Olvidados 3

Descargar como docx, pdf o txt
Descargar como docx, pdf o txt
Está en la página 1de 22

"OLVIDADOS"

Leandro Campos.

"OLVIDADOS"
"OLVIDADOS"

PERSONAJES:

Amelio Rodrígues.
Clemente Goncalves.
Jacinta Díaz.
León Castro.
Teodora Núñez.
Francisca Millan.
Otilia López.
"OLVIDADOS"

ESCENA I

(Geriátrico Santa Fé. Hay un círculo de personas sentadas viendo al centro del
mismo. Es una terapia grupal, dada como actividad para los miembros del geriátrico.
Todos los miembros están presentes más la guía)

Guía: ¿Y bien? ¿Qué aprendimos hoy?


Todos: (La mayoría con fastidio) "Soltar es bueno. Hablar es sano."
Clemente: Bah. Chúpenlo.
Guía: Señor Clemente. Recuerde lo que hablamos del vocabulario.
Clemente: (Cínico) Oh, lo siento… "Succiónelo" entonces.
Guía: De verdad que usted no cambia. Los dejo. Sigan conversando del tema, si gustan.
Todos: Adiós.
Amelio: Qué bonita la señorita, ¿no? Y muy amable.
Jacinta: Mjum. A Amelio le gustó la nueva guía.
Amelio: Ay, Jacinta. Yo no tengo acción desde hace mucho. Ya eso es oficialmente:
territorio no explorado.
Jacinta: Pues el mío pareciera estar en cuarentena pero nunca pierdo la fe. Mis ochenta y
pico no me impedirán conseguir una buena compañía. Yo sigo en la lucha.
Otilia: Se te nota, mujer. Ese perfumito que te echas todos los días ha sido eterno. Esa
botella nunca se acaba.
Jacinta: A eso se le llama ser "ahorrativa", señora Otilia.
Teodora: Ay, mija. ¿Qué barbaridad es esa de estar buscando acción tan tarde, ah?
Otilia: ¿Y usted señora, Teodora? ¿Ya cerró esa cantina?
Teodora: ¡Pero, mujer! ¿Cómo me le va a llamar "cantina"? Cristo santo redentor de todos
los cielos. Y si… desde hace mucho yo dejé de buscar esas cosas del diablo.
León: ¿Del diablo? ¡Qué va, señora Teo! El sexo es de Cristo y de todo lo divino.
Francisca: León… por Dios.
León: Yo no ando con eso de "ay, ya estoy muy viejo". No, señor… Yo estoy bien activo
para cualquier muchachita que busque un viejito arrugaito. ¿Cierto, Clemente?
Clemente: Bah. Madura, León. Madura.
Amelio: Yo si te apoyo, León. El sexo es vida y la vida es bella. ¿O no, Francisca?
Francisca: Ay, Amelio.
Otilia: Caramba, Amelio. Si vas a hacer esa pregunta, no se la hagas a Francisca.
Jacinta: Mjum. La mujer se la pasa deprimida y quejándose 24/7, mijo. A ti nada más se te
ocurre.
Francisca: Yo sólo me quejo por cosas importantes.
Teodora: Ay, Francisquita. Eso no es del todo cierto.
Francisca: ¡Teodora!
Teodora: ¿El día que te pusiste a llorar porque no te habían tendido la cama?
Francisca: El desorden me da ansiedad.
Otilia: ¿La noche en la que no podías dormir porque según tú, era tu última noche con
vida?
Francisca: Ese día había tenido una premonición real.
Jacinta: Ni hablar del día que lloraste porque se había ido el agua.
Francisca: La higiene no es juego, mija. (TR) Pero bueno, ya… la atacadera también me da
ansiedad. Mejor paremos aquí.
Clemente: Insoportables.
"OLVIDADOS"

León: Bueno ya, Clemente. Relájate un poco.


Amelio: ¿Hora de anécdota?
(Todos reaccionan medio apáticos)
Amelio: Ya, ya. Ustedes saben que los divierte.
Teodora: Bueno… prefiero escucharte inventando una aventura que irme a acostar.
Adelante, Amelio. Deleitanos.
Clemente: Saldría corriendo ahora mismo de aquí… si pudiera correr.
Amelio: Bien, a ver… ¡un detective! Sí… Su nombre era Bond. Richard Bond.
León: ¿Pero el detective no se llama…?
Otilia: Sí, sí… Déjalo que fluya…

ESCENA II

(Todos sentados en escena)

Jacinta: ¿Entonces nadie sabe porqué nos citaron aquí?


Francisca: Yo no tengo ni idea. No he descansado nada. Pasé toda la noche buscando mi
collar.
Otilia: ¿Todavía sigues con eso?
Jacinta: ¿El collar que se te perdió hace días?
Teodora: Ay, mija. Debes dormir. ¿Te tomaste las pastillas que te dije?
Francisca: Ninguna me ayuda. Igual, lo que quiero es conseguir mi collar.
Otilia: ¿Segura que buscaste bien, Francisca?
Francisca: ¡Ah, pues! ¡Yo loca no estoy!
León: (A los hombres) ¿Jugamos un dominocito?
Clemente: Bah, ¿otra vez?
León: ¿Cuándo jugamos, Clemente?
Clemente: Hace dos meses. Suficiente.
León: ¿Tú, Amelio?
Amelio: Bueno, está bien. Si en algún momento alguien nos dice qué hacemos aquí y nos
desocupamos.
Clemente: ¿Desocuparnos? ¿Tienes mucho por hacer? ¿Trabajar, correr, ir a las
olimpiadas?
Amelio: No, mijo. No me ganaría ni una medalla. Aunque podría echar una de mis historias.
Clemente: Claro, así duermes a los demás y ganas.
Jacinta: Mjum, alguien está más amargado que nunca, ¿no? ¿Todo bien, Clemente?
Clemente: (Cínico) De maravilla.
(Entra Ricky, instructor del geriátrico. Visiblemente homosexual)
Ricky: Hola, muchachos.
León: No puede ser.
Jacinta: ¡Ricky! Papito bello.
León: Ni lo intentes, Jacinta. Nada que hacer ahí.
Otilia: León, respeta a Ricky.
Ricky: Tranquila, señora Otilia. No pasa nada.
Otilia: No, mijo. Esas faltas de respeto están fuera de lugar.
Francisca: ¿Cómo has estado, mijo?
Ricky: Muy bien, muy bien.
"OLVIDADOS"

