Paulov
Paulov
Paulov
Teoría - Fundamentos
Universidad de Sevilla
Sevilla, España
RESUMEN
Este trabajo hace un esbozo biográfico y teórico que resume la importancia del trabajo de
Pavlov para la psicología contemporánea. Se inicia con datos biográficos relevantes que
contextualizan la titánica tarea de Pavlov en sus comienzos como investigador experimental.
Luego se comentan los presupuestos teóricos así como los autores que le precedieron y que
influyeron en su trabajo. También se analizan las relaciones entre la obra de Pavlov y la
reflexología de Bechterev, para centrarnos posteriormente en los principios de su teoría de los
reflejos condicionados y su actitud ante la psicología y los psicólogos de su época. El artículo
finaliza resumiendo los principales aportes de la obra de Pavlov y su herencia para la psicología
como ciencia.
“En una pequeña y ruinosa casucha, construida no se sabe si para vivienda del conserje o para
baños, pero completamente inadecuada para el trabajo científico, sin la menor instalación
apropiada para un laboratorio, Pavlov, siempre apurado de medios para adquirir animales de
experimentación y para atender a otras necesidades del trabajo de investigación…” desarrolló
una intensa actividad académica por más de 10 años, hasta 1890.
Con estas palabras de Asratián (1949) podemos obtener una idea de las condiciones difíciles y
adversas en que se desarrolló gran parte de la obra del científico ruso, dificultades que no sólo
afectaron su vida académica, sino también familiar y que dan, si se quiere, un mayor mérito a
su trabajo. A pesar de ello, en su autobiografía Pavlov (ver Pavlov, 1970) se refiere a este
período de la siguiente forma: “haciendo abstracción de lo desfavorable que había en aquel
laboratorio (ante todo, claro está, la falta de medios), considero que este período fue muy útil
para mi futuro científico. Representaba la independencia completa y la posibilidad de
consagrarme por entero al trabajo de laboratorio”. Gracias a ello alcanzó sorprendentes
resultados científicos y prácticos en el estudio de la fisiología de la circulación sanguínea y de la
digestión, así como en algunos problemas de farmacología, destacándose rápidamente como
experimentador y teórico, como organizador y dirigente de trabajos científicos muy vastos y
complejos.
Ivan Petrovich Pavlov nació en la ciudad rusa de Riazán en 1849, siguió sus estudios de
segunda enseñanza en el seminario local para continuar explotando su interés por las ciencias
naturales en la Universidad de San Petersburgo en 1870 (Babkin, 1949). Allí realizó sus
estudios con el fin de obtener el título de Doctor en Medicina, prerrequisito indispensable para
optar a una cátedra de fisiología, la cual por fin logró a los 41 años (en 1890), después de varias
trabas burocráticas y de carácter netamente político para el momento que vivía el pueblo ruso.
Simultáneamente con la cátedra y el laboratorio, Pavlov obtuvo dos cargos: el de profesor de
Farmacología (más tarde fisiología) en la Academia Militar de Medicina, y el de director de la
sección de Fisiología del Instituto de Medicina Experimental (Pavlov, 1970). Con esto
disminuyeron notablemente sus dificultades económicas; sin embargo, las condiciones
materiales de su trabajo científico y la opinión que merecía de algunos funcionarios zaristas
influyentes continuaron, como hasta entonces, siendo poco favorables. Al respecto Asratián
(1949) dice: “…el Ministro de Guerra y los dirigentes de la Academia mantenían respecto a
Pavlov una actitud extremadamente hostil, debido a sus tendencias democráticas, a su
incesante batallar contra la arbitrariedad de los funcionarios zaristas…”, y es que esta actitud
política le costó bastantes problemas ya que, aunque nunca participó directamente en la lucha
política contra el absolutismo, sí manifestó continuamente su rechazo a los reaccionarios en
las instituciones científicas y en la enseñanza superior en la Rusia zarista.
Alrededor de 1903 empezó sus estudios sistemáticos sobre los reflejos condicionados y el
trabajo de los grandes hemisferios que le valieron bastantes enfrentamientos con los
psicólogos de la época. Dichos trabajos gozaron de un mayor respaldo económico después de
la Revolución de octubre, sobre todo cuando Lenin promulgó una disposición especial del
Gobierno (1921) con el fin de “crear en el plazo más corto posible, las condiciones mejores
para garantizar el trabajo científico del académico Pavlov y sus colaboradores” (Asratían, 1949,
p. 21).
