Religión de La Persia Aqueménida

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Fuentes


Una religión de Estado


Contexto cultural: los vínculos con el zoroastrismo y la religión elamita


Divinidades


Los lugares del culto


Los actores del culto


Rituales y fiestas religiosas

Los reyes persas y la religión de otros pueblos del imperio


Notas


Bibliografía

Religión de la Persia Aqueménida


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La Inscripción de Behistún.

La religión de la Persia aquemémida (559-331 a. C.) es poco conocida.


Las fuentes son escasas y provienen sobre todo de los sectores ligados a la
realeza. Por lo tanto, lo que se puede reconstruir es una religión
de Estado condicionada por el poder real y sus necesidades ideológicas. Lo que
se conoce de la religión de la realeza aqueménida presenta puntos en común con
el zoroastrismo posterior, pero se discute si el dicho término es apropiado.

Fuentes[editar]
Las fuentes para el conocimiento de la religión persa en tiempos aqueménidas
provienen en su inmensa mayoría de la propia Persia. Las inscripciones reales
proporcionan valiosa información acerca de las creencias religiosas de los reyes
aqueménidas.1 Se observa en ellas la clara preeminencia del dios Ahura Mazda en
la ideología real. Por el contrario, los restos arqueológicos proporcionan escasa
información acerca del ámbito religioso. El descubrimiento en la década de 1930
por los equipos del Oriental Institute de Chicago de dos archivos del palacio real
de Persépolis (el de la Fortaleza y el del Tesoro), ha permitido conocer la religión
del centro imperial y del área elamita.2 Se trata de textos de índole administrativa y
en su mayor parte están escritos en elamita. En ellas se menciona el envío de
ofrendas destinadas a algunas localidades de los alrededores de la residencia
real. Otras fuentes exteriores vienen a completar la pintura, destacando
especialmente Heródoto, un autor griego contemporáneo a la época. El texto
sagrado de la religión persa de tiempos posteriores, el Avesta, puede ofrecer
algunos paralelos con la religión aqueménida, sobre todo en lo que se refiere a los
pasajes más antiguos, los llamados Gathas.

Una religión de Estado[editar]


Las fuentes relativas a la religión aqueménida nos muestran sobre todo las
relaciones entre el Gran Rey y el dios Ahura Mazda, el cual es concebido como el
verdadero soberano del Imperio. 3 El rey no es otra cosa que el instrumento del
dios, quien lo pone a la cabeza del Imperio para que cumpla su voluntad sobre la
Tierra entera. Se ha propuesto recientemente que los soberanos persas tenían la
misión de reconstituir el paraíso original creado por Ahura Mazda, eliminando a
la mentira que se oponía a la justicia.4 La religión popular de la Persia aqueménida
escapa en gran medida a nuestro conocimiento. Las tablillas de Persépolis nos
permiten conocer los nombres de otras divinidades a las que se rendía culto, pero
aparte de ello tan sólo dan cuenta de las ofrendas que se les enviaban desde el
palacio real.

Contexto cultural: los vínculos con el zoroastrismo y la


religión elamita[editar]
Bajorrelieve que representaría a un Faravahar. Persépolis.

