Adam Smith Cap 5.6
Adam Smith Cap 5.6
Adam Smith Cap 5.6
48 Este elemento se pierde de vista en las teorías marginalistas, que consideran que el
mercado de capitales es un mercado como los demás, y que la tendencia a un tipo unifor-
me de beneficio es un ejemplo específico de la ley del precio único. De este modo, las teo-
rías marginalistas confunden la noción de competencia en cada mercado individual, que se
basa en el número de compradores y vendedores, con la noción de libre competencia de
capitales, que se basa en la libertad de entrada en los diversos sectores de la economía.
49 Ibíd., p. 73; p. 55, trad. cast. Smith ya trató el precio natural y el precio de mer-
cado, y la relación entre ellos, en las Lectures on jurisprudence (Smith, 1978, pp. 356-366:
vi. 67-97); pero estas páginas sólo pueden considerarse como un primer borrador del tra-
tamiento maduro del tema en el libro I, cap. 7, de La riqueza de las naciones.
Precios naturales y precios de mercado 197
que definen el precio natural, y las teorías subjetivas del valor, que se refe-
rían vagamente a escasez y utilidad, a oferta y demanda, y que predomina-
ban entre los escritores escolásticos o en autores como Galiani y Turgot.
Centrándose en el problema de la reproducción en el tiempo de una socie-
dad basada en la división del trabajo, Smith, aunque aparentemente incor-
poró a su exposición los elementos en los que descansaban las tradicionales
teorías subjetivas del valor, redujo tales elementos al papel de perturbacio-
nes (irregulares y asistemáticas) y mediante la misma definición de precio
natural las descartó de su propia teoría de los valores de cambio.
Los intentos de interpretar a Smith de modo que se establezca una
relación entre los elementos objetivos sobre los que se basa la noción de
precio natural y los elementos subjetivos que se traen a colación con res-
pecto al precio de mercado concentran la atención en el mecanismo de
ajuste entre precio de mercado y precio natural. Este mecanismo descansa
en las dos clases de competencia antes ilustradas: cuando la producción de
una mercancía excede de su demanda «efectiva» (es decir, la cantidad que
los compradores están dispuestos a absorber al precio natural), entonces la
competencia entre los vendedores impulsará al precio de mercado por
debajo del precio natural: los productores podrán obtener los beneficios
«naturales» y tendrá lugar una fuga de capitales de ese sector; la produc-
ción disminuirá y de ese modo será absorbido el exceso de oferta.
Fue en relación con este mecanismo de ajuste con el que Smith utili-
zó la famosa analogía de la «gravitación»:
El precio natural viene a ser, por esto, el precio central, alrededor del cual
gravitan continuamente los precios de todas las mercancías. […] Pero aunque
el precio del mercado de una mercadería cualquiera está continuamente fluc-
tuando, por decirlo así, alrededor del precio natural, a veces ciertos accidentes,
determinadas causas naturales u ordenanzas gubernamentales suelen mantener
el precio del mercado de muchas mercancías, durante bastante tiempo, muy
por encima del llamado precio natural.50
50 Smith (1776), pp. 75 y 77; pp. 56-58, trad. cast. De nuevo en el cap. 7 del libro I
de La riqueza de las naciones, Smith afirma que el precio de mercado puede ser mayor que
el precio natural «durante mucho tiempo», «durante varios siglos», «siempre», cuando el
funcionamiento de la competencia se vea impedido por aduanas, regulaciones, leyes y
monopolios naturales. El «precio natural» aparece, por lo tanto, no sólo como una varia-
ble teórica que expresa las condiciones de reproducción del sistema económico, sino tam-
bién como una norma correspondiente al pleno funcionamiento de la competencia.
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54 Como ya hemos visto, el vaciamiento del mercado —a saber, la idea de que el mer-
cado tiene una posición de equilibrio en la que demanda y oferta son exactamente igua-
les— es característica de los mercados financieros, no de los mercados de productos indus-
triales; la teoría moderna ha tenido que recurrir a construcciones artificiales como «precios
de reserva», a fin de extender tal noción a los productos agrícolas y manufacturados. Des-
taquemos también que la noción de vaciamiento del mercado no debe confundirse con la
idea, mucho más vaga, de mecanismos de ajuste del mercado.
