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ARQUEOLOGÍA DE LA ESPAÑA PRERROMANA

Y ROMANA
TEMA 1: TARTESSOS, APROXIMACIÓN
ARQUEOLÓGICA A UN PROBLEMA HISTÓRICO

TEMA 1.1.: TARTESSOS COMO PROBLEMA


HISTÓRICO-ARQUEOLÓGICO
Acerca de Tartessos sigue habiendo muchas dudas, pero cada vez se sabe más.
Aún así es uno de los grandes problemas de la arqueología española. Ya en el mundo
antiguo Tartessos evocaba a un entorno legendario y mítico, esa concepción ha llegado
hasta nosotros. El concepto de Tartessos es muy complejo y no hay consenso en cuanto
a su definición.

Desde antes de la consolidación de la Arqueología como ciencia social,


Tartessos ha formado parte de la historia, pero también del mito. Podemos decir, sin
miedo a equivocarnos que Tartessos ha centrado la mayor parte del debate histórico el
final de la prehistoria de la Península Ibérica, además de haber inspirado una amplia
literatura que prácticamente abarca todos los géneros, desde el ensayo hasta la novela
histórica. Se ha generado una visión optimista sobre esta civilización, debido a que las
fuentes escritas la describen como un mundo opulento y exótico (visión que contrasta
mucho con la realidad arqueológica).

La variedad de opiniones sobre el concepto Tartessos es manifiesta: muchos


piensan que no existe una entidad cultural bajo este nombre, otros critican que se utilice
el término para configurar una comunidad étnica, hay quienes afirman que ya para
entonces Tartessos estaba conformada como entidad política y cultural.

I. MARCO GEOGRÁFICO
Si atendemos a la legendaria civilización de Tartessos, nos situamos entre las
denominadas Columnas de Heracles y la desembocadura del Guadalquivir, según
fuentes clásicas grecorromanas. Hoy día corresponde a parte de Huelva, Sevilla y Cádiz,
lo que sería la Andalucía occidental; con extensión a otros espacios lejanos y no tan
lejanos. También gracias a hallazgos materiales que se vinculan a esta cultura, podemos
situarla más o menos en esta zona. Esta situación geográfica, es también apoyada por
supuestos filológicos, sobre todo de la filología prerromana.

Esta zona se caracteriza por ser cercana al mar, siendo gran parte litoral. Además
(gracias a la paleogeografía y la paleotopografía) sabemos que en la antigüedad, la zona
de Sevilla también era costera; puesto que existía el denominado Golfo Tartésico (Lacus
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Ligustinus en período romano), situado aproximadamente en la zona de lo que hoy día
constituyen las Marismas del Guadalquivir. Hacia este golfo y junto a él se sitúan ríos
que permitían una fácil comunicación con el interior. Sin lugar a dudas, esta situación
geográfica influirá en la cultura tartésica.

Otro aspecto a destacar sobre esta zona, es la riqueza mineral, según las fuentes
literarias y arqueológicas también. En este sentido, hay que decir que en este ámbito (al
que se añade ciertas zonas meridionales de Portugal), hay zonas mineras (de cobre y
plata). Por ejemplo tenemos las minas de río Tinto. Todos estos lugares se encuentran
en el entorno de Tartessos. También destaca la pesca y la agricultura y la ganadería.

A partir de lo dicho, podemos establecer dos zonas: el área nuclear tartésica


(Tartéside), ubicada en el Bajo Guadalquivir (Huelva, parte de Cádiz y parte de Sevilla)
y las zonas con influencia tartésica, que constituye la periferia tartésica, con lugares
como el sur de Portugal, sur de Extremadura, alto y medio Guadalquivir e incluso
Alicante y sur de Castilla-La Mancha; y quizás ciertos puntos de Andalucía oriental,
donde según las investigaciones arqueológicas hubo contactos con Tartessos. Hasta
aquí, podemos encontrar cierto consenso.

II. MARCO CRONOLÓGICO


En cuanto a la cronología, si hay más dudas y discrepancias. Dos etapas fundamentales:

1. Bronce Final Tartéstico, precolonial, prefenicio o pretartésico. Desde finales del


II milenio a.C. (ss. XII-XI a.C.) hasta el 800-750 a.C. Primera etapa de
formación que entronca con la última fase de la Prehistoria.
2. Período Orientalizante. Desde el 800-750 hasta 550-535 a.C. Etapa de desarrollo
y contacto con los fenicios.

El punto de inflexión para dividir estas dos fases, sería la llegada de los pueblos
del Mediterráneo oriental, fenicios y griegos. Contacto que va a provocar el paso de la
etapa de formación a la de desarrollo. Esta idea es la más aceptada, pero otros
investigadores como Ruiz Mata, afirman que sólo se puede hablar de Tartessos como
tal, a partir del periodo Orientalizante.

En cualquier caso, hay problemas con la cronología. El Bronce Final se conoce


mal desde el punto de vista arqueológico, lo que hace casi imposible determinar su
comienzo y su final. Así, al existir este problema nos encontramos con muchas
propuestas cronológicas para marcar el tránsito de una etapa a otra: unos dicen que es en
el siglo XI, otros en el IX, por la llegada de los fenicios, y otros en torno al 1000 a.C.
No se puede dar una fecha concreta. Además tenemos que tener presente que el Bronce
Final viene marcado por la llegada de los fenicios, en torno a la que también existe una

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gran controversia cronológica; y que estos sucesos no constituyen cambios del día a la
mañana, sino que son fruto de proceso lento.

No obstante, en líneas generales, se puede detectar un cambio en el registro


arqueológico en las poblaciones del suroeste peninsular hacia el 825-750 a.C. (segunda
mitad del IX a.C. y principios del VIII a.C.). En todo caso no son fechas completamente
cerradas, pues el análisis de nuevos hallazgos está cambiando las cronologías. El uso del
C14 proporciona informaciones de fechas más antiguas, pero no tanto como muestran
las fuentes literarias.

III. FUENTES SOBRE TARTESSOS


Podemos dividir las fuentes sobre Tartessos en tres:

Fuentes literarias

Existen referencias en el Antiguo Testamento (Biblia, ss. X-IV a.C.). En el


Antiguo Testamento, aparece un término que abrió el debate: Tarshish. Muchos
eruditos lo relacionaron con Tartessos. Ya desde el siglo XVI, humanistas como Juan de
Pineda o Rodríguez Caro comenzaron a relacionar Tarshish con Tartessos. Este debate
se reactivo en los siglos XVIII y XIX, entroncando con la importancia de la Monarquía
española, legitimada por una antiquísima Monarquía Tartésica. Este debate seguirá vivo
en los años 60’s y 70’s del siglo XX.

Cuando aparece el término Tarshish en la Biblia lo hace para designar distintas


cosas, según la época en la que aparezca. En unos casos designa a una persona, en otros
un barco, una piedra preciosa, el color del mar, etc., pero también hace referencia al
nombre de un lugar. Este caso es el que da pie al debate en el que participan españoles y
extranjeros. No obstante algunas referencias, sí podrían aludir a una realidad cultural.

El topónimo se ha relacionado con el Mar Rojo, el Mediterráneo central,


oriental, etc. Aunque hay investigadores que han hablado de que el topónimo podría
hacer referencia al Mediterráneo occidental. Si bien los expertos coinciden en que
Tarshish debió referirse originalmente a un lugar concreto o zona geográfica lejana a las
costas fenicias, las referencias bíblicas son lo suficientemente vagas como para haber
permitido muy diferentes interpretaciones en cuanto a la identificación de dicho lugar.

A pesar de los intentos de Schulten por razonar la equivalencia del término


bíblico con el Tartessos de los griegos, la arqueología ha puesto en duda esta
concepción, al no haber en la Península hallazgos que ratifiquen las alusiones.

El reconocido especialista sueco en textos del Antiguo Testamento, Täckholm


expuso que si bien algunos productos a los que la Biblia refiere como procedentes de
Tarsis, pudieron venir desde la Península Ibérica (como el oro, la plata, e incluso los
monos), otros no pueden haber llegado de la Península. Además, la referencia de que
los astilleros de Salomón (donde se construían las naves de Tarsis) estaban en el Mar
Rojo, hacen imposible la posibilidad de que Tarsis pudiese haber sido Tartessos.
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Este término, se ha emparentado con las relaciones comerciales del rey Salomón
e Hiram de Tiro en el siglo X a.C. El rey Salomón podía tener acceso a los productos de
Tiro, por ello se hace referencia en la Biblia a una nave de Tarsis y a una región
denominada Tarshish. No hay una equivalencia absoluta, pero algunas de esas
referencias puede que se refiera a la zona más occidental. Esto parece implicar una
fuerte actividad comercial con el Sur o Sudeste de la Península en tan temprana fecha,
lo cual como hemos dicho antes, hasta el momento no había sido corroborado por la
evidencia arqueológica.

Escritores grecolatinos. En lo referente a las alusiones a Tartessos a través de


autores grecolatinos, encontramos la referencia a este concepto bastante pronto, en el
siglo VII a.C., en relación al viaje de Coleo de Samos descrito por Heródoto (aunque
esto está escrito en el siglo V a.C., que es la época del autor); un siglo después nos lo
encontramos en una obra de Estesícoro. Llama la atención que ni Homero, ni Hesíodo lo
mencionen, lo que nos da que pensar que Tartessos era, en el siglo VIII a.C.,
completamente desconocido.

De estas fuentes podemos distinguir varios tipos de textos: narraciones míticas


de héroes y textos ‘‘históricos’’. Sobre las narraciones míticas de héroes que aluden a
Tartessos hay que decir que pueden ser ciertas o no por tratar tópicos, mitos, etc. La
mayoría de las referencias griegas a Tartessos están inmersas en relatos mitológicos
originados no en el extremo occidental, sino en anteriores historias griegas de tema
épico que en algún momento se sitúan en occidente al entrar esta parte del mundo en el
horizonte geográfico de los griegos. Tartessos representaba la región misteriosa y rica
más allá de las columnas de Heracles.

Estesícoro en su obra Gerioneida del 600 a.C., es el primero que lo nombra,


aunque menciona algunos de los tópicos de Tartessos relacionándolo con un río o con
riqueza en plata.

Pero el más importante, de naturaleza histórica, es Heródoto en sus Historias del


siglo V a.C., donde pone en relación a los griegos con Tartessos. Nos habla del rico
emporio al que llegó por accidente Coleo de Samos y de donde retornó con una gran
fortuna fruto de sus negociaciones en aquellas tierras, y del rey tartésico Argantonio,
legendario por su longevidad y su amistad con una expedición de foceos. Este deja claro
que fueron los foceos los primeros que llegaron a Tartessos en el primer texto (el de los
foceos) y en el segundo habla de que los samios fueron los pioneros (en el de Coleo),
por lo que entra en contradicción.

También destaca algunos autores tardíos vinculados al mundo romano como


Estrabón en su obra Geografía del siglo I d.C., Justino del siglo III d.C. y Rufo Festo
Avieno en su obra Ora Marítima del silos IV d.C., etc. Avieno basa su obra en textos
muy antiguos, donde se nombra a Tartessos.

En estas fuentes Tartessos es definido como un reino una ciudad o un río.


También estas fuentes grecolatinas aluden a la existencia de una serie de personajes o
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reyes míticos como Gerión y Hércules, Norax; Gárgonis y Habis que los nombra
Justino; y Argantonio y los focenses que los nombra Heródoto. Estos personajes pueden
esconder un trasfondo real.

A partir de la tradición literaria se ha creado un mito: reino desarrollado, un rey


que vive muchos años. Los investigadores tienen que tener cuidado a la hora de
interpretarlo, ya que supone un problema la validez o no histórica de los textos antiguos
referidos a Tartessos.

Un problema planteado en los últimos tiempos, es el conocer de dónde procede


el término de Tartessos. Para unos tiene una raíz griega, para otros es de origen semita y
a partir de ahí fue adoptado por los griegos, otros consideran que tiene un origen
indígena o autóctono, que es adoptado por fenicios y griegos.

IV. FUENTES EPIGRÁFICAS Y LINGÜÍSTICAS


En las fuentes epigráficas, destacan las inscripciones en la Estela de Nora
(Cerdeña, ¿siglo IX a.C.?), en la cual se da la posibilidad de la existencia de un
comercio entre el pueblo sardo y el suroeste peninsular, algo que se ve reforzado por el
hallazgo en Huelva de cerámicas sardas del s. IX a.C. Pero hasta la fecha, no se ha
documentado ningún edificio que nos muestre la presencia sarda en la Península, por lo
que es más lógico pensar que los objetos sardos fueron introducidos por el comercio
fenicio. La estela está escrita en fenicio, un navegante chipriota agradece al dios Pumar
haber llegado a su hogar BTRŠŠ sano y salvo. El acrónimo BTRŠŠ ha sido relacionado
por muchos especialistas con Tarshish (Tartessos). Pero también se interpreta por
templo del cabo y mina o fundición, haciendo una más que posible referencia a la propia
Cerdeña que era explotada por su riqueza mineral por los fenicios. No obstante, en los
últimos años se la relaciona con el relato de Pausanias del rey Nórax y la posible
relación entre el suroeste peninsular y Cerdeña.

En el texto de Assarhaddon de Asiria (h. 680-670 a.C.), texto asirio donde se


nombra el término Tarsisi, como un lugar en el extremo occidental del Mediterráneo,
pero no hay constancia de que los asirios se expandieran por el Mediterráneo, a no ser
que estos considerasen una extensión de su imperio el poderío comercial fenicio.

Otra fuente se trata de un ostrakon, un fragmento de cerámica en escritura


paleohebraíca del siglo VII a.C., donde se nombra la plata de Tarshish destinada al
templo de Salomón.

También disponemos de inscripciones en una supuesta ‘‘lengua tartésica’’ sobre


piedra y cerámica en la Península Ibérica datadas entre los siglos VII y VI a.C. Constan
aproximadamente una setentena de estas inscripciones que se han encontrado
principalmente en el sur de Portugal (Algarve y Baixo Alentejo), mientras que algunas
se han encontrado también en el Guadiana Medio (en Extremadura) y unas pocas en el
Bajo Guadalquivir. Dado que en la zona propiamente tartesia su documentación es

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exigua, se ha discutido si esta escritura se corresponde efectivamente con la lengua
tartesia o si se trata de una lengua periférica a lo tartesio.

Desde el punto de vista lingüístico destacan una serie de prefijos y sufijos como
Ip/Ippo – oba/uba, etc., dentro de los nombres de lugares en época romana (Corduba,
Onuba,…) y que podrían relacionarse con gentes que hablan una misma lengua.

V. FUENTES ARQUEOLÓGICAS
En este sentido hay que empezar diciendo que la realidad que muestra la
Arqueología es muy distinta a la realidad presentada por la literatura. Pues la
Arqueología ha aportado informaciones reales sobre la cuestión tratada. Por tanto,
muchos aspectos de las fuentes literarias habría que rechazarlos. No podemos hablar
según el registro arqueológico de ciudades esplendorosas o de un urbanismo
evolucionado.

Los restos constructivos que han sido hallados son muy escasos y la mayoría de
las veces son estructuras de hábitat, construcciones muy sencillas (talleres, espacios,
sacros…).

Por otro lado debemos tener en cuenta las llamadas “Estelas decoradas”, también
denominadas de guerreros, tartésicas, del Suroeste, etc. Las estelas decoradas del
Suroeste Peninsular son piedras de tamaño grande, oscilan entre los treinta o cuarenta
centímetros de lado menor y hasta un metro o casi dos, en algún caso, y que tienen
grabadas representaciones de armas y objetos de uso personal y prestigio, acompañadas
en ocasiones de figuras humanas. Su utilidad o funcionalidad siempre se ha relacionado
con rituales funerarios, para cubrir cistas de inhumación, en algunos casos, y, en otros,
para marcar, clavándolas en el suelo, lugares de enterramiento; probablemente mediante
incineraciones, aunque también se ha debatido sobre su función de marcadoras de
caminos, rutas, espacios controlados por ciertas élites guerreras (escudos, lanzas,
espadas, cascos, arcos, carros, ...) y poderosas (diademas, pectorales, cinturones,
espejos, peines, fíbulas, instrumentos musicales...).

La cronología también ha sido y es discutida pero siempre enmarcada en el


primer milenio antes de nuestra era (a. n. e.) en el horizonte cultural del Bronce Final y I
Edad del Hierro también denominado Periodo Orientalizante.

En cuanto a la existencia de estructuras funerarias para Tartessos se nos plantea


el problema (de datación) de la aparente inexistencia de estas (salvo en contadas
ocasiones). Este panorama cambia radicalmente a partir del s.VII-VI a. C durante el
llamado “Periodo Orientalizante” en el que si hay resto de enterramientos.

La cultura material recuperada de Tartessos nos muestra un predominio de los


objetos cerámicos (a mano en un primer momento), y de los objetos metálicos (armas,
orfebrería…) y objetos de marfil para el periodo orientalizante.

VI. HISTORIOGRAFÍA DE TARTESSOS


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Las primeras investigaciones se van a realizar finales del siglo XIX y comienzos
del XX; y las llevarán a cabo investigadores extranjeros (coincidiendo con las grandes
misiones europeas en Grecia y Oriente Próximo).

El pionero será George E. Bonsor, un pintor aficionado a la Arqueología que se


afincó en los Alcores (Carmona, Sevilla). Este, promovió excavaciones en torno a
Carmona que sirvieron para aludir al mundo de la colonización fenicia a finales del XIX
y principios del XX. Avanzó propuestas que se han retomado hace poco, como la de que
los fenicios pudieron asentarse también en el interior.

De él debemos destacar la riqueza documental que nos dejó, ya que Bonsor va a


preocuparse por registrar todo lo que encuentra con todo lujo de detalle (destacan sus
dibujos arqueológicos y sus fotografías). Además, Bonsor tuvo mucho empeño en la
conservación y la restauración de los objetos que encontraba, algo que en esta época era
bastante inusual.

Bonsor pensaba que el valle del Guadalquivir en época protohistórica, se había


configurado por oleadas de colonos implantados por los tirios, los cuales introducen el
rito de la incineración en las costumbres funerarias. Tras una época que se caracteriza
por la inhumación bajo túmulos (asociada a los turdetanos), se volvería a la incineración
introducida por los fenicios. Para Bonsor, Tartessos fue la primera ciudad fenicia
fundada por los tirios.

También podemos nombrar a Adolf Schulten como gran estudioso de Tartessos


en los años 20’s del siglo XX. Era un gran conocedor de las fuentes clásicas, viene a
España a estudiar el poblado de Numancia, pero leyendo a Rufo Avieno se acaba
interesando por Tartessos. Para entender la postura de Schulten, debemos ver el
contexto en el que se desarrolla el grueso de su obra, el periodo de entreguerras, donde
destaca la postura difusionista a la hora de tratar el tema de la protohistoria. Es esta
época la de las grandes campañas en Grecia y en Oriente Próximo, por lo que Schulten
se decanta por las posturas difusionistas, pero con ciertos matices.

Así, tomando como modelo a Schliemann en Troya. Schulten va a intentar


encontrar Tartessos (ciudad), buscando el mítico reino en el Cerro del Trigo junto con
Bonsor, siguiendo el estudio de la Ora Maritima de Avieno, en la que se establece que
la distancia entre la desembocadura del Guadiana y Tartessos es de un día de
navegación. Pero las investigaciones de campo fueron un fracaso y lo que encontró poco
tenía que ver con Tartessos.

El problema de Schulten es que él no era arqueólogo, sino filólogo, por lo cual


desechó los datos arqueológicos que, aunque escasos, ya se manejaban en ese momento.

Tras este fracaso, las investigaciones sobre Tartessos se paralizan bastante. El


fracaso de las primeras campañas de investigación puede explicarse por una razón
paleotopográfica, pues si consideramos que había una gran bahía, en el lugar donde
investigó Shulten no habría más que agua en época tartéssica.

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En cualquier caso, el interés va a retomarse tras el hallazgo en 1958 del famoso
“Tesoro de El Carambolo” en el Cerro del Carambolo. Este hallazgo casual promovió
(hecho por Juan de Mata Carriazo en 1958) un nuevo interés por Tartessos,
produciéndose prospecciones y sondeos estratigráficos en la zona. Este hallazgo sirvió
para relanzar la investigación fundamentalmente arqueológica dejando a un lado los
textos.

Así entre los años 60 y 80, época conocida como positivista, se llevaron a cabo
excavaciones (sondeos en su mayor parte) en Huelva y las provincias de Cádiz, Sevilla
y Córdoba, en supuestos poblados y necrópolis. Hay que obtener mucha información
para hablar de Tartessos. Se hacen publicaciones que exponen la preocupación histórica
sobre los problemas que tenían los Tartessos. Los primeros estudios de síntesis fueron
realizados por Juan de Mata Carriazo, J. Maluquer, J. Mª Blázquez, J. Alvar, C.
González-Wagner, D. Ruiz Mata, M. Bendala, J. P. Garrido, J. Fernández Jurado, etc.

En los años 90, los trabajos se centran en nuevas reflexiones y síntesis de lo


analizado y excavado hasta el momento; y ciertas intervenciones arqueológicas ‘‘de
urgencia’’ en la provincia de Sevilla sobre todo. Destacan en este momento
investigadores como Mª Belén, J. L. Escacena, M. Almagro-Gorbea, M. Torres, F.
Gómez Toscano y S. Celestino.

En el siglo XXI, hay una revitalización del tema, teniendo lugar numerosos
congresos y reuniones científicas. Surgen nuevos problemas, perspectivas,
interpretaciones y líneas de investigación. Destacan los últimos descubrimientos en El
Carambolo, tras las excavaciones realizadas en la primera década del siglo, que han
suscitado nuevas interpretaciones en investigadores como Escacena, Gómez Toscano,
Celestino, etc.

El interés por Tartessos ha plasmado en congresos y monografías, sucediéndose


muchas monografías y visiones (enfocadas muchas en la consideración de poblaciones
fenicias como Tartessos). Destacan algunas obras como:

- ALBUQUERQUE, P. (2010): Tartessos: entre mitos e representaçoes, Lisboa.


- ÁLVAREZ MARTÍ-AGUILAR, M. (Ed.) (2011): Fenicios en Tartessos:
Nuevas Perspectivas (Málaga, 2008), BAR International Series 2245, Oxford.
- ARANEGUI, C. (Ed.) (2000): Argantonio, rey de Tartessos, Catálogo de la
Exposición, Sevilla.
- BANDERA ROMERO, Mª L. de la y FERRER ALBELDA, E. (coords.) (2010):
El Carambolo: 50 años de un tesoro, Sevilla.
- CELESTINO, S.; RAFEL, N.; ARMADA, X. L. (eds.) (2008): Contacto
cultural entre el Mediterráneo y el Atlántico (siglos XII-VIII ane): la
precolonización a debate, Madrid.
- FERNÁNDEZ FLORES, A. y RODRÍGUEZ AZOGE, A. (2007): Tartessos
desvelado: la colonización fenicia del suroeste peninsular y el origen y ocaso de
Tartessos, Córdoba.

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- GONZÁLEZ de CANALES CERISOLA, F. (2004): Del occidente mítico griego
a Tarsis-Tarteso: fuentes escritas y documentación arqueológica, Madrid.
- TEJERA, A.; FERNÁNDEZ, J. (2012): Los dioses de los tartesios, Barcelona.
- TORRES ORTIZ, M. (2002): Tartessos, Madrid.
- Tartessos y sus problemas: V Symposium internacional de Prehistoria
Peninsular, Jerez de la Frontera (1968), Barcelona.
- Tartessos 25 años después, 1968-1993 (1995), Jerez de la Frontera.

VII. PRINCIPALES TEMAS DE INVESTIGACIÓN SOBRE


TARTESSOS EN LA ACTUALIDAD
Actualmente, los temas de investigación abordados principalmente son:

- El origen de la cultura tartésica: atlántico, mediterráneo, centroeuropeo. Es muy


importante y conlleva un gran debate. Hay investigadores que vinculan este
origen con la fachada atlántica europea. Otros con el mediterráneo a pesar de
tener influencias atlánticas. Otros vinculan su origen con migraciones
centroeuropeas.

- Cronología: La presencia orientalizante se data por el c14 entre finales del siglo
X e inicios del IX, por tanto habría que llevar más atrás la etapa orientalizante.

- La supuesta ‘‘precolonización’’, ¿ya había contactos antes de la colonización


fenicia con otros pueblos orientales? Fase de tanteos, gente venidas de oriente,
antes de fundar pequeños enclaves están intentando abrir rutas, mercados…

- La paleotopografía tartésica, es decir, la reconstrucción del paisaje natural en


época tartésica sigue siendo una parte del estudio muy debatida. Destacar el
estudio de Gabala en la zona de las marismas. La geomorfología de esa zona
pone en evidencia las diferentes épocas, un situación muy cambiantes, con
episodios catastróficos, esto es una cuestión aportada por los estudios mas
recientes

- Contraste entre literatura y testimonios materiales. Las fuentes literarias nos


pueden confirmar alguna idea que se comprueba con los hallazgos arqueológicos
(asentamiento, territorio, necrópolis, cerámica, metales, etc.).

- Las estructuras de poder y de organización social a raíz del descubrimiento de


ciertos yacimientos. Contraste con la sociedad fenicia.

- Del final de Tarteso al inicio mundo turdetano, se ha sostenido que alguna serie
de trasformaciones en el mediterráneo oriental y occidental tuvo cambios que
fue reflejada en Tartesos. La toma de tiro o la caída de Focea por parte de los
persas o la batalla de Alalia… este tipo de inestabilidad habría afectado a las
relaciones de esas gentes con tartesos. Los turdetanos vana aser los mimso que
los tartesicos pero un siglo después, con cambios económicos diferentes, serian

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realmente las mismas gentes que habían estado en el suroeste peninsular que
habían estando en los siglos del 1 milenio D.C.

- ¿Qué fue Tartessos? Una línea muy reciente es la que habla que pudo ser un
espacio geográfico vinculado a un grupo étnico (‘‘civilización autóctona’’). ¿Era
un territorio en el que vivían distintas gentes o era una civilización diferenciada?
Algunos investigadores hablan de poblaciones fenicias identificadas como
Tartessos.

La infructuosa búsqueda de la capital del reino y las propuestas de identificación


con lugares como Cádiz, Jerez, Huelva, Sevilla, etc., parece ser un tema científicamente
superado.

Otro tema interesante sobre Tartessos que es fruto del debate científico es el del
“final de Tartessos”. Tradicionalmente se había atribuido a los cartagineses, aunque hoy
día parece que el fin de Tartessos está en cuestiones estructurales desde el punto de vista
económico. Es muy probable que Tartessos basase su economía en el comercio y llegó
un momento en que no pudieron explotar ciertos yacimientos de plata. También es
posible que la plata hubiera dejado de ser rentable, dando un giro a la economía.

TEMA 1.2.: EL BRONCE FINAL DEL SUROESTE


PENINSULAR
¿Los orígenes de la cultura tartésica?

Este es un momento de cambio, muy difícil de definir con una fuerte


controversia entre los diferentes especialistas. La mayoría sostienen que sí, que aquí
tiene lugar el origen de la cultura tartésica. Otros en cambio dicen que no tienen nada
que ver con el Tartessos del siglo VIII a.C. Lo que no cabe duda, es que estamos ante
una etapa formativa, en los momentos finales de la Prehistoria del suroeste peninsular.
A partir de aquí llegan los fenicios y comienza la Protohistoria peninsular. Aunque hay
que tener en cuenta el desfase con otras zonas, variándose según el territorio el
comienzo de la Edad del Hierro.

I. EL BRONCE FINAL PRECOLONIAL (Tartésico o Prefenicio)


En los últimos años hay una fuerte polémica sobre cronología. La cronología de
este periodo, así como sobre su duración, dando cada investigador una fecha diferente.
Para algunos especialistas, nos encontramos en una etapa larga que duraría desde el
1250 a.C. hasta mediados del siglo VIII a.C. (825-750). Habría una continuidad con la
Edad del Bronce y este periodo estaría dividido según la cerámica, en un momento de
formación, un Bronce Final clásico y un Bronce Final residual. F. Gómez Toscano, de la

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Universidad de Huelva, es el principal autor que defiende esto. Otros colegas de la
Universidad de Sevilla como J. L. Escacena defienden que se trata de un periodo de
escasa duración desde el siglo XI al IX a.C., en un momento previo a la llegada de los
fenicios y lo que vendría a partir de este momento poco tendría que ver con lo anterior.

Hay que resolver otra cuestión, ¿estamos en un momento de continuidad o de


ruptura con lo anterior? Existen diferentes teorías sobre esto. El autoctonismo
(Universidad de Huelva) habla de continuidad y que nos encontraríamos con gentes del
Bronce Final que entrarían en contacto con fenicios. El difusionismo (Universidad de
Sevilla), por el contrario, habla de ruptura con lo anterior. Cuando los fenicios llegaran
al sur peninsular, se encontrarían con cierta despoblación, con un territorio vacío.

Por tanto ¿Tartessos sería una cultura autóctona con gentes que evolucionan o
una cultura fruto de la difusión, con gentes foráneas que pueblan el territorio y marcan
el cambio? Y si fuera una cultura autóctona ¿esas gentes serían agentes pasivos o
activos, adoptarían los avances con la llegada de gentes foráneas, o evolucionarían por
sí solos?

Esto es una discrepancia que va muy en la línea del propio desarrollo de la


Arqueología en la segunda mitad del siglo XX. Los difusionistas hablan de que no todas
las culturas o civilizaciones se han desarrollado por igual. Esto lleva a que cuando han
surgido avances en determinados lugares hay que investigar si han sido por igual en
todos los países o bien han surgido gracias a la difusión por parte de una cultura
preponderante. En otras palabras, los difusionistas defienden que unos grupos
superiores difunden sus avances mediante migraciones o mediante intercambios
culturales. Esto implicaría, en el caso de Tartessos, que durante el Bronce Final hubo
una serie de poblaciones que se establecieron o mantuvieron contactos con la Península
Ibérica; lo que a su vez implica que o bien los autóctonos se marcharon o bien quedan
absorbidos por la cultura preponderante.

Por otro lado, los autoctonistas defienden un desarrollo llevado a cabo en todos
los países por igual, lo cual implica que en el caso de los pueblos peninsulares son ellos
mismos los que llevan dentro de sí el gen del desarrollo y ellos, de forma autóctona,
han dado lugar a la nueva fase del Bronce Final.

En cuanto al poblamiento y los asentamientos, se sabe poco de las poblaciones


de este momento. Los datos y los estudios son escasos. La información arqueológica de
la que disponemos viene principalmente de prospecciones superficiales (cerámica) y de
algunas excavaciones, que constituyen sobre todo sondeos y pequeños cortes profundos
para averiguar la secuencia estratigráfica y la ocupación del territorio. Hay pocas
excavaciones en extensión y escasa información del urbanismo. El problema también
está en que estos centros de estudio han sido lugares de hábitat desde muy antiguo hasta
la actualidad prácticamente (ciudades históricas), lo cual ha provocado una pérdida de
información. No obstante podemos observar que cada lugar presenta una estrategia

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económica diferente, algunos se dedicaban a la minería, otros a la metalurgia, otros
asentamientos tenían función de almacén, etc.

Los principales estudios que se han hecho han sido en la Tierra Llana de Huelva
(entre Guadiana y Guadalquivir) por J. Campos y Gómez Toscano; en los Alcores y
valle del Corbones por la Universidad de Sevilla; en el Valle Medio del Guadalquivir,
sobre todo en La Saetilla en Palma del Río por Juan Francisco Murillo; en Extremadura
y Sur de Portugal y en el sureste peninsular. Todas estas zonas se han estudiado
mediante sondeos y prospecciones arqueológicas (cerámicas y demás restos
superficiales). Muchos yacimientos necesitan una investigación constante, el problema
es el costo que conlleva y la expoliación de los yacimientos abiertos.

LUGARES DE HÁBITAT

Por lo dicho anteriormente podemos deducir lo siguiente.

El territorio parece organizarse en “grandes” centros protourbanos, alrededor de


los cuales encontramos poblados, aldeas y granjas dependientes con edificaciones de
cabañas “circulares” que se sitúan por todo el territorio, reconocidas como lugar de
residencia, siendo estas muy rudimentarias y con técnicas poco desarrolladas. Esto
equivale a una jerarquización del territorio.

En cuanto a los patrones de asentamiento de los yacimientos tartésicos, podemos


observar que predominan en lugares elevados (para la defensa y control del territorio) y
controlando las vías de comunicación (ríos, pasos entre montes, etc.) y a fuentes de
recursos (piedra, madera, comida…). Ejemplo de esto es el yacimiento de la Colina de
los Quemados en Córdoba que se haya en la elevación que hoy está ocupada por el
Parque Cruz-Conde, cerca del Guadalquivir y de su valle, y de la Sierra.

Los lugares que destacan son Aznalcóllar (Castrejones-Cerro del Castillo),


Niebla, Huelva (Cabezo de San Pedro), Mesas de Asta, Carmona, Setefilla, Córdoba
(Colina de los Quemados) y Ategua. Cada asentamiento tenía diferentes estrategias
económicas en función de los recursos de las zonas colindantes. Así destacan algunos
donde predomina la minería y la metalurgia, otros con agricultura y ganadería y otros
con comercio y la pesca tanto marítima como fluvial dependiendo del recurso acuífero.

El tema controvertido está en el hecho de si podemos hablar de un urbanismo.


Para algunos investigadores, puede hablarse que de casi protociudades, es decir, núcleos
que van reuniendo características básicas para ser ciudades. Otros opinan que todavía no
se puede hablar de esto. En estos asentamientos mientras que para algunos hay restos de
muralla que se identifican con esta etapa, otros la relacionan con el período
orientalizante. En lo que sí existe acuerdo es en que estos asentamientos suelen estar
elevados, controlando los alrededores y se han podido identificar como sitios sacros. En
relación a la existencia de murallas también algunos investigadores dicen que podían
existir una serie de acrópolis donde se controlaba a la población y al territorio. El
problema está en sí ese desarrollo urbano fue antes de los fenicios o con los fenicios.

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El poblamiento es disperso y la estructura de hábitat documentada en la llamada
“cabaña circular (zócalos de mampostería, con alzado de barro y cubierta vegetal)” o
“fondo de cabaña (se escaba en el terreno una estructura soterrada donde se elevan
elementos vegetales o de madera para levantar la cabaña)”, modelo de edificio
polifuncional. Eran estructuras bastante rudimentarias. Pero hay un problema, puesto
que muchas de esas cabañas son de periodos más recientes (la mayoría fechadas en
periodo orientalizante). Aunque Roció Izquierdo vincula este tipo de hábitat a un grupo
étnico. Sin embargo, la existencia de posibles murallas significa cierta evolución, ya que
es una obra pública y que necesita de una gran mano de obra y de una jerarquización
para llevarla a cabo. Algunos investigadores han hablado de la existencia de acrópolis o
centros de poder. Por esto se ha creado una gran polémica entre los que creen que son
rasgos propios de una protociudad y los que no lo piensan.

Territorio y asentamiento

En cuanto al territorio y al asentamiento, decir que esta cultura está centrada en


el suroeste peninsular, se extiende por el Guadalquivir y fuera de este, hacia el sur de
Portugal y de Extremadura. Hay que centrarse sobre todo en las Tierras Llanas de
Huelva, entre las desembocaduras del Guadiana y el Guadalquivir, ya que esta zona es
una de las más conocidas por su investigación. Esta zona destaca por una topografía
llena de elevaciones o “cabezos” que son el resultado de las aportaciones sedimentarias
de origen marino y de naturaleza limosa que en ningún caso sobrepasan los 60 m de
altura. En el s. XX se fueron desmontando dichos cabezos.

En los últimos años se han hecho rastreos del suelo para documentar la
ocupación de determinados cabezos. Los materiales se han estudiado y hay una
concentración de poblamientos en tres zonas importantes: Aznalcóllar, Niebla y Huelva.
Éstos serían los grandes centros hegemónicos, alrededor de los cuales había una serie de
poblados vinculados. Se tratarían de núcleos de población dedicados a actividades
diferentes.

Aun así, los autores hablan de tres grandes núcleos de población:

- Huelva: sería una zona portuaria para la llegada y salida de mercancías. Aquí
establecerían contactos culturales con el Mediterráneo oriental, además de ser
una zona de recursos pesqueros y explotación metalúrgica del bronce sobre todo
(fundición de metales). Nos encontramos con una serie de asentamientos que
muestran estructuras en torno a cerros o cabezos. El problema que presenta
Heulva es que se desarrolla mucho en época orientalizante, por lo que el
descubrimiento de restos anteriores es complicado. En cualquier caso, Huelva es
el puerto natural de toda esta zona. Ya desde muy antiguo debió ser un pilar
importante en el comercio, lugar donde confluirían gentes de todas partes
(Atlántico y Mediterráneo) para realizar intercambios.
- Niebla: constituiría una zona intermedia entre Aznalcóllar y Huelva, situado en
la zona de Río Tinto. Aquí encontramos una muralla bastante amplia que

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encerraría un poblamiento disperso. Además, en su parte más elevada y
protegida podría ubicarse una especie de acrópolis. Se ha documentado la
existencia de una muralla que disponía de torreones circulares, pero para algunos
investigadores como Gómez Toscano, la muralla pertenece a esta época y para
otros investigadores pertenece al siglo VIII a. C., en el periodo orientalizante.
Según la investigación los principales recursos de Niebla serían de carácter
agropecuario, aunque también destacaría la importancia comercial al estar en
una ruta importante (río Tinto,…). En torno a este núcleo habría asentamientos
menores que estaban dedicados a la agricultura y a la ganadería, así como
también a la metalurgia, como lugar de paso de la zona anterior, un ejemplo es
San Bartolomé de Almonte.
- Aznalcóllar: su principal fuente de recursos sería explotación minera y la
metalurgia del cobre y la plata posiblemente. Algunos investigadores afirman
que tuvo muralla, perteneciente al Bronce Final. En el entorno de Aznalcóllar
hay algunos núcleos de población subordinados al núcleo principal y también
dedicados a la metalurgia del cobre fundamentalmente, aunque también de la
plata. Esos núcleos serían Tejada (con caracteres más orientalizantes) y
Peñalosa.
ESTRUCTURAS DE HÁBITAT: CABAÑAS ‘‘CIRCULARES’’

Estos tipos de estructuras se documentan en una zona relativamente amplia,


habiendo una dispersión geográfica y cronológica (entre los siglos IX-X y VII a.C.), por
lo que continúan en el periodo orientalizante.

Los materiales constructivos son piedra local, barro (adobe y tapial), ramas, etc.,
es decir, constituyen estructuras poco perdurables.

Hay dos tipos básicos: los fondos de cabaña con forma circular, con zanjas que
se revisten con adobe y cubierta vegetal y una cobertura cónica, son una especie de
refugio; y una cabaña más elaborada con zócalos de piedra e incluso fosa de
cimentación, encima un alzado de adobe o tapial con una cobertura cónica y en cuanto a
la techumbre hay muchas hipótesis (a dos aguas, etc.). Este tipo de cabañas sí puede
dejar más restos. Los fondos de cabaña son reconocibles por el corte de la fosa y los
restos de comida; las cabañas por los zócalos de piedra. En algunos lugares parece haber
estructuras antes de la cabaña (talleres, entradas, escalones, etc.) y también dentro (el
hogar,…).

Parece que la vivienda con zócalo predomina más en el valle del Guadalquivir
(Sevilla y Córdoba), mientras que los fondos de cabaña abundan más en Huelva, pero
esto no se puede establecer fijamente. En la cabaña del Cerro de Mariana en Sevilla se
conserva una cabaña de zócalo. La concentración de hábitat aumenta en el golfo
tartésico.

Estas cabañas solían estar revestidas, con suelo de tierra batida y en cuanto a su
funcionalidad (‘‘valen para todo’’, hay que atender al registro arqueológico) se llevaban

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a cabo, dentro de ellas, actividades domésticas, ya que se han encontrado fuegos en el
interior, no siendo estas muy confortables. En otras ocasiones tuvo otra funcionalidad,
para fabricación de alimentos o talleres metalúrgicos. En algunas ocasiones están
precedidos y limitados por un empedrado y la cubierta era vegetal. No en todos los
casos la planta es circular, también las hay rectangulares, algunos dicen que se da esta
por contactos y otros dicen que es por evolución autóctona.

Las cabañas se distribuyen en poblados aunque de forma desigual. Cerca


podemos encontrar una especie de ‘‘vertederos’’. No hay vías o calles que articulen el
tránsito.

La profesora R. Izquierdo plantea que se pueden vincular a gentes de origen


atlántico (tanto peninsular como europeo). Además si la cabaña circular se vincula a un
tipo del Bronce final, ¿cómo se explica que siguen en época de los fenicios, cuando
estos vivían en cabañas cuadrangulares? ¿Quiénes son entonces los que viven en estas
cabañas’ No tiene sentido que los fenicios vivan en tipos circulares aquí, cuando en
todos sus asentamientos coloniales viven en estructuras cuadradas?

Algunos ejemplos los encontramos en los siguientes yacimientos:

Peñalosa y San Bartolomé de Almonte

Peñalosa se trata de un yacimiento arqueológico situado en Escacena del Campo


(Huelva). El servicio arqueológico de la Diputación de Huelva llevó a cabo una
prospección arqueológica entre las décadas de los 80 y los 90, cuyo resultado fue el
hallazgo de varios fondos de cabaña donde se constató la presencia cerámica a mano y
bruñida típica del mundo tartésico prefenicio del Bronce Final, así como restos
abundantes relacionados con procesos metalúrgicos y de transformación de mineral. Se
trata por tanto de un asentamiento minera, fechado en torno a finales del siglo IX a.C. y
abandonada en la primera mitad del siglo VIII. La presencia de un solo fragmento a
torno relacionado con el mundo fenicio parece mostrar que la existencia de este poblado
coincidió en el tiempo con la aparición en la zona de elementos fenicios e intercambios
comerciales con el Mediterráneo oriental. Su abandono, se ha puesto en relación con el
yacimiento de Tejada la Vieja, a 4 km del mismo y con cronología que comienza
cuando acaba Peñalosa.

San Bartolomé de Almonte (Huelva) fue estudiado en varias campañas entre los
años 70 y 80. Nos muestra lo que debió de ser durante bastante tiempo el hábitat
habitual de las poblaciones tartésicas, a pesar incluso de las actividades detectadas en
este yacimiento. Se trata de un poblado de cabañas redondas que estuvo habitado entre
fines del siglo IX e inicios del siglo VI, ocupando una amplia extensión de terreno,
cifrada en unas 40 ha., en la que, sin ningún orden aparente, se distribuían las cabañas,
silos para conservar el grano y hornos metalúrgicos; en la antigüedad se hallaba cerca de
la costa del hoy colmatado Golfo Tartésico y es posible que fuese uno más de los que se
asomaban a ese amplio entrante; se halla a 40 km de Tejada la Vieja y con un fácil
acceso al mismo y a partir de mediados del siglo VIII se detecta ya la presencia fenicia
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en él. En este centro se han hallado varios hornos metalúrgicos, que son simples hoyos
en el suelo, a veces recubiertos de arcilla en su base; es probable que los hornos fueran
al aire libre aunque algunos autores piensan que, más que hornos, se trata de basureros a
los que se arrojaban restos de fundición y otro tipo de desperdicios. Se ha sugerido que
la explicación de éste y otros asentamientos podía radicar en la riqueza en cal del
entorno, necesaria para la fabricación de los crisoles con los que extraer los metales
mediante la copelación (aquí hay que decir que la copelación de la plata se conocía en
momentos anteriores en la península, pero se abandona y los fenicios la vuelven a traer).
Algunos vasos cerámicos toscos hallados en el yacimiento se han relacionado con estas
técnicas metalúrgicas.

Lo que destaca de estos dos asentamientos es la pobreza constructiva y los


indicios de que eran aldeas o lugares especializados para la explotación de recursos, en
el caso de Peñalosa; y la producción minera, en San Bartolomé de Almonte.

Cabaña Cerro Mariana, las Cabezas de San Juan (Sevilla)

Esta cabaña (excavada parcialmente) detectada durante las excavaciones


arqueológicas llevadas a cabo en 1998 en el yacimiento ‘‘Cerro Mariana’’ bajo la
dirección de J. Beltrán Fortes y J. L. Escacena, fechada en el siglo VI a.C., presenta
planta circular delimitada por un zócalo de piedras sobre el cual se dispuso un alzado
posiblemente de tapial. El interior se pavimentó con una capa de tierra rojiza. El muro
se ha conservado sólo parcialmente, y una trinchera de saqueo ha permitido seguir la
planta casi completa. En el umbral, hecho con barro, se incrustaron en posición
invertida siete conchas marinas alineadas transversalmente a la dirección del paso. Se
accede al interior a partir de un porche empedrado similar al de las cabañas de Ronda.

Acinipo (Ronda, Málaga)

Se trata de un yacimiento estudiado principalmente por Pedro Aguayo. Se


encuentra en la zona periférica de Tartessos. En el constan una serie de cabañas datadas
entre los siglos VIII y VII a.C., sobrepuestas sobre cabañas de época anterior.

Acinipo (Ronda la Vieja) es un establecimiento que muestra la relación de las


zonas interiores con la costa; aunque las comunicaciones no sean demasiado fáciles, a
través de los cursos fluviales Acinipo tenía relación tanto con la región de Antequera
(Aratispi) como con el valle del Guadalquivir y las costas gaditanas y malagueñas. Allí
se ha excavado un poblado de cabañas circulares, por lo general construidas sobre un
zócalo de piedras sin trabajar y alzado de tapial que, a partir del siglo VIII convive con
otras de planta rectangular y ángulos redondeados contemporáneas y semejantes desde
un punto de vista funcional, aunque da la impresión de que cuando alguna cabaña
circular entra en desuso su reconstrucción se hará en forma de cabaña rectangular. Sus
pavimentos se realizan con tierra batida de color amarillento y disponen de un hogar
circular en su interior. Es bastante probable que el modelo de vivienda rectangular
proceda del mundo fenicio, habida cuenta que los fenicios construían estancias
cuadrangulares y rectangulares en sus ciudades y centros. Ya en estas viviendas
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aparecen ánforas fenicias, platos de barniz rojo y cerámicas polícromas aunque el
predominio de las cerámicas a mano de tradición local sigue siendo masivo. A partir del
siglo VII se observa un cambio de patrón urbanístico mucho más organizado, y basado,
en el área excavada, en un muro maestro, de hasta un metro de anchura, al que se
adosan tabiques mucho más estrechos que delimitan estancias rectangulares; los alzados
también se realizaron en tapial. Los orígenes de estas técnicas se encuentran en los
centros fenicios de la costa. En este centro se detectan, en esta fase, actividades
productivas y artesanales, estas últimas caracterizadas por la aparición de las ánforas de
tipo fenicio fabricadas in situ, lo que sugiere relaciones de interés entre esas poblaciones
del interior y el mundo fenicio de los establecimientos costeros. Si hubo o no residentes
fenicios en la zona es algo que no puede asegurarse con certeza absoluta pero las
prospecciones realizadas en la zona muestran, junto a los grandes asentamientos, como
Ronda y Acinipo, toda una serie de pequeños establecimientos (supuestas “aldeas”) de
los que se han detectado en torno a veinte, de clara orientación agropecuaria. En un
momento avanzado del siglo VI este asentamiento se abandona tal vez como
consecuencia de un proceso de concentración de la población en grandes oppida, como
los de la Silla del Moro, Arunda y Lacilbula que constituirán la base del poblamiento de
época turdetana.

Estas cabañas presentan un zócalo de cantería sin preparación previa,


recurriéndose para la base a piedras de tamaño grande, e irregulares; mientras que en la
parte superior los tamaños se reducen y los cantos regularizan sus caras, a la vez que
disminuye también la anchura del zócalo. En este caso es necesaria una pequeña zanja
de cimentación para el trazado y sostén del murete, tal y como se observa en las
sucesivas reconstrucciones de las estructuras, que arrasan parte de las paredes y
pavimentos de las habitaciones infrapuestas.

En cuanto a los elementos de sostén de la cubierta, se han propuestos diferentes


soluciones para la techumbre. Esta pudo ser cónica y apoyada directamente en las
paredes sin necesidad de pilar central.

El acceso a la cabaña está precedido en algunos casos de empedrados que


adoptan forma trapezoidal, y están construidos con piedras más gruesas en el contorno y
menudas en el interior.

En Acinipo, las viviendas se alinean en ‘‘calles’’, adaptando este modelo la


distribución de las casas a la topografía, y contradiciendo en gran medida la idea
tradicional de poblado de cabañas circulares en el cual las estructuras se dispondrían de
forma azarosa sin respetar ‘‘trama urbana’’ alguna.

Niebla

La ubicación de Niebla es de gran interés porque se sitúa sobre un recodo del


curso del río Tinto, que pone en comunicación el centro costero de Onoba con la zona
minera, pero es también un punto clave en las comunicaciones transversales, que ponen
en contacto la Tierra Llana onubense con el área de la antigua desembocadura del
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Guadalquivir. En las excavaciones y prospecciones realizadas allí se han identificado
restos de una muralla del Bronce Final que ceñiría una parte de la población aunque
también había viviendas extramuros. Se han localizado escorias de plata en muchos de
los sondeos realizados lo que muestra la relación del asentamiento con el trabajo del
mineral, razonable habida cuenta su ubicación. Los niveles de hábitat que han podido
excavarse parecen datarse en su mayoría durante el siglo VII aunque puede que algunos
remonten más en el tiempo; presentan la habitual combinación de cerámicas a mano de
tradición indígena con productos de tipo fenicio, como cuencos de barniz rojo, pithoi y
ánforas. En cuanto a las técnicas constructivas, basadas en una mampostería regular y
rectilínea, y en muros de mampostería con pilares de refuerzo intercalados, se ha
sugerido también una importante impronta fenicia que quizá sea más profunda que una
simple y genérica influencia lo que implicaría, en opinión de alguno de los excavadores,
la posibilidad de que haya habido residentes fenicios en Niebla.

En una de las elevaciones próximas a Niebla, en el Palmarón, se halló en 1934 lo


que parece ser un túmulo que contenía una rica sepultura de cremación in situ en la que
apareció un jarro y un ‘‘braserillo’’, una bandeja o fuente de plata, placas de cinturón,
una espada y lanzas y quizá alguna pieza fenicia de barniz rojo; todo ello puede datarse
a fines del siglo VII o inicios del siglo VI a.C.

Se habla también de una posible acrópolis amurallada y de la posibilidad de


cabañas dispersas y restos murarios con bastiones semicirculares. Los especialistas de la
Universidad de Huelva fechan el asentamiento en el Bronce final, mientras que los de la
Universidad de Sevilla lo hacen en periodo orientalizante.

Hay una polémica entre los que sostienen que Niebla ya existe en el tránsito del
segundo milenio al primer milenio a.C. y los que consideran que surge en periodo
orientalizante. El problema es que los restos de muralla medievales impiden las
excavaciones. Los materiales plantean discusión en cuanto a la cronología, pero lo que
es seguro es que en el periodo orientalizante constituye un asentamiento importante.

Existe otro problema, y es que si antes de los fenicios hubo ya contactos con
otros puntos del Mediterráneo. Esta discusión ha sido reavivada en los últimos tiempos
y Gómez Toscano sugiere tres fases:

- Contacto con Micénicos entre los siglos XIV y XII a.C.


- Protofenicios, contacto con gentes muy diversas del Mediterráneo oriental, entre
los siglos XI y X a.C.
- Fenicios entre los siglos IX y VIII a.C.

DEPÓSITOS METÁLICOS Y PRÁCTICAS FUNERARIAS (¿inexistencia de


necrópolis?)

En el sur peninsular, se han ido hallando una serie de depósitos de metales


(armas sobre todo) asociados al agua. A partir de ahí, se han ido generando varias

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hipótesis. Algunas relacionan estos depósitos con prácticas funerarias, debido a la
dificultad para reconocer necrópolis para este periodo, puesto que apenas se han
encontrado, surgiendo la cuestión de ‘‘¿dónde estarían sus muertos?’’.

Onuba y el Depósito de la Ría de Huelva (1923)

Uno de los depósitos metálicos más conocidos es el de la Ría de Huelva. Fue


descubierto a fines del mes de marzo de 1923, al iniciarse el dragado del río Odiel con
la draga Cinta; junto con el sedimento –formado por arcillas, arenas gruesas y conchas-
sacó 7 espadas, iniciándose la extracción del Depósito de la ría de Huelva, que se vería
finalizada en el mes de abril del mismo año. El hallazgo se produjo entre los 7,5 y 9,5 m
de profundidad. En total se han hallado hasta 397 piezas, principalmente armas y
adornos. Como armas se contabilizan: 83 espadas, 57 remaches de las cachas de las
empuñaduras de las espadas, 24 puñales, 87 untas de lanza, 59 regatones, 15 puntas de
flecha y uno o dos cascos. Como elementos ligados al adorno y vestido personal: 7
fíbulas de codo, 4 torques, 2 broches de cinturón, 10 botones, 10 anillas o eslabones y
varias agujas. Importantes, a pesar de su escasa aparición, son un escoplo de bronce y
varios fragmentos de cobre, hierro y restos de madera. Serían piezas elaboradas en el
suroeste peninsular, no importaciones; aunque hay una clara influencia de las armas
atlánticas.

