2do Año. ACTIVIDADES PRIMER CUATRIMESTRE
2do Año. ACTIVIDADES PRIMER CUATRIMESTRE
2do Año. ACTIVIDADES PRIMER CUATRIMESTRE
Puedes resolver con el CUADERNILLO o CON LA carpeta PERO ATENCIÓN vos a preguntarte ¿CÓMO LO RESOLVISTE?
¿POR QUÉ ESCRIBISTE ESA RESPUESTA Y NO OTRA? ETC……
www.wordreference.com/es/en/frames.
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(…) Con las manos en los bolsillos me acerqué a Luis y me quedé mirándolo, sabiendo lo que iba a decirme, la
broma de siempre:
-¿Qué tú te crees? –le contesté, igualmente mal. Y volvimos a doblarnos como idiotas, y medio mundo se reía
sin saber por qué.
Cortázar, Julio: “Reunión”, Todos los fuegos el fuego, Buenos Aires, Sudamericana. 1970
4. ¿Qué lectos y qué registros se evidencian en las siguientes frases? Seguí el ejemplo.
Ejemplo: La chabona me miraba, pero onda que la mina estaba re copada con el otro flaco.
a. El estudio biológico del cerebro es un área multidisciplinar: desde el puramente molecular hasta el
específicamente conductual y cognitivo, pasando por el nivel celular, los ensambles y redes pequeñas de
neuronas […].
e. Los premios Martín Fierro fueron estregados anoche durante una ceremonia en la cual el programa
"Guapas", ganó la estatuilla de Oro.
g. En la ciencia médica hallaréis muchos puntos de contacto con la filosofía y la teología: os iluminará en el
estudio de los fenómenos psicológicos, y os enseñará más de ti mismo.
Responde
a. ¿Qué diferencias existe entre el horóscopo que puedes encontrar en un diario o revista y el de Gaturro? Explica
con tus palabras.
b. ¿A qué se refiere Gaturro cuando llama a su creación “Horóscopo realista”? Explica.
c. ¿Cuándo crees que una historia es realista?
Comieron solos. Wendy y Peter estaban en un parque de diversiones de material plástico, en el otro extremo de la
ciudad, y habían televisado para decir que llegarían tarde, que empezaran a comer. George Hadley contemplaba,
pensativo, la mesa de donde surgían mecánicamente los platos de comida.
―Olvidamos la salsa de tomate ―dijo.
―Perdón ―exclamó una vocecita en el interior de la mesa, y apareció la salsa.
Podríamos cerrar el cuarto unos pocos días, pensaba George. No le haría ningún daño. No era bueno abusar. Y era
evidente que los nenes habían abusado un poco de África. Ese sol. Aún lo sentía en el cuello como una garra caliente. Y
los leones. Y el olor de la sangre. Era notable, de veras. Las paredes recogían las emanaciones telepáticas de los niños y
creaban lo necesario para satisfacer todos los deseos. Los niños pensaban en leones y aparecían leones. Los niños
pensaban en cebras, y aparecían cebras. En el sol, y había sol. En jirafas, y había jirafas.
Ray Bradbury, “La pradera” en: El hombre ilustrado.
Minotauro, Buenos Aires, 1.987. (Fragmento).
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Sacudí la cabeza. Sacudo la cabeza muy seguido.
―¡Viejo! ―dije.
También digo “viejo” muy seguido. En parte porque tengo un vocabulario pésimo y en parte porque a veces actúo como
si tuviera menos edad de la que tengo. Tenía dieciséis años en aquel entonces, ahora tengo diecisiete, y a veces me
comporto como si tuviera alrededor de trece. Es realmente irónico porque mido un metro noventa y tengo el pelo gris.
En serio. La mitad de mi cabeza ―el lado derecho― está repleta de canas. Lo tengo de esa manera desde que soy
chiquito. Así y todo a veces parece que tuviera doce años. Todo el mundo me dice lo mismo, especialmente mi padre. En
parte es verdad, pero sólo en parte. La gente siempre piensa que las cosas son completamente ciertas. Me importa un
bledo, pero a veces me aburre que me pidan que me porte como alguien de mi edad. A veces me comporto como
alguien mucho más grande de lo que soy ―en serio―, pero la gente nunca se da cuenta de eso. La gente nunca se da
cuenta de nada.
