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Perspectivas Revista de Ciencias Sociales

ISSN 2525-1112 | Año 6 No. 12 Julio - Diciembre 2021, pp. 276-292

Educación e inserción laboral juvenil


en Argentina ante la pandemia de Covid-
19
Education and youth labor insertion in Argentina in the face of the
Covid-19 pandemic

Nery Facundo Rauch1

Resumen
El presente artículo se enmarca en la problematización sobre el vínculo entre
juventud, educación y trabajo en el capitalismo contemporáneo, recurre al desarrollo
del marco estructural del fenómeno en Argentina desde las décadas recientes a la luz
de las repercusiones acaecidas con la irrupción de la pandemia de Covid-19.
A partir del eje central en la población juvenil, el artículo tiene por objetivo identificar
las dimensiones del impacto de la pandemia de Covid-19 en la relación entre los
jóvenes, la educación y su inserción en el mercado de trabajo. Se organiza en tres
apartados: en primera instancia, indaga sobre las particularidades de la relación entre
los jóvenes y el mercado de trabajo global y doméstico; posteriormente se aboca a 276
profundizar sobre las implicancias prácticas que tiene la estructura social de la cual
provienen los jóvenes en sus trayectorias educativas y laborales, las cuales
contribuyen a reproducir inter-generacionalmente desigualdades; mientras que por
último, se aborda la influencia del género y las particularidades en la sub-franja entre
18 y 24 años en la vinculación de los/as jóvenes con el trabajo.
Desde una metodología de diseño cuantitativo y tipo descriptivo, el artículo se nutre
de aportes académicos provenientes de diversos campos disciplinares y de fuentes
secundarias con indicadores estadísticos de organismos oficiales y privados sobre las
características del empleo juvenil en los años recientes y ante el impacto de la
pandemia por Covid-19. De esta forma, el artículo pretende contribuir en el análisis
de una problemática que afecta crecientemente a nuestras sociedades reproduciendo
estructuras de desigualdad intergeneracionales, desde el dimensionamiento de los
desafíos que se presentan a partir del impacto del Covid-19 en la estructura
sociolaboral juvenil de nuestro país.

Recibido: 26 de julio de 2021 ~ Aceptado: 20 de diciembre de 2021 ~ Publicado: 7 de enero de 2022


1
Profesor en Ciencias Jurídicas, Políticas y Sociales y Licenciado en Ciencia Política (Universidad Nacional de
Río Cuarto). Maestrando en Educación (Universidad Nacional de Quilmes). Becario Doctoral del Instituto de
Investigaciones Sociales, Territoriales y Educativas (ISTE) - CONICET, Río Cuarto, Argentina. Correo
electrónico: [email protected] 🆔 https://orcid.org/0000-0002-4226-5862

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Palabras claves: Inserción Laboral Juvenil, Educación, Trabajo Juvenil, Covid-19,


Desigualdad.

Abstract
This article is part of the problematization of the link between youth, education and
work in contemporary capitalism, it resorts to the development of the structural
framework of the phenomenon in Argentina since recent decades in light of the
repercussions that occurred with the irruption of the pandemic of Covid-19.
Starting from the central axis in the youth population, the article aims to identify the
dimensions of the impact of the Covid-19 pandemic in the relationship between
young people, education and their insertion in the job market. It is organized into
three sections: in the first instance, it investigates the particularities of the
relationship between young people and the global and domestic labor market;
Subsequently, he delves into the practical implications of the social structure from
which young people come in their educational and work careers, which contribute
to the inter-generational reproduction of inequalities; while finally, the influence of
gender and the particularities in the sub-group between 18 and 24 years old in the
connection of young people with work is addressed.
From a quantitative and descriptive design methodology, the article draws on 277
academic contributions from various disciplinary fields and secondary sources with
statistical indicators from official and private organizations on the characteristics of
youth employment in recent years and on the impact of the Covid-19 pandemic. In
this way, the article aims to contribute to the analysis of a problem that increasingly
affects our societies, reproducing structures of intergenerational inequality, from the
dimensioning of the challenges that arise from the impact of Covid-19 on the youth
socio-labor structure of our country.

Keywords: Youth Labor Insertion, Education, Youth Work, Covid-19, Inequiality.

