Clase 3
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PROGRAMA 6: TRANSICIÓN
STEVE: Fue uno de esos acontecimientos que ayudaría a definir el futuro por los siglos de los siglos. El mes: octubre. El año:
312. Constantino se preparaba para la batalla. Las apuestas eran altas. ¿Quién controlará al Imperio Romano? Constantino se
detiene para orar. De repente, tiene una visión. Él ve el signo de la cruz y las palabras "En este signo ganarás." Él había
aceptado la visión. Adoptó el signo. Había grabado la Cruz en la armadura de los soldados. Entró a la batalla y venció. La
trascendental batalla tuvo lugar en el Puente Milvio de Roma. Después de esta batalla, la Iglesia nunca sería la misma. Sin
lugar a dudas se puede decir que el mundo jamás sería el mismo.
Hola, soy Steve Bell y me encuentro en el Mar de Galilea, en la Tierra Santa, y este es el último capítulo de nuestra serie de
seis episodios. En programas anteriores, hemos analizado el cristianismo a través del tormentoso e imprevisible siglo primero.
Hemos visto: los fundamentos--Cristo, sus apóstoles, y al último gran apóstol san Pablo; la propagación de la fe a lo largo de
los confines del imperio romano durante sus primeros 300 años; las acusaciones hechas por los paganos en contra los
cristianos, los estallidos de persecución que amenazaban con destruir el nuevo y frágil movimiento; y los testimonios de
quienes permanecieron de pie, dispuestos a pagar con sus vidas, quienes inspiraron tanta fuerza y coraje a la comunidad de los
creyentes.
La última persecución, llamada la gran persecución, se llevó a cabo por el emperador Diocleciano y sus cogobernantes. Fue la
peor y más salvaje de todas. Fue un esfuerzo desesperado del paganismo para reafirmarse y reprimir el aumento constante de la
presencia y la fuerza del cristianismo.
El paganismo no prevaleció. El cristianismo había establecido sus raíces de manera profunda en el corazón, en la mente y en la
vida del imperio. Comenzó una transición que es el fundamento de nuestro mundo moderno. Para describir lo que sucedió
vamos con mis colegas Russell, Nigel y Jane, en Neumagen cerca de Trier en Alemania Occidental.
NIGEL: Constantino y sus tropas marchaban en Roma desde el oeste para hacer guerra en contra de su rival, otro que quería ser
emperador, Majencio. Fue antes de enfrentarse en batalla que Constantino tuvo su visión.
JANE: Se ha pensado tradicionalmente que Constantino tuvo su visión justo antes de la batalla en las afueras de Roma.
Tenemos dos descripciones acerca de su visión. Una es de parte de Lactancio. La otra es de Eusebio. Lactancio dijo que la
visión tuvo lugar la noche antes de la batalla. Si ese fue el caso, tuvo que haber tenido lugar cerca de Roma. Pero la descripción
de Eusebio se basa en una conversación de primera mano con Constantino, quien juró haber tenido realmente la visión. Eusebio
ubica la visión después de que salieron de Trier.
RUSSELL: Este habría sido el primer punto de detención natural para sus tropas, a un día de marcha de Trier.
NIGEL: y este es el único lugar que se registra. No hay otros lugares que sean declarados como sitio de la visión.
JANE: Psicológicamente, hubiera tenido sentido que la visión ocurriera aquí. Constantino amaba Trier. Incluso construyó un
palacio ahí.
RUSSELL: Constantino prefería a Trier que a Roma. Pasaba sus vacaciones de verano aquí. Así que es muy posible que la
visión ocurriera aquí, en ese día de otoño, en esta área solitaria cerca de Trier.
NIGEL: Después de la visión, se trasladó confiadamente hacia Roma y hacia la batalla decisiva bajo el signo de la cruz.
RUSSELL: Esta es una cruz conmemorativa, fue colocada aquí por habitantes locales, y la inscripción: "En este signo
conquistarás. Buen Cristiano, no pases de esta área sin reconocer a Jesucristo, nuestro Redentor. Alabado sea Jesucristo
eternamente y para siempre. Amén".
STEVE: De esta manera, Constantino consolidó efectivamente su posición en el poder imperial y decidió hacer del
cristianismo su propia religión y, finalmente, la religión del imperio.
CARSTEN THIEDE: Hay personas que piensan que Constantino fue lo peor que le pudo haber pasado al cristianismo. Esto
llevó a la iglesia de camino hacia una iglesia de estado, una institución, con todo lo que ello implicaba.
STEVE: Todo eso no pasó de una sola vez, por supuesto. Pero con Constantino, la iglesia se movió hacia una dramática nueva
dirección. El cristianismo había prevalecido. Y cuanto más decayó el poder político del imperio, más se convirtió la Iglesia en
la fuente para estabilizar y unificar a la sociedad romana. Ella sobrevivió al imperio y, en cierto sentido lo reemplazó.
Pero en este programa aún nos resta preguntarnos: "¿Por qué la iglesia tuvo éxito? ¿Qué es lo que ofreció?" Ninguna persona
inteligente al comienzo de esta época le hubiera dado la más mínima oportunidad de prevalecer. Recuerda cómo Jesús tuvo
sólo tres años de ministerio público, y su mensaje estuvo confinado a una pequeña zona remota del imperio. Durante el proceso
Jesús no tuvo ningún impacto detectable fuera del judaísmo, y dentro del judaísmo logró alinear a los dos grupos más
importantes en el poder. De esta manera los creyentes cristianos siempre le han acreditado su supervivencia y su crecimiento a
la providencia de Dios y a la presencia del Espíritu Santo.
Por supuesto, algunos historiadores famosos han establecido otras razones. Gibbon ofreció estas: un celo intolerante; la
amenaza del infierno; milagros y exorcismos; vidas sobrias; el gobierno de la iglesia. Cada espectador, por supuesto, tendrá que
sacar sus propias conclusiones, pero hay algunas otras características esenciales del cristianismo a tener en cuenta. Esto está
lejos de ser una lista completa, pero incluye algunos de los aspectos más destacados que las últimas investigaciones pudieran
respaldar: la promesa de la vida eterna; un mensaje simple; un llamamiento universal; una comunidad muy unida; la
preocupación por los demás; y la persona de Cristo...
JANE: Ninguna serie sobre el cristianismo primitivo estaría completa sin una visita a las catacumbas.
RUSSELL: Tan a menudo se nos dice que las catacumbas son un símbolo de la iglesia primitiva. Y todavía es una idea popular
el hecho de que los cristianos se reunieran aquí para adorar, orar, y ocultarse para salvar sus vidas. Realmente esta es una idea
errónea. Los creyentes excavaron estas catacumbas para enterrar a sus muertos. Son cementerios. Pero lo más importante es
que, siendo un lugar para los muertos, simbolizaban la vida de una manera tan fuerte.
NIGEL: Ellas son una expresión artística de túneles con símbolos bíblicos que representan las reuniones de los primeros
cristianos.
JANE: Los cristianos le atribuyeron gran importancia a la muerte. Las primeras iglesias fueron constituidas como sociedades
de entierro, y los romanos permitieron esto. Mientras a los romanos no les resultaba extraño quemar a sus muertos, los
cristianos eran cuidadosos de proporcionar un entierro digno y de respetar a los muertos. Para el creyente, la muerte no era el
fin, sino la puerta a la vida.
NIGEL: Los mártires eran especialmente honrados. Sus muertes eran conmemoradas. Estas memorias eran celebradas en
túneles subterráneos.
RUSSELL: Los muertos eran tratados con semejante respeto y sus restos eran guardados afectuosamente debido a la creencia
cristiana sobre la resurrección del cuerpo. Así como Cristo había sido resucitado de entre los muertos, de igual manera, ellos
enseñaban, que también sus seguidores serían levantados y les serían dados nuevos cuerpos y el regalo de la vida
eterna.
RUSSELL: La idea de la resurrección corporal le resultaba bastante desagradable a la sociedad circundante, pero a muchos les
ofrecía esperanza y consuelo. Era una de las promesas contundentes dadas a los nuevos conversos. NIGEL: Esto también
ilustra cómo los cristianos valoraban no sólo el mundo espiritual sino también el mundo material. La creación era de Dios.
JANE: Sí, la creación era de Dios, y la recreación y la resurrección del cuerpo también eran de Dios.
2. Un mensaje sencillo.
STEVE: El mensaje que los cristianos propagaron por un lado fue muy complejo y profundo. Las personas más inteligentes de
la iglesia de los primeros siglos trabajaron duro para demostrar la forma en la que el Evangelio cautivó a los filósofos más
profundos y más respetados de las épocas precedentes, además también sostuvieron que el Evangelio fue mucho más allá de
estos filósofos para mostrar al Dios que se había revelado a sí mismo.
El trabajo de aclarar y desarrollar las ramificaciones de la fe desde entonces sigue requiriendo de personas estudiosas. Ni
siquiera en una vida se pueden empezar a dominar todos los libros que se han escrito acerca de Jesús.
Sin embargo, la comunicación de la fe a los investigadores de la iglesia primitiva, se llevaba a cabo en términos simples que
pudieran ser captados por todo el mundo, sin importar su nivel educativo. La sustancia de ese mensaje fue resumida tan bien
por el renombrado historiador de Harvard Arthur Darby Nock hace más de 50 años:
STEVE: El cristianismo declaraba, "Te encuentras en tus pecados, un estado inevitable para ti y eso se agrava por tu
obstinación. Ninguna acción tuya te permitirá llevar a cabo un nuevo comienzo. Ningún esfuerzo tuyo te permitirá apartar tu
culpa ante los ojos de Dios, y estás condenado a un sufrimiento interminable en lo sucesivo. Así que vuélvete a nosotros.
Apuesta todo por Jesús, el Cristo, quien como Salvador y Dios te dará el privilegio de tener un nuevo comienzo como una
nueva criatura, y derramará sobre ti la gracia que te permitirá vivir aquí, a medida que obtienes el derecho a vivir en el mundo
venidero. Mediante nuestros sacramentos, aquí y ahora triunfarás sobre la muerte y tendrás un anticipo de las alegrías que te
esperan en el cielo. Cristo se hizo hombre para que tú puedas ser como Dios".
A través de un lenguaje comprensible para cualquier nivel de edad, estas enseñanzas básicas pusieron al cristianismo al alcance
de todos aquellos que estuvieran dispuestos a escuchar y creer.
3. Apelación universal
STEVE: En el décimo capítulo del libro de los Hechos del Nuevo Testamento, el apóstol Pedro tuvo una increíble visión.
Ocurrió en la azotea de Simón el curtidor, aquí en la ciudad de Jope, en la costa occidental del Israel moderno, con vista al
Mediterráneo. De hecho, el lugar donde me encuentro parado en este momento es considerado por muchos la ubicación real.
Por cierto, es muy interesante que Pedro eligiera quedarse con alguien que curtía pieles de animales. Era un proceso que
despedía un notable mal olor. La visión de Pedro representa un hito importante para la difusión cristiana porque hizo pedazos
las creencias sobre la separación religiosa a las que estaba sujeto al ser un judío del primer siglo. Después de la visión, Pedro
exclamó: "Dios me ha mostrado que no debo llamar común o inmundo a ningún hombre. . . más cualquiera que le teme y hace
lo que es correcto es aceptable para él".
NIGEL: Ahora, en relación a la simplicidad del mensaje cristiano, fue añadida la apelación a la universalidad.
STEVE: Considera que en el mundo romano había espacio para todo tipo de dioses. Todos podían encontrar un dios a su gusto
y que fuera apropiado para sus temores. Pero el cristianismo le dio un giro completo a esto, proclamando que sólo existía un
Dios que había elegido a todos—es decir, a todos los que iban a creer en él y a obedecerle. No había una elite espiritual. Los
ricos y los pobres se sentaban juntos, al igual que los instruidos y los ignorantes, así como los diferentes grupos raciales y
clases sociales, los esclavos se sentaban justo al lado de los amos. De hecho, un antiguo esclavo que había trabajado en las
minas se convirtió en obispo de Roma--Calixto en el año 217.
NIGEL: Así, la invitación se hacía sin discriminación y sin calificación. Si estabas dispuesto a arrepentirte de tus pecados y a
aceptar a Cristo como Señor y Salvador, eras tan importante como cualquier otro y eras bien recibido, sin importar de donde
vinieras.
STEVE: el Imperio Romano le había brindado una unidad política a una asombrosa diversidad de culturas, nacionalidades y
grupos de clases, y ahora la invitación universal del mensaje del Evangelio podría partir desde ahí, ofreciendo una unidad
espiritual a la misma diversidad de pueblos.
STEVE: y esta unidad espiritual de diversas personas atraía a cada persona hacia un compañerismo o comunidad íntima.
Normalmente, los cristianos se reunían en hogares. No existe evidencia de templos erigidos hasta mediados de los años 200.
Convertirse en cristiano en la iglesia primitiva no era un acto privado, a pesar de que era una decisión personal. Convertirse en
cristiano significaba formar parte de una comunidad que se reunía periódicamente en lugares distintos a este. ¿Cómo era
pertenecer a una comunidad cristiana? Bueno, por una parte, eras aceptado independientemente de tu vida pasada. Incluso el
apóstol Pablo, aun cuando había sido un cruel perseguidor de la iglesia, fue aceptado y se convirtió en uno de los líderes más
prominentes.
KEN CURTIS: La iglesia primitiva era una comunidad en la que eras amado. "Contempla cómo se aman los unos a los otros",
se decía acerca de ellos. Y ésta era una comunidad donde había contacto. Cuando los paganos escucharon sobre el "beso de la
paz" que se practicaba en los servicios cristianos, ellos naturalmente supusieron que algo lascivo tenía que estar sucediendo.
Pero no era nada más que el tipo de afecto que esperarías que se expresara dentro de una familia. Y eso es exactamente lo que
era la iglesia primitiva. Era una nueva familia. Tus compañeros creyentes eran tus nuevos hermanos y hermanas en Cristo.
Ahora si esto suena ligero y sentimental, ten en cuenta que para ese entonces era algo revolucionario. Porque esta nueva familia
se convertía en tu primera fidelidad. Esto pudo haber alterado el antiguo sistema de familia patriarcal, y esto hizo otras cosas.
Aumentó el estatus de las mujeres e incluso causó que los niños fueran vistos de una forma completamente nueva. Hasta ese
momento, los niños eran vistos como propiedades y como mano de obra. Pero ahora Jesús los había presentado como un
modelo por el cual había que acercarse al reino de los cielos.
STEVE: Y era una comunidad y familia que no conocía límites. Podías ir a casi cualquier lugar del imperio y encontrar
recibimiento de parte de otros cristianos. De hecho, había una sorprendente clase de red de hospedaje. La comunidad cristiana
establecía expectativas que, de acuerdo a los estándares de hoy podrían considerarse excesivas. Cualquiera podía volverse
cristiano y se les daba la bienvenida a todos, es decir, a aquellos que estaban dispuestos a seguir el camino estrecho que
conducía a la puerta.
Por ejemplo, no te unías a la iglesia simplemente. Pasabas por un extenso período de formación como catecúmeno. Que podía
durar hasta tres años, durante los cuales eras supervisado de cerca en cuanto a tu comportamiento para comprobar si realmente
eras sincero en la búsqueda de una vida completamente nueva al interior de la comunidad cristiana. Aquellos que eran parte de
la iglesia, ayunaban dos días a la semana, compartían sus bienes con los necesitados, y se esperaba que vivieran dentro de un
estricto código moral. Así, la iglesia se convirtió en una comunidad bien definida y unida donde una persona podía ser
conocida íntimamente y podía ser afirmada fuertemente.
5. Cuidado de otros
RUSSELL como el EMPERADOR JULIANO: "El ateísmo está avanzado especialmente a través de la atención amorosa
dedicada a los extraños y a través de su preocupación por la sepultura de los muertos. Es un escándalo que no haya ni un solo
mendigo entre los judíos; además estos galileos ateos (a quienes algunos llaman cristianos) no se preocupan tan sólo por sus
pobres, sino que también lo hacen por los nuestros; mientras aquellos que son parte de nuestro pueblo buscan nuestra ayuda en
vano con respecto al servicio que les deberíamos prestar".
NIGEL: Una gran peste afligió a Cartago en el norte de África en el año 252. La enfermedad afligió a muchas personas. Había
cadáveres en las calles. Fue una época de gran persecución en contra de los cristianos. El obispo Cipriano envió cristianos a
ministrar a los enfermos y moribundos, eso significaba cuidar de algunos que recientemente los habían perseguido.
JANE (como una cristiana ministrando en la calle): era importante para nosotros como cristianos no sólo hablar de nuestra fe,
sino hacer algo al respecto. Y nos dimos cuenta que al ocuparnos de quienes estaban en necesidad, realmente éramos capaces
de hacer contacto. Ahora, quiero que entiendas que esa no era sólo una artimaña publicitaria para llamar la atención. No, era
simplemente una expectativa convencional acerca de que los cristianos podíamos cuidar de las necesidades de los demás.
NIGEL: Uno de los padres de la iglesia, dijo: "Tenemos todo en común excepto nuestros cónyuges. . . . " Y agregó, "Los
cristianos han contribuido voluntariamente para sostener a los indigentes y para pagar sus gastos funerarios, para abastecer las
necesidades de los niños y las niñas que carecen de dinero y de poder, y para apoyar a los ancianos confinados en hogares. . . ."
STEVE: La comunión, el cuidado y la aceptación son elementos esenciales en la fe cristiana primitiva. Pero hay uno más que
trasciende sobre todas las demás, la persona de Cristo.
