Consideraciones Generales Sobre El Acto Administrativo - RBM-2016
Consideraciones Generales Sobre El Acto Administrativo - RBM-2016
Consideraciones Generales Sobre El Acto Administrativo - RBM-2016
PRIMERA PARTE
EL ACTO ADMINISTRATIVO COMO EXPRESION DE LA FUNCIÓN
ADMINISTRATIVA
1*
Doctor en Derecho. Individuo de Número de la Academia de Ciencias Políticas y Sociales. Profesor de la
Universidad Católica Andrés Bello (pregrado y postgrado). Profesor de la Universidad Monteávila. Ocupó la
Cátedra Andrés Bello en la Universidad de Oxford durante el año académico 1998-1999. Senior Associate
Member de la Universidad de Oxford durante el año académico 2006-2007. Socio fundador del Despacho
de Abogados Badell & Grau 1985.
5.5 Limitaciones a la ejecución administrativa derivadas de los derechos y
garantías constitucionales.
a. Derecho a la defensa y tutela judicial efectiva
b. Derecho a la presunción de inocencia
c. Inviolabilidad del hogar doméstico
d. Garantía de interdicción de la arbitrariedad
6. Principio de motivación
7. Principio de discrecionalidad
7.1 Conceptos
7.2 Los límites al poder discrecional
a. Proporcionalidad
b. Adecuación a la situación de hecho
c. La finalidad
d. La formalidad
e. La igualdad
8. El valor del precedente y la irretroactividad de los actos administrativos
9. La sujeción a la cosa juzgada administrativa
SEGUNDA PARTE
LA ESENCIA DEL ACTO ADMINISTRATIVO
TERCERA PARTE
LA CLASIFICACION DEL ACTO ADMINISTRATIVO
CUARTA PARTE
EL PROCEDIMIENTO ADMINISTRATIVO.
QUINTA PARTE
LOS VICIOS DEL ACTO ADMINISTRATIVO
SEXTA PARTE
LAS NULIDADES DEL ACTO ADMINISTRATIVO
I. Nulidades
1. La nulidad absoluta
1.1 Consecuencias de la nulidad absoluta
2. La nulidad relativa
2.1 Consecuencias de la nulidad relativa (anulabilidad
II. Diferencias
1. Respecto de la convalidación
2. Suspensión de los efectos
3. Afectación de totalidad del acto
4. Reconocimiento en cualquier tiempo
III. Importancia Procesal.
PRIMERA PARTE
EL ACTO ADMINISTRATIVO COMO EXPRESION DE LA FUNCION
ADMINISTRATIVA
Luego, la Ley del 16 Fructidor del año III, por medio de la cual se prohibía a los
tribunales judiciales el conocimiento de actos de administración de toda especie, constituye
el primer texto legislativo francés en incluir una expresión similar a la actual. 3 De acuerdo
al Prof. Eloy Lares Martínez, la expresión acto administrativo, surge así, como una noción
opuesta al Derecho, por cuanto comprende una categoría de actos que en ese momento
escapa totalmente a la intervención judicial.4
Estima el Prof. Raymond Odent, citado por Gustavo Penagos, que la Revolución
Francesa cambió completamente la organización administrativa de Francia, la legislación
revolucionaria aplicó el principio de la separación de los poderes, para asegurarse la no
2
PENAGOS, Gustavo, “El Acto Administrativo”, Tomo I, Cuarta Edición, Ediciones Librería del Profesional,
Bogotá, 1987, p. 13.
3
DIEZ, Manuel María, “El Acto Administrativo”, Segunda Edición, Tipográfica Editora Argentina, S.A., Buenos
Aires, 1961, p. 101.
4
LARES MARTINEZ, Eloy, “Manual de Derecho Administrativo”, Décima Segunda Edición, Facultad de
Ciencias Jurídicas y Políticas de la Universidad Central de Venezuela, Caracas, 2001, p. 129.
intervención del poder judicial en las actividades del llamado Poder Ejecutivo,
perfeccionándose la jurisdicción contencioso administrativa con la creación del Consejo de
Estado en el año de 1799, el cual a través de toda su historia ha elaborado por vía
jurisprudencial la teoría del acto administrativo.5
5
Op. Cit (1)
6
Op. Cit. (2)
7
Op. Cit (1)
8
Op. Cit. (2)
administración que tiene relación con sus funciones”.9 Se puede observar como, en un
principio se tenía de acto administrativo un concepto vago y genérico que no se
diferenciaba mucho del de actividad de la administración en sentido subjetivo y formal. Sin
embargo, gracias a la práctica y desarrollo posterior en Francia, las decisiones
jurisprudenciales van a aportar todo el material para la elaboración doctrinaria posterior de
la teoría de los actos administrativos.
A los únicos fines de precisar los actos que escapaban del control de los tribunales,
surgió el criterio instrumental por el cual el acto administrativo era todo aquél emanado de
la Administración en ejercicio de su “potencia pública”, donde rige el principio de
autoridad, y que por lo tanto exceden de las facultades de los ciudadanos. Como
correspondencia a estos actos de “puissance publique”, surgió la categoría de los actos de
gestión, constituidos por aquellos que la Administración cumple, motivada por el interés
público, en su calidad de gerente y de intendente de los servicios públicos y no como
depositario de una parte de la soberanía, es decir sin que intervenga la potencia pública. 11
9
PÉREZ LUCIANI, Gonzalo, “La noción del Acto Administrativo” (Discurso de incorporación a la Academia de
Ciencias Políticas y Sociales), Academia de Ciencias Políticas y Sociales, Caracas, 1998, p. 22.
10
Ibidem
11
Op. Cit (8) pp. 22-24.
existen algunos autores que lo definen combinando ambos criterios, el de potestad pública y
el de servicio público.12
Según Forsthoff, desde la segunda mitad del siglo XIX, se comprende bajo el
concepto de acto administrativo las acciones de las más variada índole, realizadas por la
Administración, que caen bajo las doctrinas y principios por los que se rige el obrar de la
misma.13
Aun cuando en un principio el acto administrativo surgió como una noción extraña
a cualquier intervención judicial, en la propia Francia prontamente se dieron cuenta de la
necesidad de someter estos actos a algún tipo de control de derecho. Inicialmente este
control era ejercido por la misma Administración activa, pero luego pasó a ser
responsabilidad de tribunales creados en el seno de la propia Administración. Varios países
siguieron el modelo francés; algunos, como Venezuela, adoptaron un sistema judicialista,
esto es la sumisión de los actos administrativos al control de legalidad ejercido por los
órganos del poder judicial; y otros, en fin, han adoptado sistemas mixtos. Pero de alguna u
otra forma, actualmente se reconoce a nivel mundial que el acto administrativo es un acto
en ejecución de la ley, que debe estar, tanto en cuanto a su forma como a su contenido,
ceñido al ordenamiento jurídico y que la legalidad del mismo debe estar asegurada por
órganos estatales aptos para declarar la nulidad en casos de inconformidad con el
Derecho.14
12
Op. Cit. (8) p. 25-27.
13
Op. Cit (2) p. 102.
14
Op. Cit (3) p. 130.
Siendo así, se concluye:
Entre otras definiciones formales del acto administrativo podemos enunciar las
siguientes:
Massimo Severo Giannini: “Los actos administrativos en sentido amplio, son actos
en los cuales se manifiesta la administración, son los actos de la actividad
administrativa de derecho público. Estos se dividen en declaraciones y actos reales,
las declaraciones a su vez comprenden los proveimientos administrativos y los
actos administrativos instrumentales, proveimiento administrativo es el acto
mediante el cual la autoridad administrativa dispone en orden a los intereses
públicos que le están atribuidos, ejerciendo la propia potestad y correlativamente
incidiendo en situaciones subjetivas de los particulares. Los otros actos de la
administración son actos instrumentales.”.
Manuel María Diez define acto administrativo, desde un punto de vista material,
como toda manifestación de voluntad de un órgano del Estado, sea administrativo,
legislativo o judicial, con sustancia o contenido administrativo. En este sentido – afirma el
propio autor- puede ser acto administrativo el acto emanado del órgano legislativo, sea que
este se trate de una ley formal, como sería la de aprobación de un presupuesto, o sea que se
trate de medidas de carácter interno de las cámaras, como las relativas al nombramiento,
ascenso y licencia del personal. También sería acto administrativo, aquel emanado del
órgano judicial, también de contenido administrativo, como lo sería la autorización al tutor
para vender bienes del pupilo, o el nombramiento del personal, etc.
Igualmente, podemos encontrar entre las definiciones materiales de acto
administrativo las que a continuación se señalan:
“Artículo 7°: Se entiende por acto administrativo o a los fines de esta ley,
toda declaración de carácter general o particular emitida de acuerdo con
las formalidades y requisitos establecidos en la Ley, por los órganos de la
Administración Pública.”.
Esta definición acoge, evidentemente, el criterio orgánico del acto
administrativo, es decir que para los efectos de la mencionada definición solo son actos
administrativos, aquellas decisiones emanadas de los órganos de la administración pública.
Los actos administrativos que pueden regular la ley son aquellos que emanan a la
Administración Pública. Pero además la definición legal, ésta es inconveniente. En efecto,
la ley da una definición a sus propios fines, pero no a los fines de otros textos que hablan de
actos administrativos.
No podemos definir acto administrativo a los fines de cada una de las leyes de la
República, porque sería sembrar el caos dentro de la interpretación del Derecho
Administrativo y del objeto del recurso contencioso-administrativo.
La noción de acto administrativo, sin duda, continúa siendo una de las parte
modulares del derecho administrativo ya que su definición depende la identificación de la
actividad administrativa unilateral frente a las otras actividades del Estado, el objeto de los
recursos contencioso-administrativo de anulación contra los actos administrativos.
“En razón de esta definición, el acto administrativo per se produce efectos jurídicos
relativos de creación, modificación o eliminación de situaciones individuales, o
generales, o la aplicación a un sujeto de derecho una situación jurídica general. Y
además, el acto administrativo por sí mismo tiene ejecutividad y ejecutoriedad, de
manera que no necesita para su eficiencia del concurso de otros funcionarios
administrativos, y tampoco de los órganos judiciales.”
