Tesis Licenciatura Psicologia, Gutman Jess
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Alumnx:
Gutman, Jessica Cindy
L.U.: 38.522.408-0
Tutora de tesis:
Lic. Fernández Romeral, Juliana
DNI: 33.257.783
-2018-
Tesis de Licenciatura en Psicología | Gutman Jessica.
INDICE
INTRODUCCIÓN. ....................................................................................................... 2
OBJETIVOS ............................................................................................................. 13
HIPÓTESIS ........................................................................................................... 14
METODOLOGÍA....................................................................................................... 17
DESARROLLO......................................................................................................... 18
Triple proveedor............................................................................................ 21
Actividad Erótica........................................................................................... 24
CONCLUSIONES. .................................................................................................... 26
BIBLIOGRAFÍA ........................................................................................................ 29
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INTRODUCCIÓN
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PROBLEMA DE INVESTIGACIÓN
Como menciona Tajer (2012) dado que la atención en salud de varones muchas
veces carece de perspectiva de género, al igual que la promoción y prevención de
su salud, suelen generarse malestares físicos y psíquicos. No solo en ellos, sino
también en quienes lx1s rodean.
La necesidad de los varones por cumplir los mandatos de la masculinidad
hegemónica, entendiendo a la misma como “la configuración de práctica genérica
que encarna la respuesta corrientemente aceptada al problema de la legitimidad del
patriarcado (...)” (Connell, 1995, pp. 77), conlleva determinados riesgos a los cuales
se exponen. Algunos de ellos concernientes a su propia salud, se pueden observar,
como menciona Tajer en Heridos Corazones (2009), en tanto que:
“(...) los varones viven aproximadamente siete años menos que las
mujeres. Esta ‘sobremortalidad masculina’ por razones de género, se da
fundamentalmente en dos segmentos etarios: el primero de los 15 a los
24 años y sus causas son lo accidentes, homicidios, suicidios y violencia.
El segundo segmento etario es de los 35 a los 54 años y la causa está
constituida fundamentalmente por las enfermedades cardiovasculares.
Ambas causas son efectos de los modelos de la masculinidad
hegemónica en la vida y en la salud de los varones; modelos que atentan
contra sus propias capacidades para la autoconservación” (pp. 23).
A modo de evidenciar la gran disparidad entre los géneros femenino y masculino
en relación a la mortalidad por causas externas, se expondrán a continuación los
resultados de estadísticas obtenidas por la Dirección de Estadísticas e Información
1
A lo largo de la presente tesis de grado se optó por utilizar el lenguaje inclusivo, es decir, la letra ”x”
(en lugar de “o” u “a”), en dos momentos puntuales, a saber: en primer lugar en aquellos momentos
en los que se hace referencia a personas que podrían ser de diversos géneros autopercividos o nos
es indiferente de qué género estemos hablando (si es varón cis, mujer cis, trans, no binarix, queer,
etc.). Y en segundo lugar cuando se habla en plural.
Sin embargo, vale aclarar que cuando se está hablando dentro del plural o de la individualidad de la
masculinidad hegemónica tradicional, y por lo tanto, al menos a lo largo de la tesis, de los varones
cis, se opta por utilizar siempre el masculino.
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en Salud (DEIS, 2016) en la Provincia de Buenos Aires. Los mismos dan cuenta del
mayor número de muertes en varones por dichas causas que en mujeres.
Mientras que la cantidad total de muertes por causas externas de mujeres en la
Provincia de Buenos Aires es de 1723 anuales, la de varones es sumamente mayor,
dando un total de 4980 anuales (DEIS, 2016).
A su vez, se refleja claramente lo citado con anterioridad en relación a las causas
de muertes entre los 15 y 25 años postulado por Tajer (2009). Siendo que la muerte
en ese rango etario por causas externas en mujeres es de apenas 197, mientras que
de los varones es de 959 anual.
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A su vez se expondrán también las cifras del DESI 2016 donde se puede observar
aquello postulado por Tajer (2009) y citado en un comienzo, respecto de la mayor
incidencia de muertes por enfermedades cardiovasculares en varones de 35 a 54
años, que en mujeres de igual franja etaria.
La cantidad de mujeres de entre 35 y 54 años que mueren, en la Provincia de
Buenos Aires, por afecciones cardiovasculares es de apenas 757, mientras que la
cantidad de varones es de 1760 por año.
Se considera importante no olvidar que se postula la relación de estas muertes
tempranas, tanto las producidas por causas externas como las cardiovasculares,
como expresión de las exigencias de los varones en el cumplimiento de los
mandatos de la masculinidad hegemónica.
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Estudios de la masculinidad.
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Esto genera en ellos exposición a peligros, excesos y falta de registro del cansancio.
Lo cual conlleva muchas veces a situaciones de alto riesgo para su salud e
integridad física.
Elisabeth Bradinet (1992) comienza su libro “XY La identidad masculina” con el
interrogante “¿qué es el hombre?” (pp. 15) y concluye que no es algo que se dé por
sentado. Esto se debe a que la virilidad puede no ser tan natural como en el
imaginario social instituido se considera. Aclara así que poseer el cromosoma Y
además de poseer los genitales masculinos no es suficiente para ser un macho
humano ya que esto implica trabajo y esfuerzo. Evidencia de ello es que se le exige
al hombre pruebas de su virilidad porque ni él mismo está convencido de su
identidad sexual.
De este modo, se puede decir que el niño se define por vía negativa, aprenden
antes lo que no deben ser -femeninos- para ser masculinos. Así la masculinidad
llega a ser más una reacción que una adhesión. El niño se afirma oponiéndose, es
decir, “yo no soy mi mamá”, “yo no soy un bebe”, “yo no soy una niña”. Debe
constantemente despejar la duda de su virilidad porque hay sospechas (más que
nada propias) de su feminidad (Bradinet, pp. 61).
La tercera prueba negativa de la masculinidad tradicional es la de demostrar la
heterosexualidad. La misma se asocia al hecho de poseer pene, potencia y mujeres,
tomar mujeres, penetrarlas, dominarlas y afirmarse como varón hegemónico, si es
necesario, por la fuerza (violentamente). Luego de la disociación con la madre (“yo
no soy un bebé”) y de la disociación con lo femenino (“yo no soy una niña”), debe
probar y probarse que no es homosexual. Este último aspecto ha de relacionarse
con subjetivación y violencia, como ya se ha mencionado en el apartado
correspondiente.
En esta misma línea M. Burin (2000) advierte que los comportamientos que las
sociedades patriarcales definen como masculinos son en realidad maniobras
defensivas hacia la feminidad. La mencionada autora cita a Stoller quien en 1968
describe esta situación aseverando que un hombre se caracteriza por ser rudo,
maltratar a las mujeres, convertirlas en objeto, buscar solo la amistad entre hombres
al mismo tiempo que detesta a los homosexuales y denigra las ocupaciones
femeninas. Se refleja así la primera obligación para un hombre, no ser una mujer.
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OBJETIVOS
Objetivo general:
- Formular los mitos sociales de la masculinidad hegemónica a fin de identificar
algunos de los riesgos y padecimientos que producen en la salud, tanto física
como psicológica, de los varones y la población en general.
Objetivos específicos:
- Analizar los mitos sociales de la masculinidad hegemónica que favorezcan a
divisar las influencias de los mismos en la producción de subjetividades a lo
largo de la vida.
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- Describir los riesgos y malestares que cada uno de los mitos sociales de la
masculinidad hegemónica y el mandato de cumplirlos produce.
HIPÓTESIS
MARCO TEÓRICO
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Se debe agregar que según Fernández (1992) los mitos sociales son constitutivos
de lxs sujetxs, de este modo los mismos son reproducidos en cada sujetx. Es así
que dichas producciones del imaginario social operan como organizadores de un
grupo social, dependiendo de la cultura y siendo sumamente sensible a los procesos
sociohistóricos.
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METODOLOGÍA
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DESARROLLO
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competitividad entre los pares sociales y relaciones de protección y tutela hacia lxs
inferiores (mujeres, niñxs y personas mayores) (Tajer, 2009).
En tanto al ejercicio de la sexualidad masculina suele separarse entre: la “buena
mujer”, aquella que cumple con el mito social de la feminidad “Mujer=Madre” de
forma explícita y directa y, por lo tanto, tiene una pasividad erótica marcada; y otra
“mujer erótica”, a la que se acudirá para satisfacer necesidades de disfrute sexual.
Se ve aquí una imposibilidad, en los varones subjetivados de un modo tradicional,
de ver en una misma mujer a la madre de sus hijxs y, a su vez, a una compañera
activa eróticamente (Tajer; 2009).
Otra característica esencial es la anulación de toda expresión emocional que pueda
ser vista como “femenina”, cuando en realidad se trata meramente de un rasgo
humano. Dicha anulación es la que conlleva a otros modos de descarga que por lo
general suelen ser agresivos.
Dicho de otro modo, la agresividad e ira son socialmente vistas como rasgos
masculinos, mientras que la expresión de otras emociones en varones son vistas
como rasgos afeminados. Es esto lo que lleva a no ser mal visto que los varones
privilegien este modo de expresión emocional antes que una expresión afectiva
diversa, equiparada a la feminidad.
Kazandjian (2017) lo expresa de la siguiente manera:
Y así aprendí a desempeñar mi masculinidad. A través del prisma que me
otorgaba ver el fútbol con mi padre, entendí que lo que se esperaba de mí
era tragarme la decepción y la tristeza, transformarla en ira y escupirla
como la llama de un dragón. Al crecer, aplique esta manera de entender la
vida a todo y a todo el mundo de mi entorno: expulsiones del colegio,
agujeros con la forma de mi puño en las puertas de los dormitorios,
costillas rotas y narices quebradas dejaban de manifiesto mi compromiso
con convertirme en un «hombre hecho y derecho». (2017, pp. 17).
La reducción del repertorio de posibles expresiones emocionales y el estar
constantemente centrado en su rol de triple proveedor genera que el varón se
disocie de su cuerpo, de sus sentimientos, del saber cómo está y cómo se siente
(Tajer, 2009). En consecuencia, como menciona Débora Tajer (2009), produce que
muchas veces lleguen demasiado tarde a las consultas médicas o que lo hagan
porque alguien más se los pide.
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A partir del anterior recorrido se procederá a comenzar con el planteo de cada uno
de los mitos sociales de la masculinidad hegemónica.
• Triple proveedor.
El primer mito social que se postula es el de varón como triple proveedor, en tanto
como se ha mencionado tiene la obligación de proveer económicamente a la familia,
proveer simbólicamente a la mujer y lxs pequeñxs del hogar y proveer sexualmente
a la mujer.
Badinter (1992) en su libro “XY, La identidad masculina” menciona algunos
mandatos que determinan al hombre duro, entre ellos, ser un “sólido roble”. Con ello
quiere decir: ser independiente y poder autovalerse, sin mostrar nunca debilidad o
apego, signos de debilidad femenina.
Ser proveedor implicaría autovalerse. En este sentido, es su propio representante
en el mundo público, se autoabastece tanto económica, sexual como
simbólicamente, siempre con una postura dominante ante los demás. Esta posición
de triple proveedor provoca muchas veces una sobreexigencia en relación al ámbito
laboral generando afecciones de índole cardiovascular, como menciona Tajer
(2009).
A su vez, por ejemplo, en caso de crisis económicas, que generan situaciones de
despidos y desempleos, los varones pierden su función de proveedor económico. La
pérdida de alguno de los pilares con los cuales el varón se identifica, en tanto a los
mandatos centrales de la masculinidad hegemónica, genera grandes padecimientos.
Esto se debe a que el varón pierde de vista su identidad confundiéndola con su
identidad de género.
A modo de ejemplo se puede aludir a la crisis del 2001 que afectó en gran medida
a la Argentina y generó un gran número de desempleos, que consecuentemente
produjo un incremento en las consultas por depresiones en varones.
Para ilustrar mejor, se hace referencia al artículo periodístico escrito en marzo del
2002, por Valeria Shapira, titulado “El desempleo afecta la relación de pareja”.
Allí la autora señala que según diversos especialistas en salud mental los recursos
psicológicos que varones, por un lado, y mujeres por otro, utilizan ante la crisis
económica y el desempleo toman formas similares (Shapira, 2002).
En el caso particular de los varones, el artículo recoge algunos testimonios que
reflejan el estado anímico de varones desempleados:
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• Limitaciones emocionales
Un segundo mito social a ser postulado es el de las limitaciones en el repertorio de
emociones que los varones se permiten expresar, en tanto se considera que toda
expresión de emociones o sentimientos, exceptuando los agresivos, son rasgos
femeninos.
Esto genera un ideal de masculinidad en el que se debe evitar de modo continuo
cualquier indicio que la sociedad considere como femenino, tales como las
expresiones emocionales tiernas, de tristeza, que expresan temor, angustia o
cualquier tipo de debilidad, fragilidad o ternura. Por otro lado, el diálogo para la
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Se quiere subrayar que no hay una diferencia significativa entre un varón y una
persona que subjetivamente se encuentre bajo las prerrogativas de los mitos
sociales de la masculinidad hegemónica3.
• Actividad Erótica.
Otro mito social a postular es el de la actividad erótica, en clara oposición a la
pasividad erótica femenina postulada por Fernández (1993).
El varón se caracteriza, a partir de la construcción sociohistórica de su subjetividad,
en lo sexual por la posibilidad de explorar su propio cuerpo, registrar sus deseos
sexuales, realizar una búsqueda activa de sus placeres no solo en su cuerpo sino en
otros, etc.
A causa de esto se encuentra un varón que tiene que demostrar su potencia, estar
siempre dispuesto a mantener relaciones sexuales, y tiene que haber erección en el
momento y lugar que corresponde. A su vez, es bajo su responsabilidad que se
encuentra todo saber sobre la temática y modos de práctica, ya que la pasividad de
la mujer en este campo deja, literalmente, todo en sus manos.
Como resultado se debe pensar ¿qué sucede cuando los varones no pueden
cumplir con este mandato? Es decir, cuando no puede haber una erección en el
momento y lugar adecuado, no quieren tener sexo todo el tiempo o no lo saben todo
y por lo mencionado en el mito social anterior, tampoco pueden expresarlo ¿Cuáles
serían las repercusiones físicas, psicológicas y vinculares que se verían? ¿Esto
repercute de algún modo en el sistema de salud?
A modo de ejemplo, se tomará la repercusión que el presente mito genera en el
sistema de salud, específicamente, en el área de salud sexual y reproductiva.
Teniendo en cuenta que dentro de lo que es salud sexual y reproductiva los únicos
métodos diseñados para prevenir el embarazo, utilizables en varones cisgénero, son
el preservativo y la vasectomía, es posible indagar la aceptación de la población de
varones cis a este último método.
En el artículo periodístico de Pagina12 titulado “Los hombres con vasectomía
tienen sexo más placentero”, publicado en 2006, se mencionan algunos de los
motivos por los cuales los varones temen realizarse el mencionado procedimiento.
Domínguez (citado en Pagina12, 2006), experto en salud reproductiva, dice en la
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Aspecto al que se hará referencia posteriormente en la conclusión de la presente
tesina.
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• Sexualidad dividida.
El mito social que se postula a continuación puede ser relacionado estrechamente
con el anterior. Se trata de la sexualidad dividida entre Mujer=Madre y Mujer=
Erótica, “mala mujer” o “mujer puta”, en tanto en las prácticas sexuales el varón se
caracteriza por distinguir entre dos mujeres. Una es la madre de sus hijxs, ama de
casa, quien lo espera con la comida lista, la casa limpia y lxs hijxs preparadxs,
aquella mujer a la que ama y a quien cuando la vio dijo: “ella va a ser la madre de
mis hijxs”. Y por otro lado, cuenta con aquella “mala mujer” con la que mantendrá
solo sexo, cumplirá todas las fantasías y deseos eróticos activos que con la mujer
madre no puede, ya que es pasiva sexualmente dentro de su imaginario.
Se pone aquí en evidencia, como dice Tajer (2009), que “el modo de subjetivación
masculina tradicional está en relación a un tipo de subjetividad para el dominio y el
ejercicio de poder (...) En el ámbito de lo afectivo, la asimetría en las relaciones de
poder se articula con un doble estándar moral” (pp. 58-59). Este doble estándar
moral del cual Tajer habla es la división mencionada entre mujer madre y “mujer
mala” o erótica.
Para ejemplificar lo antedicho se tomará la publicación “Sexo, poder y cine:
Relaciones de poder y representaciones sexuales en los nuevos relatos
pornográficos” de L. Ares y S. A. Pedraz Poza, quienes al historizar un poco acerca
de la pornografía dan cuenta de las relaciones de poder y los destinatarios para
quienes fue realizada en los primeros momentos. Así Ares y Poza (2011) mencionan
que:
La pornografía tradicional se caracteriza por atribuir roles determinados a
los sujetos que representa y, por tanto, trasladar unas relaciones de poder
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CONCLUSIONES.
A modo de cierre se considera que se ha podido a lo largo del presente escrito
plantear de forma clara los mitos sociales de la masculinidad hegemónica.
Asimismo se ha logrado exponer cómo estos contribuyen a los modos en que se
desarrollan las subjetividades de los varones generando padecimientos para ellos
mismos y para quienes lxs rodean. Siempre, como se ha hecho referencia y
fundamentado, desde los modos de subjetivación de la masculinidad tradicional y
hegemónica.
No obstante restaría pensar qué sucede con aquellas masculinidades no
tradicionales ni hegemónicas ¿Cuáles son los mitos sociales que entran en juego
allí?
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BIBLIOGRAFÍA
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Fernández, A.M. (2009) Las lógicas sexuales: Amor, política y violencias. Buenos
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http://sedici.unlp.edu.ar/bitstream/handle/10915/63517/Documento_completo.
pdf-PDFA.pdf?sequence=1
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