6. La persona de Cristo
STEVE: Aquí, en el mar de Galilea, ellos capturan lo que los israelíes llaman el "pez de San Pedro". Y te puedo asegurar que
es delicioso. Pero me pregunto cuántos de nosotros alguna vez consideramos que este lugar de peces fura importante durante el
cristianismo primitivo. Al menos cinco de los apóstoles originales de Jesús, eran pescadores comerciantes y, cuando fueron
llamados, recibieron la promesa de convertirse en "pescadores de hombres". También varios de sus milagros involucraban
peces, y los Evangelios dicen que cuando él se reunió con algunos de sus discípulos después de su resurrección, él les sirvió
pescado. Por lo tanto, no es de extrañar que el pez se convirtiera en uno de los primeros y más importantes símbolos del
cristianismo.
Algunos han dicho que el pez era una simple señal con la que los cristianos solían identificarse mutuamente en secreto durante
las épocas de persecución. Tú podías dibujar un signo como este en la arena o ponerlo en tu puerta para designar un lugar de
encuentro. Pero el pez también se situó como el centro de la confesión de la fe cristiana, centrada en Cristo. Que era una
especie de resumen abreviado.
KEN CURTIS: Por supuesto, muchas de las enseñanzas del cristianismo primitivo tenían paralelos con otras religiones de la
época, pero había algo diferente. Aquello absolutamente único para el cristianismo era la persona de Cristo. Para los primeros
cristianos, Jesucristo era más que una doctrina. Él estaba vivo, él estaba en el cielo, presente, disponible, dispuesto a escuchar
sus oraciones, listo para darles fuerza en sus momentos de necesidad.
DAVID WRIGHT: Jesús era el prometido. Eso era lo que creían los primeros cristianos. Su vida, su muerte y su resurrección,
se situaban justo en el centro de las cosas. Por lo tanto, no era un accidente que, finalmente, los seguidores de Jesús llegaran a
ser llamados cristianos.
BARGIL PIXNER: Los once apóstoles debieron haber visto algo, y haberse convencido de que Jesús estaba vivo, porque sus
actitudes habían cambiado completamente. Antes, ellos parecían asustados y desesperados. No sabían qué hacer. Se habían
encerrado en sí mismos y se habían escondido bajo llave detrás de las puertas. Pero de repente salieron sin temor y predicaron
el Evangelio. Debido a su convicción de que Jesús era realmente el hijo de Dios, el Mesías, iban por todas partes predicando y
hablando acerca de él. Ya nadie podía parar. ¡Qué cambio! Simplemente no puedo concebir cómo ellos podrían haber hecho
eso sin una enorme convicción de saber que Jesús estaba vivo, Jesús vivió.
STEVE: Ahora los cristianos constituyen alrededor de una tercera parte de la raza humana. Hoy, las principales organizaciones
cristianas se han comprometido a alcanzar a los dos tercios restantes del mundo con el Evangelio de Cristo para el año 2000.
No, no esperan que todos lleguen a ser cristianos. Ellos saben que muchos, quizás la mayoría, decidirán no hacerlo. Pero el
objetivo es, al menos, ofrecerle la invitación a cada grupo cultural del mundo antes del comienzo del tercer milenio.
Conforme esto tenga lugar, ¿Podríamos no ver aún otra transición importante en la historia de la iglesia? En esta serie, hemos
cubierto dos grandes transiciones. Primero, el momento en que el cristianismo amplió su misión más allá de las raíces judías y
se convirtió en la fe de todos los demás pueblos. Segundo, el momento en que, bajo Constantino la iglesia pasó de ser una
minoría perseguida a ser la fe oficial del imperio romano.
NIGEL: La gran transición que pudiera tener lugar actualmente presenciará la concentración occidental histórica del paso de la
iglesia hacia una nueva configuración de razas y pueblos que sigan a Cristo.
STEVE: En el año 1900 había 558 millones de cristianos en la tierra, y el 64% de esta población cristiana se encontraba en
América del Norte y en Europa, pero hoy la iglesia cristiana se encuentra en otro período de expansión rápida, con un mayor
número de personas convirtiéndose en creyentes, que en cualquier otro momento de la historia.
Y la forma en que esto está ocurriendo, podría expresarse para el año 2000 en Europa y el Norte.
Los Estados Unidos ya no representan la mayoría de los cristianos, sino apenas una tercera parte. América del Sur y África, que
en 1900 representaba sólo el 12% de la iglesia, en el año 2000 pasarán a ser aproximadamente el 48%. Y conforme se
desvanezca la era de concentración de americanos y europeos, es probable que veamos nuevos tipos de expresiones de la
iglesia, nuevos énfasis en la teología, y nuevos estilos de adoración. Hay estudiosos que proyectan que habrá dos millones de
cristianos en la tierra para recibir el año 2000. Gran parte del liderazgo que la iglesia necesitará en los próximos días
impredecibles surgirá a partir de estas nuevas áreas del mundo en donde actualmente se manifiestan las expresiones vitales del
cristianismo. Muchos de los problemas que ellos enfrenten serán los mismas que hemos visto en la iglesia primitiva. Pero
también tendrán que hacer frente a desafíos desconocidos por las generaciones anteriores. No obstante, la expectativa de estos
líderes será encontrar su fortaleza en las mismas palabras que les brindaron sustento a los primeros creyentes que ya hemos
analizado a lo largo de la serie. Las palabras de Cristo a sus discípulos: "He aquí que yo estoy con vosotros todos los días hasta
el fin del mundo".
Soy Steve Bell. De parte de mis coanfitriones, Nigel y Jane Russell y de muchas otras personas cuya participación hicieron
posible estos programas, te agradezco que nos hayas acompañado.
La historia del cristianismo se encuentra inextricablemente entretejida en la persona y en la obra de Jesucristo. En uno de los
primeros documentos del Nuevo Testamento, San Pablo les escribió las siguientes palabras a los cristianos de Galacia: "Pero
cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley, para que redimiese a los
que estaban bajo la ley" (Gal. 4:4).
En el cumplimiento de los tiempos. Hay dos palabras separadas para tiempo en el Nuevo Testamento. Está chronos, de la cual
se derivan las palabras "crónica" y "cronología". Chronos es el tiempo que puede ser medido, contado, dividido en minutos,
horas, meses, años, siglos, y así sucesivamente. Chronos es el sonido de la alarma de un reloj despertador por la mañana o de
un cronómetro durante una carrera. Es tiempo que tú y yo vivimos y presenciamos, constantemente.
Pero hay otra palabra para tiempo: kairos. Kairos significa el momento oportuno, el momento adecuado, el tiempo que está
cargado de sentido y de significado.
La fe cristiana se basa en el hecho de que, el evento de Jesucristo--su vida, su muerte y su resurrección--ha cambiado para
siempre el sentido del tiempo y de la historia. Como lo señaló San Juan: "El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros" (Juan
1:14). En Jesús, el Chronos se convirtió en kairos. Tan importante fue ese evento para toda la historia del mundo, que
posteriormente, hemos dividido el tiempo en A.D. (Anno Domini, en latín "en el año del Señor") y en D.C.
El estudio de la historia cristiana se encuentra arraigado en la presuposición más básica de nuestra fe, es decir, que el Mismo
Dios, ha entrado en el fundamento de nuestra existencia humana tanto en la forma de un bebé en un pesebre, como en la forma
de un hombre en una cruz. Y por lo tanto, el estudio de la historia cristiana no es un lujo sino una necesidad. Para el
cristianismo no es principalmente una filosofía de vida o un código de conducta o incluso un conjunto de rituales. Es la historia
de lo que Dios ha dicho y hecho, en el espacio y en el tiempo, en la persona de su hijo en la tierra, y en la obra de su Espíritu, a
través de los siglos.
La palabra "iglesia" aparece sólo dos veces en los Evangelios, ambas ocasiones en Mateo. Un texto que ha sido especialmente
recordado a través de los siglos. En respuesta a la confesión de Pedro: "Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente", Jesús dijo,
"sobre esta roca edificaré mi iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella" (Mt. 16:18).
La historia del cristianismo es, en cierta medida, la historia del cumplimiento de esa profecía. El Cristianismo comenzó como
una pequeña secta dentro del judaísmo palestino. A finales del primer siglo, ya se había convertido en una fuerza importante
dentro del Imperio Romano. Cuando Jesús murió, el gobernador romano, Poncio Pilato, exigió que las palabras, "Este es Jesús,
el Rey de los judíos", fueran inscritas en su cruz en tres idiomas: hebreo, griego y latín. Estos tres idiomas representaron los
tres mundos a los que los primeros cristianos llevaron su mensaje de un Redentor crucificado y resucitado.
Jesús fue judío, así como lo fue su mayor intérprete, el Apóstol Pablo. Cuando Pablo le recordó a su joven discípulo Timoteo,
cómo, desde su infancia, había conocido las Sagradas Escrituras a través de las cuales él había aprendido el camino de la
salvación, él se refería, naturalmente, a las Escrituras Hebreas que los cristianos consideraban la Palabra inspirada de Dios
cumplida en Cristo Jesús. Una de las decisiones más importantes de la iglesia primitiva fue la conservación del
Antiguo Testamento como la escritura cristiana. Por encima de todo lo demás, esto significaba que el Dios de la creación, el
Dios de la alianza, el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, no era otro que el Dios y el Padre del Mesías, Jesús.
Desde los tiempos de Alejandro Magno, 300 años antes de Cristo, el mundo mediterráneo había estado agrupado en una unidad
intelectual y cultural común a la que llamamos helenismo. Una nueva forma de la lengua griega, el koine, o lengua común,
entró en uso general. Los escritores del Nuevo Testamento utilizaron el koine griego para difundir el mensaje de Jesús a través
de todo el Imperio Romano. El cristianismo también tuvo que enfrentarse con la tradición filosófica griega, el patrimonio
intelectual de Estoicismo y Epicureísmo de Platón y Aristóteles. Tertuliano, un gran padre de la Iglesia de Cartago, hizo la
famosa pregunta: "¿Qué tiene que ver Atenas con Jerusalén?"¿Acaso no había dicho el mismo San Pablo que la predicación de
la cruz era una tontería para los griegos, al igual que había sido un obstáculo para los judíos? (1 Cor. 1:18). Pero si el
cristianismo debía ser escuchado en el mercado de las ideas, entonces ciertas palabras e ideas griegas tenían que ser
"bautizadas" con un significado cristiano. Algunos apologistas, como Justino Mártir en el siglo segundo y Orígenes en el
tercero, llegaron a afirmar que la filosofía griega, con sus conceptos de orden, justicia y belleza, de hecho, habían preparado el
camino para Cristo entre los griegos al igual que Moisés y los profetas lo habían hecho entre los judíos. Sin embargo, ¿Hasta
que punto puede ir alguien en esa dirección sin perder la esencia misma del Evangelio? Esta tensión marcaría la historia del
pensamiento cristiano a través de Agustín y mucho más allá.
Durante más de 200 años, el mundo había vivido un período de paz y estabilidad relativo, conocido como la Pax
Romana. Durante este periodo nació la Iglesia Cristiana. La historia de Jesús fue llevada a lo largo de los caminos principales y
de las bien desarrolladas rutas marítimas del Imperio Romano hacia todo el mundo conocido. El Apóstol Pablo era ciudadano
del Imperio Romano, y apoyaba el acatamiento a la autoridad civil. Pero también sabía que la lealtad política más importante
para el cristiano era hacia aquella comunidad celestial, "la Jerusalén de arriba", como él la llamó (Gál. 4:26). Desde el
principio, el cristianismo fue un movimiento misionero con una visión mundial y un mensaje universal. Era inevitable que el
cristianismo llegara a ser visto como una amenaza para el sistema mundial imperante, en cuya cabeza estaba un hombre que se
creía un Dios: el César. Si los cristianos hubieran estado dispuestos a adorar a Jesús y al César, a hacer sus oraciones a Cristo y
también a poner una pizca de incienso en el altar de la deidad imperial, entonces el conflicto podía haberse evitado, ya que el
pluralismo religioso estaba muy en boga en el Imperio Romano. Pero cuando el emperador Domiciano se atribuyó a si mismo
el título de Dominus et Deus ("Señor y Dios"), los cristianos no lo aceptaron. "Jesús es el Señor", dijeron, "no el César". De
esta manera la sangre de los mártires se convirtió en la simiente de la iglesia.
Algunos cristianos, como Ignacio de Antioquía, se enfrentaron al martirio con gran ímpetu. A un grupo de creyentes, les
escribió:
Espero obtener a través de sus oraciones, el privilegio de luchar con las bestias en Roma. Permítanme ser devorado por las
bestias, para que pueda ser encontrado como el pan puro de Cristo. Inciten a las bestias salvajes que se conviertan en mi tumba,
y que no dejen ningún rastro de mi cuerpo. Entonces, seré verdaderamente un discípulo de Jesucristo, incluso cuando el mundo
no pueda ver mi cuerpo.
La ecuanimidad, e incluso la alegría, con la que los mártires enfrentaban la persecución y la muerte, fue un gran testimonio de
la energía de la fe cristiana. De hecho, la arena se convirtió en uno de los lugares más fructíferos para la evangelización durante
la iglesia primitiva. Muchos que habían presenciado la muerte de los mártires con tanta constancia, se convertían en seguidores
de Jesús. Con el tiempo, las historias de las muertes de los mártires, como la del obispo Policarpo de Esmirna, y la de la dama
noble Cartaginesa, Perpetua, y su sirvienta, Felícita, eran leídas en voz alta para infundir determinación y esperanza entre los
jóvenes cristianos.
Un hito en el destino del cristianismo tuvo lugar a comienzos del siglo IV, con la conversión del emperador Constantino. Bajo
los dos emperadores anteriores, Decio y Diocleciano, los cristianos habían sido salvajemente reprimidos, sus iglesias habían
sido destruidas, sus Biblias habían sido quemadas, y muchos creyentes habían sido condenados a muerte debido a su negativa
de sacrificar a los dioses paganos. Pero en lugar de apagar el cristianismo, estas persecuciones fueron un estímulo para su
crecimiento y expansión. El cristianismo había penetrado todos los niveles de la sociedad romana, incluida la nobleza y el
ejército, cuyos algunos de sus miembros enfrentaron la muerte antes que negar a su Señor.
Al haber sido un soldado con ambiciones políticas, Constantino era sensible a las cuestiones religiosas dentro del Imperio. Él
había vinculado su destino personal con el dios sol, Sol Invictus, una deidad que reclamaba el señorío universal de todas las
partes del imperio. No obstante, mientras se preparaba para una batalla en el puente Milvio cerca de Roma, el 28 de octubre del
año 312, Constantino tuvo un sueño en el que le fue dicho que colocara el signo de Cristo, el "Crismón", en los escudos de sus
soldados. Según otra versión de esta historia, también vio las siguientes palabras escritas en el cielo: in hoc signo vinces, "En
este signo, vencerás". Constantino ganó la batalla del puente Milvio. Llegó a convertirse en Emperador, y cambió su lealtad
con el dios sol a favor del Hijo de Dios.
La conversión de Constantino ha sido debatida interminablemente por los historiadores. ¿Fue resultado de la intervención
divina o simplemente un acto de oportunismo político? De cualquier forma en que la interpretemos, tuvo enormes
consecuencias para la historia de la iglesia. En el año 313 el edicto de Milán reconoció al cristianismo como religio licita ("una
religión legal"), con la finalidad de ser tolerada junto con otras religiones dentro del imperio. Con el tiempo, sin embargo, su
adaptación dio paso a la asimilación, a medida que el cristianismo se convirtió en la religión oficial establecida en el imperio.
En el año 321, el domingo fue declarado como un día santo oficial. El 25 de diciembre, el día del festival del Sol Invictus, se
convirtió en el día para celebrar el nacimiento de Jesucristo. La cristianización del Imperio Romano trajo muchas ventajas para
la iglesia cristiana, pero había un aspecto negativo. Eventualmente, el cristianismo se volvería no sólo tolerado sino obligado.
El emperador Teodosio II sólo permitía cristianos en su ejército. Los incrédulos, e incluso los disidentes cristianos, como los
donatistas del norte de África, eran eliminados por la fuerza de las armas. En menos de dos generaciones, la iglesia cristiana
había pasado de ser una minoría ilegal a convertirse en la religión dominante. Los cristianos, que una vez fueron perseguidos,
se convirtieron en los perseguidores.
El siglo cuarto fue un hito en muchas otras maneras. Quiero referirme brevemente a tres de ellas:
Las primeras generaciones de creyentes cristianos esperaban con ansia el fin de los tiempos y el regreso de Jesucristo en poder
y gloria. En el segundo y tercer siglos, por ejemplo, un grupo de cristianos carismáticos, conocidos como Montanistas,
presentaron profecías acerca del lugar y la fecha del regreso de Cristo. Ellos instaban a los cristianos a retirarse del mundo y a
llevar un estilo de vida ascética, en previsión del desenlace apocalíptico de la historia. A medida que pasaba el tiempo, este
fervor apocalíptico comenzó a menguar. Aunque los cristianos aún profesan la creencia en la segunda venida de Cristo, en
lugar de mirar al futuro, ahora han comenzado a mirar hacia el pasado.
No es casualidad que la primera historia verdadera sobre la iglesia cristiana fuera escrita en el siglo IV por Eusebio, obispo de
Palestina. Eusebio también escribió la biografía oficial de Constantino, en la que se refería a él como el "decimotercer apóstol",
la cabeza visible del Nuevo Israel. Los cristianos comenzaron a erigir casas de culto a gran escala. La arquitectura de la iglesia
nació cuando los cristianos pasaron de adorar en las cuevas y catacumbas a hacerlo en hermosas basílicas y casas de culto
majestuosas. La madre de Constantino, Helena, era una gran defensora de este desarrollo. Ella supervisó la construcción de
iglesias sobre los presuntos lugares en los que Cristo había nacido y en dónde había ocurrido Su muerte en Jerusalén. Para el
año 333, leemos acerca de los peregrinos de Burdeos que visitaban la Tierra Santa como un acto de devoción religiosa. ¡"Las
visitas guiadas a la Tierra Santa" se convirtieron en un negocio próspero y han permanecido así hasta el día de hoy!