1. Introducción
Se puede reconocer que, a pesar de la diversidad de los modos de producción
acontecidos en la historia de la humanidad, el trabajo implicó un elemento
indispensable tanto para el propio dinamismo histórico como para la realización
personal de los individuos. A partir de la consolidación del capitalismo y su sistema
productivo, el trabajo adquirió un carácter crecientemente objetivado- como los
propios productos elaborados del mismo- y por ello, concebido como una mercancía
sujeta a procesos de comercialización en la sociedad/ mercado. En este marco, se
inscribe el nicho poblacional abocado a las actividades productivas de la sociedad,

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donde el trabajo “…es solo una de ellas, al lado de las actividades desarrolladas en las
esferas doméstica, educativa, cultural, deportiva, sindical, política, etc” (Neffa,
Panigo, Pérez y Giner, 2000, p. 10); y que comienza a los 15 años de edad2 (Ibid, p.
44).
En esta perspectiva, el objeto del presente trabajo se propone contribuir en el
análisis de la relación entre los jóvenes, la educación y el mercado de trabajo,
particularmente su inserción en éste. Con la pertinente aclaración que se entiende
por juventud a la franja etaria conformada por personas entre los 15 y 29 años
(Bonfiglio, Salvia, Tinoboras, y Van Raap, 2008), la cual además de ser la instancia
donde generalmente se atraviesa la educación secundaria, conforma…

...una fase o período socialmente construido en el curso de la vida de


las personas, que adquiere una entidad propia, durante el cual las
sociedades ofrecen un conjunto de actividades y rituales que habilitan
transiciones y pasajes, los cuales se van modificando a lo largo de las
distintas épocas o etapas y brindan experiencias a los sujetos en su
contexto generacional. (Cuervo y Wyn, 2014; Furlong, 2013; Bendit y
Miranda, 2013, citado en Miranda, 2015, p. 82)
278
Donde se destaca que, entre dichas actividades, adquieren relevancia las
relativas a la independencia económica y habitacional, sin constituirse en imperativos
o modelos normativos para convertirse en personas adultas, fundamentalmente por
la incidencia de la fragmentación territorial, desigualdades socioeconómicas o nuevas
construcciones identitarias en la conformación de las transiciones juveniles. (Tilly,
2020; Saravi, 2004, 2014, citado en Miranda, 2015, pp. 93-94)
A fines metodológicos, corresponde advertir que el artículo recurre
argumentalmente tanto a especialistas en el campo de estudio como al análisis de
indicadores estadísticos de fuentes secundarias. En cuanto a su estructura, el artículo
se organiza en tres apartados además de esta introducción y las reflexiones finales: en
primera instancia se centra en la vinculación entre educación y trabajo en Argentina
en tiempos del auge globalizador contemporáneo; posteriormente se profundiza en
las implicancias prácticas que tiene la estructura social sobre las trayectorias
educativas y laborales de los/as jóvenes; y por último, se aborda la incidencia del
género y las particularidades de la franja que recién adquiere la mayoría etaria a la
hora de insertarse en el mercado de trabajo.

2
No obstante, estas consideraciones conceptuales a nivel internacional, en las encuestas de hogares en
Argentina, se hacen preguntas de mercado laboral a partir de los 10 años de edad.

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2. Educación y trabajo juvenil en tiempos flexibles3


A partir de las vicisitudes de la economía global posteriores a la década de 1970 y en
paralelo al auge de la globalización de fines de siglo, el mundo del trabajo comenzaría
a atravesar un proceso de cambios, tanto en los aspectos técnicos de sus modalidades,
como en las características de la estructura productiva y las dinámicas del mercado
laboral. Algo que se manifestaría fundamentalmente en una retracción de la demanda
de puestos trabajo, lo que en el caso argentino se traduciría en un fuerte ascenso de
los índices de desocupación (8,4% en 1989 a 21,5 en 2002) y subocupación (9,3% en
1989 a 18,6% en 2002) durante la década del ´90 y principios del 2000 (Rapoport,
2010, pp. 753 y 884).
Dichas dificultades para los sectores poblacionales económicamente activos se
agravarían en la franja juvenil, al manifestar mayores dificultades e inestabilidad para
incorporarse al mundo del trabajo, ya sea de forma parcial o completa. Según Miranda
(2008), el desempleo joven alcanzaría su máximo histórico en Argentina en el año
2002 con un 36,9% (p. 187). Y si bien estos guarismos se redujeron a partir de la
reactivación económica de nuestro país, con el fin de la convertibilidad y los elevados
precios internacionales de los commodities4, el mercado laboral juvenil preservaría sus
características estructurales de fuerte vulnerabilidad y crecimiento ocupacional 279
endeble, sobre todo si se compara con el resto de la población económicamente activa
(P.E.A).
El advenimiento de este modo productivo flexible del capitalismo
contemporáneo nos presenta un escenario laboral donde -sobre todo- los jóvenes
deben enfrentar especiales obstáculos para alcanzar una inserción laboral de calidad,
ingresan al mercado de trabajo en condiciones de inestabilidad, sin protección social
y con bajos ingresos (Organización Internacional del Trabajo, 2020, p. 2), al punto de
que los jóvenes tienen tres veces más probabilidades de estar desempleados que los
adultos (Ibid. p. 1). Lo que promueve ocasionalmente desaliento laboral y exclusión
social cuando los/as jóvenes deben transitar períodos prolongados de desempleo y
precariedad laboral (Bonfiglio, Salvia, Tinoboras, y Van Raap, 2008, p. 6).