En cuanto a la cronología hay un consenso que lo sitúa en torno al siglo X a.C.


aproximadamente; aunque algunas piezas puede que sean anteriores, de los siglos XII y
XI a.C.

El depósito fue interpretado inicialmente como el cargamento de un barco de


chatarra llegado de fuera o que partía de Onuba y destinado a la refundición. Sin
embargo, la homogeneidad de las aleaciones y de los tipos de piezas que lo componen
hace que se rechace actualmente esta interpretación. En la actualidad, se sugieren dos
posibilidades:

1) Según M. Ruiz, que sea un depósito votivo asociado a ritos de paso y de


sucesión en el oficio dirigente. Un rito que marcase un territorio, en el que se
ofrecía a las aguas armas sobre todo. Estaría vinculado con un grupo humano
que reclama esa zona. La ría de Huelva es una boca física de entrada y salida de
los ricos recursos minerales y ganaderos del hinterland onubense. El conjunto de
dataciones obtenidas para este depósito acuático lo sitúan en el siglo X a.C., es
decir, en el momento en que este emporio se estaba gestando en Huelva. No es
por ello casual en este caso y en el de otros hallazgos acuáticos de espadas en
lengua de carpa, qué estas se localicen en vados o desembocaduras de los
principales ríos del SW peninsular. Reflejan posiblemente un proceso de
territorialización, así como de control por parte de las élites locales, de aquellos
puntos que facilitan el acceso a recursos que están siendo ahora objeto de
creciente demanda.

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En este sentido hay que destacar un detallado estudio de los lugares de
aparición de la armas similares a las de Huelva, en la Península, demuestra cómo
estas eran arrojadas a las aguas en lugares estratégicos o enterradas junto a vados
y lugares de obligado paso, como ofrenda votiva, funeraria o no, de armas a las
aguas.

2) La segunda hipótesis defiende que nos encontremos ante un mundo funerario. Es


sostenida por autores como J. L. Escacena y M. Belén entre otros. Se trataría de
un rito en el que se podría quemar o no al difunto, se arrojaría al agua y con él se
arrojan las armas. Parece que tiene paralelos con el mundo atlántico (Dinamarca,
Inglaterra,…). Además es una propuesta interesante porque explicaría la
ausencia de tumbas en este periodo. En el periodo orientalizante si encontramos
ya una costumbre de enterramientos, por influencia fenicia.

¿TUMBAS?

Han aparecido una serie de tumbas en estas zonas del ámbito tartésico, pero que
se puedan fechar en el Bronce final muy pocas. Destaca entre ellas la del yacimiento
Roça do Casal do Meio (Sesimbra, Portugal). También los restos hallados en Palma del
Río, pero se encuentra en una zona periférica y se duda sobre su cronología.

La tumba de Roça do Casal do Meio, fue excavada en los años 70. Se trata de
una tumba compuesta por un corredor que va a acabar a una cámara semicircular de
falsa cúpula por acumulación. Aquí se encontraron dos individuos inhumados, de gran
complexión física (posiblemente jinetes, por el desgaste de las piernas, o tal vez
guerreros). El ajuar es escaso pero muy interesante, puesto que puede mostrar contactos
con gentes de fuera. Es posible que un individuo fuera enterrado antes que el otro. Pero
la comparación de las características étnicas nos lleva a pensar que son individuos
autóctonos, no foráneos.

Ciertos investigadores consideran que el ajuar allí encontrado constituye un


ajuar de prestigio y destacado. Hablan de jefes que dominarían el comercio y las
relaciones con otros pueblos foráneos.

Algunos autores como M. Torres, sostienen la idea de que la inhumación fuera


practicada junto con la práctica de arrojar los difuntos al agua. Escacena afirma que sólo
se arrojaban al agua. En todo caso, sólo hay algunos enterramientos y pocos
pertenecerían al Bronce Final, por lo que en el debate científico va ganando terreno la
idea de los que sostienen que los enterramientos no dejaron ningún tipo de huella.

LAS ESTELAS DECORADAS

El de las estelas, es un fenómeno que conlleva una gran problemática. El


primero de ellos es el de su denominación. Inicialmente recibió el nombre de estelas de
guerreros, pero ha sido una denominación abandonada puesto que no todos son
guerreros; luego pasó a llamarse también estelas del sureste peninsular, pero es una
20
denominación discutida ya que también han sido encontradas en otros lugares y la
denominación de tartésicas tampoco es muy aceptada, debido a que no se han
encontrado en la zona nuclear tartésica ninguna de estas estelas. La denominación que
se utiliza en los últimos tiempos es la de ‘‘estelas decoradas’’.

El principal especialista de este fenómeno es Sebastián Celestino, que defienden


un origen de estas estelas en Extremadura, donde aparecen por primera vez. Se trata de
losas algunas de las cuales irían en horizontal sobre el terreno, enterramientos¿? A partir
de ahí, expansión de las gentes que las hacen hacia zonas más ricas desde el punto de
vista agrícola, serían sociedades itinerantes en busca de zonas de cultiva productivas. Se
va evolucionando hacia esquemas más complejos. Otras funciones que se les da es la de
marcadores territoriales, hitos de rutas ganaderas, elementos que recuerdan a un difunto,
…Si hay un consenso en que es un fenómeno autóctono, de gentes del suroeste
peninsular en los primeros siglos del primer milenio a.C. Esquema muy simple, pero de
un discurso muy complejo que no sabemos interpretarlo. Las de Francia no se sabe
cómo llegaron allí. Parece que suelen estar cerca de cursos de agua, pero no se sabe muy
bien.

Uno de los temas más recurrentes de la prehistoria peninsular ha sido, y sin duda
sigue siendo, el de las estelas decoradas del suroeste, debido a varios factores; en primer
lugar, porque al haber aparecido descontextualizadas han generado un bueno número de
interpretaciones sobre su funcionalidad; pero también porque los objetos de adorno
personal y de prestigio social representados en los soportes han servido en algunos
casos para justificar rutas de comercio entre el Mediterráneo y el Atlántico antes de la
colonización fenicia, abriéndose al mismo tiempo una discusión sobre el origen y la
cronología de esos objetos foráneos; y, por último, porque los personajes representados,
junto con los tesoros del Bronce Final, son en la práctica el único argumento que
permite elaborar un ensayo sobre la organización social de estos pueblos previo a la
consolidación del periodo Orientalizante. Pero tras más de un siglo de trabajos sobre las
estelas, aún seguimos sin despejar un buen número de incógnitas que han obligado a
abrir nuevas vías de investigación para intentar solucionarlas.

Según que autores, los elementos que las decoran pueden tener un origen
centroeuropeo, mediterráneo o atlántico; y dentro de los que defienden una procedencia
mediterránea, hay quienes abogan por que esta se haya producido a través de los
circuitos centromediterráneos abiertos a partir del Bronce Final, quienes defienden una
raíz egea y, por último, quienes sostienen que proceden de los primeros contactos
precoloniales fenicios. Todas estas hipótesis, que se completan con las diferentes
propuestas cronológicas para el comienzo y el final del fenómeno de las estelas, dan una
idea de la enorme complejidad de su estudio. Por ello un nuevo estudio de las estelas
debe tender a profundizar sobre el enfoque social y económico que representan.

Un problema también difícil de abordar es el del análisis de los territorios donde


aparecen estos monumentos, en ocasiones muy restringidos a un espacio concreto e
independientes de otros donde también se localizan, lo que podría mostrar no sólo
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variables de carácter social y cronológico, sino ambas a la vez. Si partimos de la base de
que el paisaje es un producto de la vida social de sus habitantes, el problema en este
caso es que apenas conocemos las relaciones de estos monumentos con sus hábitats y,
por lo tanto, ignoramos la actividad humana que desempeñaron, que sólo podemos
intuir a través del estudio de los medios disponibles en su entorno inmediato. El
objetivo final debería tener como meta establecer los límites políticos de este fenómeno
y su interrelación con los otros espacios donde se produce el mismo fenómeno. Estos
presupuestos podrían ser viables si nos halláramos ante sociedades de base agrícola o
industrial, pero se antojan más complicados si nos estamos enfrentando, como parece,
con sociedades de base ganadera y claramente jerarquizadas.

El hallazgo de estelas no ha dejado de ser un goteo constante desde la aparición


del primer ejemplar de Solana de Cabañas publicado en 1898 por Roso de Luna,
sobrepasando con creces el centenar de ejemplares al día de hoy. En total, hay 120
estelas repartidas en diferentes áreas geográficas que, por otra parte, cada día parecen
configurarse mejor territorialmente.

El de las estelas es un fenómeno muy dilatado en el tiempo y cuyas raíces se


hunden en los comienzos del Bronce Final, si no antes, por lo que aquí sólo interesa
detenernos en los últimos momentos de su desarrollo, que coinciden con la formación
de Tartessos, para desaparecer en pleno Período Orientalizante, en torno al siglo VII
a.C. Lo que nadie pone en duda es el autoctonismo del fenómeno, que hunde sus raíces,
probablemente, en las estelas antropomorfas del Bronce Medio, por lo que la discusión
se ha centrado en el origen de las armas y objetos de adorno y prestigio representados en
las estelas que sirven para seguir la evolución cronológica e iconográfica de las estelas.
En realidad, deberíamos hablar de dos grupos bien diferenciados, las losas y las estelas
del suroeste.

Las primeras se circunscriben a la Beira portuguesa y al valle del Tajo y se


caracterizan por la presencia, invariable, de un escudo, una lanza y una espada
representados en el centro de la losa y siempre con la misma disposición, es decir, el
escudo, con la clásica escotadura en forma de <<V>>, centrando la composición,
mientras que la lanza y la espada se disponen en horizontal sobre y bajo el escudo,
respectivamente. La losa representaría, por lo tanto, el cuerpo del guerrero, mientras que
las armas se dispondrían en su posición natural. Los soportes reservan el mismo espacio
sin decorar en la zona superior e inferior, tienen forma rectangular y miden una media
de 1, 70 m de largo aproximadamente, por lo que parece lógico que estuvieran
destinadas a tapar cistas de inhumación; son las denominadas <<estelas básicas>> que
se encuadran en el Bronce Final. Con el paso del tiempo el fenómeno se extiende
lentamente hacia el valle del Guadiana, incorporando paulatinamente objetos de
prestigio y armas de evidente origen atlántico, como las espadas de <<lengua de
carpa>> o los cascos cónicos de cimera. Pero a medida que estas losas se van
extendiendo hacia el sur, comienzan a incorporar nuevos elementos de prestigio de clara
raigambre mediterránea, caso de los carros, los espejos, los peines de marfil o las
fíbulas, que sin embargo no alteran ni el sistema compositivo original ni el soporte; se
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trataría, por lo tanto, de una fase cronológica previa a la colonización fenicia en la cual
comienzan a introducirse algunos elementos de prestigio que no parece que alteren el
sistema social preestablecido.

Las estelas aparecen, pues, agrupadas en diferentes zonas geográficas que


podríamos resumir en cinco: sierra de Gata, valle del Tajo/sierra de Montánchez, velles
de los ríos Guadiana y Zújar, valle del Guadalquivir y sur de Portugal. A estas zonas
habría que añadir el sureste francés, donde cada día se va conformando un grupo de
estelas más numeroso. Salvo las escasas estelas que aparecen junto a los ríos Guadiana
y Guadalquivir, la inmensa mayoría de los monumentos han sido hallados en zonas
montañosas y agrestes muy propicias para la explotación ganadera. En este sentido, hay
que destacar que más del 50% de las estelas han aparecido en el entorno del valle del
Zújar/Guadiana, un territorio escabroso y no apto para la agricultura, carente de
cualquier interés minero y, sin embargo, con unos pastos de gran calidad por sus ricos
nutrientes, por lo que aún hoy vive de la ganadería extensiva. Las estelas más complejas
y que a su vez incorporan los elementos más modernos son precisamente las
documentadas en el valle del Zújar y en el del Guadalquivir, dibujándose así una ruta de
penetración de las estelas y, por consiguiente, de los pueblos representados en ellas,
hacia el sur peninsular. Por lo tanto, se podría deducir de la zonificación de las estelas
que hay un movimiento lento pero constante en el tiempo desde las zonas más
septentrionales del cuadrante suroccidental de la península hacia el foco tartésico que
comienza a configurarse antes de la colonización fenicia. Tal vez serían precisamente
los personajes representados en las estelas los que tendrían la capacidad de aportar la
mano de obra necesaria para desarrollar el momento de máxima expansión económica
del sur, de ahí la cada vez mayor cercanía de estos monumentos al núcleo tartésico.

Podemos hablar realmente de estelas cuando en el entorno de los valles del


Guadiana y del Guadalquivir hacen acto de presencia soportes de menor tamaño que
además reservan sin decorar y de forma apuntada la parte inferior para ir hincados en el
suelo y facilitar así su posición vertical. Este hecho coincide además, y
significativamente, con la introducción del antropomorfo en la composición
iconográfica en detrimento del escudo, la lanza o la espada, que pasan a formar parte de
su ajuar personal junto a un mayor número de objetos de prestigio, la mayor parte de
ellos, además, de origen mediterráneo, caso de los carros de dos ruedas, los
instrumentos musicales como las liras, los calcofones o los crótalos, las fíbulas de codo
o los cascos de cuernos, que sustituyen definitivamente a los antiguos cascos cónicos de
origen atlántico. Poco a poco la composición de las estelas cambia precisamente por el
protagonismo que ejerce el guerrero en la escena, representándose los diferentes
elementos también en su posición natural con respecto a este: las espadas al cinto, los
escudos junto a la mano izquierda, el casco sobre la cabeza, el carro a sus pies, la fíbula
a la altura del pecho o los peines junto a la cabeza. Este sustancial cambio, tanto en la
forma de las estelas como en la rica decoración introducida, con el guerrero rodeado de
sus armas y principales objetos de prestigio social, seguramente estuvo acompañado por
la introducción de la incineración, el nuevo ritual de enterramiento ya extendido por

23
todo el Mediterráneo en esta época y que debió implantarse primero entre los personajes
más destacados, conviviendo durante alguna generación con el rito de la inhumación.

Los elementos exógenos de las estelas se han justificado casi siempre gracias a
los primeros contactos de comerciantes de origen mediterráneo con la península antes
de que se formalizase la colonización, lo que se ha venido denominando
<<precolonización>>. En realdad esto tampoco justificaría la presencia de estelas en el
interior y su total ausencia en el denominado núcleo tartésico, lugar donde se deberían
haber recibido estos primeros objetos de prestigio.

Deberíamos contemplar la posibilidad, por lo tanto, de que existieran dos


espacios peninsulares independientes durante estas últimas fases del Bronce Final, como
también parecen demostrar algunos objetos de alto significado arqueológico, caso de las
fíbulas o los espejos, es decir, que en la Península Ibérica se estuvieran desarrollando a
la vez e independientemente dos espacios de comercio o de contacto con el
Mediterráneo antes de la colonización fenicia y griega; el primero a través del Estrecho
de Gibraltar hasta remontar la costa atlántica, y el segundo desde la costa ligur y el
Languedoc hacia el valle del Ebro. Si fuera así, podríamos entender mejor el futuro
reparto de papeles en la colonización histórica de sendas culturas en la península.

Hay dos objetos que pueden avalar esa hipótesis; los espejos, que aparecen ya
representados en las estelas básicas y que ofrecen una evidente analogía formal con los
hallados en el depósito balear de Lloseta, datado en pleno Bronce Final; y las fíbulas de
codo, documentadas en la Ría de Huelva y en el conjunto funerario de Roça do Casal do
Meio. Sin embargo, un significativo número de estas fíbulas se encuentra disperso por
buena parte de la Meseta norte.

Pero la mayor parte de los objetos grabados en las estelas es mucho más difícil
de evaluar cronológicamente; el caso de las espadas es quizás el más significativo, pues
amparándose en su alto esquematismo, y aunque algunas de las representadas en las
estelas básicas pertenecen claramente al tipo de <<lengua de carpa>>, fechadas entre los
siglos XI y IX a.C., han servido no sólo para adscribirlas a un tipo concreto, sino
incluso para justificar la mayor antigüedad o modernidad de las estelas. Los carros, por
su protagonismo, diseño y simbolismo, también han sido un tema recurrente a la hora de
emitir una cronología sobre las estelas; lo que es importante señalar es que el carro
aparece muy temprano, en las estelas básicas, antes por lo tanto que la figura del
guerrero y coetáneo a los espejos y a las fíbulas, por lo que procedería del mismo
ámbito comercial. Por último, las liras de las estelas también han sido objeto de estudio
para intentar concretar su origen y cronología. En conclusión, podemos deducir de todos
estos estudios pormenorizados de los objetos representados en las estelas del suroeste
que cualquiera de ellos puede adscribirse sin demasiadas dificultades al ámbito cultural
que más nos interese, pues espadas, lanzas, espejos, peines, instrumentos musicales o
carros aparecen en todas las culturas mediterráneas entre el II y el I Milenio, y el alto
esquematismo de los objetos grabados en las estelas nos permite desarrollar cualquier
tipo de aproximación.
24
El objeto más significativo de los representados en las estelas es, sin duda
alguna, el escudo con escotadura en <<V>>, el más antiguo y persistente de los
elementos representados a pesar de que vaya perdiendo paulatinamente su importancia
simbólica y decorativa a medida que las escenas se van haciendo más complejas.
Curiosamente, no se ha podido documentar arqueológicamente en la península, aunque
sí hay una significativa representación de ellos en otras partes de Europa. El escudo se
ha convertido en uno de los ejes del estudio de las estelas gracias también al tamaño en
el que fueron grabados, al minucioso detalle con el que aparecen diseñados y a su
protagonismo escénico. La inmensa mayoría de los investigadores proponen su
procedencia mediterránea, atlántica o centroeuropea, pero S. Celestino y otros defienden
un claro autoctonismo, entre otras cosas porque ninguno de los escudos hallados fuera
de la península remonta el siglo VIII a.C., una fecha demasiado moderna para los
escudos grabados en las estelas básicas, donde mejor se representan. Parece obvio,
según estos investigadores, que los escudos representados en las estelas no sólo serían
más antiguos que los mediterráneos y europeos continentales, sino que por la
persistencia de su diseño, podrían representar un signo de identidad entre las
comunidades del interior.

Hay otros elementos que tienen un especial significado porque sólo aparecen en
las estelas más meridionales y complejas, caso de las series de cazoletas, casi siempre
en número de cinco, que acompañan al antropomorfo y que podrían interpretarse como
los primeros sistemas ponderales documentados en la península.

Mayor significado tiene el casco de cuernos, igualmente presente en las estelas


más meridionales, sustituyendo así a los de cimera que se graban en las zonas del valle
del Tajo. Los cascos se adornan con unos cuernos desmesurados que podrían estar
simbolizando la heroización del personaje representado, e incluso alguna deidad
guerrera. Estos elementos son ya contemporáneos a la colonización, pues como se ha
dicho, el fenómeno de las estelas no parece extinguirse hasta bien entrado el Período
Orientalizante, por lo que se puede descartar que los personajes estén mostrando
atributos y símbolos de origen foráneo, aunque sin abandonar en ningún caso su
tradición indígena; es una clara manifestación de la interacción entre sendas culturas.

Tal vez el tema más espinoso de las estelas es el de su funcionalidad; para unos
señalarían tumbas; para otros, lo que se graba en los soportes no es el ajuar del guerrero,
sino su panoplia de combate con algunos elementos de adorno, por lo que interpretan las
estelas como cenotafios; también hay quienes las interpretan, sin eludir su sentido
funerario, como marcadores de rutas y territorios; pero la inmensa mayoría pasa de
puntillas por tan espinosa cuestión.

Aunque hay leves indicios sobre posibles enterramientos bajo alguno de estos
monumentos, el dato más relevante nos ha llegado recientemente de la mano de Murillo,
Morena y Ruiz Lara, quienes en un artículo describen las circunstancias del hallazgo de
las dos estelas procedentes del Cortijo de la Reina, encontradas a tan sólo 6 m de
distancia una de otra y a unos 0,80 metros de profundidad.
25
El carácter guerrero de estas estelas es constante durante todo el proceso del
fenómeno; sin embargo, es patente el mayor significado que van adquiriendo
paulatinamente los objetos de prestigio en detrimento de las armas; es precisamente en
estos momentos cuando aparecen escenas de cierta complejidad ritual como las que se
representan en estelas como las de Ategua o Zarza Capilla III, y, lo más interesante,
cuando hacen acto de presencia de formas significativa las estelas femeninas o
diademadas, representaciones que se circunscriben una vez más, salvo la excepción de
Torrejón el Rubio, el área del Zújar y del Guadalquivir. Las estelas diademadas, así
denominadas por lucir un enorme tocado semicircular sobre la cabeza, pertenecen a un
tipo muy homogéneo que aboga por su contemporaneidad; sin embargo, es evidente que
son una derivación iconográfica de los guijarros-estelas de pequeño tamaño del Bronce
Medio e inicios del Bronce Final. Lo que parece evidente es la importancia de este
atributo que, aunque no se ha atestiguado arqueológicamente durante las fases del
Bronce, sí es de enorme importancia en el Período Orientalizante, donde uno de los
elementos más característicos de los tesoros áureos es precisamente la diadema, un tipo
muy singular ausente en otros ámbitos mediterráneos. Por lo tanto, el reforzamiento del
poder guerrero de los hombres no parece mermar el significativo papel social que debió
desempeñar la mujer en este amplio espacio cronológico. También se interpretan como
posibles divinidades femeninas. Personajes femeninos engalanados y con armas.

Puede haber un cuarto tipo, las estelas mixtas, en el que aparecen figuras
masculinas y femeninas en plano de igualdad (mismo tamaño,...). Algunos piensan en
una interrelación entre hombre y mujer (¿se dan la mano?).

Escudos con escotadura y diademadas son símbolos cuya función sería


identificar a un grupo o a una comunidad unida por lazos sociales y que comparten un
territorio amplio a tenor de su dispersión; tal vez comparten una propiedad comunal
bajo un control jerárquico de la producción y su uso, aunque aún estamos lejos de saber
cuáles eran esos medios de producción, pues ni se han detectado explotaciones mineras
en los diferentes entornos geográficos donde aparecen, ni puede desarrollarse una
agricultura mínimamente extensiva, encontramos estas estelas en zonas donde, por el
momento, sólo el excelente pasto existente parece justificar su presencia. Por otro lado,
la estructura social que emana de una comunidad campesina es muy limitada,
endogámica y conservadora; mientras que un sistema basado en la explotación
ganadera, y por lo tanto compuesto por gentes viajeras y en general más abiertas a los
impulsos externos, tienen una mayor capacidad de absorber otros hechos culturales y de
transmitirlos entre los suyos. En definitiva estos personajes con atuendos guerreros que
comparten socialmente la representatividad con la mujer, destacarían en la comunidad
que representarían no sólo por ser quienes recibirían los primeros objetos exóticos o
porque asumirían las nuevas tecnologías procedentes del Mediterráneo, sino porque
también asimilarían y expandirían posteriormente el nuevo ritual funerario y religioso,
sin abandonar en ningún caso sus raíces, conviviendo durante un considerable espacio
de tiempo con la tradición atlántica anterior. De este modo, las estelas se convertirían en
el único elemento de estudio entre la fase precolonial y la colonial, ya detectado a través

26
de los posibles desplazamientos de gentes hacia el foco tartésico, ahora ávido de mano
de obra para explotar los nuevos recursos que afectaban al interés de los colonizadores.

Estela de Setefilla (Lora del Río, Sevilla)

La mayoría de autores que se han ocupado del mundo de las estelas conceden
una especial importancia a la estela de Setefilla, por constituir uno de los pocos
ejemplares con contexto cultural bien conocido. Su hallazgo en 1927 y la adscripción de
esta necrópolis tartésica a la edad del Hierro a raíz de su reexcavación en los años
setenta crearon una corriente de opinión favorable a considerar la estela de época
‘‘orientalizante’’ o, como mínimo, bastante tardía. Por otra parte, su presencia en una
necrópolis del Hierro hacía pensar en una reutilización del monumento y, por
consiguiente, en una procedencia localizada en el mismo entorno geográfico de la
necrópolis. La situación, sin embargo, no resulta tan sencilla como parece.

La estela apareció en 1927 muy cerca de la superficie del terreno en un espacio


intertumular. Presentaba unas dimensiones de 1,70 de longitud por 0,45 m de anchura
máxima. La estela presentaba una pátina más clara en el extremo más ancho, lo que,
junto con la disposición vertical de la decoración grabada, sugería que en origen la losa
estuvo hincada en posición vertical. La laja de piedra apareció volcada y cubriendo una
fosa que contenía una inhumación y los restos de una incineración.

Aunque la información relativa al descubrimiento de la estela de Setefilla deja


mucho que desear, parece acertada la idea de que la losa decorada pudo ser reutilizada
para cubrir una doble sepultura de los siglos VII-VI a.C. Pero no sólo se reutilizó la
estela del Bronce final para sellar un enterramiento del Hierro, sino que en la necrópolis
de Setefilla se reutilizaron y transmitieron durante generaciones los mismos símbolos,
un mismo recinto funerario y diversas tradiciones funerarias con el propósito,
seguramente, de preservar una serie de rasgos distintivos que garantizaran una cierta
continuidad en la transmisión de determinados emblemas de rango y jerarquía social.

La estela de Setefilla se atribuye al grupo más meridional de estelas decoradas


del sudoeste, en la que la presencia regular de determinados motivos (figura humana,
espada, carro, escudo, lanza) sitúan su máximo desarrollo en un Bronce final avanzado
(siglos IX y VIII a.C.) de fuerte influencia atlántica. La distribución de este grupo de
estelas, que coincide en líneas generales con la de las espadas y armas de tipo Ría de
Huelva, guarda relación directa con rutas de comunicación e intercambio a lo largo del
valle del Guadalquivir (Écija, Carmona, Montemolín, Ategua y Setefilla) y de su
periferia inmediata (Alamillo y Bienvenida en la ruta de Despeñaperros (Ciudad Real),
y Almargen (Málaga), en la ruta hacia Ronda, Antequera y vega de Granada).

En el caso de Setefilla es difícil imaginarse la estela como un marcador de rutas


comerciales, de vías de comunicación o de fronteras. Para valorar su significado y su
presencia en un ámbito de uso funerario es preciso contar con otros datos que no se han
tenido en cuenta, como es la complejidad del asentamiento durante la edad del Bronce.

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La evidencia arqueológica de la necrópolis de Setefilla revela una intensa y
deliberada ocupación del mismo ámbito funerario por parte de una población que, a lo
largo de varias generaciones, establece y refuerza sus lazos de filiación y de desigualdad
social a través de símbolos visibles sobre el terreno, que expresan relaciones de poder,
territorialidad y probablemente demarcación étnica. Sólo la memoria a través de la
continuidad ideológica garantiza una relación con el pasado que permite asegurar el
poder de las élites sociales del Hierro. En este sentido, esta estela constituye, más que
una losa funeraria, un indicador social de status y de jerarquía erigido en un ámbito
destinado real o simbólicamente a la muerte. Aunque ‘‘reutilizada’’ o reintegrada en la
necrópolis del Hierro, no se cree que la estela decorada procediera de muy lejos. La
pequeña loma donde se emplazó la necrópolis de Setefilla no constituyó una zona de
contraste ecológico o una frontera, sino un espacio sagrado de especial significado
social e ideológico para la memoria colectiva de la comunidad tartésica local.

Estela de Almargen (Málaga)

La estela de Almargen fue un hallazgo especial por varias razones: en primer


lugar porque era la primera estela de este tipo documentada en suelo malagueño; en
segundo lugar porque presenta aspectos iconográficos singulares que no encontramos en
otras estelas andaluzas de la época. La losa fue recuperada en 1992 por Francisco
Hidalgo De Rivas y Francisco Morón Cabello, quienes la habían encontrado hacía más
de diez años en los márgenes de un carril en las inmediaciones del pueblo.

La losa tiene 1 metro de altura y 0,60 en anchura en sus medidas máximas, y un


grosor entre 15 y 20 cm, de forma sensiblemente rectangular, salvo en su tercio inferior,
donde disminuye progresivamente, que queda más acentuada ante la diferente tonalidad
el color de la piedra que se piensa que debía ser la porción embutida en la tierra y que
aseguraba su posición vertical.

La superficie está decorada mediante línea incisa y consta de cuatro elementos:


siendo los motivos centrales un escudo formado por tres círculos concéntricos
presentando los dos exteriores escotadura en uve; a su derecha, y manteniendo la misma
altura una figura humana en trazo esquemático, con hombros muy marcados y las
manos abiertas al frente, las extremidades inferiores de perfil marcando movimiento.
Sobre la figura, una uve invertida, a modo de gorro o casco cónico, quedando la cabeza
representada por un escueto rehundido entre los hombros. Sobre el escudo una lanza o
jabalina en posición horizontal, que tiene de singular, el no cerrar la punta de lanza en
su parte proximal quedando representada con una <<v>> prolongada y tendida.

Entre la jabalina y el escudo, otra figura pequeña representada por un


semicírculo, que puede ofrecer dudas en cuanto a su interpretación. Para ser un espejo le
faltaría el mango, y su silueta nos ofrecería la forma circular u ovoidal característica.
Para ser un arco, se cree que quedaría excesivamente desproporcionada con respecto al
resto de las figuras y, por otro lado, generalmente esta representación está acompañada

28
de la flecha ensartada en él. La tercera opción que se contempla y se considera más
acertada, es que se pueda tratar de una fíbula acodada.

Estela de Carmona (Sevilla)

Con el hallazgo de esta estela quedó comprobado que no sólo Extremadura y el


sur de Portugal constituía el área donde se nos ofrecían las estelas decoradas. Pronto los
hallazgos de nuevas estelas, han enriquecido aquel solitario punto en el mapa de
dispersión de estos monumentos en Andalucía. Fue descubierta hacia 1960 en el Cortijo
‘‘Cuatro casas’’ de Carmona.

La pieza tiene una altura de 1,15 m, una anchura máxima de 0,99 m y un grosor
máximo de 0,18 m. Es una estela de forma irregular aunque de tendencia cuadrangular,
que presenta como elementos decorativos en su cara frontal dos figuras humanas muy
esquemáticas, una principal de gran tamaño en torno a la cual se agrupa todo lo demás;
una espada en vertical de empuñadura marcada y larga hoja de tipología imprecisa; un
escudo formado por tres círculos concéntricos; un arco con flecha y un carro, como es
habitual visto desde arriba, y en el que la caja aparece representada como un rectángulo
con un eje que lo atraviesa y de cuyos extremos salen las ruedas. Otro divide
perpendicularmente en dos el carro, en cuyo extremo se aprecia el uncimiento de los
cuadrúpedos y estos mismos, representados por unas pocas líneas. La cara posterior no
está decorada.

La pieza está bien conservada apreciándose todos los dibujos, salvo la figura
secundaria, con nitidez.

Estela de Ategua (Santa Cruz, Córdoba)

La Estela de Ategua fue descubierta en 1968 por la maquinaría agrícola en la


confluencia del río Guadajoz con el río Guadalquivir. Juan Bernier es el primero en
estudiarla.

Está elaborada sobre un soporte de caliza blanquecina, que no es de origen local,


la cantera más próxima está a 25 km, por lo que encontramos una voluntad de buscar
materiales buenos (son personas con riqueza y prestigio). Presenta una altura de 1,63 m,
una anchura máxima de 0,78 m y un grosor máximo de 0,34 m.

En cuanto a la descripción iconográfica hay que decir que consta de tres


registros:

- En el nivel superior aparece un personaje de gran tamaño realizado


esquemáticamente a base de rigurosos trazos rectos; su torso aparece decorado
con motivos geométricos, en los que se ha querido ver la representación de una
coraza o un pectoral. Junto a él aparecen sus armas -espada, lanza y escudo-, un
espejo y otro objeto que los investigadores identifican como peine o también
como instrumento musical (phorminx).

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- En el nivel intermedio aparecen dos figuras, una tendida y otra de pie, esta
última lleva sus manos a la cabeza en gesto de lamentación. Bajo esta escena
aparecen dos animales, cuadrúpedos, muy esquematizados.
- En el tercero hay un carro (visto desde arriba) y un carrista (podría ser el difunto
o un heredero). Debajo a la izquierda hay un grupo de mujeres agarradas de la
mano y a la derecha una serie de hombres agarrados de la mano también. Podría
ser una danza ritual funeraria.
La parte baja de la estela acaba de forma triangular, apuntada, no presenta
grabados y sería la parte de la estela que permanecería enterrada por debajo del nivel de
suelo, en su colocación original. El reverso y los laterales apenas están trabajados,
permaneciendo únicamente desbastados.

A partir de aquí se ha establecido una relación estrecha entre la representación


de la Estela de Ategua y las representaciones de difuntos, y traslados de los mismos,
encontradas en la cerámica griega del periodo geométrico (periodo caracterizado por
elementos geométricos en la decoración. Al final de este período se han recuperado
grandes vasijas en las que aparece la escena de PROTHESIS, exposición del muerto, y
EKPHORIA (momento en el que el difundo es trasladado desde su hábitat hasta el lugar
de enterramiento). Esto nos indicaría que en la fase final de las estelas se recoge la
influencia de las gentes del Egeo. El estilo geométrico y loa forma de representar el
carro son claros indicios de ello, pero también el ceremonial funerario, basado en la
quema del cuerpo en una pira, el sacrificio de animales y las danzas rituales. Para
Bendala, la estela de Ategua es consecuencia del contacto con el mundo del Egeo.

ELEMENTOS DE CULTURA MATERIAL (¿FÓSILES-GUÍA?)

Antes de la llegada de los fenicios a las costas del sur peninsular, los indígenas
desconocían el torno de alfarero, por lo que las producciones cerámicas se realizaban a
mano y se cocían en hornos que no alcanzaban la suficiente temperatura como para
elaborar productos de alta calidad; eran hornos reductores sencillos que producían
cerámicas negruzcas que permitían que éstas pudieran elaborarse en el entorno familiar,
si bien y a tenor de los tipo documentados, ya existía un estilo común en un amplio
territorio del suroeste peninsular que demuestra una cierta identidad cultural común
desde momentos previos a la colonización. Tampoco se aprecia en las cerámicas
‘‘indígenas’’ una gran variedad formal y decorativa, aunque sí se detecta un sensible
incremento de las producciones en paralelo al crecimiento demográfico que se
documenta a partir del siglo IX en toda el área; a la vez, y como consecuencia de ese
crecimiento demográfico, se aprecia una mayor presencia de los grandes recipientes
para guardar los excedentes y posteriormente comercializarlos, al tiempo que aparece un
nuevo tipo cerámico con decoraciones muy cuidadas que debe relacionarse con las
necesidades de los nuevos grupos de poder y los ritos que los acompañan. Estas
cerámicas con decoraciones bruñidas comienzan a escasear a partir del siglo VIII,
cuando se generalizan las producciones a torno y se aprecia una mayor calidad en las
cerámicas indígenas, sustituyéndose las bruñidas por otras pintadas que, sin embargo,
mantienen las formas indígenas, una de las pruebas más evidentes de la interacción
30
entre ambas comunidades. No obstante, hay que señalar que nunca se dejaron de
elaborar cerámicas a mano en época tartésica, sobre todo los tipos destinados al
almacenamiento doméstico o a las ollas de cocina.

La cerámica bruñida

El tipo cerámico más indicativo del Bronce Final prefenicio es la denominada


cerámica con decoración bruñida, cuya dispersión abarca el valle del Guadalquivir,
Huelva y el sur de Extremadura, donde por su especial situación geográfica se
documentan tanto las bruñidas de influencia atlántica como las de origen suroccidental.

Las superficies de estas cerámicas son negras, si bien hay algunas variantes,
como en el caso de las onubenses, en cuya superficie mate se aplica la decoración
bruñida. Por otra parte, la decoración bruñida de las cerámicas del valle del
Guadalquivir y Huelva ocupa el interior de los vasos, en contraposición con las que se
distribuyen en la zona portuguesa, que lo hacen por el exterior, mientras que las que se
documentan en Extremadura lo hacen indistintamente por ambas superficies. El motivo
decorativo más significativo es la <<retícula bruñida>>, por las incisiones que van
formando redes. Las pastas pueden ser grises, gris oscuro y la superficie brillante. No
están mal hechas, están muy bien acabadas. Se vinculan a uso cotidiano. La
sistematización de estas cerámicas se debe principalmente a D. Ruiz Mata, quien las
divide en tres categorías:

- Formas abiertas: correspondientes a cazuelas de carena alta de donde arranca el


borde, copas o tazas de paredes finas y cuencos de casquete esférico,
especialmente abundante en época tartésica.
- Soportes en forma de carrete con baquetón en el centro.
- Los grandes vasos cerrados de almacén, entre los que destacan los de cuello
acampanado denominados à chardon, que perduran hasta el final del período
tartésico tanto a mano como a torno y que se documentan también en contextos
funerarios y rituales.
Aunque la cronología que se les atribuye no está exenta de polémica, parece que
los vasos más antiguos no rebasan el siglo IX, si bien algunos como Mederos elevan su
presencia hasta el siglo XI, mientras que dejan de producirse hacia mediados del siglo
VI, ya con una presencia muy escasa (Profesor dice hasta siglo VIII, aunque está el
problema de que las encontramos en los siglos VII y VI). Se encuentran fragmentos
sobre todo, pero si se conserva el borde superior se pueden reconstruir.

F. Gómez Toscano realiza una periodización de las cerámicas en tres horizontes:

- Horizonte Formativo (1200-1000 a.C.).


- Horizonte Clásico (1000-750 a.C.).
- Horizonte Residual (750-600 a.C.).
Las cerámicas tipo ‘‘Carambolo’’

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El otro tipo cerámico que se ha considerado como el <<fósil-guía>> de lo
tartésico ha sido el denominado Guadalquivir I o <<Carambolo>>, por ser en este
yacimiento donde se documentó con gran profusión en cantidad y formas, si bien ya se
conocían algunos fragmentos procedentes de la necrópolis de Mesas de Asta. Aunque
habitualmente estas cerámicas se han vinculado al momento prefenicio, hay quienes
abogan por su presencia en paralelo a la actividad colonizadora, aunque parece más
lógico pensar que se están utilizando formas claramente indígenas en las que se
comienzan a aplicar motivos decorativos geométricos habituales en la práctica totalidad
del ámbito mediterráneo en estos momentos.

Han sido muchos los investigadores que se han adentrado en su estudio, no


coincidiendo precisamente en sus respectivas valoraciones culturales; también es verdad
que las especiales circunstancias en las que fueron hallados los primeros fragmentos han
limitado y supeditado su estudio.

Son cerámicas a mano. Hay dos principales diferencias con el anterior tipo: son
cerámicas con decoración con pinturas de tonos rojizos u ocres, pastas amarillas y
anaranjadas; y aparecen motivos geométricos muy claros y delimitados (rombos, grecas,
rosetas, motivos vegetales,…). La tipología que ofrecen estos vasos decorados con
pinturas monocromas en rojo es similar a la descrita para las de retícula bruñida, aunque
con algunas variantes; así, los tipos que sirven de soporte para estas decoraciones son
principalmente cazuelas carenadas, vasos bicónicos, soportes en forma de carrete y
grandes vasos cerrados.

Su dispersión es muy significativa, pues es exclusiva de la zona nuclear


tartésica, habiéndose hallado sólo un ejempla en El Algarve portugués, concretamente
en el yacimiento de Nora Velha, en Ourique, mientras que un ejemplar que suele citarse
procedente de Medellín no parece que se corresponda con estos tipos meridionales.

El debate sobre la cronología de estas originales cerámicas está muy abierto,


sobre todo a partir de su asociación en el propio Carambolo con cerámicas a torno
fenicias y la analogía decorativa que muestran con los huevos de avestruz, lo que hace
muy dudoso su origen indígena, no tanto en la forma como en la decoración. Los
indigenistas han puesto estos motivos ornamentales geométricos en relación con los
ídolos-placa calcolíticos, por lo que serían el reflejo de una antigua tradición de las
gentes que habitaban el sur peninsular dos milenios antes de la llegada de los fenicios,
aunque no pueden explicar la ausencia de este estilo decorativo durante el largo espacio
de tiempo de la Edad del Bronce. En la actualidad, la mayor parte de los investigadores
lo vinculan con el fenómeno geométrico del Mediterráneo, atestiguando, además, en la
Península antes de lo que se pensaba, como han demostrado los lotes cerámicos hallados
en Huelva recientemente.

Por lo tanto, cada día hay más motivos arqueológicos para pensar que las
cerámicas <<tipo Carambolo>> son el resultado de los primeros momentos de la
colonización fenicia, lo que justificaría su limitada dispersión y escasa duración, pues

32
serían rápidamente sustituidas por otras producciones a torno de mayor calidad, como
las pintadas figurativas. Una fecha entre finales del IX y principios del VII parece
acorde con los contextos donde fueron halladas.

La cronología ha dado mucho que hablar. En el siglo XX estas cerámicas se ven


como tartésicas y con cronologías que van del siglo X al IX a.C. (coetáneas a las
anteriores). Pero otros investigadores de la US, más recientemente dan cronologías más
avanzadas, del siglo VIII a.C. Martín Almagro ve en la decoración una influencia del
mundo Egeo del protogeométrico y geométrico griego y en la cerámica ática del siglo
VI y V a.C. pero el problema es que estas son a torno y las formas no se parecen, por lo
que si estuvieran imitándolas, ¿sólo imitarían la decoración?

Lo que sí suscita unanimidad es la condición exclusiva de estas cerámicas,


utilizadas probablemente para contener bebidas destinadas al culto, siendo el vino uno
de los candidatos mejor situados, toda vez que su introducción en la Península es
paralela a la expansión de los motivos geométricos y, especialmente, a la colonización
del Mediterráneo occidental. Todas estas circunstancias, tipo de vaso indígena,
decoración inspirada en motivos mediterráneos, y uso exclusivo, parecen apuntar a la
existencia de uno o varios talleres especializados en algún punto de la desembocadura
del Guadalquivir o en la propia Cádiz, pues los análisis de pastas realizados sobre las
cerámicas de este tipo halladas en Huelva demuestran que no fueron fabricadas aquí,
sino que proceden de aquel entorno. Se habla de cerámicas de lujo, relacionadas con
cuestiones rituales y con actividades sociales no cotidianas.

A partir de finales del siglo VIII comienza a percibirse una menor calidad en las
cerámicas indígenas a mano, al tiempo que comienzan a escasear algunas formas
características de la fase inmediatamente anterior, como las cazuelas y los cuencos con
decoración bruñida interior y los <<tipo Carambolo>>. Por el contrario, comienzan a
hacer acto de presencia las cerámicas más comunes del mundo tartésico, las
denominadas cerámicas grises, producciones a torno que en realidad no son sino la
continuación de las cerámicas locales del Bronce Final, pero ahora realizadas con las
tecnologías introducidas por los fenicios.

OTRAS PRODUCCIONES DEL BRONCE FINAL TARTÉSICO

Toréutica

A pesar de la riqueza metalúrgica que preconizan todas las fuentes clásicas, no


parece que Tartessos se caracterice precisamente por una especial abundancia de
metales elaborados en los momentos más antiguos, por lo que llama poderosamente la
atención la parquedad de los objetos elaborados en plata, el mineral que ha servido para
justifica su auge económico y una de las principales causas de colonización. Por lo
tanto, la práctica ausencia de plata en el suroeste peninsular en los momentos previos a
la presencia de los fenicios es un dato más a tener en cuenta a la hora de valorar el
desarrollo tecnológico de las comunidades indígenas; sin embargo, sí es reseñable el
interés que muestran por las manufacturas en bronce, y ello a pesar de que no
33
disponemos de documentación sobre las necrópolis o los lugares donde pudieron
amortizarse estos objetos, pero a tenor de las numerosas armas rescatadas en los ríos y
otros depósitos y ocultaciones del Bronce Final, parece que su importancia fue patente.

Aunque estas armas y otros objetos de adorno personal son de clara filiación
atlántica, es más que probable que las halladas en el suroeste peninsular sean de
producción local, siguiendo esos modelos que también se atestiguan en el Mediterráneo
central, o al menos eso se desprende de su presencia en las estelas de guerrero de
composición básica y del conocimiento que demuestran en la elaboración de la
orfebrería. Así encontramos elementos en bronce como ‘‘asadores’’, cuencos, broches
de cinturón, fíbulas (de codo),…

Orfebrería

La gran cantidad de tesoros, ocultaciones y otras piezas de oro


descontextualizadas halladas durante el Bronce Final, son una muestra más que evidente
de la tradición de la orfebrería en la Península Ibérica; sin embargo, y a pesar de que
estas piezas proceden del cuadrante suroccidental, donde Portugal y Extremadura
acaparan la mayor parte de los descubrimientos, no hay indicios de su existencia en el
núcleo tartésico, lo que no deja de ser un dato de gran interés para entender, tal vez, uno
de los motivos de la colonización mediterránea, a la vez que puede dar la clave para
justificar los ricos hallazgos de origen oriental exhumados en esas tierras del interior,
donde el oro siguió siendo uno de los elementos más destacados. Los famosos torques
de oro macizo con decoraciones geométricas incisas, así como los brazaletes, las
diademas y las espirales, transmiten una uniformidad cultural que se ve reforzada por
otras manifestaciones como las estelas de guerrero o los depósitos de bronce que
también caracterizan estas mismas áreas del interior.

Encontramos recipientes y joyas de oro y plata: cuencos, torques, brazaletes,…

Destaca el Tesoro de Villena, hallado en un contexto no muy conocido. En


Alicante, muy lejos de la zona nuclear tartésica. Puede ser un posible ajuar de
enterramiento o un depósito votivo. En cualquier caso testimonia que en la Edad del
Bronce hay una importante actividad metalúrgica.

Eboraria

De nuevo debemos a G. Bonsor el primer estudio de los marfiles procedentes de


sus excavaciones en Los Alcores, a los que dedica una especial atención. Como ocurría
con los bronces o con otros elementos introducidos por los artesanos fenicios, los
marfiles han generado un gran debate sobre su significado, adscripción cultural y
cronología, aunque parece obvio por los tipos que nos han llegado, realmente singulares
dentro del ámbito Mediterráneo, que responden a una interacción artesanal cuyo
resultado es un producto netamente tartésico, como ya propuso A. Blanco, quien sin
embargo prefirió denominarlos orientalizantes. Los estudios más exhaustivos de los
marfiles se los debemos a M.ª E. Aubet.

34
Aunque la generalización de los peines de marfil se produce a partir de la
colonización oriental, en la Península se conocen otros ejemplares del Bronce Final,
caso de los documentados en la tumba de Roça do Casal do Meio, Cabeço de
Vaiamonte, la Mola d’Arges o el procedente del Cerro de la Mora entre otros, elementos
que además están asociados a fíbulas de codo, como ocurre en las representaciones más
arcaicas de las estelas de guerrero.

Muchas son piezas de importación y están justificadas en las estelas.

SOCIEDAD Y ECONOMÍA

A partir de todo lo dicho, podemos establecer una serie de hipótesis:

- Nos encontramos ante una sociedad constituida en jefaturas y clientelas. Hay


una serie de clanes, linajes, guerreros representados en las estelas,.. A partir de
los cuales se estructura toda una sociedad en forma de clientelas. Pero ¿y los
demás? ¿Hay esclavos, artesanos, campesinos,…? ¿Estos jefes son los
propietarios y los que controlan el comercio?
- Parece que la minería del cobre (importancia para obtener el bronce) y del
bronce; y la metalurgia del bronce y sus mejoras y el oro es una de sus
principales fuentes de riqueza, además de que dominan estas técnicas.
- La ganadería, según las estelas, cobraría un peso muy importante.

TEMA 1.3. TARTESSOS ORIENTALIZANTE


El término <<orientalizante>> es un concepto que conlleva cierta problemática.
Podemos considerarlo más bien como un concepto cronológico, que designa la llegada
de gentes orientales (fenicios) a la Península Ibérica y sus estrechos contactos con los
indígenas, lo que se denomina proceso orientalizante. Se trata de un periodo más o
menos bien delimitado cronológicamente, entre mediados del siglo VIII a. C. y
mediados del siglo VI a. C, momento en el que se produce la caída de Tiro, el tratado
entre Roma y Cartago y otros procesos políticos importantes que marcan una situación
geopolítica diferente en el Mediterráneo, de la que la Península Ibérica no es ajena.

El primer investigador que utilizó el término oriental al referirse a objetos que


siguen modelos orientales fue A. Blanco en 1956 y 1960. El autor distinguió entre
objetos orientales y orientalizantes. Estos últimos serían una copia de los primeros. Las
cerámicas estudiadas por A. Blanco hoy se cree que son fenicias. A estos dos trabajos
de A. Blanco siguieron los de E. Cuadrado en 1956, estudiando los recipientes rituales,
y de A. García y Bellido, el mismo año, refiriéndose a los jarros de bronces tartésicos.
El término orientalizante ha tenido aceptación desde entonces hasta hoy. Aunque hay
autores que defienden que hablar de periodo orientalizante es lo mismo que hablar de
colonización fenicia y que muchos de los objetos y bronces que se daban por tartésicos
serían fenicios y rodios, como J. Alvar. Hoy se considera que la influencia de gentes

35
orientales asentadas en la Península Ibérica fue muy importante, pero también lo es el
hecho de que los indígenas asimilaran sus aspectos y los hicieran propios.

Lo que está claro es que esta etapa supone el fin de la Edad del Bronce (y por
tanto de la Prehistoria peninsular) y el inicio de la Edad del Hierro (y de la Protohistoria
peninsular por tanto). Pero no es cambio brusco, sino que es un proceso paulatino y de
transición.

Para estos momentos se abre una discusión entre ‘‘autoctonistas’’ y


“difusionistas”, planteándose cuestiones tales como si sólo llegaron fenicios, también
otras gentes como chipriotas, griegos, etc. Y hasta qué punto cambian los ‘‘indígenas’’.
Los autoctonistas defienden que los fenicios ejercen una gran influencia, pero que las
poblaciones locales ya iban evolucionando por ellas mismas. Los difusionistas definen
que evolucionaban más por la acción de los foráneos.

No obstante, el papel de los intercambios con los fenicios en las


transformaciones es muy relevante. Esto supone que la sociedad tartésica poco a poco se
haga más compleja. Las élites son conscientes de su riqueza y la sociedad se torna a más
desigual, la jerarquía se acentúa y hay una marcada división del trabajo. A esta sociedad
más compleja se suman hechos como el levantamiento de murallas, el auge de la
economía del metal (surgen artesanos, mineros, campesinos, soldados,…); todo ello
gracias al estímulo de los orientales. Especialmente se desarrolla la minería de la plata,
aunque la del cobre continúa.

Dentro del debate entre difusionistas y autoctonistas; en relación al poblamiento


en el suroeste peninsular durante el periodo Orientalizante, hay una controversia entre
un continuismo o un hiato con respecto a la situación anterior. La Universidad de
Huelva ha considerado la existencia de dos grupos étnicos: los indígenas (descendientes
de las gentes del Bronce Final) y los fenicios. En cambio, los investigadores de la
Universidad de Sevilla plantean una ruptura con la etapa anterior, defienden la
existencia de una escasa población ‘‘autóctona’’ y el asentamiento en el territorio cada
vez mayor de gentes orientales.

Las áreas de estudio

Respecto a las áreas de estudio para esta época, los lugares son casi los mismos
que para el Bronce Final:

- Tierra llana de Huelva (Huelva, Tejada la Vieja y Niebla). Es la zona más


estudiada en los últimos tiempos.
- Golfo Tartésico y alrededores (Coria, Lebrija, Sevilla y Carmona). De aquí
tenemos informaciones estratigráficas pertenecientes a sondeos y muchas
prospecciones.
- Bahía de Cádiz: (Mesas de Asta). Zona excavada tras la Guerra Civil, además de
prospecciones en los años 90. Es un territorio muy desconocido que podría
deparar datos interesantes. En momentos romanos se conoce como Asta Regia,

36
vocablo que le otorga una destacada importancia; hay hipótesis que hablan de
que fuera la capital de una monarquía.
- Interior de la Provincia de Málaga (Acinipo) (también zonas costeras).
- Valle Medio del Guadalquivir y Campiña de Córdoba (Córdoba, Montoro,
Ategua, Torreparedones). Son grandes asentamientos.
Patrones de asentamiento

Estos asentamientos se encuentran en zonas elevadas, cercanas a rutas y vías


para su control (bien comunicados) y parece que se da un fenómeno de sinecismo, es
decir, una concentración de la población en grandes núcleos urbanos. El ejemplo lo
tenemos en Tejada la Vieja.

URBANISMO

El desarrollo del sistema urbano no se produce en el suroeste peninsular hasta el


establecimiento más o menos continuado de los fenicios; con anterioridad, tan sólo
conocemos algunos poblados desorganizados levantados a base de cabañas de planta
circular u ovalada. Lo cierto es que a partir sobre todo del siglo VIII empezamos a
disponer de datos de cierta relevancia que nos están hablando de cómo las comunidades
‘‘indígenas’’ del sudoeste van creando espacios residenciales más estructurados, que
podríamos llegar a denominar asentamientos urbanos. Un elemento importante en este
sentido lo muestra la aparición de murallas, observadas en Niebla, en Tejada la Vieja,
en Carmona y en Montemolín, quizá en Setefilla, etc. Por su propia naturaleza se trata
de trabajos comunales que ocupan sin lugar a dudas muchas jornadas de trabajo de los
que serán sus beneficiarios y que requieren ya una organización del trabajo evidente y
que implica además a gente diversas.

