Foucault, Nietzsche, Freud, Marx, 1967
Foucault, Nietzsche, Freud, Marx, 1967
Foucault, Nietzsche, Freud, Marx, 1967
MICHEL FOUCAULT
NIETZSCHE, FREUD, MARX
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Editorial Anagrama, 1981 (trad. de A.
González Troyano)
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bre todo el lenguaje en las culturas indoeuro- nos rodea puede, igualmente, hablarnos, y, con
peas ha produóido siernpre dos clases de sos- más atención que nunca estamos dispuestos a
pechas: escuchar todo ese lenguaje posible, tratando de
lado, la sospecha de que el lengua- sorprender bajo las palabras un discurso que
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no dice exactamente lo que dice. El sentido sería más esencial.
que se aprehende, y qr-re se manifiesta de forma Creo que cada cultura, es decir, cada forma
inmediata, no tiene quizás en realidad sino un ctrltural de la civilización occidental, ha tenido
sentido ffienor que protege, encierra, pero a su sistema de interpretación, sus técnicas, sus
pesar de todo, transmite otro sentido; éste sería métodos, sus formas propias de sospechar que
a Ia vez el senticlo más importante y el sentido eI lenguaje quiere decir algo distinto de lo que
"que está por debajo>. Esto es lo que los grie- dice, y entrever que hay lenguajes aparte del
gos llamab an la allegoria y la hyponoia. mismo lenguaje. Parece pues que habría que
otro lado, el lenguaje engendró esta iniciar un proyecto para realizar el sistema o
-Por
otra sospecha: que, en cierto sentido, el len- 7a tabla, como se decía en el siglo xvr, de to-
guaj,e rebasa la forrna propiarnente verbal, y dos estos sistemas de interpretación.
que hay muchas otras cosas que hablan y que Para entender qué sistema cle interpretación
no son lenguaje. Después de todo se podría fundamenté el siglo xrx, y, como consecuencia,
decir que Ia naturaleza, el mar, el susurro de a qué sistema de interpretación pertenecemos
los árboles, los animales, ios rostros, las lade- nosotros todavía, me parece que sería necesario
ras que se cruzan, todo esto habla; puede que acudir a una referencia pasada, por ejemplo,
haya lenguajes que se articulen en formas no qué tipo de técnica pudo existir en el siglo xvr.
verbales. Esto equivaldría, si se quiere, a gros- En aquella época, lo que daba lugar a la inter-
so modo, al semainoz de los griegos. pretación, lo que constituía alavez su plantea-
Estas dos $ospechas, que se dieron ya c.omo miento general y la unidad minima que la in-
tales entre loi griegos, no han desapaiecido, y terpretación tenía para trabaiar era la seme-
'r siguen siendo todavía contemporáneas nues_ janza. AIIí donde las cosas se parecían, aquello
tlait ya que hemos vuelto a pensar, precisa- en lo que eslo se parecía, algo querÍa ser dicho,
ménte a partir del siglo xrx, que los gestos mu- y podía ser descifrado; se sabe suficientemente
'._dgsr las enfermedades,--y todo.el
tumulto -que el importante papel que jugó la_gemejanza y
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todas las nociones que giran como satélites a logía, que era la identidad de las relaciones
su alrecledor en Ia cosmología, la botánica y la ---Et dót o más sustancias distintas'
filosofía del siglo xvr. A decir verdad, ante nues-
"nir" uqrr"lla época, la teoría del signo y las
pues en
tros ojos, hombres del siglo xx, toda esta red técnicas cle interpretación, reposaban
clara de todos ios
de semejanzas nos parece algo un tanto con- ,r-nu á"fi"i"ión peifectamente
fuso y enredado. Pero de hecho, este corpus de ipot potiUles c1e semejanza y fundamentaban dis-
ia seinejanza, ert el siglo xvr, estaba perfecta- áár tü"t cle conocimiento perfectamente
que era el paso' en un cier-
mente organizado. Tenía por lo menos, cinco iitr,o. t \a cogttitio, y
nociones perfectamente definidas : to sentido lateratl, de una semejanza a atra:'
en
noción cle conveniencia, la convenentia, .I la divinatio, que constituía el conocimiento
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que significaba el ajuste (por ejemplo del alma profundidad, que iba de una semejanza super-
al cuerpo, o de la serie animal a la serie vege- il.iol u otra más profunda' Todas estasmundo seme-
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Y digo esto, teniendo en cuenta particular- absolutamente superficial de tal forma, que el
mente el largo debate que Nietzsche mantuvo vuelo del águila, la ascensión de la montaña,
con la profundidad. Hay en Nietzsche una crÍ- toda esta verticalidad tan importante en Zara-
tica de la profundidad ideal, de la profundidad tustra, r1o es, en sentido estricto, sino el revés
de la conciencia, que denuncia como un invento de la profundidad, el descubrimiento de que
de filósofos; esta profundidad sería la búsque- la profundidad no era sino un juego y un plie-
da pura e interior de la profundidad. Nietzsche gue de la superficie, A medida que el mundo
pone de manifiesto que esta profundidad impli- se vuelve más profundo ante la mirada del
ca la resignación, la hipocresía, la máscara; hornbre, nos damos cuenta de que lo que lra
aunque el intérprete, cuando recorre los signos significado profundidad del hombre no era sino
para denunciarlos debe descender a lo largo Yü un juego de niños.