Amelio: Entonces, Ricky… ¿nos vas a decir porqué nos citaron tan temprano?
Ricky: Claro que sí, Amelio. Por eso estoy aquí. (A Clemente) ¿Cómo estás Clemente?
Clemente: Vivo… todavía.
Teodora: Joven, ¿va a hablar o no?
Otilia: Teo…
Teodora: Disculpa, Otilia pero sabes que no simpatizo con la gente… tú sabes.
Jacinta: ¿Guapa?
Ricky: Homosexual.
León: (A Jacinta) Te lo dije. Es maricón.
Francisca: ¡León!
Teodora: No me atrevería a llamarlo así pero… no comparto su forma de pensar. Está en
contra de la ley de Dios.
Ricky: Ok, ok. Tranquilos todos. No pasa nada. No me siento aludido ni mucho menos.
(TR) Estoy aquí para anunciarles algo muy importante. Como todos saben, mañana es
primero de septiembre.
Amelio: ¡Claro! ¡Ahora entiendo porqué Clemente está así!
León: ¿Qué? ¿Qué pasa con eso?
Teodora: Ay, mijo. Cierto que llevas menos de un año aquí, no habías vivido todavía un
septiembre aquí.
León: Ajá, ¿me explican?
Ricky: Señor León, en el geriátrico Santa Fé tenemos una costumbre que consiste en que
cada mes de septiembre es dedicado a actividades formativas y recreativas para hacerlo un
mes diferente.
Clemente: Claro… diferente.
Ricky: Ánimo, señor Clemente. Será divertido.
Francisca: ¿Divertido? No lo sé.
Otilia: Ánimo, Francisca. Dios, ten piedad.
Teodora: Amén.
Ricky: La primera actividad será una clase de Chachachá, que como saben, soy el
responsable de dictar. Así que vayan preparándose. Nos vemos la semana que viene.
Clemente: ¿Y si no queremos?
Ricky: Sabe muy bien que no tiene muchas opciones. (TR) Bien, los dejo…
(Ricky sale)
León: ¿Pero vieron cómo se menea? Qué marico.
Clemente: Me sabe a mierda que sea marico, lo que no me gusta es este estúpido mes y
sus actividades estúpidas.
Jacinta: Ay, Clemente. Siempre pasamos por lo mismo.
Clemente: Bueno, si quieres no me escuches y ya.
Amelio: Clemente…
Clemente: ¿¡Qué!? ¡Déjenme tranquilo!
(Clemente sale)
Jacinta: ¿Fue algo que dije?

ESCENA III

(Clemente sólo en escena. Entra Amelio)

Amelio: ¿Y bien?
"OLVIDADOS"

Clemente: ¿Qué?
Amelio: ¿Qué te tiene tan amargado? Es sólo un mes.
Clemente: Déjame en paz, Amelio.
Amelio: ¿Te cuento una historia?
Clemente: No tengo ganas de dormir.
Amelio: Qué amable mi amigo, como siempre.
(Silencio)
Amelio: Mira, Clemente… no sé qué te tiene así, no sé porqué odias tanto este mes y sus
actividades pero… no tienes porqué estar tan cara larga. Además, debes cuidar tu corazón.
Todo estará bien. Intentemos disfrutarlo, ¿sí? Nosotros te ayudaremos.
Clemente: ¿Nosotros?
(Entran todos los demás)
Clemente: Esto ya parece un grupo de autoayuda.
Amelio: Lo dirás jugando pero para eso estamos: para ayudarnos.
León: Si yo estoy dispuesto a que el maricón me enseñe a bailar, tú puedes hacerlo
también.
Jacinta: Que respetes a Ricky, coño.
León: Jacinta, no hay chance con él.
Jacinta: Bueno, ¿y entonces? ¿Te mata que quiera con el muchachito?
(Silencio incómodo)
León: ¿A mí? No, no. Eso no me importa. No me molesta.
Jacinta: ¿Entonces?
León: ¿Entonces qué?
Amelio: Bueno, bueno… volviendo a tí, Clemente. Prometenos que te esforzarás en
disfrutar este mes.
Clemente: Chúpenlo.
Amelio: Clemente...
Clemente: Sí, bueno, ajá. Está bien.
Teodora: Muy bien, Clemente. Dios te bendice. Ya verás que la pasaremos bien.
Clemente: Mjum.
Amelio: ¿Saben qué caería muy bien?
Clemente: No quiero escuchar historias.
Amelio: ¡Pero les tenía una buena! (TR) Ustedes no aprecian mi talento.

ESCENA IV

(León en escena. Entra Jacinta)

Jacinta: ¿Y bien?
(León se asusta)
Jacinta: Mmm… muy varonil.
León: No se vale, Jacinta. Me asustaste.
Jacinta: ¿Puedo saber qué es lo que te pasa?
León: ¿Perdón? ¿A mí?
Jacinta: A tí.
León: ¿Por qué lo dices?
Jacinta: ¿Por qué lo digo? La tienes agarrada con el pobre muchachito este, Ricky. Y
pareciera que fuera un pecado que me parezca atractivo.
"OLVIDADOS"

León: ¿Cómo te parece atractivo un gay?


Jacinta: León. No me interesa que sea gay. Solamente aprecio que es buen mozo. Es todo.
¿Qué problema tienes con los gays?
León: No me gustan. Están mal, Jacinta.
Jacinta: Mucha pintica, mucho modernismo… pero sigues estancado en el pasado.
León: ¿Perdón?
Jacinta: Los gays existen, León. No te quedes atrás. Actualizate. ¿Cuál es tu problema con
ellos?
León: No son normales.
Jacinta: Lo son.
León: ¡Que no!
Jacinta: ¿Por qué los odias?
León: Los odio y ya.
Jacinta: Pero…
León: ¡Basta! (TR) Perdón. No quiero gritarte.
Jacinta: Es hora de que me expliques qué pasa realmente.
León: Ricky. Ese muchacho me recuerda a… mi hijo.
Jacinta: ¿Tienes un hijo?
León: Sí.
Jacinta: No lo sabía. No has sido el más abierto en el poco tiempo que llevas aquí.
León: Pues sí, Manuel. El muchacho nunca hizo deporte, no le dio la gana. Siempre quiso
ser diferente… no quería ser como sus hermanos.
Jacinta: ¿Y debía ser como sus hermanos?
León: Debía ser normal.
Jacinta: ¿Y dónde está él?
León: Viene de vez en cuando… es el único que sigue aquí. Los demás hicieron sus vidas
y se marcharon. No he sabido más de ellos.
Jacinta: (Ríe un poco) Perdona, pero es que me parece curioso que me digas cuánto te
decepciona que tu hijo Manuel sea gay, para luego toparme con el hecho de que es el único
que no te dejó solo en tu vejez.
León: No estoy viejo, Jacinta.
Jacinta: Lo estamos, León… y es importante que veas que tu hijo, "el maricon", es el único
que sigue aquí.
(León se da cuenta de que se quedó sin argumentos. Reacciona algo malcriado)
León: Igual es raro que halagues a ese muchacho Ricky.
Jacinta: ¿Debería halagarte a tí?
León: No sé… si te parezco atractivo.
Jacinta: ¿Perdón?
León: No, no… que yo, este…
Jacinta: León Castro. ¿Te me acabas de insinuar?
León: Eh, yo… La verdad.
(Entra Teodora)
Teodora: Hola, mijos.
León: ¡Teodora! ¡Teodorita! ¿Cómo estás? ¿Qué haces por aquí?
Teodora: ¿Todo bien, mijo?
Jacinta: Todo bien, Teo. (A León) Hablamos luego, León.
(Sale Jacinta)
Teodora: ¿Me perdí de algo?
"OLVIDADOS"

ESCENA V

(Otilia, Francisca y Teodora en escena tomando café)

Francisca: Ay no, pobre Clemente.