El amurallamiento de los poblados es, pues, uno de los primeros indicios de la


aparición de estructuras de poder sólidas que garanticen el éxito de la empresa. Sobre
los prototipos e inspiraciones de estas obras también se han pronunciado los estudiosos
reproduciéndose el debate sobre lo que pueden tener de autóctono o sobre lo que puede
haber de influencia foránea. Resulta difícil emitir un veredicto incontrovertible aunque
quizá podamos llegar a una situación de compromiso si pensamos que, en último
término, la construcción de una muralla, más allá del sentido simbólico que pudiera
tener, tenía la finalidad práctica de proteger los bienes y las cosechas de la comunidad
que resguardaba tras ella. Una situación de generación de excedentes susceptibles de ser
protegidos es consecuencia de procesos económicos que han provocado el tránsito a la
misma desde una economía de subsistencia y también resultado de la aparición de
individuos que, estimulados por los beneficios a conseguir de comerciantes extranjeros,
logran imponer al grupo social del que forman parte una serie de obligaciones mediante
mecanismos de coerción real o simbólica. La construcción de una muralla presupone la
existencia de una autoridad que obliga a los miembros de la comunidad a prestar parte
de su trabajo en aras de la consecución de un objetivo considerado de interés para dicha
comunidad y presupone también una disponibilidad de recursos alimenticios (particular
o comunal).
37
A pesar del desconocimiento que tenemos del trazado urbano de los
asentamientos tartésicos, algunos investigadores han propuesto la existencia de
auténticas acrópolis donde se ubicarían los edificios públicos más significativos, obras
públicas de gran empaque que sugerirían la existencia si no de un urbanismo como tal
sí, al menos, de una serie de medidas para adecuar y regularizar el hábitat a las nuevas
funciones que poco a poco iba a desempeñar. Así ha sido definido el espacio donde se
hallaron las construcciones de Montemolín, el Cabezo de San Pedro o algunos espacios
sin excavar pero que ofrecen condiciones idóneas para guardar restos arqueológicos
significativos, como la Mesa de Setefilla. La verdad es que carecemos del más mínimo
dato arqueológico que nos ayude a contemplar esta hipótesis; sus defensores ponen
como ejemplo los conocidos casos de Grecia, Etruria y el Lacio, pero olvidan su
inexistencia en el Mediterráneo oriental y central. En cualquier caso es un debate vacío
hasta que no se pueda excavar un poblado en toda su extensión, pero por el momento
sólo podemos hablar de significativos edificios de carácter público aislados,
relativamente alejados de los núcleos urbanos, o bien de construcciones singulares
dentro de los complejos urbanos.

Como es lógico, los poblados evolucionarían de distinta forma dependiendo de


su funcionalidad; así, se aprecian diferencias importantes entre los poblados de vocación
minera o metalúrgica, los instalados en zonas dedicadas principalmente a la explotación
agropecuaria y los costeros, cuya función principal es la comercialización de todos esos
productos y el desarrollo del artesanado.

ASENTAMIENTOS TARTÉSICOS DEL ÁREA ONUBENSE

Huelva (Onuba)

Huelva parece que estuvo habitada como mínimo, ya en el siglo X a.C., debido a
la evidencia de restos de ocupación. Pero el problema es que es una ciudad histórica,
por lo que hay dificultades para realizar trabajos arqueológicos. Además Conocemos
poco la estructura del trazado urbano de Onuba, y ello a pesar de las numerosas
excavaciones de urgencia llevadas a cabo en la ciudad.

Su topografía ha cambiado mucho. En los tiempos que estudiamos era más


complicada, con cerros dispersos que dejaban vaguadas, lagunas, etc. Hoy en día
muchos de esos cerros se han allanado, por lo que es información arqueológica perdida,
sobre todo junto a Río Tinto y al Odiel, vías de comunicación naturales con la costa
(puerto). Los cerros que nos quedan y que destacan son los del Cabezo de San Pedro, La
Joya (zona de necrópolis) y el Cerro de la Esperanza.

Parece que la mayor parte de la población se encontraba en las laderas de los


cabezos. Pero a lo largo del siglo VII, se observa una ocupación también en zonas más
bajas cercanas al puerto, que tenía un carácter de internacionalidad.

El Cabezo de San Pedro es considerado por algunos investigadores como el


lugar que pudo albergar la hipotética acrópolis de la ciudad tartésica, entendida esta

38
como el lugar donde se establecería el poder político y religioso del territorio dominado.
En este cabezo se ha documentado un asentamiento anterior a la colonización fenicia,
pero es hacia mediados del siglo VIII cuando se detecta una mayor actividad
coincidiendo con la presencia efectiva de los fenicios.

Destaca aquí una estructura, documentada en los años 70, considerada como un
muro. Se trata de una estructura sin fosa de cimentación, de la que se documentaron casi
10 m de altitud, singular, porque está levantada con mampostería de piedra (pizarra), de
la que se conservan dos lienzos interrumpidos por una pilastra, un machón de sillares de
caliza dispuestos a soga y tizón a modo de una especie de pilar. La técnica llama la
atención, no tiene nada que ver con lo visto hasta ahora en la P. I.; es una técnica
depurada y de claro avance tecnológico.

Se inserta en un contexto de mediados del siglo VIII a.C., fecha en la que como
he dicho los fenicios estaban presentes. Se considera que los que levantaron el muro
debían ser orientales o ‘‘indígenas’’ bajo consejo de los orientales. Entre las razones de
su importancia y consideración fenicia o de su influencia podemos destacar: la técnica
más avanzada, la unión de mampostería y sillería que se hacía en oriente y el
requerimiento de una mano de obra y planificación que hasta esos momentos no se
conocen. En su contexto arqueológico encontramos materiales a mano, pero también un
fragmento a torno (algo oriental).

Son muchas las interpretaciones que se han vertido sobre la funcionalidad de


este muro: para algunos un simple paramento para contener los movimientos de tierra
del cabezo (frente a posibles derrumbes hacia la ladera donde vivían las gentes), para
otros como Almagro Gorbea una autentica muralla o muro que acotaría una posible
acrópolis para separar los habitantes importantes que vivirían en lo alto del cabezo, del
resto de población. Lamentablemente, no se han podido realizar excavaciones en
extensión sobre el cabezo, por lo que cualquier hipótesis sobre la funcionalidad del
muro es difícil de contrastar.

A partir del siglo VII, la intensificación de la actividad metalúrgica y su


comercialización a gran escala, va a producir un crecimiento económico que se
plasmará en el aumento de la construcción en las zonas bajas de la ciudad,
construcciones que ahora se levantan con plantas rectangulares sobre zócalos de piedra
y alzados de adobe y suelos de arcilla roja o tierras bien apisonada como en la calle del
Puerto, donde se han exhumado construcciones en las que se documentaron escorias de
fundición de plata y hornos que demuestran todo esto. Estas estructuras presentan una
clara influencia oriental. Además hay otro dato que demuestra la gran vitalidad de este
periodo, y es la superposición de estructuras. Se habla de auténticos barrios industriales.
Pero esto no quiere decir que no sigan existiendo cabañas circulares u ovaladas hasta al
menos el siglo VI, lo que nos ilustra una vez más sobre la agudización de las
desigualdades sociales en la sociedad tartésica a partir de la colonización.

39
En otros puntos destacan estructuras del siglo VI como en la calle Botica, que
presenta un pavimento de conchas que podría representar un posible espacio sacro; la
calle Méndez Núñez con estructuras asociadas a pavimentos de tierra apisonada y
rojiza. Todo esto demuestra que Huelva es un enclave principal y punto de comercio en
estos momentos; no sólo con fenicios, sino también con griegos. En la calle Puerto
podemos encontrar estructuras circulares junto a una habitación que han sido
interpretadas como hornos de fundición de plata.

Se han encontrado también un gran número de materiales, aunque fuera de


contexto, indígenas, fenicios de Chipre, Cerdeña, Grecia,… Las cronologías son muy
antiguas, mediados o finales del siglo IX. Encontramos mucha cerámica de uso
cotidiano, lo que nos indica que eran gentes que iban allí para comercializar y que iban
a quedarse, Huelva era un foco de atracción. La construcción del muro del Cabezo de
San Pedro demuestra la implicación directa de los fenicios en momentos muy antiguos,
tal vez coincidentes con la colonización o instalación efectiva de estos en Huelva. No
debemos olvidar que la frecuentación de los fenicios en Huelva, aunque sea de un modo
esporádico, data de al menos un siglo antes, como hemos visto gracias a los materiales
exhumados en el solar de la calle Méndez Núñez.

Hay varias opciones: que existan comunidades foráneas que viven ya en Huelva;
que los fenicios trajeran materiales de otras zonas como Chipre o Grecia. Incluso se
plantea la posibilidad de que todo esto tuviese algo que ver con un santuario, entendido
esto en el hecho de que los emporios comerciales solían tener lugares sacros, pues el
comercio y la religión están muy unidos (las divinidades hacen que ambas partes que
comercien salgan favorecidas, se rinden ofrendas en los templos antes de partir a
comerciar por el mar, así como al llegar a puerto).

No podemos dejar atrás aquí, el hallazgo del llamado ‘‘Casco griego de


Huelva’’. Se trata de un casco datado en el siglo VII a.C. y encontrado en la ría de
Huelva. Se plantea la hipótesis de que fuera arrojado al agua como exvoto. Además
destaca la marcada inutilización del casco previa de manera intencionada para que no
volviese a ser usado.

Tejada la Vieja

Tejada la Vieja es hoy por hoy es el poblado tartésico mejor conocido gracias
tanto al significativo espacio excavado como a las sucesivas publicaciones que de sus
trabajos ha realizado el Servicio de Arqueología de la Diputación de Huelva. Tejada la
Vieja simboliza el poblado tartésico amurallado por excelencia, con fechas además muy
antiguas que nos trasladan al siglo VIII, en consonancia, tanto cronológica como
técnica, con la muralla del Castillo de Doña Blanca, de innegable autoría fenicia y
modelo en el que se inspiran las murallas de poblados tartésicos.

Tras la excavación de una profunda zanja de cimentación, la antigua muralla de


Tejada se levantó sobre un elevado zócalo de grandes bloques de piedra caliza sobre el
que se alzaron dos lienzos paralelos, el exterior en talud y enlucido de cal, cuyo espacio
40
interior se macizó a base de piedra, tierra y cerámica; la muralla se remató en algunos
de sus tramos con bastiones semicirculares construidos con la misma técnica. A finales
del siglo VI a.C. de la antigua muralla un nuevo lienzo también en talud pero protegido
ahora por bastiones rectangulares levantados a base de lajas de pizarra. El resto del
alzado de sendas murallas sería de adobe o tapial, como el de los muros de las casas.

Si la primera muralla puede obedecer a un objetivo más simbólico que defensivo


para enfatizar su rango urbano, la segunda parece que más bien responde a la
inestabilidad que se percibe en el tránsito hacia la época turdetana, como se ha
documentado en otros yacimientos meridionales; entendido esto en el marco de que se
trata de un centro minero y se querría evitar el robo y fomentar la defensa.

El problema de Tejada es que apenas se conocen restos de habitación del siglo


VIII, lo que ha puesto en serias dudas la datación de su primera muralla en fechas tan
antiguas, máxime cuando los materiales de los niveles inferiores siempre se asocian,
aunque sea de forma discreta, a cerámicas a torno.

Por último, cabe recordar que el trazado urbano que se conserva de Tejada
pertenece casi exclusivamente a su última fase de ocupación, es decir, el siglo VI a.C.,
por lo que desconocemos su entramado urbano más antiguo, probablemente constituido
por cabañas circulares irregularmente repartidas por el altozano, propio de las
comunidades indígenas.

En definitiva, Tejada surge como un centro estratégico (posiblemente por


sinecismo) en una zona de serranía entre las zonas extractivas de Aznalcóllar y las
metalúrgicas de San Bartolomé de Almonte y la propia Huelva, aunque sus excavadores
no descartan que también se llevasen a cabo labores extractivas en su entorno
inmediato.

Niebla (Ilipla)

Niebla es sin duda otro de los centros importantes para entender la


estructuración del territorio tartésico en la Tierra Llana de Huelva, como han puesto de
manifiesto los exhaustivos trabajos llevados a cabo por la Universidad de Huelva.

La ubicación de Niebla junto al río Tinto le permite dominar el eje de


comunicación entre la zona minera y la propia Huelva; además, está fácilmente
comunicada con el valle del Guadalquivir, lo que le confiere esa posición estratégica
que se manifiesta en su pronta ocupación y en la importancia de los materiales
localizados en las numerosas excavaciones realizadas en su interior desde el pasado
siglo; sin embargo, la continua ocupación de la ciudad hasta nuestros días nos impide
conocer su trazado urbano y algunos de los significativos edificios de carácter público
que debió albergar. Destaca también por estar cerca de zonas agrícolas importantes.

La Universidad de Huelva la fecha ya en el Bronce Final, mientras que la


Universidad de Sevilla, considera que podemos considerar Niebla como entidad urbana

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sólo a partir del siglo VIII a.C. Lo que está claro es que tiene un papel importante en el
siglo VII a.C.

Del urbanismo intramuros no se conoce nada. Lo que sí se sabe es que existía


una muralla con un bastión semicircular; y los materiales hallados hablan de reformas.
Aunque la US dice que no, que todo es de periodo orientalizante y nuevo. En la muralla
orientalizante se han encontrado materiales fenicios.

Cerro Salomón (Riotinto, Huelva)

Es un yacimiento que ya no existe, fue destruido debido a las actividades


mineras. En él, las casas excavadas responden a un trazado ortogonal que denotan las
nuevas tendencias constructivas, aunque la modestia de los materiales utilizados y la
escasez de materiales significativos han hecho que se interprete el lugar como un
poblado minero. Se ha fechado entre finales del siglo VIII, pero sobre todo los siglos
VII y VI a.C.

Las estancias presentan zócalos, pizarras y suelos planos. El alzado es de adobe


o tapial. Había una zona de vivienda y un lugar de trabajo. Se han encontrado elementos
relacionados con la metalurgia, no se han hallado hornos para metales; pero sí hay
escorias, turberas,… y un posible horno hecho mediante un agujero natural en el suelo.

Este yacimiento muestra la concentración en hábitat de una población junto a la


propia mina que había vivido dispersa con anterioridad.

La copelación de la plata en Tartessos

Llegados a este punto se hace imprescindible hablar de la copelación de la plata


en Tartessos. La copelación es una técnica que permite, a partir del mineral de plomo
argentífero, obtener plata. Este tema ha dado mucho que hablar, destacan sobre todo los
estudios de R. Izquierdo.

Que el suroeste ibérico fue rico en metales, y que entre ellos figuraba la plata
demandada por los fenicios, son cosas bien sabidas. La investigación está dividida entre
quienes defienden procesos locales y quienes dan más importancia al impacto foráneo
producido por la colonización fenicia. Por una parte, se ha sostenido el origen autóctono
del uso de la plata y de la técnica de la copelación, que llegarían a época tartésica como
herencia de las culturas de la Edad del Bronce que se asentaron en Andalucía occidental
durante el segundo milenio a.C. Según esta posición, habría una continuidad entre el
mundo prehistórico pretartésico y la fase tartésica propiamente dicha, ya de comienzos
del primer milenio a.C. Por otra, se ha defendido la idea de la llegada de la copelación
sólo a partir de la presencia en Tartessos de los fenicios, quienes habrían introducido
esta técnica desde Oriente.

Parece que esta técnica ya se conocía en el Bronce Pleno, pero lo que está claro
es que en el primer milenio a.C., las gentes del suroeste peninsular no la conocían. Las

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evidencias aparecen cuando llegan los fenicios, por lo que ellos pudieron introducirla o
reintroducirla.

Aunque con matizaciones, la definición más explícita del proceso de copelación


de la plata en época tartésica la ha dado Fernández Jurado. Esta técnica consiste en un
proceso que constaba de dos fases:

- La fusión. Consistía en colocar el mineral molido junto con el fundente


(sustancias que ayudan a la combustión) y someterlos a la acción del fuego,
alcanzando temperaturas de hasta 1100 ºC. Así resultaban dos productos: la
escoria y el régulo. El régulo constituía en realidad un conjunto de plomo, plata
y oro, con restos de otros elementos. En este primer paso el plomo actúa como
captador de metales nobles. La escoria se tira.

- La copelación propiamente dicha. No sabemos exactamente que son las copelas,


pero parece ser que eran un tipo de recipientes. El régulo se colocaba en una
copela y se exponía a la acción del fuego para dejar libre los metales nobles. El
plomo quedaba liberado a la atmósfera y adherido en forma de litargirio (óxido
de plomo) a las paredes del cuenco usado como copela, quedándose así la plata.

Las técnicas que intervenían en el proceso necesitaban una infraestructura


determinada, de la que formaban parte tanto utensilios específicos como dependencias
concretas. Los hornos de copelación son mal conocidos. Parece que consistieron en
simples hogares al modo de las fraguas de herrero, en los que se depositaban las
copelas, con el régulo en su interior y se sometían a la acción del fuego. En este trabajo
también eran necesarias toberas que mantuviesen la temperatura adecuada para la fusión
del plomo. Su forma no difiere de la que presentaban los hornos de fundición, pero en
este caso la cara exterior no tiene escoria alguna sino la superficie quemada por el
fuego.

Los yacimientos en los que se tiene constancia de que se llevó a cabo este
proceso se agrupan en torno al Golfo Tartésico y Rio Tinto sobre todo y son: Monte
Romero, Riotinto, Tejada la Vieja, Peñalosa, Niebla, San Bartolomé, Huelva, Cerro de
la Albina y Campillo.

CASTILLEJOS DE ALCORRÍN (MANILVA, MÁLAGA)

Está situado a 2,5 km de la costa. Sería un enclave cerca de la costa, pero en


primera línea.

Destaca por tener dos recintos amurallados muy potentes: uno interior y otro
exterior. En cuanto a lo primero se ha interpretado como una acrópolis. Estos muros van
precedidos de fosos. El llamado Edificio A demuestra una organización muy
desarrollada, con un acceso de pavimento de conchas, compartimentación en estancias,
hogares, etc. A partir de los materiales se fecha entre último cuarto del siglo IX-
principios del VIII.
43
El yacimiento, localizado en el año 1989 en el Cerro de los Castillejos, está considerado
por los expertos como uno de los diez más importantes de la época en Andalucía. Los
restos corresponden a una fortaleza de siglo octavo. El recinto arqueológico, de la
cultura tartéssica, presenta según los expertos singularidades como su extensión (una
dimensión de 22 hectáreas, equiparable a los edificios más grandes de la época), la
novedad de sus construcciones para la defensa del territorio y la conservación del
trazado del recinto prácticamente completo. Posee dos recintos amurallados muy
potentes tanto en el exterior como en el interior. Un hallazgo de gran interés que la
Junta de Andalucía ha querido proteger, declarando esta zona como Bien de Interés
Cultural.

La muralla presenta una anchura de 4,30 metros, una potencia conservada de


1,68 metros de altura, con once hileras de piedras. A lo largo del perímetro de
construcción aparecen torreones que evidencian el potencial de desarrollo de este
poblado, gracias al comercio con los fenicios, y las soluciones arqueológicas complejas
para la defensa de este asentamiento. Así, el recinto pudo servir de refugio a las
jefaturas que controlaban el territorio. Los arqueólogos que han trabajado en las
prospecciones confirman que esta fortaleza no está aislada. A menos de un kilómetro en
dirección sur se encuentran materiales de una atalaya que comunicaba visiblemente el
asentamiento con la costa.

Las investigaciones realizadas no han podido determinar el grado de ocupación


de este territorio, sin embargo, apuntan a que no estuvo en uso más de un siglo. Los
materiales encontrados señalan que en el año 530 se vuelve a ocupar por los romanos,
como cantera de materiales o para estabular ganado. Han aparecido materiales
cerámicos consistentes en fragmentos de cazuelas y ollas para cocinar y almacenar
alimentos, elaboradas todas ellas a mano, predominando los acabados bruñidos, típicos
del Bronce Final. Además, en un determinado tramo se ha encontrado un grafiti que está
siendo objeto de muchos debates.

ÁREA DEL BAJO GUADALQUIVIR

Mesas de Asta (Cádiz)

En el área del Bajo Guadalquivir tampoco disponemos de mucha información


sobre el trazado urbano de los asentamientos tartésicos, pues tan sólo contamos con
restos de construcciones documentados en algunas ciudades como consecuencia de las
numerosas excavaciones de urgencia practicadas en sus cascos urbanos.

Uno de los lugares más interesantes –aunque desgraciadamente poco conocido a


pesar de las excavaciones que se llevaron allí a cabo entre los años 40 y 50 del pasado
siglo (sondeos de época postshulteniana, en los que no hubo rigor, por tanto son

44
informaciones perdidas) y las prospecciones de los 90, de las que se han recogido gran
cantidad de materiales-, es Mesas de Asta, en el término municipal de Jerez de la
Frontera. En su momento, el asentamiento estuvo ubicado junto a la orilla del antiguo
Golfo Tartésico, cerca además del estuario del Guadalete, un lugar privilegiado donde
sin duda debió de existir un área urbana de grandes dimensiones a tenor de la magnitud
de su necrópolis. Se han documentado 1000 tumbas en superficie, muchas de época
romana; 500 de las cuales se piensa que son del periodo orientalizante.

Hasta el momento sólo se han detectado importantes asentamientos, tanto del


Bronce Final como de época tartésica, que dejan grandes espacios sin ocupar entre ellos.
En los poblados de cabañas se han encontrado materiales fenicios fechados en torno al
siglo VIII, mientras que a partir del siglo VII a.C. se generaliza la construcción de casas
de planta rectangular. Se puede asegurar que en periodo orientalizante estaba ya
ocupado.

También se ha encontrado cerámica del tipo Carambolo con decoraciones de


ánades y patos, animales relacionados con la diosa Astarté. El yacimiento está
abandonado.

CARMONA (SEVILLA)

Merece hacer mención también el yacimiento de Carmona, interpretado como


asentamiento indígena a partir del siglo VIII a.C. Sobre sus inicios hay escasos datos,
pero sí hay más en momentos posteriores. Se piensa que hubo una comunidad de
orientales instalada durante el Periodo Orientalizante. Se trata de un enclave estratégico
junto a un río, con un dominio visual grande.

Destacan los restos de una escultura descubierta en 2002 de una mujer, de la que
no se sabe el contexto. Tiene rasgos geométricos y palmetas y consta de un vestido. Se
ha puesto en relación por paralelos con la dama de Auxerre (escultura cretense). Cabe la
posibilidad de que sea una figura parecida, fechada a comienzos del siglo VI a.C. Esto
nos habla de la posible existencia de artesanos provenientes de Oriente y del entorno del
Egeo.

MUNDO FUNERARIO ORIENTALIZANTE

La Arqueología protohistórica basa buena parte de su conocimiento en las


necrópolis, una documentación imprescindible para abordar con cierta solvencia los
estudios sobre la organización social de los vivos, pero también porque adopta una rica
documentación capaz de ilustrarnos sobre las costumbres cotidianas de nuestros
antepasados, su régimen alimenticio, enfermedades, media de edad, etc. Con respecto al
mundo tartésico, su estudio se hace aún más imprescindible toda vez que carecemos de
trabajos en extensión que nos faciliten la comprensión de su sistema social a través de
los escasos restos de hábitat documentados, por lo que las distintas hipótesis que se
vienen realizando sobre la jerarquización y estratificación social derivan
fundamentalmente de las necrópolis excavadas.

45
A diferencia de los momentos del Bronce Final, para esta etapa si disponemos de
necrópolis. No obstante existen una serie de problemas. Si antes no hay necrópolis, no
tenemos comparación para entablar un punto de partida. El desconocimiento casi total
de la situación anterior, nos plantea dudas en cuanto a la atribución cultural de las
necrópolis de este momento. Si debemos adjudicarlas a tartesios aculturados o a
fenicios; y esos modelos de conductas funerarias ¿se debe a que los indígenas cambian
de rito, o a la llegada de orientales y su influencia?

A esto se suma el hecho de que no hay muchas necrópolis excavadas, buena


parte son de excavaciones antiguas. Por lo su conocimiento es fragmentario o
incompleto.

En cuanto a las cronologías, podemos establecerlas principalmente entre el siglo


VII y el VI a.C., momento de auge de estas gentes. Aunque las tumbas desaparecen
hacia finales del siglo VI a.C.

El rito funerario más utilizado es el de la cremación. Aunque también


encontramos inhumación. La cremación era individual generalmente, y de cremación
secundaria. Se depositaban los restos del difunto primero en el ustrinum (quemadero)
donde se llevaba a cabo la cremación y luego se llevan los restos al lugar de la tumba.
También se podían practicar en ustrina colectivos, o se quemaba al difunto en la propia
tumba directamente. Los restos se depositaban generalmente en urnas (a mano o a torno,
entre las que destacan los vasos á chardon o las urnas tipo Cruz del Negro).

El origen de la cremación ha sido sometido a debate entre los partidarios de un


origen autóctono y los que, con más argumentos, consideran que su origen hay que
buscarlo en la acción de los fenicios. El resultado al que llegan los defensores de esta
manera de analizar el ritual funerario tartésico es que antes de la llegada de los fenicios
las poblaciones del sudoeste de la Península practicaban rituales que no han dejado
huella arqueológica o la han dejado sólo indirecta, por lo que no conoceríamos ninguna
tumba de los momentos previos a la llegada fenicia a Iberia y que, al mismo tiempo, esa
misma población autóctona habría permanecido, en gran medida, refractaria a esos
nuevos rituales y seguiría usando sus ritos ancestrales, invisibles para el registro
arqueológico.

Lo anterior justificaría el hallazgo de armas y otros objetos en el fondo de


algunos lechos de ríos. El problema está en saber si los muertos fueron arrojados a las
aguas una vez cremados, aunque también se ha aventurado la posibilidad de que se
llevaran a cabo ritos de exposición antes de deshacerse del cuerpo, pero nunca
podremos disponer de datos para cotejarlo. Sabemos que la incineración hace acto de
presencia real con los Campos de Urna del Bronce Final (Urnenfelder) en el noreste
peninsular, lo que abre la posibilidad de que haya sido gente de esa cultura la que haya
contribuido a su expansión por el resto de la península; no podemos olvidar que las
estelas de guerrero también hacen acto de presencia en el sureste francés, lo que acerca
ambos fenómenos culturales. También se habla de egeos.

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Lo que nos muestra la realidad arqueológica en muchos casos parece ser más
bien la adaptación de ciertos procedimientos rituales, quizá de origen fenicio, pero
reinterpretados para satisfacer unas nuevas necesidades. Será este proceso el que
caracterice la ritualidad tartésica con respecto a la muerte en el sentido de que será la
ostentación, la acumulación de objetos, la realización de estructuras funerarias
complejas y costosas lo que proporcionará los elementos principales para entender este
proceso; será aquí donde radique la diferencia principal entre las necrópolis más
antiguas y las necrópolis correspondientes ya a un periodo en el que se están
produciendo cambios sociales, económicos e ideológicos.

El ritual de la inhumación es minoritario, aunque convive con la cremación, a


veces en la misma tumba.

También está el problema de quiénes son enterrados aquí: ¿indígenas, orientales


o las dos cosas? Problema de la etnicidad.

En el proceso de cremación se piensa que había una serie de prácticas rituales.


Parece que después de la cremación se lavaba el cadáver, incluso los huesos resultantes
de las cremaciones que quedaban, puesto que están muy ‘‘limpios’’. Se habla también
de quema de esencias, libaciones (vertido de leche, vino, perfumes, etc.), etc., a raíz del
descubrimiento de recipientes de este tipo. Además se piensa en la posibilidad de
banquetes funerarios (silicerna) debido al hallazgo de copas, platos, jarros, etc…
aunque surge de nuevo el problema del origen (¿de dónde proceden estas prácticas?).

La mayor parte de las necrópolis que conocemos se sitúan cerca de los lugares
de hábitat y junto a vías de tránsito. Esto es lógico, porque si quieres ir a ellas necesitas
un camino y que no estén alejadas. No obstante, hay algunas necrópolis que no se saben
a qué población pudieron pertenecer o estar vinculadas. Además parece que estaban
separadas de los poblados por cursos de agua.

Podemos distinguir dos tipos de necrópolis: las tumulares y las planas.

- Las necrópolis tumulares constituyen una pequeña colina o túmulo de tierra y


piedras de 2 o 3 m de alto. Se usan durante varias generaciones, llegando a
constituir túmulos colectivos, aunque algunos cubrían tumbas individuales.
- Las planas. No tienen cubierta tumular, se dejan sin cubrir, como por ejemplo es
el de Mesas de Asta y Medellín. Se discute si de verdad existieron y si alguna
vez tuvieron un túmulo que se ha perdido.

La tipología de los enterramientos es sencilla y muy diversa (no encontramos


dos iguales) y evoluciona a lo largo del tiempo, lo que implica una serie de cambios
sociales, caracterizados por una mayor jerarquización de la sociedad. El tipo más
sencillo es una fosa u hoyo simple, que si contiene cremación suele ser oval o circular y
si es una inhumación tiene tendencia rectangular. Como la mayoría son de cremación,

47
normalmente son fosas ovaladas sencillas de 70 cm de diámetro en las que se deposita
la urna y algún ajuar.

Por otro lado, se constata la existencia de una cista o fosa revestida de losas de
piedra, aunque también las hay que están revestidas con una capa de arcilla. En este tipo
de fosas nos podemos encontrar urnas o los huesos directamente sobre el terreno.

Por último, estarían las cámaras sepulcrales que son las menos normales, pues
necesitan cierto conocimiento de construcción y, además, este tipo de enterramiento se
suele asociar con la aristocracia. Todo esto nos habla de que hay gentes con sepulturas
sencillas y otras con sepulturas más complejas, lo que puede implicar una jerarquización
social.

Algunas cámaras sepulcrales han sido denominadas tumbas ‘‘principescas’’. Se


han llamado así por atribuirse a un personaje relevante de una sociedad, bien por su
importante ajuar, por su monumentalidad constructiva o por los dos, aunque ambos
aspectos suelen venir muy juntos. No se conocen muchas, algunas de ellas son: las
tumbas 5, 9, 17 y 18 de La Joya (Huelva); el túmulo de ‘‘El Palmerón’’ (Niebla,
Huelva); los túmulos A y H de Setefilla (Lora del Río, Sevilla); el túmulo de la Cañada
de Ruiz Sánchez (Carmona, Sevilla), etc.

Respecto a los ajuares, son muy variados y no hay un ajuar estandarizado. Hay
desde tumbas que no tiene ajuar hasta otras que tienen muchos elementos. Suelen
predominar los materiales que podemos considerar indígenas o de tradición indígena
(cerámicas a mano, fíbulas, broches de cinturón, armas: ¿pueden indicar conflictos?,
elementos en bronce y en hierro), por lo que se piensa que la mayoría de las tumbas
pertenecían a ellos, aunque también encontramos materiales de origen o inspiración
oriental como la cerámica a torno, los marfiles, joyas en oro o plata como anillo o
pendientes, o escarabeos de influencia o procedencia egipcia.

A pesar de todo, hay ciertos elementos que se repiten en el ajuar. Este ajuar se
conoce como “servicio ritual” (en bronce) a partir de los hallazgos de La Joya. Está
constituido por un jarro, un recipiente nombrados como ‘‘braserillos’’ (bandeja para
contener líquidos) y los quemaperfumes (thymiaterion) (se debate si todo esto pertenece
a los indígenas o a los orientales, si los estos los han hecho y los indígenas los usan
deberíamos plantearnos la aculturación, sino deberíamos plantearnos cómo los
hicieron). Todo esto nos habla del ritual de la libación (aspersión de un líquido en
ofrenda a un dios) en el que se vierte un líquido contenido en un jarro en un barreño o
palangana, que es el braserillo. También destaca la aparición de pateras y jarras para las
libaciones, y bastantes ánforas y ollas, que unidos a los huesos de animales que se han
encontrado, nos lleva a pensar que se realizaban banquetes funerarios.

Todo esto nos lleva a una serie de preguntas: ¿Qué significado tenían los objetos
“orientales” para los tartesios? ¿Aculturación o interacción? El ritual de la libación es
una costumbre oriental, además de que muchos objetos de los ajuares son orientales o
tienen influencia oriental. Se ha creado así un debate en el que se discute si estamos ante
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unas élites aculturadas o con influencia del mundo oriental o si esos personajes
enterrados son orientales.

La Joya (Huelva)

La necrópolis de La Joya es la que nos brinda todos los datos para analizar con
cierta base el ritual funerario de la zona de Huelva. La necrópolis se extiende sobre uno
de los cabezos de la ciudad, La Joya, donde se han localizado hasta 19 tumbas
organizadas en la parte más alta del cerro, el llamado sector A; pero también se ha
excavado la ladera, el sector B. Destacan las excavaciones por método Wheler en los
años 60 y 70 de Juan Pedro Garrido y Elena Horta. El estado actual del yacimiento es
deplorable. El lugar presentaba numerosas dificultades para realizar con todas las
garantías su excavación arqueológica, pues a la erosión ocasionada por la plantación de
numerosos árboles y viñedos en el lugar; además, la especial composición de sus niveles
geológicos hace que los suelos tengan una extrema dureza.

Aunque el ritual es variado, predomina claramente la cremación, rito al que


pertenecen 12 tumbas, mientras que se documentaron 6 inhumaciones y una sola tumba
donde se practicaron ambos ritos.

Dentro de las cremaciones encontramos también variaciones: pueden ser simples


en hoyo, como las correspondientes a las tumbas 3, 6, 7 y 15, que se caracterizan por la
presencia de la urna con los huesos quemados en su interior y un sencillo ajuar que a
menudo consiste en un cuchillo de hierro afalcatado acompañado en un caso por una
fíbula tipo Alcores y, en otro, por una pulsera de bronce y una lámina de plata; salvo el
plato de cerámica gris de la tumba 3 usado como urna, el resto pertenece al tipo <<Cruz
del Negro>>, siempre realizado a torno. En otras ocasiones las urnas se colocaban en
fosas de cremación de las formas más variadas, aunque siempre de tendencia
rectangular, acompañadas de un rico ajuar, caso de las tumbas número 1, 2, 5, 11, 12 y
16; las urnas son de lo más variadas, pues las hay desde las de tipo <<Cruz del Negro>>
realizadas tanto a torno como en bronce, hasta las de tipo globular a mano; en los
ajuares se introducen una variada cantidad de vasos y platos que se utilizarían como
recipientes de las ofrendas alimenticias; entre estos destacan los soportes y los
numerosos vasos y platos de barniz rojo fenicios, acompañados de cerámicas grises y a
mano de amplia tipología, entre los que no faltan los tipos à chardon.

Sin embargo, salvo un broche de cinturón hallado en la tumba 11 y una lanza y


una espada junto a una bandeja de bronce con decoración de motivos orientales, la
presencia de objetos metálicos es muy escasa.

Una mención aparte merecen las tumbas número 5 y 17; la primera se halló muy
destruida, pero en su interior se recuperó un jarro de tipo rodio junto a un braserillo de
manos de bronce y fragmentos de otro recipiente de plata, así como diversas cuentas de
oro y ámbar y elementos de marfil. Por su parte, la tumba 17 se localizó en una enorme
fosa de 4,30 x 2,45 m con más de un metro de profundidad, en la que se empleó la leña
y la cal para acelerar la descomposición de los huesos del cadáver; en su interior se
49
hallaron dos ánforas fenicias <<de saco>> junto a 15 cuencos de casquete esférico
realizados a mano, amén de los consabidos platos de barniz rojo, de cerámica gris y un
soporte de carrete; pero destaca especialmente el hallazgo de un carro y de otros objetos
de bronce relacionados con el atalaje de los caballos, como pasarriendas o bocados. De
bronce son también un jarro piriforme y un braserillo de manos, así como un
thymiaterium o quemaperfumes, un espejo, un broche de cinturón y dos soportes. El
conjunto se cierra con un carcaj también de bronce, dos cuchillos de hierro de hoja
afalcatada, dos alabastrones y una arqueta de marfil; por último unos embellecedores
con cabeza de felino, tapacubos de las ruedas de un carro, que tal vez se usó con fines
funerarios. Sin duda se trata de uno de los enterramientos más significativos de la
necrópolis onubense.

Aunque algunas inhumaciones en fosa se han asociado a enterramientos en


posición violenta, otras también contenían un rico ajuar, al menos la tumba 14, donde se
recuperó otro vaso de bronce, un broche de cinturón de plata y clavos de oro, una placa
y otros elementos de marfil, un anillo de azabache y cuentas de ámbar.

Por último, también se localizaron enterramientos dobles, ya con dos


cremaciones, caso de la tumba 19, o mixta como la tumba 9. Esta contiene en una fosa
en la que sólo se documentó in situ la cremación, mientras que la inhumación parece
responder a un enterramiento secundario; entre el ajuar se recuperaron ánforas fenicias
arcaicas, dieciséis cuencos de casquete esférico y tres más à chardon a mano, varios
platos de barniz rojo, copas decoradas con retícula bruñida, un braserillo de manos, un
broche de cinturón y una torques de bronce, cuentas de oro y ámbar, diferentes placas
de marfil, alabastrones y un escarabeo. Por su parte la tumba 19 presentaba como
singularidad la presencia de dos ánforas arcaicas fenicias que contenían los huesos
quemados de sendos enterramientos, acompañadas de los típicos vasos a mano à
chardon, un cuenco de casquete esférico y objetos de adorno como un broche de
cinturón de plata o elementos propios de esta necrópolis, como los cuchillos afalcatados.

Tumba 18: se han encontrado ánforas con boca de caballo.

A través de los elementos que conforman los ajuares, la necrópolis parece que
tiene una larga duración. La doctora Horta cree que irían desde el siglo VII hasta
mediados del siglo VI, pero las últimas investigaciones del profesor Bellido plantean
que datan desde el siglo VIII hasta mediados del VI a.C.

Por último, es importante destacar el ajuar exhumado en la tumba 16, donde se


localizó un buen número de armas, donde se hallaron dos punta de lanza y una espada
de hierro; ajuar que se completa con un conjunto de bronces entre los que se encontraba
un jarro piriforme de bronce, un braserillo también de bronce junto a otro de plata, un
broche de cinturón y otros elementos de adorno; por lo tanto, parece que aún existe un
cierto poder basado en la coerción militar que sin embargo parece que se sustituyó
paulatinamente por la acumulación y exposición de los elementos exóticos que
componen buen aparte de los ajuares, donde destaca la presencia de objetos de plata y

50
escorias de este metal que parecen querer buscar la dignificación del personaje mediante
el metal, seguramente es el responsable del estatus social.

La gran cantidad de elementos exóticos que se hallaron en La Joya o en otras


tumbas como la del Palmerón, no son todos de procedencia oriental, sino que en buena
medida son objetos realizados en la península por artesanos seguramente fenicios que
lograron introducirlos entre los personajes destacados de la sociedad con la idea de que
fueran amortizados en las tumbas para así asegurarse la demanda a largo plazo. Es muy
probable que muchas de las tumbas pertenecieran a fenicios o a gente de origen fenicio,
pues es difícil considerar fenicio a alguien que ya lleva establecido en la región más de
doscientos años.

La ostentación de riqueza en las tumbas ha llevado a denominarlas <<tumbas


principescas>> en la literatura arqueológica, aunque parece más propia de la estructura
ideológica indígena, a través de la cual las clases privilegiadas exhiben el poder
adquirido, muestran su capacidad para sentenciar pactos económicos y se rodean de una
sacralidad que, a la postre, les servirá para perpetuarse en el poder; pero los rituales
funerarios y, consecuentemente, el sistema religioso que los sustenta es de origen
fenicio, una comunión de ideas que es lo que definimos aquí como tartésico.

Sector B: se documentó una inhumación y luego otras 8, en posiciones que se


interpretaron como violentas, lo cual llama la atención. Se debate si se trataba de
esclavos o siervos que habían sido sacrificados en un ritual o aristócratas.

Niebla (Huelva)

Fue descubierto en los años 30 por el párroco del lugar.

Aquí destaca la necrópolis de El Palmerón, hoy totalmente desaparecida debido


a la construcción de una carretera; y descubierta gracias a que un cura da la información
de un hallazgo casual. Se encuentra a 2,5 km al este de Niebla, en un cerrete, separado
de la población por Río Tinto. Los materiales se encuentran dispersados. Algunos
fueron estudiados por Bellido en los 50. Poco más se sabe de ellos.

Parece ser que se trataba de una sepultura de cámara, de cremación. Se trata de


un individuo cremado, acompañado de un ajuar bastante interesante; en el que podemos
destacar: un jarro piriforme, una caldera o braserillo, cerámicas rojizas (el cura habla de
estas), que por lo visto son de engobe rojo que pudieran ser fenicias, una bandeja de
plata, armas (dos puntas de lanza y una espada. Bellido piensa que son de hierro, pero
M. Belén defiende que son de bronce). Hubo de ser alguien de alto rango por tanto. Está
fechada en la segunda mitad del siglo VII a.C. aproximadamente según la cronología de
los objetos. La jarra no se sabe si la han hecho indígenas u oritentales, el tema de las
serpientes del asa (se bifurca en tres cabezas de serpiente) es un tema oriental

Setefilla (Lora del Río, Sevilla)

51
Se vincula a un asentamiento denominado Mesa del Castillejo. Una vaguada
separaba la necrópolis de Setefilla de la Mesa donde se ubicó el poblado tartésico al que
se vincula. La necrópolis de Setefilla se conoce desde principios del pasado siglo
gracias a los trabajos que llevaron a cabo en el lugar Bonsor y Thouvenot, quienes
exploraron hasta diez túmulos muy similares al de Las Cumbres, si bien permiten
analizar con mayor detalle la evolución social de sus habitantes gracias a la variedad de
las tumbas y sus cronologías, donde las más antiguas se pueden fechar hacia finales del
siglo VIII hasta el VI a.C.

La tipología de los enterramientos también nos ilustra sobre la variedad de los


rituales desarrollados en las diferentes épocas; así, nos encontramos tumbas de cámara
realizadas en mampostería en los túmulos A y H, mientras que el C cubría una fosa de
inhumación en la que se halló una incineración; también había túmulos, como el E y el
D, que guardan simples fosas de inhumación excavadas en la roca; los túmulos B y F
cubrían sepulturas de incineración en urnas y, por último, en el I tan sólo se halló una
cista de inhumación doble.

Sin embargo, los trabajos más interesantes los llevó a cabo M. ª E. Aubet a
principios de los años 70, donde se planteó una profunda revisión de las excavaciones
en los túmulos A y B.

El túmulo A es de gran interés porque es muy similar al que luego se excavó en


la necrópolis de Las Cumbres, detectándose además las cuatro fases de construcción de
que constaba. De nuevo las tumbas más antiguas pertenecían a incineraciones, 40
detectadas, depositadas sobre la base de la roca; sobre estas tumbas se levantó un grueso
suelo artificial para amortizar esos primeros enterramientos, construyéndose encima una
cámara funeraria de mampostería de 10 m de longitud cuyo perfil tenía forma de una
pirámide truncada, violada desgraciadamente desde antiguo. Por último, y tras la
reestructuración de la cámara, todo el conjunto se cerró por el túmulo de casi 30 m de
diámetro y hasta 3 m de altura. Delimitando el terreno se hallaron estelas lisas. M. ª E.
Aubet nos ofrece un dato de suma importancia, el hallazgo en el entorno del túmulo de
diez estelas exentas de decoración que pudieron haber acompañado a la estela de
guerrero que se halló también en la necrópolis. Estelas sin decorar se han detectado
también en otras zonas donde se han documentado estelas de guerrero procedentes de
Extremadura, un dato que cada vez toma mayor importancia en la interpretación de
estos monumentos que parece que no se hallaban aislados en el paisaje. Se
documentaron 40 tumbas de cremación, dentro de las cuaels aparecieron cremaciones en
urnas, la mayor parte de ellas hechas a manos, de tradición autóctona. Tb aparecen
recipientes foráneos hechos a torno, en menor cantidad. Se fecha a finales del VIII hasta
el VII.

El ritual detectado en el túmulo A es también muy similar al de Las Cumbres, si


bien no se pudo localizar el ustrinum, probablemente destruido por la construcción de la
posterior cámara funeraria. La mayor parte de los materiales recuperados se realizaron a
mano, destacando las urnas bicónicas y las numerosas retículas bruñidas, así como los
52
vasos à chardon (se discute si su origen es oriental, pero su manufactura es indígena)
pintados o los cuencos semiesféricos, pero también se halló un número significativo de
platos de engobe rojo, así como un soporte y un alabastrón que ponen en evidencia las
estrechas relaciones con el mundo fenicio. Otros materiales metálicos clasificados como
típicamente tartésicos también estaban presentes en las tumbas, caso de las fíbulas de
doble resorte, los broches de cinturón de garfios, cuchillos, brazaletes, etc.

El túmulo B de Setefilla, más pequeño pero mejor conservado, también fue


estudiado por Aubet, localizando 30 enterramientos de cremación en hoyo o en
pequeñas fosas de tendencia ovaladas donde se depositaron las urnas, que se ha quizá un
ustrinum. De esta excavación se extrajeron datos muy significativos, como que los
enterramientos más ricos, pertenecientes a hombres adultos, estaban situados en el
núcleo central del túmulo, mientras que los de algunas mujeres se ubicaban en el
entorno inmediato de aquellos; por su parte, las tumbas más modestas tanto de adultos
como de neonatos, se ubicaban en el extremo del círculo funerario. También se
pudieron extraer datos de gran interés a partir de la exhaustiva analítica llevada a cabo
en los numerosos restos de fauna hallados, entre la que predominaba el ganado bovino;
un predominio ganadero que, según su excavadora, sería el responsable de la
diferenciación social detectada en la necrópolis, pues las sociedades ganaderas y
pastoriles son de carácter patriarcal y, por lo tanto, mucho más autoritarias que las
agrícolas. Así, los túmulos funerarios de Setefilla estarían ocupados por jefes locales de
tribus o clanes sostenidos por su grupo de parentesco. Por último, también se pudo
establecer, a partir del análisis de los huesos humanos, que la media de edad estaba en
torno a los 30-35 años, una edad relativamente baja si tenemos en cuenta que en la
necrópolis de Medellín esa media es casi diez años más alta.

Necrópolis de la Cruz del Negro (Carmona, Sevilla)

La necrópolis de Carmona fue excavada por Bonsor entre 1899 y 1911. Los
trabajos se reiniciaron en 1990 con carácter de urgencia y con la intención de
documentar y analizar de forma más detallada algunos aspectos de esta necrópolis. Esta
se extiende por un amplio espacio donde se localizaron tumbas aisladas cubiertas por
pequeños túmulos. De las excavaciones de Bonsor conocemos 35 sepulturas, de las que
11 pertenecen a inhumaciones, pero llama la atención que estas pertenezcan a mujeres y
niños. En las excavaciones de urgencia de 1990 se documentaron 31 ustrina o fosas de
cremación y cuatro de inhumación, así como 61 estructuras secundarias de hoyos con
urna y vaso de ofrendas. Por último, en la campaña que se llevó a cabo en 1993 por
parte de Amores, Aubet, Gil y Puya, se excavaron hasta 36 tumbas más,
fundamentalmente fosas de cremación, aunque también se localizó una de inhumación y
cuatro hoyos con urna y vaso de ofrenda. En alguna de estas fosas de cremación, cuyas
medida media es de 2,10 x 1,5 m, se halló en el interior la urna con los huesos del
cadáver, mientras que en otras ocasiones se depositaba en hoyos alrededor de la
estructura.

53
Una vez más, las tumbas más antiguas, en torno al siglo VIII, son de cremación
y se utilizaban vasos à chardon depositados en hoyo. Sin embargo, ya aparecen
materiales de clara filiación fenicia como las lucernas de una mecha. A partir del siglo
VII se documentan algunas inhumaciones, aunque el rito generalizado es la cremación.
Es en este momento cuando hacen su aparición las denominadas urnas <<Cruz del
Negro>>, por ser el primer sitio donde se documentaron, y que hoy sirven para
caracterizar las necrópolis tartésicas, mientras que el vaso à chardon pasa a convertirse
en un recipiente para ofrendas. Este es sin duda el momento de mayor esplendor de la
necrópolis a tenor de los ajuares documentados, donde destacan los peines y paletas de
marfil o los broches de cinturón, amén de las fíbulas, escarabeos, cuentas de pasta
vítrea, alabastrones, pendientes de oro, brazaletes acorazonados, cuchillos afalcatados y
alguna que otra punta de lanza de bronce o hierro. A partir del siglo VI se percibe un
uso menor del espacio funerario, aunque es cuando aparecen las fosas de cremación
escalonadas y, entre los objetos de ajuar más significativo, las fíbulas anulares
hispánicas.

Respecto a quiénes están enterrados allí, Bonsor defendió que era una mezcla
entre orientales e indígenas, hipótesis de la que no se prestó atención, por ser un lugar
de interior peninsular. Pero en las décadas recientes el tema ha sido retomado y no se
descarta que sean fenicios enterrados entre gentes indígenas.

La Angorrilla (Alcalá del Río, Ilipa)

Se encuentra en Ilipa, junto a un curso de agua. Los enterramientos han sido


hallados hace muy poco por la expansión urbana. Los investigadores de este yacimiento
están vinculados a la US. Se realizaron primero una serie de prospecciones y después
una excavación.

Se han constatado tres fases de ocupación: un poblado calcolítico de mediados


del III milenio a.C., del que se han constatado una serie de silos para almacenamiento
(en torno al 1500 a.C.); tras esto hubo un hiato hasta el periodo orientalizante, tras el
que hubo una desocupación hasta la ocupación romana en el silgo I d.C., de la que se
han hallado necrópolis y un foso romano. La mayor parte de las tumbas datan de entre
los siglo VII y VI a.C. Algunas alcanzan el siglo VIII a.C. En la mayoría de los casos
las cremaciones son más recientes que las inhumaciones. No se sabe si eran orientales u
autóctonos.

El poblado orientalizante se encuentra bajo la ciudad actual de Alcalá del Río.


Este poblado y necrópolis se encuentran separados por el Arroyo Cagancha, cada uno
sobre un montículo. Que discurra un curso de agua es bastante habitual en estos casos.

Se han constatado 69 enterramientos, la mayor parte contienen inhumaciones,


hasta 56, mientras que las restantes corresponden a 12 cremaciones y a una secundaria
con una urna tipo <<Cruz del Negro>>. Algunas son de niños. Hay un buen número de
ajuar muy variado, entre el que destaca el de una tumba con jarrito y braserillo. Destaca
también una urna con patas de bóvido y otra femenina con flechas.
54
La tumba 34 es otro cuerpo inhumado con un hueso de bóvido.

La tumba 1 es la única de cremación secundaria. Se llama Cruz del Negro, pues


allí aparecieron este tipo de urnas con bandas de color rojizo u ocre, de forma más o
menos globular. Era un individuo femenino, con un alabastrón, que contenía perfumes,
unos tensores de marfil de arco y flechas de bronce y hierro.

Se ha comparado los tipos de enterramiento de esta necrópolis con los de


Cerrillo Blanco de Porcuna. Su cronología es parecida, pero los de Porcuna se
encuentran fuera del área tartésica.

Rabadanes (Las Cabezas de San Juan, Conobaria)

Se trata de un asentamiento costero, en el golfo tartésico. El problema es que el


asentamiento con el que está relacionada la necrópolis es bastante antiguo. Se halló
como consecuencia de una serie de obras sin control arqueológico, se hallaron una serie
de conjuntos que podían ser enterramientos. Se ha podido estudiar mejor el conjunto 1;
donde se han hallado posibles restos de cremaciones de una mujer y un niño. Por los
materiales se data en la segunda mitad del siglo VIII a.C. Hay una tumba muy antigua,
pero sin una excavación arqueológica científica poco más se puede decir.

Medellín (Badajoz) ¿Conisturgis?

Nos encontramos ante una población ubicada en una situación interesante en


vías de comunicación, en concreto la Vía de la Plata. Algunos, como el profesor
Almagro Gorbea plantean que se llamase Conisturgis. Pero no se sabe dónde estaba la
población prerromana, si en el cerro o en la zona llana. Puede haber un posible poblado
en la ladera, a 500 m de la necrópolis hallada. Surge entre los siglos VIII y VII a.C., no
parece que haya una ocupación previa. Se encuentra junto al río Guadiana, en una zona
vadeable y en un cerro que domina un entorno muy amplio.

Se conoce poco del poblado. Almagro Gorbea plantea la existencia de una zona
regia o aristocrática fortificada en la parte alta del cerro y en la zona baja un poblado de
gente de clase más baja, por lo que habría una diferenciación social. Pero esta hipótesis
no se puede comprobar.