Como ya hemos visto, el culto del martirio tuvo un efecto poderoso sobre la devoción cristiana en la iglesia primitiva. Con el
cese de la persecución, sin embargo, la posibilidad del martirio (como mayor logro de la vida cristiana) fue eliminada. En este
preciso momento surgió una nueva y distintiva forma de espiritualidad cristiana y se estableció como una alternativa a la
creciente mentalidad laxa del cristianismo oficial. El "martirio blanco" del monaquismo dejaría una marca imborrable en la
historia del cristianismo.
El padre del monaquismo fue San Antonio, quien a la edad de 18 años entró a una iglesia en el mismo momento en que se leían
las palabras de Jesús: "Si quieres ser perfecto, ve y vende todo lo que posees, dáselo los pobres, y ven conmigo "(Lucas 18:22).
Inmediatamente, salió, literalmente obedeciendo las palabras que había oído. Se recluyó en el desierto de Egipto, donde vivió
en tumbas, haciendo combate cuerpo a cuerpo con el diablo y sus demonios de tinieblas. Eventualmente, otros miles siguieron
a Antonio a su retiro monástico.
Los monjes fueron los sucesores de los mártires, una nueva forma de la militia Christi, guerreros de primera línea en la lucha
contra el mundo, la carne y el diablo. En Siria se desarrolló una singular forma de vida monástica alrededor de los Estilitas, el
más famoso de los cuales fue Simeón Estilita, quien murió en el año 459. Construyó un pilar de piedra de unos 70 pies de
altura donde vivió una vida ascética de oración por más de 30 años. Su comida diaria era suministrada por un grupo de
discípulos leales, que acampaban al pie de su edificio de piedra.
Una forma más rutinaria del monaquismo fue desarrollada por Pacomio y Basilio el Grande. Este fue el movimiento
"cenobítico", de las palabras griegas, koinos bios ("vida común"). Ellos hicieron hincapié en la vida en comunidad, la vida
juntos, con una forma de oración definida, una rutina de trabajo manual y obediencia al abad o líder de la comunidad. La
"Regla de Basilio" se convirtió en el manual estándar del movimiento cenobítico en el Oriente a medida que el monaquismo se
integró a la vida más amplia de la iglesia. Esto ejerció una poderosa influencia sobre la devoción cristiana. No es casualidad
que San Agustín, el más grande de todos los padres de la Iglesia, fuese movido progresivamente por la vida monástica al leer la
biografía de San Antonio.
Junto con una nueva historia y una nueva forma de comunión cristiana y espiritualidad, los siglos IV y V también fueron
testigos de la formación de la ortodoxia cristiana clásica en cuanto a las doctrinas de la Santísima Trinidad y la Cristología.
Desde el principio, la teología cristiana había sido reocupada con el asunto de Jesús durante su ministerio terrenal: "¿Quién
decís que soy yo? (Mateo 16:15). La comunidad cristiana respondió con Pedro: "Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente".
Los primeros debates sobre la naturaleza de Dios y la persona de Cristo a menudo eran provocados por grupos heréticos dentro
de la Iglesia, como los gnósticos, quienes intentaban separar al Dios de la creación del Dios de la redención. ¿Cómo podría el
Dios eterno haberse convertido en carne humana?, se preguntaban. O ¿Cómo podría el Hijo de Dios haber poseído un cuerpo
material de carne y sangre? En el mejor de los casos, sostenían que Jesús sólo parecía ser un verdadero ser humano. Cuando
hubo caminado a lo largo de las orillas de Galilea, sus pies habían aparecido solamente para dejar una huella en la arena. En
contra de esas opiniones, la iglesia estableció una regla de la fe, los principios básicos de la fe cristiana, las preguntas de todo
nuevo cristiano al momento de bautizarse. Aquello que hoy conocemos como el credo de los Apóstoles se desarrolló a partir de
este tipo de confesión bautismal de la fe.
"¿Crees en Jesucristo, quien fue concebido por el Espíritu Santo, nació de la Virgen María, y padeció bajo el poder de Poncio
Pilato?".
"Pisteuo".
"Y ¿Crees en el Espíritu Santo, en la santa Iglesia católica, en la resurrección del cuerpo y en la vida eterna?"
"Pisteuo".
Sin embargo, aún no estaba resuelta la cuestión fundamental de cómo Jesús de Nazaret estaba relacionado con el Dios Eterno a
quien él llamó Padre. En su forma más básica, la doctrina de la Trinidad es el esfuerzo de la iglesia cristiana por reconciliar la
afirmación del Antiguo Testamento: "Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es" (Deuteronomio 6:4), con la confesión
del Nuevo Testamento, "Jesucristo es el Señor" (Filipenses 2:5-11). No se trataba simplemente de un problema de semántica o
de un juego de palabras filosófico. Esto se dirigía hacia la raíz misma de la piedad cristiana, en el hecho de que Jesús era un
objeto de oración y adoración. Como Celso, el filósofo y antagonista cristiano, dijo: "Estos cristianos, de hecho, adoran en un
grado extravagante a este hombre, que apareció hace poco, y piensan que no son inconsistentes con el monoteísmo, dónde
también adoran al siervo de Dios".
El asunto llegó a un jefe, a comienzos del siglo cuarto, durante un feroz conflicto entre Arrio y Atanasio, el obispo de
Alejandría. Arrio destacó la singularidad y trascendencia de Dios. La esencia de Dios es indivisible, él declaró, y por tanto, no
se puede compartir con nadie, ni siquiera con su hijo. Por lo tanto, el Logos, el hijo debe ser una criatura. Debe haber tenido un
principio o, como Arrio dijo, "Allí estaba cuando él no estaba." (En el siglo XX, Dorothy Sayers había resumido la teología
arriana en un memorable pareado: "Si quieres la doctrina del Logos, puedo servírtela fría o caliente; Dios lo engendró, y antes
de que él fuera engendrado, no lo era.")
En contra de esa idea de Cristo como criatura, Atanasio proclamó que el Logos era homoousios ("De la misma naturaleza que
el padre"). Una simple criatura, Atanasio dijo, sin importar cuan exaltada sea, nunca podría expiar nuestros pecados. Sólo Dios
puede librarnos del pecado y de la muerte. En el año 325, la iglesia estableció esta visión de Cristo en el Concilio de Nicea:
Creemos en un solo Señor Jesucristo, el único Hijo de Dios, eternamente engendrado del Padre, Dios de Dios, Luz de Luz,
Verdadero Dios de Verdadero Dios, engendrado, no creado, de un solo ser con el Padre. Por medio de Él todas las cosas fueron
hechas. Para nosotros, hombres, y para nuestra salvación, Él descendió del cielo.
El Concilio de Nicea no detuvo la controversia sobre la Trinidad, que seguía siendo debatida junto con la divinidad y la
humanidad de Cristo. El Concilio de Constantinopla en el año 381, el concilio de Éfeso, en el año 431 y el Concilio de
Calcedonia en el 451, contribuyeron a la solución de la ortodoxia ecuménica: la doctrina de que Dios es uno en esencia o en
ser, tres en persona; Jesucristo es una persona en dos naturalezas. Cerca del final de la época patrística, san Agustín escribió un
gran tratado, De Trinitate, (sobre la Trinidad), en el que resumió toda la tradición ortodoxa del pensamiento acerca de Dios,
enfatizando la unidad y la igualdad del Padre, Hijo y Espíritu Santo, así como la dinámica de la relación personal con el divino
de la Divinidad. En este ámbito, como en muchas otras cosas, la teología de San Agustín dejaría una huella imborrable en el
pensamiento cristiano para el próximo milenio.
El propio Agustín había llegado a la fe cristiana a través de una tortuosa búsqueda intelectual y espiritual. Él nació en el año
354 en Tasgate, en lo que hoy es el moderno país del Norte de África, Argelia. Su padre, Patricio, no era cristiano, pero su
madre, Mónica, era una creyente devota que tenía una influencia predominante en la vida y en el desarrollo de Agustín.
Durante siete años, Agustín siguió el camino de los Manquianos, una religión dualista radical, con raíces en la antigua Persia.
Entonces se convirtió en escéptico, dudando si la verdad y el significado genuino podrían ser del todo descubiertos. Por fin se
volvió hacia el neoplatonismo, que le ofreció un modelo de trascendencia, dirigiéndolo más allá del mundo visible de la
corriente y el flujo, de lo temporal a lo eterno. Los sermones de Ambrosio, obispo de Milán, lo acercaron a la fe cristiana. Pero
aun así se resistía, hasta que un día, sentado solo en el jardín, oyó a un grupo de niños que cantaban una canción: Tolle lege,
tolle lege, "Toma y lee, toma y lee". Él inmediatamente tomó una copia de las Escrituras y la abrió en un texto de Romanos 13
(Romanos 13:11-14). Este suceso fue un punto de inflexión en su búsqueda de Dios. Fue bautizado por Ambrosio el domingo
de Pascua del año 387. Más tarde describió su peregrinación espiritual en una obra que se ha convertido en un paradigma
clásico para la autobiografía cristiana: Las Confesiones. Él comienza este libro, que realmente es una oración, declarando a
Dios: "Tú nos has hecho para ti, Señor, y nuestro corazón se halla sin descanso hasta que encuentra su descanso en Ti".
Adolf Von Harnack describió a Agustín como "el primer hombre moderno". Pero también podríamos llamarlo el primer
hombre medieval, porque su vida y su teología ejercerían una profunda influencia en los mil años de la historia cristiana entre
su muerte en el año 430, y el nacimiento de Martín Lutero, otro monje agustino, en el año 1483. Agustín no sólo fue un gran
teólogo, sino que también fue un obispo activo y un pastor de almas. Sus voluminosos escritos abordan todo tipo de problemas
que enfrentaban los cristianos ordinarios de su época: la naturaleza de los sacramentos, la disciplina y la penitencia, el culto y
la oración, cómo venerar a los mártires y a los santos, y cómo estudiar, enseñar y predicar la Biblia. En sus debates con el
monje británico Pelagius, Agustín presentó una teología sobre la gracia y la salvación de Dios, que enfatizó la impotencia de
los seres humanos apartados de la gracia, y subrayó el amor soberano de Dios y la elección. La iglesia más tarde honraría a San
Agustín como el preeminente doctor Gratiae, "El Maestro de la Gracia".
Con la muerte de san Agustín en el año 430, el mundo de la antigüedad clásica se acercó a su fin, dando paso a un milenio de
turbulencia y a un reajuste de la cristiandad occidental. En su vida como un efusivo investigador religioso, obispo, ascético
espiritual y teólogo, San Agustín resumió los principales temas de los comienzos de la era cristiana. Su visión de Dios y su
descripción de la vida cristiana, constituirían la base para numerosas corrientes de espiritualidad medieval.
Cuando nació, la sangre de los mártires seguía cálida y húmeda en la memoria cristiana. Cuando murió, la iglesia organizada se
había hecho suficientemente fuerte en el mundo como para asumir el lugar del caído Imperio Romano en la formación de una
nueva civilización. Mil años después, los protestantes y los católicos reclamaron a San Agustín como el precursor de sus
propios esfuerzos para promover la causa de Cristo. Para los cristianos de hoy, tanto católicos como protestantes, San Agustín
es ante todo el maestro experto de la conciencia introspectiva. Sus primeras palabras en Las Confesiones aún nos hablan hoy:
Tú nos has hecho para ti, Señor, y nuestro corazón se halla sin descanso hasta que encuentra su descanso en Ti. Aquellos que
no quieran temer, que sientan su ser más íntimo. No toquen simplemente la superficie; vayan a lo más profundo de su ser,
lleguen hasta el último rincón de su corazón.
Constantino 272-337
Instituto De Historia Cristiana
SIGUE EN PIE EN ROMA, el puente Milvio, sobre el turbio río Tíber. Aquí tuvo lugar la batalla que sería un hito fundamental
para la evolución de la civilización cristiana y europea.
El informe se ha conservado, aunque fue escrito hace casi 1700 años. El escritor fue el primer gran historiador de la iglesia
(exceptuando al Dr. Lucas), el obispo Eusebio de Cesarea. Él no tenía ningún tipo de duda de que el informe que nos daba era
verídico. Después de todo, El Hombre fue su amigo--le contó a Eusebio personalmente todo lo que había sucedido y le juró que
era verdad. Es una historia sorprendente y desconcertante, que relata uno de esos momentos que redirige la corriente de la
historia durante los siglos siguientes.
El Hombre, Constantino.
Esto es lo que sucedió. El último gran perseguidor de la iglesia, Diocleciano, reformó la administración del Imperio Romano y
nombró a tres cogobernantes para regir junto con él. Después de que Diocleciano se retiró, hubo una lucha por el poder. Uno de
los perturbadores fue un general llamado Constantino, hijo de uno de los cogobernantes de Diocleciano.
Era octubre del año 312 D.C. Constantino y sus tropas marcharon hacia Roma para librar una batalla en contra de su oponente,
otro más que quería ser emperador, el tiránico Majencio. Era el mayor desafío que el dotado joven general había enfrentado.
Las apuestas eran altas: ¿Quién controlaría el imperio más poderoso que jamás había aparecido hasta ese momento sobre la faz
de la tierra?
Conforme Constantino se detenía a considerar sus planes de batalla, se dio cuenta que necesitaba un poder mayor que solo la
fuerza militar. Majencio estaba confiando en los encantamientos mágicos. Pero, ¿Cómo debió haber orado Constantino? Su
padre era monoteísta, creía que existía un solo Dios sobre todos. Constantino había observado que los dioses paganos no
protegían a sus adoradores. Así que buscó al Dios de su padre en oración, rogándole que le dijera quién era y que extendiera su
mano para ayudarlo. Mientras oraba (poco después del mediodía), Constantino tuvo una visión cautivante. Vio el signo de la
cruz grabada en el cielo y las palabras In hoc signo vinces: "En este signo ganarás".
Constantino fue afectado con asombro, junto con todo su ejército (quienes también presenciaron el milagro). Esa noche durante
su descanso le fue confirmado: aquel con quien estaba tratando se trataba del Cristo de Dios.
Constantino aceptó la visión. Adoptó el signo. Hizo inscribir la cruz en la armadura de sus soldados. Fue a la batalla. A pesar
de que sus fuerzas eran superadas en número, ganó.
Un nuevo período
Después de su trascendental victoria en la batalla del Puente Milvio, es seguro decir que el mundo nunca sería el mismo y la
iglesia nunca sería la misma. Es difícil pasar por alto la desconcertante ironía de una iglesia que había sido pacifista, que había
sobrevivido bastante como un cuerpo doliente, que nunca había planeado ningún complot político subversivo, y que nunca
había tomado las armas, y que pudiera encontrar su derecho a existir a través de una conquista política y militar.
Nuevos privilegios
La iglesia comenzó a saborear el primer dulce sabor del poder secular. Constantino patrocinó a la iglesia con favores que nunca
antes había conocido. Se movilizó para hacer del cristianismo la religión oficial del imperio. Esto no ocurrió de repente, por
supuesto. Pero se había establecido un dramático nuevo rumbo. El cristianismo había prevalecido. Se convirtió en la fe
autorizada del Imperio Romano a finales del siglo IV. Y cuanto más se desvanecía el poder político del imperio, la iglesia más
se convirtió en la fuente estabilizadora y unificadora de la sociedad romana, superando al imperio y en cierto modo incluso
reemplazándolo.
Nuevos problemas
El "Éxito" trae sus propios problemas. Para la Iglesia, el poder y el prestigio resultaron más precarios que la presión de la
persecución. La iglesia se difundió más rápidamente de lo que nunca antes lo había hecho. Se volvió más fácil, incluso una
moda, convertirse en cristiano. Se realizaban adecuaciones en el pasado pagano de los nuevos miembros. Y es triste decirlo, la
iglesia, que había vivido una opresión tan prolongada, no evitó convertirse en un opresor una vez estando en el poder.
Elena, la madre del emperador fue una de las mujeres más prominentes del cristianismo primitivo. Ella nació en una familia
humilde alrededor del año 255 y se casó con Constancio Cloro. Él la abandonó y se divorció de ella por motivos políticos en el
año 292 para casarse con la hijastra del emperador Maximiano. Constantino le dio a Elena el honor debido de "reina madre" y
ella pasó a ser conocida como una cristiana devota y asumió la tarea de encontrar y restaurar sitios históricos sagrados para el
cristianismo. Llevó a cabo peregrinaciones a Belén y a Jerusalén, y allí patrocinó la construcción de iglesias. A ella se le
acreditó el descubrimiento de la verdadera cruz de Jesús, aunque la mayoría de los eruditos dudan de ello.
La inicial Vida de Constantino describe su tema como "resplandeciente, con todas las virtudes que la piedad otorga." Este
panegírico vino de la mano de Eusebio, obispo de Cesarea de Palestina, y quizá el mayor admirador de Constantino. Esta es la
imagen clásica que prevaleció en el cristianismo oriental hace más de mil años.
Los historiadores actualmente debaten si "el primer emperador cristiano" fue realmente cristiano. Algunos piensan en él como
un buscador de poder sin escrúpulos que sólo trataba de inflar su ego. Cualquier religión que haya profesado, muchos
sostienen, era en el mejor de los casos una mezcla de paganismo y cristianismo con fines puramente políticos.
Ciertamente, Constantino sostuvo ideales que ya no compartimos. Él no sabía nada de religión sin política o de política sin
religión. Sin embargo, evidentemente creía que era cristiano, y miraba la batalla del Puente Milvio, justo a las afueras de las
murallas de Roma, como la hora decisiva de su fe recién hallada.
Comandante y estratega
Los primeros años de Constantino se sitúan principalmente en las sombras de la historia. Sólo sabemos que nació en Illiria, una
región de los Balcanes. Su padre, Constancio Cloro, ya era un oficial romano en ese lugar. Elena, hija de un posadero y esposa
de Constancio, dio en nacimiento a Constantino alrededor del año 280 A.C. en Naisso, justo al sur del Danubio.
