Teoria Apego Bowlby. U2
Teoria Apego Bowlby. U2
Teoria Apego Bowlby. U2
ANUARIO DE PSICOLOGÍA
Núm. 28 - 1983 (l)
RITA VIJYK
Prof. de Psicología Evolutiva
Este texto corresponde a la transcripción de la conferencia pronunciada por
la autora en Barcelona en noviembre de 1982.
1 . INTRODUCCIÓN
Ya sabemos que las teorías psicológicas se desarrollan con gran
velocidad. En consecuencia hay investigadores que siguen citando y
elaborando las prime. ras ideas de algún psicólogo famoso, por ejemplo
Piaget o Bowlby, mientras que otros se interesan por sus ideas ulteriores
o van más allá de ellas. A continuación trataré de formular unas cuantas
preguntas sobre las ideas fundamentales y recientes de Bowlby y de
resumir las reacciones, en su mayoría críticas, que algunos etólogos y
psicólogos manifiestan en sus recientes publicaciones. En consideración
a la cantidad de literatura sobre el apego, resulta evidente que sólo es
posible dar una selección y, por lo tanto, no faltarán lectores que me
acusen de tomar un sesgo negativo. Espero que ellos aporten
argumentos más positivos en otro artículo.
Preguntas y respuestas sobre la teoría del apego de 31
2. LA TEORÍA DE BOWLBY
3. PREGUNTAS Y RESPUESTAS
3.2 Algunas preguntas sobre el apego y las otras interacciones del bebé
Kalish & Knudtson (1976) dan una ampliación del sentido de apego que
se distingue mucho más del que le da Bowlby. Opinan que se ha de incluir
Preguntas y respuestas sobre la teoría del apego de 39
en el apego la relación con todos los tipos de objetos que pertenecen a una
persona. So argumento principal en favor de esta ampliación es que esta es
la manera en que el término «attachment» se utiliza en el lenguaje
cotidiano. No les parece útil limitar el concepto a algo que, de hecho, no es
más que un fragmento de un conjunto, La diferencia entre Kalish &
Knudtson y Bowlby es, sin embargo, algo tnás que una diferencia
terminológica. Además, Ka]ish & Knudtson opinan que la función del apego
no es la búsqueda de protección, sino el sentido de control («mastery»), es
decir: «un acoplamiento entre una acción y un efecto predeeible y
anticipado». Quizás sea posible defender que mis bienes materiales me dan
un sentido de control, pero, a mi parecer, esto no coincide con el lenguaje
cotidiano. Por lo tanto, en mi opinión, tal ampliación no es útil, pero esa no
es la opinión general, visto que, muchas veces, dicho artículo se cita de
manera Inuy positiva.
Mientras Kalish & Knudtson insisten en el sentido de control como
función del apego, otros autores aceptan también la importancia del
sentimiento de control, pero lo distinguen del apego. Así, Lamb escribe en
un resumen de la literatura (1979) que es necesario que el bebé se
autoexperimente como un ser humano eficaz, es decir, como alguien cuya
conducta influye en lo que otras personas hacen. Al mismo tiempo, el
pequeño se forma expectativas sobre la conducta de los otros.
3.2.4. ¿se puede aislar el apego diádico de hijo- madre de la situación más
amplia?
Hasta ahora nos hemos centrado en el sistema diádico de madre e hijo.
Después de las investigaciones relacionadas con este sistema, los psicólogos
empezaron a doblarlas con investigaciones relacionadas con el sistema
padre e hijo. Sin embargo, hay psicólogos que insisten en la inutilidad de
ese trabajo, ya que los sistemas diádicos no forman más que elementos de
un sistema triádico, o incluso más amplio en la mayoría de las famiiias. Y la
familia, por su parte, es un elemento de una red social más extensa.
Weinraub, Brooks & Lewis (1977) son, muy en particular, los que, en la
Iiteratura sobre el apego. han elaborado esta idea. Dan unas cuantas
proposiciones que perrnitirían el estudio de la red social a la que madre e
hijo pertenecen. Sólo es lamentable que incluyan el apego del niño al padre
y a los otros miem• bros de la familia en e! apego a la red social más amplia,
como si Bowlby hubiera escrito que el bebé sólo se apega a la madre.
Al fin, se ha de mencionar que Lemer y Spanier (1979) opinan que todos los
esfuerzos de integrar el sistema diádico en sistemas más amplios son
incompletos porque no tienen en cuenta la dimensión histórica. Siempre es
preciso considerar esta dimensión, incluso en el estudio de las conductas
del apego.
Madre e hijo entran en una habitación en la que hay una mesa, dos sillas y
algunos juguetes. En una serie de episodios de 3 minutos cada uno, el bebé
pernianccc allí con [a madre, con la madre y una mujer que no conoce, solo
con la nmjer, completamente solo y, al fin, otra vez con la madre. Se observa
su conducta en todos los episodios, pero muy en particular, en el último, la
reunién con la madre. Las observaciones dan la base para una clasificación
en tres clases principales de apego: el apego seguro (clase B), el apego
angustiado-evitando (clase A) y el apego angustiado-rcbeldc (clase C). La
situación y la elaboración de las observaciones son más o menos
estandarizadas de modo que, a veces, se habla de un test.
