Elperroy Rana: Fundacl6n Edllorl - I
Elperroy Rana: Fundacl6n Edllorl - I
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elperroy la rana
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TRAJE DE ETIQUETA Y OTRAS PIEZAS TEATRALES.indd 1 13/03/14 09:44
© César Chirinos
© Fundación Editorial El perro y la rana, 2018 (digital)
Centro Simón Bolívar, Torre Norte, piso 21, El Silencio,
Caracas - Venezuela, 1010.
Teléfonos: (0212) 768.8300 / 768.8399.
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Páginas web
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www.mincultura.gob.ve
Diseño de la colección
Carlos Zerpa
Edición
Oswaldo Antonio González
Corrección
Juan Pedro Herraiz
Yessica La Cruz
Diagramación
Darlena Bolívar
Jairo Noriega
Mal que le pese y pese a quien pese, todo caso de conciencia es una
comparsa de máscaras vestida con trajes de una misma comedia.
César Chirinos. Que me quiten lo bailado
le parece que el mundo de los objetos tiene alma, Leticia Huerta aparenta
una clase social a la que no pertenece.
El personaje Tomás Providencia, en la obra El Echacantos (1990), da
luz sobre el hábitat del personaje en el actor intérprete: “Yo creo que uno se
hace auténtico por la sucesión de personajes que tenemos que vivir. Proteo,
para poder lograr lo que sus deseos querían y no lo que los demás querían
que fuera, cambiaba de forma. Yo sólo he querido pasar de una imagen a
otra para poder alcanzar mi verdad, mi respuesta, mi nombre. ¿Es acaso eso
mucho pedir?”.
La identidades migratorias del constructo colectivo del Caribe por-
tuario nos abordan en una reconfiguración permanente de los personajes
creados por César, producto del rebusque en la carga de las múltiples iden-
tidades que viven y confluyen en recuerdos y olvidos desde los mapas sen-
soriales de su memoria, la ciudad puerto se hace alfabeto ante el recorrido
escritural del autor, quien pone de frente las interrogantes de la obra, a las
espaldas del ciudadano espectador y testigo histórico de su visión creadora,
incitando a la reflexión desde lo que hemos dejado o nos falta por cargar o
descargar a la cuenta de la diversidad que nos envuelve.
En El Batiburrillo (1989) nos recuerda: “... no hay enseñanza como las
máscaras de nuestra personalidad…” César nos propone “pensar para
recordar”. La voz en off presente en las obras de César se convierte en per-
sonaje-conciencia, tal como el antiguo corifeo griego. La voz en off en Pala-
breando la esperanza sentencia:
Sirvan pues estas obras que hoy encuentran luz editorial para generar
conciliaciones de “estilos” y dramaturgias que intimiden la ficción y
para construir otras formas de relaciones escénicas reveladoras del acon-
tecer espiritual y el poder creador que alumbra el momento histórico que
vivimos.
El telón queda abierto.
Romer Urdaneta
Maracaibo, enero de 2014
Maracuchismo en etiqueta
ciudad pasan muchas cosas con las que a veces no estamos de acuerdo. Es
un discurso muy ceñido a la ciudad de Maracaibo en todas sus manifesta-
ciones. Presentamos un espectáculo de imágenes, no en escenas; no existe
un estricto orden sino un aparente desorden; el espectáculo es como es
Maracaibo”.
Y vaya que lo era. Dos mujeres indígenas de la etnia guajira recibían al
público en la puerta de la sala y se dirigían a él en su idioma aborigen. La
sala estaba dividida sólo por tarimas de colores y las paredes decoradas con
vivos colores, como son las casas de Maracaibo. Del techo colgaban guir-
naldas, flores de papel y focos luminosos intensos completaban la decora-
ción en espera de la gran fiesta de don Popora Valbuena, un ricachón, que
esa noche tiraba la casa por la ventana.
Los primeros extrañados fueron los espectadores, quienes tan pronto
se habían acomodado sobre las tarimas, fueron desalojados y obligados a
seguir las acciones del espectáculo por todo el espacio escénico teatral. El
público, real e invitado a la fiesta quinceañera, entraba en la convención
casi sin darse cuenta. El dinamismo de la representación conducía a los
cuarenta espectadores en unos 45 minutos de chistes, música festiva y mor-
tuoria, canciones, folclor y pasión, hasta salir acompañados por otra puerta
en medio del fragor de San Benito, santo negro benefactor de los humildes.
La Sociedad Dramática de Maracaibo hacía tres funciones cada noche en lo
que fue una de las apoteosis de aquel Festival.
Desde la concepción del espacio hasta la expresión corporal, sin olvidar
a los músicos irrumpiendo en la escena, Chirinos, León y el artista plás-
tico Ángel Peña que concibió la escenografía, consiguieron una represen-
tación fuera de serie por la cantidad de signos sabiamente mezclados. Que
lo hiciera un grupo de provincias otorgaba mayor crédito a la pieza y a la
puesta, pues bien sabido está en Venezuela que hacer teatro en el interior
del país es verdaderamente una proeza. No fue por casualidad que este año
los dramáticos recibieran una avalancha de premios: Premio nacional de
dramaturgia; Mejor actriz de reparto, Nelly Oliver; Mejor grupo teatral de
provincia, Mejor investigación teatral y el Ollantay que otorga el Celcit por
experimentación de nuevos aportes al teatro latinoamericano.
A pasear el traje
La revuelta
40° a la sombra
Recuadro
El Maracuchismo Leninismo
IMAGEN 1
La Guajira recibe y Armando canta
IMAGEN 2
La Caricanteao juega dominó
1 Armando Molero, guitarrista y cantautor nacido en Maracaibo en 1899, compuso valses, dan-
zas y bambucos zulianos. Fue llamado “El cantor de todos los tiempos”.
PALABREANDO LA ESPERANZA
El Director deja el teléfono y se les acerca, frotándose las manos muy jubiloso.
Jugador 3: ¡Trancao!
