Eucaristía
Eucaristía
Eucaristía
Agentes de
de Pastoral
Pastoral
Diócesis
Diócesis de
de Plasencia
Plasencia
Eucaristía
FORMACIÓN BÁSICA
FORMACIÓN BÁSICA
Eucaristía
EUCARISTÍA - Pág. 4
Para que lo tengas en
cuenta . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7
Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9
Bibliografía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11
Siglas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
13
Método de trabajo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 14
Sesión 1ª. La Eucaristía en el Nuevo Testamento (1ª parte) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 15
Sesión 2ª. La Eucaristía en el Nuevo Testamento (2ª parte) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 21
Sesión 3ª. La Eucaristía en el Nuevo Testamento (3ª parte) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 27
Sesión 4ª. Explicación dogmática de la Eucaristía en la historia (1ª parte) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
33
Sesión 5ª. Explicación dogmática de la Eucaristía en la historia (2ª parte) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
39
Sesión 6ª. La celebración de la Eucaristía entre el permanente eclesial y la renovación actual
(1ª parte) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 45
Sesión 7ª. La celebración de la Eucaristía entre el permanente eclesial y la renovación actual
(2ª parte) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 53 Sesión
8ª. La Eucaristía, memorial de la Pascua (1ª parte) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 63
Sesión 9ª. La Eucaristía, memorial de la Pascua (2ª parte) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
69
Sesión 10ª. La Eucaristía, banquete fraterno . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
75 Sesión 11ª. Espíritu Santo y Eucaristía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
83
Sesión 12ª. Eucaristía, sacramento del sacrificio (1ª parte) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 89
Sesión 13ª. Eucaristía, sacramento del sacrificio (2ª parte) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 95
Sesión 14ª. Eucaristía, presencia transformante. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
103 Sesión 15ª. Eucaristía e Iglesia (1ª parte) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
111
Sesión 16ª. Eucaristía e Iglesia (2ª parte) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
119
Sesión 17ª. La Eucaristía, gracia de reconciliación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
125
Sesión 18ª. La Eucaristía, prenda de vida eterna . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
131
Sesión 19ª. La Eucaristía, compromiso de misión . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
137 Sesión 20ª. Eucaristía y culto eucarístico fuera de la
misa . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 145
Algunas referencias a la Eucaristía en el Magisterio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 151
Algunos artículos de teología sobre la Eucaristía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 153
Vocabulario . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 155
Calendario de sesiones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 157
Calendario diocesano . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .159
EUCARISTÍA - Pág. 6
El tema de este curso nos acerca al centro de nuestra fe que es la persona misma de Jesucristo y,
concretamente, en su presencia viva y real en el sacramento de la Eucaristía. La Eucaristía actualiza
no sólo la presencia viva y real de Jesucristo sino precisamente en su muerte y resurrección, es
decir, se actualiza real, verdadera y sacramentalmente su muerte y resurrección. Jesús hablaba de su
muerte y resurrección como “su hora”, es decir, el momento cumbre, el más importante de su obra
salvadora de la humanidad. Cualquier momento de la vida de Jesucristo es salvador, tiene fuerza
salvadora; pero en su muerte y resurrección se concentra la fuente de la salvación; sin su muerte y
resurrección no se habría completado la salvación de la humanidad.
Por eso podemos decir que la Eucaristía es la fuente de toda gracia, de todo regalo de Dios: de
poder ser hijos de Dios, de recibir el perdón de los pecados, de la misericordia, de la entrega de uno
mismo, del amor a losdemás, incluso a los enemigos,...
Que sea la fuente no quiere decir que sea el modo querido por Jesucristo para que llegue a nosotros
cada uno de los frutos de su salvación. Por ejemplo: la Eucaristía es la fuente y el modo como llega
a nosotros la fraternidad, el amor a los hermanos. Sin embargo, la Eucaristía por ser la actualización
de la muerte y resurrección de Jesucristo es la fuente del perdón de los pecados; pero Jesucristo ha
dejado un sacramento, el de la penitencia, para que recibamos el perdón de nuestros pecados
mortales. La Eucaristía es la fuente del perdón, pero no somos perdonados al celebrar la Eucaristía;
somos perdonados celebrando el sacramento de la penitencia.
Encontraréis esta frase en varias ocasiones: la Eucaristía es una representación de la muerte y
resurrección de Jesucristo. ¡Ojo! La palabra “representación” puede llevarnos a un error.
Representación en castellano tiene varios significados; por ejemplo, en Navidad hacemos una
representación del nacimiento de Jesús en Belén. La Eucaristía no es esto; no es una representación
como la que podemos hacer del nacimiento o de la pasión. En estas representaciones no hay una
presencia viva de Jesucristo ni se actualiza su muerte y resurrección. La Eucaristía es otra cosa: en
ella se hace presente de verdad Jesucristo, su muerte y su resurrección. Actualizar significa hacer
presente de verdad, realmente. Es verdad que la palabra “representación” puede significar también
una nueva presencia real, pero no la solemos emplear con ese significado; por eso para evitar
EUCARISTÍA - Pág. 5
errores prefiero que hablemos de actualización de la presencia real de Jesucristo, de su muerte y de
su resurrección en la Eucaristía.
Encontraréis también un recorrido por la historia y las diferentes formas de intentar explicar cómo
se hace presente Jesucristo, su muerte y resurrección en la Eucaristía. No tenemos esa explicación;
está muy bien que lo intentemos, pero sabiendo que cualquier intento de explicación nos va a
parecer poco convincente y puede provocar dudas en nosotros. Lo importante es que la incapacidad
de encontrar una explicación no nos lleve a dudar de la verdad de la presencia real de Jesucristo, de
su muerte y de su resurrección en la Eucaristía. Cualquier explicación siempre se quedará corta,
pero esos intentos de explicación nos ayudan a acercarnos un poco más al misterio de la presencia
real y verdadera de Jesucristo, su muerte y su resurrección en la Eucaristía.
Jesucristo instituye la Eucaristía celebrando una cena especial para el pueblo de Israel: la cena
pascual. Los evangelios nos hablan de otras cenas y comidas en las que participó Jesús. En ellas se
muestra la misericordia de Jesucristo hacia alguno de los comensales o de alguna otra persona que
llega sin estar a la mesa. Pero no podemos olvidar que la Última Cena de Jesucristo en la que
instituye la Eucaristía es una cena única; ninguna otra comida o cena de Jesucristo se puede
equiparar a la Última Cena. La Eucaristía actualiza lo realizado por Jesucristo en la Última Cena; es
de esa cena y solamente de esa cena de la que Jesucristo dijo: “Haced esto en conmemoración mía”.
Que este material de lectura, estudio y reflexión compartida os ayude a valorar y amar cada vez más
el Santísimo Sacramento de la Eucaristía.
Francisco Rico Bayo
EUCARISTÍA - Pág. 8
INTRODUCCIÓN
La Eucaristía es el sacramento en el que se centra y concentra toda la vida de la Iglesia. Por eso, el
Vaticano II la llama “fuente y cumbre de toda la vida cristiana” (LG 11), expresando y comentando
lo que se afirma de la liturgia como cumbre a la cual tiende la acción de la Iglesia y, al mismo
tiempo, la fuente de donde mana toda su fuerza (cf. SC 10). El misterio eucarístico es el centro de la
liturgia sagrada y de la vida cristiana (cf. EM 1).
Desde un punto de vista comunitario y personal, la Eucaristía constituye el centro que articula la
vida cristiana, la referencia festiva de la cotidiano, el lugar donde la Palabra de Dios se proclama, se
explica y aplica, el momento más intenso de encuentro con los hermanos y de participación en el
misterio de la pascua, el signo individual y comunitario de una identidad cristiana y una pertenencia
a la Iglesia. “Cada comunidad, al reunir a todos sus miembros para la fracción del pan, se siente
como el lugar en que se realiza concretamente el misterio de la Iglesia” (DD 34). En cada
celebración se anuncia el misterio que “ya” se está realizando, pero que “todavía no” se nos ha
manifestado en plenitud, y que debemos celebrar “hasta que Él venga” (1Cor 11,26).
EUCARISTÍA - Pág. 7
BIBLIOGRAFÍA
AAVV, Los relatos fundacionales de la Eucaristía, Verbo Divino, Estella 2009.
AAVV, Meditación sobre la Eucaristía, Sígueme, Salamanca 2008.
AGUILUZ MILLA, E., Eucaristía y solidaridad. Provocaciones del Magisterio de la Iglesia, en IV Congreso Eucarístico Nacional.
Symposium de teología eucarística. Foro: Eucaristía y solidaridad.
AGUIRRE IRUIÑ, J. M., La celebración de la Eucaristía, San Sebastián 2000.
ALDAZÁBAL, J., La Eucaristía, en Borobio, D., La celebración en la Iglesia. II Sacramentos, Salamanca 1988, 181-436.
ALEIXANDRE, D., Relatos desde la mesa compartida.
ALONSO SCHÖKEL, L., Meditaciones bíblicas sobre la Eucaristía, Sal Terrae, Santander 1986.
AMBROSIANO, A., Eucaristía, en BARBAGLIO, G., - DIANICHI, S., Nuevo Diccionario de Teología, Madrid 1982, 472-497.
ARIAS, M., Eucaristía, presencia del Señor (Consejo Episcopal Latinoamericano), Bogotá 1997.
AUER, J., - RATZINGER, J., Sacramentos. Eucaristía, Barcelona 1975.
BAIGORRI, L., Eucaristía, Verbo Divino, Estella, 2006.
BALLESTEROS MOFA, L. A., También yo voy a misa: guía de la misa para los niños, CCS, Madrid 2011.
BARROSSE, Th., La pascua y la comida pascual: Concilium [40] (1968), 536-547.
BASURKO, X., Compartir el pan. De la misa a la Eucaristía, San Sebastián 1987; Para comprender la Eucaristía, Verbo Divino,
Estella 1997.
BELLET, M., ¿Comer y beber a Dios?, Mensajero, Bilbao 2003.
BELLMUNT, M., Los sacramentos, CCS, Madrid 2004.
BENEDICTO XVI, Sacramentum caritatis, San Pablo, Madrid 2007.
BETZ. J., La Eucaristía, misterio central, en MS IV, 2, Madrid 1975, 185-310.
BIANCHI, E., Presbíteros. El arte de servir el pan y la palabra, Sígueme, Salamanca 2011.
BRAVO TISNER, A., Eucaristía y sacerdocio, Sígueme, Salamanca 2004; Eucaristía y dimensión social de la fe.
BOROBIO GARCÍA, D., Eucaristía para el pueblo, Bilbao 1981: vol. I Para una catequesis sobre la Eucaristía. Y vol. II. Para una
mejor
participación de los fieles; Sacramentos en comunidad. Comprender. Celebrar. Vivir, Bilbao 1993; Sacramentos y familia, Paulinas,
Madrid 1993; La iniciación cristiana. Bautismo-Educación familiar-Primera Eucaristía-Catecumenado-Confirmación-Comunidad
cristiana, Lux mundi 72, Salamanca 1996; Eucaristía, BAC, Madrid 2005.
BOUYER, L., Eucaristía, Barcelona 1969.
CABIE, R., Eucaristía, en MARTIMORT, A.G. (ed.), La Iglesia en oración, Barcelona 1987, 313-560.
CALVO, R., Vivir la Eucaristía en 50 claves, Madrid 2010. CASTILLO, J. M., Donde no hay justicia
no hay Eucaristía: Estudios Eclesiásticos 52 (1977), 555-590.
CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA 1992.
CARRIQUIRY LEOCUR, G., La dimensión social de la Eucaristía. Camino hacia el Jubileo extraordinario de la Misericordia. En la
misión de la Iglesia la reconstrucción de la persona es inseparable de la reconstrucción de sus vínculos de pertenencia y comunión.
COMITÉ PARA EL JUBILEO DEL AÑO 2000, La Eucaristía, sacramento de vida nueva, Madrid 1999.
CONCILIO VATICANO II.
DE BACIOCHI, J., La Eucaristía, Barcelona 1969.
DUMOULIN, P., La misa explicada a todos, Sígueme, Salamanca 2010.
DURRWELL, F.X., La Eucaristía, sacramento pascual, Sígueme, Salamanca 1982.
DUSSEL, E., El pan de la celebración, signo comunitario de justicia: Concilium [172] (1982), 236-249.
EQUIPO “FACULTAD TEOLÓGICA TOULOUSE”, La Eucaristía en la Biblia: Cuadernos bíblicos 37, Verbo Divino, Estella 2006.
ESPEJA, J., Para comprender los sacramentos, Verbo Divino, Estella 2008; Visión cristológica de la Eucaristía: Escritos del Vedat XI
(1981), 127-130.
ESPINEL, J. L., La Eucaristía en el Nuevo Testamento, Salamanca 1980. EXTREMEÑO, C. G., La
Eucaristía, memorial del sacrificio de la cruz: Studium [17] (1977), 263-305. FALSINI, R., Invitados
a la cena del Señor. Gestos y palabras de la misa, San Pablo, Madrid 1994.
FRANCISCO, Los sacramentos y los dones del Espíritu, Madrid 2014.
FERMET, A., La Eucaristía. Teología y praxis de la memoria de Jesús, Santander 1980.
FISCHER, B., El pueblo de Dios en torno al altar: la voz de los fieles en la celebración eucarística, Estepa 1964.
FRIES, H., Eucaristía, en Conceptos fundamentales de Teología II, Madrid 1966, 62-87.
FONTBONA Y MISSE, J., Comunión y sinodalidad, Barcelona 1994; La cena del Señor, misterio de comunión, Centre de Pastoral
Litúrgica, Barcelona 2007.
FORTE, B., Introducción a los sacramentos, Paulinas, Madrid 1996; Los sacramentos y la belleza de Dios, San Pablo, Madrid 2014.
CALVO PERES, R., El gozo de celebrar la vida. La plegaria eucarística, Madrid 2007.
GALINDO, A., LOPEZ, J., (eds.), Eucaristía y evangelización hoy, Salamanca 1994.
GALOT, J., Eucaristía y vida, Bilbao 1967.
GARCÍA PAREDES, J. C. R., Iniciación cristiana y Eucaristía, Madrid 1992.
EUCARISTÍA - Pág. 9
GARCÍA VALLES, C., Como leones rugientes: la Eucaristía misión de vida, Sal Terrae, Santander 2014.
GASDA, E. E., Teología del trabajo, 109-127.
GESTEIRA, M., La Eucaristía, misterio de comunión, Madrid 1983; Eucaristía, en PIKAZA, X. –
GONZÁLEZ FAUS, J. I., Símbolos de Fraternidad. Sacramentología para empezar, Cristianisme i Justicia, Cuaderno 138, 2008.
SILANES, N., Diccionario Teológico: El Dios cristiano, Salamanca 1992, 493-520; La Eucaristía. Misterio de comunión, Sígueme,
Salamanca 1992.
GINEL, A., Cuidar la celebración de la Eucaristía, CCS, Madrid 2014; Sacramentos de la Eucaristía y del perdón y oración, CCS,
Madrid 2015.
GERKEN, A., Teología de la Eucaristía, Madrid 1991.
GIRAUDO, C., La plegaria eucarística, Sígueme, Salamanca 2012; La liturgia de la Palabra, Sígueme, Salamanca 2014.
GONDAL, M. L., Iniciación cristiana: Bautismo, Confirmación, Eucaristía, Bilbao 1990.
GRUN, A., La celebración de la Eucaristía. Unión y transformación, San Pablo, Madrid 2002.
HAHN, F., Estado de la investigación sobre la Eucaristía, en Selecciones de Teología [16] (1977), 261-268.
IZUZQUIZA, D., Al partir el pan. Notas para una teología política de las migraciones, Cristianisme i Justicia, Cuaderno 169,
2010. JEREMÍAS, J., La última cena. Palabras de Jesús, Madrid 1980. JUNGMAN, J. A., El sacrificio de la misa, Madrid 1963.
KASPER, W., Sacramento de la unidad. Eucaristía e Iglesia, Sal Terrae, Santander 2005.
KEHL, M., Eucaristía y resurrección en Selecciones de Teología [10] (1971), 238-248.
KILMARTIN, E. J., La última cena y las primitivas eucaristías de la Iglesia: Concilium [40] (1968), 548-560.
LEÓN-DUFOUR, X., La fracción del pan. Culto y existencia en el Nuevo Testamento, Madrid 1983.
LÓPEZ, J., La celebración eucarística, centro de la vida cristiana, CPL, Barcelona 2005.
MAGGIONI, C., La Eucaristía. Sello y presencia del amor de Dios, Paulinas, Madrid 2006.
MALDONADO, L., La plegaria eucarística, Madrid 1967; Eucaristía en devenir, Sal Terrae, Santander 1997.
MARTÍN PINDADO, V. - SÁNCHEZ CARO, J. M., La gran oración eucarística. Textos de ayer y de hoy, Madrid 1969.
MORENO, A., Eucaristía: plenitud de vida, Narcea, Madrid 2011.
MÜLLER, E. L., La celebración eucarística. Un camino con Cristo, Barcelona 1991.
NICOLAU, M., Nueva pascua de la nueva alianza, Madrid 1973.
OÑATIBIA, Y., Recuperación del concepto de memorial por la teología eucarística contemporánea: Phase [12] (1972), 335-345;
Eucaristía, en FLORISTÁN, C. - TAMAYO, J. J., Conceptos fundamentales de pastoral, Madrid 1983, 309-323.
PAGOLA, J. A., La Eucaristía, experiencia de amor y de justicia, Aquí y ahora, Sal Terrae,1991.
PAOLI, A., “Pan y vino”. Tierra (del exilio a la comunión), Santander 1980.
PIKAZA, X., Para celebrar fiesta del pan, fiesta del vino, Verbo Divino, Estella 2000. PIXLEY, J., ¿Exige el Dios
verdadero sacrificios cruentos?; Revista de interpretación bíblica latinoamericana, n. 2, 109-131. POWERS, J., Teología de
la Eucaristía, Buenos Aires 1969.
RAHNER, K., La presencia de Cristo en el sacramento de la cena del Señor, en Escritos de Teología IV, Madrid 1962, 367-396.
RATZINGER, J., Transubstanciación y Eucaristía, Madrid 1969; La Eucaristía, ¿es un sacrificio?: Concilium [24] (1967), 72-
85. RESINES LLORENTE, L., Eucaristía: la fiesta cristiana, Verbo Divino, Estella 2001. RIVERA RUIZ, J. A., Encuentros
sobre la Eucaristía, CCS, Madrid 2004.
ROVIRA BELLOSO, J. M., La doctrina de Trento sobre la Eucaristía, Barcelona 1975.
ROSATO, P. J., Teología de los sacramentos, Verbo Divino, Estella 2009.
SAYES, J. A., El misterio eucarístico, Madrid 1986; Presencia real de Cristo y transubstanciación, Burgos 1974; Presencia real de
Cristo en la Eucaristía, Madrid 1976.
SAN JUAN PABLO II, Ecclesia de eucharistia, BAC, Madrid 2003.
SÁNCHEZ CARO, J. M., Eucaristía e Historia de salvación, Madrid 1983.
SCAMPINI, J. A., La Eucaristía, primicia y fundamento de un orden social verdaderamente justo: un aporte con ocasión del
Congreso Eucarístico Nacional [en línea]. Teología, 119 (2016). Disponible en:
<http://bibliotecadigital.uca.edu.ar/repositorio/revistas/ eucaristia-primiciaorden-social.pdf>
SCHILLEBEECKX, E., La presencia de Cristo en la Eucaristía, Madrid 1968.
SCHOONENBERG, P., Transubstanciación: ¿hasta qué punto está determinada históricamente esta doctrina?: Concilium [24] (1967),
86-100.
SCHURMANN, H., Palabras y acciones de Jesús en la última cena: Concilium [40] (1968), 629-640.
SCOTT, M., La Eucaristía y la justicia social, Sal Terrae, Santander 2010.
SIRBONI, S., Conocer, celebra y vivir la Eucaristía, Sígueme, Salamanca 2014.
SUSTUETA, J. M., Misal y Eucaristía. Estudio teológico, estructural y pastoral del nuevo Misal Romano, Valencia 1979.
TOTH, T., Eucaristía, Sígueme, Salamanca 2007.
VERGOTE, A., Dimensiones antropológicas de la Eucaristía, símbolo y realidad, Madrid 1973.
VERGOTE, A. - DESCAMPS, A., - HOUSSIAU, A., Eucaristía, símbolo y realidad, Madrid 1973.
VISENTÍN, P., Eucaristía, en SARTORE, D. - TRIACCA, A., Nuevo diccionario de Liturgia, Madrid 1984, 729-759.
WARNACH, V., Realidad simbólica de la Eucaristía: Concilium [40] (1968), 593-617.
EUCARISTÍA - Pág. 10
SIGLAS
AA Apostolicam Actuositatem, Decreto sobre el apostolado de los seglares, del Concilio
Vaticano II, 1965.
AT Antiguo Testamento.
NT Nuevo Testamento.
OE Orientalium Ecclesiarum, Decreto sobre las Iglesias orientales católicas, del Concilio
Vaticano II, 1964.
PE Plegaria eucarística.
EUCARISTÍA - Pág. 11
UR Unitatis redintegratio, Decreto sobre el ecumenismo, del Concilio Vaticano II, 1964.
MÉTODO DE TRABAJO DE
CADA SESIÓN
1. El material de los talleres, que cada persona ha recibido con antelación, puede ser leído y
trabajado antes de la reunión de forma individual o en grupo, dependiendo de las posibilidades de
cada persona. En la preparación previa se trata de:
a. Leer el punto 1 “Nuestra realidad”. En este punto se hacen algunas afirmaciones y/o
preguntas que intentan sugerir, provocar, animar el diálogo en grupo. Se trata de
reflexionar sobre estas afirmaciones y/o preguntas para compartir nuestro parecer en la
reunión de grupo.
Se trata de ver cómo nos situamos ante el tema que vamos a estudiar. Entrar en ganas de
ver la luz que aporta la iluminación. Cuanto más nos identifiquemos con la pregunta,
mejor acogeremos la respuesta.
2. La sesión de trabajo en grupo tiene las siguientes partes y sigue el orden que a continuación
se indica:
a. Nuestra realidad
Comunicamos nuestro parecer o valoración sobre las afirmaciones y/o preguntas ofrecidas
con el fin de partir en cada sesión de nuestra realidad.
d. Oración
Este espacio pretende que a través de la oración, en sus diferentes formas, vayamos
uniendo la fe con la vida. Acoger lo que vamos descubriendo como un regalo de Dios que
es posible y realizable con la experiencia de la fe.
EUCARISTÍA - Pág. 12
Eucaristía
1ª SESIÓN
La Eucaristía en el Nuevo
Testamento
(1ª parte)
1. NUESTRA REALIDAD
1. Lectura del evangelio del día.
2. Es un dato en todas las familias: la comida y cena se hace en común, los padres e hijos ¿por qué
es norma universal, sin que nadie la haya dado?
EUCARISTÍA - Pág. 13
2. ILUMINACIÓN DE NUESTRA REALIDAD
b. Eucaristía (Lc 22,19; 1Cor 11,24): significa dar gracias. Recuerda las bendiciones judías
pronunciadas, sobre todo durante la comida, para recordar la bendición que Dios hace a la persona
con la creación y la salvación, el acto por el que se pide a Dios que renueve sus maravillas, y la
acción de gracias con la que la persona alaba a Dios por su bondad (cf. Gén 1,28; 27,27-28;...).
