Tema 16 Internacional
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Tema 16 Internacional
El DIH es, junto con el ámbito de los Derechos Humanos, una de las ramas más específicamente dirigidas a
la defensa de la dignidad de la persona en el D.I.
En cierta medida, de lo que trata es de “humanizar” la guerra. A partir de mediados del siglo XIX, cuando los
Estados son conscientes de los resultados devastadores que puede llevar la utilización de determinadas
armas, se empieza a adoptarse los primeros instrumentos jurídicos dirigidos a diferentes ámbitos. P.e. el
desarme y la mayor humanización de los conflictos armados. Así, a mediados de este siglo nace el derecho
humanitario, que tiene su origen en una serie de prácticas que poco a poco se recogen en T.I. que, en su
mayor parte, van a ser promovidos por la Cruz Roja Internacional.
El origen del DIH se puede encontrar en la publicación del libro “un souvenir de Solferino”, de un médico
ginebrino Henry Dunant. A partir de esta obra da sus primeros pasos el DIH y nace Cruz Roja.
Se celebra un conferencia internacional en Ginebra por el comité de los cinco, que creó el comité
internacional de socorro a los militares heridos que, posteriormente, pasaría a llamarse comité internacional
de la cruz roja, que asume y mantiene la función de intervenir en caso de conflicto armado como organismo
imparcial que a su vez desarrolla dos funciones esenciales que son proteger a las víctimas y en caso de ayuda
prestar asistencia.
A partir de ese momento se empiezan a dar los primeros pasos codificadores. En 1864 se convoca un
conferencia diplomática en ginebra, el Convenio de Ginebra para mejorar la suerte que corren los militares
heridos de los ejércitos en campaña. De este convenio hay que destacar que es el primer tratado de DIH, y
que recoge principios básicos que venían aplicándose en conflictos armados, tales como militares heridos y
otros enfermos deben ser recogidos y asistidos sin distinción por razón de nacionalidad. Sobre estos
fundamentos se desarrolla todo el DIH que hoy conocemos.
A partir de ahí se desarrolló el movimiento de la Cruz Roja Internacional con sociedades nacionales en casi
todos los estados del mundo, y una gran actividad convencional con la finalidad de proteger a las víctimas de
la guerra. Esta actividad convencional conforma lo que se conoce como el Derecho de Ginebra. El derecho
de Ginebra está formado por los cuatro convenios de Ginebra de 1949 y dos protocolos adicionales de 1977.
Junto a esos cuatro convenios, hay que hacer referencia al primer protocolo adicional que hace referencia a la
protección de las víctimas de los conflictos armados internacionales y el segundo de protección de las
víctimas de los conflictos armados sin carácter internacional.
Junto a este derecho, encontramos lo que se conoce como el Derecho de la Haya, que tiene su origen en
instrumentos jurídicos promovidos por los Estados y la ONU. Su objetivo fundamental es fijar los derechos
y obligaciones de los beligerantes y limitar los medios que dañan al enemigo en los conflictos armados
internacionales.
Estamos ante una misma fuente o ámbito, que es el DIH, y se diferencia entre Derecho de Ginebra y Derecho
de la Haya. En el primero, el impulso ha venido de la mano de Cruz Roja y, en el segundo, ha venido de la
mano de la ONU. El TIJ dijo en un dictamen solicitado por la OMS sobre la amenaza o el empleo de armas
nucleares expresamente que esas dos ramas de derecho aplicable en conflictos armados ha desarrollado
relaciones tan estrechas que han llegado a formar gradualmente un sistema complejo como el DIH,
Los principios que informan el Derecho de Ginebra son:
- Obligación de tratar con humanidad a todas aquellas personas que no participen de forma directa en
las hostilidades, incluso los miembro de las fuerzas armadas que hayan depuesto las armas y las
personas fuera de combate por enfermedad, detención o alguno otra causa.
- El principio de igualdad de trato en virtud del cual no se permite discriminar a la hora de prestar
cuidados a las personas antes señaladas por motivos de raza, religión, sexo, etc. Aunque sí se
permiten discriminaciones positivas en relación al sufrimiento, desamparo o debilidad de ciertas
personas o ciertas categorías de personas.
- El principio de inviolabilidad que implica la prohibición absoluta de llevar a cabo atentados contra la
vida o la integridad corporal y contra la dignidad de las personas que no participen de forma directa
en las hostilidades.
