Alvarado Clara 2010

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TAMIZAJE COMBINADO DE ANEUPLOIDÍAS DURANTE EL PRIMER

TRIMESTRE DEL EMBARAZO EN COLOMBIA

CLARA CECILIA ALVARADO GARZON

COLEGIO MAYOR DE NUESTRA SEÑORA DEL ROSARIO

MAESTRIA EN CIENCIAS CON ENFASIS EN GENETICA HUMANA

BOGOTA
2010

1
TAMIZAJE COMBINADO DE ANEUPLOIDÍAS DURANTE EL PRIMER
TRIMESTRE DEL EMBARAZO EN COLOMBIA

CLARA CECILIA ALVARADO GARZON

Tesis

Director: Carlos Martín Restrepo

Asesor: Eduardo Acosta C

2
COLEGIO MAYOR DE NUESTRA SEÑORA DEL ROSARIO
MAESTRIA EN CIENCIAS CON ENFASIS EN GENETICA HUMANA
BOGOTA
2010

NOTA DE SALVEDAD DE RESPONSABILIDAD INSTITUCIONAL

“La Universidad del Rosario no se hace responsable por los conceptos


emitidos por los investigadores en su trabajo, solo velará por el rigor
científico, metodológico y ético del mismo en aras de la búsqueda de la
verdad y la justicia”.

3
Nota de Aceptación:

__________________________________________________________________
__________________________________________________________________
__________________________________________________________________
__________________________________________________________________
__________________________________________________________________
________________________________________________

Firma del presidente del Jurado

Firma del Jurado

Firma del jurado

4
Bogotá Agosto de 2010

Tabla de contenido
1. INTRODUCCION 6

2. OBJETIVOS 7
2.1. Objetivo principal: 7
2.2. Objetivos secundarios: 7

3. HIPOTESIS 8
3.1 Hipótesis alterna 8
3.2 Hipótesis nula 8

4. MARCO TEORICO 9
4.1 Frecuencia de las alteraciones cromosómicas 9
4.2. Historia de la citogenética 12
4.3. Pruebas de Tamizaje: 14
4.3.1.1. Marcadores bioquímicos: 16
4.3.1.2. Marcadores ecográficos de aneuploidía: 20

5. MATERIALES y METODOS: 30
5.1. Análisis estadístico: 31

6. RESULTADOS: 32

7. DISCUSION 38

8. BIBLIOGRAFIA 47

5
1. INTRODUCCION

El diagnóstico prenatal de aneuploidías requiere procedimientos diagnósticos


invasivos que, aún en manos expertas, tienen la posibilidad de pérdida del
embarazo aproximadamente del 1% en amniocentesis temprana y biopsia de
vellosidades coriales (1-3) o morbilidad fetal asociada al muestreo (como pie
equinovaro y defectos transversales de las extremidades) que oscila entre el 0,7 y
1,7% (4). Así, las mujeres gestantes de todas las edades y, sus obstetras, desean
detectar solo aquellos embarazos en los cuales se justifiquen los procedimientos
invasivos prenatales. Las opciones existentes para detectar fetos con alto riesgo de
alteraciones cromosómicas permiten, entre las semanas 11 a 14 de gestación,
evaluar el riesgo individual teniendo en cuenta la edad materna y marcadores
ecográficos y/o séricos, y en caso de obtenerse un determinado valor, acceder
rápidamente a métodos invasivos que confirmarán o descartarán la presencia de
aneuploidías; además, las pruebas de tamizaje en el embarazo pueden facilitar la
detección de fetos, quienes teniendo un cariotipo normal, presentan alto riesgo de
un resultado perinatal adverso.

La detección temprana de alteraciones cromosómicas fetales permite a las parejas


recibir asesoría genética, amén de seguimiento del crecimiento y bienestar fetal,
disminuir la morbi-mortalidad y el impacto psicológico en los dos miembros de la
pareja y en la familia.

El presente trabajo de tesis busca establecer la especificidad y sensibilidad del


tamizaje combinado (PAPP-A, β-hCG y sonolucencia nucal) para la detección de
aneuploidías entre las 11 y 14 semanas de gestación en 404 mujeres gestantes en
una población colombiana

6
2. OBJETIVOS

2.1. Objetivo principal:


• Determinar la tasa de detección de aneuploidías del tamizaje combinado
durante el primer trimestre, en una población de mujeres gestantes
colombianas.

2.2. Objetivos secundarios:


• Determinar si hay relación entre el resultado del tamizaje combinado
durante el primer trimestre y el desenlace perinatal.
• Identificar si hay grupos específicos de riesgo y beneficio en las mujeres
colombianas para recibir una prueba de tamizaje de aneuploidía.

7
3. HIPOTESIS

3.1 Hipótesis alterna


En una población colombiana, con la utilización del tamizaje combinado del
primer trimestre, es posible detectar la mayoría de fetos afectados por
aneuploidías, con una alta sensibilidad y una baja tasa de falsos negativos.

