Familias Como Construcción Social

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LAS FAMILIAS COMO CONSTRUCCIÓN SOCIAL

La perspectiva teórica que plantea las familias como construcción social, tiene sus raíces en los
acercamientos fenomenológicos a la realidad, de modo que para llegar a comprender esta visión
de las familias nos referiremos en primer lugar a los postulados básicos de la fenomenología y en
segunda instancia, a la construcción social de la realidad.

I) FENOMENOLOGÍA Y CONSTRUCCIÓN SOCIAL DE LA REALIDAD

Fenomenología

Edmund Husserl (1859-1938), es considerado el fundador de la corriente filosófica llamada


fenomenología, cuyo postulado central se podría resumir con su célebre frase "¡volvamos a las
cosas!”. Veamos entonces, que significaban para él estas palabras:

Con esto Husserl quiere decirnos que cuestionemos nuestra cultura, que no demos por sentado el
mundo tal y como lo hemos recibido, es decir, que discutamos las cosas que hemos aprendido a
través de nuestra socialización. Tomemos el siguiente ejemplo: desde pequeños/as se nos enseña que
las familias están constituidas por un padre, una madre, hijos e hijas. Una de las formas como
aprendemos esto, es a través de los juegos infantiles, en que es habitual jugar al papá y a la mamá,
donde se tienen hijos e hijas y el padre y la madre, asumen distintos roles frente a ello.
Habitualmente el padre trabaja y la madre se preocupa del cuidado de la familia. Cuando
pequeños/as jugamos a esto despreocupadamente y no nos damos cuenta de que estamos
aprendiendo como deberían ser las familias. Estos juegos, sumados a las propias experiencias, es
decir a vivir una forma particular de organización familiar, nos formarán un concepto de lo que es, o
deberían ser las familias. De modo que si nos hemos formado en una, donde existe un padre, una
madre, hijos e hijas, repetiremos ese esquema en nuestros juegos y pensaremos que así son las
familias.

No obstante, Husserl respecto a esto, nos diría que revisemos esta idea y veamos si realmente ello es
así o pueden existir otros modos de constitución familiar. Es decir, que no demos por establecido
que las cosas son, como hemos aprendido que deben ser, puesto que si lográramos cuestionar lo que
hemos aprendido a través de nuestra socialización, podríamos ver cómo se dan los fenómenos en la
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realidad, sin tener el velo de nuestro universo cultural. En otras palabras, el cuestionar lo que hemos
aprendido, nos permitiría ver como se presentan los hechos en la realidad, sin que nuestros propios
valores, normas, costumbres, o los significados que le atribuimos a las cosas y experiencias, nos
hagan ver los sucesos como creemos que son o deberían ser.

Lo anterior ha dado origen al concepto de epoché. A continuación veremos, como ello ha sido
definido desde distintos autores:

a) Para Tom Bottmore y Robert Nisbet la epoché es "...suspender todos los juicios referidos a la
existencia o no del mundo, que originariamente presuponemos como un mundo que está ahí, y que
está ahí tal como se nos aparece". (Tom Bottmore y Robert Nisbet, 1988: 574)

b) Darío Antiseri y Giovani Reale se refieren a la epoché diciendo: "... es colocar entre paréntesis
nuestra convicciones filosóficas, los resultados de las ciencias y las persuasiones que se hayan
arraigadas en aquella actitud natural que nos obliga a creer en la existencia de un mundo de cosas"
(Darío Antiseri y Giovani Reale, 1988: 494)

c) Según Schutz "el fenomenólogo no niega la existencia del mundo externo, pero para sus fines
analíticos decide suspender la creencia de su existencia, es decir, abstenerse intencional y
sistemáticamente de todo juicio relacionado directa o indirectamente con la existencia del mundo
externo" (Alfred Schutz, 1962: 115)

Como hemos visto, la epoché consiste en la capacidad de poner entre paréntesis todos los juicios a
priori que tenemos sobre las cosas. Es decir, es el intento de mirar los fenómenos dejando de lado las
convicciones que guían nuestra actitud natural, o sea, nuestra actitud cotidiana. Dicho de otro modo
la epoché consiste en dejar de lado los juicios que tenemos sobre los sucesos de la vida cotidiana,
para poder interpretar la realidad tal cual se nos está presentando. Por lo tanto, podemos decir que el
objetivo de la epoché es el desocultamiento de un mundo que la mayoría de las veces no
cuestionamos, por lo tanto lo que se intenta con su ejercicio, es descubrir cual es el significado que
este mundo tiene para las personas con quienes trabajamos. En otras palabras, si somos capaces de
ejercitar la epoché, no interpretaremos los sucesos a partir de nuestras preconcepciones y por lo
tanto, podremos conocer cuales son los significados que las otras personas le asignan a determinados
sucesos. Por el contrario, si interpretamos la realidad a partir de cómo creemos que deberían ser las
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cosas, ello no nos permitirá conocer los significados que las otras personas le asignan a una realidad
particular. Por ejemplo, si nosotros pensamos que la mejor forma de organización familiar, es que el
padre trabaje y la madre cuide de los hijos e hijas y sobre la base de ese pensamiento interpretamos
la realidad, ello no nos permitirá conocer los significados que tienen para las familias otras formas
de organización. De modo que no comprenderemos, por ejemplo, por qué el padre permanece en el
hogar cuidando de los hijos e hijas y la madre trabaja fuera, sino que asumiremos que esa forma de
organización familiar no es la más adecuada, puesto que hemos sido socializados/as en una cultura
donde, habitualmente quien cuida de los hijos e hijas es la madre y quien trabaja fuera del hogar es
el padre.

En suma, podemos decir que esta perspectiva filosófica plantea que la/el “fenomenólogo quiere
entender los fenómenos sociales desde la propia perspectiva del actor. Examina el modo en que se
experimenta el mundo. La realidad que importa es la que las personas perciben como importante".
(Bodgan y Taylor, 1987:16) En otras palabras, lo que se intenta es poner entre paréntesis nuestras
pre-concepciones de la realidad para comprender los sucesos desde la perspectiva de las otras
personas.