Otilia: Sí. Nada es suficientemente bueno para él.
Teodora: Clemente lo que necesita es seguir el camino del señor.
Otilia: Otra vez no, Teodora.
Teodora: ¿Qué pasa?
Francisca: No empieces a predicar.
Teodora: Predicar es un acto de amor, ya se los he dicho.
Otilia: Teo, suficiente con el conflicto del otro día.
Francisca: Uy no, ese día.
Teodora: No sé de qué hablan. Mi memoria me falla a veces.
Otilia: Por supuesto que sabes de qué hablamos.
Teodora: Esa señora Tomasa irrespetó mis creencias.
Francisca: ¿Y era necesario reaccionar así?
Teodora: Yo me comporté.
Otilia: Le pegaste la biblia en la cabeza.
Teodora: Eso fue un accidente.
Francisca: Pero le pegaste varias veces.
Teodora: El señor movió mi voluntad en ese momento. No fui yo.
Otilia: ¿El señor quería pegarle en la cabeza?
Teodora: ¡Pero por amor a Cristo! ¿Y este ataque? ¡Serán medidas con la misma vara con
la que midan! (TR) Por ejemplo tú, Otilia.
Otilia: ¿Qué pasa conmigo?
Teodora: ¿Crees que olvidamos ese día en el que casi llevas a la cárcel a un trabajador de
aquí?
Francisca: Ay sí, lo había olvidado. Otro día horrible.
Otilia: Y de nuevo el temita de ese día. Eso fue un error humano.
Teodora: Le dijiste a la directiva del geriátrico que el cuidador éste… ¿Cómo es que se
llamaba?
Francisca: Miguel.
Teodora: Ése, Miguel. Disque el muchacho te estaba acosando.
Otilia: ¡Y sí lo estaba haciendo!
Francisca: Ay, Otilia. Él sólo estaba siendo amable. Lo que pasa es que a tí te encanta el
chisme.
Otilia: ¿Perdón?
Teodora: Es verdad.
Otilia: A mí no me gusta el chisme.
Teodora: Ay, por cierto, hablando de chisme.
Otilia: ¿¡Qué pasó!?
Francisca: Muchacha, menos mal no te gusta.
Otilia: Habla, Teo.
Teodora: Ayer vi a Jacinta y León con algo medio raro.
Otilia: Define "raro".
"OLVIDADOS"

Francisca: ¿Raro raro, o raro raro? (Hace dos intenciones al hablar: una normal y una
coqueta)
Teodora: Raro, raro (Imita intención coqueta)
Otilia: Ay Dios. Miren a la Jacinta.
Francisca: No me sorprende mucho.
Teodora: Sí. Ella es así… medio pata caliente.
Otilia: Eso mismo estaba pensando.
Francisca: Qué poco medida, ¿no?
Teodora: Sí, pero bueno, ¿quiénes somos nosotras para juzgar?
Otilia/Francisca: Mjum.
(Las tres toman un sorbo de café. Luego hay un pequeño silencio. Francisca de
repente se queja)
Otilia: Dios santo, ¿ahora qué?
Francisca: Todavía no encuentro mi collar.
(Teodora y Otilia reaccionan con fastidio)

ESCENA VI

(Ricky en escena calentando para la clase de Chachacha. Entran los personajes)

Ricky: ¡Muy buenos días a todos!


Clemente: ¿Por qué este muchacho grita tanto?
León: Debe ser la maricura.
Jacinta: León.
León: Bueno, ya. Perdón.
Jacinta: Muy buenos días, Ricky. Espero que estés muy bien, mijo.
Ricky: Lo estoy, Jacintica.
Teodora: Mijo, ¿nos vamos a mover mucho hoy?
Otilia: ¿Moverse en una clase de baile? No, Teo. Mayor locura, ¿cómo crees?
Teodora: Muy chistosita.
Ricky: Hoy será una clase para quemar bastantes calorías y sobre todo, divertirnos.
Francisca: Ay, Ricky. Eso de quemar calorías y divertirse no me suena coherente en una
misma frase.
Amelio: ¡Vamos, Francisca! ¡Hoy es el día para mover el bote!
Jacinta: ¿Y por qué tan felíz?
Amelio: Porque la vida es bonita, Jacinta.
León: No, bueno. Ya pareces papá de Ricky.
Clemente: Ajá, muchachito. Salgamos de esto ya.
Ricky: Esa es la actitud, señor Clemente. Vamos a iniciar entonces.

(Inicia la clase de Chachacha. Todos luchan con la coordinación y el resto de sus


limitaciones al bailar. Luego de unos minutos, Clemente se frustra y se harta)

Clemente: No, no. ¡Qué va! ¡A la mierda! ¡Para la música!


Ricky: Señor Clemente, la paciencia es importante, ya que…
Clemente: La paciencia es algo que yo perdí hace como 15 años, muchacho. Me voy.
Jacinta: Clemente, pero inténtalo.
Clemente: ¿Y qué coño crees que estoy haciendo? ¿Jugando dominó?
"OLVIDADOS"

León: Coño, me provocó una partidita.


Ricky: Clemente. Esto es para disfrutarlo.
Clemente: ¡Yo no se lo que es disfrutar ya, muchacho! ¡Desde hace mucho que no sé qué
es eso! (Siente dolor en el pecho) ¡Ah! ¡Coño!
Amelio: Clemente, recuerda tu corazón. No puedes alterarte así.
Teodora: Ven, mijo. Vamos a ayudarte.
Francisca: Sí, vente…
(Todos se le acercan y lo abruman mientras lo rodean)
Clemente: ¡No! ¡No! ¡Que no, dije! ¡No me estén tocando! ¡Yo estoy bien, carajo! ¡Ni que
me fuera a morir ahorita! ¡Bien bello, pues! ¡Nojoda!
(Clemente sale molesto)
Ricky: Wow, iré a ver si…
Amelio: No, Ricky. Lo mejor es que lo dejes. Ya se le pasará. Créeme. Lo conozco.
Ricky: Bueno, está bien.
León: Qué vaina con Clemente. Tan amargado.
Jacinta: Mira quién habla.
León: No seas malita.
Otilia: "¿Malita?"
Francisca: ¿Todo bien, León?
(León nota que se mostró vulnerable y romántico, así que arma una actitud forzada y
masculina)
León: Digo… mala, eso fue lo que quise decir. No seas "mala".
Teodora: Ay no, qué broma con Clemente… en serio. Ojalá deje de ser tan cascarrabias.
Otilia: Tengo la fe de que así será…
(Silencio)
Ricky: Ok, fin del descanso. Siguientes pasos.
(Todos reaccionan)