Resulta decir hoy que los actos de un órgano del Estado sólo están regidos por una
específica rama del derecho, la opción de Lares Martínez parece tener una justificación
procesal, solo son actos administrativos los que pueden ser objeto de control parte de la
jurisdicción Contencioso-administrativo.
Por su parte, José Guillermo Andueza afirma que la Constitución Venezolana acoge
el criterio orgánico y formal para la distribución de competencia. Los actos legislativos son
aquellos que emanan del Congreso. Pero dicta leyes y otros actos. Para diferenciar estos
diversos tipos de actos hay que acudir el criterio formal, es decir, hay que atenerse al
procedimiento y formas prescritos para la producción de una ley o de un acto de control.
Los actos administrativos, son aquellos declaraciones de voluntad de la Administración
Pública sometidas al derecho administrativo. Esta voluntad se expresa en diversas formas:
el decreto, la resolución, las circulares o instrucciones de servicio. Los actos judiciales son
las declaraciones emanadas de un juez para concretar la voluntad de la ley, suelen recogerse
en la forma de sentencia, pero también puede adoptar la forma de auto. Entonces, de
acuerdo con este autor, acto administrativo es una manifestación de voluntad de la
Administración Pública entendida ésta como conjunto de órganos que ejercen el Poder
Ejecutivo. Criterio material para definir el acto administrativo, lo cual no es exacto.
Luis H. Farías Mata identifica al criterio orgánico, como el único capaz de unificar
o reconducir a unidad la actividad administrativa como el determinante para la
identificación de las funciones del Estado. En definitiva Farías Mata señala como elemento
característico del acto administrativo, su origen con la administración, con la consecuencia
fundamental de poder ser impugnados en vía contencioso-administrativa. Es decir, se
identifica la noción de acto administrativo con la de recurribilidad del mismo en la vía
contencioso-administrativa.
Esta forma de definición lleva a un criterio material rígido. Así, el acto administrativo
sólo podía ser dictado en ejercicio de la función administrativa y esta consistía
primordialmente en el cumplimiento de los actos administrativos por parte de la autoridad
competente.
1. Principio de legalidad
En tal sentido, cabe destacar que todos los órganos del estado, y en concreto los de
la Administración Pública, están sometidos al ordenamiento jurídico, en cuya cúspide está
la Constitución. Para algunos órganos del estado, sin embargo, por su posición en la
jerarquía de las normas, el derecho al cual deben someter su actuación, solo está
consagrado en la Constitución, por lo que el principio de legalidad sería más propiamente,
en esos casos, sólo “principio de la constitucionalidad”.
1.1 Legalidad formal: La cual alude a la necesidad de una base legal para el ejercicio
del poder de la autoridad administrativa, agotándose este principio, en la existencia de una
norma atributiva de la facultad de actuar.
1.2 Legalidad sustancial: Está constituida por la necesidad de una ley contentiva de
una disciplina, reguladora en su totalidad, de la materia que ha de ser objeto del poder
atribuido. El acto debe contener una serie de elementos intrínsecos por una parte y que no
atente contra una serie de disposiciones prohibitivas por la otra, estos elementos intrínsecos
son:
a. Competencia: De esta se ha dicho que no es requisito del acto sino un elemento
externo, anterior al mismo. Al respecto, el ordinal 4to del artículo 19 de la LOPA
sanciona con nulidad absoluta el acto dictado “por autoridades manifiestamente
incompetentes”. La competencia es una de las bases en las cuales se apoya el
principio de legalidad administrativa, que es el sustento de la actuación
administrativa y está comprendido en el artículo 137 de la CRBV:
1.3 Legalidad teleológica: No basta con que el acto tenga todos sus requisitos
sustanciales convalidados; con que llene todas las condiciones de forma y haya seguido el
procedimiento prescrito, además de eso hace falta que se cumpla con los fines de la norma
que acordó la competencia facultativa de la actuación del órgano del cual emana. En tal
sentido la LOPA establece que el acto discrecional debe cumplir con los fines que el
legislador acordó (Art. 12.). Por último, una contradicción a este fin, configura el delito
conocido como desviación de poder previsto en el artículo 139 de la CRBV.
Esta norma establece que ningún acto administrativo podría crear sanciones, ni
modificar las que hubieran sido establecidas en las Leyes, crear impuestos u otras
contribuciones de derecho público, salvo dentro de los limites determinados por la Ley.
Esta norma, por una parte, corrobora el carácter sublegal de la actividad administrativa, por
tanto, reformula el principio de la reserva legal en estas materias. Sin embargo, la última
parte del artículo debe destacarse cuando señala que la reserva legal existe, pero que la
administración podría regular sobre esas materias “dentro de los limites determinados por
Ley”, con lo cual se establece, expresamente, una práctica legislativa que hasta ahora venía
aplicándose, y que deriva de que, con frecuencia, el Legislador deja en manos del
Ejecutivo, el establecimiento por vía reglamentaria, de algunas sanciones o regulación
concreta de algunas contribuciones.
“Artículo 15. Los decretos son las decisiones de mayor jerarquía dictadas por
el Presidente de la República y, en su caso, serán refrendados por aquel o aquellos
Ministros a quienes corresponda la materia o por todos, cuando la decisión haya
sido tomada en Consejo de Ministros. En el primer caso, el Presidente de la
República, cuando a su juicio la importancia del asunto lo requiera, podrá ordenar
que sea refrendado además, por otros ministros.”.
Con ello queda claro que un Decreto, por ser emanado del Presidente de la República,
se aplica con prioridad frente a Resoluciones Ministeriales y éstas se aplican con prioridad
frente a las otras Órdenes, Providencias y Decisiones, dictadas por órganos inferiores; e en
estos, la jerarquía de los actos se determina por la de los órganos de los cuales emana.
En resumen:
4. El principio de ejecutividad
Por principio de ejecutividad, la doctrina ha entendido que “Es aquel en virtud del cual los
actos administrativos definitivamente firmes producen los efectos perseguidos con su
emanación, sin necesidad de una homologación por parte de un órgano extraño a la esfera
de la administración. La idoneidad del acto administrativo para obtener el objetivo para el
cual ha sido dictado.” (Hildegard Rondón De Sansó); asimismo “Es una característica de
los actos de la administración, que puede llevarlos a la práctica por sí misma, sin acudir a
ninguna resolución judicial, e inclusive existiendo un pleito contra el acto, salvo que el
tribunal acuerde lo contrario.” (Guillermo Cabanella). Eloy Lares Martínez ha dispuesto
que “La ejecutividad es la cualidad de aquellos actos administrativos no solo perfectos,
sino también eficaces, provistos de la fuerza necesaria para producir sus efectos naturales.”,
por su parte Luís Humberto Delgadillo Gutiérrez afirma que “La ejecutividad es la fuerza
intrínseca del acto, es un atributo del acto. El acto administrativo es ejecutivo en razón de
que la Ley autoriza a la autoridad administrativa a emitir sus propias resoluciones, sin
necesidad de la participación de otro poder.”.
Este principio implica, como bien lo explica Allan Brewer-Carias, que la Administración
no tiene necesidad de acudir ante un órgano judicial para que su derecho sea formalmente
declarado, pues sus actos tienen carácter de título ejecutivo y de allí su ejecutividad, es
decir la posibilidad de ser ejecutados de inmediato. La administración cuando dicta un acto
administrativo tiene, en realidad la facultad de declarar sus derechos mediante actos
unilaterales que crean obligaciones Para los administrados, y estos actos, en sí mismos,
tienen fuerza de títulos ejecutivos.
5. Principio de ejecutoriedad
5.1 Concepto
El principio de ejecutoriedad consiste en la facultad o cualidad que le es inherente a la
Administracion de ejecutar el acto, aun en contra de la voluntad de su destinatario, es decir,
para hacer efectivas sus decisiones sin necesidad de acudir ante los órganos judiciales
(Luis Humberto Delgadillo Gutiérrez, Eloy Lares Martínez). Se trata igualmente del
carácter que posee el acto administrativo, o en palabras de Hildegard Rondón de Sansó ¨la
consecuencia de una especial manifestación de eficacia¨, para ser puesto en práctica, para
ser hecho efectivo por la Administracion misma y con sus propios medios (Bartolomé
Fiorini), salvo aquellos casos en que la ley formal exija la intervención de los tribunales
(Héctor Jorge Escola, José María Rodríguez Oliver, Rafael Entrena Cuesta).
Bajo este esquema, habrá que seguir procedimientos judiciales para conseguir los
efectos del acto administrativo ante la resistencia de los particulares, y sólo en casos
específicamente previstos por las leyes, puede utilizarse la fuerza de la propia
Administración para hacer respetar sus órdenes.
Recibir estas ideas fue fácil en países que carecían de textos constitucionales
protectores de los derechos y libertades de los ciudadanos. Así ocurrió, inicialmente, en
España, cuya doctrina fue trasladada, sin más, a América Latina, desde que en la mayoría
de los casos se erigía un frente y autoritario Poder Ejecutivo, frente a un débil y entregado
Poder Judicial.
En España, sin embargo, ha habido un cambio formidable en la extensión de este
principio, a propósito de la Constitución de 1978, de manera que la moderna doctrina
propugna el reacomodo de las relaciones entre la Administración y el administrado. El
replanteamiento de las relaciones entre Administración y administrado, tienen como
notable defensor a GARCÍA DE ENTERRÍA, quien, invocando la primacía adquirida por
los derechos y libertades públicas a raíz de la Constitución Española del 78, dio por
concluida la invocación ritual de los intereses generales, como sinónimo de superiores.
