Libro Sos 2010
Libro Sos 2010
Libro Sos 2010
MANUAL DIDÁCTICO DE
TÉCNICAS DE SALVAMENTO
Y
SOCORRISMO ACUÁTICO
Psicología, legislación y primeros auxilios
básicos aplicados
AGRADECIMIENTOS Y PRÓLOGO
El presente libro responde a una necesidad común por parte de un grupo de trabajo de instructores de la
Federación Andaluza de salvamento y socorrismo, en adelante F.A.S.S., por aunar la estructura y dinámica formativa de
los cursos de socorrismo. Esta labor hubiese sido imposible sin la colaboración desinteresada de D. Manuel Domínguez
Caro, Vicepresidente de la F.A.S.S., ya que gracias a su labor nos transmitió su inquietud para darle una mayor
coherencia y calidad a los cursos de socorrista acuático impartidos a lo largo de la geografía andaluza, y más
concretamente en las provincias de Cádiz y Sevilla.
Por otra parte, no puedo sino agradecer la inestimable colaboración de los compañeros del grupo de trabajo que
han hecho posible la elaboración del presente, destacando los nombres de Angel de Pedro Álvarez en el área de
Socorrismo y Salvamento Acuático como Licenciado en Ciencias de la Actividad Física y del Deporte por la Universidad de
Galicia, Entrenador Nacional de Natación y Licenciado en Psicopedagogía; de José Antonio Castro Morillo y Antonio
Vázquez Sánchez en el área de Primeros Auxilios como Diplomados en Enfermería por la Universidad de Cádiz, de
Angélica Fernández Fuentes en la de Legislación como Graduada Social y responsable de recursos humanos de la empresa
de socorrismo Team Rescue S&S S.L.U., y de Carlos Gallego Cózar en la de Psicología como Licenciado en Psicopedagogía
y Diplomado en Educación Física por la Universidad de Cádiz.
Con respecto al presente libro, decir que tiene su base teórica en una amplia revisión bibliográfica, pero sin duda
alguna se basa en mi experiencia académica, como Licenciado en Educación física y Entrenador Nacional de Natación,
experiencia docente, como delegado de formación de la Federación Andaluza de Socorrismo y Salvamento Acuático en la
provincia de Sevilla, así como en la participación en los cursos de F.P.O. de la Mancomunidad del Bajo Guadalquivir y
otros de entidades de formación privadas. También me debo a la experiencia profesional que he recabado desde el año
2002 en la empresa de socorrismo profesional Team Rescue S&S, a la cual agradezco tantos años de contratación, así
como muchas de las imágenes que en el libro aparecen.
En cuanto al libro en si, he intentado darle un enfoque directo y práctico, que pueda ser utilizado como manual
para los cursos de Técnicos en Salvamento Acuático, integrando las diferentes áreas con la mayor congruencia posible.
Así, la estructura del presente se conforma en cuatro grandes bloques: Salvamento Acuático, Legislación, Psicología y
Primeros Auxilios, todos ellos aplicados al salvamento acuático. Estos bloques son, desde mi punto de vista, los
contenidos de mayor interés para dedicarnos profesionalmente al rescate acuático.
Espero que con ello el lector pueda adquirir los conocimientos necesarios para desempeñar una labor profesional,
que es lo que realmente se pretende.
Para ponerse en contacto con las personas responsables de la formación, podrá dirigirse a las direcciones que en
la siguiente tabla se detallan:
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ÍNDICE
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12. ¿CÓMO EXTRAER DEL MEDIO ACUÁTICO A UN ACCIDENTADO CON LESIÓN MEDULAR? 88
12.1. Identificación de la lesión medular 90
12.2. Secuencia de actuación 90
12.3. Secuencia de ejecución 90
12.3.1. Entrada y aproximación a la víctima 90
12.3.2. Toma de contacto 91
12.3.3. Inmovilización básica. Técnicas 91
12.3.4. Remolque 95
12.3.5. Extracción del agua 95
13. LA RESPIRACIÓN BOCA A BOCA EN EL MEDIO ACUÁTICO. FISIOPATOLOGÍA DEL AHOGADO 100
13.1. Técnicas de respiración boca a boca 101
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CAPÍTULO 1
Introducción al salvamento acuático
OBJETIVOS
Normativas.
Estadísticas de accidentes acuáticos.
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Por otra parte, un estudio realizado por Abraldes Valieras y Rubio Asensio en el 2005, establece que el aumento
del tiempo libre y de ocio incrementa la práctica de actividades acuáticas en los espacios naturales o construidos.
Además, es bien sabido que el medio acuático aporta grandes beneficios para la salud a nivel cardiovascular,
respiratorio, músculo-esquelético, socio-psicológico, para el envejecimiento, trabajo con bebés y embarazadas,
rehabilitación de lesiones, el tratamiento de ciertos dolores, relajación, etc., siendo uno de los motivos de la demanda
social hacia la construcción de espacios acuáticos (piscinas municipales, centros Wellness, piscinas de hoteles, camping,
comunidades de propietarios, Spa, centros de rehabilitación, etc.).
Gracias a todo ello, y teniendo en cuenta el marco legal que regula estos espacios acuáticos (Decreto 23/1999 de
23 de febrero, por el que se aprueba el Reglamento Sanitario de Piscinas de Uso Colectivo; Decreto 244/1988, de 28 de
junio, por el que se aprueba el Reglamento de Parques Acuáticos al aire libre; y Bandos Municipales para playas), la
necesidad de contar con personas cualificadas y formadas que velen por la seguridad de los bañistas, de ahí nuestro afán
por formar Técnicos en Salvamento Acuático (en adelante T.S.A.) profesionales con grandes conocimientos teóricos-
prácticos en la materia.
¿Y por qué? En el lado opuesto de la diversión, la ocupación del tiempo de ocio y libre hacia la práctica de
actividades deportivas acuáticas y el incremento turístico, han aumentado el número de accidentes y lesiones (Abraldes
Valieras y Rubio Asensio, 2005; OMS, 2003). Y es que el mar, el río, la piscina… pueden significar diversión, pero si no
hay prevención o vigilancia, o esta es insuficiente en medios materiales y humanos, estos lugares pueden convertirse en
una trampa mortal para todos, pudiendo derivar en lesiones oculares, cortes, resbalones, tropiezos y caídas, paraplejías y
tetraplejias, lesiones en la cabeza o la espalda…, siendo la que más nos preocupen los ahogamientos (OMS, 2003).
Para hacernos una idea de la necesidad e importancia del T.S.A., además de la repercusión social y personal que
supone un ahogamiento, a nivel económico, el coste total que se estima según estudios realizados por los Centros para la
Prevención y el Control de Enfermedades en Estados Unidos está entre 2.790.000 y 3.610.000 dólares, y el coste de una
lesión que acabe en discapacidad se estima entre 138.000 y 181.000 dólares, además de 15.000 dólares mensuales para
el mantenimiento de esta persona (Nacional Safety Council, 2004).
Para mayor concienciación de nuestra labor, se detallan a continuación datos extraídos de un informe de la OMS
(Fernández Abuín y Pernas Tallón, 2006), o bien los datos sacados de la Campaña Nacional de Seguridad Infantil y el
Consejo Nacional de Seguridad:
Antes del año 1971 se producían más de 10.000 accidentes acuáticos anuales, siendo mortales el 53%.
Según datos de la ONU en el 1987, cada año mueren en el mundo 200.000 personas ahogadas.
Según la OMS, en el año 2001, 685.000 niños menores de 15 años perdieron la vida en todo el mundo a
causa de traumatismos no intencionados, siendo el 19% fueron por ahogamientos.
En el año 2002 se ahogaron 859 niños de hasta 14 años, y más del 60% eran menores de 4 años.
El 15% de los niños internados en hospitales por situaciones cercanas al ahogamiento mueren, mientras
que un 20% sufre daños cerebrales severos y permanentes.
Según la OMS, cada año mueren en España entre 70 y 150 personas víctimas de ahogamiento, siendo los
niños menores de 4 años el colectivo con mayor índice de muerte con un 85%. Los ahogamientos son más
frecuentes en las piscinas (80%), especialmente en las privadas.
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En el Reino Unido, cada año el ahogamiento causa más de 500 muertes, siendo la tercera causa más
común de accidentes fatales infantiles, después de los accidentes de tráfico y las quemaduras, mientras
que en EE.UU. causa más de 8.000 muertes al año. Así, en todo el mundo las cifras aumentan hasta
150.000 al año, siendo las víctimas más frecuentes los niños y adultos jóvenes, y casi un 80% son
varones. La incidencia máxima se produce durante los meses cálidos.
En el año 2006, en Andalucía se contabilizaron cerca de 2000 muertes entre 1996 y 2006, dándose con
mayor frecuencia en aguas no vigiladas.
Una tabla muy descriptiva de la importancia del socorrista es la expuesta por el Ministerio de Salud de Argentina
en el primer Simposio de Salvamento acuático del Litoral de la ciudad de Concordia, Entre Ríos.
Edades Varón Mujer Ambos sexos Edades Varón Mujer Ambos sexos
Todos estos datos confirman la importancia de la labor profesional y preparación de los socorristas, así como la
concienciación de la necesidad de este sector dentro del mundo acuático.
Para evitar confusión en la adquisición de los contenidos, a continuación se explican algunos conceptos de
interés:
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CAPÍTULO 2
Historia del salvamento acuático
OBJETIVOS
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Cuando la humanidad decidió utilizar el mar, los ríos y lagos para el dominio del mundo, la recreación o los baños
propios en la época de los griegos y romanos, el comercio en la época de los fenicios y cartagineses, o el descubrimiento
de tierras propio de la Edad Media, se vio en la necesidad de generar formas de prevención de accidentes y rescates ante
la peligrosidad e inadaptación al medio por parte de sus usuarios.
Así, destacamos algunas de las reseñas históricas del salvamento fuera de Europa:
Massachussets Human Society (1785). Condecoración a los socorristas con medallas y dinero en efectivo cuando
hacían frente a dramáticos rescates en situaciones adversas.
El servicio de Salvamento de EE.UU. (United States Lifesaving Service), creado por la Secretaría del Tesoro en 1878,
acreditó el salvamento de 175.000 personas en 1981.
En 1915 se crea la Guardia Costera de EE.UU. (United States Coast Guard).
En Australia se funda en 1984 la Surf Life Saving Association.
El primer flotador salvavidas fue fabricado en 1897 por el Capitán Harry Sheffield para un club de Salvamento de
África del Sur. Este flotador cababa en punta, tenía una longitud de 1.22 m. y era bastante pesado.
En 1908 se concedió la medalla de oro del Servicio de Salvamento de EE.UU. a George Douglas Freeth por el rescate
de 7 pescadores cuyos botes habían sido destrozados contra el rompeolas de la playa Venice en California.
George Douglas Freeth fue el primer oficial socorrista en la costa del Pacífico. Desarrolló un programa de
entrenamiento para socorristas en la playa Redondo en California, y fue el introductor del deporte del surf en EE.UU..
Además, sugirió que se instalaran campanas de bronce, como la de los barcos, en unos postes, para que cualquiera
que viese a alguien en peligro pudiera tocar la campana para pedir auxilio.
En 1913, el famoso Duque Paoa Kahanamoku, padre del surf Hawaiano, introdujo en la playa de Long Beach la tabla
de surf para realizar salvamentos.
El eslogan de la American Red Cross en 1914 fue: Cada persona un nadador, cada nadador un socorrista.
En 1918, tras el ahogamiento de 13 personas en un río de la ciudad de San Diego, California, se crea un servicio de
salvamento y socorrismo.
En 1925 se crean los vigilantes de la playa, donde su primer jefe, Myron Cox, acuñó la siguiente frase: Prevenir un
rescate en lugar de hacerlo.
En los años 30 se fabricó en EE.UU. el primer tubo de rescate. Era inflable y podía ser cerrado alrededor del
accidentado.
En 1964 se crea en EE.UU. la United States Lifesaving Association (USLA). Esta asociación creó programas educativos
de técnicas y métodos de salvamento de surf y seguridad acuática. La USLA es reconocida en EE.UU. como la entidad
de mayor autoridad en el campo del salvamento y socorrismo en aguas abiertas, surf y seguridad acuática.
En 1995 se creó la serie de TV más vista del mundo con 2300 millones de personas: Los vigilantes de la playa.
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Aparece en París un cuerpo experimentado en la lucha contra los ahogamientos llamados Salvadores del Sena.
Raymond Pitet, fundador del Instituto de Salvamento del Mediterráneo, realizó la mayor contribución histórica del
salvamento. En 1889 crea la Federación Francesa de Salvamento, y establece una célebre frase: El salvamento de
una vida es un deber para todos los humanos y no tiene fronteras.
En Inglaterra se crea en el año 1981 la Royal Life Saving Society con el objetivo de intentar reducir el número de
ahogados anuales, estimado en 2000 personas.
En 1892 se crea en Portugal el Instituto de Socorro de Náufragos.
El 3 de septiembre de 1994 se constituye en Cardiff la Asamblea General de la Internacional Life Saving Federation
(ILS), con más de 85 organizaciones miembros, quedando disueltas las antiguas federaciones internacionales (FIS y
WLS). Tenía como objetivos los siguientes:
Por último, algunas de las reseñas históricas del salvamento en España son las siguientes:
En 1880 se crea en España la Sociedad Española de Salvamento de Náufragos. Su actividad se prolongó hasta 1940.
En el año 1957, esta Sociedad se integra en la F.E.N como sección de Salvamento Acuático.
Durante el año 1955, un grupo de personas, procedentes de la natación, Cruz Roja y el Buceo, patrocinados por el
Vicealmirante de la Marina Española D. Ignacio Martel Viniegra, fundaron la Comisión Nacional de Salvamento y
socorrismo. Esta comisión fue declarada oficial en 1958, dependiente de la Federación Española de Natación.
En enero de 1961 quedaría legalmente reconocida como una federación deportiva más, denominada Federación
Española de Salvamento y Socorrismo. Esta Federación comenzó organizando cursos de socorristas acuáticos,
campeonatos nacionales y participaciones internacionales de salvamento deportivo.
En el año 1988 se celebra en el INEF de Galicia el primer curso monográfico de Salvamento dentro de los contenidos
propios de la licenciatura de Exudación Física. Actualmente se conoce como la maestría, cuyo núcleo central es, en
todo momento, su valor humanitario.
La F.E.S.S crea la Escuela Española de Salvamento y Socorrismo a finales de 1989. Con unos objetivos muy claros:
A partir de aquí surge un desarrollo de las Federaciones de Salvamento y Socorrismo de las diferentes
comunidades autónomas en su doble vertiente: deportiva y formativa (como labor humanitaria), además de multitud de
eventos al año (conferencias y congresos).
Por otra parte surgen empresas profesionales de ámbito público y privado en el rescate que tecnifican y
operativizan las técnicas de salvamento existentes.
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CAPÍTULO 3
¿Qué es un T.S.A.? Requisitos de formación
OBJETIVOS
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El “chico multiuso”, que pasa el barrefondo al vaso de la piscina, recoge las hojas que caen, corta el césped, echa los
productos químicos, etc. Nuestra función debe estar clara (capítulo 5.4).
El chico guapo, moreno y musculado que se tumba a tomar el sol a esperar la llegada de sus amigos o a exhibirse.
El “listillo” que se cree que por ser socorrista lo sabe todo y es mejor que nadie. Hemos de ser humildes ante todo.
Por desgracia, estos casos son muy frecuentes, de ahí la mala fama que los socorristas hemos adquirido en los
últimos años y la poca concienciación que tienen aquellos que nos contratan sobre la importancia de nuestra labor. Por
ello, hemos de dar un vuelco a esta idea y conseguir cambiar nuestra imagen, de ahí la importancia de adquirir una
formación seria y profesional (imagen 3.a), para al final convertirnos en la persona capaz de prevenir, vigilar y de actuar
en caso de accidente acuático, así como la prestación de primeros auxilios, quedando encargado y responsabilizado del
mantenimiento del local de primeros auxilios y del armario botiquín (artículo 25.7 del capítulo III del Decreto 23/1999).
3. Poseer buenos valores humanos y psicológicos: En principio, cualquiera puede ser socorrista, pero no todos
tienen los valores humanos y psicológicos que caracterizan un buen T.S.A., es decir, el hecho de estar preparado
física y teóricamente no quiere decir que a la hora de la verdad estemos realmente preparados. Estos valores se
resumen en los siguientes:
Si a todos estos requisitos de formación le añadimos la imaginación y la creatividad, nuestra formación será la
adecuada para prestar este servicio de tal importancia.
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Con todo, hemos de insistir en el mantenimiento año tras año de nuestras capacidades físico-técnicas, y para ello
son necesarios, además del entrenamiento continuo, los reciclajes, la formación continua a base de monográficos,
congresos, seminarios, jornadas, etc.
Tras la señal, entrada al agua sin hundir la cabeza y realizar 25 m. de nado libre con cabeza fuera
mirando a la persona que simula ahogarse. Antes de llegar a ella sumergirse para realizar la toma de
contacto por la espalda.
Recomendación práctica: Hay que dar el 100% en la aproximación ya que en esta prueba solo se contabiliza el
tiempo que se tarde desde la señal hasta el contacto con la víctima.
Tras la señal, entrada al agua sin hundir la cabeza y realizar 25 m. de nado libre con cabeza fuera.
Recoger el maniquí del fondo del vaso en su parte más profunda y remolcarlo 25 m. sin que el agua
pase por encima de su cara.
Recomendación práctica: A la hora de recoger el maniquí coger aire para sumergirnos y hacerlo en diagonal para
no perder tiempo. El remolque del maniquí será por las axilas y para subir a la superficie de nuevo nos impulsaremos
fuertemente con las piernas hacia arriba y siempre en diagonal para ganar distancia.
Recomendación práctica: La carrera deberá ser con gran control y seguridad, sobretodo en la esquina. Nunca
hacerla por encima de las rejillas ya que estas pueden partirse y lesionarnos. Una vez que nos coloquemos el flopi,
pero debemos tener cuidado de que no se enganche la cuerda a nada (corcheras, rejillas o trampolines) ni a nadie
(compañeros), ya que en caso de hacerlo podremos hacernos mucho daño y/o partir el material.
Tras la señal, realizar 25 m. de buceo intentando recoger diez aros tirados al azar en una calle.
Recomendación práctica: Evitar hiperventilar antes de la inmersión para no acelerar la frecuencia cardíaca y
respiratoria. Al sumergirnos nos impulsaremos fuertemente desde la pared colocando el cuerpo totalmente horizontal
y buscando profundidad. Al recoger los aros nos lo iremos colocando en los brazos para tener las manos despejadas.
En cuanto a la técnica, utilizar aquella en la que estemos más cómodos.
Tras la señal, colocarse las aletas, entrar al agua, realizar 75 m. de nado libre, recoger el maniquí del
fondo del vaso en su parte más profunda y remolcarlo 75 m. sin que el agua pase por encima de su cara.
Recomendación práctica: Practicar antes la colocación de las aletas varias veces para disminuir el tiempo. Las
brazadas deberán ser largas y en extensión con movimientos continuos y de poca amplitud de piernas. Al llegar a la
víctima podemos realizar un remolque con doble agarre por axilas ya que la fuerza que hacemos con las piernas.
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Tras la señal, entrada al agua, realizar 50 m. de nado libre con ropa, quitarse la ropa dentro del agua,
recoger a una persona que simula inconsciencia utilizando el pantalón, y remolcarlo 50 m. sin que el
agua pase por encima de su cara.
Tras la señal, entrar al agua, realizar 50 m. de nado libre, tocar la pared y, antes de cinco segundos,
sumergirse y efectuar 15 m. de buceo hasta llegar al maniquí, recogerlo y remolcarlo 35 m. sin que el
agua pase por encima de su cara.
Recomendación práctica: Los primeros 50 m. deberán ser tranquilos para soportar los 15 m. del buceo.
Tras la señal, colocarse las aletas, entrar al agua, realizar 300 m. de nado libre con aletas, de forma
continuada.
Recomendación práctica: Hemos de dosificar el esfuerzo y mantener un ritmo continuo salvo al final, donde
daremos el todo por el todo.
Como entiendo que para algunos puede resultar ciertamente complejo el poder pasar todas las pruebas, he de
decir que por norma general la primera vez que se hace se suele hacer en un tiempo mayor, bien por falta de
entrenamiento o bien por no dosificar el esfuerzo y no conocer realmente la prueba. El hecho de entrenar y practicarla
varias veces siempre, y digo siempre, hace que mejoremos los tiempos y, al final, la superemos.
No obstante, no debemos confundir el pasar las pruebas con ser ya un buen T.S.A, todo lo contrario, para ser un
profesional del salvamento debemos seguir avanzando en el resto de los capítulos.
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CAPÍTULO 4
Principios básicos del salvamento acuático
OBJETIVOS
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4.1 PREVENIR
A pesar de que los múltiples consejos y recomendaciones que nos intentan hacer llegar para evitar accidentes
acuáticos, la realidad es que se siguen produciendo, preocupándonos todos aquellos que se podrían haber evitado con el
cumplimiento de nuestra labor.
Por ello, debemos insistir en la prevención, es decir, el conjunto de preparativos que, con anticipación, tienen
como objetivo evitar o impedir cualquier tipo de riesgo o accidente tras advertir su indicio, así como minimizarlo y evitar
que el que se haya producido se agrave y se pueda cometer otro posterior.
Esta prevención debe ser constante ya que no existe un calendario de accidentes, es decir, un accidente se
puede producir en cualquier momento, y siempre debemos estar alertas. Por ello, hemos de tener claro que no es mejor
socorrista aquel que realiza unos primeros auxilios perfectos, sino aquel que sabe analizar las situaciones y los indicios y
actúa en consecuencia previniendo el accidente.
Para reconocer un indicio de accidente tenemos la siguiente tabla (Caballero Serena y Tsimkas González, 2005):
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Personas con piel excesivamente blanca, o bien a principio de la temporada veraniega, donde nuestra piel no está
adaptada a la exposición prolongada al sol y podemos tener problemas. Para ello debemos cubrirnos la cabeza y usar
la camiseta en las horas más fuertes, así como aplicarnos cremas con alta protección, ya que el cáncer de piel está a
la orden del día.
No comprobar la profundidad del agua, sobre todo si el agua está turbia y no hay visibilidad, o bien en espacios
naturales, donde los niveles de agua pueden variar de un día para otro por la acción de las mareas, aperturas o
cierras de compuertas, etc.
Exceso de materiales o accesorios de baño (manguitos, gorros, niño en brazos, aletas, etc.), o bien ausencia de ellos
en determinados casos que pierden el sentido común.
Nadar fuera de las zonas especificadas y balizadas para tal efecto (sobretodo si hay embarcaciones en ella).
Ignorar los peligros existentes (corrientes marinas, crecidas de río, tormenta eléctrica, olas excesivamente grandes,
rompientes peligrosas, etc.).
Con alguna embarcación:
Ser inexperto en su manejo, sobrecargarla, o hacerlo de forma temeraria.
No utilizar chaleco salvavidas o los materiales de rescate adecuados.
No mantener la distancia de seguridad entre la embarcación y resto de usuarios u otras embarcaciones.
Navegar dentro de las zonas señalizadas para bañistas, que será a una distancia no superior a 200 metros en
playas (artículo 69.1 de la Ley 22/1988, de 28 de Julio, de Costas).
Realizar la entrada y salida fuera del canal de embarcaciones destinado a ello, o bien hacerlo a una velocidad
superior a los 3 nudos (artículo 69.2 de la misma Ley de Costas).
Desplazarse sin abrir los ojos, o bien nadar a espaldas sin buscar referencias.
Juegos peligrosos, tanto fuera como dentro del agua (empujones, ahogadillas, agarres, etc.).
Etc.
En total, podemos englobar cuatro bloques de consejos preventivos generales en los siguientes:
Concienciar: Se trata de concienciar a todos los bañistas, monitores, T.S.A., docentes, padres, etc. de la
responsabilidad y peligrosidad que concierne la realización de actividades peligrosas en el medio acuático, sobre todo
en niños y adolescentes, y de la importancia de evitar los indicios de accidente desarrollados anteriormente.
Prohibir: Muchas veces las recomendaciones se quedan en el saco, y por ello hay veces que más vale prohibir que
lamentar, de ahí la existencia de la legislación vigente. Esto no quita que sea interesante dar las explicaciones
pertinentes para hacerle ver al bañista el motivo de la norma. Si el bañista hace caso omiso la responsabilidad será
suya.
Señalizar: Hay que señalizar las zonas de mayor riesgo, incrementando la presencia de personal cualificado o de
señalizaciones fijas para advertir a los usuarios de los peligros de la zona.
Contar con recursos: Nos referimos aquí a los recursos humanos (deberán existir en cantidad y calidad, para lo
cual se tendrán en cuenta los requisitos de formación que en el capítulo 3 se establecen, así como sus respectivos
reciclajes, entrenamientos, simulacros, etc.) y materiales (hemos de contar con collarines, camillas rígidas y
especiales con las cinchas de sujeción, materiales de rescate, etc.).
Para conseguir el objetivo de la prevención, hemos de hacerla llegar a los bañistas, y para ello contamos con
diferentes medios: la educación, la divulgación de la información y, como elemento más importante, la actuación del
propio servicio de socorrismo y salvamento, es decir, el T.S.A.
4.1.1 Educación
Los programas educativos nos aportarán conocimientos, consejos y protocolos de actuación ante accidentes,
indicándonos qué debemos hacer, pero sobretodo qué no debemos hacer para no agravar más la situación. La mejor
prevención es educar.
El tema transversal de educación para la salud, que se trabajará sobretodo en el área de E.F. al ser la materia más
relacionada con los primeros auxilios, el cuerpo humano y la salud, pero también porque es en la que más accidentes
se producen debido al riesgo inherente derivado del movimiento y la actividad física (Castro Blanco, 2005). En la
enseñanza en general, sabemos que a los alumnos se les enseñan cantidad de cosas, pero pocas sirven para salvar la
vida a otra persona, o reaccionar frente a un accidente.
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El bloque de contenidos de actividades en la naturaleza del área de E.F., ya que el hecho de caminar por un bosque o
realizar juegos en la playa o en el agua puede ocasionar picaduras, mordeduras de diferentes animales o peces, o la
necesidad de improvisar una camilla para transportar un herido, situaciones para las que conviene estar preparados
y, para ello, qué mejor manera que estar formado en primeros auxilios y salvamento (Melendo y otros 2002).
Los Ciclos Formativos, como el establecido en el Decreto 380/1996, de 29 de julio, por el que se establecen las
enseñanzas correspondientes al título de Formación Profesional de Técnico Superior en Animación de Actividades
Físicas y Deportivas (BOJA 112 de 28 de septiembre de 1996), donde se incluyen entre sus módulos profesionales el
de primeros auxilios y socorrismo acuático.
Cursos F.P.O. de socorrista acuático subvencionados por la Junta de Andalucía y la Comunidad Económica Europea,
ubicados en la familia profesional de servicios a la comunidad y personales, Área Profesional actividades deportivas y
de bienestar físico, código SPBF10, cuya duración asciende a 274 horas en el año 2008.
Facultades de Ciencias de la Educación, donde poco a poco se van introduciendo contenidos relacionados con el
socorrismo, los primeros auxilios, la educación física para la salud o de bases biológicas del cuerpo humano, tanto en
asignaturas obligatorias, troncales, optativas y de libre configuración, en respuesta a la necesidad formativa para los
futuros docentes y en una aplicación del currículo educativo.
Federaciones de Salvamento y Socorrismo Acuático: Son las responsables de fomentar y desarrollar en salvamento
en su faceta deportiva y formativa en cada una de las comunidades autónomas de la geografía española.
Empresas privadas: Existen cantidad de empresas que se dedican al desarrollo de cursos de salvamento y socorrismo
acuático, como por ejemplo la empresa Forespro (www.forespro.es) que, además, abarca cursos de mayor
especialización en el rescate profesional.
Campañas: Existen campañas como la de AESLEME que hacen llegar el concepto de prevención y su importancia a los
ciudadanos (www.aesleme.es).
Otros: El color de las banderas, los horarios de vigilancia, las zonas de mayor fuerza del agua, las tablas de mareas,
etc. son elementos informativos que intentan indicarnos una situación concreta del entorno para que cada bañista
modifique su conducta inicial.
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Asimismo, este personal socorrista, además de conocer los indicios de accidente, deberá transmitir los consejos
oportunos para evitar ahogamientos, pudiendo utilizar los expuestos en la siguiente tabla:
Antes del baño debemos conocer la zona de baño: Profundidad (para los casos de zambullida),
temperatura del agua, fondo, oleaje, corriente, etc.
Si no sabemos nadar, entra al agua hasta el pecho, contrata sesiones de natación previas, nunca
te alejes de la orilla y evita bañarte solo.
Cuando nades, hazlo en paralelo a la orilla y siempre en zonas de vigilancia.
Evita aguas pantanosas y entrelazadas por algas y plantas.
Si hay tormenta eléctrica sal del agua. El agua conduce la electricidad y se podría producir una
descarga eléctrica. Sería interesante conocer de antemano el pronóstico del tiempo.
Llevar consigo el material de nado y rescate que la situación establezca (p.e.: chaleco salvavidas
para actividades en piragua).
El uso de colchonetas, cámaras neumáticas y animales de goma puede resultar peligroso,
sobretodo en casos de fuerte oleaje, viento excesivo, etc. Asimismo, acostumbramos a confiar
demasiado en estos flotadores, y a veces pueden resultar peligrosos, sobretodo los de cintura, ya
que si el niño se da la vuelta será muy complicado volver la cabeza hacia arriba.
No subestimes tus fuerzas y facultades en aguas abiertas.
Respeta la hora de digestión: evita las comidas abundantes antes del baño y pasadas 2-3 horas
entra en el agua de forma progresiva para regular la temperatura corporal.
Si te bañas con un niño, atiende a los siguientes aspectos: piel de gallina, temblores, color de los
labios, etc. En estos casos es conveniente sacarlo del agua y abrigarlos convenientemente.
Refréscate y aclimátate antes de entrar al agua. Retírate de la misma cuando sientas frío.
Respeta las normas del T.S.A. y de la propia instalación o entorno (reglamento de régimen
interno, paneles informativos, banderas, etc.). Nunca hagas excepciones con la seguridad.
Si ves que estás en peligro conserva la calma y no pierdas energías innecesariamente.
No beber alcohol ni tomar estupefacientes. Afecta a la coordinación, al equilibrio, disminuye los
reflejos, a realizar juicios razonables, aumenta el tiempo de reacción, daña la visibilidad, etc.
Saltar de cabeza desde demasiada altura.
Atravesar una ola sin tener cuidado de lo que viene detrás (otra ola, tabla, etc.).
No colocar los brazos en prolongación del cuerpo en una zambullida.
En casos de enfermedad visible.
No comer o masticar chicle durante el nado ya que podría obstruir las vías respiratorias.
Etc.