Asamblea eucarística (1Cor 11,17-34) es otro término que aparece en el NT para designar la
reunión de los cristianos, expresión visible de la Iglesia, y signo necesario de unidad eclesial.
Sacrificio, santo sacrificio, sacrificio de alabanza (Hch 13,15. cf. Sal 116,13.17), sacrificio
espiritual (cf. 1Pe 2,5), sacrificio puro y santo (cf. Mal 1,11), para significar que en la Eucaristía se
actualiza el único sacrificio de Cristo (Hb 10,5.10.14).
Comunión, porque al participar del Cuerpo y Sangre de Cristo formamos un solo cuerpo (1Cor
10,16-17); sacramento del altar; santa y divina liturgia, porque en ella se celebran los santos
misterios; viaticum, porque nos acompaña en el último camino de la vida (Concilio de Nicea); misa,
que indica el término de la Eucaristía y el envío a cumplir la misión en la vida, nombre frecuente a
partir del s. IV.
2. Relatos de la institución
Son cuatro: Mt 26,26-29; Mc 14,22-25, Lc 22,15-20 y 1Cor 11,23-26); más Jn 6 y 13.
EUCARISTÍA - Pág. 14
Las comidas de Jesús. Con estas comidas Jesús realiza un gesto de misericordia, anuncia la llegada
del Reino de Dios como reino sin fronteras para el perdón y la salvación, como comunidad nueva
sin discriminación ni exclusiones. Jesús, a la vez que convierte el banquete o comida en signo de la
llegada del Reino, al sentarse y comer con pecadores lo convierte también en signo de
reconciliación, de comunión y participación en los bienes mesiánicos, y, en definitiva, en signo
anticipador de lo que sucederá en el banquete eucarístico.
La última cena de Jesús con sus discípulos debe entenderse en relación con esta práctica y este
sentido comensal, ya que en ella y en su relación con la autodonación en la cruz culminan la
presencia y realización del Reino de Dios, el sentido religioso y sagrado de las otras comidas, su
sentido reconciliador universal, su dimensión diacónica –abajamiento como Siervo-servidor– para
la salvación de todos los hombres (cf. Jn 13,4-17). La relación entre las comidas de Jesús y la
última cena es necesaria para comprender el sentido de la Eucaristía. Sus comidas son como una
concentración simbólica de su mensaje y de toda su vida.
También es necesario referir la última cena a las comidas con el Resucitado, y viceversa, para
comprender cómo la Eucaristía es la presencia viva del Resucitado. Reconociendo la presencia viva
de Cristo resucitado se evita: reducir la Eucaristía a recuerdo del pasado, de la cena y de la cruz,
anclado en la existencia terrena de Jesús, o reducir la presencia de Cristo a una presencia real,
puramente objetiva.
La comunidad primitiva comprendió la mutua referencia y complementariedad tri-comensal
(comidas de Jesús, última cena, comidas del Resucitado) como una relación de sentido necesaria
para explicar y comprender la Eucaristía.
El origen de la pascua judía se encuentra en dos fiestas, que sintetizan dos ritos: el del cordero
(propio de los pastores nómadas que ofrecen a Dios las primicias de sus rebaños) y el de los ácimos
(propio de pueblos sedentarios que ofrecen a Dios las primicias de sus cosechas: cf. Ex 20). Estas
dos fiestas se unieron en una sola porque coincidían en primavera (Dt 16,1-4; 2 Cor 36,17). Por otro
lado, el hecho de que la liberación de la esclavitud de Egipto coincidiera con el día en que se
celebraba el rito del cordero
hizo que esta fiesta pasara de tener un sentido liberador-soteriológico, a memorial vivo de aquel
acontecimiento (Ex 12,1-50). Al rito del cordero se lo considera un rito insertado en el hecho de la
liberación, de la cual se convierte en símbolo y memorial, dando un sentido religioso al surgimiento
de Israel como pueblo de Dios. De ahí también que “pascua” signifique el “paso” de Yahvé por las
puertas de los israelitas liberándolos del castigo egipcio, luego el paso del mar Rojo y, en definitiva,
el paso de la esclavitud a la libertad del pueblo elegido.
En adelante el pueblo celebrará la pascua como memorial de aquel acontecimiento liberador. Esta
celebración se hace en una vigilia (14 de Nisán) incluyendo el rito del cordero y de los ácimos,
como signos que recuerdan y actualizan la liberación, reproduciendo ritualmente aquel
acontecimiento histórico (cf. Ex 12,21.26-27; 13,3.8-9; Dt 16,1-6; Éx 12,14; 12,11.42). Se trata de
vivir de modo actual o de celebrar el memorial de la pascua de Yahvé, como acontecimiento
EUCARISTÍA - Pág. 15
pasado, como realidad del presente, y como anuncio del futuro escatológico de una nueva pascua
(cf. Is 30,29).
Se puede reconstruir el desarrollo y los ritos de la cena pascual judía en tiempos de Jesús, y se
puede presuponer que Jesús siguió una ritualidad semejante:
1. La santificación (qiddush): servida la primera copa de vino, el padre pronuncia la primera
bendición. Todos beben su copa, y se lavan las manos, mientras se trae la comida. El padre parte
el pan en dos porciones, una para ser comida al final de la cena, y otra la reparte entre los
comensales.
2. El relato (haggadah): se llena la segunda copa, y el padre dialoga con los niños sobre el sentido
de lo que se está haciendo, incluyendo el relato de la liberación de Egipto, y su actualidad (cf. Éx
12,21.26-27).
Beben todos la segunda copa de vino. Y comienza la comida del cordero pascual. Se termina esta
parte, repartiendo el pan guardado al principio
3. La acción de gracias después de la cena (birkat ha mazon): se sirve la tercera copa de vino, y el
padre dice la bendición solemne (berakah) de acción de gracias por las maravillas obradas por
Dios con su pueblo. Terminada la bendición, todos beben la tercera copa.
4. El salmo de alabanza (Hallel): se sirve una cuarta copa, y antes de beberla se recitan los salmos
114-
117 y el 135, acompañados de diversas bendiciones, en las que al final se pide que les sea concedido
volver a celebrar este banquete en el futuro. Así termina la celebración.
EUCARISTÍA - Pág. 16
experiencia litúrgica, en esa misma medida es necesario entenderlos desde la relación en que
aparece la Eucaristía con las comidas pospascuales con el Resucitado.
3. CONTRASTE PASTORAL
La Eucaristía es una cena:
• ¿Qué símbolos hay en ella que hablen de mesa fraternal, banquete, solidaridad, fiesta?
• ¿Cómo puedo vivirlo yo más intensamente y cómo podemos en la parroquia potenciar estos
aspectos para vivir la misa como banquete de fraternidad?
4. ORACIÓN
Todos
EUCARISTÍA - Pág. 17
por muchos para el perdón de los pecados.
Haced esto en conmemoración mía.
EUCARISTÍA - Pág. 18
EUCARISTÍA - Pág. 20
Eucaristía
2ª SESIÓN
La Eucaristía en el Nuevo Testamento (2ª parte)
La Eucaristía como sacrificio
Contenidos de esta sesión:
1. NUESTRA REALIDAD
2. ILUMINACIÓN DE NUESTRA REALIDAD
La Eucaristía en el Nuevo Testamento (2ª parte)
La Eucaristía como sacrificio
1. Jesús y el Reino
2. Las comidas
3. Jesús servidor del banquete del reino
4. Relación entre servicio y sacrificio 5. ¿La muerte de Jesús, es
un sacrificio expiatorio?
6. La muerte de Jesús, indisociable a la su vida, como entrega por
todos
3. CONTRASTE PASTORAL
4. ORACIÓN
1. NUESTRA REALIDAD
1. Lectura del evangelio del día.
2. Nuestra realidad, se da algún caso:
• Los símbolos son muy elocuentes, hay parroquias que tienen el altar en el centro: y así
subrayan
que la Eucaristía es banquete, sin negar que es sacrificio.
• Y hay iglesias que celebran en los altares, que están arriba del presbiterio, un tanto arriba y
banquete.alejados del pueblo; subrayando que la Eucaristía es sacrificio, misterio, sin negar
que sea un
2. ILUMINACIÓN DE NUESTRA REALIDAD
1. Jesús y el Reino
El reino de Dios constituye el motivo central de su mensaje y de toda su vida y su actuación.
Aunque nunca lo definió, podemos hablar de “un nuevo comienzo del todo imprevisible y que
únicamente puede ser otorgado por Dios como señor de la vida y de la historia”.
Para Él, el reino de Dios, su venida y su proximidad equivalen al advenimiento de la soberanía del
amor. Por eso su soberanía o reinado equivalen más bien a la comunión de Dios con la persona, más
que dominio o poderíos divinos. Anuncia la plenitud al final de los tiempos, pero imprime una
esperanza que se cumple ahora. Esa anticipación se da ya en él, en su persona, en su obra, como
germen.
2. Las comidas
Por sí las comidas significan acoger a una persona, es una oferta de paz, de confianza, de
fraternidad y de perdón, en una palabra: “La comunión de mesa es comunión de vida”.
Jesús, a diferencia de Juan Bautista “que no comía ni bebía” (Mt 11,18; Mc 1,6), aparece en los
evangelios participando con frecuencia en banquetes, hasta tal punto que sus adversarios llegan a
acusarle de ser “un comilón y bebedor de vino y amigo de publicanos y pecadores” ( Mt 11, 19; Lc
7, 34).
Los profetas comparan el reino de Dios con un banquete preparado: “para todos los pueblo en el
monte de Sión, un festín de suculentos manjares, un festín de vinos generosos...” (Is 25, 6-10).
Jesús ofrece dos novedades importantes para comprender el reino de Dios: la primera es que no solo
es una promesa de un futuro, que se dará en la escatología (al final de los tiempos), sino que es una
realidad: que el reino ha llegado, el símbolo del banquete es la celebración de una realidad
anticipada. Y la segunda novedad es: la participación de los pecadores. Las comidas de Jesús son
signos de acogida gratuita y generosa de los pecadores, signo de la gracia, alianza nueva de la
presencia del reino de Dios ahora.
EUCARISTÍA - Pág. 20
3. Jesús servidor del banquete del reino
Aparte de que haya constancia de que Jesús sirviera a la mesa, Jesús aparece siempre como el
servidor del banquete del reino, sentándose a la mesa del perdón con los pecadores, de la
multiplicación de los panes con los pobres, como fuente de sanación para los enfermos. Vive el ser
servidor como entrega al Padre en favor de las personas. Así les educa a los discípulos, servicio y
entrega, servir y dar la vida (cf. Mc 19,43-45). De tal manera que en los evangelios aparece esta
actitud de servicio a la mesa del reino como una de las actitudes más genuinas de Jesús.
EUCARISTÍA - Pág. 21
3. Jesús no exige expiación por los pecados previa al perdón de los pecados; antes bien la
reconciliación que acompaña toda su acción es otorgada de forma gratuita e inmerecida
antes de la conversión. A diferencia de Juan Bautista, Jesús ofrece el perdón, la salvación
antes de la penitencia.
4. Por último el Dios de Jesús es el que toma la iniciativa del perdón enviando a su Hijo para
salvar al mundo no para condenarlo: “tanto amó Dios al mundo que envió a su Hijo para
salvarlo”.
El perdón va por delante, no necesita expiación para otorgarlo.
EUCARISTÍA - Pág. 22
1. Lectura y trabajo personal o en grupo del contenido anterior.
a. Señala las cuestiones que no te quedan suficientemente claras.
b. Señala las cuestiones que más te llaman la atención.
3. CONTRASTE PASTORAL
En la cena Pascual se dio: un cordero, sangre en las jambas de las puertas, se celebra de pie el paso
a la liberación del Mar Rojo...
A la Eucaristía la llamamos cena Pascual:
• ¿Qué elementos son comunes entre la Eucaristía y la celebración Pascual de aquella noche
en que salieron de Egipto?
• ¿Cómo puedo vivir yo en la vida la entrega de Jesús por el Reino?
• ¿Cómo podemos hacer vida en nosotros y en la comunidad el sacrificio que celebramos
cada
domingo?
4. ORACIÓN
Oramos con las palabras de la Plegaria Eucaristía de
Reconciliación. Así, pues, al hacer el memorial de Jesucristo,
nuestra Pascua y nuestra paz definitiva, y celebrar su muerte y
resurrección, en la esperanza del día feliz de su retorno, te
ofrecemos, Dios fiel y verdadero, la Víctima que devuelve tu
gracia a los hombres. Mira con amor, Padre de bondad, a quienes
llamas a unirse a ti, y concédeles que, participando del único
sacrificio de Cristo, formen, por la fuerza del Espíritu Santo, un
solo cuerpo, en el que no haya ninguna división.
Amén.
EUCARISTÍA - Pág. 23
EUCARISTÍA - Pág. 26
Eucaristía
3ª SESIÓN
La Eucaristía en el Nuevo
Testamento
(3ª parte)
1. NUESTRA REALIDAD
1. Lectura del evangelio del día.
2. • Hablamos más de la presencia de Cristo en la Eucaristía, que de la gravedad de comulgar sin
compartir, o de ejercer la justicia, o de servir a los pobres (cf. 1Cor 11.1-5.14-22).
• San Juan habla de pan bajado del cielo que sacia el hambre de la persona:
¿De qué tenemos hambre?
2. ILUMINACIÓN DE NUESTRA REALIDAD
1. Contenido teológico de Jn 6
a. El gran tema de Jn 6 es la relación fe-eucaristía y eucaristía-fe. La primera parte trata de la
acogida de Cristo y su mensaje, como enviado del Padre y bajado del cielo, como pan que sacia el
hambre de verdad del mundo, como respuesta del Padre al hambre o la búsqueda de la humanidad;
en la segunda parte se trata de la continuación de esa actitud de fe en Cristo glorioso junto al Padre
después de habernos redimido por su muerte y resurrección, se nos revela, está presente y se nos da
en el pan y el vino, como comida y bebida que nos transforma en él para la vida eterna.
EUCARISTÍA - Pág. 26
2. Otros posibles pasajes eucarísticos de Juan
a. El testamento de Jesús del c. l3: última cena y lavatorio de los pies.
Juan transmite el lavatorio de los pies. Esto quiere decir que recoge una tradición anterior, basada
en los hechos vinculados con la última cena y con la pasión y humillación de Cristo.
Respecto al silencio de Juan sobre la institución de la Eucaristía, las opiniones de los autores son
diversas. En todo el c. 13 se está expresando el ejemplo de Cristo que ha venido a servir y dar su
vida por amor, y que quiere que éste sea el testamento a perpetuar e imitar por sus discípulos, del
que la Eucaristía será permanente recordatorio y exigencia. b. Otros posibles pasajes
Bodas de Caná (2,1-12), por la posible alusión al vino nuevo y por la interpretación patrística.
Alegoría de la vid y los sarmientos (15,1-5), por la insistencia en la unión que hace participar y
permanecer en la vida de Cristo, al modo de lo que se afirma en el cap. 6, y por la referencia al
“fruto de la vid” (Mc 24,25 par.).
Lanzada en el costado (19,34) del que manó sangre y agua, significa la muerte física y la donación
del Espíritu, fruto y don escatológico pascual, en relación con el bautismo (agua) y con la Eucaristía
(sangre).
La aparición en el lago de Tiberíades (21,9-13), donde Jesús prepara comida para los pescadores
que acababan de sacar las redes, y en lo que se ve una alusión a la comida eucarística, al estilo de la
multiplicación de los panes.
EUCARISTÍA - Pág. 27
1. Lectura y trabajo personal o en grupo del contenido anterior.
a. Señala las cuestiones que no te quedan suficientemente claras.
b. Señala las cuestiones que más te llaman la atención.
2. Sesión de trabajo en grupo.
Puesta en común de las cuestiones anteriores y aclaraciones, si procede, del profesor.
3. CONTRASTE PASTORAL
Hay tres gestos que nos ayudan a dar la importancia de la que habla S. Pablo para no comer la
Eucaristía como comida de “condenación”:
– el Padre Nuestro
– pasar el cesto, para compartir
– la paz
¿Cómo hacer para que el contenido de estos gestos promuevan las actitudes necesarias con las que
podamos a comulgar?
4. ORACIÓN
Donde hay pan, allí está Dios. Danos, oh Padre, el pan de cada día: el
“El arroz es el cielo”, dice el arroz o el maíz o la tortilla, ¡el pan del
poeta de Asia. Tercer Mundo!
EUCARISTÍA - Pág. 28
EUCARISTÍA - Pág. 32
Eucaristía
4ª SESIÓN
Explicación dogmática de la
Eucaristía en la historia
(1ª parte)
La Didaché testifica que la Eucaristía tiene lugar en la reunión de la comunidad el día del Señor, y
cómo esta comunidad debe reconciliarse antes de participar, para no profanar el sacrificio (cf. c.14).
Ignacio trata de llegar por medio de Cristo encarnado a la Eucaristía, y viceversa, siguiendo la
teología de Jn 6. La Eucaristía es “medicina de inmortalidad y antídoto contra la muerte”.
Justino quiere expresar que la encarnación eucarística se realiza como la encarnación histórica. El
resultado es en ambos casos la carne y sangre de Jesús. Así como el Verbo de Dios hizo que Jesús se
encarnara y nos salvara, de igual modo la “palabra de la oración” eucarística hace que el pan y el
vino sean la carne y sangre de Jesús encarnado.
El pensamiento de los Padres griegos se vierte en los moldes de la filosofía platónica, y esto se
manifiesta, de diversa manera, en las escuelas alejandrina y antioquena.
1 Los docetas negaban que Cristo fuera verdaderamente hombre, y no aceptaban ni la encarnación, ni la resurrección, ni su presencia en el pan y el
vino.
2 El dualismo gnóstico considera la materia como mala y no susceptible de salvación, que sólo puede darse en la gnosis o conocimiento de lo
espiritual.
EUCARISTÍA - Pág. 31
Los Padres griegos, desde los términos filosóficos de la época, entienden la Eucaristía como un
símbolo real (copia llena de contenido) del Señor resucitado (original). El Logos, Señor de la
pascua, es el “original” invisible, que se hace cercano y perceptible por la imagen de la Eucaristía.
El Señor glorificado es aquí el original, es aquel que –invisible– en la eucarística (mediante su
imagen) se hace presente a nosotros y es perceptible sensiblemente, de manera que se acerca a
nosotros y nosotros podemos acercarnos a él.
EUCARISTÍA - Pág. 32
b. El realismo sacramental de San Ambrosio (s. IV)
Algunos aspectos de su doctrina sobre la Eucaristía son: 1. Analogía e inseparabilidad entre el pan
de la Palabra (Escritura) y el pan eucarístico, estableciendo una continuidad entre estos. 2. La
Eucaristía es el culmen de la iniciación, por la que el neófito se reviste de las mismas disposiciones
de Cristo. c. Simbolismo real eucarístico en San Agustín (s. IV-V)
El molde neoplatónico de su pensamiento, unido a su concepto de símbolo real y a la dimensión
eclesiológica de la Eucaristía, son las tres claves básicas para su interpretación.
A veces explica la Eucaristía en clave realista (el pan y el vino son el cuerpo y la sangre de Cristo);
y otras en clave simbólica (el pan y el vino son sacramento... del cuerpo y la sangre de Cristo). La
Eucaristía es un “símbolo real” de la presencia de Cristo. Para Agustín la copia es símbolo real. Por
ello, el alimento eucarístico es símbolo real de Cristo total (cabeza y cuerpo). Entiende el realismo y
la presencia de modo operativo y dinámico, en cuanto suponen la acogida por la fe y la acción
transformante por la gracia.
La Eucaristía es sacramento de Cristo total (cabeza y cuerpo), símbolo de unidad y de comunión
eclesial. El verdadero contenido y fruto de la Eucaristía es la unión de los cristianos con Cristo. La
Eucaristía representa la humanidad de Cristo, y también a la Iglesia, siendo así “sacramentum
unitatis et caritatis” (sacramento de unidad y de caridad). Podemos decir que “recibimos lo que
somos” y “somos lo que recibimos”. La Eucaristía es a la vez el pan-cuerpo eucarístico y el pan-
cuerpo de la Iglesia.
4. ORACIÓN
Eucaristía
5ª SESIÓN
Explicación dogmática de la
Eucaristía en la historia
(2ª parte)
EUCARISTÍA - Pág. 35
Contenidos de esta sesión:
1. NUESTRA REALIDAD
2. ILUMINACIÓN DE NUESTRA REALIDAD
Explicación dogmática de la Eucaristía en la historia (2ª parte)
II. Doctrina eucarística en la edad media (s. IX-XV)
2. Hacia una nueva clarificación de la presencia real: doctrina
escolástica de la “transustanciación” (s. XI-XIII)
b. Síntesis de Santo Tomás de Aquino (s. XIII)
c. La Baja Edad Media (s. XIV-XV)
III. Doctrina de Trento sobre la Eucaristía (s. XVI)
a. La presencia real
b. El carácter sacrifial
IV. La teología eucarística de Trento a hoy (s. XVI-XX)
1. Período postridentino
2. Los preludios del Vaticano II (s. XX)
3. La renovación del Concilio Vaticano II
4. Aportaciones del Catecismo
3. CONTRASTE PASTORAL
4. ORACIÓN
1. NUESTRA REALIDAD
1. Lectura del evangelio del día.
2. Para valorar lo que ahora creemos y celebramos es importante conocer los pasos que se han dado
hasta llegar hasta el momento presente.
Lo que vamos a estudiar son momentos que marcaron historia en la fe y en la celebración de la
Eucaristía. Seguimos con la evolución de compresión teológica.
a. La presencia real
La sesión XIII (Decreto sobre la Eucaristía) trató sobre presencia real. En los cánones (cf. DS 1035-
1050) está el valor doctrinal del concilio, con las siguientes afirmaciones:
c. 1: La “presencia verdadera, real y sustancial del cuerpo y la sangre de Cristo”,
c. 2: La transustanciación,
EUCARISTÍA - Pág. 37
c. 3: La presencia del Cristo total en cada especie y sus partes,
c. 4: La permanencia de Cristo en las especies después de la celebración de la Eucaristía,
c. 5: El fruto de la Eucaristía no es únicamente el perdón de los pecados,
c. 6: El valor del culto y las devociones eucarísticas,
c. 7: La licitud de la reserva del pan consagrado, sobre todo para la comunión a los enfermos,
c. 8: La comunión real y no sólo espiritual del cuerpo y sangre de Cristo,
c. 9: La obligación de comulgar por pascua al llegar al uso de razón,
c. 10: La licitud de que el sacerdote se dé la comunión a sí mismo,
c. 11: La necesidad de confesión y no sólo de fe para comulgar si se tiene conciencia de
pecado mortal.
b. El carácter sacrificial
La sesión XXII aprobó el decreto sobre el sacrificio de la misa. El tema central es el de la identidad
entre el sacrificio de la cruz y el de la misa, que Trento fundamenta en la anamnesis (recuerdo,
memoria) ya que la Eucaristía es “memoria”, “representación” y “aplicación” del sacrificio pascual
de Cristo, al modo como la cena pascual judía es memorial actualizador del acontecimiento del
éxodo.