En el año 293 su padre se convirtió en el César de Occidente (ayudante del Augusto [emperador] del oeste, Maximiano) y el
joven Constantino sirvió en la corte de Diocleciano, el Augusto del oriente.
El símbolo que Constantino hizo famoso estaba formado por la superposición de las letras griegas chi (X) y rho (P), una
abreviatura para Christos ya en uso. A veces una alfa (a) y una omega (w) eran agregadas, la primera y la última letra del
alfabeto griego, representando a Cristo como el primero y el último.
Cuando Diocleciano se retiró en el año 305, en una reestructuración del poder, el padre de Constantino se convirtió en Augusto
de Occidente, y cuando murió un año después, Constantino le sucedió. El joven gobernante decidió dejar que el Oriente
resolviera sus propios conflictos mientras él dirigía su atención a consolidar el poder de su propio imperio, obteniendo una
valiosa experiencia en el campo como comandante y estratega.
Pero cuando Galerio, Augusto del Oriente, murió en la primavera del año 311, la defensa de las regiones periféricas se hizo
periférica. El hijo de Maximiano, Majencio, ansioso acerca del poder de Constantino, se encontraba en la capital alegando ser
el legítimo emperador de Occidente.
Visión de Campo
Con 40,000 soldados detrás de él, Constantino cabalgó hacia el sur para enfrentarse a un enemigo cuyo número era cuatro
veces el suyo.
Bajo una sensación fatal de seguridad, Majencio esperó en Roma, con sus tropas italianas y la élite de Guardias Pretorianos,
seguros de que nadie podría invadir la ciudad. Pero el ejército de Constantino ya se hallaba abrumando a sus enemigos en Italia
a medida que marchaba hacia la capital. Cuando el formidable ejército en Turín cayó, incluso las multitudes romanas se
volvieron en contra de Majencio. Durante las carreras de cuadrigas del 26 de octubre, conmemorando el aniversario de su
llegada dos días más tarde, los espectadores abiertamente escarnecieron a su líder.
El irritante Majencio se volvió a los oráculos paganos, encontrando una profecía acerca de que el "enemigo de los romanos"
perecería el 28 de octubre, día de la adhesión de Majencio. Pero Constantino aún se encontraba a millas de distancia.
Fortalecido por la profecía, Majencio abandonó la ciudad para reunirse con su enemigo. Él estableció su posición en un lugar
llamado Rocas Rojas, a nueve millas hacia el norte de Roma. De un lado había enormes cerros. Del otro fluía el río Tíber. Era
una fuerte posición defensiva, pero hacía difícil el repliegue.
Entretanto, Constantino y su ejército vieron una visión en el cielo durante la tarde: una cruz brillante con las palabras Hoc
vince: "Por este signo vencerás", como dice la historia, el mismo Cristo le dijo a Constantino en un sueño que tomara la cruz
como su estandarte en la batalla.
Aunque las versiones varían, Constantino aparentemente creyó que se trataba de una profecía parte de Dios. Cuando despertó
temprano a la mañana siguiente, el joven comandante obedeció el mensaje y ordenó a sus soldados marcar sus escudos con el
ahora famoso Chi-Rho.
Majencio y sus tropas lucharon bien, pero fueron aplastados por el ejército de Constantino, que fue fortalecido por este signo
del cielo. Las tropas de Majencio huyeron desordenadamente hacia el ondulante Tíber. El emperador intentó escapar por el
puente de madera construido para cruzar la corriente, pero la multitud de su propio ejército que huía, estrujándose por el
estrecho pasaje, lo hizo a caer al río, donde se ahogó debido al peso de su armadura.
Constantino no tenía ningún deseo de imponer su nueva fe como una religión de estado. "La lucha por la inmortalidad", dijo,
"debe ser libre". Constantino entró en Roma como el gobernante indiscutible de Occidente, el primer emperador romano con
una cruz en su diadema.
Creyente dudoso
Una vez siendo supremo en el Oeste, Constantino se reunió con Licinio, el gobernante de las provincias de los Balcanes, y
emitió el famoso edicto de Milán, que le dio a los cristianos la libertad de culto y dirigió a los gobernadores a restituir todos los
bienes confiscados durante la persecución de Diocleciano.
Eusebio, en su Historia de la Iglesia registró el júbilo cristiano: "toda la raza humana fue liberada de la opresión de los tiranos.
Nosotros especialmente, quienes habíamos fijado nuestras esperanzas en el Cristo de Dios, sentimos un gozo indescriptible".
La fe de Constantino todavía era imprecisa, pero muy pocos cuestionaban su autenticidad. En el año 314 Constantino les envió
un mensaje a los obispos reunidos en el Concilio de Arles. Él escribió acerca de cómo Dios no permite que la gente "deambule
en las sombras", sino que les revela la salvación: "Yo he experimentado esto en otros y en mí mismo, pues yo no anduve en el
camino de la justicia. … Pero el Dios Todopoderoso, quien se sienta en el tribunal del cielo, me concedió lo que no merecía".
Durante una década, sin embargo, él dudó. Por ejemplo, en el Arco de Constantino, que celebra su victoria en el Puente Milvio,
se ilustran los sacrificios paganos que usualmente se representaban en los monumentos romanos. Entonces, una vez más,
todavía no había símbolos cristianos, y la Victoria y el Dios del Sol, eran alabados.
Él no tenía ningún deseo de imponer su nueva fe como la religión del estado. "La lucha por la inmortalidad", dijo, "debe ser
libre." Él parecía comenzar donde su padre se había quedado: más o menos monoteísta frente a los ídolos, y más o menos
amistoso hacia los cristianos. Sólo a través de los años hizo crecer sus convicciones cristianas.
Diez años después del edicto de Milán, Licinio se había abierto camino hacia la supremacía en el Oriente y, dadas las
ambiciones de los dos emperadores, el conflicto parecía inevitable. En el año 323 tomaron las armas para resolver sus
diferencias. Constantino luchó como el campeón cristiano contra un enemigo que había puesto su confianza en Júpiter.
La victoria sobre Licinio le permitió a Constantino trasladar permanentemente la sede del gobierno al Oriente, hacia la antigua
ciudad griega de Bizancio (la actual Estambul). Amplió y enriqueció la ciudad a través de enormes gastos y construyó iglesias
magníficas en todo el Oriente. La nueva capital fue consagrada como la Nueva Roma, pero en todo el mundo pronto llamaron a
la ciudad Constantinopla.
Los cristianos eran más numerosos y expresivos en el Oriente que cuando se encontraban en Roma, por lo que, durante los
últimos 14 años de su reinado, "el cabeza dura" pudo proclamar abiertamente ser cristiano. Él procedió a crear las condiciones
que llamamos "estado-iglesia" y les dejó ese legado a los cristianos por mil años.
En el año 325 la controversia arriana amenazó con dividir al imperio recién unido en dos campamentos. Para resolver la
cuestión, Constantino convocó a un consejo de obispos en Nicea, una ciudad cercana a la capital. Él mismo dirigió la reunión.
"Vosotros sois obispos cuya jurisdicción está dentro de la iglesia", les dijo. "Pero también yo soy un obispo, ordenado por Dios
para supervisar aquellos fuera de la iglesia".
Constantino era magnífico presidiendo el Consejo: organizando una ceremonia elaborada, entradas y procesiones
espectaculares, y servicios espléndidos. También era un talentoso mediador, usando ahora sus habilidades en relaciones
públicas para gestionar los asuntos de la iglesia.
Lamentablemente él no podía comprender argumentos abstractos o temas muy sutiles y a menudo se encontraba en situaciones
de gran desventaja en estos consejos. Esto explica, en parte, sus explosiones de temperamento y su indecisión política y porque
podía ser apasionado en sus convicciones, pero hacer caso omiso de las implicaciones morales.
A medida que Constantino envejecía, su vida privada parecía degenerarse. Él se volvió próspero, se deleitaba en la adulación y
en la elaboración de títulos. Su sobrino Julián dijo que se había vuelto ridículo en su apariencia: extrañas vestiduras rígidas
Orientales, joyas en sus brazos, una tiara encaramada, encima de una loca peluca tintada sobre su cabeza.
Él esperó hasta acercarse a la muerte para ser bautizado como cristiano. Su decisión no era inusual en una época en la que
muchos cristianos creían que uno no podía ser perdonado después del bautismo. Debido a que los pecados de los hombres
mundanos, especialmente aquellos con responsabilidades públicas, eran consideradas incompatibles con la virtud cristiana,
algunos líderes eclesiásticos retrasaban el bautismo de esos hombres hasta justo antes de la muerte.
Él les proporcionó a sus hijos una educación cristiana ortodoxa y la relación con su madre fue generalmente feliz, pero
continuó actuando como un emperador romano típico. Ordenó la ejecución de su hijo mayor, de su segunda esposa y del
esposo de su hermana favorita. Parece que nadie es capaz de explicar sus razones.
Si bien muchas de sus acciones no pueden ser defendidas, hizo abandonar a los antiguos dioses romanos y convirtió la cruz en
un emblema de victoria en el mundo.
Bruce Shelley es catedrático sobre la historia de la iglesia en el Seminario de Denver y es autor de La Historia de la Iglesia en
Lenguaje Sencillo (Word).
El Emperador Contraataca
"Dejen que la superstición cese; dejen que la locura de sacrificios sea abolida. Cualquiera que, después de la publicación de la
presente ley, continúe con los sacrificios, será sancionado de acuerdo a sus deserciones".
Este decreto del Emperador Constancio en el año 341 marcó el fin del paganismo y el comienzo de la era cristiana. El
cristianismo había dejado de ser una minoría perseguida; había iniciado su camino para convertirse en la religión oficial del
imperio.
Nuevos perseguidores
La historia comienza en el año 313, cuando el emperador Constantino les otorgó a los cristianos la plena libertad de culto y la
igualdad con otras religiones. Los bienes confiscados a los cristianos fueron devueltos, y los cristianos nuevamente fueron
reconocidos como ciudadanos del imperio con pleno derecho. Una serie de leyes favorables hacia la iglesia dejó claro que
Constantino estaba a favor del cristianismo y en contra del paganismo.
Con esto, el paganismo se derrumbó. Aparentemente se había practicado sólo como un deber cívico.
Para la época del reinado de Constancio (337-61), los cristianos se habían convertido en una mayoría en algunas zonas, y a
veces perseguían a los paganos que alguna vez los habían perseguido a ellos. El gobierno rara vez alentaba ese
comportamiento, pero tampoco intentaba detenerlo.
En Alejandría, Egipto, el filósofo Demetrio Chytas fue condenado por sacrificar a los dioses. Argumentó que sólo estaba
llevando a cabo una práctica vitalicia, una que había comenzado cuando tales sacrificios eran legales, que incluso había sido
ordenada. Sin embargo, Demetrio fue torturado y sometido a arresto domiciliario. En algunas áreas, llevar amuletos contra
enfermedades y acudir con astrólogos que leyeran los horóscopos eran considerados delitos y podrían repercutir en la tortura y
en la muerte.
En su libro Sobre el Error de las Religiones Profanas, un famoso astrologo convertido, Fírmico Materno, instó a los
gobernantes a erradicar totalmente el paganismo. "Lejos de los tesoros del templo", escribió. "Dejen que el fuego de sus mentas
o las llamas de sus obras de fundición quemen a sus dioses. Transfieran todos los dones a su servicio y control".
No todos los cristianos estaban de acuerdo. Algunos le dijeron al emperador que estaba hiriendo, mas no ayudando a la fe al
usar el poder del Estado para hacer avanzar la causa de la iglesia. Atanasio de Alejandría (quien fue enviado al exilio por el
gobierno en cuatro ocasiones) señaló hacia el ejemplo de Jesús, quien sólo les pidió a las personas que lo siguieran: "Cómo
puede existir algo parecido a la persuasión cuando el temor al emperador gobierna?"
Ordenando la fe
Aunque los emperadores siguieron agregando leyes para beneficiar a los cristianos y penalizar a los paganos, el paganismo
continuó. Por ejemplo, Constancio no destruyó los templos paganos de Roma. No fue hasta el año 380, durante el reinado de
Teodosio, que el cristianismo se hizo obligatorio.
"Es nuestra voluntad", él decretó "que todos los pueblos que gobernamos deban practicar aquella religión que el Apóstol Pedro
le transmitió a los romanos".
Alrededor del año 380, los cristianos constituían la mayoría de la población del imperio. De hecho, durante la primera década
de su gobierno de 16 años, Teodosio no exigió que se cerraran los templos prefiriendo, al igual que Constantino, conservarlos
como curiosidades históricas.
Pero en el año 391, las protestas públicas en contra de los templos, especialmente del Oriente, eran demasiado grandes. Los
templos fueron cerrados, y cada práctica pagana que Teodosio pudo imaginar fue prohibida.
En cuestión del primer concilio general de la iglesia se hallaba la más sencilla, pero más profunda, pregunta:
¿Quién es Jesucristo?
EL 4 DE JULIO, DEL AÑO 325, FUE UN DÍA MEMORABLE. Alrededor de 300 obispos y diáconos cristianos de la
mitad oriental del Imperio Romano habían llegado a Nicea, una pequeña ciudad cerca del Estrecho de Bósforo que fluye
entre el Mar Negro y el Mar Mediterráneo.
En la sala de conferencias donde ellos esperaban había una mesa. En ella había una copia abierta de los Evangelios. El
emperador Constantino el Grande, entró en la sala con su bordado imperial multicolor de joyas incrustadas, pero por
respeto a los líderes cristianos, sin su habitual compañía de soldados. Constantino sólo habló brevemente. Les dijo a los
eclesiásticos que tenían que llegar a un acuerdo sobre las cuestiones cruciales que los dividían. "La división en la iglesia",
dijo, "es peor que la guerra".
Un Nuevo Día
Los obispos y diáconos estaban profundamente impresionados. Después de tres siglos de persecuciones periódicas
instigadas por algún emperador romano ¿Realmente habían sido reunidos ante aquel no como enemigos, sino como
aliados? Algunos de ellos llevaban cicatrices de los azotes imperiales. A un pastor de Egipto le faltaba un ojo; a otro le
habían mutilado ambas manos como consecuencia de hierros al rojo vivo.
Pero Constantino había arrojado la espada de la persecución a fin de tomar la cruz. Justo antes de una batalla decisiva en
el año 312, se había convertido al cristianismo.
Nicea simboliza un nuevo día para el cristianismo. Los seguidores perseguidos del Salvador vestidos de lino se habían
convertido en los asesores respetados de los emperadores vestidos con túnicas de color morado. La otrora religión
despreciada estaba en camino a convertirse en la religión del estado, el cemento espiritual de una sociedad en la que la
vida pública y privada se unirían bajo el control de la doctrina cristiana.
Si el cristianismo iba a servir como cemento del imperio, no obstante, tenía que sostener una fe. Por lo que los
emperadores llamados por los concilios de la iglesia como Nicea, pagaron el precio para que los obispos atendieran y
presionaran a los líderes de la iglesia para lograr la unidad doctrinal. La época de los emperadores cristianos fue una
época de credos; y las confesiones eran los instrumentos de conformidad.
Podemos ver esta impresión imperial obrando en Nicea, el primer concilio general de la iglesia. El problema que
Constantino esperaba que los obispos resolvieran era la controversia sobre el Arrianismo.
Arrio, pastor de la influyente Iglesia de Baucalis de Alejandría, Egipto, enseñaba que Cristo era más que humano, pero
algo menos que Dios. Él dijo que originalmente Dios vivía solo y no tenía ningún hijo. Luego creó al hijo, quien a su vez
creó todo lo demás. La idea persiste en algunos cultos de la actualidad.
Arrio hizo comprensible la fe en Cristo, especialmente cuando adaptó su enseñanza a unas ingeniosas rimas con tonos
pegajosos. Incluso en los muelles portuarios de Alejandría se podían tararear esas cantinelas mientras se descargaba el
cargamento de pescado.
La enseñanza de Arrio poseía un especial atractivo para muchos recién convertidos al cristianismo. Ésta era parecida a las
religiones paganas de su infancia: un Dios supremo, que habita solo, crea una serie de dioses menores que hacen la obra
de Dios, yendo y viniendo desde el cielo hasta la tierra. A estos antiguos paganos les resultó difícil entender la creencia
cristiana de que Cristo, el Verbo de Dios, existía desde la eternidad, y que él era igual al Padre Todopoderoso. Así es
como se propagó el Arrianismo, ocasionando la preocupación de Constantino.
El Concilio de Nicea fue convocado por el emperador Constantino y se celebró en el palacio imperial bajo sus auspicios.
Constantino consideraba a la doctrina arriana--en la que Jesús era un ser creado subordinado a Dios--como un asunto
teológico "insignificante". Pero quería paz en el Imperio que acababa de unificar a través de la fuerza. Cuando fracasaron
las cartas diplomáticas para resolver la disputa, convocó a un número aproximado de 220 obispos, que se reunieron
durante dos meses para llegar a una definición universalmente aceptable acerca de Jesucristo.
Una vez que fue convocado el Concilio de Nicea, muchos de los obispos estaban listos para el compromiso. Un joven
diácono de Alejandría, sin embargo, no lo estaba. Atanasio, con el apoyo de su obispo, Alejandro, insistió en que la
doctrina de Arrio había dejado al cristianismo sin un Salvador divino. Él exigió un credo que dejara en claro la deidad
plena de Jesucristo.
Durante el transcurso del debate, el obispo presente más sabio, el historiador de la iglesia Eusebio de Cesarea (un amigo y
admirador del emperador y mitad partidario de Arrio), expuso su propio credo-- quizás como evidencia de su cuestionada
ortodoxia.