ESCENA VII

(León en escena practicando cómo hablarle a Jacinta. Entra Amelio y lo observa en


silencio)

León: Y es por eso, que pienso que soy el indicado para tí. Soy inteligente, soy chistoso y
huelo bien… la mayoría del tiempo.
Amelio: Si quieres conquistar a Jacinta, necesitas algo mejor.
León: ¡Amelio! ¿Cuánto tiempo llevas escuchando?
Amelio: El suficiente, mijo. Calma.
León: ¿Por qué dices eso de Jacinta? ¿Estás loco? Yo sólo estaba… ensayando.
Amelio: Lo sé. Ensayando para declarartele a Jacinta.
León: Bueno, sí… Está bien. (TR) ¿Crees que le gusto?
Amelio: Mira, mijo… por la forma en la que vi que te observaba en la clase de Chachacha,
yo diría que ya estás listo.
León: ¿En serio, Amelio?
Amelio: En serio, León. Sólo hace falta "el gran paso."
León: ¿Qué es eso de "el gran paso"? No me digas que es un paso de baile, Amelio. Yo
tengo dos pies derechos.
Amelio: Izquierdos.
"OLVIDADOS"

León: ¿Perdón?
Amelio: Dijiste "derechos".
León: Ajá.
Amelio: Y se dice "dos pies izquierdos".
León: No entiendo.
Amelio: Olvídalo. No me refería a baile, León. Me refiero a que des el paso y hables con
ella, le digas lo que sientes.
León: ¿Que me gusta y me imagino el resto de mi vida con ella hasta que tengamos que
morir ambos y lo hagamos al mismo tiempo agarrados de la mano?
Amelio: Ok. Eso es bastante especifico, pero sí. Supongo que funciona.
León: Pero, ¿cómo lo hago? ¿Cómo me le acerco y le hablo? Cuando era joven, las
mujeres se acercaban a mí, yo nunca a ellas. Y pues, Jacinta es diferente.
Amelio: Sólo acércate y habla.
León: ¿Así y ya?
Amelio: Así y ya.
León: No lo sé, Amelio. Creo que es muy riesgoso.
Amelio: León. Escúchame bien. Pierdes más al no intentar nada. No dejes que te alcancen
los "que hubiese pasado si…". (TR) Cuando eso sucede, no hay nada que pueda darle
descanso a tu conciencia. Arriésgate.
León: Caramba, Amelio. Gracias. Está bien. Lo haré. Iré y le hablaré. Sólo iré y le diré que
me gusta.
Amelio: Trata de omitir la parte de morir juntos. Déjalo para otro momento.
León: Copiado. Nada de morir juntos. Iré y le diré todo.
(Mientras sigue hablando, va saliendo)
León: Soy León y soy un león conquistando. León el león. Ese soy. (TR. A Amelio) ¿Estás
seguro?
Amelio: ¡Vete ya!
León: Sí. Sí. Voy.
(León sale. Amelio muestra una sonrisa)

ESCENA VIII

(Jacinta y León en escena)

Jacinta: ¿Y bien? ¿Ya me vas a explicar que está pasando? Me tienes en ascuas.
León: Sí, sí. Te diré. Tranquila que no es nada malo. Bueno, eso depende de lo que
pienses que es malo. Hay gente que ve el vaso medio lleno y otros lo ven medio vacio.
Nunca he entendido muy bien ese dicho pero…
Jacinta: León.
León: ¿Ajá?
Jacinta: Al grano.
León: Sí. Al grano. Bien… yo estaba pensando y… A ver, Jacinta.
Jacinta: ¿Ajá…?
León: Yo estaba pensando que… pues. Últimamente ha surgido algo entre tú y yo.
Jacinta: ¿Ah?
León: Sí… y me preguntaba si… (Se pone nervioso) querías morir conmigo.
Jacinta: Ya va, ¿qué?
León: No, no. Morir no. Amelio me dijo que no dijera eso.
"OLVIDADOS"

Jacinta: ¿Amelio?
León: No, no. Bueno, sí. Pero lo que te estoy diciendo lo quiero decir yo, no él.
Jacinta: León, ¿qué está pasando?
León: ¡Me gustas!
Jacinta: ¿Qué?
León: Tú… me gustas.
Jacinta: Vaya, vaya. Le gusto al señor León Castro.
León: Sí. Me pareces una mujer muy interesante y hermosa.
Jacinta: Ay no, empezamos mal, León.
León: ¿Qué? ¿Qué pasó?
Jacinta: Me llamaste "interesante".
León: ¡Es que lo eres!
Jacinta: ¿Vas a seguir?
León: Pero, ¿qué tiene?
Jacinta: Cuando alguien te llama "interesante" significa que eres fea, León. Eso es como
cuando le dicen a un recién nacido que es "simpático". Eso significa "feo", mijo.
León: No, no, Jacinta. No lo decía en ese sentido. Tú para mí eres hermosa.
Jacinta: ¿Lo soy?
León: Lo eres… y quisiera, pues… intentar algo contigo.
Jacinta: Ay, León. Qué lindo en serio. (TR) Yo soy un alma libre, mijo.
León: ¿Y eso que quiere decir?
Jacinta: Que habrá limites que quizás quieras ponerme y yo te diré un rotundo "no".
León: Se que eres muy libre, Jacinta. Eso es lo que me gusta de tí.
Jacinta: Bien… por último. Sólo hay una condición para que lo intentemos.
León: ¿Qué será?
Jacinta: Debes dejar el alcohol.
León: ¿Que debo qué? ¡No! ¡Estás loca! ¡Jamás! ¡No puedes cambiarme!
Jacinta: Pues entonces no funcionará.
León: Pero Jacinta, ¿es tan importante eso?
Jacinta: ¡Lo es!
León: ¿Lo es?
Jacinta: ¡Lo es!
León: ¿De verdad?
Jacinta: ¡Que sí, León! (TR) Mira… hace quince años yo tenía una familia… una hermosa
familia. Ellos eran mi vida y afortunadamente, yo era la vida de ellos. El amor que se
respiraba en mi hogar era inmaculado. Sólo había una pequeña mancha dentro de tanta
perfección. (TR) Juan. Mi esposo… le encantaba tomar, León. Era su escape, su terapia, su
meditación. Nunca tuvo el coraje de decirme que ya no quería estar conmigo, así que
ahogaba todo lo que quería gritarme en una botella. En muchas botellas, de hecho. (TR) Un
día Juan y yo discutimos. Él se fue muy molesto y… metió a mis nietos al carro. Dijo que iría
a drenar paseando con ellos.
León: Jacinta. Tu historia no me gusta mucho…
Jacinta: No regresaron, León. Nunca regresaron por esa puerta. Ni él, ni mis nietos. (TR)
Mis hijos me agarraron un odio horrible, como si yo hubiese sido la responsable, como si yo
hubiese sido la que agarró a mis pequeños nietos y los metió en ese carro, como si yo
hubiese sido quien se trago quien sabe cuantas botellas y manejó como una demente por
esa carretera.
León: Lo siento.
"OLVIDADOS"

Jacinta: No. Yo lo siento, León. Disculpa si soy muy tóxica al ponerte esa condición. Pero
no puedo vivir de nuevo junto a un borracho inconsciente a mi lado. No más.

