Derrida - de La Gramatología, Capitulo 1
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DERRIDA
DE IA
GRAMATOLOGIA
MEXICO
ESPAÑA
ARGENTINA
COLOMBIA
Traducción de
OSCAR DEL BARCO Y CONRADO CERETII
Revisión de
RICARDO POTSCHART
siglo veintiuno editores, sa de cv
CERRO DEL AGUA 248. DELEGACIÓN COYOACÁN. 0.310 M~XICO, O.F
ADVERTENCIA 3
EXERGO 7
DE LA GRAMATOLOGIA
ADVERTENCIA
LA ESCRITURA PRE-LITERAL
EXERGO
l. El programa
Ahora bien, merced a un lento movimiento cuya necesidad apenas
se deja percibir, todo lo que desde hace por lo menos unos veinte
siglos tendía y llegaba finalmente a unirse bajo el nombre de lenguaje,
comienza a dejarse desplazar o, al menos, resumir bajo el nombre de
escritura. Por una necesidad casi imperceptible, todo sucede como si,
dejando de designar una forma particular, derivada, auxiliar, del len·
12 LA ESCRITURA PRE·LITERAL
este debate cf. V. Istrine, Langue et écriture, en Linguistique, op. cit., pp.
3Eí, 60. La discusión también se fijó alrededor de las tesis del P. van Ginneken.
Respecto al debate de estas tesis, cf. J. Fé,Tier, Histoire de l' écriture, Payot,
1948/1959, pp. 5 y sgts.) Más adelante trataremos de demostrar por qué son
sm·pechosos los términos y las premisas de semejante discusión.
~ Este es un problema que abordamos más directamente en La voix et le
phénom€ne (P.U.F. 1967).
14 LA ESCRITURA PRE·LITERAL
2. El significante y la verdad
La "racionalidad" -tal vez sería necesario abandonar esta palabra,
por la razón que aparecerá al final de esta frase-- que dirige la
escritura así ampliada y radicalizada, ya no surge de un logos e
inaugura la destrucción, no la demolición sino la des-sedimentación, la
des-construcción de todas las significaciones que tienen su fuente en
4 Cf., por ejemplo, EP. pp. 126, 148, 355, etc. Desde otro punto de vista,
cf. Jakobson, Essais de linguistique générale (trad. francesa, p. 116).
EL FIN DEL LIBRO Y EL COMIENZO DE LA ESCRITURA 17
"Así como la escritura no es la misma para todos los hombres, las palabras
habladas tampoco son las mismas, mientras que los estados del alma de
los que esas expresiones son inmediatamente los sigrws ( crr¡¡uÍa 1r w8wc;) son
idénticos en todos, así como son idénticas las cosas de las cuales dichos estados
son imágenes" ( 16?. La bastardilla es nuestra).
"Ese movimiento ideal, por medio del cual, se dirá, se manifiesta la simple
subjetividad, el alma del cuerpo resonante, la oreja lo percibe de la misma
manera teórica en que el ojo percibe el color o la forma; la interioridad
del objeto se convierte así en la del sujeto" (Estética, III, 1).
··. . . Por el contrario, la oreja, sin volverse prácticamente hacia los objetos,
percibe el resultado de ese temblor interior del cuerpo mediante el cual se
manifiesta y se muestra, no la figura material sino una primera idealidad
que viene del alma" ( ibíd).
Lo dicho del sonido en general vale con mayor razón para la fonía,
por cuyo intermedio el sujeto, merced al oírse-hablar -sistema indi-
sociable-, se afecta a sí mismo y se vincula consigo en el elemento
de la idealidad.
Se presiente desde ya que el fonocentrismo se confunde con la deter-
minación historial del sentido del ser en general como presencia, con
""Si todos los mares fueran de tinta y todos los estanques estuvieran
sembrados de cálamos, si el cielo y la tierra fueran pergaminos y todos los
seres humanos ejercieran el arte de escribir, no agotarían la Tod que yo en-
seño; en su canto la Torá no resultaría disminuida en más de lo que puede
sustraer al mar la punta del pincel." 7
Galileo:
.. La naturaleza· está escrita en lenguaje matemático."