3
Se apela al termino en un sentido amplio, abarcando desde la propia reconversión de las dinámicas
productivas orientadas por la constante adecuación a las fluctuaciones del mercado como a las de las relaciones
laborales y/o sociales. Constituyendo a la flexibilidad como un dispositivo de control (o autocontrol) que
erigiéndose bajo un imperativo de promoción de libertad conduce a los/as individuos a una constante asunción
de autoevaluación. (Beck, 1998; Sennett, 2000; Dardot y Laval, 2013)
4
Constituyen bienes o productos básicos, cuyo destino es un fin comercial, y entre sus características poseen
escaso o ningún valor agregado, es materia prima sin procesar o sin una característica diferenciadora respecto
a otros productos del mercado.

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Lo paradójico resulta que, en paralelo al incremento de las dificultades de los


jóvenes para incorporarse al mundo del trabajo, se daría un creciente proceso de
acrecentamiento de “inversión educativa” por parte de este grupo en nuestro país y
en gran parte del mundo. Según el informe sobre “Tendencias mundiales sobre
empleo Juvenil 2020” de la Organización Internacional de Trabajo la tasa de
participación de los jóvenes en la fuerza de trabajo presenta una caída sostenida en las
últimas décadas. Entre 1999 y 2019 la población mundial juvenil aumentó de 1000
millones a 1300 millones de personas, sin embargo, la fuerza de trabajo ha disminuido
de 568 millones a 497 millones. Esto sucede fundamentalmente por la creciente
matriculación en instituciones de educación secundaria y superior, lo que en muchos
países se traduce en una fuerza de trabajo más calificada (p. 2).
En lo que refiere a la experiencia doméstica, el proceso de inversión educativa
se dio primera instancia por una “obligatoriedad subjetiva” (década de los `80) y luego
por una obligatoriedad normativa, producto de las reformas educativas de los ´90(Ley
Federal de Educación, 1994) y del nuevo milenio (Ley de Educación Nacional, 2006)
(Miranda, 2008, p. 188).
Este fenómeno es el que ha contribuido de forma gravitante a que en la
actualidad no se considere socialmente aceptable que los jóvenes abandonen la
educación antes de alcanzar la mayoría de edad. En efecto, “…las menores 280
oportunidades laborales y los nuevos requerimientos ocupacionales han significado
que en la actualidad se considere que el mejor lugar para los menores de 18 años es la
escuela secundaria” (Miranda, 2008, p. 186). En este sentido, se manifiestan quienes
abogan que el proceso de transición de los jóvenes entre la escuela media y el mundo
del trabajo sería más exitoso si se establecen “…transformaciones innovadoras en
materia educativa y políticas activas de intermediación, capacitación y promoción del
empleo juvenil (sistemas de pasantías, flexibilización laboral, etc.), se acierte en
reconstruir de manera virtuosa el vínculo entre la escuela y el mercado laboral”
(Bonfiglio, Salvia, Tinoboras y Van Raap, 2008, p. 7), ya que “en casi todos los ámbitos
se ha asumido que el principal escollo que enfrenta la demanda laboral de los jóvenes
es el déficit en “capital humano”… asociándose casi exclusivamente su alcance y
nivelación a los problemas de educación” (Ibid, p. 8). Sin embargo, un análisis que se
acote a enfocar el problema de la empleabilidad de los jóvenes a un problema
estrictamente educativo, relega u omite las características estructurales de
desigualdad entre los jóvenes que forman parte de la composición educativa nacional
-regional y global-, originada tanto por la inestable y endeble estructura económica
de nuestro país como las propias transformaciones en el mercado de trabajo
globalizado (Weller, 2007, p. 63).