J. D. Salinger, en: El cazador oculto.
Buenos Aires, Sudamericana, 1.999. (Fragmento).
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Actividades
1) Luego de la lectura, responde:
a) De los distintos textos que leíste, ¿cuáles presentan o construyen un mundo que podría ser real? ¿Por qué?
b) Algunos de los fragmentos anteriores se refieren a un mundo imaginario o ficticio. ¿Por qué? ¿Qué elementos
aparecen que no son propios del mundo en que vivimos?
c) ¿Es posible que algunos de los textos que hoy no parecen creíbles o posibles alguna vez lo sean? ¿Cuál o cuáles?
2) Hay cuentos, novelas y películas que relatan hechos como si hubieran sucedido, que presentan un mundo creíble,
como si fuera el real. ¿Podés nombrar alguno de esos cuentos, novelas o películas?
¿Te gusta este tipo de relatos? Justificá tu opinión.
Susan Calvin no replicó, pero su rostro arrugado, envejecido por la sabiduría y la experiencia, pareció
sufrir un estremecimiento microscópico.
Era joven, menuda, de pelo oscuro. Su mano derecha se abría y se cerraba una y otra vez.
-Elvex, no te moverás, ni hablarás, ni nos oirás hasta que te llamemos por tu nombre.
No hubo respuesta. El robot siguió sentado como si estuviera hecho de una sola pieza de metal y así se
quedaría hasta que escuchara su nombre otra vez.
-¿Cuál es tu código de entrada en computadora, doctora Rash? -preguntó Calvin-. O márcalo tú misma, si
te tranquiliza. Quiero inspeccionar el diseño del cerebro positrónico.
Las manos de Linda se enredaron un instante sobre las teclas. Borró el proceso y volvió a empezar. El
delicado diseño apareció en la pantalla.
Le concedió el permiso con un gesto, sin palabras. Naturalmente. ¿Qué podía hacer Linda, una inexperta
robosicóloga recién estrenada, frente a la Leyenda Viviente?
Susan Calvin estudió despacio la pantalla, moviéndola de un lado a otro y de arriba abajo, marcando de
pronto una combinación clave, tan de prisa, que Linda no vio lo que había hecho, pero el diseño desplegó
un nuevo detalle y, el conjunto, había sido ampliado. Continuó, atrás y adelante, tocando las teclas con
sus dedos nudosos.
En su rostro avejentado no hubo el menor cambio. Como si unos cálculos vastísimos se sucedieran en su
cabeza, observaba todos los cambios de diseño.
Linda se asombró. Era imposible analizar un diseño sin la ayuda, por lo menos, de una computadora de
mano. No obstante, la vieja simplemente observaba. ¿Tendría acaso una computadora implantada en su
cráneo? ¿O era que su cerebro durante décadas no había hecho otra cosa que inventar, estudiar y
analizar los diseños de cerebros positrónicos? ¿Captaba los diseños como Mozart captaba la notación de
una sinfonía?
-Nunca se había hecho. Pensé que tal vez produciría un diseño cerebral con complejidad añadida,
posiblemente más cercano al cerebro humano.
-No tenías derecho a hacerlo. Tu nombre es Rash¹: tu naturaleza hace juego con tu nombre. ¿Quién eres
tú para obrar sin consultar? Yo misma, yo, Susan Calvin, lo hubiera discutido antes.
-Van a… -su voz se quebró pese a que se esforzaba por mantenerla firme-. ¿Van a despedirme?
-Posiblemente -respondió Calvin-. O tal vez te asciendan. Depende de lo que yo piense cuando haya
terminado.
-¿Va usted a desmantelar a Elv…? -por poco se le escapa el nombre que hubiera reactivado al robot y
cometido un nuevo error. No podía permitirse otra equivocación, si es que ya no era demasiado tarde-.
¿Va a desmantelar al robot?
En ese momento se dio cuenta de que la vieja llevaba una pistola electrónica en el bolsillo de su bata. La
doctora Calvin había venido preparada para eso precisamente.
-Veremos -postergó Calvin-, el robot puede resultar demasiado valioso para desmantelarlo.
