Sesión 9 Tdha

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SESIÓN 9

TRASTORNO POR DÉFICIT DE ATENCIÓN Y CONCENTRACIÓN


(TDHA)
INTRODUCCIÓN
El Trastorno por Déficit de Atención con o sin Hiperactividad (TDAH) es uno de los
trastornos que genera una mayor preocupación y tensión en padres y madres y
uno de los que tiene un mayor impacto social en la actualidad.
De hecho, es el trastorno neurobiológico que se produce con más frecuencia en
la infancia. Afecta aproximadamente a un 5% de la población infantil, es decir,
a uno o dos niños en cada aula. Actualmente podemos decir que representa
entre un 40-50% de la población infantil clínica y es uno de los trastornos más
estudiados.
Produce un gran desajuste en niños, adolescentes y adultos, interfiriendo en
muchas áreas del funcionamiento normal y pudiendo generar importantes
problemas en el desarrollo de una persona. En el caso de niños y niñas,
disminución del rendimiento académico, retraso en aprendizajes básicos (lectura,
escritura, cálculo, etc.), dificultades en las relaciones sociales y en la adaptación
social, problemas de autoestima, retraso en habilidades y hábitos de autonomía
personal y, como consecuencia, serios problemas de convivencia y desajustes
emocionales.
Es importante detectarlo y tratarlo de forma temprana ya que, si no fuera así,
los síntomas podrían ir aumentando con los años. Por ello, para que mejoren
los síntomas de un niño y niña con TDAH, es fundamental el papel de padres
y madres, ya que suponen su base emocional y de seguridad, su fuente de
autoestima, aceptación y la referencia de los modelos a seguir y son los que,
en definitiva, promueven su desarrollo. Su implicación y participación activa en
el tratamiento se convierte en imprescindible. Para ello, los padres necesitarán
tener información sobre el trastorno, un diagnóstico lo más temprano posible, conocer el
grado de afectación de su hijo o hija, cuál es el tratamiento más
adecuado y qué pautas han de tener en cuenta para facilitar su desarrollo.
Este encarte está dirigido a padres y madres con hijos e hijas con TDAH y pretende
aportar información sobre sus características y orientaciones que les ayuden a
promover la evolución positiva de sus hijos e hijas, controlando y canalizando de
forma adecuada sus síntomas.
¿QUÉ ES EL TRASTORNO POR DÉFICIT DE ATENCIÓN Y/O HIPERACTIVIDAD?
 El TDAH es un trastorno de origen neurobiológico con tres síntomas principales:
Déficit de atención o inatención: el niño o niña tiene una gran dificultad para prestar
atención y concentrarse, es decir, mantener la atención durante un tiempo y fijarse
en pequeños detalles.
 Hiperactividad: manifiesta un nivel de actividad superior en relación a su
edad.
 Impulsividad: es impulsivo, le cuesta controlar sus conductas, emociones
y pensamientos.
Por ello, de forma general, se puede decir que un niño o niña con TDAH es
despistado, le cuesta mantener la atención de forma prolongada y resistirse a
las distracciones, distrayéndose ante cualquier estímulo. Parece que está en su
mundo, olvidadizo, con frecuencia suele perder sus objetos. Al mismo tiempo,
es impulsivo, inquieto e impaciente, se mueve mucho, sobre todo las manos y
los pies y tiene dificultades para mantenerse sentado. Suele hablar mucho,
interrumpiendo conversaciones o contestando antes de que terminen de
preguntarle.
El niño o niña ha de presentar estos síntomas como mínimo en dos ambientes
diferentes (familiar, escolar, social, etc.) y antes de los 7 años (el nuevo DSM V
lo sitúa antes de los 12 años), pudiendo cambiar sus manifestaciones desde la
infancia hasta la edad adulta. Sin duda, todos estos síntomas afectan de forma
importante a su vida social, académica y social.
Como consecuencia de estos síntomas, el niño o niña suele tener una baja
autoestima, dificultades para relacionarse con los demás, baja tolerancia a
la frustración, cambios frecuentes en la conducta y, probablemente, fracaso
escolar. Además, en general, viven en un ambiente familiar con tensión, fruto,
en la mayoría de las ocasiones, de la dificultad de muchos padres y madres para
manejar esta situación.