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4.2 VIGILAR
Otro de los principios básicos del salvamento acuático es la vigilancia acuática. Una buena vigilancia es también
una buena prevención y, por lo tanto, una manera más de evitar incidentes.
Entendemos la vigilancia acuática como la observación, cuidado y atención de aquella zona que esté a cargo del
T.S.A., polarizando la atención en las personas o situaciones que presenten algún indicio de peligro (niños pequeños,
ancianos, discapacitados, psicofísica, elementos punzantes, rocas, olas de envergadura, rompientes, fuertes corrientes
marítimas, etc.).
Imagen 4.2.a: T.S.A. en posición elevada para la vigilancia en el Imagen 4.2.b: La niebla como factor perjudicial para la
parque acuático de El Puerto de Santa María (Cádiz) vigilancia
Algunos de los factores que pueden perjudicar la vigilancia acuática y plasmarse en la relajación del T.S.A. son:
Para evitar esto, a continuación se detallan los criterios que un T.S.A. debe seguir para conseguir su objetivo y
llevar a cago una buena vigilancia:
Continuada: Debe ser continuada y mantenida en el tiempo, lo cual conlleva un peligro adicional
tal y como se observa en la gráfica anterior. Para ello son útiles los turnos de vigilancia, las
rotaciones, realizar actividades dinámicas como moverse alrededor de la instalación, conversar
con otros bañistas, realizar ejercicios de calentamiento o de movilidad articular, etc.
Cercana: Estar lo más cerca posible de la zona de peligro para, en caso de incidente, poder
realizar el rescate y aplicar los primeros auxilios en el menor tiempo posible o bien llamar la
atención de los usuarios antes de que suceda nada.
Adaptada: El puesto de vigilancia deberá determinarse una vez se ha analizado el entorno para
determinar el mejor punto.
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Extensiva: Debemos tener una buena amplitud visual, y esto requiere abarcar toda la zona de
baño, realizando un barrido visual de toda la zona. Es buena idea establecer las llamadas zonas
de prioridad, donde diferenciaremos las zonas tranquilas de las más peligrosas y en las que
tendremos que centrar nuestra atención (niños, rompiente de olas, corrientes, ancianos, zonas de
mayor deslizamiento del suelo, etc.). Para ello podemos seguir la siguiente clasificación:
Zona de prioridad primaria: Es la zona que nunca puede dejar de ser vigilada ya que es la
zona más peligrosa de todo el entorno acuático.
Zona de prioridad secundaria: Es la zona que rodea la zona de prioridad primaria y que
debe ser vigilada regularmente.
Zona de prioridad terciaria: Son el resto de zonas del entorno, no debiendo ser vigiladas
continuamente. Basta con inspeccionarlas diariamente para determinar y eliminar posibles
indicios de peligro.
Puesto de vigilancia: Debe estar cubierto del sol y de las inclemencias meteorológicas, así
como ubicado en una posición elevada para que no nos moleste ningún usuario o estructura
(paneles, pilares, torres, rocas, árboles, etc.) y tengamos una mayor amplitud visual, de ahí el
uso cada vez mayor de torretas o sillas altas. Por otra parte, si tenemos el sol de frente, nos
colocaremos en una posición diferente para que no nos moleste.
En caso de tener que hacer alguna rotación en torreta, este deberá realizarse arriba, de
manera que mientras que el T.S.A. que va a rotar está bajando, el socorrista que llega se
disponga de inmediato a la vigilancia. El cambio deberá realizarse con rapidez.
Comunicación: Debe existir una adecuada comunicación, tanto con los compañeros como con el
exterior, ya sea mediante señales visuales como acústicas.
Uniformidad: Debemos estar debidamente uniformados en todo momento para ser reconocidos
por los usuarios y permitirnos realizar nuestra labor (imagen 4.2.d).
Imagen 4.2.c: Puesto de vigilancia como elemento para una buena Imagen 4.2.d: Uniformidad como elementos para una buena vigilancia
vigilancia
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Para controlar la situación debemos aplicar todos y cada uno de los consejos que en el capítulo 15 se desarrollan,
centrándonos en las técnicas de control de la sobreactivación (respiración y relajación) y la comunicación en situaciones
de estrés.
Estar preparado física (cualidades físicas básicas), técnica (en la aplicación de las técnicas de
remolque, zafaduras, entrada al agua, etc.), táctica (tener claro el protocolo de actuación) y
psicológicamente (realizar prácticas imaginadas, controlar la ansiedad, etc.) para el rescate.
Realizar ejercicios de entrenamiento por medio de simulacros.
Disminuir los obstáculos que impidan la velocidad en la ejecución de nuestras acciones (vayas,
desorden, etc.) o bien incluir sistemas (rampas de acceso, marcación rápida del móvil, etc.).
Utilizar los medios materiales correctamente (walkies, embarcaciones, aletas, chanclas cerradas,
tablas de rescate, etc.).
Realizar cada cierto tiempo ejercicios de calentamiento y de movilidad articular para que siempre
mantengamos nuestro cuerpo activo.
Solicitar la ayuda que sea necesaria y tiempo y forma.
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Los factores que repercuten negativamente y los criterios para un buen diagnóstico y aplicación de los primeros
auxilios son prácticamente los mismos que en el principio anterior de actuar con presteza.
Todos estos principios podrán ser mejorados por medio de la aplicación de las técnicas psicológicas previstas en
el capítulo 15 y gracias a los simulacros y entrenamientos que debieran ser obligatorios en todos los servicios de
socorrismo, principalmente en aquellos en los que se requiere coordinador de diferentes eslabones de la cadena de
salvamento (playas y parques acuáticos principalmente).
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CAPÍTULO 5
Entornos acuáticos. Diferencias y funciones
del T.S.A.
OBJETIVOS
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Podemos diferenciar tres tipos de instalaciones acuáticas: piscinas, parques acuáticos y entornos naturales. Pero
antes dejar claro que las normativas y reglamentos que aparecen en cada uno de ellos se refieren a la Comunidad
Autónoma de Andalucía (España), siendo diferentes en el resto de comunidades, aunque con pocas variaciones.
5.1 PISCINAS
La reglamentación de las piscinas en Andalucía viene
recogida en el Decreto 23/1999, de 23 de febrero, por el que se
aprueba el Reglamento Sanitario de las Piscinas de Uso Colectivo.
Se compone de varias partes según el artículo 2 del Decreto Imagen 5.1.a: Piscina con usuarios de la Piscina Municipal de El
Viso del Alcor (Sevilla)
(Definiciones):
Zona de baño: La constituida por el vaso y el andén o playa que rodea este.
Playa o andén: La superficie que circunda el vaso de la piscina.
Zona de descanso: El área de hierba u otro pavimento que sirve para jugar, descansar o permanencia de usuarios.
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Posiblemente estarás solo ante el peligro, y la buena resolución del accidente o del problema que resulte
dependerá exclusivamente de ti.
Las horas se pasan muy lentamente, de ahí a la facilidad de relajación.
La forma geométrica de la piscina puede dejar algunos ángulos sin visión, sobretodo en piscinas de
construcción antiguas.
En determinas ocasiones, para poder acceder a este puesto de trabajo, estamos obligados por la dirección
de la instalación a realizar tareas de mantenimiento (limpieza, maquinaria, etc.) que no son sin lugar a duda
nuestra labor, dejando en segundo plano nuestras funciones reales, con el prejuicio que ello supone.
En este tipo de piscinas lo habitual es que sea el T.S.A. quien realice las mediciones de cloro y pH así como la
cumplimentación del libro de sanidad, informando al encargado de mantenimiento cualquier anomalía que surja.
Piscinas climatizadas: En su mayoría son de carácter municipal, aunque también las hay privadas (centros
Wellness). Suelen estar abiertas durante todo el año, y se ofertan gran cantidad de actividades: nado libre (vigilados
por el T.S.A.) y cursos de natación (bebes, infantil, jóvenes, adultos, terapéutica, embarazadas, aquaerobic, etc.),
donde existe la figura del monitor como responsable del grupo tanto a nivel de aprendizaje como de prevención.
1. Los usuarios de piscinas de uso colectivo deberán seguir las instrucciones de los socorristas y
cumplir las normas que establezca el Reglamento de régimen interno, que estará expuesto
públicamente y en lugares visibles, tanto en la entrada de la piscina como en su interior.
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2. Este reglamento será obligatorio en toda piscina y como mínimo contendrá las siguientes
prescripciones:
Medidas de seguridad: Para manipular productos químicos debemos usar elementos protectores como gafas,
mascarillas, guantes de goma, etc. Asimismo, tienen efectos perniciosos para el medio ambiente, debiendo evitar que
caigan en el alcantarillado, aguas superficiales o subterráneas.
Cloro: Sirve para desinfectar el agua, y se distribuye en varios formatos: hipoclorito (líquido), en pastillas o
granulado. En la actualidad también se esta usando la sal marina (a través de un proceso de electrolisis del
cloruro sódico se obtiene cloro). Un nivel óptimo de cloro será entre 0.4 y 1,5 mg/l. según el anexo I del decreto
de piscinas: Requisitos de calidad del vaso de agua.
Floculante: Actúa sobre las partículas en suspensión para que se depositen en el fondo de vaso y así puedan ser
absorbidas por el sistema de filtración.
Reductor de pH (potencial de hidrógeno): Es un ácido utilizado para disminuir el pH del agua. Hay que tener
especial cuidado al manipularlo ya que su exposición directa provoca quemaduras. Un nivel óptimo de pH será
entre 6,8 y 8.0 según también el anexo I del decreto. Si el pH del agua es menor que 7 será ácida, y si es mayor
será alcalina.
Algicida: Es un antialgas cuya función es evitar la aparición de algas en las paredes y fondo del vaso. Si la dosis
utilizada es alta puede producir espuma.
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También se encuentra un mecanismo digital que, con solo introducir una pequeña cantidad de agua en un frasco
y depositarla en este mecanismo se determina la composición química del agua facilitando y agilizando la labor del T.S.A.
Estos parámetros, así como otros recogidos en el anexo II del decreto (tabla inferior), deben recogerse en un
libro de registro y control de la calidad del agua (artículo 26 del capítulo III) previamente diligenciado por la Delegación
Provincial de la Consejería de Salud, y deberán realizarse dos veces al día, la primera al inicio de la jornada y la siguiente
en el momento de máxima concurrencia de usuarios. Evitaremos realizar las mediciones justo en la salida del agua, donde
los productos químicos serán directos.
Si el vaso de la piscina no está dentro de los niveles óptimos exigidos por la administración pública estamos
obligados a prohibir el baño, así como avisar al encargado del mantenimiento para que lleve a cabo las acciones de
regulación correspondientes. Y es que unos niveles altos de cloro pueden provocar irritación ocular, nasal y de garganta
(3 a 6 mg/l), irritación del aparato respiratorio que puede dar lugar a hiperreactividad bronquial o tos (90 mh/l), que
puede acabar en vómito y en casos extremos en edema pulmonar y hasta la muerte (300 mg/l).
En esta situación, realizaremos mediciones cada corto espacio de tiempo y, una vez haya vuelto el vaso a sus
niveles normales, permitiremos el baño.
En cuanto a los usuarios, evitaremos que cunda el pánico tranquilizando a los usuarios sin alarmar más la
situación y haciéndoles ver que se están tomando las medidas oportunas para corregir la anomalía lo antes posible.
Hay una mayor cantidad de compañeros que pueden darte cobertura en caso de accidente, estando
recogida su obligatoriedad en los artículos 78 del capítulo VIII (Personal de socorrismo), 91 del capítulo
IX (Régimen de funcionamiento) y Anexo III del decreto (Condiciones técnicas y de uso). Además, el
personal de socorrismo estará organizado jerárquicamente en: supervisor, jefe de zona, socorrista y
ayudante de socorrista, y como norma general se realizan puestas en común al inicio o al finalizar la
jornada laboral para comentar detalles de interés para mejorar el servicio.
Tienen una gran variedad de atracciones que hacen que nos mantengamos alerta en todo momento. De
hecho, en el Anexo III del decreto viene recogido el Catálogo de Actividades Acuáticas de la Comunidad
Autónoma de Andalucía: Piscinas, laguna, lago navegable, ríos, pista blanda, tobogán y rampas, así
como otras muchas instalaciones no incluidas en el catálogo como montañas rusas, juegos mecánicos y
piscinas. En este anexo se incluye además el número de socorristas que debe de haber por cada
actividad acuática así como su ubicación, cantidad, equipamiento y normas generales de uso.
El aforo está limitado según el artículo 5 del capítulo II del decreto (es el resultante de aplicar la
relación de una persona por cada cinco m2 de superficie total del recinto a excepción de las zonas no
accesibles para el público).
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Según el artículo 10 del capítulo II (Servicio de asistencia sanitaria), todo Parque Acuático dispondrá de
un servicio de asistencia sanitaria ubicada en lugar visible, de fácil acceso por el interior del recinto y
que permita a su vez una inmediata y rápida evacuación por el exterior, así como un servicio de
ambulancia que garantice cualquier evacuación en condiciones óptimas.
Siguiendo el artículo 18 del capítulo III (Planes de emergencia), deben contar con un Plan de
Emergencia para asegurar con los medios propios de que se disponen, la evacuación total de los
usuarios o visitantes del mismo ante las diversas situaciones que pudieran dar lugar a ello.
Según el artículo 32 del capítulo III (Medios de seguridad), como medidas de seguridad se incluyen las
pertenecientes a los medios personales (T.S.A.) como a los materiales, diferenciando los que sirven:
De apoyo al rescate (artículo 35), como son: Aros salvavidas, bote de rescate, tubos de rescate,
perchas, camilla, tabla de columna, embarcaciones de rescate y botón de paro.
De elementos pasivos (artículo 36), como son: Carteles, marcas de profundidad, corcheras,
chalecos salvavidas, apoyos, vallas, sillas de socorrista, escalerillas, rampas y escalinatas.
De sistemas de comunicación (artículo 37), como son: Teléfonos y señales acústicas y visuales.
No podemos relajarnos en ningún momento, y la posición de sentado desaparece casi por completo.
Al haber atracciones donde se prima la velocidad, los accidentes son en mayor número y gravedad.
A veces nuestra función se acerca más a la de controlador por mantener un orden en las filas, lo cual
llega a suponer bastante incómodo.
1. Los parques acuáticos deberán disponer de unas normas de régimen interno para los usuarios de
obligado cumplimiento, y entre cuyas prescripciones deberán incluirse las siguientes:
No podrán acceder a la zona reservada para bañistas las personas afectadas por enfermedades
contagiosas.
En la zona de Actividades Acuáticas no se podrá comer ni fumar.
No se podrán abandonar basuras en todo el recinto del Parque Acuático, siendo necesario
utilizar las papeleras dispuestas al efecto.
2. Como normas de uso de las Actividades Acuáticas, no se podrá participar en ellas con prendas que
tengan remaches, o provistas de relojes, pulseras o cualquier objeto que pueda ocasionar daños a
los restantes usuarios o a las superficies deslizadoras.
No podrán tirarse de pie, debiendo hacerlo del modo que se indica en cada uno de ellos.
No podrán pararse en el recorrido, ni formarán cadenas o uniones con otros usuarios.
Deberán de tomar la salida para el deslizamiento en la plataforma o cabecera de salida
establecida al respecto, estando prohibido introducirse o incorporarse al recorrido por cualquier
otro lugar distinto de aquél.
Tan pronto se produzca la caída o toma de contacto de los bañistas o usuarios en la piscina de
recepción, abandonarán de inmediato el denominado espacio de seguridad de estos vasos o
recipientes.
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Meteorología: Debemos estar atentos a las evoluciones del estado de la mar, el viento, las corrientes, mareas,
etc., ya que pueden crear situaciones de riesgo, y por lo tanto, implican tomar medidas oportunas, como por
ejemplo el uso de elementos de señalización, o bien la colocación de un color de bandera. Recuerda que bandera
verde significa baño apto para los usuarios, bandera amarilla se refiere a que sigue permitido el baño pero hay
que tomar ciertas precauciones, mientras que la bandera roja se refiere a que el baño está totalmente prohibido.
Usuarios: Pueden ser desde bebés hasta ancianos, desde expertos nadadores hasta aquellos bañistas del interior
que vienen por primera vez a la costa.
Según Brewster (1995), podemos hacer una comparativa ambiental entre piscinas, parques y playas:
Es la actividad más distraída del salvamento ya que tenemos usuarios en la orilla, en la arena, dando
un paseo, corriendo, jugando, dándose un baño relajado, nadando, etc.
Tienes la posibilidad de realizar rutas de vigilancia o prevención por tierra (andando o sobre algún
vehículo especial) o mar (sobre alguna embarcación, tabla, etc.).
Es bueno pasar por todos los puestos de vigilancia (tierra, agua y torreta) y utilizar todos los materiales
de rescate para familiarizarnos con ellos, lo cual impide que el nivel de atención decaiga.
El 80% de los rescates se realizan en la rompiente de las olas, de ahí a que tengamos que centrar
nuestra vigilancia en esta zona.
El trabajo debe ser en equipo y basado en un S.A.E., lo cual pueden resultar muy motivante.
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La normativa a cumplir se establece según el Bando Municipal de cada Ayuntamiento, y no suele estar
visible, con lo que su cumplimiento queda supeditado a la intervención de la policía local y las
indicaciones de los T.S.A. Esta normativa podrá variar de un Ayuntamiento a otro.
No obstante, en el Reglamento General para desarrollo y ejecución de la Ley 22/1988, de 28 de Julio,
de Costas se establecen algunas directrices sobre playas, debiendo destacar el artículo 69.1 del Título
III.
El espacio a cubrir varia en cuanto a tamaño y forma, con lo que cuanto más cerrada sea la zona, más
fácil será nuestra labor.
En caso de buscar una persona sumergida, existe la desventaja de:
Corrientes: Pueden hacernos variar nuestra posición significativamente casi sin darnos cuenta, y
en caso de vernos involucrados en ella no permiten que la víctima descanse o haga una pausa
para respirar. Además, el agua puede arrastrar residuos y objetos que nos crearán riesgos
adicionales de lesión tanto para el T.S.A. como para la víctima. Existen tres causas de corrientes:
o Por las mareas: Mueven grandes masas de agua y pueden sucederse a lo largo de grandes
distancias.
o Por las resacas: Son básicamente movimientos de retroceso del agua agrupada por la acción
de las olas en las orillas siguiendo la pendiente de la playa.
o Por la confluencia de los ríos que desembocan en el bar: Ante fuerzas opuestas se producen
torbellinos o laberintos de aguas que chocan entre ellas.
Pueden haber ciertos elementos físicos que dificulten el rescate (rocas, otras embarcaciones, boyas,
etc.).
1. En las zonas de baño debidamente balizadas estará prohibida la navegación deportiva y de recreo, y
la utilización de cualquier embarcación o medio flotante movido a vela o motor. El lanzamiento o
varada de embarcaciones deberá hacerse a través de canales debidamente señalizados.
2. En los tramos de costa que no estén balizados como zona de baño se entenderá que ésta ocupa una
franja de mar contigua a la costa de una anchura de 200 metros en las playas y de 50 metros en el
resto de la costa.
Dentro de estas zonas no se podrá navegar a una velocidad superior a tres nudos, debiendo
adoptarse las precauciones necesarias para evitar riesgos a la seguridad humana. Estará prohibido
cualquier tipo de vertido desde las embarcaciones.
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Ya a nivel más específico para cada entorno y para cada localidad se desarrollan los Bandos Municipales de cada
Ayuntamiento, los cuales determinarán las normativas específicas a la zona.
Haciendo una sinergia entre el T.S.A. y un atleta, y basándonos en el estudio sobre este tema de Antonio
Fernández Costas (2001), podríamos decir que salvar vidas es la meta más alta que un atleta puede conseguir, superior a
cualquier medalla olímpica.
No obstante, en la práctica real, estas funciones pueden y deben desglosarse mucho mas hasta sacar la esencia
fundamental de la tarea de todo T.S.A. Así, para organizar estar funciones, diferenciamos tres momentos:
Antes de la apertura de la instalación acuática comprobará si esta está en óptimas condiciones para el baño, y para
ello atenderá a los siguientes aspectos:
Recorrer, inspeccionar y supervisar toda la zona de baño para conocer, analizar y controlar perfectamente su
entorno de trabajo para poder prevenir y minimizar los riesgos y accidentes que puedan producirse (capítulo
4.1).
En piscinas de uso colectivo, medir los niveles de pH y cloro y cerciorarse de que se encuentran dentro de los
niveles óptimos según los parámetros registrados en el Anexo I del decreto de piscinas. En caso contrario actuar
tal y como se establece en el capítulo 5.1.3.
Comprobar el estado y ubicación del material de rescate y vigilancia. Si observamos que no se encuentran en el
lugar que corresponda o están en mal estado tomaremos las medidas necesarias lo antes posible.
Comprobar que el botiquín de primeros auxilios está completo además de verificar las fechas de caducidad de
cada uno de los medicamentos para su reposición inmediata.
Poner en marcha los principios básicos del salvamento desarrollados en el capítulo 3: prevenir, vigilar, controlar
la situación, actuar con presteza y diagnosticar y aplicar los primeros auxilios.
Velar por la seguridad de los usuarios.
Poner en marcha la cadena de salvamento en caso necesario (capítulo 6), aplicando las técnicas de nado y de
rescate adecuadas para cada situación de emergencia, así como rescatar a las personas en caso de accidente o
situación de emergencia.
Exigir el cumplimiento del Reglamento de régimen interno establecido para cada instalación acuática.
Aplicar todos aquellos consejos y recomendaciones que la psicología nos aporta en la comunicación, así como el
resto de recomendaciones para disminuir el nivel de estrés y ansiedad (capítulo 15).
Manejar correctamente el material de rescate.
Informar a su superior de cualquier incidencia ocurrida y que repercuta en la seguridad de los bañistas.
Tras la jornada laboral deberá mantenerse en forma tanto física (entrenamientos diarios) como mentalmente (para
recordar las técnicas y procedimientos de primeros auxilios y psicología). Asimismo, completará los partes diarios e
informes de actuaciones para su posterior análisis estadístico y memoria, además de la puesta en común de los
acontecimientos sucedidos para la mejora de los protocolos. Para ello podemos utilizar la técnica de torbellino de
ideas.
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CAPÍTULO 6
Secuencia de actuación ante accidentes
acuáticos. Flujograma
OBJETIVOS
S.A.E. Características.
Protocolo de actuación para playas.
Estadísticas e informes.
Medios y códigos de comunicación.
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Flujograma 6.a: Secuencia de actuación ante accidentes acuáticos para todo tipo de entornos
Este S.A.E. deberá constar por escrito y dependerá de cada instalación acuática (capítulo 6.1), no estando de
más afirmar que el flujograma 6.a define un protocolo de actuación común para cualquier instalación. Se considera como
el documento en el que se establecen todos los pasos secuenciales, funciones a seguir y momentos de actuación de todos
los medios y eslabones que intervengan en el salvamento y rescate de una o varias víctimas.
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Este protocolo debe trabajarse por medio de entrenamientos y simulacros lo más reales posibles, ya que por lo
general una situación de emergencia nos genere un estado de estrés y ansiedad que puede dificultar nuestra capacidad
para analizar la situación, tomar las decisiones correctas y, como consecuencia, actuar de manera desordenada y
descontrolada. De esta manera adquiriremos experiencia y minimizaremos los errores que pudiéramos cometer.
No obstante, y teniendo en cuenta que la automatización a base de la repetición es la piedra angular del
aprendizaje técnico, cuando realicemos los simulacros debemos variar todos los factores (dificultad, número de víctimas,
condiciones del entorno, etc.) para que de esta manera adquiramos una destreza real y creamos un circuito neuronal
(Oña, A., Martínez, M., Moreno, F. y Ruiz, L. M., 1999).
Este protocolo de actuación se estructura en una triple actuación, lo que comúnmente se conoce como P.A.S.:
proteger, alertar y socorrer, que se desarrollará plenamente en el capítulo 17.
1. En caso de varamiento de ejemplar muerto, se comunicará a Protección Civil para que avisen a IMUCONA.
2. En caso de varamiento de ejemplar vivo:
Avisar a Protección Civil quienes dará aviso inmediato al Técnico de la Concejalía de Playas.
Sólo 2 ó 3 personas atenderá al ejemplar. Se deben evitar todo tipo de ruidos o situaciones estresantes
para el animal, sobretodo en cetáceos.
Evitar obstáculos, arena o agua en los orificios respiratorios.
Si el animal se viese afectado por el oleaje y no pudiese mantenerse a flote, se procedería a sacar del
agua con cuidado de no coger o doblar las aletas pectorales y a la hora de depositarlo sobre la arena,
estas aletas deben ir en agujeros para mantener su posición natural.
Mantenerlos en sombra, con un sombrilla, y húmedos, con agua o puños húmedos.
Si la persona que actúa tiene alguna herida o erosión en la piel o si padece alguna enfermedad que
pueda transmitir al animal, evitará el contacto con este y con el agua de las proximidades en las que se
encuentra el animal.
Siempre se tendrá las manos protegidas con guantes asépticos.
Siempre que sea posible, se utilizarán mascarillas y se evitará la exposición ante el aire respirado por
el animal.
Si por cualquier causa el personal actuante se hiere o se mancha con cualquier fluido, se lavará y
desinfectará la zona afectada a la mayor rapidez posible.
Se debe tener mucho cuidado con todos los movimientos del animal, en especial con la aleta caudal.
No se debe olvidar que se trata de un animal salvaje, en el que por tanto sus reacciones son siempre
imprevisibles.
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Imagen 6.1.a: Suciedad en el agua de playa Imagen 6.1.b: Suciedad en orilla de playa
NIÑOS PERDIDOS
En caso de que los familiares informen del extravío de un menor a los equipos de emergencia
En caso de que encontremos un niño perdido y tengamos que localizar a sus familiares
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Tabla 6.2.b: Parte diario para piscinas e informe de accidente de la empresa de socorrismo Team Rescue S&S
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temporada siguiente, indicando al personal de Picaduras Colisiones Transporte embarc. Discusión Peleas Llamadas de S.O.S.
rescate y sanitario de la temporada siguiente las Lesión musc.
R.C.P.
Bajadas tensión
Personas perdidas
Nadador cansado
Insolación quemad.
Animales sueltos
Urtos
Cortes
Otros
características e incidencias más comunes que
Imagen 6.2.a: Estadística asistencias-rescate del mes de Agosto de la Playa de El Puerto
suceden en la zona a trabajar para que, de esta de Santa María de la empresa Team Rescue S&S S.L.U.
manera, esté más preparado.
Las manos: Deberán hacerse despacio, y pueden indicarnos diferentes mensajes (p.e.: señalar para indicar una
dirección, puño alzado para indicar que se necesita ayuda, manos levantadas y cruzadas por encima de la cabeza
para indicar la interrupción de la instalación o cierre, brazos levantados hacia un lado con palmas enfrentadas
para indicar que el siguiente bañista es un niño, etc.).
Luces o bengalas: Pueden resultar muy eficaces en la oscuridad.
Gestos: La expresión facial, los movimientos o la postura llegan a comunicar hasta un 60% del mensaje.
Otros: Nos referimos a aquellos materiales que en el momento concreto nos ayudan a comunicarnos en situación
de emergencia (movimiento de camisetas, bandera, etc.).
La palabra: Se desarrollará en el capítulo 15.4, pero resaltar que con la palabra tan solo le llega al receptor el
10% del mensaje, mientras que con la entonación, ritmo, pausas o énfasis que demos le llegará hasta un 30%.
Walkie: Es un sistema de comunicación muy importante para llevar a cabo un buen trabajo, tanto entre los
T.S.A. como entre el resto del equipo de emergencia (botiquín, mantenimiento, seguridad, protección civil,
dirección, etc.).
Teléfono móvil: Nos sirven para emitir o recibir grandes cantidades de información, o bien para reducir el
tiempo de ocupación de la radio.
Silbato: Supone un sonido estridente, y dependiendo de las
características del sonido podrá indicarnos una u otra acción
(p.e.: un pitido corto para llamar la atención del usuario, dos
cortos para llamar la atención de otro T.S.A., dos largos para una
emergencia grave, uno largo para iniciar rescate y S.A.E., etc.).
Estas características deberán venir recogidas en el S.A.E. de cada
instalación.
Megáfono: Ayudan a proyectar la voz y hacer que suene más
fuerte para que la puedan oír grandes aglomeraciones de gente o
sea perceptible desde grandes distancias. Podremos comunicar
las preocupaciones y normas del baño, el color de la bandera que
ondee y los cambios en la misma, horario de mareas, avisos
sobre personas extraviadas, climatología, evacuación de zonas de Imagen 6.3.a: Silbato de socorrista como señal auditiva
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NÚMERO Y DENOMINACIÓN
0 NEGATIVO 2 SEGUNDA 4 CUARTA 6 SEXTA 8 OCTAVA
1 PRIMERA 3 TERCERA 5 QUINTA 7 SÉPTIMA 9 NOVENA
CÓDIGO Q SIGNIFICADO
QRV En el puesto. Torreta Fuentebravía en QRV.
QRT Fin del servicio. Torreta Fuentebravía en QRT.
QRK Control de escucha. Déme un QRK.
QSL Estoy de acuerdo. Es QSL para su QTC.
QRX Que todo el servicio esté en silencio porque se necesitan las comunicaciones libres.
QRM Recepción del mensaje con mucha interferencia. Le recibo con mucho QRM, repita su QTC.
QTC Mensaje a transmitir. ¿Cuál es su QTC?
QTH ¿Cuál es su ubicación? Mi QTH es…
Q… Etc.
Existen ciertas normas de utilización para el manejo de las comunicaciones con walkie:
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CAPÍTULO 7
¿Cómo entrar en el agua para hacer un
rescate?
OBJETIVOS
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Velar por nuestra seguridad y la del resto de usuarios: Procuraremos controlar la zona en la que nos
sumerjamos para evitar sufrir lesiones (rocas en el fondo, usuarios cercanos, altura de la entrada, temperatura del
agua, turbulencia, etc.), sobretodo en zonas desconocidas y dañar a algún otro usuario, evitando con ello el llamado
sobreaccidente, es decir, tener dos víctimas (víctima-bañista y socorrista) en lugar de la propiamente dicha.
Brevedad en la entrada: Todo rescate debe llevarse a cabo con la mayor brevedad posible ya que, tal y como
podemos advertir en la tabla de relación tiempo/posibilidades de recuperación del capítulo 13, cuanto más tiempo
pase menos posibilidades de recuperación tendrá la víctima.
No perder de vista a la víctima: Nunca debemos perder de vista a la víctima ya que en cualquier momento puede
hundirse y perderla para siempre. Por ello, si bien en la técnica de aproximación la cabeza va siempre fuera, en la
entrada procuraremos hacer lo mismo, y en su caso que la fase subacuática sea mínima. Si perdemos de vista a la
víctima, utilizaremos como referencia el último punto de avistamiento para sumergirnos. Es ideal contar con la ayuda
de algún compañero que nos oriente sobre la localización de la víctima.
