Guía #1
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DIVISIÓN EDUCACIÓN
Escuela de Artillería
LOS VALORES:
Los valores pueden considerarse como ideales deseables de una persona o de una colectividad en
virtud de una naturaleza reconocible. Un valor es un bien al cual aspiramos y necesita ser
reconocido de forma libre y consciente para guiar la realización personal. A nivel individual, los
valores dan un significado a la existencia, le dan sentido, orientación y justificación. En otras
palabras, si los valores declarados por una colectividad, organización o institución, no tienen
relación con nuestra naturaleza y realización personal, entonces pierden su verdadero alcance y
significado; un valor asumido debe orientar las aspiraciones vitales y forjar un proyecto de vida
auténtico y comprometido con un propósito.
LAS VIRTUDES:
Entendiendo que los valores son ideales orientadores para la Institución y que definen el proyecto
de vida de sus integrantes en torno a la auténtica vocación de servicio, cabe preguntarse qué son
las virtudes y cuál es su relación con los valores declarados en nuestra Ordenanza. Mientras los
valores son pensados, estimados y apreciados, las virtudes, en cambio, son actos concretos,
buenas prácticas y hábitos positivos que se adquieren y ejercitan por repetición, facilitando el
ejercicio de una actividad, su perfección y el ánimo para realizarla cada vez de mejor manera.
Las virtudes pueden considerarse como la encarnación habitual y operativa de los valores en la
conducta; es decir, corresponden a aquellos hábitos concretos que plasman los valores en el
comportamiento diario. Esto quiere decir que para cada valor declarado en nuestra Ordenanza
corresponde una virtud personal que lo encarna y lo refuerza cotidianamente. Un ejemplo patente
de valor y virtud militar es la disciplina: ella se estima y se valora como método fundamental de
formación militar, pero, además, se ejerce cotidianamente hasta transformarse en un hábito
personal, o virtud de autodisciplina que distingue al soldado, define sus rasgos propios y
distintivos y le da un sello característico, vale decir: forja su carácter.
LA FORTALEZA:
Desde los tiempos antiguos, la fortaleza ha sido considerada la virtud propia de los guerreros y es
la que ayuda a controlar los arrebatos temerarios de la ira y sus inhibiciones: la cobardía y la
pereza. La fortaleza es la que nos permite continuar nuestras acciones a pesar del peligro y los
temores naturales; consiste básicamente en la actitud para acometer o atacar y perseverar o
resistir. De entrada, conviene comprender que esta virtud es más amplia que la conducta valiente
del guerrero en combate: la fortaleza puede manifestarse en muchos ámbitos de nuestra vida, en
las decisiones más difíciles y los desafíos personales que nos planteamos cotidianamente para ser
mejores. En el ámbito militar, la fortaleza se percibe en la capacidad para soportar la adversidad y
las dificultades que impone la vida castrense, la preparación realista para el combate y la
asunción de altas cuotas de responsabilidad. La fortaleza no solo requiere experimentar
emociones fuertes para movilizar la voluntad, requiere mantener el autocontrol, la capacidad de
juicio y las convicciones personales, a pesar de la adversidad y la alta tensión emocional. El
militar debe ser fuerte para controlar los arrebatos de la ira y obrar con inteligencia, evitando
decisiones precipitadas y riesgos innecesarios; debe ser también, fuerte para levantar su ánimo e
iniciar nuevos desafíos, emprender iniciativas y nuevas formas de accionar en el campo de
batalla.
Prácticas de la fortaleza:
- Resisto la adversidad de las circunstancias que me impone la vida militar.
- Soy capaz de controlar mis impulsos para actuar con decisión e inteligencia.
- Soy capaz de mantener la tranquilidad y la constancia en mis acciones a pesar del dolor y la
adversidad.
Educación de la fortaleza:
- Oriento a mis instruidos sobre la forma más adecuada de reaccionar ante las situaciones difíciles
que impone la vida militar.
- Preparo a mis subordinados para que puedan tolerar las frustraciones.
- Controlo y corrijo a los subordinados que se dejan llevar por la rabia y el enojo.
