Las Civilizaciones Minoica y Micénica

Descargar como docx, pdf o txt
Descargar como docx, pdf o txt
Está en la página 1de 4

Tema 1.

El mundo griego

La influencia del medio

Los historiadores suelen recurrir a argumentos geográficos para justificar el surgimiento de


una civilización, pero este no es el caso griego. Ni el clima ni el suelo ofrecían mejores
condiciones para el asentamiento humano que otras regiones del entorno. La amplitud de la
península Balcánica presentaba variaciones climáticas acusadas que oscilaban entre un
riguroso clima de montaña, en el interior, y el clima de tipo mediterráneo en las zonas
costeras. No existía una especial fertilidad en el suelo, dada la accidentada orografía del
territorio y su peculiar hidrografía, con ríos cortos y a veces torrenciales, que no permitían el
cultivo en amplias llanuras, casi inexistentes. Pero sin duda, el elemento más fundamental fue
el mar.

Se constituye por multitud de islas grandes o pequeñas, sin olvidarse de las más meridionales
(Creta y Rodas).

El acceso al mar resultaba fácil incluso para las poblaciones del interior, solo dos regiones,
Arcadia y Dóride, eran totalmente interiores. Por este motivo, el mar se convirtió desde
tiempos remotos en el medio idóneo de comunicación no solo de los griegos con otros pueblos
vecinos, sino también de ellos mismos entre sí. Además, el carácter de “mar cerrado” que
presenta el Egeo propiciaba la comunicación de la península con las islas más próximas, y de
estas con la costa asiática, en donde los griegos se establecieron hacia el siglo XI a.C.

Geopolítica: el espacio egeo

A diferencia de otras civilizaciones, la griega estaba abierta a múltiples influencias externas. La


ubicación geopolítica del espacio griego como puente entre dos continentes -Europa y Asia-
convierte a la civilización griega en paradigma de la comunicación entre los pueblos y ciudades
del mundo antiguo. Los contactos con Oriente y Occidente comenzaron aquí. Por mar llegaron
asimismo los “primeros griegos”, pero llegaron también los productos de que Grecia era
deficitaria. Solo en las zonas próximas al litoral el terreno era apto para cultivos de tipo
mediterráneo (cereales, vino aceite). Sobre todo, la necesidad de grano obligó pronto a
establecer estrechos contactos con Egipto, el sur de Rusia y Sicilia. Algo similar ocurrió con los
metales, dado que las minas pronto resultaron insuficientes para una población incrementada.

También era deficitaria en carne, circunstancia que se podía suplir solo en parte con una dieta
alta en pescados.

Mito e Historia

Los propios griegos no distinguían entre el tiempo del mito y el tiempo de la historia, tenían
una vaga conciencia histórica de su pasado a través de los mitos. Sabían de la existencia de
Minos, reconocían el papel fundacional de algunos héroes como Teseo, Perseo o Heracles.
Pocos dudaban del carácter histórico de estos eventos transmitidos por las tradiciones orales
conservadas en los mitos. Incluso Tucídides, valorado por el rigor de sus planteamientos y la
fuerza argumental de sus análisis, utilizó sin dudar tales acontecimientos como punto de
partida para su descripción de los primeros tiempos de la Hélade.
Sin embargo, la ausencia de pruebas documentales que pudieran confirmar la realidad
histórica de tales acontecimientos llevó a los historiadores modernos a poner en tela de juicio
todas esas historias. La poseía homérica, el principal baluarte de referencias en este terreno no
constituía una base histórica segura. Se trataba solo de un mundo imaginario en el que sus
protagonistas, unos héroes de talla sobrehumana que contaban con la complacencia y el
apoyo de los dioses, luchaban entre sí por la consecución de la gloria que inmortalizara sus
hazañas. Se estableció así una línea divisoria entre lo que era considerado como historia
propiamente dicha, atestiguado por fechas determinadas y acontecimientos y personajes más
o menos bien probados, y la leyenda.

Georges Grote a mediados del siglo XIX sitúa el inicio de la historia de Grecia documentada a
partir del 776 a.C., la primera Olimpiada.

A finales del siglo XIX e inicios del XX una serie de descubrimientos arqueológicos sacaron a la
luz los restos materiales que confirmaban aparentemente la veracidad histórica de los viejos
mitos. Primero con Shliemann en Troya y el Peloponeso y después Evans en Creta. Se
identificaron así el tesoro de Príamo, la máscara de Agamenón y la laberíntica estancia del
terrible minotauro. Pronto quedó claro que un exceso de imaginación, alentado por la
devoción hacia la literatura antigua de algunos de sus descubridores, había primado sobre la
labor estrictamente arqueológica.

Michael Ventriss a mediados del siglo XX descifró la Lineal B, siendo esta una escritura
protogriega. Servía esencialmente para la administración palacial. A través de ellas se ha
podido reconstruir su estructura social y económica, evaluar el alcance de su influencia y
contactos con el mundo exterior.

Prehistoria e Historia

Lo que definimos como Prehistórico se corresponde bien con un determinado tipo de cultura
material (bronce o piedra) y una determinada forma de vida (nómada o sedentaria, pero
recolectora). Esta sociedad no conoce la propiedad privada ni, por tanto, el Estado. Hay en ella
una cierta divisón social basada en el sexo más que en el trabajo. Pero no cabe duda de que
esta sociedad conoce ya una estratificación por grupos naturales y que en las relaciones entre
ellos existe una cierta estructura de poder jerárquico.

