Constitución Española de 1812 - Wikipedia, La Enciclopedia Libre

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Constitución

española de 1812
Primera Constitución promulgada en
España

La Constitución Política de la Monarquía


Española, más conocida como
Constitución española de 1812 o
Constitución de Cádiz,[2] ​conocida
popularmente como la Pepa,[3] [nota
​ 1] ​fue

promulgada por las Cortes Generales


españolas, integradas por diputados de
América, Asia y Península, reunidas
extraordinariamente en Cádiz el 19 de
marzo de 1812. Se le ha otorgado una
gran importancia histórica por tratarse de
la primera Constitución promulgada en
España,[nota 2] ​además de ser una de las
más liberales de su tiempo.
Constitución española de 1812

Facsímil conservado en el Senado de


España.

Tipo de texto Constitución


Formato Ver lista
96 páginas
Rubricada en las
páginas impares por
los cuatro secretarios
Encuadernada en
terciopelo rojo con una
cinta marcadora con
los colores de la
bandera de España.[1] ​
Texto Preámbulo y diez
títulos con 384
artículos
Autor(es) Cortes Generales
constituidas el 24 de
septiembre de 1810
en Cádiz
Creación 12 de marzo de 1812
Promulgación 19 de marzo de 1812
Signatario(s) Ver lista
Presidente de las
Cortes
179 diputados
presentes, llamados
nominalmente
Cuatro secretarios
(54 firmantes venían
de ultramar)[1] ​
Derogación 4 de mayo de 1814
Ubicación Congreso de los
Diputados

Juramento de las Cortes de Cádiz en la Iglesia Mayor Parroquial de San Fernando el 24 de septiembre de 1810, óleo sobre
lienzo de José Casado del Alisal (1863), Congreso de los Diputados de Madrid.

La promulgación de la Constitución de 1812, obra de Salvador Viniegra (Museo de las Cortes de Cádiz).
Oficialmente estuvo en vigor solo dos
años, desde su promulgación hasta su
derogación en Valencia el 4 de mayo de
1814, tras el regreso a España de
Fernando VII.[5] ​Sin embargo, apenas si
entró en vigor de facto, puesto que en su
período de gestación buena parte de
España se encontraba en manos del
gobierno afrancesado de José I
Bonaparte, otra en mano de juntas
interinas más preocupadas en organizar
su oposición a José I y el resto de los
territorios de la Corona española, los
virreinatos, se hallaban en un estado de
confusión y vacío de poder causado por la
guerra de Independencia. Posteriormente
se volvió a aplicar desde el 8 de marzo de
1820, cuando en Madrid, Fernando VII es
obligado a jurar la Constitución española
de 1812, estando vigente durante el
Trienio Liberal (1820-1823), así como
durante un breve período en 1836-1837,
bajo el gobierno progresista que
preparaba la Constitución de 1837.

La Constitución establecía la soberanía en


la Nación —ya no en el rey—, la monarquía
constitucional, la separación de
poderes,[6] [7]
​ ​la limitación de los poderes
del rey, el sufragio universal masculino
indirecto, la libertad de imprenta, la
libertad de industria, el derecho de
propiedad o la fundamental abolición de
los señoríos, entre otras cuestiones, por lo
que «no incorporó una tabla de derechos y
libertades, pero sí recogió algunos
derechos dispersos en su articulado».
Además, confirmaba la nacionalidad
española para todos los nacidos en
cualquier territorio de la corona española,
prácticamente fundando un solo país junto
a las provincias americanas, africanas y
asiáticas.[8] ​

Por otra parte, el texto consagraba a


España como Estado confesional católico,
prohibiendo expresamente en su artículo
duodécimo cualquier otra confesión,[9] ​y el
rey lo seguía siendo «por la gracia de Dios
y la Constitución».[10] ​Este texto
constitucional no contempló el
reconocimiento de ningún derecho para
las mujeres.[11] ​Se le reconoce, en gran
estima, su carácter liberal, su afán en la
defensa de los derechos individuales, su
posicionamiento en querer modificar
caducas instituciones propias del Antiguo
Régimen, y en general, de recoger medidas
regeneradoras enfocadas, con espíritu
idealista, en mejorar la sociedad.[12] ​

Algunos redactores de la Constitución


murieron durante la epidemia de fiebre
amarilla que se desató en España en los
primeros años del siglo xix.[13] ​