LA TEMPLANZA:
La virtud de la templanza es la que nos ayuda a controlar los placeres y apetitos sensibles, que
hoy se traducen en su gran mayoría como apetitos de consumo. Implica saber dominarse en la
comida, la bebida y cualquier tipo de placer físico o sensual. La templanza nos da moderación y
sobriedad para no desear más de lo debido, no consumir en exceso, y llevar una economía
personal y doméstica de acuerdo con los ingresos. Para cultivar la templanza en el mundo actual,
el militar debe ser plenamente consciente de su condición de servidor público y de la influencia
perniciosa que pueden tener los medios de comunicación, cuando atraen en muchas ocasiones
hacia el materialismo, la codicia, el consumo masivo de necesidades creadas, el endeudamiento y
los placeres inmediatos (el hedonismo). La incontinencia con respecto a los placeres puede
vulnerar la predisposición del soldado hacia el servicio y la entrega abnegada que requiere la
profesión militar, conduciendo sus intereses al beneficio propio y la exclusiva e inmediata
satisfacción personal (el individualismo).
Prácticas de la templanza:
- Soy consciente de que el mundo contemporáneo me estimula constantemente para satisfacer mis
impulsos y deseos inmediatos.
- Reflexiono sobre la influencia que tienen los medios de comunicación sobre mis valores.
- Soy consciente de los perjuicios que tiene el consumismo para mi desarrollo como servidor
público.
Educación de la templanza:
- Reflexiono con mis subordinados sobre las tendencias actuales que afectan la vocación de
servicio y el desarrollo de la carrera profesional.
- Enseño a mis subordinados a analizar la información de los medios de comunicación y cómo
estos pueden afectar los valores militares.
- Analizo con mis subordinados sobre los perjuicios del consumismo para la vocación de servicio.
LA JUSTICIA:
La virtud de la justicia es la que regula la voluntad para dar a cada uno lo que le corresponde. De
las virtudes cardinales, es la única que procura directamente el bien ajeno: la justicia se refiere
siempre a los demás y lo que corresponde dar a los otros. El sentido de la justicia es muy amplio,
pues va desde un concepto ético integral de hacer el bien y evitar el mal, como cuando se dice “el
militar lucha por una causa justa” o “los héroes luchan por la justicia”; pasando por sus
aplicaciones específicas en lo legal o el derecho, la justicia como institución, hasta la distribución
de bienes, incentivos o reconocimientos. La justicia como virtud o hábito ejercido en la relación
con los otros, trata de actuar conforme con la reglamentación, lo equitativo y lo proporcional de
acuerdo con el mérito de cada cual. Para el ámbito militar y la formación disciplinaria es
fundamental la aplicación de un criterio de justicia. Consiste en que la autoridad y los respectivos
comandantes sepan distribuir y reconocer en razón del mérito militar de sus subalternos y
subordinados, y respetar la reglamentación vigente para hacer un trato igualitario de cada caso,
pero también, conocer cada situación particular para determinar excepciones sin perder el criterio
formativo de la disciplina. Quien distribuye de manera equitativa no puede estar en situación de
ignorancia, debe conocer a quienes juzga y/o califica, sus características personales,
competencias destacadas y ámbitos de mejora, su real desempeño y los aportes concretos que
hace a la unidad. Solo así podrá reconocer de manera justa a su personal, aplicando sanciones o
felicitaciones de modo imparcial y realista.
Prácticas de la justicia:
- Reconozco y respeto los derechos y deberes de las personas que conforman mi unidad.
- Intento conocer cada situación personal antes de tomar resoluciones o aplicar medidas
disciplinarias.
- Otorgo un trato respetuoso, igualitario e imparcial a las personas de mi unidad.
Educación de la justicia:
- Doy a conocer los deberes y derechos que tienen mis subordinados de acuerdo con su cargo y la
reglamentación vigente.
- Educo e instruyo sobre la necesidad de estar informados de las situaciones personales antes de
adoptar medidas disciplinarias.
- Educo sobre la importancia de mantener un trato respetuoso e imparcial entre las personas que
conforman la unidad.