La Eucaristía es el mismo sacrificio de Cristo en la cruz, que celebra en memoria, como
representación de aquel único e irrepetible sacrificio. El carácter sacrificial de la misa deriva de la
voluntad de Cristo, que quiso que la Iglesia tuviera un signo memorial de su sacrificio en la cruz.
En este sacrificio Cristo es la víctima y el sacerdote que permanece para siempre, y su entrega tiene
valor “propiciatorio” para el
perdón de los pecados. Con la diferencia de que aquel sacrificio fue “cruento”, mientras el de la
Eucaristía es “incruento”. De este modo, el acontecimiento pascual se perpetúa en la historia a
través del rito que lo representa.
La teología católica entiende la misa como sacramento eficaz, en el que destaca lo objetivo ritual, la
presencia real, el verdadero sacrificio. En cambio, no da tanta importancia a la Palabra, ni a la fe de
los participantes, a quienes se pide que “no pongan óbice” a la recepción del sacramento.
Los teólogos reflexionan sobre el “sacrificio de la misa”. La Eucaristía, decía Trento, es “memorial
del sacrificio”, pero también “verdadero y propio sacrificio”. ¿Cuál es el signo en el que se expresa
EUCARISTÍA - Pág. 38
el sacrificio? La explicación más común entre los teólogos es la que ve en la doble consagración
(separación del cuerpo y la sangre de Cristo) una inmolación “mística”, es decir, sacramental de
Cristo, y al mismo tiempo la continuación de su ofrecimiento al Padre.
El texto más significativo en el que aparece esta renovación es SC 59, donde la referencia litúrgica
(los sacramentos celebraciones), la referencia teológica (estructura trinitaria y centralidad pascual),
la referencia eclesiológica (relación sacramentos-Iglesia-comunidad), y la referencia pastoral
(preparación, participación, y vida) se contemplan desde una nueva visión.
Estos aspectos se aplican a la celebración y comprensión de la Eucaristía, considerada como:
celebración central de la comunidad; memorial de la pascua de Cristo y, por tanto, del misterio de
su muerte y resurrección; sacramento del sacrificio único de Cristo en la cruz; presencia viva de
Cristo resucitado, a comprender en el conjunto de otras formas de presencia; acto por excelencia de
continuación del sacerdocio de Cristo, al que es asociada la Iglesia por sus ministros, que actúan
“en la persona de Cristo cabeza” y “en nombre de la Iglesia”; “culmen y fuente” de la misión de la
Iglesia, y por tanto indicativo e imperativo de la evangelización...
Presenta los nombres del sacramento (n. 1328-1332), que manifiestan la riqueza del misterio:
“Eucaristía”, “banquete del Señor”, “fracción del pan”, “asamblea eucarística”, “memorial”, “santo
sacrificio”, “santa y divina liturgia”, “comunión”, “santa misa”.
El capítulo dedicado a la Eucaristía en la economía de la salvación explica el sentido de los signos
del pan y del vino en el AT y NT, con referencia a la multiplicación de los panes, a la última cena
con las palabras de la institución, y al cumplimiento por parte de la primera comunidad del
mandato: «Haced esto en memoria mía» (n. 1333-1344).
Seguidamente, presenta la celebración litúrgica de la Eucaristía (n. 1345-1355), destaca la estructura
básica de la celebración (Palabra-rito), el dinamismo y sentido de las diversas partes (reunión-
palabra-ofrendas-rito), con especial atención a la Plegaria eucarística (“anáfora”) y los elementos
que la integran (prefacio, epíclesis, relato de la institución, anamnesis, intercesiones).
El c. V trata sobre el sacrificio sacramental (n. 1356ss). Reúne en torno al “sacrificio” los aspectos
de acción de gracias, memorial, presencia. Destaca el uso de expresiones que tienen en cuenta la
teología actual, para significar que se trata del “sacramento del sacrificio”, del “memorial del
sacrificio”, de la “representación memorial”...; el texto insiste en la acción de gracias por la
salvación y por la creación.
Respecto a la presencia real, se sitúa en el contexto de presencia del sacrificio, de otras formas de
presencia de Cristo, y de acción que se realiza “por el poder de la Palabra y del Espíritu Santo” (n.
13731381). Resalta la singularidad de esta presencia bajo las especies eucarísticas, recordando la
doctrina de la tradición, de Trento y de los papas sobre la “transustanciación”. Por ser una presencia
“permanente”, se explica la adoración y el culto a la Eucaristía fuera de la misa, como expresión y
alimento de la fe. El c. VI trata sobre el banquete pascual (1382 ss), resaltando la
complementariedad de ambos aspectos:
“La misa es a la vez, e inseparablemente, el memorial sacrificial en que se perpetúa el sacrificio de
la cruz, y el banquete sagrado de la comunión en el cuerpo y la sangre del Señor” (n. 1382-1383).
Se trata de un banquete de comunión, en el que todos estamos llamados a participar, con las debidas
disposiciones: no tener conciencia de pecado grave, humildad y fe...
En cuanto a los frutos de la comunión subraya algunos básicos, como son: vivificación y
fortalecimiento, conciencia de la misión, separación del pecado y perdón de los pecados veniales,
preservación de futuros pecados mortales, renovación de la comunión eclesial, interpelación sobre
la unidad de los cristianos, compromiso en favor de los pobres.
Finalmente, trata de la Eucaristía, como anticipación de la gloria celestial, explicando la dimensión
escatológica según se expresa en la liturgia, y según se ha explicado en la tradición y el magisterio:
“De esta gran esperanza, la de los cielos nuevos y la tierra nueva en los que habitará la justicia (cf. 2
Pe 3,13), no tenemos prenda más segura, signo más manifiesto que la Eucaristía” (n. 1405).
EUCARISTÍA - Pág. 40
1. Lectura y trabajo personal o en grupo del contenido anterior.
a. Señala las cuestiones que no te quedan suficientemente claras.
b. Señala las cuestiones que más te llaman la atención.
2. Sesión de trabajo en grupo.
Puesta en común de las cuestiones anteriores y aclaraciones, si procede, del profesor.
3. CONTRASTE PASTORAL
No todos tenemos la misma edad, y por consiguiente no todos vivimos la Eucaristía antes del
Vaticano II y lo que ahora vivimos después del Concilio: ¿qué cambios, no obstante, hemos
percibido?; y ¿qué razones para este cambio que se ha dado?
4. ORACIÓN
“Sin el Espíritu Santo...”
“Sin el Espíritu santo, Dios está lejano.
Jesucristo queda en el pasado. El
evangelio es como letra muerta, la
Iglesia es una simple organización, la
misión una propaganda, la autoridad
una dominación, el culto una
evocación, el actuar cristiano una moral
de esclavos.
EUCARISTÍA - Pág. 41
Eucaristía
6ª SESIÓN
La celebración de la Eucaristía entre el
permanente eclesial y la renovación actual
(1ª parte)
1. NUESTRA REALIDAD
1. Lectura del evangelio del día.
2. En este tema vamos a ver la evolución litúrgica de la Eucaristía, que depende de la compresión
teoló-gica del momento.
Lo que se cree se celebra. Y a la vez lo que se celebra, se cree.
EUCARISTÍA - Pág. 42
Dialogamos sobre cómo se da esto en este momento de nuestra vida “lex orandi lex credendi, o
lex credendi lex orandi” (la ley de oración es la ley de lo que se cree), es decir, a lo que más
damos importancia en la celebración, es lo que más vivimos y creemos de la Eucaristía, sin negar
otros aspectos de fe.
EUCARISTÍA - Pág. 43
2. Celebración eucarística entre el siglo II-III
Las comunidades cristianas elaboraron textos variados de plegaria eucarística, hasta llegar al siglo
V, en el que se fija el canon romano. Señalamos tres testimonios de esta época.
La Didaché usa el término “Eucaristía”; refiere la bendición del pan y el vino a Cristo, aunque no
incluya el relato de la institución; destaca la participación en la comunión con corazón limpio; y la
comunión eclesial que se expresa en el mismo símbolo del pan.
EUCARISTÍA - Pág. 44
Las causas que motivaron este proceso favorecieron la formación de libros sacramentarios, que
recogen material litúrgico eucarístico, y sirven para la celebración. Estos libros son la fuente más
importantes de la liturgia romana, la manifestación y el fruto de la creatividad eucarística, el punto
de referencia para la comprensión de textos con los que hoy rezamos y celebramos la Eucaristía. b.
Variedad de liturgias y de plegarias eucarísticas
La liturgia romana de la Eucaristía está en los Rituales Romanos (Ordines Romani). El Ordo I
describe la liturgia de la misa estructurada con tres procesiones: entrada (concluida con la colecta),
ofrendas
(concluida con la oración sobre las ofrendas) y comunión (concluida con la oración de
poscomunión). Y habla de tres tipos de misa: estacional (celebrada por el Papa); la presidida por el
presbítero el domingo, y la de un grupo menor. Este orden dinámico y sencillo en ritos y fórmulas
fue atrayente para los pueblos franco-germánicos, que la aceptaron y enriquecieron con nuevos
elementos.
EUCARISTÍA - Pág. 45
El año 754 se decreta la adopción de la liturgia romana en el imperio franco. Este hecho produce un
enriquecimiento de la liturgia romana, al adaptarla a su espíritu, sensibilidad y costumbres. La
liturgia latina empieza a ser mixta: romano-franca, o romano-germánica.
b. Multiplicación de oraciones privadas en la Eucaristía
Un fruto de lo anterior en la Eucaristía fue la acentuación de aspectos sentimentales y penitenciales
expresados en las oraciones privadas, reservadas al sacerdote. Estas oraciones expresaban el
sentimiento devocional, penitencial e indigno del hombre ante el misterio. Estas oraciones, unidas a
elementos de la liturgia franco-germánica, contribuyó al privatismo de la misa, al devocionismo
eucarístico clerical, la separación del pueblo y la pérdida de su sentido comunitario. c. Disminución
progresiva de la participación del pueblo
Se produce una disminución de participación del pueblo en la Eucaristía. La incomprensión de la
lengua litúrgica (latín) aleja al pueblo de su participación externa en la Eucaristía. Esto se
manifiesta en tres hechos: casi desaparición de los servicios-ministerios litúrgicos laicales;
desaparición de las ofrendas del pueblo; y abandono de la comunión eucarística. d. Explicaciones y
primeras alegorías de la misa
En la Edad Media hay preocupación por la participación de clero y pueblo en la misa. A los clérigos
se les exige que entiendan la misa, y que la expliquen al pueblo. Surgen las “Exposiciones de la
Misa” como medio de explicación y catequesis sobre la Eucaristía. Pero estas explicaciones no
lograron una participación activa del pueblo, que siguió alejado de la Eucaristía.
EUCARISTÍA - Pág. 46
cies eucarísticas: genuflexiones, toque de campanas, incensación... Pronto, por diversas causas, la
presentación pública de la sagrada hostia formó un rito fuera de la misa: la procesión con la
custodia, que dio lugar a la festividad del Corpus Christi (año 1246). Y en el siglo XIV se introdujo
la costumbre de celebrar la misa con exposición del Santísimo en algunas fiestas y días del año. c.
Multiplicación de las misas privadas
A partir del siglo XII-XIII se extiende la “devoción a la misa” y la “misa privada”, en la que se
busca sobre todo conseguir un favor, el centro suele ser la necesidad humana, y lo que suele contar
es la realización del rito por el sacerdote. Se llama “misa privada” a la celebrada por el sacerdote sin
una comunidad, o sin necesidad pastoral de la comunidad. Las causas que explican por qué se llega
a esta praxis eucarística son diversas y de diversa índole. Sus consecuencias: desnaturalización y
descentralización de la Eucaristía en su sentido y finalidad. d. Interpretación alegórica de la misa
Durante los siglos XII-XIII se incrementa la interpretación alegórica de la misa, creando formas
celebrativas en correspondencia con la misa. Las ceremonias representativas del sentido se
multiplican (Ej.: besos al altar significando el beso a Cristo...). Se insiste en la misa como
representación dramática de la vida, pasión, muerte y resurrección de Cristo, por la que el pueblo se
explica la actualización del mis-
terio de salvación y participa de él; y hay influencia de la alegoría y el simbolismo sobre objetos,
vestimentas, gestos y ceremonias de la celebración. En el desarrollo litúrgico de la misa se ve
principalmente la obra redentora de Dios. El único que participa es el sacerdote, que realiza todas
las partes de la misa.
3.4. Entre la reforma cerrada (Trento) y la renovación abierta (Vaticano II), s. XVI-XX
La reforma de Trento, con sus méritos y su puesta en orden, llevó a una parálisis que hace de ella
una reforma cerrada. Hay que esperar al movimiento litúrgico y al Vaticano II para que, desde una
nueva comprensión de la Eucaristía, se llegue a una “renovación abierta”. a. Protesta de los
reformadores, y reforma de los protestados
La exigencia de reforma de la misa se manifestó en el medievo y renacimiento. Los reformadores
recogen esta protesta, centrada en los frutos de la misa, el valor de las misas privadas, la
incomprensión del pueblo, el carácter sacrificial y expiatorio. La Reforma organiza la misa
evangélica, suprime las misas privadas y prohibe la adoración. Lutero propone un “ordo missae”
que suprime el carácter sacrificial de la misa, resalta el aspecto pedagógico de los textos, reduce el
canon a las palabras de la consagración; y se extiende la “misa alemana” en lengua vulgar.
Trento trató la cuestión del misal en 1562. Una comisión recoge los abusos de la misa más
extendidos (avaricia, irreverencia o superstición). El Decreto sobre lo que hay que observar y evitar
en la misa fue aprobado en 1562. Pero Trento confió la reforma del misal al Papa. En cuanto a la
lengua, declara que no parece conveniente celebrarla de ordinario en lengua vulgar. b. El misal de
Pío V (1570)
Pío V publicó el misal en 1570, imponiéndose como obligatorio para toda la Iglesia. Las Rúbricas
generales supone cierta reforma; se pretende devolver el misal al rito y norma de los santos Padres.
La reforma es una respuesta a la necesidad del momento. Pío V recoge lo válido del misal existente,
lo
purifica de elementos secundarios, favorece la superación de abusos e insiste en la unidad. Al ser
obligatorio frena la vitalidad y la participación litúrgica. Para resolver las dificultades planteadas
EUCARISTÍA - Pág. 47
en las diócesis, Sixto V creó la Sagrada Congregación de Ritos (1588). Su misión era interpretar y
resolver las
dudas de aplicación, y vigilar que se cumpliera lo establecido. El fruto de esto fue el fixismo
litúrgico, que favoreció el ritualismo y la explicación rubricista de la misa. Es una época estable,
que elimina el peligro de desviación en el culto esencial, pero hace que la iniciativa del pueblo, viva
y activa, se desvíe hacia devociones particulares y acciones religiosas fuera de la misa, porque
encuentra mayor interés que en el culto esencial, por adaptarse mejor a su modo de sentir. c. La
eucaristía, una celebración solemne y distante
Trento puso orden en la liturgia y en la doctrina. La liturgia fue expresión del orden y la verdad
sobre el error y la división. Por ello, se manifiesta un sentimiento de seguridad, triunfo, exaltación y
fiesta. Se defiende los aspectos eucarísticos atacados por los protestantes (sacrificio, presencia real),
y se manifiesta el triunfo de Cristo sobre el mal, la cercanía del cielo y la tierra. De ahí que
predomine el gusto por lo exuberante, lo esplendoroso, lo sensual y visible.
El siglo XIX vive una renovación litúrgica, que origina un movimiento litúrgico; más tarde
animado por Pío X y Pío XII, que con su magisterio impulsan la renovación litúrgica y eucarística.
Esto condujo a: renovar la música sagrada, restaurar el canto gregoriano, valorar la comunión
eucarística, ofrecer catequesis eucarísticas, acercar la liturgia al pueblo para una participación
activa, traducir textos litúrgicos para una misa dialogada, desarrollar el sentido comunitario de la
devoción eucarística, cercanía entre el pueblo y el altar, extensión del canto al pueblo...
Esto preparó el terreno para la renovación de la misa con el Vaticano II, la Constitución sobre la
Liturgia, la Ordenación general del misal romano (1969), y otros documentos sobre la Eucaristía de
Pablo VI y Juan Pablo II complementan los diversos aspectos de la renovación del Vaticano II.
Respecto a la misa cabe señalar: simplificación de ritos y textos más sencillos; rito penitencial
plural de formas y participación; centralidad de la liturgia de la Palabra con nuevos textos, se ha
hecho participativa e inteligible; el “ofertorio” ha recuperado su sentido de presentación de dones y
EUCARISTÍA - Pág. 48
ofrendas, ha adquirido su sentido comunitario y social; el “canon” se ha enriquecido con nuevas
plegarias, ha aumentado la participación del pueblo, ha simplificado los gestos y ha puesto en su
lugar la consagración; la “comunión” es elemento esencial de la participación, se ha renovado en
sus gestos (comunión en la mano) y en su plenitud (bajo las dos especies), se ha acercado al pueblo;
los “ritos de despedida” buscan la conexión con la vida...
Respecto a la participación y sus formas, en la Eucaristía se aplican los principios de participación:
lengua vulgar, respuestas de la asamblea, cantos del pueblo, gestos y movimientos uniformes,
desempeño de servicios y ministerios litúrgicos, oración, acción de gracias y compromiso,
comunión... Todo ello debe hacerse con una participación externa, interna y consciente, activa y
plena, en cuerpo y alma, para bien personal y de la comunidad cristiana.
Hay posibilidades de adaptación, aculturación e inculturación de la Eucaristía a las diversas
circunstancias, asambleas, pueblos y culturas...; esta obra de renovación del Vaticano II tenemos
que practicarla, desarrollarla, hacerla vida en la acción litúrgica de la Eucaristía.
4. ORACIÓN
Gracias Señor, porque en la última cena partiste tu pan y vino en infinitos trozos,
para saciar nuestra hambre y nuestra sed...
Gracias Señor, porque en el pan y el vino nos entregas tu vida y nos llenas de tu
presencia.
Gracias Señor, porque nos amaste hasta el final, hasta el extremo que se puede
amar: morir por otro, dar la vida por otro.
Gracias Señor, porque quisiste celebrar tu entrega, en torno a una mesa con tus
amigos, para que fuesen una comunidad de amor.
EUCARISTÍA - Pág. 49
Gracias Señor, porque en la Eucaristía nos haces UNO contigo, nos unes a tu vida,
en la medida en que estamos dispuestos a entregar la nuestra...
Gracias, Señor, porque en tu Eucaristía nos unes de manera especial a todos
los que sufren, y necesitan solidaridad y a la vez nos haces tu Iglesia a
cuantos la celebramos en comunidad.
Gracias, Señor, porque todo el día puede ser una preparación para celebrar y compartir
la Eucaristía...
Gracias, Señor, porque todos los días puedo volver a empezar..., y continuar mi
camino de fraternidad con mis hermanos, y mi camino de transformación en ti...
Eucaristía
7ª SESIÓN
La celebración de la Eucaristía entre el
permanente eclesial y la renovación actual
(2ª parte)
EUCARISTÍA - Pág. 50
Contenidos de esta sesión:
1. NUESTRA REALIDAD
2. ILUMINACIÓN DE NUESTRA REALIDAD
La celebración de la Eucaristía entre el permanente eclesial y la
renovación actual (2ª parte).
Explicación de los ritos de la Eucaristía
3. CONTRASTE PASTORAL
4. ORACIÓN
1. NUESTRA REALIDAD
1. Lectura del evangelio del día.
2. El pueblo sigue sin entender la misa, porque nadie le explica lo que significa lo que hacemos y
por qué, somos todos responsables, más los sacerdotes y ciertamente el pasado histórico. He aquí
una larga, aunque mínima explicación.
EUCARISTÍA - Pág. 51
• Saludo del Sacerdote
El primer gesto del sacerdote llegado de la procesión es besar el altar, símbolo de Cristo. El beso
con la señal de Cruz revelan la presencia de Cristo y su protagonismo. Después saluda al Pueblo:
“En nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo”. Somos convocados y reunidos por el Dios
Trinidad, el Dios que de manera admirable mantiene la unidad-en-la-diversidad. Máxima comunión
en la plena identidad personal. Y el pueblo de Dios responde a una sola voz: “Amén”. El Señor esté
con vosotros.
• Acogida
Después sitúa en el contexto histórico del momento en el que vive la comunidad o el pueblo
suscitando la necesidad de lo que vamos a celebrar.
Es importante este momento de acogida (que nadie se sienta extraño), de centrarse, de silencio
interior.
Gran parte de la vivencia de la misa, depende de estos momentos.
• Rito Penitencial
Por ello, no puede sorprender que el siguiente paso de la misa consista en reconocer nuestras faltas
y pedir perdón por ellas. Hay una gran distancia entre el “espíritu del Padre compasivo” y el
“espíritu del mundo”. Ya la Didaché habla de pedir perdón. En el siglo X nace la fórmula del
confiteor se dicen los pecados o pide perdón con formulas absolutorias. Ahora se concluye con
“Dios todopoderoso...”
• Oración colecta
Terminan estos ritos iniciales con la llamada oración colecta. Primero se dedican unos breves
momentos para que cada persona rece en silencio y, después, el que preside formula en voz alta la
oración común, colectiva, compartida.
La Oración colecta recuerda la historia de la salvación de Dios en la historia y pide la actualice en la
asamblea: El misal de Pablo VI hizo una para cada día.
2. Liturgia de la Palabra
En primer lugar, la Palabra de Dios se recibe y se acoge como un verdadero regalo de Dios a su
Pueblo. Y, en segundo lugar, es un diálogo entre Dios y el pueblo.
La liturgia de la Palabra es fundamentalmente un diálogo entre Dios su Pueblo. Comienza con la
iniciativa de Dios que desea comunicarse con la humanidad y la respuesta de ésta escuchando la
Palabra de Dios.
El Vaticano II ha aumentado el número de lecturas (AT, Hechos y Cartas, Evangelio). Las ha
organizado en tres ciclos (A, B, C), y se ha logrado que entre los días festivos, tiempo ordinario y
tiempos fuertes se lea el 90% de la Sagrada Escritura.
La homilía es una conversación familiar. La palabra homilía proviene del verbo griego homiléin,
que significa conversar o comunicar algo con familiaridad. Según el Concilio la homilía debe
explicar los textos y orientar a los cristianos para que los apliquen en la vida actual.
El Credo. El nuevo misal lo llama “profesión de fe” evocando lo que hicimos en el bautismo, y que
renovamos creyendo en la Palabra que se proclama.
EUCARISTÍA - Pág. 52
La Oración universal. Ya Justino e Hipólito dan testimonio que se hacía en los tiempos apostólicos.
El nuevo Misal las ha recuperado y enriquecido como acto conclusivo de la Palabra de Dios,
valorando su sentido de ejercicio del sacerdocio universal.
3. Liturgia eucarística
a. Presentación de ofrendas
La presentación de ofrendas en la primitiva Iglesia era destinada al sacrificio (pan y vino), a
socorrer a los necesitados y realizar la comunicación de bienes. Esta ofrenda era obligatoria por la
importancia dada a la participación en el sacrificio de la misa.