“Si la eficacia es la idoneidad del acto para producir los efectos para los cuales ha
sido dictado y la ejecutividad consiste como se vio, en la cualidad de los actos que
requieran ejecución de que la misma sea realizada por la propia administración, la
ejecutoriedad implica una cualidad mucho más específica. En efecto, ella es igualmente
una condición relativa a la eficacia del acto; pero sólo de los actos capaces de incidir en la
esfera jurídica de los particulares imponiéndoles cargas (tanto reales, como personales; de
hacer, de dar o de abstenerse). Lo relevante de la ejecutoriedad es que la administración
puede obtener el cumplimiento de lo ordenado aun en contra de la voluntad del
administrado y sin necesidad de recurrir a los órganos jurisdiccionales. La ejecutoriedad del
acto administrativo se presenta en consecuencia como una especial manifestación de
eficacia de los actos administrativos que imponen cargas, en virtud de la cual se puede
obtener el objetivo perseguido por el acto aun en contra de la voluntad de los administrados
sobre los cuales dichas cargas recaigan, y sin necesidad de recurrir a los órganos
jurisdiccionales. En la redacción que emplea el texto sancionado el principio general que
rige en materia de ejecución forzosa es su realización de oficio por la propia
administración, salvo que exista una expresa disposición legal que la encomiende a la
autoridad judicial”.
La ley, en este sentido, perfila los principios y las garantías que confiere a los
particulares:
La ejecutoriedad solo procede cuando hay un acto administrativo formal. Al
efecto el artículo 78 de la LOPA afirma: “Ningún órgano de la
Administración podrá realizar actos materiales que menoscaben o perturben
el ejercicio de los derechos de los particulares, sin que previamente haya
sido dictada la decisión que sirva de fundamento a tales actos.”.
Existe la necesidad efectiva de notificar el acto. Al respecto, el artículo 73
de la LOPA indica que los actos que afecten los derechos subjetivos o los
intereses legítimos personales y directos de los particulares, deberán serle
notificados. La notificación debe tener el texto íntegro del acto con la
indicación, si fuere el caso, de los recursos que proceden y el señalamiento
de los términos para el ejercicio y de los órganos o tribunales ante los cuales
deben interponerse. Los vicios de la notificación por falta de los requisitos
previamente indicados, hará que la misma se considere como defectuosa y
que no produzca efecto alguno.
Por último cabe destacar, que el artículo 70 de la LOPA establece los supuestos de
pérdida de fuerza ejecutoria de los actos administrativos por el transcurso de un lapso de 5
años de estar firmes, cuando en ese período la Administración no ha realizado los actos que
le corresponda para ejecutarlos.
El primer derecho constitucional que debe ser conciliado con el ejercicio de esa
potestad exorbitante es, sin duda, el de defensa y tutela judicial efectiva consagrado en el
artículo 68 del Texto Constitucional.
En este sentido, es conocida la tesis del Tribunal Supremo Español , según la cual,
los actos sancionadores en cuanto producen, de suyo, perjuicios de difícil reparación, al
menos moral y personalmente, no pueden ser ejecutados en forma inmediata por la
Administración, sino que su ejecución forzosa se encuentra condicionada a que se agoten
todas las instancias dentro de la propia vía administrativa. Con elemental razón, el profesor
PARADA, presente en estas Jornadas, señala que en los casos de actos sancionadores "la
ejecutoriedad puede y debe quedar remitida todavía a un momento posterior: el del
auto judicial en el que se resuelva la petición de suspensión de efectos de la resolución
recurrida en vía contencioso administrativa".
En tal virtud, debe reconocerse que los actos administrativos sancionatorios, no
pueden ser ejecutados forzosamente por la Administración, sino después de que el Juez
Contencioso Administrativo tenga oportunidad de desestimar la solicitud de suspensión de
efectos.
Obsérvese que las únicas decisiones cuya ejecución podría utilizarse como excusa
para allanar el hogar doméstico, son las que "dicten los Tribunales".
Siendo ello así, es evidente que la Administración no puede ejecutar, por sus
propios medios y sin auxilio judicial, los actos administrativos, cuando para la ejecución
efectiva del acto sea necesario entrar en un hogar doméstico en contra de la voluntad de sus
ocupantes. La violación de esa prohibición constitucional, por parte de los funcionarios
públicos, se encuentra sancionada con pena de prisión por el artículo 185 del Código Penal.
Ahora bien, el hecho de que pueda la Administración escoger con mayor libertad
los medios que utilizará para obtener la ejecución forzosa de sus actos, no la autoriza a
proceder en forma arbitraria.
6. Principio de motivación
7. Principio de discrecionalidad.
7.1 Conceptos:
Por lo que atañe a la “proporcionalidad”, la misma alude a una relación causa- efecto
de naturaleza cuantitativa, por cuanto a través de ella podrá valorarse si la medida adoptada
guardaba relación numérica con la situación planteada. La “adecuación” exigida constituye
un control cualitativo del uso de la discrecionalidad; en cuanto que la proporcionalidad
alude al control cuantitativo sobre la misma.
7.2 Los límites al poder discrecional
a. Proporcionalidad:
El acto debe tener adecuación con los supuestos de hecho que constituyen su
causa. Es decir el acto debe ser justo, racional y equitativo en relación a los motivos que
constituyen su causa. El alcance de este principio lo constituye, en primer lugar, todo acto
debe tener una causa o motivo, identificado, precisamente en los supuestos de hecho. En
segundo lugar, debe haber adecuación entre lo decidido y el supuesto de hecho, y para que
ello pueda ser cierto, es necesario que ese supuesto de hecho haya sido comprobado,
teniendo tal carga, la administración. El acto no puede estar basado en una simple
apreciación arbitraria de la Administración. Además de la verificación de la causa que
motiva la emanación del acto, es necesario, una adecuada calificación de los supuestos de
hechos. Siendo así, el acto no puede partir de un falso supuesto de hecho, o de una
calificación arbitraria, puesto que son estas los principales vicios del acto administrativo.
En conclusión, la administración no puede tragiversar los hechos, sino que debe dársele un
tratamiento racional a los hechos comprobados técnicamente. Esto abre toda una serie de
límites derivados de la racionalidad, de la justicia y de la equidad en el tratamiento y en los
procedimientos.
c. La finalidad
El acto discrecional debe tener adecuación con los fines de la norma que prevé su
emisión por el funcionario. Con esto el artículo 12, consagra legalmente el principio de
adecuación a la finalidad legal de los actos administrativos, de manera que el funcionario al
dictarlos, no puede desviar estos fines, y perseguir fines distintos a los previstos en la
norma. La no adecuación a los fines de la norma, se conoce como el vicio de desviación de
poder.
d. La formalidad
Significa que el acto administrativo debe seguir los trámites requisitos y las
formalidades necesarias para su validez y eficacia. Por tanto, el acto discrecional nunca
puede ser arbitrario en sus formalidades.
e. La igualdad
Los elementos del acto administrativo son la competencia, la voluntad, los motivos,
el contenido, el fin y la forma.
Definida como la aptitud legal del órgano administrativo para actuar en sus
relaciones con organismos públicos y con los particulares, que exige un texto normativo
expreso. La competencia objetiva determina la posibilidad de actuar del órgano y también
el deber de actuar.
A su vez la competencia subjetiva determina que el órgano debe ser capaz o tener
aptitud para actuar en relación con dicho órgano y con los interesados. Esto quiere decir
que el funcionario que dicte el acto debe haber sido legalmente designado, según la forma
establecida para dicho cargo; debe reunir las condiciones constitucionales y legales para
ocupar válidamente el cargo; y debe haber identidad entre la persona nombrada y el que
ejerce las funciones, excepto en el caso de las suplencias.
15
SAYAGUÉS LASO, Enrique. “Tratado de Derecho Administrativo”, Tomo I, Montevideo, 1953, Pág. 433
referencia de la competencia por la materia en los artículos 15 y 16 en el caso de los
Ministros, es así como se refleja el principio legalmente establecido
2. La voluntad
16
DROMI, Roberto, “El Acto Administrativo”. Buenos Aires, 1997. Pág. 51
acto administrativo debe ser escrito, es decir, la voluntad de la administración no puede ser
presunta, debe estar reflejada en forma escrita (artículo 18 LOPA), clara y precisa. Pero
existe la excepción que existe cuando se produce el silencio administrativo negativo, es
decir que se ha desestimado la petición del administrado.
La voluntad por parte de la administración pública puede estar viciada por el error,
el dolo y la violencia, y en cualquiera de ellos el acto administrativo es anulable. Pues la
voluntad en este caso se asemeja a la del Derecho Civil, pues estos tipos de vicios afectan la
validez del acto, por lo tanto la voluntad debe ser emitida en forma libre y consiente.
3. Los motivos
Son los supuestos de hecho y de derecho que justifican y obligan la emisión del
acto. Los cuales deben estar contenidos en el acto, pues el acto administrativo contiene un
origen, explicación y fundamento que lo sustente. Pues debe entenderse que se requiere de
una razón desde el punto de vista jurídico que sustente el acto administrativo y ello debe
serle manifestado claramente al particular. La motivación está prevista en el artículo 9 de la
LOPA, al establecer que sólo serán motivados los actos administrativos de carácter
particular a excepción de una disposición expresa de la ley, así como los Actos de Trámites,
los cuales están detallados al final de la clasificación de los Actos Administrativos de la
presente obra.
La motivación debe ir más allá de la explicación sucinta de los hechos, si no debe
dirigirse a los fundamentos legales y a las razones que llevaron a producir el acto
administrativo.
4. El contenido
Por otra parte, el objeto debe ser lícito, ello significa que no debe contrariar el
ordenamiento jurídico, es decir jurídicamente inadmisible, por lo tanto no puede ser el
objeto de un acto administrativo una orden de cometer un delito.
Por último, el objeto del acto administrativo debe ser posible, debe ser susceptible
de realizarse tanto en el campo físico, como jurídico. Pues sucede en muchos casos en los
que se dicta un acto que cumpla con todos los requisitos, tanto esenciales como de forma,
pero es de imposible ejecución, bien sea porque el particular al que va dirigido no existe (es
el caso en que fallece) o bien el particular es un menor de edad, ello son ejemplo de alguno
de esos casos.
Asimismo, la Ley Orgánica de Procedimientos Administrativos en su artículo 19,
ordinal 3, establece que los actos administrativos serán viciados de nulidad absoluta
“cuando su contenido sea de imposible o ilegal ejecución…”. Por lo tanto, en caso de no ser
posible o legal la ejecución del acto, acarrea como consecuencia su nulidad.
5. El fin
El fin del acto y el vicio que lo puede afectar, la desviación de poder fueron el
primer intento de controlar el acto discrecional de lo cual permanece hoy como residuo la
norma del artículo 12 de la LOPA, que exige que el acto discrecional se ajuste al fin de la
norma.