No se encuentra arroyo en esta ocasión. Al ser una zona baja e inundable, se


plantea la posibilidad de que la necrópolis quedara como una especie de isla en estación
lluviosa.

La necrópolis fue hallada en los años 60 de una manera casual a partir de la


construcción de un pozo. Se investigó a finales de los 60 y 70, hubo un parón y luego
continuó la investigación entre 1982-1986, cuyos resultados han sido publicados hace
poco (2007-2009).

55
Aparecen enterramientos y otras estructuras funerarias pero no hallamos ustrina
y depósitos votivos. Hay en torno a 200 tumbas y un número impreciso de otras
estructuras funerarias. La gran mayoría siguen la práctica crematoria y son adultos.

Recientemente la cronología ha sido corregida por Almagro y M. Torres, que la


sitúan entre los años 675-425 a.C. Muchas de las tumbas se encuentran en situación de
superposición.

Destacan enterramientos de cremación secundaria en cerámicas (aparecen del


tipo Cruz del Negro). Han aparecido una gran cantidad de ajuares muy variados.
Encontramos elementos foráneos fenicios, griegos y materiales autóctonos, lo que
indica una sociedad con influencia oriental pero con fuerte presencia indígena. M.
Torres habla de su relación con Conis Turgis.

Además cabe la posibilidad de que sus habitantes procedan del área Tartésica y
que hubiera un trasvase de población desde el entorno de Carmona, debido al hallazgo
de cerámica tipo Cruz del Negro. Hallamos también algunos marfiles tartésicos con
elementos iconográficos de Próximo Oriente y un kylix, una interesante copa griega del
periodo arcaico que se introducía en las cráteras para beber vino, en la que se cree que
se encuentra representado Zeus blandiendo un haz de rayos. Incluso está firmada por un
alfarero llamado Eukeios, hijo de otro importante alfarero de nombre Ergotamos. El
interés que tiene esta pieza es que este tipo de piezas permiten pensar en las personas
que hubo detrás de ella. Vemos por tanto presencia de elementos de prestigio en las
tumbas. También hay un estuche con elementos egiptizantes como amuletos y joyas.

CANCHO ROANO Y LA CULTURA MATERIAL ORIENTALIZANTE

Se descubrió a finales de los 70, excavado por Maluquer de Motes y más tarde
su alumno Sebastián Celestino. Se publicarían una serie de monografías que recogen las
estructuras, materiales, etc. Para la época su descubrimiento supuso un ‘boom’. Es a
partir de mediados del siglo VI a.C., coincidiendo con la crisis del núcleo tartésico,
cuando la periferia alcanzó su máximo desarrollo económico y cultural, variando su
estrategia comercial ante las profundas trasformaciones que afectaban en esos
momentos al valle del Guadalquivir y Huelva, por lo que se potencia sensiblemente el
eje comercial que protagoniza el Guadiana. Todo este fenómeno, en el que ya no
participan yacimiento tan señeros como Medellín, ha estado protagonizado durante los
últimos treinta años por un monumento de extraordinarias características ubicado en el
centro de La Serena, alejado de las principales vías de comunicación, en una zona de
vaguada no elevada, no hay cerca grandes enclaves, sólo tres pequeños cerca (cosa que
llama la atención); a más de 40 km del Guadiana en la provincia de Badajoz a 25 km al
sur de Medellín, y levantado en una tupida dehesa que apenas ha modificado su paisaje
desde que fue construido: se trata del complejo arquitectónico de Cancho Roano,
yacimiento que comenzó a excavar J. Maluquer en 1978 y que un equipo de la UAM y
del CSIC finalizó en 2001. El yacimiento ha sido recuperado y puesto en valor. Además
tiene la ventaja de que no es una ciudad histórica y está en el campo, pero aun así su

56
protección es difícil. El edificio se hallaba al lado de un arroyo con agua
permanentemente llamado Cagancha, por lo que el abastecimiento de agua era óptimo.

La principal problemática acerca de este yacimiento es ¿Qué es y cómo


interpretarlo? Un elemento que puede aportar datos interesantes es que a 50 m del
yacimiento discurre un arroyo con una peculiaridad, y es que nunca se seca, el agua
constituye un elemento vital muy importante. Además hay curos de agua subterráneos
que van pasan por el yacimiento, donde hay pozos. Es innegable el papel destacado del
agua, que sea el posible origen de que el asentamiento esté ahí.

La polémica está centrada en dos posturas: unos defienden que sea un santuario,
otros consideran que es un palacio. Pero quizás la interpretación políticamente más
correcta sea la de S. Celestino, que ve en el yacimiento un ‘‘palacio-santuario’’, en el
que lo sagrado tiene un papel muy importante.

Aunque se han defendido diferentes funciones para Cancho Roano, es más que
evidente su finalidad eminentemente religiosa, sin que ello signifique que no
desarrollara otras funciones inherentes a los complejos de esta categoría bien conocidos
en el ámbito del Mediterráneo, sobre todo los relacionados con el comercio y, por ello,
su posible dependencia de un poder político que dominara el territorio afectado.

Fases constructivas

Se han distinguido cuatro fases para este yacimiento:

- Cancho Roano ‘‘D’’: es el momento más antiguo. La única estructura que se


conserva de este periodo, es una estructura de mampostería de piedra revestida
de arcilla. Se ha interpretado de dos maneras: o una cabaña típica del Bronce
Final sobre una plataforma pétrea o un túmulo de carácter funerario, según ha
propuesto Celestino. El problema es que se ve alterada, ya que en la última fase
se rompió. Aunque es de destacar que en las otras dos fases intermedias se tapó
y se protegió (¿quizás por algún motivo?). Además está la dificultad de excavar
esa zona, debido a la superposición de fases. La datación es difícil, pero se habla
de muy finales del siglo VII a.C. ¿Pudo ser una cabaña con función cultual?
- Cancho Roano ‘‘C’’: se puede datar de comienzos del siglo VI. En esta fase la
información está más limitada debido a las reformas de las fases ‘‘B’’ y ‘‘A’’;
por lo que los restos están alterados y son difíciles de ver. Esta fase destaca
porque la zona principal (H7), se va a mantener en las fases siguientes y se tiene
conocimiento de una estancia asociada a esta zona. Este espacio constituye un
punto de unión de las tres últimas fases, se trata de un espacio rectangular con
bancos adosados, suelos rojos (el color rojo está vinculado al mundo religioso
semita y oriental), vasares, estructuras escalonadas y estructuras para depositar
ofrendas en cuyo centro se construyeron una serie de altares que respetaron
escrupulosamente el eje vertical de las respectivas edificaciones. El altar
presenta forma del símbolo egipcio schen, aunque S. Celestino, lo relaciona al
altar primigenio de El Carambolo. Si se vierte líquido (se plantea que agua) en el
57
símbolo se depositaba en un recipiente cerámico para hacer la libación, ritual
con paralelos en Próximo Oriente. Se piensa que el altar pudiera estar dedicado a
Astarté o tener relación con la diosa. Se cree que en esta fase, hacia el siglo VI
a.C., fue abandonado, no se sabe por qué, pero posiblemente fuera debido al
desbordamiento del arroyo cercano (no había un dique para evitarlo).
- Cancho Roano ‘‘B’’: en esta fase encontramos más restos. Está muy bien
construido, al igual que la fase ‘‘C’’ y algunas construcciones de esta fase fueron
reutilizadas. Encontramos otro altar con forma de piel de toro y un hogar al lado.
Se cree que esta fase iría entre la primera mitad del siglo VI y mediados V a.C.,
pero no hay precisión. Encontramos un espacio abierto previo, que da entrada a
las distintas estancias. Destaca el altar por su forma de lingote chipriota para
unos y de piel de toro extendida para otros, vinculado al dios fenicio Baal. Sobre
este se pusieron una serie de piezas metálicas, que se cree que se usaron como
elemento de intercambio en las transacciones comerciales.
- Cancho Roano ‘‘A’’: se da un momento impreciso del siglo V, en el que tienen
lugar una serie de reformas. La estancia H7 sigue teniendo una gran importancia.
En el centro se construye un pilar de adobe, en eje sobre los antiguos altares, que
sería la marca de donde estaba el espacio sacro. Hallamos varias fases
constructivas. La entrada se refuerza, alrededor de las estancias se disponen
otras habitaciones rectangulares denominadas ‘‘capillas’’, para depositar objetos
rituales, con gran material arqueológico. En el patio, bocabajo se encuentra una
estela reutilizada. Hallamos también un pozo. Destaca un pasillo con acceso a
las mencionadas ‘‘capillas’’, donde se piensa que se realizaban actividades
litúrgicas, que eran lugares de trabajo o de almacenamiento. Entre esas capillas
destacan la O-3 y la N-6.

Un pilar cuadrangular de adobes de más de tres metros de altura conservada,


enlucido de blanco y con restos esgrafiados, se levantó en el centro de la estancia de
esta última fase, un elemento que a la vez sirvió de estructura para soportar una segunda
planta, de donde procedían los materiales más ricos del monumento, como las copas
griegas, las joyas y algunos objetos de bronce relacionados con el culto. El complejo
tiene más de 500 m de superficie y se levantó sobre profundos fundamentos de piedra y
alzados de adobes reforzados por un potente paramento ataludado de piedra. Todo el
espacio del complejo se organiza en torno a un patio cuadrangular desde el que se
accede al santuario, en cuyo centro se practicó un profundo pozo; una escalera de piedra
en el lado norte del patio da paso al vestíbulo, donde se construyó una escalera de adobe
que comunica con la terraza y la segunda planta del santuario, mientras que un vano
permite el acceso a un pasillo que atraviesa todo el interior del edificio sirviendo de
distribuidor de los diferentes espacios.

El altar está justo sobre la vena de agua. Pudo haber una población dispersa que
se reunía en el santuario. Posible prostitución sagrada en las capillas y habitaciones.
Bocado de caballo de posible influencia etrusca, importancia del caballo.

58
La enorme cantidad de materiales que aparecieron en el interior del edifico, lo
angosto de algunos de estos habitáculos y el destino cultual de su espacio más amplio, el
sancta santorum o H-7, hacen prácticamente imposible adjudicar al monumento un
carácter residencial. La función cultual del recinto queda especialmente marcado por la
construcción de una serie de estancias perimetrales separadas del edificio principal por
un temenos, también pavimentado de rojo, en las que se hallaron una serie de ofrendas
entre las que destacan los conjuntos formados por ánforas conteniendo vino y aceite,
una serie de ollas, cuencos y platos de cerámica gris, y pequeños vasos à chardon que
contenían diversos alimentos; un jarro y un braserillo de bronce completaban estos
conjuntos del sector norte, mientras que en las capillas del oeste se documentaron una
serie de materiales relacionados con la industria textil, además de algunos de los
elementos más significativos, como la escultura de un caballo de bronce.

A finales del siglo V, en torno al 400, el santuario es abandonado de manera


controlada y consciente. Una vez agrupados todos los materiales en el interior, se
procedió a destruirlo mediante un incendio sistemático, previo cegado de la puerta de
acceso y los vanos que se abrían al exterior. Al mismo tiempo, en el entorno del
santuario, junto al foso, se llevó a cabo un banquete comunal en el que se sacrificaron
más de medio centenar de animales, especialmente ovejas, cabras ciervos, vacas, cerdos
y, lo que resulta más sorprendente, caballos y burros, cuyos huesos fueron hallados en el
interior del foso junto a la ingente cantidad de cerámica usada en esa auténtica
hecatombe final. Este hecho es uno más de los que remarcan el carácter sacro de ese
hermético complejo arquitectónico, que se complementa con los ya dicho sobre el agua
y la existencia de una vena que atraviesa el yacimiento y que alimenta de agua a los dos
pozos y al propio foso. Todo se selló con tierra tras todo esto, creando una estructura
tumular. Parece que pequeños enclaves relacionados, también se abandonaron en
cronologías parecidas.

La cabaña de la fase ‘‘D’’ juega un gran papel, pues se reutiliza lo que


seguramente fue un lugar de culto indígena para construir un santuario con planta
oriental para perpetuar el culto e introducir no sólo las nuevas técnicas constructivas,
sino los nuevos rituales tartésicos. En este sentido, las recientes excavaciones de El
Carambolo y la exhumación de su planta ha puesto en evidencia la herencia tartésica de
Cancho Roano, inspirado sin duda en los santuarios del sur del valle del Guadalquivir
(importancia del comercio también).

En cuanto a materiales se han hallado animales de bronce como caballos (quizás


pudo tener un jinete), cerámicas tipo margarita, porque la parte inferior recuerda a una
margarita, ática, escarabeos, etc.

Pudo ser la sede de un personaje que custodiaba los lugares sacros, una fortaleza
palaciega rural o un fortín donde vivía un gobernante que controlaría un territorio (las
estancias que rodean al edificio principal han sido interpretadas como un posible harén),
también a eso se le une el hecho de que en el entorno aparecen otros lugares
interpretados como fortines vinculados con la explotación del territorio.
59
EL PERIODO ORIENTALIZANTE (“CULTURA MATERIAL”)

Las cerámicas tipo Lora

Son de las más características. El nombre les es dado por el primer yacimiento
donde se encuentran, en Lora del Río. Se hallan en distintas zonas del Valle del
Guadalquivir, ciertos lugares de Málaga y algunas en puntos lejanos como Murcia o
Badajoz. La peculiaridad es que no aparecen en la zona onubense nuclear tartésica.
Están fechadas entre los siglos VII y VI a.C. Están elaboradas a torno, decoración
pintada de tonos rojos, negros, ocres,... Presenta motivos vegetales (palmeta, roseta, flor
del loto, todos ellos orientales) y zoomorfos (procesiones de animales dándole la vuelta
a todo el vaso, reales como toros y animales fantásticos como los grifos o las esfinges).
Los motivos florales, como las flores de loto, y animales como grifos y esfinges tb son
muy característicos del mundo oriental.

Marfiles

Peines, cajas, apliques para el mobiliario de lujo, interesantes paletas para


concentrar ungüentos o perfumes. Todos ellos con decoración oriental: cabras,
guerreros,… Su uso es discutido, aunque la mayoría piensa que es de uso ritual.

La mayoría se encuentran en el entorno de Carmona, en la comarca de los


Alcores, fuera de contexto y con una difícil interpretación. Las paletas serían elementos
con un recipiente en el centro y extensiones, en los que aparecen animales, guerreros
con seres fantásticos o reales, el árbol de la vida, con una finalidad ritual, para contener
ungüentos. Tb han aparecido peines. Almagro Gorbea plantea la hipótesis de que sean
producciones tartésicas producidas en la península y luego llevadas a Oriente, es decir,
talleres tartésicos que exportan. Pero la cuestión es que si los fabricantes eran indígenas
o fenicios.

Orfebrería

El Tesoro de El Carambolo se encuentra entre los más importantes. Se halla en


el 58 de forma casual. 20 tantas piezas, como brazaletes, otras piezas que se pensaba
que eran pectorales y placas (casi 3kg de oro). Fechados entre los siglos VII y VI a.C.,
destacan también los candelabros de Lebrija (en primera línea casi del Golfo Tartésico),
hallados en 1923 y que son bronces similares a los del Carambolo. Se piensa que son
parte de un quemaperfumes a los que le falta la parte superior, aunque la primera
hipótesis que se dio es la de candelabros. Tienen un valor religioso y ritual muy alto.

Toréutica

Se trata de las producciones en bronce. En los últimos tiempos ha habido


aportaciones interesantes. Destaca el llamado ‘‘Bronce Carriazo’’, localizado en un
mercado de antigüedades de Sevilla por Carriazo. Supuestamente fue descubiento en el
57. Parece que es el lateral de un bocado de caballo. Representa a un personaje
femenino, con un peinaod de raya central (recuerda a la diosa Hator egipcia) entre dos
60
ánades en actitud de echar a volar o volando. El peinado de la mujer es un peinado
hathórico (influencia egipcia), tiene un colgante con flores del loto abiertas y cerradas
(relacionadas con la diosa Astarté) y una serie de orificios seguramente para llevar
adornos como campanillas. En sus dos manos la mujer porta dos sistros esquemáticos
que se asemejan a dos copas o lotos. Se piensa que puede ser una representación de la
diosa Astarté, y motivos orientales no le faltan. Se ha fechado hacia el s VII a. C.
Jiménez Ávila distingue la broncisitica fenicia oriental, producciones orientales,
importaciones griegas y talleres nativos. Con la broncistica fenicai se refiere a
producciones hechas aquí por artesanos fenicios para abastecer una demanda de los
autóctonos. Las griegas son sobre todo jarros. Las últimas son elementos de adorno
personal por talleres de tradición autóctona.

Tipología de jarros ‘‘orientalizantes’’ de la P.I.

Jiménez Ávila realiza una clasificación de la producción de jarros en función de


si se trata de talleres fenicios occidentales (con artesanos fenicios), importaciones
fenicias, importaciones griegas o producciones nativas autóctonas.

- Talleres fenicios occidentales: la mayoría son jarras, braserillos, piezas


litúrgicas,… Serían producciones de fenicios asentados en la P. I.
o Dentro de los jarros, distingue cuatro grupos: grupo piriforme (el más
numeroso), el grupo egiptizante, el grupo ‘‘rodio’’ y el grupo
kleeblattkanen.
o Aquí entran también los timiaterios o thymaterium‘‘orientalizantes’’ de
la P.I. Se trata de quemaperfumes vinculados al mundo funerario y ritual.
Las patas o soportes suelen parecer patas de león u otras decoraciones.
La mayoría son del siglo VII a. C. Destaca el de la tumba 17 de La Joya
o el de la necrópolis de Cástulo. La mayoría aparecen en tumbas.
o Braserillos: piezas elaboradas por fenicios en contextos fenicios y en
contextos indígenas. Elementos en bronces también vinculados al mundo
funerario y ritual. Destinadas a los rituales.
- Importaciones fenicias. Destacan figurillas que representan a divinidades
masculinas en Huelva y en Cádiz, la Astarté de El Carambolo, algunas zonas de
Huelva, islote de Santipetri. Muchos son hallazgos acuáticos. Pueden vincularse
al ‘‘dios que golpea’’, Melkart o Reshef. Pueden ser exvotos marinos, o de
gentes vinculadas a viajes. En Santipetri tiene sentido debido a la presencia del
templo de Melkart, al igual que en Huelva por los contactos orientales.
- Producciones locales.
o Elementos de adorno personal (fíbulas,…) que enlazan con el Bronce
Final y siguen hasta los siglos VI y V a.C.
o Tesoro de Aliseda (Cáceres). Conjunto áureo. Ha sido interpretado por
muchos como el ajuar funerario femenino o de un jefe indígena, obra de
orfebres fenicios llegados a estas tierras. Pero un examen exhaustivo del
conjunto áureo permite distinguir entre algunas producciones de origen

61
fenicio y otras, la mayor parte de ellas, de factura indígena, aunque los
temas iconográficos estén inspirados en el mundo mediterráneo. Así, las
arracadas, la diadema con remates triangulares, el cinturón o el conjunto
jarro/braserillo, no son sino expresión más evidente de que nos hallamos
ante un conjunto genuinamente tartésico. Se piensa que el tesoro no está
completo y en ningún momento se hace alusión al hallazgo de huesos,
cenizas o cualquier otro elemento que nos indique que estamos ante un
enterramiento; sólo el hallazgo del conjunto jarro/braserillo, de vidrio y
plata, respectivamente, parece apoyar esta hipótesis. Aparece un
braserillo, elementos de oro, como diademas, un cinturón, jarros
piriformes, anillos para firmar, pendientes, colgantes (unas 300 piezas),
etc. Se fecha entre los ss. VII y VI a. C.
o Piezas singulares como la dama o la diosa de Galera (Granada), una
pieza de alabastro. Descubierta en 1916 en la tumba 20 de la necrópolis
de la Galera. Se trata de una tumba ibérica de mediados del siglo V a.C.
Pero la pieza está fechada por paralelos estilísticos en un periodo
anterior, por lo que pudo haber sido reusada en ese momento. Representa
una figura femenina sedente en una banqueta y flanqueado por dos
esfinges, tocadas con la doble corona egipcia, que sostiene un recipiente,
tocado con una túnica talar, con un peinado de trenzas, está hueca, con
dos orificios en los pechos, para que se vierta en la cabeza un líquido
salga por estos y caiga al recipiente. El tamaño está calculado para
cogerla con la mano. Se usaría para libaciones, de ahí los orificios en la
cabeza y los senos para verter líquidos. Se considera de factura oriental
en el siglo VII a.C. Pudo ser una representación de Astarté. No se sabe
cómo ni cuándo llegó. Muestra la llegada de esos elementos orientales.
- Elementos célticos e indoeuropeos.

TEMA 2: COLONIZACIÓN FENICIA, PRESENCIA


GRIEGA E INFLUENCIA CARTAGINESA

TEMA 2.1. : LA COLONIZACIÓN FENICIA EN LA


PENÍNSULA IBÉRICA
La visión tradicional (reflejada en la viñeta de Forges) que se ha tenido de los
fenicios ha sido la de comerciantes (más desarrollados que los pueblos indígenas)
embaucadores que no pasaban de la costa en la Península Ibérica, pero parece ser que
esto no fue así.

62
LA ‘‘ARQUEOLOGÍA FENICIA’’ EN ESPAÑA

Los primeros pasos sobre esta arqueología se dieron en la Edad Moderna (siglos
XVI-XVIII, con el estudio de la Biblia, se intenta vincular a la monarquía hispánica con
este pueblo) y en el siglo XIX (con los estudios lingüísticos y filológicos).

Ya la investigación como tal surge a finales del siglo XIX y principios del siglo
XX, con una serie de hallazgos casuales en Cádiz (el sarcófago antropoide masculino) y
sobre todo destaca la figura de G. E. Bonsor y sus primeras excavaciones en Los
Alcores.

Desde los años 20, 40, 50, hasta comienzos de los años 60 tiene lugar una fase
de ‘‘recesión’’, en la que se dejan un poco a parte y se olvidan a favor de ‘‘lo griego’’.

No obstante, en los años 60 y 70 se da un nuevo impulso con las excavaciones


en la costa andaluza, los españoles en Almuñécar (necrópolis de Laurita) y los alemanes
del Instituto Alemán en yacimientos como Toscanos, Morro del Mezquitilla, etc.

En los últimos tiempos, desde los años 80 hasta la actualidad, se han llevado a
cabo síntesis, nuevas líneas de investigación relacionadas sobre todo con el estudio del
territorio y los recursos y se han desarrollado nuevas perspectivas del fenómeno
‘‘colonial’’. Desde mediados de los 90 las excavaciones en Líbano y las excavaciones
recientes en yacimientos nuevos y antiguos, han proporcionado numerosos datos nuevos
e interesantes. Además se ha abierto la investigación a nuevos espacios y se han dado
nuevas cronologías (Morro del Mezquitilla, Huelva, etc.).

FENICIA Y LOS FENICIOS

Proceden de la Franja sirio-palestina. El origen del nombre de fenicios


(phoínikes) parece deberse su denominación como los ‘‘rojos’’ o ‘‘púrpuras’’, debido al
color purpura que usaban para los tejidos y con los que comerciaban (murex). También
son mencionados los fenicios como sidones, pues Sidón era una de las grandes ciudades
de Fenicia. No obstante, ello a sí mismos se llamaban Can’ani (cananeos: mercaderes).
Phoiniké o País de Canaán (significa país de los mercaderes).

Estaban organizados en grandes ciudades-estado gobernadas por reyes (Tiro,


Sidon, Biblos, Berito,…) y tenían relaciones y contacto con grandes civilizaciones
contra las que no tenían ninguna fuerza, como egipcios, judíos, asirios y babilónicos.
Básicamente vivían de esas relaciones, puesto que eran uno de los principales
abastecedores de estas grandes civilizaciones. Los recursos naturales eran escasos:
agricultura (tenían poco terreno para esta actividad), explotación forestal (cedros, pinos
y cipreses), caza (oso, panteras y lobos) minas (hierro y lignito).

Las ciudades de Fenicia fueron en su mayoría costeras. Se solían situar en


pequeños promontorios y en zonas de bahía para proteger a los barcos de las
tempestades. Fueron ciudades-estado separadas por afluentes de ríos, aisladas una de las

63
otras. No tuvieron un sentido de nación unida, ni siquiera se unieron cuando los asirios
les atacaban. Tiro fue la única ciudad que llevó a cabo una política expansionista.

TIRO. Hoy día no es una isla, sino que está unida a la península a través de un
dique construido por Alejandro Magno. No se puede calificar como capital de Fenicia,
pero si como una ciudad muy importante. Tenía una situación geográfica excelente
desde el punto de vista estratégico y contaba con dos puertos: Sidonio (puerto natural
rodeado por una muralla) y Puerto Egipcio (puerto excavado en roca). Ambos se
comunicaban a través de su canal.

Tiro tenía una extensión de 53 ha y unos 30000 habitantes, lo cual nos indica
una superpoblación (posible causa de la diáspora fenicia). Habrá una Tiro Vieja o Tirus
Vetus que no ha sido encontrada aún por la Arqueología. Al parecer estaba situada en la
costa y serviría de apoyo a la Tiro Nueva. Respecto a su urbanismo sabemos que tuvo
tres templos, un mercado y un palacio.

Así poco a poco, en busca de recursos para comercializar y también en parte por
la superpoblación, los fenicios se expandieron por el Mediterráneo, puesto que se
supone que eran grandes navegantes (nave fenicia representada en un relieve asirio del
700 a.C.).

‘‘PROBLEMAS’’ ARQUEOLÓGICOS E HISTÓRICOS DE LA


COLONIZACIÓN FENICIA EN LA PENÍNSULA IBÉRICA

La ‘‘Arqueología fenicia’’ tiene una serie de problemas que es necesario tratar:

Causas de la llegada de los fenicios

No está del todo resuelto, pero sí hay más consenso sobre el tema. Antes se
pensaba que sólo había un factor (modelos unicausales: comercio de la plata, presión
demográfica, imperialismo asirio, escasez de tierras agrícolas, especialización regional),
ahora se entiende como algo más complejo y de múltiples causas unidas. No sólo es una
causa comercial, si no que actúan otras como la demografía, la poca disponibilidad de
tierras y recursos,… Hay principalmente dos concepciones representadas por dos
autores:

- M. E. Aubet: considera que los fenicios llegan a occidente por el comercio de la


plata, es decir, buscan plata para introducirla en Próximo Oriente; serían los
intermediarios con los grandes imperios orientales.
- C. González Wagner: defiende que van en busca de una variedad de recursos y
que el comercio sólo es una actividad económica más que conlleva esa
búsqueda.
Tb está la teoría de la casa real de Tiro, que tendría intereses para expandirse por el
Mediterráneo.

Cronologías y fases

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Para este problema partimos del hecho de que existe una contradicción entre las
fuentes escritas y los testimonios materiales; aunque cada vez es menor, en función de
los nuevos hallazgos. Pero si seguimos las fuentes literarias o escritas, como son Veleyo
Patérculo (Historia Romanorum), Estrabón (Geografía, viajes de los tirios), Pomponio
Mela, Plinio el Viejo (Nat. Hist.), llegamos a una colonización y una ocupación ya
consolidada en el siglo XII; estos autores sitúan la fundación de Gadir, en el 1104 a.C.,
80 años después de la guerra de Troya.

Sin embargo las fuentes arqueológicas (Estudios de C14 y hallazgos en Morro


de Mezquitilla y el Carambolo, Huelva, Cádiz y la costa de Málaga) nos muestran que
la colonización fenicia en la península ibérica, como muy pronto se inició hacia el siglo
X-IX, es decir nos encontramos con un desfase de unos 200 años. Aunque cada vez más
se reducen las diferencias.

De la unión de ambas visiones podemos formar una serie de fases:

1) ¿Precolonización? (ss. XII-XI a IX a.C.). Etapa de transición en la que los


fenicios llegan solo para comerciar, quedándose un tiempo, pero volviendo
pronto a sus tierras. Los investigadores han tratado de explicar este desfase de
diversas maneras. Así hay investigadores como Martín Almagro que defienden
la existencia de una precolonización, lo cual explicaría el desfase de las fuentes
y la existencia de algunos hallazgos aislados en las costas peninsulares; esta
precolonización consistirá en contactos comerciales de carácter regular pero sin
haber asentamientos estables. Asimismo Bendala considera que en el tránsito del
II al I milenio a.C., los griegos entraron en contacto con la Península Ibérica,
habiendo una especie de precolonización; para lo cual se basa en el “ciclo de los
Nostoi” leyendas de héroes según las cuales, en los periodos siguientes a la
Guerra de Troya (1184 a.C.), pudo haber habido una serie de visitas de héroes
griegos a la Península Ibérica (por ejemplo héroes troyanos que regresaron a
casa y que se pasaron por la península ibérica) o en el mito de Heracles contra
Gerión, el cual teóricamente tuvo lugar en el estrecho de Gibraltar. Por tanto
algunos defienden que no sólo fueran fenicios los que llegaron a la península.
Existen varios planteamientos o propuestas:
a. González de Canales y sus colaboradores de la U. de Huelva proponen
dos fases:
1 Fase emporitana precolonial (900-770 a.C.). Intercambios
coloniales
2 Fase emporitana colonial (750-740 a.C.). Asentamientos estables

Estas visiones han sido sin embargo rechazadas también por el


profesor Escacena.
b. J.L Escacena rechazan el concepto de precolonización, remarcando el
hecho de que los citados autores vivieron en un momento en que Gadir
quiso reclamar una mayor antigüedad, e incidiendo en que las fuentes
escritas no son del todo fiables. Asimismo señalan que en el siglo XI y X
65
se está gestando la cultura fenicia, por lo que resulta poco probable que
hubiese en comercio regular y continuo con la península ibérica. Es
verdad que hay materiales orientales antiguos, incluso en el Calcolítico
(cerámica de Montoro); pero hay una diferencia de 200 años en que no
hay contacto y después encontramos ya gentes que se quieren quedar
aquí. Lo que afirma es que hay contactos que se rompen y luego ya
llegan para establecerse.
En cualquier caso una opinión defendida por todos los investigadores es que en
fechas anteriores al siglo IX a.C. hubo contactos comerciales por parte de los fenicios,
como mínimo esporádicos, que apenas han dejado huella en el registro arqueológico y
que no tuvieron un gran impacto en la población indígena.
2) Los primeros asentamientos estables (ss. IX-VIII a.C.). La denominada
‘‘colonización arcaica’’, equivalente al periodo orientalizante. Asentamientos
como Toscanos, Morro de Mezquitilla Evolución durante el período
Orientalizante/Arcaico (ss. VIII-VI a.C.). Se produce la consolidación y el
crecimiento. Tiene lugar una reorganización poblacional en el siglo VI a.C. en la
que unos asentamientos siguen y otros desaparecen. Esta crisis se ha puesto en
relación con la caída de Tiro por parte de los Babilonios, los problemas entre
cartagineses y etruscos, etc. Muchos de los asentamientos que quedaron, se
especializan en la industria de la Salazón, que pasa a tener más importancia que
la plata en la península. Es el momento de auge de Gadir.
3) Los asentamientos fenicios en la 2ª mitad del I milenio a.C. (de la supuesta
“crisis” del siglo VI al Círculo del Estrecho y el predominio de Cartago: de
fenicios a púnicos. Ciudades púnicas de Iberia y conquista cartaginesa (fin s. III
a.C.). Sin embargo como acabamos de decir la mayoría de los asentamientos
fenicios continuaron activos, si bien algunas colonias perdieron algo de
importancia, a lo cual hay que unir que desde el siglo VI a.C. las colonias
fenicias peninsulares se van a ir vinculando progresivamente a Cartago.

Modelos de colonización

1) Comercial (tradicional): tradicionalmente se pensaba que la colonización tuvo


un marcado carácter comercial, siendo llevada a cabo sobre todo con el objeto de
buscar metales (p.e. plata). Esta idea generalmente ha ido asociada a la visión de
los fenicios como un pueblo embaucador, de modo que en los intercambios entre
indígenas y fenicios, éstos últimos siempre salían ganando. Este modelo ha sido
formulado y renovado por M. E. Aubet, que ha denominado el fenómeno como
la diáspora comercial fenicia:
a. Esta autora define una serie de categorías de asentamientos (la mayoría
con escasa población, pero ya diversificada o ‘‘estratificada’’):
i. Colonias urbanas. Realmente la única colonia como tal, según la
profesora, sería Gadir, que sería el centro administrativo-político
impulsada por la casa real de Tiro, en relación con la fundación
del templo de Melkart.
66
ii. La mayoría de los asentamientos serían puertos de comercio
(Cerro del Villar, Toscanos, Morro de Mezquitilla). Algunos
pueden llegar a ser ciudades, pero en su origen son puestos de
mercado con una empresa ya privada allí.
iii. Almacenes fluviales (Abul).
iv. Barrios extramuros en las poblaciones indígenas. Acepta también
que en zonas de interior aparezcan comunidades orientales
asentadas como en Carmona o Coria.

b. En esas relaciones comerciales desiguales los fenicios ganarían metales,


productos agrícolas y posiblemente esclavos; a cambio de aceite, vino,
tejidos y baratijas. En definitiva intercambiarían productos
manufacturados por valiosas materias primas.

2) “Colonización agrícola”. Hipótesis ya sugerida por Bonsor (1899), que además


defienden la presencia de fenicios en la necrópolis de Carmona. Este modelo es
retomado por Whittaker (1974) y cobra importancia en los últimos tiempos por
Alvar y González-Wagner (1988, 1989, 2003). Se defiende que por un lado
podrían venir a comerciar; pero también vendrían en busca de tierras para
asentarse y cultivar. Pero el problema con el que se encuentran es cómo ocupar
tierras que ya tienen propietarios; hay dos vías: por acuerdos o por conflictos y
luchas. Este modelo implicaría una implantación más extensa y con perspectivas
económicas más diversas (minas, agricultura,…), una implantación productiva
diversificada y una penetración hacia el interior.

3) “Nuevas perspectivas”. Este modelo se desarrolla sobre todo a partir de los años
90, con el auge del autoctonismo. Aquí se da un peso importante a lo autóctono
y los fenicios no serían tan aprovechados. Es un modelo complejo, en el que
cobra peso la multifuncionalidad y se prefiere hablar más de “interacción” más
que de “colonización”, un modelo en el que todos se beneficiarían, pacífico, con
acuerdos y con un carácter multifuncional (no sólo comercial). Entre sus
principales representantes destacan: López Castro (años 90), Ruiz Mata (años
90) y Carlos González-Wagner.

Sin embargo también se plantea que las relaciones entre indígenas y fenicios no
fueran tan idílicas y que pudiera haber conflictos, una de las causas principales por la
que los fenicios se reagrupasen a partir del siglo VI, momento en el que se apropiarían
de tierras a costa de los indígenas. También por la aparición de murallas, puntas de
flechas, etc.
J. L. Escacena plantea algo parecido. Siguiendo los principios darwinistas,
defiende que cuando llegan los orientales la población autóctona en la P. I. no es muy
abundante, y los orientales tienen un sistema reproductivo que hace que en unas cuantas
generaciones, sus poblaciones superen en número a la de los indígenas.

67
Ámbitos geográficos con presencia fenicia

Tradicionalmente se pensaba que la colonización fenicia en la Península Ibérica


se había limitado a la Bahía de Cádiz (Gadir, Doña Blanca), a las costas de Málaga,
Granada y Almería (donde se encontrarían una serie de ‘‘factorías’’), y por último en la
fase fenicio-púnica, Ibiza (Ebussus).

Sin embargo las investigaciones llevadas a cabo en los años 80-90, han
demostrado que también hubo colonización fenicia en la zona del Algarve, y en los
estuarios del río Tajo y Sado, asimismo en Alicante, cerca de Crevillente se ha
localizado el yacimiento de la “Fonteta”, una colonia fenicia, algo que hace 15 años
resultaba poco creíble. Por mar llegarían más lejos incluso. A esto hay que unir que las
investigaciones llevadas a cabo en Ibiza han demostrado que en dicha isla hubo una
colonia fenicia.

Asimismo no podemos olvidar la posible presencia fenicia en el valle bajo-


medio del Guadalquivir, en lugares como Carmona, Coria del Río, o incluso Sevilla, ya
que Escacena considera que Spal es un topónimo de origen fenicio.

Como vemos el panorama es mucho más rico y diverso de lo que se creía.

Consecuencias de la “colonización” fenicia

En primer lugar debemos matizar las ideas difusionistas, pero sin negarlas. Los
autoctonitas no aceptan una influencia excesiva de fenicios, los difusionistas sí. No
podemos decir que los indígenas del sur estaban muy atrasados hasta la llegada de los
fenicios, pero que hay un antes y un después a esta llegada no se puede negar y una
serie de cuestiones innegables:

- Arquitectura-urbanismo: a partir de la llegada de fenicios se encuentran nuevos


tipos de estructuras, materiales constructivas, formas de construcción y plantas
regulares con una mayor complejidad interna y manzanas regulares con calles
presentes; todo ello presente en las colonias fenicias, se extiende a los poblados
indígenas. No se imitará el modelo de casa fenicia (cerrada al exterior y en torno
a un patio) Asimismo aunque hay algunos investigadores que hablan de
protociudades en el período precolonial, lo cierto es que la opinión generalizada
es que el fenómeno urbano surgió a raíz de la presencia fenicia; aparece y se
consolida poco a poco un urbanismo con calles, murallas, etc. Asimismo los
zócalos de piedra con muro de adobe, se van a generalizar a raíz de dicha
presencia. Hay que decir que antes eran “fondos de cabaña” y ahora van a ser
materiales de construcción bastante más avanzados.

- Economía:

68
o Tradicionalmente se pensaba que la denominada ‘‘tríada mediterránea’’
fue introducida en la península por los fenicios; aunque hoy en día hay
diversas opiniones sobre ello, lo cierto es que los fenicios debieron
introducir diversas técnicas agrícolas novedosas sobre estos cultivos que
los potenciaron y fomentaron su consumo.
o En el ámbito de la minería y de la metalurgia, a raíz de la presencia
fenicia la producción aumentó, a lo cual hay que unir la introducción de
diversas técnicas en el tratamiento del bronce y de la plata, además del
uso del hierro (fundamental, potencian su fundición y hace entrar en la I
Edad del Hierro), que se comienza a producir en la Península con la
llegada de los fenicios (se ha constatado en yacimientos fenicios). No
parece que en el Bronce Final se copelará la plata, y sí se demuestra que
se hace ya con presencia oriental. Se crean elemnetso como broches de
cinturón, fíbulas, cuchillos, etc.

- Sociedad:
o Aunque antes de la presencia fenicia se observa una cierta jerarquización
social interna (esto se mide por una mayor o menor riqueza), lo cierto es
que a raíz de la presencia fenicia las diferencias sociales se dispararon, lo
cual se debió en gran parte a la demanda de mineral y metal, el cual
había que extraerlo, transportarlo, almacenarlo, siendo controlado este
proceso por unos grupos que se enriquecieron notablemente.
o Se introduce el alfabeto y la escritura (inscripciones) Hasta el siglo VII
a.C., no tenemos alfabeto ni escritura en la P.I. y parece que se debe al
alfabeto fenicio. Un Estado necesita de la escritura.

- “Cultura material”.
o La cerámica a torno empieza a introducirse (aunque esto no quiere decir
que se deje de usar a mano), aparecen tipos nuevos (p. ej. los platos, que
no existían con los indígenas antes), decoración (pithoi, platos, etc.). De
influencia tanto fenicia como griega. Los fenicios tb introducen
cerámicas griegas y del Mediterráneo.
o Asimismo destaca la aparición de marfiles, elementos de orfebrería y
tejidos, perdidos, pero debieron tener gran importancia, con diversas
técnicas y motivos decorativos orientales.

ASENTAMIENTOS FENICIOS DE LA PENÍNSULA IBÉRICA

La presencia fenicia en Andalucía es más pronunciada en la costa de Granada y


Málaga. No obstante, esta concentración también hay que explicarla por su aspecto
casual, pues las excavaciones alemanas se centraron en esta zona. De todas maneras,
esta importancia puede que tenga que ver con la funcionalidad de esta zona, y por una
jerarquización de los yacimientos.

69
Hay que tener una serie de cuestiones presentes a la hora de explicar los
asentamientos fenicios en la P.I.:

- Paleogeografía: la línea de costa o las situaciones de los yacimientos hoy en día,


no son las mismas que en la antigüedad. Por ejemplo Cádiz era un archipiélago,
en Huelva se hallaba el Golfo Tartésico,… Esto hay que tenerlo en cuenta a la
hora de estudiar y entender las estrategias económicas.

- Cronología: La mayor parte de los yacimientos están fechados por la


estratigrafía y por las cerámicas. Pero ahora se empieza a contar con dataciones
por radiocarbono, que llevan las cronologías más atrás en el tiempo.

- Patrones de asentamiento: lo más habitual es en promontorios; si están en la


costa dominando la playa, o junto a la desembocadura de un río con buena
conexión con el interior.

- Control del territorio y los recursos: no se ha estudiado mucho este tema, lo que
se sabe es que controlaban el abastecimiento de productos necesarios.

- Categorías de asentamientos y funcionalidad: ¿por qué muchos juntos y otros tan


separados? M. E. Aubet propone que hay una serie de categorías: la propia
colonia (Gadir) y luego otros asentamientos menores con funciones distintas o
complementarias, que podría explicar lo anterior.

- Urbanismo: la mayor parte de los asentamientos no están estudiados en


extensión y se necesita un estudio así para conocerlos mejor. Pero con lo que
hay se puede hablar de una organización urbana desde el principio de la
ocupación, con patrones orientales trasladados a la península.

Gadir

Lo podríamos ubicar en la actual Cádiz. Gadir presenta una serie de problemas


arqueológicos, y es que es una ciudad histórica, para llegar a los niveles fenicios hay
que eliminar todo lo posterior; además de que ha sufrido cambios paleográficos bastante
importantes (ha pasado de ser una serie de islotes a una especie de pequeña península).

Tenemos muchas referencias literarias sobre la ciudad y sobre su antigüedad.


Destaca así un texto de Estrabón en su Geografía, en el que menciona la fundación de
las Gadeira y dice la frase lo que dicen “recordar los gaditanos”, por lo que lo que
escribe, supuestamente es lo que cuentan los propios habitantes de Gadir sobre su
origen (¿inventaron su tradición? Quizás en un momento tardío, a partir del siglo VI
a.C., en los tiempos en los que la ciudad alcanzó su periodo de esplendor). Además
menciona el término Gadeira; palabra que está en plural y no en singular, por lo que
cabe la posibilidad de que Cádiz no constituyera un único núcleo de población, sino
varios estrechamente relacionados. El texto también habla de que los fenicios, siguiendo
70
las instrucciones del Oráculo de Melkart en Tiro, intentaron establecerse hasta tres
veces en la península (primero en Almuñécar, luego junto a Onoba y por último en la
actual Cádiz), no teniendo éxito los resultados de los sacrificios hasta el tercer intento.
Lo que puede encerrar esto en realidad, es que las gentes que había en la península no le
dejaron asentarse (enfrentamientos) hasta que llegaron a un lugar donde no había
asentamiento previo; y esto es la prueba de que pudiera haber asentamientos indígenas
previos en Almuñécar y en la zona de Onoba.

La fundación de Gadir implica, desde el punto de vista de los círculos dirigentes


tirios, el deseo de que una parte de ellos, establecidos en el extremo occidente, pudieran
gestionar desde allí la explotación de los recursos de diverso tipo que el territorio
proporcionaba; para ello era necesario conocer de primera mano las potencialidades
económicas del área, lo que el texto justifica con las dos exploraciones previas a la
fundación. Lo que interesaba a los fenicios era hallar el lugar idóneo para fundar el
santuario y, en relación con él la ciudad. Un lugar adecuado para Melqart sería aquel
situado de cara a la navegación pero también uno en el que una ciudad pudiese
prosperar.

Otro problema, es que las cronologías no están resueltas. Según la tradición


literaria, el origen de Gadir estaría en el siglo XII a.C., pero la arqueología como muy
pronto establece los siglos X-IX a.C.

Las últimas investigaciones se plantean si es cierto que la colonia de Gadir


estuvo en Cádiz. La hipótesis que más se está barajando últimamente es que hubo una
población vinculada al templo de Melkart, y en tierra firme otro asentamiento vinculado
a él, de ahí el nombre de Gadeiras.

Distinguir el pasado mítico del pasado real de la Gadir arcaica es una tarea
sumamente problemática, especialmente por las dificultades con las que se topa la
arqueología gaditana. Cádiz, la antigua Gadir es una ciudad histórica. La consecuencia
es que las actuaciones arqueológicas que se llevan a cabo están limitadas a poquísimos
solares, a aquellos afectados por obras de rehabilitación o de reconstrucción que exigen
realizar actividades arqueológicas de tipo preventivo. A estas limitaciones urbanísticas
debemos añadir que una importante parte de la antigua superficie de la isla, que pudo
haber estado ocupada en época fenicia, está severamente afectada por la erosión marina.
Esta información, conocida desde antiguo, se ha puesto en evidencia tras los últimos
estudios geomorfológicos que se han efectuado en la antigua isla gaditana.

Estos recientes sondeos han permitido reconstruir la antigua paleogeografía de la


bahía gaditana y conocer el proceso de transformación que experimentaron sus costas
entre el 4500 a.C. y el año 1000 d.C. Gracias a estos estudios sabemos que entorno al
1000 a.C., en un tiempo cercano al momento en el que se establecen gentes fenicias en
estas tierras, Cádiz era una isla. Esto también lo conocíamos gracias a estudios
posteriores y a descripciones literarias. Entre estas narraciones contábamos con las de
algunos autores romanos que describieron el paisaje de la Cádiz fenicia y lo dibujaron

71
como un archipiélago formado por dos islas principales, llamadas Erytheia y
Kotinoussa. Los nuevos estudios geomorfológicos han demostrado, sin embargo, que,
en torno al año 1000 a.C., estas dos islas ya estaban unidas por un istmo de arena.

Este istmo, o pasillo terrestre, configuraba dos playas interiores, dos excelentes
puertos naturales: por el oeste la playa de la Caleta, una ensenada exterior abierta al
océano Atlántico; por el este, una rada interior, cerrada y protegida, abierta a las aguas
de la Bahía de Cádiz. La parte más profunda de esta ensenada interior, que por sus
características se asimilaba a un kothon natural, se encontraba bajo la actual Plaza de la
Catedral, lo que convierte a este lugar en un probable emplazamiento donde pudo estar
situado el antiguo puerto fenicio. En el pequeño sondeo efectuado en esta área se han
encontrado niveles con cerámicas fenicias muy antiguas, que pueden datarse en el siglo
IX o en las primeras décadas del siglo VIII a.C., y que demuestran que, en torno al 800
a.C. o poco después, en el área de la actual Plaza de la Catedral de Cádiz se encontraba
uno de los principales fondeaderos portuario de este enclave fenicio.

Alrededor de este puerto interior encontramos las instalaciones más antiguas hoy
conocidas de la Cádiz fenicia. En la ‘‘isla pequeña’’, en las inmediaciones del
promontorio de Torre Tavira, sondeos practicados en el solar del antiguo Teatro Cómico
han permitido localizar niveles fenicios arcaicos fechados a través de sus cerámicas a
finales del siglo IX a.C. o en las primeras décadas del siglo VIII a.C. Unas cronologías
muy similares han ofrecido los niveles fenicios más antiguos excavados en la cercana
calle Ancha o en la Calle Cánovas del Castillo. Estas excavaciones han puesto al
descubierto pavimentos de arcilla apisonada y, en algún caso, también muros de tapial.
Son espacios donde las vasijas de uso doméstico y los restos de comida son abundantes,
y, en algún caso, también las evidencias de actividades ‘‘industriales’’ relacionadas con
la pesca. Estas nuevas evidencias arqueológicas apuntan a que en el altozano de Torre
Tavira, en las inmediaciones del antiguo fondeadero fenicio, se estableció entre finales
del siglo IX y los primeros años del siglo VIII a.C. una pequeña comunidad que, a
juzgar por las cerámicas halladas en estos contextos domésticos, pudo estar integrada
por gentes de distinta procedencia: fenicios orientales y quizá también de otros ámbitos
mediterráneos, grupos tartésicos e incluso algunas gentes sardas. Esta configuración
pluriétnica, particularmente visible en los momentos más antiguos, es propia de muchos
otros enclaves fenicios, entre los que se incluye la misma Cartago.

El asentamiento fenicio de Gadir parece ser de pequeña extensión. En el área de


Torre Tavira, la zona habitada se debió extender hasta la calle Solano, donde se han
encontrado niveles fenicios que abarcan desde mediados del siglo VIII a.C. hasta el
siglo VI a.C. En la orilla opuesta de la rada interior, muy cerca del antiguo fondeadero,
se estableció otro núcleo de población, al menos a partir de las últimas décadas del siglo
VIII a.C. En la calle Concepción Arenal se ha excavado una vivienda con zócalo de
piedra, compuesta por estancias rectangulares, que cuenta con hogares y un abundante
ajuar doméstico. La ocupación de la casa se ha datado entre finales del siglo VIII y siglo
VII a.C., y sugiere la existencia en ese momento de otro espacio residencial fenicio en el
actual barrio de Santa María.
72
Cabe la posibilidad de que Cádiz no fuera una ciudad propiamente dicha, pero
los recientes hallazgos parecen indicar que sí.

Las excavaciones en la calle Cánovas del Castillo han puesto de manifiesto


restos de muros de barro y pavimentos terrosos, que muestran una ocupación hacia el
800 a.C. Los materiales han sido cotejados con otros de Cerdeña e indican que son de
gentes de origen fenicio pero de paso por otras zonas. El asentamiento es bastante parco
para hablar de urbanismo, pudo ser un establecimiento pesquero no continuo y
abandonado en el siglo VIII.

En la ‘‘Casa del Obispo’’, se han hallado una serie de restos del siglo VIII
conocidos parcialmente. Tienen continuidad en el siglo VIII, encontrándose muros,
pavimentos, cerámica y elementos líticos de carácter especial, lo que nos puede indicar
la existencia de un posible espacio sacro.

En el solar del Cine o Teatro cómico, se han realizado excavaciones entre los
años 2006 y 2010. Está ubicado en una pequeña elevación que dominaba el canal Bahía-
Caleta. Destacaría sobre el entorno y controlaría la zona. Tiene distintas fases
constructivas entre el siglo IX y el VI a.C.

Es interesante ver que encontramos un núcleo urbano con identidad: manzanas y


calles con núcleos domésticos, algo más planificado. También los restos nos hablan de
la vida cotidiana, al encontrar por ejemplo hornos de pan. En esos hornos se han
encontrado una serie de crétulas (en torno al siglo VIII a. C. sellos de arcilla para aplicar
al papiro). Han aparecido dentro de un horno en un contexto de abandono. Las crétulas
tienen motivos orientales, la arcilla no es del lugar y pone de manifiesto la existencia de
documentos escritos arrojados al horno para destruirlos. Todo ello en el contexto del
papel importante de la escritura.

Respecto al registro material destacan una serie de piezas (fundamentalmente la


mayoría aislados y fuera de contexto):

- Una terracota de Venus, que podría indicar la existencia de un Santuario de


Venus marina y relacionarse con Astarté.
- El “sacerdote de Cádiz” una estatuilla de bronce con máscara de oro, con una
túnica talar, un bonete, se ha identificado como un exvoto que se halló en los
años 20, fuera de contexto y que se realizó en el siglo VIII-VII a.C. Se ha
identificado como una posible representación del dios Utor, equivalente al dios
egipcio de la sabiduría Ptah, aunque con rasgos y elementos fenicios.
- Capitel protoeólico (VII-VI a. C.). Un capitel elaborado en piedra caliza con
volutas, se halló fuera de contexto, aunque algunos investigadores han planteado
que pudo tener relación con el santuario de “Baal-Cronos”, basándose en el
lugar donde se halló, y en los datos proporcionados por Estrabón sobre dicho
santuario. El capitel se caracteriza por tener un remate redondeado, por lo que no
tuvo una función constructiva como tal, sino que se emplearía como exvoto o
elemento ornamental.
73
- Diversas estatuillas de bronce de divinidades masculinas con influencia egipcia
(pose hierática, corona del alto y bajo Egipto, etc), diversos investigadores han
planteado que dichas estatuillas pudieran estar en relación con santuarios como
el Hercules-Melkart.
- El Guerrero de Cádiz. Una terracota de 60 cm de altura, recuperado en una
excavación de urgencia en el 2001, a mitad de un pozo ritual de época púnica.
Por paralelismos estilísticos, se le da una cronología de entre los siglos VII y VI
a.C. Es un personaje masculino vestido con una túnica, un casco y con los
brazos en posición de asestar un golpe con una lanza. Se piensa que representa al
dios Melqart. Fue realizado en piedra local (calcarenita) por un taller fenicio
occidental (en Cádiz). Un dato interesante es que los fenicios son semitas y estas
gentes son anicónicas, es decir, no representan a los dioses en forma humana,
pero en la Península Ibérica sí.

