuelta por el Pleno el 18 de febrero de 2016, por mayoría de 10 votos de los
Ministros Gutiérrez Ortiz Mena, Luna Ramos, Franco González Salas, Zaldívar Lelo de Larrea, Pardo Rebolledo, Piña
Hernández, Medina Mora I., Laynez Potisek, Pérez Dayán (ponente) y Presidente Aguilar Morales, se reconoció la validez de los
artículos 3, fracción IX, y 16, fracción IV, de la Ley General para la Atención y Protección a Personas con la Condición de
Espectro Autista. El Ministro Cossío Díaz votó en contra, al estimar que la ley en su totalidad debe declararse inválida por
contener un vicio formal.
[73]
Así se sustenta en la tesis P. LXVIII/2009, de rubro: “DERECHO A LA SALUD. NO SE LIMITA AL ASPECTO
FÍSICO, SINO QUE SE TRADUCE EN LA OBTENCIÓN DE UN DETERMINADO BIENESTAR GENERAL”. Registro
165826. [TA]; 9a. Época; Pleno; S.J.F. y su Gaceta; Tomo XXX, Diciembre de 2009; Pág. 6.
[74]
“DERECHO A LA SALUD. IMPONE AL ESTADO LAS OBLIGACIONES DE GARANTIZAR QUE SEA
EJERCIDO SIN DISCRIMINACIÓN ALGUNA Y DE ADOPTAR MEDIDAS PARA SU PLENA REALIZACIÓN”.
Registro 161333. [TA]; 9a. Época; Pleno; S.J.F. y su Gaceta; Tomo XXXIV, Agosto de 2011; Pág. 29. P. XVI/2011.
[75]
“Artículo 12 [Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales].
1. Los Estados Partes en el presente Pacto reconocen el derecho de toda persona al disfrute del más alto nivel posible de salud
física y mental.
2. Entre las medidas que deberán adoptar los Estados Partes en el Pacto a fin de asegurar la plena efectividad de este derecho,
figurarán las necesarias para:
a) La reducción de la mortinatalidad y de la mortalidad infantil, y el sano desarrollo de los niños;
b) El mejoramiento en todos sus aspectos de la higiene del trabajo y del medio ambiente;
c) La prevención y el tratamiento de las enfermedades epidémicas, endémicas, profesionales y de otra índole, y la lucha contra
ellas;
d) La creación de condiciones que aseguren a todos asistencia médica y servicios médicos en caso de enfermedad”.
[76]
“Artículo 2 [Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales].
1. Cada uno de los Estados Partes en el presente Pacto se compromete a adoptar medidas, tanto por separado como mediante la
asistencia y la cooperación internacionales, especialmente económicas y técnicas, hasta el máximo de los recursos de que
disponga, para lograr progresivamente, por todos los medios apropiados, inclusive en particular la adopción de medidas
legislativas, la plena efectividad de los derechos aquí reconocidos.
2. Los Estados Partes en el presente Pacto se comprometen a garantizar el ejercicio de los derechos que en él se enuncian, sin
discriminación alguna por motivos de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o de otra índole, origen nacional o
social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición social.
(…)”.
[77]
“8. El derecho a la salud no debe entenderse como un derecho a estar sano. El derecho a la salud entraña libertades y
derechos. Entre las libertades figura el derecho a controlar su salud y su cuerpo, con inclusión de la libertad sexual y genésica, y
el derecho a no padecer injerencias, como el derecho a no ser sometido a torturas ni a tratamientos y experimentos médicos no
consensuales. En cambio, entre los derechos figura el relativo a un sistema de protección de la salud que brinde a las personas
oportunidades iguales para disfrutar del más alto nivel posible de salud”.
[78]
Al respecto véanse los siguientes criterios:
“PERSPECTIVA DE GÉNERO EN LA ADMINISTRACIÓN DE JUSTICIA. SU SIGNIFICADO Y ALCANCES”.
Registro 2005458. [TA]; 10a. Época; Primera Sala; S.J.F: y su Gaceta; 1a. XXIII/2014 (10a.); Libro 3, febrero de 2014, Tomo I,
pág. 677.
“ACCESO A LA JUSTICIA EN CONDICIONES DE IGUALDAD. ELEMENTOS PARA JUZGAR CON
PERSPECTIVA DE GÉNERO”. Registro 2011430; [TA]; 10a. Época; Primera Sala; S.J.F: y su Gaceta; 1a./J. 22/2016 (10a.);
Libro 29, abril de 2016, Tomo II, pág. 836.