(Jacinta sale. León queda en escena pensativo)

ESCENA IX

(Teodora, Otilia y Francisca en escena. Otro acostumbrado día de café. Francisca


camina de un lado a otro)

Teodora: ¿Y bien? ¿Les emociona la actividad de mañana?


Otilia: Ay no, mija. Eso de estar pintando, a mí me parece ridículo.
Teodora: ¡No digas eso, mujer! ¡No digas eso!
Otilia: ¿Qué eh? Calma, Teodora. ¡Qué tanto!
Teodora: Es una actividad hermosa, Otilia. Que tú no la sepas valorar es otra cosa.
Otilia: Bueno, ya… está bien.
Teodora: ¿Quién irá a dictarla?
Otilia: Supongo que la niña ésta, la hippie, ¿sabes?
Teodora: ¡Ah, cierto! La muchacha ésta, Samanta.
Otilia: Esa misma. Que por cierto, no es por ser chismosa…
Teodora: Ay, Otilia. Por Dios.
Otilia: Bueno, está bien. El chisme es que según la muchacha vive con tres hombres en su
casa.
Teodora: ¿No crees que podrían ser familiares, Otilia?
Otilia: En un mundo de ingenuos, quizás.
(Ambas notan a Francisca más agitada)
Otilia: ¡Pero Dios mío, Francisca! ¡Ya basta!
Francisca: ¡No puedo!
Teodora: Mija, ese collar va a aparecer. Quédate quieta.
Francisca: ¿Cómo estás tan segura? Llevo días busca que busca y nada. Me lo robaron.
Otilia: No digas eso.
Francisca: Es así. Me lo robaron.
Otilia: Basta, Francisca.
Teodora: Mija, tu sueles ser muy olvidadiza, seguro lo dejaste tirado por ahí.
Otilia: Seguramente.
Francisca: ¡Que no!
Teodora: Bueno, Francisca. No me esté gritando, Dios santo.
Francisca: ¡Entonces no le hagas pasar por loca!
Teodora: Ay no, mija. Definitivamente. (Se levanta) Ya una no puede tomar café tranquila
con sus "y que" amigas.
Francisca: ¿Qué quieres decir?
Teodora: Nada. Me voy.
Otilia: ¡Teo!
(Teodora sale. Silencio. Francisca empieza a llorar)
Otilia: Francisca, mija. ¿Estás llorando? ¿En serio? ¿Por un collar!
Francisca: ¡Coño, Otilia! ¡No es un simple collar! ¡Deja de minimizarlo!
Otilia: Bueno, bueno… está bien. Disculpa. ¿Qué es lo que pasa?
Francisca: Ese… es el collar de mi hermana.
"OLVIDADOS"

Otilia: ¿Y debes devolvérselo? ¿Viene a visitarte?


Francisca: No, Otilia. No puede visitarme.
Otilia: Ah, entiendo… se fue del país.
Francisca: Murió, coño. Murió. Ya no está. Y ese collar es el único recuerdo que tengo de
ella… de mi hermana gemela.
Otilia: ¿Tenías una gemela? No tenía idea de eso.
Francisca: Beatríz. Ella y yo eramos las mejores hermanas, Oti. Y siempre fuimos muy
opuestas, sabes lo que dicen de los gemelos. Ella era pura alegría y yo… pues, ya me
conoces. (TR) No siempre fui tan amargada y quejona, Otilia. Ella me llenaba de alegría.
Siempre me decía: "sonríe, que cuando llegues a vieja, tendrás el triple de arrugas".
(Francisca recuerda entre llanto y una pequeña sonrisa)
Otilia: Parece que fue una muy buena hermana.
Francisca: Lo fue. Al tiempo nos separamos para hacer nuestras vidas. Ambas en ciudades
diferentes. (TR) Quizás me dirás mentirosa, pero un día sentí un dolor muy fuerte en el
pecho, y lo supe… supe que Beatríz estaba muriendo. Llamé a su casa y lo confirmé. No
pude despedirme, Oti. Cuando fui a su funeral, me sentí vacía, incompleta… Entré a su
cuarto y quise quedarme con algo de ella, quise tener algo para recordarla siempre…
Otilia: El collar.
Francisca: Ese collar es mi hermana, Otilia. En mi corazón, es ella. Lo necesito conmigo.
No puedo estar tranquila sin él.
(Silencio. Francisca solloza, Otilia parece estar muy incómoda. Se pone de pie y
deambula mucho)
Otilia: Francisca.
Francisca: ¿Qué?
Otilia: Tenemos que hablar.
Francisca: ¿Qué pasa?
(Otilia se acerca y se sienta de nuevo)
Otilia: Te voy a contar una historia, ¿sí?
Francisca: ¿Una historia? Pareces Amelio. Otilia, no estoy de humor.
Otilia: Por favor, escúchame primero. Es importante.
Francisca: Me estás asustando.
Otilia: Mira. había una vez, una joven que…
Francisca: "¿Había una vez?" ¿en serio?
Otilia: Por favor, Francisca.
Francisca: Bueno, está bien. Cuenta.
Otilia: Había una joven de aproximadamente 14 años. Muy ingenua, muy ignorante y muy
rebelde. Esta chica quedó embarazada. Siendo tan joven, tenía muchas cosas en contra.
Sus padres siempre fueron muy desinteresados. No querían tener tal carga encima así
que… la botaron de casa. Esta chica terminó en un refugio donde eventualmente dio a luz a
una pequeña niña. Junto a su hija pasó cosas muy fuertes. Hasta que un día obtuvo la gran
oportunidad de trabajar como sirvienta. Trabajó por años y empezó a ganar reputación.
Francisca: Qué bien.
Otilia: Sí. En ese momento todo estaba perfecto en su vida, pero tenía un gran defecto:
cada vez que quedaba sola en casa, buscaba la manera de agarrar algo. Algo ajeno.
Siempre se encontraba rodeada de cosas muy hermosas, ya que los dueños de la casa
tenían mucho dinero. Era mucha tentación para alguien que no solía tener nada. Se
enamoró de ese vicio de hurtar cosas y eventualmente… se lo enseñó a su hija.
Francisca: Oti…
"OLVIDADOS"