“1. Nombre del Ministerio u organismo a que pertenece el órgano que emite el acto.
2. Nombre del órgano que emite el acto.
3. Lugar y fecha donde el acto es dictado.
17
LARES MARTÍNEZ, Eloy. “Manual de Derecho Administrativo”, Caracas, 2001, Pág. 155
4. Nombre de la persona u órgano a quien va dirigido.
5. Expresión sucinta de los hechos, de las razones que hubieren sido alegadas y de
los fundamentos legales pertinentes.
6. La decisión respectiva, si fuere el caso.
7. Nombre del funcionario o funcionarios que los suscriben, con indicación de la
titularidad con que actúen, e indicación expresa, en caso de actuar por delegación,
del número y fecha del acto de delegación que confirió la competencia.
8. El sello de la oficina.
Es importante señalar que el formalismo está hecho en favor del administrado, pues
establece una serie de pautas con las que deberá contar el acto administrativo, para que
pueda ser identificado como tal y tenga plena validez, por cuanto las formalidades deben
ser cumplidas en resguardo de la legalidad.
II. Los actos administrativos que provienen de las distintas ramas del poder
Público. (JOSÉ ANTONIO GARCÍA TREVIJANO FOS)
A. Poder Legislativo:
B. Poder Ejecutivo:
C. Poder Judicial:
Por otro lado, Garrido Falla afirma “no hay inconveniente en que el concepto de
acto administrativo abarque tanto al acto administrativo general como al concreto”. Ello
en virtud de que ambos están sometidos a normas jerárquicamente superiores y a la ley, y
como consecuencia lógica de esto a la fiscalización jurisdiccional que hace valer tal
situación de sumisión.
En Italia Forti afirma que los actos administrativos generales no son actos
administrativos, no solo por el hecho de dirigirse a una pluralidad de casos, sino por el
hecho de ser sustancialmente una norma jurídica; asimismo, Cassagne, reserva la noción de
actos administrativos a aquellos de alcance individual, pues en relación con los
reglamentos, son producto de funciones materialmente diferentes.
En España, García Oviedo, afirma claramente que “la administración pública dicta
normas, preceptos generales, verdaderas leyes, a las cuales, en rigor, no se las puede llamar
actos administrativos.”.
García Enterría, sostiene que “la potestad administrativa en el acto ha de ser distinta
de la potestad reglamentaria”. Dedica especial atención a la diferencia entre Reglamentos y
actos administrativos. En tal sentido afirma:
Los actos administrativos pueden ser clasificados desde numerosos puntos de vista.
Al respecto, cabe destacar la existencia de una clasificación analítica y una sintética. La
primera, desde el punto de vista de un gran sector de la doctrina es la que
fundamentalmente es seguida.
1. Actos simples y complejos:
Por actos administrativos simples se entienden aquellos que han sido dictados
mediante la declaración de voluntad de una sola entidad, o de un órgano de la misma
constituido en forma individual o colegiada (Manuel María Diez), es decir, aquel emitido
por un solo órganos sin importar que sean varias las personas que hayan intervenido en el
(Luis Humberto Delgadillo).
Por su parte, los actos administrativos complejos son aquellos que resultan del
concurso de voluntades de varios (dos o más) órganos de una misma entidad o de entidades
públicas distintas, que se unen a una sola voluntad (Manuel María Diez, Enrique Sayagués
Laso). Luis Humberto Delgadillo aclara que estos actos administrativos pueden concretarse
bien sea por la concurrencia diferentes órganos de la administración pública, identificadas
respecto de una misma materia y un mismo fin, o por la participación de diferentes sujetos,
que aunque intervienen respecto de la misma materia, el fin que cada uno persiga es
diferente
Los actos principales o definitivos son aquellos que producen realmente el efecto
jurídico perseguido (Manuel García Herreros); es toda decisión emitida por el órgano
competente sobre el fondo o sustancia de la cuestión que le ha sido planteada y se emite
como culminación del procedimiento administrativo, debiendo contener la voluntad
esencial el órgano competente sobre el asunto ventilado, esto es, la concesión o negativa de
los pedidos, el mandato, permiso o prohibición (Eloy Lares Martínez). Por su parte,
Enrique Sayagués Laso afirma que el acto definitivo es aquel que resulta después de
agotada la vía administrativa, es decir, una vez resueltos los recursos administrativos
interpuestos o cuando se deja vencer el plazo para deducirlos, con el cual el acto principal
se vuelve irrecurrible, definitivo. Cabe destacar que esta última concepción de acto
definitivo es concebida por Eloy Lares Martínez como Acto que ha causado estado, esto es,
aquel que agota la vía administrativa y que constituye la palabra final de la Administracion
sobre un problema determinado, razón por la cual se dice que es un acto firme en la vía
administrativa18.
Ahora bien, para que pueda dictarse el acto definitivo es imprescindible que
previamente se dicten los actos preparatorios o de trámite, estos son, los que se dictan
(como condición, muchas veces, de validez) para hacer posible el acto principal ulterior
(Manuel García Herreros, Enrique Sayagués Laso). Sin embargo, los mismos no deben
confundirse con los actos complementarios, que se identifican con los que se requieren para
darle eficacia al acto definitivo o principal (Manuel García Herreros).
Por último, los actos ejecutivos son los dictados para dar cumplimiento definitivo al
acto principal o definitivo (Eloy Lares Martínez, Enrique Sayagués Laso). Lares Martínez
hace una última clasificación respecto de los actos desde el punto de vista del
procedimiento con relación a los actos firmes o que han causado estado, es decir, aquellos
respecto de los cuales está cerrada o agotada.
3. Generales o individuales
Esta clasificación del acto administrativo depende de los sujetos al cual o a los
cuales va dirigido el objeto del acto administrativo. Siendo que, los actos de efectos
18
LARES MARTÍNEZ, Eloy, ¨Manual de Derecho Administrativo¨, Décima Segunda Edición Actualizada a la
Constitución de 1999, Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas de la Universidad Central de Venezuela,
Caracas, 2001. P. 142.
particulares son los que crean, modifican o extinguen una situación jurídica individual,
referida a uno o varios sujetos particulares y determinados (Gustavo Urdaneta Troconis,
Eloy Lares Martínez), tal como los reglamentos y las ordenanzas; siendo entonces los actos
de efectos generales, los destinados a un número indeterminado de personas, y no a alguien
individualmente identificado. Los actos generales pueden a su vez subdividirse en actos
administrativos generales de contenido administrativo, es decir, aquellos mediante los
cuales la administración formula reglas de derecho o normas jurídicas; y, actos
administrativos de efectos generales no normativos, que, a pesar de tener alcance general,
puesto que están dirigidos a un número indeterminado de sujetos, carecen de eficacia
normativa porque no contienen reglas de conducta diferentes de las del ordenamiento
vigente (Gustavo Urdaneta Troconis).
4. Reglados o discrecionales
Sin embargo, la doctrina moderna ha determinado que no es cierto que los actos
administrativos sean o completamente discrecionales o completamente reglados; ningún
acto administrativo pertenece exclusivamente a una de estas categorías, por lo que no es
posible dividir dichas categoría de actos de forma estricta.
6. De autoridad o de gestión
Esta clasificación está referida a los motivos o fines por los cuales se dicta, así, los
actos de autoridad son los que la Administracion realiza normalmente en el cumplimiento
de sus funciones jurídicas siguiendo su fin u objeto propio, en palabras de Lares Martínez,
¨por medio de los cuales la administración procura hacer cumplir las leyes y asegurar la
marcha de los servicios públicos¨. De otra parte, los actos de gestión son aquellos por
medio de los cuales la administración vela por la conservación de la riqueza y su debida
inversión, es decir, en su gestión patrimonial (Eloy Lares Martínez, Manuel María Diez).
7. Según su contenido
7.1 Admisiones:
Se trata de las decisiones de la autoridad que tienen por efecto permitir o autorizar
el ingreso de un sujeto en un servicio, institución u organización determinada con el fin de
hacerlo participe de algunos derechos o ventajas, o del goce de algunos servicios
administrativos (Eloy Lares Martínez, Manuel maría Diez, Luis Humberto Delgadillo).
7.2 Concesiones
A través de ellas un concesionario adquiere un derecho del que antes carecía, esto
quiere decir que es un acto mediante el cual se confiere a una persona extraña a la
administración, una nueva condición jurídica, un nuevo derecho subjetivo, normalmente,
para el uso o explotación de bienes del Estado o la prestación de un servicio público (Eloy
Lares Martínez, Manuel maría Diez, Luis Humberto Delgadillo).
7.3 Autorizaciones
Los actos administrativos en forma de autorización hacen posible que una persona
ejerza un derecho o un poder que de antemano le pertenecía, pero para cuyo ejercicio
existía un obstáculo legal, es decir, aquellos que implican la remoción de un obstáculo
jurídico que hace posible el ejercicio de un derecho preexistente, pero que, por razones de
seguridad, tranquilidad u oportunidad había sido limitado (Eloy Lares Martínez, Manuel
maría Diez, Luis Humberto Delgadillo).
7.4 Aprobaciones
Son actos administrativos mediante los cuales un órgano del Estado declara su
conformidad con un acto ya formado por otro órgano estatal.
7.5 Renuncia
7.6 Punitivos
7.7 Expropiación
7.8 Órdenes
7.9 Dispensa
Por último, las dispensas son emanadas por la autoridad administrativa con el fin de
autorizar a los sujetos para no cumplir con una obligación o una carga que tenían
establecida (Luis Humberto Delgadillo).
Los actos de trámite son todos aquellos que se dictan en el ámbito del
procedimiento desde su iniciación (el propio acto de incoación, para empezar) y que se
encadenan como eslabones del mismo (informes, pruebas, requerimientos, propuestas,
dictámenes…) hasta la resolución definitiva.19
Por lo tanto, los actos de trámites son aquellos que no deciden el fondo del
procedimiento, sino más bien, constituyen cada uno de ellos las etapas del procedimiento
que permiten llegar a una decisión. Es por ello que en principio alguna parte de la doctrina
considera que este tipo de actos no son impugnables de forma autónoma y directa, pues
carecen de contenido esencial.