Historia

Alegoría de la Constitución de 1812, Francisco de Goya, Museo Nacional de Estocolmo (conocido así, aunque el cuadro,
La Verdad, el Tiempo y la Historia, fue pintado en 1800).
Real Teatro de las Cortes, en cuyo interior se reunieron, entre el 24 de septiembre de 1810 y el 20 de febrero de 1811, los
diputados que redactaron la Constitución de 1812.
Oratorio de San Felipe Neri: las lápidas conmemoran el centenario de las Cortes de Cádiz que reunieron a partir del 20 de
febrero de 1811 a los diputados y culminaron aquí la Constitución de 1812.

La Constitución de 1812 se publicó hasta


tres veces en España —1812, 1820 y 1836
—, se convirtió en el hito democrático en la
primera mitad el siglo xix, transcendió a
varias constituciones europeas e impactó
en los orígenes constitucionales y
parlamentarios de la mayor parte de los
estados americanos durante y tras su
independencia. La Constitución de Cádiz
de 1812 provocó limitar el poder de la
monarquía, la abolición del feudalismo, la
igualdad entre peninsulares y americanos
y finalizó la Inquisición española.
La mayor parte de las investigaciones que
se dedicaron a su estudio omiten o
subestiman la influencia que la revolución
liberal y burguesa española tuvo al
transformar el Imperio español en
provincias de un nuevo Estado, y convertir
en nuevos ciudadanos a los antiguos
súbditos del absolutismo, y que incluía en
su definición de ciudadanos españoles no
solo a los de origen europeo, o su
descendencia americana, sino también a
las castas y a los indígenas de los
territorios de América, lo que se tradujo, en
tercer lugar, en su trascendencia para las
nacientes legislaciones americanas.[14] ​
Las Cortes abrieron sus puertas el 24 de
septiembre de 1810 en el teatro de
comedias de la villa de la Isla de León,
actual San Fernando, para posteriormente
trasladarse al oratorio de San Felipe Neri,
en la ciudad de Cádiz. Allí se reunían los
diputados electos por el decreto de
febrero de 1810, que había convocado
elecciones tanto en la península como en
los territorios americanos y asiáticos. A
estos se les unieron los suplentes
elegidos en el mismo Cádiz para cubrir la
representación de aquellas provincias de
la monarquía ocupadas por las tropas
francesas o por los movimientos
insurgentes americanos. Las Cortes, por
tanto, estuvieron compuestas por algo
más de trescientos diputados, de los
cuales cerca de sesenta fueron
americanos. Sus principios eran la
soberanía nacional, la igualdad ante la ley
y la defensa de la propiedad privada.

Un mismo Estado para ambos


hemisferios en el siglo XIX

En los primeros días, hubo propuestas


americanas encaminadas a abolir el
entramado virreinal y sentar las bases de
un mercado nacional con dimensiones
hispánicas que abarcaran también a los
territorios de América, con disminución de
aranceles a los productos americanos,
apertura de más puertos coloniales para el
comercio, etcétera. Un proyecto anterior
en un siglo a la Commonwealth de Gran
Bretaña. Los decretos gaditanos tuvieron
una amplia repercusión y trascendencia
durante las décadas posteriores, tanto en
la península como en América.

La Constitución se juró en América, en la


plaza mayor de la ciudad de México, que
ahora lleva su nombre como “La plaza de
la Constitución”, conocida informalmente
en la actualidad como “el zócalo”. Su
legado es notorio en la mayor parte de las
repúblicas que se independizaron entre
1820 y 1830. Y no solo porque les sirvió
como modelo constitucional sino,
también, porque esta Constitución estaba
pensada, ideada y redactada por
representantes americanos como un
proyecto global hispánico y revolucionario.
Parlamentarios como el mexicano Miguel
Ramos Arizpe, el chileno Fernández de
Leiva, el peruano Vicente Morales Duárez,
el ecuatoriano José Mejía Lequerica, entre
otros, en los años posteriores se
convirtieron en influyentes forjadores de
las constituciones nacionales de sus
respectivas repúblicas.
Sin duda, a ello contribuyó la fluida
comunicación entre América y la
península, y viceversa: cartas privadas,
decretos, diarios, periódicos, el propio
Diario de Sesiones de Cortes, panfletos,
hojas volantes, correspondencia mercantil,
literatura, obras de teatro, canciones
patrióticas, etcétera, que a bordo de
navíos españoles, ingleses o neutrales
informaban sobre los acontecimientos
ocurridos en uno y otro continente. Hubo
ideas, pero también hubo acción, dado que
se convocaron procesos electorales
municipales, provinciales y a Cortes, y se
verificaron las elecciones, lo cual provocó
una intensa politización en ambos
espacios.