IMAGEN 3
El paraguas y la escoba bailan el valse
IMAGEN 4
Una chufleta
IMAGEN 5
La gaita y los fantasmas I
IMAGEN 6
El interior de una casa amplia
IMAGEN 7
Don Popora Valbuena
Don Popora: ¿Pero qué están haciendo ustedes? ¿Quiénes son? ¿Quién
les dio permiso para destruir mi piso de mármol?
PALABREANDO LA ESPERANZA
IMAGEN 8
Con la décima en el diálogo
IMAGEN 9
La familia y el desfile de modas
PALABREANDO LA ESPERANZA
IMAGEN 10
La gaita y los fantasmas II
IMAGEN 11
Escena once
Pausa larga.
Pausa larga.
IMAGEN 12
El retablo de las maravillas
IMAGEN 13
La mabita o las furias
PALABREANDO LA ESPERANZA
El Director: ¿Un “buchito” en esta fiesta? ¡Tái aviáo pues! ¿Qué se hizo
la maquilladora?
La modista: ¡Vergación!
IMAGEN 14
Ciudadano, cédula
IMAGEN 15
La parte protocolar del asunto
Leiva llegó a ser empleado senior en la Costa de los Pitos, del otro lado de la
Sultana del Lago.
Aparece La Maquilladora.
IMAGEN 16
El Vals del Emperador o El Emperador
PALABREANDO LA ESPERANZA
IMAGEN 17
Benito, misericordia; Señor, misericordia
IMAGEN 18
Hoy, día de tu cumpleaños
Luz. Todos los personajes que están en escena, después de una pausa,
cantan el cumpleaños feliz en inglés.
IMAGEN 19
De los cocoteros al mundo. Show
Ambiente de piano-bar.
Dos maestros de ceremonia vestidos igualitos. Uno presenta en inglés
el show y el otro traduce al español.
El show está formado por tres números principales:
Primero: El Dúo Las Tochitos, acompañadas a la guitarra por El
Maestro de las Manos de Seda, cantan “El Botecito”. El Dúo Las
Tochitos son dos viejas cantantes vestidas tal cabareteras de los años 40.
Segundo: El Caballero del Verso interpretará el poema “Rosalinda” en
inglés. Acompañado al cuatro por El Maestro de las Manos de Seda. El
Caballero del Verso se viste con un traje que es un híbrido de gitano y llanero.
Tercero: Un número travesti decadente.
IMAGEN 20
El beso
Al terminar el show.
Pupa: (Rechazándolo). ¡Qué beso ni qué beso! Aquí no hay ninguna novia.
IMAGEN 21
Las ánimas y las matracas
Vuelve la luz y vienen las ánimas vestidas de rojo y de blanco. Traen una
urna y todas llevan en las manos pinzas de las que usan los pasteleros. Las
suenan acompasadas y solemnes.
Se escucha un lloro de guajiras a lo lejos.
La abuela se acerca a la urna por entre los fantasmas.
PALABREANDO LA ESPERANZA
IMAGEN 22
Dejálas llorar de dolor
El Director: Los llorones sólo serán llorones si hay que llorar y los
cargadores ya vendrán en su oportunidad. ¿Chistes? No es un servicio que
ustedes se merezcan. Ahora, si usted quiere que saquemos al difunto y lo
coloquemos reunido con los veloriantes para que él escuche su propio anec-
dotario de parte de sus familiares y amigos más íntimos, sólo tiene que auto-
rizarlo. Piénselo en familia. Hay tiempo para reír, tiempo para llorar, tiempo
para gozar, tiempo para el tiempo... Dígame una cosa, señor Popora, de qué
murió el difunto, tenía alguna lesión, alguna afección, algún trastorno?
Pausa larga.
IMAGEN 23
Un diálogo con Oliva
Pausa larga.
IMAGEN 24
El entierro de la sardina
PALABREANDO LA ESPERANZA
IMAGEN 25
La Caricanteao juega dominó II
Jugador: ¡Trancao!
Aurora
Voz en off
Coro en off
PALABREANDO LA ESPERANZA
Voz en off: ¿Recuerda acaso a qué edad entró usted en su tercera edad?
Aurora: No lo sé... Me imagino que entré a ella sin pasar por la pri-
mera ni por la segunda. El teatro fue mi modo de vida y mi dieta fueron mis
amores y mis errores, de los cuales no estoy arrepentida ni avergonzada: mi
edad biológica nunca ha sido víctima de mi edad de calendario sino de cam-
bios y traumas sociales, políticos y económicos que me han arrastrado a cua-
dros clínicos de invalidez que muchas veces no son como cuentan y lo mues-
tran esos tiranos analistas, virus críticos de la humanidad... (Señala a un
grupo de muñecos). ¿Acaso una edad cronológica (pregunta al público) eter-
namente enamorada de galanes de posguerra es una enfermedad? ¿Acaso
se puede destruir un amor de calendario con sólo un complejo de cambios
estructurales, metabólicos y funcionales del organismo? (Va hasta el grupo
de muñecos). ¡Contéstenme ustedes, llagas podridas que carcomen la piel de
las edades! (Toma otro muñeco). ¡Dígame usted, señor Stress! (Interpela al
muñeco cara a cara). Usted ha envejecido, señora Aurora Vidal, me dijeron,
por la suma de sus errores en la molécula de DNA. (Batiendo contra el suelo
al muñeco), ¡Maldito Stress! Me pregunto a mí misma, es decir, a ustedes...
(señalando al público y a los muñecos) y me responden... (los señala con el
dedo índice) mi pediatra... mi siquiatra... mi geriatra... (más alterada) Vos...
y vos... tú... y tú... Sí, tú mismo... (corre y toma un muñeco) que te pareces al
cepillo de dientes que yo usé en la época de Isaías Medina Angarita. (Sube
el Ttelón. Aurora toma al muñeco que nombró Colesterol Aranguren y a los
otros dos y los sienta en el escenario de manera como si fueran a dar una con-
ferencia. Regresa adonde están los muñecos y toma otro). ¿Saben ustedes a
quién representa él?
