Kiky Bananas y Otras Historias - Nodrm

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© Karto

© Ocho Libros Editores


Primera edición de 1000 ejemplares,
impreso en los talleres de Salesianos
Impresores S.A., en septiembre de 2016.
Inscripción RPI 269.034
ISBN 978-956-335-311-2
Impreso en Chile | Printed in Chile

Ficha catalográfica
Kiky Bananas y otras historias
741 Romero Toledo, Claudio Andrés
741.092 Santiago, Ocho Libros Editores
741.5 2016, 1ª edición
168 pp. / Ilus.

Director editorial
Gonzalo Badal
Editor de la colección
Rodrigo Araya Tacussis
Editora
Florencia Velasco
Director de arte y diseño
Carlos Altamirano
Diseño editorial
Michel Contreras
Arzobispo Casanova 36,
Compilación y digitalización de imágenes
Providencia, Santiago, Chile.
Rodrigo Araya Tacussis
Fono (+056) 22 3351767
Postproducción digital de imágenes www.ocholibros.cl
Gustavo Navarrete
Prohibida la reproducción total o parcial de este
Corrección de textos libro por cualquier medio impreso, electrónico y/o
Edison Pérez digital, sin la expresa autorización de los editores.
ÍNDICE

Prólogo ...............................................................................p. 4
Por Eduardo Castillo

Introducción .................................................................p. 8
Por Rodrigo Araya

Kiky Bananas ...............................................................p. 10


Amarillo Flipper......................................................p. 62
y otras historias
El zero sobre java ....................................................p. 116
Prólogo
Por Eduardo Castillo

La obra gráfica de Claudio Romero (Karto) primeras presentaciones de Los Prisioneros,


constituye una amalgama de referentes que mientras la gráfica new wave que avanzaba
adquirieron visibilidad en el trabajo de este sobre el fondo encontraba las simpatías de
artista formado en las huestes del hoy mítico Tapia y la indiferencia de González.
Instituto de Artes Visuales, plantel instalado Así, desde una escena cultural potente
en la Plaza Mulato Gil del barrio Lastarria, por su “medida de lo posible” –ecuación
lugar desde el cual conformó un espacio al- que suele ser favorable al arte en cuanto
ternativo a las escuelas de arte universitarias signo del tiempo–, Karto nos habló me-
al erigir una mirada distinta en el Chile de la diante el alto contraste y la tinta china de
época, que entre otros aspectos estuvo ca- ciudades con derecho a equivocación, un
racterizada por un sentido muy gráfico de la margen de error con el que muchos no
pintura. Corrían tiempos en que la mancha contaron en el país durante aquellos años.
o el gesto pictórico se encontraba en crisis Allí estaba Kiky Bananas con su palmera,
a ojos de los propios artistas, que en cambio deslumbrando por su vivir la vida de forma
miraron hacia distintas tradiciones icónicas desprejuiciada y su cuerada que hizo soñar
presentes en la vida nacional, para desplegar a tantos. De día, íbamos al colegio en don-
su repertorio estético en un momento de re- de evadíamos el aburrimiento de las clases
visión profunda a causa de la situación que malas –la mayoría– con las escenas a co-
vivía el país. lor que el artista instaló en las portadas de
Karto, que en rigor era alumno de aque- los cuadernos Colón, las que invitaban a un
llos pintores que llevaban la derrota de la vacilón, a presenciar el ensayo de alguna
Unidad Popular a cuestas, desarrolló su banda en busca de la fama o sencillamente
lenguaje entre las discusiones de taller o a mirar hacia algún lugar más entretenido
sobremesa en el entorno del Instituto y las que aquél en que estábamos viviendo. Qui-
revistas que desde España le enviaba su zás en horario diurno éramos más bien la
hermana, las que le hablaban con su trazo fotocopia cargada al gris de nuestro propio
gestual sobre un país que empezaba a de- fanzine, semejante a las que sacaban los lo-
jar atrás una dictadura muy larga, como la cales de avenida Ecuador, cerca del Garage
que parecía tener para mucho tiempo más de Matucana, espacios por los que transi-
en Chile. A medio camino entre el caballete tó nuestro dibujante entre tocatas, actos
y las páginas hojeadas sobre la cama o en la universitarios, toques de queda y rondas
micro y que lo acompañaron tantas veces en de schop con apagón incluido, lo que ga-
la mochila, estaba la vida nocturna de San- rantizaba la posibilidad de conversaciones
tiago, donde evocando a las Brigadas Ra- largas y numerosas servilletas dibujadas o
mona Parra pero ya no en el espacio público escritas a lápiz pasta, que arrimaron un bo-
sino que al interior de distintos locales, rea- ceto o… un teléfono: –Dama, yo soy quien
lizó varias obras in situ como telón para las habla… ¿cómo estás?
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Portadas cuadernos Colón
Primera y segunda temporada
1987 - 1988
Compañía MEX