La cuestión en torno a si los reyes aqueménidas eran zoroastrianos ha sido


largamente debatida por lo estudiosos.5 Mientras que el profeta Zoroastro jamás
es mencionado en los textos persas de la época, su gran dios, Ahura Mazda,
posee gran relevancia en ellos. Los demás dioses son sólo ocasionalmente
aludidos en las inscripciones aqueménidas. Ahura Mazda es la única divinidad
invocada por Darío I y su sucesor Jerjes I, pero los Amesha Spenta, ligados a él
en el Avesta, están ausentes. Las inscripciones reales afirman la existencia
de otros dioses, pero sin nombrarlos. Tan sólo a partir del reinado de Artajerjes
II o Artajerjes III son mencionados explícitamente Mithra y Anahita. Las tablillas de
Persépolis hacen alusión a otras divinidades iranias: Zurvan, Mizdushi,
Naryasanga, etc. La iconografía aqueménida representa a la figura del Faravahar,
un símbolo presente en la religión zoroastriana. Las fuentes griegas mencionan la
importancia del culto al Fuego y al Sol por parte de los aqueménidas, los cuales se
reflejan aún hoy en la tradición zoroastriana. Hay conceptos avésticos que
aparecen en los textos aqueménidas, pero con otras connotaciones:
la mentira avéstica (druj-), opuesta a la "verdad", "justicia" (aṧa-), aparece en las
inscripciones reales como drauga-, pero califica al acto de traición, de rebelión
contra el Gran Rey. Los conceptos religiosos adquieren un sentido político.
Si bien existen numerosos puntos en común entre la religión aqueménida y el
zoroastrismo, también hay divergencias, debidas en parte a las finalidades
ideológicas de la realeza. La religión aqueménida, aunque conserva a las
principales divinidades de la tradición irania, fue influenciada por los cultos
elamitas con los que los persas entraron en contacto desde que se establecieron
en Fars, esto es, la parte oriental de las antiguas tierras elamitas. 6 Los textos
administrativos de Persépolis, escritos en su mayor parte en elamita, mustran la
pervivencia de las tradiciones religiosas y del culto a las antiguas divinidades
elamitas. No se sabe hasta qué punto esto pudo haber influenciado a la religión de
los persas.

Divinidades[editar]
La principal divinidad de la Persia aqueménida es Ahura Mazda (el Sabio Señor).
No se trata de un monoteísmo, sino de un henoteísmo: Ahura Mazda domina el
panteón, tiende a concentrar los atributos de otras divinidades, pero no es el único
dios al que se le reconoce existencia. Su función es sobre todo ser el maestro
supremo del mundo. Se le atribuye la creación del Cielo, la Tierra y los hombres.
De él proviene el poder de la realeza, y gracias a él los reyes son victoriosos y el
reino es protegido de los peligros que lo acechan. Como se observa en las
plegarias de Darío, los reyes poseían una relación privilegiada con su dios.
Otras divinidades iranias aparecen en las tablillas de Persépolis. 7 Los Visai Baga
("Todos los Dioses") son una entidad colectiva que presenta similitudes con el Rig
Veda. Su culto se practicaba en unos pocos sitios. Aparecen, asimismo: Zurvan, el
dios avéstico del Tiempo y figura central del zurvanismo posterior; Hvarira, el
Genio del Sol Saliente; Naryasanga, llamado Mensajero de los Dioses en el
Avesta; Mizdushish, diosa del destino; Brtakamya, «el que cumple los deseos»; y
Thaigracish, el que aparece en un solo texto y es por lo demás desconocido.
Además, las inscripciones reales tardías mencionan dos divinidades
particularmente importantes en el panteón iranio: el dios Mithra, divinidad solar y
en su origen el dios de los contratos, y que posee un aspecto guerrero; y Anahita,
diosa del amor y la fertilidad. Adicionalmente, los persas rendían culto a algunos
elementos naturales.
Por último, las tablillas de Persépolis mencionan cultos dedicados a divinidades
elamitas y mesopotámicas en las áreas circundantes a la capital persa. 8 Poseían
gran relevancia dioses elamitas como Humban y Napirisha, así como el dios
mesopotámico de la Tormenta, Adad.

Los lugares del culto[editar]


De acuerdo a Heródoto de Halicarnaso, los persas no poseían templos, y no erigía
estatuas dedicadas a sus dioses. De hecho, ninguna edificación del área persa ha
sido claramente identificada hasta la fecha como los restos de un templo. Esto
indica que, por lo tanto, una gran parte del culto persa se realizaba al aire libre. Sin
embargo, hay alusiones a la existencia de templos dedicados a Anahita bajo el
reinado de Artajerjes II, aunque fuera de Persia (Damasco, Anatolia).9 Resulta
imposible saber con exactitud en qué lugares los persas aqueménidas llevaban a
cabo sus sacrificios. Los grandes jardines persas, los llamados "paraísos"
(paridaida), pueden haber tenido una función religiosa, acaso herencia de los
bosques sagrados elamitas (husa).10

Los actores del culto[editar]