PALABREANDO LA ESPERANZA
Voz en off: Estás hablando como el fracaso de, la derrota de, la frustra-
ción de, la castración de... Esa no es la Aurora que bulle en tu historia ni en
tus años.
La canción.
Voz en off: A las cosas y a las personas de sentido común que nos
rodean. Encuéntrate, Aurora, encuéntrate...
Aurora: El hecho de ser actriz significa todo para mí. Es una forma de
meditación social. La carne de mis actos no será entregada fácilmente a sus
ansias depredadoras... Ustedes me necesitan...
PALABREANDO LA ESPERANZA
Aurora: Siempre se dice que todo tiempo pasado fue mejor porque
hubo abundancia. Pero, una pregunta: ¿abundancia de quiénes y para
quiénes? (Va hacia los muñecos y toma una muñeca despampanante). Te
recuerdo a vos, Ursula Andress, representando las obsesiones más sucias de
la humanidad: el oro y el sexo. (Salta hacia donde está el público. Toma a
alguien y exclama solemnemente). ¡Y a vos, Aga Khan, dándote, regalándote
el consumismo, el equivalente de tu peso en dólares, mientras los mercados,
las carnicerías de perro y de gato revientan de hambrientas criaturas.
Aurora: ¿Qué voy a estar protegiendo yo? ¿La paz de mis huesos? ¿La
paz de mi conciencia? La paz no se cuida, la paz se lucha. La paz no se con-
serva, la paz se transforma. Donde haya un soplo de paz, alienta un arma
contra las furias malignas y sanguinarias.
hogares, los niños, los ancianos, las mujeres, los campos... Todo se lo tra-
gará su insaciable voracidad. (Va bajando del escenario). Es verdad que se
nos agotan las fuerzas físicas, pero la experiencia, nunca...
Aurora: (Al bajar del escenario toma a alguien del público y le entrega
dos cirios encendidos) ¡Acompáñame, Abraham, alumbremos a los santos!
(Lo sube al escenario y colocan cirios ahí. Descienden. Suelta a la persona que
ha tomado y escoge otra. Toma flores y se las entrega a esta última persona.
Se dirige con él al escenario). Abraham... ¿aún tienes la inspiración aquella
con la que tirabas piropos a una Aurora sentada en el poyo de un ventanal?
(Mientras están colocando las flores con los cirios). ¿Por qué no me dices
nada, Abraham? ¿Por qué eres sólo un fantasma en mi memoria, Abraham?
Muñecos
Voz en off
Plácido, un muñeco
Israel, un muñeco
Jesús, un muñeco
EL BATIBURRILLO
Tres Muñecos: (Se levantan desde tres ángulos distintos y repiten a coro).
Por nosotros mismos, por nosotros mismos.
verdad son las expresiones que nos sacan de los engaños y los errores, de las
dudas y el pesimismo.
Muchos Muñecos: (Cantan a coro). Dicen que las máscaras son falsas
cuando en verdad son las expresiones que nos sacan de los engaños y los
errores, de las dudas y el pesimismo.
Voz en Off: ¡Señor Israel, señor Israel! ¡El muñeco Plácido se ha vuelto
loco y está atacando al público del museo! ¡Señor Israel, señor Israel! ¡Leván-
tese, despierte, señor Israel! ¡El muñeco Plácido se ha vuelto loco! ¡Des-
pierte, señor Israel!
EL BATIBURRILLO
Señor Israel: ¡Por favor, Jesús, ayuda a las personas a salir! ¡Rápido,
Jesús, que Plácido se ha puesto malo otra vez!
Fin de El Batiburrillo
Capitán
Marineros
Mujeres negras
Negro con tambor
Tomás Providencia
Voz en off
Hombres con cascos
Gringo
Secretaria
Jefe
Hombre con túnica
Adivino 1
Adivino 2
Adivino 3
Adivino 4
Mendigos
Tullidos
Obreros con cascos
Figuras de circo
Hombre con un pajarito verde metido en una jaula
Una pareja estrafalariamente vestida bailando salsa
Niño contorsionista
Vendedores de mercancías y de comestibles
Gritadores de todas clases
Mujeres wayuu con trajes talares y pintadas a la usanza de su
etnia
Pilluelos jugadores de baraja
Fotógrafos “minuteros”
Pregonero de periódicos
Un robot tocando címbalos
Un sargento
Un lobo
I
La llegada de los dioses
Capitán: (Gritando). ¿Qué está pasando allá abajo con esos músculos
esclavos? ¿Acaso estáis tramando alguna rebelión?
EL ECHACANTOS
EL ECHACANTOS
lado de los tubos de los faroles, una prostituta dándole vuelta a una carte-
rita y fumando debajo de un farol, un pregonero gritando su periódico: “¡El
Sueño... El Sueño... El Sueño!” Muñecos en una cola frente a un estaciona-
miento comercial o un banco. Luces de neón pestañando constantemente en
las fachadas de los negocios. Cartelones por todas partes con calaveras y dos
tibias cruzadas, llevando como texto: “Tu voto sólo se salva conmigo”. Una
vez instalada esta “ feria”, surgen fuegos artificiales por todas partes. Euforia,
algarabía, música, bailes. De la locura de la “ feria”, brotan los personajes
carnavalescos: un hombre metido en un tonel que va botando sus ropas
en la medida que avanza; un caballero de la Edad Media con arma-
dura; tres figuras con alas que soplan chicle bomba. El dios Proteo (dios
marino). Un robot tocando címbalos. Un hombre elegantemente ves-
tido, con una visera sobre la frente, un ave en el hombro izquierdo y una esco-
peta en la mano derecha. Una bruja que echa a volar barajas y se instala en el
mercado con un letrero que dice: “Hechicera Kaka. Consulta la bola de cristal,
la mano, las cartas y la mente. Recetas espirituales. Gran clarividente espiri-
tista y adivinadora. Preparo despojos y los doy. Procedente de Europa, Asia
y África, le digo a usted su pasado, presente y futuro. Me ocupo de asuntos
de familia, sueños, negocios, trabajos y problemas económicos y amorosos”.