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Resulta oportuno describir someramente las principales dificultades que


reconoce Jürgen Weller (2007) para la inserción laboral juvenil. En primera instancia,
él observa una aceleración del cambio en los mercados como consecuencia de la
integración global y los avances tecnológicos, lo que afecta también al
funcionamiento del mercado de trabajo, algo que facilitado por reformas legales,
contribuyó a un fuerte aumento de la inestabilidad laboral, sobre todo en los/as
jóvenes. Otro elemento que complica la inserción laboral juvenil es la marcada, y
creciente, segmentación socioeconómica, reflejo y origen de la elevada desigualdad
en Argentina, y América Latina. En efecto, el trasfondo familiar determina en gran
medida las perspectivas laborales de los jóvenes, pues influye en las oportunidades de
acumular capital humano (acceso a educación y capacitación de buena calidad), capital
social (relaciones sociales basadas en la confianza, la cooperación y la reciprocidad) y
capital cultural (manejo de los códigos establecidos por la cultura dominante). (p.63)
Aclarado este aspecto, y en consonancia con Bonfiglio, Salvia, Tinoboras y Van
Raap (2008) se debe remarcar que:

Los progresos o retrocesos en materia de inclusión educativa y


laboral responden en primera instancia a las condiciones generales de
desarrollo e inclusión que presenta el sistema económico y social de 281
nuestro país, y no exclusivamente a las políticas compensadoras más o
menos virtuosas que los gobiernos puedan emprender en procura de
prolongar la escolaridad de los jóvenes, aumentar sus competencias o
facilitar su entrada al mercado laboral. (p.9)

Y por ello, a continuación se abocará a reflexionar sobre cómo repercute en


materia educativa y laboral el origen social de los/las jóvenes.

3. Las particularidades de la inserción laboral joven y


el factor del origen social
Las dinámicas productivas y sociales del capitalismo contemporáneo han impactado
sustancialmente en la población juvenil, destacándose en su tránsito hacia la adultez,
en este marco, su incorporación al mercado de trabajo. En continuidad con los
desarrollos de Weller, “Inserción laboral de jóvenes: expectativas, demanda laboral y
trayectorias” (2006), se pueden observar diferentes dificultades que se presentan
particularmente en este sector poblacional a la hora de incursionar en el mundo
laboral, entre ellas se destacan: a) Si bien actualmente los jóvenes tienen niveles más
altos de educación formal que las cohortes etarias anteriores, el problema radica en
que los avances de la cobertura educacional son insuficientes para alcanzar la equidad

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y el desarrollo de la región y su calidad es inadecuada. Donde puede observarse que


los sistemas de educación y formación para el trabajo han sido débiles en abordar los
cambios productivos y socioculturales recientes, de manera que no facilitan la
transición al mundo laboral (Ibid. p. 2); b) Los jóvenes otorgan una alta valoración al
trabajo en sí, pero sus experiencias con empleos concretos suelen ser frustrantes, ya
que son muchos los jóvenes que informan sobre condiciones que no estimulan a
aprovechar el potencial que promete el trabajo para el desarrollo individual y social
de los jóvenes (Ibid. p.3); c) Las mujeres jóvenes desarrollan en forma cada vez más
marcada un desarrollo personal autónomo, y para independizarse de los roles
tradicionales estrechamente vinculados con el hogar el empleo juega un papel clave.
Sin embargo, se enfrentan a problemas especiales de inserción laboral, siendo este
problema particularmente grave para mujeres con educación formal baja, las cuales
tienen escasas oportunidades de empleo productivo (Ibid. p. 5); d) La creciente
importancia de la combinación del trabajo con estudios puede generar tensiones
negativas al afectar el rendimiento en ambos campos, o positivas al abrir el acceso a
oportunidades de otra manera cerradas. En la medida en que el trabajo afecta el
rendimiento escolar, debido a extensas o extenuantes jornadas laborales que
restringen la capacidad de aprendizaje, este aumento representa una tendencia
negativa que hipoteca el futuro de los jóvenes (Ibid. p.5); e) Los jóvenes viven la 282
tensión entre un discurso meritocrático y una realidad del mercado de trabajo en que
los contactos personales y las recomendaciones frecuentemente juegan un gran papel
para el acceso a empleos atractivos (Ibid. p. 6); f) El mercado exige experiencia laboral
pero para muchos jóvenes que buscan trabajo por primera vez es sumamente difícil
acumular esta experiencia y en similar medida, el mercado no reconoce la experiencia
generada en muchas de las ocupaciones accesibles para jóvenes de bajo nivel
educativo, por lo que, para este grupo, es casi imposible generar una trayectoria
laboral ascendente (Ibid. p.6).
En este sentido, en la trayectoria educativa de los jóvenes de menores ingresos,
con frecuencia se plantea la necesidad del núcleo familiar de que comiencen a
contribuir económicamente en el sostenimiento familiar, ya sea mediante trabajos
temporales o en algunos casos, el definitivo abandono de su trayectoria educativa para
abocarse a un trabajo de tiempo completo, el cual, por las propias características que
se han desarrollado, en la mayoría de los casos son informales (Miranda, 2008, p. 197;
Bonfiglio, Salvia, Tinoboras y Van Raap, 2008, p. 24).
Por otro lado, si bien se reconoce que “los jóvenes con credenciales secundarias
tienen 2 veces más probabilidades de acceder a un empleo estable y protegido que sus
pares sin credenciales o credenciales inferiores” (Bonfiglio, Salvia, Tinoboras y Van
Raap, 2008, p. 22), hay que destacar que las diferencias en base al origen social de los