Anteriormente hemos dicho que para llegar a comprender la perspectiva de las familias como
construcción social, revisaríamos los postulados centrales de la fenomenología y que
posteriormente examinaríamos los aspectos básicos de los planteamientos respecto a la
construcción social de la realidad. Veamos entonces de que se trata dicha perspectiva.

Construcción social de la realidad

Los postulados de la fenomenología se plasman en la idea de que la realidad es socialmente


construida, es decir, que la sociedad es construida por nosotros/as. A continuación veremos como
se realiza este proceso de acuerdo a los planteamientos de Berger y Luckmann (1994)

Dichos autores, argumentan que cuando nacemos el orden social ya está establecido, es decir, la
sociedad se encuentra estructurada en base a un deber ser. En otras palabras, cuando nacemos,
arribamos a una sociedad que ya está ordenada, es decir, que tiene instituciones, normas, valores,
costumbres, significados, etcétera. O sea, llegamos a una cultura que existe desde antes que

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nosotros naciéramos y que ha sido socialmente construida. Sobre esta base, surge la pregunta
respecto a ¿cómo es que se construye la realidad social?

Para acercarnos a ello, es necesario aludir a dos distinciones que hacen estos autores, ello es, que
la sociedad se construye como una realidad subjetiva, pero también como una realidad objetiva.
En las líneas siguientes veremos de que se trata esto.

a) La sociedad como realidad subjetiva: Como hemos dicho antes, la sociedad existe con
determinadas características antes de que nosotros naciéramos, por lo que cada persona interpreta
los hechos y las peculiaridades de la sociedad de acuerdo a sus experiencias particulares. En otras
palabras, acorde a nuestra historia personal interpretamos la realidad en que vivimos. Esto ha
quedado ilustrado en el ejemplo que mencionamos anteriormente respecto a cómo se va
formando el concepto de familia a través de los juegos infantiles y el tipo de organización
familiar en que se vivió. Ello constituye nuestra subjetividad, a partir de la cual interpretamos
todo lo que sucede a nuestro alrededor. Por ejemplo, si un niño se desarrolla en un ambiente
familiar en que el padre golpea a la madre, ello será parte de la historia personal del pequeño y
posteriormente interpretará las relaciones de pareja a partir de esa experiencia personal. Es decir,
a partir de su subjetividad, por lo que probablemente, cuando él forme pareja golpeará a la mujer,
puesto que dentro de su subjetividad existe que los hombres pueden golpear a las mujeres.

Por otra parte, también debemos considerar que vivimos en constante intercambio con otras
personas, es decir, nos relaciones a partir de la subjetividad de cada uno/a, ello es, interactuamos
sobre la base de nuestras historias personales. En otras palabras, nos relacionamos
intersubjetivamente. Este hecho es particularmente relevante al momento del trabajo con los
conflictos entre las parejas, puesto que cada miembro de ella, actuará sobre la base de su historia
personal.

b) La sociedad como realidad objetiva: La sociedad también se construye como una realidad
objetiva, a través de un proceso que se lleva a cabo en las siguientes etapas:

1) Objetivación de la realidad
2) Institucionalización de la realidad
3) Legitimación de la realidad
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A continuación revisaremos cada una de ellas:

1) Objetivación de la realidad: A través de este procedimiento se objetiva lo que ha sido


construido a partir de la intersubjetividad. Es decir, la objetivación de la realidad corresponde al
proceso por el cual tomamos distancia de las actuaciones humanas y las interpretamos como parte
“natural” de la sociedad. Tomemos el ejemplo del derecho a voto femenino. Como bien sabemos
antes de la década del 1940, las mujeres en Chile, no teníamos derecho a voto, pero hubo un
grupo de ellas, -en cuya subjetividad existía la idea de que tanto hombres como mujeres tenían
derecho a elegir a sus autoridades-, que a través de sus actuaciones intersubjetivas, es decir a
través de interacciones entre personas en cuya subjetividad se encontraba que las mujeres
también tenían derecho a votar, lograron con el paso de los años, que ello se fuera haciendo cada
vez más evidente en la sociedad, hasta que finalmente se consiguió el derecho al voto femenino.
Este derecho ha sido transmitido de generación en generación y en el presente, ninguna de
nosotras se pregunta siquiera, tiene o no tal derecho, sino que el acudir a emitir nuestro voto es
algo “natural”. Es decir, ese derecho a dejado de ser una idea perteneciente a la esfera de lo
subjetivo o de lo personal y se ha objetivado, de modo que hoy el voto femenino es una realidad
objetiva y la vivimos como algo “natural”. Veamos este mismo proceso de forma esquemática:

Proceso de objetivación de la realidad

1) Subjetividad (las ideas 2) Intersubjetividad (interacción


personales) con otras personas a partir de la
historia personal)

4) Transmisión de generación en 3) Generación de consensos


generación (conceptos, valores, juicios, etc.)

5) Alejamiento de la subjetividad 6) Objetivación de la realidad


(hecho distanciado de la esfera de (realidad como algo “natural”)
lo personal)

Fig. 16

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Como hemos dicho anteriormente, la construcción social de la realidad se desarrolla en diferentes
etapas. Hasta el momento hemos descrito la fase de objetivación, por lo que a continuación
veremos las etapas de institucionalización y legitimación de la realidad.

2) Institucionalización de la realidad: Muchas de estas objetivaciones (Fig. 16) se convierten


posteriormente en instituciones. En nuestro ejemplo, la idea subjetiva de que las mujeres también
tenían derecho a voto, se ha institucionalizado, es decir, se legisló sobre ello y hoy forma parte de
los derechos constitucionales de las mujeres en nuestro país. Estas instituciones se experimentan
como exteriores a las personas, es decir, se han apartado de nuestra subjetividad y las vivimos
como algo evidente, obvio o “natural”.