• La oblación: Unida a la anamnesis, explicita que se trata del memorial de un sacrificio que
se actualiza mistéricamente en la celebración, y es ofrecido al Padre, uniendo en una única
oblación el sacrificio de Cristo, de la Iglesia y de los cristianos. Las expresiones en las
anáforas son diversas.
• La “epíclesis”: Es la invocación a Dios Padre para que, por medio del Espíritu Santo,
santifique y transforme los dones de pan y de vino en el cuerpo y la sangre de Cristo, y para
que quienes participamos de estos dones gocemos de los frutos de la unidad y la caridad. La
explicitación y el lugar de la epíclesis es diversa en las distintas anáforas.
• Las intercesiones: Las intercesiones no pertenecen a la estructura original de la plegaria.
Pero, se encuentran en la mayoría de las liturgias, en uno u otro momento, y el canon
EUCARISTÍA - Pág. 53
romano les da una gran importancia, al concederles un lugar en el memento... Las
intercesiones expresan la comunión de todos los miembros de la Iglesia terrestre y celeste en
un mismo sacrificio y salvación. + La “doxología” (glorificación) final: Todas las plegarias
eucarísticas terminan con una gran doxología trinitaria. En cuanto a la costumbre de elevar
el pan y el cáliz aparece en el Ordo I, pidiéndose una respuesta a la asamblea con el Amén.
4. Comunión
La comunión es el momento culminante de la participación de los fieles en la Eucaristía. Su
importancia hace que venga preparada por algunos ritos: Padrenuestro, el compartir los bienes, y el
rito de la paz.
Padrenuestro
Es una preparación excelente a la comunión, sobre todo por carácter reconciliador y perdonador.
Rito de la paz
El misal actual sitúa el rito de la paz después del Padrenuestro y antes de la fracción, restablece el
rito
de la paz para todos los fieles acompañada de un signo adecuado, y propone una oración que lo
introduce (Señor Jesucristo, que dijiste a tus apóstoles...). Las oraciones posteriores (“embolismo”)
preparan y explican el sentido del mismo rito.
Fracción del pan
Este rito parece comenzar con el trozo de pan consagrado que el Papa enviaba a los presbíteros
quienes no podían participar en su misa y tenían que celebrar en su comunidad.
La comunión
Hoy la invitación a la comunión tiene un tono positivo (“dichosos los invitados a esta cena”),
acompaña a la comunión la confesión: Corpus Christi, a la que pide que se responda con el Amén
que indica la acogida con fe. Y en cuanto a la comunión bajo las dos especies, indica una
participación más plena, que la Iglesia propone para los fieles en determinadas circunstancias. Se
puede recibir la comunión en la boca o en la mano. Se desea que los fieles participen con pan
consagrado en la misa.
La bendición final nos sitúa, de nuevo, bajo la mirada misericordiosa del Dios Trinidad o, más
rotundamente, envueltos por su abrazo transformador.
La tarea que tenemos por delante no se logrará meramente a base de los esfuerzos propios, sino
porque Dios mismo va en nuestro mismo caminar, comprometido en nuestra historia, rodeándonos
con su ternura.
El envío final no debe entenderse como una fórmula rutinaria y superficial, como quizá pueda sonar
el habitual “podéis ir en paz”. Otras fórmulas que también indica el ritual nos ayudan con la rutina:
“la alegría del Señor sea nuestra fuerza” o “glorificad al Señor con vuestra vida”.
O creadas según la Palabra o lo celebrado: “Hemos celebrado la Eucaristía. Ahora nos toca vivirla.
Podéis ir en paz”. Hemos vivido una experiencia que anticipa la realidad incoada del Reino aún-
por-venir- y por lo mismo, estamos invitados a transformar la vida, la historia y toda la sociedad
según lo vivido y celebrado.
EUCARISTÍA - Pág. 54
Por eso, no puede extrañar que la Eucaristía culmine en una procesión de salida, que nos lanza
desde el templo hacia la calle, desde lo íntimo hacia lo público, desde lo comunitario hacia lo
político, desde lo ya pregustado a lo todavía-no-logrado, desde lo sagrado hacia lo secular, desde la
iglesia hacia el mundo, desde el futuro anticipado hacia el presente por construir, desde el don
acogido hacia la misión encomendada, desde el domingo hacia los días cotidianos.
4. ORACIÓN
A veces hay personas que desprecian, o no valoran bien a quienes que van a misa habitualmente, y
dicen de ellas cosas como estas: beatos, conservadores, ancianos, mujeres viudas, personas que se
aburren en casa y por eso va a misa...
Los que van a la Eucaristía, dicen de los que no van: si no vienen, cómo pueden ser catequistas, o
de grupos cristianos si no vienen, cómo voy a comulgar de las manos de quien es de tal o cual
partido, etc... Desde ahí rezamos con este poema:
UN POEMA
Jesús no dijo: Esta mujer es frívola, necia, con la cabeza llena de pájaros. Está marcada por el
atavismo moral y religioso de su ambiente.
Él dijo: ¡Es una mujer! Él le pidió un vaso de agua e inició con ella una conversación (Jn 4, 1-42).
Jesús no dijo: Aquí tenéis una pecadora pública, una prostituta enfangada para siempre en el vicio.
Él dijo: Tiene más oportunidades de entrar en el Reino de Dios que aquellos que confían en sus
riquezas o se amparan en su virtud y en su saber (Lc 7,36-49).
Jesús no dijo: Es una adúltera.
Él dijo: Yo no te condeno. Vete y no peques más. (Jn 8, 36).
Jesús no dijo: Ésta que quiere tocar mi túnica es una histérica.
Él la escuchó, le habló y la curó (Lc 8, 43-48).
Jesús no dijo: Esta vieja que echa unos céntimos en el cepillo del templo es una supersticiosa.
Él dijo que aquella viejecilla era formidable y que su desinterés merecía ser imitado (Mc 12, 41-
44).
Jesús no dijo: Estos niños no hacen más que tonterías.
Él dijo: Dejadles que se acerquen a mí y procurad pareceros a ellos (Mt 19, 13-15).
EUCARISTÍA - Pág. 55
Jesús no dijo: Este hombre es un funcionario corrompido que se enriquece adulando a los ricos y
oprimiendo a los pobres.
Él se convidó a su mesa y dejó claro que con Él había entrado la salvación en aquella casa (Lc 19,1-
10).
Jesús no dijo: Este centurión pertenece a las fuerzas de ocupación.
Él dijo: No he visto tanta fe en Israel (Lc 7, 1-10).
Jesús no dijo: Este sabio no tiene los pies en la tierra.
Él le abrió el camino para que volviese a nacer del Espíritu (Jn 3, 1-21).
Jesús no dijo: Este individuo ha estado fuera de la ley.
Él le dijo: Hoy estarás conmigo en el paraíso (Lc 23, 39-43).
Jesús no dijo: Judas, me has traicionado.
Él le besó y le dijo: Amigo, ¿con un beso me vendes? (Mt 26, 50).
Jesús no dijo: Este fanfarrón me ha negado.
Él le dijo: Pedro, ¿me amas? (Jn 21, 15-17).
Jesús no dijo: Los sumos sacerdotes son unos jueces injustos, este rey es un títere, el procurador
romano es un cobarde, esta multitud que vocifera contra mí es el populacho, estos soldados que me
maltratan son una podredumbre.
Él dijo: Padre, perdónales porque no saben lo que hacen (Lc 23, 34).
ANEXO A LA SESIÓN 7ª
Gestos del sacerdote
Gota de Agua
El sacerdote cuando prepara el ofertorio: echa en el cáliz el vino, que después se convertirá en
Sangre de Cristo y que ofrecerá al Padre, como “sangre derramada por nosotros y por todos”, y
echa una gota de agua también.
¿Qué simboliza la gota de agua? La gota de agua se hace una con el vino. Esa gota de agua es
nuestras vidas, nuestros trabajos, sufrimientos, enfermedades, nuestro voluntariado en las
asociaciones culturales, económicas, políticas, trabajos en la parroquia, todo ello ofrecido por
Cristo, con él y en él a Dios Padre.
Nuestra vida, adquiere valor de salvación, (“el que se entrega por nosotros”) y da gloria a Dios,
como la de su Hijo, porque nos unimos a él, como se une la gota de agua al vino.
Extiende las manos; recuerda la crucifixión, y es postura de súplica, a la que se puede unir el
pueblo en la oración del Padre Nuestro.
EUCARISTÍA - Pág. 57
– El tercero, persignarse antes de escuchar el evangelio, como orando para entenderlo con la cruz
en la frente, para proclamarlo con la cruz en la boca y para vivirlo con la cruz en el pecho.
– El cuarto, el depositar la aportación económica, necesaria para comulgar a Cristo.
– El quinto, rezar con las palmas a hacia arriba el Padre Nuestro.
– El sexto al darnos la paz. No se puede comulgar sin estar a bien con todos.
– El séptimo al comulgar extendiendo la mano izquierda boca arriba, pues el don que se nos da, el
Cuerpo de Cristo, nadie lo merece, es gracia que se suplica, y con la mano derecha por debajo de
la izquierda (o al revés si se es zurdo), como trono que acoge al que ya de pobreza sabe, pues
nació en un pesebre.
Después del Amén se coge con la derecha la forma y se introduce en la boca delante del
sacerdote. – El octavo santiguarnos al ser bendecidos por el sacerdote antes de salir del templo a
la vida.
EUCARISTÍA - Pág. 58
• Para escuchar el evangelio, de respeto a Jesús, que es la misma Palabra de Dios,
significando la prontitud para vivirla.
• Durante la misa, disponibilidad como ofrenda que se ofrece por todos, con Cristo, con él y
en él, la misma que tiene el Sacerdote.
• Y después de la Comunión, como disponibilidad para salir y vivir en la calle lo que hemos
ce-lebrado en la fe.
– Sentado
• Durante las lecturas y homilía, postura para escuchar y meditar.
• Después de comulgar, para meditar y hablar con Jesús, es la postura del banquete cuando se
come.
– Con la boca
• Cantos y contestaciones al Sacerdote, gloria y credo.
• Los tres Amén importantes.
• Al terminar todas las oraciones al Padre, por medio de Jesucristo y en el Espíritu Santo.
Amén.
• Al terminar la Plegaria eucarística: Por Cristo, con él y en él a ti Dios Padre en la unidad
del Espíritu Santo todo honor y toda gloria. Amén responde todo el pueblo, como
uniéndose a la ofrenda de Cristo.
• Y en la comunión, confesando la fe en la presencia de Jesús en la eucaristía que recibo.
Amén. Así es, así lo creo.
2. La Misa es un sacrificio:
• “que se entrega... que se derrama... por todos vosotros...” (Mt 26,28).
• “Señor, Dios nuestro, tu Hijo nos dejó esta prenda de amor. Al celebrar, pues el memorial
de su
EUCARISTÍA - Pág. 59
muerte y resurrección, te ofrecemos lo mismo que tú nos entregaste: El sacrificio de la
reconciliación perfecta. Acéptanos también a nosotros, Padre Santo, juntamente con la
ofrenda de tu Hijo”.
• Es la vida de Jesús, la que él ofrece, no machos cabríos... Nosotros lo que ofrecemos es
nuestra vida de cada día: trabajo, enfermedad, voluntariado, amor, etc.
• De ahí los cantos, las luces, la música, las flores, nuestra vida ofrecida en la esperanza de
participación en la muerte (esfuerzo, compromisos...).
Eucaristía
8ª SESIÓN
La Eucaristía, memorial de la Pascua
(1ª parte)
EUCARISTÍA - Pág. 60
Contenidos de esta sesión:
1. NUESTRA REALIDAD
2. ILUMINACIÓN DE NUESTRA REALIDAD
La Eucaristía, memorial de la Pascua (1ª parte).
1. Contexto y situación
1.1. Perspectiva antropológica
1.2. Perspectiva teológica
1.3. Perspectiva litúrgica 2. Comprensión histórica
a. El vocabulario
b. Antiguo Testamento
c. Nuevo Testamento
d. Época patrística
e. De la Edad Media a nuestros días
f. El Vaticano II y los documentos posconciliares
g. Los documentos ecuménicos
3. CONTRASTE PASTORAL
4. ORACIÓN
1. NUESTRA REALIDAD
1. Lectura del evangelio del día.
2. Las cosas de la fe: verdades, celebraciones de acontecimientos... no son demostrables, si fuesen
de-mostrables dejarían de ser fe; pero no son, ni pueden, ser irracionales, que vayan contra la
razón. La Eucaristía, como celebración actual del misterio pascual (muerte y resurrección de
Jesús) y contemporaneidad con la vida de la comunidad, más allá de la limitación histórico-
concreta y del espacio-temporal es una verdad de fe.
2. Comprensión histórica
Formas de entender y explicar el “memorial” en las diversas etapas de la historia bíblico-
cristiana. a. El vocabulario
La palabra hebrea zikkaron de la liturgia pascual es traducida en la versión griega de los LXX por
anamnesis. Anamnesis es traducción del hebreo zkr (Lev 24,7...), que equivale a “memorial”.
b. Antiguo Testamento
Se deben señalar varios fenómenos al respecto:
1. La vinculación de anamnesis con el “nombre”, por lo que se significa que hacer memoria va
unido al recuerdo del nombre. La persona pervive mientras su nombre es recordado por Dios y por
los demás (2Sam 18,18...). Ser olvidado de la memoria de Dios es el mayor castigo (Dt 32,26...).
2. En la concepción de “memorial” se da una evolución, un avance en la acentuación lineal de
la historia, que se considera celebración memorial como puente entre pasado, presente y futuro.
3. Así se comprende que “memorial” implique recordar el nombre de Yahvé (sus maravillas y
su acción salvadora: liberación y alianza) y hacer presente aquel acontecimiento salvador de modo
implicativo y eficaz para quienes hacen esta memoria, a través de las diversas palabras y ritos. Pero
este memorial implica una exigencia para el pueblo: que él haga memoria de aquella alianza,
renovándola en la fidelidad y confianza en Yahvé. Se trata de una actualización, de una
“contemporaneidad memorial” de la liberación pascual con su sello de alianza, que por la acción
cultual despliega su dinamismo salvífico en y para el pueblo que celebra (cf. Éx 12,14...).
4. Parece existir en el AT relación entre “signo” y “memorial” (cf. Éx 13,9-16), de donde se
deduce que la celebración litúrgica de la pascua tiene poder evocador de la liberación (de Egipto),
de la pertenencia al pueblo (alianza), de la protección de Yahvé (memorial en la frente). El acto
litúrgico evoca e invoca al mismo tiempo: es signo y memorial para la persona y para Dios. Al don
y a la pertenencia recíproca de Dios y de la persona corresponde un recuerdo, una evocación mutua
de liberación y de fidelidad. c. Nuevo Testamento
Alguna expresión técnica para significar el “memorial” es anamnesis. El sustantivo anamnesis suele
aparecer relacionado con la última cena (cf. Lc 22,19; 1Cor 11,24.25 y Heb 10,3).
EUCARISTÍA - Pág. 62
Según Lucas y Pablo, Jesús ordena a sus discípulos “Haced esto en memoria mía” (Lc 22,19; 1Cor
11,24 y 25). Pero, Marcos y Mateo no hacen referencia a este mandato.
Lucas y Pablo conservan una forma de relato más antigua, creen deber conservar la orden dada por
Jesús; Marcos y Mateo lo suponen, al insertar el relato en un contexto pascual y de historia de la
pasión; además, la práctica de las comunidades, atestiguada por Marcos y Mateo, supone la
realización de una orden de repetición y una instrucción litúrgica pide que se realice; la práctica
eucarística de las primeras comunidades se comprende desde una orden dada por Jesús. El origen
del mandato de memorial está en Jesús.
La novedad radical está sobre todo en el contenido del “memorial”. El contenido procede de Jesús.
¿En qué consiste; de qué quiere Jesús que se haga memoria?: De él mismo, de sus palabras y obras,
de su misión y misterio, que quedan concentrados de forma única y culminante en su pasión, muerte
y resurrección, en la nueva pascua de liberación que en él y por él se realiza. La celebración de la
Eucaristía será la representación y actualización de la nueva pascua de liberación en la sangre de la
nueva alianza que sigue salvando y complicando al nuevo pueblo de Dios. d. Época patrística
Los Padres son conscientes del mandato del Señor: “Haced esto en memoria mía”. De ahí que, ya
desde los primeros testimonios, hay alusiones al carácter memorial de la Eucaristía.
Hay pluralidad de aspectos eucarísticos que se explican desde la anamnesis: que la Eucaristía es
presencia actual conmemorativa de la historia de la salvación, de la vida y misión de Cristo, sobre
todo de su encarnación, muerte y resurrección; que es continuación de la última cena y
cumplimiento del mandato de Jesús, presencia viva de la pascua nueva y anuncio del reino futuro.
Las anáforas recuerdan los hitos más salientes de la historia de salvación; o se centran más en la
encarnación o en el misterio pascual de Cristo; o resaltan el aspecto sacrificial. Las variantes y
riqueza de aspectos relacionados con el memorial son prueba de la importancia de esta categoría
para comprender la Eucaristía.
Trento usa anamnesis sobre todo para explicar el carácter sacrificial de la Eucaristía, que es
“memoria”, “represencialización”, “aplicación” del sacrificio pascual de Cristo, al modo como la
cena pascual judía era memorial y actualización de la liberación de Egipto (cf. DS 1740 y 1741).
La teología postridentina se resume en estos aspectos: la orden del memorial dada por Cristo es una
orden de consagración sacrificial dada a los apóstoles y sucesores, en beneficio de la comunidad;
esta orden tiene una dimensión universal, en cuanto que implica la obligación de todos, sobre todo
los bautizados, de recibir su cuerpo y su sangre, de aceptar su persona. “Hacer memoria” se refiere
a todo el misterio de Cristo y a la obligación de participar en este misterio por la comunión. Es
memorial “objetivo” del misterio de Cristo y “subjetivo” por la compasión que supone en los que
EUCARISTÍA - Pág. 63
participan. El mandato de la anamnesis implica una llamada-recuerdo de la necesaria súplica al
Padre para que se nos concedan los bienes que Cristo nos adquirió con su pasión.
4. ORACIÓN
De la Plegaria IV abreviada:
EUCARISTÍA - Pág. 64
Pero con la Resurrección,
venció a la muerte y al mal,
y nos envió al Espíritu
Santo,
para que continuáramos su obra en el mundo,
hasta su plenitud.
EUCARISTÍA - Pág. 65
EUCARISTÍA - Pág. 68
Eucaristía
9ª SESIÓN
La Eucaristía, memorial de la Pascua
(2ª parte)
EUCARISTÍA - Pág. 67
Desde un punto de vista litúrgico, el memorial eucarístico consiste en el cumplimiento de un acto
ritual, una acción compuesta de palabras y de gestos que constituyen un recuerdo objetivo que pone
delante del Padre el sacrificio de Cristo y lo hace presente, precisamente en la acción memorial que
se celebra para cumplir su mandato. Esta objetividad la expresan los documentos y la liturgia
cuando afirman que cada vez que se celebra la Eucaristía se actualiza aquí y ahora el misterio de
nuestra redención, por los signos del pan y del vino.
• Toda la historia de la salvación, con lo que significa de amor de Dios manifestado y entregado
a través de las diversas etapas, personajes, acontecimientos. La historia salvífica está finalizada
y concentrada en Cristo, en el acontecimiento salvador (kairós) sacrificial de Cristo, en el que
encuentran su sentido y realización todas las promesas del pasado y todas las esperanzas del
presente.
• Todos los momentos de la vida y el misterio de Cristo, sobre todo su muerte y resurrección.
Todas las plegarias eucarísticas destacan, de forma diversa, este contenido del memorial.
EUCARISTÍA - Pág. 68
3.6. Memorial “simbólico” por los signos del pan y del vino
El memorial eucarístico es una acción sacramental que se hace con palabras y signos, con los
símbolos reales del pan y el vino, es decir, del banquete fraterno, que constituyen la esencia de la
estructura signal del sacramento, junto con las palabras de la anáfora que acompañan. En la
Eucaristía se cumple de modo especial lo que en todo sacramento (cf. CEC 1145).
El memorial se hace mediante la repetición del gesto de la fracción del pan y de la comunión, y
mediante la palabra oracional que es la anáfora, pero cuyo núcleo gira en torno al relato de la
última cena. El pan y el vino eucarísticos serán en adelante, para los creyentes, signos de una
salvación presente y cercana, de un amor actuante, de una esperanza más allá de la muerte.
4. Celebración litúrgica
El memorial se celebra en palabras y por signos, que deben expresar el misterio de salvación que se
actualiza, y suscitar actitudes y participación en los sujetos.
EUCARISTÍA - Pág. 70
4. ORACIÓN
De nuevo hoy por primera vez
Tantos años trabajando en tu hacienda,
conversando contigo y comiendo a tu
mesa como uno más de la familia, y no sé
nada de ti. No conozco los surcos de tu
rostro ni recuerdo el timbre de tu voz, ni
he aprendido el ritmo de tu corazón. ¡Ay!
Eres todavía como un recién llegado
siendo tan cotidiano y tan cercano, tan
nuevo y tan sin estrenar como si hubiera
estrechado por primera vez, hoy, tu mano,
cuando he sentido la pasión turbadora y
serena, ahora mismo, de tu compañía. En mi
trabajo, en las penas y alegrías, tan por
estrenar en la esperanza la fuerza de tu
muerte y resurrección. Tantos años trabajando
en tu hacienda y comiendo a tu mesa, y eres
nuevo todavía para mí, Dios mío, “Danos hoy
en la Eucaristía nuestro pan de cada día.
Eucaristía
10ª SESIÓN
EUCARISTÍA - Pág. 71
La Eucaristía, banquete fraterno
1. NUESTRA REALIDAD
1. Lectura del evangelio del día.
2. En nuestras casas se come juntos porque es el momento que se hace familia.
Cuando la madre reparte la comida no reparte sopa, se está dándose ella misma: su trabajo, la
preocupación por preparar lo que les gusta y necesitan; lo mismo el padre: cuando parte el pan y
les va dando a cada uno un pedazo se está partiendo y repartiendo él mismo. Lo que pasa es que
como ellos no pueden dejarse comer, dan sopa o pan, pero en ellos va su desvelo por traer la
comida y todo lo necesario por vivir.
Y esto hace familia, lo mismo que pegarse por debajo de la mesa los hermanos o contar todo lo
que han hecho en el cole. Todo, sin saber cómo, hace familia. Lo mismo la Eucaristía.
EUCARISTÍA - Pág. 72
2. ILUMINACIÓN DE NUESTRA REALIDAD
1. Contexto y situación
La referencia aquí es la antropología y la fenomenología religiosa. Partimos de la experiencia que
supone el banquete fraterno, el convite festivo, como una clave de comprensión, complementaria
con otras, de la Eucaristía: presencia, comunión, sacrificio, comunidad eclesial...
EUCARISTÍA - Pág. 73
• La comida es momento privilegiado de relación y comunicación interpersonal, viniendo a
ser “banquete fraterno”. Se come alimentos, y se come de alguna manera al otro que
conmigo comparte esos alimentos, en el amor o la amistad, comunicándose con sus palabras,
gestos, historia, gozos, dolores, esperanza... La comida es un momento de personalización,
de comunión interpersonal, de intimación e interiorización con y del otro. La fraternidad que
exige y crea la Eucaristía, así como la intimidad con Cristo, se comprenden también desde
esta perspectiva.
