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REFLEXIONES EPISTEMOLÓGICAS

Un truco sin cartas


A partir de un juego de naipes imaginario, el autor de este artículo reflexiona sobre cómo la ciencia construye y se
nutre del conocimiento, pero también de la imaginación y la creatividad para brindar respuestas a las preguntas
acuciantes del presente. La Epistemología o Filosofía de la ciencia es la que se encarga de revisar y analizar esos pro-
cedimientos como si de una partida de truco se tratara.

Por Mariano Ramos


Invierno de 1983, Pedro de Mendoza al 4300, José C. Paz sur. El viento y
la llovizna barren las calles, las veredas y muchos sueños de corto plazo…
como sea, la vida sigue.
El Club San Martín es un pequeño club social y deportivo de barrio, con
cancha de fútbol 5 (para papi fútbol o “el papi”). Su tamaño no da para más.
Es así, como muchos, muchísimos clubes de barrio del Gran Buenos Aires, de
la Argentina. Fue fundado por los años cincuenta o sesenta del siglo pasado,
cuando muchas familias de la clase media o media baja (si uno acuerda
con esta clasificación evolucionista de sectores sociales) compraban casas con
planes y créditos del Estado nacional o terrenos y construían sus viviendas.
Al club lo construyeron los mismos vecinos. Durante fines de semana y ‘a pul-
món’. El club ocupa un terreno de 10,50 m por varias decenas de metros de
largo, dimensiones que tienen muchos terrenos en esa zona bonaerense.Tiene
un mostrador en el que un hombre de bigote finito y copa en mano atiende el
buffet.También hay algunas mesas y sillas en el salón-bar, no muchas porque
el ambiente no es muy grande aunque haga un martillo hacia otro terreno
y el club se ensanche. No hay mujeres y si van no se quedan por mucho
tiempo, solo en excepciones, como cuando se hace un evento familiar o un
baile.También cuando van a buscar a su marido, el que se va rápidamente y
a veces murmurando como en el tango que hizo famoso Carlos Gardel, As de
cartón (1930)1. Si esto ocurre, el hombre que es “retirado” del club siempre es
víctima de cargadas (¡ja… se lo llevó como chico pal colegio!”). En ese salón
también hay dos metegoles y una mesa de pool. El club todavía existe y se
encuentra próximo a una escuela primaria a la que fueron varios amigos de
mi barrio, porque este es el “otro barrio”, no es “mi barrio” o “nuestro barrio”,
el Barrio Infico.
En una noche de aquel invierno estábamos comiendo una picada y tomando
cerveza en dos mesas, unidas, del salón-bar. Éramos unos ocho o nueve. Nom-