3)Legitimación de la realidad: Una vez que las acciones humanas se convierten en instituciones,
éstas deben ser legitimadas por las personas. Dicho proceso es logrado a través de la
internalización de la realidad. En otras palabras, legitimamos la realidad a partir de nuestra
socialización. En la internalización de la realidad o socialización los “otros significantes”, de los
que habíamos hablado con anterioridad, aparecen como centrales, ya que son personas, que
tienen algún grado de significatividad para nosotros y nos transmiten la realidad a partir de su
visión subjetiva del mundo. En otras palabras, nos traspasan una realidad socialmente construida
y que incorporamos a nuestra subjetividad fundamentalmente a través del lenguaje verbal y no
verbal, completándose así el proceso de construcción social de la realidad.

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Veamos este proceso de un modo esquemático:

Construcción Social de la Realidad

La sociedad como realidad La sociedad como realidad


subjetiva objetiva

Objetivación de la realidad Legitimación de la realidad

Institucionalización de la realidad

Fig. 17

Recordemos que nos encontramos revisando la perspectiva de las familias como construcción
social y que hemos dicho que este enfoque tiene sus raíces en la fenomenología y en la
construcción social de la realidad. A continuación veremos como esto ha sido aplicado al estudio
e intervención en las familias.

La construcción cotidiana de la realidad familiar: Las familias como discurso

De acuerdo los planteamientos de Gubrium y Holstein (1990), el concepto de discurso familiar


hace referencia tanto a la noción de familia, como a los procesos que constituyen la realidad
doméstica. Es decir el discurso familiar corresponde a los sentidos que se otorgan, tanto al
concepto de familia, como a las interacciones entre sus miembros. De modo que para estos
autores, las familias corresponden a una forma de asignar significados a las relaciones
interpersonales. Las familias son por tanto, “proyectos” que se realizan a través del discurso

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(Gubrium, 1988). En otras palabras, desde la perspectiva del discurso familiar, se asume que las
familias son una forma de interpretar y organizar las relaciones sociales. Es decir, desde este
enfoque se considera que términos tales como hermano, hermana, madre o padre, entre otros, son
recursos para organizar descriptivamente los vínculos humanos.

Según estos autores, el discurso familiar no son sólo meras palabras o descripciones, sino que es
una forma de legitimación de la realidad familiar, puesto que a través del discurso se transmiten
ideas aparentemente compartidas por la sociedad respecto de la vida en familia. Es decir, a través
del discurso se relacionan ciertos significados con determinados vínculos sociales, por ejemplo,
cuidado, se asocia con madre o padre; hermano o hermana con compartir; familia con protección
y afecto; etcétera. De modo a que a través del discurso familiar se va conformando una idea de lo
que son o deberían ser las familias.

De acuerdo a los planteamientos de estos autores, las descripciones de las familias deben revelar
el carácter socialmente construido de las familias. En otras palabras, la elaboración de los
conceptos relativos a las familias, deben reflejar los significados asociados a la vida familiar y a
los vínculos sociales. De modo que un concepto de familia deberá estar constituido por los
significados que las personas le otorguen a las denominaciones de padre, madre, hermana,
hermano, hijo, hija etcétera y por los componentes que van generando la vida al interior de las
familias. Desde esta perspectiva teórica se asume, congruentemente con los postulados de la
fenomenología, que una familia es lo que las personas entienden por ello, a partir de lo que les
han transmitido y de lo que han vivido.

“Desde esta perspectiva centrada en el uso del lenguaje, se subraya el discurso familiar como el
aspecto principal de la organización social de la familia”. (Gracia y Musitu, 2000: 170) Es decir,
las formas de vida y constitución familiar que consideramos como válidas, son las que nos han
sido transmitidas como tales a través del discurso referente a las familias. De modo que sobre esa
base, nos organizamos en cuanto a las relaciones interpersonales y a los roles que deberán
cumplirse para constituir una familia. De manera que, si hemos internalizado que las familias
deben estar constituidas por un padre, una madre, hijos e hijas, que deben protegerse y cuidarse
mutuamente, ese será nuestro concepto de familia. Si por el contrario, hemos aprendido que una
familia es una madre y su hijo que viven en hogares diferentes pero que tienen lazos afectivos
férreos, esa será nuestra noción de familia. Del mismo modo, si hemos internalizado a través del
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lenguaje familiar, que las relaciones entre padre e hija deben tener determinadas características,
esperaremos que las relaciones entre estas dos personas posean tales particularidades. En otras
palabras, la idea central de la perspectiva de las familias como discursos, es que el mundo social
se hace concreto y adquiere significado a través de la interacción y del habla cotidiana. (Gracia y
Musitu, 2000)

Desde esta perspectiva teórica se considera que el proceso de la construcción social de la realidad
es la base para la constitución de las familias. Es decir, que las formas de organización familiar y
los significados que le otorgamos a ello, se estructuran sobre la base de las familias como
realidad subjetiva y también como realidad objetiva, siguiendo el mismo proceso de construcción
social de la realidad que hemos descrito con anterioridad (Fig. 17). En otras palabras las nociones
respecto a lo que son las familias y las interacciones que se producen al interior de ellas, son
socialmente construidas.