El estado del accidentado (consciente-inconsciente, tranquilo-nervioso,...), estado del agua (corrientes, rocas,
etc.), existencia de lesión vertebral, etc. ya que determinará la técnica de entrada.
Altura desde el lugar que se encuentra el T.S.A. y profundidad del agua.
Distancia y profundidad a la que se encuentra el accidentado.
Imagen 7.1.1.b: Entrada en posición de protección y Imagen 7.1.1.c: Entrada en posición de protección y
hundiéndose elevando los brazos en la vertical hundiéndose tapándose la nariz
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establece esta técnica como la ideal para todo rescate, hay gran discordia al respecto. Así, si vemos que la víctima aún se
encuentra en la superficie, no hay duda de que esta es la técnica a utilizar, pero si por el contrario esta se encuentra en el
fondo de la piscina tras haber perdido todo el oxígeno que su organismo disponía, y sabiendo que está hundida cerca de
nosotros, la técnica ideal será en este caso la de en protección y hundiéndose para buscar profundidad, mientras que si la
víctima se encuentra lejos, la técnica más adecuada será la de agujero. Por
lo tanto, no existe una técnica ideal, sino que dependerá de la ubicación de
la víctima.
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En carrera: En los casos en los que realicemos una entrada al agua desde la orilla de una playa (imagen 7.1.1.i) o
zona en la que la profundidad vaya aumentando progresivamente (pantano o río), esta deberá hacerse en carrera, y
siempre con cuidado de las irregularidades del terreno (rocas, cristales, piedras pequeñas, agujeros, desnivel, etc.)
hasta que nuestra velocidad de desplazamiento se vea disminuida notablemente, momento en el que pasaremos a la
fase de nado. En todo caso, con respecto a las olas, el T.S.A. deberá valorar su tamaño, de manera que si estas son
pequeñas será más efectivo una entrada saltando por encima de ellas, pero si son demasiado grandes debe entrar en
el agua antes de que estas rompan y pasando por debajo de ellas.
Imagen 7.1.1.h: Error en la entrada al agua. Cuidado con Imagen 7.1.1.i: Entrada al agua en carrera para playa y con
que no se nos quede atrás el material material
En el caso de utilizar algún tipo de material para la entrada en carrera, como por ejemplo flopi, torpedo e incluso
una tabla, mantendremos el material fuera del contacto con el agua y, a la hora de iniciar la fase de nado, en el caso
de la tabla nos tumbaremos sobre ella para deslizarnos sobre el agua, mientras que con el resto del material lo
lanzaremos para que tome contacto con el agua y poder nadar cómodamente.
Con volteo hacia delante: En los casos en los que utilicemos aletas, gafas y tubo o bien nos encontremos en una
embarcación, nos colocaremos en el borde del vaso o, en su caso, de la embarcación, con el cuerpo agrupado en
cuclillas, con la barbilla pegada al pecho, la cadera elevada y las manos protegiendo las gafas y el tubo. Desde esta
posición inicial, realizaremos un volteo hacia delante dejándonos caer. Al igual que con el volteo hacia atrás, tiene el
inconveniente de la pérdida de visión sobre la víctima, al igual que un mayor tiempo de ejecución.
Imagen 7.1.1.j: Entrada al agua con volteo hacia delante Imagen 7.1.1.k: Entrada al agua con volteo hacia atrás
Ya en el agua realizaremos una espiración forzada para sacar del tubo el agua que le haya entrado, poder
utilizarlo para la respiración y realizar la aproximación sin sacar la cabeza del agua para así ganar velocidad de
aproximación (será solo en los casos en los que el sujeto esté consciente y estemos seguros de que no va a
ahogarse, o bien en los casos en los que se acaba de hundir y estamos viendo hacia donde está cayendo o hacia
donde lo está llevando la corriente). Se utiliza principalmente para adquirir una profundidad adecuada para la
inmediata puesta en acción y protección del equipo evitando su pérdida.
Con volteo hacia atrás: Se trata de caer en el agua con la espalda en primer lugar y es apropiada para lanzarse al
agua desde el borde de una embarcación con equipo de buceo. Sin embargo, tiene el inconveniente de la pérdida de
visión con la víctima.
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Cuando trabajemos como socorristas en un entorno natural y utilicemos algún tipo de embarcación para el
rescate, es importante contar con un remolque de varada o jettrack (imagen 7.1.2.a). Este elemento nos permitirá
mantener la embarcación en seco, fuera del continuo ajetreo de las olas, evitará el desgaste del material y facilitará la
labor de mantenimiento de la embarcación. Asimismo, estará más visible de cara a los usuarios y, como función más
importante para un salvamento, nos permitirá una entrada al agua más rápida.
Si por el contrario no utilizamos ningún tipo de remolque y la embarcación queda varada sobre la tierra (imagen
7.1.2.b), la acción de las olas hará que esta se vaya encallando en la arena poco a poco hasta el momento en el que
necesitemos la ayuda de varios usuarios para moverla, cosa que perjudicaría seriamente el rescate. Además, el continuo
ajetreo y la entrada de agua perjudicaría su mantenimiento, de manera tal que el motor podría no estar en condiciones
óptimas para ni tan solo arrancar.
Imagen 7.1.2.a: remolque de varada o Jettrack Imagen 7.1.2.b: Varada de neumática en tierra sin remolque
Para realizar la entrada al agua mantendremos la embarcación a unos 10 ó 15 metros de separación con la orilla
(no más para evitar descontrol de la embarcación o cansancio en la carrera de los T.S.A., ni menos para no perder
inercia). Tras la decisión de entrar, empujaremos la embarcación con fuerza (imagen 7.1.2.c) en dirección al agua de
manera que, al contactar con ella, la propia embarcación siga hacia delante y el jettrack se bloquee por la resistencia del
agua, consiguiendo sacarla del remolque. En este punto tendremos que tener cuidado de quitar los amarres entre la
embarcación y el remolque (imagen 7.1.2.d).
Con moto acuática: Seguirá prácticamente el protocolo anterior, de manera que una vez estemos dentro del agua
nos colocaremos en la posición de atrás o bien encima de la camilla hawaiana (imagen 7.1.2.e) para que el patrón
nos aproxime a la víctima o punto de destino.
Con neumática: Podemos diferenciar la entrada para situaciones de fuerte oleaje o para mar en calma:
Entrada con fuerte oleaje: El patrón se colocará en la popa de la neumática, agarrando con la mano derecha el
motor fueraborda que estará subido, justo por encima de la caña, y con la mano izquierda en la aleta de babor.
El T.S.A. se colocará en la proa de la neumática, sujetando el cabo de proa, de manera que si viene alguna ola
tirará de la cuerda hacia abajo para evitar que la embarcación salga volando o vuelque hacia atrás (imagen
7.1.2.f).
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Imagen 7.1.2.e: Aproximación rápida con T.S.A. en camilla tras Imagen 7.1.2.f: Entrada al agua con neumática y fuerte oleaje
entrada al agua con moto
En el momento en el que la neumática se encuentre a una altura suficiente como para bajar el motor
fueraborda y evitar que la hélice choque con el suelo (inclusive por su inclinación vertical debido a la acción de
alguna ola), el patrón se subirá a la neumática, bajará el motor fueraborda, lo arrancará y esperará la subida del
T.S.A., que lo hará justo en el momento en el que el oleaje sea menor o esté la resaca de la ola. Este momento
será cuando la profundidad del agua sea de más de un metro y medio. A partir de ahí, el patrón meterá la
marcha al motor para adentrarse en el agua con potencia pero con control.
Entrada para mar en calma: El patrón se colocará igual que en el caso anterior, mientras que el T.S.A. lo hará a
su izquierda, es decir, cogerá el motor con su brazo izquierdo y la aleta de estribor con el derecho.
Una vez nos hayamos adentrado lo suficiente (aproximadamente un metro de profundidad), el patrón se
subirá a la neumática, bajará el motor fueraborda y lo arrancará cerciorándose antes de que no esté puesta la
marcha. Durante este tiempo, el T.S.A. que estaba en el agua seguirá controlando la neumática, y en el
momento de subirse, se agarrará al espejo de la embarcación para que, con un fuerte impulso, subirse con
cuidado de no resbalarse, momento en el cual el patrón le dará a la marcha para adentrarse en el agua.
Algunos aspectos comunes para las entradas con embarcación son las siguientes:
La embarcación tendrá que estar aproada a las olas, es decir, en contra a las olas. Si nos ladeamos hacia un lado u
otro estaremos a merced de las olas y entrará agua en la bañera.
En todo momento procuraremos que no haya nadie en la dirección nuestra, para lo cual tendremos que aplicar la
normativa en la que se establece que en la zona de embarcaciones está prohibido el baño.
El T.S.A. subirá a la embarcación siempre y cuando el patrón se lo indique. En caso de que el motor no arranque y el
T.S.A. ya se haya subido la embarcación estaremos a merced de las olas.
Los primeros metros de entrada son siempre los más peligrosos ya que es el lugar donde hay bañistas y oleaje.
En caso de entrar con aletas desde la embarcación tendremos que hacerlo adelantando uno de los pies para
dejarnos caer verticalmente simulando la entrada en protección abierta y sin hundirse (imagen 7.1.2.g), procurando dar
un pequeño salto hacia delante para alejarnos todo lo posible de la embarcación y su hélice en caso de neumática. El uso
de material de rescate nos permitirá mejorar la flotación y el posterior remolque.
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CAPÍTULO 8
El desplazamiento en el medio acuático
OBJETIVOS
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Alineación horizontal (imagen 8.1.1.a): Consiste en mantener la línea del cuerpo lo más horizontal posible en el
agua evitando así resistencia al avance y, por lo tanto mayor gasto energético. Buscaremos una alineación horizontal
en los siguientes casos:
La batida de piernas irá ligeramente inferior a la altura del pecho. Los pies alcanzarán justo la superficie en su
batido ascendente y en el batido descendente llegarán por debajo de la línea del cuerpo.
Mantendremos la cabeza en línea con la superficie situada entre el arranque del cabello y la mitad de la parte alta
de la cabeza.
La barbilla se colocará lo suficientemente alta como para permitir ver delante, y los ojos deberán enfocarse hacia
delante y hacia abajo, y no debemos arquear la espalda.
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8.1.2 La respiración
La cabeza se girará hacia el lado del rolido de manera simultánea al barrido hacia arriba del brazo del costado
por el que respira, ya que es este el momento en el que el cuerpo está rotando hacia el lado de la respiración.
La inspiración deberá realizarse durante la primera mitad del recobro, y nuestra cara deberá volver al agua
durante la segunda mitad del mismo en coordinación con el rolido del cuerpo hacia el lado contrario, lo cual volverá a
colocar la cara dentro del agua y su cuerpo en la mejor alineación posible durante el barrido ascendente.
La respiración se llevará a cabo gracias a la coordinación del rolido del cuerpo y el movimiento lateral de la
cabeza, de manera tal que la cara se girará hacia el mismo lado que gire el cuerpo, produciéndose la respiración en el
momento máximo de rotación, que coincidirá en el momento en el que el codo del recobro sale a la superficie y se
encuentra en su punto más alto (codo alto).
Un error muy frecuente es volver la cabeza demasiado pronto, provocando esto una aceleración descontrolada de
la brazada subacuática. También se producen inspiraciones con la cabeza inclinada hacia atrás o bien con levantamiento
de la cabeza por encima de la superficie, cosa que modificará la alineación horizontal del cuerpo.
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El codo estará semiflexionado, a una altura superior a la mano, de manera tal que sean los dedos los que
contacten con el agua en primer lugar. Si realizamos la entrada con el codo demasiado flexionado empujaremos el
brazo hacia delante, abajo y luego hacia arriba en una trayectoria circular, ejerciéndose mayor resistencia al avance.
Será el pulgar el primer dedo que contacte con el agua, con lo que la palma de la mano tendrá que mirar hacia
abajo y hacia fuera en una angulación de entre 30 a 40 grados. Si introducimos la mano flexionada originaremos una
resistencia que frenará nuestra velocidad. Además, debemos evitar la entrada de la mano golpeando con fuerza el
agua hacia abajo, ya que esto provoca movimientos verticales innecesarios del cuerpo y un aumento de la
turbulencia en la superficie del agua y de la resistencia.
Tras la entrada en el agua de la mano, esta girará hacia abajo al mismo tiempo que el brazo se extiende
completamente hacia delante por debajo de la superficie del agua, de ahí el concepto de extensión y no
deslizamiento, ya que en todo momento hay un avance del brazo.
La propulsión de la brazada no se producirá inmediatamente después de que la mano haya entrado en el agua ya
que el otro brazo estará todavía a mitad de su recorrido.
Esta fase continuará cuando el otro brazo finalice su fase propulsora, de ahí a que nunca debamos comenzar la
fase propulsora tras la entrada en el agua ya que de este modo se interferirán las fuerzas y se provocará mayor
resistencia. Así, mantendrá su posición estirada hasta el momento en que el otro brazo haya finalizado su fase
propulsora.
Agarre y barrido hacia abajo (figuras de la 2 a la 8): Da comienzo inmediatamente después de que la fase de
propulsión del brazo contrario se haya completado y el codo está casi completamente extendido tras la fase de
entrada y extensión. En este momento, el codo empieza a flexionarse.
La palma de la mano ha de estar inclinada hacia abajo, hacia fuera y hacia atrás durante este barrido. De esta
forma se nos permitirá aplicar mayor fuerza propulsora durante el barrido hacia dentro, que es el que le sigue.
Durante todo este recorrido se recomiendan ángulos de ataque de la mano de entre 30 a 40 grados, dejándola
con una posición algo cóncava para llevar una forma más hidrodinámica.
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De las tres fases propulsivas, ésta es la que constituye la menor propulsión de la brazada, pero sin embargo es
de vital importancia hacerlo correctamente para que el brazo se encuentre en buena disposición para un barrido hacia
dentro efectivo.
Es el primer barrido propulsor de la brazada y se produce por el giro de la palma de la mano hacia dentro, hacia
arriba y hacia atrás a medida que la mano se desplaza bajo el cuerpo desde una posición exterior respecto de los
hombros hasta situarse próxima a la línea central.
Barrido hacia arriba (figuras de la 10 a la 14): Es el segundo y último barrido propulsor del crol, y tiene lugar una
vez finalizado el barrido hacia dentro. Es sin duda la fase de mayor propulsión de la brazada.
El barrido hacia arriba finalizará cuando nuestra mano pase a la altura del muslo, y no cuando llegue a la
superficie, y este fin se realizará con una extensión ligera, pero no total, y con la máxima velocidad. La mano deberá
inclinarse durante este barrido ascendente hacia fuera y hacia arriba, y al llegar al final del movimiento debe mirar
hacia dentro en dirección al muslo, colocando el meñique como primer dedo que toque la superficie.
No obstante, el codo sigue estando a una altura superior a la mano, saliendo del agua antes que esta.
Algunos de los errores que se comenten en este último movimiento son el extender los brazos por completo o
aplicar fuerza hasta alcanzar la superficie, lo cual empujará el agua hacia arriba en mayor medida que hacia atrás y,
por consiguiente, creará mayor turbulencia y una desaceleración en el movimiento, así como el hundimiento de las
caderas y, por ello, una mala alineación horizontal.
Fin de la acción propulsora y recobro (figuras de la 15 a la 18): Tiene como objetivo el colocar el brazo en la
posición adecuada para comenzar otra brazada. Dará comienzo antes de que nuestra mano abandone el agua, es
decir, cuando el codo se posicione por encima de la superficie durante el anterior barrido hacia arriba.
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El codo debe emerger a la superficie moviéndose hacia delante, mientras que la mano termina el barrido hacia
arriba. El codo se desplazará hacia arriba y hacia delante, después del salir del agua, siguiéndole a continuación el
antebrazo y la mano.
La palma, al salir del agua, se gira hacia dentro paralelamente al muslo sacando el dedo meñique en primer lugar
y así disminuir la resistencia, mientras que al mismo tiempo el brazo se desplaza hacia arriba, hacia fuera y hacia
delante durante la primera fase del reciclaje. Este movimiento se convertirá en un movimiento hacia delante, hacia
dentro y hacia abajo en el momento de disponerse a entrar en el agua, y siempre lo haremos manteniendo el codo en
alto.
El hombro actuará de eje para el movimiento del brazo, flexionando el brazo durante la primera mitad del
movimiento y extendiéndolo durante la segunda mitad, una vez que sobrepase la altura del hombro, lo cual permitirá
que el brazo continúe moviéndose hacia arriba y hacia delante después de haber abandonado el agua, además de
evitar que la mano ejecute una trayectoria demasiado abierta.
En esta segunda mitad la palma de la mano, que anteriormente estaba orientada hacia dentro en dirección al
cuerpo durante la primera parte del recobro, se orientará hacia fuera en el momento que vaya a realizar la entrada al
agua.
Comenzaremos a extender la mano para la entrada, iniciándose la extensión del brazo, y la entrada se realizará
cuando el brazo esté todavía ligeramente flexionado para disminuir la turbulencia.
El rolido facilitará la efectividad del recobro, debiendo rotar hacia el lado en el que se realiza de manera que el
hombro de dicho brazo esté en un plano superior al otro. Con ello se conseguirá la posición de codo alto más
fácilmente.
Durante el recobro la musculatura deberá estar relajada, utilizando el suficiente esfuerzo como para mantenerlo
coordinado con el otro, de manera que si queremos aplicar velocidad, nos centremos en aumentar la velocidad en la
fase propulsiva y no en recobrar más deprisa, ya que esta será una acción de efecto y evitaremos desperdiciar
energías.
Coordinación de los brazos: Los movimientos alternativos de los brazos deben coordinarse con el rolido del cuerpo
y viceversa para facilitar los tres barridos y mantener al mismo tiempo el cuerpo en la postura adecuada.
El brazo situado delante deberá entrar en el agua cuando el otro se encuentre en la mitad de su barrido hacia
dentro, lo cual nos permitirá rotar el cuerpo hacia el lado en que estemos efectuando la brazada y, seguidamente,
preparemos el barrido ascendente. No deberá comenzar su desplazamiento hacia abajo hasta que el otro haya
finalizado su barrido hacia arriba.
Sería un error que el brazo que recobra entre en el agua después que el otro brazo finalice la fase propulsiva, ya
que abría un momento en el que no se aplicarían fuerzas y se desaceleraría el movimiento.
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Si doblamos la rodilla provocaremos una fuerza negativa que haría que nuestra propulsión nos hiciera retroceder.
Tras este cambio de dirección, la pierna barre hacia arriba.
Al finalizar el batido hacia abajo, el pie debe estar a una profundidad de 30 a 35 centímetros, o lo que es lo
mismo, ligeramente más profundo que el pecho.
Amplitud de la batida: La acción de las piernas no deberá ser ni muy superficial ni muy profunda, oscilando entre
50 y 80 cm. Lo importante es que nos proporcione estabilidad y propulsión, pero sin que haya demasiada resistencia
al avance (alineación horizontal). Así, el pie deberá alcanzar la superficie del agua durante la trayectoria ascendente,
saliendo si cabe ligeramente, ya que si sale demasiado se empujará al nadador hacia abajo. En la trayectoria
descendente el pie deberá estar situado justo por debajo de la línea del nivel del cuerpo.
Acción lateral de las piernas: La acción lateral de las piernas ayudará a la rotación y la estabilidad del cuerpo. Así,
si una pierna se mueve en la misma dirección del rolido, permitirá mantener la alineación lateral, mientras que la otra
pierna deberá batir en la dirección opuesta, es decir, cuando el cuerpo rota hacia la derecha, una pierna deberá batir
diagonalmente hacia abajo y hacia la derecha mientras que la otra batirá diagonalmente hacia arriba y hacia la
izquierda. Estos movimientos deberán invertirse cuando el nadador gire su cuerpo hacia el lado izquierdo.
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Batido de 6: Se podría decir que es un golpe por cada barrido del brazo, con lo que habrá un batido descendente en
coordinación con cada uno de los tres barridos que componen una brazada acuática. Así, el barrido hacia abajo del
brazo izquierdo se produce simultáneamente con el batido de pies hacia debajo de la pierna izquierda. El barrido
hacia dentro de la brazada del brazo izquierdo estará coordinado con el batido hacia debajo de la pierna derecha y
subida de la izquierda, y el barrido hacia arriba del brazo izquierdo se combina con otro batido hacia debajo de la
pierna del lado izquierda.
La coordinación entre los barridos del brazo y los batidos de la pierna es tal que el principio y el final de cada
batido descendente coinciden exactamente con el principio y el final de cada barrido del brazo correspondiente.
Batido de 2: Se completarán dos batidos descendentes por cada ciclo del movimiento de los brazos o un batido
descendente por cada brazada. Cada batido hacia abajo se acompaña del barrido hacia dentro y hacia arriba del
brazo del mismo lado que la pierna que bate hacia abajo. La pierna del lado contrario, al mismo tiempo, ejecuta un
batido ascendente.
Al final de cada batido, las piernas se mantienen en una posición abierta hasta que el barrido descendente de la
siguiente brazada se ha completado. Entonces se realiza el batido descendente de la pierna de dicho costado, durante
el barrido hacia dentro y hacia arriba del brazo.
También está el batido de 2 cruzado o el batido de cuatro golpes, pero son menos usuales.
En el salvamento acuático podemos diferenciar diversas técnicas tanto para la aproximación como el remolque:
La extensión de la brazada será más corta, casi sin fase de agarre y pasando casi inmediatamente hacia el barrido
hacia abajo, ya que la finalidad del nado no es únicamente el avance horizontal, sino que también busca el mantener
el cuerpo en una posición elevada de hombros y cabeza para la respiración frontal y no perder de vista a la víctima.
Al ser un nado más estresante, hay mayor consumo energético.
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8.2.2 Buceando
Hemos de mantener siempre una posición hidrodinámica y de
máxima extensión desde los brazos hasta las piernas, de manera que los
movimientos de propulsión y recobro de brazos sigan la línea del cuerpo
para disminuir la resistencia al avance. La técnica es parecida a la braza,
efectuando la brazada cuando las piernas se encuentren extendidas,
mientras que la patada se producirá cuando los brazos se encuentren
completamente extendidos por delante de la cabeza. No obstante, la
patada también puede realizarse con patada de crol, en cuyo caso será
independiente de las brazadas.
Imagen 8.2.2.a: T.S.A. buceando par aproximación
Sin embargo, en el nado subacuático cada T.S.A. deberá conocer su manera más eficiente en el desplazamiento,
pudiendo realizar patada de braza, crol o mariposa en función a su comodidad. Diferente es en los casos en los que
utilicemos aletas, en cuya situación nos veremos condicionados para realizar únicamente una patada de mariposa o crol.
Asimismo, podremos elegir no utilizar las manos para mantener una posición hidrodinámica y disminuir el esfuerzo físico
durante la apnea.
Algunos aspectos a tener en cuenta en el buceo y en la búsqueda de un cuerpo sumergido son los siguientes:
Presión hidrostática: Si aplicamos la Ley de Boyle-Moriette, si llenamos un globo de aire y lo hundimos en el agua
veremos cómo su volumen se va reduciendo a medida que ganamos profundidad. Al bucear, a medida que
descendemos la presión del agua va aumentando y, como consecuencia, puede provocarnos presión y molestias en
los tímpanos. Por ello, existen varias medidas para reducir esta presión y evitar la lesión:
Profundidad: Buscaremos una profundidad media para el desplazamiento, ni pegados al fondo ni en superficie. Es
lo que conocemos como resistencia de superficie (oleaje) o resistencia de choque (el agua que golpea el fondo).
Respiración: Esta debe ser normal y profunda, y dependerá de la capacidad vital de la persona, su estado físico y
emocional y el dominio de la técnica. Hemos de evitar la hiperventilación para no acelerar el ritmo cardíaco, y
además nunca expulsaremos el aire ya que si lo hacemos desaprovecharemos el oxígeno aún no utilizado.
Eficiencia técnica: Debemos realizar los movimientos sin brusquedad, adoptando una posición hidrodinámica,
aprovechando el impulso de salida y sin realizar al principio movimientos propulsivos. Una vez en la fase acuática
debemos aprovechar al máximo cada una de las acciones propulsivas, evitando que cuando realicemos propulsiones
con el tren inferior no estén en contraposición con los movimientos del tren superior, y viceversa.
Corrientes marinas: Un cuerpo que se hunde no cae en
línea recta debido a la acción de corrientes marinas.
También habrá que tenerlo en cuenta en la aproximación.
Estrategias de búsqueda: Para evitar dejar zonas sin
rastrear podemos realizar la búsqueda en cuadrados o
círculos en extensión, por sectores o en línea recta. Si la
búsqueda la realizan varios T.S.A., la distancia que haya
entre unos y otros no debe ser grande para evitar que la víctima se escurre entre ellos.
Visibilidad: Si abrimos los ojos bajo el agua la visibilidad será muy borrosa por el contacto directo de nuestros ojos
con el agua. Para ver adecuadamente tendremos que utilizar gafas o máscaras que interpongan un espacio de aire
entre nuestros ojos y el agua.
Luminosidad: Bajo el agua la luz es absorbida, desviada y reflejada, perdiendo capacidad lumínica a medida que
aumenta la profundidad.
Relajación-concentración: La tensión y el nerviosismo producen un mayor gasto energético.
Uso de material: Siempre que sea posible procuraremos ir atados a una cuerda (línea de vida) que nos asegure el
regreso y la ayuda desde fuera. No obstante, este recurso debe permitirnos librarnos de el con facilidad.
Establecer la zona de búsqueda: Antes de la inmersión debemos determinar las zonas de búsqueda. Para ello
podemos marcar las zonas mediante boyas. De esta manera cada buceador tendrá unos límites de movilidad.
Sonidos: En el agua los sonidos se propagan mejor y a velocidad cinco veces mayor que en el aire, con lo que será
más fácil oírlos, aunque más difícil determinar su procedencia.
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No remover el fondo: Aunque parezca algo absurdo para algunos y evidente para otros, en la aproximación, así
como en la búsqueda o rastreo de la víctima ahogada, debe hacerse de tal manera que no removamos demasiado el
fondo marino en caso de trabajar en espacios naturales abiertos, ya que si esto ocurre no podremos ver
absolutamente nada y el rescate se dificultaría.
Descansos: Con dos T.S.A., mientras uno realiza la búsqueda el
otro descansará y así alternativamente, mientras que también puede
hacerse simultáneamente dividiéndonos la zona por sectores.
Asimismo, es preferible realizar más inmersiones y no realizar
menos de mayor duración temporal para evitar cansarnos.
Tabla: Las condiciones hidrodinámicas que ofrecen las tablas permiten una mejora en la velocidad de desplazamiento
en el agua para entornos naturales por disponer de grandes distancias (playas, embalses, lagos, etc.). Técnicamente
podemos desplazarnos colocando nuestras rodillas sobre la tabla y propulsándonos con ambos brazos a la vez
(imagen 8.2.3.a), o bien tumbándonos encima de la tabla y propulsándonos con los brazos de manera alternativa y
con batida de pies al estilo crol (imagen 8.2.3.b). También podemos hacerlo colocándonos detrás de la tabla y
propulsándonos con batida de piernas, siempre y cuando mantengamos una posición de extensión.
Imagen 8.2.3.a: Aproximación en tabla con brazos a la vez Imagen 8.2.3.b: Aproximación entabla con brazos alternativos y batida de crol
Cogiéndolo con el brazo: Igual que el anterior pero en este caso el brazo no va completamente extendido, sino
que sujeta el aro metiéndose de dentro a fuera y en contacto con nuestro costado. Será necesario una flexión de
codo para mantener el aro perpendicular al agua y en línea con nosotros (imagen 8.2.3.d).
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Empujándolo: En este caso alternaremos fases de brazadas y fases de empuje del aro con una mano y luego la
otra, o bien con ambas a la vez si la técnica de nado es la braza (imagen 8.2.3.e) entre las dos anteriores, esta
resulta la más cómoda de llevar.
Imagen 8.2.3.d: Aproximación con aro salvavidas Imagen 8.2.3.e: Aproximación con aro salvavidas
cogiéndolo con el brazo empujándolo
Flopi o brazo de rescate y boya torpedo: En situaciones en las que haya demasiado oleaje o estemos muy
cansados en la aproximación, nos colocaremos el flopi debajo de nuestra cintura realizando brazadas de crol con
cabeza fuera para mantenernos a flote y avanzar (imagen 8.2.3.f). No obstante, si lo que pretendemos es ganar
velocidad de aproximación nos colocaremos la cuerda del flopi en bandolera y nadaremos a crol quedando el material
por detrás de nosotros (imagen 8.2.3.g). Cuidado con enredarnos la cuerda entre las piernas.
Imagen 8.2.3.f: Aproximación con flopi con material Imagen 8.2.3.g: Aproximación con flopi con material
debajo para mantenernos a flote detrás nuestra
Los aspectos técnicos de la batida son los mismos que con el crol,
Imagen 8.2.3.h: Aproximación con aletas
solo que la amplitud de la batida será menor y se nos contraerán más los
gemelos si no dejamos los tobillos y rodillas relajados y no realizamos el efecto latigazo. También podemos batir con la
técnica de mariposa.
Moto acuática: Este material resulta imprescindible en entornos naturales con grandes distancias ya que la
aproximación al accidentado se hace de manera más rápida, pero sobretodo porque posibilita el inicio inmediato de
las técnicas de reanimación gracias al uso de la camilla hawaiana, aprovechando así un tiempo vital. Asimismo, llega
a lugares donde otras embarcaciones no pueden hacerlo gracias a su tamaño, maniobrabilidad e inexistencia de
hélice. Esto último evita el riesgo de las lesiones por corte que anteriormente sucedían por la hélice de las
neumáticas.
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Imagen 8.2.3.i: Aproximación con moto de agua y camilla Imagen 8.2.3.j: Aproximación con neumática
hawaiana
Neumática: Cumple casi las mismas ventajas que las motos acuáticas, solo que una vez introducida la víctima en su
suelo podemos realizar las maniobras de reanimación en seco y con mayor espacio para trabajar.
En el desplazamiento, la colocación de los tripulantes debe ser procurando siempre una buena distribución de la
carga, con el patrón y el T.S.A. sentados en la parte superior del flotador lateral posterior y agarrados fuertemente a
los agarres de los laterales (asas y/o cuerda), con el cuerpo ligeramente inclinado hacia el interior y los pies con una
amplia base de sustentación para mantenernos equilibrados y estables ante cualquier movimiento brusco provocado
por la acción de las olas y las maniobras del patrón.
La labor del patrón consistirá en ajustar la velocidad a las condiciones del mar y viento. También debemos
cerciorarnos de que no haya materiales por medio que puedan hacernos daños (deben estar amarrados).