3.2 Hipótesis nula


El tamizaje combinado de primer trimestre tiene baja sensibilidad para la
detección de los fetos afectados por aneuploidías, con una alta tasa de falsos
negativos.

8
4. MARCO TEORICO

4.1 Frecuencia de las alteraciones cromosómicas.

El descubrimiento de alteraciones cromosómicas como causa de algunas entidades


genéticas frecuentes y de alta morbi-mortalidad e impacto social se inició en 1959
con la identificación de la Trisomía 21 como causa del síndrome Down (SD)
seguido del hallazgo de las Trisomías 13 y 18, así como de la monosomía X, el
síndrome Klinefelter y otras alteraciones estructurales de los cromosomas y, ha
despertado el interés de la comunidad por el desarrollo de medios de prevención e
identificación precoz.

Desde los finales de los años 60s, con los avances de la citogenética, fue posible
detectar prenatalmente alteraciones en los cromosomas, incluso en fetos de edades
tempranas, avances que luego condujeron a la búsqueda de métodos confiables de
diagnóstico prenatal no invasivo, para identificar a los fetos afectados (5). Es
difícil conocer la incidencia real en la concepción de las aneuploidías (1), ya que
gran parte de los embarazos aneuploides terminan en aborto temprano (6,7) y, en
los casos de continuar la gestación, es alta la letalidad intrauterina o neonatal. En
general, la cifra de abortos tempranos asociados a alteraciones cromosómicas
embrionarias varía entre el 44% y el 65% (6,7), predominando las Trisomías en el
55,8% de los casos, seguidos por Monosomías (14,2%) y Triploidías (12,7%) (7).

Los avances en las técnicas de citogenética y cultivos celulares han llevado en los
últimos años a la evaluación satisfactoria de la mayor parte de las muestras
obtenidas de pérdidas gestacionales tempranas y, por lo tanto, a la detección de un
mayor número de embarazos afectados por alteraciones cromosómicas (6). Un
estudio multicéntrico realizado por Menasha y colaboradores, en el cual se realizó
análisis citogenético a vellosidades coriales procedentes de pérdidas gestacionales
tempranas, mostró aumento en la tasa de detección de aneuploidías a partir del
año 1997, debido a la mayor colaboración de los obstetras en la recolección y el
transporte de las muestras, la disección inmediata y adecuada de la vellosidades
coriales y a modificaciones en los medios de cultivo. Aumentó así la detección de
aneuploidías del 42,8% al 65,8% en abortos espontáneos. Este estudio mostró la

9
Trisomía 16 como la más frecuente en el hombre, seguida por las Trisomías 21 y
22; hallazgos que fueron también informadas por otros autores (6-9). La Trisomía
16 se encuentra aproximadamente en el 6% de las pérdidas durante el primer
trimestre de la gestación, y se han documentado solo dos casos de trisomía 16 que
han progresado al segundo o tercer trimestre, registrándose múltiples
malformaciones (10).

En lo referente a las Monosomías cromosómicas, la más frecuente es la del


cromosoma X (8), presente en el 80,6% de los casos. Entre las Monosomías que
comprometen los autosomas, la más frecuente es la Monosomía 21 observada en
el 16,4% de abortos tempranos documentados (10).

La probabilidad de muerte intrauterina relacionada con alteraciones cromosómicas


es mayor durante el primer trimestre de la gestación (1,8), especialmente cuando
aún no hay signos clínicos de embarazo y es más frecuente en presencia de tejidos
embrionarios desorganizados o ante embriones con alteraciones morfológicas
claramente detectadas (8). Es por esta razón que a mayor edad gestacional
disminuyen las posibilidades de encontrar fetos con alteraciones cromosómicas.
Además, desde la implementación de técnicas de detección temprana de
aneuploidías, una proporción de los embarazos, difícil de determinar, serán
interrumpidos por los padres (1), interfiriendo en el desenlace natural de
gestaciones afectadas por estos desórdenes.

El pronóstico de las alteraciones cromosómicas se relaciona con el genotipo,


observándose que las alteraciones numéricas de cromosomas sexuales tienen, en
general, un curso más benigno que las aneuploidías de autosomas. Estas últimas
por lo general son letales, exceptuando algunas que son potencialmente viables
como: la Trisomía 21, con una incidencia de 1,5 cada mil nacimientos (2), la
Trisomía 18 (o síndrome Edwards) cuya incidencia es 1 en cada tres mil a cada 5
mil nacimientos y la Trisomía 13 (síndrome Patau) presente en 1 de cada 5000
recién nacidos (11).

Se ha calculado que, en el caso de la Trisomía 21, la mortalidad fetal espontánea


es del 40% entre las semanas 12 y el término de la gestación, cifra que disminuye

10
al 30% si tenemos en cuenta fetos mayores de 16 semanas de embarazo (12). La
letalidad in útero de las trisomías 13 y 18 es más alta (1,2) y en algunas series la
mortalidad perinatal de la trisomía 13 es del 100% (13).