La mayoría de los pastores, sin embargo, reconocieron que se necesitaba algo más específico para excluir la posibilidad
de la enseñanza Arriana. Para ello produjeron otro credo, probablemente en Palestina. En él se insertan una serie de frases
extremadamente importantes: "Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado, no creado, de la misma sustancia con el
Padre. . . . "
La expresión homo ousion, "una sustancia", fue probablemente insertada por el Obispo Osio de Córdoba (en la actual
España). Debido a que tenía gran influencia en Constantino, el peso imperial fue inclinado hacia ese lado de la balanza.
Tras un amplio debate, todos menos dos obispos del Consejo acordaron un credo que confesara la fe "en un solo Señor,
Jesucristo, . . . Dios verdadero de Dios verdadero". Constantino estaba satisfecho, al pensar que el problema estaba
solucionado.
La larga lucha por el poder imperial y por el lenguaje teológico culminó a mediados del siglo V en el Concilio de
Calcedonia en Asia Menor (la actual Turquía). Allí los padres de la iglesia llegaron a la conclusión de que Jesús era
completamente y totalmente Dios. Y, por último, el Consejo confesó que este completo hombre y completo Dios fue una
persona totalmente normal. En otras palabras, Jesús combinó dos naturalezas, la divina y la humana, en una sola persona.
Esta afirmación clásica ortodoxa hizo posible narrar la historia de Jesús como una buena noticia. Debido a que Jesús era
un ser humano normal, hueso de nuestros huesos y carne de nuestra carne, él podría satisfacer cada exigencia de la ley
moral de Dios, y podría sufrir y experimentar una muerte real. Debido a que él era verdaderamente Dios, Su muerte había
sido capaz de satisfacer la justicia divina. Dios mismo había provisto el sacrificio.
El Concilio de Nicea, entonces, puso la primera piedra para la interpretación ortodoxa de Jesucristo. Este fundamento se
ha mantenido desde entonces.
Bruce L. Shelley es profesor de la historia de la iglesia en el Seminario de Denver y es miembro de la junta consultiva de
la Historia Cristiana.
EN EL CONCILIO de Nicea, Arrio y sus ideas perdieron. Pero durante las décadas posteriores al concilio, parecía que la
perspectiva arriana sobre la persona de Cristo conduciría a que aquel día y las conclusiones de Nicea desaparecieran en un
basurero teológico y eclesial. ¿Por qué? Los emperadores romanos eran una influencia importante. Una serie de
emperadores (comenzando por Constantino) entendieron su función de incluir el derecho a intervenir en los asuntos de la
Iglesia, especialmente cuando la división en el seno de la Iglesia amenazaba la unidad del Imperio Romano. De este
modo, si un emperador romano se encontraba predispuesto favorablemente hacia las ideas Arrianas--como lo estaban
Constancio y Valente—los obispos que apoyaban al credo formulado en Nicea podrían ser castigados severamente, más a
menudo al ser despedidos y exiliados. Si un emperador que estaba a favor de Nicea se encontraba en el poder, los
creyentes arrianos sufrirían.
Sí, los obispos de la iglesia continuaron desempeñando el principal papel de interpretar las Escrituras y de construir la
teología sobre la base de la exégesis bíblica. Pero detrás de los obispos y de los presbíteros durante y después del Concilio
de Nicea, había una serie de emperadores romanos cristianos más que dispuestos a intervenir en los asuntos de la iglesia y
de la doctrina. Cuando una serie de emperadores a favor del Arrianismo aparecieron, éste se propagó como fuego salvaje.
Tomemos el caso del mismo Constantino. Preocupado por la creciente fractura dentro de la iglesia derivada de las ideas
de Arrio, Constantino convocó e intervino en el Concilio de Nicea. Rowan Williams apunta que en el momento en que
Constantino vio a Arrio como un separatista, el emperador le escribió una carta a Arrio "y a sus partidarios, cuyo veneno
y abuso es extraordinario, considerando a Arrio un 'Ares', un dios de la guerra, que pretende crear conflicto y violencia".
Constantino no fue reacio para tomar medidas legales fuertes para alinear nuevamente a los teólogos descarriados.
Williams señala que la respuesta ácida del emperador hacia Arrio, agrupó a Arrio y a sus partidarios con Porfirio, "el gran
crítico pagano de la Iglesia." Constantino ordenó "que las obras Arrio van a ser tratadas como las de Porfirio: van a ser
quemadas, y quienes no entreguen las copias en su posesión deben ser ejecutados".
Dentro de los diez años del Concilio de Nicea, sin embargo, Constantino se convenció de que las ideas de Arrio caían
dentro del seno de la ortodoxia, a pesar de que los detalles exactos de la posición de Arrio--por lo menos en lo que
representaba al emperador en los años siguientes a Nicea--siguen siendo algo confusos. Lo que queda claro, sin embargo,
es que ni Constantino ni sus hijos como Constante y Constancio fueron intérpretes bíblicos calificados o teólogos. Estos
emperadores romanos estaban más preocupados por preservar la unidad de la iglesia que por dedicarse a debates extensos
sobre aquello que a menudo consideraban quisquillosidad teológica. Manlio Simonetti, por ejemplo, comenta que
Constantino estaba "convencido de que la paz religiosa sólo podía garantizarse a través de una amplia concentración de
elementos moderados" y "era tan reacio a algunos de los oponentes más radicales de Arrio debido a que había
experimentado el radicalismo de los Ananos." Tanto Arrio como Atanasio experimentaron el desagrado de Constantino.
Fue Constantino quien en el año 335 D.C., ordenó el primero de los cinco exilios de Atanasio--el mismo año en el que
Arrio recuperó el favor del emperador Romano.
A lo largo de los 56 años que separaron el Concilio de Nicea con el Concilio de Constantinopla, los emperadores romanos
frecuentemente removían y exiliaban a los obispos y presbíteros que consideraran cismáticos y heréticos. Estas acciones
crearon una atmósfera extensa de sospecha, intriga, división y odio en el seno de la iglesia. Los obispos orientales que
apoyaban a Nicea sufrieron durante el reinado de Constancio. Tras el asesinato del hermano de Constancio, Constante, en
el año 350, el imperio se consolidó bajo el imperio de Constancio. Parecía que todo el mundo cristiano había caído en las
manos de los Arrianos. Aunque Constancio murió en el año 361, sus sucesores estaban más interesados en mantener la
unidad del imperio que en perseguir la claridad teológica. Cuando Valente tomó el mando del Oriente en el año 364,
Simonetti dice, él se comportó "con ferocidad" en contra de los obispos que cuestionaban la posición Arriana.
Además de la ayuda que ellos recibían de los emperadores, las ideas de Arrio eran profundamente atractivas porque
ofrecían un modelo racionalmente satisfactorio sobre la relación entre el Padre y el hijo. Arrio comenzó con el supuesto
fundamental de que la esencia divina es una unidad indivisible, una sustancia que no puede ser dividida o distribuida
como porciones de puré de papas. Si esto fuera cierto, ¿cómo se podría argumentar de manera coherente que Dios podría
dividirse al interior de las personas? Hubiera sido imposible para Dios "engendrar" un Hijo divino, lograr esa concepción
o generación, implicaría dividir lo intrínsecamente indivisible.
De esta manera, el hijo debe ser creado en lugar de ser ingénito. Si tuviéramos que trazar una línea entre la divinidad
ingénita y todas las criaturas--sin importar cuan exaltadas sean esas criaturas--el hijo necesariamente sería incluido junto
con todas las demás criaturas. Si bien Arrio no cuestionaba la posición del hijo exaltado sobre toda la creación, él no
podía ser eterno en el mismo sentido que el Padre. "Hubo un tiempo en el que él no estaba", dijo Arrio.
La respuesta de Arrio en Nicea fue que el hijo era de la misma substancia (homoousios) que el Padre, una declaración
debatida intensamente durante el siglo cuarto. La iglesia necesitaba ordenar estos años y aclarar qué quería decir el credo
con homoousios. Algunos cristianos criticaron la cláusula homoousios porque ellos creían que esto conducía a la
inquietante conclusión de que no existía una verdadera distinción entre el Padre y el hijo. Es decir, el Credo de Nicea
simplemente servía como un disfraz para el Sabelianismo (también denominado Modalismo).
Algunos creyentes que afirmaban con firmeza la deidad del Hijo, defendían la idea de que el Padre y el hijo compartían
una naturaleza similar, no la misma naturaleza. Esta fórmula parece evitar la confusión causada por homoousios, pero
surgieron preguntas propias. Si la esencia del hijo sólo es similar a la del padre, ¿de qué manera es diferente?
Inteligencia agresiva
La olla exprés teológica de los años entre Nicea y Constantinopla reveló las fallas ocultas del modelo Arriano. Los
defensores de Nicea como Atanasio siguieron pensando en las consecuencias y en los fundamentos del credo formulado
en Nicea. En Atanasio percibimos el poder de la personalidad a través de la historia. Su mente brillante estaba vinculada a
una personalidad agresiva y contenciosa que volvía locos a sus oponentes, pero que lo fortalecieron a través de años de
conflictos y exilio. Quizás sólo una persona como Atanasio poseía la inteligencia, la laboriosidad y la persistencia para
sobreponerse a la guerra teológica que dominaba el cuarto siglo. Robert Payne observa que "en la historia de la Iglesia
primitiva, nadie jamás ha sido tan implacable, tan exigente en sus demandas de sí mismo o tan desdeñoso con sus
enemigos. En él había algo del temperamento de la dogmática moderna revolucionaria: nada lo detuvo".
Atanasio vio que, si la creencia arriana de Cristo como criatura exaltada ganaba la discusión, el evangelio estaría perdido.
Dos de los puntos centrales del Atanasio seguían repitiéndose:
1. Sólo Dios puede salvar. Una simple criatura no puede salvar a nadie. Mientras Arrio trabajó arduamente para preservar
un estado exaltado para el hijo, describiéndolo como un ser elevado por encima de todas las demás criaturas, su
comprensión de Cristo falló en dicha coyuntura estratégica. El Cristo arriano, insistió Atanasio, no era un salvador en su
época de adolescente. Ninguna criatura poseía la capacidad o la facultad para salvar del pecado. La salvación era la
prerrogativa, el privilegio y el acto potencial de Dios solamente. "El creador debe ser mayor que lo que crea… y el dador
ha de otorgar lo que tiene como posesión".
2. Cristo era adorado en las iglesias cristianas, incluidas las iglesias que seguían la enseñanza de Arrio. Atanasio preguntó
cómo es que una iglesia podía adorar a Cristo, si Cristo no era Dios. Adorar a una criatura era cometer blasfemia. De
hecho, Atanasio afirma, Arrio y sus seguidores cometieron blasfemia en dos sentidos: adoraban a una criatura como a
Dios y decían que Dios se había encarnado en una simple criatura. Atanasio insistió que cuando adoramos al hijo,
legítimamente estamos adorando a uno que encuentra la fuente o el manantial de su deidad en la deidad del Padre. Como
"descendiente del Padre", escribió Atanasio, el Hijo es verdaderamente distinto. Pero no debemos permitir que esta
distinción fundamental nuble "la identidad de la deidad." "Porque el resplandor también es luz, no una segunda luz
además del sol, ni una luz diferente, no una luz en comparación con el sol, sino una descendencia completa de él. Nadie
diría que hay dos luces, sino que el sol y su resplandor son dos, mientras que la luz del sol, que ilumina las cosas en todas
partes, es uno. De la misma manera la divinidad del Hijo es la del Padre".
La unidad esencial del Padre y el Hijo, indica, como argumenta Atanasio, que todo lo que se predica del padre debe
predicarse del Hijo, "excepto el título de ‘Padre." En resumen, si el padre es Señor, el Hijo es el Señor. Si el padre es luz,
el Hijo es luz.
Durante muchos años en el siglo IV, la causa arriana pareció haber ganado la discusión. Las ideas de Arrio ofrecieron un
enfoque racional sensible de la relación entre el Padre y el hijo, mientras que el Credo de Nicea parecía confuso, anti
bíblico y provocador. Al final, sin embargo, la enseñanza de Nicea ganó.
Teodosio, el primer emperador en combatir enérgicamente el arrianismo después de muchos años, afirmó la legitimidad y
la ortodoxia de los obispos y sacerdotes que apoyaron el Credo de Nicea. Bajo su liderazgo y autoridad imperial, el
Concilio de Constantinopla (381), reafirmó y desarrolló las declaraciones creadas por los obispos de Nicea, unos 56 años
antes.
Realmente por un tiempo parecía que era Atanasio contra mundum. C. S. Lewis escribió:
"Estamos orgullosos de que nuestro país se haya levantado en más de una ocasión en contra del mundo. Atanasio hizo lo
mismo. Luchó por la doctrina Trinitaria, 'completa y sin mácula,' cuando parecía como si todo el mundo civilizado estaba
resbalándose desde el cristianismo hacia la religión de Arrio--hacía una de esas religiones sintéticas 'sensibles' que son tan
fuertemente recomendadas actualmente y que, entonces como ahora, incluían entre sus devotos a muchos clérigos
altamente cultivados. Es su gloria la que no se mueve a través de los tiempos, es su recompensa la que permanece en la
actualidad mientras aquellos tiempos, como todos los tiempos, se han desplazado".
Christopher A. Hall es decano en Templeton Honors College de la Eastern University y autor de Aprendiendo
Teología con los Padres de la Iglesia (InterVarsity Press, 2002).
Nacido en una familia cristiana en Alejandría, en el año 295, Atanasio era un bebé durante la persecución de Diocleciano
y apenas un poco más que un muchacho cuando el edicto de Milán legalizó a la iglesia en el año 313. Fue ordenado
diácono cinco años más tarde a la edad de 23 años. Indudablemente, el mayor reclamo que podemos hacer de Atanasio es
que toda su vida fue absorbida por el servicio a la iglesia.
El evento que marcó mayormente el destino de este apasionado sacerdote fue, por supuesto, el concilio de Nicea en el año
325. Aunque quizás no hay ningún otro nombre más estrechamente relacionado con Nicea que el de Atanasio, esta
relación estrecha tuvo que ver más con las repercusiones del consejo que con el propio evento. Tres hechos conspiraron
para que así fuera.
Primero, los Padres en Nicea habían formalizado una clasificación de la estructura patriarcal en la iglesia, según la cual
los obispos de Roma, Alejandría y Antioquía ejercerían la supervisión general de las demás iglesias, en sus respectivas
regiones. Así, cuando Atanasio fue elegido obispo de Alejandría, en el año 328, apenas tres años después de Nicea, de
repente se encontró en una de las posiciones más influyentes y prestigiosas de toda la Iglesia.
Segundo, Nicea determinó también que la iglesia de Alejandría, a causa de los registros superiores y de los recursos
astronómicos disponibles en esa ciudad, cada año se encargaría de establecer la fecha correcta de la Pascua, y de esta
manera, informarle al resto de las iglesias a través de un aviso anual. Este arreglo le otorgó a Atanasio la oportunidad
oficial de enviar una carta anual a todos los otros grandes centros eclesiásticos, y hasta su muerte en el año 373 utilizó
estas "cartas pascuales" como oportunidades para enseñar y amonestar a los cristianos mucho más allá de las fronteras de
Alejandría. Debido a que muchos sucesores de Atanasio siguieron su ejemplo en este sentido, el obispado de Alejandría
se convirtió en una de las autoridades de enseñanzas más influyentes de la Iglesia entera, eran el segundo lugar, solamente
después de Roma.
En tercer lugar, debido a que Nicea les había concedido implícitamente a los emperadores romanos una autoridad sobre
los asuntos de la iglesia, que nunca antes habían tenido, las próximas décadas (incluso siglos) presenciarían muchos casos
de injerencia imperial directa en el ministerio mismo de la enseñanza de la iglesia, incluyendo el oficio del obispo. A
medida que diversos emperadores ejercieron esta interferencia, Atanasio fue forzado al exilio de Alejandría no menos de
cinco veces.
Atanasio pasó estos largos períodos de confinamiento principalmente haciendo dos cosas. Primero, viajó extensivamente
a lugares lejanos, donde se reunió con sacerdotes para tratar la herejía arriana y otros asuntos eclesiásticos, incluyendo la
interferencia imperial. Estas consultas ampliaron considerablemente la reputación de Atanasio como un maestro cristiano
universal. En segundo lugar, estos períodos de exilio le dieron el tiempo suficiente para escribir largos tratados de teología
que lo llevaron a ser considerado, incluso hoy en día, como uno de los máximos exponentes de la doctrina cristiana.
¿Cuál Credo es Cuál?
D.H. Williams
Con respecto a una de las peculiaridades de la historia de la iglesia, el "Credo Niceno" utilizado en los himnarios y
liturgias de la iglesia, es un credo diferente al aceptado en Nicea.
En el año 381, el concilio de Constantinopla confirmó el Credo Niceno, y condenó las herejías que habían surgido desde
entonces en contra de Nicea. Pero desde luego, por los registros (preservados en el Concilio de Calcedonia, 70 años más
tarde) sabemos que también se utilizó otro credo, ahora conocido como el Credo Nicenoconstantinopolitano. Este credo es
estrictamente más Trinitario que el de Nicea, describiendo a cada uno de los miembros de la Trinidad en relación con los
demás miembros. El credo del año 325 dice menos acerca del Padre y sólo menciona al espíritu santo sin descripción
alguna, debido a que la atención del Consejo se hallaba centrado en cómo el hijo no es menos divino que el Padre.
La siguiente versión es la que se utilizaba en la iglesia occidental; la versión oriental no incluía las frases entre corchetes.
En particular, la afirmación de que el Espíritu Santo procede del Padre "y del Hijo" todavía es impugnada por la Iglesia
Ortodoxa Oriental como una adición injustificada a la teología Nicena.
Y en un solo Señor Jesucristo, el unigénito Hijo de Dios, engendrado del Padre antes de todos los mundos, Dios de Dios,
Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado, no creado, siendo de una sustancia con el Padre; por quien
todo fue hecho; lo que hay en el cielo y lo que hay en la tierra; que por nosotros los hombres y por nuestra salvación bajó
del cielo, y se encarnó y se hizo hombre; padeció; y al tercer día resucitó, y ascendió a los cielos, y vendrá otra vez para
juzgar a los vivos y a los muertos;
Pero en cuanto a los que dicen, estaba cuando no lo estuvo, y antes de nacer no lo era, y nació de la nada, o quién afirmó
que el hijo de Dios es una hipóstasis o una sustancia diferente, o que está sujeto a cambio o alteración - a aquellos
anatematizan la Iglesia Católica y Apostólica.
Creo en un solo Dios, Padre todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra y de todo lo visible y lo invisible.
Creo en un solo Señor, Jesucristo, Hijo único de Dios, nacido del Padre antes de todos los siglos: [Dios de Dios], Luz de
Luz. Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado, no creado, de la misma naturaleza del Padre, por quien todo fue
hecho.
Que por nosotros los hombres y por nuestra salvación, bajó del cielo; y por obra del Espíritu Santo se encarnó de María, la
Virgen, y se hizo hombre. Y por nuestra causa fue crucificado en tiempos de Poncio Pilato; padeció y fue sepultado, y
resucitó al tercer día, según las Escrituras, y subió al cielo, y está sentado a la derecha del Padre; y de nuevo vendrá con
gloria para juzgar a vivos y muertos, y su reino no tendrá fin.
Creo en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que procede del Padre y del Hijo, que con el Padre [y el Hijo], recibe
una misma adoración y gloria, y que habló por los profetas.
Creo la iglesia, que es una, santa, católica y apostólica. Confieso que hay un solo bautismo para el perdón de los pecados.
Espero la resurrección de los muertos y la vida del mundo futuro. Amén.
Atanasio 296-373
Atanasio
"Aquellos que sostienen que 'Hubo un tiempo cuando el Hijo no existía' le roban a Dios de su Palabra, como saqueadores".
"Enano Negro" fue la etiqueta que sus enemigos le dieron. Y el obispo egipcio de baja estatura y piel oscura tenía muchos
enemigos. Fue desterrado cinco veces por cuatro emperadores romanos, pasando en exilio 17 de los 45 años en los que se
desempeñó como obispo de Alejandría. Pero al final, sus enemigos teológicos fueron "exiliados" de la doctrina de la iglesia, y
son los escritos de Atanasio los que forjaron el futuro de la iglesia.
"Ortodoxia" desafiante
La mayoría de veces el problema fue su insistencia obstinada de que el arrianismo, la "ortodoxia" imperante de la época, era en
realidad una herejía.
La disputa comenzó cuando Atanasio era el diacono ayudante principal del obispo Alejandro de Alejandría. Mientras Alejandro
predicaba "con quizás demasiada minuciosidad filosófica " acerca de la Trinidad, Arrio, un presbítero (sacerdote) de Libia
anunciaba, "Si el padre engendró al Hijo, entonces el que fue engendrado tuvo un principio de existencia, y de ello se
desprende que hubo un tiempo cuando el Hijo no existía." El argumento se hizo popular, sin embargo, Alejandro y Atanasio
lucharon contra Arrio, argumentando que eso negaba la Trinidad. Cristo no es de una sustancia similar a Dios, sostuvieron, sino
de la misma sustancia.
Línea de
tiempo
230 Primeras iglesias públicas
conocidas construidas
250 Decio ordena la persecución en
todo el imperio
270 Antonio adopta una vida
solitaria
296 Atanasio nace
373 Atanasio muere
381 El cristianismo se convierte en
la religión del estado del
Imperio Romano
Para Atanasio esto no era la división de las fibras teológicas. La salvación estaba en cuestión: sólo alguien que fuera totalmente
humano podía expiar el pecado humano; sólo alguien que fuera plenamente divino podía tener el poder para salvarnos. Para
Atanasio, la lógica de la doctrina de la salvación del Nuevo Testamento asumía la doble naturaleza de Cristo. "Aquellos que
sostienen que 'Hubo un tiempo cuando el Hijo no existía' le roban a Dios de su Palabra, como saqueadores".
La carta encíclica de Alejandro, firmada por Atanasio (y posiblemente escrita por él), arremetía en contra de las consecuencias
de la herejía de los arrianos: "El Hijo [entonces] es una criatura y una obra; ni es igual en esencia al Padre; ni es el verbo
verdadero y natural del Padre; ni es su verdadera sabiduría; sino que él es una de las cosas hechas y creadas y es llamado el
Verbo y la Sabiduría mediante un abuso de términos… Por consiguiente, por naturaleza él se encuentra sujeto a cambio y
variación, al igual que todos los seres racionales".
La polémica se difundió, y a lo largo de todo el imperio, los cristianos podían ser escuchados cantando una melodía pegajosa
que exaltaba la opinión arriana: "Hubo un tiempo cuando el Hijo no existía." En cada ciudad, escribió un historiador, "el obispo
competía contra el obispo, y las personas se enfrentaban unas contra la otras, como enjambres de mosquitos combatiendo en el
aire".
La palabra de controversia llegó al recién convertido emperador Constantino el Grande, quien estaba más interesado en ver la
unidad de la iglesia que en ver una verdad teológica. "La división en la iglesia", les dijo a los obispos, "es peor que la guerra."
Para resolver el asunto, llamó a un consejo de obispos.
De los 1,800 obispos invitados a Nicea, vinieron cerca de 300-y discutieron, lucharon, y finalmente se expuso una primera
versión del Credo de Nicea. El consejo, encabezado por Alejandro, condenó a Arrio como hereje, lo desterró, y determinó
como una ofensa capital poseer sus escritos. Constantino estaba complacido de que la paz se hubiese restablecido en la iglesia.
Atanasio, cuyo tratado Sobre la encarnación sentó las bases para el grupo ortodoxo de Nicea, fue aclamado como "el campeón
noble de Cristo." El diminuto obispo simplemente estaba complacido de que el Arrianismo había sido derrotado.
El obispo en el exilio
Después de pocos meses, los partidarios de Arrio hablaron con Constantino acerca de terminar con el exilio de Arrio. A través
de algunas adiciones privadas, Arrio incluso firmó el Credo Niceno, y el emperador ordenó a Atanasio, quien recientemente
había sucedido a Alejandro como obispo, restaurar al hereje en la comunidad.
Cuando Atanasio se negó, sus enemigos difundieron falsas acusaciones en contra de él. Fue acusado de asesinato, tributación
ilegal, brujería y traición--la última de las cuales dio lugar al exilio de Constantino a Trier, ahora una ciudad alemana cerca de
Luxemburgo.
Constantino murió dos años más tarde, y Atanasio volvió a Alejandría. Pero en su ausencia, el Arrianismo había ganado una
posición de control. Ahora, los líderes de la iglesia estaban en contra de él, y lo desterraron de nuevo. Atanasio huyó hacia el
Papa Julio I de Roma. Regresó en el año 346, pero en la política mercurial de la época, fue desterrado tres veces más antes de
que él llegara a su hogar para quedarse en el año 366. Para ese entonces él tenía unos 70 años de edad.
Mientras estaba en el exilio, Atanasio pasó la mayor parte de su tiempo escribiendo libros, principalmente para defender la
ortodoxia, pero abordó la oposición pagana y judía. Una de sus contribuciones más perdurables es su Vida de San Antonio, que
ayudó a conformar el ideal cristiano de la vida monástica. El libro está lleno de historias fantásticas sobre los encuentros de
Antonio con el diablo, no obstante Atanasio escribió: "No seas incrédulo sobre lo que oyes sobre él… considera, más bien que
de ellas sólo unas pocas de sus hazañas han sido aprendidas." En realidad, el obispo conocía al monje personalmente, y la
biografía de este santo es una de las más fiables históricamente. Pronto se convirtió en uno de los "más vendidos" y dejó una
profunda impresión en muchas personas, incluso ayudando a llevar a los paganos a la conversión: Agustín es el ejemplo más
famoso.
Durante el primer año del regreso permanente de Atanasio de Alejandría, él envió su carta anual a las iglesias en su diócesis,
denominada Carta festiva. Esas cartas eran utilizadas para fijar las fechas de festivales como el de la Cuaresma y el de la
Semana Santa, y para discutir asuntos de interés general. En esta carta, Atanasio enlista los libros que él consideraba que
constituían el Nuevo Testamento.
"En estos [27 escritos] solo la enseñanza de la piedad es proclamada", escribió. "Nadie puede agregarles nada, y nada puede ser
extraído de ellos".
Aunque habían existido otras listas parecidas y seguirían surgiendo, la lista de Atanasio es la que adoptó finalmente la iglesia, y
es la que usamos hoy en día.
Estas son las palabras del emperador Constantino el Grande, escritas en el año c. 328 para Atanasio, Obispo de Alejandría.
Atanasio no había seguido el creciente interés de Constantino por el ecumenismo. En cambio, él había insistido en excluir de la
iglesia a quienes no se suscribieran al Credo de Nicea. Por lo tanto, Atanasio fue removido de su cargo en el año 335 y exiliado
a Trier (hoy en la Alemania Occidental, cerca de la frontera con Luxemburgo). Dos años más tarde, después de la muerte de
Constantino, él regresó a Alejandría, pero fue removido del poder nuevamente en el año 339 y huyó hacia el Papa Julio I, un
partidario, de Roma. Regresó en el año 346, sólo para ser exiliado tres veces más por diversas razones. Atanasio finalmente
reanudó su obispado en el año 366, en el que permaneció hasta su muerte en el año 373, a los 78 años de edad.
La mayoría de sus escritos defendían la postura ortodoxa en contra de la influencia del arrianismo (Tres Discursos en contra de
los arrianos, c. 335), pero también hábilmente defendía la fe contra los judíos y paganos (Discurso contra los paganos y
Discurso sobre la Encarnación del Verbo, ambos c. 318). Otra contribución perdurable para los escritos de la iglesia es su Vida
de San Antonio, c. 357, una de las primeras vidas de un santo que puede alegar autenticidad. El libro, uno de los más conocidos
de la antigüedad, difundió de manera amplia información sobre el monacato.
Quizás el escrito más influyente de Atanasio, sin embargo, fue su Carta festiva trigésimo novena en el año 367. Había sido una
costumbre cada año después de la Epifanía [el festival cristiano guardaba doce días después de la Navidad] que los obispos de
Alejandría escribieran una carta en la cual se fijaban las fechas de la Cuaresma y de la Semana Santa y, por lo tanto, de los
demás festivales de la iglesia en ese año. Estas cartas se utilizaban también para tratar otros asuntos de interés general.
Atanasio escribió cuarenta y cinco cartas festivas; trece han permanecido completas en traducción siríaca.
La trigésima novena ha sido reconstruida por los eruditos a partir de fragmentos griegos, siríacos y coptos. Contiene una lista
de los libros del Antiguo y del Nuevo Testamento, que Atanasio describe como canónicos. La lista del Nuevo Testamento es
idéntica a los veintisiete escritos que aún aceptamos como canónicos y, por lo tanto, la carta festiva trigésimo novena de
Atanasio ha sido considerada como la primera declaración oficial sobre el canon del Nuevo Testamento.
Atanasio escribió la lista para poner fin a las disputas acerca de textos tales como "El Pastor de Hermas" o la "Epístola de
Bernabé", que siempre habían sido consideradas iguales a las cartas apostólicas. Él también silencia a quienes habían
cuestionado la autenticidad apostólica de las cartas de Pedro o del libro de Apocalipsis. Atanasio afirma que "en estos escritos
[27] solo es proclamada la enseñanza de la piedad. Nadie puede agregarles, y nada puede ser extraído de ellos".
CANON POLÉMICO
Hay un documento que apoya la posición de Atanasio: el famoso Codex Vaticanus en la Biblioteca Vaticana, un códice griego
del Antiguo y del Nuevo Testamento. Se compone de los mismos libros en el mismo orden como aparecen en la carta festiva de
Atanasio--que es particularmente digna de mención dado el peculiar orden: Evangelios, Hechos, Epístolas Católicas (Santiago,
1 y 2 Pedro 1, 2 y 3 de Juan, y Judas), Epístolas Paulinas (incluyendo Hebreos entre 2 Tesalonicenses y 1 Timoteo), y
Apocalipsis. El Codex Vaticanus probablemente fue escrito en Roma, en el año 340, por los escribas de Alejandría para el
Emperador Constante, durante los siete años de exilio de Atanasio de la ciudad. Por lo tanto, podría preceder a la carta festiva.
Aunque Atanasio probablemente no se encontraba lejos cuando fue escrito el Codex Vaticanus, uno se da cuenta de que el
establecimiento del canon no fue una decisión súbita tomada unilateralmente por un obispo de Alejandría, sino un proceso de
investigación cuidadosa y de deliberación, documentada en un códice sobre la Biblia Griega, y veinte y siete años más tarde, en
una carta festiva.
Por otro lado, la opinión de Atanasio no contó con un apoyo unánime, ni siquiera en Alejandría. Unos veinte años después de
que la carta festiva trigésimo novena fuera escrita, el erudito Alejandrino Dídimo el ciego, no aceptó 2 y 3 Juan como
canónicos, pero respaldó totalmente y citó 2 Pedro, que ocasionalmente aún estaba en disputa por otros. Dídimo aparentemente
también consideró que el Pastor de Hermas, la Epístola de Bernabé, e incluso la Didaché y 1 Clemente eran igualmente
auténticos. Y hay muchos ejemplos de este tipo de divergencias de opinión en todo el Imperio, tanto al Oriente como al
Occidente. Sin embargo, después del fin del siglo IV, tales divergencias de opinión ocasionales no han alterado a la tradición
aceptada.
¿Qué hubiera sucedido si Atanasio y otros no hubiesen establecido un "canon cerrado " aceptado? Los escritos Gnósticos,
teológicamente errados como el Evangelio de Tomás pudieron haberse infiltrado, diluyendo el mensaje histórico de Cristo, con
aquello que actualmente llamamos elementos de la Nueva Era. O los grupos de presión posteriores hubiesen excluido escritos
que no se adaptaran a su propósito--Apocalipsis, por ejemplo, o 2 Pedro (un libro que intentaron excluir las iglesias siríacas).
Más tarde, Martín Lutero habría amado excluir a Santiago, que consideraba contradictorio con respecto a Pablo. En efecto,
¿Por qué no haber agregado la "Carta desde una Cárcel de Birmingham" de Martin Luther King, Jr. de 1964, como lo
sugirieron algunos escritores modernos, o eliminar las epístolas que actualmente son consideradas falsas?
El "canon cerrado" que prevalece en todas las iglesias cristianas forma un consenso que impide tales excentricidades. Y ese
canon se remonta a Atanasio, y hacia el año 367, que justamente sigue siendo una fecha importante en la historia de la iglesia.
Teodosio I 347-395
Teodosio I
En las listas de los emperadores romanos, Teodosio está lejos de ser el más notable. Un historiador señaló que este hijo de un
emperador asesinado por alta traición "se desvió desconcertantemente entre oposiciones--una actividad febril y una lentitud
indolente, una simple vida militar y los esplendores de la Corte." Pero este emperador poco conocido cambió para siempre el
curso de la historia cristiana no de una manera, sino de dos. Él utilizó su poder para imponer oficialmente el cristianismo
ortodoxo, pero acabó poniendo su poder debajo del de la iglesia, estableciendo un estándar durante más de un milenio.
Línea de
tiempo
313 "Edicto de Milán"
323 Eusebio completa La
Historia Eclesiástica
325 Primer Concilio de Nicea
347 Nace Teodosio I
395 Muere Teodosio I
405 Jerome concluye la Vulgata
Hombre militar
El elegante rubio Teodosio comenzó su carrera imperial de la forma habitual. Él nació al noroeste de España, de un padre que
fue un talentoso comandante militar. Teodosio aprendió sus lecciones militares del personal de la campaña de su padre en Gran
Bretaña y en otros países.
Después de ser coronado emperador del Oriente (379), siguió luchando contra las tribus alemanas del norte, pero finalmente
formuló un acuerdo único con ellos: para el intercambio de tierras y disposiciones, sus soldados actuarían bajo el estandarte
romano cuando fuera necesario. Fue una idea novedosa para la época, un arreglo del cual más tarde los emperadores
dependerían cada vez más.
Para pagar esta ampliación del ejército, no obstante, Teodosio recaudó impuestos brutalmente. "Ningún hombre debe poseer
alguna propiedad que esté exenta de impuestos", decretó. Los magistrados de la ciudad, quienes eran responsables de la
recaudación de impuestos, eran azotados si no recaudaban impuestos de manera eficiente.
Pero no eran sólo los evasores fiscales los que llamaban su atención, sino también los herejes y paganos.
Al principio de su reinado, durante una grave enfermedad, Teodosio había aceptado el bautismo cristiano. En el año 380 se
proclamó cristiano del Credo de Nicea, y llamó a un concilio en Constantinopla para poner fin a la herejía arriana (que,
contrariamente a la doctrina de Nicea, afirmaba que Jesús había sido creado), el cual había dividido al imperio durante más de
medio siglo. Ciento cincuenta obispos se reunieron y corrigieron el Credo de Nicea del año 325 D.C. al credo que conocemos
hoy en día. El arrianismo nunca representó un serio desafío desde entonces.
Habiendo obtenido esa victoria, Teodosio trató de empujar su elección por el patriarca de Constantinopla, pero los obispos se
rebelaron y él les demandó que nombraría un obispo de una lista corta que ellos crearan. Fue la primera de muchas instancias
en el reinado de Teodosio I, en el que la Iglesia sacaría lo mejor de él.
El ejemplo más famoso se dio en el año 387: cuando la ciudad de Tesalónica se alborotó debido a que un cochero privilegiado
fue encarcelado (por homosexualidad), Teodosio proclamó venganza: se anunció una carrera de carros, los ciudadanos se
reunieron en la arena, las puertas estaban cerradas, y los soldados atacaron a la multitud. Al final del día, 7,000 personas habían
perecido.