Conceptos básicos

1) El mundo cotidiano dado por supuesto: Como hemos dicho anteriormente, cuando nacemos
arribamos a una sociedad que ya ha sido estructurada, por lo que damos por obvio todo lo que
vivimos cotidianamente. Ello corresponde a la “actitud natural” de la que nos hablan los
fenomenólogos y con lo que quieren señalarnos que experimentamos la vida cotidiana como
incuestionable y real. Es un mundo en el cual nacemos y presuponemos que existió antes, en el que
hay ordenamientos y objetos bien definidos y con determinadas características, es decir que la
realidad de la vida cotidiana es evidente por sí misma, por lo tanto no la cuestionamos. En otras
palabras, en la actitud natural, no existen dudas respecto a la realidad del mundo y por lo tanto, se
da por sentado que el mundo cotidiano tiene una existencia independiente de nosotros/as. De
modo que en lo relativo a las familias, también en la vida cotidiana damos por supuesto, que
ciertos vínculos interpersonales son familiares y otros no. “Como apuntan Gubrium y Holstein,
hogares, casas, familiares, matrimonios y familias son parte de ese mundo cotidiano que
aceptamos como algo obvio.” (Gracia y Musitu, 2000:171) Dicho de otro modo, en nuestra
actitud cotidiana es “natural” que las personas tengan una familia, contraigan matrimonio, tengan
hijos e hijas, etcétera. Tomemos el ejemplo de una pareja que lleva ocho años de matrimonio y no
han tenido hijos ni hijas. Es habitual que quienes les rodean pregunten si no han podido

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engendrarlos, puesto que en la actitud natural de las personas, existe la idea de que los
matrimonios deben tener hijas o hijos y cuando ello no es así, aparece como fuera de lo “normal”.

2) Intersubjetividad: Como hemos dicho con anterioridad, interactuamos constantemente con


otras personas, es decir nos relacionamos "cara a cara" con otros sujetos a partir de nuestra
subjetividad y la de las otras personas. Estas subjetividades se entremezclan en un continuo
intercambio entre nuestras expresiones y las de las personas con quienes estamos interactuando. Es
así como nos relacionamos a través de lo que hemos aprehendido como real, que en el caso de las
familias será lo que hemos internalizado respecto a lo que es una hija, un padre, una madre, un
hermano, un hogar, una familia, etcétera. Tomemos el ejemplo de una pareja en que la mujer piensa
que debe encargarse del cuidado de su familia y el hombre piensa que ella debe trabajar
remuneradamente fuera del hogar. Es decir que, desde la subjetividad de la mujer su rol es el
cuidado de su familia y desde la subjetividad del hombre, el rol de ella es aportar económicamente al
hogar. En la vida cotidiana, esta pareja actuará intersubjetivamente, es decir, cada uno desde su
propia subjetividad interpretarán el rol que le cabe a la mujer dentro de la familia. Ello es
particularmente relevante para quienes trabajamos en el ámbito de los conflictos familiares, puesto
que la intersubjetividad podría ser motivo de disputas familiares.

3) Repertorio de conocimientos: Según los planteamientos de Gubrium y Holstein (1993), las


ideas particulares referidas a un ámbito especifico como por ejemplo las familias, junto con otras
ideas, teorías, valores, actitudes, hipótesis y conceptos, forman parte de nuestros conocimientos
acerca del mundo cotidiano y constituyen lo que los fenomenólogos denominan repertorio de
conocimientos o cuerpo de significados y de acuerdo a los cuales actuamos en nuestra vida
cotidiana. Es decir, a partir de ese repertorio de conocimientos vinculamos ciertas cosas o
acciones a determinados significados y actuamos conforme a ello. Así por ejemplo, si en el
repertorio de conocimientos de una madre está la idea de que las mujeres deben trabajar fuera del
hogar y el cuidado infantil puede delegarse a instituciones, como jardines infantiles y salas cunas,
actuará conforme a ello, es decir, trabajará fuera de su casa y delegará el cuidado de sus hijos o
hijas. Si por el contrario, en el repertorio de conocimientos de esta madre se encuentra la idea de
que las mujeres deben ser responsables del cuidado infantil y permanecer en su hogar, no
trabajará fuera de él y se ocupará del cuidado de sus hijos o hijas.

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De acuerdo con estos autores, diferentes cuerpos de significados revelan mundos distintos, como
por ejemplo, nuestras ideas sobre el trabajo remunerado, constituyen el mundo laboral.
Igualmente, nuestras convicciones sobre las relaciones interpersonales con quienes elegimos y no
son nuestra familia, conformarán el mundo de las amistades. De manera que, como hemos dicho
con anterioridad, de acuerdo a esta perspectiva teórica, el repertorio de significados que se
utilizan para organizar las relaciones sociales constituyen el mundo de la vida familiar. Por lo que
las familias se entenderían entonces en términos de las acciones, actividades y prácticas que
vinculan significados a la conducta familiar. En otras palabras, para comprender a las familias
deberemos interpretar los significados que sus miembros le otorgan a sus acciones, conductas,
actividades, formas de organización cotidiana, etcétera.

ÁREAS DE APLICACIÓN, CRITICAS Y LIMITACIONES

Como ha sido habitual, luego de describir los conceptos centrales de la fenomenología y la


construcción social de la realidad y su aplicación al ámbito de las familias. Presentaremos
esquemáticamente en los cuadros siguientes, de acuerdo a lo expuesto por Gracia y Musitu
(2000), las áreas en que ha sido aplicada esta teoría y las críticas y limitaciones que se le han
planteado.

ÁREAS DE APLICACIÓN
Indagaciones respecto a los símbolos que las Aplicaciones prácticas del discurso familiar, es
personas usan para representar la vida familiar decir, cómo se ha usado del concepto de familia
y respecto a cómo se organizan en la vida para definir vínculos sociales. Cómo se
cotidiana. construyen las responsabilidades familiares y
cómo se toman las decisiones familiares desde
la intersubjetividad.
Investigaciones sobre la forma como las Análisis sobre la construcción social de la
familias se organizan en un tiempo y lugar realidad en el matrimonio y en las familias y en
determinados y cómo van cambiando sus los roles que les competen a hombres y mujeres
repertorios de conocimientos acerca de la vida en la vida familiar.
familiar en el mundo contemporáneo.
Aplicaciones en el ámbito de la terapia familiar,
donde ésta se concibe como una conversación,
más que como una intervención y donde
terapeutas y miembros de las familias
construyen conjuntamente soluciones.
Fig. 18

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CRÍTICAS Y LIMITACIONES
Sería ingenuo pensar que los datos obtenidos No consideraría aspectos macrosociales e
desde la realidad equivalen a ella y que es históricos y tampoco aspectos centrales de la
posible suspender los juicios sobre la realidad vida familiar como por ejemplo, la distribución
que se observa. del poder.