“ACCESO A LA JUSTICIA EN CONDICIONES DE IGUALDAD. TODOS LOS ÓRGANOS JURISDICCIONALES
DEL PAÍS DEBEN IMPARTIR JUSTICIA CON PERSPECTIVA DE GÉNERO”. Registro 2005794. [TA]; 10a. Época;
Primera Sala; S.J.F: y su Gaceta; 1a. XCIX/2014 (10a.); Libro 4, marzo de 2014, Tomo I, pág. 524.
“IMPARTICIÓN DE JUSTICIA CON PERSPECTIVA DE GÉNERO. DEBE APLICARSE ESTE MÉTODO
ANALÍTICO EN TODOS LOS CASOS QUE INVOLUCREN RELACIONES ASIMÉTRICAS, PREJUICIOS Y
PATRONES ESTEREOTÍPICOS, INDEPENDIENTEMENTE DEL GÉNERO DE LAS PERSONAS
INVOLUCRADAS”. Registro 2008545. [TA]; 10a. Época; Primera Sala; S.J.F: y su Gaceta; 1a. LXXIX/2015 (10a.); Libro 15,
febrero de 2015, tomo II, pág. 1397.
“IMPARTICIÓN DE JUSTICIA CON PERSPECTIVA DE GÉNERO. OBLIGACIONES QUE DEBE CUMPLIR EL
ESTADO MEXICANO EN LA MATERIA”. Registro 2009998.
[TA]; 10a. Época; Pleno; S.J.F: y su Gaceta; P. XX/2015 (10a.); Libro 22, septiembre de 2015, Tomo I, pág. 235.
[79]
Facio, Alda, Asegurando el futuro. “Las instituciones de derechos humanos y los derechos reproductivos”, en Glosario de:
Curso Básico sobre el Sistema Interamericano de Protección de los Derechos Humanos. Texto íntegro disponible en el sitio:
https://www.corteidh.or.cr/tablas/a12759.pdf
[80]
Ratificada por el Estado Mexicano el veintitrés de marzo de mil novecientos ochenta y uno.
[81]
Relativa a las obligaciones básicas de los Estados parte de conformidad con el artículo 2 de la Convención, y emitida el
veintinueve de diciembre de dos mil diez (párrafo 24).
[82]
Emitida por el citado Comité el veintinueve de enero de mil novecientos noventa y dos.
[83]
En materia de violencia por razón de género contra la mujer, y emitida el veintiséis de julio de dos mil diecisiete.
[84]
Pronunciada el dos de febrero de mil novecientos noventa y nueve.
[85]
En relación con el examen que el Comité hizo de los informes periódicos séptimo y octavo combinados de México
(CEDAW/C/MEX/7-8) en sus reuniones 1051a y 1052a, celebradas el diecisiete de julio de dos mil dice (véase
CEDAW/C/SR.1051 y 1052). La lista de cuestiones y preguntas del Comité figura en el documento CEDAW/C/MEX/Q/7-8, y
las respuestas en el documento CEDAW/C/MEX/Q/7-8/Add.1.
[86]
Ratificada por el Estado Mexicano el doce de noviembre de mil novecientos noventa y ocho.
[87]
Artículo 1 de este ordenamiento en cita.
[88]
Observación General núm. 22 (2016), relativa al derecho a la salud sexual y reproductiva (artículo 12 del Pacto Internacional
de Derechos Económicos, Sociales y Culturales). Emitida por el Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, del
Consejo Económico y Social de las Naciones Unidas, el 2 de mayo de 2016, párrafo 2.
[89]
Párrafos 12 a 14 de la Observación General 22.
[90]
Párrafo 15 de la Observación General 22.
[91]
Párrafo 20 de la Observación General 22.
[92]
Párrafo 21 de la Observación General 22.
[93]
Párrafo 43 de la Observación General 22.
[94]
Amparo en revisión 378/2014, resuelto por la Segunda Sala el 15 de octubre de 2014, por mayoría de 3 votos de los
Ministros Pérez Dayán (ponente), Franco González Salas y Presidente Aguilar Morales. En contra la Ministra Luna Ramos.
Ausente el Ministro Valls Hernández.