Estos síntomas no siempre se manifiestan de forma conjunta. Se puede decir que,
en función de aquel que predomine, existen tres subtipos de TDAH:
 Hiperactivo-impulsivo.
 Inatento o con déficit de atención.
 Combinado, es el más frecuente.
En el caso de los niños inatentos, el riesgo de fracaso escolar es mayor que en los
hiperactivos. A su vez, los niños hiperactivos suelen presentar más problemas de
conducta que los inatentos.
Es un trastorno crónico que se produce en niños, adolescentes y adultos.
Aproximadamente el 80% de los niños sigue manifestando síntomas en la
adolescencia y entre un 30-65% de adultos. Es más frecuente en niños que en
niñas, en una proporción de 3 o 4 niños por cada niña. En los casos de las niñas, se
relaciona más con problemas de inatención, dificultades cognitivas o ansiedad
que con impulsividad o agresividad.
CAUSAS
Las causas del TDAH son desconocidas. Se trata de una combinación de factores
biológicos y genéticos y factores psicosociales y ambientales (déficits sensoriales,
alternaciones neurológicas, problemas durante el parto, etc.).
Existe una alteración en el funcionamiento de dos neurotransmisores cerebrales
en la corteza prefrontal (la noradrenalina y la dopamina) que afectan de forma
directa a funciones ejecutivas como la atención, concentración, la impulsividad
y el autocontrol e inhibición del comportamiento inadecuado, produciéndose un
retraso en la maduración del cerebro en estas áreas.
EVALUACIÓN Y DIAGNÓSTICO
El diagnóstico ha de ser realizado por un profesional médico (neurólogo,
psiquiatra infantil, neuropediatra, etc.) y se hará en base a la clínica, ya que no
existen pruebas específicas que permitan diagnosticarlo.
Por ello, el profesional ha de realizar una historia clínica completa, a través de
la observación en diferentes ambientes y de recogida de información (síntomas,
problemas médicos o neurológicos, uso de fármacos, problemas familiares o
psicosociales, alternaciones del lenguaje y aprendizaje, trastornos psiquiátricos,
etc.) del mayor número posible de fuentes fiables, a través de entrevistas con
la familia, con el niño o niña, exámenes físicos, análisis de la información del
profesorado, etc.
Es fundamental realizar un diagnóstico diferencial que permita no confundirlo
con otros trastornos y descartar otros problemas que pudieran producir estos
síntomas (alteraciones auditivas, visuales, dislexia, ansiedad, depresión, etc.),
por lo que se pueden realizar pruebas complementarias. Tener en cuenta que
estos síntomas no siempre están asociados a TDAH, pudiendo ser el resultado de
otros factores, y que actualmente se está cuestionando la posibilidad de exista
un sobrediagnóstico en muchos de los casos.
Es un trastorno con tratamientos específicos y buen pronóstico, por lo que es
importante realizar el diagnóstico de forma precoz, es decir, lo antes posible para
poder elegir aquel que sea más adecuado.
Por ello, si padres y madres detectamos determinados síntomas o conductas en
nuestro hijo o hija que pudieran responder a este trastorno es necesario que lo
observemos de forma detenida, hablemos con su tutor/a y/o el orientador/a del
centro y, en caso necesario, solicitemos una entrevista con el pediatra para que
nos derive el especialista correspondiente que le pueda realizar el diagnóstico
diferencial.
En el caso de que fuera diagnosticado, será necesario valorar el grado de
afectación del trastorno en función de su intensidad (leve, moderado o grave)
y el grado en que afecta al desarrollo personal, familiar, social y académico del
niño o niña. Y, en base a ello, decidir el tratamiento más adecuado (farmacológico,
psicosocial, etc.).
Nosotros mismos podemos observar su comportamiento habitual, teniendo en
cuenta que los síntomas pueden variar mucho de unos niños a otros y que a partir
de los doce años empiezan a cambiar, por lo que a partir de esa edad, debemos
valorar también su comportamiento en años anteriores.
Para padres y madres nunca es fácil que nos confirmen el diagnóstico de este
trastorno, por ello, las reacciones suelen ser parecidas, angustia, culpa, miedo,
desconcierto, depresión, ruptura de expectativas, etc. Conocer las reacciones más
frecuentes puede disminuir la posible ansiedad y sensación de desamparo y nos
permite poder reflexionar sobre nuestras propias reacciones y sus consecuencias,
algunas muy perjudiciales para nuestro hijo o hija, pudiendo así encauzar nuestra
energía hacia la búsqueda del mejor tratamiento y de la mejor forma de educarle .