Un aspecto interesante son los santuarios, las fuentes grecolatinas nos hablan de
diversos santuarios:

- Santuario de Astarté. Situado en un extremo de la isla de Erytheia, dicho


santuario se conoce algo mejor en época romana, cuando estaba dedicado a
Venus marina (divinidad púnico- romana, vinculada a la diosa Astarté). Destacar
el hallazgo de diversos objetos de terracota, de quemaperfumes en el mar, en las
inmediaciones de donde pudo estar dicho santuario, piezas que algunos
investigadores han relacionado con dicho santuario.
- Santuario de Baal-Cronos. Situado según Estrabón en la zona norte de la isla de
Koutinoussa. Parece ser que cerca de este Santuario se hallaba una necrópolis
fenicia arcaica, por algunos restos aislados localizados, el problema es que esta
zona fue muy transformada en época romana al ampliarse la ciudad hacia la isla
de Koutinoussa.
- Santuario de Hercules-Melkart. Se situaría en el extremo oriental de la isla de
Koutinoussa. Las fuentes, sobre todo Estrabón, nos hablan de un rico santuario
con altares, fuentes, columnas de bronce, etc. Destacar que este santuario tuvo
una gran importancia en época romana, cuando estuvo dedicado a Hércules, y lo
cierto es que en el extremo oriental de la antigua isla de Koutinoussa se han
localizado numerosos exvotos bajo en agua. Dicho santuario debió de estar
activo hasta el siglo IV a.C.

Para terminar destacar que a finales de la Gadir Arcaica se inició un proceso de


expansión del núcleo urbano/habitado hacia la isla de Koutinoussa, que llegó a su
momento culmen en el siglo I a.C., momento en que la familia Balbo amplió
considerablemente la ciudad. Asimismo el momento hegemónico de Gadir tuvo lugar en
época púnica.

74
Doña Blanca (Puerto de Santa María, Cádiz)

Doña Blanca es un yacimiento arqueológico situado muy cerca de Cádiz, a unos


15-20 km, en el término municipal del puerto de Santa María, siendo uno de los grandes
yacimientos de la protohistoria peninsular.

Respecto a su cronología, las fases más antiguas se remontan a finales del siglo
VIII, siendo abandonado dicho asentamiento en el siglo III a.C., posiblemente en el
contexto de la II Guerra Púnica (se han localizado algún que otro tesorillo, niveles de
incendio, etc.). Se abandonaría por causa de estas, pues fue un enclave que apoyó a los
púnicos.

En época fenicia se hallaba en primera línea de costa (todo lo contrario que hoy
en día), concretamente en un cerro amesetado o tell artificial de 7 o 9 m de altura,
situado muy cerca de la desembocadura del río Guadalete, algo que no nos debe
extrañar ya que los fenicios por su propia tradición tendieron a fundar las colonias en
penínsulas, islas, promontorios situados cerca de la costa, y sobre todo buscando la
desembocadura de ríos, ya que esto permite entrar en contacto con el interior.

Doña Blanca empezó a ser investigada desde un punto arqueológico desde


finales de los años 70-1995, destacando las investigaciones llevadas a cabo por D. Ruiz
Mata, quien ha variado notablemente la interpretación de dicho asentamiento; así en un
principio pensaba que se trataba de un asentamiento indígena, luego pensó que se
trataba de un asentamiento indígena con influencias fenicias (de hecho habló de un
barrio fenicio), luego pensó que se trataba de una colonia fenicia independiente, y lo que
hoy en día defiende (desde finales de los 90) es que Doña Blanca fue la primera colonia
semita en la región. La documentación de ciertas estructuras dejan clara la influencia
orientalizante. Ahora bien, tal vez pudieron ser construidas por indígenas orientalizados
o por fenicios, pero si fueron realizadas por los últimos no quiere decir que el poblado
fuese habitado en su totalidad por fenicios. Lo que está claro es que hay aportaciones
indígenas, lo que implica una población integrada.

Lo que si defienden la mayoría de los investigadores es que debió de haber una


intensa relación entre Doña Blanca y Cádiz, debido a su cercanía. Asimismo tampoco es
indudable la presencia fenicia (en una parte o en la totalidad el asentamiento, no se sabe
todavía), debido a la aparición de cerámicas a torno, etc.

A raíz de las investigaciones, centradas sobre todo en las zonas periféricas del
yacimiento se han documentado una serie de estructuras. Dichas investigaciones han
tenido entre sus objetivos determinar el perímetro del yacimiento (6-7 hectáreas),
mientras que en el centro apenas se ha investigado. También hay que destacar que se
han exhumado distintos sectores de la ciudad, no se ha profundizado en las
investigaciones.

Del estudio de Doña Blanca se han podido documentar los siguientes espacios:

75
- En cuanto a la muralla, los tramos más antiguos nos llevan a la segunda mitad
del siglo VIII a. C., pero se va reformando a lo largo de la historia del
yacimiento. El sistema constructivo es oriental. El tramo de muralla mejor
estudiado es el más reciente, unas estructuras paralelas que van creando una
especie de habitaciones cuadrangulares que pudieron estar recubiertas con tierra
y servir de almacenes.
- Zona de necrópolis al pie de la Sierra de San Cristóbal. Donde se han
documentado materiales indígenas y fenicios, lo que indica una buena relación
entre ambos pueblos, generándose el problema de la funcionalidad de la muralla.
- Varios barrios en zonas periféricas:

o Por un lado destacamos el llamado barrio fenicio (al principio se pensaba


que era un asentamiento indígena), el cual estuvo en funcionamiento
desde finales del siglo VIII hasta el siglo VI a.C., momento en el que se
abandonó. Se han documentado una calle a cuyos lados habría una serie
de estancias, encontrándonos con un urbanismo aterrazado. También se
han documentado algunas tahonas (hornos de pan). Esta en el extremo
sureste, la zona más interesante, cerca de la zona de puerto. La
organización urbana es notable. Las casas son de mampostería, enlucidas
con arcilla y luego a su vez encaladas, las cubiertas vegetales con
poyetes. Concepción constructiva elaborada y oriental.
o Por otro lado destacamos otro barrio, el del sector suroeste que se
corresponde a la última fase de este asentamiento, siendo de época
turdetana. Siglos VI-III a. C. se ha documentado una calle principal y
diversas estructuras y hogares.

Ruiz Mata ha llegado a insinuar que Doña Blanca pudo ser la Gadir más antigua,
pero también en las excavaciones urbanas llevadas a cabo en Cádiz se han documentado
estructuras del siglo VIII a. C. Además, Doña Blanca nunca habría sido una isla y las
fuentes literarias clásicas aluden a la ubicación de Gadir en una isla. No obstante, de su
propia ubicación demos pensar que desempeñó un papel importante en relación con
Gadir.

A finales del siglo III se abandona, parece que tiene que ver con la resolución
del conflicto de la II Guerra Púnica (estos deberían estar con los púnicos). También el
carácter portuario que tuvo se habría ido perdiendo debido a los aluviones del río
Guadalete.

Cerro del Villar (Málaga)

Es uno de los yacimientos fenicios que mejor se conocen gracias a las


excavaciones desarrolladas por M.A. Aubet, las cuales comenzaron siendo de urgencia
(para la construcción de la autovía) y acabaron convirtiendose en un lugar sistemático
de investigacion. El yacimiento se conoce desde hace tiempo, pero Aubet y su equipo a

76
lo largo de los 90 llevaron a cabo varias campañas de investigación, en las que se llevó a
cabo un estudio del entorno para ver el porqué de su localización allí.

El Cerro del Villar era, en origen, un islote frente a la desembocadura del río
Guadalhorce que con el paso del tiempo se fue uniendo a la costa hasta formar una
península y, actualmente está totalmente integrado a la costa por la sedimentación del
río. A partir de las investigaciones del equipo de Aubet, se puede saber que este islote
tenía pocas posibilidades para que un asentamiento sobreviviera debido a la escasez de
recursos (tierras de cultivo, madera, minerales, necesitaban abastecerse desde el
interior). No obstante, el entorno de la islita era bastante rico en madera, piedra,
recursos agropecuarios, y por supuesto en arcillas, siendo esta ultima la actividad
principal en la que se centró la producción en este yacimiento, la cerámica. Este sería
uno de los motivos para que se establecieran los fenicios en la línea de costa.

Además, los asentamientos indígenas habrían posibilitado los intercambios.


También se ha puesto de manifiesto que debido a la sobreexplotación de estos recursos
el cauce del río se habría visto afectado, por lo que cada vez sería más violento y esto se
habría vuelto en contra en cuanto a lugar de hábitat, lo que provocaría el abandono del
yacimiento. Entre las últimas décadas del siglo VII a. C y las primeras del VI a. C. es
cuando se produce el abandono del Cerro del Villar, trasladándose mucha población al
asentamiento cercano de Málaga.

El Cerro del Villar fue un puerto internacional muy importante en el siglo VII a.
C. Destaca por su producción cerámica, por la llegada de la misma y su posterior
distribución. Se ha llegado a documentar cerámica griega y etrusca, también indígena
que se distribuirían por otras zonas. Junto a Huelva y Málaga, es el lugar donde más
cerámica griega se ha documentado.

En Cerro del Villar se han excavado distintos sectores del asentamiento,


documentándose diversas estructuras, algunas de las cuales se vieron afectadas por la
construcción de líneas de ferrocarril y carreteras. Así podremos hablar de:

- El taller alfarero: principios del siglo VI a. C. Se ha encontrado una plataforma


para un ánfora en la que se depositarían el agua. También hay una estructura que
sería una especie de torno. Otra zona que se ha conservado, pudo ser una
habitación para el almacenamiento de las cerámicas. Luego se instalaría un
horno del siglo V a. C.
- Estructuras de hábitat doméstico del s. VIII a. C. y del VII a. C. En este sentido
se ha documentado una calle con un pórtico donde parece ser que se situarían
algunas tiendas.

La tradición historiográfica identifica Málaga con Mainake, pero las fuentes


literarias decían que Mainake se ubicaba en un islote por lo que Aubet ha planteado la
posibilidad de que Mainake pudiera ser Cerro del Villar.

77
Recibió materiales griegos, etruscos, lo que quiere decir que era un gran centro
comercial, distribuyendo esos materiales al interior tras recibirlos. El proceso de
deforestación facilitaría la erosión y sedimentación. No está claro de si la gente de Cerro
del Villar se marchara, tb existe la posibilidad de que en el siglo VI Malaka hubiera
cobarado peso en detrimento de Cerro del Villar. A parte de puerto también hay
actividad metalúrgica, sobre todo del hierro. En el entorno no hay minerales, por lo que
llegarían de fuera, muchos investigadores afirmar que la Mainake de las fuentes
grecolatinas fuera la que se encargaba de suminstrarlo.

Toscanos (Málaga)

Fue de los primeros enclaves fenicios en excavarse. Fue excavado por el


Instituto alemán en varias campañas entre los años 60 y 70. Se encuentra junto a la
desembocadura del río Vélez, es el mismo patrón de asentamiento. Los sedimentos han
hecho que ahora esté a cierta distancia del mar. También se conocen los restos de una
bahía. Fu el primero que se comenzó a excavar.

Las etapas de ocupación que establecieron los alemanes de mediados del siglo
VIII (750) a principios del siglo VI, pero se ha llegado a plantear que pudo ser incluso
más anterior. Aunque puede que sea anterior. Cuando se abandona, el poblamiento se
pasa a cerros contiguos. Se encuentra en un pequeño promontorio, con buenas
condiciones para el comercio en una ensenada.

Llegó a tener cierto crecimiento en el siglo VII a. C. (1000-1500 habitantes


según los alemanes). Hacia el 700 a.C. se levanta una muralla y un foso, quizás por
precaución a una posible conflictividad. Del yacimiento destaca el edificio denominado
por los alemanes como edificio “C”, considerado como un centro de almacén o un
centro administrativo. Dispone de tres naves y puede que tuviera una segunda planta, a
raíz de unas escaleras que se han encontrado. Se han hallado gran cantidad de ánforas.
Pudo ser un almacén comercial (por paralelismos en Próximo Oriente se ha planteado
que era un almacén) dependiente de una autoridad político-administrativa.

Entre las actividades destacan la producción metalúrgica y la explotación


agrícola. La población eran mercaderes enriquecidos.

A principios del siglo VI se abandona, quizás por una reorganización fenicia.

Morro de Mezquitilla (Málaga)

También, excavado por los alemanes en 1960 y principios de los 80, se


encuentra a 6 km al este de Toscanos y tiene el mismo patrón de asentamiento, en la
desembocadura del río Algarrobo. Sus cronologías son muy antiguas. Por radiocarbono,
se ha fechado a finales del siglo IX-pp. del VIII a.C.

Aquí se practicó una de las metalurgias del hierro más antiguas de Occidente, si
no la que más.

78
Tiene dos fases de ocupación según los alemanes:

- La primera abarcaría desde finales del siglo IX hasta la segunda mitad del siglo
VIII, documentándose diversas estructuras con planta rectangular y alzados
construidos enteramente en adobe y estructuras más precarias. Con el transcurrir
del tiempo, se documentan estructuras también de planta rectangular que se
superponen a las anteriores, pero ahora los alzados, además de estar hecho de
adobe tienen un zócalo de piedra.
- La segunda fase abarcaría desde el siglo VII hasta el siglo VI. Se superpone a la
anterior y cambia la orientación de las estructuras, al igual que las técnicas
constructivas, pero de forma ordenada. A finales del VI a. C., este asentamiento
entra en una etapa de decadencia.

Fue excavado por los alemanes y ha dado resultados muy interesantes, pudiendo
ser uno de los enclaves más antiguos de los fenicios en la P.I. Es muy importante la
metalurgia del hierro, la pesca y el comercio.

Chorreras

Se encuentra a 800 m al este de Morros de Mezquitilla, en primera línea de costa


en una elevación abrupta. Allí se excavó en los años 90 por un equipo hispano-alemán
un conjunto de viviendas. Es curioso que esté tan próximo a Morro de Mezquitilla y sea
bastante pequeño. Además la cronología de su ocupación es de unos 40-50 años.

Entre 2003 y 2006 se llevaron a cabo una serie de excavaciones en puntos


cercanos al yacimiento, que demuestran que fue un poco más grande. Se documentó una
tumba de pozo en la primera mitad del siglo VIII a.C., por lo que el yacimiento sería
más antiguo de lo que se creía. Se ha planteado que sea un lugar para la élite de Morro
de Mezquitilla.

Almuñécar (Granada)

Al parecer en época fenicia tuvo distintas denominaciones: Ex, Sex y Sexi, lo


que está claro es que tiene una raíz semita. Conocemos este asentamiento tanto a través
de las fuentes literarias como a través de las arqueológicas. Esto se pone en relación con
los viajes de los que habla Estrabón.

Se encuentra entre la desembocadura de dos ríos (Seco y Verde), en un


promontorio que domina la zona. El problema es que es una ciudad histórica. Aunque se
tiene constancia de la existencia de una necrópolis, que nos permite hablar de una
población en el siglo VIII a.C. si no fue antes. También se han documentado los restos
de un poblado indígena del Bronce Final, se habla por tanto de una convivencia con las
gentes que llegaron.

La Fonteta (Alicante)

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En primer lugar debemos destacar que hasta hace 20 años pocos investigadores
podían pensar que en este lugar hubiese una colonia fenicia. Hasta esa época lo único
que se conocían eran restos de época califal; sin embargo a raíz de las investigaciones
llevadas a cabo por González Prats se documentó una colonia fenicia, siendo dicha
colonia en la actualidad estudiada por investigadores franceses.

Dicha colonia se situaba cerca de la desembocadura del río Segura, en el término


municipal de Guardamar del Segura. La colonia parece ser que se creó en la segunda
mitad del siglo VIII a.C., abandonándose dicho asentamiento a finales del siglo VII,
teniendo en apenas 1 siglos 5 fases constructivas.

Por otro lado muy cerca de dicho asentamiento, a unos 2 o 3 km al interior, al


otro margen del río se ha documentado un pequeño enclave que serviría para controlar
la navegación por el río, dicho asentamiento se conoce con el nombre de “Cabezo
pequeño de l'Estany”. Asimismo cerca de la Fonteta se ha localizo un poblado indígena
cuya fase más antigua se remonta a comienzos del II milenio a.C., conocido con el
nombre de Peña negra de Crevillente, donde se han documentado materiales fenicios.
En este sentido parece ser que en este poblado trabajaron fenicios en el ámbito de la
cerámica, agricultura y de la metalurgia (hierro).

Según González Prats este poblado indígena que sufrió una importante
orientalización se podría identificar con un poblado que aparece en la Ora Marítima de
Rufo Festo Avieno llamado “Herna”.

Entre ambas comunidades debió de haber buenas relaciones, al no haberse


documentado armas en ninguno de los poblados. Sin embargo resulta curioso que la
colonia de la Fonteta presente una muralla, cuya existencia se debería sobre todo a
cuestiones de prestigio y de ideología (en la antigüedad el concepto de ciudad estaba
vinculado con la existencia de murallas).

Dicha muralla se forja a finales del s. VIII a.C. (encontrándose empotradas


Estelas decoradas en la misma). En las fases siguientes surgen estructuras que se adosan
a la muralla. En una esquina encontramos un gran bastión y está rodeada por un foso.

Debemos destacar la gran importancia de este yacimiento, ya que hasta hace


poco nadie pensaba que en esta zona pudieran haber colonias fenicias, así hoy en día no
solo está confirmado, sino que es probable que más al norte existan algunas pequeñas
factorías fenicias.

Asimismo tradicionalmente se pensaba que en el surgimiento de la cultura


ibérica en la zona de la Alta Andalucía y el Sureste tuvo una gran importancia las
influencias griegas desde Ampurias, junto a aportes orientalizantes del mundo tartésico.
A esto habría que unir las influencias fenicias, no de modo indirecto, sino directo a
través de esta y otras colonias.

80
Existe también una fortaleza con paralelos en el próximo oriente con una
muralla de tipo caserna o casamata, para el almacenaimento. Se encuentra hacia el
interior y se relaciona con la Fonteta (s VIII al VII a. C.).

Sa Caleta (Ibiza)

En la isla de Ibiza se han localizado diversos asentamientos fenicios, de los


pocos que quedan.

El más antiguo parece ser que fue el asentamiento de Sa Caleta, del Período
arcaico, situado a 9-10 km de Ibiza capital, siendo excavado en gran parte a finales de
los años 80 y principios de los años 90. La cronología nos habla de fechas comprendidas
entre el 850-600 a. C., por lo que estamos hablando de un asentamiento anterior al
propio asentamiento de Ibiza. Según el arqueólogo Joan Ramón pudo albergar unas 600
personas.

En Sa Caleta se documentan dos fases constructivas (fase muy breve, el


abandono no está relacionado con hechos violentos, parece que estuvo planificado),
pero no se superponen, sino que hay una ampliación. Por esto, parece ser que durante
algún tiempo habría habido una separación entre una fase constructiva y otra. Así
tenemos estructuras más antiguas a las que se adosan las más nuevas.

Un aspecto muy interesante de Sa Caleta es la localización de numerosos


recipientes cerámicos que al analizar sus pastas se observa que la mayor parte de ellos
proceden de los yacimientos fenicios del sur de la Península ibérica, por lo tanto la
mayor parte de la cerámica fue importada. También se han localizado piezas de plomo,
que no se sabe su procedencia. En cualquier podemos ver que la zona tiene cierta
importancia metalúrgica, algo que va en consonancia con una de las necesidades básicas
de los fenicios a la hora de llegar a la Península Ibérica.

Otro aspectos importante es que en las viviendas no se han documentado


muchos materiales, lo que deja entrever que el abandono del yacimiento debió ser
organizado (tránsito del VII- VI a. C.) También esto ha hecho pensar que la población
se trasladara a otro lugar, posiblemente a Ibiza.

La cerámica de Sa caleta no es de allí, sino propia del norte de África o el sur de


la P Ibérica, que probablemente gente de allí fue la que se asentó aquí. El crecimiento
urbanístico fue irregular, demuestra que en poco tiempo, se construyen muros nuevos
para ampliar y compartimentar.

Fenicios en Portugal

El descubrimiento de presencia fenicia en Portugal, ha abierto nuevas líneas de


investigación. No se pensaba que aquí hubiera asentamientos. Hoy día hay constatación
de contactos con los fenicios en el litoral atlántico. Nos centraremos en el yacimiento de
Abul.

81
Abul

Excavado por profesores lusos y franceses. Entre esos yacimientos destaca el de


Abul, junto a la desembocadura del río Sardo. Se sitúa junto a dos asentamientos
indígenas. Surge a mediados del siglo finales del VIII a principios del VII a.C. Se
excavaron dos sectores, de entre los cuales lo que mejor se conoce es un edificio, que se
interpreta como un posible almacén fluvial según M. E. Aubet. Otra interpretación le
atribuye un sentido religioso. Sea lo que fuere, lo que llama la atención, es la estructura
del edificio, que recuerda a Cancho Roano. Tuvo dos fases:

- Una primera en la que se articulaban en torno a un gran patio almacenes y


habitaciones.
- Una segunda fase en la que el patio se reforma y se reduce. La entrada cambia,
pero mantiene la funcionalidad original.

A mediados del siglo VI, el edificio es abandonado por un incendio. Parece que
fue un abandono planificado, en el que los fenicios se van de allí. Esto lo podemos
enmarcar en la llamada ‘‘crisis del siglo VI a.C. ’’. También puede ser fruto de una
reorganización de la población; pero grandes núcleos como Malaca, Gadir o Ibiza,
siguen existiendo. Hoy se interpreta como un centro comercial, Mª Eugenia Aubet lo
interpreta como factoría. Parece que también hubo comercio de metal e incluso tejidos.

COSTUMBRES FUNERARIAS DE LOS FENICIOS EN OCCIDENTE

La mayor parte de la información que tenemos sobre este tema es arqueológica.


Sabemos que los fenicios creían en las almas, y que tenían un dios relacionado con esto,
que podía comunicarse con los vivos, por lo que los fenicios tendrían que venerarlo y
realizar cultos. Había en definitiva una creencia en el más allá. Sobre todo esto hay que
tener en cuenta varios aspectos:

- Hay una separación entre lugares de hábitat (vivos) y áreas de enterramiento


(muertos), es decir, hay necrópolis; pero hablar de necrópolis es muy optimista,
puesto que se han hallado muy pocas tumbas.
- Las necrópolis se ubicaban en lugares topográficos especiales como elevaciones,
era importante la relación visual con los poblados. Además el agua jugaba un
papel importante, muchas estaban separadas de los poblados por un curso de
agua.
- Ritos funerarios. Había una alternancia de ritos y predominios entre los siglos
VIII y VI a.C. Eran dos principalmente:
o Cremación: generalmente secundaria, en urnas cerámicas o de piedra
(alabastro).
o Inhumación: el cuerpo se deposita directamente en una fosa o en
sarcófagos, más tarde.

- Ajuares (depositados tras la cremación):

82
o Cerámicas: jarros, platos, lucernas, ánforas para alimentos, etc. El más
antiguo.
o Objetos del atuendo y para adorno personal (joyas).
o (VII-VI a. C.) Cáscaras de huevos de avestruz, dichos huevos aparecen
pintados en ocre con motivos geométricos o vegetales, y en ocasiones
rellenos de ocre. El huevo es un elemento importante en el mundo
oriental ya que es símbolo de vida, en este sentido dichos huevos se
podrían interpretar como “un renacer de la vida”. Añadir que estos
elementos son de una raigambre claramente oriental.
o Otros como terracotas. Documentadas sobre todo en Puig del Molins
(Ibiza) las terracotas representan a figuras femeninas, que se han
interpretado como una representación de la diosa Astarté. Estas
terracotas son también de origen foráneo.

- Ritos posteriores. En diversos enterramientos se ha constatado la existencia de


restos de animales, carbones, cerámica rota intencionadamente, etc. Esto ha
provocado que los investigadores hayan planteado la existencia de posibles ritos
post-enterramiento, como el banquete funerario o silicernium (Singular)
silicernia (Plural). En dicho banquete participarían los familiares y amigos del
difunto los cuales comerían y beberían, ofreciendo al fallecido una parte de la
comida, rompiendo posteriormente los recipientes empleados en dichos
banquetes. También se ha planteado la posibilidad de que se realizasen
libaciones con sangre, vino, leche, agua, etc. Añadir que resulta difícil identificar
el origen de estos rituales, ¿procedencia indígena? ¿oriental?

- Tipología general de enterramientos


o Tumbas de pozo. La tipología más antigua (siglo VIII-VII a.C.).
Consistiría en un pozo vertical más o menos de sección cilíndrica al
fondo del cual se depositaría en un nicho una urna con los restos
cremados del difunto y el ajuar.
o Hipogeo monumental. (Segunda mitad del siglo VII a.C.). Un tipo de
enterramiento vistoso construido en sillería, suntuoso, que en un primer
momento se utilizó para cremaciones, pero que en fechas posteriores se
empleó para inhumaciones. Se ha planteado la posibilidad de que los
hipogeos se vinculasen con familias determinadas o colectivos.
o Fosas u hoyos simples. (Tanto para cremaciones o inhumaciones: fosa
más alargada y rectangular). El tipo de enterramiento más común.
o Cistas de sillares: consistentes en fosas rectangulares recubiertas por
lajas de sillares que crean una especie de caja. Las cistas de sillares se
emplean para inhumaciones. Son típicas en la región de Cádiz.

- Problemas y retos actuales:

83
o Origen del rito de la cremación. Nos encontramos ante un importante
problema, ya que hay opiniones diversas sobre el origen de este rito
funerario, el predominante en los siglos IX y VIII en las necrópolis
fenicias. El problema está, fundamentalmente, en que no se conocían las
prácticas funerarias indígenas para poder determinar la procedencia de
los ritos de cremación o de inhumación. Para algunos investigadores, los
fenicios fueron los que iniciaron la práctica de la cremación en la P.
Ibérica (tesis difusionista). Pero el problema para esta tesis radica en el
hecho de que en Fenicia por estas mismas fechas el rito funerario
predominante era la inhumación, la cremación también estuvo presente,
pero de forma minoritaria. Para otros autores, los que defienden la tesis
autoctonista, los fenicios adoptan la cremación por influencia de los
indígenas. El problema de esta tesis está en que no se conocían las
prácticas funerarias indígenas, las que se documentan son inhumaciones.
Otros autores defienden la idea que afirma la procedencia centroeuropea
de la práctica de la cremación. Es decir, la cremación en las necrópolis
fenicias peninsulares se debió a la influencia de la cultura de los campos
de urnas. En este sentido gentes de dicha cultura migraron desde el
centro de Europa a diversos lugares de Europa, incluido los Pirineos y el
norte de Cataluña en los primeros siglos del I milenio a.C. El problema
es que no sabemos qué tipo de contacto entre los fenicios y gentes de
dicha cultura.
o El número y tamaño de las necrópolis. Las necrópolis son muy escasas y
las tumbas que contienen también. Esto es extraño, y hace plantear la
posibilidad de que tal vez no se enterraban todos o quizás practicaban
ritos que no dejaban restos.
o Faltan estudios antropológicos. Con un porcentaje reducido de tumbas es
difícil realizar un análisis antropológico, ya que la escasez de datos no da
pie a la comparación.
o ¿Están todos enterrados?

NECRÓPOLIS FENICIAS

La mayoría de las hasta ahora estudiadas y encontradas están en la costa, aunque


hay algunas en el interior.

La necrópolis fenicia de Ayamonte (Huelva)

También llamada Necrópolis de “Hoya de los Rastros”, es la que se ha


descubierto en época más reciente. Se encuentra a las afueras de la actual población de
Ayamonte. En su momento estaba cerca de la desembocadura del Guadiana. En 2008 se
produjeron una serie de hallazgos que dieron pie a una excavación. Se han documentado
5 enterramientos de cremación en pozo (4) y en hoyo (1). En 2009 se hallaron los restos
en Ayamonte del asentamiento fenicio. El instituto alemán se interesó por el yacimiento,

84
por lo que en 2013 se produjo la segunda campaña en Ayamonte, en la que se
encontraron 4 tumbas nuevas, en alguna se documentó una mancha de cenizas, lo que
puede indicar un posible ustrinum, que implica una cremación secundaria. Es la
necrópolis fenicia más occidental conocida y se desarrolla entre los siglos VIII y VII a.
C. Se podría decir que se trataba de un asentamiento al lado de un río, pero todavía esta
en tela de debate.

La mayoría de las tumbas eran en pozo con nichos laterales, la quinta tiene un
hoyo simplemente. En la tumba 1 se encontró una vasija con cenizas, pero los restos
óseos se encontraban en otra urna. Eran restos de una mujer de 40 años y un niño de
entre 5 o 6 años (enterramiento doble, quizá parientes). Está fechada en la segunda
mitad del siglo VIII a. C. Algunos recipientes encontrados en el ajuar son de fabricación
fenicia, pero hechos en Cerdeña. Los materiales nos muestran que son gentes con una
relación muy estrecha con el Mediterráneo central.

La tumba 2, también de pozo, es de un varón adulto, de unos 39 años de edad.


Las urnas son similares al tipo Cruz del Negro pero con un solo asa. También se han
encontrado dos jarros de boca de seta y trilobulado, estrechamente relacionados con el
ritual funerario fenicio. También varios escarabeos fenicios.

La tumba 5 es la mejor conservada. Contiene un ánfora centromediterránea con


ceniza y restos óseos en otra urna. El ajuar consta de algunos escarabeos y varios jarros.
Está fechada entre finales del siglo VIII e inicios del VII a.C., por los materiales.
Contiene los restos de dos mujeres adultas de 32 años.

Las Cumbres (Doña Blanca)

Es una necrópolis excavada por el equipo de Ruiz Mata en los 80 y dada a


conocer en el 1994. Pertenece al poblado de Doña Blanca, ubicada al norte de esta, en la
ladera de la sierra de San Cristóbal. Se ha calculado que podría haber unas 100
estructuras tumulares, pero sólo se ha excavado el túmulo 1. Cabe la posibilidad de que
algunos de estos túmulos sean de época posterior. Se trata de una necrópolis híbrida o
mixta.

El túmulo 1 se trata de un enterramiento colectivo de planta circular con 62


tumbas aproximadamente de cremación en hoyos o en fosas circulares. Se trata de un
enterramiento con cremaciones la mayoría secundarias. Se han encontrado materiales
fenicios e indígenas depositados en hoyos o fosas circulares. La cuestión es ¿quiénes
están enterrados allí? Está fechada en el siglo VIII a.C. Se sellaron todas las tumbas y
todo se cubrió con un túmulo de 22 m de diámetro y 1,80 m de altura. En el centro hay
una especie de estructura de planta rectangular interpretado como un ustrinum,
protegido por un murete de adobe para proteger el fuego del viento, parece que fue
usado para enterramiento posteriormente. La mayoría de las tumbas son pequeños
túmulos individuales. Destacan algunas con ajuares y estructuras más destacadas. Por
último destaca que los túmulos están separados por arroyos secos, vemos otra vez el
papel del agua.
85
La mayoría de los elementos encontrados son piezas cerámicas.

Cádiz

Tenemos muy poca información de tumbas arcaicas. Hasta finales de los 80 la


información que se tenía era muy pobre. Las tumbas más antiguas nos llevan a
principios del VI a. C. (periodo orientalizante tartéssico), y no son demasiado
monumentales (fosas, hoyos, cistas de sillares individuales), lo cual no quiere decir que
no existan enterramientos más antiguos aún no localizados. Hay un predominio del
enterramiento individual y la cremación primaria. Entre lo ajuares aparecen cerámicas,
joyas, restos de huevo de avestruz y unos interesantes vasos de alabastro
descontextualizados (4), una pyxis griega (copa griega), además de un capitel griego
fechado en el siglo VIII a. C. o en el VII.

Trayamar (Málaga)

La necrópolis de Trayamar está asociada al poblado de Morro de Mezquitilla,


situándose la necrópolis en el lado oeste el río Algarrobo, mientras que el poblado se
situaba en la otra orilla. En los años 30 se realizó un hallazgo esporádico en dicha
necrópolis. Sin embargo la mayor parte de la información proviene de los años 60
cuando se urbanizó esta zona documentando un equipo alemán al parecer 5 hipogeos, de
los cuales solamente se pudieron investigar bien el primero y el quinto, lo cual se debió
a presiones urbanísticas. Asimismo aunque los datos no son muy precisos parece ser que
en las inmediaciones había fosas con enterramientos.

Los hipogeos consisten en un pasillo subterráneo o dromos que desemboca en


una cámara de planta rectangular construida con sillares de caliza y una cubierta de
madera y tierra, de forma que desde fuera sólo se veía el pasillo y poco más. En
cualquier caso un sistema constructivo bastante avanzado.

En el Hipogeo 1 se documentaron 8 cremaciones y 2 inhumaciones. Las


cremaciones se realizaron a mediados del siglo VII a.c, y las inhumaciones a finales de
dicho siglo, de forma que a finales de dicho siglo se selló dicha estructura. Los
alemanes piensan que el resto de la necrópolis se puede fechar también en la segunda
mitad del siglo VII a.C., aunque los datos no son muy fiables. Las personas enterradas
pertenecen a diversos momentos, pues hay partes destruidas para hacer más
enterramientos.

Los materiales documentados como parte del ajuar en la necrópolis de Trayamar


(sobre todo provenientes del hipogeo 1) consisten en:

- Cerámica de engobe rojo (diap. 152. cuyo color característico se logra mediante
una capa de barniz rojo que cubre la superficie): concretamente se hallaron
lucernas de 2 picos, 2 jarros de boca trilobulada, 1 jarro con forma de boca de
seta y un ánfora con tapadera
- Cajita de marfil, indica alto estatus social.

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- Debido a los materiales encontrados se puede deducir que los individuos
enterrados eran de clase adinerada. Permiten fechar el yacimiento en la segunda
mitad del siglo VII a. C.

Chorreras

Aquí se llevó a cabo una excavación de urgencia en el año 2003, de la que se


detectó una interesante tumba. Los materiales encontrados son de origen semita pero
pasando por el Mediterráneo Central. Además restos de animales.

“Laurita” (Almuñécar, Granada)

Vinculada al asentamiento de Ex/Sex (Almuñécar), se descubrió en el año 62 del


siglo XX, de manera casual, siendo excavada e investigada por Manuel Pellicer. Se
documentaron 20 enterramientos de pozo documentados, pero solamente 7-8 fueron
excavados, a pesar de todo es una de las necrópolis mejor investigadas y con materiales
más ricos.

La necrópolis se puede fechar a finales del siglo VIII y principios del siglo VII,
es decir, sobre el 700 a.C. Todas las tumbas eran de tipo “pozo”, con una anchura
variable y unos 3-4 metros de profundidad. En algunas de ellas se detectó una pequeña
apertura/nicho en un lateral del fondo del pozo para colocar la urna, separadas por losas
de piedra; mientras que en otras, dicha apertura se hallaba en la parte central del fondo
del pozo. Asimismo todas las tumbas eran de cremación, depositándose las cenizas en
urnas de alabastro.

Un dato muy interesante es que en algunas de las urnas tenían cartuchos de


faraones egipcios, cartuchos tanto del siglo XVII-XVI a.C., como de finales del siglo IX
y principios del siglo VIII a.C. (faraones libios). El profesor Pellicer considera que estas
urnas en un primer momento se emplearon para almacenar algún producto de lujo como
Vino, posteriormente dichas urnas puede que fueran regaladas por alguna casa real
egipcia a alguna casa real fenicia, y más tardíamente acabaron siendo exportadas a la
península ibérica, donde se emplearon como urnas funerarias. En un primer momento el
hallazgo de estas urnas supuso una gran novedad, sin embargo urnas parecidas se han
hallado en Gadir y otras necrópolis fenicias.

Respecto al ajuar localizado en dichas tumbas, sobre todo en la 19b, debemos


destacar la existencia de cerámicas típicamente fenicias, como las de engobe rojo: jarros
de boca de seta, de boca trilobulada, lucernas, platos (una vajilla típica que aparece en
numerosos enterramientos). También en una de las tumbas destaca muchísimo la
aparición de 2 copas llamadas Kotylas, un tipo de copa griega muy bien fechada, de
estilo protocorintio fechada a finales del siglo VIII y principios del siglo VII. También
huevos de avestruz,… Todo indica que eran personajes ricos que en lugar de utilizar
hipogeos, usan tumbas en pozo. Las tumbas no son muy ricas, pero los materiales sí.

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Puente de Noy (Almuñécar, Granada)

Esta es otra necrópolis vinculada al asentamiento fenicio de Almuñécar. Fue


excavada en los años 60 por Pellicer, y más tarde por Federico Molina Fajardo en los 70
y 80.

Tiene unas 170 tumbas y una gran variedad tipológica: fosas, cistas, hoyos y
algún hipogeo. Los materiales encontrados permiten fecharla a finales del VII a. C., y
sobre todo, durante el VI, V y IV a. C, llegando incluso al siglo I a. C.

Parece que la zona se abandonó en el VI a. C.

Aquí podemos encontrar tanto enterramientos de inhumación como de


cremación. Las fosas están revestidas con placas de piedra y al menos hay una que tiene
una organización hipogeica, que llama la atención por su estructura de sillería,
fragmentos de leones, se cree que eran parte de un monumento turriforme (en forma de
torre). Se han recuperado muchos tipos de cerámica, amuletos con figuras de animales,
joyas y muy interesante ha sido la aparición de cáscaras de huevo de avestruz que
estaban pintadas y rellenas de ocre por dentro (tienen que ver con la creencia en el más
allá).

Puig des Molins (Ibiza)

Es una necrópolis ubicada en un cerro no muy elevado que comenzó a ser


excavada a principios del siglo XX (1903 hasta los años 80). La necrópolis estuvo
activa desde finales del siglo VII hasta el siglo III a.C., pudiéndose distinguir 2 grandes
fases:

Parece ser que hubo unas 3000 tumbas. La fase más antigua está representada
por unas fosas más o menos rectangulares, destinadas a la cremación (finales del VII a.
C. y principios del VI a. C), que corresponderían a los primeros habitantes de Ibiza.

La segunda fase, y más moderna, es la que tiene un mayor número de


enterramientos, la mayor parte de los enterramientos son de inhumación,
encontrándonos dos tipos: fosas y hipogeos (de forma rectangular y cuadrangular),
ambos tallados sobre la roca. Algunos de los hipogeos contenían entre 1 y 5 sarcófagos
de piedra lisos, algunos hipogeos carecían de sarcófagos de piedra, pero al haberse
localizado clavos parece ser que hubo sarcófagos de madera o bien simplemente
sudarios. Mediados s.VI al siglo III a.C.

Terracotas, generalmente bustos femeninos, puede que de la diosa Tanit


(influencia griega). Huevos de avestruz con motivos geométricos y vegetales, que
recuerda a la creación de vida. Otras figuras de terracota interpretadas como daimones.

ASPECTOS GENERALES SOBRE LA RELIGIÓN Y LOS ESPACIOS DE


CULTO DE LOS FENICIOS
88
Por lo general, las fuentes de las que disponemos sobre esta cuestión no son
demasiado abundantes. Podemos destacar algunos testimonios literarios como textos
orientales y de autores grecolatinos, además de documentación epigráfica y parte del
registro arqueológico, como restos de edificaciones, exvotos o fosas rituales. Asimismo,
el panteón fenicio era bastante amplio y refleja creencias politeístas, destacando una
pareja de dioses (masculino y femenino) en cada ciudad-estado fenicia (Melqart y
Astarté en el caso de Tiro).

En lo que respecta a los espacios de culto, destacando templos y santuarios,


podemos mencionar ofrendas y administración de los recursos de los templos por parte
de los sacerdotes. No obstante, sabemos poco acerca del sacerdocio: normalmente se
cree que ocupaban una posición entre los hombres y los dioses como intermediarios, lo
que definía una jerarquía social que no solamente se daba en el conjunto de la población
sino también dentro del mismo cuerpo sacerdotal.

Es destacable la égersis de Melqart (divinidad vinculada con el Sol y la


naturaleza) dentro de las fiestas y rituales como la celebración de la resurrección o
despertar de Melqart. 2 días en junio que sol sale por el mismo sitio hasta el 24 de junio,
cuando se reducen las horas de los días. Antes, momento en que hay igualdad entre el
día y la noche.

En lo que respecta a Gadir como gran núcleo de población fenicia en la


Península, podemos destacar sus santuarios a Melqart, Baal Hammón-Kronos, Astarté-
Venus Marina, etc., muchos citados en las fuentes grecolatinas. Este santuario fue el
Heraclium en época romana, es decir, el santuario a Heracles por la absorción elementos
semitas por parte de los romanos. Posibles restos de exvotos en este santuario, situado
en el extremo sur de la península junto al islote de Santi Petri (hoy día bajo agua-ver
mapa de Cádiz para situarnos entre la península y el istmo). Las fuentes literarias nos
hablan de un templo de puertas con dos columnas, asistido por sacerdotes y un pozo
sagrado, aunque apenas se ha constatado restos arqueológicos al respecto.

Aunque el de Cádiz sea el más conocido, también son destacables otros


santuarios fenicios en el Sur peninsular, tales como Montemolín, Coria del Río,
Carmona, El Carambolo o Carteia.

Montemolín (Marchena, Sevilla)

Junto al río Corbones, un afluente del Guadalquivir, y en el cerro del Vico. Era
un enclave importante en una zona navegable. Se han emprendido 5 campañas de
excavación en el yacimiento, comenzando en los años 80 con la aplicación del método
wheeler de excavación (recordar en qué consistía este método de excavación con las
divisiones cuadriculares sobre el terreno).

Se ha datado entre la primera mitad del siglo VII a.C. y finales del VI a.C.
Podemos destacar una serie de estructuras superpuestas, que se trata de ocupaciones en
diversas fechas: se trata de dos parejas de edificios: una pareja formada por A y B y una

89
segunda pareja formada por C y D. Sobre A se construyó D y sobre B se hizo C. En
ellos se combinan distintas técnicas constructivas.

El yacimiento de Montemolín fue considerado autóctono del Bronce final y con


ua duración que se extendería hasta el siglo III a.C. 2 cerros (uno a 170 metros sobre el
nivel del mar y otro cerro sí ocupado - asegurar esta información). Como ya hemos
dicho, fueron 5 campañas emprendidas por Francisca Chávez de la Universidad de
Sevilla. Se trataba de una superposición de estructuras en la que las más antiguas son de
de la primera mitad del siglo VII a.C., aunque las estructuras de tradición indígena y
ovales son del VIII a.C.

Los edificios A y B (de planta rectangular este) corresponden al siglo VIII a.C.
hasta la segunda mitad del VII a.C. cuando se crea el C (de planta angular) sobre B y el
D (el más importante) lo hará a principios del VI a.C. sobre A. Conviven parejas de
edificios en distintos momentos.

Entre ambos edificios se ubicaba una mesa para el descuartizamiento de


animales domésticos, tales como suidos, bóvidos o caprinos, planteándose que fueran
para uso ritual, para consumir la carne allí y en otros lugares (casi todos crías o muy
jóvenes sacrificados en invierno).

El edificio D perdurará hasta el 530 a. C. Es de planta rectangular, con un acceso


a un vestíbulo, del que se pasa a un patio enlosado, en torno al cual se organizan otras
habitaciones. La mayor parte de los restos se localizaron en torno al patio, vestíbulo.
Además se localizó un horno relacionado con la producción de alimentos. Sobre todo se
han encontrado cerámicas relacionadas con la alimentación. Algunos de ellos son un
pythos, un recipiente del tipo Cruz del Negro, etc.

En el caso del edificio B podemos destacar una excavación microespacial, es


decir, una excavación intensiva de un espacio para referenciarlo todo y avanzar así en su
interpretación funcional. Se trataría de un vestíbulo que a un espacio abierto/patio con
una serie de cerámicas tipo cruz del negro para almacenamiento. Asimismo, en el
espacio abierto se han constatado cerámicas cocidas en hogares y restos de animales
combustionados y vinculados a otros posibles restos óseos. En otra estancia se encontró
un horno con restos de cenizas, por lo que se planteó la posibilidad que estemos ante un
matadero.

El edificio C pudo ser un posible establo.

En general, la relación con los sacrificios rituales del Próximo Oriente, tal y
como sucedería en Libia, nos lleva a plantearnos si Montemolín fue un complejo
sacrificial, puesto que la carne sería consumida allí y otra se conservaría para su
distribución en el entorno.

Por tanto, según las excavaciones de los años 80, A y B sería un lugar de
sacrificios, C serían los establos y D el lugar donde se consume y procesa la carne.

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Carmona (Sevilla)

Fundada en el siglo VIII a.C. junto al río Corbones y en un cruce de caminos


(hábitat humano propicio). Se excavó en el Palacio del Marqués de Saltillo. La
profesora María Belén de la Universidad de Sevilla documentó un espacio interesante
consistente en una estancia rectangular con unos alzados de adobe, paredes amarillas,
zócalo de piedra y materiales cerámicos en la esquinas (o rincones?). El suelo era rojizo,
lo que nos advierte de su importancia en los espacios sagrados.

Se han encontrado 3 pihoi (pithos es el singular), es decir, 3 recipientes de


almacenamiento de igual decoración pero elaborados por distintas manos, lo que es
palpable en su distinta calidad, dispuestos en cada esquina de la habitación. Podemos
destacar así sus colores rojizos/ ocres y una decoración de una procesión de grifos (la
más grande mide 75 cm), flores de loto abiertas y cerradas con rosetas. Motivos
orientales relacionados con la diosa Astarté. Las flores abiertas y cerradas son una
manifestación del ciclo de la vida y de sus creencias en el más allá. También se han
encontrado piezas de marfil, como cucharas cuyos extremos tienen forma de cuartos
traseros de animales, por lo que se interpreta la existencia de un taller.

Aparentemente, el santuario siguió funcionando hasta el siglo V a.C., algo


palpable por la superposición de edificios hasta esas fechas.

Coria del Río (Sevilla)

Santuario en una zona portuaria en primera línea de costa junto al golfo


tartésico. Se ubica en el cerro de San Juan, destacando un hábitat de larga duración que
fue indígena en sus orígenes. Más tarde se han constatado cerámicas a torno atribuidas a
los contactos posteriores con los orientales.

En los años 90, tras el santuario de Carmona, Escacena excava y documenta


edificios superpuestos como santuarios. Resto de un horno cerámico en el siglo VIII
a.C. Sobre ellos se construye un edificio reconstruido y modificado a principios del
siglo VI a.C.

También podemos señalar un pavimento de color rojo, un banco cubierto de


arcilla y un altar de piel de toro con distinta coloración que se asociaría a la del animal
en cuestión y por el uso del altar en los sacrificios. Todo esto es una de las fases del
edificio.

Sin embargo, tras la vinculación del templo con los fenicios, se cree que en
Coria (antigua Caura) habría una comunidad mixta entre indígenas y orientales,
teniendo estos últimos su propio santuario.

Sobre el altar de piel de toro son interesantes los trabajos de Escacena sobre el
dios Ba’al-Saphon? y la orientación del altar por la salida del sol en el solsticio de
verano (ver si se escribe así). Se trataría de un espacio sacro vinculado a las
navegaciones y su protección en este punto del Guadalquivir. El altar tuvo dos fases en
91
su construcción y debemos destacar un posible uso de un recipiente de libaciones. El
altar, como hemos indicado anteriormente, destacado por sus colores distintos que han
sido atribuidos al descuartizamiento de los animales en el caso de los más oscuros y otra
más clara en los bordes del altar.

El Carambolo

Después de producirse las primeras excavaciones por Juan de Mata Carriazo y al


emprenderse las nuevas campañas se encontró una estatua asociada a la diosa fenicia
Astarté, lo que cambió radicalmente las primeras interpretaciones sobre el uso del
tesoro, atribuido al mismo Argantonio y como exponente de una tradición autóctona que
justificaba la existencia de Tartesos en la Península, en comparación con la mas
moderna que habla sobre su uso en sacrificios de toros inmolados.

La configuración del yacimiento tuvo lugar entre los siglos VIII y VI a.C. y fue
abandonado en la primera mitad de siglo VI a.C. por razones de inestabilidad y peligro
(de ahí que el tesoro fuera ocultado con rapidez y que haya llegado hasta nuestros días
al no haber sido recuperado por aquel que lo escondió). Fue así como se procedió al
sello del santuario y del tesoro.

Con el tiempo, el santuario fue ampliado progresivamente, lo que refleja su


importancia por aquel entonces al convertirse en un recinto considerable. Altar de piel
de toro desmesurado y desbordado (salida cenizas?).

Las nuevas excavaciones pusieron de manifiesto nuevos objetos que lo


asociaron, aún más si cabe, al mundo oriental, como pudiera ser una terracota de un
barco fenicio así como una cadena de oro. El santuario se compondría de dos capillas, a
la vez que la orientación del altar respecto a la salida del sol, tal y como sucedería con el
altar de Coria, nos recuerda a los vínculos con los dioses Ba’al y Astarté.

Málaga

En la Calle Císter-San Agustín se han encontrado dos altares datados entre la


segunda mitad del siglo VII y primera mitad del VI a.C. que correspondería, por
consiguiente, al periodo orientalizante. Podemos destacar el suelo rojizo y una
protuberancia semicircular para recoger cenizas/ arcillas?. Se trataría de un recipiente
similar a los pectorales del Carambolo. Es el primer altar de un yacimiento fenicio del
período orientalizante. Pueden constatarse restos metalúrgicos, vinculados a la
producción del hierro y a su comercio en los comienzos del mismo?

Podemos destacar una muralla con torres del siglo VI a.C. que culmina esta
primera fase de ocupación del santuario. Hay un flujo oriental que no es sólo griego sino
también fenicio como influencia en la cultura material ibérica.

CULTURA MATERIAL DE LOS FENICIOS

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- Ánforas quizás pintadas utilizadas para el transporte de alimentos, como vino, aceite,
salazones o carne. Muchos de estos alimentos eran procesados en la península y
destinados hacia otros puntos del mediterráneo. También son reseñables ánforas de
saco, tipo torpedo.

- Cerámica de engobe rojo: capa de “barniz” que da esa tonalidad. Jarros de boca de
seta, jarros normales, lucernas,… normalmente vinculados a contextos funerarios.
Reproducen cosas en la Península que ya hacen en Oriente. Las piezas más antiguas
datan del siglo VIII a.C.

 Podemos destacar los jarros de boca de seta, caracterizados por un


ensanchamiento del cuello en cuestión hasta dar esa forma de seta; o los de boca
trilobulada, es decir, tres lóbulos en la boca para realizar libaciones. Podemos
destacar producciones del período orientalizante y que llegan a perdurar incluso
hasta el siglo V a.C. Su uso no es sólo ritual, sino también doméstico.
 Por otra parte, no hay platos hasta la llegada de los fenicios, que cuentan con un
borde más o menos ancho. El engobe rojo es habitual encontrarlo acompañando
los jarros de boca de seta y trilobulada. Fueron hechas por fenicios en
yacimientos fenicios, pero también se han hallado en yacimientos indígenas, lo
que reflejaría contactos entre la población.
 Las lucernas eran piezas cerámicas para la iluminación, por lo que era un objeto
utilizado en el día a día. Podía ser de un solo pico o de dos. Eran platos que en
su elaboración se dan unos pellizcos para crear la concavidad de relleno del
aceite. Generalmente se considera que las lucernas de un pico son más antiguas
que las de dos. Deben entenderse dentro de un contexto doméstico.
 También podemos destacar las urnas tipo cruz del negro, las cuales tienen su
origen a comienzos del primer milenio a.C. en el Mediterráneo oriental y de ahí
se extiende hasta llegar a la Península. Se han encontrado en necrópolis
indígenas, por lo que si su origen era oriental y su posible elaboración indígena
se plantea que fueran tartésicas. No obstante, con el tiempo también se han
encontrado en yacimientos fenicios, de manera que se cree que se trataba de una
predilección tartésica por este objeto oriental. Eran pintadas con múltiples
elementos decorativos. Tenían formas características muy reconocibles.
Contienen alimentos, pero lo usual eran urnas con restos cremados. También son
reseñables piezas indígenas, como ya hemos indicado.
- Podemos destacar vasos de alabastro como contenedores de ungüentos, perfumes,…
recipientes en piedra y de origen fenicio. Eran piezas que denotaban la importancia de
un comercio de lujo y con una amplia tipología.

- Cáscaras de huevos de avestruz con motivos geométricos vegetales y zoomorfos como


decoración. El color ocre/ rojizo nos remite a un contexto sacro y su vínculo con las
necrópolis al tránsito al más allá.

- En lo que respecta a la Toréutica, podemos destacar el Bronce Carriazo, la


representación de la diosa Astarté del Carambolo, el sacerdote de Cádiz, etc. También
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esfinges y grifos, los vasos à chardón. Y otra serie de representaciones simbólicas que
nos remiten al mundo semita, como una bandeja con forma de piel de toro que, según
Escacena, reflejarían ese influjo oriental.

- En la orfebrería podemos destacar la pasta vídrica de las necrópolis de Cádiz, además


de sellos y escarabeos. En definitiva, se trataría de una tradición artesanal de materiales
preciosos vinculados a las élites del mundo oriental.