Otilia: Por favor, déjame terminar. (TR) Su hija creció viendo ese tipos de cosas como algo
normal. Agarrar cosas que no eran suyas, era algo muy natural para ella. Como cuando te
enseñan a comer en la mesa. (TR) El tiempo pasó, la madre murió y la hija logró
independizarse, hacer su vida, formar su familia y envejecer… pero, hasta el sol de hoy,
sigue luchando contra ese impulso asqueroso de hurtar cosas. (TR) Francisca, la joven de
la que te hablo es mi…
Francisca: Entendí perfectamente la historia, Otilia. No soy estúpida.
Otilia: Por favor, escúchame.
Francisca: Dame mi collar.
(Otilia, claramente avergonzada, le devuelve su collar, que tenía metido en su bolso)
Francisca: Durante todas estas semanas me viste llorar, sudar y colapsar por este collar.
Te burlaste en más de una ocasión por lo "dramática" que estaba siendo, cuando todo este
tiempo, lo tuviste en tu maldito bolso.
Otilia: Francisca, no fue mi intención, yo…
Francisca: Eres una cleptómana, Otilia. Por si no lo sabías, así se llama lo que tienes. No
quiero ser amiga de una cleptómana.
(Francisca sale)
Otilia: ¡Francisca, por favor!
(Otilia queda sola en escena)

ESCENA X

(Clase de pintura. Todos en escena sin la guía. Silencio)

Jacinta: Bueno, ¿y quién se murió? Qué silencio tan horrible e incómodo. ¿Todo bien?
Clemente: Mejor así, primera vez en años que se siente paz en este lugar.
Amelio: A mi no me gusta el silencio, siento que es como sinónimo de tristeza. ¿Les cuento
una historia?
Todos: No.
León: (Hacia Teodora, Francisca y Otilia) ¿Y ustedes? ¿Todo bien?
Francisca: Sí.
Teodora: Todo bien.
Otilia: De maravilla.
Jacinta: Mjum, yo conozco esas voces.
León: (En secreto a Jacinta) Yo no, ¿qué significan?
Jacinta: Parece que están peleadas.
León: ¿Las tres? Pero ellas nunca pelean.
Jacinta: Pues parece que sí.
(Entra Samanta, profesora de pintura)
Samanta: Buenos días, mis hermosos cromáticos.
Clemente: No puede ser.
Teodora: ¡Buenos días, Samantica!
Samanta: Espero que hoy tengan las mejores energías para pintar el día de muchos
colores.
Clemente: Esta mujer me va a hacer vomitar.
Amelio: ¿Cómo está, hermosa Samanta?
"OLVIDADOS"

Samanta: Muy bien, Amelio. Espero que todos estén listos. (Pasando por sus puestos)
Aquí les dejo a cada uno sus implementos de trabajo. Recuerden que la pintura se trata de
transmitir lo que sentimos y plasmarlo en el lienzo. Es una especie de terapia.
Clemente: Como si no tuvieramos suficientes.
Teodora: ¿Puedes dejar de interrumpirla ya?
Clemente: Pero si yo…
Teodora: ¡Nada! ¡Haz silencio y déjame ver mi clase de pintura tranquila!
Jacinta: Pero Teo, no te alteres así.
Teodora: ¡Para ustedes todo es un juego! Para mí no.
Samanta: Señora Teodora, tranquila. La clase fluirá si todos colaboramos. (TR) Ahora
atención: el día de hoy dibujaremos algo que añoremos mucho. Algo que recordemos con
mucho amor y cariño. Puede ser una persona, un animal, un momento, una época… lo que
ustedes deseen. Nada estará mal. ¿Me expliqué?
Todos: Sí.
Samanta: Bien. Tienen aproximadamente media hora a partir de… ahora.
(Transición. Paso del tiempo en el que todos dibujan. La transición es interrumpida
por Teodora, quien lanza sus implementos al piso. Silencio incómodo)

Samanta: Ehm… Señora Teodora, ¿todo bien?


Amelio: Creo que claramente pasó algo.
Clemente: ¿Lo ven? La pintura es estresante e innecesaria.
León: Para ti todo lo es, Clemente.
Jacinta: Teodorita, ¿qué pasó?
(Otilia y Francisca, quienes conocen mejor a Teodora, salen en su defensa)
Francisca: Bueno, ya… no la sofoquen.
Otilia: Sí, sí… Se acabó el espectáculo.
Francisca: Señorita Samanta, ¿cree que pueda dejarnos solas un momento?
Samanta: Pero la clase…
Otilia: La clase puede continuar más tarde u otro día. Tranquila. Por favor, déjenos solas.
Samanta: Bien.
(Samanta sale. Luego de que salga, Otilia y Francisca miran al resto, insinuando con
la mirada, que también salgan)
Amelio: Conozco esa mirada.
Jacinta: Sí, sí. Vamos, vamos. Saliendo.
(Todos salen. Amelio se devuelve para decir algo antes)
Amelio: Sé muy bien que no es mi asunto pero… si les sirve un consejo: he visto que
últimamente no han sido las mismas. Puedo notar que han tenido problemas entre ustedes.
(TR) La amistad es la mayor creación del señor, Teodora. Ustedes tres tienen una amistad
que es sincera. Eso puedo notarlo. No dejen que nada las separe. No importa cuán grande
sea el obstáculo. Una amistad verdadera lo supera todo.
(Sale Amelio dejando solas a Teodora, Otilia y Francisca)
Otilia: Teo…
Teodora: No quiero hablar.
Francisca: Creo que necesitas hablar.
Teodora: Estoy tan cansada.
Otilia: ¿Cansada de qué?
Teodora: De estar aquí, de fingir que estoy bien. De refugiarme en la palabra del señor
porque no puedo soportar ya este dolor.
"OLVIDADOS"

Francisca: ¿Es por él?


Teodora: Sí.
Otilia: Tomacito debe estar bien.
Teodora: Por supuesto que debe estar bien, está en Canadá. La que no soporta este dolor
soy yo… Es mi nieto, por Dios. Tomás era mi vida, muchachas. Él crecerá y olvidará que
tenía una abuela. Una abuela con la que solía pintar todas las tardes antes de cenar. Con la
que solía ensuciarse de pintura hasta el punto en el que parecíamos dos arcoiris andantes.
Una abuela que lo extraña tanto, que cada vez que puede se pone a pintar cualquier cosa
para recordarlo. (TR) Yo se que puedo ser una religiosa extremista. Lo sé. Sucede que es
mi forma desesperada de huir de este dolor. Aferrarme a una voz que me diga que todo
estará bien y que Dios tiene un plan para mí… que no sea sólo morir sola.
Otilia: Pero no estás sola, Teo.
Francisca: En lo absoluto.
Teodora: Nosotras últimamente lo que hacemos es pelear. Eso sólo me desanima.
Francisca: Las amigas pelean. Eso es normal.
Otilia: Lo importante es saber cómo solucionar cada problema.
Teodora: Tal y como lo dijo Amelio.
Francisca: Tal y como lo dijo Amelio.
Teodora: No quiero más peleas. El estar aquí ya es bastante deprimente. Quienes me
hacen sentir mejor son ustedes. Y si las veo peleando, eso no me ayuda.
Francisca: Ya no habrá peleas.
Otilia: ¿En serio?
Francisca: Siempre y cuando los problemas no se repitan y aprendamos de ellos, todo
estará bien.
(Otilia emocionada abraza a Francisca)
Teodora: No, no, no. Ya va, ¿qué es eso de un abrazo de dos? Falto yo.
(Teodora se une al abrazo)