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bro a mis compañeros por la denominación que usábamos cotidianamente:
Salvador o Vila (por el apellido de otro que se llamaba también Salvador y
como si todos los Salvador se tuvieran que llamar de apellido Vila), también
conocido por Biela por su trabajo de mecánico de autos; El Polaco (de nombre
Osmar), sin profesión u oficio pero vendedor de muchas cosas; El Pipi (no
recuerdo su nombre), técnico en televisión; Farol (del que alguna vez supe su
nombre pero lo olvidé), un “cuervo” que era levantador de quiniela clandes-
tina y era llamado así por los recipientes de vino que se tomaba; Benito, El
Tigre de la “Malicia” (no “de la Malasia”), persona muy versátil en cuanto a
oficios, como carpintero, albañil y muy buen dibujante, además muy tran-
quilo y centrado, pero cuando estaba alcoholizado su personalidad cambiaba
rotundamente y se transformaba en un tipo audaz y agresivo; El Chuengo
(Jorge), quien generalmente trabajaba con su familia en los talleres de costu-
ra, y yo, un carpintero, más algún otro que no recuerdo bien.
Era el anochecer y el día laboral había terminado. Íbamos de vez en cuando
a ese club o nos reuníamos en otros lugares (casas donde hacíamos asados o
comíamos pizzas), a veces en mi taller; no cumplíamos siempre con los mis-
mos hábitos ni nos reuníamos en los mismos ámbitos; tampoco participaban
siempre las mismas personas (Farol excepcionalmente). Ese día como siempre
en estas situaciones surgían competencias y contrapuntos acerca de muchos
temas: el fútbol, la vida en el barrio y los barrios vecinos, las instancias del
trabajo, las astucias frente a determinados casos.
De pronto se plantea un desafío entre El Tigre y Farol, dos hombres de unos
40 y pico de años en ese momento: una partida de truco sin cartas. El juego
de truco, original, habría tenido su origen en España y quizás, al arribar
a la Argentina, haya sufrido algunos cambios, adaptándose a las picardías
y el lenguaje locales. También se juega en Uruguay. El truco es un juego de
naipes que se lleva a cabo con un mazo de 40, del tipo español, sacándose
los ochos, los nueves y los comodines cuando el mazo trae 50 cartas. Quien
sepa jugar al truco sabe bien que se apela a la imaginación, muchas veces a
la mentira y siempre a la picardía para resolver situaciones con habilidad,
rapidez y eficacia. Es decir, para jugar al truco hace falta mucha inteligencia
y astucia. Como siempre, se mezcla el mazo y cada jugador recibe tres cartas
pero nunca seguidas –si el que corta no golpea el mazo con la palma de la
mano– sino una por ronda de distribución. Hay una escala de valores, como
en todos los juegos de naipes: hay cartas más “pesadas” que otras. Se puede
enfrentar un rival contra otro o también se puede jugar por equipos, los que
generalmente se disponen de dos contra dos, de tres contra tres, pero también
se puede jugar al “truco gallo”, si hay una cantidad impar de jugadores.
Se juega a 30 puntos (15 “malas” y 15 “buenas”) a través de los distintos
momentos del juego (“manos”), y las principales instancias son el envido (la
“mentira”), donde se combinan cartas del mismo palo y se suman sus puntos, y
el truco, jugada final que sobre la base de buenas y “pesadas” cartas recibidas,
muchas veces define el partido. A veces los contendientes incluyen lo que se
llama flor (“jardinera”), instancia que elimina a la del envido, y en que las
cartas de un jugador deben ser del mismo palo, aumentándose los tantos se-
gún una escala que suma a partir de los 20 puntos. Las tres situaciones –flor
si se acepta para el juego, envido y truco– presentan varias posibilidades de
replicar por medio de contrapuntos y subir las apuestas respecto de los puntos

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Lo que había ocurrido en aquel club de
barrio era simplemente una demostración de
astucia, de inteligencia humana.

puestos en juego. Según las cartas que uno recibe y las instancias del juego, y
a través de señas, gestos y gritos, uno se pone de acuerdo con sus compañeros
para intentar ganar cada mano y luego el partido. Hasta se puede ganar con
cartas “bajas”, de poco peso en la jerarquía que considera el juego de truco,
si la habilidad y el engaño de un jugador o de los jugadores así lo permiten.
Nosotros siempre jugábamos al truco; era nuestro juego de cartas. Así las
cosas, se planteó en aquel escenario un juego de truco sin cartas entre Farol y
El Tigre. Según los ademanes simulando entrega de los inexistentes naipes, en
la primera mano fueron repartidas tres cartas por El Tigre para cada uno; es
decir Farol, que hizo que tiraba la primera carta, era ‘mano’ y por eso tenía
prioridad en caso de empate en tantos.
Farol: Juegue…
El Tigre: ¡Envido!
Farol: 33 de mano… me voy al mazo… 2 por 1 es negocio…
La astucia y la soberbia actuación de ambos eran dignas de festejo por parte
de nosotros, los espectadores de esa partida, y así ocurrió. Siguió el partido
sin cartas. Farol hizo como que distribuyó los naipes para la segunda mano.
Como El Tigre había perdido la mano anterior, quiso adelantarse en el juego
siguiendo los mismos pasos que Farol había desarrollado.
El Tigre: ¡Envido! ¡33 de mano!
Farol: No puedo jugar… ¡tengo 4 cartas!
Fin del juego y festejo de todos.

Este es un recuerdo imborrable para mí... Pero analicemos la situación.


El Tigre consideró el procedimiento seguido por Farol. Tuvo en cuenta una
determinada serie de pasos. Sin saberlo aplicó el presupuesto de la navaja
de Occam o la regla de la economía2 que lleva a preferir los presupuestos
más simples que se ajusten a los hechos. El Tigre hizo una predicción sobre
una base de simplicidad de pasos. Pero la predicción no se cumplió como
las series que parecen ser lógicas pero pueden tener saltos que no siguen
la misma lógica matemática o proporcional. Algo así como el ejemplo que
menciona Gregory Bateson cuando da la siguiente serie de números: 2, 4,
6, 8, 10, 12… luego pregunta ¿sigue el 14? Pero dice que no, que sigue
el 27. Si se repite tres veces la serie 2, 4, 6, 8, 10, 12, 27, el interrogado
es muy probable que mencione el 2 para continuar la serie que finaliza en
27, aunque esto no es seguro que así sea. La cuarta carta funcionó como el
27 e incluso, otra posibilidad no considerada luego de la repetición de la