La clave antropológica muestra que la comida familiar o fraterna es una base para comprender la
Eucaristía. En la comida coincide: el alimento, el gozo y el estar con el otro. Estos tres elementos
son simbólicos: manifiestan y realizan la permanencia de la vida alimentada de la tierra que se nos
entregó, la fiesta y la familia reunida para la participación en común.
Los católicos hemos resaltado más la Eucaristía como sacrificio, por esto en la teología y en la
liturgia el aspecto comensal y convivial han sido bastante olvidados.
Esto se percibe en la débil expresión externa de su carácter de banquete, en el alejamiento de la
comunión frecuente, en el frágil sentido fraterno, en la poca relevancia que tiene su dimensión
festiva... La Eucaristía repite y se estructura sobre los gestos de Jesús, pero no reproduce todos los
detalles de una comida material. Por eso, las secuencias corresponden a: 1. Jesús se reunió y dialogó
con sus discípulos = asamblea y palabra. 2. Jesús tomó el pan y el vino = preparación de las
EUCARISTÍA - Pág. 74
ofrendas. 3. Jesús dio gracias y pronunció la bendición = plegaria eucarística. 4. Jesús partió el pan
= fracción del pan y preparación a la comunión. 5. Jesús lo dio a sus discípulos = comunión.
Se trata de una comida fraterna simbólico-sacramental, donde lo importante es la capacidad y
actitud de fe por la que podemos unir el significante de la comida material (pan y vino) con el
significado de la presencia memorial del acontecimiento pascual, al modo como se dio en la última
cena del Señor. Y ello debe manifestarse en las actitudes y signos, como la participación, el carácter
festivo por la música y el canto, la comunicación y el diálogo, y sobre todo la comunión...
El Vaticano II ha buscado el equilibrio entre los aspectos señalados (cf. IGMR 7; n. 282-283).
2. Comprensión histórica
2.1. Escritura
a. Antiguo Testamento
El AT emplea el pan y el vino porque son alimentación básicos, y para expresar aspectos y
momentos de la alianza de Dios con su pueblo, considerados luego como prefigurativos de la nueva
alianza y de la Eucaristía (cf. Gén 14,8; 1Re 19,5-8; Ex 25,30; Éx 6,1-5; Éx 12,15-20).
El vino es signo de fiesta y anuncia la alegría del Reino comenzado y que no terminará (Prov 9,2.5).
Es también copa dolorosa que representa la sangre derramada por el Siervo (Is 63,1-6). El pan y el
vino eran ofrecidos como sacrificio entre las primicias de la tierra en señal de reconocimiento al
Creador; y en la celebración de la pascua eran signos memoriales de la liberación de Egipto.
En el AT se anuncia el festín mesiánico del reino, figura del banquete eucarístico, en el que pan y
vino son elementos básicos. En la descripción de este banquete aparecen los aspectos señalados:
comer ante y con Dios, y el comer a Dios o de Dios (cf. Éx 18,7-12; Eclo 24,17-21; Prov 9,15). b.
Nuevo Testamento
La última cena y la institución de la Eucaristía se sitúan en el contexto de las comidas prepascuales
y pospascuales de Jesús.
Jesús realizó el rito del pan (dio gracias, lo partió y lo dio a comer a sus discípulos) y el rito del vino
(dio gracias después de comer, y lo dio a beber a sus discípulos). Jesús cambia el contenido y el
sentido del rito, expresándolo por las palabras que acompañan: esto es mi cuerpo... ésta es mi
sangre; y cambia la forma de participar en dicho rito, porque sólo dio a comer y beber a sus
discípulos su propio cuerpo y sangre, es decir, él mismo como vida entregada por amor para la
salvación. Renueva su contenido y sentido, que remiten ahora a la nueva pascua (cf. CEC 1340). c.
Época patrística
La tradición de la Iglesia ha mantenido como signos esenciales de la Eucaristía el pan y el vino
(Didaché, Tradición Apostólica, S. Cipriano, San Agustín, San Isidoro).
d. Edad Media
Resalta los signos del pan y vino como “materia” del sacramento. Las intervenciones del magisterio
son claras al respecto (cf. DS 782; 783; 1198-1199; 1303; 1320-1321; 1352; 1639; 1748). e.
Concilio de Trento
EUCARISTÍA - Pág. 75
Defiende la licitud y validez de dar la comunión sólo bajo la especie del pan, pues no se opone a la
voluntad de Cristo, y Cristo se encuentra presente todo él en cada especie (cf. DS 1725-1729). f.
Vaticano II
La Ordenación General del Misal Romano (cf. IGMR 281-285) afirma la tradición de la Iglesia
latina de que “el pan para la Eucaristía debe ser el pan ácimo” (cf. IGMR 283; CIC c.926) y valora
el carácter de banquete de la Eucaristía, propone como única materia el pan de trigo y el vino de
uva, exige que la
“materia de la celebración aparezca... como alimento”, y afirma que la comunión bajo las dos
especies es la “forma en que más plenamente brilla el signo del banquete eucarístico”, porque “la
comunión tiene una expresión más plena por razón del signo cuando se hace bajo las dos especies”
(cf. IGMR 281-285).
El Catecismo recoge este sentido y llama a la Eucaristía “banquete del Señor” (cf. 1Cor 11,20),
“porque se trata de la cena que el Señor celebró con sus discípulos la víspera de su pasión y de la
anticipación del banquete de bodas del Cordero (cf. Ap 19,9) en la Jerusalén celestial” (n.1329). En
el capítulo VI trata de la Eucaristía como “banquete pascual”, insistiendo en la unidad del aspecto
sacrificial y del convivial (n. 1382-1383).
g. Diálogo ecuménico
Los documentos surgidos del diálogo ecuménico sobre la Eucaristía hablan de “banquete”, “cena
del Señor”, “santa cena”... La convergencia en el reconocimiento de que la Eucaristía es la mesa o
cena del Señor, así como en la presencia de Cristo bajo los signos del pan y del vino..., es evidente.
Pero no lo es la confesión del cambio sustancial (transustanciación) de los elementos del pan y del
vino en el cuerpo y la sangre de Cristo.
3. Reflexión sistemática
4. Celebración litúrgica
4. ORACIÓN
Amigos al acabar este encuentro con vosotros,
quisiera expresaros mis sentimientos más
profundos. Quisiera abrazaros fuertemente a todos
vosotros y a los hombres y mujeres de todos los
tiempos. Se está bien aquí con vosotros.
1. NUESTRA REALIDAD
1. Lectura del evangelio del día.
2. Damos poca importancia al Espíritu Santo en la vida y en la liturgia.
EUCARISTÍA - Pág. 79
En la Eucaristía se hacen signos y se invoca al Espíritu Santo para que transforme el pan y vino y
a nosotros en Cuerpo de Cristo. ¿Sabrías decir en qué momentos?
1. Contexto y situación
EUCARISTÍA - Pág. 80
2. Comprensión histórica
2.1. Escritura
La creación aparece como obra de la palabra y el espíritu; la palabra muestra su eficacia creadora
(“dijo”, “hágase”), el espíritu manifiesta su fuerza vivificante (Gén 1,2.3...), aleteando sobre las
aguas como ave que incuba la nueva vida (Gén 1,2; Sal 104, 29-30; 33,3).
El espíritu se describe en el AT como fuerza o poder divino que actúa en la creación y en la historia,
a través de los diversos personajes (Jueces, Reyes y Profetas) que transmiten la Palabra de Dios e
impulsan su plan de salvación. Este espíritu aparece como actuación de presente y como promesa de
futuro. Es la promesa y realidad que se cumplirá en Cristo. A través de la Palabra, el Hijo
encarnado por el
Espíritu se revela y manifiesta definitivamente (Jn 1; Heb 1,1-4). Cristo es el momento privilegiado
de la actuación de Dios por el Espíritu, cuyo misterio-vida-misión aparecen como una “obra del
Espíritu”. Hay tres momentos en los que aparece esta presencia actuante del Espíritu en Cristo:
Encarnación (cf. Lc 1,35); bautismo (cf. Mt 3,16; Mc 1,10; Lc 3,22) y sacrificio de la cruz (cf. Jn
7,37-39). En la cruz Cristo se entrega en el Espíritu al Padre como víctima (Heb 9,14), y después de
muerto es vivificado por el Espíritu (Rom 1,4; 1 Cor 15,45; 2 Cor 13,4).
De estos datos se deduce la unión entre Cristo y el Espíritu. Pues, si Cristo se encarna, realiza su
misión y manifiesta su misterio en y por el Espíritu; el Espíritu se “encarna” en la Iglesia, continúa
la misión de Cristo y manifiesta su misterio en, por y con Cristo.
La Iglesia es la continuación y visibilización histórica de esta obra trinitaria, que tiene su origen en
Dios
Padre, y se manifiesta y realiza por Cristo en el Espíritu, y por el Espíritu en Cristo, hasta la plenitud
de los tiempos. Por eso la Eucaristía es el signo sacramental en el que de modo privilegiado se
manifiesta y realiza esta iniciativa salvadora del Padre, y esta acción conjunta de Cristo y de su
Espíritu.
2.2. Vaticano II
El Vaticano II ha recuperado la teología del Espíritu.
LG describe el doble movimiento: de descenso, desde la iniciativa del Padre, por mediación del
Hijo, en la fuerza del Espíritu; y de ascenso, en el impulso del Espíritu, por la mediación redentora
de Cristo, al Padre (n.4). La Iglesia viene a ser considerada como la manifestación, el icono de la
Trinidad. Así como el centro de la vida de Cristo es el misterio pascual, el centro de la vida de
Iglesia es la Eucaristía. Es importante la relación entre Espíritu Santo-Eucaristía-unidad de la
Iglesia, ya que es el Espíritu el que realiza la Eucaristía y la unidad eclesial, siendo el agente
principal del cuerpo eucarístico y del Cuerpo místico.
3. Reflexión sistemática
Iglesia La Eucaristía es una celebración cuya estructura y elementos son el modelo de toda
celebración ecle-
sial. Todas las partes forman una unidad que manifiestan la presencia y acción gratuita de Dios, por
la mediación eclesial ministerial, realizándose así el encuentro eficaz de gracia en la acogida
personal y mediación del ministro.
En la celebración se manifiesta la eficacia de la Palabra y la acción del Espíritu, en orden al
encuentro eucarístico de gracia y de fe que en ella se realiza. La eficacia de esta Palabra y la acción
del Espíritu se manifiestan de una forma intensa y densa en el momento de la proclamación de la
plegaria eucarística, y sobre todo de la consagración.
Toda la celebración es en alguna medida epiclética, pero hay un momento significativo de esta
epíclesis (anáfora-consagración); la epíclesis recuerda que la consagración es fruto de la acción del
Espíritu, invocado por la oración y la predicación de la Iglesia, siguiendo el mandato del Señor.
El Espíritu hace a la Iglesia. De modo análogo a como el Espíritu fue haciendo crecer el cuerpo
físico de Cristo, desde la encarnación, así va haciendo crecer el Cuerpo místico de la Iglesia en el
amor, la santidad y la unidad desde Pentecostés.
El Espíritu hace Iglesia. De modo análogo a como el Verbo se hizo carne, así el Espíritu de Dios se
hizo Iglesia. La Iglesia es el nosotros social en el que habita el nosotros divino de la Trinidad, por
obra del Espíritu en el cual todos hemos sido bautizados. La Iglesia es el sacramento del Espíritu de
Cristo.
EUCARISTÍA - Pág. 82
Este sacramento principal se manifiesta y realiza en las diversas situaciones humanas, por los
sacramentos de la Iglesia que son historizaciones privilegiadas del Espíritu de Cristo.
La epíclesis es invocación del Espíritu para que actúe en los sacramentos, y en los sujetos que los
reciben, transformando la realidad material en signo que contiene y expresa la presencia del Señor,
o inundando la realidad visible de un sentido y significado nuevos en relación con el misterio de
Cristo, y con la renovación de la vida de la comunidad.
La epíclesis se da en todos los sacramentos por igual, aunque la Eucaristía sea el paradigma de la
dimensión epiclética sacramental. La intervención del Espíritu asegura que las acciones
sacramentales sean actos de Cristo, presencia sacramental del acontecimiento salvador.
4. Celebración litúrgica
4.1. Epíclesis eucarística y extraeucarística
EUCARISTÍA - Pág. 83
4.2. De la transformación eucarística a la transformación real de la vida
La transformación que se realiza y vivimos en la Eucaristía reclama una transformación de la vida,
la historia, la sociedad y la Iglesia. La relación del Espíritu con la Eucaristía no queda reducida a
una fórmula oracional o a una parte de la anáfora: la epíclesis.
Se trata de una transformación, objetivamente realizada por la Trinidad, pero subjetiva, comunitaria,
eclesial y social todavía por realizar en plenitud. Implica un cambio de relación: con uno mismo,
llamado a transformar su vida en una configuración a Cristo por el Espíritu; con los demás, puesto
que los principios de caridad y unidad, justicia y paz, servicio y entrega solidaria, son exigencias de
la Eucaristía; con el mundo y la realidad creada, ante los que la responsabilidad de un respeto y
buen uso, de una admiración y desarrollo equilibrado... deberían ser máxima de comportamiento; y
con Dios, cuya presencia vivificante y santificante no queda encerrada en el marco de un espacio y
tiempo limitados, sino que tiene que extenderse en una consagración y en una transformación
permanente, por el amor y la unidad que nos une cada vez más al Dios trino.
3. CONTRASTE PASTORAL
Cuando el sacerdote dice las palabras de la consagración las dice con la cabeza inclinada, como
diciendo no soy yo, es el Espíritu el que transforma el pan y vino en Cuerpo y Sangre de Cristo y el
pan y vino “que son dóciles” se transforman con el poder del Espíritu Santo, la persona y palabras
del sacerdote y la fe de la Iglesia. Después vuelve el sacerdote a invocar la acción del Espíritu Santo
para que convierta a cuantos estamos allí en un solo Cuerpo con Cristo. “Te pedimos humildemente
que el Espíritu Santo congregue en la unidad a cuantos participamos del Cuerpo y Sangre de
Cristo”. Debemos ser menos “dóciles” porque seguimos sin esa transformación.
4. ORACIÓN
Sé el Dios de los albores
Señor, Dios, derrama tu Espíritu sobre el
mundo, que tu aliento dé un nuevo frescor a
nuestra tierra enferma,
que tu fuego purifique
los grandes proyectos de los
pueblos, que tu fuerza reanime
vida allí donde expira.
Sé el Dios de los comienzos.
Señor, Dios, derrama tu Espíritu sobre cada uno de
nosotros. Ven a hacer presente a Cristo en nuestras vidas,
palabras y acciones.
EUCARISTÍA - Pág. 84
Sé tú, Espíritu divino, el que transforme a la
Iglesia en sacramento de Cristo ante el mundo,
que todos nosotros seamos signo
e instrumento de la unión fiel de Dios con los
hombres y que todos sintamos y seamos hermanos
unos de otros
para que el mundo crea que en la Eucaristía
Jesús entrega su cuerpo y derrama su sangre por amor a nosotros.
Amén.
Eucaristía
12ª SESIÓN
Eucaristía, sacramento del sacrificio
(1ª parte)
EUCARISTÍA - Pág. 85
Contenidos de esta sesión:
1. NUESTRA REALIDAD
2. ILUMINACIÓN DE NUESTRA REALIDAD
Eucaristía, sacramento del sacrificio (1ª parte)
1. Contexto y situación
1.1. Perspectiva antropológica
1.2. Perspectiva teológica
2. Comprensión histórica
2.1. Escritura
2.2. Tradición patrística
2.3. Edad Media
2.4. Concilio de Trento
2.5. Vaticano II y documentos posteriores
3. CONTRASTE PASTORAL
4. ORACIÓN
1. NUESTRA REALIDAD
1. Lectura del evangelio del día.
2. En la misa realizamos gestos de entrega, oblación, sacrificio que quedan en símbolo, por ejemplo
ofrecemos a Dios frutas de la tierra, una guitarra... y luego nos las llevamos de nuevo a casa. Nos
ofrecemos nosotros mismos a Dios, pero nos vamos como entramos. No se cumple aquello que
decimos en la calle: “Santa Rita, Rita, lo que se da no se quita”.
EUCARISTÍA - Pág. 86
El sacrificio es una forma de salir de sí y de encontrarse con otro. Es una autorrevelación, que
permite un acceso del otro hacia mí y de mí hacia el otro. Por el sacrifico el otro comprende quién
soy yo para él, y yo comprendo quién es el otro para mí. El sacrificio es un medio para el encuentro
con los demás, un aprendizaje del servicio, una forma de hacer triunfar el amor sobre el egoísmo.
El sacrificio es una forma de encuentro con Dios. El sacrificio es actitud autodonante, acto
referido que afecta a la profundidad del ser, a la horizontalidad del ser-con-los-demás, y a la
verticalidad del serpara-Dios. El verdadero sacrificio es darse a sí mismo; es la apertura de acceso a
Dios, y Dios irrumpe en nosotros; es la prueba del amor. Y a Dios se le encuentra en el amor,
porque Dios es amor.
2. Comprensión histórica
2.1. Escritura
La praxis sacrificial del AT es criticada por los profetas, anunciándose un culto y una alianza nueva.
Jesús reanuda la crítica profética contra el ritualismo y el formalismo cultual (Mt 9,13; 12,7; 23),
predica la necesidad de reconciliarse antes de presentar la ofrenda (Mt 5,23-26), rechaza las
ofrendas materiales (Mc 11,17) y relativiza el templo, proponiendo un nuevo culto (4,22-23).
En la última cena Jesús instituye el nuevo culto, que supone la entrega de su propia vida por los
demás,
el nuevo sacrificio de la nueva alianza en su sangre. Es el sacrificio de Jesús como servicio a las
personas, a la vez que como culto y obediencia rendida al Padre, lo que se plasma en el banquete de
la cena.
Pues el sacrificio de Jesús radica en la donación total de su persona.
En los relatos de la institución se destaca la entrega de Jesús pro nobis, pro vobis, pro multis, pro
peccatis, (por nosotros, por vosotros, por muchos, por los pecados), en probable alusión al canto
cuarto del
Siervo de Yahvé (Is 53,4-12). Hay que entender este carácter sacrificial de la cena a la luz del
sentido sacrificial salvífico que Jesús dio a toda su vida, es decir, como un acto de servicio último y
de entrega total en favor de la humanidad. Así pues, el concepto de sacrificio aplicado a la muerte
EUCARISTÍA - Pág. 87
de Cristo, y ya representado en la última cena, tiene un sentido distinto al de los sacrificios paganos
o judíos, ya que en él el pecado ha sido vencido, la creación ha sido renovada, los sacrificios han
sido abolidos en el único sacrificio. Pablo y Hebreos explicitan este pensamiento, ilustrando el
significado salvífico y el sentido sacrificial de la vida y muerte de Cristo. Cristo, cordero pascual, ha
sido inmolado (cf. 1 Cor 5,7), se entregó por nosotros en sacrificio (cf. Ef 5,2), fue presentado por
Dios como expiación por su sangre, mediante la fe (cf. Rom 3,25); Cristo, sumo sacerdote de los
bienes futuros, penetró en el santuario de una vez para siempre... con su propia sangre,
consiguiendo una redención eterna que purifica del pecado, viniendo a ser el mediador de una nueva
alianza (cf. Heb 9,11-15).
Los primeros cristianos fueron conscientes de esta novedad sacrificial, por ello insistían en que el
sacrificio de los cristianos es espiritual, personal, existencial: en esto consiste la liturgia y oblación
del cristiano. Los cristianos deben ofrecer sus cuerpos como “sacrificio vivo, santo y agradable a
Dios”, como “culto espiritual” (Rom 12,1. Cf. Flp 2,17; 4,18; 1 Pe 2,5; Heb 13,1-3 y 15-16). En
Hebreos se presenta como sacrificio de alabanza a Dios el fruto de los labios y alabanza, y el
comportamiento ético-religioso. El NT llama a la Eucaristía fracción del pan, cena del Señor. Pero,
por ser memorial de la autodonación y entrega en amor y servicio de Cristo en la cruz, es
actualización del sacrificio realizado de una vez para siempre; el banquete celebra y presencializa el
sacrificio de Cristo en la cruz. En este banquete se hace presente de forma misteriosa y dinámica el
sacrificio de Cristo, del que participamos uniéndonos a él por la comunión.
El sacrificio que ofrece la Iglesia cumpliendo el mandato de Cristo es el mismo y único sacrificio
que ofreció Cristo en la cruz; es el memorial del único sacrificio. Celebrando el memorial del
sacrificio de Jesús llevamos a plenitud nuestro propio sacrificio. Es decir, nuestro sacrificio es un
memorial del sacrificio de Cristo, y sólo como tal puede ser entendido.
Después de Nicea, hay dos líneas de explicación: la escuela alejandrina que resalta la Eucaristía
como comunión con la carne del Logos; y la escuela antioquena que resalta el aspecto histórico de
la vida y muerte de Cristo, e insiste en la Eucaristía como memorial del sacrificio de la cruz. Pero
¿cómo puede hacerse presente hoy aquello que ha sucedido una sola vez? Afirmando la identidad
del sacrificio de Cristo y de la Eucaristía.
EUCARISTÍA - Pág. 88
¿En la Eucaristía se inmola Cristo? En este sacramento se representa la pasión de Cristo, ya que
contie-
ne a Cristo. Nuestro sacrificio es memorial del que ofreció Cristo. La Eucaristía es sacrificio en
cuanto que es signo rememorativo de la pasión del Señor, que fue el verdadero sacrificio.
Esta doctrina perdura en el tiempo, aunque el acento se pone en la presencia de Cristo víctima
sacrificada bajo los dones de pan y vino, y de ahí que se explique más la transustanciación que el
sacrificio, y que se tienda más a la adoración que a la participación.
El texto recoge esta denominación con los diversos calificativos que le da la Escritura. Más
explícitamente se habla del tema cuando trata del sacrificio sacramental, especificándolo con las
expresiones acción de gracias, memorial, presencia, en un deseo de apoyar una interpretación más
completa, que ayude al diálogo ecuménico (cf. n. 1357; 1365-1367).
Estos números recogen la diversidad de aspectos que explican el que la Eucaristía es sacrificio:
porque es sacramento, memorial y representación de la pascua del Señor, es decir, de aquel único
sacrificio de la cruz; y porque en ella, cumpliendo el mandato del Señor, ofrecemos al Padre, bajo el
pan y el vino, aquello mismo que él nos ha dado: “el cuerpo que por nosotros entregó en la cruz, y la
sangre que derramó por muchos para remisión de los pecados” (n. 1365). Un mismo sacrificio,
porque una misma es la víctima que se ofrece y el sacerdote que ofrece, aunque ahora de modo
incruento y por manos de los sacerdotes.
Junto a este aspecto destaca el que la Eucaristía es también sacrificio de la Iglesia (cf. n. 1368). El
texto recoge lo afirmado en el concilio, destaca cómo la ofrenda del cuerpo va unida a la de su
cabeza, y la dimensión existencial-espiritual de este sacrificio, en unión y agradecimiento a Dios.