Se centraría sólo en el análisis de los discursos


obviando los determinantes socio-estructurales
de la conducta humana, como por ejemplo, el
estrato socioeconómico, el género, la edad,
etcétera.
Fig. 19

II) PENSAMIENTO CRITICO Y ENFOQUE DE GÉNERO

El pensamiento crítico se centra en la idea de que no basta con hacer una ciencia social
meramente explicativa como es el caso de los dos primeros enfoques para comprender a las
familias que hemos descrito, que como recordaremos corresponden a las familias vistas como
interacción y como sistemas. Como tampoco sería suficiente hacer una ciencia social descriptiva,
como es la interpretación de las familias desde la fenomenología y la construcción social de la
realidad que acabamos de revisar. Sino que dicho proceso -el de construcción social de la
realidad- debe analizarse desde una mirada crítica y emancipadora. Es decir, las ciencias sociales
no sólo deberían intentar describir e interpretar los significados y las formas como se ordena la
sociedad, sino que además deberían intentar liberar a los seres humanos de las desigualdades que
se producen con motivo de las clases sociales, el género, la edad, las etnias, etcétera. De modo
que el pensamiento crítico “propone un acercamiento a la sociedad humana no sólo en términos
de su existencia actual, sino también en el contexto de lo que contiene en términos de su posible
futuro.” (Gracia y Musitu, 2000: 175) En otras palabras, el pensamiento crítico manifiesta la
necesidad de analizar la sociedad en términos de lo que sucederá, si se mantienen las condiciones
actuales de desigualdad y opresión en que viven muchas personas.

Igualmente Gracia y Musitu, (2000) plantean siguiendo a Munné (1996) que “la teoría crítica gira
en torno a la familia y la autoridad, los prejuicios sociales, las formas totalitarias de poder, etc.,
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con un fondo que siempre es de carácter sociopolítico y ético. También Sabucedo y otros (1997)
subrayan que la teoría crítica trata de situar al individuo en el medio social en el que está inserto y
de tomar conciencia de las determinaciones históricas e ideológicas de su comportamiento”
(Gracia y Musitu, 2000:176)

Una de las vertientes del pensamiento crítico es el enfoque de género, que revisaremos
brevemente a continuación.

Enfoque de género

En concordancia con los postulados del pensamiento crítico y emancipador, esta perspectiva
considera que las relaciones de género existentes y la subordinación de la mujer al mundo
masculino son inaceptables y por lo tanto, son situaciones que necesitan cambiarse. (Gracia y
Musitu, 2000) De manera que los postulados del enfoque de género, tratan no sólo de conocer el
mundo, sino también de cambiar las desigualdades existentes entre hombres y mujeres.

De acuerdo a lo expuesto por Thorne y Yalom (1982), una de las características del acercamiento
desde el enfoque de género, al estudio de las familias, es el reto que plantea al repensarlas. Puesto
que desde esta perspectiva se cuestionan tres supuestos ampliamente compartidos por las miradas
tradicionales respecto a las familias, dichas creencias son:

a) La ideología de la “familia monolítica”, es decir, basada en un sólo tipo de familia,


conformada habitualmente por un padre, una madre, hijos e hijas.

c) La suposición de que la familia es natural o biológica

d) Los análisis que solidifican los ideales familiares en función de roles y funciones rígidas

Por otra parte, desde esta perspectiva, se propone la necesidad de romper con “la imagen de la
familia como el lugar donde tienen lugar las relaciones armoniosas y afectuosas, subrayando que
la familia también constituye el escenario donde tiene lugar el control y la subordinación de la
mujer.” (Gracia y Musitu, 2000: 176) Igualmente, desde la perspectiva de género se plantea la
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preocupación por las desigualdades en las relaciones entre hombres y mujeres, puesto que tal
como se han establecido, presentan opresiones para ambos géneros. De modo que desde esta
perspectiva se propone transformar la estructura social y de las familias, hacia una en que no
existan desigualdades y jerarquías basadas en el género.

De acuerdo a los planteamientos de Debra Kaufman (1990), los acercamientos desde la


perspectiva de género permiten ilustrar la construcción social de las familias y de las relaciones
entre hombres y mujeres. De modo que el análisis desde este enfoque, no se sitúa sólo en el
mundo socialmente construido de la persona, sino que desde una perspectiva crítica, se pregunta
por la forma en que la realidad subjetiva, es decir la realidad válida para una persona, se
configura y organiza, así como cuáles son las “trayectorias históricas” o “relaciones sociales” en
las que esa persona está inmersa y por lo tanto “desde donde” construye su realidad subjetiva.

La construcción social del género en las familias y la sociedad

Para adentrarnos en la construcción social del género, debemos en primera instancia hacer una
distinción entre los conceptos de:

a) Sexo
b) Género

Revisemos cada uno de ellos:

a) Sexo: Se refiere a las características biológicas de una persona, es decir, el sexo puede ser
mujer u hombre y,

b) Género: Hace referencia a las características que se atribuyen culturalmente a cada uno de los
sexos, es decir el género es una construcción social de la realidad y puede ser femenino o
masculino.

De manera que a través del proceso de construcción social de la realidad, que hemos descrito con
anterioridad (Fig. 17), se han establecido diferentes características ligadas al sexo que
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constituyen lo que entendemos como “masculino” y “femenino”. En otras palabras, se han
asociado cualidades específicas a cada uno de los sexos que nos llevan a entender lo femenino y
lo masculino como algo natural y no como algo cultural.

