Fernando Lazaro
Fernando Lazaro
Fernando D. Lázaro
Para enfrentar este desafío, los procesos de Educación Popular se afincan en, al menos,
dos principios: el primero, el reconocer que todo proceso educativo es una práctica
situada en un determinado contexto económico, social, político, ideológico, cultural, tanto
inmediato como global, y que responde -afirmativa o negativamente- a las orientaciones
dominantes de esa sociedad, sus relaciones y sus contradicciones (Jara, 2018:213).
En los últimos años y utilizada asiduamente por el Banco Mundial y otros organismos
mundiales, escuchamos una categoría asociada de manera frecuente a las
educaciones populares que es la inclusión.
Reconocemos múltiples dimensiones de la exclusión. Al pensar desde la institución
escuela podemos dar cuenta de una doble exclusión: la que tiene que ver con la
exclusión en tanto estar fuera de la escuela y la exclusión del conocimiento. Tenemos
que comenzar a tensionar el sentido de la escuela y analizar si realmente el sujeto que
está dentro de ella es un sujeto incluido, cuando la crisis de la escuela pública en
América Latina se manifiesta intensamente en la construcción del conocimiento, si en
esta realidad no vemos que muchas veces un sujeto está más incluido fuera que
dentro de la institución, entendiendo la construcción dela episteme como formas de
relaciones sociales subjetivadas. No se pueden interpretar las desigualdades y
diferencias socioculturales de los estudiantes por fuera de las formas sociales de
valoración y rechazo de ciertos sujetos y grupos. Encontrar el sentido a aprender es
siempre un desafío, la escuela se ha constituido en ese espacio que pretende
administrar saberes supuestamente útiles para una sociedad mercantilizada. Es
imposible pensar una verdadera transformación social sino entendemos a la
transformación como un planteo que se ha de construir en cualquier esfera de la
sociedad: trascender la escuela, trascender el trabajo; la necesidad de construir la
calle, la casa, la plaza, los puertos, en escuelas revolucionarias que interpelan esos
saberes supuestamente útiles para convertirlos en saberes que chocan y destruyen
toda forma de acción que termina en exclusión; donde los sujetos no estén pensando
que el único sentido está en las acciones no válidas, sino validar las acciones de
todos/as, en esa pluralidad de propuestas,para convertirse en un constante
movimiento.
Para Lidia Rodríguez (2003) el mundo se le presenta al hombre como
“objetivación”. Por ello, la educación tiene como una de sus preocupaciones básicas la
toma de conciencia en el sentido de colocar al hecho en un sistema de relaciones, es
decir, de incluirlo en la totalidad de las relaciones sociales. Esta totalidad en las
instituciones educativas es cercenada por la burocracia escolar que pone a la
producción de conocimiento en términos netamente asistencialistas y contenedores.
Dice Marco Mejía(1999):
El Estado condena a sus maestros a una perenne estrechez pecuniaria. Les niega casi
completamente todo medio de elevación económica o cultural y les cierra toda
perspectiva de acceso a una categoría superior. De un lado, carecen los maestros de
posibilidades de bienestar económico; de otro lado, carecen de posibilidades de pro-
greso científico” (Mariátegui, 2001: 57).
Se nos hace necesario, por lo tanto, transitar la construcción a partir del diálogo;que
no es la conversación ingenua y neutral entre dos sujetos, sino que hay otra parte, esa
otra tercera parte que es el objeto, el mediatizador en ese diálogo.¿A quién le
pertenece ese objeto?
Ahí comenzamos a buscar esa „otra verdad‟ de la que hablábamos al inicio de este
artículo. Históricamente las relaciones en términos educativos se basaban en la acción
del o la docentede transmitir los saberes enmarcados en la hegemonía ideológica,la
cultura representativa de una elite que es la que define en términos educativos el
canon escolar, la currícula, etc.
Pero Freirenos plantea que ese objeto no tiene propiedad, que lo bancario en este
planteo político no tiene asidero. Entonces ese objeto se transforma en un acto
creador, porque hay no solo un tú y un yo sino una sociedad, hay un mundo que
circula y donde están inmersas todas las controversias sociales. Ésta es la situación
gnoseológica en tanto construcción del conocimiento.