Esta unión e implicación sacrificial es de la Iglesia terrestre (representada en la jerarquía: n. l369) y
de la Iglesia celeste (en comunión con la Virgen María, santos y santas: n. l370), lo que explica el
que “el sacrificio eucarístico sea también ofrecido por los fieles difuntos” (n. l37l). Por otro lado,
explica que sacrificio y sacramento, banquete y sacrificio, no pueden separarse (cf. n. l382).
El carácter sacrificial de la Eucaristía alcanza su verdadera expresión en la liturgia, en la “lex
orandi” eucarística, sobre todo en las anáforas. En ellas, se une la anámnesis con la prosphora (“al
celebrar ahora el memorial de la muerte y resurrección de tu Hijo, te ofrecemos”: PE II), se une con
la acción de gracias como sacrificio vivo y santo, a la vez que se afirma que la ofrenda de la Iglesia
está unida a la víctima inmolada que nos reconcilia, y transforma nuestra vida en ofrenda
permanente (cf. PE III; PE
IV: destaca la dimensión eclesial del sacrificio).
La plegaria V resalta su centralidad cristológica, y su fruto de reconciliación (cf. PE V/a).
Este aspecto, en relación con la pascua de Cristo, resalta en las plegarias sobre la reconciliación,
insistiendo en sus frutos: la participación en el único sacrificio, la alianza y la paz, la reconciliación
renovada (cf. PEr. I; PEr. II).
EUCARISTÍA - Pág. 90
4. ORACIÓN
Padre, me pongo en tus manos, haz de
mí lo que quieras: sea lo que sea, te
doy las gracias. Estoy dispuesto a todo,
lo acepto todo, con tal que tu voluntad
se cumpla en mí y en todas tus
criaturas.
No deseo nada más, Padre.
Te confío mi alma,
te la doy con todo el amor de que soy
capaz, porque te amo y necesito darme,
ponerme en tus manos sin medida, con
una infinita confianza, porque tú eres mi
Padre.
Eucaristía
13ª SESIÓN
Eucaristía, sacramento del sacrificio
(2ª parte)
EUCARISTÍA - Pág. 91
Contenidos de esta sesión:
1. NUESTRA REALIDAD
2. ILUMINACIÓN DE NUESTRA REALIDAD
Eucaristía, sacramento del sacrificio (2ª parte)
3. Reflexión sistemática
3.1. La Eucaristía, “símbolo y realidad” sacrificial
3.2. Del sacrificio único de Cristo al memorial del sacrificio
de la Eucaristía
3.3. Sacrificio de Cristo y sacrificio del Cuerpo de Cristo, la Iglesia
4. Celebración litúrgica
4.1. El sacrificio de los cristianos
4.2. Los sacrificios de la humanidad y el sacrificio de la Eucaristía
4.3. Los signos sacrificiales de la Eucaristía
3. CONTRASTE PASTORAL
4. ORACIÓN
1. NUESTRA REALIDAD
1. Lectura del evangelio del día.
Antiguo Testamento
Los sacrificios de animales del Antiguo Testamento son repetitivos e ineficaces (cf. Heb 10,1-3).
• Son sacrificios externos (no implica a la persona) y rituales, sacrificios de animales (cf. Heb
9,810).
• Tanto el sacerdote como el culto del Antiguo Testamento son criticados por los profetas,
como rechazados por Dios por su lejanía de la vida y por su poder legitimador de las
injusticias que hay en el pueblo y porque ellos mismos se convierten en instrumento de
opresión.
EUCARISTÍA - Pág. 92
Nuevo Testamento
El sacrificio de Cristo es existencial toda su vida, desde que nace hasta que muere. Ofrenda única
y definitiva.
• Cristo es el único y sumo Sacerdote (cf. Heb 4,15), que se ofrece como víctima.
• El sacrifico de Cristo es su propia existencia. Ofrenda única y definitiva.
• Cristo es la propia víctima sin mancha que sustituye a las otras ofrendas (cf. Heb 9,14;10,6-
7).
• Cristo el único mediador entre Dios y las personas.
Una explicación del carácter sacrificial de la Eucaristía puede hacerse desde su dimensión
antropo1ógico-simbólica. La estructura de la celebración eucarística se desarrolla según un ritmo
ternario de oblación, sacrificio y comunión que, entendido adecuadamente, nos lleva a comprender
desde su simbolismo el contenido sacrificial. Por el gesto de la ofrenda del pan y del vino
(presentación de los dones) se significa que se aparta algo de su uso común utilitario para ofrecerlo
a otro como don que, conservando todo su valor humano, recibe un valor de signo de encuentro y de
presencia, de reconocimiento de que la fuente de esos dones está en el otro. La palabra
interpretativa (de la Escritura), junto con el asentimiento humano (fe), da al pan y el vino el
significado eucarístico.
Por eso, la ofrenda del pan y el vino constituye por sí misma el lazo simbólico de intercambio y
encuentro entre la persona y Dios.
EUCARISTÍA - Pág. 93
Por la institución de la última cena el pan y el vino son signos de una nueva presencia de Dios en
Cristo.
Por las palabras proféticas y evangélicas esta presencia se actualiza de modo eficaz, y el pacto con
Dios, propio de todo símbolo religioso, es alianza nueva. Y si todo sacrificio expresa la muerte
simbólica que da acceso a la vida nueva, en la Eucaristía el sacrificio es asumido en la muerte de
Cristo, que da nuevo valor a nuestra existencia en el mundo sin abolir este mundo. Por la comunión
participamos en la vida de Cristo, fundamento de una nueva solidaridad y unión con Dios.
Cristo se ha ofrecido en sacrificio de una vez para siempre (cf. Heb 7,27; cf. 9,12; 10,10). Con ello
se expresa lo último y definitivo, lo escatológico e irrepetible, lo que en virtud de la muerte
resurrección perdura y mantiene su valor más allá del espacio y tiempo. Se trata de algo que sucedió
una vez; y de algo que ya no sucederá porque, una vez escatologizado por la resurrección, está
permanentemente sucediendo. Jesús hace presente su sacrificio personal, que es su oblación
asumida y plenificada en el ahora eterno de la resurrección, y siempre mantenida, a la vez que
coexistente con cada momento del tiempo. Por eso es posible en cada tiempo participar y comulgar
con el sacrificio ofrecido de una vez para siempre, y que se continúa como ofrenda permanente.
Toda la vida de Cristo es un sacrificio permanente, pero se distinguen diversos momentos: en encar-
nación, cruz y resurrección (cf. Hch 10,5-10; Jn 3,16; 12,27). El más sacrificial es la muerte en la
cruz, la cual constituye la entrega martirial de sí mismo y un sacrificio cultual, es decir, un acto de
oblación, obediencia y alabanza a Dios Padre. El que Jesús anuncie su pasión y muerte, aplicándose
lo anunciado del Siervo de Yahve (cf. Mc 10,45; Lc 22,37; Is 53, l0ss), y el que entienda su muerte
como una autodonación o autoentrega por la salvación de las personas y el perdón de los pecados
(cf. Jn 3,16; Gal 1,4; Ef
5,2-25), indica el carácter sacrificial de su muerte. Y el que la muerte de Cristo se relacione con la
muerte del cordero pascual, y Jesús se apropie de la expresión: sangre de la a1ianza (Mc 14,24),
indican que esta muerte se entiende como un sacrificio cultual. Pero lo que verdaderamente da valor
EUCARISTÍA - Pág. 94
sacrificial a la muerte de Cristo es su obediencia y sumisión amorosa al Padre, y su entrega solidaria
para la salvación del mundo (cf. Heb 10,4-10).
Por eso, su sacrificio es un sacrificio perfecto (cf. Hch 5,9) y definitivo (cf. 7,27; 9,12) y eficaz en
orden a la redención y purificación de los pecados (cf. 9,12-13). c. Del sacrificio de Cristo al
sacrificio de la Eucaristía
Este sacrificio de Cristo, que abarca su pre-existencia y su pro-existencia, toda su persona y toda su
misión, todo su ser y su obrar, uniendo en nueva relación el movimiento descendente de Dios a la
persona; y el ascendente de la persona a Dios..., es el mismo sacrificio que se hace presente en la
Eucaristía.
Es un sacrificio original; por ser distinto al de las religiones; relativo, porque depende de Cristo,
actualizando sacramentalmente el único sacrificio de la cruz; memorial, porque es la memoria
objetiva e in mysterio del acontecimiento pascual de Cristo; eclesial, porque la presencia del
sacrificio de Cristo sucede en la mediación de la Iglesia, que, como cuerpo de Cristo, es incorporada
a la dinámica sacrificial. La misa como oblación de la Iglesia es un sacrificio propio (cf. DS 1751),
relativo y memorial. El sacrificio absoluto es el sacrificio de la cruz. Este se hace presente en forma
de un banquete que es sacrificio, por tanto, de un sacrificio-banquete o de un banquete-sacrificio. El
banquete sacramental está ordenado en sus elementos estructurales, acción y oración, y en todos sus
momentos (preparación, disposición y comida del mismo) a la actualización del sacrificio de la
cruz.
EUCARISTÍA - Pág. 95
2. Podemos llamar a la Eucaristía sacrificio de la Iglesia porque, siendo el sacrificio de la
Cabeza-Cristo, es en alguna medida el de su Cuerpo-la Iglesia. La Iglesia, asociada a Cristo
sacerdote, es sujeto de la acción eucarística, oferente en acción de gracias con Cristo víctima,
mediación visible de la mediación invisible de Cristo, objeto de ofrecimiento en unión a la
obediencia, al servicio y a la entrega del mismo Cristo. El sacrificio de la Iglesia es el “sí”
existencial, para que podamos ser rescatados a través de la obediencia de Cristo; es el “sí” a la
inserción en la nueva alianza que se establece con la sangre de Cristo, o sea, a través de su
obediencia.
3. Si Cristo es el nuevo Adán, la Cabeza de la nueva humanidad, y su obra salvadora debe
prolongarse y llegar a todas las personas, es preciso que en la actual economía se requiera la
participación y la mediación eclesial. El sacrificio pascual debe prolongarse en el sacrificio eclesial,
de manera que es el totus Christus el implicado, por voluntad de Dios, en esta dinámica de
sacrificio salvador. Y esto se manifiesta y realiza de modo privilegiado en la celebración de la
Eucaristía, en la que Cristo, por medio de las palabras y signos eucarísticos, incorpora, asocia e
implica a la Iglesia a esta acción sacrificial, mientras dura el acto celebrativo y en toda su vida.
4. El sacrificio de la Iglesia sucede a través de un doble dinamismo: como movimiento que
procede de la Cabeza hacia el cuerpo, de modo que de la entrega sacrificial de Cristo se deriva y
exige la entrega sacrificial de la Iglesia; y como movimiento que retorna del cuerpo a la Cabeza, en
cuanto que en la Eucaristía se recogen los mil sacrificios de la vida de la Iglesia en sus miembros,
que unidos al de Cristo constituyen la ofrenda viva del Christus totus. Es lo que nos dice el
Vaticano II cuando afirma:
“Participando del sacrificio eucarístico, fuente y cumbre de toda la vida cristiana, ofrecen a
Dios la víctima divina y se ofrecen a sí mismos juntamente con ella” (LG 11). “Los fieles, en
virtud de su sacerdocio regio, concurren a la ofrenda de la Eucaristía y lo ejercen en la
recepción de los sacramentos, en la oración y acción de gracias, mediante el testimonio de una
vida santa, en la abnegación y caridad operante” (LG l0).
Resumiendo: el único sacerdote y el único sacrificio es el de Cristo, pero implicando a la Iglesia
como la mediación necesaria para la continuación, manifestación y realización en la historia de la
dinámica sacrificial salvadora que, en-hacia-desde la Eucaristía, quiere llegar a todas las personas.
4. Celebración litúrgica
Celebrar el sacrificio de Cristo, el de la Iglesia y el de la vida cristiana nos compromete ante los
sacrificios que viven las personas. En el signo del acto litúrgico se puede condensar el principio de
una transformación, de una lucha por la justicia, de una solidaridad que prolongue la obra de Cristo
entre las personas, de una antisacrificialidad fundada en el sacrificio del amor. La Eucaristía nos
EUCARISTÍA - Pág. 96
compromete en la dinámica del sacrificio, estando dispuestos a participar del proceso sacrificial de
Cristo. Esta participación se condensa en una frase: Ser para los demás siendo con los demás.
¿Cuá1es son los signos por los que se expresa el sacrificio? El signo del sacrificio lo constituye la
celebración total de la Eucaristía, con sus palabras y gestos, y supuesto su carácter memorial y
pneumático.
Se manifiesta en los momentos principales de la liturgia eucarística: presentación de ofrendas,
plegaria eucarística y comunión.
Por la presentación de dones (pan, vino, colecta...) se significa la fuente de todo don creatural que
es Dios, unido al trabajo de la persona. Es decir, la dimensión creatural-cósmica, personal-
existencial, y social-eclesial del sacrificio de la Iglesia en y desde el sacrificio de Cristo.
Por la plegaria eucarística se expresa, sobre todo por medio de la bendición, las palabras de la
consagración, los signos de elevación y veneración..., que se trata del verdadero sacrificio de Cristo
al que es asociada la Iglesia, en alabanza a Dios Padre, y en la virtud del Espíritu Santo. La
doxología final es el colofón de este sacrificio, con la participación del amén de la asamblea.
Por la comunión se significa el fruto y finalidad del sacrificio, que es la comunión con y de Dios
mismo, para la edificación del Cuerpo de Cristo en la tierra. Porque es sacrificio de comunión, se
come el alimento que asimilado es vida en Cristo de todos los que nos unimos en el mismo cuerpo
de Cristo. En este sentido, la comunión es parte integrante y esencial del sacrificio eucarístico. El
signo de la participación plena en el sacrificio es la comunión.
EUCARISTÍA - Pág. 97
1. Lectura y trabajo personal o en grupo del contenido anterior.
a. Señala las cuestiones que no te quedan suficientemente claras.
b. Señala las cuestiones que más te llaman la atención.
2. Sesión de trabajo en grupo.
Puesta en común de las cuestiones anteriores y aclaraciones, si procede, del profesor.
3. CONTRASTE PASTORAL
Consecuencias prácticas para la vida, aunque la Eucaristía es una se puede vivir poniendo el acento
en alguno de los significados de lo que celebramos por eso estas dos preguntas:
• cuando celebro la Eucaristía como sacrificio debo esforzarme en:
• cuando vivo la Eucaristía como banquete debo esforzarme en:
4. ORACIÓN
EUCARISTÍA - Pág. 98
EUCARISTÍA - Pág. 102
Eucaristía
14ª SESIÓN
Eucaristía, presencia transformante
1. NUESTRA REALIDAD
1. Lectura del evangelio del día.
2. Diríase que el pan y el vino son más dóciles a la acción del Espíritu que nosotros los que
celebramos la Eucaristía. El pan y el vino por las palabras de Cristo, bajo la acción del Espíritu
Santo, se convierten en el Cuerpo y Sangre de Cristo y así lo creemos, también sobre el Pueblo de
Dios que celebra la Eucaristía, se ora para que el Espíritu Santo nos transforme en un cuerpo
unido entre sí y con Cristo, y aún falta mucho para convertirnos en la fraternidad del Reino.
2. Comprensión histórica
La presencia real de Cristo en el pan y el vino ha suscitado dificultades y diversas explicaciones.
2.l. Escritura
Las razones para afirmar la presencia real y personal de Cristo en la Eucaristía (pan y vino), las
encontramos en el NT, y de forma especial en los relatos de la institución.
a. El sentido semántico de las palabras arameas, que Cristo empleó sugieren que Cristo entregó
el pan y el cáliz a sus apóstoles con una palabra indicativa y con una palabra explicativa, que
sonaría así: he aquí mi carne. Y las palabras del cáliz: he aquí mi sangre de la alianza. Estas
palabras se entienden en el sentido de que Jesús se da a si mismo bajo las apariencias de pan y de
vino como el nuevo sacrificio pascual (carne y sangre), para la comida.
b. Esta interpretación realista se manifiesta en Pablo. Especialmente cuando se refiere a la
comunión con el cuerpo de Cristo resucitado y con el cuerpo de Cristo que es la Iglesia (cf. 1Cor
10,15-17). La misma interpretación realista se encuentra cuando formula las consecuencias de una
comunión indigna con el cuerpo y la Sangre del Señor (cf. 1Cor 11,27-29).
Cuando Pablo habla de “cuerpo entregado por vosotros” (1Cor 11,24; Lc 22,19) se refiere al cuerpo
que se entrega a la muerte y al cuerpo que se entrega como comida. Lucas y Pablo afirman una
comunión real que hay que entenderla en sentido realista, pues por ella formamos un solo cuerpo, lo
que implica la presencia real de quien nos unifica en su cuerpo.
c. Juan también afirma la presencia real sacramental de Cristo: es el propio Jesús quien, por
voluntad del Padre, da a comer su carne y a beber su sangre (cf. 6,32; 6,51).
d. El mandato de Jesús: “Haced esto en memoria mía”, como la “entrega de su cuerpo-sangre”
tienen sentido realista. En él se realiza la llegada del Reino, y la prolongación de este Reino es
inseparable de su persona. Por lo que la Eucaristía es a la vez la presencia de aquel que
presencializa y realiza el Reino: el don del Reino es inseparable del Dador y Realizador de este
Reino. Y dentro de esta afirmación hay que entender también la presencia de Cristo en los dones de
pan y vino, como signos reales de una presencia de Cristo entero. Los términos carne-sangre
expresan la presencia de la persona entera, en la totalidad de su ser y su misión, su muerte y su
resurrección, su cuerpo resucitado y su cuerpo místico.
EUCARISTÍA - Pág. 101
2.2. Patrística
Afirmó y explicó la presencia real de Cristo en la Eucaristía de diversas maneras.
a. La riqueza de vocabulario y expresiones que emplean para indicar el cambio o
transformación que se da en los dones del pan y el vino es significativa.
b. Se utiliza la expresión “llegar a ser-devenir”. Es un “hacerse” que tiene su analogía en la
encarnación del Logos.
c. Se usa el término “hacer-hacerse”. Significa “hacer de otra manera, transformar”, al modo
como el alimento se transforma en el cuerpo. Se utilizan también otros términos afines a éstos para
indicar la “transformación” que se da en la Eucaristía.
d. Otro grupo de expresiones giran en torno a los verbos “santificar”, “consagrar”. Se emplea
sobre todo respecto a la intervención de Dios por su Espíritu para la transformación de los dones.
La presencia de Cristo en la Eucaristía ad modum substantiae se consolida sobre todo con Santo
Tomás. El autor, que concibe la resurrección como retorno del alma al cuerpo, y entiende que la
diferencia entre la existencia terrena y la resucitada consiste sobre todo en que en ésta ya no es
posible la separación del alma y del cuerpo, no tiene dificultad en afirmar que en la Eucaristía se
encuentra el cuerpo y la sangre de Cristo, es decir, el Cristo entero. No se trata de una presencia
local, circunscrita a las dimensiones del pan-vino, sino de una presencia singular, sacramental. Esta
singularidad consiste en que en la Eucaristía se encuentra el cuerpo y la sangre de Cristo, y su
cuerpo entero con toda su estructura orgánico-corpórea, pero sacramentalmente per modum
substantiae. Por ello, al dividirse la Hostia, está todo Cristo en cada fragmento de ella.
a. La Eucaristía es memorial de la presencia del sacrificio de la cruz (cf. SC 47. Cf`. SC 6,10;
LG 28; PO l3).
b. La Eucaristía es sacrificio y sacramento, es sacrificio en cuanto es sacramento y viceversa
(cf. EM 3b; MF 34).
c. La presencia de Cristo en la Eucaristía es diversa y está relacionada con otras presencias (cf.
SC 7; CEC 1373).
d. La presencia en las especies de pan-vino se da continuando el encargo del Señor a los
Apóstoles (IGMR 55d), y en virtud de la epíclesis por la que estos dones se convierten en el cuerpo
y sangre de Cristo (ibid. 55b).
e. Es una presencia singular que eleva a la Eucaristía sobre los demás sacramentos (cf. DS
1651; CEC 1374).
f. La transustanciación no se puede reducir a la transfinalización ni a la transsignificación,
aunque las implica (cf. MF 11; CEC 1375-1376).
g. La presencia de Cristo en las especies es permanente y dura todo el tiempo que éstas
subsisten (cf. DS 1641; CEC 1377-1378).
h. La Eucaristía es y permanece un misterio, cuya explicitación y fórmulas de fe debe
proseguirse, pero “de modo que al progresar la inteligencia de la fe permanezca intacta la verdad de
la fe” (M F 15ss.25). El misterio de esta presencia ha de explicarse en relación con otras formas de
presencia de Cristo (ibid. 35-39).
3. Reflexión sistemática
a) Memoria, presencia, transformación escatológica
El Vaticano II ha insistido en la presencia y actualización del misterio pascual en la liturgia, y de
forma especial en la Eucaristía, donde esta presencia aparece relacionada con las palabras del Señor
(anámnesis), con el poder del Espíritu (epíclesis) y con la comunión (koinonía). La presencia de
Cristo en la Eucaristía hay que entenderla, en primer lugar, como una continuación de su presencia
en medio de las personas, basada en su voluntad de permanecer entre nosotros y para nuestra
salvación y conduciendo todo hacia la plenitud de la transformación escatológica. En este contexto
debe situarse el tema de la transustanciación.
El sentido originario y primordial de la transustanciación hay que buscarlo en la escatología. En el
futuro de la nueva creación y en la transformación densa, profunda de la realidad, que allí acaecerá,
tendrá lugar la verdadera transustanciación del universo y de la realidad entera, de la que es
EUCARISTÍA - Pág. 103
anticipación en el tiempo y prefiguración real la transustanciación eucarística. Es transformación
por superación y ennoblecimiento de la realidad.
La transustanciación eucarística es, a la vez, la anticipación sacramental de una transformación en
Cristo y por el Espíritu, que sólo llegará a manifestarse en plenitud al final de los tiempos.
El símbolo eucarístico contiene la realidad personal simbolizada de Cristo. Su verdad es la persona
de Cristo. De ahí que la transustanciación pueda entenderse también como una transformación
simbólica, como un cambio sustancial del símbolo del pan y el vino que remiten, contienen y son,
en virtud de la palabra creadora de Cristo y el poder del Espíritu, verdadero cuerpo y sangre de
Cristo. Con otras palabras, el Señor resucitado, en la fuerza del Espíritu Santo, eleva y transforma
de tal modo el pan y el vino, que son transustanciados en su verdadero cuerpo y sangre.
La presencia eucarística tiene una finalidad: la koinonía o participación de los creyentes, su
transformación real en Cristo, en su cuerpo que es la Iglesia, su transustanciación personal en una
vida nueva, prenda y garantía de la vida eterna, su transformación en agentes de extensión de este
cuerpo en medio del mundo. Esta transformación no es menos honda y radical de lo que es la
transustanciación de los dones; esta transustanciación eucarística es signo o sacramento de nuestra
conversión en el cuerpo de Cristo, en la Iglesia.