-Has logrado un cerebro positrónico sorprendentemente parecido al humano. Los cerebros humanos
tienen que soñar para reorganizarse, desprenderse periódicamente de trabas y confusiones. Quizás
ocurra lo mismo con este robot y por las mismas razones. ¿Le has preguntado qué soñó?
-No, la mandé llamar a usted tan pronto como me dijo que había soñado. Después de eso, ya no podía
tratar el caso yo sola.
-¡Yo! -una leve sonrisa iluminó el rostro de Calvin-. Hay límites que tu locura no te permite rebasar. Y me
alegro. En realidad, más que alegrarme me tranquiliza. Veamos ahora lo que podemos descubrir juntas.
5
-Era por la noche, todo estaba a oscuras, doctora Calvin -explicó Elvex-, cuando de pronto aparece una
luz, aunque yo no veo lo que causa su aparición. Veo cosas que no tienen relación con lo que concibo
como realidad. Oigo cosas. Reacciono de forma extraña. Buscando en mi vocabulario palabras para
expresar lo que me ocurría, me encontré con la palabra “sueño”. Estudiando su significado llegué a la
conclusión de que estaba soñando.
-Pensé que podía necesitar el verbo. Ya sabe, “jamás ‘soñé’ que…”, o algo parecido.
-Diez noches -intervino Linda con ansiedad-, pero me lo ha dicho esta mañana.
-Porque ha sido esta mañana, doctora Calvin, cuando me he convencido de que soñaba. Hasta entonces
pensaba que había un fallo en el diseño de mi cerebro positrónico, pero no sabía encontrarlo.
Finalmente, decidí que debía ser un sueño.
-Sueño casi siempre lo mismo, doctora Calvin. Los detalles son diferentes, pero siempre me parece ver un
gran panorama en el que hay robots trabajando.
-En mi sueño no veo seres humanos, doctora Calvin. Al principio, no. Solo robots.
-Trabajan, doctora Calvin. Veo algunos haciendo de mineros en la profundidad de la tierra y a otros
trabajando con calor y radiaciones. Veo algunos en fábricas y otros bajo las aguas del mar.
-Elvex tiene solo diez días y estoy segura de que no ha salido de la estación de pruebas. ¿Cómo sabe tanto
de robots?
Linda miró una silla como si deseara sentarse, pero la vieja estaba de pie. Declaró con voz apagada:
-Me parecía importante que conociera algo de robótica y su lugar en el mundo. Pensé que podía resultar
particularmente adaptable para hacer de capataz con su… su nuevo cerebro -declaró con voz apagada.
-Sí.
-Y viste el fondo del mar, el interior de la tierra, la superficie de la tierra… y también el espacio, me
imagino.
-También vi robots trabajando en el espacio -dijo Elvex-. Fue al ver todo esto, con detalles cambiantes al
mirar de un lugar a otro, lo que me hizo darme cuenta de que lo que yo veía no estaba de acuerdo con la
realidad y me llevó a la conclusión de que estaba soñando.
-Vi que todos los robots estaban abrumados por el trabajo y la aflicción, que todos estaban vencidos por
la responsabilidad y la preocupación, y deseé que descansaran.
-Pero los robots no están vencidos, ni abrumados, ni necesitan descansar -le advirtió Calvin.
-Y así es en realidad, doctora Calvin. Le hablo de mi sueño. En mi sueño me pareció que los robots deben
proteger su propia existencia.
-Pero la mencionas de forma incompleta. La tercera ley dice: “Un robot debe proteger su propia
existencia siempre y cuando dicha protección no entorpezca el cumplimiento de la primera y segunda
ley”.
-Sí, doctora Calvin, esta es efectivamente la tercera ley, pero en mi sueño la ley terminaba en la palabra
“existencia”. No se mencionaba ni la primera ni la segunda ley.
-Pero ambas existen, Elvex. La segunda ley, que tiene preferencia sobre la tercera, dice: “Un robot debe
obedecer las órdenes dadas por los seres humanos excepto cuando dichas órdenes estén en conflicto con
la primera ley”. Por esta razón los robots obedecen órdenes. Hacen el trabajo que les has visto hacer, y lo
hacen fácilmente y sin problemas. No están abrumados; no están cansados.