TEMA 2.2.: PRESENCIA GRIEGA EN LA PENÍNSULA


IBÉRICA
¿Podemos hablar exactamente de colonización griega? Matizando mediante la
investigación arqueológica podemos hablar mejor de una presencia griega, más que de
una colonización, puesto que no existió una “política” de colonización por parte de las
poleis griegas, a pesar de que tradicionalmente esta presencia griega que hoy
conocemos se había equiparado a la colonización fenicia. Las unas ciudades que son de
origen griego son Emporión y Rhode. A lo que sí se hace referencia es a las “colonias
griegas fantasmas”, en las que ciertas fuentes apuntan a fundaciones griegas en la
península como Mainake o Hemeroskopeion, pero hoy en día se piensa que, o hacían
referencia a pequeños puertos para desembarcar y no a colonias, o las ciudades a las que
hacían referencia como griegas no eran de origen griego.

La cronología de los primeros contactos y las causas de la presencia griega en la


Península suponen un problema puesto que encontramos las famosas cerámicas
micénicas de Montoro que quedarían encuadradas en un contexto anterior a este. O
también que las cerámicas más antiguas de la península son del siglo IX o VIII a.C. en
la zona de Huelva, que parece que indican que las trajeron navegantes orientales,
aunque sean cerámicas griegas. Además proceden de islas (Eubea y Samos). Por otra
parte también tenemos navegaciones de samios y foceos en los siglos VII y VI a.C.

Podemos decir que hubo contactos con el mundo de Egeo pero que también
pudieron ser muy esporádicos. Sin embargo sí podemos hablar de una presencia directa
griega tanto en la zona de Huelva como en la costa catalana a partir del siglo VII a.C.

Para conocer la verdad en este caso es necesario un cotejo entre los hallazgos
arqueológicos (cerámicas de distintas procedencias) y las fuentes literarias (textos
históricos y narraciones mitológico-legendarios). De estas fuentes literarias, como
textos históricos tenemos la Gerioneida de Estesícoro (600 a.C.) o alusiones a la
península de Anacreonte en el siglo VI a.C. O Heródoto con sus Historias a mediados
del siglo V a.C. Elementos arqueológicos que hacen referencia a la península ibérica
son un trípode de Samos.

LA INVESTIGACIÓN SOBRE LOS GRIEGOS EN IBERIA

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En cuanto a la historiografía de la investigación sobre los griegos en Iberia
podemos plantear varias etapas. En primer lugar una de “arqueología filológica” que va
entre los años 20 y 40 del siglo XX. En esta etapa encontramos las aportaciones de
Schulten, Carpenter, Bosch Gimpera y García y Bellido. Esta época era una época de
arqueología basada en las fuentes literarias, como Schlieman con Troya. García Bellido
rompe un poco con esta tendencia porque el recopila un corpus de materiales griegos en
la P.I. es decir, empezaba a darle más protagonismo a los restos arqueológicos que a las
fuentes literarias.

Posteriormente encontramos una época de corriente “pansemitista”, de cierto


declive puesto que en esta época los alemanes se centraron más en los fenicios/tartésios
y porque los restos griegos no aumentaban, entre los años 60 y 70 con Schubart y H.G.
Niemeyer.

Después reaparece un interés por los griegos entre los 80 y 90 a raíz del
desarrollo de la arqueología urbana. En ciudades como Huelva o Málaga empiezan a
aparecer nuevos materiales griegos, sobre todo cerámicos, lo que suscita interés por la
investigación de los griegos de nuevo. Además también aparecen restos griegos en
asentamientos fenicios, como ya hemos visto (Doña Blanca, Toscanos, Cerro del
Villar….

Actualmente, a raíz de esas excavaciones surgen nuevos problemas y


planteamientos, lo que produce una nueva oleada de estudios arqueológicos y
reinterpretaciones de las fuentes literarias. Algunas figuras que están trabajando esto en
la actualidad son P. Cabrera, R. Olmos o X. Aquilué y equipo de Empúries.
Actualmente se intenta concordar restos y fuentes literarias, buscando la validez de
ambos.

(Textos de Heródoto cobra fuerza con los hallazgos de cerámicas en Huelva y el casco
corintio de Huelva)

Cerámicas griegas siglo VIII-IV a.C.

En el siglo VIII a.C. los hallazgos de cerámicas griegas son muy dispersos y de
muy poco número. Se centran sobre todo en la costa, en asentamientos fenicios de la
costa malagueña, tartésicos de la costa onubense y en la Fonteta. En el siglo VII, el
panorama cambia, el Cerro del Villar es el punto gordo, al que le llegan más materiales,
el entorno de Málaga y la bahía de Cádiz y Huelva. En el siglo VI el foco onubense
concentra más cantidad de cerámicas, el Cerro del Villar también es grande pero menos,
se extienden más las cerámicas por toda la costa malagueña y hasta la zona de Murcia y
hay otro gran foco en Rhode, Rosas, Cataluña. Para la etapa ibérica la dispersión y la
cantidad de cerámicas es mucho mayor, será cuando más cerámicas griegas lleguen (V-
IV a.C.), llegando a puntos muy alejados de la costa.

Los griegos en Huelva

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En primer lugar veremos el foco onubense, lo normal que se ha documentado
son fragmentos de cerámicas. Procede de aquí un importante número de piezas (IX-
VIII/VI a.C.), pero las que conocemos ya a partir del VII proceden de la isla de Samos
(como decía Heródoto en su texto). Posteriormente la cerámica procedente de Grecia a
Huelva es ática, y su número decae hasta prácticamente desaparecer durante un tiempo,
cosa que se pone en relación con la desaparición del mundo tartésico, lo que se
interpreta como una falta de interés de comercio de los griegos con este mundo ahora ya
en crisis (Tartessos). Cuando los áticos se hacen con el control de estas relaciones
comerciales, los productos, las cerámicas son más vulgares, más colectivas y
estandarizadas, de menor calidad. Piezas de estos hallazgos son el casco corintio, que se
supone que es de la segunda mitad del siglo VII, o cerámicas griegas, copas, recipientes
para beber, que tienen que ver con el establecimiento de acuerdos, banquetes, consumo
de bebidas en relaciones comerciales… destinados probablemente al consumo de vino.
En fechas algo posteriores encontramos el centauro de Rollos, o la copa de Medellín, o
cerámicas en Jaén. Hay tres fases comerciales que podemos establecer:

En los finales del siglo VII podemos hablar de un comercio aristocratico, un


comercio de piezas que muy pocos se podían permitir. Posteriormente, entre el 560-540
hay un incremento de las piezas que llegan siendo más estandarizados los productos y
algo más ‘‘vulgares’’. Hay más piezas pero de menor calidad. Hacia el 540-530 se
desploma la llegada de productos a Huelva, hay un desplome tremendo, quizás en
consonancia con la caída de Tartessos, y la propia geopolítica del momento del
mediterráneo.

Barco griego de Cala Sant Vicenç (Pollença, Mallorca) (520-500 a.C.)

Muy importante es el hallazgo de distintos pecios en las costas españolas, sobre


todo la costa levantina, catalana y las Baleares, puesto que testimonian la existencia de
naves mercantes que iban cargadas de una gran cantidad de piezas, ánforas sobre todo y
copas y piezas menores. Suelen ser barcos del siglo VI o V.

La Picola (Santa Pola, Alicante)

Un yacimiento bastante interesante se encuentra en la provincia de Alicante el


yacimiento de La Picola, y parece que se trata de un puerto comercial que dependería de
la ciudad de Heliké. Son una serie de naves y estructuras, en algunos casos muy
potentes que nos hablan de la influencia griega directa sobre el territorio íbero (estamos
en territorio de los Contestanos). Además tiene una estructura defensiva. Lo interesante
es que además de la planta típicamente griega, los materiales encontrados son ánforas
dedicadas al comercio, lo que nos ilustra muy bien el comercio entre griegos e íberos.
Está vinculado a un asentamiento fenicio de Elche, donde se han encontrado estas
ánforas.

O es un puerto griego o un puerto de la ciudad de Heliké controlado por los


griegos. También se ha planteado la posibilidad de que fuese un enclave de masaliotas,

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con unas características propias de puerto ‘‘pirata’’. El puerto desaparece, es un
abandono planificado, y no se vuelve a ocupar.

Emporion/Ampurias

Asentamientos que conocemos son Emporión (a través de Estrabón) y Rhode,


Rosas. Estrabón nos dice de Emporión que es fundada en el golfo de Rosas, que fue
alrededor del 580-575 a.C., a cargo de gentes de la antigua Massalia, la actual Marsella,
que a su vez es fundación de los griegos de Focea. El destino inicial de esa comunidad
de Massalia que se mueve a Emporión no habría sido otro que un lugar de comercio.
Sabemos que esa fundación se lleva a cabo en dos grandes fases, un primero momento
hacia el 580 esos griegos massaliotas se habrían asentado en un pequeño islote frente a
la costa donde establecerían un pequeño enclave en el entorno de lo que parece ser un
pequeño asentamiento indígena (no se sabe porque hay poblaciones encima
actualmente). Este sector es lo que se conoce como Palaiapolis, la ciudad antigua. A
partir de determinado momento en torno a mediados del siglo VI, 20 o 30 años después,
en torno al 550 o 540, ese enclave se habría visto ampliado con una nueva aportación de
gentes griegas. Este nuevo sector si se estableció ya en la costa, en tierra firme, muy
próximo al antiguo enclave pero separado del mismo por una franja de agua. Esto se
conoce como Neapolis. Ese proceso de ampliación posiblemente tuvo que ver con la
caída de Focea, que supuso una salida de gentes de esa zona que se asentaron primero
en Córcega y luego en sus antiguas colonias, como por ejemplo esta, Emporión.

El yacimiento de Ampurias se ha venido excavando desde principios del siglo


XX, gracias a lo que conocemos bastante bien buena parte de la Neapolis, mientras que
la zona de Palaiapolis se conoce menos por que está encima San Martín de Ampurias,
un pueblo catalán.

Del urbanismo de esta ciudad conocemos sobre todo la planta de la Neapolis en


las últimas fases previas a la conquista romana e incluso de la conquista romana. Las
otras etapas anteriores no se conocen tan bien porque la ciudad era histórica y las partes
superpuestas habrían destrozado a las de las etapas anteriores. Del siglo V si conocemos
una torre de la muralla y lo que parece que quizás será un templo. Hay un santuario para
Serapis y otro para Asclepios. Otros elementos importantes a parte de las casas son el
ágora y una zona porticada, stoa. Se ha documentado un sistema de muralla griego
conocido como proteikisma, una muralla con un antemuro para dificultar el acceso de
cualquier ejército enemigo. Todo esto alude a la monumentalización arquitectónica de la
ciudad (típico de época helenística).

Mientras que era un pequeño enclave en sus inicios, durante el V y el VI


Emporión se convierte en un importante asentamiento gracias al comercio, que llega a
tener relaciones con Gadir e Ibiza, llegando incluso a acuñar moneda en el siglo IV.

Dos de los elementos más destacados desde el punto de vista material tenemos la
estatua del dios Asclepios (s. II a.C.), que se ha dicho que podía ser una representación
de un dios menor, y una antefija de piedra caliza, material utilizado en la zona de los
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canalones para verter el agua en grandes edificios, normalmente templos (en este caso
no se conserva), que servía para ornamentar. Tiene forma de palmeta y parece ser del
siglo V.

En cuanto a la acuñación de moneda en un principio se copia la acuñación de


Massalia y posteriomente van desarrollando su propia moneda. Tenemos una dracma de
plata con un personaje divinizado y en el reverso un caballo alado con la leyenda
“EMPORITON”. Estas monedas serán imitadas por las poblaciones fenicio púnicas y
enseñan lo que son las monedas a los iberos. Las primeras monedas son del siglo V pero
la gran producción es a partir del V.

También contamos con testimonios epigráficos como una lamina de plomo con
una inscripción en la que se cuenta como unos iberos establecen acuerdos comerciales
con comerciantes de Emporión. Es de finales del VI y principios del V y hay otros
testimonios parecidos en Francia.

En el entorno parece que había población indígena, que se ha planteado que


suministraría a los griegos de Emporión de alimentos y estos a cambio les daban
productos y mercancías propias y de otras partes del Mediterráneo.

Muy destacado también es el conocimiento de los últimos tiempos paulatino de


las necrópolis emporitanas. Están alrededor de la Neapolis, en la zona occidental y
meridional. El problema es que las fechas en las que se excavó eran antiguas con lo que
la información es parca, escasa. Sabemos que predomina la inhumación en el siglo VI,
luego habrá una alternancia entre inhumación y cremación, pero falta información.

Rhode

El otro enclave al norte del golfo del Rosas es Rhode. Hay una tradición literaria
que dice que las gentes de la isla de Rhodas fundaron Rhode, pero se sabe que no es así,
por lo que es una tradición inventada.

Lo que sí sabemos es que a partir de finales del siglo V-principios del siglo IV
hay materiales en esta zona que nos habla de un enclave griego. No se sabe quien lo
funda, podrían haber sido los de Emporión a modo de sucursal, o podrían haber sido los
massaliotas, que por un crecimiento importante habían tenido que irse y fundar otra
nueva población.

Como hay población en la actualidad, la información es escasa, pero si sabemos


que junto a la antigua línea de costa había una zona con estructuras y materiales
conocida como Turó de Santa María, que se habría expandido hacia el este entorno al
300 a.C. En este sector se conocen mejor las estructuras, se conocen viviendas. A lo
largo del IV y sobre todo el III, Rhode también acuña monedas.

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TEMA 2.3.: DE LOS PÚNICOS DE IBERIA A CARTHAGO
IN IBERIAM. El Mediodía y el Levante peninsular entre fines
del siglo VI y fines del siglo III a.C.
Fases

Las fases de este periodo son las siguientes. En un primer lugar está la iberia
púnica que va desde el fin del siglo VI a.C. hasta el 237 a.C. En segundo lugar está la
conquista bárquida, que va desde el 237 al 219 a.C. y en tercer lugar está la época de la
Segunda Guerra Púnica, que va desde el 218 al 206 a.C., año en el que fueron
expulsados los púnicos por los Romanos.

LA IBERIA PÚNICA

En cuanto a las fuentes de la iberia púnica tenemos a las fuentes literarias como
Estrabón y Plinio o las fuentes arqueológicas. Como púnicos podemos entender a los
habitantes de la Cartago original, los cartagineses, o a aquellos que se asentaron en la P.
Ibérica.

A partir del siglo VI a.C. las poblaciones que estaban en la península van a ir
evolucionando, creciendo y fundándose algunas y otras desapareciendo. Sus
características y organización se desconocen en gran medida, porque no tenemos
fuentes, pero se sabe que algunas de ellas llegan a tener gran prestigio como Gadir,
Carteya, Malaka, Sexs, Baria o Ibusim. Enclaves importantes que lo seguirán siendo con
la llegada de los romanos.

La clave del éxito de estas ciudades es que una vez desaparecido el mundo
tartésico, los púnicos se van a dedicar a otras actividades más fervientemente, la pesca
(túnidos, sardinas, boquerones, elaboración de salazón y salsas…) y el comercio de los
productos derivados de la pesca, que se exportan junto con las telas (murex y púrpura).
Van a llegar tan lejos que en el siglo V a.C. en la Atenas clásica ya se consideraban las
salsas de la zona de Gadir. Aun así, sigue habiendo tradición de agricultura (cereal y
vid) y ganadería (ovicaprinos y bovinos). También evidentemente la minería tendría
cierto peso, aunque centrada en la Alta Andalucia y en el Sureste de la península, sobre
todo a partir de la conquista de Cartago.

El debate sobre una posible colonización cartaginesa de la P.I. sigue abierto. En


estos momentos el círculo del estrecho es germen de numerosas relaciones comerciales
y Gadir es la ciudad líder en el ámbito peninsular. En este contexto se habla de una
colonización cartaginesa de la P.I. Cabe la posibilidad de que Carthago estableciera una
política de colonización del sur peninsular aunque la mayoría de los investigadores no
aceptan esto. No obstante las fuentes grecolatinas hablan de poblaciones libio(gentes de
África ¿colonos?-fenicias (¿llegadas de manera voluntaria o enviadas para colonizar?)
en el sur peninsular. De lo que no cabe duda es que los púnicos (gentes de origen

99
semita) se asientan en el sur peninsular desde el siglo IX y luego entre los siglos V y VI
constituyen comunidades independientes.

Cádiz

Gadir es el núcleo de población del comercio, creando un circulo comercial a su


alrededor. La cuestión es saber si en todas estas ciudades púnicas hubo un cierto control
de Cartago sobre ellas. Hoy día se piensa que no, que son ciudades que tienen relaciones
comerciales estrechas con Cartago y posiblemente la consideraban más importante que
ellas mismas, pero eso no quiere decir que los cartaginenses controlaran el sur
peninsular. También se ha llegado a plantear que Cartago mandara a colonizadores a la
P. Ibérica, cosa que hoy en día también se ha descartado. No habría un control de la P.
Ibérica hasta la llegada de Amílcar.

Se conoce su urbanismo muy mal (es una ciudad histórica). Aunque cada vez se
tiene más información gracias a su necrópolis, que nos habla de una población
enriquecida gracias a las actividades comerciales relacionadas con la pesca (los
salazones gaditanos).

La mayoría de los enterramientos de la necrópolis son de inhumación. Entre los


ajuares destacan las producciones de joyas, lo que puede indicar la existencia de un
taller de orfebrería especializada que abastecía la demanda.

Destaca sobre todo el hallazgo de unos sarcófagos antropomorfos, el primero, el


del hombre, fue fruto de un hallazgo fortuito a finales del siglo XIX. Esto inicio el
interés por la arqueología púnica. No se encontró ajuar relacionado, ni sabemos el
contexto estratigráfico (hallados fuera de contexto), pero por paralelos estilísticos se
datan en el siglo V, con una marcada influencia griega. Están elaborados en mármol
blanco de importación (del Egeo o de Cádiz). Se combina el altorrelieve con el bajo
relieve y la pintura. Ambos llevan una túnica talar y es un retrato idealizado. El hombre
es barbado y la cabeza se ha comparado con obras griegas del siglo V. En el brazo
izquierdo llevo una manzana o una granada y en el brazo derecho se veía pintada una
corona de laurel (influencia del mundo griego). Hoy día se consideran elaborados en
Sidón, o en Cádiz por artesanos de Sidón. Parece que puede llevar unas sandalias en los
pies. El uso de este tipo de sarcófagos remite a gente adinerada o perteneciente a una
familia real (pero no sabemos si había realeza o no en Cádiz).

Un siglo después y a 2 km de distancia, apareció un sarcófago femenino (la


Dama de Cádiz). Fue un hallazgo casual y dio origen a una excavación arqueológica. Es
de características parecidas. La tapa perece que estuvo pintada de color rojo. Lleva un la
mano un alabastrón (un recipiente para perfumes). Se hallaron en su interior los restos
oreos de una mujer de 30 y tantos años. A diferencia del anterior, si surge en un
contexto donde no hay tumba. El ajuar es escaso. Lleva a plantear que pueda ser una
sacerdotisa de Astarté o Tanit, o un personaje aristocrático. Está fecahda antes que el
sarcófago masculino, antes de mediados del siglo V. Muestra un nivel económico
avanzado. Seguramente ambos sarcófagos estaban pintados enteros.
100
Cabe la posibilidad de que sean aristócratas locales que pese a que Gadir es
independiente, siguen manteniendo vínculos con el ámbito fenicio (Sidón) y con talleres
o artesanos sidonios.

Se ha producido en los últimos tiempos un avance en el conocimiento de las


necrópolis, gracias sobre todo a la experta en este tema, A. M. Niveau de Villedary.

Destaca así un conjunto funerario fenicio del siglo V a.C., estudiado por la
autora anterior. Es interesante este conjunto porque plantea la existencia de banquetes
previos al enterramiento. Encontramos restos de cordero o carnero, cenizas, una ánfora
ritual que conecta la superficie con el interior para la libación. La fosa de los
enterramientos se conecta con un pozo ritual relleno de vajillas y animales consumidos.

A veces aparecen cánidos sacrificados en unas ocasiones y consumidos en otras


y ocurre algo parecido con los caballos. En otros casos no encontramos tumbas pero sí
pozos rituales. La mayoría de las tumbas intentaba llegar a niveles freáticos y cuando se
acaba el agua se rellenaban. Los rituales se harían en el momento del enterramiento. Es
posible que se hicieran también banquetes en recuerdo del difunto.

Carteia

Carteia es un conjunto de población situado cerca del rio Guadarranque, en la


bahía de Algeciras. Se han excavado distintos sectores y hoy día se sabe que se habría
fundado a mediados del siglo IV a.C. aunque cerca de Carteia si se sabe de la existencia
de un yacimiento fenicio en el Cerro del Prado, que va desde el siglo VII al IV a.C., lo
que plantea la posibilidad de un traslado de los habitantes de este Cerro que serian los
que fundarían Carteia. Este nuevo asentamiento está muy bien situado desde el punto de
vista estratégico y militar, además tiene buenos recursos tanto pesqueros como
agrícolas. La ciudad de Carteia no va a desaparecer con la conquista romana sino que
además se convertirá en un enclave interesante puesto que en ella se asentará una
colonia latina de ciudadanos romanos vinculados a mujeres peregrinas. Es la primera
colonia en la península en el 171 a.C.

En la zona occidental del asentamiento se ha excavado bastante y se conoce la


existencia de una muralla y una puerta de entrada. Se trata de una construcción con un
acceso en recodo, que complicaba el acceso a la ciudad y mejoraba la defensa de la
misma. A parte del sector de la puerta, el otro espacio importante ha sido la zona del
posterior foro romano, un espacio que concentra las distintas fases de formación, tanto
la fase púnica como la fase romana republicana. Debajo de uno de los muros del templo
romano se encuentran varios niveles correspondientes a la Carteia púnica, con dos fases,
una más antigua y otra más reciente. Lo interesante es que en la segunda fase se
documentó una estructura interpretada como un altar. Lo interesante es que
posteriormente el templo romano amortiza esa zona, sigue dándole un uso cultual,
religioso.

101
Muy interesante es como en los últimos tiempos se ha podido constatar
arqueológicamente la existencia de salazones en distintos puntos del Mediterráneo.
Estas salazones se vinculan con la producción de ánforas, de ahí que sea común que los
talleres de ánforas o figlinas estén cerca de las fábricas de salazones o cetarias.
Ejemplos de estos alfares son los famosos hornos, donde se producía la cerámica.

LA CONQUISTA BÁRQUIDA

A partir del 237 a.C. hay un cambio importante que viene derivado de la
conquista cartaginesa de este territorio. Las causas de la conquista están actualmente en
debate. De hecho, esta conquista es consecuencia en parte de la Primera Guerra Púnica.
Al acabar esta guerra Cartago queda muy debilitada tanto económica como
internamente. Buscando soluciones se plantean dos soluciones: invertir en la tierra y
crear un imperio por África, o salir del continente africano, poniendo los ojos en la
península Ibérica. Esta última opción es la que se lleva a cabo de mano de Amílcar.

Las fuentes que tenemos para esta etapa son literarias, autores grecolatinos como
Polibio, Tito Livio, Apiano… fuentes del bando romano, lo que supone un desajuste
historiográfico. También tenemos una gran cantidad de testimonios arqueológicos como
los pecios de las costas españolas, elementos constructivos, materiales cerámicos, restos
de campamentos, de batallas… Y también fuentes epigráficas como monedas
cartaginenses y de ciudades fenicio-púnicas (Gadir, Malaka, Abdera…), que empiezan a
acuñar moneda a partir de la llegada de estos cartaginenses.

Toda esta etapa de conquista se puede rastrear bien a través de una serie de
poblaciones, que nos permiten rastrear la presencia cartaginesa en la península. Estas
poblaciones son por ejemplo Doña Blanca (Cádiz), en la que se ven reformas en la
muralla de casamatas, o la ocupación de un recinto cercano a Las Cumbres (necrópolis)
de origen cartagineses. En Sevilla también, Carmo, donde está la muralla. En Puente
Tablas, que se reocupa y se hacen algunas obras. En Qart Hadasht, Cartagena o en
algunos otros lugares como en Tossal de Manises en Alicante.

Los cartagineses vienen a la península a explotar el territorio, y lo que más le


interesa del sur peninsular, a parte de la agricultura (Cereal, esparto) y la ganadería, es
la minería y el control de la plata y el plomo (Cástulo, Qart Hadasht). También les
interesa la obtención de mercenarios y de esclavos, estos últimos para trabajar en el
campo y en las minas.

Un tema interesante es el de las Turres hannibalis de las que hablaba Publio pero
que no se han llegado a encontrar, y la cuestión de la defensa y el control del territorio
por parte de los cartagineses.

A partir de este momento encontramos en la península moneda acuñada en


Cartago. En el anverso aparecen personalidades y en el reverso elefantes, caballos con
palmeras y barcos, motivos muy propios de Cartago. El problema viene en los anversos
porque hay dos interpretaciones, que sean héroes o divinidades del mundo helenístico

102
(Heracles) o que sean retratos de Amílcar, Asdrúbal y Aníbal como Heracles, cosa que
es más difícil de explicar.

Carmo

En cuanto a lugares que nos exponen la presencia cartaginesa en la península,


como ya hemos dicho, tenemos a Carmo, Carmona, en Sevilla, donde está la Puerta de
Sevilla, que en su momento sería un gran bastión vinculado a un gran foso y a la puerta.
Estaría construido con grandes sillares (opus quadratum según los romanos).

Doña Blanca

Destaca la muralla de casamatas del siglo III que se superpone y cambia el


trazado de las murallas precedentes. Juega un papel destacado en la Segunda Guerra
Púnica

Puente Tablas

Otro yacimiento de presencia cartaginesa es Puente Tablas, donde han aparecido


en algunos puntos de la muralla estructuras que podemos fechar a finales del III a.C.
Estas estructuras se construyen por encima de la antigua línea de muralla ibérica, pero
no directamente sino por encima de un estrato de abandono (restos naturales). Es una
refortificación.

Qart Hadasht

Qart Hadasht fundada por Asdrúbal en el 229 a.C. en un lugar estratégico desde
el punto de vista de la navegación. En muy poco tiempo, se convierte en la ciudad clave
cartaginesa en la península ibérica, hasta que en el 211 a.C. es conquistada por los
romanos.

Lucentum

Otro de los lugares de la conquista cartaginesa es Lucentum, en Alicante. Tuvo


un peso muy importante hasta época altoimperial, cuando las disputas entre ciudades de
la península hacen que vaya perdiendo importancia a favor de la ciudad de Elche.
Posteriormente se abandonará. Es una ciudad cuya etapa romana está muy bien
conocida pero se sabe que su origen no es romano, sino que sería erigida en los siglos
V, IV y III a.C. por constatación arqueológica. Esto y la mención de la ciudad Akra
Leuke en las fuentes literarias, que sería fundada por Asdrúbal, hace pensar que esta
ciudad sería Akra Leuke, aunque actualmente se piensa que esta ciudad estaría más al
interior, en la Alta Andalucía.

Los restos que han quedado de época cartaginesa son algunos puntos de la
muralla y estructuras domésticas vinculadas a esa muralla. Una de estas estructuras sería
una cisterna con forma de bañera, muy típica en el mundo cartaginés, usada para
almacenar agua. Estas cisternas también se conocen en otros pueblos influidos por los
territorios cartagineses.
103
LA SEGUNDA GUERRA PÚNICA

Finalmente está la etapa de la Segunda Guerra Púnica (210-206 a.C.). Es a


consecuencia de esta guerra con lo que Roma se hará con toda la península ibérica. En
el 218 a.C. es cuando desembarca el primer barco romano en la península y en el 209
a.C. es cuando Roma se hace con Qart Hadasht hasta ganar la guerra en el 206 a.C.
Hasta el 206 a.C. hay un gran conflicto entre ciudades puesto que unos se ponen de
parte de Cartago y otros de parte de Roma. Roma en vez de retirarse se queda para
hacerse con los recursos de la península y es extremadamente cruel con los pueblos que
estuvieron en su contra. A partir del 206 a.C. empieza el proceso de conquista de la P.
Ibérica.

TEMA 3: ÍBEROS: LA SEGUNDA EDAD DEL


HIERRO EN LA PENÍNSULA IBÉRICA

TEMA 3.1. : LA CULTURA IBÉRICA


ASPECTOS FORMATIVOS DE LA CULTURA IBÉRICA

Los orígenes y los antecedentes de la cultura ibérica en un principio se pensaron


que eran foráneos, del norte de África o incluso el Mediterráneo Oriental. Esta fue una
idea de Schulten. Esta idea hoy en día está totalmente descartada porque gracias al
conocimiento y a las investigaciones podemos llegar a la conclusión de que eran gentes
que ya estaban asentadas en la P.I. desde hacía muchos siglos.

Esa cultura ibérica tiene una serie de antecedentes. El sustrato de esa cultura son
las propias poblaciones indígenas del Bronce Final de gran diversidad geográfica,
etnográfica y cultural. Esto marcará las diferencias que encontramos en los pueblos
ibéricos. Sobre estos sustratos indígenas van a ejercer influencia distintos elementos,
como por ejemplo el mundo tartéssico. Pero los dos grandes elementos esenciales que
inciden en la formación de esta cultura son las influencias foráneas o coloniales de los
fenicios y los griegos. También podemos observar la presencia de material etrusco. Pero
estas influencias son más estímulos que modelos, es decir, estos influjos, la cultura
indígena los reinterpreta, de ahí que sea una cultura propia de la P.I., genuina y singular,
no una imitación de otras culturas mediterráneas.

El origen de la cultura ibérica ha sufrido un cambio, en un principio se pensaba


que el origen estaba en la costa levantina y a partir de ahí se habían difundido, hoy día
gracias a los proyectos de investigación (años 70 y 80) se sabe que no se genera ahí sino
104
que nace entre la Alta Andalucía (Jaén y Granada) y el Sureste (Murcia, Albacete). Este
origen se da cuando la cultura tartésica decae. Lo que caracterizará a la cultura ibérica
será, como con los tartésicos, la presencia de minas, en este caso en la zona de Jaén,
elemento que permitirá su desarrollo como cultura. Esto nos permite poner en relación
el final de un proceso y el inicio de otro. Se da una basculación también del interés de
los pueblos que comercian con la P.I., que ahora se interesarán por el comercio con la
zona sureste, con los íberos, lo que suscitará también el desarrollo de esta cultura ibera.

Los iberos no viven aislados, sino que tienen contacto con gentes del interior
peninsular (diferentes desde el punto de vista étnico), con los que traspasarán elementos
culturales y se darán interinfluencias, como por ejemplo con los celtíberos (trasvase de
armas).

LA GEOGRAFÍA IBÉRICA: Áreas y etnias principales

La extensión geográfica de los iberos va desde la zona de Huelva hasta las costas
de Francia, siempre bordeando la costa mediterránea. Los nombres de los pueblos los
conocemos gracias a las fuentes latinas, que hacen referencia a la etapa final de la
cultura ibérica, con lo que la situación desde el siglo VI que es cuando aparece esta
cultura, podría haber cambiado, y con ello haber cambiado los nombres de estos
pueblos.

Los pueblos del mundo ibérico son pueblos con estructuras diferentes entre sí,
pero con un sustrato común. Destacan entre ellos:

- Los Turdetanos: son los sucesores del mundo tartésico con un sustrato cultural
bastante avanzado. Hay una zona al norte de las sierras de Sevilla, Huelva que
son los túrdulos que has sufrido migraciones celtas y tienen una influencia celta,
al habitar entre las montañas mantienen su estructura intacta. Se establecen en
grande núcleos de población de hasta 50 hectáreas. Su sistema político es de
regido por soberanos y aristócratas. Sus casa son rectangulares y su mundo
funerario es muy basado en tartessos con cremación sin grandes monumentos.
Continúan las prácticas religiosas y no es fácil diferenciarlos. Tienen algunos
rasgos que no comparten con los iberos, por lo que algunos autores piensan que
no lo son.
- Los Bastetanos: se dan en la zona de Granada. El sustrato cultural procede del
mundo argárico unido a la influencia fenicia. Más tarde cuando caen los
fenicios, decaen y el mundo griego se hace con el comercio. También tiene una
influencia de griegos focenses. Ha destacado la cratera que parece indicar que
practicaban lo que se entiende como ¿simposio? Ya que aparecen numerosas
crateras en necrópolis. Las tumbas son de cámara de apariencia tumular y
respecto al mundo religioso, el culto a la naturaleza y al caballo es muy repetido,
como símbolo de nobleza y aristocrático.
- Los Oretanos: si sitúan al interior de los Bastetanos, se caracterizan por los
santuario en la zona de Despeñaperros, que son de tipo natural y relacionados

105
con acuíferos. Lo que se relacionan con los santuarios son los exvotos de
pequeño tamaño y también aparecen en necrópolis. Muchos están relacionados
con aguas salutíferas y algunos exvotos representan a guerreros con el pene
erecto.
- Los Mastianos: se dan en la zona de Murcia, en la ciudad de Mastia cuya
localización se desconoce. Se sitúan en la costa y presentan una fuerte influencia
fenicia, griega y en el último estrato de su formación, una influencia púnica
- Los Contestanos: están en la Illeta y Elche en poblados en una zona fácil de
defender en tipo oppida como la Illeta. . Respecto a los santuarios y necrópolis
se unas la cremación en pilares estela y enterramientos turriformes.

PERIODIZACIÓN (Propuestas cronológicas)

En cuanto a su contexto cronológico existen dos tipos de periodización, la


“tradicional” y la propuesta por Ruiz y Molinos en 1993.

Cronología “tradicional”:

 Etapa de formación o Ibérico Antiguo: de los siglo VI a mitad del siglo V a. C.


 Ibérico Pleno: mitad del siglo V a finales del III a. C. 2ª Guerra Púnica como
punto culminante.
 Ibérico final o Baja Época: finales del III al siglo I a. C. Conquista romana.

Cronología de Ruiz-Molinos (1993):

 Ibérico I: hasta 600/580 –530 (Momento de formación).


 Ibérico II: hasta el 530-450/425 (Fuerte influencia de Emporion).
 Ibérico III (450/425—350/300 (Diversificación en áreas).
 Ibérico IV: 350/300-175/150 (Máxima diversificación. Momento pleno).
 Ibérico V: 175/150 – 60 (Fase tardía).
 Ibérico VI: 60-II d. C. (Fase final).

FUENTES PARA EL ESTUDIO DE LOS IBEROS

En cuanto a las fuentes para el estudio de los iberos tenemos por un lado a las
literarias, de autores greco-latinos como Heródoto, Polibio, Estrabón, Tito Livio, Plinio
el Viejo o Avieno, con sus obras correspondientes. Estas fuentes plantean algunos
problemas a pesar de que sean muy ricas e interesantes. Hay que tener en cuenta que
estos autores hablan de periodos no coetáneos a ellos mismos y hablan de esta cultura
ibera desde un punto de vista de interés puesto que escribían PARA Roma.

La imagen de los iberos a través de las fuentes literarias es la siguiente: se


ubicarían en la franja mediterránea, formando un mosaico de comunidades y sería una
cultura de carácter belicoso (porque se están enfrentando a Roma), pero menos bárbaros
que el resto de poblaciones peninsulares. Esto ha marcado la idea de los iberos que

106
tenemos pero hoy en día sabemos que no solo vivían para la guerra gracias a la
arqueología. Una cuestión interesante es como se acaba estableciendo una equivalencia
entre el término Iberia (los autores romanos la llamaban así) y Hispania. Para los
romanos Iberia se refería a toda la P.I. cosa que sabemos que no es así, puesto que los
iberos no estaban en toda la P.I. Por otra parte, lo que nos cuentan son los nombres de
los pueblos y sus caudillos, lo relativo a los enfrentamientos con Roma, sin tratar temas
de gran interés como sociedad, religión, cultura…

El complemento a estas fuentes literarias es la arqueología, puesto que solo con


las fuentes escritas no podríamos decir mucho. Gracias a las fuentes escritas conocemos
los territorios y lugares de hábitat, su urbanismo y estructuras, cerámica, artefactos
metálicos… También gracias a la arqueología conocemos las necrópolis, las cerámicas,
esculturas y estructuras funerarias que en ellas encontramos. Estas necrópolis son de
gran importancia gracias a los materiales que podemos ver en ellas. En el ámbito
religioso también es importante la información de los santuarios que podemos sacar
gracias a la arqueología, así como sus exvotos de bronce, piedra, terracota, o sus
emplazamientos y estructuras.

Otro tipo de fuentes con ciertas peculiaridades son las epigráficas, los textos en
cerámica, plomos…, que son fuentes limitadas y la mayoría de ellos de época tardía. El
mayor problema es que se pueden leer pero no traducir puesto que no se ha descifrado
todavía el alfabeto ibero, aun así la mayoría de estos textos son de origen económico o
religioso. Y las fuentes numismáticas, que son de a partir de finales del siglo III y siglo
II a.C.

Un aspecto importante es la variabilidad en el espacio y el tiempo puesto que la


cultura ibérica no solo cambia con el tiempo, sino también con el espacio que ocupe,
por lo que habrá diferentes rasgos culturales depende del lugar del que hablemos.

HISTORIOGRAFÍA DE LOS ÍBEROS

Historiográficamente en un principio están los hallazgos de los años 60 y 70 del


siglo XIX, como son los del Cerro de los Santos (Relojero de Yecla con sus
falsificaciones) o las excavaciones de necrópolis de Almedinilla de Luis Maraver en
1867. Aquí es cuando se empieza a gestar la investigación de la cultura ibérica. Como
muchos de los hallazgos son falsificaciones se pierde el interés en la arqueología
ibérica, pero se descubrirá que no todo era falso, también había piezas verídicas. Todo
va a cambiar con el hallazgo casual de la dama de Elche en 1897, a partir de entonces,
se va a dar un periodo, entre finales del siglo XIX y principios del XX, hasta más o
menos los años 30, en el que renace el interés por la cultura ibérica. Es entonces cuando
se dan los primeros estudios arqueológicos sobre los iberos (Pierre París), y las
excavaciones en Almedinilla 1903-04 (P. París), en Galera o Collado de los Jardines
entre los años 10 y 30 (sobre todo de necrópolis y santuarios iberos).

Por estas mismas fechas empiezan a aparecer estudios sobre os restos materiales
de los iberos como los de armamento de H.Sandars en 1913. A partir de principios de
107
años 20, Gómez Moreno descifra parte de la escritura ibérica (sin llegar a descifrarlo del
todo) y la relaciona con el euskera. Aquí ya se empieza a hablar de la identificación de
lo ibérico con lo español, un hispanismo. Un paso importante en la historiografía de los
iberos es Etnologia de la Península Ibérica de P. Bosch-Gimpera en 1932, en el que
recogía las propuestas de Schulten de los iberos con raíz africana.

Posteriormente entre los años 40 y 50 se da un periodo de estancamiento, que se


conoce como la “muerte de los iberos” porque se desatendió a los iberos, en parte
porque en esa época España estaba aliada a la Alemania nazi y los iberos se pensaba que
era africanos con lo que no convenía estudiarlos. En esta época sí que se devuelve a
España la Dama de Elche (1941) y otras piezas iberas. Sí que se dan estudios aislados
como los de García y Bellido.

En los años 60 destacan los trabajos de A. Blanco Freijeiro, que se encargó de


recalcar los influjos helenísticos en el mundo ibero. Es aquí cuando aparece la primera
monografía referida al mundo ibérico, casi 100 años después de su descubrimiento. Es
la monografía del profesor A. Arribas.

En los años 70 se da la etapa más crucial puesto que surgen unos hallazgos que
relanzan el interés por esta cultura, como la excavación del yacimiento de Pozo Moro en
1971 y en adelante. Por las mismas fechas se producen las excavaciones de Francisco
Presedo en Baza, de la que procede la Dama de Baza. Un poco después se llevan a cabo
los hallazgos de manera casual del Cerrillo Blanco de Porcuna (1975).

A partir de los 80/90 (época de eclosión de estudios, congresos, etc.) y hasta


ahora, la investigación ya es moderna, los objetivos y los proyectos tienen metodología
científica, no interesa extraer piezas sino comprender como funcionaban las
comunidades. De ahí que se empiecen a realizar excavaciones en poblados, para
complementar la información de las necrópolis. También se empiezan a introducir
nuevas líneas de trabajo como los estudios antropológicos de los restos óseos. Muy
importantes han sido las celebraciones de congresos nacionales y exposiciones, que han
permitido la difusión internacional de la Cultura Ibérica, o las monografías divulgativas
y de síntesis.

Actualmente estamos en una situación de parón puesto que hace falta


financiación y estamos en crisis y no hay dinero. Así los materiales se quedan sin
estudiar y los yacimientos se quedan un poco parados.

GENERALIDAES SOBRE ARQUITECTURA Y URBANISMO IBÉRICOS

Sobre la arquitectura y el urbanismo ibérico podemos ver unas generalidades


como por ejemplo, en arquitectura se repiten una serie de materiales y técnicas
constructivas tales como la piedra, el adobe, el tapial, la madera, el mortero de cal, para
la construcción de zócalos, alzados, techumbres (cubierta vegetal), suelos y
revestimientos. Es una arquitectura muy ecológica porque se adapta muy bien al medio

108
y a los materiales “naturales” de su entorno, casi se mimetizan con el entorno,
respetándolo y con una relación muy acorde.

En cuanto al urbanismo, en primer lugar, se establece un debate previo sobre la


concepción de si existían ciudades o no, problema de gran tradición en el mundo
ibérico. En un principio se pensaba que no vivían en ciudades, pero poco a poco se ha
ido matizando puesto que partimos de que las ciudades monumentales de la antigüedad
no lo eran tanto, y también partimos de que el concepto que nosotros tenemos de ciudad
se basa en el aspecto, no en las funciones de la misma, con lo que nos basamos en un
concepto erróneo. Según estos matices, los iberos sí se constituían ciudades puesto que
las funciones económica, social, administrativa y política de sus núcleos si eran las de
las ciudades.

En todo esto tiene un papel fundamental el concepto de oppidum-a, “gran


asentamiento fortificado y en altura que controla y explota un territorio, acaparando
funciones políticas y económicas de cierta entidad”. Es el núcleo de población principal
que controla un territorio y los recursos (y los redistribuye entre la población), las vías
de comunicación y los núcleos más pequeños. Controla política y económicamente un
territorio. Por lo tanto, si hablamos ciudades ibéricas hablamos de oppida.
Evidentemente no en todos los sitios de población ibérica encontramos oppida, puesto
que hay una jerarquización del terreno. Esto genera una diversidad regional, por
ejemplo en los grandes asentamientos tartésicos y fenicios del sur, los oppida ibéricos
son más grandes que los de la zona de Levante, pero no por mayor tamaño tienen mayor
importancia. Algunos pueden estar en mesetas y otros en terrazas.

Aspectos importantes que se encuentran en los oppida son:

 Las murallas: al estar en altura, los oppida necesitan defensas como recintos
amurallados. Estas murallas son prácticamente las únicas obras públicas e
implican un poder que mande construirla en nombre de todos. En algún caso son
de dimensiones enormes como en Puente Tablas. Es curioso que las murallas
sean importantes en un momento en que no hay grandes guerras ni importantes
máquinas de guerra de asedio en la P.I. Las murallas tienen una función
defensiva, pero sobre todo tiene una función simbólica, identitaria, es decir,
indican la pertenencia a una comunidad y constituyen un elemento de prestigio,
de muestra de la capacidad económica y poder. Están reforzadas con torres.
 Otros elementos son las calles y plazas (que básicamente son una serie de calles
que se cruzan; no tiene el sentido clásico de ágora), habitualmente una o dos
calles principales y calles secundarias, es decir, no es una organización compleja
pero sí suficiente para un desarrollo urbano. Estas calles son espacios públicos
que se dedicaban al comercio y a la artesanía. Las calles pueden ser anchas (de 3
m) pero también las hay estrechas.
 Las viviendas también son otro elemento, no muy grandes pero tampoco muy
pequeñas, de las que se ha planteado la existencia de una doble planta.
Viviendas sencillas pero polifuncionales y con una estructuración interna
109
sencilla también. Son de planta rectangular o cuadrangular con unas
dimensiones variables (grandes y pequeñas) con una estructuración interna de
una o dos habitaciones, a veces de más, pero el interior no está demasiado
compartimentado. Cada vez se constata más la existencia de una segunda planta,
lo que implica que se duplica la disponibilidad de espacios, pudiéndose quedar
la planta baja para realizar distintos trabajos.
 Por último había una serie de edificios singulares, difíciles de distinguir desde
el punto de vista arquitectónico de las viviendas normales, puesto que siguen los
mismos métodos y materiales. Se tratarían de espacios de culto, de poder
(palacios de las clases aristocráticas que gobiernan, como en Puente Tablas) o
comunitarios (almacenes). A esta conclusión se llega por la cultura material en
ellos encontrada (elementos vinculados al poder, al culto,…).

Puente Tablas (Jaén)

Las primeras excavaciones se realizan en los años 70. Relativamente bien


conocido por las excavaciones de A. Ruiz y Molinos desde los años 80, con nuevas
excavaciones en los años 90. Luego han sido un tiempo dejadas. En 2007 es declarado
BIC y se han relanzado los estudios y las excavaciones. No existe un estudio
monográfico que resuma el yacimiento, sólo existen numerosas publicaciones en
artículos y congresos.

Se piensa que es un asentamiento de finales del siglo IX o principios del VIII


(Bronce Final), pero el desarrollo urbano de esta ciudad viene a partir de mediados del
siglo VII a.C., cuando se fecha un recinto amurallado muy potente, que se reformará en
siglos posteriores. Se sabe que a finales del VI y sobre todo en el V se va a desarrollar
un asentamiento muy bien organizado interiormente, que no se conoce. Desde la
segunda mitad del IV hasta la mitad del III se abandona y en la segunda mitad del III se
vuelve a poblar para volver a despoblarse con los resultados de la II Guerra Púnica. Al
estar abandonada se ha podido hacer una investigación arqueológica muy detallada de lo
disponible.

Se encuentra en un cerro amesetado de 5 ha, a las afueras de Jaén, con un


urbanismo de tipo parrilla y se puede ver una especie de plaza en el centro. Está rodeado
de murallas y solo se encuentra desprotegido en la zona del río, donde se ve la vaguada.
Para reforzar el muro se construirá otro delante. En cuanto al plano, se ve la muralla, en
el centro estaría el núcleo urbano, a la derecha la zona de comercio y artesanía y a la
izquierda el emplazamiento del lugar de vivienda del personaje importante del oppidum.
El urbanismo está muy organizado. Se trata de un trazado el de las calles muy regular y
amplio. Las casas están adosadas, son de superficie aceptable y buena parte de esa
superficie estaba dedicada a un patio. Un ejemplo claro es la planta de la casa V. Sería
un patio multiusos, porque hay horno, pozo, desagüe… Y adosado a él una serie de
habitaciones. Es posible que fueran de dos plantas estas casas, luego es una
estructuración bastante elaborada. Este plano responde a época de 2ª mitad del V y
principios del IV.
110
Se pueden distinguir varias zonas:

 Zona central de hábitat: dividida en manzanas y donde se encuentran casas


adosadas entre sí. Destaca la casa número 5. Las calles presentan una anchura de
3 metros, por las que podrían pasar carros y caballerías.
 Zona de actividades productivas: sector externo
 Zona residencial diferenciada por la vaguada donde residiría el regulo. El
palacio es una construcción del siglo V pero con reformas posteriores.

Tienen unas casas bastante grandes y parecidas entre ellas con un patio, un
espacio comunal y otros espacios habitacionales, con 3 a 5 habitaciones

En el sector oriental destacan una serie de construcciones de carácter


comunitario. También se piensa que había talleres metalúrgicos extramuros. Sólo ha
sido documentada una puerta al sur, ya abierta en el siglo VII, haciéndose la última
reforma en el III a.C. Se piensa que pudo tener un significado ritual.

Destaca el hallazgo de una estela antropomorfa, considerada como una divinidad


fenicia. También han aparecido restos de sacrificio y espacios de culto. Se encontraba
alineada hacia el este, hacia el equinoccio (ritual).

La Quéjola (Albacete)

En Levante también hay yacimientos excavados pero ni con tantas


intervenciones ni con tanta amplitud como en Puente Tablas. Los más destacados son la
Quéjola, el Oral y la Serreta.

Excavado en los años 90 por un grupo de la universidad Complutense de Madrid


dirigido por el profesor Blánquez, dedicándose toda su vida al estudio de la necrópolis
ibéricas y de su historiografía. Se trata de un poblado bien situado, con comunicaciones
con Jaén y junto al río Quéjola. Tiene una superficie de una hectárea con espacio
adosados a la muralla, organizados en torno a una calle principal.

Se empezó a poblar en el VI a. C. pero con muy poca información


arquitectónica, pero si mucha información cerámica (donde se puede ver la evolución
ibérica). Se tiene la desgracia de encontrar una casa sin puerta, o tapiada, con dos
columnas junto a la estancia y a su alrededor hay elementos cerámicos de tipo cultual.
Destaca la aparición de un Thymiaterium de bronce, con una iconografía (la flor de loto
invertida y una posición hierática) que hace pensar en Astarté o una asimilación. Puede
ser que al templo se entrara por el techo. Duró hasta el siglo V, tratándose de un
yacimiento dedicado al comercio de vino, pero no está datada su producción. Influjos
del mundo orientalizante, Astarté y la paloma: Virgen del Rocío.

El Oral (San Fulgencio, Alicante)

111
Yacimiento prodigo en publicaciones, de los mejores conocidos. Las
excavaciones se inician en los años 80 por Bendala y en los años 90 por Abad. Se trata
de un pequeño poblado, aproximadamente de una hectárea, junto a la desembocadura
del río Segura. Situado en un cerro amesetado con defensas naturales y delimitado por
niveles y dotado de muralla con bastión en su acceso principal. Muy bien planificado
desde primera hora y una resolución de los principales problemas urbanísticos. Es un
asentamiento de finales del siglo VI a finales del IV y presenta un urbanismo de plaza
central. Destacar la presencia de dos espacios:

 Uno con forma de T, destinado a la residencia del regulo. Llama la atención las
distintas estancias, que pueden indicar la posible residencia del gobernador del
poblado.
 Uno al sur, se trata de una estancia rectangular con otro pequeño habitáculo y
con un altar con forma de piel de toro. A raíz de las excavaciones en otros
yacimientos se vio la relación con el mundo fenicio y su funcionalidad religiosa.

También se habla de un posible patio interno. La muralla es de 2,5 m de grosor,


muy potente a pesar de ser un yacimiento elevado, muestra simbólicamente la
pertenencia a la comunidad. Al sur hay una posible zona de talleres metalúrgicos.

Aquí se usa la trasera de las casas como refuerzo de la muralla. Se va despoblando


de forma lenta, dejando pocos restos y marchándose al poblado de la Escuera.

Las excavaciones se recuperaron en los últimos años y se incrementó la


información, conociéndose mucho mejor el recinto amurallado, delimitándose parte de
la muralla y espacios domésticos adosados a la muralla.

Se ha documentado también desagües en las viviendas.

Illeta dels Banyets (Campello, Alicante)

Actualmente está en una pequeña península, pero en su momento fue una isla
hasta que en los años 40 se volvió a unir con tierra firme. Excavado en los años 30, 40 y
50, pero mejor estudiado hacia 1974 por E. Llobregat. En los últimos tiempos se llevan
a cabo nuevas excavaciones que confirman y matizan informaciones anteriores. Entre
los años 80 se abandonó el yacimiento hasta la realización del proyecto y puesta en
valor del yacimiento por el Museo de Alicante en el 2004.

Tiene una secuencia muy extensa, que se remonta a la Prehistoira, pasando por
la antigüedad y bajomedieval islámica. Su cronología empieza con el Bronce pero cuya
ocupación será destruida tras la llegada del pueblo ibérico y las voladuras de los años 90
para su unión a tierra. Su etapa de esplendor ocupa los siglos V – IV – III a. C. donde se
pone de manifiesto la existencia de dos calles en torno a las cuales se organizaron las
estructuras, con un gran carácter singular: dos templos, un almacén y numerosos
talleres. En los alrededores se constató un pequeño asentamiento que se ha relacionado

112
con l aIlleta como núcleo de hábitat de sus gentes. La cronología se sitúa entre el s. IV
al III.

El lugar de residencia de los habitantes se piensa que se encontraba en tierra


firme y que la Illeta se trataba de un lugar de trabajo y de transacciones comerciales.
Los edificios más singulares serían de carácter religioso por:

 El templo A: tendría un porche con columnas y tres naves. Almagro Gorbea cree
que el templo A es una residencia aristocrática, aunque no está muy claro.
 El templo B: se trata de una estancia al aire libre con mesas de altares en el
centro.

A la derecha del templo B se encuentra la zona de trabajo. Llobregat pensó que


este yacimiento no tendría muralla, pero en actuaciones de limpieza, se vio que si estaba
dotado de unas estructuras relacionadas con una puerta. Además de ello queda
confirmada la existencia de una calle que pudiese ser la más importante debido a su
posición con respecto a la puerta. Después tuvo una ocupación romana.