19
SÁNCHEZ MORÓN, Miguel. “Derecho Administrativo” Parte General. Madrid 2005. Editorial Tecnos. Pág.
518
20
GARRIDO FALLA Fernando, PALOMAR OLMEDA Alberto y LOSADA GONZÁLEZ Herminio. “Tratado de
Derecho Administrativo” Parte General. Madrid 2005. Editorial Tecnos. Pág. 584
Los actos de trámite tienen como finalidad asegurarle al particular que la
administración está cumpliendo con todos los procedimientos legalmente establecidos para
llegar a una decisión justa a su parecer, y así no causarle un daño al particular, pues permite
que ambas partes estén a derecho.
La primera duda que surge es ¿Si las empresas del estado pueden dictar actos
Administrativos? Pues tal como lo prevé el artículo 7 de la Ley Orgánica de Procedimientos
Administrativos al definir el acto administrativo, solo podrán ser dictados “…por los
órganos de la administración pública”. Es cierto que la naturaleza de las empresas del
Estado es predominantemente pública, pero ello no sería suficiente si no fuera por la Ley
Orgánica de la Administración Pública (LOAP), en la cual dedica un régimen especial a las
empresas del estado en su Título IV “De la desconcentración de la centralización
funcional“, Capítulo II “De la descentralización funcional”, sección segunda. En ella, la
Ley dedica 7 artículos a las empresas del estado y además las define como las sociedades
mercantiles en las cuales la República, los estados, los distritos metropolitanos y los
municipios, o alguno de los entes descentralizados funcionalmente a los que se refiere esta
Ley, solos conjuntamente, tengan una participación mayor al cincuenta por ciento del
capital social. Por lo tanto, esta forma de entidades descentralizadas funcionalmente le es
conferida sin duda alguna el carácter público, requisito necesario para demostrar su carácter
instrumental. Evitando cualquier confusión que puede surgir con empresas del ramo
privado.
Se puede deducir que la normativa en la LOAP de las empresas del estado, nace por
necesidad del propio Estado en aligerar las cargas y además redistribuir sus funciones sin
que se pierda la naturaleza misma de ellas. Pero esta potestad que le confiere a las empresas
tiene limitantes. Una de ellas es el distintivo fundamental de toda empresa, su carácter
mercantil. Pues a diferencia de los Institutos Autónomos, las empresas mercantiles estarán
sometidas al derecho Privado y es así como se interrelaciona los siguientes artículos:
Artículo 101. La creación de las empresas del Estado será autorizada respectivamente por
el Presidente o Presidenta de la República en Consejo de Ministros, los gobernadores o
gobernadoras, los alcaldes o alcaldesas, según corresponda, mediante decreto o
resolución de conformidad con la ley. Adquirirán la personalidad jurídica con la
protocolización de su acta constitutiva en el registro mercantil correspondiente a su
domicilio, donde se archivará un ejemplar auténtico de sus estatutos y de la Gaceta Oficial
de la República Bolivariana de Venezuela o del medio de publicación oficial
correspondiente donde aparezca publicado el decreto que autorice su creación.”
Artículo 106. Las empresas del Estado se regirán por la legislación ordinaria, salvo lo
establecido en la presente Ley. Las empresas del Estado creadas por ley nacional se
regirán igualmente por la legislación ordinaria, salvo lo establecido en la ley.”
Es así como en principio, las empresas del estado no pueden dictar actos
administrativos, solo por la excepción que el artículo 106 de la LOAP, es decir, las
empresas del estado no pueden dictar actos administrativos salvo que la propia LOAP lo
autorice expresamente, pero ninguna norma de la LOAP le atribuye potestades públicas a
las empresas del Estado de forma expresa, pues el único artículo en el que puede existir un
vínculo es el 32 ejusdem, al referirse a ala descentralización:
4. En aquellas materias que así se determinen por norma con rango de ley.
La delegación será revocable en cualquier momento por el órgano que la haya conferido.”
Es así como encontramos la primera limitación respecto al ordinal primero del
artículo antes trascrito, pues de allí que no puedan constituirse empresas del Estado con
potestades normativas. La segunda limitación viene dada por el carácter mercantil de la
empresa, es decir, solo podrán atribuírsele a eses empresas el ejercicio de actividades de
potestades públicas de sustancia económica y mercantil, sin que signifique la dejación de
potestades que le corresponden a la Administración.
21
LINARES BENZO, Gustavo. “El Derecho Público a los 100 número de la revista de Derecho Público 1980-
2005”, Caracas, 2006, Pág. 762
CUARTA PARTE
EL PROCEDIMIENTO ADMINISTRATIVO
Muchas han sido las definiciones dadas al procedimiento administrativo, sin embargo,
todas, o su mayoría, coinciden en que se trata de un conjunto o una serie de actos o trámites
coligados entre sí y tendientes a una única finalidad (Massimo Severo Giannini, Manuel
María Diez), cumplidos por una autoridad administrativa o un particular (José Araujo
Juárez), que se presentan como requisitos o formalidades legalmente necesarios para la
elaboración de un acto administrativo (Gustavo Urdaneta Troconis, Sabino Álvarez
Gendín).
Como nota a señalar está que, en este supuesto, el interesado debe haber sido
lesionado, afectado, en sus derechos o intereses. No basta el simple derecho o interés, se
debe alegar y probar la lesión que se produzca.
Así las cosas, el principio del contradictorio también denominado principio "audire
alteram partem" implica la facultad que tienen los titulares de intereses o derechos frente a
la Administración, de defenderlos en toda acción o actuación administrativa que los afecte;
y como contrapartida dialéctica necesaria, la obligación que tiene la Administración de
incorporar a todo sujeto interesado legítimamente al procedimiento por ella o ante ella
iniciado. Así, todo acto administrativo definitivo requiere, como condición constitutiva a
priori, un procedimiento administrativo con audiencia del interesado para que formule
alegaciones y presente las pruebas que considere que lo favorezcan, violándose en caso
contrario, los derechos constitucionales de defensa, propiedad y libertad económica.
ENTERRIA:
4. El principio inquisitivo.
5. El principio de la imparcialidad.
Así las cosas, la LOPA, siguiendo los principios acogidos por la LPA española,
establece en su artículo 36 los presupuestos de hecho en los cuales los funcionarios
públicos deben inhibirse o abstenerse de conocer asuntos cuya competencia les esté
atribuida, previendo el procedimiento a seguir en caso de configurarse alguno de los
supuestos. En este caso, no es necesaria la recusación ya que el artículo 39 de la LOPA
consagra la posibilidad de la inhibición previa solicitud de parte interesada.
Son los que tienen por resultado actos que otorgan la certeza de hechos jurídicos
relevantes y consisten en declaraciones de ciencia o de conocimiento y en
verificaciones. Por ejemplo, los procedimientos que concluyen en actos de registro,
como los de propiedad. Asimismo, los procedimientos para establecer la identificación
de las personas. Estos procedimientos declarativos, en general, requieren para su inicio,
instancia de parte interesada, y sólo en casos excepcionales, donde esté interesado el
orden público, podrían iniciarse de oficio, como en materia de identificación de las
personas.
Denominados así en la doctrina italiana por el uso del vocablo latino “ablatio” que
denota la acción de quitar, cortar, eliminar. Estos procedimientos tienen por objeto
eliminar o restringir los derechos individuales, por lo que generalmente, se inician de
oficio por la administración, Por ejemplo los procedimientos expropiatorios, o los
sancionatorios que afectan a una cosa o el patrimonio de una persona.
Los cuales tienen por objeto los actos administrativos que amplían la esfera jurídica
subjetiva de los administrados. El otorgamiento de concesiones tradicionalmente se
ubica en estos procedimientos concesorios, por ejemplo los procedimientos que
atribuyen una calificación jurídica a las personas, como la concesión de nacionalidad.
Estos procedimientos concesorios, tienen la particularidad que requieren siempre de la
instancia de parte y no se inician de oficio.
a. Procedimiento de oficio:
Se trata de los procedimientos que tienen por objeto actos administrativos de efectos
particulares ordenados a la tutela inmediata y directa del interés público.
Exige la solicitud o petición del particular, persona natural o jurídica, que reúna la
solicitud o petición del particular, persona o jurídica, que reúna la condición de interesado
calificado, es decir, que sea titular de un interés calificado, es decir, que sea titular de una
pretensión subjetiva concreta. ( un derecho subjetivo típico, o un interés legítimo, personal
y directo, susceptible de obligar a la Administración a la apertura del procedimiento, ya a
su correspondiente sustanciación y decisión. En cualquier caso, no le es dado a la
administración rechazar el escrito de petición por omisiones o fallas en los requisitos de
admisibilidad, siendo su deber advertir de ello al peticionario, para que subsane los errores
en el plazo de ley.
En cualquier caso, la iniciación requiere del acuerdo expreso (auto de proceder) del
órgano competente para decidir el procedimiento, es decir, a dictarse un acto administrativo
de apertura. Cuando se trata de procedimientos iniciados de oficio, este acto administrativo
por sí solo, incoa el procedimiento, vale decir, que tiene la suficiente fuerza legal de trámite
(capacidad de impulso jurídico) para determinar la iniciación del procedimiento.
Para el caso de los procedimientos promovidos por la parte interesada, aún cuando
un sector importante de la doctrina consideran que el escrito de petición o solicitud es
susceptible de incoar el procedimiento, priva el criterio de que tal iniciativa requiere de un
acto complementario, como es el acto o auto de admisión acordado por el órgano
competente, ya que una petición contraria a derecho no debe dar lugar a la apertura de
procedimiento alguno.
Se identifican obviamente con los que figuran en una clasificación posterior y que
se desarrollan bajo la denominación de procedimientos constitutivos o de formación del
acto administrativo. A través de ellos la Administración prepara y dicta un
pronunciamiento. El presente enunciado en contraposición con los procedimientos de
segundo grado, en los cuales la Administración tiene como objeto de la decisión que deriva
de ellos el decidir sobre un procedimiento o un acto anterior.
a. El Procedimiento Ordinario
El más importante de los procedimientos de primer grado es obviamente el
Procedimiento ordinario, ya que la ley indica que el mismo actúa como la regla aplicable a
todos los casos, salvo que, exista un procedimiento expresamente "regulado en norma de
rango preeminente".