En la aproximación a una víctima con algún tipo de embarcación debemos tener en cuenta ciertos consejos
básicos:
Al principio iremos con el viento de proa, y una vez lleguemos al destino nos colocaremos con el viento en
barlovento, dejando la víctima por sotavento, de manera que al estar parados sea el propio viento quien nos
aproxime a ella. Es en este momento cuando le lanzaremos a la o las víctimas el material de rescate. Si por el motivo
que fuera la víctima no lograra hacerse con el material (incluso tras varios intentos), será el T.S.A. quien se lanzará
al agua para controlar a la víctima, o bien se acercará la embarcación para que la víctima pueda asirse a ella.
Si existiera fuerte viento u oleaje durante el rescate, la embarcación se mantendrá proada a las olas o al viento con
cuidado de no ladearse. El T.S.A. se lanzará al agua para controlar a la víctima y, si es posible, atado con algún cabo
a la embarcación de manera que una vez esté la víctima y el junto poder arrastrar a ambos hacia un lugar más
seguro para la subida.
En resumen, siempre hemos de procurar contar con material de rescate, ya que en condiciones normales
mejorarán la eficacia del rescate al reducirse el gasto energético para mantener a flote a la víctima y a nosotros mismos,
así como beneficiarán la aproximación y el remolque.
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Este principio establece que cuando un cuerpo está total o parcialmente sumergido en un líquido en reposo
experimenta un empuje hacia arriba igual al peso del volumen del líquido desalojado. Por lo tanto, si un cuerpo tiene una
densidad relativa menor que 1, flotará, ya que el peso del objeto es menor que el agua desplazada.
El cuerpo humano puede alterar su densidad en función a la cantidad de aire que albergue en sus pulmones,
permitiendo que el peso del volumen de agua desalojada aumente o disminuya en relación al peso del cuerpo en su
conjunto. Cuando inspiramos, el peso del cuerpo suele ser menor que 1, con lo que flotará, mientras que cuando
espiramos suele ser mayor que 1, con lo que no flotará.
Siguiendo el principio de Arquímedes, sobre un cuerpo sumergido actúan dos fuerzas: la fuerza de la gravedad o
peso y la fuerza de flotación, empuje o fuerza ascensional.
El punto de aplicación de estas dos fuerzas sobre el cuerpo humano es distinto debido al reparto heterogéneo de
masas. Así, en posición horizontal, el punto de aplicación del centro de gravedad se sitúa más bajo que el punto de
aplicación del centro de flotación.
Teniéndose en cuenta esto, podemos concluir que, desde un punto de vista biomecánico (Gutiérrez Dávila,
1998), la condición indispensable para que un cuerpo se encuentre en equilibrio es:
Que la resultante de las fuerzas externas aplicada sea igual a cero, es decir, que el empuje sea igual al peso (∑F =
0).
Que la resultando de los momentos de fuerza (efecto de una fuerza que produce una rotación de un objeto sobre un
eje determinado) sean igual cero, es decir, que el empuje y el peso tenga la misma línea de aplicación, ya que de lo
contrario se produciría un movimiento rotatorio en el que se hundiría la parte más pesada, generalmente las piernas,
hasta que el centro de gravedad y el centro de flotación se hallen en la vertical (∑Γ = 0)).
Así, siempre que se den estas dos situaciones nuestro cuerpo estará en equilibrio.
La cantidad de grasa corporal: Los individuos con preponderancia de grasa, flotarán mejor que aquellos que no
acumulan tejido adiposo en exceso.
Esta cantidad de grasa determinará el somatotipo de la persona, entendiendo este concepto como un sistema de
medición antropométrica diseñado para determinar de manera cuantitativa la composición corporal de un individuo.
Así, existen tres somatotipos:
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Con todo, decir que una persona de somatotipo endomorfo, al poseer un mayor volumen de tejido graso flotará
mejor que una persona de somatotipo mesomorfo o ectomorfo. Asimismo, una persona ectomórfica tendrá mayor
dificultad para flotar ya que carece de grasa corporal y posee un mayor volumen óseo.
El volumen de aire que contengamos en nuestros pulmones: En inspiración contendremos mayor cantidad de
aire en nuestros pulmones, con lo que nuestra densidad diminuirá.
El sexo: La grasa flota sobre el agua, tal y como podemos observar si echamos un poco de aceite en un vaso de
agua, donde este se mantendrá en la parte superior del mismo. Así, las mujeres tienen un porcentaje de agua y de
tejido graso acumulado de manera natural en los pechos, brazos, glúteos y parte externa de los muslos y en las
caderas superior al del sexo masculino. Con ello, tiene muy repartido el tejido graso en el cuerpo, siendo estos los
motivos por los que, de una manera generalizada, las mujeres flotan más que los hombres en el agua.
Por otra parte, los hombres tienen un porcentaje de peso en músculos y huesos superior al de las mujeres,
siendo estos materiales causantes de la menor capacidad de flotación en el agua. Asimismo, el reparto de grasa de
los hombres es más desigual al tenerlo acumulado principalmente en el tórax y el vientre.
La edad: La escasez de tejido graso en las personas de menor edad sumado al mayor peso de las piernas por la
musculatura provoca que las personas de corta edad tengan mayor dificultad a la hora de flotar en posición horizontal
en el agua.
La raza: En igualdad de condiciones de edad y sexo, las personas de la raza negra tienen mayor cantidad de masa
ósea y de volumen muscular que los de raza blanca o amarilla, con lo que tendrán una dificultad mayor de mantener
a flote. De hecho, tal y como podemos observar, no existen prácticamente nadadores de raza negra en competición
de alto nivel.
La densidad del agua: Una sustancia flotará sobre otra si su densidad es menor (p.e.: la madera flota sobre el
agua y el plomo no, ya que el plomo posee mayor densidad que el agua mientras que la densidad de la madera es
menor; sin embargo, ambas sustancias se hundirán en la gasolina, la cual tiene una densidad más baja).
Así, para que una persona pueda flotar en el medio acuático debemos saber cuál es la densidad del agua y cuál
es la densidad de la persona. Sin embargo, existes valores medios en los que se puede afirma que los seres humanos
flotan, tal y como podemos observar en la siguiente tabla.
Así, si la densidad del agua dulce es de 1000 Kg/m3 y la del cuerpo es de 950, el cuerpo humano podrá flotar
con facilidad sobre el agua. Por otra parte, el agua del mar contiene otros compuestos, lo cual provoca que ésta sea
más densa (1027 Kg/m3), con lo que el flotar será aún más fácil que en una piscina o en un río.
Otro factor que puede alterar la densidad del agua es su temperatura, estableciéndose que cuanto más fría esté
el agua, más densa será y, como consecuencia, mejor se flotará.
El centro de gravedad corporal: El centro de gravedad no es un punto fijo en el cuerpo, sino que varia de una
persona a otra dependiendo de su constitución física, edad y sexo, pero también dependiendo de la disposición de sus
segmentos corporales. Así, si la proyección del centro de gravedad cae dentro de la base de sustentación del sujeto,
se puede decir que el cuerpo está en equilibrio, pero cuando este centro de gravedad no cae dentro de la base,
perderemos el equilibrio.
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Como las mujeres tienen un reparto más equitativo de su tejido graso, su centro de gravedad estará más
centralizado que el de los hombres, y por lo tanto, flotarán con mayor facilidad.
Se suele cometer el error de pensar que cuando se habla de flotación se está haciendo referencia únicamente al
equilibrio que se es capaz de alcanzar en el medio acuático desde una posición estática. La flotación va más allá y se
convierte en el equilibrio que capacita al individuo para desplazarse o permanecer inmóvil en el agua.
En el caso concreto de flotación como equilibrio que garantiza los desplazamientos en el agua hay que mencionar
que este en un proceso complejo dentro de un sistema de equilibración constante equivalente al que el cuerpo realiza
sobre suelo firme en el proceso de caminar o correr.
Dentro del marco del salvamento acuático diferenciamos tres tipos de flotación: estática, dinámica e indirecta.
Existen tres formas para mantener la flotación dinámica: Imagen 8.3.2.b: Visualización de la zona de peligro mientras
flotamos
Flotación con el tren inferior y superior: Es una combinación de las dos anteriores, consiguiendo incluso
poder elevarnos de la superficie del agua (waterpolo) (imagen 8.3.2.c).
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Indirecta: Aquella flotación que se consigue por medio del uso de ciertos materiales (chalecos salvavidas, aros
salvavidas, flopi, boya torpedo, flotadores, balones, maderas, bidones, neumáticos, la propia ropa, etc.).
Imagen 8.3.2.d: Aro salvavidas para la flotación Imagen 8.3.2.e: Utilización de un pantalón como material
para la flotación
Se distinguen entre aquellos objetos que están diseñados específicamente para el salvamento acuático, y
aquellos otros que por su gran flotabilidad y cercanía pueden adquirir la función de salvavidas. Estos materiales se
denominan “materiales de fortuna” (balones, maderas, colchonetas, ropa, corcheras, etc.).
El uso de la ropa como elemento de flotación y remolque podremos verlo más desarrollado en el capítulo
10.2.1.
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CAPÍTULO 9
¿Cómo controlar y soltarse de una víctima
en el agua?
OBJETIVOS
Técnicas de zafaduras.
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Imagen 9.d: Técnica de bloque utilizando el brazo para golpear el Imagen 9.e: Técnica de bloque utilizando la pierna para
pecho de la víctima y alejarnos de ella para evitar que nos atrape apoyar el pie sobre el pecho de la víctima para empujarnos
en sentido contrario y evitar que nos atrape
En los casos en los que sea completamente necesario controlar a la víctima consciente sin antes haberla relajado
(p.e.: si viene una embarcación o una ola grande), podemos sorprender a la víctima mediante dos técnicas diferentes,
ambas con el objetivo de aparecer por su espalda:
Si aún con todo el T.S.A. comete un error al acercarse demasiado a la víctima o bien esta nos sorprende y nos
agarra (desde mi punto de vista “la caga”), tendremos la obligación de aplicar las técnicas de zafaduras, que son técnicas
basadas en el judo y la defensa personal adaptadas al medio acuático que permiten al T.S.A. soltarse de la víctima en
caso de agarre sin llegar a utilizar la violencia. Estas técnicas pueden llegar a salvarnos la vida, de ahí la necesidad de
conocerlas y dominarlas.
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Secuencia 9.1.2.a: Zafadura para agarres por el pecho con brazos apresados
Paso 9.1.4.a: Zafadura para agarre por las manos o Paso 9.1.4.b: Zafadura para agarre por las manos o
muñecas muñecas
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En definitiva, existen otras muchas más técnicas de zafaduras, y en función a la zona por la que nos agarre
podemos aplicar combinaciones de técnicas. Lo importante es conocer al menos varias de ellas para poder aplicar la que
más me interese en cada momento. Recuerda que el saber no ocupa lugar.
Y para terminar, dejar claro que nunca debemos utilizar la violencia para zafarnos ante una situación de
emergencia (dar un puñetazo, codazo, etc.). Debemos ser profesionales y saber aplicar con garantías la técnica
apropiada.
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CAPÍTULO 10
¿Cómo remolcar a una víctima en el agua?
OBJETIVOS
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El nivel de destreza del T.S.A.: Una vez conocidas y practicadas todas las técnicas, será el T.S.A. quien elegirá
aquella que más le interese y mejor se adapte a sus propias posibilidades y limitaciones físicas y técnicas.
La distancia a recorrer: Este factor influirá en la elección de la técnica ya que cada una tiene un gasto energético
diferente (p.e.: no es lo mismo recorrer 100 metros con una técnica cuerpo a cuerpo que con material auxiliar).
Situación: La técnica de remolque a elegir dependerá de si la víctima está consciente, inconsciente, tranquila,
nerviosa, edad, si tiene o no lesión vertebral, amputación de algún miembro, si es necesario remolcarla
urgentemente por algún indicio de peligro o no hay prisa, etc.
El material de salvamento que dispongamos: La técnica de remolque será diferente en función al material
auxiliar con el que contemos (tabla de salvamento, moto acuática, neumática, aro salvavidas, flopi, etc.).
La técnica de zafadura empleada: Una zafadura de agarre por la espalda nos coloca en la posición inicial previa
para realizar un remolque cuerpo a cuerpo con un brazo libre y a la espalda. Ocurre lo mismo con la zafadura de
agarre por cabeza y cuello (capítulo 9.1).
No obstante, un T.S.A. puede variar la técnica de remolque que esté aplicando durante el rescate si las
circunstancias así se lo aconsejan. Si esto sucede, tendremos que tener en cuenta cuatro premisas básicas:
No perder el contacto físico con el accidentado, en caso de remolque cuerpo a cuerpo, ni el contacto visual en caso de
remolque con material auxiliar.
Buscar la continuidad y no hacer el cambio bruscamente.
Avisar del cambio para que se espere la modificación en la posición.
Podemos diferenciar dos grupos de técnicas de remolque: cuerpo a cuerpo o directas y con material de rescate o
indirectas. En todos los casos, debemos tener en cuenta la posición que adopta la víctima durante el remolque, ya que
puede suponer una mayor o menor resistencia al avance.
Cuando la víctima haya perdido el conocimiento, ya que no peligrará nuestra integridad ni habrá forcejeo.
Cuando no dispongamos de ningún material auxiliar, inclusive ropa.
Cuando la víctima rehuye del material auxiliar que le prestamos por fobia o desconfianza.
Cuando la víctima está consciente pero se mantiene en calma, muy dado en los casos de personas que han sufrido
algún tirón muscular o que están muy cansadas pero que saben nadar correctamente.
Dentro de las diferentes técnicas de remolque cuerpo a cuerpo destacamos las siguientes:
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Existen otras muchas técnicas de remolque, como la del martillo abajo o martillo arriba, pero no las
desarrollaremos ya que son técnicas que pueden hacerle daño a la víctima y, sobretodo, requieren de un gran esfuerzo
físico por parte del T.S.A., además de que con las ya vistas es suficiente para realizar remolques adecuadamente.
También puede darse el caso de que el agarre lo hagamos con los dos brazos, en cuyo caso sujetaremos ambos
brazos por detrás de su espalda con nuestros dos brazos hasta llegar a enlazar ambas muñecas para asegurar el
control al máximo (imagen 10.1.3.b). Nos propulsaremos por medio de una patada de braza dorsal o semilateral.
Imagen 10.1.3.a: Remolque directo con control Imagen 10.1.3.b: Remolque directo con control total con los
total con los dos brazos a la espalda dos brazos apresados a la espalda
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altura de nuestra cabeza (imagen 10.1.4.b). Tendremos que abrir más las piernas durante la patada para no
golpearnos con la víctima.
Igual que la técnica anterior pero en esta ocasión la víctima va de espaldas al T.S.A. (pecho con espalda) y no de
frente. No obstante, esta técnica presenta el inconveniente de perder a la víctima de vista.
Que la víctima coloque sus pies encima de nuestros hombros y desde una posición totalmente horizontal para
descansar mientras nos desplazamos a braza sin hundir la cabeza (imagen 10.1.4.c).
Imagen 10.1.4.b: Remolque directo para nadador cansado Imagen 10.1.4.c: Remolque directo para nadador cansado
Es aplicable a sujetos que saben nadar, pero que por alguna circunstancia no pueden regresar (lesión, cansancio,
etc.), así como con sujetos tranquilos y niños pequeños. Nunca debemos confiarnos mucho de esta técnica ya que el
accidentado puede ponerse nervioso y agarrarnos, de ahí la continua comunicación entre ambos.
Los dos T.S.A. en posición prona, uno delante y el otro detrás, con nado a braza mientras que la víctima se
encuentra entre ambos, dejando caer sus manos sobre los hombros del T.S.A. de delante y los pies sobre los
hombros del T.S.A. de detrás (imagen 10.1.4.d).
Los dos T.S.A. se colocan a los laterales de la víctima para el nado de braza lateral con una sola mano mientras
la víctima se encuentra en tendido supino. El T.S.A. y la víctima entrelazarán sus brazos proximales para el
agarre. Podrán colocarse en tendido prono o supino (imagen 10.1.4.e).
Ambas son aplicables a cualquier accidentado. Se requiere por parte de ambos T.S.A. una gran coordinación en
los movimientos para que no resulte un avance descontrolado y a tirones.
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Imagen 10.1.4.d: Remolque directo de dos T.S.A. para una Imagen 10.1.4.e: Remolque directo de dos T.S.A. para una
víctima víctima
Nos permiten interponer el material entre nosotros y la víctima antes del contacto directo (capítulo 9), con lo cual el
riesgo de agarre de la víctima es menor.
Permite una mayor velocidad en el remolque, y además reduce el gasto energético para ello.
Puede usarse para llevar a cabo la respiración artificial dentro del agua intercalando fases de propulsión con otras
para insuflaciones (capítulo 13).
No ayuda a mantenernos a flote sin apenas gasto energético, y además facilita el descanso tanto del accidentado
como de nosotros mismos gracias a su carácter de flotación.
Permite poder llevar otros materiales de primeros auxilios (sobretodo con tablas de rescate y embarcaciones).
Si la situación es con accidentado consciente, podemos lanzarlo cerca de la víctima, con cuidado de no golpearle con
el material, y desde nuestra posición y tras el agarre, tirar del material para remolcarlo a zona segura. Para ejecutar
esta acción tendremos que mantener una posición equilibrada, sujetando el material con la mano dominante y con la
mano no dominante mantener el cabo para que no se nos escape. El lanzamiento, sobretodo para flotador salvavidas,
se realizará con un giro de cintura.
No obstante, el material auxiliar de rescate no siempre es imprescindible, depende de cada situación. Aún así,
hemos de conocer y experimentar con cada uno de ellos para que, en situación de emergencia, podamos sacarle el
máximo provecho y el salvamento se consiga con la mayor eficiencia posible.
En la siguiente tabla relacionaremos algunos de estos materiales con una técnica de remolque indirecto
dependiendo de la situación de la víctima:
Paso 10.2.1.b: Remolque indirecto con aro salvavidas para Paso 10.2.1.c: Remolque indirecto con aro salvavidas para
accidentado inconsciente y tendido prono accidentado inconsciente y tendido prono
Con accidentado inconsciente y poco sumergido: Una vez nos encontremos a la altura de la víctima nos
introduciremos en el interior del aro apoyándonos a nivel de cintura. Nos sumergiremos hasta agarrar las dos manos
o muñecas de la víctima (imagen 10.2.1.b) y, desde esta posición, tiraremos de sus brazos hacia arriba hasta que la
dejemos en el interior del hueco del aro y en tendido supino con un giro en su eje longitudinal si es necesario.
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10.2.2 Flopi
Debido a sus características en cuanto a tamaño, peso y forma, es un material muy manejable con el que no
vemos peligrar nuestra integridad física. Además, su cuerda nos permite sumergirnos al menos dos metros de
profundidad.
Como técnicas de rescate con flopi diferenciamos varias en función a la situación y estado de conciencia de la
víctima:
Con accidentado consciente: Le daremos el material a la víctima y, una vez nos hayamos asegurado que lo tiene
agarrado, nos desplazaremos con el flopi cogida en bandolera, pudiendo hacerlo a crol (imagen 10.2.2.a), a braza
(imagen 10.2.2.b) o espalda. Procuraremos que la víctima se coloque en línea con el material y la dirección del
movimiento para disminuir la resistencia al avance.
Imagen 10.2.2.a: Remolque indirecto con flopi para Imagen 10.2.2.b: Remolque indirecto con flopi para
accidentado consciente accidentado consciente
Paso 10.2.2.b: Remolque indirecto con flopi para Paso 10.2.2.c: Remolque indirecto con flopi para
accidentado inconsciente y tendido prono accidentado inconsciente y tendido prono
2. Rescate con flopi por espalda: Si la víctima está en tendido prono, una vez lleguemos a su altura nos echaremos
encima de ella con el flopi entre ambos dejándolo caer sobre sus escápulas (imagen 10.2.2.c). Lo agarraremos
por las axilas (imagen 10.2.2.d) para volcarlo su cuerpo sobre el nuestro y sacar sus vías respiratorias del agua.
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Imagen 10.2.2.c: Remolque indirecto con flopi para accidentado Imagen 10.2.2.d: Remolque indirecto con flopi para accidentado
inconsciente y tendido prono inconsciente y tendido prono
Con accidentado consciente: Será igual que con los materiales anteriormente desarrollados, dándole el material
para que se tranquilice (imagen 10.2.3.a) y pudiendo remolcar tirando de la cuerda (imagen 10.2.3.b).
Imagen 10.2.3.a: Remolque indirecto con torpedo con Imagen 10.2.3.b: Remolque indirecto con torpedo con
accidentado consciente accidentado consciente
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Colocando el torpedo por debajo de la víctima, en cuyo colocaremos nuestros brazos por encima de sus hombros
y con las manos sujetando el torpedo por la espalda (imagen 10.2.3.c). De esta manera se facilitará la flotación
durante el remolque.
Paso 10.2.3.b: Remolque indirecto con torpedo por arriba Paso 10.2.3.c: Remolque indirecto con torpedo por arriba
y con accidentado inconsciente y tendido prono con accidentado inconsciente y tendido prono
la víctima:
1. Uno arriba y otro abajo: Ayudaremos a la víctima a colocarse encima de la tabla y en su parte central, mientras
que el T.S.A. se colocará en la proa de la misma para tener visibilidad en el trayecto y comenzar el remolque. En
este caso el desplazamiento será lento y el cansancio mayor.
2. Los dos arriba: Tras colocar a la víctima encima de la tabla, el T.S.A. se coloca en la popa de la tabla y encima de
ella para controlar a la víctima y realizar patada de crol y propulsiones con los brazos a estilo crol o mariposa a
modo de remo. De esta manera conseguiremos avanzar más y mejor, además de cansarnos bastante menos, y
en su caso, poder descansar sobre la tabla tal y como se puede observar en los pasos 1, 2 y 3 c.
Imagen 10.2.4.a: Remolque indirecto con tabla de rescate con accidentado Paso 10.2.4.a: Remolque indirecto con tabla de rescate con
consciente y colocados uno arriba y otro abajo accidentado consciente y colocados los dos arriba
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Paso 10.2.4.b: Remolque indirecto con tabla de rescate con Paso 10.2.4.c: Remolque indirecto con tabla de rescate con
accidentado consciente y colocados los dos arriba accidentado consciente y colocados los dos arriba
Con accidentado inconsciente: Tras acercarnos a la víctima, daremos la vuelta a la tabla, cogeremos las muñecas
del sujeto (paso 10.2.4.a) y tiraremos de ellas para colocarlas en el borde opuesto a la víctima y dejar sus brazos
apoyados encima del material (paso 10.2.4.b). Posteriormente nos colocaremos en el lado opuesto de la tabla,
apoyaremos medio cuerpo nuestro encima de ella y, sujetando al accidentado, dejarnos caer hacia atrás al mismo
tiempo que giramos la tabla trayéndonos a la víctima para que quede encima de la tabla (paso 10.2.4.c y d). Tras
esto colocaremos al sujeto en tendido supino si es necesario para mantener las vías aéreas despejadas y aplicarle los
primeros auxilios si son necesarios (paso 10.2.4.e).
Pasos 10.2.4.a, b, c, d y e: Secuencia de actuación para remolque indirecto con tabla de rescate con accidentado inconsciente
Colocarse en una posición de lanzamiento estable con el pie opuesto al brazo del
lanzamiento delante.
Lanzar la bolsa en la dirección en que sopla el viento o corriente arriba y por
Imagen 10.2.5.a: Remolque indirecto con
encima de la cabeza de la persona para que la cuerda quede a su alcance. bolsa de rescate
Cuidado de no golpear a la víctima.
Cuando la víctima haya sujetado la bolsa de rescate firmemente, el T.S.A. debe traccionar hasta llevarla a un lugar
seguro. Cuidado de no caernos al agua mientras tiramos.
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10.2.6 Neumática
Comúnmente conocida como zodiac. Tras la aproximación
(capítulo 8.2.3), subir a la víctima a la neumática siguiendo las
indicaciones de los capítulos 11.3 y 12 sobre extracción de
accidentados del agua.
Al igual que podrá ocurrir con la moto acuática, en caso de tener algún accidentado consciente, podremos
lanzarle algún material a la víctima para que ésta se agarre y, amarrado nuestro cabo a la embarcación, remolcar a la
víctima sin que tenga que subirse. Si vemos que al lanzar el material la víctima no lo coge, el T.S.A. de la neumática
entrará en el agua aplicando las recomendaciones del capítulo 9 sobre qué debemos hacer antes del contacto directo.
Paso 10.2.7.b: Ayudar a la víctima que se suba a la camilla Paso 10.2.7.c: Remolque de víctima consciente en la camilla
hawaiana de la moto acuática para el remolque hawaiana de la moto acuática
A la hora de depositar a la víctima encima de la camilla, la dejaremos de espaldas a ella, con el T.S.A.
de frente y encima de la víctima. Este pasará sus brazos por debajo de sus axilas y se agarrará a los amarres
laterales de la camilla para asegurar el remolque. De esta manera conseguiremos que la víctima no se deslice
hacia abajo. En cuanto a las piernas, intentaremos colocarlas lo más paralelas posible para evitar la resistencia al
avance.
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Imagen 10.2.8.b: Remolque indirecto con torno de rescate Imagen 10.2.8.c: Remolque indirecto con torno de rescate
con T.S.A. en cadena con T.S.A. en circuito cerrado
Un T.S.A. que se encargará de dirigir, controlar y verificar que no hay problemas, que la cuerda se va desenrollando
sin problemas y que la víctima está siendo remolcada adecuadamente, estando atento a las indicaciones del T.S.A.
que tiene a la víctima por si solicita algo.
La cinta del torno nos la colocaremos en forma de bandolera (imagen 10.2.8.e) o de mochila (imagen 10.2.8.f)
dependiendo del tipo de torno que utilicemos.
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Imagen 10.2.8.e: Remolque indirecto con torpedo y torno Imagen 10.2.8.f: Remolque indirecto con torno de rescate
de rescate colocado en bandolera colocado en forma de mochila
No obstante, hemos de tener en cuenta que se puede perder mucho tiempo en la colocación de este material, de
ahí a que su uso no sea muy corriente.
10.2.10 Pértiga
Se trata de una barra alargada de unos tres metros de
longitud con una cuerda o estructura metálica en su extremo que se
utiliza como prolongación de nuestro propio brazo. Sirve
principalmente para el salvamento en piscinas o en parques
acuáticos y con accidentados conscientes, quienes se agarrarán a el
para salir del agua. Hemos de cuidar de no caer al agua al tirar.
así mantener la cabeza erguida y agarrar bien la ropa para el remolque (imagen 10.2.11.a). Si por el contrario el usuario
se encuentra consciente, le daremos un extremo de la prenda sirviéndonos esta como prolongación de nuestro brazo y,
con ello, evitar el contacto directo (imagen 10.2.11.b y c).
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A la hora de tener que decidir si nos quitamos la ropa para hacer un rescate o no, nuestra decisión dependerá de
la distancia a la que se encuentre el accidentado, de manera que si la víctima está lejos convendrá quitarse la ropa antes
de entrar en el agua, ya que la resistencia que se produce en el agua es muy grande.
Por otra parte, a la hora de remolcar a alguien podemos utilizar la ropa como flotador para mantenerlo a flote.
Para ello podemos utilizar las siguientes formas:
Para camisetas o jerséis: No hará falta que nos quitemos la ropa ya que podemos insuflar aire por el espacio libre
existente entre la prenda y el pecho e impedir que este salga manteniendo cerrada la abertura (imagen 10.2.11.d).
Para pantalones: Tendremos que quitarnos la prenda y cerrar todas las aberturas menos una que será por donde
insuflaremos el aire. Una vez hecha esta operación cerraremos la abertura y nos colocaremos correctamente el
flotador. El viento también nos puede ayudar, para lo cual tendremos que colocar la abertura de la prenda en su
misma dirección (imagen 10.2.11.e).
Imagen 10.2.11.d: Utilización de la camiseta como flotador Imagen 10.2.11.d: Utilización del pantalón como flotador
Para terminar, es totalmente recomendable el uso de algún material auxiliar para los rescates (Brewster, 1995).
No obstante, es conveniente entrenar con y sin material para conseguir una formación más completa y, con ello, estar
más seguros de nuestra actuación.
Piraguas: Podremos colocar a la víctima encima de ella o bien ayudarnos de ella para mantener a la víctima a flote.
Corcheras: Su adaptación puede convertirlas en flopis, aros salvavidas, etc.
Materiales de cursos de natación (colchonetas, manguitos, balones, tablas, pullbuoys, etc.): Pueden ayudarnos a
mantenernos a flote.
Troncos, neumáticos, tablones de madera, etc.: Igual que el anterior.
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CAPÍTULO 11
¿Cómo extraer del medio acuático a un
accidentado sin lesión medular?
OBJETIVOS
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Paso 11.1.1.b: Extracción accidentado sin lesión medular y Paso 11.1.1.c: Extracción accidentado sin lesión medular y
sin ayuda de frente al borde del vaso sin ayuda de frente al borde del vaso
Una vez fuera del vaso, nos colocaremos en el borde con los pies orientados a la víctima mientras tenemos
cogidas sus manos (paso 11.1.1.d), y con un fuerte impulso realizaremos una flexión-extensión de rodilla para subir a
la víctima al borde y dejarla apoyada sobre su tórax y abdomen (paso 11.1.1.e). Posteriormente la giraremos
longitudinalmente y la colocaremos en tendido supino.
Paso 11.1.1.d: Extracción accidentado sin lesión medular y Paso 11.1.1.e: Extracción accidentado sin lesión medular y sin
sin ayuda de frente al borde del vaso ayuda de frente al borde del vaso
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Paso 11.1.2.a: Extracción accidentado sin lesión medular y Paso 11.1.2.b: Extracción accidentado sin lesión medular y
sin ayuda y de espaldas al borde del vaso sin ayuda y de espaldas al borde del vaso
inclinado hacia atrás para evitar caernos hacia delante por el peso. Seguidamente, inclinaremos a la víctima hacia
atrás hasta dejarla en tendido supino con cuidado de no golpearle la cabeza y aplicarle los primeros auxilios.
Paso 11.1.3.b: Extracción accidentado sin lesión medular y Paso 11.1.3.c: Extracción accidentado sin lesión medular y
sin ayuda por las escaleras del vaso sin ayuda por las escaleras del vaso
Dejar caer a la víctima en uno de nuestros hombros (paso 11.1.3.d), y a medida que subimos por las escaleras lo
haremos más pegados a la zona lateral de la misma pero del mismo lado en el que tenemos a la víctima. Una vez
lleguemos a la altura del borde la depositaremos (paso 11.1.3.e) con cuidado de que no se nos vaya en peso muerto.
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Paso 11.1.3.d: Extracción accidentado sin lesión medular y Paso 11.1.3.e: Extracción accidentado sin lesión medular y
sin ayuda por las escaleras del vaso sin ayuda por las escaleras del vaso
Paso 11.2.1.b: Extracción de accidentado sin lesión Paso 11.2.1.c: Extracción de accidentado sin lesión
medular con ayuda y con los dos T.S.A. fuera del vaso medular con ayuda y con los dos T.S.A. fuera del vaso
A modo de trampolín: El T.S.A. que está en el vaso se sumerge para salir por debajo de la víctima y alzarla hacia
arriba con fuerza (imagen 11.2.2.a) al mismo tiempo que el que esta fuera realiza la tracción correspondiente. Esta
técnica se utilizará en los casos en los que hagamos pie ya que aprovecharemos el impulso de piernas para la subida.