Gracias a este apoyo se logró terminar la famosa Torre del Silencio (laboratorio especial para el
estudio de la actividad refleja condicionada en el perro) en el Instituto de Medicina
Experimental y con el fin de realizar la vieja ilusión de Pavlov de unir teoría y práctica, se
instalaron en sus institutos, clínicas de enfermedades nerviosas y mentales, contando con la
colaboración de numerosos técnicos y científicos.
En este punto es importante destacar que el trabajo de Pavlov no sólo giraba alrededor de la
totalidad del organismo, sino también de la unidad fisiología-patología-terapéutica, a la que se
mantuvo fiel por más de 60 años y con lo cual no es de extrañar su preocupación por los
problemas psiquiátricos en el hombre. Por tanto, sus estudios están muy lejos de la burda
crítica de que el pavlovismo pretendía trasponer al hombre los hallazgos logrados en animales,
sobre todo a partir de su informe de 1903 Psicopatología y psicología experimental en
animales, que sintetizaba los ahora muy conocidos estudios sobre neurosis experimental en
perros.
Sin embargo, como aclara Orbeli y Popov en Los reflejos condicionados aplicados a la
psicopatología y psiquiatría (Pavlov, 1960), el mismo Pavlov desistió durante muchos años de
la idea de transportar al hombre métodos experimentales que se habían consagrado al estudio
de la función nerviosa superior de los animales. Por ello pasaron 16 años desde las primeras
tentativas de estudio de los reflejos condicionados en el perro hasta la aproximación al
hombre, que le llevo a visitar en 1917 a Udelnaia, frecuentando sistemáticamente enfermos
mentales bajo la colaboración del médico-jefe Timofeev. Dichas visitas le hicieron interesarse
por la investigación de la catatonia y el delirio, y produjeron desde entonces una más estrecha
unión en sus afirmaciones entre los datos de laboratorio y las observaciones clínicas. “Desde
esa época, todos sus experimentos de laboratorio comenzaron a ser valorados a la luz de la
sintomatología de las enfermedades mentales y a su vez éstas últimas fueron consideradas
sobre la base de la fisiología experimental” (Pavlov, 1960).
Todo lo anterior atestigua el interés de Pavlov hacia la psiquiatría y las dificultades que
encontró en su tarea, inconclusa debido a su muerte cuando contaba con 87 años, el 27 de
febrero de 1936 en Leningrado, como consecuencia de una afección causada por la pulmonía.
“A pesar de su avanzada edad se conservaba aún muy fuerte físicamente, mostraba una
energía desbordante, creaba sin descanso, planeaba entusiasmado futuros trabajos y, en
efecto, pensaba en todo menos en la muerte…” (Asratían, 1949).
La obra de Pavlov parte de un concepto esencial que trató de defender como eje principal
alrededor del cuál debería girar la explicación de las manifestaciones más complejas de los
mamíferos y del hombre, reflejadas obviamente en los hemisferios cerebrales, como máximo
logro del desarrollo nervioso en el reino animal. El concepto al cual nos referimos es, por
supuesto, el reflejo. Su origen proviene del sabio Descartes (1596-1650): “toda actividad del
organismo es la necesaria respuesta de éste a algún agente del mundo exterior, en la que el
órgano activo se encuentra con el agente dado en una relación de causa y efecto, relación que
se establece por una determinada vía nerviosa. De esta manera, el estudio de la actividad
nerviosa de los animales se planteaba con sólida base naturalista y científica” (Pavlov, 1972).
Otro gran representante de este segundo grupo es el fisiólogo ruso Iván Mikhailovich
Sechenov (1829-1905). Su obra influyó profundamente en la de Pavlov. Sechenov no sólo negó
el dualismo mente-cuerpo y promovió el estudio del organismo animal completo, no dividido
en mitades vagas, sino que promovió la premisa de unidad indivisible entre el organismo y su
mundo: “la causa primera de todo acto humano está fuera del hombre” (Sechenov, Los reflejos
del cerebro, 1863; citado por Pavlov, 1972).