Asimismo, el envío de numerario por parte


de consulados de comercio, dueños de
minas, hacendados, recaudaciones
patrióticas, etcétera, al Gobierno
peninsular fue constante, e imprescindible
para pagar la intervención de los ingleses,
así como el armamento de las partidas
guerrilleras tras la derrota del ejército
español en la batalla de Ocaña, el 19 de
noviembre de 1809.

Es importante insistir en que estas


medidas contaban con el respaldo de la
mayor parte de la burguesía criolla
americana, partidaria de los cambios
autonomistas y no necesariamente de una
independencia que implicase la ruptura
completa con la Monarquía.

Código hispano
Portada de la edición original de la Constitución: Cádiz, Imprenta Real, 1812. Grabado de portada firmado por Pedro
Nolasco Gascó por dibujo de F. de Pilar.

El producto de este intento de revolución


fue una constitución con caracteres
nítidamente hispanos. Los debates
constitucionales comenzaron el 25 de
agosto de 1811 y terminaron a finales de
enero de 1812. La discusión se desarrolló
en pleno asedio de Cádiz por las tropas
francesas, una ciudad bombardeada,
superpoblada con refugiados de toda
España y con una epidemia de fiebre
amarilla. El heroísmo de sus habitantes
queda para la historia.
La redacción del artículo 1 constituye un
claro ejemplo de la importancia que para
el progreso español tuvo América. Fue el
primero, y por ello, el más importante. Este
es su famoso texto:

La nación española es la
reunión de los españoles
de ambos hemisferios.

La construcción queda definida desde


parámetros hispanos. La revolución
iniciada en 1808 adquiría, en 1812, otros
caracteres especiales que los puramente
peninsulares. Aludía a unas dimensiones
geográficas que compondrían España, la
americana, la asiática y la peninsular. La
Nación española quedaba
constitucionalmente definida.

Derechos y colonias

La cuestión americana estaba planteada,


por tanto, desde el primer artículo. El
Estado liberal tenía parámetros
ultraoceánicos. La problemática de su
realización se evidenció en la discusión de
la redacción de los artículos 10 y 11. Por
el primero se estableció entre americanos
y peninsulares un primer acuerdo para
organizar en provincias el nuevo Estado.
Es notorio que esta primera redacción
contó con el rechazo de los americanos,
disconformes con la manifiesta diferencia
numérica a favor de las provincias
peninsulares frente a las americanas (que
equivalían aproximadamente a cada
Virreinato o Capitanía General, mientras
que las provincias peninsulares se
identificaban con los reinos históricos de
España).

Esto se convertiría en una cuestión


política, ya que los americanos
reclamaban un mayor número de
provincias y una organización del Estado
que se aproximase al federalismo. El
artículo 11 solventó coyunturalmente el
problema: tras un intenso debate, se
decidió retrasar la estructura definitiva del
Estado para una posterior ley, cuando las
«circunstancias de la nación» —la urgencia
en la metrópoli de combatir la invasión
francesa, la urgencia americana de luchar
con la insurgencia— garantizaran una
discusión sosegada. La Cámara reconocía
en la práctica su incapacidad para definir
los territorios de su Estado. Y este
problema sobrevenía, insistamos, por la
incorporación de América como un
conjunto de provincias en igualdad de
derechos y de representación en el Estado
nacional hispano.
Otros artículos fueron especialmente
significativos, como el 18 y el 29. En el
primero se decía que «Son ciudadanos
aquellos españoles que por ambas líneas
traen su origen de los dominios españoles
de ambos hemisferios, y están
avecindados en cualquier pueblo de los
mismos dominios», y en el segundo, al
explicitar el art. 28 («La base para la
representación nacional es la misma en
ambos hemisferios»), se dice que «Esta
base es la población compuesta de los
naturales que por ambas líneas sean
originarios de los dominios españoles, y
de aquellos que hayan obtenido de las
Cortes carta de ciudadano, como también
de los comprendidos en el art. 21».

