Resumen. Sebastian Toala

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FALLAS ÉTICAS EN LA CIENCIA: CUÁLES SON, POR

QUÉ OCURREN Y CÓMO EVITARLAS.


Alrededor de un 2 % de los científicos dicen la verdad de haber
incursionado en alguna falla ética (Fanelli, 2009) de forma intencional.
También hay muchos errores que se comenten de forma involuntaria.
Las faltas éticas más recurrentes incluyen la falsificación y la fabricación
de datos, el plagio y las prácticas de publicación cuestionables (Koocher
et al., 2010).
La falsificación ocurre al modificar o inventar datos, gráficos o imágenes
para obtener los resultados deseados.
El plagio aparece cuando se copian partes sustanciales de otros trabajos
sin reconocer las autorías de quienes obtuvieron los resultados. El plagio
lo podemos evitar citando los resultados —el contenido— de los trabajos y
obviando citar información referente a la introducción y discusión.
La duplicación es un caso de autoplagio, que ocurre cuando un mismo
estudio se publica dos veces en distintas revistas. Esto sucede cuando se
agregan nuevos datos a publicaciones anteriores y éstos se presentan como
datos novedosos.
Las autorías significan el orden de la contribución relativa de los autores
en la publicación y refleja quien recibe el crédito por el trabajo realizado.
Otra falla ética, conocida como el “autor invitado” (guest author), sucede
cuando se invita a participar a un investigador/a reconocido/a para
incrementar las probabilidades de aceptación del manuscrito.
Existe otro caso de falla ética y la podemos encontrar en medicina. Nos
referimos al “autor fantasma” dónde un autor (remunerado) escribe el
manuscrito, sin que su nombre se incluya en la lista de autores.
Es común que las revistas científicas soliciten a los autores que
especifiquen cuál fue su contribución en el manuscrito de manera de evitar
la inclusión de autores que no han trabajado sustancialmente.
Los conflictos de interés siempre se deben informar y se publican en el
artículo. En este sentido, muchas revistas exigen completar un formulario
de conflictos de interés (por ejemplo: http://www.icmje.org/conflicts-of-
interest/).
Otras malas conductas incluyen crear un ámbito de trabajo hostil, tal
como el abuso sexual, la incompetencia —inadecuado análisis de los datos
—, el descuido en la toma de datos, la deshonestidad en la utilización de
subsidios, el ignorar directivas éticas y la inadecuada supervisión por
parte del director (Koocher et al., 2010).
¿Las fallas éticas varían con la edad y el sexo? Fang et al. (2013)
relevaron 228 casos de individuos que incursionaron en fallas éticas
(fraude en su mayoría), analizándolos por categoría profesional y género.
Dos tercios de las fallas éticas fueron realizadas por hombres; los malos
comportamientos se registraron a lo largo de todo el espectro de la carrera
académica, desde los jóvenes hasta los investigadores formados (Fang et
al., 2013).

Estrategias para disminuir la mala conducta en las


investigaciones.
Para diseñar estrategias efectivas para disminuir las malas conductas
primero es necesario comprender por qué los científicos cometen fallas
éticas (Fang et al., 2013). La raíz del problema puede deberse, al menos en
parte, a las grandes presiones a las que se enfrentan los investigadores, en
un sistema de evaluación basado en el número de publicaciones e
insuficiente financiación.
La carencia actual de programas de este tipo representa un gran vacío en
la formación de un científico y puede conllevar a casos involuntarios de
mal comportamiento. Esto es particularmente cierto en situaciones donde
el límite entre un comportamiento ético y no ético es poco claro. Por lo
tanto, es fundamental poder acceder a una educación formal —tanto a lo
largo de los estudios de grado como de posgrado— que guíe a los
científicos sobre cómo abordar adecuadamente situaciones difíciles y
confusas.
Además, ya que las fallas ocurren a lo largo de todos los niveles de los
trayectos académicos (Fang et al., 2013), también es necesario aumentar
los esfuerzos destinados a la capacitación en ética profesional de los
investigadores más experimentados.
Es necesario desarrollar protocolos de reclamo estandarizados, así como
comités asesores de ética. Varias instituciones académicas están
comenzando a incorporar servicios de consultoría ética (Dolgin, 2014).
Toda estrategia diseñada para disminuir los comportamientos antiéticos
ayudará, sin duda, a aumentar la credibilidad de la ciencia, tanto de sus
prácticas como de sus resultados.

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