Descartes:
. . . para leer el gran libro del mundo ... "
Ronnet:
"Me parece más filosófico presumir que nuestra tierra es un libro que
1'1 gran Ser ha dado a leer a inteligencias que nos son muy superiores, en el
que ellas estudian profundamente los trazos infinitamente multiplicados y va-
riados de su adorable sabiduría."
G. H. von Schubert:
.. Esta lengua hecha de inügenes y jeroglíficos, de la que se vale la suprema
Sabiduría en todas sus revelaciones a la humanidad -que se vuelve a encon-
trar en el lenguaje, próximo, de la Poesía- y que en nuestra condición
actual se parece más a la expresión metafórica del sueño que a la prosa
de la vigilia, puede preguntarse si esta lengua no es la verdadera lengua de
la región superior. Si,, mientras nos creemos despiertos, no estamos sumergi-
dos en un sueño milenario o, al menos, en el eco de sus sueños, donde sólo
percibimos de la lengua de Dios ciertas palabras aisladas y oscuras, como un
durmiente percibe las conversaciones de su alrededor."
Jaspers:
.. El mundo es el manuscrito de otro mundo inaccesible a una lectura
universal y que sólo la existencia descifra."
''La Biblia ~ el niás sublime de todos los libros . . . pero de tO<!os modos es
un libro ... no es sobre algunas hojas dispersas donde sea necesario ir a buscar
la ley de Dios, sino en el corazón del hombre, donde su mano se digna escri-
birla" (Lettre a Vernes).
"Si la ley natural sólo estuviera escrita en la razón ae los hombres, sería
poco capaz de dirigir la mayor parte de nuestras acciones. Pero está grabada
en el corazón del hombre con caracteres imborrables . . . Es allí donde le
grita .. ," (L'état de guerre). .
Habría mucho que decir en relación con el hecho ·de que la, unidad
nativa de la voz y de la. escritura sea prescriptiva. El archi·habla es
una escritura porque es una ley. Una ley natural. El habla inidal
. es entendida, en la. intimidad de la presencia consigo, como voz del
otro y, como mandamiento. ·
Hay ·por lo tanto una escritura buena y una mala: la buena y
natural, la inscripción divina en el corazón y el alma; la perversa y
artificiosa, la técnica, exiliada en la exterioridad del cuerpo. Modifi·
cación · interior al esquema platónico, ·escritura del alma y escritura
EL FIN DEL LIBRO Y EL COMIENZO DE LA ESCRITURA 25
"Se hubiera dicho que la naturaleza exponía ante nuestros ojos toda su
magnificencia para ofrecernos el texto de nuestras conversaciones ... " "En-
tonces cerré los libros. Sólo hay uno abierto para todos los ojos, el de la
naturaleza. Es en ese inmenso y sublime libro donde aprendo ::r servir y adorar
a su autor."
3. El ser escrito
· La evidencia tranquilizadora en que debió organizarse y en la que
debe aún vivir la tradición occidental, sería la siguiente. El orden del
significado nunca es contemporáneo del orden del significante; a lo
sumo es su reverso o su paralelo, sutilmente desplazado --el tiempo de
un soplo-. y el signo debe ser la unidad de una heterogeneidad, puesto
que el significado (sentido o cosa, noema o realidad) no es en ·sí un
significante, una huella: en todo caso no está constituido en su sentido
26 LA ESCRITURA PRE·LITERAL
s Este es un tema que hemos tratado de desarrollar en otra parte (La t:oix
et le phénomene).