La Serreta de Alcoy (Alicante)

Desde el punto de vista urbanístico, un ejemplo distinto es La Serreta de Alcoy,


que está adaptado a una topografía abrupta, a las apretadas curvas de nivel, una
topografía que implica la adaptación del poblado al terreno. Esta adaptación se hace
mediante un urbanismo a base de terrazas. También implica la existencia de unas calles
que van siguiendo las curvas de nivel y en algunos casos implica además la existencia
de casas de doble planta. El origen de este poblado está antes de la cultura ibérica pero
lo que mejor conocemos es el ibérico del final, finales de siglo IV y principios del III
a.C. Parece que se abandona poco después de la segunda Guerra Púnica. El acceso al
poblado se hacía a través de una única puerta situada en el la cresta del cerro, guardada
por un gran bastión que no tenía otro correspondiente en el otro flanco, que parece que
estaba guardado solo por un muro. El papel de la Serreta ha sido muy importante pues
parece ser que era uno de los asentamientos principales de las gentes de esta zona.

Conocido en el siglo XX y con numerosas campañas de excavaciones hasta los


años 80, cuando se hace cargo el museo de Alicante. Asociada a la zona de la
Contestania ibérica con un rango de capital del territorio. Se pueden distinguir tres
zonas:

 Poblado en la mayor parte (siglo III a. c. el mejor periodo conocido).


 Necrópolis (S. IV a. C.).
 Zona de Santuario difícil de delimitar con una fundación previa al asentamiento
ibérico.
Destaca la aparición de piezas de plomo con representaciones epigráficas en
lengua ibérica asociadas a los templos y con claros fines comerciales. Relaciones
intensas posibles con el Tossal de Manires (las cerámicas son muy similares).

113
Edeta (Llíria, Valencia)

Hubo excavaciones entre los años 40 y 50 del siglo pasado. Está situado en un
cerro, donde aparecieron una serie de cerámicas con representaciones humanas y
zoomorfas.

En la zona de Valencia, el poblado mejor conocido es el de Edeta, en Llíria. Se


encuentra en un cerro que también obligó a un urbanismo en terrazas. Es uno de los
asentamientos ibéricos mejores estudiados pues además de las excavaciones del siglo
XX, cuando se empezó a investigar de una manera más amplia fue a finales de los 80.
En esta fecha Elena Bonet llevó a cabo un proyecto de investigación centrado en la
excavación de nuevo de algunos sectores de esa ciudad y en el conocimiento de los
materiales de la misma, para conocer mejor los lugares ya excavados.

Edeta era la capital de la región edetania, de los edetanos, por lo que era un
asentamiento muy importante, sobre todo en cuanto al control de las vías de
comunicación. Se dice que estaba gobernada por un tal Edetón. Al tener tanta
importancia, el estudio de este poblado ha sido ejemplar. Llegó a ser un gran oppidum y
entró en conflicto con Sagunto, el cual se localizaba a 95 km.

La zona norte de ascenso al poblado es una ladera en la que se han quedado las
carriladas, las marcas de los carros que iban al poblado, por lo que se supone que aquí
estaba la puerta principal. Esta zona se conoce mal, se presuponen unas murallas. Su
origen es del siglo V pero su papel más importante es en época ibérica, en el siglo III
a.C. Posteriormente se abandona.

El sector que mejor se conoce es la zona sureste, donde se ven restos de casas
que han sido consolidadas y restauradas. Se puede observar el urbanismo en terrazas.
Para comunicar estas terrazas había una serie de calles formando anillos concéntricos y
calles radiales que comunicaban estos anillos. Las casas tienen un zócalo de piedra y un
alzado de adobe, doble planta, y están revestidas. Se ha pensado que además de esa
doble planta, estas casas se desarrollaban de una manera longitudinal por la falta de
espacio. Además de viviendas se ha pensado que haya lugares sacros, por la aparición
de una serie de recipientes.

En este yacimiento se han encontrados vasos ibéricos tardíos (segunda mitad del
III, primera mitad del II a.C.), con decoración figurada muy rica e interesante desde el
punto de vista iconográfico, como bailarinas y figuras zoomorfas o guerreros en una
especie de danza. En las excavaciones antiguas esto fue lo que interesó, lo que ha hecho
que buena parte de la información de carácter arquitectónico se haya perdido. Aunque sí
parece que hubo un taller cerámico importante que tiene que ver con el papel de
capitalidad de Edeta.

Destaca en este sentido el estudio de Bonet, que habla de la ampliación del


ámbito influencia de Edeta y que entraría en pugna por Arse (castigo con los romanos).

114
Dominaba zonas aptas para el cultivo, pero también otras zonas de sierra para ejercer su
control. A 10 km al norte de Edeta, encontramos un fortín en una cresta rocosa.

Parece que hubo un conflicto entre Edeta y Sagunto que está al norte.

Puntal dels Llops (Valencia)

Unos cuantos kilómetros al norte esta Puntal dels Llops, que se encuentra en una
zona elevada controlando accesos y pasos naturales en dirección al territorio controlado
por Sagunto. Fue excavado a fines de los 70 con el peligro de los expoliadores
acechando durante años; al final se puso en valor en los años 80.

Dentro del proyecto de Elena Bonet entró también Puntal dels Llops. Es un
enclave de pocas dimensiones, con una calle única, por lo que no tendría sentido hablar
de poblado. Es una zona elevada en la que hay constancia que estuvo ocupada en la
Edad del Bronce, pero el inicio de este yacimiento es de mediados del V y estuvo hasta
finales del III, principio del II. Es un fortín que sirve para controlar los accesos a Edeta,
debido al conflicto con Sagunto, y que tenía una doble muralla hecha de tal forma que
cualquier persona que quisiera entrar tendría que ser encauzada hasta llegar a un punto
en el que hay un torreón que guarda el fortín. Este yacimiento se conoce desde hace
mucho tiempo pero había sido muy espoleado por lo que se decidió estudiar a fondo
para acabar con este espolio. Se llevo a cabo una excavación bastante minuciosa y por
ejemplo en la estancia 2 se hizo una investigación microespacial, en la que se
encontraron muy distintos tipos cerámicos e incluso alguna serie de estructuras como un
hogar.

Se ha podido llegar a la conclusión de que era un fortín de 50 o 60 personas


como mucho. Las distintas estancias eran un poco para todo, multifuncionales. Y
posiblemente, dado su carácter militar, habría servido para albergar a un aristócrata, su
familia y una pequeña guarnición. Todos para guardar el fortín.

Castellet de Bernabé (Valencia)

Otro yacimiento del proyecto de Bonet fue el Castellet de Bernabé, un poco al


oeste del Puntal dels Llops y en una zona más llana e interesante desde el punto de vista
agropecuario. Sería un lugar de producción agrícola. Es una zona sin murallas aunque
las propias partes del recinto forman una especie de parapeto. Hay zonas perdidas que
no se han podido estudiar por su alteración. La interpretación es que es una granja
fortificada. Hay una serie de estancias que se han conservado bastante bien y una
posible zona residencial (por los materiales hallados) donde viviría una familia
aristocrática. Se ha podido constatar la apertura de un nicho en una pared de adobe en el
Departamento 2. En las esquinas de las casas que se presuponen domésticas se
encuentran restos de enterramientos infantiles. Los niños de corta edad no eran
enterrados fuera de los poblados, sino dentro. Esto puede responder a ritos relacionados
con la protección del hogar o vínculos familiares. Hay un gran número de
115
enterramientos infantiles, sobre todo en lugares cercanos a los ángulos de algunas
estancias. La cronología es la misma que la de Puntal dels Llops. Tenemos a la capital,
un fortín y una granja fortificada.

Moleta del Remei (Alcanar, Tarragona)

Yacimiento muy bien estudiado y prácticamente excavado en su totalidad,


situado en el territorio de los Ilercavones y estudiado en los años 80 (aunque hay un
estudio previo en los 60); por ello está prácticamente estudiado. Ocupado durante un
largo periodo de tiempo, ello ha llevado a su mala conservación debido también a las
labores agrícolas. Moleta deriva de muela, una elevación no muy grande pero que
domina el entorno cerca de un río y no muy lejano de la costa. tiene un recinto
amurallado donde se apoyan la pared de las casas, tendiendo a dejar un espacio central
más libra a modo de plaza. Las tierras colindantes no son muy buenas para el cultivo
pero sí para la ganadería, las únicas tierras buenas se encuentran a un par de kilómetros
de distancia.

Pudo dar cabida a unos 250 – 400 habitantes. En este yacimiento, a parte de las
estructuras habitacionales destacan unos edificios de muros paralelos; denominados
como edificios singulares o de ambiente cultual. Se conocen tres y se piensa que su
función es la de “orrea” o almacenes de grano, la estancia estaría por encima de esta
cimentación para poder proteger el trigo de la humedad. Junto a ellos se cree la
existencia de algún matadero.

También hay estancias atribuidas a fundiciones, hornos, etc. presenciad de torres


empotradas en la muralla del yacimiento, cuya fase más antigua se puede llevar hacia el
650 a. C. (momento en el que el poblado ya se encuentra diseñado), desapareciendo
hacia el 580 a. C. y dándose un periodo de abandono hasta la mitad del siglo V cuando
se ocupa por parte de los iberos hasta el siglo II. Las fases mejor conocidas son las más
antiguas, debido a lo dicho anteriormente, por ello podemos ver una gran presencia de
objetos fenicios y numerosas reformas y reestructuraciones de las estancias de las
habitaciones.

Els Vilars (Arbeca, Lérida)

Se trata de un gran recinto defensivo descubierto en los años 70 e investigado en


los 80. Excavado casi en su totalidad, sufrió mucho por la explotación agrícola; por ello
se han documentado pero las etapas más recientes. No está en un sitio elevado, si sitúa
en plena llanura, compensándolo con unas estructuras defensivas muy potentes. Sus
momentos iniciales se pueden llevar al 775 – 770 a. C., una época muy atrás en relación
con los demás yacimientos y previa a la ibérica. Conoce distintas fases hasta el año 325
a. C. cuando se abandona sin conocer las causas. Se establecen cuatro fases:

 Vilars 0 y 1: corresponden a la Primera Edad del Hierro.

116
 Vilars 2, 3 y 4: corresponden al contexto propiamente ibérico desde la mitad del
siglo VI.

Las defensas, a excepción de algunos lugares que se reformaron, ya se pensaron


desde un primer momento. Dotado de un recinto amurallado dotado de 14 bastiones
(que ya se datan para la primera construcción), además de varias puertas o accesos en el
Este y el Oeste. A ello se le unía un foso bastante ancho y una gran parte de los
alrededores estaba ocupada por campos de frisios: piedras colocadas verticalmente que
dificultan el acercamiento. Este sistema defensivo se documente en las islas británicas
con cronologías posteriores. Dentro destaca una gran cisterna del siglo V edificada
sobre otras estructuras anteriores. Dentro del recinto hay calles muy estrechas y
alargadas que con el paso del tiempo son testigos de la compartimentación de las
estancias y de la creación de nuevas vías o calles. La puerta occidental se anula tras la
creación de una puerta en el norte. Este yacimiento pudo albergar unas 150 – 175
personas, con un gran potencial arquitectónico, pues el foso fue reformado durante
varias fases.

Se plantea que las defensas y la monumentalidad se debió a un carácter de


impresionar. Además destaca una edificación con un altar fenico, una especie de pollete
o betilo, un banco corrido, etc. no hay que olvidar que el arranque de esta fortaleza es de
época Orientalizante, ¿explicaría ello la existencia del altar?

Se encontró un lugar para hacer hogueras con forma de piel de toro, al igual que
en otros los yacimientos. Su orígenes llevarían a los siglos VIII y VII.

Cerro de la Cruz (Almedinilla, Córdoba)

El último asentamiento es el Cerro de la Cruz de Almedinilla, en Córdoba. Es un


poblado que se conocía desde hace tiempo pero lo que más se conocía era la necrópolis
ibera de los Collados, situada en los alrededores del asentamiento. Pertenece a la zona
de la Bastetania (Basti: Baza).

Se conoce desde el siglo XX, pero se hicieron excavaciones en la necrópolis por


Maraver Alfaro en el siglo XIX, destacando la famosa falcata de Almedinilla. A
comienzos del siglo XX lo estudio Pierre Paris. Fue testigo de un proyecto llevado a
cabo por el profesor Vaquerizo realizado durante 1985 – 1993, documentando un
pequeño poblado de unas 3 – 4 hectáreas. Tras esto lo estudio la UAM en colaboración
con el ayuntamiento, desde entonces se está poniendo en valor. Es de los poco
excavados en extensión en el ámbito andaluz. Se encuentra en la subbética, cerca de
Granada y Jaén y ha sido ocupado desde muy antiguo. Su ubicación es en un espolón
rocoso cuya vertientes accesibles son la oriental y la meridional, junto al río
Almedinilla. No es bueno en cuanto al aprovechamiento agrícola, pero sí destaca por
sus posibilidades de comunicación con la campiña cordobesa. Entre los años 2006-
2010 se han realizado otras excavaciones en las que se han documentado nuevas
estancias, incluso se han recreado algunas.

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Los yacimientos se dividen entre sector norte y sector central. No es un poblado
amesetado sino en terrazas o laderas cuyas construcciones se adaptan a ellas. Hay zonas
de accesos, calles y estructuras de estancias. Algunas de estas estructuras se conservaron
bastante bien, hasta mantener alguno de los alzados. Parece ser que surgió en torno al
siglo III (en la última fase de la época ibérica) y se abandonará (no se han hallado
muchos enseres) en torno a mediados del siglo II a.C. (150-125), de manera violenta, ya
sea una revuelta o un conflicto (se han detectado restos de ceniza). Hay un gran
apilamiento de materiales de la techumbre que se cayó y se descubrieron en la
excavación y se conservan muros de adobe aunque sin el revestimiento e incluso un
muro de tapial y vanos o huecos en los muros de adobe con zócalo, es decir, ventanas y
puertas, lo que constata el gran nivel de conservación del yacimiento. Además al ser
abandonado de forma repentina la cantidad de materiales encontrados es muy grande.
Esta gran ventaja desde el punto de vista arqueológico supuso una gran desventaja para
este yacimiento pues al saber que había grandes restos sufrió un gran espolio. En una de
las estancias aparecieron piedras de molino y una especie de almacén de adobes, por lo
que sería una zona de producción y almacenamiento.

En cuanto a materiales se han llegado a recuperar pesas de telar, ánforas, platos


(caídos, que se sabía que habían estado en una especie de estantería y cayeron al suelo
con el abandonamiento violento). Zócalos de piedra, alzados de adobe y tapial, tejados a
un agua. Las estructura están bien conservados, algo no muy habitual. También se
conservan ventanas y vanos de puertas. Varias cisternas de influencia púnica, ánforas
iberopúnicas,… Refleja los contactos y las importaciones en la zona de la Bastetania.
En los últimos años se han hecho reconstrucciones.

En las nuevas excavaciones también han aparecido restos importantes del


momento del final del poblado, en torno al 130 a.C. Aparece en estos niveles restos de
un gran incendio y restos de esqueletos humanos (habitantes que murieron en un
momento de destrucción, unos por caérsele algo encima, otros por asesinato, pues se
observa en ellos cortes de espada). La destrucción no fue para saquear el poblado
porque todos los materiales se quedaron allí, sino para destruir la vida del poblado.
Todo esto entra en relación con una campaña de castigo que llevó a cabo el ejército
romano. Cabe la posibilidad de que el cerro hubiera apoyado una revuelta contra Roma
y esta tomara medidas (se habla de que Viriato estuvo cerca de Andalucía).

Hay una población residual del siglo X y algunos refugios de la Guerra Civil.

TEMA 3.2.: MUNDO FUNERARIO IBÉRICO


GENERALIDADES

En relación al mundo funerario ibérico hay una serie de generalidades. En


primer lugar, el estudio del mundo funerario resulta una aproximación a la estructura

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social de los pueblos ibéricos, concepto que estudia la arqueología de la muerte. A partir
de este mundo de la muerte íbero podemos observar la jerarquía social (muy marcada en
el mundo íbero) y el contraste existente entre el mundo de los vivos (lugares de hábitat
que nos da que pensar que sería una sociedad igualitaria) y el de los muertos (necrópolis
que nos exponen la gran jerarquía social). Pero no siempre es pueden vincular y cruzar
los datos.

Por otra parte, el ámbito funerario nos permite un repertorio de materiales muy
amplio y además muy bien conservado (tumbas no se alteran en el interior apenas). Así
pues no encontramos ante una gran cantidad, calidad, diversidad y conservación de
materiales. Además estas piezas los abren la posibilidad de la seria y la datación de esos
conjuntos. Por otra parte, a falta de traducción de los textos ibéricos, son los ritos y las
iconografías lo que nos permiten conocer sus creencias en el más allá, y por lo tanto,
compensan esa falta de textos.

Hay que tener en cuenta que la cultura ibérica no es igual en el tiempo ni en el


espacio, pero sí que es común la cremación en todos. Hay diferencias geográficas y
cronológicas en el mundo funerario ibérico que nos hablan de su evolución y no hay
uniformidad espacial (diferencias según áreas) ni estatismo en el tiempo.

También es preciso destacar la importancia de los estudios antropológicos, que


nos hablan del sexo, la edad, la dieta, las patologías, etc., de los restos humanos, aunque
hay que tener en cuenta que estos estudios se ven dificultados por el rito de la
cremación, que deja los restos muy deteriorados. Y la importancia de la relación entre
enterramientos monumentales y las esculturas ibéricas, estas últimas habiendo sido
destruidas ex profeso sin conocerse el por qué. La escultura ibérica juega un papel muy
importante en la necrópolis (ámbito funerario) y en la religión ibérica (ámbito
religioso); es curioso que en las ciudades no hay esculturas.

EL ESPACIO FUNERARIO. LAS NECRÓPOLIS

Sobre el tema destacan los estudios de J. Blanco entre otros. El espacio funerario
de los iberos se encuentra cerca pero fuera de los poblados, de nuevo nos encontramos
una interesante relación entre áreas funerarias y asentamientos (proximidad, visibilidad,
vientos-humos). Además esta ubicación cuenta con el elemento paisajístico,
normalmente con un curso de agua cercano que lo separa del poblado o asentamiento.
También es cercano a vías de comunicación, y algunas veces se han hecho estudios
sobre la calidad de los terrenos de enterramiento, que parecen ser sitios no demasiados
aptos para la agricultura para no perder esos posibles recursos.

Una cuestión importante es si estaban delimitadas y tenían una organización


interior, de lo que no se puede sacar ninguna conclusión, aunque en algunas necrópolis
parece ser que había un espacio delimitado puesto que hay superposiciones de tumbas,
por lo que habría poder recintos o cercados que los delimitaran.

119
Otra cuestión muy importante es si todos los individuos se enterraban en una
necrópolis, cosa que se sabe que no puesto que los restos no son demasiados por lo que
no es posible que en varios siglos se mueran tan pocas personas. Antiguamente se creía
que sí, pero actualmente la idea que se ha impuesto es la de que no todos los individuos
tenían derecho a enterrarse en estos espacios sagrados funerarios. A lo largo del siglo IV
parece que se da una democratización del acceso de individuos a estos enterramientos,
pero aun con grandes restricciones, lo que nos habla de una jerarquización social
importante. Pero, ¿y qué se hace con los que no se entierra? Se ha planteado la
suposición de dejarlos ante los carroñeros, echarlos al agua, etc. (las poblaciones
“silenciosas”).

RITUAL

Distintos aspectos relacionados con el ritual son por ejemplo el uso de la


cremación (generalizado en un 99’9%, salvo en recién nacidos o niños de muy corta
edad, que se enterrarían mediante inhumación generalmente en los poblados, bajo las
casas o también con sus madres cremadas). El origen de este ritual tiene varias
hipótesis, algunos dicen que vienen de los campos de urnas, otros de los contactos con
mundo fenicio y otros del contacto con el mundo griego.

Son cremaciones primarias y, sobre todo, secundarias. La mayoría de estas


cremaciones son de uso privado y, por otra parte, individuales, aunque no faltan las
dobles o de más individuos.

El proceso es el siguiente, en primer lugar la exposición del cadáver, el traslado


al lugar de enterramiento, donde se excava la fosa u hoyo y se instala el cadáver en una
pira (habiendo diversos tipos de ustrina), cerca de la tumba. Se instala el cadáver en la
pira y se crema vestido y con sus adornos personales (el fuego llegaba a alcanzar
temperaturas de 850-950 ºC, era un proceso largo). Es posible que durante el proceso de
la cremación se hiciera algún tipo de ritual, libaciones, juegos o banquetes rituales
(posibles silicernia, tras los cuales se destruía la vajilla. Posible helenización por tanto).
Si se sabe que tras la cremación los huesos se retiraban selectivamente, se cogían los
más grandes y posiblemente se lavaban, también se retiraba la ceniza. Se depositaban en
urnas cerámicas ibéricas o de importación (griegas) y esta cerámica con los restos en su
interior y el ajuar se metía en una caja de piedra con tapadera y se deponía en la tumba.
Se depositaban también los elementos de ajuar, generalmente fuera o en una caja. Esta
tumba se cubría y es posible que hubiera un banquete final.

Se ha hablado de la posibilidad de que el difunto fuera recordado por su familia


mediante banquetes funerarios sucesivos, con lo que se mantendría en su memoria.
Todo este proceso ritual plantea la existencia de unas creencias en las vida de
ultratumba puesto que si no, para qué tanto esfuerzo.

Destaca una frase muy ilustrativa de Aranegui que dice: ‘‘Todos los iberos
fueron incineradores, pero no todos los difuntos [ibéricos] fueron sometidos al fuego’’.

120
En cuanto a las urnas funerarias, se usaban urnas de cerámica propia ibérica en
la que depositaban los restos óseos. Estos eran muy pocos, entre 0,50 y 1 kg de huesos,
muchos se desechaban. Por el estado de fragmentación es difícil saber si se tratan de
hombres o de mujeres. Sí se sabe que la estatura media era de entre 1,68-1,60 m. La
esperanza de vida para los mayores era de entre 45-50 años, la mayoría 30-40 años,
habiendo muchos jóvenes y adolescentes.

En cuanto a los enterramientos infantiles, se han encontrado restos en toda la


costa mediterránea y el valle del Ebro, además de la costa sur de Francia. No parece que
fueran sacrificios, aunque no se descarta. Lo que parece es que funcionan como
elementos de protección de las casas. Es un fenómeno que se ha ido regularizando con
el tiempo, aunque en un principio se pensaba que era algo excepcional. F. Gusi expone
varias razones como:

 Muerte natural debido a la alta tasa de mortalidad infantil.


 Sacrificios para asegura edificios, la subsistencia, etc.
 Infanticidio: control poblacional.
 Abandono a su suerte.

JERARQUIZACIÓN DE LOS ENTERRAMIENTOS (Criterios)

Hay que tener una serie de criterios a la hora de elaborar una jerarquización de
los enterramientos:

- La posición de las tumbas dentro de una necrópolis y su relación con otras


sepulturas: centrada, periférica, con otras tumbas alrededor, etc.
- La complejidad constructiva y ornamental de los enterramientos: a mayor
esfuerzo decorativo y constructivo el personaje es más importante.
- La composición de los ajuares funerarios (número, variedad y riqueza de los
objetos). En esto hay una diversidad enorme, pues puede haber tumbas con
pocos objetos muy ricos y tumbas con mayor cantidad de productos, pero menos
valiosos.

Estamos ante una sociedad claramente jerarquizada, pero las diferencias se


observan con más claridad en la Alta Andalucía y en el SE, por ejemplo, que en la zona
catalana.

TIPOLOGÍA DE ENTERRAMIENTOS

Tipología de los enterramientos hay mucha. Es muy variada la tipología tanto


espaciotemporalmente como en rango social y además se ha pensado que hubiera algún
tipo de elemento que sirvieran como señalización de los enterramientos, como estelas o
piedras. Los tipos básicos según Martín Almagro son:

 Turriforme, con forma de torre, el más famoso es el Pozo Moro. Se da sobre


todo en el sureste peninsular y la Baja Andalucía. Se desarrollan sobre todo entre
121
los siglos VI y I a.C., siendo los más antiguos del sureste peninsular y a partir
del siglo III de la Baja Andalucía.
 Pilares-estela, conocidos también en el mundo griego. Son pilares que suelen
aparecer rematados por esculturas zoomorfas que sirven como una especie de
estelas que marcan las tumbas. Esta tipología de enterramiento es parecida a la
anterior pero más pequeña. Se extiende entre los siglos VI y IV a.C. y su
ubicación se reparte en el Levante, sureste peninsular y Alta Andalucía.
 Tumbas de cámara, construcciones generalmente soterradas o semisoterradas.
Son muy características de los siglos V y IV a.C. y de la Alta Andalucía.
 Estructuras tumulares, pequeñas tumbas de cámara a un nivel más reducido, bajo
un túmulo. Se diferencian depende de su tamaño, desde principescas hasta las
más sencillas. Se dan sobre todo en el sureste, en la Alta Andalucía y en el
levante.
 Cistas (cajas de lajas de piedra recubiertas con una tapadera de piedra) o simples
hoyos.

A pesar de que pueden tener estructuras o elementos muy importantes en el


fondo son todas muy sencillas, porque los restos al fin y al cabo se encuentran en un
simple hoyo.

AJUARES FUNERARIOS (Gran diversidad)

En cuanto a los ajuares también hay gran diversidad, dependen del sexo (los
varones tienen más diversidad de ajuar que las mujeres), la edad (los adultos tienen más
diversidad de ajuar que los niños) y el estatus social de los difuntos y hay que tener en
cuenta que no hay normas fijas respecto a la cantidad o tipo de objetos.

 Cerámicas, lo más común, ya sean ibéricas (urnas, pateras, etc.) o griegas, estas
últimas a partir del siglo IV a.C.: áticas, crateras, copas…
 Armas de hierro, también muy común, que cambian en el tiempo y en el espacio,
pueden ser falcatas (sobre todo en los siglos V y IV a. C., desapareciendo en el
II) (arma más conocida de los iberos, un tipo de sable curvo, pero no todos los
iberos conocían la falcata, es más bien de la zona de la Alta Andalucía, levante y
el sureste peninsular del siglo IV a.C.), espadas rectas, lanzas (puntas y
regatones), soliferrum-ea (lanzas arrojadizas), cascos, cuchillos, escudos, puntas
de flecha, etc.
 Elementos de adorno personal: fíbulas (anulares), broches de cinturón, joyas
(colgantes, anillos, etc.).
 Arreos de caballos (muchísima importancia entre los aristócratas) (muy
excepcionalmente).
 Carros de parada, no de combate (muy excepcionalmente).

Se han hecho estudios comparativos de la representación que tuvieron las armas


en las necrópolis ibéricas porque las fuentes literarias latinas aludían a la belicosidad de
122
los iberos y se ha querido ver si esto podía ser cierto a través de las armas. La
proporción ha mostrado que no, que la proporción de tumbas con armas es mucho
menor a las tumbas sin armas, con lo que la postura de los romanos era justificar su
ataque a los iberos diciendo que eran muy violentas.

Las armas también suponen un elementos de jerarquización social, con lo que,


unido a la jerarquización social extraída de la tipología de tumbas nos muestra que en sí,
la jerarquización social de los iberos era muy importante. Hay una escala social. Antes
de la segunda mitad del V incluso, las tumbas eran mucho menos numerosas y muy
ricas, aunque posteriormente se da una democratización, son más individuos los que se
entierran, llegando poco a poco a una homogeneización.

PRINCIPALES NECRÓPOLIS

Baza (Granada)

La antigua Basti. El asentamiento está en un cerro, no está excavado pero una de


las necrópolis sí; separada por el arroyo Azul, la del Cerro del Santuario, que es de la
primera mitad del siglo V y finales del IV (uso no muy prolongado). Se empezaron
campañas de excavación a partir del 68 (entre el 68 y el 71, las excavaciones del
profesor Pesedo) y en los últimos momentos se encontró la tumba con la dama.
Combinando superficies y estructuras con elementos de ajuar de las 179 tumbas, las más
importantes son las 176 (tumba doble) y la 155, esta última porque en ella se descubrió
la Dama de Baza. Es una gran fosa cuadrangular que luego acabaría revestida con
láminas de madera. Es interesante la aparición de rebajes en las esquinas que
corresponden a ánforas en las esquinas. El fin de estos rebajes es poder hacer libaciones
de líquidos. La dama estaba pegada a una cara de la fosa. Todas las cerámicas eran
ibéricas y al pie de la dama aparecieron armas, lo que llevó a pensar que el individuo
enterrado era un varón, pero no es así, es una mujer de unos 35 años.

Destaca la tumba 155, donde se encontró la Dama de Baza. La tumba


posiblemente cortaba a otra anterior. Estructura rectangular, en las esquinas hay una
especie de huecos en los que se pondrían ánforas para recoger los líquidos de las
libaciones que se hacían desde la superficie. Todos los elementos hallados son de origen
ibérico, ninguno de importación, es más, los expertos han matizado su carácter arcaico
de este (más antiguo al período de la tumba). Se encontraron cerámicas, elementos de
bronce y armas, lo que hizo pensar que fuese un hombre el enterrado allí. Pero con los
análisis antropológicos se descubrió que se trata de una mujer de unos 35-40 años, de
muy alto rango seguramente (las armas indican el estatus social del individuo).
Predomina la tumba en hoyo y muy pocas son en cámara.

La Dama de Baza es una escultura tallada en un único bloque de piedra caliza,


fechada en la primera mitad del siglo IV a.C. Mide 1,30 cm de altura. Presenta
influencias de diosas mediterráneas (diosas sedentes entronizadas). Hay un problema
con la cara del personaje, puesto que resulta un tanto normal, vulgar, no ideal. Parece el
retrato de un personaje real. Se duda entonces si era una diosa, como Tanit, o una dama
123
entronizada, como una sacerdotisa. En su parte anterior hay un hueco para depositar las
cenizas, hace las veces de contenedor de las cenizas o huesos. Al hacerse los análisis de
estos huesos se determinó que pertenecían a los de una mujer.

Castellones de Ceal (Jaén)

En la provincia de Jaén también hay una serie de necrópolis como Cástulo o


Castellones de Ceal. Esta última es importante porque la separación entre el poblado y
la necrópolis se produce a nivel topográfico, el poblado está arriba de un cerro y la
necrópolis en la parte baja del mismo. El equipo de la profesora Teresa Chapa se centró
en documentar aspectos relacionados con los procesos rituales. Fue importante la
datación de una serie de ustrina en los que se pudo comprobar que fueron usados solo
una vez, para un solo individuo concreto cada uno. A partir de los restos recuperados en
esos ustrina se llegó a saber que no hubo un proceso selectivo de los huesos sino que en
muchos casos parece que solo se cogieron los huesos más grandes. Tampoco fueron
selectivos en los objetos de adorno personal puesto que se dejaban elementos de adorno
personal de mucho valor (piezas de oro enteras). También se encontraron tumbas dobles
e incluso múltiples, que parece ser un especie de tumbas familiares usadas en un gran
periodo de tiempo (a lo panteón).

Los recipientes o urnas están pintados con tonos oscuros y rojizos, que van
desapareciendo poco a poco quedando solo los rojizos, y los motivos básicos
decorativos son geométricos, salvo en el caso de piezas mucho más elaboradas como las
de la zona de Elche, con motivos antropomorfos y zoomorfos. Pero estas piezas son
muy tardías del III, II e incluso I a.C., cuando ya están los romanos.

Pozo Moro (Albacete)

En la zona de Albacete, dos de las necrópolis más importantes son la de los


Villares y la de Pozo Moro.

Pozo Moro fue otra de las revoluciones de los años 70. Hoy día se sabe que es
una necrópolis ibérica que surge a finales del VI o principios del V a partir de la
instalación del monumento que se encontró de forma casual por primera vez. Se
encontró en las obras de una finca, en la que fueron apareciendo sillares e incluso
esculturas exentas (leones de esquina). El propietario lo comunicó y se hicieron los
primero trabajos de investigación arqueológica. Al no encontrarse el monumento
completo, hay aspectos que no están bien documentados y sobre los que existen varias
hipótesis, como por ejemplo, el remate superior. Es un monumento que tiene un
basamento escalonado, un cuerpo central y un remate que no se conoce exactamente.
Poseía un murete de adobes y un suelo de guijarros.

Debajo de donde estaba el monumento se constató que había una tumba de


cremación primaria en una simple fosa. Se pudo fechar muy bien porque aparecieron
una serie de cerámicas griegas, a partir de las que se llegó a la conclusión de que el
individuo aquí enterrado murió alrededor del 500 a.C. Se ha planteado quien estuvo

124
aquí enterrado, un posible rey con características sacras, por la forma de piel de toro del
pavimento… en definitiva alguien de rango importante.

Este enterramiento se hizo cerca de la vía heraclea y de un pozo de agua, de ahí


su nombre. Además no se descarta que hubiera un pequeño asentamiento cercano. El
monumento estaría rodeado por un muro y tendría un pavimento de piedras de cuarcita
formando una piel de toro extendida (como los fenicios).

Lo interesante del monumento de Pozo Moro es que además de su importancia


arquitectónica tiene una decoración escultórica casi exenta. Por ejemplo los leones, que
remiten a unos paralelos del mundo próximo oriental de la zona de Siria y Asia Menor.
Además hay otras escenas en relieve como divinidades aladas saliendo de flores de loto,
una especie de jabalí, un banquete sagrado, la historia de un posible héroe con un
tronco, hierogamia. Todos son motivos de origen oriental que se vinculan con mitos de
la cultura oriental, pero no griega, sino más bien mesopotámicos.

Un dato interesante es que parece ser que su destrucción fue poco después de la
construcción de este monumento, a mediados del V a.C.

Los Villares (Albacete)

Fue excavada por Juan Blánquez. En la propia provincia de Albacete está la


necrópolis de los Villares, en la que se llevó a cabo un proyecto de investigación a
finales de los 80. Esta necrópolis se sitúa entre finales del VI y principios del V hasta
finales del IV a.C. Quizás la tumba más espectacular fue la que acabó siendo coronada
por una escultura de un jinete. Es el Jinete de los Villares (jinete y no tanto el guerrero
porque no está armado), en la tumba 18. Es una escultura hecha en pieza caliza de una
gran calidad y la representación heroica del difunto. Por la estratigrafía de la tumba y
los propios análisis de la pieza se ha fechado en torno al 480 a.C. Los detalles de la
escultura están muy bien conseguidos y parece representar a algún personaje aristócrata
de importancia en la zona.

En la misma necrópolis se encontró otro elemento escultórico vinculado a otro


enterramiento, la tumba 20. Es una pieza más pequeña y de menor calidad, estando
deteriorada y se trata de otro jinete. Por los paralelos se ha fechado a finales del siglo V,
sobre el 410 a.C. Lo interesante de esta tumba es el hallazgo de una fosa vinculada a ese
enterramiento donde apareció un gran repertorio de cerámicas, copas en su inmensa
mayoría, y que al excavarlo no se encontraron huesos. El problema es que cuando se
excavó no se encontraron restos óseos, sino piedras en su lugar. Estaríamos ante un
cenotafio (una tumba falsa) en el que su alrededor se hizo un ritual de banquete
funerario y luego romper las piezas. A los restos de este banquete funerario se le
denomina silicernium. Por las fechas este personaje podía haber sido uno de esos
mercenarios ibéricos que lucharon en Sicilia de lado de los cartagineses o romanos.

REFLEXIONES FINALES SOBRE LA ESCULTURA IBÉRICA

125
Es importante hacer referencia a la plástica o escultura ibérica. Los elementos
más importantes son la Dama, el Jinete o el monumento de Pozo Moro. Pero hay que
destacar una serie de generalidades:

 En los poblados no hay elementos escultóricos, y si aparecen son ya muy


tardíos. La escultura está vinculada a la muerte y a la religión.
 El origen de la escultura ibérica. ¿Por qué unos grupos que existen desde
principios del primer milenio a.C. no tenían antes escultura y ahora sí? Se
plantea la influencia de los griegos, sobre todo de los focenses. Estoy hoy día no
se ha puesto en duda. Pero cada vez son más los elementos escultóricos que
tienen un origen semita o fenicio (la escultura se pudo desarrollar por influencia
de los fenicios). Este elemento también está presente en la práctica ibérica. Cabe
la posibilidad también de que los primeros elementos escultóricos fueran en
arcilla o madera, de ahí que no se tengan evidencias.
 La escultura funeraria se divide en dos categorías: humana y zoomorfa (animales
tanto reales como fantásticos: leones, toros, caballos, ciervos, grifos, esfinges,
sirenas,... Pero no se sabe el sentido, podrían ser protectores o guardianes de
tumbas). Además la escultura funeraria tiene diferentes funciones según la
época; por ejemplo, se habla de la heroización de los difuntos (aristócratas),
durante los siglos VI-V a.C.
 El problema de su destrucción intencional aún no está resuelto. ¿Pudo haber
guerras entre comunidades ibéricas, enemigos exteriores o revoluciones internas
(conflictos sociales) y que se destruyeran las esculturas para borrarlos de la
memoria? Puede ser que pasaron de ser sociedades con monarcas a un régimen
oligárquico, donde se intenta destruir el recuerdo de ese monarca.
 Manifestaciones escultóricas en espacios de culto (Exvotos). También hay que
decir que buena parte de la escultura es usada en los pilares estela.

Los hallazgos de escultura ibérica se concentran en la mitad meridional de la


zona valenciana, el sureste y el entorno del Valle del Guadalquivir, sobre todo en la Alta
Andalucía. Al norte de la zona valenciana los hallazgos son mucho más limitados. A
partir de aquí se han elaborado hipótesis de posibles talleres de artesanos ibéricos. Estos
artesanos tendrían que haber sido formados por alguien, probablemente escultores del
mundo griego que llegarían a la península y enseñarían a los iberos, que cogerían los
elementos que más les interesasen del arte griego.

Estas esculturas habrían servido fundamentalmente para rematar los pilares


estela y serían animales fantásticos o reales. También habría piezas para decorar
monumentos como el de Pozo Moro y otras usadas para otro tipo de enterramientos que
no fueran los pilares estela, como el Jinete y la Dama de Baza.

Los animales fantásticos son toros androcéfalos (como la Bicha de Balazote),


esfinges o grifos. El sentido de estas representaciones para ser que era la protección de
los enterramientos, seres apotropaicos (protectores) y que a veces tenían sentido

126
psicopompo (transportadores del alma). En cuando a los animales reales hay dos
grandes grupos, los leones y los toros, aunque también hay representaciones equinas y a
veces de ciervos. El león es un animal que los iberos esculpen y que posiblemente no
conocen, por lo que la figura le viene del mundo oriental y griego. Los más antiguos
suelen tener paralelos en el mundo oriental de la franja sirio- palestina. Estos leones a
partir del IV a.C. van tomando un corte más helenístico. En el caso de los toros algunos
tienen características bastante orientales aunque también evolucionarán a lo largo de los
siglos. Estos animales estarían relacionados con las características de los enterrados.

TEMA 3.3.: LA RELIGIÓN ENTRE LOS ÍBEROS.


Santuarios y dioses
Este es un mundo desconocido aún. La cerámica es muy útil para profundizar en
las creencias y la religión; aunque aun así es muy difícil estudiar este tema. Ricardo
Olmos nos hablad e la riqueza de vegetación y naturaleza; y un lenguaje iconográfico
complejo. Por tanto sólo podemos hacer simples especulaciones.

CUESTIONES GENERALES SOBRE EL MUNDO RELIGIOSO DE LOS


IBEROS

 Destaca la diversidad geográfica en cuanto a la religión; en función de los


lugares no se creían ni en las mismas divinidades, ni en los mismos seres. Desde
Andalucía hasta el sureste de Francia, las tradiciones y las influencias son
diversas. Además hay una evolución cronológica; al principio la religión tenía
un carácter heroico (príncipes, reinos,…) que da lugar a edificios sacros (de
carácter elitista) que evolucionan y poco a poco se abren a más gente. A finales
del siglo V e inicios del IV se da un cambio a una especie de santuarios
comunitarios. Se llega hasta una fase que topa con la conquista romana, aunque
incluso en época romana se frecuentan santuarios.
 Es difícil dar una definición a los lugares de culto ibérico (¿templos, lugares
sacros, etc.?), puesto que es difícil acomodarla al pensamiento ibérico, no son
como las culturas grecolatinas.
 Tipos de santuarios:
o Santuarios domésticos (capillas): recintos reducidos para un grupo
familiar.
o Santuarios cívicos (‘‘templos’’): construcciones en el contexto de los
oppida, destinadas a la comunidad entera. Son bastante tardíos.
o Santuarios heroicos: son los que se dan con el inicio de la religiosidad.
Se venera a un personaje mítico o héroe, posiblemente el antepasado de
los gobernadores del oppidum (finales del VI y principios del V).
o Santuarios territoriales: aluden a una comunidad y sirven para marcar la
posesión de un territorio completo.

127
o Cuevas-santuario: sobre todo se dan en el Levante. Son grutas que
simbolizan la conexión con el mundo ‘‘infernal’’.
 Sobresale la presencia de la escultura en los santuarios. Son elementos en piedra,
bronce o terracota, que constituyen exvotos (‘‘doy para que me des’’). Permiten
comunicarse con las divinidades.
 En cuanto a los dioses y creencias de los iberos, las fuentes literarias iberas no se
saben traducir y las fuentes grecolatinas no aclaran nada. Las principales pues
son las pinturas vasculares (de vasos), importante a partir del siglo III a.C. en la
zona sureste y de levante fundamentalmente. En ellas encontramos una serie de
animales y elementos que podrían atribuirse a divinidades (animales o plantas) a
partir de los cuales se pueden hacer hipótesis. Muestran una religiosidad
vinculada a la naturaleza y al ciclo vital. Los propios exvotos también nos sirven
de fuentes al igual que la numismática y la epigrafía, pero estas últimas son de
épocas muy tardías. Si sabemos que veneraban a unas divinidades relacionadas
con la fecundidad (femeninas) y la guerra (masculinas). Sus nombres son poco
conocidos, pero parece ser que poco a poco se van descubriendo.
 Hay una clara presencia de ritos: domésticos (relacionados con la vida familiar),
de paso (tránsito de la vida en el ser humano), de fundación (de un poblado, o de
otro tipo de iniciativa), etc.
 T. Chapa y otros, abren la posibilidad de que existiesen sacerdotes. Parece que sí
puede haber una casta sacerdotal, a partir sobre todo del siglo V, que constituyen
una clase dirigente. Se pueden reconocer en los exvotos representados, porque
aparecen sin armas, con túnicas teñidas, como civiles, con colgantes, brazaletes,
joyas, etc. En actitudes con los brazos pegados al cuerpo.

SANTUARIOS Y TEMPLOS IBÉRICOS

Sobre todo en la provincia de Jaén y en la costa mediterránea oriental.

El Pajarillo (Huelma, Jaén)

El nombre que tendría el asentamiento sería el de Iltiraca. Data de mediados del


siglo IV y tanto el monumento como sus figuras son la representación de la aristocracia
de esta zona ya que están asociados a unas pequeñas casas. Hay un espacio sacro
vinculado al gran oppidum. Situada en una ladera baja, por ello está aterrazado y les da
una imagen muy vistosa. Se componen de unas escaleras monumentales con un espacio
empedrado y hogares donde hacer los sacrificios. Las piezas se encontraron destruidas
pero el podium estaba custodiado por dos leones, aunque también se data la existencia
de dos grifos, lobos, humanos, etc. Se plantea la hipótesis de que fueran esculturas
públicas y formaran un conjunto escultórico colocado en el oppidum. Uno de ellos es un
guerrero a punto de desenvainar y un niño totalmente desnudo. Hay dos hipótesis para
su localización:

 Ser un santuario heroico, vinculado a una figura mítica; para la jerarquía.


128
 Ser un santuario relacionado con el control de la zona (cerca de un río, en un
valle y donde se glorifica a un héroe). Como entrada al territorio de un grupo
aristocrático. Además se encuentra cerca de Úbeda la Vieja y sería la entrada al
territorio que domina el oppidum.

Cerrillo Blanco (Porcuna, Jaén)

Cerrillo de Porcuna, aparecieron una gran cantidad de restos (más de 1200


fragmentos escultóricos), unos 1300 fragmentos, muchos de los cuales se han podido
restaurar, depositados en una zanja vinculada a esa necrópolis orientalizaste. Se pudo
ver desde el primer momento que habían sido rotas de manera intencional, y arrojadas a
una zanja. Las figuras son de distinto tipo, hay escenas de luchas entre guerreros (la más
famosa es la de un guerrero descabalgado lanceando a otro), entre humanos y animales
fantásticos, “personajes sacerdotales”, cacería, etc. Se ha llegado a plantear que todas
estas piezas formaran parte de un monumento o un conjunto monumental que tuviese
carácter sacro. La cronología de las piezas ha sido muy discutida, pero como hay
elementos griegos que se pueden fechar bien se cree que es de mediados del siglo V a.C.
La mayoría de las piezas son de tamaño natural, aunque hay más pequeñas. También
hay elementos florales pero destacan las figuras de guerreros. No se sabe exactamente si
corresponde a la escenificación de combates entre las distintas comunidades ibéricas o
si son juegos de carácter funerario. Los guerreros aparecían a veces en una actitud
estática y en algunos de ellos se pueden reconocer elementos muy interesantes de los
combates.

Son de piedra caliza local. Los personajes son jóvenes, por lo que se vincula con
su formación. Representan cazadores con su perro, boxeos,… Elementos todos de la
formación de los jóvenes. Hay una escena de unos cazadores con una liebre y un gran
perro, muy similar a una tumba de Atenas del siglo V a.C. Algunos personajes son
interpretados como sacerdotes o como figuras de antepasados. Hay grifos y seres
humanos luchando contra ellos. Las figuras humanas están casi todas rotas. Escena de
un guerrero alanceando por la boca a otro, mucha violencia. Se ha planteado que estas
esculturas formaban parte de un santuario y que representaban pasajes de la vida de un
personaje de esta zona.

SANTUARIOS ORETANOS

Se encuentran en sierras de Jaén, Segura, Cazorla, etc. Con características


similares (en lugares altos, cerca de cuevas o aguas salutíferas, etc). Hay una presencia
masiva de exvotos de bronce con gran tipología en lo que se denominan los guerreros
empalmados y las mujeres adornadas o llevando cuencos. Destaca El Collado de los
Jardines (S. V con 1200 exvotos) o el Castellar de Santi Esteban (con 1500 exvotos).
Estos santuarios estarían vinculados a Oretum y Cástulo y son parajes agrestes. Se
encuentran muy expoliados.

Collado de los Jardines (Santa Elena, Jaén)


129
Aquí conocemos algunas estructuras, aunque hay varias destruidas. Todos estos
santuarios se fechan a partir del siglo IV a.C., y posiblemente atrajeron a personas de
diferentes sitios del territorio oretano. Atraía a muchos devotos, que han dejado exvotos
que aluden a esos ritos de paso. Estos exvotos son la mayoría de bronce (golosos para
los espoliadores). Los personajes masculinos (¿devoción a una divinidad masculina?),
completamente desnudos, parecen ser sacerdotes y los personajes femeninos, que
aparecen totalmente vestidos, sacerdotisas.

Gruta en la montaña, con un poblado al servicio del santuario.

Los Altos del Sotillo (Castellar de Santisteban, Jaén)

La orografía es muy abrupta también, con mucha vegetación y con manantiales


de agua cercanos. Predominan las figuras femeninas, por lo que se piensa que fuera un
lugar de culto a una divinidad femenina. Destacan también los exvotos anatómicos
(miembros). Se fecha en el siglo IV.

Cerro de los Santos (Montealegre del Castillo, Albacete)

Desde que se conoce en el siglo XIX han sido tantas las excavaciones (y
expolios), que ya no se puede investigar más desde el punto de vista arqueológico. En la
zona de Albacete, uno de los santuarios más característicos es el del Cerro de los
Santos, donde se encontraron exvotos también. Es un santuario cuyo máximo potencial
lo tuvo en el siglo IV a.C. Es de nuevo un paraje agreste, cercano relativamente a una
vía de comunicación, con un curso de agua cercano. En este santuario hay una
estructura rectangular que nos habla de la utilización del santuario también en época
romana. Se ha podido averiguar que es un templo construido ya en época de ocupación
romana, tenía un escalonado un pronaos, y una cella. Los exvotos encontrados son
femeninos, mujeres muy engalanadas. Estos personajes se ha pensado que son
representaciones de una divinidad femenina o personajes reales representados así para
presentarse a la divinidad, o sea, personajes alusivos a aquellos que hacen las
donaciones, puesto que la actitud que tienen es presentando el caliciforme. Otras
figuras son los palliati, representaciones de las que solo se conservan los mantos,
generalmente masculinos, algunos de ellos con inscripciones en latín, lo que nos hace
pensar en una adaptación de la cultura latina.

Gran cantidad de exvotos, lo que puede indicar que sea un santuario para
peregrinar y sanar. Otros consideran que es un santuario territorial al estar en una vía de
comunicación (Vía Heraclea). Personajes representados con exceso de joyas, como si se
presentaran muy ricamente engalanados frente a la divinidad. Se encontró una gran
dama oferente de 1,30 m. En un momento avanzado aparecen personajes con un pallium
(letra en latín) que demuestra que siguió durante la romanización.

No se sabe qué carácter pudo tener este santuario (por ejemplo territorial).

El Cigarralejo (Mula, Murcia)

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En Mula, Murcia, se encuentra el complejo arqueológico de El Cigarralejo.
Complejo porque hay poblado, necrópolis y santuario. El santuario estaba en una parte
elevada y fue excavado ya en los años 40 y 50 por Emeterio Cuadrado. El santuario
propiamente dicho constaba con una serie de estancias, de las que parece que la
habitación H11 (la que parece ser la más importante) era la cella, donde hay una fosa
con materiales de carácter sacro arrojados, que indican un rito religioso. Va desde el
siglo V al siglo I o II a.C. Del Cigarralejo llama la atención la aparición de una serie de
exvotos, más toscos que los del Cerro de los Santos, pero lo que más llama la atención
es la representación de equinos. Parece que había predilección por los caballos. Posible
divinidad con forma de caballo o protectora de équidos.

La Alcudia (Elche, Alicante)

Otro santuario es el de la Alcudia de Elche, la antigua Heliké. Es un espacio


sacro dentro de un asentamiento, un templo con dos fases constructivas en las que
fundamentalmente se modifica la entrada al edificio, puesto que es un espacio abierto,
situado alrededor de un patio. Es de los más antiguos, fechado entre los siglos VI-III
a.C. Presenta una torre rectangular, con favissa, una habitación y un recinto principal
presidido por una mesa de ofrendas. En la segunda fase hay una capilla subterránea.
Lorenzo Abad, duda de si es un santuario.

Se ha puesto en relación con la Dama de Elche. No apareció allí, sino fuera de


contexto, en una especie de cista, pero hay datos para vincularla. En la parte posterior la
escultura presenta un receptáculo para depositar ofrendas o recoger la ceniza del difunto
(parece más bien esto). No se sabe a quién representa. Se fecha entre finales del siglo V
y principios del IV. Tiempo después sería ocultada y depositada en una cista. También
se plantea si es un busto o una estatua. Estaría pintada con vivos colores y policromada.

La Serreta (Alcoy, Alicante)

En el poblado de la Serreta de Alcoy también hay un espacio sacro, situado en


uno de los extremos. Del entorno de este santuario proceden una gran cantidad de
exvotos, en este caso de terracota, sobre todo a molde o a mano, pero también a torno.
Uno de estos exvotos es una mujer dando de mamar a dos niños, acompañada de otra
mujer con otro niño debajo, un pájaro y dos personajes más tocando la flauta doble. Se
ha pensando que es un exvoto para una divinidad nutricia. Es de gran contenido sacro.
Otras figurillas son la de una mujer con una especie de mantilla en la cabeza.

Queda muy poco por conocer porque empezó a excavarse a principios del siglo
XX. Está fechada entre finales del siglo IV y comienzos del III a.C. Una vez termino el
poblado, el santuario siguió frecuentándose.

Encontramos una divinidad nutricia. En su regazo tiene a dos bebes, cada uno
mamando de los dos pechos. Un niño tocando la doble flauta. En el otro extremo una
mujer que acoge el exvoto. Un ave vinculada a la diosa de la fertilidad, que puede ser
Tanit.