Nación española en ambos hemisferios según la Constitución de 1812.

De especial trascendencia fueron los


artículos constitucionales referidos a
ayuntamientos y diputaciones
provinciales, en cuya redacción la
comisión adoptó la Memoria presentada
por Miguel Ramos de Arizpe, diputado por
Coahuila, para la organización y gobierno
político de las Provincias Internas del
Oriente de Nueva España. Fue de vital
importancia para desentrañar un aspecto
importante del proceso revolucionario de
la península y América, como fue, a partir
de sanción constitucional, la creación de
ayuntamientos en todas las poblaciones
que tuvieran al menos 1000 habitantes. La
propuesta provino del propio Miguel
Ramos de Arizpe. Esto provocó una
explosión de ayuntamientos en la
península y, especialmente, en América, al
procederse, tras la aprobación de la
Constitución, a convocar elecciones
municipales mediante sufragio universal
indirecto y masculino. Eso constituiría un
aspecto clave para la consolidación de un
poder local criollo y un ataque directo a los
derechos jurisdiccionales, privilegiados, de
la aristocracia, aspecto fundamental para
acabar con el régimen señorial en la
península y con el colonial en América.
Ese respaldo americano a la Constitución
se articuló a través de su promulgación
por autoridades locales y vecinos en
cabildos abiertos, en cuya
conmemoración proliferaron plazas y
monumentos dedicados a la Constitución
por todo el continente americano. Sin
embargo, tras el vuelco absolutista de
Fernando VII en 1814, fueron destruidos la
mayoría de ellos, y con los procesos de
independencia en Iberoamérica tan sólo
han quedado algunas plazas caso de
Montevideo y el Zócalo de la Ciudad de
México y un par de monumentos
documentados: el de Ciudad de San
Agustín de la Florida Oriental, y
Comayagua en Honduras.[15] ​

Recepción de la Constitución
en América

Virreinato del Perú

Hubo múltiples comunidades de la


República de indios que rechazaron la
Constitución. Si bien es cierto que la
constitución venía con la mejor de las
intenciones para lograr la justicia y
reivindicación de los ciudadanos
americanos, en la praxis se presentaron
múltiples contradicciones con la realidad
social del indio del común.

Los virreinatos americanos tenían una


organización particular basada en los
pactos sociales entre los múltiples
estamentos diferenciados (como las
comunidades indígenas y la monarquía)
donde el tributo indígena garantizaba en
cierta medida el adecuado funcionamiento
del régimen virreinal, ya que este se
invertían en el mantenimiento de los
campos de las chacras, los caminos y
puentes entre pueblos, la ejecución de
obras públicas y el pago a los funcionarios
públicos para el mantenimiento de la
institucionalidad. Ante ello, estás políticas
liberales no lograrían un resultado
homogéneo, sobre todo en cuanto a las
consecuencias entre el sur y en el norte
del Perú, donde el sur era más desigual y
lleno de elites acaudaladas, con un
ambiente de tensión constante entre los
diferentes grupos étnicos y con una
corrupción muy arraigada; mientras que el
norte presentaba comunidades indígenas,
que si bien no tenía élites de gran poder
económico (frente a la Nobleza incaica en
el Cusco), llegaban a ser más prósperas y
estables, y por ello tenían una fidelidad
más fuerte con la Monarquía Hispánica.

Si bien es cierto que inicialmente las


comunidades indígenas recibieron con
alegría las reformas de la abolición del
tributo, incluso obligando a sus
autoridades a ejecutarlas (muy a pesar de
los argumentos de la Real Hacienda del
Perú, que no fueron escuchados por las
Cortes constitucionales), con el tiempo
vieron las consecuencias, puesto que se
generó un ambiente de desgobierno y
confusión en la sociedad política indiana
del Perú, puesto que los indígenas estaban
acostumbrados, desde milenios, a tener
leyes particulares, fueros propios, y que el
gobierno imperial se encargara de suplir
todas sus necesidades, pero aquello
empezó a ser dificultado por la ausencia
del dinero del tributo en las reservas
fiscales, provocando que las instituciones
funcionasen mal. Ante ello, los indios
comenzaron a sufrir el cobro de otros
impuestos y contribuciones, puesto que
ahora se les consideraba ciudadanos
“españoles”, siendo así que pagaban con
su propio dinero lo que antes eran
procesos gratuitos por ser “indios”, no
miembros de la república de españoles, lo
que hizo que volvieran a exigir la
restitución del tributo, aunque con un
monto anual mucho más reducido, y en
otros casos la derogación total de la
Constitución de 1812, anhelando la
restauración del trato "desigual" (en
cuanto les parecía la igualdad ante la ley
una ficción propagandística de los
constitucionalistas para abolir dichas
leyes particulares de sus fueros
propios).[16] [17]
​ ​