[95]
Acción de inconstitucionalidad 89/2015, resuelta por el Pleno el 15 de mayo de 2017, por mayoría de 8 votos de los
Ministros Franco González Salas, Zaldívar Lelo de Larrea (ponente), Pardo Rebolledo, Piña Hernández, Medina Mora I., Laynez
Potisek, Pérez Dayán y Presidente Aguilar Morales, se determinó reconocer la validez del artículo 3, fracción IX, de la Ley para
la Atención y Protección a Personas con la Condición del Espectro Autista en el Estado de México. Los Ministros Gutiérrez Ortiz
Mena y Cossío Díaz votaron en contra.
[96]
Acción de inconstitucionalidad 33/2015, resuelta por el Pleno el 18 de febrero de 2016, por mayoría de 10 votos de los
Ministros Gutiérrez Ortiz Mena, Luna Ramos, Franco González Salas, Zaldívar Lelo de Larrea, Pardo Rebolledo, Piña
Hernández, Medina Mora I., Laynez Potisek, Pérez Dayán (ponente) y Presidente Aguilar Morales, se reconoció la validez de los
artículos 3, fracción IX, y 16, fracción IV, de la Ley General para la Atención y Protección a Personas con la Condición de
Espectro Autista. El Ministro Cossío Díaz votó en contra, al estimar que la ley en su totalidad debe declararse inválida por
contener un vicio formal.
[97]
Amparo en revisión 601/2017, resuelto por la Segunda Sala el 4 de abril de 2018, por unanimidad de 5 votos de los
Ministros Pérez Dayán, Laynez Potisek, Franco González Salas (ponente), Luna Ramos y Presidente Medina Mora I. En este
caso, una menor de edad solicitó conjuntamente con su madre a un hospital general del Estado de Morelos, que se le practicara la
interrupción del embarazo que tuvo como consecuencia de una violación y porque el producto presentaba un mal congénito.
[98]
Amparo en revisión 1170/2017, resuelto por la Segunda Sala el 18 de abril de 2018, por unanimidad de 4 votos de los
Ministros Pérez Dayán, Laynez Potisek, Franco González Salas (ponente) y Presidente Medina Mora Icaza, en cuanto a conceder
el amparo en contra de los actos atribuidos a la Directora de un hospital general del Estado de Oaxaca. En este caso, la quejosa
fue víctima de una violación y tuvo como consecuencia su embarazo, por lo que solicitó su interrupción legal al hospital, quien
no realizó el procedimiento por encontrarse en paro de labores.
[99]
Amparo en revisión 1388/2015, resuelto por la Primera Sala, el 15 de mayo de 2019, por unanimidad de 5 votos de la
Ministra Piña Hernández y de los Ministros Aguilar Morales, Pardo Rebolledo, Gutiérrez Ortiz Mena (ponente) y Presidente
González Alcántara Carrancá.
[100]
Acción de inconstitucionalidad 148/2017, resuelta por el Pleno el 7 de septiembre de 2021, por unanimidad de 10 votos de
las Ministras Esquivel Mossa, Piña Hernández y Ríos Farjat y de los Ministros Gutiérrez Ortiz Mena, González Alcántara
Carrancá, Franco González Salas, Aguilar Morales (ponente), Laynez Potisek, Pérez Dayán y Presidente Zaldívar Lelo de Larrea.
respecto a declarar la invalidez del artículo 196, así como del 198 en la porción normativa “sea o”, del Código Penal para el
Estado de Coahuila.
[101]
Amparo en revisión 796/2011, resuelto por la Primera Sala el 18 de abril de 2012, por unanimidad de 5 votos de los
Ministros Pardo Rebolledo, Cossío Díaz (ponente), Ortiz Mayagoitia, Sánchez Cordero de García Villegas y Zaldívar Lelo de
Larrea.
En el amparo en revisión 854/2018, resuelto el 7 de agosto de 2019, por unanimidad de 5 votos de los Ministros Pérez Dayán,
Medina
Mora I., Franco González Salas, Esquivel Mossa (ponente) y Presidente Laynez Potisek, la Segunda Sala reiteró este criterio y
reconoció que la objeción de conciencia es una manifestación de la libertad de pensamiento, conciencia y religión a partir de una
confrontación entre un deber legal y las convicciones del fuero interior o la propia conciencia.
[102]
“Artículo 73 [Constitución General].- El Congreso tiene facultad:
(…)
XVI.- Para dictar leyes sobre nacionalidad, condición jurídica de los extranjeros, ciudadanía, naturalización, colonización,
emigración e inmigración y salubridad general de la República”.