ESCENA XI

(Terapia grupal. Todos visiblemente más tranquilos y en paz, menos uno)

Guía: Bien, muy bien. No sé qué es lo que está sucediendo pero debo admitir que percibo
una vibra de tranquilidad en el grupo. A ver, Jacinta y León, los veo muy juntitos, ¿no?
Jacinta: No me lo mire mucho, ¿oyó? Mire que no nos gusta eso de las relaciones abiertas.
León: ¡Jacinta!
Jacinta: Mjum, ¡estoy defendiendo lo mío!
Guía: Bueno, bueno… Otilia, Francisca y Teodora, ¿qué tal van esas reuniones de café?
Teodora: Cada vez más divertidas.
Francisca: Sí. Muchas risas.
Otilia: Y chismes.
Teodora/Francisca: Otilia.
Otilia: Digo, chistes. No chismes, chistes. Perdón.
Guía: ¿Amelio?
Amelio: Estoy muy bien, señorita. Cada vez mejor.
Guía: Bien… ¿Clemente?
Clemente: Deje sus estupideces.
Jacinta: Clemente, respeta.
"OLVIDADOS"

Clemente: ¡Chúpenlo!
Guía: Señor Clemente, por favor colabore con la terapia.
Clemente: ¡No me da la gana! ¡No quiero y punto! ¡No pueden obligarme!
(Sale Clemente)
Amelio: Yo voy.
(Sale Amelio)

ESCENA XII

(Clemente llorando desconsoladamente en escena. Entra Amelio)

Amelio: Clemente.
Clemente: Coño, Amelio. Qué intenso eres, vete de aquí.
Amelio: Soy intenso, ya deberías saberlo. Eres mi mejor amigo y nadie me conoce mejor.
Clemente: Sí, sí. Ajá. Muy bonito todo. Ahora vete y déjame solo mientras…
Amelio: Mientras lloras porque ya no aguantas.
Clemente: No juegues al psicólogo conmigo. Conmigo no.
Amelio: No soy psicólogo. Soy tu amigo, Clemente. Deja de escudarte ya. Renuncia a esa
estupidez de ocultar lo que sientes para no verte vulnerable. Soy yo, Amelio. Puedes llorar
todo lo que quieras.
(Luego de unos segundos de duda, Clemente abraza llorando a Amelio)
Clemente: La extraño. La extraño tanto. Amelio: Lo sé, amigo. Lo sé.
Clemente: Quisiera devolverme a ese dia y haber actuado diferente. No sabes cuánto lo
deseo. Si hubiese actuado diferente, no estaría aquí.
Amelio: Fue un error, Clemente. Fue un simple error.
Clemente: ¡No, Amelio! ¡Pegarle a tu mujer no es un simple error, es violencia doméstica!
¡No soy un niño que se equivocó, soy un adulto que no controla sus impulsos! Yo amaba a
Marta, ella era mi todo, éramos felices, me aceptaba con mi carácter de mierda. Soportó
tanto de mi parte y tuve que arruinarlo así. Levantándole la mano en una simple discusión
que me sacó de mis casillas. Quedé como un abusador y nuestros hijos me separaron de
ella… me separaron de todos. Ésta es básicamente mi cárcel, Amelio. No puedo estar feliz
aquí. No puedo sonreír y fingir que todo está bien.
Amelio: Amigo… yo te admiro.
Clemente: Ay por favor, Amelio. Ni tú te lo crees.
Amelio: Es en serio, amigo. No cualquiera acepta sus errores y se arrepiente de corazón.
¿Sabes cuántas personas hay en el mundo que están dispuestos a irse a la tumba con su
orgullo intacto? Tú ya lo entendiste todo, Clemente. Ahora, sólo toca..
Clemente: ¿Qué? ¿Qué es lo que me toca ahora, que no los tengo?
Amelio: Avanzar… y ser felíz. Tú mismo lo dijiste: "si hubieses actuado diferente, no
estuvieras aquí". Con otros seis viejitos locos que hacen que el día a día sea más llevadero.
(TR) Date la oportunidad de intentarlo, Clemente. Date la oportunidad de procurar ser
felíz… y disfrutar cada segundo de tu vida.
(Silencio)
Amelio: Prométemelo.
Clemente: Te lo prometo.
(Se abrazan)
Clemente: Amelio… eres el mejor amigo que alguien pudiera tener.
Amelio: ¿Acabas de dar un cumplido? Empezamos muy bien.
"OLVIDADOS"

Clemente: Lo arruinaste. Chúpalo.

(Entre risas, Clemente sale)

Amelio: "El mejor amigo que alguien pudiera tener".

(Amelio queda sólo en escena)

ESCENA XIII

(Terapia. Todos en escena menos Amelio y Clemente)

Jacinta: ¿Y Amelio y Clemente? ¿Dónde están?


León: Seguro ya vienen.
Teodora: Sí, mija. Deben venir por ahí.
(Entra Clemente)
Clemente: ¡Buenos días!
Francisca: ¿Perdón?
Clemente: ¿Cómo están todos?
Otilia: Clemente, ¿te sientes bien?
Clemente: La verdad sí. Me siento muy bien. (TR) ¿Y Amelio?
Francisca: Creímos que estaba contigo.
(Entra guía del geriátrico)
Guía: Buenos días.
Clemente: Hola, ¿sabe dónde está Amelio?
León: Sí. Él siempre llega puntual.
Guía: Hoy Amelio no nos podrá acompañar.
Otilia: Ay, seguro le dio alergia otra vez.
Francisca: Él y sus alergias.
Guía: No.
Teodora: Bueno, pero entonces, ¿dónde está?
Guía: Lamento informarles que Amelio amaneció sin vida el día de hoy. En serio,
discúlpenme por darles esta noticia.
Clemente: ¿Qué?
Guía: Que Amelio…
Clemente: ¡Yo escuché lo que dijo! ¡No soy sordo, pedazo de imbécil! ¿Cómo que se
murió? ¡Usted está mintiendo!
Guía: ¡Por favor, cálmese!
Clemente: ¡No me calmo nada! ¡Tú lo mataste! ¡Tú lo mataste!
(Clemente, cegado por el dolor, se abalanza sobre el guía)
Jacinta: ¡Clemente, no!
Otilia: ¡Para, por favor!
León: ¡Suéltalo ya!
(Clemente suelta al guía. El guía sale de escena junto a Jacinta)
León: (A Clemente) Sé que te duele, pero así no vamos a solucionar nada.
(Clemente rompe a llorar. Todos lo acompañan en su dolor)
Clemente: No, no, no. Tú no, Amelio
Tú no.
"OLVIDADOS"

(Entra Jacinta)
Otilia: ¿Qué te dijo?
Jacinta: Se quitó la vida.
Clemente: ¡No! Tú no, Amelito. Tú no.
(Todos lloran)

ESCENA FINAL

(Transición de tiempo. Un mes para ser exactos. Todos en escena menos Clemente.
No hay una energía triste, sino de superación y paz)

Jacinta: ¿Alguien vio a Clemente hoy?