A modo de rampa: El T.S.A. que está en el vaso hace de rampa con su espalda (imagen 11.2.2.b), debiendo tener
cuidado con golpearse la cabeza con el borde (imagen 11.2.2.a). También podemos hacerlo utilizando alguna tabla,
flopi, etc. Esta técnica se utilizará en los casos en los que no hagamos pie al no poder impulsarnos desde el suelo con
las piernas.
En ambos casos, el T.S.A. colocará las manos unidas y delante de su cabeza para evitar golpearse la cabeza con
el borde del vaso durante la subida de la víctima. Asimismo, en ningún momento colocaremos los dedos en garra sobre el
bordillo ya que a la hora de que nos pase la víctima por encima durante la extracción puede que esta caiga sobre nuestros
dedos y podemos llegar a rompérnoslos por el peso.
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Imagen 11.2.2.a: Extracción accidentado sin lesión Imagen 11.2.2.a: Extracción accidentado sin lesión
medular con ayuda y con un T.S.A. dentro del vaso y medular con ayuda y con un T.S.A. dentro del vaso y
alzándose hacia arriba y el otro fuera actuando de rampa y el otro fuera
En caso de que la víctima esté inconsciente, debemos actuar como si tuviera lesión medular (capítulo 12).
Moto acuática: En caso de disponer de una moto acuática con camilla hawaiana y con accidentado consciente, la
aproximación a la víctima se realizará del mismo modo que en el caso anterior. Para subir a la víctima a la camilla
podemos ayudarle haciéndoles llegar nuestro propio brazo tal y como aparecen en la secuencia de pasos 10.2.7.a, b
y c del capítulo 10, o bien hacer la aproximación con un segundo T.S.A., que irá sobre la camilla y una vez llegue a la
víctima se acercará a ella para ayudarla a subir (imagen 11.3.c).
No obstante, en caso de no disponer de camilla, también le podemos indicar que se suba en el asiento trasero de
la moto, en cuyo caso le aconsejaremos que se agarre a nuestra cintura con fuerza (imagen 11.3.c) y realice
flexiones-extensiones de rodillas para evitar dañarse la zona lumbar al navegar con oleaje.
Imagen 11.3.b: Traslado de un T.S.A. en la camilla Imagen 11.3.c: Remolque de víctima en el asiente de la moto
hawaiana para ayudar a la víctima a subirse a la acuática
embarcación.
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En general, hemos de tener ciertas precauciones en la aplicación de todas estas técnicas de extracción:
Cuidar de que al subir a la víctima en el borde del vaso no se golpee la cabeza con el bordillo (imagen 11.3.a), o bien
de que al depositarla en el bordillo no se raspe el pecho, el abdomen o la espalda. Para ello la subida deberá ser
completamente en la vertical, aunque también podemos colocar nuestro pie adelantado en el borde para que sirva de
rampa, colocando los dedos de los pies hacia abajo para evitar arañar con las uñas.
Que no se nos escapen las manos en la tracción.
No realizar la tracción por las muñecas, sino por lo antebrazos, dado el peligro potencial de luxación.
Realizar las tracciones con flexo-extensión del tren inferior a nivel de rodillas para evitar lesionarnos la espalda a
nivel lumbar (levantamiento de peso muerto) (imagen 11.3.b).
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CAPÍTULO 12
¿Cómo extraer del medio acuático a un
accidentado con lesión medular?
OBJETIVOS
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Siguiendo las estadísticas, las tres primeras causas de lesiones medulares son, en este orden, los accidentes de
coche, los de moto y las pertenecientes a tirarse al agua de cabeza. De hecho, es en los tres meses de verano donde se
incrementan en un 100% las hospitalizaciones por lesiones medulares, coincidiendo esto con los meses de mayor
asistencia a entornos acuáticos.
Y es que, según la Asociación para el Estudio de Lesiones Medulares (AESLEME), la falta de concienciación de los
bañistas sobre el peligro que suponen las zambullidas en el agua provoca en España el 6,5% del total de las lesiones
medulares, un total de 50 víctimas al año, de las cuales el 90% acaban en tetraplejia o hemiplejia.
Esta Asociación (AESLEME) no se centra en un solo grupo de personas, sino en todas en general, ya que todos
somos población de riesgo de sufrir este tipo de accidentes por el uso cotidiano del coche, nuestra actividad laboral, los
deportes de riesgos, etc. Por ello, AESLEME hace mucho hincapié en la importancia de la prevención, tal y como se ha
podido ver en las campañas que han llevado a cabo en países como EE.UU. y Australia, dando como resultado una
reducción significativa de estos accidentes en los últimos años.
Según datos recogidos del Hospital de Parapléjicos de Toledo, el 5% de las personas que han tratado en los
últimos cinco años se deben a accidentes en el agua.
El perfil de los pacientes que sufren este tipo de lesiones es el de una persona joven (entre el 80% y el 90%
tienen entre 15 y 25 años) y en su mayoría varones (cuatro de cada cinco).
No obstante, la concienciación de la población está mejorando. No hay más que comprobar la tabla siguiente
sobre las asistencias realizadas por la Unidad de Lesionados Medulares del Hospital Juan Canalejo de A Coruña (unidad de
referencia para Galicia). Aún así, no podemos bajar la guardia.
Las causas más comunes de este tipo de accidentes suelen ser las siguientes:
Para disminuir estos datos, nuestra mejor arma es la prevención (juegos peligrosos, objetos potencialmente
peligrosos, zonas resbaladizas, etc.) y el máximo control del área a la que damos cobertura.
Por eso, hemos de conocer los indicios y seguir los consejos que en el capítulo 4.1 se establecen. Asimismo, para
una buena intervención ante lesionados medulares, debemos seguir las siguientes recomendaciones técnicas:
Identificación de la lesión medular, secuencia de actuación y secuencia de ejecución.
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Cuando nos encontremos en una situación de este tipo, la mejor manera para identificar si hay o no lesión
vertebral es siguiendo los criterios que en el capítulo 17.4.3 se establecen. No obstante, si no estamos seguros, hemos de
actuar pensando en lo peor, como si tuviera lesión medular (acción preventiva), en cuyo caso es fundamental inmovilizar
el cuello y pedir la ayuda de un equipo sanitario. Nunca se debe trasladar a la persona que ha sufrido el accidente en un
vehículo particular (FAMMA, 2006).
La rapidez de actuación será fundamental ya que no estamos ante una actuación sencilla sino ante una situación
complicada: tanto por el accidente como por el entorno en el que sucede. Deberemos tener presente que cuanto más
tiempo tardemos en llegar al accidentado más aumentarán las posibilidades de un final fatal y no deseado.
Toda ayuda, siempre y cuando esté controlada, es buena y necesaria para el éxito de la operación. Por ello,
podríamos decir que existe diferencia en la complejidad en función al número de rescatadores que haya de manera que:
Si contamos con tan sólo un T.S.A. se requerirá una mayor experiencia para salir con éxito de la intervención.
Si contamos con dos o tres T.S.A. entrenados y coordinados podremos garantizar una buena intervención.
En caso de contar con personal no cualificado como ayudantes en nuestra intervención, deberemos dirigir con
autoridad y control la secuencia de las distintas fases del rescate.
Otro de los aspectos a tener en cuenta será el entorno o espacio en el que realicemos nuestra intervención,
pudiendo diferenciarse entre zona poco profunda o profunda, piscina, mar, orilla, existencia de oleaje, etc.
Con todo, hemos de tener controlada para acción táctica de la intervención (p.e.: por donde realizar la entrada,
qué material utilizamos, a quién pedimos ayuda, si hay posibilidades de extraer con seguridad al accidentado o espero
ayuda en una zona segura, etc.) y la acción técnica (p.e.: técnica de inmovilización a utilizar).
También se evitará provocar turbulencias en el agua, y para ello la técnica a utilizar será patada de braza
alternativa (waterpolo) con brazadas subacuáticas también de braza (imágenes 12.3.1.b y c).
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Imagen 12.3.1.a: Entrada al agua para cosas de lesión Imagen 12.3.1.b: Aproximación a víctima para casos de
medular lesión medular
Imagen 12.3.1.c: Aproximación a víctima para casos de Imagen 13.3.2.a: Toma de contacto parar casos de lesión
lesión medular medular
Para ello, dentro de la cantidad de técnicas existentes, desarrollaremos las tres siguientes: torno canadiense,
pinza de bíceps y J.PRATG, dependiendo la elección que hagamos de una u otra en función a si nos encontramos en la
orilla del mar o en zona profunda, sin utilizamos camilla o material de fortuna, la experiencia y técnica del T.S.A., la
distancia a recorrer para el remolque, etc. No obstante, si necesitamos cambiar de técnica por las circunstancias que sean
podemos hacerlo siempre y cuando no perjudique la estabilidad del accidentado.
Con el brazo dominante: Pasarlo por delante del cuerpo de la víctima, por debajo de su brazo, a lo largo
Víctima en tendido
Con el brazo no dominante: Colocarlo a lo largo de la columna dorsal (imagen 12.3.3.b), abarcando la
supino
base del cráneo con la palma de la mano y manteniendo las muñecas completamente rígidas y los
antebrazos pegados al cuerpo del accidentado a modo de pinza.
Es de vital importancia mantener entre ambos brazos una línea recta para anular cualquier movimiento
de cabeza y cuello. Debemos tratar de traccionar levemente nuestras manos hacia arriba con objeto de reducir
la presión del peso de la cabeza de la víctima sobre los discos intervertebrales de la zona cervical.
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Imagen 12.3.3.a: Agarre vista Imagen 12.3.3.b: Agarre vista posterior de la técnica del Imagen 12.3.3.c: Error en la colocación de los brazos para
anterior de la técnica del torno torno la inmovilización
Hemos de tener en cuenta que si no disponemos de material auxiliar, debemos poner en práctica nuestra
imaginación para lograr formar materiales de fortuna (p.e.: si no tenemos camilla, utilizar una puerta, un banco, una
tabla, un pullboy, planchas de goma espuma, etc.).
Tendremos que colocar a la víctima en tendido supino para despejar sus vías aéreas, y debemos saber
Víctima en tendido
que hacerlo en el agua disminuirá tensiones en la columna gracias a sus condiciones de flotación y de presión
hidrostática. Este volteo lo podemos hacer de dos maneras diferentes:
prono
Realizar el torno y voltear sobre nosotros mismos en bloque metiéndonos bajo el agua unos instantes para
acabar en posición supina.
Aplicar el torno y colocar el cuerpo del accidentado hacia la posición vertical, cuidando de realizar un
movimiento en bloque.
En ambos casos, a la hora del giro longitudinal lo haremos con movimientos lentos y en bloque.
Desde la posición horizontal de la víctima, nos colocamos en un lateral de la víctima o por delante de ella.
Víctima en tendido
Elevaremos suavemente sus miembros superiores hacia arriba, colocando los brazos pegados a las orejas y a
los lados de la cabeza para que esta quede inmovilizada siguiendo la línea vertebral (imagen 12.3.3.d).
supino
La posición de nuestras manos podrá ser a lo largo de los brazos de la víctima (codos, muñecas, etc.),
aunque se aconseja hacerlo lo más pegado posible al hombro para aumentar la precisión de la inmovilización.
Una vez conseguida la inmovilización, podemos quedarnos de frente a la víctima o bien lateralmente. Si lo
hacemos lateral, existe la posibilidad de controlar al accidentado realizando una pinza con un solo brazo
apretando a la víctima desde su parte distal hacia nuestro propio hombro para fijarlo (imagen 12.3.3.e).
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Si nos colocamos de frente a su cabeza: Nuestro brazo izquierdo va a su codo izquierdo por arriba, y
nuestro brazo derecho por debajo de nuestro brazo izquierdo a su codo derecho por debajo (imagen
12.3.3.f). Desde esta posición girar a la víctima 180º hacia la izquierda en el eje longitudinal manteniendo el
eje cabeza-cuello-tronco. Los agarres de las manos serán al contrario si giramos hacia la derecha.
Víctima en tendido prono
Si nos colocamos en un lateral de su cabeza: Si estamos en el lado del hombro derecho de la víctima,
llevaremos nuestro brazo izquierdo a su codo izquierdo por arriba, y nuestro brazo derecho a su codo
derecho por arriba. A continuación, giraremos 180º el cuerpo de la víctima acercando nuestro brazo izquierdo
a nosotros. Durante este giro podemos colocarnos a la víctima sobre nuestro brazo derecho. Los agarres de
las manos serán al contrario si nos colocamos en el lateral izquierdo de la víctima (imagen 12.3.3.g).
Imagen 12.3.3.f: Pinza de bíceps de frente a la cabeza de la Imagen 12.3.3.g: Pinza de bíceps desde el lateral de la
víctima para accidentados en tendido prono víctima para accidentados en tendido prono
En estos casos aplicaremos la técnica desde arriba de la víctima levantando sus hombros y sacándola a
hundida
Víctima
la superficie con la pinza formalizada y cuidando de subirla diagonalmente para no provocar movimientos en su
tronco.
Tardar demasiado tiempo en la ejecución de la técnica mientras tiene las vías aéreas bajo el agua.
No alinear los brazos a las orejas del accidentado, produciendo como consecuencia movimientos de flexión-extensión
(imagen 12.3.3.h).
Realizar la pinza con agarre en el antebrazo y sin tracción de los brazos hacia arriba, con la consecuencia de
movimientos (flexión-extensión) no deseados del cuello de la víctima.
Del mismo modo, coger a la víctima por la zona distal del brazo y no la proximal (pegado al hombro), lo cual
produciría menor estabilidad en la inmovilización (imagen 12.3.3.i).
Movilizar a la víctima sin seguir el eje cabeza-cuello-tronco.
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Imagen 12.3.3.h: Error en la pinza de bíceps al Imagen 12.3.3.i: Error en la pinza de bíceps al coger a la
provocando movimientos del cuello de la víctima víctima por zona distal al hombro
DESCRIPCIÓN TÉCNICA J.PRATG (Ángela Tamurejo Galán y Juan Pedro Rabanal Ángel)
suavemente hacia abajo y hacia atrás desde las caderas (espinas ilíacas) para conseguir hundirla y que, como
resultado, se coloque en la vertical sin que se vea afectada su columna gracias a las fuerzas de flotación (imagen
prono
12.3.3.k).
A partir de ahí iniciaremos la técnica de inmovilización, que consistirá en colocar nuestros antebrazos en
paralelo y sobre la espalda de la víctima, a la altura de las escápulas, dejando en medio su columna vertebral.
Asimismo, colocaremos nuestros dedos pulgares juntos atrás, los dedos índices apoyados en los pómulos, los
dedos corazones sujetando el mentón y los dedos anulares y meñiques libres (pueden tomar el pulso carotídeo si
es necesario) (imagen 12.3.3.l).
Imagen 12.3.3.j: Colocación en la espalda de la víctima Imagen 12.3.3.k: Tracción hacia abajo para hundir a la
para iniciar la técnica J.PRATG víctima e iniciar la técnica J.PRATG
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12.3.4 Remolque
Independientemente de la técnica de inmovilización utilizada, el remolque sigue unas pautas comunes cuando se
trata de accidentes medulares, que consistirán en adoptar una posición vertical y llevar un batido alternativo de braza o
waterpolo (imagen 12.3.4.a) hasta llegar a una zona en la que se haga pie o que hayamos elegido para la evacuación o la
colocación del tablero espinal. No obstante, la técnica J.PRATG nos permitirá ir en una posición más diagonal y no tan
vertical, consiguiendo con ello un desplazamiento menos forzado.
Si el accidente se produce en una piscina nos dirigiremos al bordillo o a la zona menos profunda, pero si ocurre
en un entorno natural como una playa, nos dirigiremos a la orilla del mar, fuera de la rompiente de las olas por supuesto,
hasta la llegada de alguna camilla. Si ocurre en el medio del mar, será la embarcación la que se acerque a nosotros de
manera controlada y suave para no producir oleaje (capítulo 8.2.3).
En todo momento procuraremos mantener las vías aéreas despejadas para permitir al accidentado respirar
(imagen 12.3.4.b).
Imagen 12.3.4.a: Remolque de accidentado con lesión Imagen 12.3.4.b: Error en el remolque de la pinza de
medular bíceps al no advertir que la víctima tiene las vías aéreas
bajo el agua
Para su desarrollo, será el rescatador más experimentado es el que tenga a la víctima inmovilizada con la técnica
correspondiente, mientras que los ayudantes (otros T.S.A. o personal no sanitario) se encargarán de colocar la camilla y/o
ayudar en la extracción.
Debe haber una coordinación milimétrica en este trabajo en equipo, siendo el T.S.A. principal quien hará la
función de líder y dirigirá la operación, estableciendo los pasos secuenciales para que todo se haga sin comprometer la
seguridad del accidentado, así como las precauciones que se deben tomar.
En caso de realizar la extracción sin ayuda de otros medios humanos, la función del T.S.A. será la de acercar a la
víctima hasta la orilla o borde de la piscina para esperar la ayuda necesaria.
Para explicar esta fase de la secuencia de ejecución diferenciaremos dos maneras: con tablero espinal o material
de fortuna con la misma función, y sin tablero espinal ni material de fortuna. Al mismo tiempo también diferenciaremos si
estamos en piscina poco profunda o profunda.
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3. Introducir el material bajo la víctima con seguridad y llevarlo suavemente a la superficie y horizontalmente.
Es importante sujetar bien el material para evitar que la fuerza de flotación ascendente golpee a la víctima y
desequilibremos la inmovilización.
4. Inmovilizar a la víctima con el collarín o almohadillas y correas. Cabe destacar que a mayor número de
correas o cinchas mayor seguridad, pero que con tener dos a nivel cervical, dos a nivel del tronco, y dos a
nivel de tren inferior es suficiente. A nivel de extremidades superiores pasaremos la cincha por las axilas,
dejando los brazos libres a nivel de hombros, ya que a nivel de cadera los brazos quedan asegurados.
Para la inmovilización en el tablero espinal colocaremos en primer lugar las almohadillas laterales o
Dama de Elche, y posteriormente colocaremos las sujeciones de frente y mentón (imagen 12.3.5.a). Hay que
tener en cuenta que las almohadillas tienen una pequeña hendidura para las orejas. También podemos
utilizar el collarín de inmovilización cervical (imagen 12.3.5.b).
Piscina poco profunda
Imagen 12.3.5.a: Colocación en tablero espinal de Imagen 12.3.5.b: Colocación de collarín cervical para
almohadillas laterales con agarre frente-mentón para víctimas con lesión medular
víctimas con lesión medular
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Imagen 12.3.5.d: Hundimiento de camilla sin perder la Imagen 12.3.5.e: Colocación de la Dama de Elche con
pinza de bíceps pinza de bíceps
1. Uno de los ayudantes introducirá la camilla vertical y paralelamente al borde del vaso (imagen 12.3.5.f).
Para ello se sentará en el bordillo y hundirá el tablero con los brazos. Para evitar el desplazamiento lateral o
frontal nos ayudaremos de ambas piernas.
2. Una vez tengamos el tablero completamente hundido y la víctima sea situada paralela y verticalmente a la
misma, el T.S.A. que realizaba la inmovilización soltará la mano de la columna dorsal para ajustarla por
detrás de la tabla simulando la misma acción (imagen 12.3.5.g). Desde esta posición, dejaremos que la
parte distal del tablero vaya elevándose lentamente, con ayuda de los pies de la persona que sostiene la
camilla, teniendo precaución de que esta subida no sea brusca por la fueraza de flotación del agua sobre el
material.
Si se produce esto, la zona donde debe ir colocada la cabeza del accidentado iría más arriba de donde
realmente tiene que ir y provocaría el movimiento del cuello de la víctima, que se encuentra en esta fase
pegado al tablero espinal.
Piscina profunda
Imagen 12.3.5.f: Colocación de tablero espinal para la Imagen 12.3.5.g: Colocación mano dominante detrás del
extracción de accidentados con lesión medular en piscina tablero espinal para la extracción de accidentados con
profunda lesión medular en piscina profunda
3. El T.S.A. que se encarga de la inmovilización, ahora con la camilla en transición a la horizontal, sigue
controlando la posición del accidentado desde un lateral.
4. Una vez lleguemos a la posición horizontal, el T.S.A. del agua abandonará el agarre ya que el ayudante que
está fuera, además de controlar que la tabla no se mueva al tenerla entre las rodillas, inmovilizará la cabeza
de la víctima con sus antebrazos para mantenerla fija desde los maxilares (imagen 12.3.5.h).
5. A partir de ahí, el T.S.A que hasta ese momento dirigía la operación pasa a ser el que coloca el collarín (si
disponemos de él), la Dama de Elche, o el material de fortuna que hayamos utilizado (toalla, pullboy, banco,
etc.). Tras asegurar la zona cervical no será necesaria la inmovilización cervical por parte de los ayudantes.
7. La extracción debe hacerse siempre con la tabla en posición horizontal en todo momento y sin realizar
movimientos bruscos sino suaves, con control de la estabilidad, y como si fuera un bloque. Para ello
podemos colocar la tabla paralelamente al bordillo o al material de rescate utilizado (imagen 12.3.5.i),
pidiendo la ayuda que creamos necesaria, para lo cual será necesario que los movimientos entre los
rescatadores sean coordinados.
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Imagen 12.3.5.h: Colocación del ayudante desde fuera del Imagen 12.3.5.i: Fase de extracción del accidentado del
agua para la inmovilización cervical en la extracción de agua en la secuencia de actuación de la extracción de
accidentados con lesión medular accidentados con lesión medular
En cuanto a la colocación de las manos, los rescatadores intentarán abarcar toda la longitud del material
para evitar que esta ladee a un lado u otro.
Este paso es bastante decisivo en el éxito del rescate, ya que se calcula que más del 10% de las víctimas
de accidentes con lesión medular tienen lesiones secundarias como consecuencia de una mala actuación en la
inmovilización y en el transporte, de ahí la importancia de tener claras las pautas anteriormente citadas.
Indistintamente si la piscina es profunda o poco profunda, y siempre teniendo en cuenta que contamos con
ayuda desde fuera del agua, la inmovilización deberá seguir los siguientes pasos secuenciales:
1. Una vez llegado al punto de destino del remolque (bordillo, embarcación, etc.) y con la víctima de espaldas al
mismo, el ayudante, que estará fuera del agua, ofrecerá su brazo para el agarre de nuca (imagen 12.3.5.j).
2. Una vez lo tenga agarrado el ayudante de fuera del agua, el T.S.A. del agua soltará la pinza que tenga hecha en la
nuca y mantendrá la de delante hasta el momento en que el de fuera le asegura la inmovilización (imagen 12.3.5.k).
3. A partir de ahí, otro colaborador elevará los brazos hacia arriba para aplicar la pinza de bíceps mientras que el T.S.A.
del agua mantiene la cadera inmovilizada (imagen 12.3.5.l).
4. A la señal, elevaremos al accidentado hacia fuera del agua con suavidad hasta sentarla en el borde con cuidado de
evitar presionar los discos intervertebrales y mover la técnica de inmovilización (imagen 12.3.5.m).
5. Posteriormente la depositaremos en el suelo hasta la llegada del personal sanitario manteniendo a la víctima
inmovilizada y con tracción hacia arriba para evitar la presión medular (imagen 12.3.5.n y o).
Imagen 12.3.5.j: Ayuda de T.S.A. desde fuera del agua Imagen 12.3.5.k: Inmovilización del T.S.A. desde fuera del
para la extracción sin camilla agua para la extracción sin camilla
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Imagen 12.3.5.l y m: Extracción de accidentado del agua sin camilla y Imagen 12.3.5.n y o: Colocación de la víctima en el suelo manteniendo
con lesión medular pinza de bíceps
Como norma general, una vez tengamos al accidentado fuera del agua es importante tapar a la víctima para
evitar la hipotermia y aplicar los primeros auxilios correspondientes (capítulo 16).
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CAPÍTULO 13
La respiración boca a boca en el medio
acuático. Fisiopatología del ahogado
OBJETIVOS
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POSIBILIDADES DAÑO
MINUTOS CURVA DE DRINKER
DE RECUPERACIÓN CEREBRAL
1 98%
2 92%
Improbable
3 72%
4 50%
5 25%
6 11%
7 8%
Probable
8 6%
9 5%
10 2%
11 1/1.000%
Casi seguro Gráfica 13.1.a
12 1/10.000%
Estos tiempos variarán de persona a persona en función al estado de su corazón, esfuerzo físico realizado
previamente, temperatura del agua, etc., de ahí la importancia de la presteza en nuestra actuación.
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Imagen 13.1.b: Respiración artificial con apoyo de Imagen 13.1.c: Respiración artificial con apoyo de bordillo
corchera del vaso
Bajo el agua: En los casos en los que el sujeto quede atrapado bajo el agua por
alguna roca, grieta, rama, etc. y el T.S.A. no pueda sacarlo, mientras esperamos
la ayuda necesario tendremos que proporcionarle aire bajo el agua. En esta
situación, el T.S.A. realizará una inspiración profunda antes de cada inmersión, y
una vez que llegue a la altura del accidentado hemos de advertirle que vamos a
practicarle esta técnica con objeto de evitar que se asuste o bien que no
responda positivamente al acto ya que hemos de acercarnos totalmente a su
cara hasta aplicar un cierre hermético entre su boca y la nuestra, siendo esto lo
más difícil. En caso de que no se consiga este cierre cada vez que insuflemos
entrará agua y la operación no habrá servido para nada, además de verse
incrementado el estrés y la ansiedad de la víctima.
13.1.f: Respiración artificial bajo el agua
Cada vez que insuflemos el aire subiremos de nuevo para tomar otra bocanada de aire y repetir la acción hasta
la llegada de la ayuda. Pasado un tiempo la situación se verá peligrar por la hipotermia.
Para llevar a cabo la operación de la respiración artificial hemos de seguir las consideraciones que aparecen en el
capítulo 17.7.2.
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CAPÍTULO 14
Legislación aplicada al salvamento acuático
OBJETIVOS
Responsabilidad penal.
Responsabilidad civil.
Legislación laboral (Estatuto de los
trabajadores y Convenio Colectivo).
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Aunque el derecho es uno sólo, se encuentra dividido en ramas o materias según el ámbito que va a regular o
sobre el que se va a aplicar. En el ámbito del salvamento acuático abordamos los aspectos penales, civiles y laborales,
por ser estos con los que se va a encontrar el T.S.A. a la hora de desempeñar su función.
Pues bien, para responder a estas preguntas debemos conocer algunos artículos de la Ley Orgánica 10/1995 de
23 de Noviembre del Código Penal. Así, el Código Penal, en adelante C.P., es el conjunto de normas que regulan el
ejercicio del poder sancionador y preventivo del Estado y tutelan los valores y principios básicos de la convivencia social.
En este compendio de normas se establece la responsabilidad penal que puede llegar a tener la actuación de cualquier
ciudadano.
El C.P. está dividido en capítulos, y estos a su vez se estructuran en artículos. Así, según el artículo 10 del
Capítulo I del C.P. (Delitos y Faltas), los delitos y faltas se definen como las acciones y omisiones dolosas o imprudentes
penadas por la ley.
Los delitos o faltas en las que un T.S.A. puede incurrir son: Omisión del deber de socorro, omisión del deber de
impedir ciertos delitos, denegación de auxilio, delitos imprudentes y lesión por accidente.
Omisión del deber de socorro: Estos delitos vienen regulados en los siguientes artículos C.P.:
Artículo 195:
1. El que no socorriere a una persona que se halle desamparada y en peligro manifiesto y grave,
cuando pudiere hacerlo sin riesgo propio ni de terceros, será castigado con la pena de multa de tres
a doce meses.
2. En las mismas penas incurrirá el que, impedido de prestar socorro, no demande con urgencia auxilio
ajeno.
3. Si la víctima lo fuere por accidente ocasionado fortuitamente por el que omitió el auxilio, la pena
será de prisión de seis meses a 18 meses, y si el accidente se debiere a imprudencia, la de prisión
de seis meses a cuatro años.
Artículo 196:
El profesional que, estando obligado a ello, denegare asistencia sanitaria o abandonare los
servicios sanitarios, cuando de la denegación o abandono se derive riesgo grave para la salud de las
personas, será castigado con las penas del artículo precedente en su mitad superior y con la de
inhabilitación especial para empleo o cargo público, profesión u oficio, por tiempo de seis meses a tres
años.
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Si bien estos deberes de solidaridad son comunes a todas las personas, lo son aún más fuertes para aquellos que
voluntariamente o por contrato asumen la función de socorrer a las personas.
En definitiva, del T.S.A. no solo se va a demandar la actuación, sino también el intento de evitar el resultado que
pueda producirse. Así, el socorrista que contempla como una persona se está ahogando y no actúa, por determinados
prejuicios, o por reconocer en aquella persona a un enemigo, por ejemplo, incurrirá en responsabilidad agravada por
comisión por omisión (cometer un delito por omisión).
Asimismo, no solo se exige actuar, sino además, intentar evitar la producción del resultado lesivo.
Omisión del deber de impedir ciertos delitos: Este delito viene regulado en el artículo 450 del C.P., y estará
penado cuando:
1. El que, pudiendo hacerlo con su intervención inmediata y sin riesgo propio o ajeno, no impidiere la
comisión de un delito que afecte a las personas en su vida, integridad o salud, libertad o libertad
sexual, será castigado con la pena de prisión de seis meses a dos años si el delito fuera contra la
vida, y la de multa de seis a veinticuatro meses en los demás casos, salvo que al delito no impedido
le correspondiera igual o menor pena, en cuyo caso se impondrá la pena inferior en grado a la de
aquél.
2. En las mismas penas incurrirá quien, pudiendo hacerlo, no acuda a la autoridad o a sus agentes
para que impidan un delito de los previstos en el apartado anterior y de cuya próxima o actual
comisión tenga noticia.
Vemos como en este caso la ley castiga la pasividad. Ante una situación de riesgo, el T.S.A. tiene la obligación de
intervenir para evitarlo, y si no puede hacerlo, tiene al menos la obligación de denunciarlo. No obstante, no se
considerará delito cuando si con la intervención corre riesgo propio o ajeno.
Denegación de auxilio: Estos delitos vienen regulados en los artículos del C.P., y estará penado cuando:
Artículo 407:
Artículo 408:
Esta figura jurídica esta pensada para aquellas personas que ostentan la condición de funcionarios
públicos y por tanto tienen mayor obligación de intervenir que un ciudadano corriente. Podría darse el caso de
que un T.S.A. fuese funcionario público si estuviese incorporado a la administración por una relación de servicios
profesionales y retribuidos como tal.