[103]
Acción de inconstitucionalidad 15/2017 y sus acumuladas 16/201, 18/2017 y 19/2017, resuelta el 6 de septiembre de 2018,
por mayoría de 8 votos de las Ministras Luna Ramos y Piña Hernández y de los Ministros Zaldívar Lelo de Larrea, Pardo
Rebolledo, Piña Hernández, Medina Mora Icaza, Laynez Potisek (ponente), Pérez Dayán y Presidente Aguilar Morales, en
cuanto a reconocer la validez de los artículos 9, apartado D, numeral 7 y quinto transitorio de la Constitución de la Ciudad de
México en el que se establece que “a toda persona se le permitirá el uso médico y terapéutico de la cannabis y sus derivados”.
[104]
Acción de inconstitucionalidad 146/2007 y su acumulada 147/2007, resuelta por el Pleno el 28 de agosto de 2008, por
mayoría de 8 votos de los Ministros Cossío Díaz (encargado del engrose), Luna Ramos, Franco González Salas, Góngora
Pimentel, Gudiño Pelayo, Valls Hernández, Sánchez Cordero de García Villegas y Silva Meza, en el sentido de reconocer la
validez de los artículos 144, 145, 146 y 147 del Código Penal para el Distrito Federal y, en específico, al analizar la competencia
del legislador local para despenalizar determinados supuestos de interrupción del embarazo.
[105]
Controversia constitucional 54/2009, resuelta por el Pleno el 27 de mayo de 2010, por mayoría de 10 votos de los Ministros
Cossío Díaz (ponente), Luna Ramos, Franco González Salas, Zaldívar Lelo de Larrea, Gudiño Pelayo, Aguilar Morales, Valls
Hernández, Sánchez Cordero de García Villegas, Silva Meza y Presidente Ortiz Mayagoitia, en el sentido de reconocer la validez
de la “Norma Oficial Mexicana NOM-046-SSA2-2005. Violencia familiar, sexual y contra las mujeres. Criterios para la
prevención y atención”, publicada en el Diario Oficial de la Federación el 16 de abril de 2009. El Ministro Aguirre Anguiano
votó en contra.
[106]
“Artículo 13.- La competencia entre la Federación y las entidades federativas en materia de salubridad general quedará
distribuida conforme a lo siguiente:
A. Corresponde al Ejecutivo Federal, por conducto de la Secretaría de Salud:
I.- Dictar las normas oficiales mexicanas a que quedará sujeta la prestación, en todo el territorio nacional, de servicios de salud en
las materias de salubridad general y verificar su cumplimiento;
(…)”.
[107]
Sobre este enfoque de análisis, véase: Bonifaz, Leticia, Todas las Mujeres, Todos los Derechos, localizable en el vínculo:
https://www.eluniversal.com.mx/opinion/leticia-bonifaz-alfonzo/todas-las-mujeres-todos-los-derechos. En donde se expresa:
“(…) las mujeres que se ven más afectadas con la penalización del aborto son las mujeres de escasos recursos porque, por las
condiciones en que lo llevan a cabo, ponen en peligro su vida e incluso su libertad (…)”.
[108]
De acuerdo con el documento “Diez años de medición de pobreza multidimensional en México: avances y desafíos en
política social. Medición de la pobreza serie 2008-2018” elaborado por el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de
Desarrollo Social, CONEVAL.
[109]
Párrafos 12 a 14 de la Observación General 22.
[110]
Párrafo 43 de la Observación General 22.
[111]
Amparo en revisión 378/2014, resuelto por la Segunda Sala el 15 de octubre de 2014, por mayoría de 3 votos de los
Ministros Pérez Dayán (ponente), Franco González Salas y Presidente Aguilar Morales. En contra la Ministra Luna Ramos.
Ausente el Ministro Valls Hernández.
[112]
Acción de inconstitucionalidad 89/2015, resuelta por el Pleno el 15 de mayo de 2017, por mayoría de 8 votos de los
Ministros Franco González Salas, Zaldívar Lelo de Larrea (ponente), Pardo Rebolledo, Piña Hernández, Medina Mora I., Laynez
Potisek, Pérez Dayán y Presidente Aguilar Morales, se determinó reconocer la validez del artículo 3, fracción IX, de la Ley para
la Atención y Protección a Personas con la Condición del Espectro Autista en el Estado de México. Los Ministros Gutiérrez Ortiz
Mena y Cossío Díaz votaron en contra.