Siguiendo los planteamientos de Klein y White (1996), diremos que, desde la perspectiva de la
construcción social del género en las familias y en la sociedad, la socialización al interior de las
familias ha fomentado la división sexual del trabajo. En otras palabras, desde pequeños los
hombres aprenden que su rol en la sociedad es trabajar remuneradamente fuera del hogar y por
tanto hacerse cargo del sustento económico de su familia, mientras que a las niñas se les prepara
para el cuidado de los hijos e hijas. Como hemos visto anteriormente, en el proceso de
construcción social de la realidad, ésta se objetiva, se internaliza y se legitima, por lo tanto, el
juego con muñecas para las niñas, que es vedado para los niños y la organización familiar, en que
la madre cuida de la familia y el padre trabaja fuera del hogar y la transmisión de estos esquemas
de generación en generación, hacen que se objetive la idea subjetiva de que las mujeres deben
cuidar de la familia y los hombres deben trabajar fuera del hogar. En otras palabras, la
socialización nos induce a que veamos como natural algo que ha sido socialmente construido,
puesto que no hay razón biológica, -excepto la gestación y el amamantamiento, que tienen un
período de tiempo limitado- que indique que las mujeres deben cuidar de las familias, como
tampoco las hay, para argumentar que los hombres deben sustentarla económicamente. Por lo
tanto dicha forma de organización familiar, estaría lejos de ser natural y por el contrario
correspondería a una realidad socialmente construida y por lo tanto susceptible de ser modificada.
Es así como autores tales como Berk (1985) o Ferree (1990), consideran que las familias
constituyen el principal componente en la reproducción de las relaciones de género y en la
división sexual del trabajo y que la ideología familiar se utiliza para realizar y legitimar
llamamientos al sacrificio de las mujeres en las familias.

Desde esta perspectiva, las familias se entienden como una ideología que determina las relaciones
de género, es decir las relaciones entre hombres y mujeres, donde habitualmente se produce la
subordinación de las mujeres y las desigualdades entre los géneros en lo relativo a las
oportunidades laborales, económicas y de desarrollo personal individual. Tomemos el ejemplo de
una pareja en que ambos han sido socializados, bajo la idea de que los hombres deben trabajar
remuneradamente fuera del hogar todo el día y las mujeres deben permanecer al cuidado de su
familia durante la totalidad del tiempo, de manera que al momento de formar una familia, se han
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organizado de ese modo. Desde la perspectiva de género, ello produciría, entre otras cosas,
dependencia económica de las mujeres, lo que obstaculizaría parte de su desarrollo individual y
por otra parte, limitaría la realización emocional de los hombres, al coartar su permanencia
familiar. En otras palabras, se producen desigualdades entre los géneros, dado que las mujeres no
tendrán oportunidades de desarrollarse como profesionales o trabajadoras, ello es, no tendrán
oportunidades de un desarrollo individual pleno, mientras que los hombres deberán sobrellevar el
sustento familiar, con el consiguiente distanciamiento emocional de sus hijos e hijas, ya que
deberán dedicar gran parte de la jornada, al trabajo remunerado fuera del hogar.

Desde esta perspectiva teórica, se asume que las familias constituyen una ideología puesto que en
su seno se legitima la idea de la equiparación de las mujeres con la familia y por lo tanto su
asociación con la esfera de lo privado, mientras que se asocia a los hombres con el trabajo
remunerado y por lo tanto con la esfera de lo público. De acuerdo con Osmond y Thorne (1993),
la división ideológica y material entre lo publico y lo privado, donde se equipara a los hombres
con la sociedad pública y las mujeres con la familia privada, es una división básica que se
produce en la organización social y de las familias, que determinan las relaciones de género y
habitualmente la subordinación de la mujer. Según los planteamientos de Myra Ferre (1990), la
equiparación mujer-familia, bloquea la percepción de las mujeres como miembros individuales
de la sociedad y como personas involucradas en diversas instituciones. Del mismo modo, la
equiparación hombre-trabajo remunerado, limita la percepción de los hombres como seres
emocionales y afectivos. Por lo tanto, ambas asociaciones producen desigualdades entre los
géneros.

De esta ideología tradicional de división del trabajo según los sexos, se derivarían consecuencias
tales como por ejemplo, la remuneración más baja para las mujeres por la realización del mismo
tipo de trabajo que los hombres, puesto que se asume socialmente que los hombres son quienes
sustentan económicamente el hogar y las mujeres, si trabajan de manera remunerada, sólo aportan
a ello, puesto que se considera “natural” que las mujeres se ocupen del cuidado emocional de las
familias y no de su sustento económico. Otra consecuencia de esta ideología tradicional, sería por
ejemplo, las dificultades con que tanto las familias, como los hombres en particular, enfrentan la
cesantía masculina, ya que la asociación hombre-trabajo, produce un deterioro no sólo en el
ámbito de lo económico, sino además en lo psicológico, siendo ello un fenómeno particularmente
difícil de enfrentar para los hombres, que han sido socializados en esta asociación hombre-
72
trabajo. Como podemos notar, este punto es particularmente relevante al momento de trabajar con
los conflictos familiares.

Es así como, desde la perspectiva de la construcción social de género en las familias y en la


sociedad, se cuestionan los acercamientos más tradicionales al estudio e intervención familiar, ya
que éstos asumirían generalmente que las mujeres son elementos inseparables de las familias y
mientras que los hombres lo son del trabajo remunerado. De modo que, siguiendo los postulados
de Myra Ferre (1990), diremos que desde esta perspectiva teórica, se propone que el estudio de la
experiencia del género en el contexto familiar, no debe limitarse a la conducta dentro del hogar,
puesto que existe también una importante conexión entre el hogar y la economía, que ha llevado a
analizar a las familias como el lugar donde también se forja la relación entre trabajo y género. De
acuerdo a esta autora, la ideología de “esferas separadas” entre lo público y lo privado, es lo que
ha oscurecido las relaciones entre las familias y el trabajo. Dado que si se tratara a mujeres y
hombres como miembros de las familias y simultáneamente como trabajadores y se reconociera
el significado del trabajo remunerado y el trabajo no pagado en el hogar, en términos de género,
así como sus condicionantes macrosociales, se facilitaría la comprensión del contexto en el que
las familias construyen sus relaciones de género, en su funcionamiento cotidiano, lo que
posibilitaría una mejor comprensión de los procesos que se viven al interior de las familias y de
sus posibilidades de transformación. En otras palabras, si se reconociera que existe un trabajo
remunerado y otro no remunerado que se desarrolla al interior del hogar y si además, se
reconociera que ello está influido culturalmente, por las connotaciones que se dan a cada uno de
esos trabajos, se podría comprender el contexto en que se desarrollan cotidianamente las familias;
lo que permitiría apoyarlas para que tanto hombres como mujeres, sean reconocidos como
miembros de las familias y simultáneamente como trabajadores.