El rey constituye el principal intermediario entre los dioses (sobre todo Ahura
Mazda) y los hombres. Al contrario de lo afirmado por ciertos autores griegos, el
rey nunca fue considerado un dios, aunque es cierto que poseía un lugar
privilegiado entre los hombres. Debía llevar a cabo periódicamente determinados
actos rituales en Persia, sobre todo los sacrificios a las divinidades iranias. 11 Tal
como atestiguan las tablillas de Persépolis, el palacio real financiaba los sacrificios
a las diferentes divinidades allí mencionadas.
Si bien las tablillas persepolitanas hacen alusión a un personal especializado en el
culto, sus funciones son difíciles de determinar. Algunos sacerdotes son
llamados šatin, como en las épocas elamitas. Acaso estuvieran destinados al culto
de los dioses elamitas y mesopotámicos. Los otros sacerdotes que aparecen en
los archivos de Persépolis son los magos (maguš), que veneraban a los dioses
iranios.12 A veces poseían el título de lan-lirira («aquél que realiza la
ceremonia lan»), lo que muestra que una de sus principales funciones era presidir
los sacrificios de la ceremonia lan, que será detallada más abajo. La importancia
de los magos en el sacrificio está confirmada por algunos autores griegos. En las
tablillas de Persépolis se observa como ellos recibían los productos destinados a
los actos sacrificiales. Los atrvaša («aquél que guarda el Fuego»), otros
especialistas, estaban específicamente destinados al culto del Fuego.

Rituales y fiestas religiosas[editar]


Los persas de la época aqueménida dedicaban sacrificios rituales a sus dioses. 13
Los autores griegos mencionan repetidamente el sacrificio animal: dado el
caso, Ciro el Joven sacrifica caballos y toros en la Anábasis de Jenofonte. Por el
contrario, en los archivos de Persépolis las ofrendas a las divinidades iranias son
sobre todo de grano, cerveza y vino. El tipo de ceremonia sacrificial más usual en
ellos es la llamada Dlan, la cual era practicada en las regiones donde sin lugar a
dudas existía una fuerte concentración de persas. Las productos destinados a
ellas eran entregados por el palacio de modo regular, una vez por mes. El dios al
que son destinadas no es mencionado; H. Koch sostiene que se trataría de Ahura
Mazda. En la ceremonia llamada kušukum, aparentemente de origen elamita, se
realizaban sacrificios de ovejas. Los autores clásicos señalan el hecho de que los
grandes sacrificios eran acompañados por grandes banquetes festivos. Es el rey
el que siempre ocupa el lugar central en las grandes ceremonias religiosas, de las
que es además el proveedor material.
Existía asimismo entre los persas el culto a los elementos naturales, de modo
destacado el del Fuego, pero también el del Agua. 14 La importancia del Fuego es
puesta de relieve en primer lugar por los escritores griegos que describieron los
cultos persas. Adicionalmente, los archivos del Persépolis aluden a los "jardines
de Fuego" (atravaša), aunque no se alude explícitamente a la práctica del culto al
Fuego. Por otra parte, ningún templo aqueménida consagrado al Fuego ha sido
descubierto, ni existen alusiones en los documentos persepolitanos. Sin embargo,
numerosas impresiones de sellos y bajorrelieves (como el de Naqsh-e Rustam)
muestran escenas de culto al Fuego, representado por llamas que salen de un
altar.

Los reyes persas y la religión de otros pueblos del


imperio[editar]
El Cilindro de Ciro.