A modo de conclusión
Es necesario repensar una América del Surteniendo en cuenta ese mundo del que
habla Freire, esas otras situaciones gnoseológicas. Es necesario poder ver a ese
sujeto reconocido como oprimido/a, interpelar junto a él/ellaesa otra verdad, ese otro
mundo, intentado disputar una conciencia de verdad a los opresores.
Es el diálogo el que moviliza, incomoda y asusta a los grupos de poder. Es el
encuentro de esos saberes el que los atemoriza, es la potencia creadora que propicia
lo inédito, son los años de acumulación histórica de luchas y experiencias las que se
comunican cuando el diálogo se propicia. Es ahí cuando las educaciones populares
construyen.
El diálogo en el acto educativo es ese encuentro amoroso, mediatizado por el
mundo. Es en ese pronunciamiento del mundo donde la voz, inicio fundador para
empezar a pensar esa otra verdad, esa otra educación, se hace carne, corazón y
respira. Es en ese pronunciamiento de la palabra donde empezamos a desandar
nuestra propia historia, historia como sujetos oprimidos/asque comienzan a intentar
construir esa otra verdad, verdad que tiene sentido en la pugna por una sociedad más
justa, por una educación que nos enseñe a pensar y una educación en la que estén
inmersas las subjetividades de nuestros propios sentidos y de nuestros propios
sentires.
Tenemos la voz, el cuerpo, el diálogo, la situacióngnoseológica, y el reconocer al
oprimido y al opresor. Entonces necesariamente a esas acciones y a esas reflexiones
necesitamos decirles praxis: ya nos reconocimos como oprimidos entonces nos queda
ahora el puntomás importante, que es la pelea contra esa opresión, encarnada no
necesariamente en esos otros sujetos, sino encarnada en nuestra conciencia objetiva
en muchos casos, transformando esas situaciones, convirtiéndonos en sujetos
transformadores/as emancipadores/as.
La humanidad del siglo XXI tiene ante sí dos caminos diametralmente opuestos: seguir
transitando la vía del capitalismo, cuyas consecuencias serán la destrucción definitiva de
la especie y el planeta; o la generación y concreción de procesos de organización social
alternativos, que generen armonía entre los seres humanos, y entre estos y la
naturaleza(Calzadilla y Carles, 2007:7)
Es en esa integridad que debemos vernos, esa integridad que no solo parte de las
voces y de los cuerpos sino del espíritu.Bolivia en su nueva Ley de Educaciónprodujo
un cambio de paradigma que muchos países tendríamos que lograr transitar. La
necesidad de una educación en la vida y para la vida, en ese Vivir Bien, donde no sólo
nos contactamos con los/as otros/as sino con esa otredad, que es la naturaleza que
nos rodea, y cómo la vamos destruyendo a medida que el capitalismo sigue en pie…
No podemos desarrollar estas educaciones populares sin tener en cuenta también
nuestra relación con las naturalezas y nuestro combate por una forma de vida que nos
haga mirar y respetar la tierra, porque cuando seamos plausibles de considerar a
lanaturaleza como otredad estaremos dando cuenta de un plano de diferencias que
excede los limites de lo establecido e iniciando el verdadero sentido de las diferencias,
o mejor dicho, el más amplio sentido de las diferencias en clave de crecimiento
alternativo y ontológico.
Los caminos de esas otras educaciones son caminos enmarcados en diferentes
propuestas políticas: no plantean recetas mágicas, ni tampoco una metodología para
alcanzar ciertos objetivos.Dónde nos ubicamos en esos caminos es una posición
ideológica, sumamente política, en la que vemos a la escuela, al centro cultural, a la
empresa recuperada, al campo, a cualquier espacio de enseñanza y de aprendizaje
como un lugar propicio para la resistencia y la lucha, la labor contrahegemónica se
constituye como eje primordial. No es un camino recto, es un camino que tiene
espacios que resisten, militantes que luchan, teorías y prácticas que desafían, dicen y
desdicen su binarismo. Es un camino del diálogo, de la liberación del oprimido, de la
praxis política, de las pedagogías críticas latinoamericanasy las educaciones
populares del sur, de acá, de bien abajo. Es un camino de educación liberadora, de las
escuelas del pueblo, de esperanza y amor, de concientización, de autonomía… Un
camino hacia la transformación y la revolución.
Bibliografía