Sechenov sostuvo sus ideas filosóficas recurriendo a la autoridad de J. Locke (1632-1704) y los
empiristas ingleses (Keller, 1973 y Gondra, 1989) que, como se recordará defendían el origen
sensorial del conocimiento humano y el principio del asociacionismo. Sherrington ya había
tratado de dotarlo de base objetiva, al dar como contrapartida a la “asociación sucesiva de
ideas” la “combinación refleja” o más especialmente “encadenamiento reflejo” (Keller, 1972).
Por tanto, por medio de la reconstrucción de dicha influencia es completamente comprensible
que Pavlov haya edificado su teoría alrededor del reflejo. En Lecciones sobre el trabajo de los
grandes hemisferios, de 1926 (Pavlov, 1972) es crucial su exposición para defender y justificar
al reflejo como pilar en el entendimiento del comportamiento de los organismos. A partir de la
noción cartesiana estableció los elementos que sirven al organismo para su adaptación o
continuo restablecimiento del equilibrio con el medio que le rodea. El siguiente paso fue
considerar los hasta ahora llamados instintos, o reacciones que revisten la forma del
comportamiento general de los animales, como esencialmente semejantes a los reflejos. Al
respecto Pavlov dice: “… los reflejos al igual que los instintos son reacciones determinadas del
organismo ante agentes definidos, lo que hace que no haya necesidad de designarlos con
nombres diferentes. Es preferible emplear la palabra reflejo ya que implica, desde un
comienzo un sentido rigurosamente científico” (Pavlov, 1972).
Sin embargo, aunque los reflejos son las principales reacciones nerviosas del animal y del
hombre, no bastan para asegurar al organismo una existencia duradera, estable y completa, lo
que se demuestra fácilmente por medio de la ablación de los grandes hemisferios en cualquier
organismo, por ejemplo, un perro.
Dicha situación llevó a Pavlov a distinguir dos tipos de reflejos: aquellos que llamo absolutos,
como conexión simple y permanente que se realiza en los animales aunque estén desprovistos
de segmento cerebral superior, y los reflejos condicionados o adquiridos, inconstantes y
mantenidos por unión temporal (Pavlov, 1970 y 1972), que son propios de los grandes
hemisferios y sin los cuales el organismo no podría sobrevivir en un medio cambiante y de
exigencia permanente de adaptación.
Así pues, para Pavlov el reflejo condicionado pasó a ser para la fisiología el fenómeno central,
con cuya ayuda se puede estudiar de manera cada vez más precisa y concreta la actividad
normal y patológica de los grandes hemisferios. Pero no sólo se convirtió en un concepto
esencial para la fisiología, sino que también lo fue para la psicología. Pavlov vislumbró esta
relación con la psicología con las siguientes palabras: “¿Qué razón tendríamos para distinguir,
para separar lo que los fisiólogos llaman unión temporal y los psicólogos asociación?… los
experimentos sobre los reflejos condicionados habían proporcionado una base sólida a la
psicología asociativa, es decir, a la que considera la asociación como el elemento fundamental
de la actividad psíquica” (Pavlov, 1970 y 1972).
Pavlov y la reflexología
Es interesante señalar que Pavlov no calificó su teoría como reflexológica, sino que le dio el
término especial de nervismo: “Bajo la denominación de nervismo -escribía Pavlov- entiendo
una tendencia fisiológica que aspira a extender la influencia del sistema nervioso al mayor
número posible de actividades del organismo” (Asratián, 1949).
El nombre de reflexología (que no apareció sino hasta 1912) lo acuñó Mikhailovich Bechterev
(1859-1927), neurólogo y psiquiatra cuyos intereses y actividades abarcaban muchos campos,
desde anatomía hasta educación, y quien cultivó el término para designar su concepción de la
“psicología objetiva”. Posteriormente, el uso hizo extender el nombre de reflexología a la obra
de Pavlov e incluso a escuelas afines rusas (Pavlov, 1972).
Aparte de esto y de las sutiles diferencias en su terminología, por ejemplo, lo que para
Bechterev eran reflejos asociados, para Pavlov eran reflejos condicionados, existen, como ya
dijimos, diferencias filosóficas de fondo que vale la pena resaltar. Para obtener una idea más
clara de éstas discrepancias vamos a considerar la obra de Pavlov a través del lente de la
reflexología valiéndonos de la excelente exposición de Schniermann (Ver Pavlov y otros, 1963)
hace de los conceptos fundamentales de la escuela de Bechterev: