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Fotosintesis Apa

La fotosíntesis es un proceso químico que convierte materia inorgánica en materia orgánica usando la energía de la luz solar. Ocurre en los cloroplastos de las plantas y otros organismos, donde la luz es absorbida por pigmentos como la clorofila y convertida en energía química almacenada en ATP y NADPH. Estas moléculas energéticas luego se usan para fijar dióxido de carbono en azúcares u otros compuestos orgánicos. La fotosíntesis oxigenada

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Fotosintesis Apa

La fotosíntesis es un proceso químico que convierte materia inorgánica en materia orgánica usando la energía de la luz solar. Ocurre en los cloroplastos de las plantas y otros organismos, donde la luz es absorbida por pigmentos como la clorofila y convertida en energía química almacenada en ATP y NADPH. Estas moléculas energéticas luego se usan para fijar dióxido de carbono en azúcares u otros compuestos orgánicos. La fotosíntesis oxigenada

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Fotosíntesis

Representación esquemática de la fotosíntesis vegetal.

Diagrama simplificado de la fase luminosa y la fase oscura de la fotosíntesis en plantas.

Ecuación química de la fotosíntesis oxigénica, el tipo más común de fotosíntesis.


Comparación entre la fotosíntesis oxigénica y la anoxigénica.

La fotosíntesis o función clorofílica es un proceso químico que consiste en la


conversión de materia inorgánica a materia orgánica gracias a la energía que
aporta la luz solar. En este proceso, la energía lumínica se transforma
en energía química estable, siendo el NADPH (nicotín adenín dinucleótido
fosfato) y el ATP (adenosín trifosfato) las primeras moléculas en las que queda
almacenada esta energía química. Con posterioridad, el poder reductor del
NADPH y el potencial energético del grupo fosfato del ATP se usan para la
síntesis de hidratos de carbono a partir de la reducción del dióxido de
carbono (CO2). La vida en nuestro planeta se mantiene fundamentalmente
gracias a la síntesis que realizan en el medio acuático las algas,
las cianobacterias, las bacterias rojas, las bacterias púrpuras, bacterias verdes
del azufre,1 y en el medio terrestre las plantas, que tienen la capacidad de
sintetizar materia orgánica (imprescindible para la constitución de los seres
vivos) partiendo de la luz y la materia inorgánica. De hecho, cada año los
organismos fotosintetizadores fijan en forma de materia orgánica en torno a
100 000 millones de toneladas de carbono.
La vida en la Tierra depende fundamentalmente de la energía solar. Esta
energía es atrapada mediante la fotosíntesis, responsable de la producción de
toda la materia orgánica de la vida (biomasa).
Los orgánulos citoplasmáticos encargados de la realización de la fotosíntesis
son los cloroplastos, unas estructuras polimorfas y de color verde (esta
coloración es debida a la presencia del pigmento clorofila) propias de
las células vegetales. En el interior de estos orgánulos se halla una cámara que
alberga un medio interno llamado estroma, que alberga diversos componentes,
entre los que cabe destacar enzimas encargadas de la transformación
del dióxido de carbono en materia orgánica y unos sáculos aplastados
denominados tilacoides, cuya membrana contiene pigmentos fotosintéticos. En
términos medios, una célula foliar tiene entre cincuenta y sesenta cloroplastos
en su interior.
Los organismos que tienen la capacidad de llevar a cabo la fotosíntesis son
llamados, fotoautótrofos (otra nomenclatura posible es la de autótrofos, pero se
debe tener en cuenta que bajo esta denominación también se engloban
aquellas bacterias que realizan la quimiosíntesis) y fijan el CO2 atmosférico. En
la actualidad se diferencian dos tipos de procesos fotosintéticos, que son
la fotosíntesis oxigénica y la fotosíntesis anoxigénica. La primera de las
modalidades es la propia de las plantas superiores, las algas y
las cianobacterias, donde el dador de electrones es el agua y, como
consecuencia, se desprende oxígeno. Mientras que la segunda, también
conocida con el nombre de fotosíntesis bacteriana, la realizan las bacterias
purpúreas y verdes del azufre, en las que el dador de electrones es el sulfuro
de hidrógeno (H2S), y consecuentemente, el elemento químico liberado no será
oxígeno sino azufre, que puede ser acumulado en el interior de la bacteria, o en
su defecto, expulsado al agua.
Se han encontrado animales capaces de favorecerse de la fotosíntesis, tales
como Elysia chlorotica, una babosa marina con apariencia de hoja,
y Ambystoma maculatum, una salamandra. 
A comienzos del año 2009, se publicó un artículo en la revista científica Nature
Geoscience en el que científicos estadounidenses daban a conocer el hallazgo
de pequeños cristales de hematita (en el cratón de Pilbara, en
el noroeste de Australia), un mineral de hierro datado en el eón Arcaico,
reflejando así la existencia de agua rica en oxígeno y, consecuentemente, de
organismos fotosintetizadores capaces de producirlo. Según este estudio y
atendiendo a la datación más antigua del cratón, la existencia de fotosíntesis
oxigénica y la oxigenación de la atmósfera y océanos se habría producido
desde hace más de 3.460 millones de años, de lo que se deduciría la
existencia de un número considerable de organismos capaces de llevar a cabo
la fotosíntesis para oxigenar la masa de agua mencionada, aunque solamente
fuese de manera ocasional, si bien la formación biológica de dichos restos está
cuestionada.
 Cloroplasto
De todas las células eucariotas, únicamente las fotosintéticas presentan
cloroplastos, unos orgánulos que usan la energía de la luz para impulsar la
formación de ATP y NADPH, compuestos utilizados con posterioridad para
el ensamblaje de azúcares y otros compuestos orgánicos. Al igual que las
mitocondrias, cuentan con su propio ADN y se han originado a partir
de bacterias simbióticas intracelulares (teoría endosimbiótica).
Desarrollo
En las células meristemáticas se encuentran proplastos, que son orgánulos
que no tienen ni membrana interna, ni clorofila, ni ciertos enzimas
requeridos para llevar a cabo toda la fotosíntesis.
En angiospermas y gimnospermas el desarrollo de los cloroplastos es
desencadenado por la luz, puesto que bajo iluminación se generan los
enzimas en el interior del proplasto o se extraen del citosol, aparecen los
pigmentos encargados de la absorción lumínica y se producen con gran
rapidez las membranas, dando lugar a los grana y las lamelas del estroma.
A pesar de que las semillas suelen germinar en el suelo sin luz, los
cloroplastos son una clase de orgánulos que exclusivamente se desarrollan
cuando el vástago queda expuesto a la luz. Si la semilla germina en
ausencia de luz, los proplastos se diferencian en etioplastos, que albergan
una agrupación tubular semicristalina de membrana llamada cuerpo
prolamelar. En vez de clorofila, estos etioplastos tienen un pigmento de
color verde-amarillento que constituye el precursor de la misma: es la
denominada protoclorofila.
Después de estar por un pequeño intervalo de tiempo expuestos a la luz,
los etioplastos se diferencian transformándose los cuerpos prolamelares
en tilacoides y lamelas del estroma, y la protoclorofila, en clorofila. El
mantenimiento de la estructura de los cloroplastos está directamente
vinculada a la luz, de modo que si en algún momento estos pasan a estar
en penumbra continuada puede desencadenarse que los cloroplastos
vuelvan a convertirse en etioplastos.
Además, los cloroplastos pueden convertirse en cromoplastos, como
sucede a lo largo del proceso de maduración de los frutos (proceso
reversible en determinadas ocasiones). Asimismo,
los amiloplastos (contenedores de almidón) pueden transformarse en
cloroplastos, hecho que explica el fenómeno por el cual las raíces
adquieren tonos verdosos al estar en contacto con la luz solar.
Estructura y abundancia
Células vegetales, en cuyo interior se vislumbran los cloroplastos.

Los cloroplastos se distinguen por ser unas estructuras polimorfas de color


verde, siendo la coloración que presentan consecuencia directa de la
presencia del pigmento clorofila en su interior. Los cloroplastos están
delimitados por una envoltura formada, en la mayoría de las algas y en
todas las plantas, por dos membranas (externa e interna) llamadas
envueltas, que son ricas en galactolípidos y sulfolípidos, pobres
en fosfolípidos, contienen carotenoides y carecen de clorofila y colesterol.
En algunas algas, las envueltas están formadas por tres o cuatro
membranas, lo que se considera prueba de que se han originado por
procesos de endosimbiosis secundaria o terciaria. Las envueltas de los
cloroplastos regulan el tráfico de sustancias entre el citosol y el interior de
estos orgánulos, son el lugar de biosíntesis de ácidos grasos, galactolípidos
y sulfolípidos y son el lugar de reconocimiento y que contiene los elementos
necesarios para permitir el transporte al interior de los orgánulos de las
proteínas de cloroplastos codificadas en el núcleo celular.
En las plantas superiores, la forma que con mayor frecuencia presentan los
cloroplastos es la de disco lenticular, aunque también existen algunos de
aspecto ovoide o esférico. Con respecto a su número, se puede decir que
en torno a cuarenta y cincuenta cloroplastos coexisten, de media, en una
célula de una hoja; y existen unos 500.000 cloroplastos por milímetro
cuadrado de superficie foliar. No sucede lo mismo entre las algas, pues los
cloroplastos de estas no se encuentran tan determinados ni en número ni
en forma. Por ejemplo, en el alga Spirogyra únicamente existen dos
cloroplastos con forma de cinta en espiral, y en el alga Chlamydomonas,
solamente hay uno, de grandes dimensiones.
En el interior y delimitado por la membrana plastidial interna, se ubica una
cámara que alberga un medio interno con un elevado número de
componentes (ADN plastidial, circular y de doble hélice, plastorribosomas,
enzimas e inclusiones de granos de almidón y las inclusiones lipídicas); es
lo que se conoce por el nombre de estroma. Inmerso en él se encuentran
una gran cantidad de sáculos denominados tilacoides, cuya cavidad interior
se llama lumen o espacio tilacoidal. En las membranas de los tilacoides se
ubican los complejos proteínicos y complejos pigmento/proteína
encargados de captar la energía lumínica, llevar a cabo el transporte de
electrones y sintetizar ATP. Los tilacoides pueden encontrarse como
vesículas alargadas repartidos por todo el estroma (tilacoides del estroma),
o bien, pueden tener forma discoidal y encontrarse apilados originando
unos montones, denominados grana (tilacoides de grana).
Función

Ecuación de la fotosíntesis oxigénica, función característica de los cloroplastos.

La más importante función realizada en los cloroplastos es la fotosíntesis,


proceso en la que la materia inorgánica es transformada en materia
orgánica (fase oscura) empleando la energía bioquímica (ATP) obtenida por
medio de la energía solar, a través de los pigmentos fotosintéticos y la
cadena transportadora de electrones de los tilacoides (fase luminosa).
Otras vías metabólicas de vital importancia que se realizan en el estroma,
son la biosíntesis de proteínas y la replicación del ADN.

Fotorrespiración
: Fotorrespiración

La piña, tiene un metabolismo de tipo 

Este proceso, que implica el cierre de los estomas de las hojas como
medida preventiva ante la posible pérdida de agua, se sobreviene cuando el
ambiente es cálido y seco. Es entonces cuando el oxígeno generado en el
proceso fotosintético comienza a alcanzar altas concentraciones (por
ejemplo debido a que plantas crecen muy juntas y el aire está muy
calmado, altas temperaturas o humedades bajas).
Cuando existe abundante dióxido de carbono,
la enzima RuBisCO (mediante su actividad como carboxilasa) introduce el
compuesto químico en el ciclo de Calvin con gran eficacia. Pero cuando la
concentración de dióxido de carbono en la hoja es considerablemente
inferior en comparación a la de oxígeno, la misma enzima es la encargada
de catalizar la reacción de la RuBisCO con el oxígeno (mediante su
actividad como oxigenasa), en lugar del dióxido de carbono. Esta reacción
es considerada la primera fase del proceso fotorrespiratorio, en el que los
glúcidos se oxidan a dióxido de carbono y agua en presencia de luz.
Además, este proceso supone una pérdida energética notable al no
generarse ni NADH ni ATP (principal rasgo que lo diferencia de la
respiración mitocondrial). Además, la fotorrespiración conlleva a que se
pierde ribulosa 1,5-bifosfato (necesaria para el Ciclo de Calvin), solo una
parte del carbono vuelve al cloroplasto, se produce CO2 y, en conclusión, la
fotorrespiración resulta en un lastre para la planta al deshacer parte de lo
conseguido en la fotosíntesis.
Cuando una molécula de RuBisCO reacciona con una de oxígeno, se
origina una molécula de ácido fosfoglicerico y otra de ácido fosfoglicólico,
que prontamente se hidroliza a ácido glicólico. Este último sale de los
cloroplastos para posteriormente introducirse en los peroxisomas
(orgánulos que albergan enzimas oxidativos), lugar en el que vuelve a
reaccionar con oxígeno para producir ácido glioxílico y peróxido de
hidrógeno (la acción de la enzima catalasa catalizará la descomposición de
este compuesto químico en oxígeno y agua). Sin embargo el ácido glioxílico
se transforma en glicina, aminoácido que se traspasa a la mitocondrias para
formarse una molécula de serina a partir de dos de ácido glioxílico (este
proceso conlleva la liberación de una molécula de dióxido de carbono).
Las plantas
La sigla CAM es empleada como abreviación de la equívoca expresión
inglesa , que puede ser traducida al español como metabolismo ácido de
las crasuláceas. Esta denominación se acuñó dado que en un principio este
mecanismo únicamente fue atribuido a las plantas pertenecientes a esta
familia, es decir, a las crasuláceas. No obstante, en la actualidad se
conocen a varias especies de plantas CAM, que pertenecen a diferentes
familias de plantas crasas o suculentas son algunos ejemplos). Por norma
general, las plantas CAM son vegetales originarios de zonas con unas
condiciones climáticas desérticas o subdesérticas, que se encuentran
sometidas a una intensa iluminación, a altas temperaturas y a un déficit
hídrico permanente. Pueden ser enumeradas muchas peculiaridades de
estas plantas, como que el tejido fotosintético es homogéneo, siendo
apreciable además la inexistencia de vaina diferenciada y
de clorénquima en empalizada.11
Lanzarote.

Las plantas CAM están adaptadas a las condiciones de aridez extremas,


por lo que resulta lógico que sus estomas se abran durante la noche, para
evitar en la medida de lo posible la pérdida de agua por transpiración,
fijando dióxido de carbono en oscuridad por una reacción de carboxilación
de PEP (ácido fosfoenolpirúvico) catalizada por la enzima PEP-carboxilasa
en el citosol. Como resultado, se produce la formación de oxalacetato y
malato que es almacenado en la vacuola, sobreviniéndose una acidificación
nocturna de la hoja. El malato almacenado en la vacuola es liberado
durante el día mientras los estomas que permanecen cerrados, siendo
llevado al cloroplasto. Una vez en este orgánulo, el malato es
descarboxilado por la enzima málico NADP dependiente y el dióxido de
carbono que se desprende es fijado en el ciclo de Calvin. El ácido pirúvico
se convierte nuevamente en azúcares, para finalmente convertirse en
almidón. La fijación y reducción del carbono en las plantas CAM presenta
unos requerimientos energéticos, en términos de ATP, mayores que en las
plantas C3 y C4. Su rendimiento fotosintético por unidad de tiempo es
menor y su crecimiento es más lento. Como consecuencia de la adaptación
de estas plantas a sus hábitats extremos, los mecanismos que regulan el
equilibrio entre transpiración y fotosíntesis están encaminados fuertemente
hacia la minimización de las pérdidas de agua, asegurando así la
supervivencia en el medio desértico, aunque a costa de una menor
productividad.11

Fotosistemas y pigmentos fotosintéticos


Los fotosistemas
Los pigmentos fotosintéticos se hallan alojados en unas proteínas
transmembranales que forman unos conjuntos denominados fotosistemas,
en los que se distinguen dos unidades diferentes: la antena y el centro de
reacción.
En la antena, que también puede aparecer nombrada como  predominan
los pigmentos fotosintéticos sobre las proteínas. De hecho, existen entre
doscientas y cuatrocientas moléculas de pigmentos de antena de varios
tipos y tan solo dos proteínas intermembranales. Sin embargo, la antena
carece de pigmento diana. Un ejemplo es el complejo de captación de luz
LH-2 de Rs. Molishchianum, el cual consta de 8 unidades alfa con 56
residuos cada unidad, y 8 unidades beta con 45 residuos por unidad, los
cuales se disponen en 2 anillos concéntricos simétricos. Además, también
posee 24 moléculas de bacterioclorofila A, y 8 moléculas de licopeno; tanto
la bacterioclorofila A y el licopeno se encuentran entre los anillos
concéntricos alfa y beta.26
En el centro de reacción, mentado en algunas ocasiones
como CC (abreviatura del inglés Core Complex), las proteínas predominan
sobre los pigmentos. En el centro de reacción es donde está el pigmento
diana, el primer aceptor de electrones y el primer dador de electrones. En
término generales, se puede decir que existe una molécula de pigmento
diana, unas cuantas de pigmentos no diana, una de primer dador de
electrones y una de primer aceptor. Mientras existen entre dos y cuatro
proteínas de membrana.
Fotosistema I y Fotosistema II

 El Fotosistema I (PSI) capta la luz cuya longitud de onda es menor o


igual a 700 nm y en las plantas superiores, su antena se caracteriza por
encerrar dentro de sí una gran proporción de clorofila α, y una menor de
clorofila β. En el centro de reacción, la molécula diana es la clorofila
αI que absorbe a 700 nm, siendo llamada por ello clorofila P700. El
aceptor primario de electrones se denomina aceptor A 0 y el dador
primario es la plastocianina. Sobre todo, se hallan presentes en los
tilacoides del estroma.
 El Fotosistema II (PSII) capta luz cuya longitud de onda es menor o igual
a 680 nm.
Los pigmentos fotosintéticos y la absorción de la luz[editar]
Los pigmentos fotosintéticos son lípidos unidos a proteínas presentes en
algunas membranas plasmáticas, y que se caracterizan por presentar
alternancia de enlaces sencillos con enlaces dobles. Esto se relaciona con
su capacidad de aprovechamiento de la luz para iniciar reacciones
químicas, y con poseer color propio. En las plantas estos pigmentos son
las clorofilas y los carotenoides, en las cianobacterias y las algas
rojas también existe ficocianina y ficoeritrina, y, finalmente, en
las bacterias fotosintéticas está la bacterioclorofila.
La clorofila está formada por un anillo porfirínico con
un átomo de magnesio en el centro, asociado a un metanol y a un fitol
(monoalcohol de compuesto de veinte carbonos). Como consecuencia, se
conforma una molécula de carácter anfipático, en donde la porfirina actúa
como polo hidrófilo y el fitol como polo lipófilo. Se distinguen dos variedades
de clorofila: la clorofila a, que alberga un grupo metilo en el tercer carbono
porfirínico y que absorbe luz de longitud de onda cercana a 630 nm, y
la clorofila b, que contiene un grupo formilo y que absorbe a 660 nm.
Los carotenoides son isoprenoides y absorben luz de 440 nm, pudiendo ser
de dos clases: los carotenos, que son de color rojo, y las xantófilas,
derivados oxigenados de los nombrados anteriormente, que son de color
amarillento. Las ficocianinas y las ficoeritrinas, de color azul y rojo
respectivamente, son lípidos asociados a proteínas originando las
ficobiliproteínas.
Como los pigmentos fotosintéticos tienen enlaces covalentes sencillos que
se alternan con enlaces covalentes dobles, se favorece la existencia de
electrones libres que no pueden atribuirse a un átomo concreto.
Cuando incide un fotón sobre un electrón de un pigmento fotosintético de
antena, el electrón capta la energía del fotón y asciende a posiciones más
alejadas del núcleo atómico. En el supuesto caso de que el pigmento
estuviese aislado, al descender al nivel inicial, la energía captada se
liberaría en forma de calor o de radiación de mayor longitud de onda
(fluorescencia). Sin embargo, al existir diversos tipos de pigmentos muy
próximos, la energía de excitación captada por un determinado pigmento
puede ser transferida a otro al que se induce el estado de excitación. Este
fenómeno se produce gracias a un estado de resonancia entre la molécula
dadora relajada y la aceptora. Para ello se necesita que el espectro de
emisión del primero coincida, al menos en parte, con el de absorción del
segundo. Los excitones se transfieren siempre hacia los pigmentos que
absorben a mayor longitud de onda, continuando el proceso hasta alcanzar
el pigmento fotosintético diana.
Solo el 40 % de la energía que llega al cloroplasto es luz visible, que es la
única energía útil para realizar la fotosíntesis.

Factores externos que influyen en la fotosíntesis


Mediante la comprobación experimental, los científicos han llegado a la
conclusión de que la temperatura, la concentración de
determinados gases en el aire (tales como dióxido de carbono y oxígeno),
la intensidad luminosa y la escasez de agua son aquellos factores que
intervienen aumentando o disminuyendo el rendimiento fotosintético de un
vegetal.

 La temperatura: cada especie se encuentra adaptada a vivir en un


intervalo de temperaturas. Dentro de él, la eficacia del proceso oscila de
tal manera que aumenta con la temperatura, como consecuencia de un
aumento en la movilidad de las moléculas, en la fase oscura, hasta
llegar a una temperatura en la que se sobreviene
la desnaturalización enzimática, y con ello la disminución del
rendimiento fotosintético.2728
Imagen al microscopio electrónico de un estoma.

 La concentración de dióxido de carbono: si la intensidad luminosa es


alta y constante, el rendimiento fotosintético aumenta en relación directa
con la concentración de dióxido de carbono en el aire, hasta alcanzar un
determinado valor a partir del cual el rendimiento se estabiliza. 2728
 La concentración de oxígeno: cuanto mayor es la concentración de
oxígeno en el aire, menor es el rendimiento fotosintético, debido a los
procesos de fotorrespiración.27
 La intensidad luminosa: cada especie se encuentra adaptada a
desarrollar su vida dentro de un intervalo de intensidad de luz, por lo
que existirán especies de penumbra y especies fotófilas. Dentro de cada
intervalo, a mayor intensidad luminosa, mayor rendimiento, hasta
sobrepasar ciertos límites, en los que se sobreviene la fotooxidación
irreversible de los pigmentos fotosintéticos. Para una igual intensidad
luminosa, las plantas C4 (adaptadas a climas secos y cálidos)
manifiestan un mayor rendimiento que las plantas C3, y nunca alcanzan
la saturación lumínica.2728
 El tiempo de iluminación: existen especies que desenvuelven una
mayor producción fotosintética cuanto mayor sea el número de horas de
luz, mientras que también hay otras que necesitan alternar horas de
iluminación con horas de oscuridad. 2829
 La escasez de agua: ante la falta de agua en el terreno y de vapor de
agua en el aire disminuye el rendimiento fotosintético. Esto se debe a
que la planta reacciona, ante la escasez de agua, cerrando
los estomas para evitar su desecación, dificultando de este modo la
penetración de dióxido de carbono. Además, el incremento de la
concentración de oxígeno interno desencadena la fotorrespiración. Este
fenómeno explica que en condiciones de ausencia de agua, las plantas
C4 sean más eficaces que las C3.2728
 El color de la luz: la clorofila α y la clorofila β absorben la energía
lumínica en la región azul y roja del espectro, los carotenos y xantofilas
en la azul, las ficocianinas en la naranja y las ficoeritrinas en la verde.
Estos pigmentos traspasan la energía a las moléculas diana. La luz
monocromática menos aprovechable en los organismos que no tienen
ficoeritrinas y ficocianinas es la luz. En las cianofíceas, que si poseen
estos pigmentos anteriormente citados, la luz roja estimula la síntesis de
ficocianina, mientras que la verde favorece la síntesis de ficoeritrina. En
el caso de que la longitud de onda superase los 680 nm, no actúa el
fotosistema II con la consecuente reducción del rendimiento fotosintético
al existir únicamente la fase luminosa cíclica.29

Fotosíntesis anoxigénica o bacteriana


Artículo principal: Fotosíntesis anoxigénica
Las bacterias únicamente son poseedoras de fotosistemas I, de manera
que, al carecer de fotosistemas II, no pueden usar al agua como dador de
electrones (no hay fotólisis del agua), y en consecuencia, no producen
oxígeno al realizar la fotosíntesis. En función de la molécula que emplean
como dador de electrones y el lugar en el que acumulan sus productos, es
posible diferenciar tres tipos de bacterias fotosintéticas: las sulfobacterias
purpúreas, que se caracterizan por emplear sulfuro de hidrógeno (H2S)
como dador de electrones y por acumular el azufre en gránulos de azufre
en su interior; las sulfobacterias verdes, que también utilizan al sulfuro de
hidrógeno, pero a diferencia de las purpúreas no acumulan azufre en su
interior; y finalmente, las bacterias verdes carentes de azufre que usan
materia orgánica, tal como ácido láctico, como donadora de electrones.
En las bacterias purpúreas, los fotosistemas I están presentes en la
membrana plasmática, mientras que en las bacterias verdes, estos se
encuentran en la membrana de ciertos orgánulos especiales. Los
pigmentos fotosintéticos están constituidos por
las bacterioclorofilas a, b, c, d y e, así como también por los carotenos. Por
otra parte, lo más frecuente es que la molécula diana sea la denominada
P890.
Al igual que sucede en la fotosíntesis oxigénica, existe tanto una fase
dependiente de luz como una independiente de luz, distinguiéndose en la
primera un transporte de electrones acíclico y otro cíclico. Mientras en el
cíclico únicamente se obtiene ATP, en el acíclico se reduce el NAD + a
NADH, que posteriormente es empleado para la reducción del CO 2, NO3-,
entre otros. El NADH también puede ser obtenido en ausenca de luz,
gracias al ATP procedente del proceso cíclico.
Véase también: Quimiosíntesis

Fotosíntesis artificial de las plantas[editar]


Artículo principal: Fotosíntesis artificial
Actualmente, existe un gran número de proyectos químicos destinados a la
reproducción artificial de la fotosíntesis, con la intención de poder
capturar energía solar a gran escala en un futuro no muy lejano. A pesar de
que todavía no se ha conseguido sintetizar una molécula artificial capaz de
perdurar polarizada durante el tiempo necesario para reaccionar de forma
útil con otras moléculas, las perspectivas son prometedoras y los científicos
son optimistas.30
Intentos de imitación de las estructura fotosintéticas[editar]
Desde hace cuatro décadas, en el ambiente científico se ha extendido el
interés por la creación de sistemas artificiales que imiten a la fotosíntesis.
Con frecuencia, lo que se hace es reemplazar a la clorofila por una
amalgama de compuestos químicos, ya sean orgánicos o inorgánicos, que
tienen la capacidad de captar la luz. Sin embargo, se desconoce lo que se
debe de hacer con los electrones liberados en el proceso fotosintético. 31

Molécula de fullereno C60, llamada buckminsterfullereno, con forma igual a la de


una pelota de fútbol.

En el año 1981 fue fabricado el primer cloroplasto artificial, 32 constituido por


una mezcla de compuestos orgánicos sintéticos relacionados con la
clorofila y que, al iluminarse, tenía la capacidad de llevar a cabo la reacción
de fotólisis del agua, generando hidrógeno y oxígeno en estado gaseoso. El
tamaño físico del cloroplasto artificial era mucho mayor que el de los
cloroplastos naturales, y además, su eficacia de conversión de energía
lumínica en química era notablemente inferior. Este primer experimento fue
todo un hito y supuso el primer paso hacia la construcción de un dispositivo
fotosintético obtenido artificialmente que funcionara. 31
En 1998, el equipo de Thomas Moore, profesor de química del Centro de
Bioenergía y Fotosíntesis de la Universidad Estatal de Arizona, decidió
incorporar al cloroplasto artificial desarrollado años antes,
una vesícula rodeada de una cubierta parecida a las membranas de los
cloroplastos naturales. En ella se hallaban las clorofilas tratadas
sintéticamente, junto con otros compuestos que se añadieron con la
intención de generar una acumulación de iones H+ en la parte interna de la
membrana. Pero el hecho más destacable del experimento fue la
incorporación de la enzima ATP-sintetasa, principal responsable del
aprovechamiento del desequilibrio en la concentración de H+ para producir
ATP. Con estas modificaciones, Moore consiguió un comportamiento similar
al de los cloroplastos reales, sintetizando ATP a partir de energía solar,
pero con un número más reducido de componentes que la cadena
fotosintética natural. Tal fue la repercusión del experimento, que en la
actualidad se continúan explorando sus aplicaciones prácticas. 31
En 1999, científicos estadounidenses unieron químicamente cuatro
moléculas de clorofila, dando lugar a una cadena por la que podían circular
los electrones y en cuyo remate, se encontraba una bola de fullereno C60.
Tras incidir la luz en el sistema, los electrones emitidos eran trasportados
hasta la bola de  que se quedaba cargada eléctricamente y mantenía
estable su carga. Pero el principal defecto de este imaginativo proyecto es
que los científicos que lo lideraban desconocían la posible aplicación del
fullereno cargado que se había obtenido por medio del proceso
mencionado.31

Casos excepcionales en animales relacionados con


la fotosíntesis
Si bien la fotosíntesis es un mecanismo inherente a plantas, algas,
bacterias y otros organismos, hay animales que, mediante ciertas
situaciones aprovechan la fotosíntesis producida por algas para obtener
oxígeno.
Elysia chlorotica
Esta babosa marina practica un fenómeno denominado cleptoplastia, que
consiste en digerir el alga Vaucheria litorea parcialmente, de tal forma que
sus cloroplastos (organelos encargados en la fotosíntesis) quedan intactos
y son almacenados por E. chlorotica en su vía digestiva para aprovecharse
de su capacidad fotosintética y así obtener la energía necesaria para
subsistir varios meses sin necesidad de recurrir a organismos externos.
Producto de la presencia de la clorofila dentro de los cloroplastos
almacenados en E. chlorotica, esta adquiere un característico color verde
presente en organismos fotosintetizadores. 
Ambystoma maculatum
El alga Oophila amblystomatis ingresa al huevo de A. maculatum y se
implanta en la membrana. El revestimiento de la membrana del huevo
previene su deshidratación, pero a su vez inhibe el intercambio de gases
como el oxígeno, un factor elemental para el desarrollo del embrión de la
salamandra. Esta falta de oxígeno es proporcionada por la fotosíntesis de
O. amblystomatis, contribuyendo al desarrollo de A. maculatum, mientras
que esta última metaboliza dióxido de carbono, el cual es consumido por el
alga, estableciendo así una relación simbiótica entre ambos organismos. 

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