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adolescentes no solo se presentan en relaciona a la culminación o no de su trayectoria


educativa, sino que también influye sobre las propias credenciales que emite la
institución a la que concurrieron, ya que la creciente estructura fragmentada del
sistema educativo termina conduce a que una misma titulación puede representar
diferentes tipos de capital cultural incorporado, y genera de esta forma una valoración
desigual a la hora de insertarse laboralmente entre personas que provienen de
instituciones diferentes.
En materia laboral, también incide de forma directa el origen social de los
jóvenes, no solo por las características particulares de las trayectorias educativas que
se han analizado en los párrafos anteriores, sino porque dichas desigualdades también
influyen en los años posteriores a la culminación de la educación secundaria. A la hora
de afrontar su vida luego de concluir la educación obligatoria, los jóvenes de sectores
medios y altos, en su mayoría, deciden continuar sus estudios superiores, mientras
que los de los sectores de ingresos bajos, deciden intentar insertarse inmediatamente
en el mercado de trabajo, (Miranda, Corica, Aranciba y Merbilhaá, 2014, pp. 135-
136). En segunda medida, los jóvenes que deciden incorporarse al mercado laboral,
también presentan situaciones desiguales en base a su origen social, ya que los jóvenes
de sectores bajos tienen más dificultades para incorporarse al mundo del trabajo que
los de sectores medios o altos, por insuficiencia de Capital Cultural y sobre todo, de 283
Capital Social (Fridman y Otero, 2015, p. 176); mientras que por otro lado, se
presenta otro de los grandes flagelos que atraviesa la juventud contemporánea, que
es el de la informalidad o precariedad del empleo, el cual manifiesta también un mayor
impacto en los sectores de menores recursos (Bonfiglio, Salvia, Tinoboras y Van
Raap, 2008, p. 23).

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Gráfico 1. Tasas de actividad, empleo y desempleo juvenil (15-29 años) por nivel de
ingresos familiares5. Argentina, 2016-2020.6

60% 57,4% 56,5% 56,7%


55,2%
51,2% 51,7% 50,9%
49,3%
50% 45,0%
41,5% 44,4%
40,5%
39,2%
40% 37,8% 37,2% 37,8%
37,4% 32,7%
31,6%
30% 26,8% 27,3% 28,0%
26,1%
23,7%

20%
15,4% 15,0%
10,7% 10,7% 10,2%
10% 8,4%

0%
ING. ING. ING. ING. ING. ING. ING. ING. ING. ING.
BAJOS ALTOS BAJOS ALTOS BAJOS ALTOS BAJOS ALTOS BAJOS ALTOS

2016 2017 2018 2019 2020


284
TASA DE ACTIVIDAD TASA DE EMPLEO TASA DE DESEMPLEO

Fuente: Elaboración propia en base a la EPH7- INDEC.

De esta forma, se puede reconocer un amplio abanico de dificultades que


afrontan los/as jóvenes para su inserción en el mundo del trabajo, y a partir de ello,
resulta oportuno profundizar el análisis sobre cuál es su relación con el origen social
de los/as jóvenes. Donde se destaca que producto del impacto de la pandemia por
Covid-19, el 34% de los/as jóvenes de entre 18 y 30 años provenientes de los tres
deciles más pobres de nuestro país perdió su empleo, mientras que en los tres deciles
de mayores ingresos de la misma fracción poblacional la perdida de trabajo solo
implicó al 3% (Sosa, Smith y Romano, 2021, p. 8).
Este dato estadístico, expone el impacto de la pandemia de Covid-19 en materia
laboral de la juventud en base a la incidencia del sector social de origen, a fin de
dimensionar que, si bien como grupo poblacional la juventud se ha conformado como

5
Ingreso total familiar del total de la Encuesta Permanente de Hogares. Se considera con Ingresos Bajos a los
deciles uno y dos, e ingresos altos a los deciles nueve y diez.
6
Todos los registros anuales son del relevamiento correspondiente al 2do Trimestre.
7
Encuesta Permanente de Hogares.