1. Es un procedimiento muy breve, tal como su nombre lo indica, cuya duración no puede
exceder de 30 días.
2. Es un procedimiento de oficio.
Los actos administrativos que adolezcan de algún vicio que según lo establecido en el
artículo 20 los hagan anulables, pueden ser convalidados por la Administración en
cualquier momento, subsanando el vicio de que se trate (Art. 81).
c. Renovación de oficio
Los actos administrativos pueden ser revocados de oficio en cualquier momento, total
o parcialmente, por la autoridad que los dictó o por su superior jerárquico, a menos que se
trate de actos que originen derechos subjetivos o intereses legítimos, personales y directos
para un particular (Art. 82).
Actos objeto de notificación: Todos los actos administrativos de carácter particular que
afecten derechos o intereses legítimos.
b) La 'indicación de los recursos que proceden, con la indicación de los términos para
ejercerlos y de los organismos ante los cuales deben interponerse.
En relación con esta última exigencia debe señalarse que la ley obliga a que se
indiquen tanto los recursos administrativos como los jurisdiccionales. Al respecto
consideramos muy peligrosa esta exigencia, dada la naturaleza particular de los recursos en
general, sobre todo si se toma en cuenta el efecto que la falta de tal indicación produciría.
La ley sancionada establece en su artículo 74, que la falta u omisión de cualquiera de las
exigencias establecidas para las notificaciones, implicará que se las considere "defectuosas"
y que no produzcan efecto alguno. Aún más, se' establece que, "si sobre la base de
información errónea contenida en la notificación, el interesado hubiere intentado algún
procedimiento improcedente, el tiempo transcurrido no será tomado en cuenta a los efectos
de determinar' el vencimiento de los plazos que le corresponden para interponer el recurso
apropiado".
Disposiciones transitorias
1. Texto original
a)' Procedencia
b) Lapsos
La Administración informará al interesado por, escrito, dentro de los 5 días siguientes a
la presentación de 'la solicitud, la omisión o incumplimiento por éste de algún requisito.
Los interesados podrán reclamar, ante el superior jerárquico inmediato, del retardo,
omisión, distorsión o incumplimiento de cualquier procedimiento, trámite o plazo,
cometidos por los funcionarios responsables del asunto.
El reclamo deberá interponerse en forma escrita y razonada. Será resuelto dentro de los
15 días siguientes. El reclamo no acarreará la paralización del procedimiento, sin perjuicio
de que sean subsanadas las fallas u omisiones.
Este, dentro de los 10 días contados a partir de la recepción del expediente, deberá
decidir, sin más trámite, si es procedente o no la inhibición. En el primer caso, señalará, en
la misma decisión, un funcionario de igual jerarquía para conocer del asunto, remitiéndole
el expediente, sin retardo alguno; si no hubiere funcionario de igual jerarquía, designará
uno ad hoc. De no aceptar la inhibición, devolverá el expediente al funcionario inhibido,
quien continuará conociendo del asunto (Art. 38).
Concepto:
Sin embargo, el órgano ante el cual se recurra podrá acordar, de oficio o a petición de
parte, la suspensión de los efectos del acto recurrido, como decisión previa a la resolución
del recurso. Esta decisión de suspensión temporal de los efectos del acto pueden tomarse en
dos casos:
1. Cuando la ejecución del acto pudiera acarrear grave perjuicio al interesado, o
2. Cuando la impugnación se fundamentare en la nulidad absoluta del acto.
Cuando tome esa decisión, el órgano respectivo deberá exigir la constitución previa de
la caución que considere suficiente, siendo personalmente responsable el funcionario por la
insuficiencia de la caución aceptada.
Extensión de la decisión: El órgano deberá resolver todos los asuntos que se sometan
a su consideración dentro del ámbito de su competencia o que surjan con motivo del
recurso, aunque no hayan sido alegados por los interesados (Art. 89).
Resolución por delegación: Ningún órgano podrá resolver por delegación los recursos
intentados contra sus propias decisiones (Art. 88).
a. Recurso de reconsideración
Este recurso procede contra todo acto administrativo de efectos particulares, definitivos
y que aún no sean firmes.
Deberá interponerse dentro de los 15 días siguientes a la notificación del acto que se
impugna. Pues vencido el lapso sin que se interponga el recurso, el acto quedará firme y no
podrá ser impugnable. Es por ello que se dice que el acto emanado de la administración es
definitivo y no firme del todo.
El recurso deberá interponerse por ante el funcionario que lo dictó, y será él mismo
quien deberá decidir el recurso interpuesto.
a.4 Lapsos para decidir
Si el acto no pone fin a la vía administrativa, el órgano ante el cual se interpone este
recurso decidirá dentro de los 15 días siguientes al recibo del mismo, con el fin de otorgar
un plazo definido para que el particular no se quede en estado de indefensión. Pero existe
un caso excepcional contemplado en el artículo 91 de la LOPA, que se refiere en el caso en
que el recurso de reconsideración sea interpuesto ante un Ministro, pues el lapso será de 90
días.
a.5 Decisión
La decisión del recurso de reconsideración debería ser por lo normal expresa, dentro
del lapso de 15 días o de 90 días en caso se ser un Ministro después de haber sido
interpuesto el recurso. La decisión debe estar enmarcada dentro del artículo 90 de la LOPA
en la cual podrá confirmar, modificar o revocar el acto impugnado, así como ordenar la
reposición en caso de vicios en el procedimiento, sin perjuicio de la facultad de la
administración para convalidar los actos anulables.
b. Recurso jerárquico
El recurso jerárquico está contemplado en el artículo 95 de la Ley Orgánica de
Procedimientos Administrativos y es considerado como el segundo de los recursos
administrativos.
b.1 Procedencia
Este recurso procede cuando el órgano inferior decida no modificar el acto de que es
autor en la forma solicitada en el recurso de reconsideración o es decido en forma
desfavorable para el interesado, es decir, para que se pueda interponer este recurso, debió
haberse agotado el ejercicio del recurso de reconsideración, pues el propio artículo 95
LOPA lo prevé así. El recurso jerárquico sólo puede intentarse contra el acto del inferior.
Este recurso se formula directamente por ante el Ministro respectivo y en el caso de los
Institutos Autónomos, el recurso jerárquico contra las decisiones de los órganos subalternos
se intentará por ante los órganos superiores de aquellos. Contra las decisiones de éstos
operará recurso jerárquico por ante el Ministro de adscripción, salvo disposición en
contrario de la ley (Art. 96).
La decisión del recurso jerárquico deberá ser expresa y dentro de los 90 días siguientes
a la fecha de interposición del recurso. El contenido de la decisión debe ser acorde con los
artículos 89 y 90 de la LOPA, en la cual podrá confirmar, modificar o revocar el acto
impugnado, así como ordenar la reposición en caso de vicios en el procedimiento, sin
perjuicio de la facultad de la administración para convalidar los actos anulables. El efecto
principal del recurso jerárquico consiste en agotar la vía administrativa, pues en caso de
tener un decisión desfavorable para el particular o no haber recibido respuesta por parte de
la administración en el lapso legalmente previsto (90 días), queda abierta la vía contencioso
administrativa por ante la jurisdicción contencioso administrativa. Pues según el artículo 93
de la LOPA, una vez agotada la vía administrativa, se podrá acceder a los tribunales
contenciosos administrativos.
c. Recurso de revisión
c.1 Procedencia
Este tipo de recurso solo procede en casos específicos que establece el artículo 97 de la
LOPA:
Este recurso se interpone ante el Ministro respectivo, tal como lo establece el artículo 97 de
la LOPA
5.1 Normales
El procedimiento debe terminar a través de una decisión que resuelva lo alegado,
tanto inicialmente como en procedimiento. En este sentido, el artículo 60 de la LOPA
establece:
5.2 Anómalos
a.1 Desistimiento
El desistimiento es el apartamiento del procedimiento, pero no la renuncia del
derecho ejercitado a través de él. Tal como lo señala el artículo 63 de la LOPA:
“el procedimiento administrativo se entenderá terminado por el desistimiento que el
interesado haga de su solicitud, petición o instancia. El desistimiento deberá
formularse por escrito. En caso de pluralidad de interesados, el desistimiento de uno
de ellos no afectará a los restantes.
El funcionario que conozca del asunto formalizará el desistimiento por auto escrito
y ordenará el archivo del expediente.”
a.2. Transacción
Es una de las figuras jurídicas a través de la cual las partes pueden extinguir por vía
excepcional el proceso, al declarar libre, expresa y espontáneamente la cesión mutua de sus
pretensiones.
Es importante señalar que cuando la administración decide llegar a una transacción,
deberá solicitar autorización previa para ello.
b. Por inactividad
b.1 Caducidad
Término extintivo de la acción por el transcurso del tiempo que es de orden público,
constituye un término fatal no sujeto a interrupción ni suspensión y corre contra toda clase
de personas no pudiendo prorrogarse ni aun por la expresa voluntad de las partes
intervinientes en la relación obligacional.
Artículo 192 del COT: La Administración tributaria dispondrá de un plazo máximo
de un (1) año contado a partir del vencimiento del lapso para presentar el escrito de
descargos, para dictar la resolución culminatoria del sumario.
Elementos característicos:
b.2 Perención
d. Reforma legislativa
Ahora bien, los actos administrativos son inválidos cuando han violado una norma
constitucional o legal o cuando las requisitos de validez mencionados. En estos casos, el
acto administrativo está viciado de nulidad absoluta o anulabilidad, y es susceptible de ser
impugnado tanto en vía administrativa como en vía contencioso administrativa. En estos
casos podría decirse que el acto está viciado por contrariedad al derecho y es susceptible de
ser anulado23.
Por lo tanto, para que un acto administrativo se considere “perfecto”, debe reunir
dos condiciones validez y eficacia. Válido es el acto que ha nacido de acuerdo al
ordenamiento jurídico vigente y eficaz es el acto que, siendo válido, reúne los requisitos
para ser cumplido, para ser puesto en práctica.