La civilización debe haber llegado al Egeo como producto de las migraciones de elementos
orientales hacia el centro y sur de Europa. Pero estos grupos no se establecieron
definitivamente en el área hasta finales del IV milenio, cuando en el 3000 a.C. se inicia en
Grecia la llamada “Edad del Bronce”, el cual no concluye hasta el año 1000 a.C. Luego le sigue
la Edad Oscura (mediados del siglo XI al VIII). El período arcaico hasta finales del siglo VI y la
época clásica hasta el V y primera mitad del IV a.C.

3000 a.C.: Edad del Bronce

1050 a.C.: Edad del Hierro

1000 a.C.: Edad Oscura

750 a.C.: Grecia Arcaica

500 a.C.: Grecia clásica


330 a.C.: final Grecia helénica

Historia e historiografía. Las fuentes básicas

2. La civilización Minoica

2.1. El descubrimiento

Aunque a lo largo del siglo XIX algunos viajeros y estudiosos habían llevado a cabo
exploraciones en Creta, lo cierto es que la isla apenas había despertado grandes expectativas
en el terreno arqueológico. Sin embargo, a finales de ese mismo siglo, todo cambió de manera
radical gracias a lo sorprendente figura de Arthur Evans, que se convirtió en el verdadero
descubridor de la civilización cretense. El interés de Evans por la isla surgió tras el hallazgo en
un mercado de antigüedades de Atenas de una serie de sellos de piedra, procedentes de Creta,
que llevaban grabados unos extraños signos. Su capacidad para apreciar tales objetos venía
avalada por su tradición familiar -hijo de un prestigioso prehistoriador que había reunido una
importante colección de antigüedades en su casa-. Tenía también un gran interés por la región
de los Balcanes y el Egeo.

Cuando visitó Creta, tenía la expectativa de hallar un número mayor de la clase de sellos que
había encontrado en Atenas y quizá de descubrir la clave que solucionara su aparente misterio.
Adquirió unos terrenos en las proximidades de la capital, donde ya habían llevado a cabo
algunas tentativas de exploración, pero no pudo iniciar las excavaciones hasta cinco años
después. Evans advirtió que los objetos que buscaba eran muy preciados por las mujeres
locales que los dominaban “piedras de leche” ya que utilizaban a modo de amuleto durante el
período de lactancia. En 1899 surgieron a la luz las ruinas impresionantes de las grandes
edificaciones palaciales que atestiguaban la existencia de una civilización floreciente que era,
posiblemente, la más antigua de toda la larga historia europea. Evans, imbuido por las
leyendas griegas que hablaban de Minos y su fabuloso laberinto cretense que albergaba al
terrorífico minotauro, adoptó el término “minoico” para calificar y definir a esta brillante
civilización que aparecía ahora ante los sorprendidos ojos de toda Europa.

Espacio y Cronología

La situación de Creta en medio del mar Egeo, a medio camino entre los tres continentes,
Europa, África y Asia, la pujanza de su suelo y la prosperidad de sus ciudades ya había sido
señalada en su día por Hormero.

Se trataba sin duda de tres circunstancias que estaban estrechamente relacionadas entre sí.
Esta posición privilegiada posibilitó los intensos contactos comerciales de la isla con Egipto,
Oriente Próximo, Asia Menor, las Cícladas y la península balcánica. Estas relaciones propiciaron
el desarrollo de la civilización en la isla que compartió con el resto del Egeo oriental y el
Oriente próximo un estilo de vida internacional a lo largo de buena parte del segundo milenio.
Los productos, las personas y las ideas debieron circular con fluidez a través de este espacio
compartido, por lo que no resulta extraño encontrar reconocidas influencias de unas culturas
en otras, como los numerosos objetos de procedencia egipcia, siria o babilonia hallados en
Creta o las pinturas y los vasos de oro y plata de estilo cretense que han aparecido en los
últimos años en suelo egipcio.

Creta es una isla larga y estrecha, dividida longitudinalmente por una impresionante cadena de
montañas. En su parte central, entre las montañas y el mar, se abren llanuras fértiles como la
de Mesara que resultan muy apropiadas para la practica de la agricultura. Su costa escarpada
ofrecía además buenos fondeaderos naturales para los barcos, y sus elevadas cimas servían de
punto de referencia inevitable en las rutas de los navegantes.

Evans fue el primero que articuló todo un sistema cronológico de la civilización cretense
basándose en la estratigrafía de Cnosos. Utilizó como pauta de referencia fundamental los
diferentes estilos de cerámica que iban apareciendo en cada uno de los estratos. Pero el de
Nicolás Platón se ajusta mejor a esta cronología:

Prepalacial: 2600-2000 a.C.

Palacial primero: 2000-1700 a.C.

Palacial segundo: 1700-1400 a.C.

Postpalacial: 1400-1100 a.C.

El primer período abarcaría desde los orígenes de la civilización en la isla hasta la construcción
de los primeros palacios y se caracteriza por un gran desarrollo de la vida a todos los niveles,
que iba a preparar el surgimiento de la civilización palacial.

El segundo período palacial se iniciaría con la reconstrucción de los palacios y correspondería a


la gran época de la civilización cretense, momento en el que los palacios alcanzaron su máxima
capacidad y esplendor.

Una segunda destrucción, esta vez de carácter más masivo y desolador significó el fin de la
civilización palacial y el comienzo de un período, el postpalacial, que, sin ser de absoluta
decadencia, no alcanzó la brillantez de los dos anteriores. Con una nueva oleada masiva de
destrucciones sucedidas en torno al 1100 a.C. culminaría la larga historia de esta civilización,
que casi de forma ininterrumpida desde el Neolítico, a partir del 6000 a.C., se había ido
desarrollando hasta alcanzar el alto nivel del período de los grandes palacios.

También podría gustarte