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un sector vulnerable en materia de empleo, hay que distinguir que el grado de


afectación en esto, varía en relación a las condiciones sociales del hogar de
procedencia.

4. La incidencia del género y de los primeros años de


la juventud
Tal como se advierte, el origen social de los/as jóvenes conforma un importante
condicionante para su desempeño educativo y laboral presente y futuro, pero los
factores de incidencia no acaban allí. Ya que como desarrolla Jürgen Weller (2006) -
abordado en subtítulos precedentes- las dificultades que se le presentan a la juventud
al momento de incorporarse al mundo laboral son diversas, destacando entre ellas el
género y la experiencia o vínculos sociales que disponen para ingresar a un trabajo.
La incidencia del género de los/as jóvenes es relevante para obtener empleo,
afectando particularmente a las mujeres según observan especialistas en el campo.
Scarano, Ascencio, Sacco, Gabilondo, Strada y Ruiz Elvira (2019) destacan que “Las
mujeres y los varones tienen perfiles de inserción diferentes en el mercado de trabajo:
las mujeres, tienen una menor tasa de actividad y trabajan menos horas en promedio
que los varones, lo que tiene un efecto directo sobre los ingresos laborales” (Ibid. p.3),
esto está directamente relacionado a lo que se reconoce como trabajo reproductivo, 285
el cual es mayoritariamente desempeñado por las mujeres, no solo en materia de
actividades de orden doméstico sino en tareas de cuidados de menores y de personas
mayores (Ibid. p.8). En este sentido, según informes de la Dirección Nacional de
Economía, Igualdad y Género (2020) el 76% de dichas actividades recaen sobre ellas;
mientras que solo el 24% en los hombres (Sosa, Smith y Romano, 2021, p. 7).
Además de esto, existen otros factores que repercuten negativamente en la
inserción o desempeño laboral femenino, destacándose mayores tasas de
informalidad laboral, lo que implica menores ingresos y mayor vulnerabilidad en
materia de derechos laborales y de acceso a cobertura jubilatoria. En similar sentido
se presenta el perfil de inserción laboral diferencial entre hombres y mujeres, ya que
éstas se insertan de forma más intensiva en actividades denominadas “profesiones del
cuidado” (docencia, salud, y trabajo doméstico), “reproduciendo en el mercado laboral
la división sexual del trabajo que opera al interior de los hogares. Mientras que sólo
6% de los varones se dedica a estas actividades, entre las mujeres asciende a 32%
(CEPA, 2018 en Scarano, Ascencio, Sacco, Gabilondo, Strada y Ruiz Elvira, 2019, p.
3). Por último, se presenta la dificultad de las mujeres en lo que se reconoce como
“techos y paredes de cristal” y “pisos pegajosos”, donde “las mujeres se encuentran
sobrerrepresentadas en los niveles inferiores de las organizaciones y sub-
representadas en los trabajos de mayor responsabilidad” (Ibid, p. 3).

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Tal como se advierte, el impacto de la desigualdad entre mujeres y hombres (el


caso de la población LGBTI+ amerita un trabajo en particular, desde el
reconocimiento de la frecuente omisión en los análisis cuantitativos de organismos
oficiales) es gravitante en el conjunto de la población, según el Instituto Nacional de
Estadística y Censos (INDEC), en el primer trimestre de 2021 el desempleo total
alcanzaba al 10,2% de la población, mientras que en particular lo hacía en un 8,5% en
los hombres y ascendía al 12,3% en las mujeres (p. 8). Donde expone mayor agudeza
en el caso de la población juvenil, donde la desocupación en mujeres de entre 15 y 29
años registró de 24,9 %, y un 17% entre los hombres, observándose así, una diferencia
de casi 8% entre personas de diferentes géneros e idéntica franja poblacional. Y si bien
estas tasas resultan evidentes, corresponde advertir que presentan una mejoría con
respecto a los del segundo trimestre de 2020 –durante el auge de las restricciones por
la pandemia de Covid-19-, cuando la pérdida de puestos de trabajo en idéntica franja
poblacional alcanzó al 28,5% de las jóvenes, mientras que en el caso de los varones fue
del 22,7%.

Gráfico 2. Tasas de desempleo juvenil (15-29 años) por género. Argentina, 2016-
20208
30% 28,5%
286
25% 23,4%
22,3% 22,7%
21,5%
19,8%
20% 18,6%
16,6% 17,3%
15,5%
15%

10%

5%

0%
2016 2017 2018 2019 2020

DESEMPLEO VARONES DESEMPLEO MUJERES

Fuente: Elaboración propia en base a la EPH- INDEC.