Las reacciones más frecuentes suelen ser:


• Desconcierto, especialmente en aquellos padres que no entienden que sus hijos e hijas
puedan tener problemas en el centro educativo, cuando, en el ámbito familiar esos
síntomas los pueden controlar.
• Negación de la situación, con dudas y desconfianza, muchas veces como resultado del
miedo a que sea rechazado por compañeros y profesores, de su frustración ante sus
expectativas o de su incapacidad para afrontar este trastorno. Esta negación puede
desembocar en ira, ansiedad, tristeza y hostilidad hacia los profesionales que realizan el
diagnóstico, responsabilizando incluso a terceros (profesores, parientes, etc.) de los
problemas del niño o presionando a éste para que modifique por sí mismo su conducta y
mejore su rendimiento escolar. La negación solo impide o retrasa que el niño o niña pueda
recibir la ayuda necesaria lo antes posible.
• Culpa sobre la responsabilidad de los padres en cualquier hecho que haya
podido determinar o influir en el origen del trastorno (descuidos en el embarazo, educación
recibida, posibles traumas, etc.).
• Enfado, puede ser hacia sí mismos, si sienten que han fallado a su hijo, o hacia el niño, si
sienten que si éste no es capaz de modificar su conducta es porque no se esfuerza lo
suficiente. Detrás del enfado, existe un sentimiento de frustración, desamparo, impotencia
y desesperanza.
• Rechazo hacia el niño o niña, otros miembros de la familia o los profesionales médicos.
Incluso si uno de los dos padres tiene también TDAH, las dificultades del hijo pueden ser un
recordatorio doloroso de las que ha podido vivir en su infancia.
• Miedo ante el desconocimiento del trastorno, el rechazo de los demás y lo que puede
pasar en el futuro de su hijo o hija (en sus relaciones sociales, de pareja, estudios, trabajo,
etc.). Este miedo puedo hacer que los padres se paralicen.
• Resignación, que supone una aceptación parcial del diagnóstico, por lo que siguen
pensando que su hijo podría superarlo si pusiese más esfuerzo y voluntad. Por tanto, ellos
ejercen una mayor disciplina para conseguirlo.
• Desilusión y frustración, cuando se dan cuenta que el niño o niña no responde a sus
expectativas y que puede llevar al resentimiento. Es importante evitar este sentimiento
frente al niño para que éste no sienta que no es aceptado tal y como es y no exigirle más de
lo que puede hacer.
• Desamparo e impotencia, cuando sienten que no pueden cambiar lo que le pasa a su hijo
o hija y que dependen de terceros (especialistas médicos, profesorado, etc.), teniendo que
confiar en ellos y que proporcionar información personal.
• Alivio, ya que se sienten menos culpables respecto a la educación de su
hijo o hija, al ser un trastorno con orígenes genéticos, lo que hace que sean se orienten de
forma más eficaz a la búsqueda de un tratamiento.
• Compensación de las dificultades de su hijo o hija, de forma sobreprotectora (estudiando
por ellos, organizando sus actividades, etc.), lo que impide que madure y evolucione.
• Aceptación del diagnóstico, pero respondiendo de forma poco eficaz (retraso en contactar
con un especialista, olvido de aplicar medidas educativas, falta de organización, etc.), lo que
hace que se deteriore la relación con su hijo o hija.
• Aceptación del diagnóstico y participación activa en el tratamiento, siendo conscientes
que su hijo o hija tiene un problema, no que lo sea. De esta forma, participan de forma
activa en la búsqueda y aplicación de un tratamiento, comunicándolo también en el centro
educativo.
Es importante que seamos conscientes de cuál ha sido nuestra reacción ante
el diagnóstico y que canalicemos nuestra energía hacia la búsqueda de un
tratamiento adecuado y el establecimiento de unas pautas educativas que
permitan a nuestro hijo o hija superar los síntomas y dificultades.