Un sacerdote. Un sargento (Pompilio). Un lobo. Un oso. Un águila.
Una serpiente y un dragón que echa fuego por la boca. El personaje
cómico Arlequín de la comedia italiana, quien arrastra cosas diversas que
hacen mucho ruido al él desplazarse. Un personaje de imagen wayuu. Un
hombre arrastrando unas cadenas. El monstruo (bíblico) Leviatán,
el cual lleva en la mano derecha una espada y en la izquierda un báculo. En
el pecho lleva a la humanidad con todas sus clases y en la cabeza una rara
corona. Gnomos. Una computadora que va cantando: “La historia es...”,
“El dólar es...”, “El narcotráfico es...”. Un hombre desnudo dentro de una
rueda, quien lleva en la mano derecha un búho. Figuras embozadas. Hom-
bres de fluxes negros, cuellos de palomitas y peinados con gomina. Un
policía con un pito en la boca y un hombre con máscara antigás.
Se oye que caen objetos con violencia, vidrios que se rompen, disparos,
gritos de “¡Ay!”, el viento que golpea en las ventanas y puertas, las olas rom-
perse contra el muelle. El Anunciador es arrastrado por el vendaval. Vuelve
la calma pero continúa el ambiente brumoso.
EL ECHACANTOS
Hombre del mercado 1: (Mirando con rabia al Hombre con ave). ¡En
este altar nunca faltan los chiflaos...!
Una de las tres figuras con alas: (Al público). Nosotros o nosotras
somos las Tres Gracias. (Señalando a una) Él... (señalando a otra) Ella...
(señalando a la otra) Y yo... no tenemos sexo y hemos venido atravesando
capas. Ya no sabemos si somos de la mitología o de la tecnología. Pero lo que
sí sabemos con certeza es que nos gusta vivir en la era del tele-fax porque hay
chicle bomba, ¿verdad, ángeles?
Los tres Hombres del mercado se avalanzan contra las Tres Gracias
pero éstas advierten a tiempo el amago y sacando varitas de sus alas los dejan
petrificados en el espacio. Las tres figuras con alas, indiferentes ante lo que
acaban de hacer y ante los tres “hechizados”, continúan su paseo soplando
bombas de chicle.
Gracia 3: ¿Y qué hacemos nosotros o nosotras sin sexo y sin ganas entre
tantos sexos y tantas ganas vulgares?
Gracia 3: ¿Cuál?
Gracia 3: Debe serlo, porque eso de echar humo por la boca y la nariz
sólo lo pueden hacer los dioses.
EL ECHACANTOS
Gracia 3: Has dado en el blanco. Virginia Woolf dice que “Las mujeres
han servido a lo largo de estos siglos como espejos cuyo mágico y delicioso
poder es duplicar el tamaño natural de la figura del hombre”.
Hombre del mercado 2: ¿No será que estamos siendo invadidos por
seres de otro planeta?
Hombre del mercado 3: ¡Qué otro planeta ni qué ocho cuartos, pana!
Esta gente está en algo, anda en algo! Esta gente es como nosotros, pana, lo
que pasa es que están en algo.
Hombre del mercado 2: ¿Y si son como nosotros por qué miran como
ajenos e inexistentes, como si nosotros no existiéramos para ellos o ellos no
vivieran para nosotros?
Hombre del mercado 3: Pana, los artistas son complicados; uno nunca
termina de saber quiénes son ni cómo viven. De ellos se dicen y se escriben
muchas cosas.
Hombre del mercado 3: Que miran por encima del hombro al hombre.
Que viven en las nubes recreándose. Por eso es que la sociedad los margina y
los clasifica como raros, locos o peligrosos.
EL ECHACANTOS
Hombre del mercado 3: (Hablando en secreto con los otros dos hombres
del mercado). ¿No se los dije? ¡Esta gente está en algo!
Hombre del mercado 1: Vos dijiste que estaban filmando una película
y la cosa parece más grave. ¡Hay un complot!
Hombre del mercado 1: ¡No seas ingenuo, chico! ¡La televisión como
que te está secando el cerebro! ¿No oíste lo que dijeron? ¡Son mercenarios de
los narcotraficantes!
EL ECHACANTOS
Hombre del mercado 1: ¿De manera que el hotel “La Muralla China”
cerró sus puertas?
Tomás: El señor Salvador no podía hacer más nada. Los bancos no qui-
sieron darle más créditos. El señor Salvador estaba agonizando. El agua la
tenía aquí... (Se agarra el cuello con las manos). ¡Yo no sé cómo no se guindó
de una viga del hotel ni se volvió loco!
Tomás, aturdido por lo que le han dicho sus amigos, se queda embele-
sado, mirando un punto fijo, pero de repente se sacude y comienza a seguir el
movimiento de los personajes. Asombrado, los va detallando. Aunque él les
habla, ellos se muestran indiferentes. Los Gnomos pasan a su lado, lanzan
al aire dólares y se carcajean sin mirarlo. Cree que los ha visto antes en algún
lugar y al pensar más detenidamente, da un grito en señal de descubrimiento.
Tomás: ¡Ya sé dónde los he visto antes! ¡En los libros que el señor Sal-
vador me prestaba para que los leyera en mis ratos libres en el hotel. Sin
embargo, me parece insólito que esas imágenes fantásticas se hayan hecho
reales ante mis miserables ojos y en esta ciudad tan apartada del mundo.
¿Y si fuera el mundo el que se está apartando de esta ciudad? (Se calla pero
continúa extasiándose con los movimientos de los personajes. De pronto
se encuentra frente a frente al monstruo Leviatán). ¿Usted es Leviatán,
EL ECHACANTOS
verdad? (Pero Leviatán ni siquiera lo mira). ¡Usted tiene que ser Leviatán!