de una línea vertical y mostrar que esta pro- I
Esta especialidad, este juego de Nietzsche con
fundidad de la interioridad es en realidad algo I
la profundidad, me pregunto si no se podría
rnuy distinto de lo que parecia. Es necesario cornparar con el juego, aparentemente clistinto
por tetnto, que el intérprete descienda, que se que Marx llevó a cabo con Ia banaiidad. El con-
convierta, como dice Nietzsche, en cepto de banalidad en Marx es muy irnportan-
e;icavador de los bajos fondos"
"el buen te; a1 principio del Cqp'ítal, explica que, a dife-
Fero, en realidad, no se puede recorrer esta rencia de Perseo, él tiene que hundirse en la
línea descendente cuando se interpreta, sino bruma para rnostrar que de hecho no hay mons-
para restitr-rir la exterioridad resplandeciente truos ni enigmas profundos, porque todo lo
que fue recubierta y enterrada. Y es que, si el que hay de profundo en el planteamiento que
intérpi:ete debe ir personalmente hasta el fon- { sc hace la burguesía acerca de la moneda, el
do, corno un excavador, el movimiento de inter-
pretación es, por el contrario, el de un desplo-
r capital, el valor, etc., no es en realidacl sino una
balelidad.
tne, el de un desplome cadavez mayor, que deja V, descle luego, sería necesario lecorclar eI
qlle por encima de él se vaya desplegando la ámbito cie interpretación que Frer-rcl creó, no
proiuncliclad de forma cada vez más visible; sólo en lo que se refiere a la famosa topología
y la profundidad se vuelve ahora un secreto de la Consciencia y el Inconsciente, sino igual-
L Ct. Aurore,446. mente, a las reglas que formuló para la aten-
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ción psicoanalítica, y pata el desciframiento
gación del comienzo. Negación de la <Robin-
por el analista de todo lo que se dice e nel
sonada,', decía Marx; la clistinción, tan impor-
transcurso de la ncadena, hablada. Habría que
recordar Ia espacialidad, fundamentalmente tante para Nietzsche entre el comienzo y el
origen; y el carácter siempre inacabado del cle-
muy materiaL, a Ia que da Freud tanta impor-
sarrollo regresirro y analítico en Freud. Es so-
tancia y que despliega al enfermo ante la mi-
bre todo en Nietzsche y Freucl, y en menor gra-
rada del psicoanalista.
do en Marx, dónde se perfila esta expe¡,iencia,
tan importante a mi juicio para la he4¡enéu-
tic.a*-moder-na, de que cuánto más se avanza
en la interpretación, tanto más hay un acerca-
En el segundo tema que quisiera sugerirles, f miento a una región absolutamente peligrosa,
y eue, por otro lado está un poco relacionado i donde no sólo la interpretación va a encontrar
con éste, trataría de indicarles, teniendo en el inicio de su vuelta a atrás, sino que además
cuenta a estos tres hombres de que estamos va a desaparecer como interpretación y puede
hablando, que la interpretación se ha converti- llegar a significar incluso la desaparición del
do, finalmente, en una tarea infinita. mismo intérprete. La existencia siempre cerca-
A decir verdad, ya lo era en el siglo xvr, pero na del punto absoluto de la interpretación sig
los signos se remitían entre sí simplemente, nificaría al mismo tiempo la existencia de un
porque la semejanza no podía ser más que li- punto de ruptura.
mitada. A partir del siglo xlx, los signos se en- En Freud, se sabe suficientemente como se
cadenaron en una red inagotable, tarnbién in- realizó el progresivo descubrimiento de este ca-
finita, pero no porque reposaran en Lrna se[te- rácter estructuralmente abierto y descubierto
janza sin límite, sino porque tenían una am- t¡;
de la interpretación. Se hizo en principio de
plitud y apertura irreductibies. una manera muy alusiva, velada para sí misma
Lo inacabado de la interpretación, el hecho en el Traumdeutung, cuando Freud analiza sus
de que sea siempre fragmentada, y que quede propios sueños y cuando alude a razones de
en suspenso al borde de sí rnisma, se enclren- pudor o de no divulgación como excusa para
tra, creo yo, de manera bastante anáIoga, en intermmpir su tarea.