4. Celebración litúrgica
a. Presencia expresada de modo plural diferenciante
La presencia de Cristo en la Eucaristía se comprende unida y relacionada con otras formas de
presencia dentro y fuera de la Eucaristía; esto exige: creerlas, conocerlas, significarlas y expresarlas
de modo adecuado, armónico, referencial. La presencia en la asamblea, haciendo conscientes de
que Cristo es el protagonista de la celebración, el que está en el centro, y significándolo por los
signos del altar que ocupa el centro, la cruz que destaca la centralidad pascual, el estilo y talante del
ministro que remite icónicamente a Cristo... La presencia en la Palabra, acompañándola de los
signos que le dan relevancia. La presencia en la caridad, remitiendo la colecta y otros signos de
caridad al amor entregado por los
demás de Cristo, que se manifiesta en justicia y solidaridad comunitaria. La presencia en la
anáfora, y sobre todo en la consagración, acompañando con gestos de veneración... La presencia
en la comunión, destacando el sentido de la participación plena, la exigencia de la transformación
personal, la esperanza activa en la transformación escatológica.
b) Duración y permanencia de la presencia
La presencia de Cristo permanece durante la celebración y después de la misma, mientras duran las
especies.
La historia de la salvación muestra cómo Dios ha querido habitar siempre con su pueblo (cf. Ex
29,5). Esta presencia culminó en la Encarnación (cf. Jn l, l4). Esta continuación, de modo
analógico, sucede en la Iglesia, de modo privilegiado, en la Eucaristía. La permanencia de Cristo en
las especies eucarísticas es, por tanto, el signo permanente de la presencia encarnada de Dios -con-
nosotros; será la llamada constante a una aceptación del don de Dios, en la autodonación a los
demás de la propia vida; es la referencia significante a la verdad mistérica y ética de la Eucaristía;
es el recuerdo de la inmediatez de Dios y de la misión y las tareas de la Iglesia.
Por otro lado, la conservación de la Eucaristía tiene la función de prolongar y hacer presente entre
nosotros la intercesión celeste de Cristo que proviene del sacrificio de la cruz, y que actualizamos
sacramentalmente. La permanencia de Cristo en la Eucaristía nos recuerda su permanente
4. ORACIÓN
Oración de Teilhard de Chardin un día que no tenía ni pan ni vino para celebrar la Eucaristía.
El Ofertorio
No tengo ni pan, ni vino, ni altar. Otra vez, Señor. Ya no en los bosques del Aisne, sino en las
estepas de Asia. Por lo cual trascenderé los símbolos para sumergirme en la pura majestad de lo
real, y yo, tu sacerdote, te ofreceré el trabajo y la aflicción del mundo sobre el altar de la Tierra
entera.
Colocaré sobre mi patena, oh mi Dios, la cosecha anhelada de este nuevo esfuerzo. Derramaré en
mi cáliz el zumo de todos los frutos que hoy habrán madurado.
Mi cáliz y mi patena son las profundidades de un alma pródigamente abierta a todas las fuerzas que,
dentro de un instante, se elevarán de todos los puntos del globo para derramarse hacia el Espíritu.
Uno a uno, Señor, veo y amo a todos los que me has regalado como sostén y como encanto natural
de mi existencia. Uno a uno, también, los considero miembros de una familia nueva y muy querida.
A mi alrededor se han ido juntando paulatinamente, a partir de los elementos más disparatados, los
parentescos del corazón, de la investigación científica y del pensamiento. De modo más impreciso,
evoco, sin excepción, a todos los que conforman la hueste anónima, la masa innumerable de los
vivientes: los que me rodean y me sustentan, sin que los conozca; los que vienen y los que se van;
EUCARISTÍA - Pág. 106
especialmente los que en la verdad o en el error, en su escritorio, en su laboratorio o en su fábrica,
creen en el progreso de las cosas, y buscarán hoy apasionadamente la luz.
A falta del celo espiritual y de la sublime pureza de tus santos, me has dado, Dios mío, una simpatía
irresistible por todo lo que se mueve en la materia oscura. Me reconozco al punto como un hijo de
la tierra más que como un vástago del cielo, y por eso me elevaré esta mañana, en el pensamiento,
sobre los altos espacios, cargados de las esperanzas y de las miserias de mi madre, la tierra; y allí,
con la fortaleza de un sacerdocio que solamente tú, estoy seguro, me has regalado, invocaré el
fuego sobre todo lo que en carne humana se apresta a nacer o a morir bajo el sol que asciende.
Eucaristía
15ª SESIÓN
Eucaristía e Iglesia
(1ª parte)
1. NUESTRA REALIDAD
1. Lectura del evangelio del día.
2. La presencia de Cristo en la Eucaristía la vamos percibiendo cada día más en algunos símbolos:
el Pan y Vino, en la Palabra, en la Asamblea, en los Ministros, sean sacerdotes que presiden o
laicos que ejercen algún servicio. Y por ello le damos cierta relevancia, veneración...
Pero otros aspectos de la presencia de Cristo en la Eucaristía van perdiendo el lugar que antes
ocupaba por ejemplo, se le tributa menos culto a la presencia de Cristo en el Sagrario o en la
custodia y se celebra más la Misa; antes se entraba en la Iglesia, en silencio, y se arrodillaba en
actitud de adoración a Cristo presente, hoy se valora más la fraternidad, el encuentro con los
hermanos y se entra hablando o se saludan unos a otros... Antes se le dedicaba más tiempo a la
oración con Él en el templo, hoy se le busca más en el pobre, enfermo o en el compañero de
trabajo. Lo comunitario tiene más acogida que la devoción individual, o personal. Dialogamos.
2. Compresión histórica
2.1. Escritura
a. Antiguo Testamento
El pueblo de Israel tiene conciencia de haber sido constituido pueblo de Dios, reino de sacerdotes y
nación consagrada, en asamblea de Yahvé, en Qahal Yahvé o en ekklesía tou Zeou (Iglesia de
Dios). Esta asamblea del Señor tiene cuatro elementos constitutivos: convocación divina, presencia
del Señor, proclamación y escucha de la Palabra, sacrificio y renovación de la Alianza. Su finalidad
es: recordar, acoger, renovar, realizar el plan salvador de Dios, de modo que todos sean conducidos
a su Reino definitivo. Pero esto es una esperanza y promesa en espera de cumplimiento pleno. b.
Nuevo Testamento
Cristo ha venido para cumplir las promesas. El evangelio presenta a Jesús como aquel que ha
venido a cumplir los planes de reunión de los hijos dispersos, anunciados por los profetas y
atribuidos a Yahvé (cf. Mt 23,3 7-39). Pero ¿cómo va a realizar Jesús todo esto? a. La asamblea del
Señor
EUCARISTÍA - Pág. 109
Jesús, que ha venido a reunir a todos los hombres en el Reino del Padre, comienza reuniendo
pequeñas asambleas: los doce, los discípulos, la gente que escucha sus palabras y participa en sus
signos y milagros. Con palabras y signos, dirigidos a todos, sobre todo a ciegos, cojos, pobres y
pecadores..., declara que el Reino de Dios ha llegado, y que todos están convocados a formar parte
de la nueva asamblea del Reino (cf. Mt 11,2-6; 22,7-10; Lc 14,21-23). Cristo anuncia el Reino y el
Reino está en Él. Él es el sujeto y el objeto de la convocación.
El verdadero signo de que Cristo es el convocador y el creador de la nueva asamblea es su muerte y
resurrección. Era necesaria su muerte para destruir todas las divisiones y pudiera nacer el pueblo de
la Nueva Alianza (cf. Mt 26,27-29). El misterio de la salvación de Cristo consiste en la constitución
de un nuevo pueblo (cf. 2Cor 6,14-16), que Él ha adquirido con su sangre (cf. 1Pe 1,9-10); en la
reunión de los hijos dispersos para hacer de ellos una asamblea: la Iglesia (cf. Jn 11,52; Mt 16,18).
Es una asamblea que tomará conciencia de sí misma, ya en la cena pascual, y sobre todo en las
reuniones pospascuales entorno al Resucitado, donde los discípulos se habituarán a un nuevo tipo
de presencia del Señor, perceptible sólo por la fe (cf. Jn 20,17.29).
b. La asamblea de la última cena
La última cena es la asamblea culminante de Cristo con sus discípulos, y la asamblea cultual
referente de la comunidad cristiana. La comunidad primera tiene conciencia de que es cuando está
reunida en asamblea eclesial, cuando repite el gesto de partir el pan, cuando se hace presente de
forma más viva y eficaz el Señor resucitado, y cuando se actualiza su salvación.
En los sinópticos, la relación Iglesia-Eucaristía se manifiesta sobre todo en cómo describen la
vinculación entre convite eucarístico y banquete del reino de Dios.
Pablo resalta la relación entre el cuerpo eclesial y el cuerpo eucarístico de Cristo (cf. 1Cor 10,16-17;
11,
27-29. Existe una estrecha relación entre la cena del Señor (cf. 11,23s); la comunidad que se reúne
en asamblea eucarística para celebrar y conmemorar esta cena (cf. 11,17-21) y la participación en
la Eucaristía expresando la unidad de fe en el Señor. El comer y beber del cuerpo y sangre de
Cristo, único sacrificio, supone, expresa y exige la unidad eclesial, incompatible con ninguna
división o discriminación. c. La asamblea de la Iglesia
Los discípulos tienen conciencia de ser la nueva promesa, y el punto de partida de la historia de la
Iglesia. Es el comienzo de la nueva asamblea del pueblo de Dios. Si la venida del Espíritu en el
Jordán inaugura la vida pública de Cristo, la venida del Espíritu en Pentecostés inaugura la vida
pública de la Iglesia. Estos son los elementos que caracterizan la asamblea pentecostal: 1.
Asamblea universal, para todas las razas y pueblos (cf. v. 6.11). 2. Asamblea escatológica, pues en
ella se cumplen definitivamente las promesas (cf. 2,16-21; Jn 14-17). 3. Asamblea de la nueva
alianza en el Espíritu, que es enviado de modo extraordinario (signos de viento, fuego...) (cf. EX
19,16-24; Ez 36,26). 4. Asamblea que proclama y acoge la Palabra, pues en esta asamblea se
proclaman y escuchan las maravillas de Dios (cf. v. 11), y los apóstoles comienzan a predicar y dar
testimonio con valentía de los acontecimientos salvadores (cf.
v. 14-15 22-23). 5. Asamblea que celebra los signos de salvación: Es una asamblea que bautiza a
los que han creído (cf. v.38), y que en la fuerza del Espíritu es fiel a la comunión fraterna y parte el
pan por las casas, para perpetuar la memoria del Señor (cf. v.42-47). Esta asamblea guarda una
relación con la asamblea judía, como se ve en su vinculación con el templo (cf. Hch 2,46ss; 3,11;
5,12; 9,20; 13,14-15).
Pronto se reunirá en asamblea propia, para proclamar las maravillas del Señor, ser fieles a la
enseñanza apostólica, y mostrar la solidaridad en la caridad por la comunicación de bienes (cf. Hch
2,42-46...; 1Cor 16,19; Col 4,15...). Su día para la reunión será ya el domingo (kyríaké) o día del
Señor (cf. Ap 1,10) porque es el día en que Cristo resucitó (cf. Mt 28,1: Mc 16,2; Lc 24,1; Jn 20,1).
EUCARISTÍA - Pág. 110
Este será el primer día de la semana, elegido por el Señor resucitado para aparecerse a sus
discípulos reunidos (cf. Lc 24,13; Jn
20,19-26), el día de la asamblea, el día de la Ekklesía. Ninguna asamblea será signo tan real y eficaz
de la presencia del Señor y de la realización de la misma Iglesia como la asamblea del domingo,
sobre todo cuando es asamblea eucarística.
2.5. Vaticano II
Recoge esta doctrina y la supera con una nueva síntesis cristológica, eclesiológica, pneumatológica
y sacramental.
a. Sacrosantum Concilium
1º. La Eucaristía es la manifestación privilegiada de la naturaleza de la Iglesia (cf. SC 2).
Razones: La liturgia es culmen y su fuente (SC l0) de la acción de la Iglesia; expresa la vida de los
fieles; implica la acción de Cristo y de la Iglesia; la liturgia expresa el misterio de la Iglesia-
sacramento, por su ser visible-invisible (cf. SC 5; LG 8); este misterio se expresa de forma especial
en la actualización que en la liturgia se realiza del misterio de la salvación, y especialmente del
sacrificio de Cristo; porque, si del misterio pascual nace la Iglesia como comunión de vida con Dios
y entre las personas, la Eucaristía, actualizando este misterio, realiza y renueva dicha unidad
pascual.
2º. La Eucaristía es expresión de un pueblo participante: La participación y la acción del pueblo de
Dios en la liturgia es el concepto catalizador de una concepción de Iglesia, toda ella sujeto,
mediación y objeto de la acción litúrgica, según la diversidad de oficios y ministerios (cf. SC 26).
Es una participación, que pone en acción el sacerdocio universal, que expresa la unidad en la
diversidad de oficios y ministerios, como pueblo jerárquicamente constituido, que tiene derecho y
deber a participar en cuanto pueblo de Dios, en orden a expresar su propia identidad.
3º. La Eucaristía, manifestación de la estructura jerárquica de la Iglesia: La Eucaristía manifiesta la
participación y comunión de todo el pueblo de Dios de un modo diferenciado, es decir, en su
estructura jerárquica (cf. SC 28).
Esta ordenación jerárquica se manifiesta sobre todo en la Eucaristía presidida por el obispo, rodeado
del presbiterio, y con el ejercicio de la pluralidad de servicios y ministerios (cf. SC 41.29).
Igualmente es signo de esta unidad la concelebración, por la que se manifiesta la participación de
todos en el mismo banquete y sacrificio (SC 41). Y todo ello encuentra su máxima expresión en la
Eucaristía dominical, en la que la asamblea reunida representa, en un determinado lugar y de modo
especial, a la Iglesia entera en comunión con el obispo y con las otras iglesias (SC 42). b. Lumen
gentium
1º. La Eucaristía es expresión privilegiada de la sacramentalidad de la Iglesia. La Iglesia es en
Cristo como un Sacramento, o sea, signo e instrumento de la unión íntima con Dios y de la unidad
de todo el género humano (cf. LG 1). Esta sacramentalidad de la Iglesia depende de la realidad de
Cristo sacramento original, a cuya semejanza analógica debe entenderse el misterio de la Iglesia
(cf. LG 8). La Iglesia es, pues, el lugar donde se hace visible la salvación, de forma especial en cada
uno de los sacramentos, y sobre todo en la Eucaristía, centro de todo el organismo sacramental,
concentración privilegiada de la sacramentalidad de la Iglesia, donde se actualiza la obra de
salvación de Dios a las personas (cf. SC 2), y donde se expresa y realiza la unidad y comunión de
Dios con la humanidad.
4. ORACIÓN
Estás cada vez más cerca
Déjanos encontrarte, vivir con tu esperanza,
disfrutar tu presencia y sentir tu alegría. Tú
EUCARISTÍA - Pág. 113
estás cerca, muy cerca, y nos cuesta verte,
porque andamos distraídos y despistados. La
vida junto a Ti es diferente, porque fortaleces
nuestra creatividad, dinamizas nuestra
capacidad contemplativa e impulsas nuestros
corazones al Amor. Contigo salimos del caos
universal y nos llevas a las verdes praderas
del encuentro nos conviertes en personas
productivas, en higueras llenas del fruto de la
fraternidad. Estás a la puerta llamando,
aunque muchos no te conozcan, al abrir,
aunque otros te disfracen de poderíos y
lejanía Tú nos sales al encuentro para
traernos abundancia de vida.
Nuestros miedos, a veces, nos impiden oírte, nuestra
necesidad de seguridades se despeja de Ti, nuestro correr
diario nos roba el tiempo de la amistad contigo pero Tú,
nos esperas, también en el silencio del templo. como en el
silencio del bullicio, o en el bullir de los pucheros.
Porque Tú nos sacas de la mediocridad,
Tú nos liberas de miedos y traumas, Tú nos
invitas a vivir cada momento y a juntar nuestras
manos para construir otra vida. Contigo ya no
hay temores, contigo sólo hay vida, contigo la
esperanza nos envuelve, contigo es posible
inventar otro mundo, donde todos los seres nos
demos las manos e impulsemos la historia hacia
la libertad.
Eucaristía
16ª SESIÓN
Eucaristía e Iglesia
(2ª parte)
4. Celebración litúrgica
4. ORACIÓN
Oración por mi parroquia
Jesús, ésta es hoy mi oración:
Gracias por mi parroquia.
¡Estoy recibiendo tanto de ella!
¡Tengo tanto que agradecerle!
En ella te estoy descubriendo, en ella estoy
aprendiendo a amarte y a seguirte. Desde ella
escucho tu Buena Noticia, desde ella recibo el
pan necesario para el camino.
Cuando me canso, me deja su palabra de
ánimo, cuando me caigo, me entrega tu
perdón. Cuando me siento débil, ella me
fortalece, cuando me duermo, ella me
despierta.
Quiero darte las gracias porque cada
domingo me invitas al banquete de la
Eucaristía, en ella crezco como miembro de
la parroquia, de ella salgo más misionero.
Te pido, Señor, que el pan de la vida me
una a todos los que formamos tu Iglesia,
que a nadie excluya, que a todos llegue mi
abrazo de paz.
Te pido por los grupos que sirven dentro de la
parroquia, a los que evangelizan fuera de ella, a los
trabajan con los niños, familias, enfermos y pobres, a
los de la liturgia y de la limpieza de forma callada.
Que seamos un rincón cálido, un lugar
donde nos queramos y respetemos, un
EUCARISTÍA - Pág. 120
espacio donde vivamos como hermanos,
donde, unidos, nos esforcemos por tu
Reino.
Y te ruego algo más, con la
fuerza de que soy capaz.
Que mi parroquia no luche por sí y por su causa.
Se empeñe, más bien, en Ti y en tu causa.
Que no destaquemos por hacer muchas
cosas, por ser muchos e importantes. Que
nos conozcan, Señor, por vibrar y soñar con
lo que tú vibraste y soñaste.
Jesús, te doy gracias por mi
parroquia. Jesús, te pido por mi
comunidad. Que tu Eucaristía nos
haga Iglesia y que la Iglesia nos haga
misioneros.
Amén.
Eucaristía
17ª SESIÓN
1. NUESTRA REALIDAD
1. Lectura del evangelio del día.
2. Si tengo conciencia de pecado y necesidad de comulgar: ¿Qué hago?, ¿qué debo hacer?
Los Padres griegos recogen este aspecto, complementándolo con la eficacia perdonadora de la
Eucaristía: la comunión elimina nuestra impureza y libra de la enfermedad del alma; es necesario
examinarse a sí mismo y no comer y beber indignamente el cuerpo y la sangre de Cristo; la
conversión es necesaria para la eficacia del perdón por la Eucaristía; quien tiene pecados graves
debe hacer penitencia antes de acercarse a la Eucaristía; si los pecados no son graves por la eficacia
del sacrificio de Cristo se perdonan en la Eucaristía. Los Padres latinos expresan lo mismo respecto
a las disposiciones y a la eficacia perdonadora de la
Eucaristía: eficacia purificadora de la comunión, verdadera “medicina contra el pecado”; la
Eucaristía configura con el cuerpo de Cristo y de la Iglesia; la eficacia perdonadora de la Eucaristía
alcanza a quienes están unidos a Cristo y a la Iglesia por el bautismo. b. Testimonio litúrgico
En sus oraciones y ritos (penitencial, paz, comunión) expresa la eficacia reconciliadora y
perdonadora de la Eucaristía. La riqueza de expresiones de perdón expresa una fe eclesial que
siempre ha confesado y orado en la confianza de que quien se acerca con corazón sincero y
arrepentido a la Eucaristía recibe el perdón de sus pecados.
c. Santo Tomás de Aquino
Atribuye a la Eucaristía, como sacrificio y sacramento, una eficacia perdonadora. Este efecto se
expresa sobre todo en las palabras de la consagración del vino:
1. La remisión de los pecados en cuanto que, realizando lo que dice Ap. 1,5 (“con su sangre
nos rescató de nuestros pecados”), se dice: “sacramentalmente lo que se expresa y significa”.
2. En la expresión “por vosotros” se significa que reciben el perdón de los pecados aquellos
que
reciben por la comunión el sacramento, a quienes se les dice: “tomad”.
3. Al decir “por muchos” se refiere a todos aquellos que, sin participar en la Eucaristía,
reciben el perdón por la pasión de Cristo.
• La Eucaristía nos une a Cristo, nos purifica de los pecados cometidos y nos preserva de los
fu-
turos pecados (cf. CEC 1393).
• La Eucaristía tiene eficacia perdonadora respecto a los pecados veniales; efecto vivificador y
fortalecedor en la caridad, para evitar y luchar contra todo pecado, sobre todo el pecado
mortal (cf. CEC 1394-1395).
3. Aplicación litúrgica
La Eucaristía está llena de elementos penitenciales y de reconciliación:
• rito penitencial, que prepara a participar con actitud de conversión;
• plegaria eucarística, que expresa la actualización del sacrificio de reconciliación, así como
la transformación por el Espíritu en la unidad y el amor;
• padrenuestro, que recuerda e invita a unir la reconciliación que pedimos a Dios con la que
damos y recibimos de los hermanos;
• rito de la paz, por el que se manifiesta en signo común el deseo y compromiso de luchar por
la paz, de ser pacificadores y reconciliadores;
• rito de la comunión, por el que nos unimos a Cristo y entre nosotros formando un solo
cuerpo, sin división, sin separación.
4. ORACIÓN
La oveja perdida
Ven, Jesús, a buscarme,
busca a la oveja perdida.
Ven, pastor.
Deja las noventa y nueve y
busca la que se ha perdido.
Ven hacia mí.
Estoy lejos.
Me amenaza la batida de los lobos.
Búscame,
encuéntrame,
acógeme,
llévame.
Puedes encontrar al que
buscas, tomarlo en brazos y
llevarlo.
Ven y llévame
sobre tus huellas.
Ven Tú mismo.
Habrá liberación en la tierra
y alegría en el cielo.
“Este sacramento tiene una triple significación: una respecto del pasado, en cuanto es
conmemoración de la pasión del Señor, que fue verdadero sacrificio. La segunda respecto del
presente, y es la unidad eclesiástica, de la que por Él participan los hombres; por eso se llama
comunión o sinaxis... La tercera en relación con el futuro, por prefigurar este sacramento la
fruición de Dios que tendremos en la patria; y así tiene el nombre de viático, porque nos pone
en el sendero que nos conduce allá” (Santo Tomás).
Santo Tomás recoge el carácter viático de la Eucaristía que, en unión con la unción de enfermos,
prepara a la entrada en la gloria. Atribuye este efecto escatológico a la Eucaristía como sacrificio y
como sacramento.
Trento, sobre este aspecto, recoge la doctrina común: Nuestro Salvador quiso ser en la Eucaristía
prenda de la gloria y de la felicidad futuras (DS 1638). El pan que comemos en la Eucaristía es
nuestra fortaleza para recorrer el camino hacia la patria eterna (DS 1649). c. Vaticano II y
documentos posteriores
El Vaticano II recoge la dimensión escatológica de la Eucaristía.