Los reyes persas nunca intentaron reforzar el sostenimiento de su imperio


mediante la imposición de la religión persa en los pueblos sometidos. De hecho,
Ahura Mazda no es venerado más que por los persas en el núcleo imperial. En las
demás regiones del imperio, los reyes se presentan como los sucesores y
continuadores de las tradiciones locales. Este es, justamente, el modo en el que
fundador del imperio, Ciro el Grande, se muestra ante los vencidos babilonios.15
En un cilindro de arcilla utilizado como depósito de fundación en el templo
de Esagila en Babilonia, y redactado en idioma acadio, Ciro es presentado como
el elegido por el gran dios local Marduk. En él se especifica que el propio rey persa
hizo retornar a sus respectivos templos las estatuas divinas que su predecesor, el
babilonio Nabónido, había "deportado" a Babilonia. La práctica de trasportar las
estatuas de las principales divinidades a la capital durante épocas de peligro
militar no era inusual en Babilonia, pero de todos modos le otorgaba a Ciro una
oportunidad de desprestigiar a su enemigo derrotado. 16 Su trato con respecto a
los judíos deportados en Babilonia, autorizándoles a regresar a Judea y reconstruir
su templo en Jerusalén, procede del mismo tipo de actitud.17 Cambises II y Darío I
continuaron con esta línea en Egipto, haciendo uso del título de faraón y llevando
a cabo las obligaciones religiosas consecuentes.18 En la propia Persia el Gran Rey
proveía de los bienes necesarios para el culto de divinidades no-iranias veneradas
por la población elamita que habitaban la región antes de la llegada de los persas.
Pero cuando una provincia se rebelaba, la represión podía asimismo llevarse a
sus dioses: cuando las ciudades griegas de Jonia se levantaron contra Darío I y
fueron vencidas, las estatuas de sus dioses fueron transportadas a Sardes y Susa

Notas[editar]
1. ↑ P. Lecoq, Les inscriptions de la Perse achéménide, París, 1997.
2. ↑ H. Koch, Die religiösen Verhältnisse der Dareios Zeit, Untersuchungen an Hand der
elamischen Persepolis Täfelchen, Göttingen, 1977.
3. ↑ P. Briant, Histoire de l’Empire perse, de Cyrus à Alexandre, Paris, 1996, p. 252-265 ;
B. Lincoln, Religion, Empire, and Torture, The Case of Achaemenian Persia, with a
Postscript on Abu Ghraib, Chicago, 2007.
4. ↑ B. Lincoln, op. cit.
5. ↑ P. Lecoq, «La religion achéménide», en Iran, la Perse de Cyrus à Alexandre,
Dossiers d'Archéologie n° 227, 1997, pag. 46-47; P. Huyse, La Perse antique, Paris,
2005, pag. 135-139.
6. ↑ La influencia elamita sobre la religión persa es objeto de un estudio reciente: W.
Henkelman, The Other Gods Who Are, Studies in Elamite-Iranian Acculturation Based
on the Persepolis Fortification Texts, Leyde, 2008.
7. ↑ H. Koch, «Theology and Worship in Elam and Achaemenid Iran», en J. M. Sasson
(dir.), Civilizations of the Ancient Near East, New York, 1995, p. 1967-1968.
8. ↑ H. Koch, op. cit., 1968-1969.
9. ↑ P. Briant, op. cit., pag. 697-698.
10. ↑ B. Lincoln, «À la recherche du paradis perdu», en History of Religions 43/2, 2003, p.
139-154; W. Henkelman, op. cit., pag. 427-453.
11. ↑ P. Briant, op. cit., p. 252-254.
12. ↑ H. Koch, op. cit., p. 1967; P. Briant, op. cit., p. 256-258.
13. ↑ H. Koch, op. cit., p. 1966 ; P. Briant, op. cit., pag. 258-260.
14. ↑ P. Briant, op. cit., pag. 260-261.
15. ↑ P. Briant, op. cit., pag. 53-55.
16. ↑ P.-A. Beaulieu, «An Episode in the Fall of Babylon to the Persians», en Journal of
Near Eastern Studies, Vol. 52, No. 4., 1993, pag. 241-261.
17. ↑ Ibid., pag. 56-58.
18. ↑ Ibid., pag. 68-70 y pag. 489-495.

Bibliografía[editar]
 H. Koch, «Teologal and Hiposo in Lema anda Empenachad Irán», en J.
M. Sasson (dir.), Civilizations of the Ancient Near East, New York, 1995,
p. 1950-1969 ;
 P. Briant, Histoire de l’Empire perse, de Cyrus à Alexandre, Paris, 1996.
 I. Campos, "La razón de Estado en la política religiosa de los reyes
aqueménidas: ¿tolerancia o intolerancia religiosa?", Gerión, Vol. 24, Nº
1, 2006, págs. 111-117;
 I. Campos, "Los griegos y la religión del imperio persa aqueménida: El
dios Mithra" en Juan Manuel Cortés Copete, Elena Muñiz Grijalvo,
Rocío Gordillo Hervás (coord.) Grecia ante los Imperios: V Reunión de
historiadores del mundo griego, 2011, págs. 207-216 hp 01

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