Marx, Nietzsche y Freud, bajo la forma de ne- En el análisis de Dora, vemos como se des-
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3. NrBTzscHB, FREUD, MARX !
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cubre esta idea de que la interpretación debe Freud su perpetua preocupación desde qr-re des-
cortarse, cómo no puecle llegar hasta su fin a cubrió el psicoanálisis, podríamos preguntar-
causa de un fenómeno que años después reci- nos si ia experiencia de Freud no tiene bas-
birá el nombi"e de transt'erencia. Y después, a tante parecido con la de }trietzsche. Lo que se
través de todo el estudio de la transferencia, plantea como problemático en ei pltnto cle rup-
vemos como se afirma la imposibilidad del tura de la interpretación, en esta convergencia
anáiisis por el carácter infinito e infinitamente de la interpretación hacia un término que la
problemático que tiene la reiación entre el ana. hace imposible, podría muy lrien ser algo pare-
lizado y ei analista, relación que es evidente- cido a la experiencia de la locula,
mente fundamental para el psicoanálisis, y que Experiencia contra la que Nietzsche se de-
abre ei espacio en que no cieja de desplegarse batió, y por Ia que se sintió fascinacio; expe-
sin liegar a acabar jamirs. riencia contra la que el mismo Freud luchó
También en Nietzsche, está claro que la in- toda sr-r vida, no sin angustia. Esta experiencia
terpretación permanece sierapre sin acabar. de Ia locura sería la sanción para un movi-
¿Qué es para él la filosofía, sino una especie miento de interpretación qr-re se aproxima al
de filología siempre en suspenso, una filologÍa infinito de su centro, per:o que se clerruilba,
sin término, qlle se desarrolla cad.a vez más, calcinado.
una filología que nunca habría de ser absoluta-
mente fijada? ¿Por qué? Es, como clice en Aftís
allá del Bien y del MaI, porque (per-ec('r por
el coiioclmicnto a[.rsolutt.r'podríer muy bir,:n for- Esta falta de conclusión esencial de la inter-
mar parte cle lcs funcrta.;¡entos del ::err'. Y, a pretación, creo que está relacionada con otros
pesar cle este conociitiil-itto airsolutc que forma dos principios, que son tarnbién fundarnenta-
parte del fundamento del ser, nos dice en Ecce les, y que constituirían, junto con 1os dos pri-
Homo lo próximo que estaba cle é1. También meros a que acabo de aludir, los postulados
lo dijo en el otoño de 1BB8 en lurín. de la hermenéutica moderna. Prirnero: si la
Si se entresaca de la correspondencia de interprTlación no se puede acabar jamás, esto
quiere decir simplemente que no hay nada que
2, Cf. Par-deld le bien et le mal, 39. interpretar. l.{o hay nada absolutamente prima-
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de interpretaciones violentas. Y es en razón de signo se va a convertir en algo malévolo; qr-rie'
esto por 1o que hay signos, signos que nos ro decir que en el signc hal' 6tt^ cierta ambi-
prescriben la interpretación de su interpreta- güedad un poco t'-ri:bia de mala voluntad y cle
ción, que nos prescriben el darle la vuelta como omalevolencian. Y esto en la ¡rredida en que el
signos. En este sentido, podemos decir que la signo no se cla ya como tal' Los signos son in-
Allegoria y lar I{yponia, están en la base del len- terpretaciones que tratan cle justificarse, y no
guaje y atxtes que é1, no por lo que se ha desli-
a la inversa'
zado después bajo las palabras para moverlas
Esta era la función qlle se asignaba a la mo-
y hacerlas vibrar, sino por lo que las ha en- neda tal como se Ia definió en la Crítica de la
gendrado, lo que las hace brillar con una luz
Econontía Política, y sobre todo, en el primer
que no se fija jamás. Es por esto también que
para {letzsche el intérprete es lo overídico"; libro clel Capital. De esta misma forma se con-
sir.lerab¿rn los síntomas en Frcuci. Y en Nietz-
es el uverdaderoo no porque se adueña de una
sc:hc, las pa,i:."i:ras, la justici;i' ias clasiflicacio-
verdad dormida que pregona a voces, sino por- r,
qlle pronuncia la interpretación que tcda ver- nr:i l-)jn¿rlrj¿rs 'lel Bierl ;; dei lvr. ln conlrecllen-
cia, ir;s rigrios, era.ir ¡násca¡:a:
-El siglro, al ad-
dad tiene como función recubrir. Quizá sea
esta plimacÍa de la interpretación en relación qu:irir esta nueva función cle recubrimiento de
con los signos 1o que le dé un valor decisivo la inlerpretación perdió su siinpliciclad de sig-
en la hermenéutica rrroderna. nificante que todavía poseía en la época del
La idea de que la interpretación precede al Renacimiento, y sr-r clensiciacl propia se abrió, y
signo, implica que el signo no se puede consi- pudo enlonces pr:ecipil-arse en la abef"ura ha-
derar ya conro r.rn ser simple y benévolo, como cia todos los conceptos negativos que hasta en-
ocurría en el siglo xvr, en donde la plétora de tonces irabían permanecido ajenos a la teoría
todos los signos, el hecho cle que todas las co- clel sigiro. Esta no conocía niás que el momen-
sas se pareciesen probaba simpiemente la be- to transparente y apenas .negativo del velo.