- El principio de seguridad que prohíbe tomar como rehenes a ese tipo de personas y condenarlas o
ejecutarlas sin un juicio desarrollado sin las garantías judiciales indispensables.
- Principio de discriminación: implica que se debe proteger a la población civil y a los bienes de
carácter civil y establecer una distinción entre combatientes y no combatientes. Así, los Estados no
deben jamás tener como objetivo personas civiles, ni utilizar armas que no permitan distinguir entre
objetivos civiles y militares.
- Principio de proporcionalidad: implica que no se pueden causar males superfluos a los combatientes,
lo que supone una restricción a la libertad de elección de las armas empleadas, tal y como ha
destacado el TIJ en el dictamen que hace referencia a la amenaza o el empleo de armas nucleares.
Junto a estos principios no debemos olvidar la Cláusula Martens, que implica que los casos no previstos en
los acuerdos internacionales, las personas civiles y los combatientes quedan bajo la protección y el imperio
de los derechos derivados de los usos establecidos y que, por tanto, hacen referencia a los principios de
humanidad y a los dictados de la conciencia pública.
Con respecto a los conflictos armados internacionales, el artículo 35.1 del Protocolo I establece que “en todo
conflicto armado, el derecho de las partes en conflicto a elegir los métodos o medios de hacer la guerra, no
es ilimitado”. Esa afirmación implica que ni la población civil ni los bienes civiles constituyen objetivos
legítimos de los conflictos armados de tal forma que los ataques se limitarán estrictamente a los objetivos
militares.
El artículo 52 del Protocolo I, establece que: “1. Los bienes de carácter civil no serán objeto de ataques ni
de represalias. Son bienes de carácter civil todos los bienes que no son objetivos militares en el sentido del
párrafo 2.
2. Los ataques se limitarán estrictamente a los objetivos militares. En lo que respecta a los bienes, los
objetivos militares se limitan a aquellos objetos que por su naturaleza, ubicación, finalidad o utilización
contribuyan eficazmente a la acción militar o cuya destrucción total o parcial, captura o neutralización
ofrezca en las circunstancias del caso una ventaja militar definida.
3. En caso de duda acerca de si un bien que normalmente se dedica a fines civiles, tal como un lugar de
culto, una casa u otra vivienda o una escuela, se utiliza para contribuir eficazmente a la acción militar, se
presumirá que no se utiliza con tal fin.”
Los objetivos militares deben limitarse a aquellos objetos que por su naturaleza o finalidad contribuyen a la
acción militar, el resto de bienes no deben ser objetivo de los conflictos armados, aún así, se identifican
algunos bienes que deben ser especialmente protegidos, entre ellos se encuentran los bienes indispensables
para la supervivencia de la población, también todas las obras o instalaciones que contienen fuerzas
peligrosas como centrales nucleares y también los monumentos históricos, la obras de arte o los lugares de
culto que constituyen el patrimonio cultural de los pueblos.
El artículo 35.2 del Protocolo I prohíbe el empleo de armas proyectiles o cualquier método de hacer la guerra
que cause males superfluos o innecesarios. Hoy en día, es una normativa muy importante en el ámbito
internacional relativas a la limitación del uso de armas de destrucción masiva. Art. 35.2 del Protocolo I:
“Queda prohibido el empleo de armas, proyectiles, materias y métodos de hacer la guerra de tal índole que
causen males superfluos o sufrimientos innecesarios.”