73
Conceptos básicos

1) Género: Como hemos dicho con anterioridad, existen diferencias entre los conceptos de
género y sexo. Recordémoslo de un modo esquemático:

EL SEXO ES EL GÉNERO ES

Biológico Cultural

Congénito Aprendido socialmente


Puede variar de una cultura a
Universal otra
Fig. 20

De manera que como comentamos anteriormente, el concepto de género se refiere a las


construcciones sociales que se han establecido en torno a las diferencias entre los sexos, es decir,
se han atribuido determinadas características al hecho de ser mujer u hombre. No obstante,
tradicionalmente el género se ha tratado como algo natural, puesto que se ha asumido que los
estereotipos de roles o las características atribuidas a los sexos, son biológicas. Por ejemplo, se
asume que es natural que las mujeres se encarguen del cuidado emocional de las familias, puesto
que su “naturaleza” sería más afectiva que la de los hombres. Para quienes a su vez, sería
“natural” tener el poder en las familias, o sea, ser “el jefe del hogar”, puesto que su “naturaleza”
sería más racional que la de las mujeres. Sin embargo, desde la perspectiva de la construcción
social del género, se argumenta que es la cultura y no la naturaleza, la que construye categorías
de rol dicotómicas, tales como masculino o femenino. En otras palabras, desde este enfoque se
argumenta que se socializa a los hombres para que sean masculinos y a las mujeres para que sean
femeninas. Siguiendo con nuestro ejemplo, como sabemos a los varones desde pequeños se les
dice “los hombres no lloran”, “los hombres no sienten miedo”, etcétera. Es decir, a los varones
desde pequeños se les coarta su desarrollo emocional, por lo tanto, no se trata de que su
“naturaleza” sea racional, sino que han sido educados así. En el caso de las mujeres, entre otras
cosas, desde pequeñas deben contar con la aprobación del padre y a veces de los hermanos, para
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realizar determinadas acciones, como por ejemplo, para ir a una fiesta. Es habitual que la madre,
frente a la petición de permiso, diga “no sé, pregúntale a tu papá”, en caso de no existir éste,
generalmente es reemplazado por el hermano mayor, quien también tiene incidencia sobre la
madre. Por lo tanto, las mujeres internalizan desde pequeñas que quienes deben tomar decisiones
son los hombres, por lo tanto, desde la perspectiva de género, no se trata de que tal habilidad no
esté en la “naturaleza” femenina, sino que las mujeres son educadas de ese modo. Evidentemente
estas diferencias producen desigualdades entre los géneros, por lo que según Joan Scott (1988), el
género es una forma primaria de significar las relaciones de poder.

Asimismo, desde esta perspectiva teórica se argumenta que la sociedad ejerce control sobre la
conducta humana, a través de la socialización de hombres y mujeres en diferentes roles sociales
que definen qué se considera apropiado y “natural” para cada género. Es así como el proceso de
identificación con la masculinidad o feminidad comienza en la infancia y continúa a lo largo de la
vida de las personas, puesto que existen expectativas de rol. Es decir, expectativas con respecto a
las conductas que cada género deberá tener, en las interacciones que se desarrollan tanto en el
hogar, como fuera de las familias (Smith, 1995).

Finalmente, siguiendo los planteamientos de Sonia Montecino y Carla Donoso (2000) diremos el
concepto de género puede ser aplicado desde un enfoque:

a) Social: Donde se analizan los ámbitos relativos al trabajo, la política y la economía.

b) Simbólico: Donde se analizan áreas tales como el lenguaje, las identidades, los valores y
creencias y las ideologías de género.

2) Estereotipos de roles: Los roles se entienden como tareas, actividades, formas de actuar,
etcétera, Es decir, corresponden a pautas de acción y comportamiento que han sido socialmente
construidas para cada uno de los géneros, puesto que como hemos dicho anteriormente no existen
razones biológicas para asumir que tales características son naturales. De manera que involucran
ciertas expectativas respecto a lo que deben hacer y a cómo deben ser, tanto las mujeres, como
los hombres. Por lo tanto, los estereotipos de roles corresponden a la una visión pre-concebida de
que es lo que correspondería a cada uno de los géneros.

75
Veamos a continuación un cuadro con algunos ejemplos de estereotipos de roles:

LAS MUJERES SON LOS HOMBRES SON

Dulces, tiernas, finas Rudos, bruscos, toscos

Fieles, cariñosas Infieles, fríos

Pasivas sexualmente Activos sexualmente

Histéricas e impulsivas Calmados y reflexivos

Intuitivas, dependientes Inteligentes, independientes

Gastadoras, cobardes Ahorrativos, audaces


Fig. 21

LAS MUJERES DEBEN LOS HOMBRES DEBEN

Cuidar emocional y Sustentar económicamente


físicamente a sus familias a sus familias

Tener una sola pareja sexual Tener distintas parejas


sexuales

Ser femeninas Demostrar su masculinidad

Ser sumisas en el hogar Ser autoridad en el hogar


Dominar todas actividades Dominar todas actividades
concernientes a la esfera de concernientes a la esfera de
lo privado lo público
Fig.22

76
ÁREAS DE APLICACIÓN, CRITICAS Y LIMITACIONES

Del mismo modo que en las ocasiones anteriores, luego de describir los conceptos centrales del
pensamiento crítico y de el enfoque de género y su aplicación al ámbito de las familias.
Presentaremos esquemáticamente en los cuadros siguientes, de acuerdo a lo expuesto por Gracia
y Musitu (2000), las áreas en que ha sido aplicada esta teoría y las críticas y limitaciones que se
le han planteado.