En este sentido, Marienhoff afirma que los vicios del acto administrativo son las
fallas o defectos con que éste aparece en el mundo del derecho y que, de acuerdo al orden
jurídico vigente, afectan la “perfección” del acto, sea en su validez o en su eficacia,
obstando ello a la subsistencia o a la ejecución del acto.
22
DROMI, Roberto. Derecho Administrativo. Ediciones Ciudad Argentina. Buenos Aires 1997. Pág. 260
23
BREWER-CARÍAS. Allan R. El Derecho Administrativo y la Ley Orgánica de Procedimientos Administrativos.
Colección de Estudios Jurídicos N°16. Editorial Jurídica Venezolana. Caracas, 2003. Pág. 163
La invalidez es la consecuencia jurídica del acto viciado, pero la gravedad de
invalidez de un acto administrativo no debe medirse por la conducta del agente creador del
vicio, si no por el efecto, la lesión que produzca en los intereses de los afectados.
Los actos administrativos son inválidos y como consecuencia de ello pueden ser
anulados, por la violación de cualquiera de las fuentes del derecho administrativo. Se
pueden diferenciar dos grandes vicios de los actos administrativos que violen directamente
un derecho, el de inconstitucionalidad, aquel acto que viole directamente cualquier
disposición normativa de la constitución, y el de ilegalidad, cuando el acto sea contrario a
una Ley u otro cuerpo normativo de rango legal o sublegal. Esta diferenciación viene dada
por la propia Constitución en su artículo 25 en el cual prevé “Todo acto dictado en ejercicio
del Poder Público que viole o menoscabe los derechos garantizados por esta Constitución y
la ley es nulo…”
Los actos administrativos que sean “perfectos” deben tener validez y eficacia, pero
para que ocurra el primero de ellos, el acto deberá cumplir con los requisitos de forma y
fondo. Es por ello que aquellos que carezcan de los mismos adolecerán de los siguientes
vicios:
a. Incompetencia: Manifiesta o no
“Así, el acto dictado por una autoridad incompetente para ello, puede
encontrarse vicios por usurpación de autoridad, por usurpación de
funciones o por extralimitación de funciones.”
Tal criterio ha sido sostenido y ratificado por la Sala Política del Tribunal Supremo
de Justicia, mediante sentencia N° 1.211 de fecha 11 de mayo de 2006, bajo la Ponencia del
Magistrado Emiro García Rosas en la cual establece:
La Usurpación de funciones: son las atribuciones y funciones que son realizadas por
un órgano del Poder Público distinto al cual le corresponden, es decir, es cuando un órgano
de una de las ramas del poder público realiza funciones de otro órgano de las ramas del
Poder Público. Debe entenderse que el sentido de las ramas del Poder Público son en
sentido amplio, sea territorial (Nacional, Estadal y Municipal) como la de Poderes
(Ejecutivo, Legislativo, Judicial, Ciudadano y Electoral). Por lo tanto, usurpación de
funciones ocurre cuando una autoridad legítima dicta un acto invadiendo la esfera de
competencia de un órgano perteneciente a otra rama del Poder Público.
Sin embargo, cabe destacar que en la jurisprudencia venezolana hay dos sentencias
de la Corte Suprema de Justicia que son emblemáticas respecto a la incompetencia
manifiesta. El Caso Edgar Lugo contra el Ministerio de Fomento y el caso Farmacia
Unicentro. En ambas parten de la disposición expresa de la Ley Orgánica de
Procedimientos Administrativos, en la cual la incompetencia manifiesta se sanciona con la
nulidad absoluta y al hacer un análisis, la Corte concluyó:
24
URDANETA TROCONIS, Gustavo. “Derecho Contencioso Administrativo” libro homenaje al profesor Luís
Enrique Farías Mata, Barquisimeto, Venezuela, Pág. 120
incompetencia, es necesario atender a la manera en que la misma se presenta. Así,
si la incompetencia es “manifiesta”, vale decir notoria y patente, de modo que sin
particulares esfuerzos interpretativos se compruebe que otro órgano sea el
realmente competente para dictarlo, o que se pueda determinar que el ente que la
dictó no estaba facultado para ello, la nulidad será absoluta (ordinal 4° del artículo
19 de la Ley Orgánica de Procedimientos Administrativos). Si la incompetencia no
es manifiesta, la nulidad será relativa (artículo 20, ejusdem)
En resumen, puede decirse que la usurpación de autoridad determina la
nulidad absoluta del acto, conforme a lo previsto en el artículo 119 de la
Constitución Nacional, ahora bien, la usurpación de funciones y la extralimitación
de funciones, como tales no aparejan por sí la nulidad absoluta del acto, ya que ello
dependerá del grado de ostensibilidad como se presente el vicio de
incompetencia.”25. (Véase sentencia caso: Edgar Guillermo Valbuena, Exp.
N°5.215)
Este criterio establecido a fines de la década de los ´80, se mantiene hasta la fecha,
pues en Sentencia N° 1505 de la Sala Político Administrativa del Tribunal Supremo de
Justicia, de fecha 08 de Junio de 2006 con ponencia de Hadel Mostafá Paolini, afirma y cita
el criterio antes expuesto. Por lo tanto, el grado de ostensibilidad será determinante en el
carácter manifiesto de la competencia referido a la usurpación de funciones y
extralimitación de funciones.
25
Corte Suprema de Justicia – Sala Político Administrativa, caso Farmacia Unicentro, ponencia Cecilia Sosa G,
fecha 21 de diciembre de 1989, Revista de Derecho Público N° 41, pág. 85.
mismo, pues solo los separa la conjunción “o”, pero ya la jurisprudencia se ha pronunciado
al respecto y ha resulto que la imposibilidad es un problema material del acto, es decir, por
un impedimento físico. Mientras que la ilegalidad es un problema jurídico, pues se entiende
como una conducta prohibida por la ley o ilegalidad en abstracto. Ello fue resuelto en el
Caso UROPLAST, C.A. en la Corte Suprema de Justicia el 28 de enero de 1988 con
ponencia de Cecilia Sosa y en el Caso Lourdes Vargas de Trujillo contra el Ministerio de
Hacienda, del mismo tribunal en fecha 22 de julio de 1993 con ponencia de Josefina
Calcaño de Temeltas.
c. Falso supuesto:
Tanto la doctrina como la jurisprudencia sostienen que todas las irregularidades que
afecten la causa o los motivos del acto administrativo se agrupan en un solo vicio
denominado falso supuesto, y se subdividen en dos especies, el primero conocido como
falso supuesto de hecho y el segundo como falso supuesto de derecho.
Es así como la Sala Político del Tribunal Supremo de Justicia, en sentencia N° 465
de fecha 27 de marzo de 2001, define el falso supuesto como:
“Se concibe el falso supuesto como un vicio que tiene lugar cuando la
Administración se fundamenta en hechos inexistentes, o que ocurrieron de manera
distinta a la apreciación efectuada por el órgano administrativo, o finalmente,
cuando la Administración se fundamenta en una norma que no es aplicable al caso
concreto. Se trata, entonces, de un vicio que por afectar la causa del acto
administrativo acarrea su nulidad absoluta; por lo cual es necesario examinar si la
configuración del acto administrativo se adecuó a las circunstancias de hecho
probadas en el expediente administrativo, de manera que guardaran la debida
congruencia con el supuesto previsto en la norma legal.”
Cabe destacar que en ambas sentencias se produce una incongruencia en cuanto a la nulidad
del acto, pues la del 2001 sostiene que al existir un vicio en la causa del acto administrativo
produce su nulidad absoluta, mientras que la del año 2002 al referirse a las consecuencias
del vicio en el falso supuesto de derecho producirá la nulidad absoluta y en el falso
supuesto de derecho la anulabilidad o también conocida como nulidad relativa.
26
MEIER, Enrique, “Teoría de las Nulidades en el Derecho Administrativo”, Editorial Alva, S.R.L., 1991, p. 265
La jurisprudencia ha establecido que para invalidar una decisión administrativa por
falso supuesto, es necesario que resulte totalmente falso el supuesto o los falsos supuestos
que sirvieron de fundamento a lo decidido, es decir, que el falso supuesto sea determinante
para la decisión. Tal como lo establece el Caso Cavelba, S.A. Vs. La República de
Venezuela, en la decisión de la Corte Primera de lo Contencioso Administrativa de fecha
07 de noviembre de 1985, con la Ponencia de Román Duque Corredor, al señalar:
Ahora bien, este criterio sido el sostenido, pues la Sala Político Administrativa del
Tribunal Supremo de Justicia en la sentencia N° 1.419 de fecha 23 de septiembre de 2003,
con ponencia de Yolanda Jaimes Guerrero, afirmó:
d. Desviación de poder
La desviación de poder como vicio del acto administrativo es, al igual que la
mayoría las instituciones de esta rama del Derecho, resultado de la obra pretoriana del
Consejo de Estado Francés.
Aunque sin esa denominación, el concepto material de desviación de poder
apareció por vez primera en el arret Vernes, del 19 de mayo de 1858, por medio del cual el
Consejo de Estado anuló la decisión del Alcalde de Trouville, que prohibía a los bañistas
vestirse y desnudarse en lugares distintos a los establecimientos municipales. Consideró -en
efecto- el Consejo de Estado, que la prohibición fijada por el Alcalde no tenía como
finalidad resguardar la seguridad y moralidad pública -como lo exigía la ley del 19 de
mayo de 1848, que había servido de fundamento a dicha medida- sino que su propósito era,
simplemente, favorecer los intereses económicos municipales, mediante el cobro –a los
bañistas- de las tasas por el uso de los establecimientos públicos destinados al cambio de
ropa. El móvil psicológico, la intención, el fin de la actuación del Alcalde, se había
desviado, entonces, del poder de policía que le otorgaba la ley, y al anular la decisión
administrativa con fundamento en esa circunstancia, el Consejo de Estado –sin
proponérselo- le daba carta de naturaleza a uno de los típicos vicios del acto administrativo:
la desviación de poder.