Delitos imprudentes: Este delito viene regulado en el artículo 142 del C.P., y estará penado cuando:
1. El que por imprudencia grave causare la muerte de otro, será castigado, como reo de homicidio
imprudente, con la pena de prisión de uno a cuatro años.
3. Cuando el homicidio fuere cometido por imprudencia profesional se impondrá además la pena de
inhabilitación especial para el ejercicio de la profesión, oficio o cargo por un período de tres a seis
años.
Entendemos la imprudencia cuando, aún sin intención, no se pone la debida diligencia en una acción y por eso
resulta un mal.
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La distinción entre delito o falta no se mide en este caso por la mayor o menor gravedad del resultado producido,
sino por la mayor o menor falta de prevención y diligencia del sujeto. Un T.S.A. incurrirá en imprudencia, por
ejemplo, al manipular inadecuadamente a un herido cuyos síntomas indican que pueden sufrir lesión de columna
vertebral.
Lesión por accidente: Si de la actuación de un T.S.A. se derivase una situación lesiva para la víctima, sin culpa ni
intención, y habiendo adoptado los medios necesarios para evitar el daño, no existirá responsabilidad penal.
Para finalizar la Responsabilidad penal, hemos de tener en cuenta varios aspectos de interés:
Responsabilidad penal según la edad: Según la edad de la persona que cometa el delito se le juzgará o
sancionará por una norma u otra. Así, a los mayores de 18 años se les aplicará el la Ley Orgánica 10/1995
anteriormente citada, mientras que si tiene entre 16 años y 18 se les aplicará la Ley Orgánica 5/2000 de 12 de enero
que regula la responsabilidad del menor.
Por otra parte, existen algunas circunstancias que pueden modificar la Responsabilidad Penal que pueda tener
una persona por un hecho determinado. Estas circunstancias pueden anular, atenuar o agravar la responsabilidad penal:
Eximentes (art. 20 del C.P.): Son hechos que ocurren que pueden incluso anular la responsabilidad penal (p.e.:
Cuando una persona fallece mientras estamos atendiendo a otro sujeto y nos hemos percatado de su situación).
Atenuantes (art. 21 del C.P.): Son hechos o indicios que hacen que la responsabilidad penal se minore y no sea tan
severa (p.e.: Cuando una persona fallece y no has podido socorrerlo porque te encontrabas indispuesto, con
mareos).
Agravantes (art. 22 del C.P.): Son hechos que hacen que la responsabilidad se agrave aún más (p.e.: Dejar de
auxiliar a alguien por algún tipo discriminación por razón de sexo, raza, religión, etc.).
Es en los artículos 116.1 del C.P. y 1902 del Código Civil, donde se regula la responsabilidad civil.
Artículo 116:
1. Toda persona criminalmente responsable de un delito o falta lo es también civilmente si del hecho
se derivaren daños o perjuicios. Si son dos o más los responsables de un delito o falta los Jueces o
Tribunales señalarán la cuota de que deba responder cada uno. Por tanto, se entiende que no todos
los delitos o faltas derivan en responsabilidad civil, sino únicamente cuando se produzca un daño o
perjuicios a terceros.
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Artículo 1902:
El que por acción u omisión causa daño a otro, interviniendo culpa o negligencia, está obligado
a reparar el daño causado.
En base a esta normativa, las actuaciones del T.S.A. están sujetas a responsabilidad tanto en el ámbito penal
como en el civil, si como consecuencia de su actuación se produce un resultado lesivo para terceras personas.
La responsabilidad civil, al igual que hemos explicado anteriormente con la penal, no existe o se interrumpe por
dos motivos:
Por fuerza mayor: Por alguna circunstancia ajena a nuestra voluntad y que se produce como consecuencia de una
acción fortuita e incontrolable por el ser humano (p.e.: Fuerte oleaje, maremoto, fuerte viento, etc.).
Por aleatoriedad: Cuando ocurre un hecho imprevisible para el T.S.A. (p.e.: Fallo depuradora de piscina).
Otro concepto de interés es la responsabilidad civil subsidiaria. Así, la cadena de responsabilidad civil comenzaría
en el propio T.S.A. como autor material de la imprudencia o negligencia. En caso de que éste no responda, aparecería la
figura del responsable subsidiario: empresa que le contrató (como responsable subsidiario de las faltas en que incurran
sus trabajadores en el desempeño de sus funciones), instalación donde ocurrieron los hechos y, por último, la compañía
aseguradora de cualquiera de ellos, o de todos ellos, que sería quien en último lugar tendría que pagar la indemnización,
dado que a ello se obliga por el contrato específico de seguro que se hubiera contratado. En el caso de piscinas públicas
es obligatoria la existencia de tal seguro.
En esta misma línea se establece el artículo 116.2 sobre personas civilmente responsables:
2. Los autores y los cómplices, cada uno dentro de su respectiva clase, serán responsables
solidariamente entre sí por sus cuotas, y subsidiariamente por las correspondientes a los demás
responsables.
La responsabilidad subsidiaria se hará efectiva primero, en los bienes de los autores, y después, en los de los
cómplices. Tanto en los casos en que se haga efectiva la responsabilidad solidaria como la subsidiaria, quedará a salvo la
repetición del que hubiere pagado contra los demás por las cuotas correspondientes a cada uno
El plazo de prescripción de la responsabilidad civil es de 1 año desde que se produjeron los hechos.
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De entre los C.C., uno que se adapta perfectamente a la función laboral del socorrismo es el II Convenio
colectivo nacional de instalaciones deportivas y gimnasios (B.O.E. nº 213 de fecha 6 de septiembre de 2.006), ya que es
aplicable a empresas que presten servicios de ocio-deportivo, ejercicio físico, vigilancia acuática, gimnasios, clubes de
natación…, aunque hay otros convenios como el Convenio Colectivo Estatal de Mantenimiento y Conservación de
Instalaciones Acuáticas que también podría englobar el socorrismo.
A la hora de formalizar por escrito un contrato de trabajo debemos de tener en cuenta que existen ciertos datos
que no debemos omitir, tales como:
Cuando se trate de contratos por tiempo determinado de duración superior a las 4 semanas, cualquiera de las
partes del contrato de trabajo podrá exigir que éste se realice por escrito.
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Para que exista periodo de prueba es necesario hacerlo constar por escrito en el contrato. De no hacerlo así dicho
periodo de prueba no existirá.
En caso de que el trabajador no supere el periodo de prueba, el empresario podrá dar por extinguida la relación
laboral sin que el trabajador tenga derecho a indemnización alguna. El trabajador cobrará únicamente los días que haya
trabajado efectivamente.
La duración del periodo de prueba puede variar, aunque el E.T. fija una duración máxima de:
Los C.C. podrán fijar un periodo de prueba específico para los trabajadores que se encuentren dentro de su
ámbito de aplicación, respetando estos máximos. Así, según el artículo 17 del C.C. de instalaciones deportivas y
gimnasios, para la categoría de socorrista (grupo cuatro, nivel 1), el periodo de prueba no podrá exceder de 2 meses.
No podrá pactarse un nuevo periodo de prueba para un mismo trabajador y para un mismo puesto de trabajo en
la misma empresa, es decir, no podrán pactarse dos periodos de prueba para la realización de las mismas funciones en la
empresa. Durante el periodo de prueba el trabajador tendrá los mismos derechos y las mismas obligaciones que durante
el contrato.
El pago del salario al trabajador por su trabajo es una de las obligaciones o deberes básicos del empresario,
puesto que la recepción de dicho salario permite cubrir las necesidades al propio trabajador y a su familia (artículo 35 de
la Constitución española).
Mediante la negociación colectiva o, en su defecto, el contrato individual, se determinará la estructura del salario,
que deberá comprender el salario base, como retribución fijada por unidad de tiempo o de obra y, en su caso,
complementos salariales fijados en función de circunstancias relativas a las condiciones personales del trabajador, al
trabajo realizado o a la situación y resultados de la empresa, que se calcularán conforme a los criterios que a tal efecto se
pacten.
El gobierno fija el Salario Mínimo Interprofesional (SMI), que es revisado anualmente en función del IPC, y a
partir de este, el salario puede ser determinado por acuerdos entre empresario y trabajador, o a través de los C.C. que
recogen, por categorías profesionales, la cuantía mínima retributiva, no pudiendo pactarse entre el empresario y el
trabajador, a través de contrato individual, unas retribuciones inferiores.
Según el artículo 32 del C.C. de instalaciones deportivas, tendrán la consideración de salario los siguientes
conceptos:
Salario base: Es el establecido para cada categoría dentro del grupo profesional correspondiente que se
indica en las tablas salariales del anexo 1 del presente convenio.
Plus de nocturnidad: Su cuantía se fija en el anexo 1 del presente convenio.
Complementos salariales.
No tienen la consideración de salario las percepciones extrasalariales. Éstas son las cantidades
de carácter indemnizatorio o de gastos que percibe el trabajador como consecuencia de la prestación de
su trabajo sin que, en ningún caso, formen parte de las bases de cotizaciones a la Seguridad Social. Así,
dentro de este concepto, se establece un plus de transporte, dietas y un plus de kilometraje.
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Según el artículo 35 del C.C. de instalaciones deportivas, los trabajadores tendrán derecho a
dos pagas extraordinarias, de 30 días de salario base y mejora voluntaria, siempre y cuando la perciba
el trabajador, cada una de ellas, que se devengarán semestralmente: la correspondiente a junio, del día
1 de enero al 30 de junio de cada año, y la correspondiente a diciembre, del 1 de julio al 31 de
diciembre, igualmente, de cada año.
El abono de dichas pagas se efectuará, como máximo la de junio el día 30 de dicho mes y la de
diciembre el día 20 de dicho mes. Las pagas extras podrán ser prorrateadas mensualmente, si así se
acuerdan entre empresa y el trabajador.
En estos artículos se regulan los tiempos de descanso y el régimen jurídico de la jornada de trabajo, que se
establecerán dentro de unos límites que se detallan a continuación:
El tiempo de maternidad, enfermedad, accidente y el de ausencia del trabajo por motivos independientes de la
voluntad del trabajador ha de ser computado como de servicio para acumular derecho a las vacaciones. Sin embargo, la
ausencia no justificada implica la pérdida proporcional de la retribución correspondiente al descanso semanal.
Las vacaciones son obligatorias. Las sanciones no pueden reducirlas, no son sustituibles por compensación
económica y tampoco cabe la acumulación de las vacaciones correspondientes a varios años. La remuneración de las
vacaciones ha de ser la normal o media del trabajador en época de actividad. Solo en caso de contrato extinguido sin
disfrute de vacaciones cabe la compensación económica.
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Si los servicios prestados en la empresa hubiesen durado menos de un año, el trabajador disfrutará de la parte
proporcional de vacaciones que le corresponda. Los domingos y festivos que estén dentro del periodo de disfrute de las
vacaciones se cuentan como vacaciones.
Tanto la duración de los permisos como las causas podrán ampliarse por Convenio Colectivo. En todo caso, el
trabajador tendrá la obligación de preavisar y justificar al empresario estos permisos.
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Son aquellos en los que se acuerda una fecha de inicio de la relación laboral pero no se
determina una fecha de finalización de la misma.
Se trata de una modalidad contractual que tiene como objetivo el incentivar a las
de la contratación
Para el fomento
Trabajo
prestación de servicios durante todos los días del año, sino solo en épocas determinadas.
fijo-
Todos los años en las mismas fechas se avisará para trabajar a los mismos trabajadores
(fijos-discontinuos), en caso contrario se consideraría un despido sin causa justificada.
Se regula en el artículo 15 del E.T., y tiene como finalidad el sustituir a trabajadores con
derecho a reserva de puesto de trabajo, siempre que en el contrato de trabajo se especifique el
De interinidad
nombre del trabajador sustituido y la causa de sustitución, también podrá realizarse este tipo de
contrato para cubrir los puestos vacantes en la empresa mientras dure el proceso de selección
para determinar su titular definitivo.
Este contrato se extinguirá con la incorporación del trabajador sustituido y sin necesidad
de preaviso.
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Este contrato puede tener una duración de 6 meses como máximo dentro de un periodo
mercado
Por C.C. sectorial podrá modificarse la duración máxima de estos contratos sin que se
superen los 12 meses en un periodo de referencia de 18 meses. Según el artículo 20 del C.C. de
instalaciones deportivas: La duración máxima de este tipo de contrato será de nueve meses dentro
de un período de 12, quedando sometidos estos contratos a una sola prórroga si se formalizan por
una duración menor a la del plazo máximo establecido.
Será necesario que no hayan transcurrido más de 4 años desde la terminación de dichos
estudios.
En prácticas
La duración de este contrato será como mínimo de 6 meses y como máximo de 2 años. Se
pueden realizar 2 prorrogas máximo.
El trabajador en prácticas no podrá cobrar menos del 60% y 75% durante el primer y
segundo año respectivamente de la retribución que recibe un trabajador en igual o equivalente
puesto de trabajo.
Según el artículo 24 del C.C., la retribución de este tipo de contrato será del 90% de las
retribuciones del Convenio según su Grupo y de los complementos a que tenga derecho.
El límite máximo de edad será de Imagen 14.3.9.a: Reunión formativa entre socorristas del
parque acuático de El Puerto de Santa María
veinticuatro años cuando el contrato se concierte
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En todos los casos deben de carecer de la titulación requerida para realizar un contrato en
prácticas.
Prohibiciones:
No se podrán celebrar contratos para la formación que tengan por objeto la cualificación para
un puesto de trabajo que haya sido desempeñado con anterioridad por el trabajador en la
misma empresa por un periodo superior a 12 meses. Un trabajador contratado por la duración
máxima del contrato no podrá ser contratado después para la formación por la misma o
distinta empresa.
Al terminar el contrato el trabajador tiene Derecho a que se le de un certificado por la
empresa en el que conste la duración de la formación teórica y el nivel de formación práctica
adquirido. El trabajador también podrá solicitar un certificado de profesionalidad a la
Administración competente.
Se exige forma escrita donde se recoja el oficio o nivel ocupacional, edad del trabajador,
etc. Existe la obligación de registrar el contrato en el Servicio Andaluz de Empleo o en el INEM
(Instituto Nacional de Empleo) y dejar allí depositada copia del contrato.
La retribución será la que fije el convenio, sin que pueda ser inferior al Salario Mínimo
Interprofesional en proporción al trabajo efectivo realizado.
Según el artículo 24 del C.C., la retribución del trabajador sujeto a esta modalidad
contractual será:
Del 80% de las retribuciones del Convenio previstas para su Grupo y de los complementos a
que tenga derecho, durante su primer año.
Del 90% de las retribuciones del Convenio previstas para su Grupo y de los complementos a
que tenga derecho, durante su segundo año.
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completo de la misma empresa y centro de trabajo, con el mismo tipo de contrato de trabajo y que
realice un trabajo idéntico o similar.
El contrato a tiempo parcial podrá concertarse por tiempo indefinido o por duración
determinada.
Toda falta cometida por los trabajadores se clasificará en atención a su trascendencia, o intención en: leve,
grave, muy grave según el artículo 43 del C.C. de instalaciones deportivas.
La falta de puntualidad en la asistencia al trabajo, de tal forma que sumen tres faltas en un mes o
dos cuando el retraso sea superior a 15 minutos en dicho periodo.
No comunicar con suficiente antelación la ausencia al trabajo por motivos justificados salvo que se
pruebe la imposibilidad de haberla efectuado.
Faltar un día de trabajo sin la debida autorización o causa justificada.
Ausentarse del puesto de trabajo durante la realización del mismo sin justificar, por tiempo breve y
sin mayores consecuencias.
Pequeños descuidos en la conservación en los géneros o del material de la empresa.
Las discusiones, siempre que no sea en presencia del público, con otros trabajadores dentro de la
empresa.
Falta de aseo y limpieza personal cuando sea de tal índole que pueda afectar al proceso productivo e
imagen de la empresa.
No atender al público con la corrección y diligencia debida.
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Emplear para uso propio artículos, enseres o prendas de la empresa, o sacarlos de instalaciones o
dependencias de la empresa a no ser que exista autorización.
Realizar, sin el oportuno permiso, trabajos particulares durante la jornada laboral.
Las discusiones con otros trabajadores en presencia del público o que trascienda a éste.
La comisión de tres faltas leves, aunque sea de distinta naturaleza, dentro de un trimestre y
habiendo mediado sanción o amonestación por escrito.
Faltar más de dos días al trabajo sin la debida autorización o causa justificada en una semana.
La simulación de enfermedad o accidente.
El fraude, deslealtad o abuso de confianza en las gestiones encomendadas, así como en el trato con
los otros trabajadores o con cualquier otra persona durante el trabajo, o hacer negociaciones de
comercio o industria por cuenta propia o de otra persona sin expresa autorización de las empresas,
así como la competencia desleal en la actividad de la misma.
Violar la confidencialidad de la correspondencia o documentos reservados de la empresa o revelar a
personas extrañas a la misma el contenido de éstos.
La imprudencia o negligencia inexcusables, así como el incumplimiento de las normas de seguridad
e higiene en el trabajo, cuando sean causa de accidente laboral grave, perjuicios graves a sus
compañeros o a terceras personas, o de daño grave a la empresa o a sus productos.
La embriaguez habitual y drogodependencia manifiesta en la jornada laboral y en su puesto de
trabajo. El estado de embriaguez a la ingestión de estupefacientes manifestados una sola vez serán
constitutivos de falta grave, siempre que no trascienda a los clientes.
Hacer desaparecer, inutilizar o causar desperfectos en materiales, útiles, herramientas,
maquinarias, aparatos, instalaciones, edificios, enseres y documentos de la empresa.
El robo, hurto o malversación cometidos tanto a la empresa como a los compañeros de trabajo o a
cualquier otra persona dentro de las dependencias de la empresa o durante la jornada laboral en
cualquier otro lugar.
Disminución continuada y voluntaria en el rendimiento normal de su trabajo.
Falta notoria de respeto o consideración al público.
Originar frecuentes riñas y pendencias con los compañeros de trabajo.
Los malos tratos de palabra u obra o la falta grave de respeto y consideración a los Jefes o a sus
familiares, así como a los compañeros y subordinados.
Toda conducta, en el ámbito laboral, que atente gravemente al respeto de la intimidad y dignidad
mediante la ofensa, verbal o física, de carácter sexual. Si la referida conducta es llevada a cabo
prevaleciéndose de una posición jerárquica supondrá una circunstancia agravante de aquélla.
El acoso psicológico o moral que promueva un superior jerárquico o un compañero de trabajo a
través de acciones u omisiones en el centro de trabajo.
La continuada y habitual falta de aseo y limpieza de tal índole que pueda afectar al proceso
productivo e imagen de la empresa.
La reincidencia en falta grave, aunque sea de distinta naturaleza, siempre que se cometa dentro de
los seis meses siguientes de haberse producido la primera, habiendo mediado sanción por escrito.
Las sanciones que las empresas podrán imponer, según la gravedad y circunstancias de las
faltas cometidas, serán las siguientes:
Por faltas leves: Amonestación verbal, amonestación por escrito, suspensión de empleo y sueldo
hasta tres días.
Por faltas graves: Suspensión de empleo y sueldo de tres a treinta días.
Por faltas muy graves: Desde la suspensión de empleo y sueldo de treinta y un días a sesenta
días, hasta la rescisión del contrato de trabajo o despido en los supuestos en que la falta fuera
calificada en su grado máximo.
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Los contratos de duración determinada que tengan establecido plazo máximo de duración,
incluidos los contratos en prácticas y para la formación, concertados por una duración inferior a la
máxima legalmente establecida, se entenderán prorrogados automáticamente hasta dicho plazo cuando
no medie denuncia o prórroga expresa y el trabajador continúe prestando servicios.
Expirada dicha duración máxima o realizada la obra o servicio objeto del contrato, si no hubiera
denuncia y se continuará en la prestación laboral, el contrato se considerará prorrogado tácitamente por
tiempo indefinido, salvo prueba en contrario que acredite la naturaleza temporal de la prestación.
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CAPÍTULO 15
Psicología aplicada al salvamento acuático
OBJETIVOS
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Partiendo de estas aportaciones, en este capítulo se profundizará en cuatro grandes bloques de contenidos:
Secuencia de actuación psicológica del T.S.A., procesos psicológicos, técnicas psicológicas y la comunicación.
En este capítulo se analizarán la secuencia de actuación del T.S.A. a nivel cognitivo, así como cantidad de
aspectos que debemos tener en cuenta en nuestro comportamiento a la hora de actuar profesionalmente como T.S.A.
Órganos de los sentidos: Los canales perceptivos que más información externa nos aportan son el visual y el
auditivo. Sin embargo, es tanta la cantidad de información que percibimos que debemos polarizar la atención sobre
aquellos puntos que más nos interesen (llamadas de auxilios, gritos, movimientos desesperados de brazos buscando
la superficie del agua, etc.) y rechazar los superfluos. Esto es lo que conocemos como atención selectiva.
Por otra parte, el órgano del olfato también puede advertirnos de algunos problemas, sobretodo los referentes a
los olores de lo productos químicos como el exceso de cloro, presencia de fuego o contaminantes, etc.
Experiencias previas: La memoria y el aprendizaje fruto de actuaciones previas optimizarán nuestra calidad
perceptiva, lo cual mejorará nuestra interpretación de movimientos, señales e indicios de accidentes.
Del mismo modo, cuando una persona está apunto de ahogarse, adquiere una posición concreta en el agua, de
modo que por norma mantiene una lucha por mantener la cara y por tanto las vías respiratorias fuera del agua, echando
su cabeza hacia atrás. Tiene gran dificultad para respirar, y cada vez que lo consigue aspira agua y le es prácticamente
imposible pedir ayuda, además que puede provocarse un espasmo reflejo de la laringe, especialmente en aguas frías, que
cierre la entrada al agua pero también al aire, por lo que la víctima podrá quedar inconsciente rápidamente. En su cara
podremos observar una expresión de pánico, terror, con los ojos excesivamente abiertos y el pelo en la cara. Esto es lo
que conocemos como víctima activa.
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En el caso de víctima pasiva, esta se caracteriza por ser víctimas activas que han dejado de serlos, o bien son
personas que han padecido algún accidente o patología súbita en el agua. Por ello, las podemos encontrar sumergidas o
flotando en tendido prono, con lo que nuestra intervención será urgente e inmediata ya que habrá dejado de respirar y
estará en peligro su vida.
Material auxiliar: A la hora de percibir una situación de peligro es importante tener en cuenta todos los criterios que
se establecen en el capítulo 3.2.
Si debemos actuar.
Los pasos a seguir.
Si es necesaria la participación de otros medios materiales y
humanos.
Si existe peligro para nuestra integridad física.
Las técnicas precisas para la entrada al agua, la aproximación, el
remolque, así como la trayectoria a seguir. Imagen 15.1.2.a: T.S.A. analizando una situación de peligro
Etc.
En definitiva, en esta fase analizaremos todos los estímulos que percibamos, y de este análisis dependerá
nuestra ejecución y, por lo tanto, el éxito del rescate.
Número de decisiones a tomar: Cuanto mayor sea el número de decisiones más compleja será la decisión.
Número de respuestas alternativas en cada decisión: Cuanto mayor sea el número de respuestas alternativas
mayor será la complejidad de la decisión.
Tiempo requerido para la toma de decisión: Cuanto menor tiempo tengamos para la toma de decisión mayor
complejidad tendrá esta. La precipitación es la enfermedad del salvamento.
Nivel de incertidumbre con el que se toma la decisión: Lo imprevisible y la incertidumbre que tanto el factor
humano en situación de estrés como el climatológico, sobretodo en zonas abiertas como espacios naturales o parques
acuáticos, dificultan la toma de decisión.
Nivel de riesgo que comporta la decisión: El riesgo y el miedo al fracaso o a provocar un mal mayor son factores
que dificultan nuestra toma de decisión.
Orden secuencial de las decisiones: Aunque exista un protocolo de actuación a seguir, una situación de
emergencia puede llegar a ser tan cambiante que tengamos que tomar decisiones en el momento sobre el orden
secuencial de las decisiones, lo cual dificultará nuestra actuación.
Todos estos factores justifican la necesidad del autocontrol y del trabajo de las técnicas de relajación que
veremos en temas posteriores.
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Será interesante resaltar la importancia que tiene en esta fase el concepto de feedback, conocimiento de
resultados o retroalimentación, entendido como la evaluación de la ejecución o de los resultados, es decir, el elemento
que nos informa de si las acciones que hemos realizado han sido correctas o no.
Para G. Sage (1977), el feedback es aquella información que un individuo recibe como resultado de alguna
respuesta. Este concepto viene reflejado en la siguiente gráfica:
Extrínseco: Se refiere a la información que recibimos del exterior y Imagen 15.1.4.a: Ejecución de la entrada al agua tras
tomar la decisión conveniente
que utilizaremos para controlar y/o adaptar nuestro movimiento en
beneficio de la eficiencia del rescate (p.e.: que otro T.S.A. nos informe continuamente de la distancia que nos queda
para llegar a la víctima).
Además, es importante el feedback que nos pueden proporcionar nuestros compañeros de trabajo, de manera
que podamos evaluar y mejorar nuestras intervenciones. Cuando proporcionemos esta información a nuestros
compañeros debemos tener en cuenta los siguientes aspectos:
El primer concepto que tenemos que conocer es el triple nivel de respuesta. El triple sistema de respuestas es el
modo de responder de cada persona ante las distintas situaciones y problemas, cuando nos enfrentamos a una situación
emitimos tres tipos de respuestas:
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Fisiológico: Se refiere a lo que sentimos a nivel físico (p.e.: taquicardia, aumento de la frecuencia respiratoria,
sudoración, fatiga durante la aproximación en un rescate mientras nadamos a crol con cabeza fuera).
Cognitivo: Se refiere a lo que pensamos que está pasando o puede suceder (p.e.: pensar que con el ritmo que llevo
en la aproximación no estoy dosificando el esfuerzo y no podamos realizar el remolque posterior en condiciones
óptimas).
Motor: Se refiere a la respuesta motriz de nuestro propio cuerpo (p.e.: disminuir el ritmo de nado).
En una situación de emergencia, la actuación física del T.S.A. podrá verse mermada por el componente
psicológico (p.e.: no tomar las precauciones necesarias, cometer errores que nunca antes se habían cometido, dudas a la
hora de utilizar una técnica o un material u otro, etc.). Por este motivo, debemos conocer los factores que pueden
influirnos, así como las técnicas apropiadas para que el socorrista domine la situación y sea capaz de estructurar
mentalmente todas las posibilidades y soluciones, con las mínimas dudas posibles, con total concentración, y sin el menor
riesgo de cometer errores.
Por otra parte, nos indica que se debe estar atento frente a posibles amenazas, y de esta manera asumir
mecanismos de prevención. La ansiedad usualmente empieza con un peligro no muy bien definido, mientras que el miedo
usualmente empieza cuando hay una situación que está muy bien definida.
Un concepto relacionado con la ansiedad es el nivel de activación. Podemos definirlo como la cantidad de
energía que tenemos en un momento concreto. La activación es inexistente en el momento de la muerte, baja durante el
sueño, se modera en las actividades de la vida cotidiana, y se eleva en los momentos de excitación, emoción o pánico. Se
suele considerar la activación general del organismo como un continuo que va desde el sueño más profundo hasta un
estado de máxima excitación.
Para llevar a cabo sus funciones, el T.S.A. requiere de un nivel de activación óptimo, que dependerá de tres
factores:
Personalidad del T.S.A.: Una T.S.A. con personalidad impulsiva tendrá que llevar a cabo un rescate con un nivel de
activación pequeño, mientras que otro de personalidad más relajada requerirá de una activación mayor.
Experiencias previas del T.S.A.: Un socorrista que haya realizado muchos simulacros o tenga experiencia en
realizar rescates tendrá un nivel de activación menor que otro que tenga menos experiencia, donde será mayor.
Complejidad de la tarea: Para realizar tareas precisas o de concentración se necesitará un nivel de activación
pequeño, mientras que si la tarea requiere de fuerza o velocidad el nivel de activación deberá ser alto.
Cuando recibimos algún estímulo, el córtex cerebral, que es el lugar donde se interpretan los estímulos, manda
una señal al hipotálamo, el cual pone en marcha cambios funcionales por medio del Sistema Nervioso Simpático y el
Neuroendocrino, y si el estímulo es una situación de peligro, la primera e innata reacción del organismo es una
sobreactivación.
Debemos ser conscientes cuando nos sobreactivemos, de modo que podamos emplear alguna técnica para
disminuir el nivel de activación. Si no lo conseguimos algunos efectos de la sobreactivación serán los siguientes:
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Si el T.S.A. no es capaz de controlar estos cambios y se prolongan en el tiempo, el consumo de energía será
mucho mayor y entrará en un estado de ansiedad, que dará lugar a tres posibles respuestas:
15.2.2 El estrés
Cuando la situación de emergencia nos supera, como
puede ser en entornos acuáticos donde haya grandes
aglomeraciones de usuarios o existan muchos de indicios de peligro,
entramos en un estado de estrés, entendido como un estado
temporal de alteración de los ámbitos fisiológicos, cognitivos y
motores, provocados por un exceso de estimulación o una demanda Imagen 15.2.2.a: Situación estresante para un T.S.A. durante una
sesión de aeróbic en un parque acuático
fuera de lo habitual. En esta situación, el rescate puede verse
perjudicado.
Existen gran cantidad de factores estresantes o situaciones desencadenantes del estrés, como pueden ser
cualquier estímulo, externo o interno (tanto físico, químico, acústico o somático como sociocultural) que, de manera
directa o indirecta, propicie la desestabilización en el equilibrio dinámico del organismo o homeostasis).
Interpretaciones personales: Se basa en la interpretación que le damos a las cosas (p.e.: pensar que estamos
siendo observados durante las rutas de vigilancia puede resultar estresante).
Fisiológicos: Se refiere a aquellos factores que provocan cambios fisiológicos en nuestro organismo (p.e.: la
exposición prolongada al sol o el frío).
Novedad o incertidumbre de la situación: El hecho de cambiar la situación en la que nos encontremos o bien
desconocer lo que se nos avecina puede llegar a estresarnos (p.e.: desconocimiento de una instalación o cambio de
compañero).
Duración del estrés: La continuidad del estímulo puede llegar a estresarnos (p.e.: tener que estar atentos a
usuarios que hacen caso omiso a mis advertencias cuando se que la actividad que realizan es peligrosa).
Probabilidad de que ocurra el problema: Cuando existe una probabilidad alta de que ocurra algún problema
(p.e.: grupo de discapacitados que se introducen en el vaso).
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Este estrés puede llevar al T.S.A. a un estado de sobreactivación y ansiedad que perjudicarán mucho más su
labor.
James Gordon, director del Centro para la Medicina de la Mente y el Cuerpo en Washington D.C., afirma que una
inspiración habitual llena de aire la zona torácica de los pulmones (parte superior), y que si conseguimos llenar la zona
abdominal o diafragmática (parte inferior), el cambio de oxígeno se hará más eficiente, el corazón latirá mejor, disminuirá
la presión sanguínea y conseguiremos relajar la musculatura, con lo que nuestra mente se relajará y se inhibirá la
ansiedad.