antes de qe el congreso
de cortes nos hubiese
exonerado del tributo,
una tasa fija reglaba el
pago de los d.ros
parroquiales qe con
aquella ocasión o
tomándose ese por
motivo quedo
arvitraria, y nosotros
expuestos a exivir sien
pesos en lugar de seis.
Esta perjudicial
ciudadanía (española)
se acabó ya con el
arrivo de nuestro
soberano al trono,
nosotros estamos
reducidos a la antigua
clase de tributarios;
pues cesando la causa
del acresentamiento de
dros deben sesar estos y
volver a la señalda
quota qe antes tenían
I. Catacaos, 1819

Consecuencias de su
abolición

Monumento construido en 1912 en Cádiz para conmemorar el primer centenario de la Constitución.


Derogación de la Constitución de 1812 por Fernando VII en el palacio de Cervelló.

La revolución iniciada en Cádiz suscitó la


contrarrevolución fernandina. El 4 de mayo
de 1814 el recién restaurado rey Fernando
VII decretó la disolución de las Cortes, la
derogación de la Constitución y la
detención de los diputados liberales, entre
los que se encontraba el diputado Ramón
Olaguer Feliú. Comenzaba el regreso del
absolutismo. El día 10 el general Eguía
tomó Madrid militarmente proclamando a
Fernando como rey absoluto. Previamente,
se había gestado todo un clima de
bienvenida popular.

Fernando VII se opone a los decretos y a la


constitución de las Cortes de Cádiz
porque significan el paso de un Estado
absolutista a uno constitucional. Es obvio,
pero también hay que subrayarlo con
énfasis, porque tras los decretos de
igualdad de derechos y de representación,
tras una constitución para «ambos
hemisferios», y tras decretar la
constitución de un Estado nacional en el
cual los territorios americanos se
integraban como provincias, la Corona
perdía no solo su privilegio absoluto sobre
el resto de individuos, sino las rentas de
todo el continente americano que pasaban
directamente a poder del aparato
administrativo estatal y no del monarca, al
establecer el nuevo Estado nacional una
sustancial diferencia entre la «hacienda de
la nación» y la hacienda real. No podría
consentirlo Fernando VII.

Por otra parte, la representación política y


la igualdad de derechos de los americanos
se tradujo en una reivindicación de
soberanía que colisionaba con la nacional,
al estar ésta concebida por los liberales
peninsulares como única, central y
soberana. El conflicto se estableció no
solo entre un rey absoluto y la soberanía
nacional y sus instituciones y
representantes sino también entre una
concepción centralista del Estado (basada
en el gobierno de Madrid) y una
descentralizada. Nada nuevo en el
universo de las revoluciones burguesas,
podría concluirse, pero la cuestión es que
no era, estrictamente, sólo una revolución
española, si se precisan no solo la
nacionalidad sino también los territorios
del Estado en cuestión.

Hasta la década de 1820, la mayor parte


del criollismo era autonomista, no
independentista. Podía asumir una
condición nacional española, pero a
cambio de un autonomismo en América
para todas las cuestiones de política
interna, lo que implicaba la
descentralización política y las libertades
económicas. Para lograr sus pretensiones,
los americanos planteaban una división de
la soberanía a tres niveles: la nacional,
representada en las Cortes; la provincial,
depositada en las diputaciones; y la
municipal, que residía en los
ayuntamientos. Esta triple división de la
soberanía, combatida por los liberales
peninsulares, se legitimaba en los
procesos electorales. Con estas
propuestas, el autonomismo americano
estaba planteando un Estado nacional no
solo con caracteres hispanos, sino
también desde concepciones federales.