Ambrosio, el obispo de Milán, quien era para Teodosio un consejero espiritual y político, estaba furioso. Se negó a dar la
comunión hasta que el emperador Teodosio realizara penitencia pública: él debe poner de lado sus vestimentas reales, ponerse
una sábana, y abogar públicamente por la misericordia de Dios.
Cuando Teodosio aceptó, esto marcó un nuevo capítulo en la historia de la iglesia y del estado. Por primera vez, un gobernante
secular se sometía a la iglesia. Menos antes de un siglo, los emperadores estaban tratando de aniquilar a la Iglesia.
Teodosio, por su parte, intentó revertir ese legado al perseguir a los herejes y paganos. Los arrianos y maniqueos (dualistas)
eran condenados y obligados a la clandestinidad. Un edicto prohibió cualquier discusión pública sobre ¡cualquier asunto
religioso! Finalmente, en el año 391, los templos paganos fueron clausurados y el culto pagano fue prohibido. Más tarde los
historiadores romanos, como Zósimo, hizo referencia a esta cristianización del Imperio como la causa de la caída de Roma (un
cargo que Agustín refutó en su Ciudad de Dios).
Teodosio terminó su reinado derrotando a sus enemigos políticos en Occidente, de modo que, a finales del año 394, quedó
como el único emperador de un imperio cada vez más unido. El momento fue breve, sin embargo, pues Teodosio sería
asesinado dentro de cinco meses.
Esta traducción latina se situó como el principal texto de la Biblia durante siglos--y estableció el estándar para los
futuros traductores.
EUSEBIUS HIERONYMUS SOPHRINIUS, afortunadamente conocido como Jerónimo, siguió un camino tortuoso para
convertirse en uno de los traductores más importantes de la historia de la Biblia. Él nació en el noreste de Italia en el año 345.
A la edad de 29 años, él era un erudito disciplinado y un asceta cristiano. Entonces tuvo un sueño en el que lo acusaban de estar
preocupado por el aprendizaje secular ("eres un seguidor de Cícero," le decían en sueños, "no de Cristo"). Así que durante los
próximos años Jerónimo vivió una vida ascética en el desierto sirio, estudiando y transcribiendo las Escrituras y dominando el
hebreo. Se convirtió en secretario del papa Dámaso en el año 382, lo que resultó ser su cita con el destino. Para el momento en
que entró al servicio del papa Dámaso, era probablemente el más grande erudito cristiano alrededor del mundo.
Motivación
En la época de San Jerónimo, el Griego Común, el idioma del Nuevo Testamento, era ampliamente conocido a lo largo de todo
el Imperio Romano. El Antiguo Testamento también existía en una forma griega popular, la Septuaginta, por lo que cualquiera
que supera griego, tenía acceso a la Biblia entera.
Pero algunos pueblos del Imperio no sabían griego. De esta manera, aparecieron las primeras traducciones en varios idiomas,
sobre todo en latín (convirtiéndose en la lengua estándar del Imperio Occidental), siríaco, y copto. A pesar del celo de los
antiguos traductores, ellos no siempre poseían un buen dominio del griego. Pronto muchos antiguos manuscritos latinos, de
mala calidad y con frecuencia que diferían entre sí, se encontraban en circulación.
En una carta dirigida al Papa Dámaso, Jerónimo explicó el problema y propuso una solución: "Si vamos a depositar nuestra
confianza en los textos latinos, les corresponden a nuestros opositores decirnos en cuáles; porque hay casi tantas formas de
textos como copias. Si, por el contrario, vamos a recabar la verdad desde una comparación de muchos, ¿por qué no volver al
griego original y corregir los errores introducidos por traductores inexactos, y las alteraciones torpes de las críticas confiables,
pero ignorantes, y, más aún, todo aquello que se ha insertado o se ha cambiado por copistas más dormidos que despiertos?".
Dámaso sugirió que Jerónimo produjera una nueva traducción latina de la Biblia, una que desechara las inexactitudes de las
traducciones anteriores. Dámaso quería que la iglesia occidental fuera claramente latina; una forma de lograrlo era
proporcionando una traducción confiable de la Biblia en latín.
Producción
Jerónimo comenzó a traducir en el año 382. También predicó el estricto ascetismo y ganó a muchas mujeres a favor de su
modo de vida. Pronto, sin embargo, las acusaciones acerca de su relación con ellas y el cargo de los rigores ascéticos
condujeron a la muerte de una mujer, lo que propició que Jerónimo se mudara de Roma a la Tierra Santa, poco después de la
muerte del Papa Dámaso en el año 384. Él radicó en Belén, escribiendo y estudiando, supervisando un monasterio, y
asesorando a algunas de las mujeres que lo habían seguido desde Roma.
Después de 23 años de trabajo, Jerónimo terminó su traducción a finales del año 404 o 405. Si veintitrés años te parecen mucho
tiempo para una traducción, considera que Jerónimo estaba trabajando solo. También, él estaba produciendo volúmenes de
comentarios y de otros escritos, y participaba en cada batalla teológica de aquellos días, contribuyendo con algunas cartas
elocuentes, a menudo cáusticas.
Al principio Jerónimo trabajó desde el Antiguo Testamento griego, la Septuaginta. Pero luego estableció un precedente para
todos los buenos traductores: el Antiguo Testamento tenía que ser traducido desde el hebreo original. En su búsqueda de
precisión, Jerónimo consultó a los rabinos judíos.
Al traducir el Antiguo Testamento, algo golpeó a Jerónimo: los libros que los judíos consideraban las Sagradas Escrituras no
incluían a los libros que conocemos como apócrifos. Estos libros habían sido incluidos en la Septuaginta, los fundamentos de la
mayoría de las traducciones anteriores, y Jerónimo fue obligado a incluirlos por parte de la iglesia. Pero dejó en claro que en su
opinión los libros apócrifos eran sólo liber ecclesiastici (libros de la iglesia a ser leídos para edificación), en contraposición a
los totalmente inspirados liber canonici (libros canónicos para establecer la doctrina). Más de mil años después, los dirigentes
de la reforma seguirían la dirección de Jerónimo y no incluirían los Libros Apócrifos en las Biblias Protestantes.
Influencia
"La Biblioteca Divina", como Jerónimo llama a la Biblia, estuvo finalmente disponible como una traducción exacta bien
escrita, en el idioma utilizado comúnmente en las iglesias del Imperio Occidental. La traducción de Jerónimo, conocida como
la Vulgata (del latín vulgus, que significa "lenguaje común"), se convirtió en el estándar. Un milenio más tarde, por ejemplo,
Martín Lutero, a pesar de que sabía hebreo y griego, citó la Vulgata de Jerónimo durante toda su vida. La Vulgata era muy
apreciada por los estudiosos y durante mil años fue utilizada como base para traducciones en otros idiomas. El Concilio de
Trento, en 1546, declaró a la Vulgata cómo el único texto latino auténtico de las Escrituras.
Lamentablemente, el texto de la Vulgata que circuló durante toda la Edad Media fue una forma corrupta de la obra de
Jerónimo, obstaculizada por los errores de los copistas. (A finales del siglo XVI, fueron publicadas ediciones corregidas.)
Además, la labor de Jerónimo llegó a ser tan ampliamente reconocida que, hasta la Reforma, los traductores trabajaban a partir
de la Vulgata; durante no más de mil años, los eruditos no tradujeron nuevamente de manera directa el Nuevo Testamento
Griego. E irónicamente, la Biblia de Jerónimo le dio un impulso adicional al uso del latín como idioma de la iglesia, resultando
siglos más tarde en un servicio de adoración y una Biblia que los laicos no podían entender, precisamente lo contrario de lo que
Jerónimo había logrado en primer lugar.
Imagina crecer como una niña, sabiendo que cuando llegas a tener doce o trece años de edad, tu padre podría venderte a un
hombre mayor que quiere a una chica joven como esposa. Tú podrías sentirte demasiado joven como para estar casada. Puede
que no te guste el hombre que está a punto de convertirse en tu marido. Pero tus deseos no cuentan. La ley le otorga al padre el
derecho de hacer contigo lo que él quiera. A él no le interesan tus deseos y te vende al mejor postor.
Y eso es sólo el principio. Una vez que estás casada, te conviertes en la propiedad de tu marido. Él tiene el poder de la vida y
de la muerte sobre ti. La ley le da el derecho de golpearte y de castigarte si no lo complaces. En algunas circunstancias, él
incluso tiene el derecho de matarte sin pena alguna, en virtud de la ley.
Si tienes hijos, ellos le pertenecen a tu marido, no a ti. Él tiene la autoridad absoluta sobre la vida y la muerte de los hijos que
tengan juntos. Si él los golpea severamente o los mata, es su derecho en virtud de la ley. El hombre de la casa tiene la autoridad
absoluta; él no responde ante ninguna otra autoridad con respecto a la forma en la que trata a su esposa y a sus hijos.
Si tienes una relación adúltera con un hombre, tu marido tiene derecho a matarte. Mientras tanto, tu marido te puede ser tan
infiel como lo desee. Él puede asistir a alguno de los templos locales y disfrutar de orgías con varios hombres y mujeres
prostitutas como parte de las ceremonias religiosas. Para ti como esposa, el adulterio podría significar la muerte, pero tu marido
puede dormir con prostitutas o desfilar en público con una amante (o con varias amantes).
De hecho, una amante o prostituta tiene más libertad de aparecer en público sin un velo que una mujer casada. Las esposas
tienen que permanecer ocultas. Si tu marido recibe invitados para cenar en tu hogar, se espera que permanezcas en otra
habitación. No te está permitido compartir los alimentos o tener una conversación con ningún huésped varón. Si alguna vez
sales de tu casa y te dejas ver en público sin velo, tu marido tiene derecho a divorciarse de ti al momento.
Si tu esposo se divorcia de ti por cualquier razón, los hijos son suyos. Él tiene muchos esclavos para cuidar de ellos, de modo
que pueden arreglárselas sin ti. Bajo la ley, si eres esposa y madre, no tienes derecho a la custodia o tutela de tus hijos. Los
niños pertenecen totalmente a tu marido. Al igual que todas las cosas en tu hogar. Estás bajo el control absoluto de tu marido
mientras él viva, y, si muere, no puedes heredar sus bienes. Sólo un hombre puede heredar la propiedad.
Este escenario no es sólo imaginario. En realidad, así era la vida para muchas mujeres y niñas del Imperio Romano, y la Grecia
clásica era similar en algunos aspectos.
Por supuesto, si nacías como una mujer, puede que nunca llegaras a la adolescencia o a la vida adulta. En esas culturas muchas
niñas bebés no vivían más que unas pocas horas. Las niñas tenían tan poca importancia que muchos padres no querían una. Si
una niña nacía, era común abandonarla para que se congelara o muriera de hambre o para que fuera devorada por los animales
salvajes. ¿Cuántas niñas fueron asesinadas de bebés? Deben haber sido millones. Los hombres vivos superaban a las mujeres
en un 30 por ciento.
Algunos romanos valoraban a la mujer—de igual forma que valoraban cualquier otro pedazo productivo de propiedad. Algunos
hombres Griegos y Romanos pensaban que una mujer que producía niños fuertes y de alta calidad, era una propiedad valiosa,
tan valiosa que debía ser compartida con los amigos. Si un hombre tenía suficientes niños de su propiedad, ¿por qué no
prestarle su esposa a un amigo para que él también pudiera tener una buena cosecha de niños? Una buena esposa era como
tierra buena. Si se producía suficiente cantidad de cosecha para un hombre, ¿no debía ella ser prestada a otro hombre como si
fuera tierra para levantar una primera cosecha de niños para él?
El Punto de Inflexión
Luego vinieron algunas personas que tenían una visión diferente sobre las mujeres y sobre el matrimonio. Ellos no mataban a
las niñas; las impulsaban. Ellos no aprobaban que los hombres tuvieran amantes y prostitutas; insistían en que un hombre y una
mujer fueran fieles el uno al otro para toda la vida. No les daban a los hombres el derecho a matar a sus esposas; instruían a los
hombres a sacrificarse por sus esposas. No les autorizaban a los hombres hacerles lo que quisieran a las mujeres y a los niños;
les decían a los maridos que amaran a sus esposas y que no fueran ásperos con ellas, y les decían a los padres que no amargaran
o exasperaran a los niños, sino que los alentaran. No les impedían a las mujeres mostrar sus rostros en público. No les retenían
la enseñanza a las niñas. Pensaban que lo más importante en la vida no sólo debía ser enseñado a los niños varones y a los
hombres, sino también a las niñas y a las mujeres. Estas personas fueron llamadas cristianas.
Un crítico acérrimo del cristianismo, un intelectual llamado Celso, ridiculizaba el cristianismo porque atraía muchas mujeres.
En opinión de Celso y de muchos como él, cualquier religión que apelara a las mujeres debía ser mala. Pero la Iglesia de Cristo
continuó afirmando a las mujeres, y esta honra hacia la mujer resultó ser de bendición, no sólo para las mujeres sino también
para los hombres. Los hombres descubrieron que una relación amorosa y fiel con una mujer era mucho mejor que el enfoque
pagano promiscuo. Los hombres encontraban más alegría en una esposa piadosa inteligente que en un tapete cuyos talentos
habían sido reprimidos y cuya personalidad se había visto truncada. De hecho, muchas mujeres cristianas demostraban tal
talento, carácter y valentía que un pagano era movido a exclamar a regañadientes con admiración, "¡Qué mujeres tienen estos
cristianos!".
Un experto de la antigua Roma, dice que "la conversión del mundo romano al cristianismo [trajo] un gran cambio en la
condición de la mujer." Durante mil años el derecho romano respaldaba la patria potestad, la autoridad absoluta de un hombre
sobre su esposa e hijos, incluyendo el poder sobre la vida y sobre la muerte. Pero poco después de la aceptación del
cristianismo en el Imperio Romano, esta norma milenaria fue derogada. Los hombres ya no tenían el derecho de herir o de
matar a sus esposas y a sus hijos. Las mujeres obtuvieron el derecho de tener propiedades y de tener la custodia de los hijos.
A medida que el cristianismo ganaba terreno, se volvía menos y menos común que los padres dieran en casamiento a las niñas
con hombres mayores. En lugar de casar a niñas de 12 años de edad, la mayoría de las mujeres cristianas se casaban más
grandes. En lugar de estar obligadas a casarse con quien su padre las vendiera, las mujeres jóvenes de familias cristianas tenían
muchas más posibilidades de elegir con quien iban a casarse. Los padres todavía podían estar involucrados en la elección de
diversas maneras, pero las jóvenes cristianas tenían menos probabilidades de ser obligadas a casarse con hombres en contra de
su voluntad. Como un investigador dice, "en todas partes los avances de la libre elección de un cónyuge, acompañaron el
progreso de la difusión del cristianismo".
A la luz de todo esto, otro estudioso declara francamente, "El nacimiento de Jesús fue el punto de inflexión en la historia de las
mujeres." Esto no es simplemente una cuestión de historia antigua. Incluso en el mundo de hoy, existen culturas con poca
influencia cristiana en la que los padres obtienen dinero por la venta de niñas a hombres mayores que buscan esposas menores
de edad. Las niñas no tienen derecho a decirle que no a un hombre si ha sido elegido por su padre. Algunas culturas todavía les
ordenan a las mujeres llevar velo en público y se niegan a educar a las niñas. El trato de los Talibanes hacia la mujer en
Afganistán, le ha caído extraño a algunos observadores externos, pero esto ha sido demasiado común en muchas culturas de
muchas partes del mundo. Para muchas mujeres, ahora la situación es diferente, en gran parte gracias al poderoso efecto de
Jesús y de su mensaje de la Biblia.
Una mujer perteneciente a una religión no cristiana una vez le profirió a un cristiano, "¡Seguramente la Biblia fue escrita por
una mujer cristiana!" cuando se le preguntó por qué dijo eso, la mujer respondió, "Porque la Biblia dice tantas cosas amables
hacia las mujeres. Nuestros maestros nunca se refieren a nosotras, excepto para reprocharnos." Bien, la Biblia no fue escrita por
una mujer, pero el autor de la Biblia era y es el Señor que creó a la mujer, al igual que al hombre, a su imagen, quien pagó con
su propia sangre para comprar a la mujer para sí mismo, y que ama a las mujeres con un enorme amor inconmensurable. La
Biblia es una buena nueva para las mujeres, pues ésta revela a Jesús y su amor. Hoy en día algunas feministas radicales afirman
que la fe cristiana oprime a las mujeres, pero la verdad es que Jesús y sus discípulos elevaron a las mujeres y la vida familiar
más que cualquier otra influencia en la historia.
Jesús, el Hijo de Dios nació entre el pueblo judío. Dios trató con los judíos de una manera especial y les reveló la existencia de
grandes verdades, incluyendo el hecho de que Dios los creó varón y hembra a su imagen. Los judíos habían recibido la ley de
Dios, una ley que prohibía el adulterio, que defendía los derechos de las viudas y de los niños, y que elogiaba a una esposa de
carácter noble como parte de un don inestimable de Dios. Aun así, para el tiempo en que nació Jesús, algunos dirigentes
religiosos judíos tenían una opinión mucho menor sobre las mujeres que sobre los hombres.
Una enseñanza rabínica decía, "Deja que las palabras de la ley se quemen en lugar de comprometerte con una mujer ... Si un
hombre le enseña a su hija la Ley, es como si él le enseñara su libertinaje." Pero Jesús le enseñó la ley de Dios a la mujer. Una
vez, Jesús fue invitado al hogar de un hombre llamado Lázaro y de sus hermanas, María y Marta. Martha estaba ocupada
haciendo "deberes de mujeres" como una azafata, pero María se sentó a los pies de Jesús y lo escuchó enseñar la verdad de
Dios. Martha se opuso y le pidió a Jesús que le ordenara a María que regresara a la cocina para ayudar. Pero Jesús dijo que la
elección de María era mejor. Era bueno para una mujer ser amiga de Jesús y ser educada en la verdad de Dios (Lucas 10:38-
42).