Otro aspecto que marca incidencia en los procesos de incorporación al mercado


de trabajo de los/as jóvenes, radican en que instancia de la juventud se encuentran,
ya que quienes padecen mayores complejidades es la sub-franja de los 18 a 24 años;

8
Todos los registros anuales son del relevamiento correspondiente al 2do Trimestre.

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fundamentalmente porque con frecuencia aún no han culminado su escolaridad


obligatoria o lo han hecho recientemente, cuentan con escasa/nula experiencia
laboral o carecen de capital social que facilite su ingreso al ámbito laboral, lo que
radicaliza las tensiones planteadas por Jürgen Weller (2006, p.6).

Gráfico 3. Evolución de la tasa de desempleo por franjas etarias. Argentina, 2016-


20209.
40%
34,9%
35%
30% 27,0%
25,7%
25,1% 23,1%
25%
20% 17,2%
14,3%
15% 12,2% 10,5% 11,6%
9,7%
10% 6,3% 7,3%
5,8%
5,8%
5%
0%
2016 2017 2018 2019 2020
JÓVENES (18-24 AÑOS) JÓVENES (25-29 AÑOS) ADULTOS (30-64 AÑOS)
287
Fuente: Elaboración propia en base a la EPH- INDEC.

A partir del gráfico precedente, se puede observar que la vinculación al mercado


de trabajo presenta notables condicionantes en relación a la franja etaria de las
personas. En este sentido, se observa que las posibilidades de ser desempleado/a es
casi cuatro veces superior si se encuentra en la franja entre 18 y 24 años con respecto
a quienes tienen más de 30 años y del doble con respecto a quienes se encuentran en
la franja entre 25-29 años. Si bien en el período analizado los índices no exponen un
agravamiento de la situación para la franja 18-24 años en términos comparativos con
los restantes grupos poblacionales aun ante el impacto de la pandemia de Covid-19,
fundamentalmente por el empeoramiento en el nivel de desempleo de las franjas 25-
29 años y 30-64 años. No obstante, si se observa un notable incremento en las brechas
reales entre los grupos en su incidencia porcentual con la llegada del Covid-19; en
2019, el desempleo afectaba en 19,7% más a los/as jóvenes de entre 18-24 años que a
la población entre 30 y 64 años, y en 12,7% más que al grupo entre 25 y 29 años;
mientras que, en el 2020, la diferencia alcanzó el 25,2% con respecto a los/as
adultos/as y el 17,7% con el grupo de entre 25-29 años. En relación a ello, Sosa, Smith
y Romano (2021) advierten:
9
Todos los registros anuales son del relevamiento correspondiente al 2do Trimestre.

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El subgrupo de jóvenes de entre 18 y 24 años se vio notablemente


más afectado, perdiendo el 40% de los puestos de trabajo durante el
momento más crítico de la pandemia (2° trimestre). En tanto en el tramo
de entre 25-30 años la caída fue de 20%. (p.7)

Y aunque la situación mejoró en el transcurso de los meses posteriores, y se


observa una recuperación del empleo en este tramo etario -al igual que en los demás-
, a fines de 2020 aún persistían un 30% menos de ocupados de 18-24 años que antes
del inicio de la pandemia (Ibid. p.7). Lo que deja en evidencia, que los primeros años
posteriores a la edad teórica (Terigi, 2007, p.12) de culminación de la escolaridad
obligatoria resultan notablemente adversos para incorporarse al mundo laboral para
los/as jóvenes.

5. Reflexiones finales
El auge de la globalización contemporánea en el orden económico y social
internacional condujo a una creciente flexibilización de las relaciones laborales en la
estructura productiva. Lo que aparejó tanto mayores índices de desigualdad en
nuestras sociedades como crecientes dificultades para los sectores laborales,
amparadas por reformas legales y sustentadas comunicacionalmente, posibilitaron
288
contratos temporales, facilidades en despidos y reducciones salariales en virtud de la
“competitividad internacional”.
Los crecientes índices de desempleo y trabajo informal producto de las
flexibilizaciones laborales afectaron negativamente en el conjunto de la población,
pero con mayor impacto en los sectores históricamente vulnerabilizados, entre ellos
la juventud, que ha visto dificultársele crecientemente sus posibilidades de insertarse
y desenvolverse en el mundo laboral; en simultaneidad con la exigencia de
incrementar los niveles obligatorios de escolarización, algo que al relegar la
modificación de las condiciones sociales de los/as jóvenes, propugnó una estructura
educativa con creciente fragmentación interna y que reprodujo en el plano educativo
las desigualdades que caracterizan a la estructura social Argentina. (Tiramonti, 2005;
Tuñon y Halperin, 2010)
En este sentido, se puede observar que tanto los aspectos educativos como
laborales encuentran un condicionamiento en la procedencia social de la juventud,
no solo en los casos de deserción educativa o ingreso temprano al mundo del trabajo
(llevándolo de forma paralela a su periodo de escolarización), sino inclusive una vez
culminados los estudios secundarios, producto de la fragmentación educativa y de sus
credenciales, o del capital social que posee la familia de origen, los cuales producen