[113]
Acción de inconstitucionalidad 33/2015, resuelta por el Pleno el 18 de febrero de 2016, por mayoría de 10 votos de los
Ministros Gutiérrez Ortiz Mena, Luna Ramos, Franco González Salas, Zaldívar Lelo de Larrea, Pardo Rebolledo, Piña
Hernández, Medina Mora I., Laynez Potisek, Pérez Dayán (ponente) y Presidente Aguilar Morales, se reconoció la validez de los
artículos 3, fracción IX, y 16, fracción IV, de la Ley General para la Atención y Protección a Personas con la Condición de
Espectro Autista. El Ministro Cossío Díaz votó en contra, al estimar que la ley en su totalidad debe declararse inválida por
contener un vicio formal.
[114]
“Artículo 41 [Ley Reglamentaria las fracciones I y II del artículo 105 constitucional]. Las sentencias deberán contener:
(…)
IV. Los alcances y efectos de la sentencia, fijando con precisión, en su caso, los órganos obligados a cumplirla, las normas
generales o actos respecto de los cuales opere y todos aquellos elementos necesarios para su plena eficacia en el ámbito que
corresponda. Cuando la sentencia declare la invalidez de una norma general, sus efectos deberán extenderse a todas aquellas
normas cuya validez dependa de la propia norma invalidada;
(…)”.
“Artículo 73 [Ley Reglamentaria las fracciones I y II del artículo 105 constitucional]. Las sentencias se regirán por lo
dispuesto en los artículos 41, 43, 44 y 45 de esta ley”.
“Artículo 45 [Ley Reglamentaria las fracciones I y II del artículo 105 constitucional]. Las sentencias producirán sus efectos a
partir de la fecha que determine la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
La declaración de invalidez de las sentencias no tendrá efectos retroactivos, salvo en materia penal, en la que regirán los
principios generales y disposiciones legales aplicables de esta materia”.
[115]
Registro 164820. [J]; 9a. Época; Pleno; S.J.F. y su Gaceta; Tomo XXXI, Abril de 2010; Pág. 1564. P./J. 53/2010.
[1]
“Segundo. La Secretaría tendrá un plazo de 90 días naturales posteriores a la publicación de este Decreto para emitir las
disposiciones y lineamientos necesarios para el ejercicio de este derecho en los casos que establece la Ley.
Tercero. El Congreso de la Unión y las Legislaturas de las entidades federativas, en el ámbito de sus respectivas competencias,
realizarán las modificaciones legislativas conforme a lo dispuesto en el presente Decreto, dentro de los 180 días naturales
siguientes a su entrada en vigor.”
[2]
Fallada en sesión de veintitrés de mayo de dos mil diecinueve.
[3]
A mayor abundamiento consúltese: Contreras, É. H. F., & Contreras, L. E. C. Deferencia a la soberanía nacional. Práctica y
doctrina del margen de apreciación nacional en el Sistema Interamericano de Derechos Humanos. Anuario Mexicano De Derecho
Internacional, 1(21), 197. https://doi.org/10.22201/IIJ.24487872E.2021.21.15592. Alfonsín, M. A. L., & Bucetto, M. S. La
doctrina del margen de apreciación nacional. Su recepción en el sistema europeo de Derechos Humanos en el Sistema
Interamericano de Derechos Humanos y en Argentina. REVISTA CAP JURÍDICA CENTRAL, 1(1), 455–498.
https://doi.org/10.29166/CAP.V1I1.1939.
[4]
Para abundar sobre la metodología comparativista, véase: Pöyhönen, J “Algunos malentendidos básicos en el Derecho
Comparado, en Aarnio A., Garzón E y J Uusitalo (coords) La normatividad del Derecho, Gedisa 1997; A. Watson, Legal
Transplants, University of Georgia Press, Athens, (Ga.), 1993; A. Somma, della comparazione L’uso giurisprudenziale nel diritto
interno e comunitario, Giuffrè, Milán, 2001; D. Nelken, J. Feest (eds.), Adapting Legal Cultures, Hart, Oxford-Portland (Oreg.),
2001; P.G. Monateri (ed.), Methods of Comparative Law, Elgar, Cheltenham-Northampton (Mass.), 2012; P. Legrand, R.
Munday (eds.), Comparative Legal Studies: Traditions and Transitions, Cambridge University Press, Cambridge, 2003.
[5]
“Artículo 12. Libertad de Conciencia y de Religión.
1. Toda persona tiene derecho a la libertad de conciencia y de religión. Este derecho implica la libertad de conservar su religión
o sus creencias, o de cambiar de religión o de creencias, así como la libertad de profesar y divulgar su religión o sus creencias,
individual o colectivamente, tanto en público como en privado.