TRATAMIENTO
Una vez diagnosticado el TDAH por el especialista correspondiente, se ha de
establecer el tratamiento más adecuado según las características individuales de
nuestro hijo o hija, sus necesidades, la edad, el sexo, el contexto familiar y social
y el grado de afectación en el desarrollo personal, familiar, social y académico.
De forma general, el tratamiento más eficaz es el multimodal, es decir, aquel en
el que se combinan de forma complementaria y coordinada diferentes tipos de
tratamiento, tanto en el ámbito familiar como en el educativo: farmacológico,
psicológico y psicopedagógico. Es fundamental que estén involucrados y
coordinados los diferentes especialistas (pediatras, psicólogos, profesores, etc.)
y todas las personas del contexto del niño, fundamentalmente los padres. En
concreto, señalamos algunos aspectos a considerar en dos de ellos:
♦ PSICOEDUCACIÓN Y ORIENTACIÓN FAMILIAR
Es fundamental nuestra implicación como padres en el tratamiento de nuestro hijo o hija.
Cuanto mayor sea nuestro conocimiento sobre este trastorno, más fácil será que nos
involucremos activamente en el tratamiento y éste tendrá, por tanto, más posibilidades de
éxito. Es decir, será más fácil que aceptemos a nuestro hijo o hija cuando conozcamos
cuáles son los síntomas de la enfermedad (es decir, que no son conductas intencionadas) y
eliminemos posibles ideas erróneas sobre el trastorno, lo que nos permitirá canalizar
nuestra ayuda de forma eficaz, mejorar nuestras habilidades y pautas educativas y
favorecer así el desarrollo personal, social y académico de nuestro hijo o hija.
La orientación psicoeducativa nos permitirá a padres y madres tener mejor percepción de
nuestras capacidades parentales, lo que influirá en un mejor clima y funcionamiento
familiar. Es importante tener en cuenta que un hijo con TDAH genera dificultades
importantes en la dinámica familiar, por lo que es frecuente que los padres manifiesten un
estilo parental excesivamente directivo, punitivo y negativo, que dificulta la mejora de
su hijo. Por ello, es habitual que padres y madres tengamos asociada una sensación de culpa
e ineficacia con el trastorno, siendo probable que, a su vez, padezcamos estrés y baja
autoestima. Esto hace que una orientación psicoeducativa se convierta en una parte
imprescindible del tratamiento.
Además del tratamiento específico para el TDAH, hay que tener en cuenta que el desarrollo
integral y equilibrado de nuestro hijo favorecerá y compensará en muchos casos las
dificultades propias del trastorno.
Por ello, será fundamental promover otros aspectos como un estilo de vida saludable
(alimentación, sueño, etc.), actividades lúdicas y de ocio, relaciones sociales, la creatividad,
etc.
♦ TRATAMIENTO FARMACOLÓGICO
Existen algunos medicamentos que ayudan al niño a mantener más la atención y a estar
menos inquieto, lo que permite que mejoren sus habilidades y conductas, beneficiándole
en su desarrollo académico, social y personal. El medicamento ha de entenderse como una
ayuda para el niño, pero no son medicamentos que curan.
En caso de que el medicamento fuera necesario, éste ha de prescribirse con el criterio del
médico y la conformidad de los padres, una vez estén informados del tipo de fármaco, su
finalidad y los efectos secundarios.
Es importante que el niño acepte y se sienta cómodo con el medicamento que ha de tomar
cada día, por ello, es recomendable mostrarles las ventajas de que puedan ayudarle y que
identifiquen en qué aspectos mejoran su vida cotidiana (amistades, juego, escuela, etc.).
Asimismo, les podemos hacer ver que es una ayuda que les permite prestar atención
y concentrarse, de la misma forma que otros niños usan gafas, aparatos dentales, etc.
Cuando el niño consiga mejorar, es importante reforzar al niño por su esfuerzo y no
atribuirlo al medicamento para que no se sienta incompetente.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
Vázquez, I (2013) Niños y niñas con trastorno por déficit de atención y/o hiperactividad
(TDAH) Pautas para padres y madres. Editorial CEAPA Puerta del Sol, 4 - 6º a 28013
Madrid. Primera edición
https://www.ceapa.es/wp-content/uploads/2021/02/NI%C3%91OS-Y-%C3%91AS-
CON-TRASTORNO-POR-D%C3%89FICIT-DE-ATENCI%C3%93N-Y-O- -TDAH.pdf

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