La situación extraña es apreciada por Bowlby ya además, es utilizada
por nmchos investigadores. Otros autores [a critican (Rutter, 1981; Chess &
Thopnas, 1982). A mi parecer, desde un enroque transaccional
(interaccional), el aspecto más extraño es la concentración completa en las
conductas del bebé. De hecho, la situación es tan extraña para la madre
como para el pequeño. Una cuadre «normal» de clase social media se
adaptará fácilmente a las exigencias de la situación. En algunas
investigaciones con madres muy pobres, hay madres de 16 años y entre
ellas hay algunas drogadas o esquizofrénicas (Engeland & Srou-
1981). ¿No van a ponerse nerviosas en una situación tan poco corriente?
Y ¿qué influencia tendrá su nerviosismo en la conducta del bebé? Me parece
que hemos de contestar a tales preguntas antes de sacar conclusiones de la
clasificación a base de la situación extraña.
Ahora bien, todavía no tenemos otro instrumento para operacionalizar
el apego, así cs que hemos de contentarnos con investigaciones sobre la
estabilidad de la clase de apego en las que los autores utilizan la situación
extraña. Se trata, niuy cn particular, de la estabilidad a corto plazo, es decir,
de unos 12 a unos 1 8 nieses aproximadamente. A pesar de que hay autores
Preguntas y respuestas sobre la teoría del apego de 45
que utlizan la misma sitt:ación con niños de 3 0 4 años, no voy a resumir sus
investigaciones, porque no se sabe si Pa situación tiene todavía la misma
significación psicológica. Por investigaciones sobre otros temas sabemos
que el significado de una situación que objetivamente es la misma, puede
cambiar mucho entre los 2 y los 4 años de edad.
La hipótesis de una estabilidad de la clase de apego desde los 12 hasta
los 1 8 tneses, parecía confirmarse en una primera investigación
(Ainsworth, Blehar. Waters & Wall, 1978). De los 50 bebés, un 96%
pertenecía a la misma ciase después dc 6 meses. Una investigación
posterior sorprendió por una estabilidad menor (Engeland & Sroufe,
1981). La diferencia parece estribar en la nuestra de población estudiada.
En la investigación de Ainsworth y sus colaboradores, [as madres
pertenecen a ia clase media y a familias que son elegidas por su estabilidad.
Las madres seleccionadas por Engeland & Sroufe son todas muy pobres,
pero hay un grupo de madres competentes y otro de madres
incompetentes. En el último grupo, sus condiciones de vida son muy
inestables y, además, se ven muchos cambios en la clase de apego, tanto
de seguro a inseguro como viceversa, La discrepancia entre las dos
investigaciones sugirió a Thomson, Lamb & Estes (1982) una investigación
sobre la influencia de variables externas en la estabilidad. El resultado es
que, en una muestra heterogénea de 43 madres y sus bebés, de la clase
media, sólo un 53% de los bebés pertenecen a la misma clase a los 12,5 y a
los 19,5 meses de edad. Hay más cambios de inseguro a seguro que
viceversa. De ias variables investigadas, sólo cuando la madre vuelve a
trabajar fuera de casa se correlaciona con ei cambio. Lo sorprendente es
que hay tantos cambios de seguro a inseguro como viceversa. Los datos no
son Io bastante detallados como para que se pueda explicar la correlación
entre un cambio de apego y el trabajo de la madre, ni la dirección del
cambio. En vista dei gran número de cambios, los autores concluyen que la
clasificación mediante la situación extraña sólo nos da una indicación de la
índole momentánea del apego, que está influida por los cambios en la
familia y en el cuidado del bebé.
Si investigaciones posteriores llegaran a confirmar la inestabilidad de la
clase derivada de las conductas en la situación extraña, las posibildiades
serían vanas:
la operacionalización es buena, pero la índole del apego es bastante
susceptible a las influencias externas; ia operacionalización no es
buena; otra operacionalización nos mostrará mayor estabilidad del
apego; la operacionalización no es buena, pero con otra que sea mejor
tampoco hallaremos más estabilidad.
La tercera posibilidad me parece la más probable, pero, en parte,
depende de la interpretación de ia teoría de Bowlby. Hay psicólogos que la
interpretan como si la disponibilidad y la sensibilidad de la madre fueran la
única causa de la clase de apego. Por lo tanto, la estabilidad habría de ser
grande, salvo en cambios debidos a una separación duradera o a una
pérdida completa. Por otra parte, si la índole del apego es de verdad
inestable, parece que también se determina por otras influencias. Esto
contradiría la interpretación citada, pero podría encajar con la analogía de
los rieles de ferrocarril (Bowlby, 1973). En ese caso, las actitudes y
conductas de la madre no serían más que una de las influencias que
determinan si el niño sigue desrrollándose «en línea recta» o si hay
desviaciones más o menos importantes. Habrá desviaciones en caso de
estrés o cambios en la familia, o directamente en las experiencias del bebé.
Los cambios de ciase en fas investigaciones anteriormente mencionadas
serían una indicación de tal clase de desviaciones, que pueden ser
temporales incluso, según dice Bowlby. Pero todavía no tenemos
investigaciones que, de hecho, nos indiquen si son temporales o
permanentes. De todos modos, esa analogía de Bowlby se acerca :nucho
más a un enfoque transaccional (Thomas & Chess, 1980; Cairns, 1979, p.e.)
que los pasajes de su obra cn los que acentúa la importancia única de la
liladrc.
E PÍLOGO
Durante muchos años el psicoanálisis ha echado a la madre la culpa de
todos los problemas de los hijos. Ai principio, el apego parecía servir de
contrapc„
42 R. vuvk
RESUMEN
SUMMARY
RÉSUMÉ
Referencias Bibliogrâjicas