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Portada cuaderno Colón
Segunda temporada

Sketch Pin up
2011

Ilustración bar La Batuta


2008

Mucho antes de las tribus urbanas y de tan- cia a un entorno determinado para trascen-
tos grupos distintos con mucho tiempo libre der la soledad de la época, donde más allá
y acceso desmedido al consumo, la obra de del toque de queda la acción más violenta
Karto fue una ventana a la década siguiente, de la dictadura militar en términos culturales
a las culturas juveniles en el paso a la adultez, fue el “mandar para la casa” a la gente, em-
al derecho al gazapo porque la juventud es la pujando a la ciudadanía a enfocar casi todos
etapa de la vida para desobedecer y equivo- los aspectos de la vida en el mundo privado,
carse, para rebelarse y buscar el propio lu- para resignar de esta forma una significativa
gar en el mundo; para abrirse a la vida de la herencia de vida pública.
calle e ir de un lugar a otro. En sus viñetas Debemos agradecer entonces a Karto,
había locales llenos de gente, minas, carrete, porque a falta de puertas muchas veces tu-
vitrinas, avenidas ruidosas, lo que luego de vimos una ventana diurna o nocturna para
una primera lectura era tarde o temprano un romper la monotonía del encierro y salir a
anhelo de sociedad; sin duda frívolo bajo una aplanar calles imaginarias, al encuentro de
percepción militante, pero solidario en tanto personajes o lugares ficticios por entonces
la vida en comunidad se construye con los pero muy reales en las décadas siguientes.
otros, a través de los otros y en la pertenen- Tal vez más de la cuenta.
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Introducción
Por Rodrigo Araya

El tercer libro de la colección Ojo Blindado incombustibles groupies en lisérgicas disco-


lo hemos dedicado a Claudio Karto Romero, teques y por otro lado el dibujo, su inigua-
autor de una obra contundente y singular, lable trazo influido por el  manga  japonés y
abismante y avasalladora, merecedora con por las historietas estadounidenses Lorenzo
creces de una antología en la que podamos y Pepita  de Chic Young y Archie y sus ami-
acercarnos  a su prolífica creación. gos de Bob Montana. Esta mixtura logra un
A través de una acuciosa curatoría junto cómic deslumbrante, en el que la locura de
al autor, hemos seleccionado lo que creemos los personajes no para hasta llegar al nivel
representa mejor la obra con la cual nos he- de encontrarse con un Yeti  new wave,  rela-
mos enfrentado. No es exagerado, pues Kar- to realmente notable y alucinado, antesala
to  posee realmente una producción exube- para la incombustible  Kiky Bananas, nues-
rante. Para empezar, nunca dejó de dibujar tra invitada de honor. Heroína en blanco y
(como muchos dibujantes de su generación) negro que provocó calor y fantasía en los
y de una u otra forma se las ingenió para ser adolescentes de fines de la dictadura, llega
publicado en cuanta revista haya existido en hasta nosotros con la totalidad de sus aven-
el último tiempo en nuestro país. turas, publicadas originalmente en la revis-
Hemos creído que luego de títulos ta Trauko (1988-1990).
como Si no tienes dónde ir, Historias de amor Por último, presentamos las “otras his-
y existenciales, de Vicho Plaza; 2011, y  Bru- torias”, comenzando con un personaje em-
tal Comix, Compilación de obra gráfica de blemático de la época, Amarillo Flipper, del
Lautaro Parra 1986/1993; 2013, antologías que incluimos un nuevo relato; también
de obras densas y oscuras, muy acordes a incorporamos a los Mokos Lokos  y una se-
la época en la cual se desarrollaron, era el lección de trabajos publicados en las revis-
momento de un número que refrescara la tas Matucana y Trauko, los que concluyen con
colección y este compendio tiene todo para otro personaje del mazo del autor, Maximi-
hacerlo; por ejemplo,   una de las primeras liano, el periodista con la historia del cuarto
obras de  Karto  de carácter autoconclusi- prisionero.
vo: El Zero sobre Java en Go-Go’s Esper ver- Sin duda faltarían otros dos compilados
sus Heavy-Yeti, historia inédita desarrollada para seguir abarcando la obra de Karto, pero
entre los años 1985 y 1987 que en sus cin- por lo pronto contentémonos con esta se-
cuenta páginas da cuenta de las principa- lección, realizada minuciosamente y con
les obsesiones y estéticas de  Karto; por un mucho cariño para entregar lo que conside-
lado el relato, bandas musicales pop y sus ramos imperdible de su trabajo.
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Sketch Kiky Bananas
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Texto: Eugenio Norambuena Dibujos: Karto 2010

Había oído hablar de ellas, pero siempre creyó que tan solo eran las musas de una leyenda urbana, se venía
contando por los callejones del barrio Concha y Toro, desde los tiempos del toque de queda de Pinochet.
Estaba equivocado. Esas ninfas traían carne, hueso y sangre.