León: Yo lo vi en la mañana pero no lo vi más.
Otilia: Recuerden que hoy se cumple un mes desde lo de Amelio.
Francisca: ¿Cómo olvidarlo?
Teodora: Es cierto, debe estar afectado.
León: Bueno… pero lo he visto mejor.
Jacinta: La verdad sí… ha tenido mejor semblante.
Francisca: Y sobre todo, ha estado menos amargado.
Teodora: No es el mismo Clemente. Desde la muerte de Amelio, parece disfrutar más la
vida. Gracias a Dios.
(Entra Clemente)
Clemente: Hola.
Francisca: ¡Lo reventamos! Justo hablábamos de ti, Clemente.
León: ¿Dónde estuviste? No te vimos en todo el día.
Clemente: Sí. Disculpen. Es que le pedí a un guía que me acompañara a caminar un poco.
Teodora: Lo imaginamos, mijo. Hoy se cumple un mes.
Otilia: ¿Cómo te sientes?
Clemente: La verdad, necesitaba caminar, no sólo por el día que es hoy sino, porque esta
mañana me encontré con algo que me dejó abrumado.
Jacinta: ¿De qué hablas, mijo? ¿Qué conseguiste?
Clemente: Es que… fui al cuarto de Amelio.
Francisca: Ay, Clemente. ¿Por qué?
Clemente: Es que ha estado vacío todo este tiempo y todo está prácticamente intacto.
Otilia: Si, bueno… tú sabes que si no llega nadie nuevo, ese cuarto es intocable.
Clemente: Lo cierto es que… revisé sus cosas.
Teodora: Ay, mijo… qué dolor.
Clemente: Y encontré una carta.
León: ¿Una carta? No puede ser. No me digas que…
Clemente: Quiero leerla para ustedes. Es necesario.
Jacinta: Ay, mijo… bueno, vamos a prepararnos, ¿no?
Francisca: Bien, vamos.
(Todos se acomodan para escuchar. Clemente luego de respirar profundamente y
prepararse, procede a leer)
Clemente: (Leyendo) "Hola, Clemente. Si estás leyendo esto, es porque mis predicciones
no fallaron. Viniste a mi cuarto a buscar recuerdos que ya no están y conseguiste esta carta.
Lo primero que quiero que hagas es leerla a los demás… por favor, es la única condición.
(TR) Hola, muchachos. Espero que todos estén muy bien. Aquí Amelio, el loco de las
"OLVIDADOS"

anécdotas… y como buen amante de las historias que soy, permítanme contarles una… la
última. Empieza así: Había una vez, un caballero muy valiente. Era guapo, inteligente y muy
astuto. Este caballero se enamoró de una hermosa doncella, con la cual concibió a un
hermoso niño. Su hijo era su gran adoración. El tiempo pasó y este pequeño concibió a otro.
El caballero no sabía lo que era el verdadero amor, hasta que amó a su nieto. Al conocerlo
bien, notó la inmensa imaginación que tenía… y él lo ayudaba a expandirla: leyéndole
historias. A veces las inventaba. Cada noche, era una nueva aventura. Noche tras noche,
se transportaban a castillos, bosques y grandes playas. (TR) Pero el tiempo pasó… el
pequeño creció. Dejó de interesarse por las historias. Ya le parecían aburridas, tan
aburridas como su abuelo el caballero. Y así como si nada, pasó a estorbar a toda su
familia. (TR) Un día lo invitaron a cenar. El caballero estaba muy feliz puesto que parecía
que al fin su familia lo amaba de nuevo. Llegaron a la entrada del restaurante y firmaron
unos papeles… ¿Papeles? Sí. Papeles. No era un restaurante. Era un sitio en el que el
caballero pasaría el resto de su vida. Sólo, engañado y abandonado. Sin su familia. La
familia que él tanto amaba, pero que no lo amaba tanto a él. (TR) Bueno… creo que mejor
cortamos la historia ahí. El punto está bastante claro, ¿no? Quiero agradecerles a cada uno
por tanto. Jacinta y León, por recordarme lo hermoso que es el amor cuando se da con
respeto. Teodora, Francisca y Otilia, por recordarme lo valiosa que es la amistad verdadera.
Y a tí, Clemente… gracias por enseñarme que siempre se puede ser mejor y aprender de
los errores. Fuiste el mejor amigo. (TR) Hoy me voy feliz…"
(Clemente lucha con las ganas de llorar. Pasa la carta a Teodora)
Clemente: No puedo.
Teodora: Tranquilo, yo continúo. (Lee) "Hoy me voy felíz. Felíz porque aprendí algo de
cada uno y siento que ustedes también aprendieron algo de mí. Discúlpenme si por
momentos pequé de fastidioso con mis historias… sólo quería recordar a mi nieto de alguna
manera. Hoy, el dolor y la nostalgia hicieron de las suyas conmigo y… pierdo la batalla. No
puedo más. Sin embargo, quiero que ustedes vivan… y vivan felices. Son los mejores
amigos que pude tener. Por favor, no dejen que nada les borre la sonrisa. Gracias por
brindarme los mejores últimos días. Nada de caras largas por mi partida, ¿ok? En mi
corazón seguiremos siendo los 7 viejitos locos del Geriátrico Santa Fé. La excéntrica
Jacinta, el pavo León, la emocional Francisca, la habladora Otilia, la amorosa Teodora, el
amargado Clemente, y yo: El caballero soñador. Con amor, Amelio"
(Todos lloran. Silencio)
Clemente: Se que él está mejor.
Teodora: Eso, mijo. Hay que recordarlo con amor.
Jacinta: Con esa sonrisa larga.
Francisca: Con su energía incomparable.
Otilia: Con sus chistes, a veces malos, pero simpáticos todos.
León: La verdad es que la mayoría eran malos.
Clemente: Y con sus increíbles historias… (TR) De hecho, quiero contarles una. ¿Me
dejan?
Teodora: ¡En honor a Amelio! ¡Eso me gusta!
León: ¡Es verdad! ¡Por Amelio!
Todos: ¡Por Amelio!
Clemente: Bien, haré mi mejor esfuerzo: Había una vez, ¡una familia cavernícola! Sí y se
llamaban: ¡Los picaroca!
León: (A Jacinta) ¿Pero no se llamaban los pica…?
Jacinta: Déjalo fluir. Mira lo felíz que está.
"OLVIDADOS"

(Clemente sigue contando)

FIN.

También podría gustarte