Lo cierto es que en una situación de emergencia la respiración no se hace más completa, sino más acelerada, y
esto provocará una menor oxigenación de los tejidos, una aceleración del ritmo cardíaco, fatiga muscular y, por
consiguiente, a un estado de ansiedad y de descontrol respiratorio.
Por ello, en esta situación debemos realizar respiraciones relajadas y completas que abarquen los pulmones por
completo. Para trabajar esta técnica podemos seguir el siguiente procedimiento a repetir varias veces:
1. Acostado sobre la espalda colocarse un libro sobre el vientre, relajar los músculos del estómago y realizar
inspiraciones completas hasta que el libro se levante. Al espirar el aire veremos también bajar el libro.
2. Desde la posición de sentado, poner una de nuestras manos sobre el abdomen y la otra sobre el pecho. A partir de
ahí respirar profundamente observando cómo se levantan y bajan las manos situadas en el abdomen y la del pecho
queda inmóvil. La respiración se llevará inspirando por la nariz y espirando por la nariz o boca.
3. Realizar una apnea durante cinco segundos y luego expúlsalo durante el mismo tiempo.
Relajación cuerpo-mente: En este grupo se engloban las técnicas denominadas también músculo-mente, ya que
estas técnicas de relajación se caracterizan por partir de ejercicios de relajación muscular con el objetivo de relajar el
cuerpo e indirectamente la mente.
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Una de las técnicas músculo-mente más extendidas es la relajación progresiva de Jacobson, que consiste en
adquirir la capacidad de controlar la tensión de nuestra musculatura para evitar tensiones innecesarias y disminuir la
fatiga muscular.
Jacobson utiliza un método inductivo y fisiológico que consiste en, desde una posición de partida de tranquilidad,
realizar contracciones musculares de zonas del cuerpo, mantener la tensión durante algunos segundos, y finalmente
volver a estado de reposo muscular. Con ello pretende percibir las sensaciones de relajación en oposición a la tensión
y disminuir el tono muscular. Por lo tanto, a través del músculo relajaremos la mente, más concretamente el córtex
cerebral del Sistema Nervioso.
El trabajo de esta técnica consistirá en partir desde una situación controlada y sencilla, para de forma gradual ir
aumentando la cantidad y calidad de los estímulos para que con el paso del tiempo el T.S.A. consiga estar relajado en
condiciones reales de rescate (alta temperatura, luz intensa, ruidos de bañistas, gritos o alaridos directos, personas
observándole, etc.
La secuencia a seguir es contraer y relajar suavemente los diferentes grupos musculares (brazos, piernas,
vientre, nuca y cabeza) entre cinco y quince segundos, insistiendo en las sensaciones de contracción y relajación
Relajación mente-cuerpo: En este otro grupo de técnicas destacamos el entrenamiento autógeno de Schultz. Esta
técnica tiene como objetivo la adquisición de la capacidad de controlar nuestros pensamientos para llegar a controlar
nuestra musculatura, basándose en las sensaciones de calor-frío/pesado-liviano y en la imaginación y la visualización,
en la cual entraría nuestro ámbito.
El trabajo de esta técnica consistirá en una primera parte, donde se incluyen las sensaciones de calor y pesadez,
y en una segunda parte y de mayor interés para el T.S.A., la práctica imaginada. En la primera parte nos centraremos
en la musculatura, los vasos sanguíneos, el corazón, la respiración, los órganos abdominales y la cabeza.
Cuando hablamos de atención selectiva, nos referimos a la situación en la que el individuo se fija en aquello que
le interesa (p.e.: al leer un periódico se miran antes los titulares, decidiendo por éstos si leer o no el artículo completo).
Es tan selectiva que si el sujeto, entre un grupo de cosas, encuentra una que realmente le interesa, las otras
prácticamente dejan de tener importancia en ese momento.
Las alteraciones de la atención son: la distracción, que consiste en la concentración del sujeto en su vida interior,
con lo que no tiende a estímulos externos; la distrabilidad, que consiste en la fluctuación constante de la atención, que
pasa de un objeto a otro sin quedar fija en ninguno; y la fatigabilidad, que se manifiesta por un rápido cansancio de la
atención.
Para mantener la atención en nuestra vigilancia debemos seleccionar los estímulos que no nos interesen
(atención selectiva) y centrarnos en aquellos que llamen más nuestra atención (polarizar la atención) eliminando aquellos
estímulos distractores. Por ello, la atención está íntimamente relacionada con la concentración.
Entre los ejercicios más usuales para mejorar la atención y la concentración son: focalizar figuras geométricas o
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materiales de salvamento, sopas de letras, identificación de palabras, crucigramas, ejercicios para completar frases o
palabras, práctica imaginada del rescate (entrada al agua, aproximación, zafaduras, etc.), visualización de estímulos
concretos como con el ejercicio de ¿dónde está Wally?, atender y concentrarse en dos tareas al mismo tiempo durante al
menos diez minutos (leer y ver la tele) para luego comentar o escribir en un papel toda la información que has podido
asimilar de uno y otro estímulo, prestar atención durante cuatro minutos en un cuadro para luego escribir lo que
recordemos de sus detalles, realizar barridos visuales (técnicas de scanning) siguiendo líneas imaginarias en la zona de
baño, realizar barridos por grupos concretos (por sexo, por color de bañador, por expresión facial, por atractivo, por
grupos de edad, etc.), etc.
Con ellos conseguiremos que el T.S.A. se acostumbre a percibir mejor y más rápidamente determinados
estímulos, mantener mejor y más tiempo la atención, mejorar la calidad perceptiva y, por lo tanto, la eficiencia del
rescate.
Tiene una efectividad muy alta en deportes de alto rendimiento ya que además de eliminar o corregir posibles
errores, se repasan, perfeccionan, adquieren, refrescan y refuerzan conocimientos teórico-prácticos sobre las técnicas de
rescate, protocolos de actuación, etc. y se detectan posibles problemas que puedan sucederse tanto en el entorno como
en nuestra actuación, etc. para hacer más precisos los movimientos, controlar las emociones y, con todo, mejorar la
eficiencia del rescate.
Visualizar mentalmente un movimiento comporta una excitación cerebral y ligeras contracciones de los músculos,
lo cual tiene repercusiones en el desarrollo neuromuscular. Sin embargo, la capacidad de imaginar depende de cada
individuo, de tal manera que no todos tenemos la misma capacidad para imaginar una acción (Aragón Arjona, 2008).
Esta técnica parte de los trabajos de Jackobson, (1931), quien observó que la práctica imaginada de doblar un
brazo creaba pequeñas contracciones musculares en los músculos flexiones del mismo.
Podemos trabajar esta técnica imaginándonos un entorno, centrando nuestra atención en una imagen,
imaginando un sabor o un olor, etc.
La práctica imaginada debe ser algo realista y concreta, y su trabajo se basa en dos etapas. La primera etapa
consiste en instalar en el sujeto la habilidad de relajarse e imaginar la situación, mientras que la segunda etapa busca
aplicar esta habilidad al aprendizaje de la tarea concreta.
15.3.6 La autoconfianza
Se refiere a la creencia de que se puede realizar satisfactoriamente una conducta deseada, es decir, supone
tener pensamientos o expectativas optimistas sobre un fin que queremos conseguir y de lo cual estamos convencidos que
vamos a tener éxito de lograrlo.
La autoconfianza que tengamos en nuestras posibilidades y
limitaciones debe ser realista, sin demasiado optimismo ni derrotismo,
ya que un exceso o defecto en ella puede hacer que la eficacia del
rescate se vea perjudicada, de ahí a que a que en la gráfica 15.3.6.a
podamos observar la relación entre confianza y rendimiento. Si
nuestra confianza es óptima o real, el rendimiento o la eficacia será
máxima, mientras que si nuestra confianza es baja o excesiva el
rendimiento se verá perjudicado significativamente.
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Confianza óptima: Se refiere a estar convencido de conseguir el objetivo marcado siempre y cuando pongamos
todo por nuestra parte. Este objetivo debe ser realizaste para autoconvencernos. De esta manera, aunque
cometamos errores en la ejecución en algún momento podremos enfrentarnos a la situación manteniendo un buen
nivel de ejecución.
Falta de confianza: Dudar sobre nuestra capacidad perjudica la consecución del objetivo, aumentando la ansiedad,
rompiendo la concentración y dificultando los procesos psicológicos de análisis de la situación y toma de decisión y,
por lo tanto, la ejecución. Se trata de centrarse sobretodo en nuestros puntos débiles.
15.4 LA COMUNICACIÓN
Además de los medios para la comunicación que se desarrollan en el capítulo 6.3, existe la habilidad del T.S.A.
para comunicarse con los bañistas y aplicar las normas establecidas. Esta habilidad es lo que más adelante
denominaremos asertividad. Para evitar que a la hora de comunicarnos nuestro diálogo resulte conflictivo, el socorrista
deberá controlar la dimensión verbal y no verbal de la comunicación:
Qué decir: Hemos de controlar aquello que decimos para poder adaptarnos a la persona a la que nos dirigimos.
Nuestra manera de hablar deberá ser clara y concisa.
A quién: Dependiendo de si nos dirigimos a un adulto, a un niño, etc. debemos utilizar una terminología distinta para
adaptar el mensaje al receptor y conseguir su comprensión. Podríamos decir que debemos utilizar el mismo lenguaje.
Cómo: El cómo decir las cosas lo veremos en la tabla de criterios básicos para la comunicación verbal.
Para qué: En la comunicación verbal siempre debemos procurar que el bañista entienda que la llamada de atención
tiene como objetivo la prevención y el cumplimiento de las normas, haciéndole entender que cumplimos con nuestra
obligación al advertir un indicio de peligro e intentar evitarlo o prevenirlo, o que está fuera de las normas
establecidas.
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Imagen 15.4.a: Utilización de megáfono por parte del T.S.A. para Dentro de la comunicación verbal podemos diferenciar dos
comunicarse con los bañistas tipos:
Comunicación verbal directa: Es aquella en la que nos comunicamos cara a cara con el usuario y lo hacemos de
manera próxima y personal.
Comunicación verbal indirecta: Es aquella en la que utilizamos algún medio para la comunicación. Así, en el caso
de tener que comunicarnos con gran cantidad de usuarios o haya mucho ruido de ambiente podemos utilizar
megáfonos (imagen 15.4.a). En caso de comunicarnos con el resto de servicios de emergencia vía walkie o teléfono
móvil, debemos seguir las indicaciones que se desarrollan en el capítulo 6.3 y 17.1.
La expresión facial: Por ejemplo, llamar la atención de un usuario con un rostro sereno producirá menor
tensión que si realizamos la advertencia de manera airosa. El hecho de fruncir el ceño o parecer enfadado
puede resultar amenazador.
El contacto visual: Siempre debemos buscar el contacto ocular con el receptor del mensaje para
transmitir seguridad y energía en lo que decimos, creando a su vez una relación más personal con el
receptor. En caso contrario, o si bajamos la mirada hacia el suelo mientras hablamos es señal de falta de
autoconfianza.
El movimiento: Podemos utilizar el movimiento para captar la atención del bañista, y así mantenerlos
alerta ante nosotros y su entorno. De hecho, normalmente los bañistas tienden a centrar su atención en
la actuación del T.S.A. Aprovechémonos de ello.
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La postura: Debe ser natural, relajada y abierta. Hablar de pie es más atractivo y conveniente que
hacerlo sentado, y el hecho de cruzar o separar los brazos del cuerpo puede ser percibido como gesto
tenso y de defensa. El hecho de mantener la calma ayudará a la otra persona a calmarse, y también
favorecerá a que el resto de usuarios se agiten, se asusten, o sientan interés por nuestra conversación.
La proximidad espacial: Hemos de cuidar la distancia a la que le hablamos al usuario para evitar que se
sienta molesto si nos ponemos demasiado cerca, o que perciba falta de seguridad si nos ponemos muy
lejos. Una buena distancia podrá decir estar a un metro y medio aproximadamente.
La voz: Este factor influye en un 30% en la información que le llega al receptor, de ahí su importancia.
Así, dentro de este factor diferenciamos varios aspectos a tener en cuenta:
El volumen: Debe ser claramente audible por cualquiera y cuidar con el final de las frases que,
inconscientemente, tendemos a pronunciar más bajo.
La entonación: Debemos evitar la voz monótona, dando énfasis a aquello en lo que queremos insistir.
La velocidad: Debe adaptarse al interlocutor.
El ritmo: La clave es ser variable.
Las pausas: Sirven para darle tiempo al receptor a reflexionar sobre lo que decimos), son aspectos
que debemos cuidar a la hora de comunicarnos.
Los gestos: Puede ayudarnos a apoyar o enfatizar el mensaje verbal, debiendo ser naturales y
coherentes con lo que decimos. Las manos o la cara son parte importante en la comunicación no verbal, y
lanzan mensajes del interés al receptor.
Escucha activa: Presta atención a cada palabra. El hecho de la el bañista sepa que compartimos su
problema es interesante, aunque al final le indiquemos totalmente lo contrario. No obstante, no olvides
que si estás trabajando debes seguir con tu labor de socorrista (capítulo 4).
Aquellas a las que les cuesta decir no, les resulta especialmente violento y prefieren evitarlo, cediendo si hace falta.
Otras que dicen no de manera prepotente, brusca, sin importarles el impacto negativo que pueda tener en la otra
persona.
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Hostilidad: El hecho de hacer cumplir las normas, especialmente prohibiciones, puede conducir a situaciones hostiles
para con los usuarios. Así, si tras llamarle la atención al bañista este entra en cólera con nosotros, el T.S.A. debe
mantener su comportamiento y no entrar en el juego. Cogerá aire profundamente mientras escucha activamente,
atendiendo al bañista y dándole a entender que entendemos su postura y su punto de vista, sin juzgarle ni
interrumpirle hasta que acabe.
No debemos contagiarnos de su estado, y menos aún retraernos ante su comportamiento. Al final, orientaremos
la conversación hacia nuestro objetivo, que no es más que la prevención y el cumplimiento de las normas
establecidas, siendo interesante dar alguna explicación sobre nuestra actuación para hacerle ver que es por su bien.
Si aún así el usuario parece estar lejos de calmarse y la cosa empeora, pediremos ayuda.
No obstante, no debemos interpretar la hostilidad de la persona como algo personal, ya que la situación se ha
producido entre el usuario y el socorrista, y no entre tu y ella (es diferente).
Pánico: En situación de emergencia, lo normal es que el bañista en situación de peligro adquiera un comportamiento
de pánico y de gran tensión muscular, no atienda a razonamientos, no escucha ni ve aún teniendo los ojos abiertos,
etc. ante la posibilidad inmediata de muerte, y por lo tanto la comunicación puede volverse compleja, con lo que
nuestro afán por tranquilizarla puede llegar a ser inútil.
Por ello, a la hora de comunicarnos debemos hacerlo con mensajes claros y concisos (p.e.: ¡Toma el salvavidas y
agárrate a el!, ¡soy el socorrista!), animarla (p.e.: ¡No te preocupes!), distraerla (p.e.: ¿Cómo te llamas?),
tranquilizarla (p.e.: El peligro ya ha pasado), orientarla sobre lo que se va a hacer (p.e.: Voy a pasarte el flotador por
el pecho para mantenerte a flote), etc.
Familiares de la víctima: Los familiares deberán estar cerca de la víctima, pero siempre y cuando no dificulten
nuestra labor. Una vez que esta ha sido trasladado por los equipos de emergencia es de gran utilidad proporcionar a
los familiares la ayuda necesaria en cuanto a apoyo canalizando su estado es estrés y tranquilizándoles.
A la hora de comunicar una mala noticia, hemos de saber que una mala noticia siempre es mala, pero nuestra
labor será comunicarla evitando exageraciones ni subjetividad. El impacto psicológico puede ser fulminante. Por otra
parte, hemos de estar bien informados de lo que tenemos que comunicar. Asimismo, dar la noticia en un lugar
discreto y lejos del sucedo, siendo claro, respetuoso, paciente y comprensible con su reacción (llanto, jadeo, grito,
lamento, etc.). Nunca reprimir ni cortar, sino ayudar al desahogo del familiar.
Alerta colectiva: En los casos en los que tengamos que llamar la atención a un grupo grande de bañistas (p.e.:
despejar la piscina por una fuga de cloro, o una corriente de agua peligrosa en playa), la manera de comunicarnos a
todos es expresarnos de manera clara sin tecnicismos, con claridad, brevedad y sin dramatismo para no alarmar más
la situación, y explicaremos las causas de la situación de peligro para convencer a los usuarios de la importancia de
hacer caso a nuestras indicaciones.
Situación de peligro: Cuando el T.S.A. llega al lugar del accidente, probablemente tenga que utilizar ciertos
mensajes imperativos e intensos con el resto de usuarios que se encuentran alrededor como: ¡no la muevan!,
¡apártese, soy el socorrista!, etc. A la hora de atender a la víctima, hemos de controlar en primer lugar su estado
emocional, y para ello procuraremos:
Identificarnos claramente.
Manifestar seguridad y calma a través de nuestra comunicación verbal y no verbal.
Escuchar las necesidades de la víctima mientras le atendemos, aunque realmente atendamos otros aspectos de
mayor importancia diferentes a sus indicaciones.
Indicarle los pasos que vamos a ir llevando a cabo, sin entrar mucho en detalles.
Tras la valoración primaria y secundaria, quedarnos junto a la víctima para calmarla.
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Idioma: En los casos en que el idioma entre la víctima y el T.S.A. sea diferente, debemos utilizar la comunicación
por medio de gestos y expresiones. Este es un idioma universal.
En cuanto a lo que nunca debemos hacer, podemos seguir la siguiente tabla (González Fernández, F., Palacios
Aguilar, J., Barcala Furelos, R. J. y Oleagordia Aguirre, A., 2008):
Culpar o recriminar a alguien de lo sucedido. El accidente ya ha ocurrido y no ganamos nada por hacerlo.
Para eso está la justicia, quien tomará las medidas penales y civiles correspondientes.
Diagnosticar nada sin antes haberlo fundamentado y evidenciado. No podemos decirle a alguien que está
en la camilla que va a quedarse paralítico porque no sabemos realmente lo que le pasa. Debemos ser
prudentes y ponernos en su situación.
Alterarnos hasta el punto de gritar a alguien, ya que esto empeorará la situación y el nerviosismo de la
víctima.
Asustar a la víctima para que haga lo que queremos, ya que esto puede empeorar la situación al
incrementar el miedo de la víctima, lo cual podría conllevar actuaciones más irresponsables y peligrosas.
Niños perdidos: Hemos de procurar tranquilizar al niño y evitar apartarlos de la zona de baño donde lo hemos
encontrado ya que normalmente los padres pueden estar cerca.
Quejar por instalación en mal estado: Cuando recibamos alguna queja de algún usuario denota interés por
nuestra parte el anotar la queja por escrito en el registro de incidencias. Escucharemos y atenderemos al usuario y, si
el problema ya es conocido y se van a tomar las acciones correctoras, se lo indicaremos. En caso contrario
avisaremos al supervisor de la instalación agradeciéndole al usuario su amabilidad al informarnos de la incidencia.
Cierre de la instalación por inclemencia: En caso de inclemencias meteorológicas que nos obliguen a cerrar la
instalación (tormenta eléctrica, fuerte viento, lluvias torrenciales, fuerte oleaje, etc.), avisaremos a los usuarios del
motivo del cierre total o parcial de la instalación, debiendo permanecer en nuestra zona o cerca de ella para informar
y controlar que nadie acceda al recinto hasta que no nos indiquen lo contrario.
Cierre de la instalación por avería o reparación: Informaremos a los usuarios de la avería y el tiempo
aproximado de su reparación indicándoles que se están poniendo los medios para solucionar el problema. En caso de
tener que permanecer en el puesto de trabajo, mantendremos una postura correcta.
Usuarios pequeños: Hemos de saber que los niños pequeños no se dan cuenta del riesgo que corren, de ahí a que
prestemos nuestra máxima atención a estos casos, así como advertiremos a sus padres de que tengan cuidado.
Grupos de jóvenes: En la mayoría de los casos nos ven como guardas o porteros que vienen a cortarnos el royo.
Podemos llevar a cabo algunos consejos de actuación y comunicación:
Exponerles que nuestra obligación es cumplir las normas, y que estas están puestas en beneficio de todos.
Si le damos confianza lo lamentaremos a medio o largo plazo. Por ello, hemos de imponer nuestra autoridad
desde el principio desde el principio para evitar problemas después.
Si no conseguimos neutralizar el problema, o bien este se desmadra, el hecho de expulsar de la instalación a
alguno de ellos puede resultar positivo para que ellos vean quien es el que manda verdaderamente. No obstante,
hemos de tener el consentimiento del responsable de la misma para hacer esto y así evitar tener problemas.
Juegos peligrosos: No es la primera vez que un usuario, sin querer, lesiona a un pecho o a otro usuario. Debemos
saber y hacer comprender que ciertos juegos deben estar prohibidos o controlados.
Depresión emocional del T.S.A.: Si tras la intervención del T.S.A. en un accidente cae en un estado de depresión
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CAPÍTULO 16
Anatomía básica del cuerpo humano
OBJETIVOS
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Con respecto a la anatomía, entendemos que la posición anatómica es aquella en la que el sujeto se haya en
posición erecta de cara al observador, con las palmas de las manos hacia delante, la cabeza y los ojos mirando al frente y
los pies planos sobre el suelo.
Zona 3
En relación a las partes del cuerpo, es de vital importancia
conocerlas, para detallar la posición de la zona afectada del bañista a
los servicios de emergencia. Por ello, a continuación se detallan las
partes básicas del mismo estructuradas en regiones:
Hay que decir que existen otras terminologías que nos ayudarían aún más en definir la posición y estructura del
cuerpo, como son los ejes y planos (sagital, frontal, etc.), así como los términos direccionales (proximal, distal, etc.). Sin
embargo, son conceptos que deberán verse en cursos con mayor especialización.
Esternón Son tres partes: manubrio esternal, cuerpo esternal y apéndice xifoides.
Costillas De cada una de las doce vértebras dorsales salen las costillas, una a cada lado,
TÓRAX hasta un total de 24 costillas. Las 7 primeras costillas se unen por delante con
el esternón (costillas verdaderas), las costillas 8ª, 9ª y 10ª se articulan
Vértebras dorsales
mediante un cartílago común (costillas falsas) también en el esternón, mientras
que las costillas 11ª y 12ª no se articulan con nada (costillas flotantes).
EXTREM. Escápula Es un hueso plano con forma triangular.
SUPERIORES
Clavícula Está situado horizontalmente en la parta anterior y superior del tórax.
Húmero Forma el brazo y une el codo con el hombro en su parte distal y el esternón con
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el acromion en la proximal.
Cúbito
Forman en antebrazo.
Radio
Son ocho: piramidal, pisiforme, semilunar, escafoides, trapecio, trapezoides,
Carpo
grande y ganchoso.
Falanges Cada dedo tiene tres falanges a excepción del dedo gordo que tiene dos.
Ilion
PELVIS Isquion Las tres partes se combinan para formar la cadera.
Pubis
Fémur Forma el muslo y une la cadena y la roilla por medio de la cavidad cotiloidea.
Son cinco metatarsianos y sus respectivas falanges, también tres en cada una
Metatarso
menos en el dedo gordo.
Imagen 16.1.a: Aparato locomotor pasivo Imagen 16.2.a: Aparato locomotor activo
Estas articulaciones sirven de unión entre los huesos, y se compactan mediante los ligamentos y los cartílagos de
conjunción, que sirven para que las articulaciones tengan congruencia entre sí. Por el contrario, los tendones sirven de
nexo entre la musculatura propiamente dicha y los huesos.
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CAPÍTULO 17
Primeros auxilios básicos aplicados al
salvamento acuático
OBJETIVOS
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1. Compórtate tranquilo y sereno: Actuar con calma nos permitirá ordenar mejor nuestras ideas y actuar más rápida
y eficientemente. También tranquilizaremos a la víctima, hablándole con un tono de voz tranquilizador, diciéndole que
somos los T.S.A., preguntándole por sus lesiones e informándole de todas las acciones que vamos a ir llevando para
su evaluación y diagnóstico, así como que la ayuda ya se ha solicitado y que llegarán pronto. Se ha demostrado que
esta conducta ejerce un efecto positivo en el enfermo al inspirarle confianza y una mayor serenidad. Calmaremos sus
temores y le levantaremos el ánimo. No obstante, podemos desarrollar este apartado en el capítulo 15.
Asimismo, nunca dejaremos que vea su herida por miedo a provocarle pánico e incluso un shock. No olvidar que
existen personas que no pueden ver, oír o hablar (ciegos, sordos, mudos, desminuidos, etc.) o, simplemente, que no
entienden nuestro idioma. En estos casos tratar de expresar lo necesario mediante gestos.
2. Hacer una composición del lugar: En caso de accidente múltiple, no podemos atender a la primera víctima que
nos encontremos ya que puede que haya otras víctimas que precisan de nuestra intervención inmediata. Asimismo,
hemos de controlar posibles fuentes de peligro que puedan existir para evitar otras amenazas.
Evaluación primaria: Se trata de reconocer sus signos vitales en el siguiente orden: conciencia, respiración, pulso
y estado neurológico.
Evaluación secundaria: Se trata de reconocer sus signos no vitales (presencia de hemorragias, traumatismos,
contusiones, etc.).
Evaluación terciaria: Se procede a trasladar a la víctima a un centro sanitario. Este traslado deberá llevarse a
cabo en posición adecuada a su patología, lo cual se desarrollará en capítulos posteriores.
5. Manejo del herido: Debe ser con gran precaución, utilizando las técnicas más convenientes para cada caso y
número de auxiliadores. Para ello, es conveniente ver los capítulos relacionados con cada patología. Por norma, a
toda persona inconsciente que haya sufrido un traumatismo grave la trataremos como si tuviera una lesión en la
columna vertebral (evitar manipularla bruscamente).
6. Mantener al herido caliente: Una pérdida o aumento de la temperatura puede agravar el cuadro. Existen mantas
térmicas para tal fin.
7. No hacer más que lo indispensable: No debemos olvidarnos que aplicamos unos primeros auxilios, no somos
quienes curamos las fracturas ni nada por el estilo ya que esto requiere de una mayor formación (D.U.E. o médicos).
8. No dar jamás de beber a una persona inconsciente: Parte de ese líquido puede introducirse por la vía aérea
inferior. Tampoco debe darse de beber en accidentados con un traumatismo abdominal o cuando se presuma que
debe ser operado. Solo se dará de beber en casos de pacientes quemados y siempre en aquellos que estén
conscientes. Bajo ninguna circunstancia, dar de beber bebidas alcohólicas.
9. Nunca dejarlo solo: En pocos instantes el herido puede empeorar y tendremos que estar atentos para actuar en
consecuencia.
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17.2.1 Proteger
Es la primera acción que debemos llevar a cabo en caso de accidente, y para ello debemos tomar las siguientes
medidas:
Emplear unos instantes en realizar una inspección visual del lugar y su entorno para detectar posibles riesgos
(número de accidentados, gravedad de la lesión, presencia de peligros adicionales que puedan provocar otros
accidentes: si existe derrame de líquidos inflamables, materias tóxicas o corrosivas en la ropa de la víctima,
presencia de olas, existencia de rocas, remolinos y corrientes, objetos cortantes o punzantes que puedan herirnos,
ruptura de canalizaciones de gas o de agua, amenaza de derrumbe, etc.).
Proteger a la víctima.
Protegernos a nosotros mismos. Para ello adoptaremos medidas de autoprotección, así como actuar teniendo en
cuenta nuestras posibilidades y limitaciones.
Prevenir el que se agrave la situación de peligro señalizando el lugar del accidente.
17.2.1 Alertar
Se trata de la activación real del S.A.E. ya que en este
eslabón el T.S.A. debe alertar al resto de miembros del equipo
sanitario y autoridades para que se activen los protocolos de
actuación necesarios. La información a detallar debe reflejar los
siguientes aspectos:
Identificarse.
Número aproximado de heridos, personas involucradas y estado
aparente de las víctimas.
Imagen 17.2.1.a: T.S.A. alertando por walkie un accidente en
Sexo y edad aproximada. paseo marítimo de la playa de Conil de la Frontera
Localización exacta del accidente (carretera, punto kilométrico, sentido del accidente, calle o número de la casa o
piso, posibles referencias, etc.). Utilizar zonas conocidas como bares, restaurantes, edificios emblemáticos, etc.
Tipo de accidente (por colisión, por caída, por ahogamiento, etc.).
Características especiales de las víctimas (disminuido físico, psíquico o sensorial, embarazo, reacciones alérgicas,
enfermedades, etc.).
Circunstancias o peligros que puedan agravar la situación (caídas de postes eléctricos, riesgos de incendio, productos
corrosivos, etc.).
A la hora de alertar, es recomendable y responsabilidad del T.S.A. el recopilar los teléfonos de asistencia más
cercanos de la zona en la que vayamos a trabajar para que la asistencia sea lo más rápida posible (tabla inferior).
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17.2.3 Socorrer
Una vez completados los dos puntos anteriores comenzará la asistencia real sobre el accidentado, teniendo en
cuenta, y en este orden, el nivel de conciencia, respiración, pulso y estado neurológico (flujograma 17.2.3.a). Por otra
parte, a la hora de llevar a cabo este procedimiento tendremos en cuenta lo establecido en el capítulo 6.
4. Soporte Vital Avanzado y servicios de medicina intensiva (exclusivo de servicios sanitarios cualificados).
LIPOTIMIA
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Tumbar a la persona en posición de decúbito supino y elevar las piernas no más de 45º para
favorecer el retorno venoso.
Facilitarle la respiración aflojándole ropa u otros objetos que puedan comprimir cuello,
ACTUACIÓN pecho, cintura, etc.
Mantener la permeabilidad de la vía aérea (capítulo 17.6).
Comprobar las constantes vitales (conciencia, respiración y pulso).
Mantenerla tumbada unos minutos hasta que recupere la conciencia.
SÍNCOPE
Puede estar motivada por enfermedad cardíaca o por motivos de origen nervioso. En un
tiempo de unos 20” se restablece la circulación y la palidez viene seguida de un enrojecimiento
ETIOLOGÍA debido a la entrada masiva de sangre en los capilares sanguíneos.
No obstante, las causas del síncope pueden ser las mismas que las de la lipotimia.
SHOCK
Es una situación clínica que se puede deber a muchos factores. El shock aparece
cuando en el organismo se produce un trastorno de la circulación, es decir, una disminución del
CONCEPTO aporte sanguíneo a los tejidos periféricos. Lo podemos entender como una mala perfusión
sanguínea (p.e.: shock hipovolémico provocado por una disminución del volumen sanguíneo
como consecuencia de alguna hemorragia).