-Y la primera ley, Elvex, que es la más importante de todas, es: “Un robot no debe dañar a un ser
humano, o, por inacción, permitir que sufra daño un ser humano”.
-Sí, doctora Calvin, así es en realidad. Pero en mi sueño, me pareció que no había ni primera ni segunda
ley, sino solamente la tercera, y esta decía: “Un robot debe proteger su propia existencia”. Esta era toda
la ley.
-En mi sueño.
-Elvex -dijo Calvin-, no te moverás, ni hablarás, ni nos oirás hasta que te llamemos por tu nombre.
Y otra vez el robot se transformó aparentemente en un trozo inerte de metal. Calvin se dirigió a Linda
Rash:
-Doctora Calvin -dijo Linda con los ojos desorbitados y el corazón palpitándole fuertemente-, estoy
horrorizada. No tenía idea. Nunca se me hubiera ocurrido que esto fuera posible.
-No -observó Calvin con calma-, ni tampoco se me hubiera ocurrido a mí, ni a nadie. Has creado un
cerebro robótico capaz de soñar y con ello has puesto en evidencia una faja de pensamiento en los
cerebros robóticos que muy bien hubiera podido quedar sin detectar hasta que el peligro hubiera sido
alarmante.
-Pero esto es imposible -exclamó Linda-. No querrá decir que los demás robots piensen lo mismo.
-Conscientemente no, como diríamos de un ser humano. Pero, ¿quién hubiera creído que había una faja
no consciente bajo los surcos de un cerebro positrónico, una faja que no quedaba sometida al control de
las tres leyes? Esto hubiera ocurrido a medida que los cerebros positrónicos se volvieran más y más
complejos… de no haber sido puestos sobre aviso.
7
-Por ti, doctora Rash. Te comportaste irreflexivamente, pero al hacerlo, nos has ayudado a comprender
algo abrumadoramente importante. De ahora en adelante, trabajaremos con cerebros fractales,
formándolos cuidadosamente controlados. Participarás en ello. No serás penalizada por lo que hiciste,
pero en adelante trabajarás en colaboración con otros.
-Aún no lo sé.
Calvin sacó el arma electrónica del bolsillo y Linda la miró fascinada. Una ráfaga de sus electrones contra
un cráneo robótico y el cerebro positrónico sería neutralizado y desprendería suficiente energía como
para fundir su cerebro en un lingote inerte.
-Pero seguro que Elvex es importante para nuestras investigaciones -objetó Linda-. No debe ser
destruido.
-¿No debe, doctora Rash? Mi decisión es la que cuenta, creo yo. Todo depende de lo peligroso que sea
Elvex.
Se enderezó, como si decidiera que su cuerpo avejentado no debía inclinarse bajo el peso de su
responsabilidad. Dijo:
-¿Continuó tu sueño? Dijiste antes que los seres humanos no aparecían al principio. ¿Quiere esto decir
que aparecieron después?
-Y cuando dijo “deja libre a mi gente”, ¿por las palabras “mi gente” se refería a los robots?
-¿Quién era?
Y Elvex dijo:
Susan Calvin alzó al instante su arma de electrones y disparó, y Elvex dejó de ser.
FIN
RESPONDER:
A. Explicar cuáles son los avances científicos ficcionales que presenta el cuento.
8
B. ¿Qué dice la primera ley de la robótica? ¿Por qué las leyes de la robótica están ordenadas según su
importancia?
C. ¿Cuál es la actitud de la doctora Linda Rush? ¿Con quién se enfrenta y por qué? Justificar.
D. ¿Cómo es la relación entre los humanos y los robots según el cuento? ¿Encuentran parecidos con algunas
situaciones del presente o del pasado? ¿Cuáles?
E. Calvin dice que los cerebros humanos necesitan soñar para reorganizarse. ¿Esto es cierto también para los
robots? ¿Qué función tiene el sueño de Elvex?
F. ¿Qué visión del futuro plantea el cuento? ¿es optimista o pesimista? Justificar.
7. ¿Qué diferencias encuentras entre el cuento de ciencia ficción y el cuento realista. Justifica tu respuesta usando
la teoría estudiada en clases.