La denominación de este vicio se debe a la obra de Leon Aucoc, quien –en 1878- lo
definió –en términos todavía vigentes- como “la desviación del poder ...conferido a la
Administración”, que el agente administrativo comete “usando su poder discrecional para
un caso y por motivos distintos a aquellos en relación a los cuales tal poder le había sido
conferido” (Aucoc, Leon, Conférences sur l´Administration et le Droit Administratif, Paris,
Dunod, 1878, pág. 467).
Riveró, por su parte, la define como «el vicio que enerva un acto mediante el cual la
Administración ha perseguido un fin distinto al que el Derecho le asigna, desviando así, de
su fin legal, el poder conferido».27
27
DE GRAZIA SUAREZ, Carmelo. “El vicio de la desviación de poder en el Derecho Venezolano” ponencia
presentada en las V Jornadas de Derecho Administrativo Allan Brewer-Carías en la ciudad de Caracas el día
22 de marzo de 2000.
28
González Pérez, Jesús. Comentarios a la Ley de la Jurisdicción Contencioso-Administrativa. Civitas, 1978,
p.1029
29
Cfr. Chinchilla Marín, Carmen. La desviación de poder. Madrid, Civitas, Segunda Edición, 1999; p.46
La Ley Orgánica de Procedimientos Administrativos también se encarga de
proscribir la desviación de poder, al establecer, como principio general (artículo 12), que la
actuación de la Administración, incluso cuando ejerza facultades discrecionales –i.e.
“cuando una disposición legal o reglamentaria deje alguna medida a juicio de la autoridad
competente”- deberá mantener la debida “adecuación con ... los fines de la norma”. De
esta manera, la Ley de Procedimientos Administrativos deja claro que el cumplimiento de
los fines de la norma es siempre un elemento reglado del acto administrativo, incluso
cuando se trate de potestades atribuidas a la Administración bajo la técnica de la
competencia discrecional.
Por lo tanto, cuando un funcionario dicta un acto, tiene que cumplir los fines que la
norma prevé; no puede usar su poder para fines distintos a los previstos en ella, por lo que
si el funcionario usa su poder para otros fines distintos a los establecidos, el acto dictado
está viciado en la finalidad, conocido como vicio de desviación de poder.30
30
BREWER-CARÍAS, Allan R. “El Derecho Administrativo y la Ley Orgánica de Procedimientos
Administrativos”, Editorial Jurídica Venezolana, p.179.
La desviación de poder no se encuentra en la enumeración taxativa del artículo 19
de la Ley Orgánica de Procedimientos Administrativos, de allí que, por aplicación de la
cláusula de residualidad prevista en el artículo 20 de la misma Ley, debe considerarse dicho
vicio como de nulidad relativa.
Conviene aclarar, sin embargo, que la desviación de poder, a pesar de ser un vicio
de nulidad relativa, es –por su propia naturaleza- inconvalidable e insubsanable. Así lo
puso de manifiesto la Sala Político-Administrativa de la Corte Suprema de Justicia, en el
celebre caso “Farmacia Unicentro” (31-01-90), al señalar que «...no son sólo los actos
viciados de nulidad absoluta los que la administración está impedida de convalidar,
pues ocurre también que ciertos vicios de nulidad relativa podrían no ser susceptibles
de convalidación. En efecto, a más de los vicios a que se contrae el artículo 19 de la
Ley, se presentan otros en donde la convalidación no es permisible. Ello puede decirse
de la desviación de poder, vicio no incluido como de nulidad absoluta –de difícil
constatación- en la enumeración del artículo 19 ejusdem».
e. Inmotivación
Para el profesor Eloy Lares Martínez, todo acto debe tener sus motivos de hecho y
de derecho. Hay ilegalidad en caso de inconsistencia de los motivos, porque los hechos o
situaciones que se han presentado como determinantes del acto sean materialmente
inexistentes, o bien porque no tienen el carácter exigido por ley para servir de motivos del
acto considerado. Ello fue antes desarrollado mediante del falso supuesto, pero no debe
confundirse con el vicio de inmotivación, pues consiste en la ausencia total del origen o
causa que lleve a producir el acto administrativo.
“...Al respecto cabe señalar que la motivación del acto atiende a dos
circunstancias: la referencia a los hechos y la indicación de los
fundamentos legales en que se basa la Administración, es decir, su
justificación fáctica y jurídica, lo que constituye un elemento sustancial
para la validez del acto, ya que la ausencia de causa o fundamentos abre
amplio campo para el arbitrio del funcionario, pues en tal situación jamás
podrán los administrados saber por qué se les priva de sus derechos o se les
sanciona. Corolario de lo anotado es que la motivación del acto permite el
control jurisdiccional sobre la exactitud de los motivos, constituyéndose en
garantía de los derechos de los administrados.
Además, cabe advertir que la motivación del acto, no implica un minucioso
y completo raciocinio de cada una de las normas que le sirven de
fundamento al proveimiento, pues basta que pueda inferirse del texto los
fundamentos legales y los supuestos de hecho que constituyeron los motivos
en que se apoyó la Administración para decidir.
Con el fin de delinear aún más el referido vicio en el elemento formal del acto
administrativo, es criterio de la Sala Político Administrativa del Tribunal Supremo de
Justicia, sustentado en sentencia dictada en fecha 23 de octubre de 2001, signada con el
número 02361 (Caso: María del Carmen García Herrera), en la cual se indicó lo siguiente:
“...la doctrina administrativa ha concebido la motivación como la expresión
sucinta de los fundamentos de hecho y de derecho que dan lugar a la emisión de un
acto por parte de la Administración, independientemente de la falsedad o no de la
fundamentación expresada, siendo así necesario distinguir entre este último, es decir,
la motivación y el motivo del acto, el cual forma parte de los elementos de fondo del
acto administrativo. De allí que la falsedad del motivo pueda acarrear la nulidad
absoluta del acto, mientras que los vicios en la motivación sólo producen su
anulabilidad, siendo subsanables en cualquier caso, salvo que afecten el derecho a la
defensa del particular.
Hecha la diferenciación anterior, queda claro, respecto de la motivación, la
necesidad que existe de cumplir con este requisito de forma para la emisión de todo
acto administrativo, a fin de dar cumplimiento con el mandato contenido en el
artículo 9 de la Ley Orgánica de Procedimientos Administrativos, y aun más, con el
objeto de permitir al administrado conocer los motivos en los cuales se ha basado la
Administración, y a partir de ello, evaluar la posibilidad de ejercer los recursos que
tenga a su alcance para rebatir la actuación administrativa.
Ahora bien, entre los vicios que pueden afectar la motivación, cabe
distinguir entre la inmotivación o ausencia de motivación y la motivación
insuficiente. La primera configurada por un vacío total en la información dirigida a
esclarecer los motivos en que se fundamentó la Administración para tomar su
decisión, mientras que la motivación insuficiente tiene lugar cuando a pesar de
existir una expresión referida a los hechos o el derecho aplicado, ésta se presenta
con tal exigüidad que no se logra conocer con exactitud los motivos que dieron lugar
al acto administrativo”.
Existen otros vicios en la forma del acto administrativo, que a pesar de no ser de un
contenido a justificación como otros, son relevantes para la validez del acto. Los más
comunes son algunos de los numerales del artículo 18 de la Ley Orgánica de
Procedimientos Administrativos, como lo son: 1. Nombre del Ministerio u organismo a que
pertenece el órgano que emite el acto, 2. Nombre del órgano que emite el acto, 3 Lugar y
fecha donde el acto es dictado, 4. Nombre de la persona u órgano a quien va dirigido, 6. La
decisión respectiva, si fuere el caso y 8. El sello de la oficina.
En estos casos el acto está viciado por no cumplir los requisitos establecidos en la ley en
cuanto a su forma, pero ello no implica que el órgano que emitió el acto pueda subsanarlos.
31
BREWER-CARÍAS, Allan R. “El Derecho Administrativo y la Ley Orgánica de Procedimientos
Administrativos”, Caracas 2003. Pág. 179.
g. Falta de procedimiento o vicios en él.
32
LARES MARTÍNEZ, Eloy. “Manual de Derecho Administrativo”, Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas,
Universidad Central de Venezuela. P. 187
SEXTA PARTE
LAS NULIDADES DEL ACTO ADMINISTRATIVO
I. Nulidades
La nulidad se entiende como la deficiencia que tiene un acto de producir sus efectos
jurídicos. Como se mencionó anteriormente, los vicios que afectan la validez de un acto
administrativo producen como consecuencia su nulidad, anulabilidad y para algunos
autores su inexistencia.
1. La nulidad absoluta
Estos son los únicos supuestos que producen la nulidad absoluta, en caso de presentarse
cualquier otro vicio diferente a estos, se producirá la anulabilidad.
1.1 Consecuencia de la nulidad absoluta:
Como los actos de nulidad absoluta se entienden como nunca dictados y por ello no
producen efectos, existe la posibilidad de impugnar el acto en cualquier momento, por
carecer de firmeza, tal como lo establece el artículo 83 de la Ley Orgánica de
Procedimientos Administrativo. En consecuencia, al no producir efecto el acto, los
particulares pueden oponerse a su cumplimiento y en caso de ser revocado por la
administración, el acto no produce efectos después de su revocación.
2. Nulidad relativa
II. Diferencias
1. Respecto de la convalidación
En los vicios que produzcan la nulidad absoluta, ellos afectan la totalidad del acto
dejándolo sin efecto alguno, mientras que en la nulidad relativa pueden afectar la totalidad
o parte de los actos administrativos, pero si afectare solo una parte del acto, el resto tendrá
plena validez.
Este análisis permite establecer un orden claro de los efectos que producen
determinados vicios y así poder establecer una correcta estrategia procesal al momento de
recurrir un acto administrativo viciado.
Bibliografía
DIEZ, Manuel María: “El Acto Administrativo”; Segunda Edición, Tipográfica Editora
Argentina, S.A., Buenos Aires, 1961.
LINARES BENZO, Gustavo. “El Derecho Público a los 100 número de la revista de
Derecho Público 1980-2005”, Caracas, 2006.
PENAGOS, Gustavo: “El Acto Administrativo”; Tomo I, Cuarta Edición, Ediciones Librería
del Profesional, Bogotá, 1987.