Otro dicho de los rabinos afirmaba, "quien habla con una mujer [en público] trae mal para sí mismo" (Aboth 1:5). "Uno no
debe saludar a una mujer" (Berajot 43b). Pero Jesús rechazó tal pensamiento. Jesús se sentó en un pozo público y le pidió a una
mujer un poco de agua. Ella se sorprendió de que Jesús hablara con ella, pero él continuó. Él habló con ella acerca de la
adoración verdadera, de su propio pecado y de la salvación y la vida nueva en él. La Biblia dice que los discípulos de Jesús "se
maravillaron de que hablaba con una mujer" (Juan 4:27). Pero se acostumbraron a esas cosas después de un tiempo. Jesús hizo
una práctica común predicar a las multitudes, lo cual incluía tanto a las mujeres como a los hombres, hizo que las mujeres
participaran en las conversaciones personales y en la enseñanza, y les mostró su amor.
Jesús trató a cada mujer que conoció con amor, no con lujuria. Se preocupaba de quiénes eran ellas como personas, no de cómo
lucían sus cuerpos. Él les enseñó a sus discípulos que el adulterio está mal, que la lujuria es una forma de adulterio, y un
hombre que repudia a una mujer por capricho y se casa con otra persona es culpable de adulterio.
Jesús trató a las mujeres con respeto. En el Antiguo Testamento, Dios enseñó que el hombre y la mujer fueron creados a
imagen de Dios, y Jesús restauró la dignidad de las mujeres como portadoras de la imagen de Dios. Mientras que la mayoría de
los demás maestros no instruían a las mujeres, Jesús les enseñaba gustosamente y las involucraba en los debates. Incluso estaba
dispuesto a hacerlas socias en su trabajo. Un gran número de mujeres, agradecidas por su amistad y ayuda, le proporcionaron
apoyo financiero y otro tipo de asistencia a Jesús y a sus discípulos (Lucas 8:1-3).
Estas mujeres eran atraídas hacia Jesús, y no sólo porque les gustaba su actitud general hacia la mujer. Siguieron a Jesús porque
él las ayudó personalmente y les dio un nuevo futuro. Jesús no sólo fue el punto de inflexión para las mujeres en la historia del
mundo. También fue el punto de inflexión para muchas de las mujeres en sus luchas personales. Algunas fueron sanadas de
enfermedades terribles. Algunas fueron rescatadas de demonios. Algunas fueron llevadas de la prostitución y de la degradación
hacia un nuevo estilo de vida santo y saludable. Estas mujeres se dieron cuenta que Jesús prefería darles un nuevo futuro que
condenarlas por su pasado.
El trato de Jesús hacia las mujeres difiere del de los rabinos de su tiempo en muchas maneras. Muchos rabinos se negaban a
enseñarles a las mujeres y también se negaban a permitir que las mujeres declararan como testigos en el tribunal. No creían que
la palabra de la mujer valiera. Pero cuando Jesús murió y resucitó de los muertos, las primeras personas con las que habló
fueron mujeres. Él hizo de las mujeres los primeros testigos de su resurrección, y estas mujeres les llevaron las buenas nuevas a
los demás discípulos de Jesús, incluso antes de que Jesús se apareciera a los discípulos.
¿Por qué la difusión del cristianismo fue el punto de inflexión para la mujer en el Imperio Romano y en otras partes del
mundo? No fue porque los cristianos fueran naturalmente tan buenas personas. De hecho, algunos cristianos y líderes de la
iglesia a veces estaban demasiado influenciados por las opiniones del mundo que les rodeaba en contra de las mujeres. Con
demasiada frecuencia, no podían seguir a Cristo en ese asunto. Pero el Señor siguió animando a su pueblo, cambiándolos a
ellos y transformando a las culturas a través de ellos. Jesús dejó en claro que las mujeres habían sido creadas a la imagen de
Dios, que las mujeres habían sido compradas por su sangre y habían sido llenas de su Espíritu Santo, que las mujeres serían
bautizadas y compartirían la Cena del Señor junto con los hombres, que las mujeres eran partícipes valiosas en la misión de
Dios.
Cristo fue una bendición para las mujeres, y las mujeres fueron poderosas para la propagación de la fe. En los primeros años
del cristianismo, muchas iglesias se reunieron en hogares y se beneficiaron de la hospitalidad de mujeres piadosas. Las mujeres
cristianas llevaron a otros a Cristo a través de sus palabras y de su ejemplo. No sirvieron como predicadoras de la doctrina
oficial en reuniones de culto, pero podían hablar y profetizar en el culto si lo hacían con el decoro apropiado. Ayudaron a hacer
crecer la Iglesia mediante el evangelismo personal, y también contribuyeron al rápido crecimiento del cristianismo por rechazar
el aborto y el infanticidio, y por criar grandes familias de niños piadosos y bien educados. Los padres cristianos no
abandonaban a las niñas, lo que añadió aún a más mujeres y familias prósperas, permitiendo que el cristianismo creciera más
rápido que la matanza de bebés del paganismo.
En resumen, Jesús era la mejor noticia que las mujeres jamás habían escuchado, fue el mejor amigo que las mujeres podían
tener, y las mujeres cristianas respondieron haciendo mucho para hacer a la iglesia más fuerte y más grande.
Defensor de Viudas
El cristianismo ha sido una ayuda tremenda no sólo para las niñas, esposas y madres, sino también para las viudas. Jesús
mismo ayudó a las viudas y reprendió a los líderes religiosos que maltrataban a las viudas (Marcos 12:40). Santiago, el
Hermano de Jesús dice en la Biblia, "La religión pura y sin mácula delante de Dios el Padre es esta: Visitar… a las viudas en
sus tribulaciones " (Santiago 1:27).
Por el contrario, las viudas a menudo han sido abandonadas o explotadas en entornos no cristianos. De hecho, algunas
religiones y culturas han asesinado deliberadamente a las viudas. Entre los pueblos hindúes a lo largo de los siglos, si un
hombre moría, era bastante común quemar a su viuda en la misma fogata dónde yacía el cuerpo sin vida de su marido (una
práctica conocida como satí). Cuando se volvió ilegal la inmolación de las viudas en la India, gracias en gran parte a los
esfuerzos de los cristianos, algunos se quejaron de que "los fundamentos de la sociedad hindú serían conmovidos si las viudas
no eran quemadas vivas." Un dicho hindú declaraba, "Si su marido es feliz, ella debe ser feliz; si él está triste, ella debe estar
triste; y si él está muerto, ella también debe morir." matar a las viudas no sólo ocurría en la India, sino que también se
practicaba entre algunos indios americanos, entre los maoríes de Nueva Zelanda, y en culturas pre cristianas de China, África,
Escandinavia y Finlandia. Las tribus de esquimales no quemaban a las viudas; se deshacían de los ancianos con hielo en lugar
de fuego. Ellos dejaban a los ancianos a la deriva sobre témpanos de hielo que flotaban en el mar, en los que se congelarían,
morirían de hambre, o se ahogarían.
El trato cristiano hacia las viudas era totalmente diferente. En 88 ocasiones, la Biblia habla de las viudas, generalmente en
relación con el amor y el cuidado de Dios por ellas, y sobre su ira contra quienes les hacen daño. La Biblia dice, "Defensor de
viudas es Dios en su santa morada" (Salmo 68:5). Policarpo, un líder cristiano un siglo después de Jesús, predicó, "No permitan
que las viudas sean ignoradas. Se tú, después del Señor, su protector y amigo".
En lugar de decir que una viuda debe morir si el marido muere, la Biblia anima a las viudas jóvenes a casarse y hacer una
nueva vida. En lugar de dejar que las viudas perezcan en la pobreza, las Escrituras les encargan a los parientes cristianos cuidar
de ellas. Si la viuda no tenía parientes que la ayudaran, las ofrendas de la iglesia debían apartarse para ayudarla. Incluso
entonces, las viudas cristianas no son vistas simplemente como víctimas que necesitan ayuda, sino como obreras valiosas.
En 1 Timoteo 5, la Biblia describe un plan para ofrecer protección a las viudas de la Iglesia y dice que cada una de estas viudas
debe tener un papel importante en la obra de la iglesia y ser conocidas por "ayudar a quien se encuentra en dificultad y
dedicarse a toda clase de buenas obras." conforme la iglesia ayuda a la viuda, la viuda ayuda a la iglesia. Este es el hermoso
equilibrio del camino cristiano: ayudar a una persona en necesidad y, al mismo tiempo darle a esa persona la responsabilidad de
ser de bendición para otros. Esto hace de la viuda una persona con dignidad, no sólo un objeto de lástima.
Es maravilloso para una mujer tener marido e hijos. Pero incluso si su marido está muerto y sus hijos ya no necesitan de ella,
una mujer todavía es preciosa. El valor de una mujer no se basa únicamente en su relación con el marido y los hijos, sino en su
relación con el Señor. La Biblia no deja ninguna duda acerca de la belleza y la dignidad de ser esposa y madre, pero tampoco
deja duda alguna acerca de la belleza y la dignidad de servir a Cristo como viuda o como una mujer soltera.
Vida Abundante
Jesús dijo una vez: "yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia " (Juan 10:10). Él no estaba
hablando solamente sobre los hombres y los niños. También estaba hablando de las mujeres y las niñas.
Desconfía de quien pretende ofrecerles a las mujeres una vida mejor lejos de Jesús. La historia confirma que la vida abundante
de la que habló Jesús proviene de él. Si quieres la vida abundante, no creas que alguna religión o cultura te la dará. Tú necesitas
a Jesucristo y la dirección cultural de su Palabra, la Biblia. No asumas que todas las religiones y culturas son igualmente
buenas con las mujeres. Algunas religiones y culturas les han permitido a los hombres vender a sus hijas al mejor postor.
Algunas les han permitido a los hombres golpear a sus esposas y matar a sus hijos. Algunos han autorizado el asesinato de las
viudas. Algunos han autorizado la mutilación genital de las niñas. Algunos han enseñado un doble estándar en el que se espera
que los esposos sean aventureros sexuales y en el que se espera que las esposas sean puras. Pero Cristo ofrece una mejor
alternativa. Cristo es el punto de inflexión. La fe en Cristo aleja a las personas y a las culturas de tales actitudes y
comportamientos nocivos. La fe en Cristo nos conduce hacia la vida abundante.
Jesús es una buena nueva para las mujeres. Jesús les vino a dar vida en abundancia a las mujeres. Él no hizo eso al provocar
que las mujeres fueran menos femeninas y más masculinas, o poniendo a las mujeres en contra de hombres, como algunos
activistas no cristianos lo intentan hacer. Jesús lo hizo amando a la mujer, honorando su naturaleza femenina, y utilizando sus
talentos. Jesús lo hizo a través de perdonar los pecados de la mujer, sanar sus heridas, llenarlos con su Espíritu Santo, darle
rienda suelta a su potencial y concederles la vida eterna. Jesús lo hizo al instruir a los esposos a ser fieles y amar a sus esposas
y al renovar el patrón de Dios para la vida familiar. Jesús lo hizo al darle el mismo valor a cada miembro de su iglesia, sean
hombres o mujeres, casados o solteros.
Y lo que Jesús ha hecho en el pasado, lo sigue haciendo. Todavía hoy, Cristo sigue siendo una buena nueva para las mujeres.
Aún hoy, él les da la vida eterna a aquellos que creen en él. Aún hoy, Jesús hace que la vida sea mejor para las mujeres, para
sus familias y para culturas enteras. Cree en él, bendice su nombre, y "no olvides ninguno de sus beneficios" (Salmo 103:2).
Por David Feddes
El paganismo y la mujer
• Siendo una niña de 12 años, podías ser vendida por tu padre al mejor postor.
• Patria potestad: la esposa y los hijos de un hombre, son legalmente su propiedad. Él tiene el poder absoluto de la vida y de
la muerte sobre ti.
• El marido te puede matar a causa de adulterio; pero él puede tener amantes y prostitutas, y participar en las orgías del templo.
• Si nacías siendo mujer, podrías haber vivido sólo durante unas pocas horas, abandonada a la intemperie y a merced de los
animales.
• Los hombres vivos superaban a las mujeres en un 30% (hoy en China, India
y otros lugares con una historia de mínima influencia cristiana, muchos padres abortan a las niñas).
• Algunos hombres valoraban a la mujer como una propiedad valiosa. Una mujer que producía niños fuertes y sanos,
podría ser prestada a un amigo para tener hijos también para él.
La sabiduría de los intelectuales
• El filósofo griego Aristóteles: "Las mujeres son varones mal formados concebidos bajo la influencia perniciosa de un húmedo
viento del sur".
• El político griego Demóstenes: "Las prostitutas son para nuestra diversión; nuestras mujeres esclavas son para
nuestro servicio personal, y nuestras esposas están para darnos hijos".
• No les permitían a los hombres tener prostitutas o amantes; insistían en la fidelidad a lo largo de toda la vida
• Les mandaban a los maridos a amar a sus esposas y sacrificarse por ellas, a no ser ásperos con ellas.
• No retenían la enseñanza para las niñas; querían que las niñas y las mujeres conocieran las mayores verdades.
• El pagano Celso dijo que cualquier religión que atrajera a tantas mujeres debía estar en un error.
• Los hombres cristianos descubrieron que permanecer en un matrimonio amoroso y fiel con una sola mujer era mejor que la
promiscuidad.
• Una esposa alegre, inteligente y activa resultaba ser mucho mejor que un tapete con talentos reprimidos y una personalidad
atrofiada.
• Un escritor pagano exclamó: "¡Qué mujeres tienen estos cristianos!".
Cambio en la Difusión
• La patria potestad fue derogada poco después de que el cristianismo fue aceptado en el Imperio Romano. Ya no era
lícito herir o matar a la esposa o a los hijos.
• Mayor elección de cónyuge. Los padres cristianos hacían algunas elecciones, pero no forzaban un matrimonio. Por todos
lados los avances de la libre elección del cónyuge, acompañaron el progreso de la difusión del cristianismo.
El Punto de Inflexión
• Un investigador experto: "El nacimiento de Jesús fue el punto de inflexión de la historia de las mujeres".
• Algunas culturas todavía cuentan con esposas menores de edad, la mutilación genital de la mujer, el uso obligatorio de velos
y la prohibición de la educación para las niñas
• La situación de las mujeres ha mejorado más donde el impacto del cristianismo ha sido mayor.
• Una mujer no cristiana le dijo a un cristiano: "Seguramente la Biblia fue escrita por una mujer!".
• Cuando el cristiano le preguntó por qué dijo eso, la mujer respondió, "Porque la Biblia dice tantas cosas amables hacia las
mujeres. Nuestros maestros nunca se refieren a nosotras, excepto para reprocharnos".
• La Biblia dice que Dios creó tanto a las mujeres como a los hombres a su imagen, que pagó con su sangre para comprar a la
mujer para sí mismo, que envió su Espíritu para habitar en las mujeres, que enlistó a las mujeres en su misión, y que ama a las
mujeres con un amor inconmensurable.
• El AT reveló la imagen de Dios en las mujeres, sin adulterio, los derechos de las viudas, una esposa inestimable
• Los rabinos: "Deja que las palabras de la ley se quemen en lugar de comprometerte con una mujer ... Si un hombre le enseña a
su hija la Ley, es como si él le enseñara su libertinaje."
• Los rabinos: "Quien habla con una mujer [en público] trae mal para sí mismo" "Uno no debe saludar a una mujer"
• Jesús habló en contra el adulterio, las miradas lujuriosas, del divorcio legal pero infundado.
• Jesús sanó a las mujeres, expulsó demonios de ellas, y les dio un nuevo futuro.
• Jesús hizo que las mujeres fueran las primeras testigos de su resurrección, incluso aunque los rabinos les prohibieran a las
mujeres testificar ante un tribunal.
Pablo, amigo de las mujeres
• Pablo y Pedro instruyeron a cada esposo a amar, sustentar, sacrificarse y a ser considerados con sus esposas. Un marido
debía tratar a su esposa como Cristo trató a su iglesia.
• Algunos cristianos estaban demasiado influenciados por las actitudes en contra de las mujeres a su alrededor, pero el impacto
general fue el de dignificar y empoderar a las mujeres.
• No podían predicar de forma oficial o tener algún cargo, pero las mujeres podían hablar y profetizar con el debido decoro
• No abandonaban a las niñas, por lo que la iglesia tenía más mujeres y se reproducía más prolíficamente que los paganos
• Sutí: quema de viudas hindúes.
• Algunos líderes hindúes se quejaron, "los fundamentos de la sociedad hindú serían conmovidos si las viudas no eran
quemadas vivas."
• Un Hindu diciendo: "Si su marido es feliz, ella debe ser feliz; si él está triste, ella debe estar triste; y si él está muerto, ella
también debe morir."
• Otros asesinos de viudas: Nativos Americanos, Chinos, Maoríes, Africanos, Escandinavos, Esquimales.
• La religión pura y sin mácula delante de Dios el Padre es esta: Visitar… a las viudas en sus tribulaciones. (Santiago 1:27).
• Obreras valiosas (1 Tim., 5). La Iglesia ayuda a la viuda, y la viuda ayuda a la iglesia.
• Valorar a una viuda demuestra que las mujeres importan incluso sin sus esposos o sus hijos.
• Policarpo, un siglo después de Jesús, predicó, "No permitan que las viudas sean ignoradas. Se tú, después del Señor, su
protector y amigo".
• Casarse con una belleza que acababa de ver a su esposo, padre y hermano decapitado
• Mahoma golpeaba a su esposa favorita cuando ella salía de casa sin su permiso.
• El Corán les dice a los maridos que golpeen a las esposas que no obedezcan. (4:34, 38:44)
• Cuídate de la reivindicación feminista radical por liberar a la mujer al promover el aborto y al hacer a las mujeres como
hombres malos que son alocados y promiscuos.
• Jesús: "Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia" (Juan 10:10)