2. Nadie puede ser objeto de medidas restrictivas que puedan menoscabar la libertad de conservar su religión o sus creencias o
de cambiar de religión o de creencias.
3. La libertad de manifestar la propia religión y las propias creencias está sujeta únicamente a las limitaciones prescritas por la
ley y que sean necesarias para proteger la seguridad, el orden, la salud o la moral públicos o los derechos o libertades de los
demás.” (énfasis añadido).
[6]
“Artículo 5. El Sistema Nacional de Salud está constituido por las dependencias y entidades de la Administración Pública,
tanto federal como local, y las personas físicas o morales de los sectores social y privado, que presten servicios de salud, así como
por los mecanismos de coordinación de acciones, y tiene por objeto dar cumplimiento al derecho a la protección de la salud.”
[7]
“Artículo 10 Bis. El Personal médico y de enfermería que forme parte del Sistema Nacional de Salud, podrán ejercer la
objeción de conciencia y excusarse de participar en la prestación de servicios que establece esta Ley.
Cuando se ponga en riesgo la vida del paciente o se trate de una urgencia médica, no podrá invocarse la objeción de conciencia,
en caso contrario se incurrirá en la causal de responsabilidad profesional.
El ejercicio de la objeción de conciencia no derivará en ningún tipo de discriminación laboral.”
[8]
Párrafo 11 de la Recomendación.
[9]
Estos lineamientos se retoman de la propuesta hecha por el Ministro Presidente Arturo Zaldívar Lelo de Larrea en la discusión
de este asunto.
[1]
Tesis aislada P. LXIX/2011(9a.) , de rubro: “PASOS A SEGUIR EN EL CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD Y
CONVENCIONALIDAD EX OFFICIO EN MATERIA DE DERECHOS HUMANOS”. Registro digital 160525. SCJN;
10a. Época; Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta; P. LXIX/2011(9a.);TA.
[2]
“Artículo 4º [Constitución General].- La mujer y el hombre son iguales ante la ley. Ésta protegerá la organización y el
desarrollo de la familia.
(…) Toda Persona tiene derecho a la protección de la salud. La Ley definirá las bases y modalidades para el acceso a los servicios
de salud y establecerá la concurrencia de la Federación y las entidades federativas en materia de salubridad general, conforme a lo
que dispone la fracción XVI del artículo 73 de esta Constitución. La Ley definirá un sistema de salud para el bienestar, con el fin
de garantizar la extensión progresiva, cuantitativa y cualitativa de los servicios de salud para la atención integral y gratuita de las
personas que no cuenten con seguridad social. (…)”.
“Artículo 73 [Constitución General].- El Congreso tiene facultad:
(…)
XVI.- Para dictar leyes sobre nacionalidad, condición jurídica de los extranjeros, ciudadanía, naturalización, colonización,
emigración e inmigración y salubridad general de la República”.
[3]
“Artículo 2º [Ley General de Salud].- El derecho a la protección de la salud, tiene las siguientes finalidades:
I.- El bienestar físico y mental de la persona, para contribuir al ejercicio pleno de sus capacidades;
II.- La prolongación y el mejoramiento de la calidad de la vida humana;
(…)
V.- El disfrute de servicios de salud y de asistencia social que satisfagan eficaz y oportunamente las necesidades de la población.
Tratándose de personas que carezcan de seguridad social, la prestación gratuita de servicios de salud, medicamentos y demás
insumos asociados;
VI.- El conocimiento para el adecuado aprovechamiento y utilización de los servicios de salud;
(…)
VIII.- La promoción de la salud y la prevención de las enfermedades”.
[4]
“Artículo 6º [Ley General de Salud].-El Sistema Nacional de Salud tiene los siguientes objetivos:
I.- Proporcionar servicios de salud a toda la población y mejorar la calidad de los mismos, atendiendo a los problemas sanitarios
prioritarios y a los factores que condicionen y causen daños a la salud, con especial interés en la promoción, implementación e
impulso de acciones de atención integrada de carácter preventivo, acorde con la edad, sexo y factores de riesgo de las personas;
(…)”.
[5]
“Artículo 51 [Ley General de Salud].- Los usuarios tendrán derecho a obtener prestaciones de salud oportunas y de calidad
idónea y a recibir atención profesional y éticamente responsable, así como trato respetuoso y digno de los profesionales, técnicos
y auxiliares.
(…)”.