Los americanos depositaron toda la


organización del Estado en la capacidad
representativa y administrativa de las
diputaciones provinciales como
instituciones capaces de canalizar,
administrar y recaudar las pretensiones y
necesidades del criollismo de cada
provincia. Esto provocó una doble
reacción: por una parte el rey se opuso al
federalismo, dado que los Estados que
eran federales o confederales tenían la
república como forma de Estado: los
Estados Unidos de América y Suiza. Pero
además, federalismo era sinónimo, en
aquellos momentos, de democracia,
asociada a elementos de disolución del
Estado absolutista, y por ende tachados
de «anárquicos». En segundo lugar, la
propuesta federal de los americanos
provocó una reacción cada vez más
centralista entre los liberales peninsulares,
que insistían en que la soberanía nacional
(al ser indivisible) no podía delegarse en
modo alguno en diputaciones provinciales
y la maquinaria administrativa debería ser
manejada sólo desde la península.
Tras la década absolutista, frustrada la
opción autonomista gaditana, el
nacionalismo ultramarino optó por la
insurrección armada, lo que condicionó la
situación final revolucionaria española
hasta el triunfo de las independencias
continentales americanas en 1825.

La Constitución de Cádiz en
el Reino de las Dos Sicilias
La Constitución de Cádiz, traducida al
italiano y con algunas pequeñas
modificaciones, fue puesta en vigencia
como primera Constitución del Reino de
Sicilia el 12 de julio de 1812 por decisión
del parlamento siciliano y, después, con la
Constitución del Reino de las Dos Sicilias
por decisión del parlamento de ese país el
9 de diciembre de 1820 y sancionada por
el rey Fernando I, con el siguiente
preámbulo:

«En consecuencia de los


actos del 7 y el 22 de
julio de 1820, con los
cuales fue adoptada la
Constitución Política de
la Monarquía Española
con las modificaciones...
que la representación
nacional
constitucionalmente
convocada juzgó
proponer para
adaptarla a las
circunstancias
particulares del reino de
las dos Sicilias, el
parlamento nacional
habiéndose ocupado de
ello con el más maduro
y escrupuloso examen; y
habiendo indagado todo
aquello que es necesario
para satisfacer al gran
objeto de promover la
gloria, la prosperidad y
el bien de toda la
nación; decreta
modificada, como sigue,
la Constitución política
para el buen gobierno y
la recta administración
del estado.»
Constitución del Reino
de las Dos Sicilias de
1820

Monumentos a la
Constitución de 1812
Existen monumentos a la Constitución de
1812 en varios sitios del mundo que
formaban parte del Imperio español. El
monumento más grande es el Monumento
a la Constitución de 1812 en Cádiz,
España, en la ciudad natal del documento.
Otros monumentos conmemorativos
fueron edificados o denominados en
ciudades por todo el Imperio español
incluyendo en Comayagua, Honduras;
Montevideo, Uruguay; Huancayo, Perú San
Agustín, Estados Unidos; y la Ciudad de
México, México en su Plaza de la
Constitución (también conocido como El
Zócalo).
Monumento a la Constitución de 1812 en
Cádiz, España

Monumento a la Constitución de 1812 en


Comayagua, Honduras
Plaza Matriz o Plaza de la Constitución en
Montevideo, Uruguay

Monumento a la constitución en la plaza de


la Constitución en San Agustín, Florida
(EEUU).
Lapida que conmemora la jura de la
constitución en la Plaza Constitución de la
ciudad peruana de Huancayo.

La Constitución de Cádiz en
la literatura y las artes
Prescindiendo de los muchos aspectos
colaterales que suscitaron obras literarias,
dramáticas o artísticas sobre causas,
consecuencias o elementos aislados de la
Constitución de 1812, sobre ella misma
solamente pueden señalarse unas
cuantas piezas teatrales donde aparece
muchas veces tratada como alegoría.
¿Qué es Constitución? Fin de fiesta (1812),
de Agustín Juan y Poveda y La
Constitución vindicada. Drama en un acto
(1813) de Francisco de Paula Martí. Más
tarde, durante el Trienio Constitucional
(1820-1823), pueden citarse otras tres
piezas: La palabra Constitución (1820), de
Gaspar de Zavala y Zamora, inspirada en
una obra anterior de Juan Poveda; El
desembarco de los rusos en Motril, costa
de Granada (1821), de Epifanio Esteban, y
El triunfo de la Constitución en el día 7 de
julio de 1822 en Madrid (1822), del ya
citado Francisco de Paula Martí, donde se
celebra el fracaso del autogolpe de estado
absolutista creado y dirigido por el propio
rey Fernando VII.[18] ​