SC 2 relaciona la liturgia terrena y la liturgia celeste:
“En la liturgia terrena pregustamos y tomamos parte en aquella liturgia celestial que se
celebra en la santa ciudad de Jerusalén, hacia la cual nos dirigimos como peregrinos y donde
Cristo está sentado a la diestra de Dios como ministro del santuario y del tabernáculo
verdadero; cantamos al Señor el himno de gloria con todo el ejército celestial: venerando la
memoria de los santos, esperamos tener parte con ellos y gozar de su compañía; aguardamos
al Salvador, nuestro Señor Jesucristo, hasta que se manifieste Él, nuestra vida, y nosotros nos
manifestemos también gloriosos con Él”.
LG (35,48,50,5l), alude a que en la liturgia prefiguramos los nuevos cielos y la nueva tierra.
GS dedica un párrafo a este aspecto de la Eucaristía:
EUCARISTÍA - Pág. 130
“Pero a todos libera, para que, con la abnegación propia y el empleo de todas las energías
terrenas en pro de la vida humana, se proyecten hacia las realidades futuras, cuando la propia
humanidad se convertirá en oblación acepta a Dios. El Señor dejó a los suyos prenda de tal
esperanza y alimento para el camino en aquel sacramento de la fe en el que los elementos de
la naturaleza, cultivados por el hombre, se convierten en el cuerpo y la sangre gloriosos con la
cena de la comunión fraterna y la degustación del banquete celestial” (GS 38; cf. 22, 39, 45).
La transformación (transustanciación) de los dones en la Eucaristía es interpretada como el
preludio de una transformación escatológica de la creación entera, que culminará en el
banquete celestial. Este aspecto ha sido desarrollado en el Catecismo:
• La Eucaristía es memorial de la pascua del Señor del que participamos, y por tanto es
también “anticipación de la gloria celestial” (n. 1402).
• Esta dimensión se fundamenta en las palabras del Señor en la última cena y en la praxis de
la comunidad primera que implora: “Marana tha” (n. 1403).
• Se trata de una presencia velada, en espera de la venida gloriosa y de la plenitud de vida y
felici-dad donde quedarán superados nuestros dolores (cf. PE III, oración por los difuntos).
Este aspecto ha sido enriquecido en las plegarias eucarísticas. Unas veces se recoge en el momento
de la anámnesis, la referencia al momento escatológico de la segunda venida: “mientras esperamos
su venida gloriosa” (PE III; PE IV). Otras veces se alude a él poniendo más el acento en la
esperanza de quienes caminamos peregrinos hacia Dios: “por este sacrificio, que nos abre el camino
hacia ti... caminemos alegres en la esperanza” (PE V/a,b,c). Y de modo especial se recuerda este
aspecto en la oración por los difuntos y el recuerdo de quienes ya participan de la liturgia celeste,
pues no sólo se pide para que ellos ya participen de la plenitud de la vida en Dios, sino también para
que los que vivimos aquí “merezcamos, por tu Hijo Jesucristo, compartir la vida eterna y cantar tus
alabanzas” (PE II), pues un día “esperamos gozar todos juntos de la plenitud eterna de tu gloria”
(PE III), de modo que “todos tus hijos nos reunamos en la heredad de tu reino” (PE IV). En una
bella síntesis, este deseo queda expresado en las otras plegarias: “Y cuando termine nuestra
peregrinación por este mundo, recíbenos también a nosotros en tu reino, donde esperamos gozar
todos juntos de la plenitud eterna de tu gloria” (PE V/a,b,c.).
a. Presencialización de la escatología
Por este aspecto se pone el acento en el memorial pascual, en el acontecimiento salvador
escatologizado por la resurrección del Señor, que es presencia dinámica y salvadora para la
comunidad creyente y celebrante. Cristo, Alfa y Omega, cumbre y centro del universo, no estaba
antes ausente de la realidad creada, y menos del pueblo elegido, de la humanidad entera. Pero
ahora, y en la Eucaristía de modo especial, acentúa esta presencia, la intensifica, la totaliza, la
significa visible y eficazmente, hasta tal punto que aquella realidad ya le pertenece totalmente, ya
viene a ser el mismo presente. b. Escatologización de la presencia
La intensidad escatológica presencial de Cristo en la Eucaristía transforma la realidad signal-
material eucarística (pan y vino) de forma tan radical, que viene a ser como elevada a su plenitud
Eucaristía
19ª SESIÓN
1. NUESTRA REALIDAD
1. Lectura del evangelio del día.
2. No vamos a misa solo por escuchar al sacerdote, que debe ayudarnos a unir la fe y la vida.
• La misa, su contenido, sus símbolos, los gestos, lo que se celebra: muerte y resurrección...
nos debe llevar a la vida, a la misión: hacer de la vida una Eucaristía diaria.
• ¿Sabes decir cómo y cuál es tu misa diaria?
• Hemos aprendido a vivir personalmente, particularmente la misa, lo que me dice, lo que me
pide, lo que rezo, el encuentro personal con Jesús, con mis pecados, es decir una piedad
intimista e individual. Pero no hemos dado el paso a una vivencia social de la misa ¿de qué
se trata?
Veámoslo.
La misión es la tarea que debe cumplir la comunidad, y cada miembro, según su carisma, siguiendo
el mandato de Cristo, y aceptando los compromisos asumidos en el bautismo, la confirmación y la
Eucaristía. La Iglesia es misionera; cada miembro debe asumir su responsabilidad en la misión,
según su carisma y vocación; hay complementariedad entre sacramento y evangelización, y la
Eucaristía es lugar privilegiado de renovación, de compromiso y de envío para la misión.
Esto lo vemos en el encuentro de Jesús con los discípulos de Emaús (Lc 24,13-35): por la palabra
de Jesús que les explica el acontecimiento de su muerte y resurrección, y por el “partir el pan”, los
discípulos renuevan su fe y su confianza, y se sienten impulsados a volver a Jerusalén para anunciar
a los Once la noticia.
Esto puede explicar que a la Eucaristía se la llame “Misa”, del verbo latino mittere-missus, que
significa enviar, enviado (“Id, la misa ha terminado”), para cumplir la misión, es decir, las tareas
encomendadas por el Señor, recordadas y renovadas en la Eucaristía, para extender el Reino y
edificar la Iglesia en el mundo.
Una finalidad de esta diakonía es la recuperación de la amistad y la comunión con Dios, que se
renueva por el “sacrificio de la nueva alianza”, y la recuperación o el mantenimiento de la
reconciliación, la unidad y la paz de la humanidad, siempre amenazada por la división, la enemistad
y hasta la guerra (cf. Prefacio de la PE sobre la reconciliación II).
Este “servicio social” de Dios, realizado en Cristo y actualizado en la Eucaristía, debe ser
continuado
por la Iglesia y por todos los fieles, que deben estar dispuestos a “compartir los bienes con los
necesitados”, y a ser misericordiosos y caritativamente solidarios con ellos, promoviendo la
libertad, la justicia, la paz y la reconciliación (cf. PE V/b; PE sobre la reconciliación II).
La tarea caritativa y social, que expresa y promueve la Eucaristía, afecta a todos los bautizados,
compromete a toda la Iglesia a través de la asamblea reunida (cf. Prefacio III Cuaresma; PE V/c).
Todos debemos seguir a Cristo en su amor a los “pobres y enfermos, a los pequeños y pecadores”,
sin “permanecer indiferentes ante el sufrimiento humano” (cf. PE V/b).
Estos son los contenidos sobre la dimensión social que aparecen en las plegarias eucarísticas. Lo
que se expresa en ellas es básico y central: unidad y caridad, justicia y paz, liberación y
reconciliación, ayuda y solicitud por los necesitados, solidaridad y comunicación de bienes. Las
plegarias que inciden más en el tema “social” son: PE sobre la reconciliación II; PE V/c; PE V/b.
La reforma del misal romano recoge la dimensión social sobre todo en los “prefacios” e
“intercesiones”. Esta dimensión puede ser enriquecida en el futuro, teniendo en cuenta la
mentalidad y sensibilidad actual.
b. Eucaristía y marginados
Un aspecto a considerar en la celebración de la Eucaristía, para que muestre su dimensión social y
caritativa, evangelizadora y realista, es la acogida que los marginados tienen dentro de ella. Este
aspecto reclama una expresión en gestos internos y externos dentro de la celebración.
• La Eucaristía no discrimina
La Eucaristía recoge y actualiza las grandes líneas de acción de Cristo: alianza y comunión (Lc
22,20); servicio (Jn 13,14); caridad y amor sin discriminación social: banquete de bodas (Lc 14,
15ss); opción preferencial por los pobres: parábola de Lázaro-Epulón (Lc 16,19-31).
El testimonio de la Iglesia primitiva lo reivindica para la verdad eucarística (cf. 1Cor 11; Hch
2,42ss; Sant 2,1ss); y el testimonio patrístico es constante al respecto.
Por tanto, la Eucaristía no debe discriminar a nadie por su posición social o por cualquier otra
condición o situación. Pero la Eucaristía exige discernir. En la Iglesia primitiva hay discernimiento
de la actitud interna, de los actos y comportamientos (cf. Mt 22,1-12; 1Cor 11,28-32; 1Cor 5,1-13).
Esto se expresará después respecto a los “excomulgados” penitentes... Y la Iglesia lo concretará en
la prohibición de comulgar a aquel que tiene un pecado grave o mortal.
La comunión nos cristifica, nos diviniza, nos con-corporeíza en Cristo, y en alguna medida nos
eterniza, al ser participación y prenda escatológica de vida eterna. El que se une a Cristo en la
Eucaristía vive, por tanto, una transformación en su vida, en su amor, en su unidad, en su misterio y
su misión. “Tú comes el cuerpo de Cristo, pero es él quien te asimila” (San Agustín). b. La
Eucaristía, transformación social
La celebración de la Eucaristía es pasajera, pero concentra en sí misma la totalidad de una gran
tarea, que debemos cumplir en la vida y que reclama un desarrollo posterior en todas sus
potencialidades: fraternidad e igualdad, participación y responsabilidad común, justicia, caridad y
solidaridad... La Eucaristía nos transforma internamente, personalmente, comunitariamente, pero
también nos impulsa hacia la transformación externa y social, que está por cumplir en la vida.
Para que esto sea así, se requiere descubrir, asimilar, vivir y comprometerse con lo que el símbolo
entraña y significa como contenido de ideal y de tarea.
Es una transformación que el cristiano busca por la humanización de las relaciones humanas, por la
relativización de las realidades materiales, por promoción de un mundo mejor en la verdad, la
justicia, la solidaridad, la paz. De forma especial es la transformación por la justicia y el amor la
que aglutina la misión del cristiano.
La transformación por la caridad y el amor exige promover los valores del Reino, la mutua acogida
y respeto, la tolerancia y convivencia en la pluralidad de opiniones y opciones, la aceptación de la
igualdad y común dignidad sin discriminaciones, la promoción de unas relaciones donde se den la
reconciliación y el perdón, la ayuda fraternal, la gratuidad más allá del intercambio mercantilista, la
promoción de una cultura de la vida y una civilización del amor, en una atención preferencial a los
más pobres y necesitados. c. La Eucaristía, transformación evangelizadora
La Eucaristía es: reunión y misión, celebración del misterio, y renovación del compromiso con la
misión. Respecto a la relación Eucaristía-evangelización señalamos algunos principios:
EUCARISTÍA - Pág. 138
1. La eucaristía exige la evangelización, y es a la vez evangelizadora, porque emite, renueva, nos
lleva a vivir mejor el evangelio en fe viva.
2. Esta evangelización se da desde la realización de las dimensiones de la misión: Palabra - Culto =
alabanza - caridad - comunión, que deben tener un desarrollo armónico y equilibrado, cual
ejemplo de aquello que debe suceder en el cumplimiento de la misión en la vida.
3. Es una evangelización que tiene tres momentos: “antes”, “en”, “después” de la celebración,
porque exige una preparación previa (del presbítero, los servicios y ministerios, la comunidad),
una pedagogía didáctica realizante (en el desarrollo y realización de las palabras y signos), y un
compromiso evangelizador consecuente (en la prolongación del contenido eucarístico en la vida).
4. La Eucaristía es centro y culmen de la evangelización (cf. SC 10), porque es centro del evangelio,
de la Iglesia, de la vida cristiana y de la misión, y porque impulsa a vivir y a extender el
evangelio dentro y fuera de la Iglesia.
5. El nivel y la forma propia de realizar esta evangelización es desde la experiencia celebrativa,
desde
sus palabras, signos y símbolos, desde lo visible significante a lo invisible significado. Es toda la
Eucaristía, en sus diversos elementos y ritos, la que emite un mensaje evangelizador, pedagógico y
didascálico, que nutre y alimenta la fe del pueblo celebrante (cf. SC 59).
6. La Eucaristía es: a) Objeto de evangelización, en cuanto que es preciso hablar y catequizar sobre
ella a los evangelizados. b) Medio de evangelización, en cuanto que por las palabras, gestos,
signos y símbolos de la Eucaristía se está evangelizando, con pedagogía mistagógica. c) Y meta
de la evangelización, porque toda acción evangelizadora culmina en la celebración de la
Eucaristía.
La Eucaristía exige tomar conciencia de nuestra responsabilidad con la misión-evangelización. La
Eucaristía es el AMÉN a la voluntad salvadora de Dios, por Cristo y en el Espíritu.
Esta tarea tiene tres ámbitos, a los que hay que atender, desde y a partir de la celebración: El
primero es la evangelización dentro de la comunidad, porque vivimos una situación de
descristianización, secularización, indiferencia y agnosticismo entre los bautizados. El segundo es
la evangelización hacia afuera, con los que no conocen el evangelio, o viven una situación de vida
que reclama la primera evangelización misionera. Es preciso que de la Eucaristía nazca cada día
una “esperanza nueva” (Miq 4, 1ss; cf. Is 2,2-3), que nos impulse a extender el evangelio y el
Reino, en la convicción de que así ayudamos a toda persona a ser y vivir con mayor sentido y
dignidad. Y el tercer ámbito es el personal de la “autoevangelización permanente”.
1. Lectura y trabajo personal o en grupo del contenido anterior.
a. Señala las cuestiones que no te quedan suficientemente claras.
b. Señala las cuestiones que más te llaman la atención.
2. Sesión de trabajo en grupo.
Puesta en común de las cuestiones anteriores y aclaraciones, si procede, del profesor.
3. CONTRASTE PASTORAL
– Predomina la gente que va a misa y es buena persona, pero vive lejos de la vida del pueblo o
barrio: Semanas culturales, Asociaciones, Sindicatos...
– A veces la gente más piadosa somos los más opuestos a los cambios litúrgicos, sociales,
políticos...
EUCARISTÍA - Pág. 139
– Si la comunión me lleva a la misión y si la misión es hacer comunión, ¿dónde está el fallo?
4. ORACIÓN
Oración “darse hasta el fin”
Tú has puesto en nuestras manos, Señor, la
construcción del mundo y la edificación de tu
Iglesia, tu comunidad. Por eso y para eso te has
quedado en la Eucaristía y nos invitas cada
domingo a tu mesa y nos das el pan de la
unidad.
Eucaristía
20ª SESIÓN
Eucaristía y culto eucarístico
fuera de la misa
1. NUESTRA REALIDAD
1. Lectura del evangelio del día.
2. ILUMINACIÓN DE NUESTRA REALIDAD
1. Evolución histórica
La Iglesia confiesa que la presencia de Cristo permanece durante la celebración de la misa y
después, mientras duran las especies. Pero ¿en qué se fundamenta y qué sentido tiene esta
permanencia de Cristo, una vez concluida la celebración de la Eucaristía?
2. Reflexión teológica
2.1. Presencia autodonante permanente
En el fundamento de la adoración eucarística se encuentra la presencia continuada del misterio
pascual de salvación, significado en la “conversión real y sustancial” del pan y del vino en el cuerpo
y la sangre de Cristo.
Además, hay que considerar el carácter dinámico de la Eucaristía, en cuanto a su misterio y
contenido, y en cuanto a su expresión externa y vital. Respecto al contenido, es evidente que el “por
vosotros”, “por muchos” autodonante de Cristo no se reduce a un momento aislado, sino que
permanece. La presencia real se explica como esa realidad intermedia entre lo visible del
sacramento, es decir, su celebración externa, y la última finalidad del mismo, es decir, la comunión
con el sacrificio y con la Iglesia. La última finalidad de la Eucaristía es recibir de Cristo la fuerza de
la unidad y de la caridad que nos viene de su sacrificio pascual. La adoración eucarística, legitimada
por el realismo de la presencia real de Cristo, no puede hacerse un fin en sí misma, dado que esta
presencia se orienta institucionalmente hacia la realidad última que la motiva: la comunión con el
sacrificio de Cristo, sacramentalmente representado. Por otro lado, la conservación de la Eucaristía
en el sagrario tiene la función de prolongar y hacer presente entre nosotros la intercesión celeste de
Cristo que proviene del sacrificio de la cruz, y que actualizamos sacramentalmente.
La presencia de Cristo en la Eucaristía es una llamada al encuentro personal, de amistad, con Cristo.
La Eucaristía debe entenderse también como presencia de persona a persona, como encuentro
interpersonal a nivel propio.
La Eucaristía es así acontecimiento pascual celebrado, encuentro interpersonal que permanece, y
respuesta en adoración que se prolonga.
4. ORACIÓN
Tú estás cada vez más cerca
Déjanos encontrarte, vivir con tu esperanza,
disfrutar tu presencia en la Eucaristía. Tú
EUCARISTÍA - Pág. 144
estás cerca, muy cerca, y nos cuesta verte,
porque andamos distraídos y despistados.
ALGUNAS REFERENCIAS A LA
EUCARISTÍA EN EL MAGISTERIO
Concilio Vaticano II
• Nos une con Cristo y entre nosotros (cf. LG 7)
• Por medio de ella el Pastor reúne a su diócesis en el Espíritu Santo (cf. CD 11)
• Celebrándola, la Iglesia alaba a Dios e intercede por la salvación del mundo (cf. SC 83)
• En ella los elementos cultivados por la persona se convierten en el Cuerpo y Sangre del Señor (cf.
Catecismo
El sacramento de la Eucaristía (1322-1323)
ALGUNOS ARTÍCULOS DE
TEOLOGÍA SOBRE LA EUCARISTÍA
Para leer los artículos de teología hay que entrar en www.seleccionesdeteologia.net y pinchar en la
pestaña BUSCADOR.
ST 178 (2006). BOTTIGHEIMER, C., La Eucaristía como sacrificio ¿una cuestión teológicamente
controvertida), en
CASTILLO, J. M., Eucaristía y primera comunión. Entre catequesis y teología, en ST 178 (2006).
COOKE, B., La Eucaristía como alianza en los sinópticos, en ST 13 (1965).
DURRWELL, F. X., Eucaristía y Parusía, en ST 43 (1972).
FAIVRE, B., Eucaristía y memoria, en ST 32 (1969).
FALQUE, E., El que come mi carne y bebe mi sangre, en ST 208 (2013).
FORTIN, B., Inculturar la Eucaristía para evangelizar, en ST 129 (1994).
HAHN, F., Estado de la investigación sobre la Eucaristía primitiva, en ST 63 (1977).
JUNGMANN, J. A., La Eucaristía como centro de nuestra piedad, en ST 13 (1965).
KASPER, W., Unidad y pluralidad de aspectos en la Eucaristía, en ST 100 (1986).
KLAUCK, H. J., El “cuerpo de Cristo”. La comida del Señor en 1 Cor 10-12, en ST 168 (2003).
KEHL, M., Eucaristía y resurrección, en ST 39 (1971).
LEBEAU, P., Vaticano II y la esperanza de una Eucaristía ecuménica, en ST 36 (1970).
LIES, L., Accesos antropológicos a la Eucaristía, en ST 168 (2003).
MO SUNG, J., La Eucaristía ¿memorial o rito sagrado?, en ST 192 (2009).
POUSSET, E., La Eucaristía: sacramento y existencia, en ST 23 (1967).
RAHNER, K., Palabra y Eucaristía, en ST 13 (1965).
SESBOUE, B., Eucaristía: dos generaciones de trabajos, en ST 85 (1983).
TEIXEIRA, C., Eucaristía: una comensalidad conflictiva, en ST 158 (2001).
IZUZQUIZA, D., Al partir el pan. Notas para una teología política de las migraciones, Cristianisme
i Justicia, Cuaderno 169, 2010.
PAGOLA, J. A., La Eucaristía, experiencia de amor y de justicia, Aquí y ahora, Sal Terrae,1991.
CALENDARIO DE SESIONES
“FORMACIÓN ESPECÍFICA”
DÍA MES LUGAR HORA
Calendario diocesano
2017 - 2018
XII Encuentro Diocesano de Capacitación
Pedagógica
• Trujillo, 11 de noviembre de 2017
Ejercicios espirituales
• Pago de San Clemente, 3 de marzo de 2018
(Organizados con el Arciprestazgo de Trujillo)
Encuentro-retiro de Adviento
• Pago de San Clemente, domingo, 3 de diciembre de 2017
EUCARISTÍA - Pág. 160 Se terminó de imprimir eSte volumen de
– Formación básica
• Bautismo y Confirmación • Iglesia, servidora de los pobres;
• Creación, gracia, salvación Situaciones de pobreza y
• Doctrina Social de la Iglesia respuesta de la Iglesia
• Eclesiología • Misión Diocesana
• El Dios de Jesucristo Evangelizadora
• El don de la fe • Teología de los sacramentos
• Eucaristía • Teología del laicado
– Formación específica
• Apostolado seglar • Pastoral rural misionera
• Cáritas • Teología y pastoral catequética
• Pastoral familiar
– Talleres
• Bautismo y Confirmación • Espiritualidad para una pastoral
• Cáritas misionera y evangelizadora
• Doctrina Social de la Iglesia • Eucaristía
• Eclesiología • Teología de los sacramentos
– Capacitación Pedagógica
• Acción evangelizadora • Lectura creyente de la realidad
• Análisis de la realidad • Orar desde la Palabra de Dios
• Claves pedagógicas para (lectura orante del Evangelio) una
acción misionera y • Pedagogía de la acción evangelizadora
• Programación pastoral
• Importancia de la formación de • Proyecto personal de vida
los fieles laicos en la Diócesis • Revisión de vida
– Acompañamiento
• Ejercicios espirituales • Encuentro de cristianos en la
(en coordinación con la Vicaría vida pública (en coordinación
General de Pastoral) con la Delegación de
• Ejercicios espirituales en la Apostolado Seglar)
vida diaria • Retiros de Adviento y de Cuaresma
– Documentos diocesanos
• Constituciones Sinodales • Plan General de la Formación
de Laicos
– Doctrina Social de la Iglesia
• Eucaristía y Doctrina Social de la Iglesia
• Familia y Doctrina Social de la Iglesia
• Misión Diocesana Evangelizadora y Doctrina Social de la Iglesia
• Trabajo digno y Doctrina Social de la Iglesia
– Otros documentos
• Católicos en la vida pública • La pastoral obrera de toda la Iglesia
• Evangelii Gaudium • Laudato si
• Iglesia en misión al servicio de • Los cristianos laicos, Iglesia
nuestro pueblo (Plan Pastoral en el mundo 2016-2020. Conferencia
• Misericordiae Vultus
Episcopal Española) • Por un trabajo al servicio de
• Iglesia, servidora de los pobres todo el hombre