Se las presentó la noche, a eso de las cinco, cuando los gallos no saben si cantar o seguir en trance. Bailaban
aferradas a sus dolidos corazones, también se amaban bajo la sombra de la venganzas, en sábanas Ralph
Lauren y arropadas por el pacto sangriento que las unía de por vida.
Los genes mapuche de sus abuelos, delineaban con sutileza el perfil etéreo de su aguerrida raza; pupilas
exóticas, pómulos desgarrados, piernas de trescientos años y piel sombría como el ron cola de esa noche.

Gozaban siendo el centro de la fiesta. Así era más fácil atra-


Ofelia llevaba el pelo rojo hasta la cintura, par la presa, decían. No les costaba mucho, eran distinguidas
Juana, una melena negra con chasquilla a lo y extremadamente sexys. Esa noche usaban Vera Wang y
Pulp Fiction. bailaban solas en la mitad de la pista.

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Se empinaban una botella
de Dom Pérignon, mientras
se besaban sin pudor, pues
sabían que esa provocacion
hacía hervir el decadente ci-
pote de sus víctimas.
Compartía un Loft frente a la
plaza Libertad de Prensa. El
ritual era el mismo de siem-
pre. Viernes tras viernes.

Los amarraban al catre de bronce y ellos creían


que el juego de las dominatrices comenzaba,
pero solo cuando el martirio pasaba el límite
de la ficción, se daban cuenta de que aquella
manzana mordida se pagaba con la muerte.

Aquella noche el ex co-


ronel cayó rendido a sus
Elegían solo a veteranos de la DINA, Preferían a los padres de familia que
pies y, como un adoles-
que gozaban de familias estables, escupían sobre la moral de sus veci-
cente inexperto, perdió
fortunas corruptas y pasados ente- nos, camuflados tras la catequesis de
el dominio de su astucia
rrados en el confín de la memoria. la doble vida.
de viejo zorro.

–Vente con nosotras, tenemos jales– le murmuró


La idea de que esas mode- de la esposa desaparecían Ofelia en el oído, mientras Juana bailaba a su al-
los se fijaran en él, era su- a cientos de kilómetros, rededor la canción “Kiss them For Me”, de Sioux-
ficiente para que su verga mientras los hijos se pre- sie and the Banshees. Y no iba a ir. Tenía la uretra
se hinchara y para que la ocupaban de sus propias incinerada y necesitaba la humedad de esas muje-
tarjeta de crédito arra- familias, como los había ins- res para calmar el glande infernal.
sara con toda la champaña truido; al ritmo de golpe y
del bar. castigo. Gracias a eso, aho-
Era su primer viernes como ra eran personas decentes
viudo de verano. Los gritos y respetadas, proclamaba.

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Así que aceptó, decidido a reestrenar su viejo ímpetu lujurioso; el mismo con el que violó y torturó a tanta
hermana chilena.

Ofelia le amarró las manos, Juana los pies. Y cuando la yugular ya estaba cortada, ambas masturbaron al
asesino de sus padres; con rabia, con violencia, con venganza, abriéndose paso entre coágulos malditos y
aullidos de verraco arrepentido.

En su último aliento venía el llanto de Villa Grimaldi. La mañana siguiente, Ofelia y Juana desayunaron en el
Centro Cultural Palacio La Moneda. Tenían la concienca desahogada y el apetito tranquilo.

No sabían qué elegir en el menú, pero estaban seguras de que esa noche eligirían bailar con el próximo
de la lista negra y, por supuesto, elegirían amarse con lealtad hasta el final de sus vidas.

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Este libro se terminó de imprimir en septiembre de
2016 en los talleres de Salesianos Impresores.
El interior está impreso en papel Bond de
106 gr. Para su composición se utilizaron
las tipografías DTL Prokyon en sus
variables Regular y Medium,
Whitney en su variable Light,
Acropolis en su variable
Italic y Jacque en su
variable Fat.

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