LA PRUDENCIA:
Quizás la prudencia sea la virtud cardinal más compleja de comprender, pues conduce al intelecto
a escoger lo más adecuado en cada caso particular, discernir el bien y elegir los medios correctos
para realizarlo. Con la prudencia estamos frente a una virtud intelectual que discierne sobre lo
correcto y el justo medio en situaciones contingentes o problemáticas. Para la ética de las
virtudes, la prudencia es transversal y necesaria para la manifestación de todas las demás, pues
encuentra el justo medio que evita el exceso o el defecto. Mientras el saber y la ciencia tratan de
verdades universales y establecen conclusiones generales, la prudencia, en cambio, trata sobre lo
particular y lo contingente, lo que debemos hacer según las circunstancias: es una sabiduría
práctica con criterio moral. Al discernir sobre lo bueno “para el hombre”, requiere de un criterio,
o regla moral, para decidir de modo conveniente, oportuno y eficaz en la amplia diversidad de
circunstancias imprevisibles de la vida.
Prácticas de la prudencia:
- Reflexiono basado en antecedentes e información confiable antes de adoptar una decisión
importante.
- Analizo con imparcialidad (sin prejuicios) los hechos que me permiten tomar buenas
resoluciones.
- Soy capaz de separar lo importante de lo urgente para resolver correctamente.
Educación de la prudencia:
- Fomento la observación atenta de los hechos antes de que se tomen decisiones.
- Analizo con mis subordinados las situaciones para ir formando un criterio de las acciones.
- Destaco la gravedad de los comentarios infundados sobre otras personas o situaciones delicadas
y su impacto en la toma de decisiones.
PATRIOTISMO:
“Amor a la Patria, sentimiento y conducta propia del patriota” (Real Academia Española de la
Lengua, RAE). La RAE define el patriotismo como “amor a la Patria; sentimiento y conducta
propia del patriota”. El patriotismo es una virtud fundamental, que alimenta la vocación militar y
que identifica plenamente al soldado chileno a través de la historia y, como tal, el Ejército la ha
seleccionado para integrar el conjunto de virtudes que deben poseer sus integrantes. Consiste en
la voluntad de amar siempre a la Patria y ello se refleja a través de los valores de la nobleza y la
generosidad que motivan al profesional de las armas a entregar con pasión todas sus capacidades
personales y profesionales, para cooperar al logro del bien común de la sociedad a la cual sirve.
El Juramento de la Bandera es el sello que refleja este compromiso de honor y servicio
desinteresado. La Patria se relaciona con el territorio y, en un concepto más integral, con “la tierra
de los padres”, abarcando con ello el pasado y el presente, pero, principalmente, entregando una
idea de futuro a través de la implícita tarea de mantenerla para las nuevas generaciones. Esta
herencia colectiva hace más tangible el concepto de Patria, incorporando las instituciones, el
territorio y el patrimonio, que generación tras generación tienen el imperativo moral de preservar.
Por ello se puede deducir que el patriotismo no es solamente un sentimiento, ni la Patria puede
relacionarse solo con el territorio. El patriotismo es una virtud, es decir, un hábito positivo, que
requiere inculcarse, ejercitarse y exigirse en los diferentes ámbitos en que se forman y desarrollan
los hombres de armas. La Patria es un ente vivo, con una idiosincrasia y personalidad propia que
lleva a servirla y a comprometerse con ella.
ABNEGACIÓN:
“Disposición a subordinar los propios intereses al cumplimiento del deber”.
La abnegación es central dentro del grupo de virtudes militares, pues representa la disposición
psicológica básica que caracteriza al soldado chileno, sustenta su vocación y su espíritu de
servicio. Para la Real Academia Española de la Lengua, el vocablo abnegación aparece definido
como el “sacrificio que alguien hace de su voluntad, de sus afectos o de sus intereses,
generalmente por motivos religiosos o por altruismo”. Esta última definición agrega el contenido
eminentemente ético que asociamos a la abnegación: el altruismo o la voluntad de procurar un
bien ajeno, el bien común, lo cual requiere de una entrega personal para el bienestar de los otros.
Prácticas de la abnegación:
- Renuncio a mis beneficios personales en pos del cumplimiento del deber.
- Privilegio el bienestar de la Nación por sobre mi propio interés.
- Soy capaz de entregar mis tiempos personales en beneficio de los objetivos trascendentes de mi
unidad.
Educación de la abnegación:
- Enseño que el cumplimiento de los deberes militares requiere de entrega personal para el bien
de la Patria.
- Transmito la finalidad que persiguen aquellas acciones que requieren de mayor esfuerzo y
sacrificio.
- Explico el compromiso ético y espíritu de servicio del Ejército, con respecto a las tareas de
cooperación al desarrollo nacional.
HONOR:
“Virtud sintetizadora de todos los valores cívicos y militares que mueven a una persona a actuar
siempre con la verdad, dignidad, sinceridad, rectitud, honestidad y coherencia con los principios
que dan sustento a sus actos. En definitiva, el honor se sintetiza en ser una persona digna de
confianza”.
Del grupo de virtudes militares, se puede decir que el honor es una de las más mencionadas
dentro de la ética militar de los ejércitos, y aparece repetidamente en la historia de los próceres de
Chile: “vivir con honor o morir con gloria”, dijo Bernardo O’Higgins, antes del combate de El
Roble. A pesar del abundante número de referencias al honor, no es fácil comprenderlo como
virtud específica. Nuestra Ordenanza lo define como una “virtud sintetizadora de todos los
valores cívicos y militares que mueven a una persona a actuar siempre con la verdad, dignidad,
sinceridad, rectitud, honestidad, y en coherencia con los principios que dan sustento a sus actos”.
Sobre esta definición, cabe comprender cómo el honor “sintetiza” el resto de las virtudes
militares y, finalmente, preguntar si todo el ethos militar se resume en esta virtud. Como con el
resto de las virtudes analizadas, el origen etimológico del término nos puede entregar algunos
elementos claros para comprender el honor como una virtud específica.
VALOR:
“Fuerza moral y física que lleva a acometer resueltamente grandes desafíos, enfrentando de
manera consciente el peligro y la adversidad”.
El valor es una virtud que comúnmente ha caracterizado al ethos militar de los ejércitos y está
directamente relacionada con la virtud cardinal de la fortaleza: designa aquel componente del
carácter que predispone al soldado para librar un combate. Nuestra Ordenanza define el valor
como la “fuerza moral y física que lleva a acometer resueltamente grandes desafíos, enfrentando
de manera consciente el peligro y la adversidad”. No es difícil comprender que la fuerza física
sea la base para la manifestación del valor militar, pues, efectivamente, se necesita una
preparación física acorde con las arduas exigencias de la profesión y el entrenamiento realista
para el combate; no obstante, es importante entender qué constituye esa fuerza moral señalada
por nuestra Ordenanza y cómo ella se vincula con la ética militar.
DISCIPLINA:
“Es el dominio de sí mismo que mueve a la persona al cumplimiento del deber, supeditando su
propia voluntad al bien colectivo. La disciplina es esencial para un ejército dado que es un bien
insustituible que lo fortalece y lo preserva”.
Nuestra Ordenanza General del Ejército define la virtud de la disciplina como “el dominio de sí
mismo que mueve a la persona al cumplimiento del deber, supeditando su propia voluntad al bien
colectivo”. Siguiendo el planteamiento oficial de la doctrina, la disciplina militar sería
principalmente una capacidad psicológica de autodominio, u autocontrol, que permite al soldado
cumplir con los deberes militares que se relacionan con el uso racional de la fuerza. Cabe
comprender que nuestra Ordenanza se refiere a la disciplina como virtud, es decir, como un
hábito adquirido en un proceso de formación que logra inculcarla como costumbre propia del
militar; en ese sentido, la Ordenanza se 4-35 refiere más a una autodisciplina adquirida que a la
disciplina como método general de formación y adoctrinamiento, esencial para el funcionamiento
de la Institución militar.
Prácticas de la disciplina:
- Soy consciente de la importancia que tiene la autoridad y la jerarquía para la Institución militar.
- Tengo presente el Reglamento de Disciplina en el cumplimiento de mis tareas cotidianas.
- Respeto el conducto regular para representar mis inquietudes y reclamaciones.
Educación de la disciplina:
- Señalo a los demás aquellas conductas que se apartan de la disciplina militar.
- Adoctrino a mis subordinados en las formas militares y las normas y reglamentos vigentes.
- Controlo las formas militares de mis subordinados para corregir su ejecución.
LEALTAD:
“Fidelidad al orden normativo legítimo, a las autoridades republicanas, al Ejército, a la
organización a la cual pertenece, a los superiores, camaradas, subordinados y subalternos”.
A partir de la definición entregada por la Ordenanza, se pueden extraer las dos grandes
aplicaciones de esta virtud: por una parte, la lealtad con respecto al conjunto de leyes y normas
institucionales y, por otro, la lealtad con respecto a las personas y camaradas. La RAE define la
lealtad como el “cumplimiento de lo que exigen las leyes de la fidelidad y las del honor y
hombría de bien”, es decir: ceñirse a un modo de comportamiento regido por leyes y normas que
aspiren al bien común. Se define como “leal” a quien “guarda a alguien o algo la debida
fidelidad”. Tanto en la definición de la Ordenanza como en las de la RAE se puede notar que la
palabra fidelidad aparece como elemento central. Fiel es quien “guarda fe, o es constante en sus
afectos, en el cumplimiento de sus obligaciones y no defrauda la confianza depositada en él”
(RAE). La lealtad se relaciona entonces con la fe recíproca entre las personas, que mantiene la
seguridad y confianza entre ellas y en el cumplimiento de objetivos.
Prácticas de la lealtad:
- Acompaño fielmente a mis subordinados y camaradas en las dificultades que se presentan.
- Obro siempre considerando el bien de la Institución y su prestigio, independiente de los
intereses personales.
- Utilizo los canales formales del conducto regular para hacer presente mis reclamaciones,
cuidando hacerlo siempre dentro del ámbito institucional.
Educación de la lealtad:
- Enseño a mis subordinados a reconocer aquellos vínculos que implican una mejora personal.
- Trasmito a mis subordinados la importancia de pertenecer al Ejército y a la unidad que
conforman.
- Analizo con mis subordinados el Juramento a la Bandera como máxima expresión de lealtad.
RESPETO:
“Llevar la propia actuación valorando los derechos, condición y circunstancias de los demás sin
discriminación ni marginación de ninguna especie”.
En español, el respeto se define como “veneración, acatamiento que se hace a alguien.
Miramiento, consideración, deferencia” (RAE), incluyendo un amplio repertorio de conductas
que van desde la admiración y la obediencia, hasta el trato cordial y la urbanidad. Nuestra
Ordenanza también nos entrega una definición general de esta virtud como el “llevar la propia
actuación valorando los derechos, condición y circunstancias de los demás sin discriminación ni
marginación de ninguna especie”. Este amplio sentido del respeto merece una comprensión
especial para poder ser practicado en el ejercicio cotidiano de la profesión militar, pues, dados los
vínculos necesarios de mando y obediencia que regulan el funcionamiento de las instituciones
armadas, constituye una virtud sumamente importante para el ethos militar del Ejército de Chile.
ESPÍRITU DE CUERPO:
“Afecto común. Aquel que deben sentir los soldados por la unidad a la que pertenecen, que los
lleva a trabajar en armonía y en comunidad de propósitos y fines”.
El Espíritu de Cuerpo aparece en una situación especial dentro del grupo de virtudes militares de
nuestra Ordenanza, pues, si se revisa con atención, no señala un hábito adquirido individualmente
por el soldado, sino que se refiere a una experiencia colectiva de las tropas. Nuestra Ordenanza la
define como “Afecto común. Aquel que deben sentir los soldados por la unidad a la que
pertenecen”. De esta definición conviene destacar dos cosas: primero, que el espíritu de cuerpo es
un asunto de afectos; y segundo, que esos afectos están dirigidos, de modo colectivo, hacia la
unidad militar a la que se pertenece, es decir, expresan un intenso sentido de pertenencia.