Véase también
o español
Portal:Derecho. Diego Muñoz
Contenido Torrero
relacionado con Cortes de Cádiz
Derecho.
Viva la Pepa
Levantamiento
Cádiz
del 2 de mayo
San Fernando
Historia del
(Cádiz)
constitucionalism
Independencia Día de la
Americana Constitución
Ramón Olaguer (España)
Feliú

Notas
1. Por promulgarse el día de san José.
2. Se podría considerar que el Estatuto
de Bayona de 6 de julio de 1808 es
una Constitución anterior —y así se
autodefine al comienzo de su texto—,
pero no suele ser tenida como
propiamente española por el influjo y
la presión napoleónicos bajo los
cuales se redactó[4] ​
Referencias
1. Revista de Arte – Logopress (19 de
marzo de 1812). «El manuscrito
original de la Constitución de 1812
permanecerá en la provincia de Cádiz
hasta mayo» (http://www.revistadeart
e.com/2012/03/19/el-manuscrito-origi
nal-de-la-constitucion-de-1812-perman
ecera-en-cadiz-hasta-mayo/) .
2. Constitución Política de la Monarquía
Española. Manuscrito original con
todas las firmas (http://www.congres
o.es/docu/constituciones/1812/ce18
12_cd.pdf) , suscrito (v. pág. 97) en
Cádiz el día anterior, 18 de marzo de
1812 («Constitución de 1812», en
«Constituciones Españolas 1812-
1978», Congreso de los Diputados (htt
ps://www.congreso.es/web/guest/ce
m/const1812) ).
3. «la Pepa se escribe con el artículo en
minúscula y sin comillas» (http://www.
fundeu.es/recomendaciones-C-la-pepa
-se-escribe-con-el-articulo-en-minuscul
a-y-sin-comillas-1286.html) Fundéu.
Consultado el 8 de abril de 2012
4. Manuscrito original de Bayona,
Congreso de los Diputados (http://ww
w.congreso.es/docu/constituciones/1
812/Bayona_cd.pdf)
5. Manifiesto del Rey declarando nula y
de ningún valor ni efecto la llamada
Constitución de las Cortes Generales y
extraordinarias de la nación, etc. (htt
p://books.google.es/books?hl=es&id=
JVbiAAAAMAAJ&q=%22Manifiesto+d
el+Rey%22#v=snippet&q=%22Manifies
to%20del%20Rey%22&f=false) ,
Decretos del Rey Don Fernando VII.
Tomo I: Año primero de su restitución
al trono de las Españas, ed. F. Martín
de Balmaseda, Madrid, 1816, págs. 1-
10; se produjo tras la entrega al rey,
unos días antes, del llamado
Manifiesto de los Persas, firmado por
69 diputados a Cortes que reclamaban
el regreso al absolutismo.
6. ALVARADO, Javier, «Monarquía mixta,
cuerpos intermedios, separación de
poderes: para una teoría sobre los
orígenes triestamentales de la
moderación del poder», en id., De la
ideología trifuncional a la separación
de poderes, Madrid, UNED, Aula
abierta 74, 1993.
7. MARCUELLO BENEDICTO, Juan
Ignacio, «División de poderes y
proceso legislativo en el sistema
constitucional de 1812», Revista de
Estudios Políticos, nº 93, 1996, págs.
219 a 231.
8. [1] (https://www.bbc.co.uk/mundo/not
icias/2012/03/120316_primera_consti
tucion_espana_latinoamerica.shtm
l) «Cuando los hispanoamericanos
nacían españoles». Publicado en la
BBC, el día 24/09/2012
9. El artículo en cuestión dice: «La
religión de la Nación española es y
será perpetuamente la católica,
apostólica, romana, única verdadera.
La Nación la protege por leyes sabias
y justas y prohíbe el ejercicio de
cualquier otra». Sobre este aspecto
véase por último A. Barrero Ortega, «El
constituyente profeta» (https://web.ar
chive.org/web/20120618120430/htt
p://www.acoes.es/congresoX/docume
ntos/ComMesa2AbrahamBarrero.pd
f) , comunicación (https://web.archive.
org/web/20120618071125/http://ww
w.acoes.es/congresoX/m2_com.htm
l) al X Congreso de la Asociación de
Constitucionalistas de España, Cádiz,
enero de 2012 (https://web.archive.or
g/web/20120325070108/http://www.a
coes.es/congresoX/index.html) . Este
artículo es una de las mayores
muestras de intolerancia de todo el
texto.
10. «Constitución de 1812», en
«Constitucione fail. Españolas 1812-
1978», Congreso de los Diputados (htt
p://www.congreso.es/portal/page/por