Yo leí su historia en la Biblia que me prestó el señor Salvador. El señor Sal-
vador es mi patrón en el hotel “La Muralla China”. ¿Vino usted de turista
para el hotel “La Muralla China”, señor? Es un hotel de dos estrellas... pero
a veces tiene cuatro... a veces cinco... aunque realmente hay temporadas que
no tiene ninguna estrella. (Leviatán se aleja y Tomás se acerca a una Mujer
con sombrilla que mira tranquilamente las vidrieras). ¿Usted es Malinche,
no es así? ¡Malinche, la noble hija de la cultura mexicana que entregaron a
Hernán Cortés como símbolo de paz!
EL ECHACANTOS
II
Los dioses visitan a los hombres
Figura: (Con voz de ultratumba) ¡T... o... más... To... más! ¡Levántate y anda!
Tomás: Yo he reunido todas las cosas necesarias para una vida vital y
feliz, pero he fracasado. He fermentado tanto mis sueños que la pasión me
los ha echado a perder, me los ha podrido.
Tomás: Sin embargo, yo creo que uno se hace auténtico por la sucesión
de personajes que tenemos que vivir. Proteo, para poder lograr lo que sus
deseos querían que fuera, cambiaba de forma. Yo sólo he querido pasar de
una imagen a otra para poder alcanzar mi verdad, mi respuesta, mi nombre.
¿Es acaso eso mucho pedir?
EL ECHACANTOS
virtudes servir de señuelo a los cazadores de almas. Los únicos seres que
no deberían ser inofensivos con los miserables, los despreciables, los malve-
nidos, pues nada tienen que perder y todo triunfo es un esfuerzo del sueño.
Anunciador: Ahora los dioses de esta alegoría bajan a sentarse con los
hombres para pagarnos el que los hombres siempre quieren nivelarse con
los dioses. Le rogamos al público perdonarnos este abuso.
EL ECHACANTOS
III
El juicio
EL ECHACANTOS
EL ECHACANTOS
Hombre del mercado 1: Estoy de acuerdo con que esto sea un juicio,
pero no un juicio personal sino un juicio social. No podemos juzgar a un
hombre común sin antes juzgar a un sistema político.
Puta que está bajo la luz del farol: (Cantando y moviendo sus
caderas). ¡La vida la da el Señor! ¡La muerte la da el destino! ¡El placer lo doy
yo! ¡Ay, mamá, estoy soñando!
Leviatán: Son los hombres los que acuden a los dioses y no al revés.
Ustedes con sus debilidades les piden ayuda a los seres superiores y lo que
consiguen es provocarlos. Ahora deben pagar por ello.
Truenos y relámpagos.
Hombre del Mercado 2: ¡Estoy de acuerdo con que los hombres sean
juzgados por los hombres!
EL ECHACANTOS
Risas.
Tomás: Uno que pueda andar por la playa agarradito de la mano con
Sonia Braga.
Risas.
Hombre de negro: ¿Por qué has traído a los dioses a tus sueños?
Tomás: Porque ellos son los únicos que nos pueden ayudar a ser otro.
Arlequín: (Como si hablara para sí mismo). ¿Qué papel hacer para que
el hombre encuentre su camino?
EL ECHACANTOS
Leviatán: Pero más debe pagar por lo que deje de hacer, y en este caso
(señala con su espada a Tomás) este hombre despreciable debe pagar por lo
que dejó de hacer.
Voz desde el público: Y, ¿se puede saber qué cosa ha dejado de hacer o
de soñar Tomás? Que yo sepa, el señor Tomás paga correctamente la luz, el
agua... asiste todos los domingos a misa, va con regularidad a las reuniones
de padres y maestros y a las de la Asociación de Vecinos; juega caballos,
lotería, billar, gallos; le gusta el beisbol, se echa sus cervecitas y de vez en
cuando tira una canita al aire...
Proteo: Yo no estoy de acuerdo con este juicio ni con ningún juicio. Soy
Proteo, dios marino, hijo de Neptuno. Nadie más que yo conoce los sueños
y los papeles que los seres tienen que asumir para realizarse. Yo he vivido
todos los papeles del teatro universal y en cada uno de ellos he tenido un
sufrimiento y una amargura distintos.
Hombre del mercado 1: ¿Usted, como dios que es, pudiera explicarnos
lo que está diciendo?
EL ECHACANTOS
Hombre del mercado 2: ¡No olviden que nuestro líder está siendo juz-
gado por fuerzas superiores a las de nosotros!
Desde el fondo del mercado surge, magnánima, con traje talar, policro-
mado, cargada de collares y el rostro pintado de pigmentos de la magia de
su etnia, la Imagen wayuu. Dice unas frases en su idioma y se detiene, como
para saber si ha sido entendida o no. Aparece el Anunciador y traduce lo que
supone que la Imagen quiso decir.
EL ECHACANTOS
IV
Epílogo
Tomás: (Poniéndose las manos en la cabeza). ¡Oh, no! ¡Ustedes otra vez!
Fin de El Echacantos
Gestor
Hombre de levita (Shakespeare)
Melao Baso (secretaria del prefecto)
Radiador Barranco (prefecto)
Magdalena (servicio de la casa de Antifolo de Sta. Bárbara)
policía
cristofué
Mara (mujer wayuu, compañera de Cristofué)
2 personajes fantasmales
mujer fantasmal vestida de neGro
juGlar
personaje con radio en la cabeza
Gentío del puerto de cuerpoespín
Antifolo de Santa Bárbara del Zulia y Antifolo de Medellín
(gemelos)
Colmillus de Curazao y Colmillus de Maracaibo (gemelos)
Adriana (esposa de Antifolo de Sta. Bárbara)
Luciana (hermana de Adriana)
Lucía (sirvienta)
anGelito
Baltazar (prestamista de Cuerpoespín)
Sinforoso Pelopanviejo (cronista y exorcista de Cuerpoespín)
clavel del paso (prostituta)
mujer despampanante
ACTO PRIMERO
Escena I
Magdalena: (Cantando)
Yo no sé si es prohibido,
si no tiene perdón
si me lleva el abismo
solo sé que es amor...
