Escrito de Taller

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 1

Reyes Candela Belen

Un día como cualquier otro

Se puede decir que los libros fueron parte de mi vida desde que tengo noción de memoria. Me
crié en una familia donde leer era un hobby común, mi mamá estudiaba una carrera donde leer
era parte de su día a día, mientras que mi papá era un coleccionista de libros muy apasionado,
teniendo en su biblioteca desde relatos para niños hasta libros de economía. Debieron estar
muy felices cuando notaron que su hijo primogénito comparte este hobby, tristemente yo no lo
tuve, o al menos no por los primeros doce años de mi vida

El hábito de la lectura siempre trae sus beneficios, en mi hermano, por ejemplo, le


ayudo a aprender un nuevo idioma por su cuenta estando aún en la escuela primaria, y no sólo
eso, si no que se adelantaba fácilmente contenidos de cualquier materia que le interesaba. Yo,
por otro lado, odiaba cualquier cosa que involucrará letras, ni siquiera algún libro con
ilustraciones ¿Por qué iba a leer algo con los dibujos ya hechos, si lo que yo quería era
hacerlos? Es más, por qué iba a gastar mi tiempo leyendo si podía estar jugando? Claro esta
que este pensamiento me trajo problemas durante toda la escuela primaria, no era
precisamente la hija inteligente.

Para mi suerte, este pensamiento que tenia tuvo su fin a mis doce años. Un día como
cualquier otro mi tío con mis primos estaban de paso por mi casa. Mi prima Luján y yo nos
fuimos a la terraza a jugar, en ese momento estaba de moda hacer slime así que cada vez que
nos veíamos tratábamos de hacerlo; fue ahí que me contó que estaba leyendo una historia
sobre sirenas y, después de insistir un rato, me dijo que leyera el primer capítulo y si me
gustaba, me lo iba a prestar así podíamos hablar del libro juntas cuando lo terminará. Y así fue.

No fue hasta que termine el libro que entendí por qué a mi prima también le gustaba
leer. Me sorprendió que en unas hojas se pudiera contar algo tan distinto a la realidad que yo
vivía. Definitivamente, los libros que mi familia tenía no eran tan interesantes como ese que me
presto Luján.

Y así fue como un día cualquiera pasó a marcar mi comienzo en el camino de la


lectura. Leer no sólo me dio la posibilidad de ver nuevos mundos en las hojas, si no que he
podido conocer parte del pasado mediante ellos, me transportaban a lugares que sin necesidad
de ser de fantasía, contaban historias fantásticas. Encontré un millón de posibilidades nuevas
después de ese día.

Actualmente mi prima y yo seguimos compartiendo este mismo amor por la lectura y,


aunque ahora tenemos vidas más ocupadas que cuando teníamos doce años, cada que nos
vemos seguimos hablando de nuestras lecturas actuales, nos recomendamos libros e incluso
debatimos sobre ello. Y si bien no tengo los mismos gustos que hace seis años atrás, siempre
termino volviendo a leer fantasía para pasar el rato.

También podría gustarte