tal/Congreso/Congreso/Hist_Normas/
ConstEsp1812_1978/Const1812) .
11. Sobre estos aspectos, hoy tan
actuales, véanse, por ejemplo, I.
Castells Oliván y E. Fernández García,
«Las mujeres y el primer
constitucionalismo español (1810-
1823)» (https://web.archive.org/web/2
0101004230743/http://hc.rediris.es/0
9/articulos/pdf/10.pdf) , en Historia
Constitucional (revista electrónica), n.
9, 2008 (con abundante bibliografía
anterior en su nota 1), o C. Ruiz-Rico
Ruiz, «La Constitución de 1812 desde
una perspectiva de género» (http://ww
w.acoes.es/congresoX/documentos/C
omMesa2CatalinaRuizRico.pdf)
Archivado (https://web.archive.org/we
b/20120618120410/http://www.acoe
s.es/congresoX/documentos/ComMe
sa2CatalinaRuizRico.pdf) el 18 de
junio de 2012 en Wayback Machine.,
comunicación (http://www.acoes.es/c
ongresoX/m2_com.html) Archivado
(https://web.archive.org/web/2012061
8071125/http://www.acoes.es/congre
soX/m2_com.html) el 18 de junio de
2012 en Wayback Machine. al X
Congreso de la Asociación de
Constitucionalistas de España, Cádiz,
enero de 2012 (https://web.archive.or
g/web/20120325070108/http://www.a
coes.es/congresoX/index.html) .
12. Ramos Santana, Alberto. «La
Constitución de 1812, pilar básico del
constitucionalismo español» (http://cv
c.cervantes.es/lengua/anuario/anuari
o_12/ramos/p02.htm) . Consultado el
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«Alumbrar una constitución asediados
por bombas y con un virus letal en los
talones» (https://elpais.com/espana/2
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asediados-por-bombas-y-con-un-virus-l
etal-en-los-talones.html) . El País.
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gobierno representativo en el Perú. (ht
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1)
15. «Columna de Juan Lindo en
Comayagua: «Monumento a la
Constitución de 1812»» (https://web.ar
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p://ccet-aecid.hn/monumento-constitu
cion/) . Archivado desde el original (ht
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Enlaces externos
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1812.
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Diario de las Cortes de Cádiz (http://ww
w.congreso.es/portal/page/portal/Cong
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12) en la Biblioteca Virtual Miguel de
Cervantes.
José Álvarez Junco, Cultura y libertad. La
Constitución gaditana fue el primer
esfuerzo democrático de la España
contemporánea, que no cuajó hasta la
Transición. La celebración del
bicentenario es un momento propicio
para revisar el relato canónico. Nuevos
libros, exposiciones y música revisan el
texto de 1812. (http://cultura.elpais.co
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113083_132126.html) , en El País, 1 de
febrero de 2012.
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(http://historia.libertaddigital.com/funda
dores-de-la-libertad-1276239739.html) ,
en Libertad Digital, 11 de enero de 2012.
Patrimonio y Constitución de 1812.(Con
motivo de la Conmemoración del
Bicentenario de la Constitución de 1812
el IAPH presenta una selección de
inmuebles ligados a la declaración de
dicha Constitución) (http://www.iaph.e
s/web/canales/conoce-el-patrimonio/C
onstitucionPEPA/patrimonio_cultural_co
nstitucion_1812.html) .
Manuel Chust, «América y la
Constitución de 1812» (http://elpais.co
m/elpais/2012/03/07/opinion/1331123
281_469497.html) , El País, 21 de abril
de 2012.
Datos: Q1421412
Multimedia: Spanish Constitution of
1812 (https://commons.wikimedia.org/
wiki/Category:Spanish_Constitution_of_
1812) / Q1421412 (https://commons.
wikimedia.org/wiki/Special:MediaSearc
h?type=image&search=%22Q1421412%
22)
Citas célebres: Constitución española
de 1812
Textos: Constitución española de
1812

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