(pausa)
Es más fuerte que yo, que mi vida,
mi credo y mi sino.
Es más fuerte que todo el respeto
y el miedo hacia Dios.
Aunque sea pecado te quiero,
te quiero lo mismo.
Aunque todo me niegue el derecho
me aferro a este amor.
Magdalena: (Cantando)
Sin un amor
la vida no se llama vida,
sin un amor
le falta fuerza al corazón
sin un amor
el alma muere derretida
desesperada en el dolor,
sacrificada sin razón.
Sin un amor
no hay salvación...
Escena II
juGlar:
Máquinas hambrientas de dólares
manchadas en el sacrificio
de sus pueblos martirizados,
prostituidos mercaderes
del pan y el aire americanos,
cenagales verdugos, piara
de prostibularios caciques,
sin otra ley que la tortura
y el hambre azotada del pueblo.
Melao Baso: Buenos días, agente Redondo... ¿Qué le trae por aquí hoy
tan temprano?
Melao Baso: De nuevo usted, Cristo... Vamos a terminar por creer que
usted es verdaderamente un pájaro de cuenta... ¿Y ahora por qué lo han dete-
nido? Que yo sepa, la última vez fue porque no tenía cédula.
Melao Baso: ¡Qué calamidad...! ¡Un hombre con dos cédulas...! Es como
tener dos cabezas... Si ya con una es un monstruo... ¿cómo será con dos?
Cristofué: Espero que uno de los dos Cristofué sea llevado al paredón
para que el otro pueda volar.
Escena III
Hombre de levita: Ninguno de los dos tiene razón. Los dos tienen
lapsus linguae y pudieran tener lapsus cálami si ahondaran más en el diá-
logo. Ni es por esto (pone el ejemplo de un falo con su brazo) que ella está así,
ni tampoco es por esto (abre la boca y simula estar echando algo en ella).
Escena IV
Aparece repentinamente como personaje del teatro dentro del teatro que
está haciendo el prefecto, el Hombre de levita.
Hombre de levita: Quiero hablar con el registrador que tomó mis datos
y mis documentos.
Se van.
Escena V
ellos podrán vitalizar la representación del Cristo que fui, el Cristo que soy y
el Cristo que seré.
ACTO SEGUNDO
Escena I
Baltazar: Que no se les antoje decir que son de Medellín. Con eso de la
extradición a todo el que le vean huella del otro lado de la frontera, lo consideran
sospechoso. Mucho guillo. Hoy detuvieron a un hombre que tenía dos cédulas.
Aquí tenéis una parte de lo que me pediste prestado, no te lo doy completo
porque el joyero Angelito me ha quedado mal y necesito reales para ir a Curazao.
Baltazar: Chao.
Colmillus de Santa Bárbara: ¡De vuelta tan pronto! Más bien vengo
demasiado tarde. El armadillo relleno se está cayendo del asador; la cam-
pana del reloj ha dado las 12; mi jefa ha dado la una en mi mejilla; está tan
arrecha porque la comida está fría; la comida está fría porque vos no venís a
casa; no venís a casa porque no tenéis apetito o porque tenéis otra mujer por
ahí; no tenéis apetito porque lo habéis sustituido por acciones machistas; y
yo estoy pagando por tu culpa.
desgracio. Vos lo sabéis mejor que yo. Vamos a meterle a la papa, socio, y
después hablamos. Mi estómago está como pito ‘e policía.
Escena II
Adriana: No me atrevo...
Luciana: Si así lo creéis me casaré algún día para hacer la prueba. Aquí
viene el secretario de los esposos. Tu marido debe estar cerca.
Colmillus de Santa Bárbara: ¿Volver allá otra vez...? ¡La pinga...! ¡Que
vaya otro!
ACTO TERCERO
Escena I
Escena II
Lucía: Que lo empine pero que no venga a pasar su ratón a las puertas
de una casa decente.
quiso abrirme la puerta. Eso sí, Angelito, como alma que lleva el diablo... lo
más rápido posible. Si una puerta se cierra otra se abrirá.
ACTO CUARTO
Escena 1
Magdalena: Yo tampoco soy la que creo que soy. Con un hombre como
vos a mí no me importa dejar de ser mujer y ser ferrocarril, trasatlántico,
avión a chorro. (Se le encima y lo persigue).
Magdalena:
“Cuando estoy contigo
no sé qué es más bello,
si el color del cielo
o el de tu cabello...
Cuando estoy contigo
no sé si en la brisa
hay mejor sonido
que tu alegre risa.
Si pones tus manos
cerca de las mías,
dudo de que existan
madrugadas frías...”
Antifolo de Medellín: Ella tiene lo suyo como para decir que le perte-
necéis por completo.
Angelito: Sois un buena paga. Me gustan los buena paga. Chao. (Sale
dejando la cadena).
ACTO QUINTO
Escena 1
Policía: No hace falta que vayamos hasta allá, ahí viene Antifolo.
Angelito: Veo que te halláis de buen humor. Eso nos conviene a ambos.
Aquí tengo la nota del peso de la cadena, su evaluación del oro y mi obra
de mano. Asciende todo a unos cuantos bolívares más de lo que habíamos
hablado. Te agradezco que me lo paguéis ahora mismo porque yo a mi vez
tengo que hacer un pago urgente.
Antifolo de Santa Bárbara: ¿A mí? ¿Estáis seguro que fue a mí? (Se le
acerca y se le pone frente a frente). Mirá bien mi cara. ¿Fue a este personaje a
quien le entregaste la cadena... fue a este personaje? ¿Y si estaba disfrazado
de Antifolo?
Escena II
Luciana: Empezó por decir que vos no tenías nada que ver con él.