En cuanto a la protección de las víctimas, la noción de combatiente ha ido cambiando a lo largo del tiempo y
en estos momentos se regula en diferentes disposiciones como el art. 4 del Convenio de Ginebra relativo al
trato debido a los prisioneros de guerra: “A. Son prisioneros de guerra, en el sentido del presente Convenio,
las personas que, perteneciendo a una de las siguientes categorías, caigan en poder del enemigo: 1) los
miembros de las fuerzas armadas de una Parte en conflicto, así como los miembros de las milicias y de los
cuerpos de voluntarios que formen parte de estas fuerzas armadas; 2) los miembros de las otras milicias y
de los otros cuerpos de voluntarios, incluidos los de movimientos de resistencia organizados, pertenecientes
a una de las Partes en conflicto y que actúen fuera o dentro del propio territorio, aunque este territorio esté
ocupado, con tal de que estas milicias o estos cuerpos de voluntarios, incluidos estos movimientos de
resistencia organizados, reúnan las siguientes condiciones: a) estar mandados por una persona que
responda de sus subordinados; b) tener un signo distintivo fijo reconocible a distancia; c) llevar las armas a
la vista; d) dirigir sus operaciones de conformidad con las leyes y costumbres de la guerra; 3) los miembros
de las fuerzas armadas regulares que sigan las instrucciones de un Gobierno o de una autoridad no
reconocidos por la Potencia detenedora; 4) las personas que sigan a las fuerzas armadas sin formar
realmente parte integrante de ellas, tales como los miembros civiles de tripulaciones de aviones militares,
corresponsales de guerra, proveedores, miembros de unidades de trabajo o de servicios encargados del
bienestar de los militares, a condición de que hayan recibido autorización de las fuerzas armadas a las
cuales acompañan, teniendo éstas la obligación de proporcionarles, con tal finalidad, una tarjeta de
identidad similar al modelo adjunto; 5) los miembros de las tripulaciones, incluidos los patrones, los pilotos
y los grumetes de la marina mercante, y las tripulaciones de la aviación civil de las Partes en conflicto que
no se beneficien de un trato más favorable en virtud de otras disposiciones del derecho internacional; 6) la
población de un territorio no ocupado que, al acercarse el enemigo, tome espontáneamente las armas para
combatir contra las tropas invasoras, sin haber tenido tiempo para constituirse en fuerzas armadas
regulares, si lleva las armas a la vista y respeta las leyes y las costumbres de la guerra.
B. Se beneficiarán también del trato reservado en el presente Convenio a los prisioneros de guerra: 1) las
personas que pertenezcan o hayan pertenecido a las fuerzas armadas del país ocupado, si, por razón de esta
pertenencia, la Potencia ocupante, aunque inicialmente las haya liberado mientras proseguían las
hostilidades fuera del territorio que ocupa, considera necesario internarlas, especialmente tras una tentativa
fracasada de estas personas para incorporarse a las fuerzas armadas a las que pertenezcan y que estén
combatiendo, o cuando hagan caso omiso de una intimidación que les haga por lo que atañe a su
internamiento; 2) las personas que pertenezcan a una de las categorías enumeradas en el presente artículo
que hayan sido recibidas en su territorio por Potencias neutrales o no beligerantes, y a quienes éstas tengan
la obligación de internar en virtud del derecho internacional, sin perjuicio de un trato más favorable que
dichas Potencias juzguen oportuno concederles, exceptuando las disposiciones de los artículos 8, 10, 15, 30,
párrafo quinto, 58 a 67 incluidos, 92 y 126, así como las disposiciones relativas a la Potencia protectora,
cuando entre las Partes en conflicto y la Potencia neutral o no beligerante interesada haya relaciones
diplomáticas. Cuando haya tales relaciones, las Partes en conflicto de las que dependan esas personas
estarán autorizadas a ejercer, con respecto a ellas, las funciones que en el presente Convenio se asignan a
las Potencias protectoras, sin perjuicio de las que dichas Partes ejerzan normalmente de conformidad con
los usos y los tratados diplomáticos y consulares.
C. El presente artículo no afecta al estatuto del personal sanitario y religioso, como se estipula en el artículo
33 del presente Convenio.”
En cuanto a los prisioneros de guerra, son otra categoría de víctimas. Hace siglos, una vez arrestados, podían
ser sometidos a esclavitud, pero hoy en día gozan de un estatuto particular que se recoge en el Convenio de
Ginebra de 1949 relativo al trato debido a los prisioneros de guerra. Las obligaciones sobre esas personas
son, en primer lugar, tratarlos con humanidad sin que pueda atentarse contra su vida, su integridad física o
su dignidad, y también se deberá atender gratuitamente a la manutención y cuidados médicos. No se debe
hacer discriminación a prisioneros de guerra por motivos de raza, religión, opiniones públicas, etc.
En cuanto a la protección de la población civil, las diferentes convenciones establecen la necesidad de una
protección especial a la población civil, por eso se establece el principio general que prohíbe atacar a la
población civil. Es posible que se lleven a cabo medidas como el establecimiento de zonas de seguridad para
ubicar a aquellas personas que necesiten especial protección como heridos, enfermos, ancianos o niños.
También se establece el derecho de evacuar a los extranjeros al comienzo de las hostilidades.