200 Adam Smith
55 Añadamos que, como demostraron Egidi (1975) y Steedman (1984), estas reglas
deben reformularse, refiriéndolas al tipo de beneficio sectorial comparado con el tipo gene-
ral; además, Steedman demuestra que en el contexto del análisis multisectorial, el signo de
la desviación del precio de mercado respecto del precio natural no es necesariamente el
mismo que el de la desviación del tipo de beneficio sectorial respecto del tipo general, en
contraste con la suposición de Smith.
56 Cf. Smith (1776), p. 456; p. 402, trad. cast. Smith sólo utiliza dos veces en otro
lugar el término mano invisible, en diferentes obras y contextos (la History of astronomy,
III.2; Smith 1795, p. 49; y La teoría de los sentimientos morales, IV.1.10: Smith, 1759,
p. 184) y, además, en la primera de estas ocasiones, en tono algo irónico. Sobre el tema cf.
Rothschild (1994; 2001, pp. 116-156) y Gilibert (1998). Como observa este último
comentarista, ni los contemporáneos de Smith ni los estudiosos de su pensamiento hasta
mediados del siglo XX prestaron ninguna atención al tema de la «mano invisible»; sólo
comenzó a ser propuesto después de que Arrow y Debreu hubieran desarrollado la teoría
axiomática general del equilibrio económico y los dos «teoremas fundamentales» de la eco-
nomía del bienestar, según los cuales la competencia perfecta asegura un equilibrio ópti-
mo, y un equilibrio económico puede interpretarse como resultado de un mercado perfec-
tamente competitivo (cf. más adelante § 12.4). De esta manera, atribuyendo a Smith la
idea del mercado como una mano invisible que conduce al equilibrio óptimo, la teoría
moderna tiene algún derecho a ser vista como la coronación del diseño cultural smithiano.
En realidad, sin embargo, las dos opiniones son completamente diferentes.
El origen de la división del trabajo: Smith y Pownall 201
La tesis de Smith es, pues, que la división del trabajo tiene su origen
en la tendencia de los hombres a entrar en relaciones de intercambio
mutuo, o en otras palabras —podríamos decir— en la sociabilidad huma-
na. A estas características Smith atribuye también el origen del lenguaje;
además, éste distingue a los hombres de los animales.
En las propias palabras de Smith (1776, p. 26; pp. 16-17, trad. cast.):
Nadie ha visto todavía que los perros cambien de una manera delibera-
da y equitativa un hueso por otro […]. Cuando un animal desea obtener
cualquier cosa del hombre o de un irracional no tiene otro medio de persua-
sión sino el halago. […] El hombre utiliza las mismas artes con sus semejan-
tes […]. Mas no en todo momento se le ofrece ocasión de actuar así. En una
sociedad civilizada necesita a cada instante la cooperación y asistencia de la
multitud, en tanto que su vida entera apenas le basta para conquistar la amis-
tad de contadas personas. En casi todas las demás especies zoológicas el indi-
viduo, cuando ha alcanzado la madurez, conquista la independencia y no
necesita el concurso de otro ser viviente. Pero el hombre reclama en la mayor
parte de las circunstancias la ayuda de sus semejantes y en vano puede espe-
rarla sólo de su benevolencia. La conseguirá con mayor seguridad interesan-
do en su favor el egoísmo de los otros y haciéndoles ver que es ventajoso para
ellos hacer lo que les pide.
59 Smith (1776), p. 25; p. 16, trad. cast. Ésta es una tesis que constituye un punto
fijo en el pensamiento de Smith; ya la había afirmado, prácticamente en los mismos tér-
minos, en las lecciones universitarias y en el primer borrador de La riqueza de las nacio-
nes (Smith, 1978, p. 347: LJ-A, vi. 44; pp. 492-493: LJ-B, 219; pp. 570-571: Early draft,
20-21).