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que a los sectores de menores recursos se les dificulte encontrar trabajo o que este sea
de buena calidad con respecto a los sectores de medianos y altos ingresos. Lo que,
desde el advenimiento de la pandemia si bien resultó un hecho extraordinario, expuso
las desigualdades entre jóvenes de diversos origines socioeconómicos, tanto en la
voluntad de participar en el mercado de trabajo, como de obtener empleo o resultar
desempleado. Lo que contribuye en la conformación de un estrecho vínculo entre
desigualdad social, educativa y laboral; con sus potenciales implicancias de reproducir
un círculo virtuoso para los de sectores más altos ingresos, y vicioso para los/as de
procedencia más baja en la pirámide socioeconómica. (Tenti Fanfani, 1995;
Tiramonti, 2007)
Otro aspecto de relevancia a la hora de insertarse o desenvolverse en el ámbito
laboral lo conforma el género de los/as jóvenes, donde para las mujeres resulta más
complejo producto de diversas estructuras patriarcales de la sociedad, como sucede
con la división de tareas domésticas o de cuidados, que no solo implican menor
tiempo disponible para el trabajo fuera del hogar, sino que también prefiguran las
características de la potencial inserción, ya que ellas lo hacen de forma más intensiva
en actividades del cuidado como docencia, salud, y trabajo doméstico. Algo que con
la llegada de la pandemia de Covid-19 no solo incrementó los indicadores de
desempleo entre la juventud de ambos géneros (en consonancia con los indicadores 289
generales), sino que amplió la brecha entre varones y mujeres con respecto a las
desigualdades de los años previos.
Los primeros años luego de superar la mayoría de edad (18 años) también
inciden en las dificultades para incorporarse al mundo laboral, muchas veces
aparejados a una insuficiente formación académica (requisito incuestionable en las
nuevas dinámicas del mercado laboral), carencia de experiencia laboral, malas
experiencias laborales previas, o simplemente por carecer vínculos sociales para
ocupar un puesto de trabajo vacante. En similar medida que en el factor previo, la
subfranja entre los 18 y 24 años presenta índices más elevados de desempleo,
subempleo y precariedad laboral que la de entre 25 y 29 años y más aún que entre la
población que supera los 30 años; mientras que si bien las desigualdades porcentuales
entre franjas etarias en materia de desempleo se acotaron levemente con la llegada de
la pandemia en 2020, esto no resulta por una mejoría en la situación laboral de la
fracción juvenil inferior, sino por el empeoramiento de la situación en los restantes
grupos poblacionales.
Para concluir, corresponde reiterar que este articulo ha pretendido contribuir
en el abordaje de una problemática con nutrido desarrollo académico en el campo de
la sociología educativa argentina, se advierte que los factores que inciden en la
empleabilidad juvenil no han sido abordados en su totalidad ni con la profundidad

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que ameritan, resultan pendientes –entre otros- los aspectos ligados a las trayectorias
educativas (Corica y Otero, 2018; Garino, 2020) , las instituciones y credenciales
educativas (Jacinto, 2018), o donde se desempeñan los/as jóvenes o las características
del sector de la demanda en el mercado laboral(Fridman y Otero, 2019; Maynard,
2019), lo cual implicará desarrollos analíticos futuros. Se remarca, en total
coincidencia con Bonfiglio, Salvia, Tinoboras y Van Raap (2008), que si bien la
educación es una variable clave para mejorar las perspectivas laborales de los/as
jóvenes, esta no conforma ni la primera ni la última causa de los problemas de empleo,
sino que es más bien “…una consecuencia o un eslabón en un círculo de reproducción
y de transmisión intergeneracional de situaciones de pobreza y de precariedad cada
vez más difíciles de modificar” (p.25), que se ha visto agudizada por la emergencia
sanitaria de la pandemia de Covid-19 y sus implicaciones económicas. Lo que amerita
maximizar el trabajo por políticas públicas que den respuesta a esta problemática,
hacia una revisión integral de la vinculación entre el sistema educativo y el mundo
del trabajo, fundamentalmente a partir de desandar la estructura legal y económica
que condujo la situación plasmada en el artículo.

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