Adriana: ¡Descarado!
Luciana: O como una sola mujer. ¿No será que como hemos vivido
juntas todo el tiempo nuestras vidas han llegado a hacer idénticas?
Luciana: ¿Queeé...?
Escena III
Prostituta: Veo que los dos están de buen humor. Buen síntoma. Un
hombre de buen humor es buena señal para la cama. ¿Quién de los dos
quiere venir primero, el jefe o el secretario?
Escena IV
Epílogo
Prefecto: Vamos por partes. (Al policía). En primer lugar voy con
usted, agente Redondo, que más bien da la impresión de que fuera cuadrado.
¿Por qué carajo habéis detenido a todo o casi todo Cuerpoespín?
Se oyen truenos y relámpagos. Luego el tam tam del San Benito. Y entre
las capas de transparencia surgen los dos personajes fantasmales que van
huyendo de Cuerpoespín. Inmediatamente, surgen Mara por un lado y por
el otro Cristofué. La mujer busca sus gemelos y el hombre a Mara.
Mara: No sé dónde están mis gemelos, jamás los encontraré, pero sé con
certeza que los lugares por donde ellos pasen se agitarán y se transformarán.
Voz: Rayo del Catatumbo, su emisora favorita, le da hora exacta: van pa’
la diez de la mañana en la Sultana del Lago.
Flor: Decíme una cosa, Benito, ¿eso que hacéis vos todas las mañanas,
lo hacéis por usual y ordinario o por acostumbrado?
Flor: (Al publico y alejándose). Sabía, estaba segura que era por eso.
II
Epílogo
Voz: No existe el destino fatal sino el hombre fatal. Para los griegos,
máscara quería decir persona. Para los africanos, persona significa sociedad
e individuo que le da preferencia al interés general sobre el particular. La
máscara, para cualquier cultura de funcionamiento social, es auténtica si
se expone. Si, por el contrario, se impone, se produce psicológicamente una
alteración en las personas que se ven retratadas en ella.
Semiramis
Voz detrás de la puerta
Semiramis: ¡Le hace falta una nueva máscara, el teatro grato y vivo del
grito del ánimo: gozo, dicha, jovialidad, humo, júbilo y etcéteras y etcé-
teras aliabiertas! Cuando me consigas esa otra máscara, vuélveme a tocar
la puerta. (Cambiando de actitud ante el espejo y observándose detenida-
mente la nariz). Parece, Semiramis, que tus ventanas se han abierto de par
en par... No será por el polvo de tu maquillaje, ¿verdad Semiramis? (Canta):
“Yo no me explico cómo el perico, teniendo un hueco debajo del pico, pueda
comer... Yo no me explico...”. Eso fue en otra época, Semiramis. Un placer
que quedó en las cenizas de los pelos largos. (Enseriándose más). Pero un
poco de monte quemado, sí vas a permitir que llegue a mi manoseado y uti-
litario corazón, ¿verdad? (Abre una caja de música y mientras ésta suena,
comienza a prepararse un cigarrillo. Lo enciende y se lo lleva a los labios,
mirándose la teta derecha). Ella sí ha sabido interpretar mi historia pues
siempre ha dirigido su brújula hacia el Levante, por donde sale el sol, por
donde surgió el decir de los grandes profetas y la decisión de las guerras
que han limpiado el progreso humano de las cosas inútiles. Para Semiramis
sólo cuenta el Levante: levanté a José del Carmen en el estacionamiento de
un supermercado; levanté a Jesús María en la tribuna antes de un juego de
beisbol; a Asdrúbal del Consuelo en el velorio de mi único difunto esposo
José del Carmen. Así que el globo terráqueo sólo vale por el Levante, el
Oriente, por donde salen las cosas hermosas e imperecederas.
Tocan la puerta.
Paz... Cordero de Dios que borra los pecados del mundo... Cordero de Dios
que abre las picazones mundanas... Repito: la señora Semiramis Cordero de
Paz, partenaire en estos momentos de Robert Redford, en un largometraje
titulado...
Tocan a la puerta.
Semiramis: ¡Lárgate, José del Carmen, hoy no quiero salir preñada de ti!
¡Hoy sólo quiero ser poseída por el espejo!
Voz detrás de la puerta: ¡Mi amor, yo no soy José del Carmen! ¡Soy
Asdrúbal, tu Asdrubalito!
con tu abuela, con el mundo vecinal, y rompan la piñata para que de ella
broten caballitos árabes, lagartos del desierto, caramelos de vainilla marca
Hussein, condones Bush antisida para liceístas. ¡Váyanse todos al demonio,
no me jodan más! ¡Semiramis se va a reconstruir con su propia fantasía!
Voz detrás de la puerta: ¡Está bien, Semiramis, está bien! ¡Chao! ¡Cuí-
date, mi amor! ¿Quieres que te traiga dos alka seltzer?
Semiramis: ¡No! ¡Tráeme más bien un batido de cicuta, pero sin leche!
¿Oíste? (Se acerca suavemente al espejo). ¡Al fin solas por primera vez en
mucho tiempo! Espera... esto hay que disfrutarlo a lo Sarita Montiel... (Toma
un cigarrillo, lo enciende, se lo lleva a la boca y canta): “Fumando espero al
hombre que yo quiero...”
Alata
Voz en off
ATÁVICA WAYÚU
Voz en off: (En wayuu). ¡Vamos, Alata, decíselo! ¡En tu etnia no existen
esos prejuicios!
Voz en off: (En castellano). Alata, recuerda que no hay que mentar la
soga en la casa del ahorcado.
Voz en off: (En castellano). Pues que no se deben recordar en las reu-
niones cosas que molesten a los circunstantes.
Alata: (En castellano). Pero, ¿quiénes son los “circunstantes”, y qué cosa
es un “circunstante”?