9 Lo cual no quiere decir, por una simple inversión, que el significante sea
fundamental o primero. La "primacía" o la "prioridad" del significante sería
unn expresión insostenible y absurda de formularse ilógicamente dentro de la
lógica que pretende, sin duda legítimamente, destruir. Nunca el significante
precederá de derecho al significado, sin lo cual dejaría de ser significante y el
significante "significante" ya no tendría ningún ~ignificado posible. El pensa-
miento que se anuncia en esta imposible fórmula sin lograr instalarse en ella
debe por lo tanto enunciarse de otra mantra: no podrá hacerlo sino haciendo
sospechosa la idea misma de signo, de "signo-de", que siempre permanecerá
ligada a lo que aquí cuestionamos. Por tanto, en el límite, destruyendo toda
la conceptualidad ordenada alrededor del concepto de signo (significante y
significado, expresión y contenido, etcétera).
t.l. !'IN DEL LIBRO Y EL COMIENZO DE LA ESCRITURA 27
11 Cf. Das Wessen der Sproche, Das Wort en Unterwegs zur Sprache (1959).
1\L FIN DEL LIBRO Y EL COMIENZO DE LA ESCRITURA 29
Porque por otra parte es la pregunta por el ser la que plantea Hei-
degger a la metafísica .. Y con ella la pregunta por la verdad, el sentido,
el logos. La meditación incesante de esta pregunta no restaura las certe-
zas. Por el contrario, las expulsa hacia su propia profundidad, lo
que es más difícil tratándose del sentido del ser de lo que a veces se
cree. Interrogando la vigilia de toda determinación del ser, quebrando
las seguridades de la onto-teología, dicha meditación contribuye, de
la misma manera que la lingüística más actual, a dislocar la unidad
de sentido del ser, vale decir, en última instancia, la unidad de la
palabra.
Así es como Heidegger, después de haber evocado la "voz del ser",
recuerda que es si"lenciosa, muda, insonora, sin palabra, originaria-
mente a-fona (die Gewi.ihr der lautlosen Stimme verborgener Que-
llen ... ). La voz de las fuentes no se oye. Ruptura entre el sentido
originario del ser y la palabra, entre el sentido y la voz, entre "la \OZ
del ser" y la phoné, entre el "llamado del ser" y el sonido articu·
lado; semejante ruptura, que al mismo tiempo confirma y pone en
duda una metáfora fundamental al denunciar el desplazamiento meta-
fórico, traduce perfectamente la ambigüedad de la ;;ituación heidegge-
riana frente a la metafísica de la presencia y del logocentrismo. Está
comprendida en ésta y a la vez la transgrede. Pero es imposible dividirla.
El mismo movimiento de transgresión la retiene a veces más acá dd
límite. Sería necesario recordar al contrario de lo que sugeríamos antes,
que el sentido del ser nunca es simple y rigurosamente para Heidegger
un "significado". No por azar este término no está empleado: quiere
decir que el ser escapa al movimiento del si;rno, proposición que puede
entenderse tanto como una repetición de la tradición clásica o cnmo
desconfianza frente a una teoría met.afísica o técnica de la significa-
ción. Por otra parte el sentido del ser no es literalmente ni "primero",
ni "fundamental", ni "trascendental", ya se lo entienda en un ~en' ido
escolástico, kantiano o husserliana. El desprendimiento del ser Ctlmo
"trascendiendo" las categorías del ente, la apertura de la ontoloi!Ía
fundamental, son momentos necesarios pero provisorios. A partir de la
Introducción a la metafísica Heidegger renuncia al proyecto y a la
palabra ontología. 12 La disimulación necesaria, originaria e irreducti-
ble del sentido del ser, su ocultamiento en la eclosión misma de la presen-
cia, este retiro sin el que no habría incluso historia del ser que fuera
totalmente historia e historia del ser, la insistencia de Heidegger en
l4 dem Statarischen, palabra del viejo alemán que hasta el presente se había
intentado traducir por "inmóvil", "estático" ( cf. Gibelin, pp. 255/257).
EL FIN DEL LIBRO Y EL COMIENZO DE LA ESCRITURA 35