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serie desde el 2 al 27. Entonces en una actividad de la Lo que había ocurrido en aquel club de barrio era
vida cotidiana, como en una investigación, puede darse simplemente una demostración de astucia, de inteli-
algo impensado, algo que parecería ir en contra de una gencia humana. Ambos jugadores habían participado de
lógica de una serie de pasos “normales”. un juego de naipes pero sin naipes. Los dos conocían el
reglamento del juego y se sometían a él. Ambos acep-
Inteligencia, imaginación, creatividad taban las instancias que podían surgir en una partida.
Sin embargo, la imaginación de uno de ellos hizo que
Dice el Diccionario de la lengua española: “La inteli- ese jugador no rompiera alguna de las reglas del juego
gencia es el término global mediante el cual se descri- y que manifestara una instancia que es factible de darse
be una propiedad de la mente en la que se relacionan en un juego de naipes; esto es que al darse las cartas
habilidades tales como las capacidades del pensamien- haya un error respecto de la cantidad recibida. En el
to abstracto, el entendimiento, la comunicación, el juego de truco, cuando no se cuenta con tres cartas, la
raciocinio, el aprendizaje, la planificación y la solu- mano no es válida y se debe dar de nuevo para iniciar
ción de problemas”. una nueva mano.
Asimismo, entre otras acepciones, se define inte- La inteligencia es la base del conocimiento; la cien-
ligencia como la capacidad de entender o comprender y cia lo construye y se nutre del conocimiento, también
como la capacidad para resolver problemas. La inteligen- de la imaginación y la creatividad para brindar respues-
cia es empleada por los seres humanos para resolver ta a preguntas o simplemente resolver problemas. La
problemas en el sentido que puede ser instrumen- Epistemología o Filosofía de la ciencia es la que se en-
tada por la ciencia pero también más allá de ella; es carga de analizar y revisar los procedimientos emplea-
la capacidad para superar dificultades. También la de dos para generar conocimiento. Esta disciplina estudia
combinar dos o más elementos o cosas para exponer las condiciones de producción y validación del conoci-
pensamientos, ideologías… miento científico y, en especial, se ocupa de las teorías
Un ser inteligente –no solo el humano– emplea científicas. En la actualidad, algunos “post-modernos”
ciertos conocimientos que le permiten, a través de cuestionan hasta la existencia y el valor de la Episte-
la comprensión de un contexto o un escenario parti- mología…
cular y los recursos disponibles, en breves lapsos de
tiempo, superar situaciones que pueden llegar a po-
nerlo en apuros.

Se considera que la persona inteligente resuelve bien


los problemas, razona con claridad, piensa de manera
lógica y posee una buena cantidad de información,
además de que es capaz de equilibrar la información
y de demostrar inteligencia en los contextos cotidiano
y académico. Las personas normales tienden a quitar
importancia a las capacidades analíticas al tiempo
que otorgan más valor a las formas de razonar y ac-
tuar poco convencionales. Además, el sentido estético,
la imaginación, la curiosidad y la intuición forman
parte de las teorías que podemos llamar vulgares, la
mayor parte de las cuales va más allá de los test psi- 1 El tango “As de cartón”, de 1930, cuyos autores son en letra
Roberto Barboza y en música Luis Vipiana y Juan Manuel González,
cológicos convencionales correspondientes a la crea- dice casi al final: “Y a rematar la suerte cayó al boliche/ la mujer del
tividad. famoso as de cartón/ y diciéndole ´fiera, rajá pa’ adentro/ ¡barre-
La inteligencia es una capacidad mental general me bien la pieza! Cuidá el buyón.”
que se refiere a la habilidad para razonar, planifi- 2 Bateson, Gregory. Espíritu y naturaleza. Buenos Aires, Amorrortu
car, resolver problemas, pensar de manera abstracta, editores, 1979, pp. 24-26.
comprender ideas complejas, aprender con rapidez y 3 Furnham, Adrian. 50 cosas que hay que saber de Psicología. Buenos
aprender de la experiencia.3 Aires, Ariel, 2011, pp. 72-74.

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