Voz en off: (En castellano). ¿Es que acaso no sabes que el circunstante
es esa hermosa gente atenta a tu palabra? ¿Es que no te has dado cuenta de
que viniendo desde tu raíz étnica en busca de una solidaridad cultural estás
viviendo en un soliloquio teatral?
Voz en off: (En castellano). Nada, Alata, nada que vaya a forzar tu
cultura. Tu pasado, tu hoy y tu mañana son tus verdaderos solidarios. Te
pueden envolver en cualquier capa de cultura pero ninguna puede aprove-
char la riqueza de la tuya para borrarte de tu etnia.
6 Expresión que indica que lo que se ha vivido o gozado antes no puede ser negado posterior-
mente por más que sucedan muchos contratiempos. (Nota del autor)
Casi casi
Un personaje del público
Una doméstica o sirvienta y un electricista (ambos entran y salen
durante toda la obra)
Voz en off
Casi Casi: (Saliendo desde la sombra con una botella de cerveza y reco-
giendo la calavera). La idea tuya de llevarme a ese club de lesbianas fue una
mentada de madre para mi estilo. Ahora esos sucesos han embarazado
mi dignidad. Quiero estar solo. Estoy muy turbado. (Deja la calavera y
la botella, toma un vestido de mujer y se lo pone; se sienta frente el espejo y
comienza a maquillarse, pero al poco tiempo deja de hacerlo y se dirige de
nuevo a la calavera. La toma). Olvidemos lo que pasó anoche y vamos a
bailar. (Se oye “Ahora soy como tú”, de Panchito Rizet, y comienza a bailar
con la calavera. La deja y vuelve a mirarse en el espejo).
Voz en off: ¿Dónde están las cualidades de estilo de Casi Casi? Sois un
caso clínico. Te habéis puesto muy gruñón con tu “costilla” de espejo en los
últimos días. Como caso clínico vulgar te hace falta el trabajo realizado por
el paciente ayudado por el psicoanalista, que soy yo, para descubrir el sen-
tido inconsciente que hay en tu comportamiento. ¿Qué se cree Casi Casi?
Casi Casi: Pero yo sí te voy a dar una respuesta. El deseo de Casi Casi es
ser la función que depende de la variable por intermedio de otra función.
Casi Casi: Sabía que dirías eso. Cuando Casi Casi sale a la calle con el
carnet de uno de estos oficios (señala la pizarra), consta de una parte real y
una aparente.
Voz en off: ¿Es decir, que sale a la calle sin el motivo con que se asegura
una cosa?
Voz en off: ¡¡¡Cojones!!! Uno de los dos tiene un orgullo pendejo que
hace que el otro se sienta ofendido por cualquier nimiedad. Un mecanismo
de defensa muy general, por el que uno de los dos proyecta sobre el otro lo
que le es propio pero que no acepta como suyo. Antes de que me interrum-
pieras yo estaba diciendo…
Casi Casi: Ya sé lo que estabas diciendo. Cuando Casi Casi sale a la calle
con el carnet de uno de esos oficios (señala la pizarra) que están ahí, consta de
una parte real y una aparente. No mi realidad, es la realidad de la humanidad.
Voz en off: ¿Es decir, que sale a la calle sin el motivo con el que se ase-
gura una cosa?
Casi Casi: No sé qué contestar a esa pregunta. Sólo sé que sin eso que
está ahí en la pizarra me falta algo, no me preguntéis qué, no sé qué es, pero
sé que me falta algo, y sé que la verdad de las cosas de allá fuera sólo depende
de las reglas de utilización de los símbolos convencionales, que a mí, parti-
cularmente, me da la impresión de una novela rosa de los años de la segunda
gran guerra de los cuarenta, de gran simplicidad pero más risueña que el
culebrón actual de la caja tonta o boba de la televisión. (Enciende un cigarro,
va a la caja, toma una cerveza y le ofrece a la calavera, luego se la lleva a la
boca. Baila con la calavera).
Voz en off: ¡¡¡Bravo!!! ¿Con quién o con qué puede un hombre como
vos sustituir su examen de conciencia?
Voz en off: Siempre colocáis tus intenciones de modo que sea difícil
advertir o demostrar la naturaleza del engaño, ¿verdad?
Voz en off: Con esa salida me estáis dando la respuesta. Casi Casi no es
más que un concepto exagerado de la propia importancia… Por ejemplo, cree
que hace lo que hace porque posee una alta jerarquía o un poder sobrenatural.
veces, con las reacciones biológicas del organismo, del sexo, de búsqueda de
diversión, de mecanismo de defensa, etc.
Casi Casi: ¿Por qué repetís tanto esa frase? Parecéis una vecina de
suburbio. ¿O lo sois?
Voz en off: Uno de los dos tiene un orgullo cursi que hace que el otro
se sienta ofendido por cualquier pendejada. Uno de los dos no le pertenece
al otro. Uno de los dos está obligado a ser el examen de conciencia, la vena
histriónica de espíritu, la mente dialéctica, del otro.
Voz en off: Esas expresiones vulgares las lanza Casi Casi para cubrir
apariencias, para salir del paso. Lo que te dije antes, que con seguridad no
impide lo que te voy a decir a continuación: Casi Casi está asumiendo su
papel de travesti según la costumbre vulgar, según indica el ritual. Los otros
papeles no sé cómo los asume.
El tipo sube.
Casi Casi: El riñón y la razón. Los asumo muerto ‘e risa así me cueste
un riñón.
Voz en off: Ahora sí está hablando con sensatez nuestro auténtico yo.
Casi Casi: ¡Eureka! ¡Al fin soy mi sí-mismo! Como quería el partero
Sócrates.
TRAJE DE ETIQUETA 29
PALABREANDO LA ESPERANZA 49
EL BATIBURRILLO 61
EL ECHACANTOS 71
COMEDIA DE LAS EQUIVOCACIONES 109
HABLADURÍA Y HABLANTINA 171
SUSPIRANDO ANTE EL ESPEJO 181
ATÁVICA WAYUU 191
QUE ME QUITEN LO BAILADO 201