La Arqueología y Su Impacto Social

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La arqueología y su impacto social: Una visión del macro-espectro global al micro-espectro

local.

Resumen: En este ensayo se darán a conocer diferentes posturas y opiniones de diversos

autores frente al quehacer de la arqueología y su ética, y como es el actuar de la comunidad

científica hacia las comunidades indígenas y como el trabajo arqueológico puede ayudar a

las comunidades a establecer identidades culturales, formulación de proyectos legislativos

para la protección del patrimonio considerando lo material como inmaterial, tanto a nivel

local como nacional. Esto observado desde un aspecto global, latinoamericano y chileno.

Palabras clave: Arqueología social, identidad, arqueología mundial, latinoamericana y

nacional, antropología.

Abstract:

Key words: Social archeology, identity, world, Latin America and national archeology,

anthropology.

La humanidad desde sus albores ha sentido una atracción muy fuerte por su pasado, por

sabes quiénes fuimos y cómo llegamos a donde estamos. En un inicio se trató de contestar a

estas preguntas con la recolección de objetos preciosos encontrados en lugares donde


aparentemente habían habitado personas, pero está época de colecciones y gabinetes de

antigüedades dio un giro radical en el siglo XIV cuando surge en medio del renacimiento la

ciencia que se dedicaría a buscar, encontrar y explicar tanto objetos como personas del

pasado, nuestro pasado, es así como nace la arqueología.

Arqueología global

En los inicios de la arqueología en la época del Renacimiento (Europa siglo XIV al XVII)

ésta era más bien especulativa, en donde estudiosos, coleccionistas, anticuarios comenzaron

a mostrar interés sobre estas reliquias y comenzaron a recopilarlas para sus colecciones

(Renfrew y Bahn, 2004). Y es a partir de ese interés que nacen los cuestionamientos sobre

el origen de estos objetos y especulaciones sobre este.

La arqueología en la actualidad estudia, ordena y clasifica estos restos materiales

pertenecientes a culturas antiguas, con el fin de reconstruir la historia y de dar respuesta a

las preguntas que se puedan formular a partir de las investigaciones arqueológicas.

Según Manuel Martín-Bueno y Romina Luesma González (2006) los resultados de

cualquier investigación arqueológica deben acercarse al público, en este caso, para su

disfrute y enriquecimiento cultural equilibrando recursos económicos e intelectuales. Es

decir que la arqueología no solo tenga el fin de extraer información y que esta solo esté

disponible para interés científico, si no que esta tenga el fin de ayudar a las comunidades a

las que les pertenezcan esos restos materiales y obligación por parte de la colectividad

científica de contar con el consentimiento informado de las comunidades indígenas cuando

se quiera investigar en tierras comunales o en sitios que se vinculen a las mismas, además
de los posibles beneficios o perjuicios que los mismos generan a la comunidad a fin de que

esta pueda tomar una decisión (Endere y Ayala, 2012).

“El arqueólogo es un investigador guiado por los principios de la ciencia y comprometido

en una labor cuyo objeto final es la generación de conocimientos científicos basados en

hechos empíricos y contrastables; pero al mismo tiempo, es tanto cientista social, su

vocación exige la generación de resultados que puedan y que deben articularse de forma

coherente con la sociedad. (Adan et. al., 2001)

Daniella Jofré (2003) afirma que uno de los factores que más ha impactado en dentro de

esta ideología fueron los movimientos indígenas llevados a cabo en USA, donde las

comunidades indígenas exigían sus derechos sobre su patrimonio cultural, rechazando las

interpretaciones que los investigadores. Es luego de este hecho que comienzan a realizarse

leyes de protección hacia las comunidades indígenas y su patrimonio cultural.

Entidades como la UNESCO han sido de mucha importancia a nivel mundial para

desarrollar avances legislativos y creación de instrumentos jurídicos enfocados en la

conservación y restauración del patrimonio histórico, que abarca tanto el patrimonio

material como el inmaterial, además de la protección de la diversidad cultural. Aunque esta

no se encuentra relacionada con políticas de valorización de los productos o servicios como

la denominación de origen. Actualmente en Europa se realizan convenciones sobre la

protección del patrimonio, países como España cuentan con legislaciones que contemplan

tres grados de protección, como son:

I. Bienes del Patrimonio Histórico Español

II. Bienes incluidos en el Inventario General de Bienes Muebles


III. Bienes de Interés Cultural

En la actualidad el trabajo arqueológico tiene bastante importancia, ya que el uso del

patrimonio cultural como recurso para constitución de las memorias e identidades históricas

nacionales, regionales y locales. (Adan et. al., 2001). Esto genera un sentimiento de

identidad territorial, de pertenencia a un grupo o comunidad (Molano, 2006).

Adicionalmente debido a los vínculos que usualmente presentan las comunidades indígenas

con la naturaleza, a partir de este sistema se le puede dar importancia a la conservación de

especies nativas y ecosistemas.

La historia y la cultura pueden ser de suma importancia para el progreso de los territorios,

es por esto que, tanto en Europa como en América Latina, se han llevado a cabo propuestas

de revalorización de la identidad cultural y patrimonial, además de impulsar actividades

económicas. (Molano, 2006).

