Bomba Bencina - Nodrm
Bomba Bencina - Nodrm
Bomba Bencina - Nodrm
Panamericana
Sentado
frente al computador
rescato del cenicero
los materiales
para nevar la pipa
en busca de las rutas
a Surinam.
Mi padre aparece
me regala
una bolsa de tabaco
tres paquetes de hierba
Desaparecemos un día
de tábanos y sol
el olor a carne asada
inunda las calles.
o sorprender
a compañeros de escuela
guoquitoqui en mano
vestidos de guardias
en el súper.
Algo así
como arrancar de los pacos
todos los días
con tus películas.
“hola mi nombre es
oscar lucero
i les tengo una pregunta
ustedes an vivio
algo como esto
mepaso ene laño
1993 cuando llo
estaba durmiendo
en la abenia isabel
riquelme icomo
ala hora delas
cuatro de lama ñana
enpese aoil una vos
i esta vos menombro
5 veces el nombre
ilas beses esta vos
menombraba
el nombre era como
que sime estubiera
prebiniendo de algo
iala bes tan bien
era como que
mintindome desil
llapoo lebantate
tenis auno inbitao
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cuando llo me
lebante para bel
quien era el que
me nombraba el nombre
llano vi a nadie nide
selca nide lejos”.
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Diciembres
por mientras
corre por los pasillos de una micro
el vómito de una universitaria borracha
que rodea los bototos
de obreros que acaban
de cooperar
con la teletón
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Pedro Curamil
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ola mi nombre no
es oscar lucero evisto
gente muerta del anio 1986
en el 2010 en la calcel
la berdadera marca del demonio
son lo nunare demi papá
demi abuelo demi ermamana
quesmi lengua
comoneo pren
i la cantidad de sicatrise
quememo riso del insendio
loque paresia mi papá ustede
que era lo que gritaban
en la calcel de san migel
o no?
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Sequía
y
escupo
al
cielo
pa
poder
lavarme
la
cara
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Cantagallo
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me dirá
a güeones cochinos
que se callan en un bote
al centro de una laguna
sobre los remos en el agua,
mamá
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Fiesta
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Se Busca
Libreta Pekín Informa
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Diálogo de exiliados
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Cazadores de cabezas
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Oficio de Estado
Mastica atomoxetina
con sus dientes de leche en el bolsillo
cuando envaginado se huele la axila
en alguna caleta del Pacífico.
—Los monitores
detallan los cálculos
de la nueva hazaña
económico-deportiva
del Matadero—
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sí
ya vendí la mano
pa quemar el vidrio
un día entero pa comerme la foca
porque se me cayó la sin grasa
y porque sí
improvisando con la zapatilla
con los comerciales de llogüres con linaza
y la lija raspando ácido adentro
sonándote la virutilla
—se me seca la pelota así—
—me como el hacha el cortapluma así—
usted sabe que no vamos a terminar
viendo el mundo por la ventana de la micro
que no necesitamos su risa en el cartel
sí
usted sabe
por qué le compramos el pantalón
—se me achica el callampeo así—
—me trago durmiendo el pique a la pega así—
porque hace rato mijo
hace mucho mi esposa
tragando plasma
con miedo de colgarse a la luz
así
usted sabe por qué le pago el agua
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soy un arriendo
un dividendo entre el frío
y las liebres que un día me atreví a matar
usted sabe
que en cualquier momento me voy a la chucha
y le reviento la casa
pa que trabaje con esquirlas
y se haga cagar las manos
en esconder con sangre su cara
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y me alumbro la cara
me parto la mano
me encorvo
no pa que un rati
un guardia recién despedido
diga tirando a la chuña:
yo no comí perro
no comí gato
no le vendo la piedra a nadie
si tu hija pregunta por un ahorcado
dile que todavía me ando apretando la cabeza
en las puertas del metro
que sigo almorzando pan de pascua
que la vieja de los membrillos
anda sapeándose sola
rezándole al Calendario Camiruaga
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hacia el norte,
abandonando
la larga y angosta faja—
(podrías oír,
podrías entender
y no peinarte al costado de un faro
con olor a naranjas en las manos)
sí,
se detiene una noche
en mi población
el camión con pollos y leche
se alumbran cadenazos:
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Duermen.
Llueve—
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ahora duerme,
pequeña,
duerme”—
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Volatizo.
Vuelve—
Es la carne en el hierro.
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Es la canción al sentido.
La bandera que cubre la moneda
habita paciente
como gusano a la tumba.
Como la muerte a la raíz.
Como frutos a tu boca.
Hay ortigas en la lengua,
en los ojos,
hay ortigas en los pies:
“Me dijeron
esta es mi justicia
mi puño con polvo sobre tu cara.
Serás moscas
deudas
en duda si volver a gemir”
—Me callo.