El origen de la división del trabajo: Smith y Pownall 203
Esta larga cita es útil porque destaca un importante paso lógico que
tal vez Smith dio con demasiada rapidez, de la propensión al intercambio
como base de la división del trabajo al papel del interés personal para el
buen funcionamiento de un sistema basado en la división del trabajo. Este
nexo implica que la propensión al intercambio sólo puede ser vista como
sociabilidad si no confundimos este último concepto con la idea de altruis-
mo. Por otra parte, como vimos en nuestra ilustración de la Teoría de los
sentimientos morales, Smith considera que la economía de mercado se basa
más en el interés personal que en el mero egoísmo. Es esta especificación
de los dos términos, propensión al intercambio e interés personal, la que per-
mite su relación inmediata.
Volvamos ahora a la propensión al intercambio, vista como deseo de
establecer contacto con nuestros semejantes, sin, no obstante, tener que
soportar costes por ello, sino más bien buscando ventajas. A primera vista,
esta idea podría parecer que no difiere demasiado de la tesis de Pownall,
según la cual —como ahora veremos— la división del trabajo tiene su ori-
gen en el deseo de explotar las diferencias innatas de las habilidades labo-
rales de los distintos individuos.
De hecho, Pownall (1776, pp. 338-339) no critica a Smith por equi-
vocarse en sus afirmaciones, sino porque había detenido su análisis dema-
siado pronto, sin llegar a los primeros principios:
61 Smith (1776), pp. 28-29; p. 18, trad. cast. Sobre líneas análogas encontramos la
concepción smithiana del empresario como una persona normal, que a lo sumo posee las
características de un buen paterfamilias, completamente diferente de la visión heroica del
empresario que propondrían después Marshall, y especialmente Schumpeter. De hecho,
Smith, con característica prudencia, no niega la existencia de diferencias individuales en el
origen o, como diríamos hoy, diferencias debidas a características genéticas: lo que sostie-
ne es la decisiva importancia de los elementos de diferenciación adquiridos a través de las
vicisitudes de la vida, y en particular a través de la experiencia laboral. Así, el trabajo
adquiere una dimensión adicional, como factor formativo, sea positivo o negativo.
62 La moderna teoría marginalista de las diferencias de salarios puede remontarse a la
posición de Pownall (diferencias innatas entre las distintas clases de capacidades persona-
les) o a las diferentes capacidades de acumulación e inversión en «capital personal», mien-
tras que Smith apunta más bien a la importancia de las circunstancias que determinan el
papel laboral de cada individuo, ampliamente conectadas con la ubicación social anterior,
de modo que la estratificación social surge como mecanismo dotado de capacidad auto-
rreproductora. Las intervenciones políticas en el campo de la educación, tales como las
sugeridas por Smith en el libro V de La riqueza de las naciones (cf. más adelante § 8), tie-
nen, por lo tanto, no sólo la función de remediar los efectos perversos que la división del
trabajo provoca en la naturaleza humana, sino también la función de ser un mecanismo
democrático de fluidificación de la estratificación social.
206 Adam Smith
68 Sobre la historia de este debate, que se remonta a Marx, cf. Rosenberg (1965). Las
implicaciones negativas de la división del trabajo fueron ampliamente reconocidas en el
entorno de la Ilustración escocesa, por ejemplo por Ferguson (1767, parte 2, capítulo 4:
«De la subordinación consiguiente a la separación entre artes y profesiones»).
69 Smith (1776), pp. 781-782; pp. 687-688, trad. cast. Antes de Smith podemos ras-
trear la noción de alienación en los escritos del suizo Jean-Jacques Rousseau (1712-1778),
con quien Smith estaba familiarizado, a través de Hume. (Hume y Rousseau, que inicial-
mente fueron buenos amigos, tuvieron después un duro enfrentamiento: cf. Ross, 1995,
pp. 210-212.) A diferencia de Smith, Rousseau es un crítico radical de la economía de mer-
cado: cf. Colletti (1969b), pp. 195-292.
Liberalismo económico y liberalismo político: la fortuna de Smith 211