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En todas estas situaciones, hemos de tener en cuenta que si las constantes están controladas, y la persona ha
sufrido una pérdida de conciencia no presenciada por nosotros, la colocaremos en la posición lateral de seguridad o P.L.S.
(capítulo 17.7) para prevenir la asfixia por la caída de la lengua hacia atrás y posibles vómitos.
Tiene tres capas, distribuidas de la más superficial a la más profunda: epidermis, dermis e hipodermis. Puede
quedar lesionada dando lugar a varios tipos de lesión en función del tipo de agresión y de su profundidad.
Algunas de las lesiones que sobre la piel podemos encontrarnos son las siguientes:
HERIDAS
CONTUSIONES
Lesión producida por una agresión sin llegar a romper la piel y puede dar lugar a
CONCEPTO
lesiones internas.
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QUEMADURAS
Se define como toda lesión de la piel producida por el calor en cualquiera de sus formas
(llama, objeto incandescente, etc.). La determinación de la gravedad de una quemadura
CONCEPTO
dependerá de la profundidad y de la extensión de la misma, aunque a continuación veamos solo
el primero.
CAUSTICACIONES
CONCEPTO Son quemaduras producidas por agentes químicos (cloro, ácidos, etc.).
ACTUACIÓN Arrastrar el corrosivo con abundante agua, y si es posible frotar con un cepillo.
Si la causticación se produce en los ojos, lavar con abundante agua durante al menos 20’.
Trasladar a la víctima a un centro especializado.
CONGELACIONES
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ELECTROCUCIÓN
PICADURAS
Son pequeñas heridas producidas por otros seres vivos (artrópodos, animales marinos,
CONCEPTO
etc.), a través de las cuales penetra sustancias tóxicas en el organismo.
Picaduras de artrópodos: Arañas, garrapatas, escorpiones, avispas, etc. Son las más
frecuentes. Ocasionalmente, pero muy raras veces, pueden llegar a provocar la muerte
debido a una reacción alérgica por el veneno que inoculan. Las manifestaciones más
ETIOLOGÍA
frecuentes son dolor, inflamación y enrojecimiento.
Picaduras de animales marinos: Medusas, peces venenosos, etc. Las manifestaciones
más comunes son dolor con sensación de ardor, erupción y ronchas en la piel.
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MORDEDURAS
Consideramos traumatismos a cualquier agresión que sufre el organismo como consecuencia de la acción de
agentes físicos o mecánicos. Podemos diferenciar dos tipos:
ESGUINCES
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LUXACIONES
FRACTURAS
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Son lesiones traumáticas que afectan a uno o varios de los huesos o articulaciones de la
columna vertebral, implicando a veces a la médula espinal. La columna vertebral es una hilera
de vértebras que se extienden desde la cabeza hasta la cadera y que presenta cinco curvaturas:
CONCEPTO
la zona cervical, dorsal, lumbar, sacra y la zona del cóccix. Estas curvaturas tienen varias
funciones: soportar un mayor peso, amortiguar mejor las fuerzas verticales, poder mantener
mejor y más tiempo la postura erecta o bípeda y, sobretodo, proteger la médula espinal.
POLITRAUMATIZADO
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Corazón: Está ubicado en el tórax, sobre el diafragma, entre los dos pulmones y ligeramente hacia el lado izquierdo,
y tiene el tamaño de un puño (imagen 17.4.4.a). Tiene como función principal el bombear sangre hacia los pulmones
(circulación menor) y al resto de los tejidos (circulación mayor).
Tras el aporte de oxígeno a la sangre, esta abandona los pulmones a través de las venas pulmonares, que la
llevan hacia la aurícula izquierda, donde la sangre pasará a través de la válvula mitral hacia el ventrículo izquierdo y
a través de la válvula aórtica hacia la arteria aorta, que finalmente la envía a todas las partes y sistemas del cuerpo.
Vasos sanguíneos: Es a través de los vasos sanguíneos cómo se hace circular la sangre hacia todas las partes del
cuerpo. Las arterias son los vasos que salen del corazón, y a medida que se alejan y se ramifican pierden parte de su
diámetro y su capa elástica hasta llegar a las arteriolas, que son de menor calibre.
Tras esto la sangre pasa a los capilares, cuyas paredes son muy delgadas, y donde la circulación es lenta
favoreciendo el intercambio de sustancias y gases entre la sangre y los tejidos.
Tras abandonar los capilares, la sangre entra en las vénulas para iniciar el camino de regreso al corazón, y a
medida que se acercan a este va aumentando su diámetro hasta llegar a la vena cava.
Sangre: En el organismo existen alrededor de 5 litros de sangre, y esta tiene como funciones principales las
siguientes:
Algunas de las lesiones vasculares que podemos encontrarnos son las siguientes:
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PARADA CIRCULATORIA
Entre las lesiones, la más frecuente es el infarto agudo de miocardio (IAM), que se
produce al interrumpirse la circulación que irriga al propio corazón.
HEMORRAGIAS
Se define como la salida de sangre de los vasos sanguíneos como consecuencia de una
CONCEPTO
rotura de los mismos.
Según su naturaleza:
Externas: La emisión de sangre se produce hacia el exterior del organismo (epistaxis).
Internas: La sangre se acumula en una cavidad cerrada del organismo sin
comunicación con el exterior (hemotórax).
Según su origen:
Arterial: La sangre es de color rojo brillante, su salida es abundante y a borbotones
coincidiendo con el latido cardíaco.
Venosa: La sangre es de color rojo oscuro y su salida es continua.
Capilar: Tiene el mismo comportamiento que la sangre venosa con la diferencia que la
pérdida suele ser mínima debido a un menor calibre del vaso. Este tipo de sangre se
coagula pronto.
TIPOS
Según su presentación:
Agudas: Muy rápida instauración.
Crónicas: Pérdida mantenida en el tiempo.
Hemoptisis: Salida de sangre de la boca procedente del aparato respiratorio. Aparece con
la tos y la sangre se presenta mezclada con esputo. No confundir con la sangre procedente
ACTUACIÓN del tubo digestivo, ya que esta es de color rojo claro.
Aplicar frío local.
Colocar en posición de decúbito supino semisentado para que el plano vertical alivie la
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respiración.
Guardar la muestra de esputo para su posterior estudio.
Valorar y tratar el shock.
Trasladar a la víctima a un centro especializado.
Melenas: Salida de sangre procedente del ano, de color negruzco, mezclada con heces, de
aspecto pegajoso y maloliente. La actuación es igual que la hematemesis, es decir, en
posición semisentado con las rodillas flexionadas para evitar el retroceso de la sangre hacia
el aparato digestivo.
Rectorragia: Igual que las melenas radicando su diferencia en que el sangrado no procede
de vías digestivas altas. La actuación consiste en trasladar a la víctima a un centro
especializado, aunque este tipo de lesión no suele presentar una gravedad excesiva.
Hematuria: Salida de sangre con la orina. La actuación consiste en trasladar a la víctima a
un centro especializado para comprobar, mediante pruebas específicas, tipo de sangrado,
procedencia, etc. (analítica).
Otorragia: Es la salida de sangre por el oído. Si la hemorragia es leve, la actuación
consistirá en la limpieza de la zona. Si la hemorragia es grave puede ser un signo de
fractura en la base del cráneo, actuando de la siguiente manera:
Colocar al herido en P.L.S. hacia el lado del oído sangrante.
Poner un almohadillado bajo la cabeza.
No taponar.
Trasladar a la víctima a un centro especializado.
Ha de realizarse entre la herida y el corazón (zona proximal). Una vez aplicado, solo
TORNIQUETE debe ser quitado por un facultativo. No deben emplearse objetos que puedan cortar al
comprimir la zona (alambres o cuerdas), lo usual es utilizar un pañuelo o algo similar con
suficiente anchura.
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Podemos clasificar los cuadros de ahogamientos atendiendo al aspecto de la víctima, al hecho de que se haya
producido o no aspiración de agua, y en función de la naturaleza del agua en la que se sumerge la víctima.
CLASIFICACIÓN
MECANISMO Ahogado azul: Estos pacientes son víctimas del clásico ahogamiento por asfixia. Su
DE apareciendo cianótica nos hace pensar en una anoxia, bien por una interrupción de la
PRODUCCIÓN ventilación, bien del intercambio de gases con la sangre, o bien por cualquier otro motivo.
Ahogado seco: Sufre asfixia por un laringoespasmo reflejo al contacto con el agua. Este
laringoespasmo protege de la entrada de agua a los pulmones. Se ha demostrado que se da
con más frecuencia en pacientes que pierden el conocimiento en el momento del contacto
con el agua, o incluso antes del mismo. Este tipo de víctimas es más fácilmente
recuperable.
Ahogado húmedo: Se produce asfixia y anegación de los pulmones por líquido exterior
acompañado a menudo de contenido gástrico.
Agua de mar: Provoca paso de líquido desde el torrente circulatorio hacia los alvéolos
pulmonares, dificultando el intercambio gaseoso y llegando a la muerte por asfixia, hipoxia,
acidosis y edema pulmonar.
Agua dulce: Pasa rápidamente desde el alveolo al torrente circulatorio, produciendo
AHOGAMIENTO
hipervolemia y hemólisis, lo que ocasiona la muerte por fibrilación ventricular, hipoxia y
SEGÚN EL
edema pulmonar.
MEDIO
Ahogamiento de piscina: Es igual que en agua dulce, con el agravamiento que el cloro
puede acarrear, ya que este ejerce una acción tóxica sobre la pared alveolar.
Ahogamiento en aguas contaminadas: Presente dos problemas añadidos, la
contaminación bacteriana y la química.
Lo más importante es extraer a la víctima del lugar del ahogamiento e iniciar rápidamente
las medidas de reanimación. Se debe iniciar junto con la respiración boca-boca la
administración de altas concentraciones de oxígeno, si se dispone de el, incluso en los
MEDIDAS A
pacientes conscientes y sin aparente dificultad respiratoria, para resolver al hipoxia.
TOMAR
Si no se aprecia latido cardíaco se debe pasar a una reanimación cardiopulmonar básica
completa.
Tener especial precaución con los vómitos que tiene lugar en un alto porcentaje de los
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En caso de obstrucción de la vía aérea, lo primero que debemos hacer ante esta situación es comprobar la
permeabilidad de la vía aérea, es decir, que no haya ningún elemento que impida la entrada y salida de aire, ya que
cuando ocurre esto se compromete automáticamente la vida.
La obstrucción de la vía aérea suele ir acompañada por una alteración del nivel de conciencia, normalmente
debido a la ingestión accidental de algún objeto o resto de alimento. Si estamos presentes, y la víctima está conciente,
veremos cómo esta lleva sus manos al cuello como signo universal del atragantamiento y asfixia. Si no estamos presentes
en el momento del atragantamiento, la observación del lugar puede darnos pistas de vital importancia (p.e.: niños
desmallados junto a un bote de canicas), de ahí la importancia del capítulo 17.2.1.
Vías respiratorias altas: Boca, nariz, faringe (dividida esta última en rinofaringe y orofaringe) y laringe. Cuando la
obstrucción se localiza en las vías respiratorias altas, la obstrucción se considera total.
Vías respiratorias bajas: Tráquea, bronquios y bronquiolos. Cuando se produce en las vías respiratorias bajas, la
obstrucción se considera parcial, ya que el objeto puede alojarse tanto en un bronquio como en otro, permitiendo la
ventilación del bronquio no afectado.
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Obstrucción parcial de la vía aérea: La víctima estará inquieta y toserá. Puede haber sibilancias (el sonido en
forma de pito que se produce cuando la víctima intenta inspirar). En estos casos la víctima, generalmente, será capaz
de eliminar el cuerpo extraño tosiendo ya que la tos genera presiones elevadas en la vía aérea que permiten expulsar
el cuerpo extraño.
Obstrucción completa de la vía aérea: La víctima será incapaz de hablar, respirar, toser y acabará perdiendo el
conocimiento. En estos casos, la acción de toser no eliminará el cuerpo extraño y veremos seriamente comprometida
la vida del paciente.
El tratamiento de la obstrucción de la vía aérea dependerá del estado del paciente, diferenciando tres pasos:
Si la víctima está consciente, anímela para que siga tosiendo y no haga nada más.
Si la víctima queda inconsciente, depositarla en el suelo, controlar sus constantes vitales e iniciar la R.C.P. en caso
necesario.
Si la víctima muestra signos de obstrucción pero está consciente, seguiremos la siguiente secuencia de pasos:
Para adultos o niños: Seguiremos una serie de pasos secuenciales que se desarrollarán a continuación:
1. Retirar cualquier objeto que pueda haberse quedado suelto en la boca (p.e.: una dentadura postiza).
2. Aliviar la zona de presión del cuerpo, como por ejemplo el abdomen o el cuello, y retirar todo tipo de objetos que
puedan provocar compresión (cinturón, desabrochamiento del primer botón de la camisa, corbata, etc.).
3. En función a la posición de la víctima:
Si está de pie, con víctima consciencia: Nos colocaremos de pie a su espalda como al principio de la imagen
17.6.3.a.
Si está sentado, con víctima inconsciente: Nos colocaremos detrás de la víctima también sentados y
apoyaremos su espalda contra nuestro pecho.
Si está tumbado, con víctima inconsciente: Lo colocaremos en la posición de sentado e iniciaremos el
proceso anterior.
4. Sujetar el pecho de la víctima con una mano, arqueando ligeramente la espalda del paciente, para que cuando el
objeto que provoca la obstrucción se movilice, salga por la boca en lugar de seguir bajando por la vía aérea.
5. Dar hasta cinco golpes secos y fuertes en la espalda de la víctima, concretamente entre los omóplatos, con el
talón de la palma de la mano.
6. Si fallan estos golpes, comenzar con las compresiones abdominales, que consistirán en colocarse de nuevo detrás
del paciente extendiendo ambos brazos alrededor de la parte superior de su abdomen (imagen 17.6.4.a).
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Imagen 17.6.4.a: Paso 6 de la maniobra de Heimlich para Para bebés: También desarrollaremos los pasos secuenciales a
adultos continuación:
1. Realizar barrido digital de arrastre para retirar el objeto causante de la obstrucción (colocar dedo índice en forma
de gancho y recorrer el interior de la boca) únicamente si el rescatador lo puede ver (imagen 17.6.4.b).
2. Colocar al bebé boca abajo, a lo largo del antebrazo, y aplicarle golpes secos y fuertes en su espalda con el talón
de la mano (imagen 17.6.4.c).
3. Da cinco ventilaciones de rescate (solamente se realizan en bebés) y antes de comenzar las compresiones
torácicas.
4. Comprima el tórax aproximadamente un tercio de su profundidad utilizando dos dedos en caso de lactante, y una
o dos manos para cuando la edad del bebé sea algo más avanzada para conseguir una profundidad adecuada.
Puede darse el caso de que sea uno mismo sea víctima de obstrucción de la vía aérea y no haya nadie para
ayudar. En este caso aplicaremos la maniobra auto Heimlich, que consiste en colocar el propio puño en el abdomen y
presionar con la otra mano hacia atrás y hacia arriba. Si no desaparece la obstrucción, podemos presionar nuestro
abdomen sobre alguna superficie rígida y con bordes romos (silla, mesa, valla, etc.).
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Paso 17.6.5.a: Alineación de los miembros inferiores para Paso 17.6.5.b: Alineación de los miembros inferiores para
el volteo decúbito-prono volteo decúbito-prono
Paso 17.6.5.c: T.S.A. situado en la cabeza para el volteo Paso 17.6.5.d: Volteo decúbito-prono
decúbito-prono
Paso 17.6.5.e: Volteo decúbito-prono siguiendo eje Paso 17.6.5.f: Fin del volteo decúbito-prono
cabeza-cuello-tronco
Paro respiratorio: Se suspende la respiración, aunque los latidos cardíacos persisten durante un corto espacio de
tiempo, lo que nos permitirá actuar con rapidez para evitar al paro cardíaco. Las causas más frecuentas son:
intoxicación (fármacos, drogas, etc.), obstrucción de la vía aérea, traumatismos torácicos y abdominales,
enfermedades vasculares, etc.
Paro cardíaco: Se produce una ausencia de circulación que provoca la falta de aporte de oxígenos a los tejidos
(anoxia) con un rápido deterioro de la función respiratoria.
Reanimación cardiopulmonar o R.C.P.: Conjunto de maniobras encaminadas a revertir el estado de P.C.R. para
intentar restaurar la respiración y la circulación espontáneas con el objetivo fundamental de recuperar las funciones
cerebrales completas. Lo desarrollaremos en el capítulo 17.7.1.
Soporte Vital Básico o S.V.B.: Se refiere al mantenimiento de la permeabilidad de la vía aérea y el soporte de la
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respiración y de la circulación sin utilizar otros dispositivos que no sean los de protección, que se verán en el capítulo
17.7.2.
1. Garantizar la seguridad del reanimador y de la víctima realizando las maniobras pertinentes en una zona segura.
2. Valorar el nivel de conciencia, que consistirá en zarandearlo por los hombros y preguntarle con voz fuerte si se
encuentra bien:
Si responde: Dejarlo en la posición en la que lo encontramos, valorar su estado, pedir ayuda si es necesario y
valorar a la víctima regularmente.
Si no responde: Gritar pidiendo ayuda, colocarlo en la posición de P.L.S. y abrir la vía aérea utilizando la
maniobra frente-mentón (capítulo 17.7.1).
4. Valorar la circulación, que consistirá en la comprobación de signos evidentes de circulación mediante la toma del
pulso. Se palparán pulsos centrales a nivel de las arterias carótidas preferentemente, o arterias femorales. Para
tomar el pulso carotídeo debemos seguir una serie de pasos:
Se colocarán dedos índice y corazón sobre el lado derecho del cuello, en la zona
situado por debajo del ángulo de la mandíbula (imagen 17.7.a).
Presionar con los dedos suavemente hasta que localicemos el pulso. No utilizar el
dedo pulgar ya por el discurre una arteria y podríamos confundir el pulso propio
con el de la víctima.
Realizar la misma operación sobre el lado opuesto del cuello para palpar la arteria
del otro lado (es importante no palpar las dos carótidas al mismo tiempo y no
hacer la compresión con fuerza ya que impediríamos la correcta entrada de aire).
La técnica para la colocación del paciente en P.L.S. sigue los siguientes pasos secuenciales:
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5. Flexiona la rodilla más lejana a usted por la rodilla elevándola hacia arriba pero manteniendo el pie en el suelo
(paso 17.7.b).
Paso 17.7.a: Colocación brazo proximal en ángulo recto Paso 17.7.b: Colocación brazo distal sobre el pecho para
para la posición de P.L.S. la posición de P.L.S.
6. Tirar de la pierna alejada con suavidad para hacer rodar a la víctima hacia el reanimador sobre su costado hasta
conseguir un ángulo recto con la rodilla y la cadera (paso 17.7.c).
7. Mantener la cabeza hacia atrás para asegurar que la vía aérea permanece abierta (paso 17.7.d), manteniendo la
mano bajo la mejilla para mantener la cabeza extendida.
8. Vigila sus constantes vitales.
Paso 17.7.c: Rotación de la víctima para la posición de Paso 17.7.d: Colocación de la cabeza sobre la mejilla para
P.L.S. la permeabilidad de la vía aérea para la posición de P.L.S.
En un sujeto inconsciente se produce la caída la lengua hacia atrás y, como consecuencia, se crea una resistencia
al paso del aire. Por lo tanto, tenemos que proceder a la apertura de la vía aérea, para lo cual llevaremos a cabo los
siguientes pasos:
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Cabe destacar la existencia de otra maniobra que sustituye a la frente-mentón, que es la tracción
mandibular. Sin embargo, su realización no se estima conveniente en S.V.B. al ser más compleja y requerir de
mayor especialización ya que puede provocar movimiento espinal.
Esta técnica es la que comúnmente denominamos boca a boca y consiste en introducir aire por medio del
rescatador en las vías respiratorias de la víctima a través de la boca. Los pasos a seguir son:
3. C (Circulation): Pretende conseguir una circulación eficiente de la sangre, y para ello es necesario el masaje
cardíaco externo. Su aplicación requiere de los siguientes pasos secuenciales y consejos de ejecución:
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Al igual que en el boca a boca, el tiempo entre la compresión y la descompresión debe ser igual, y el tórax debe
volver a su sitio después de cada compresión.
Se interrumpirán las compresiones durante un período de tiempo no superior a diez segundos para comprobar si
el paciente respira.
Cada vez que se vuelven a realizar las compresiones, el reanimador debe tener localizado el punto de masaje
para no perder tiempo.
Para prevenir la fatiga del reanimador, y en los casos en los que haya dos rescatadores, se turnarán cada uno o
dos minutos procurando que el cambio sea rápido.
En el caso de ser dos reanimadores, la secuencia sigue siendo la misma. En este caso, nos colocaremos los dos
en el mismo lado y mientras uno hace el boca a boca (imagen 17.7.1.f) el otro realiza el masaje cardíaco (imagen
17.7.1.g).
Imagen 17.7.1.f: Respiración boca a boca en R.C.P. con Imagen 17.7.1.g: Masaje cardíaco a R.C.P. con dos
dos reanimadores reanimadores
Estas compresiones torácicas producen un flujo sanguíneo al incrementar la presión intratorácica y por la
compresión directa del corazón, lo cual genera un pequeño aporte sanguíneo al cerebro y el corazón.
Dejaremos de aplicar la R.C.P. cuando nos hayamos equivocado en el diagnóstico de la P.C.R., si la víctima
reacciona (presencia de respiración), por fatiga extrema del reanimador, o cuando llega el personal sanitario y se
encarga de la situación.
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Imagen 17.7.2.a: Mascarilla de reanimación para bolsa Imagen 17.7.2.b: Mascarilla de reanimación de bolsillo
De todas maneras, el riesgo de contagio por VIH y hepatitis es mínimo. El contagio a través del boca-boca no
está documentado, y además la saliva no está implicada en los mecanismos de transmisión de ambas enfermedades. Si
es posible contraer por la saliva algunas enfermedades como el virus del herpes simple, neisseria, meningiditis,
tuberculosis y SARS (enfermedad vírica respiratoria). Por ello, existen mecanismos de barrera con válvula unidireccional
que previenen la transmisión oral de bacterias de la boca de la víctima al reanimador durante las ventilaciones.
En cuanto a las mascarillas con bolsa de oxígeno, éstas permitirán que el porcentaje de O2 insuflado sea mayor
que si lo hacemos nosotros mismos ya que al expulsarlo de nuestro organismo ya sale con un porcentaje mayor de CO2,
con lo que su utilidad es bastante menor. De hecho, se ha calculado que el porcentaje de oxígeno cuando entra en los
pulmones es del 20,16 % y que cuando sale lo hace con un porcentaje del 16,20 %, siendo la diferencia existente la
retenida en la hemoglobina de la sangre para su distribución constante a todos los tejidos del organismo, produciéndose
así la oxidación de las sustancias alimenticias y la energía que requieren las funciones biológicas.
En caso de reticencias por parte del reanimador a la hora de las insuflaciones boca-boca, se recomienda realizar
al menos el masaje cardíaco externo, que aunque no es lo apropiado, es mejor que no hacer nada.
El desfibrilador plenamente automático: El reanimador oye una alarma que precede al choque eléctrico en pocos
segundos, a menos que se anule manualmente.
Otros elementos con los que cuentan los desfibriladores son las
palas-electrodos, las cuales son adhesivas y su función es la de captar la
Imagen 17.8.a: Desfibrilador externo semiautomático
señal eléctrica procedente del EKG.
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Algunas características que deben tener los DEAs debido a que se utiliza en el Soporte Vital Básico, es que sean
fáciles de usar, que sean de bajo peso coste, y que requieran un mantenimiento mínimo. Asimismo, los DEAs utilizan
mensajes de voz para guiar al reanimador.
Cada desfibrilación cuenta con una secuencia de tres choques eléctricos, con unos niveles de energía de 200, 200
y 360 julios. Cuando los desfibriladores se diseñan para Soporte Vital Avanzado, encontraremos algunas diferencias con
respecto a los desfibriladores anteriormente nombrados.
Las arritmias que con más frecuencia se encuentran en la situación de paro cardiorrespiratorio son la taquicardia
ventricular sin pulso y la fibrilación ventricular, la cual tiende a convertirse en pocos minutos en asistolia (ausencia de
pulso).
1. Estando la víctima inconsciente, pediremos ayuda siguiendo las indicaciones del capítulo 15.4 y 6.3 y abriremos las
vías aéreas con el paciente en decúbito supino.
2. Si hay más de un reanimador, realizar la R.C.P. mientras que se coloca el DEA al lado izquierdo del paciente a la
altura de su cabeza. Descubriremos el tórax del paciente y le afeitaremos el pecho si es necesario para la colocación
de los parches electrodo para desfibrilar. Colocaremos en primer lugar los cables al desfibrilador y posteriormente al
pecho del paciente, pegando uno de ellos en el lado derecho del pecho (región infraclavicular) y el otro en el borde
inferior izquierdo de las costillas.
3. Una vez colocado el DEA, lo encenderemos para que el propio aparato analice el ritmo cardíaco del sujeto mediante
un microprocesador que examina en pocos segundos y varias veces múltiples señales del EKG de superficie
(frecuencia, amplitud, forma y pendiente de las ondas).
4. Seguiremos las indicaciones visuales o auditivas que nos indique el DEA.
5. Si el choque eléctrico está indicado, el DEA lo aplicará tras una advertencia, mientras que el semiautomático anuncia
su indicación mediante una alarma visual o auditiva, y es el reanimador quien pulsará el botón para el choque. No se
debe tomar el pulso tras el primer choque eléctrico, ya que puede interferir con el análisis del DEA. La comprobación
del pulso se realizará después de cada serie de tres choques.
6. Si el choque eléctrico no está indicado continuaremos con la R.C.P. y las indicaciones del DEA hasta la llegada de
personal cualificado, fatiga o cuando la víctima comience a respirar normalmente.
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Cogeremos a la víctima por los tobillos, antebrazo o brazos para arrastrarlo hacia un lugar
Arrastre
seguro.
Muleta Si la víctima ha sufrido algún golpe en la extremidad inferior, podrá apoyarse en el T.S.A. y
humana andar a pata coja.
Doble muleta Se llevaría a cabo la misma operación que en la técnica de muleta humana pero en este caso el
humana apoyo es en ambos laterales.
Asiento o Los T.S.A. se colocarán uno a cado lado de la víctima, con las manos entrelazadas por debajo de
silla de reina las rodillas de ésta y las otras por detrás de su espalda.
Realizar el arrastre o el traslado con el mayor control posible para evitar aumentar las lesiones que pudiera tener la
víctima.
Controlar constantemente a la víctima en caso de estar consciente pero con síntomas de desvanecimiento.
En caso de intuir lesión medular y tengamos que movilizar a la víctima, podemos utilizar las siguientes técnicas:
1. El T.S.A. más experimentado aplicará una pinza lateral y tracción sobre la cabeza de la víctima (imagen
12.3.5.h).
2. Dos socorristas se colocarán a la altura del tórax y su cadera, disponiendo las manos en la parte lateral distal
de la víctima.
3. A la señal, el T.S.A. de la cabeza coordinará la acción de girar el cuerpo de la víctima hacia el lado de los
otros dos socorristas, quedando apoyada esta sobre un costado.
4. El T.S.A. más alejado al de la cabeza irá a por el tablero espinal y lo colocará debajo de la víctima.
5. Recuperar la posición inicial para volverla a girar de nuevo al sitio de antes, esta vez sobre la camilla.
6. Completar la inmovilización con la colocación de las cinchas.
7. Traslado a un lugar seguro.
1. Al igual que en el caso anterior, el T.S.A. más experimentado aplicará la pinza lateral.
El bloque
2. El resto de T.S.A. o colaboradores se colocarán a los lados del cuerpo de la víctima, repartiéndose
uniformemente el peso.
3. A la voz del T.S.A. principal levantarán a la víctima siempre en bloque.
4. Otro T.S.A. colocará la camilla debajo de la víctima.
5. A la voz del T.S.A. principal volveremos a depositar a la víctima en el suelo, esta vez sobre el tablero espinal.
6. Completar la inmovilización con la colocación de las cinchas.
7. Traslado a un lugar seguro.
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En ambos casos, lo ideal hubiera sido colocar el collarín cervical antes de cualquier maniobra para estabilizar la
zona cervical. Asimismo, en todo momento los movimientos deberán ser suaves y controlados, siempre siguiendo el eje
cuello-tronco-piernas.
1. Las piscinas de uso colectivo cuyos vasos tengan una superficie de lámina de agua igual o superior a 600
metros cuadrados deberán contar con un local adecuado e independiente, de fácil acceso y bien
señalizado, destinado a la prestación de los primeros auxilios. Este local deberá disponer del
equipamiento señalado en el Anexo 3, cuya reposición habrá de ser continua y podrá ser utilizado
durante todo el tiempo de funcionamiento de la piscina.
2. Las piscinas de uso colectivo no comprendidas en el apartado anterior, tendrán al menos un armario
botiquín, de reposición continua, dotado con el material de cura especificado en el Anexo 3 de este
Reglamento.
2. El armario botiquín deberá contar con el material de cura especificado en el apartado anterior.
Bala de oxígeno con regulador de flujo y mascarilla: Es una bombona que contiene oxígeno que se utiliza para
en los casos en los que la víctima requiera un aporte extra para situaciones en las que se comprometa la respiración.
Férula y tablillas para inmovilización: Para mantener la continuidad de algún miembro en el que se haya
producido algún traumatismo, así como para facilitar la evacuación.
Ambú clínico, adulto e infantil: Son dispositivos utilizados para las insuflaciones de aire durante la R.C.P.
Apósitos estériles: Para la limpieza de las heridas.
Solución antiséptica desinfectante: Comúnmente conocida como betadine o yodo.
Analgésico general: Para el dolor.
Antihistamínico: Pastillas para la alergia.
Antipruriginoso de uso tópico: Pomada para las alergias y picaduras.
Con respecto a los medicamentos que se recogen en el botiquín, hemos de dejar claro que un T.S.A. no está
capacitado para proporcionar alguno bajo su responsabilidad. El hecho de que esté en un botiquín se debe a su obligación
legal y para los casos en los que sea el propio usuario quien lo demande.
Debe estar ordenado y con todos los materiales claramente clasificados, identificados y etiquetados (no es mala idea
el escribir en la caja para qué sirve para cosa).
El lugar de conservación debe ser un espacio en el que no haya humedad y no le de el sol directamente.
Revisar su estado periódicamente para ver las fechas de caducidad y consumo.
Es aconsejable colocar la lista de teléfonos que en el capítulo 17.2.1 se establece para urgencias, así como el
protocolo de actuación correspondiente a la instalación.
La cerradura del botiquín debe ser de fácil apertura, ya que en momentos de urgencia solemos perder motricidad fina
si no mantenemos el control.
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CAPÍTULO 18
Bibliografía
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