ÁREAS DE APLICACIÓN
Indagaciones sobre la construcción social del Estudios sobre el compromiso con la igualdad
género en los siguientes aspectos: de género y con el cambio social. En esta área
Conceptualización del género en la vida se han abordado aspectos tales como la división
familiar, en el trabajo doméstico y en los sexual del trabajo, las políticas dirigidas a
estereotipos de roles. Además estudios sobre los satisfacer necesidades de las mujeres y la
contextos culturales socio-históricos y violencia intrafamiliar.
estructurales en que se construye el género.
Estudios sobre la práctica feminista, la que se Investigaciones sobre la vida y experiencias de
ha llevado a cabo a través de la pedagogía, en las mujeres. En esta área se han indagado
ámbitos tales como la educación familiar, la aspectos tales como: Las experiencias de las
formación de psicoterapeutas y cursos sobre mujeres como madres, como madres de hijos/as
familia. discapacitados/as, vínculos de las mujeres con
los/las otros/as familiares y el redescubrimiento
de la figura del padre.
Indagaciones en que se cuestiona la familia Investigaciones sobre las formas de
monolítica y valora la existencia de familias construcción cultural de la masculinidad, los
con madres únicas. Se critican las políticas efectos de los estereotipos de género en los
familiares y la ideología familiar tradicional hombres y la homosexualidad.
con que se enfrentan los estudios y las terapias
en este ámbito.
Fig. 23

77
CRÍTICAS Y LIMITACIONES
Puesto que los estudios de género tienen Se debería prestar más atención a elementos
relación fundamentalmente con el conflicto y el positivos de la intimidad, tanto en las familias,
poder, existirían dimensiones que tenderían a como en las relaciones heterosexuales y en los
obviarse, como por ejemplo, las redes de apoyo hogares como unidades de experiencias .
que se producen entre hombres y mujeres en
situaciones tales como la pobreza.
Habitualmente no se incluiría en los análisis la La dicotomización de la vida social en las
edad o dimensión generacional de las familias y esferas pública y privada, sería determinista y
en particular, la construcción social de las excesivamente simplificadora, puesto que la
divisiones de edad y las desigualdades interacción social tendría lugar en una multitud
asociadas a ello. de contextos interdependientes y con
numerosos puntos de solapamiento.
Fig. 24

78
SÍNTESIS DE LA PERSPECTIVA DE LAS FAMILIAS COMO CONSTRUCCIÓN
SOCIAL

Como una forma de resumir lo que hemos planteado hasta el momento, presentamos a
continuación un cuadro sintético respecto a los postulados teóricos básicos de cada una de las
corrientes de pensamiento que confluyen en la perspectiva de las familias como construcción
social:

PERSPECTIVA TEORÍA POSTULADOS BÁSICOS


RESPECTO A LAS
FAMILIAS
El repertorio de significados
que se utilizan para organizar
las relaciones sociales
constituyen el mundo de la
Fenomenología y vida familiar. Por lo que las
construcción social de la familias se entenderían en
realidad términos de las acciones,
actividades y prácticas que
LAS FAMILIAS COMO vinculan significados a la
CONSTRUCCIÓN conducta familiar.
SOCIAL Las familias se entienden
como una ideología que
determina las relaciones de
Pensamiento crítico y género, puesto que en su seno
enfoque de género se legitima la idea de igualar a
las mujeres con las familias y
por lo tanto se les asocia a la
esfera de lo privado. Mientras
que se equipara a los hombres
con el trabajo remunerado y
por ende se les asocia con el
ámbito de lo público.
Fig. 25

Como recordaremos, con el fin de lograr una visión más amplia y acabada de los procesos
familiares y por lo tanto, como una forma de potenciar nuestro trabajo con las familias, revisamos
los enfoques más utilizados para abordar su estudio. Entre ellos, hemos descrito las perspectivas
de las familias como interacción, como sistemas y como construcción social. A continuación
presentamos un cuadro resumen de la aplicación de las perspectivas sobre las familias.

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RESUMEN DE LA APLICACIÓN DE LAS PERSPECTIVAS SOBRE LAS FAMILIAS

PERSPECTIVA TEORÍAS APLICACIÓN AL CONCEPTOS BÁSICOS


ESTUDIO DE LAS
FAMILIAS
- Self
Interaccionismo Identidad y roles - Roles
simbólico familiares - Socialización
- Definición de la situación
- Conflicto
- Estructura
LAS FAMILIAS
Teoría del conflicto Naturaleza conflictiva - Recursos
COMO
de las familias - Negociación
INTERACCIÓN
- Consenso

- Recompensas, costos y
beneficios
Interrelaciones - Nivel de comparación y
Teoría del intercambio familiares: recompensas nivel de comparación de
y costos alternativas
- Justicia distributiva
- Reciprocidad
- Ciclo vital de las familias
Teoría del desarrollo Ciclo vital de las - Posiciones, normas y roles
familiar familias - Transiciones y crisis
- Tareas
- Sistema
LAS FAMILIAS Teoría de los sistemas Las familias como - Jerarquía
COMO SISTEMAS familiares sistemas - Límites
- Feedback y control
- Microsistema
Las familias como - Mesosistema
Ecología del desarrollo ecosistemas - Exosistema
humano - Macrosistema
- Cronosistema
Construcción cotidiana - Mundo cotidiano dado por
Fenomenología y de la realidad familiar: supuesto
LAS FAMILIAS construcción social de la las familias como - Intersubjetividad
COMO realidad discurso - Repertorio de conocimientos
CONSTRUCCIÓN Construcción social del - Género
SOCIAL Pensamiento crítico y género en las familias y - Estereotipos de roles
enfoque de género en la sociedad

Fig. 26

80
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