“Artículo 51 Bis 1 [Ley General de Salud].- Los usuarios tendrán derecho a recibir información suficiente, clara, oportuna, y
veraz, así como la orientación que sea necesaria respecto de su salud y sobre los riesgos y alternativas de los procedimientos,
diagnósticos terapéuticos y quirúrgicos que se le indiquen o apliquen.
Cuando se trate de la atención a los usuarios originarios de pueblos y comunidades indígenas, estos tendrán derecho a obtener
información necesaria en su lengua”.
“Artículo 54 [Ley General de Salud].- Las autoridades sanitarias competentes y las propias instituciones de salud, establecerán
procedimientos de orientación y asesoría a los usuarios sobre el uso de los servicios de salud que requieran, así como mecanismos
para que los usuarios o solicitantes presenten sus quejas, reclamaciones y sugerencias respecto de la prestación de los servicios de
salud y en relación a la falta de probidad, en su caso, de los servidores públicos. En el caso de las poblaciones o comunidades
indígenas las autoridades sanitarias brindarán la asesoría y en su caso la orientación en español y en la lengua o lenguas en uso en
la región o comunidad”.
[6]
Amparo en revisión 378/2014, resuelto por la Segunda Sala el 15 de octubre de 2014, por mayoría de 3 votos de los Ministros
Pérez Dayán (ponente), Franco González Salas y Presidente Aguilar Morales. En contra la Ministra Luna Ramos. Ausente el
Ministro Valls Hernández.
[7]
Acción de inconstitucionalidad 89/2015, resuelta por el Pleno el 15 de mayo de 2017, por mayoría de 8 votos de los Ministros
Franco González Salas, Zaldívar Lelo de Larrea (ponente), Pardo Rebolledo, Piña Hernández, Medina Mora I., Laynez Potisek,
Pérez Dayán y Presidente Aguilar Morales, se determinó reconocer la validez del artículo 3, fracción IX, de la Ley para la
Atención y Protección a Personas con la Condición del Espectro Autista en el Estado de México. Los Ministros Gutiérrez Ortiz
Mena y Cossío Díaz votaron en contra.
[8]
Acción de inconstitucionalidad 33/2015, resuelta por el Pleno el 18 de febrero de 2016, por mayoría de 10 votos de los
Ministros Gutiérrez Ortiz Mena, Luna Ramos, Franco González Salas, Zaldívar Lelo de Larrea, Pardo Rebolledo, Piña
Hernández, Medina Mora I., Laynez Potisek, Pérez Dayán (ponente) y Presidente Aguilar Morales, se reconoció la validez de los
artículos 3, fracción IX, y 16, fracción IV, de la Ley General para la Atención y Protección a Personas con la Condición de
Espectro Autista. El Ministro Cossío Díaz votó en contra, al estimar que la ley en su totalidad debe declararse inválida por
contener un vicio formal.
[1]
Amparo en Revisión 796/2011, resuelto por la Primera Sala el dieciocho de abril de dos mil doce, por unanimidad.
[2]
Al respecto, véase: Comisión de Derechos Humanos, Objeción de conciencia al servicio militar, Resolución 1989/59; Comité
de Derechos Humanos, Observación General N°22. Libertad de pensamiento, de conciencia y de religión (artículo 18), 1993,
párr.11; Consejo de Derechos Humanos, Objeción de conciencia al servicio militar, A/HCR/35/4, 1 de mayo de 2017; Consejo de
Derechos Humanos, Enfoques y problemas en materia de procedimientos de solicitud para obtener la condición de objetor de
conciencia al servicio militar de conformidad con las normas de derechos humanos, A/HCR/41/23, 24 de mayo de 2019; Comité
de Derechos Humanos, Comunicación Nº 682/1996.Westerman c. los Países Bajos; Comité de Derechos Humanos,
Comunicaciones N° 1321/2004 y 1322/2004. Yoon y otros c. la República de Corea.

[3]
Convención Americana sobre Derechos Humanos. Artículo 6. Prohibición de la Esclavitud y Servidumbre […] 3. No
constituyen trabajo forzoso u obligatorio, para los efectos de este artículo: […] b. el servicio militar y, en los países donde se
admite exención por razones de conciencia, el servicio nacional que la ley establezca en lugar de aquél; […].
Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos. Artículo 8.3. c) No se considerarán como "trabajo forzoso u
obligatorio", a los efectos de este párrafo: […] ii) El servicio de carácter militar y, en los países donde se admite la exención
por razones de conciencia, el servicio nacional que deben prestar conforme a la ley quienes se opongan al servicio militar por
razones de conciencia. […]
[4]
En particular, el fallo T-388/09 de la Corte Constitucional Colombiana, de veintiocho de mayo de dos mil nueve.
[5]
Por ejemplo, Poblete Vilches y otros Vs. Chile, párr. 104, 118 y ss., y Cuscul Pivaral Vs. Guatemala, párrs. 106-107.
[6]
Por ejemplo, Ximenes Lopes Vs. Brasil, párr. 89, Poblete Viches y otros vs. Chile, párr. 119. Caso Gonzales Lluy y otros Vs.
Ecuador,
párr. 175.

[7]
Comité de Derechos Humanos, Observación general núm. 36. Artículo 6: derecho a la vida, párr. 8.
[8]
Comité de los Derechos del Niño (CRC), Observación General N°15: sobre el derecho del niño al disfrute del más alto nivel
posible de salud (artículo 24), 17 de abril de 2013, CRC/C/GC/15, cap. I., párr. 69. Disponible en:
https://www.unicef.org/UNICEF-ObservacionesGeneralesDelComiteDeLosDerechosDelNino-WEB.pdf
[9]
Informe del Relator Especial sobre la libertad de religión o de creencias, Violencia de género y discriminación en nombre de
la religión o las creencias, 24 de agosto de 2020, A/HCR/43/48, párr. 43.
[10]
Ley General de Salud
Artículo 10 Bis. El Personal médico y de enfermería que forme parte del Sistema Nacional de Salud, podrán ejercer la objeción
de conciencia y excusarse de participar en la prestación de servicios que establece esta Ley.

Cuando se ponga en riesgo la vida del paciente o se trate de una urgencia médica, no podrá invocarse la objeción de conciencia,
en caso contrario se incurrirá en la causal de responsabilidad profesional.

El ejercicio de la objeción de conciencia no derivará en ningún tipo de discriminación laboral.

[11]
Segundo.- La Secretaría tendrá un plazo de 90 días naturales posteriores a la publicación de este Decreto para emitir las
disposiciones y lineamientos necesarios para el ejercicio de este derecho en los casos que establece la Ley.

[12]12
Tenemos el caso de la NOM-046-SSA2-2005. Violencia familiar, sexual y contra las mujeres. Criterios para la prevención
y atención, que obliga a contar con médicos y enfermeras capacitados en procedimientos de aborto médico no objetores de
conciencia; asimismo, el artículo 59 de la Ley de Salud del Distrito Federal que obliga a las instituciones públicas de salud del
Gobierno a garantizar la oportuna prestación de los servicios y la permanente disponibilidad de personal de salud no objetor de
conciencia en la materia, o el diverso 25 de la Ley de Voluntad Anticipada para el Distrito Federal que obliga a la Secretaría a
garantizar y vigilar, en las instituciones de salud, la oportuna prestación de los servicios y la permanente disponibilidad de
personal de salud no objetor, a fin de garantizar el otorgamiento de los Cuidados Paliativos como parte del cumplimiento de la
voluntad anticipada del enfermo en etapa terminal.
[13]
En Argentina (Artículo 6º Objeción de conciencia de la Ley 26.130 REGIMEN PARA LAS INTERVENCIONES DE
CONTRACEPCION QUIRURGICA), Uruguay (Artículo 29 del Decreto 375/012 Reglamentación de la ley sobre la interrupción
voluntaria del embarazo. Ley de aborto). y Colombia (Sentencia T 209/08 de la Corte Constitucional Colombiana), se exige al
personal e instituciones médicas a remitir a los pacientes con médicos no objetores. Asimismo, en Uruguay y Colombia son
requisitos para invocar la objeción de conciencia que se haga por escrito y se den las razones que impiden al servidor a llevar a
cabo la interrupción del embarazo y las mismas resultan evaluables ex post.
En el caso de Colombia (SentenciaT-388/09) se delimita de manera clara la titularidad de la objeción de conciencia en el personal
que realiza directamente la intervención médica necesaria para interrumpir el embarazo, por lo que no puede ejercerse por quien o
quienes lleven a cabo las actividades médicas preparatorias de la intervención, ni de quien o quienes tengan a su cargo las
actividades posteriores a la intervención. Asimismo, la objeción de conciencia puede restringirse cuando su ejercicio trae como
consecuencia imponer una carga desproporcionada a las mujeres que optan por la interrupción del embarazo.

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