Yo, la del Banco
la vieja de los membrillos
sólo vi la sangre
sobre la pantalla
sólo vi la sangre
sobre la—
—sólo vi—
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Los 80’s
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Pachamama
te hicieron reír
en el hormiguero
para el dominio?
Duermen.
Pd: ¿Patagonia
sin qué?
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Tarro Mora
Me cuesta tanto
recolectar las moras
quedarme tranquilo
con un vagón oxidado
regresar a la barraca
y acarrear el aserrín
despertar en el suelo
escuchando las hormigas
—“alguien se robó
el maíz que tenías secando
en el techo de lata”—
yo la invité no más
a vender los tarros de moras
quizá en la bomba bencina
de la carretera
—“No,
quiero quedarme acá
pidiendo un cigarro
que alguien me suba, ojalá
hasta Calama”—
ahora,
nublado
47
escribió:
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Tormenta eléctrica
Llueve.
Los hombres de la barraca
lanzan alaridos
al escuchar los truenos.
Estamos vivos.
Me digo.
Huele a Bolivia.
Una mujer está en Concepción.
Un ciclista.
Escribe.
Lluevo.
Una mujer abandona Concepción.
Dice.
Se dice.
Miro
remolinos en los ríos
a la sombra de árboles
donde viven
los que han muerto
en el camino.
Relámpagos.
Quiero llover.
Algún día.
Algún día nos volveremos a ver.
Nos diremos sólo agua.
Verla brillar.
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Subvertirla en la sombra.
Volatizamos.
Llueve.
Me dijo.
O me dirá.
Sólo agua y una carretera.
Una torre de alta tensión
en el desierto.
Sólo llueve.
Una pecera,
dijo.
Somos las escamas.
Una torre de alta tensión
en Calama
en Popayán
en Concepción
una torre.
Si me pudiera partir un rayo
esta sonrisa
si me sacudiera el polvo
en los contactos.
En los muros.
Las lauchas en la cama.
Un hoyo.
Llueve.
Cuántas veces oírlo.
Una tarde de duraznos.
De sábados azules.
50
Sal.
Nuestros parientes no han muerto
encadenados
en este caso
a la lluvia.
Relámpagos y truenos.
No son los caminos.
En suspensión.
Los que separan.
Te quiero.
Hueles a mudanza.
Escuché.
Al fondo de la lluvia
somos un incendio.
De cárcel.
Al fondo.
Al fondo de la lluvia.
Un incendio.
La imagen del moho
en la calavera de un hombre
sin enterrar.
Confundo al padre con el abuelo.
Pero llueve.
El agua un combustible.
Ella no está en Concepción.
Ella no está en Chillán.
Un incendio.
Al fondo.
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52
En la barraca un gato
yace
sobre el techo
hace días.
El hedor sobre las nucas.
El pariente que sólo ves en funerales.
Me despides de los tuyos.
El tiempo
como hijo del incesto
mirándose el ombligo
es poco.
Vuelvo.
No sé.
La última partida de ajedrez.
Mi reina.
La más amada.
Mi lluvia.
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Lo atropellaron en Malloa
cuando regaba las cebollas
a las cuatro de la mañana
por un par de pendejos
que venían de la disco
echando carrera.
54
El camión cisterna
riega con desinfectante la calle.
Los niños quieren mojarse las zapatillas.
El índice de desempleo
platina la mañana.
Me repliego
como pobladores en la lluvia.
Allá abajo,
en la carretera
las máquinas corren con furia
hacia el sur.
Piensa en tu hermano, dijo.
Siempre amanece, me digo.
Leo
un hombre solo
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Respira.
Profundo.
Papá.
56
Arrebol.
Las estrellas
al unísono
las hormigas.
La estela de camiones
con ácido sulfúrico
es batida por el viento.
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Terrapuerto
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Bomba bencina
bendice
Señor Maravilloso
la iluminación
de una iglesia en llamas
la herencia de un cura
que juega con su sexo
a la gallina ciega
sobre un pendejo
que llora
con una tortuga muerta
en la mano
—amanece en Micronesia—
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—amanece en La Pintana—
—amanece en Tucumán—
—amanece en Malloa—
—amanece en Potosí—
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lo
que
son
los
carruseles.
es culpa de todos
en la pantalla
bailando
mientras coagulamos
con la mano negra
en la calle
al perseguir una vida de balazos
una escritura del ahora:
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de un olor a Mudanza:
—amanece en Tarija—
tres cigarros
un poco de cacao
grafitis mohosos
luces verdes
ascensores detenidos
—amanece en Catamarca—
candidatos vomitando
frente a un espejo
—amanece en Popayán—
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—amanece en Tulahuén—
llueve y escribo.
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64
Kapi
t a l
Ediciones
se sustenta
en la creencia
un ejercicio democratizador,
que debe apuntar a enriquecer
y a la sociedad en su conjunto.
los textos se utilizó una tipografía Bookman Old Style a cuerpo 10.