131
TEMA 4 MATERIALES Y TÉCNICAS CONSTRUCTIVAS
DE LA HISPANIA ROMANA

A) MATERIALES

 Arcilla:
o Sin cocer: adobe (bloques), tapial (cajones/encofrados).
o Cocida (hornos): ladrillos, tejas (tegulae), tuberías (tubuli), terracotas
arquitectónicas.
 Madera (de pino, roble, etc.): para cubiertas (techumbres y vigas), puertas,
ventanas, cimbras, andamios (implica el trabajo en carpinterías).
 Metales (hierro, bronce, plomo): herramientas, apliques, elementos de sujeción o
fijación (grapas, espigas), tuberías.
 Vidrio: teselas de mosaicos (pasta vítrea), ventanas.
 Piedra (granito, calizas, areniscas, mármoles, etc.): cimientos, muros,
revestimientos, elementos de decoración arquitectónica.
B) TÉCNICAS CONSTRUCTIVAS (EDILICIA). LOS OPERA

- Cimentaciones y núcleos:

 Opus caementicium: es el hormigón compuesto de un mortero de cal y arena


con guijarros o trozos irregulares de piedra. Con el paso del tiempo estos
materiales "fraguan", reaccionando entre sí, y adquieren una consistencia y
solidez extraordinarias. Su gran plasticidad y baratura difundieron
extraordinariamente su uso, de tal forma que lo encontramos formando el núcleo
de gran parte de los muros y bóvedas romanas. Como su apariencia es pobre,
suele estar cubierto por paramentos más vistosos. Es frecuente que, ya en la
propia construcción, se realicen las cajas del hormigón (el encofrado) con los
sillares o ladrillos que han de aparecer al exterior. Se rellenaría el hueco con el
cascote o piedra picada (caementum) y por fin se vertería el mortero de cal que
rellenaría los intersticios y haría fraguar el conjunto. Como este proceso es lento,
se va haciendo por capas o tongadas, que suelen apreciarse cuando queda al
descubierto el núcleo de hormigón en los restos de monumentos romanos.
 Opus quadratum: se compone de los grandes bloques de sillares, cuadrados,
rectangulares y regulares, en fin, perfectamente cortados. Están dispuestos a
hueso, sin aglutinantes, ni morteros, aunque a veces podemos hallar capas de
mortero o grapas de metal uniendo los sillares. Podemos encontrarlo dispuestos

132
a soga y tizón, según la ordenación interna del paramento. Externamente, pueden
ser lisos o almohadillados.
- Alzados y/o revestimientos de núcleos:

 Opus formaceum: tapial o pared de tapia, que recibía este nombre porque la
pared era realizada mediante una forma, es decir, un molde, un encofrado.
 Opus incertum: está compuesto por mampuestos irregulares de diferentes
tamaños, no labrados y sin diferencias claras de hiladas, aglutinados por algún
mortero de cal. El momento de más uso fue entre los siglos III-II a.C., y se
abandona hacia final de la época republicana. Servía para revestimiento, alzados
y pavimentos, son mampuestos irregulares sin hileras, la cara externa es
homogénea. Se usa con mortero.
 Opus reticulatum: es característico de Italia Central y meridional, sobre todo en
las regiones de Ostia, Nápoles y Pompeya, aunque se da poco en Hispania. Su
época de duración transcurre desde el siglo I d.C. y el II d.C. Se compone de un
Opus caementicium de núcleo, al que se insertan mampuestos cortados de forma
muy fina en forma piramidal, dejando un extremo con base de cuadrado, que se
quedará al exterior, e insertando como un alfiler la punta en el mortero base. La
disposición en vertical hace que tenga una apariencia de panal, en posición
romboidal, muy decorativa.
 Opus vittatum/ vittatum mixtum: se caracteriza por formarse a base de piedras
rectangulares de diferentes alturas, pero de perfil rectangular, dispuestas en
hiladas horizontales, a modo de sillarejos de disposición variable. En Hispania
se atestiguan en los muros que soportan la bóveda de la galería oriental de Circo
de Tarraco, en el siglo I d.C. El mixo era con testaceum.
 Opus testaceum (latericium): recibe su nombre en alusión al Monte Testacio,
donde se apilaban las cerámicas procedentes de Hispania, en Italia. Son los
corrientes paramentos de ladrillo, unidos por un mortero base y enlucidos por
otro externo, que luego es pintado y decorado. Arquitectónicamente es muy
rentable y económicamente también. En ocasiones se usa como revestimiento de
Opus caementicium. Se conoce que a menudo se pensaba su distribución por
colores del ladrillo, preocupándose así por la policromía.
 Opus quadratum. Bloques (sillares) de piedra de forma paralelepípedo y
escuadrados, dispuestos a hueso en hiladas horizontales y alterándose a soga y
tizón.
 Opus africanum: denominado así por tener su máximo desarrollo en las
provincias romanas africanas, pero también se produce en otros muchos sitios.
Se diferencia de los demás porque combina hiladas de sillarejos o mampuestos,
pero separadas verticalmente por pilares de grandes dimensiones, a modo de
pilastras, que se integran, creando diferentes secciones en el conjunto. En
Hispania, en Baelo Claudia, por ejemplo, se aprecian claramente.
 Opus signinum: recibe su nombre de la localidad de Signa, en el Lacio. Es una
especie de hormigón compuesto de cal, arena o puzolana y ladrillo picado o
polvo de ladrillo. Además de su dura consistencia, resultaba impermeable. Se
133
utilizó en suelos y, sobre todo, como revestimiento de conductos o depósitos de
agua, aljibes, piscinas, etc.
 Opus tectorium: es una forma de aparejo utilizado en la arquitectura de Roma
antigua para dar vistosidad recubriendo los materiales que no lo eran. Cabía
desde un revoque con capas de estuco (enfoscado, enlucido, con posibilidad de
esgrafiado), hasta placas de mármol o de otros materiales más ricos. Ello
permitía dar a la obra la apariencia decorativa deseada: pilastras, estrías,
capiteles, entablamentos, cornisas, etc.
 Opus musivum: Es el clásico aspecto de mosaico romano, llamado así
englobando a todas las técnicas musivarias. En él, la superficie compuesta de
pequeñas piezas -teselas - de materiales diversos (piedra, mármol, alfarería u
otros) y diferentes colores que forman una composición o dibujo decorativo. Se
empleaba especialmente para pavimentos, lo que exigía que los suelos
estuvieran muy firmes y preparados, para evitar su deterioro y disgregación. Hay
muchas variedades de mosaicos, que, a veces, reciben nombres más particulares.
- Pavimentos:

 Opus signinum; revestimiento impermeable realizado con fino mortero cal y


pequeños fragmentos de cerámica o ladrillo.
 Opus spicatum: Está compuesto por aparejos de ladrillo, pero con una
disposición del ladrillo (también se utilizaban piedra) en forma de espiga o
espina. Puede verse tanto en paredes como en suelos o para muros que no
requieren gran resistencia.
 Opus musvium: Por su forma, no obstante, se distinguen varios tipos:
o Opus Tesselatum: compuesto de teselas, generalmente cuadradas e
iguales que con sus colores diferentes van formando dibujos
preferentemente geométricos o de relleno de figuras.
o Opus Vermiculatum: procede del latín vermis, gusano. Suele aplicarse
este nombre al mosaico compuesto de piezas de tamaño muy pequeño y
de contornos diferentes (para acomodarse más exactamente al dibujo
pretendido). También se aplica a las hileras de teselas que marcaban las
líneas de un dibujo. Su calidad y finura son más altas que en opus
tesselatum, con una factura mucho más cuidada.
 Opus sectile: Yuxtaposición de piezas grandes de mármol, o materia similar, en
el pavimento de formas geométricas y diferentes colores, que se combinan para
formar un conjunto decorativo. Pavimento con placas de piedras pulidas como
mármol de colores. Son suelos ricos con motivos florales, coloridos…
Es a consecuencia de la Segunda Guerra Púnica (210-206 a.C.); con lo que Roma
se hará con toda la península ibérica. En el 218 a.C. es cuando desembarca el primer
barco romano en la península, en Emporión y en el 209 a.C. es cuando Roma se hace
con Qart Hadasht hasta ganar la guerra en el 206 a.C. Hasta el 206 a.C. hay un gran
conflicto entre ciudades puesto que unos se ponen de parte de Cartago y otros de parte
de Roma. Roma en vez de retirarse se queda para hacerse con los recursos de la

134
península y es extremadamente cruel con los pueblos que estuvieron en su contra. A
partir del 206 a.C., tras la Batalla de Ilipa empieza el proceso de conquista de la P.
Ibérica. Tito Livio considera Hispania la primera provincia en conquistarse y la última
en pacificarse.
Las fases de conquista romana, según los autores, de la P. Ibérica son las
siguientes:

 Del 206 a.C. al 195 a.C.: Comienza al final de la II Guerra Púnica en el 206 a.C.,
después de la que se dan una serie de revueltas indígenas (turdetanos y
celtiberos). A partir del 197 a.C. Roma divide Hispania en dos provincias, la
Citerior y la Ulterior. A consecuencia de esta división provincial surgen nuevas
revueltas de celtiberos y turdetanos que son reprimidas por Marco Porcio Catón
muy violentamente hasta el 195 a.C.
 Del 195 a.C. al 155 a.C.: Se trata de una etapa de cierta tranquilidad, es cuando
actual aquí Tiberio Sempronio Graco, estableciendo una política diferente de
pactos, fundaciones, repartos de tierras entre los indígenas…
 Del 155 a.C. al 133 a.C.: Se rompe el periodo de paz con dos grandes episodios
bélicos, las Guerras Lusitanas (54-39), con Viriato, y las Guerras Celtibéricas
(55-33) con la ciudad de Numancia.
 Del 133 a.C. hasta finales de los años 70 a.C.: En estas fechas se da la conquista
de las Baleares entre el 123 y el 120 a.C., donde se fundan las colonias latinas de
Palma y Pollentia. Poco a poco Hispania va formando parte de Roma,
involucrándose cada vez más, como se puede ver en las Guerras Sertorianas (80-
72 a.C.) (Quinto Sertorio), una serie de conflictos civiles dentro de la lucha civil
romana entre Sila y Mario.
 De finales de los años 70 a.C. al 19 a.C.: Dentro del contexto de la Guerra Civil
de Cesar y Pompeyo, entre el 49 y el 44 a.C., de nuevo los hispanos van a actuar
en uno de los dos bandos y se van a convertir en clientes de los generales
romanos. Es también ahora cuando se crean nuevas colonias como Colonia
Patricia. El último conflicto bélico en la península es la conquista de los
territorios de astures y cántabros entre el 26 y el 19 a.C. por parte de Augusto.

Relacionado con esto, la periodización de Hispania podemos dividirla en época


republicana (206 – 31 a.C.) y época imperial hasta bien entrado el siglo IV, principio del
V. Dentro de la época imperial podemos subdividir entre época altoimperial hasta el 235
y época bajo-imperial hasta el siglo IV, llegando incluso hasta el siglo V, cuando
fechamos el final del dominio romano en Hispania (409 a.C.) y llegan los Visigodos y
otros pueblos bárbaros.

En época republicana Hispania se divide en Ulterior y Citerior.

En época alto-imperial, las dos provincias romanas en Hispania se dividen en 3,


se quedan la Hispania Citerior o Tarraconense, Hispania Ulterior Lusitana y la Hispania

135
Ulterior Bética, que se mantendrá esta división hasta Diocleciano. Cada una se divide en
conventos judiciales.

Hispania era un territorio de gran diversidad étnica y geográfica, de un gran


interés para Roma por varias razones:

 Minas (metales: Au, Ag, Pb, Cu). Eplotación por publicani (algo así como un
arrendamiento).
 Esclavos. Mano de obra, utilizada en casas o trabajos.
 Tierras: cultivos (trigo, olivo, vid, etc.), pastos (ganado), bosques, etc.
 Deseo de gloria militar y riqueza de la clase dirigente romana (nobilitas).

Fuentes para el estudio de la Hispania romana


Literarias
Epigráficas
Numismáticas
Arqueológicas

Periodización de la Hispania romana

Época republicana
Hispania-Citerior y Ulterior, hasta la toma del poder por Augusto

Época imperial
Alto-imperial
Se suele situar desde la dinastía Julio-Claudia hasta la de los severos

Bajo-imperial
El dominio romano desaparece a principios del siglo V, con la invasión de pueblos
bárbaros, como visigodos, suevos, alanos, etc.
Para la época hay muchos testimonios arqueológicos, pero menos para la época alto,
además la bajo-imperial y la posterior es mucho más oscura (desequilibrio)

TEMA 4.1.: ARQUEOLOGÍA MILITAR


HISPANORROMANA
Línea de investigación “de moda” en los últimos años. Ámbitos de estudio:

 Estudio de campamentos legionarios y de unidades auxiliares sobre todo de la


época imperial, los del periodo republicano se conocen poco.
 Materiales asociados a los campamentos: cerámica, bronce, vidrios, monedas,
esculturas, inscripciones…
 Militaria: restos del armamento como cascos, corazas, escudos, espadas,
lanzas, y distintivos militares (phalerae). En Hispania poco y mal conservados.
136
 Fortificaciones urbanas. Como parte del control militar, importantes en el siglo
III y IV. Las ciudades fortifican sus murallas y defensa en plan militar.
 Campos de batalla: centrándose en la Batalla de Baecula

Nos basamos en la Arqueología, las fuentes literarias como Polibio, Apiano o


Tito Livio (sin embargo a veces estas se contradicen con las arqueológicas) y
testimonios epigráficos como lápidas funerarias o sellos, latericios que son sellos
característicos de una legión que impronta en todo lo que hacen. Hay dudas acerca de si
Córdoba se fundó como campamento militar. Era lugar de descanso en el invierno de las
tropas que luchaban en el oeste y centro peninsular.

Los principales investigadores son A. García y Bellido, V. García Marcos, Á.


Morillo, J. M. Caamaño, A. Rodríguez Colmenero y C. Fernández Ochoa, entre otros.

En relación con la Batalla de Baecula es una batalla que tuvo lugar en el 208
a.C., que enfrentó a Escipión el africano y Asdrúbal, venida por los romanos y puesto en
fuga a los cartagineses. El estudio arqueológico de esta batalla viene realizando desde el
2000 por la universidad de Jaén. Una de las cuestiones interesantes es que esta pudo
tener lugar cerca de Santo Tomé, aunque hasta entonces se pensaba que era en Bailén.
Esto ha dado lugar a muchos trabajos, conocido como el Proyecto Baecula. Se han
encontrado muchos restos militares que indican la batalla o el recorrido que pudieron
seguir los romanos para llegar al campamento cartaginés, a través de las tachuelas.

ESTRUCTURA Y ORGANIZACIÓN DE LOS CAMPAMENTOS ROMANOS

Debemos tener en cuenta las fuentes litararias, donde muchos autores realizaron
tratados sobre cómo debían ser los campamentos, pero esta información, contrastándose
con la arqueología no concuerdan los datos arqueológicos con lo que dicen estos
autores. Una cosa es la teoría y otra la práctica. Esto se debe a la adaptación que llevan a
cabo los romanos, por ejemplo donde no ha piedra los muros se hacen de madera. En
Alemania, Oriente, África, etc., se conocen diversos campamentos.

Según los teóricos y lo que se ha encontrado la planta es cuadrada y sobre todo


rectangular pero con esquinas redondeadas y una torre en ellas, pero en otros casos se
adaptan al terreno y pueden adoptar más formas. Los elementos defensivos son: foso
que rodea por fuera el campamento (complejos), Vallum o empalizada que era de
madera o tierra (carácter temporal) o de piedra (carácter permanente), agger o montículo
que está detrás de la empalizada, torres cada varios metros casi nunca salientes,
intervallum que es espacio entre la muralla y las primeras tiendas. Los materiales son
perecederos al durar poco los campamentos como madera o tierra. Cuando se creen que
van a durar más se hacen de piedra o camenticium, a partir del siglo I d.C. la estructura
interna se compones de varios elementos (elementos comunes para los campamentos, lo
complicado es reconocerlos desde el punto de vista arqueológico):

 Puertas (pretoria, sinistra, dextra y decúmana) y vías principales (principalis,


pretoria y quintana) o secundarias.
137
 Principia: cuartel general del campamento. Se guarda el arca con las monedas
para pagar a los legionarios, insignias, estandartes, águila de la legión, sacellum
o espacio para el culto…
 Praetorium: residencia del comandante o legado de la legión.
 Barracones: donde viven los legionarios.
 Horrea: almacenes de alimento, como grano.
 Talleres: para fabricar y arreglar los instrumentos.
 Hospital o valetudinarum: reposo y atención a los heridos.
 Cocinas.
 Termas (en casos de campamentos muy desarrollados): en ocasiones fuera
(Petavonium), en otros dentro del campamento.

ALGUNOS CAMPAMENTOS MILITARES DE IMPORTANCIA

Tarraco

Hubo un desembarco desde tiempos muy tempranos y centro de operaciones


muy importante para el ejército. Fue en sus inicios un campamento militar. Se situó
cerca de un asentamiento (oppidum) ibérico llamado Cese en lengua indígena y
Tarracón en griega y cercano a la costa, con control del mar y el territorio anexo. En el
217 a.C. ejércitos romanos desembarcaron en Tarragona y se instalaron aquí.
Encontramos una estructura sólida a partir de 200 a.C. Destaca aquí la conocida como
Torre de Minerva, dentro de la muralla de piedra que aún se observa. Tiene un aspecto
muy recio. Con el resto de muralla consta de un basamento ciclópeo, sobre la que se
construye un complejo de opus quadratum. EN los 80 un alemán hizo un estudio
bastante intensivo y se dio como bueno.

En esta torre se encontró una inscripción/relieve latina, la más antigua de la


Península Ibérica. Está dedicada a la diosa Minerva, lo que indica que esta estructura
está vinculada a esta diosa. Es votiva de Manilo Acidino (procónsul en Hispania desde
el 206 a.C.) a Minerva (quien defendía la ciudad de Roma). Se cayó una parte de la
muralla y dejó al descubierto un relieve, que distintas investigaciones la han relacionado
con una imagen de la diosa Minerva. Esto vincularía a Tarraco con Roma, pues Minerva
es la protectora de Roma, al igual que podía serlo de Tarraco.

Se han hecho diversas reconstrucciones de la torre. Se ha planteado que era una


puerta, una torre de esquina, etc.

Tarraco podría haber sido concebida como una prolongación de la metrópolis,


Roma. Del interior se conoce poco. Durante la época republicana fue una edificación
militar. En la muralla hay marcas de cantería ibera, lo que hace pensar que los iberos
ayudaron a construirla. Tiene un basamento ciclópeo y alzado en opus quadratum,
rellenado de tierra y piedras (es lo que se conoce como emplection).

Campamentos de la circunvalación de Numancia

138
Apiano nos los hace conocer, al hablar del cerco de Escipión a los numantinos,
estando constituidos por dos campamentos y hasta 7 fuertes. Se inició la excavación por
Schulten. Numancia está en el Cerro de la Muela. Alrededor se cercó dos campamentos
y cinco fortines más. Los campamentos son los de Castillejo (donde permaneció
Escipión) y Peña Redonda (principal salida de la ciudad), realizados en piedra.

También destaca el de Reniebras, también excavado por Schulten. Tiene cinco


fases de construcción, desde el 200 a.C. hasta época sertoriana.

Cáceres el Viejo

Se inserta en un episodio bélico no muy conocido ni publicitado pero muy


importante para Hispaia: las guerras sertorianas. Dentro de las facciones romanas, los
partidarios de Mario y Sila entraron en conflicto civil y, aunque Mario (responasble de
la profesionalización del ejército romano, en el que los soldados reciben una soldada y
están activos todo el año). Sertorio se rebela contra Sila y el senado manda soldados
para luchar contra él, dándose una guerra civil romana en Hispania, apoyada por
indígenas. Un campamento es el de Castra Caecilia, derivado de Quinto Cecilio Pío. Tb
intervendrá en la guerra contra Sertorio, Pompelyo. Este campamento sería el de
Cáceres el Viejo. Excavado por Schulten. En los años 80 Ulbert en 1984 hizo un estudio
más profundo. Recientemente un equipo hispano-alemán ha llevado a cabo otro estudio.
Sería para el asentamiento de dos legiones. Cuenta con una fase de incendio, lo que
quiere decir que pudo ser destruido por lusitanos a favor de Sertorio. Se han hallado
fosos, murallas, una serie de puertas abiertas (4), zanjas. Recinto de planta rectangular
con esquinas redondeadas de 24 hectáreas, torres y foso… pero doble llamado fossa
fastigata. Se abandonó repentinamente por incendio. Muralla de mampostería (opus
vitattum), probablemente relacionada con Castra Caecilia.

Valentia

Fue destruida durante las guerras sertorianas. Es una fundación ex novo. Tiene
un desarrollo monumental interesante (centro de VAlencia): foro, termas (uno de los
pocas termas de Hispania). Al apoyar a Sertorio, tras la derrota por Pompeyo en la
Batalla de Turia a los sertorianos ataca y toma la ciudad. Hay tesorillos y niveles de
incendios, así como evidencias de la represión y tortura de las tropas pompeyanas a los
partidarios de sertorio (cadáveres de soldados mutilados y asesinados: uno con un corte
de su pierna derecha, otro empalado por el ano, otro con corte de brazos y piernas
estando vivo y quemado un hombre de 30-35 años).

Campamentos del Noroeste

Las guerras cántabras reunieron un total de… . A Roma le interesaba las minas
de oro del norte, por lo que lleva a cabo una serie de guerras contra los astures y los
cántabros. Tras las guerras algunas legiones se van pero otras se quedan en los
campamentos. Todo este terriotiro está conquistado, pero a Roma les interesa controlar
a estas poblaciones sometidas, por lo que se crean unas fronteras dominados por los

139
campamentos militares en caso de revuelta. Hay campamentos de legiones completas y
otros de parte de ellas, en la época Flavia solo permanece una legión (VII Gemina). Son
los de Pisorala, León, Astorga, Petavonium, Ciudadela y Baños de Bande.

 Astorga. Quedan muy pocas huelas, pq sobre esta se construye una ciudad de
función administrativa, para controlar al explotación de oro y redistribuirlo.
Quedan restos de una muralla de madera. Se establece allí parte de la Legión X
Gémina hasta época de Tiberio, pues a partir de entonces las legiones se van y se
construye la ciudad. Fue un campamento antes que ciudad. Hay pocos restos del
campamento hoy en día. Surge tras las guerras cántabras para controlar la zona
(15-10 a.C.). Se mantuvo como campamento hasta el inicio de la época tiberiana
(20 d.C.) pasa convertirse en ciudad tras acuerdos de paz con los zoelas.
Aparecen algunas monedas e inscripciones de la época. Hay un doble foso,
también huellas de estacas para empalizadas.
 Petavonium. Rosinos de Vidriales. Se establece allí la otra parte de la Legión X
Gemina. El campamento que mejor se conoce no es el legionario, sino uno que
se instala dentro tiempos después: hay dos fases, la primera es más amplia desde
el final del I hasta 63 d.C. Se conoce poco. La segunda fase es desde el final del
I hasta el siglo III d.C., en una parte del anterior campamento, un campamento
más pequeño (de 17 a 4.5 hectáreas). La ocupa un ala del ejército: una unidad
militar de caballería (Ala II Flavia Hispanorum civium romanorum). Era una
unidad auxiliar de la Legión VII Gémina. Este campamento si ha sido excavado.
Hay dos puerta principales (destaca la porta pretoria con dos vanos, y la
reconstrucción de la porta decúmana) en la muralla de opus vitatum, el principia
y el velatudinarium. Fuera del campamento hay unas termas y un núcleo de
población civil, se les llama cannabae. En ocasiones lo formaban las mujeres
casadas no oficialmente (conturbernio). Contralaba la vía de la plata y las
médulas, sobre todo el oro. Sabemos que este campamento dio origen a un
asentamiento civil cuando se va la unidad militar. Durante la permanencia de
esta surgieron núcleos civiles de artesanos, mercaderes, prostitutas, etc. Que
acompañaban a los soldados. Dieron origen a ciudades cuando los campamentos
desaparecen.
 León. Aparece al principio la Legión VI Victrix. Es un campamento y se
convierte en ciudad. Hay tres etapas como campamento, las dos primeras es de
la Legio VI Victrix y la tercera de la Legio VII Gemina. La VI Victrix llega en
época augustea y ya en la Flavia la Gemina. El primer campamento es de
madera y tierra, es de época augustea (madera con relleno de tierra). En la julio-
claudia el campamento se amplia y se construye un muro. En época Flavia el
muro se crea con estructura sólidas, tiene un valle la primera barrera (primer
campamento). El muro de piedra está realizado en su parte externa de opus
vitatum, se ha excavado alguna puerta con doble entrada y torres laterales con
elementos superiores. El interior del muro es de opus caementicium. Los restos
mejor conocidos son los del campamento Flavio, por estar los otros realizados
con estructuras precarias, como la madera, y ser luego derruidos. El campamento
140
irá evolucionando y sobre el III o el IV se convierte en la ciudad de León,
forrándose la muralla del campamento con otra para una mejor defensa ante la
situación de la época.
 Ciudadela. Un sector de la Legión Gemina se establece aquí. Era una cohorte
mixta de infantes y jinetes. Provincia de la Coruña. 2.5 hectáreas, cuadrangular-
rectangular con esquinas redondeadas. Algunas zonas excavadas como el
pretorium, principia. Aquí se asienta la Cohors I celtiberorum, desde principios
del s II a principios del siglo IV. Era una cohorte de infantería. Aparecieron
sellos de la unidad que permiten identificar a la cohorte en tejas.
 Aquis querquennis. Se ha puesto en valor y restaruado parte de él. Se ha
planteado que la cohorte III de la Gemina la que se asentó: una unidad auxiliar
de caballería. Es recinto de 2.5 hectáreas. Esquinas redondeadas con cuatro
puertas y todos los elementos internos. Hay fosa, vallum, intervallum… hay
valetudinarum (hospital), hórrea… Hay barracones con calle central con
espacios compartimentalizados, con espacio más amplio para los centuriones. Se
asienta a finales del I-principios del II (Flavios) hasta mediados del II. Al lado se
asientan los querquenios y se convierte en 3ª Mansio (lugar de parada en las
calzadas) entre Bracara y Asturica (vía nova). A orillas del lago castiñeiras. Con
motivo de la apertura de la via de bracana agusta a iulia augusta se establece
aquí la cohorte.

Ciudad y Territorio

El territorio hispano se explotará a raíz de las ciudades. Además el Estado


romano las explotará de forma directa. La oposición entre la ubs y el ager aparece. Sin
embargo la ciudad depende del territorio que explota y viceversa, no pueden entenderse
la una sin la otra. Es el concepto de la civitas. Los alimentos no se podían conservar
como hoy y eran muchos perecederos, por lo que en el entorno de las ciudades debía
haber lugares de explotación agropecuaria, zonas de bosques, etc. Las ciudades difieren
desde un punto de vista jurídico (ciudades libres, estipendiarías, municipios, colonias) y
esto también se establece en la explotación del territorio, así como del punto de vista
geográfico y topográfico. El estado romano se reservo territorios de explotación directa,
todo lo que tenía que ver con los territorios alrededor de los campamentos y las minas,
explotadas directamente a través de societates. Se lleva trabajando hace unas décadas en
la arqueología española en el estudio del territorio, dando muy buenos resultados, a
través se prospecciones, fotografía aérea, lo que nos ayuda a conocer como era el
poblamiento. En qué hábitats vivirían es más difícil de determinar. Sabemos que los
pagi eran distritos rurales, en los que había poblados, así como vici, pequeñas unidades
de población que podrían equivaler a pequeños pueblos o aldeas. También destacan las
villae, que son unidades de explotación agropecuaria de mucha importancia.

Ocupación y control del territorio

Para la explotación del territorio se necesitan elementos como las vías. Roma
tendrá un gran interés, sobre todo a finales del II a.C. y a finales de la República, en
141
organizar los territorios que conquista a través de vías, vertebrarlo. Los núcleos más
importantes estarán en las principales. También se facilitará el transporte de legiones y
mercancías. Tb son lugar de difusión de ideas, tecnologías, cultura. Marcando la
distancia de una ciudad a otra estaban los miliarios (de millia passum), cada 1800 pasos
aprox. Destacan los vasos de Micarello?, hayados a las afueras de roma con los distintos
hitos de la vía Augusta. En Roma destaca el Millarium aureum de mármol recubierta
con placas de bronce dorado, que es el km cero.

La construcción de las vías romanas es muy interesante, en las que se veía


implicada el ejército, con una mano de obra especializada y cualificada, con ingenieros
y topógrafos. Los teóricos como Vitruvio, nos dan unas indicaciones de cómo deben de
ser, las capas que deben sucederse en el pavimento. Desde el punto de vista
arqueológico se llevan a cabo proyectos en los últimos años sobre excavación de vías
romanas, presentados en congresos. Hay que tener cuidado, pues no todos los caminos
empedrados son romanos. Aun quedan trazas de caminos, además muchas vías siguen la
vía augusta, para ver la importancia que tuvieran. Los puentes generalmente marcan de
forma indirecta una vía, lo cual nos ayuda a suponer la presencia de caminos. Algunos
son los de Alcántara, el de Córdoba (urbano). Tienen un componente práctico e
ideológico, porque permite salvar cauces. Estos son puentes de piedra, control del
territorio y domino de la naturaleza (a diferencia de los de madera ibéricos). Tb podrían
tener arcos, para mantener en memoria algún personaje, como el arco de Bará en
Barcelona.

El acueducto es otro elemento de control del territorio y dominio. Este pone en


contacto estrecho el territorio y una ciudad, pues lleva el agua de un manantial a una
población. Llevan agua para el consumo humano, termas, cloacas, regadío, etc. Se
construye a través de un conducto impermeabilizado.

Estudio arqueológico del territorio

Explotación agrícola ganadera y forestal

Minería y producción metalúrgica

La arcilla

Explotación de canteras de piedra

Explotación de recursos fluviales y marinos

La industria del vidrio

Minería

Posiblemente fueron de los primeros recursos que conoció en la Península


Ibérica, como las de plomo, oro, plata. Algunos como Francisco Sánchez Palencia.
Distritos mineros surgirían a lo largo de la república y el imperio. Por ejemplo en la
República I-II estaban las del Sureste de la Península y el de Sierra Morena, parte de las
142
provincias de Jaén, Córdoba, Sevilla (plata y cobre). En época imperial, a comienzos de
esta el sureste decliva el de sierra morena e mantiene prácticamente, entran en juego el
de rio tinto, con una explotación muy notable en época Flavia y mediados del II, de la
que se extraen plata, cobre y oro y el del noroeste, zona de león, Galicia, Asturias
(minas de oro) y por eso la conquista augustea. Estas minas alcanzan su cenit entre el II
y pp del III, pero entran en crisis y en época severiana entra en época de un gran
declive. Un ejemplo de mina republicana es la llamada mina de la loba, estudiada por
José María Blázquez, de la que quedan restos de un pequeño poblado minero.

Centuriaciones romanas

Es difícil saber cómo se organizó el territorio sobre todo entre los siglos II y I
a.C. era la centuriación, que consiste en la división y reparto por sorteo de las tierras en
lotes regulares entre la población asentada en una ciudad. Habitualmente cuadriculas de
20 por 20 actus. Implica la división del terreno en torno a la ciudad partiendo de los
principales ejes de la ciudad y la asignación de lotes de tierras. Este sistema lo
conocemos en ciudades como Augusta Emerita, Ilici, Caesaraugusta. Todo esto implica
un esfuerzo tecnológico y jurídico administrativo muy importante. Se crea un catastro y
a cada individuo se le da una copia de su contrato en el tabularium o archivo principal.

Una vez que se asignan los lotes pasan a una documentación escrita: los
catastros y planos: planos catastrales o formae, cuadrículas, donde aparecen
indicaciones de quien es la tierra. En elche aun se pueden observar rastos de estas
delimitaciones.

La explotación de arcilla

Se extrae y se transforma en Alfares, lugares de producción de elementos


cerámicos, como ánforas, ladrillos, tejas. Estos lugares contaban con lugares de
almacenamiento y hornos de cocción de los cuales salían elementos como terra sigilata,
lucernas, vidrios. En cuanto a los recipientes cerámicos tenían mucha importancia las
ánforas, para determinar mercancías que se exportan: vinarias, oleícolas y de salazones,
los tres grandes productos que se exportan de Hispania y concretamente de la Bética.

El aceite de oliva

Alcanzó un papel fundamental. En el Guadalquivir había un gran número de


olivos, por lo que desde aquí se transportó un gran número de ánforas de aceite. Esta
industria, desarrollada sobre todo a partir de época imperial, sobre todo a lo largo del II,
aportará una gran riqueza a diversas familias, como senadores. Se beneficiará de la
annona, un sistema de control por parte del estad, como los cereales y el aceite de oliva
para garantizar el abastecimiento gratuito de la plebe, que si está ociosa y sin alimento
es muy peligrosa, y el ejército. Será fundamental el control de Egipto, que era de donde
se extraía muchos cereales. Destacan las ánforas Dressel XX, que viene del investigador
alemán que estudió los fragmentos del monte Testaccio y las denominó como XX.
Pesan 30 kg vacíos y pueden llegar a almacenar 30 litros de aceite, además pueden tener

143
inscripciones escritas o incisas sobre el peso, control fiscal, etc., que dan datos de
quienes las fabricaban, donde se dirigían, etc. Se exportaban en barco. El monte
Testaccio fue creado por fragmentos de ánfora, ya que estas se tiraban después de usar
de 35 m. Se ha llegado a concluir que hasta el 80 por ciento de ánforas de aceite
proviene de Hispania. Alrededor hay horrea, almacenes que cuya función era abastecer
a los ejércitos.

Las villae

Definir que es una villa es complicado, tenemos fuentes como ciceron, varron,
columela, etc. Pero nos hablan de la prospectiva de Roma e Italia. SE les ha dado el
nombre a asentamientos rurales diversos: desde simples granjas a una explotación
agropecuaria más importante. Está regida por unos propietarios con sus esclavos o mano
de obra libre. Se asocia a una finca o fundus, cuyas dimensiones plantean problemas. Es
donde se explota el territorio, con diversidad de productos, que permita a los que
trabajan allí no depender de lo de fuera. Muy poco a poco se convierten en lugares de
descanso y recreo. Las primeras nos llevan a, aunque la mayoría parece que arrancan en
época imperial. Su problema es que generalmente fueron ocupadas y habitadas durante
varios siglos, por lo que su primera apariencia no se conocen muy bien. La para urbana
es donde vive el dominus y su familia, una parte monumentalizada con comodidades:
habitaciones, lugares de representación, la para rustica es donde viven los trabajadores,
donde guardan los aperos, etc. La zona donde se produce el almacenamiento y creación
de los productos es la para frumentaria. La urbana puede estar decorada con mosaicos,
frescos, etc. La documentación arqueológica es desigual, pues se conocen más las partes
urbanas y se establece el conflicto entre las villas suburbanas y rurales.

Hoy día sabemos que no eran solo lugares de ocio, a diferencia que en Italia que
si había muchas de estas. Tienen un origen en época tardorrepublicana hasta finales de
la antigüedad tardía. Es difícil establecer un modelo único. Muchas se organizan en
torno a peristilos, pero en función del lugar (costa, zonas llanas) hay diferencias. Los
programas ornamentales nos hablan de la riqueza de los propietarios, creencias,
ideología. Algunas de las villas más conocidas son Els Munts, Carranqué, el Ruedo, la
Estación, etc.

El Ruedo

Se halló en Almedinilla de manera casual a finales de los 80, trazando una


carretera y fue excavada de urgencia por el profesor Vaquerizo. Lo que se excavó fue la
para urbana. Tiene una necrópolis cercana. Tiene varias fases, desde el I a finales del V.
Aparecen tuberías, mármol, mosaicos, mucha decoración escultórica, que demuestra la
riqueza ornamental del propietario.

La Estación

Se conserva peor, está cerca de la estación de Antequera, se conocía a finales del


XIX, pero fue recientemente excavada (2004-2005). Su propietario se dedicaría a la

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explotación de olivos y fabricación de aceite. También se invirtió en la
monumentalización con estatuillas y demás.

Salsas y salazones

Tuvieron un muy destacado papel. En las cubetas o piletas se dejaban macerar el


pescado y en las ánforas se almacenaba el pescado.

Canteras

De las canteras se extraían los materiales constructivos, como el vidrio, que se


realizaba en los altos hornos.

Ahora pasaremos a ver unas ciudades que tendrán un papel económico,


administrativo muy importante, son lugares de referencia por las élites de estas
provincias, a donde acuden para ascender social y económicamente a través de negocios
y hacia la administración imperial. Reciben todo lo que ocurre en Roma y lo difunden a
sus territorios provinciales. La Hispania Citerior se mantiene y la Ulterior se divide en
dos, la cual se mantiene con alguna variantes a finales dl II y pp del III, hasta época de
Diocleciano, finales del III. Dentro de cada provincia se crean a finales del I los
conentos jurídicos, partidos judiciales como equivalente, que sirven para resolver
problemas de carácter jurídico. En el caso de Tarragona y Córdoba tiene origen en
época republicana en el II mientras que en otros casos Imperial. En Tarragona vimos
como surgía un castrum y junto a un antiguo oppidum ibérico. Ese es el grupo de
población que se encuentren los romanos en esta zona y se establecerán en la parte
superior dominando todo el territorio. Una vez pasada la segunda guerra púnica en la
parte baja en el entrono del oppidum ibérico una ciudad se configura, con el
poblamiento itálico, que se instalan. Ese núcleo de población que se construye al
amparo del presídium del castrum se dota de un recinto amurallado, aunque fuera de él
queda un área suburbana. Se dota de un foro dedicado a la triada capitolina, desagües,
etc. Los historiadores ven que hay una transformación de ese núcleo hacia formas
urbanas más similares a las itálicas. Se conforman una serie de ínsulas en torno a un
foro. En esa ciudad cobra un gran papel el capitolio, dedicado a la triada de las que
tenemos imágenes, que corresponden a cimentaciones, de un edificio cuya tipología
representaría al capitolio, que tendría varias fases constructivas. El templo presidiría el
llamado formo republicano, que tendría una serie de pórticos, zona comercial hacia el
sur, etc. Una última fase del capitoli se sitúa hacia mediados del I coincidiendo con un
episodio: la concesión del estatuto colonial por parte posiblemente de César. Se dota de
un aspecto mucho más monumental. Es muy interesante la inscripción que muestra que
los habitantes de Tarragona tienen que ser pragmáticos, esta placa dedicada en primer
momento a Pompeyo y que se le dedica a César cuando visita la ciudad, ocultando el
nombre del primero.

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En época augustea se produce, en Tarraco, un proceso de transformaciones,
donde se ha podido observar esa transformación en el foro, que se amplía se le añade
una plaza (foro agusteo por los especialistas), presidido por una basílica para
transacciones comerciales y juicios. Este proceso de ampliación no culmina ahí, en
época de Tiberio se lleva a cabo una transformación del espacio creando un espacio
entre el foro augusteo y republicano: un conjunto de plazas anexas. En ese foro
augusteo destaca la basílica forense, que tiene varias naves, siguiendo el esquema
romano, presidido por una exedra, espacio para administrar justicia de los magistrados
de la provincia o el gobernador provincial. Destacaría por su arquitectura, uso de
modelos emanados de roma.

Un aspecto importante de la investigación arqueológica epigráfica y


numismática ese el que atañe al altar de Augusto, se nos cuenta que se dedicó un altar a
augusto en tragona cuando lleva las guerras cántabras. Parece que creció una palmera
del altar, lo que es interpretado como un prodigio, aunque Augusto pensó que no lo
cuidarían mucho. En las monedas de la época se representó esto. No se ha localizado el
lugar, algunos plantean que en la parte superior. Tb aparecen retratos o esculturas de
carácter privado e imperial. El teatro parece que también es de época augustea a finales
del s. I. El teatro es de lo que pero se conserva y no se conoce mucho. Su construcción
aprovechó una carena, colina baja junto al público y amortizo parte del amuralla, hoy
solo se conserva la orquesta y parte del escenario. Del entrono del teatro procede
decoración escultórica de época imperial, así como testimonios epigráficos que dan
importancia al emperador. Hay que aludir a la cita de Tácito en la que tras la muerte de
augusto enviaron una delegación para dedicar un templo augusto. Tiberio accede y se
construye, lo que quedaría ejemplo a las otras provincias. Tarragona en época tiberiana
hizo monedas de un templo octástilo. No se sabe realmente donde estaría pero parece
ser que se localizaría bajo la catedral medieval, donde se han documentado restos de
opus caementicium, fragmentos de frisos, etc.

Después de haber servido la parte superior de campamento militar se empieza a


transformar con la construcción del imperio y otros espacios. Hay muchas lagunas en
esto, pero cada vez se va sabiendo cosas nuevas.

En el praesidium militar se edificarían tres terrazas, una plaza intermedia y un


circo, en tres niveles de sentido descendente. Todo conectado con un eje abisal que
permitiría la realización de ceremonias como producciones relacionadas con el culto
imperial. Del recinto superior del templo se ha hallado esculturas de Júpiter Amón y
demás que recuerdan a las de Júpiter en Roma.

A partir del V la parte superior (más defendible) será la que queda y se


despuebla la más baja, pues la población se concentra en torno al actual casco antiguo y
no se vuelve a expandir hasta el XIX.

Augusta Emerita

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Fundada por los veteranos de las guerras cántabras. Se decide instalarlos donde
no hay población para que pasen a ser campesinos y reciban tierras, en torno al 25 a. C.,
cuando se decide licenciar a parte de los veteranos. Buena parte del desarrollo de
Mérida se produce en las últimas décadas, por lo que aun evoca al trazado romano. Las
áreas principales son el formo colonias, la puerta, el entrono del anfiteatro, etc. El
puente es fundamental para cruzar el Guadiana, incluso aparece el puente con puertas.
También la muralla que delimita el recinto sagrado. El foro es el corazón de la colonia
que hasta hace no mucho solo se conoce el templo de diana, que no se sabe a quién se
dedica, puede que a augusto o al capitolio. Se ha reconstruido en los últimos años.
Excavaciones recientes en el foro manifiestan que habría espacios que darían aspecto
complejo a l foro. En época claudoneroniana o flavia se da un recinto presidido por un
templo. En cuanto al teatro, se sabe que se protestaría en época a augustea pero hay
constancia de remodelaciones. Lo que quiere decir que no se culminará hasta época
posterior, quizá Claudio neroniana. El estado del teatro actual es fruto de
reconstrucciones y excavaciones. En el frente escénico habría conjuntos escultóricos
propagandísticos imperiales y en la porescanea también habría. En cuanto al anfiteatro,
parece que se edifico al 8 a.C. por una inscripción. Se edifico un circo a extramuros para
albergar carreras de carros, el cual desempeño un importante papel. Conocemos a través
de la arqueología, aunque también indicios de que existía un templo diferente al de
diana, pues aparecen un templo tetrástilo dedicado a la eternidad de Augusto.
Posteriormente en el solar en torno a se realizaron en torno a los 80 una excavación que
desveló restos del templo, que parece que imitaría el templo de la concordia. La cella es
más ancha que larga, hexástilo y no tetrástilo como en las monedas, presidiendo el foro
provincial, que se ubica en una zona distinta al de la colonia. Se interrumpió el cardo
máximo y amortizar parcelas, las viviendas se arrasaron y se construyo ese recinto.
Fechado a través de la estratigrafía en torno al 26-30 d. C. En el sector de morería, se
descubrieron en los noventa restos de casas (domus) con su peristilo, calles, lo que nos
introduce n la evolución del urbanismo y en la ciudad. La domus pasó a ser una casa de
vecinos. A la salida se configuran espacios funerarios, de los que proceden elementos
escultóricos y arquitectónicos.

Córdoba

Surge en época republicana, configurándose como un núcleo de población frente


a la ciudad indígena: Corduba. Surge este núcleo entre el 169-168 o entre el 151-152 en
fechas que está aquí Claudio Marcelo, hay tendencia a pensar que fue en la primera
fecha. Desde el punto de vista arqueológico no es muy importante.

Lo que mejor se ha conservado ha sido la muralla fundacional. Esta se construye


en opus cuadratum con material calizo local con murallas semicirculares. Parece ser que
en época de cesar se decide la ampliación de la ciudad hacia el sur, cambiando la
orientación del as calles en esta zona, pero la muralla no terminaría de construirse hasta
época Claudio neroniana. A partir de este momento se construyen una serie de espacios.
Se construye un formu novum. En época Claudio neroniana se construye el templo de
Claudio Marcelo. No deja de monumentalizarse hasta finales del VI. En el centro estaría
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el foro. El eje norte sur sale hacia la sierra, establecimientos comerciales y hacia el sur
hacia una zona portuaria. Se ha descubierto el pavimento del foro en tierra de mina en
algunos solares, la zona del teatro, investigado por Carlos Márquez y Ángel Ventura. El
forum novum fue investigado por Carlos Márquez, que a partir de restos intuyó un
templo de carácter monumental, que se demostró con las excavaciones de la calle
morería. El templo de la calle Marcelo aprovecha un descenso muy brusco para romper
la muralla y crear un espacio sacro a distintos niveles junto a la vía augusta y crear un
espacio sacro para crear ceremonias festivas. La cronología nos lleva a época
claudioneroniana, en los 50 d. C., a través de las excavaciones. El circo se comienza a
construir en una época pero se desarrolla en claudioneroniana.

La puerta del puente se remodelo en el siglo I d. C. Se hicieron excavaciones a


finales de los 90, documentándose escaleras, que accederían a la parte superior. Daría a
una plaza. El caso del anfiteatro está muy destruido por la evolución de la ciudad. En
torno a la vía principal que entraba a la ciudad se hallaron dos túmulos funerarios, que
actualmente hoy están muy reconstruidos.

- Urbanismo en Roma.

Las ciudades romanas se fundaban con un ritual religioso. Entre los ritos,
destacaban tres:

- Spectio: toma de augurio. Basándose en el vuelo de las aves, se conoce la


voluntad de los dioses.

- Trazado del pomerium: sul cus primigenius. Se realizaba un círculo con un


arado de bronce. Este arado estaba formado por un toro que representaba el valor y una
vaca que representaba la fertilidad. Esta zona estaba en contacto con el inframundo.

- Consagración a los dioses infernales: se hacía un hueco en la ciudad que se


abría tres veces al año para ofrecer algo a los dioses del inframundo. Cada persona que
se trasladaba a esta ciudad, debía añadir en el hueco tierra procedente de su lugar de
origen mientras recitaban esta frase: urbi terra patrum, ibi patria.

Con respecto a los orígenes de la ciudad, podemos encontrar las siguientes


influencias:

- Mundo etrusco: de este toman los rituales religiosos y el instrumento del


groma. Sin embargo, las ciudades etruscas se incorporan al mundo romano y, por tanto,
evolucionan.

- Mundo grecohelenístico: similar disposición topográfica.

- Calco de la ciudad hipodámica: se diferencian en que no tienen calles


principales.

El trazado de la ciudad era la centuriación. El groma era el intrumento que se


utilizada para llevar a cabo la fundación de la ciudad. Su función era proyectar una línea
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perfecta de este a oeste. Esta será la línea central de la ciudad, a partir de la cual se trace
la ciudad.

Por tanto, los rasgos básicos de dichas ciudades son su regularidad geométrica,
el cardo y el decumano, y la insulae. Los problemas fueron los elementos urbanos
preexistentes y la orografía del terreno, por tanto, se aprecia una gran dificultad para
llevar la ciudad a la práctica.

- Vocabulario.

- Civitas: se refiere a las personas de la propia ciudad. Son ciudades de origen


indígena y que pagaban tributos.

- Urbs: se refiere a la ciudad propiamente dicha. Son ciudades como Roma y sus
colonias que habían sido fundadas por un rito religioso.

- Oppidum: ciudad fortificada como la Galia.

- Vicus: aldeas que dependían de las ciudades.

- Castelum: castillos. En caso de peligro, la población rural se protegía en estas


estructuras. Esto era propio de África.

- Pagus: comarca en la que viven comunidades indígenas que se reunían para


pagar impuestos. Eran en total 64 comunidades distintas.

- Forum: mercado o lugar de intercambio como el fórum iuli.

- Mansio: rentas en las que se ofrecían alojamiento y comida durante un período


de viaje. Un buen ejemplo de ello fue Calpurnio.

Urbanismo romano

Las zonas que no tienen un periodo largo de dominación islámica, se observa


más fácilmente el trazado romano, aunque también en otras con pasado islámico más
largo.

En la zona alta del casco histórico actual se funda la Córdoba romana. Esa
superficie se divide y se articula en calles norte-sur y este-oeste. Destaca el cardo
máximo, desde la puerta osario hasta los altos de Santa Ana. Dos ejes este oeste:
septentrional y meridional (puerta de gallegos). Gracias a las excavaciones y otras
ciudades conocemos algo su fisonomía: calles terrizas, pórticos de madera y
frecuentemente sin cloaca. Si algunas en puntos como en la zona de los edificios
públicos o en Valencia en el cardo máximo. El callejero en los siglos I y II sufre
transformaciones en época tardorrepublicana y el siglo I d.C. En primer lugar, el cambio
más significativo es la ampliación hacia el rio. Se duplica su extensión. La zona se
urbaniza desde cero y se dividen en manzanas rectangulares. Se orienta en torno a una
serie de calles. Destaca la instalación de una red de alcantarillado en calles principales y

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secundarias. Esta fue coetánea a la red de acueductos. Estos no solo tenían como fin el
abastecimiento, sino que el agua sobrante se evacuaba por las alcantarillas Hay cañerías
de agua limpia y agua sucia una más alta que otra. La pavimentación entonces cambia y
se sustituye por losas de piedra local en las calles principales, incluso se dotan de
pórticos laterales para proteger de la lluvia y el sol. El kardo máximo era de 22m de
ancho, con una calzada de 15 metros. Dos pórticos laterales bajo los que discurrían
cloacas. El kardo es uno de los más anchos y espectaculares del imperio. Los paralelos
están en Jerusalén. En cuanto a los espacios monumentales están los edificios públicos
que introducen modificaciones al viario. El fórum novuum es uno de ellos, que desvía
las calles que discurrían cerca de él. Otro seria el del teatro, que supuso la remodelación
de este sector y fue coetánea a la construcción de unas rampas aterrazadas que conducen
al teatro.

Otras transformaciones: subdivisiones de manzanas. Las manzanas de grandes


dimensiones se deben abrir para nuevas edificaciones. El resultado del callejero es que
sigue siendo ortogonal, pero con modificaciones. Las calles eran de carácter público y
no podían ser privatizadas, con mantenimiento mixto, los propietarios de las casas
debían limpiar su parte de la calle y las autoridades deben encargarse de evitar que se
arrojen residuos, el mantenimiento de las alcantarillas y que no se privatizaran las
calles.

Después de Adriano se producen unas modificaciones que marcan el paso hasta


el trazado actual. Estas se producen en el decumano máximo meridional. Hacia el 150
se documenta la construcción de viviendas en ciertos tramos de las calles. También se
documenta en el Kardo máximo. En aquellos puntos donde la vía se anulaba por las
viviendas se establece otra calle alrededor.

Los edificios se orientaban antes de norte a sur, pero ahora se transforma esto y
se orientan hacia otras direcciones. Puede deberse, en el caso del kardo, a unos factores:
necesidad de espacio libre, se necesitan nuevas edificaciones y la anchura de la calle.

Además de los principales ejes viarios las edificaciones afectaron a otras calles
secundarias.

Las calles se ocuparían por otras viviendas (privatización) a cambio de una


cantidad de dinero.

Entre el 250-500 se producen una serie de transformaciones, entre ellos los


acueductos de Valdepuetnes y el aqua domitiana augusta. Parte del agua se traslada a la
limpieza de las cloacas. Destaca la recogida de basura, puesto que se iban acumulando
en las calles. Los pavimentos de losas se irán ocultando por derrumbes y vertidos, que
hacen que el nivel de transito se aumente, lo cual afecta a las cloacas, puesto que para la
reparación hay que bajar más abajo.

Muchas cloacas comienzan a quedar fuera de uso y en muchos casos los residuos
deben volver a echarse en la superficie de las calles o pozos ciegos.

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En cuanto al kardo máximo tenemos constancia de edificaciones domésticas que
ocupan la calle, achicándose la calle o anulándose, buscándose una alternativa como la
calle osario. La puerta se trasladaría entonces de la anterior calle a la de osario (puerta
de osario). También tenemos constancia de otras calles que mantuvieron su fisonomía,
por presión de los propietarios u otros factores que no se saben. Gracias a la epigrafía
conocemos una institución para el mantenimiento de ciertas cloacas, por lo que debieron
repararse algunas. Solo seguirían usarse cuya orientación (más pendiente) permitiesen
su limpieza y mantenimiento. También hay otras de nueva planta, que reflejan este
mantenimiento hasta el siglo V. El uso de las cloacas en este tiempo se debe a la
inutilización de muchos acueductos.

La circulación se eleva al depositarse elementos, como dijimos. Esto pasa en


muchas ciudades hispanorromanas, debido a que la losa hacía mucho ruido por los
carros por la noche, por lo que se echa una capa de tierra, además la acumulación de
basura también produce que se eleve el nivel.

La ocupación de calles también se lleva a cabo por viviendas humildes, muy


posiblemente porque las clases más pudientes las compararían y luego se las alquilaban
a las clases menos pudientes para establecer en ellas sus viviendas.

Antes de los siglos IV y V, se establecen muchas viviendas nuevas por el abandono de


espacios, como es el caso de Roma donde se localizaban los foros imperiales. A esto
también se le añaden calles nuevas.

En Córdoba pasa en la zona del teatro, donde no se instalan calles nuevas, sino
rampas, herederas de la actual calle de Pero Mato, que se remonta a los siglos VI y VII.
También se establecen nuevas cloacas, que bien desembocaban en el río o en pozos
ciegos. El callejero de la zona de la mezquita se modifica con la construcción del
complejo episcopal. Esto afectó a varias calles y sobre todo al kardo máximo. La calle
se interrumpe frente al complejo, pero el kardo es vital para la circulación en la ciudad y
se establece una alternativa: la calle Torrijo, que sigue el mismo trazado hasta ahora. Se
convierte en el límite occidental del complejo episcopal.

El callejero se iría modificando en época andalusí, con nuevas calles, viviendas,


etc.

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