Unidad en Cristo
Unidad en Cristo
Unidad en Cristo.
LECTURA: Filipenses 2:1-4.
Introducción. (v.1)
El apóstol Pablo desea que la iglesia de Filipo sea unida, empieza argumentando que si hemos
sido verdaderamente transformados por Cristo y Su evangelio buscaremos naturalmente la
unidad, humildad y el servicio mutuo. Parafraseando el verso uno y dos el apóstol Pablo lleva el
argumento del deber de la unidad de la siguiente manera:
Si has encontrado consuelo en Cristo y en Su amor, si tienen comunión con el Espíritu Santo, si
tienen un profundo afecto y compasión; continúen completando mi gozo siendo unidos.
Podemos preguntarnos:
¿Hemos encontrado consuelo en Cristo?
¿Tenemos comunión con el Espíritu Santo?
¿Tenemos un amor en nuestro interior? (Producto de haber sido amados por Cristo)
Dios a través de Su palabra llama a Su iglesia a ponerse de acuerdo, a amarnos los unos a los
otros, a trabajar unidos en un mismo pensamiento y propósito (un mismo sentir). Podemos
preguntarnos ¿por qué a Dios le interesa tanto la unidad? ¿Por qué es importante?
Te pido que todos sean uno, así como tú y yo somos uno, es decir, como tú estás en mí, Padre, y
yo estoy en ti. Y que ellos estén en nosotros, para que el mundo crea que tú me enviaste.
Juan 17:21 NTV
Todos queremos culminar con éxito la carrera de la fe (2 Ti. 4:7-8), y en dicha carrera Dios ha
otorgado que nos necesitemos mutuamente, mi hermano tiene algo que me bendice y me
fortalece para el caminar cristiano; el estar en armonía con mi comunidad de fe me capacita para
correr bien dicha carrera.
Tambien como iglesia tenemos definida nuestra misión (Mt. 28:19), y no cumpliremos esa
misión si ocupamos nuestro tiempo en la tierra enredados en desacuerdos y conflictos.
Tomemos pasos para contribuir y vivir en unidad, recuerda que en esa armonía envía Dios
bendición y vida etenerna (Sal. 133).
a. Humildad. (v.3)
Dios desea que vivamos con actitud humilde, estimando a los demás como superiores a uno
mismo (v.2), ¡Si! No hemos leído mal, la Escritura nos manda a considerar a los demás como
superiores a nosotros mismos, pero esto no significa otra cosa más que tomar una actitud de
servidores para con nuestros hermanos. Es decir, que debemos estar dispuesto a servir a todos
nuestros hermanos en la fe sin ninguna excepción.
Aquí nos hará bien recordar las palabras y ejemplo de nuestro Señor Jesucristo:
No ha de ser así entre vosotros, sino que el que quiera entre vosotros llegar a ser grande, será
vuestro servidor. (Mt. 20:26)
el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por
muchos. (Mt. 20:28).
¿Cuál es nuestra actitud? ¿Esperamos ser servidos o buscamos como servir a los demás?
¿Y cómo es nuestro servicio? ¿Lo hacemos por competencia, mostrando una supuesta
superioridad? ¿Lo hacemo para ser reconocidos?
Debemos caminar la fe cristiana con una actitud de humildad, sirviendo a cada uno si
acepción de personas.
b. El compañerismo. (v.4)
No mirando cada uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los otros. Aquí el
“egoísmo” ha sido exterminado, así debería ser entre nosotros, no basta que nosotros estemos
bien para estar tranquilos, necesitamos ver también por el bienestar de nuestros hermanos.
Recuerda que la iglesia de Cristo es ilustrada como un solo cuerpo conformada por muchos
miembros.
De manera que si un miembro padece, todos los miembros se duelen con él, y si un miembro
recibe honra, todos los miembros con él se gozan. Vosotros, pues, sois el cuerpo de Cristo, y
miembros cada uno en particular.
1 Corintios 12:26-27
¿Así sentimos por los demás?
Debemos dolernos con los que estan padeciendo y gozarnos con los que estan siendo
promovidos.
No seamos indiferentes con nuestros hermanos, es tiempo de salir de nuestra burbuja de
egoísmo he ir a ayudar al projimo.
¿Cómo puedes ayudar a un hermano que sabes que esta pasando necesidad? ¡Ve y
hazlo!
Conclusión.
A través de Cristo hemos llegado a formar parte de la familia de Dios ¡Vivamos como tal!
Guardemos la unidad que hemos obtenido en Cristo, pidamos al Padre el amor y la gracia para
amarnos y servirnos mutuamente; sin egoísmo ni acepción.