“El desarrollo local se ha convertido en el nuevo activador de las políticas de

patrimonialización. Mientras la sociedad de los lugares se convierte en la sociedad de los

flujos, parece como si los lugares se hayan involucrado en una obra de construcción de la

identidad, que privilegia la dimensión local o ciudadana por encima de las nacionales,

estatales y globales. La identidad es el viejo territorio del patrimonio y no es de extrañar

que entre los objetivos reconocidos por la mayor parte de actuaciones patrimoniales que se

realizan en estos ámbitos, figure la (re) construcción de las identidades locales” (García,

2009).
Un buen ejemplo de esto son los Eco-museos de Canadá, dentro del país se encuentran 36

eco-museos, donde la valorización recae en el conocimiento y el restituir la memoria del

lugar, todo esto a través de técnicas didácticas en donde es la misma comunidad la que

construye y aporta al museo. Este tipo de proyectos valoriza el trabajo comunitario y

refuerza la identidad cultural del lugar. Además de contar con salas de venta de productos

locales como la producción de papel, queso, miel, vidrio, muñecas, flores, fabricación de

violines, cerámica, vino, cuero, bronce, jamones ahumados, jabones, vitrales, whisky

artesanal, etc. Esto teniendo en cuenta que la cultura de los pobladores y sus antepasados

indígenas de la zona se puede encontrar plasmada en esos productos o de su producción.

Gracias a esta iniciativa la economía ha aumentado, generando más de 300 puestos de

trabajo y con alrededor de 825.000 visitas anuales.

Arqueología latinoamericana

La Arqueología Social Latina se ha destacado desde sus inicios “debido a que es la única

posición teórica engendrada en el tercer mundo” (Torres, 2012). Tomó fuerza en los años

50´en adelante, con un contexto global politizado, y una triunfante Revolución Cubana que

llevó a varios intelectuales latinos a posicionarse respecto a los movimientos sociales y de

liberación que empezaron a surgir en esos años, en el caso específico de Chile, las ideas

marxistas respecto a la arqueología fueron cada vez más, desde su interpretación mediante

el materialismo histórico y entender los vestigios materiales como artefactos en un contexto

social y económico de las culturas pasadas, estas interpretaciones tuvieron directa relación

con la arqueología soviética y el procesualismo (corriente arqueológica naciente en las

décadas de 1970 y 1960).


Pero no sólo en Chile se ponía en cuestionamiento el quehacer social de la arqueología, en

México, ejemplificando una crítica más actual, pero de la misma raíz, la arqueología tiene

un especial papel en la educación, no en la alfabetización de escolares, sino en la formación

de ciudadanos con identidades respecto al patrimonio material local, regional y nacional,

entendiendo que los problemas sociales y formativos de ciertas localidades conllevan una

falta de identidad y pertenencia con la misma y así pudiendo ver el gran espectro social que

no había satisfecho la arqueología hasta entonces (García Sánchez 2016), en un caso

contrario, el rol social de la arqueología dentro de la educación en Venezuela no cumple

casi ningún rol, de acuerdo con Gordones (2009) “no existe ninguna referencia a los

resultados de las investigaciones arqueológicas realizadas en el territorio venezolano y una

total desvinculación del quehacer arqueológico venezolano con la educación que se imparte

en las aulas de Venezuela”, su educación respecto a su identidad comienza con la llegada

de los colonizadores a las comunidades negras y grupos de indígenas, en donde el

conocimiento arqueológico está superpuesto en una educación no formal (museos, folletos,

etc.) donde generalmente se distorsionan estos conocimientos y poco a poco se va haciendo

un perfil generalizado de que esto no cabe dentro de la sociedad contemporánea.

Otro debate al respecto, en Argentina, es también la información que circula de corte

arqueológico en el ámbito social, la relación de los profesionales y la disciplina con la

prensa gráfica, inoportunamente cómo eso ha llevado a mal informar y formar ideas

erróneas de qué es un arqueólogo, que es lo que hace y a quién pertenece el patrimonio

material que después es expuesto en museos (Conforti y Endere, 2011) enfrentando esto a

través de una mejor relación interdisciplinaria entre arqueólogos y comunicadores sociales,

donde ocurre otro fenómeno, el cual es el poco compromiso del mismo profesional de la
arqueología en difundir su trabajo en proceso y los resultados que puede obtener, aquí es

donde se forma una controvertida aseveración a razón de esto, y es que la arqueología no

tendría sentido por sí misma sin la voluntad de divulgar las investigaciones y resultados

para comunicar la historia o también la prehistoria de los pueblos que en la vida

contemporánea es ajena a la sociedad común, la arqueología social es entonces esencial

para entender la profesión. ¿Para qué entender el pasado? Ya estaba planteado desde antes,

y su fin era formar identidades respecto a los pueblos pasado, pero no se estaba logrando el

fin, la arqueología social interpretativa de los vestigios materiales sólo reconocían el propio

contexto excavado y encontrado, pero lo social de la arqueología va más allá de eso, como

ya se mencionó, va a las reivindicaciones sociales que conlleva una arqueología social con

influencia marxista.

Para otro ejemplo de la responsabilidad de la materia es el término de “público”, que al

menos en Argentina (Salerno, et al, 2016) es tema de polémica, y es que los imaginarios

sociales que rodean la arqueología, como también se mencionaba antes, son muy abstractos

y arquetípicos, tendiendo a alejar a la gente de interesarse o valorar el tema, la lejanía que

se produce de los bienes patrimoniales viene de una concepción criticable sobre la

pertenencia de estos, al ser públicos ¿Son del estado o son bienes que pertenecen a toda una

ciudadanía que se forma desde y a través de ellos? Es ambiguo hasta en términos

legislativos la pertenencia de estas piezas de museos “inalcanzables” en la conciencia social

común.

Arqueología nacional
Análisis antropológico

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