nevolencia cie Dios, y no separaban más que Desde ahara, podrá organizarse en el interior
Dor Lln velo transparente el signo del significa- del signo todo un juego de conceptos negati-
clo. Por el contrario, desde el siglo xrx, a par- vos, cle contraclicciones, de oposiciones, en el
tir de Freud, [4arx y Nietzsche, a mi juicio, el conjunto de ese juego de fuerzas reactivas que
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Deleuze ha analizado tan acertadamente en su segunda consecuencia se ref'lere a que la inter-
libro sobre Nietzsche". pretaoión tiene que interpr:etarsg-siempre g sí
"Volver a colocar la dialéctica en su sitioo, miq¡1a y no puede dejar de volverse sobre sí
si esta expresión ha de tener un sentido ¿no misma. En oposición al tíempo de los signos,
debería ser justamente volver a colocar en la que es un tiempo con vencimiento y por oposi-
densidad del signo, en ese espacio abierto, sin ción al tiempo de la di¡¡léctica, que es a pesar
fin, descubierto, en ese espacio sin contenido de todo lineal, se llega a un tiempo__de-inter-
real ni reconciliación, todo ese juego de la ne- pretacio*g. que es circuliar. Este tiempo está obli-
gatividad que la dialéctica finalmente ha des- gado a volver & pas?rr por donde ya pasó, lo
tapado dándole un sentido positivo? que ocasiona que al final, el único peligro que
realmente corre la interpretación, pero que es
un peligro supremo, es el que, paradójicamen-
te, hacen correr los ;ignos.fla muerte de la in-
Finalmente, hablemos del último carácter de terpretación es el creer quehay signos que exis-
la hermenéutica: la interpretación se encuen- ten primariamente, originalmente, realmente,
tra ante la obligación de interpretarse a sí mis- como marcas¡
coherentes, pertinentes y siste-
ma hasta el infinito; de volver a encontrarse máticas{
siernpre consigo misma. De aquí se despren- , La viila de la interpretación, por el contra-
den dos consecuencias importantes. La prime- rio, es el creer que no hay más qr.re interpreta-
ra, se refiere a que la interpretación será siem- ciones. Me parece que es necesario compren-
pr€, en lo sucesivo, la interpretación de der algo que muchos de nuestros contemporá-
o¿quién?"; no se interpreta lo que hay en el neos o]vidan, esto, es, qlle la hermenéutica y la
significado, sino que se interpreta en realidad: semiología son dos f'eroces enemigos. Una her-
quién ha propuesto la interpretación. El prin- menéutica que se ciñe a una semiología tiende
cipio de interpretación no es otra cosa más a creer en la existencia absoluta de los signos:
que el intérprete, y éste es quizás el sentido abandona la violencia, lo inacabado, la infini-
que Nietzsche dio a la palabra opsicología>. La tud" de las fnterpretaciones, para hacer reinar
* Nietzsche et Ia philosopltie. Traducción castellaná en el terror del índice y sospechar del lenguaje.
preparación en Anagrama Reconocemos aquí al marxismo posterior a
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Marx. Por el oontr¡ario, una hermenéutica que DISCUSIÓN
se desarrolla sobre sí misma, entra en el áo-'
minio de los lenguajes que no dejan de impli.
carse a sí mismos, en esa región intermedia
entre'la locura y el puro lenguaje. Es en esto
en lo que reconocemos a Nietzsche.
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