En general, la etiología de las diferentes aneuploidías es similar, siendo la mayoría


causadas por la no disyunción durante la meiosis y, en menor número de casos,
por translocaciones y mosaicismos secundarios a una no disyunción post-
mitótica. En las tres cuartas partes de los casos de origen materno y en la mitad de
los paternos, la alteración ocurre en la primera división de la meiosis (14). La no
disyunción materna durante la meiosis I es la causa más frecuente, posiblemente
por el mayor tiempo en que los ovocitos se encuentran detenidos en paquitene (9),
exponiéndose a sufrir alteraciones en los mecanismos involucrados en la división
celular. Sin embargo, algunas Trisomías tienen características especiales; por
ejemplo la trisomía 18 se debe con mayor frecuencia a alteraciones durante la
disyunción en la meiosis II materna mientras que la trisomía para cromosomas
sexuales 47,XXY o la monosomía X que son de origen paterno en la mayoría de
los casos (9,15). En las tres cuartas partes de los casos maternos y en la mitad de
los paternos, la alteración ocurre en la primera división de la meiosis (14).

El 95% de los casos de Síndrome Down (SD) se deben a la no disyunción del


cromosoma 21, el 4% a traslocaciones robertsonianas principalmente t(14;21) y
t(21;21) y el 1% a mosaicismos (16). Para determinar el origen parental de las
trisomía 21 secundarias a no disyunción se han analizado polimorfismos
cromosómicos, encontrándose un cromosoma materno extra en el 89% de los
casos, mientras que en el 9% hay un cromosoma extra de origen paterno y los
errores pos-mitóticos acumulan el 2% de los casos (14). A través del diagnóstico
cromosómico prenatal y el aborto electivo la frecuencia de aneuploidías en los
recién nacidos pueden estar disminuyendo en algunas regiones (1,17). A pesar de
que en el Reino Unido el 92% de los embarazos con diagnóstico de síndrome
Down prenatal son interrumpidos, entre 1989 y 2008 la incidencia anual de recién
nacidos afectados solo ha disminuido el 1% debido al incremento en la edad de las
madres gestantes (18).

11
4.2. Historia de la citogenética
El proceso de división celular fue conocido por primera vez a través de
microscopios ópticos en el siglo XIX; esto llevó a la identificación de unos
cuerpos coloreados que hacían parte de las células nucleadas, a los cuales
Waldeyer en 1888, llamó cromosomas. Los primeros intentos por caracterizar
adecuadamente los cromosomas no fueron fáciles porque se desconocían aspectos
técnicos de cultivo, los extendidos obtenidos eran confusos y era imposible la
identificación plena de cada uno de los cromosomas. Los estudios iniciales
llevaron a resultados erróneos en la asignación del número cromosómico normal
en humanos; por ejemplo, en 1912 Winiwarter estudiando tejidos gonadales,
concluyó que el número de cromosomas era de 47 en células masculinas y 48 en
células femeninas (19) y luego, Painter en 1923, analizando biopsias testiculares
de presos condenados a muerte, reportó 48 cromosomas (20), error que fue
aceptado por muchos años.

Avances en citogenética en los años 50s, tales como mejores técnicas para el
cultivo de células, el uso de la fitohemaglutinina que estimula la división celular
de los linfocitos (extraída del fríjol y otras leguminosas), la introducción de
soluciones hipotónicas que llevan a la dispersión de los cromosomas en metafase,
y la utilización de colchicina para lograr detener las células en división celular,
hicieron posible avanzar en la cuantificación de los cromosomas y la clasificación
de grupos crosomómicos. Así, en 1955, Tjio y Levan encontraron 46 cromosomas
en todos los cultivos de células embrionarias humanas (21), hallazgo luego
confirmado por otros autores en otros tipos de células (22).

En 1958 Jèrome Lejeune informó la presencia de un cromosoma extra en las


personas con síndrome Down (23). Luego, y de manera rápida, se identificaron
otras alteraciones cromosómicas relacionadas con fenotipos específicos como las
trisomías 18 y 13, el síndrome Turner y Klinefelter (24-27). Poco tiempo después,
se detectaron algunas alteraciones cromosómicas estructurales como el
cromosoma Philadelphia que inicialmente se observaba como una deleción en un
cromosoma del grupo G (28) en pacientes con Leucemia Mieloide Crónica y el
síndrome Cri du Chat por una deleción de un cromosoma del grupo B. Luego,

12
cuando Caspersson introdujo las técnicas de bandeo cromosómico, tiñendo las
metafases con colorantes fluorescentes como la quinacrina (bandas QTG) (29,30)
avance con el que fue posible la identificación de cada cromosoma y pronto se
describieron otras alteraciones estructurales y se logró la individualización del
síndrome Wolf-Hirschorn del síndrome Cri du Chat y establecer la translocación
entre el cromosoma 9 y el cromosoma 22 en la formación del cromosoma
Philadelphia. Así se asoció la presencia de alteraciones cromosómicas
estructurales con síndromes mielodisplásicos y leucemias. (31). Hoy, además de
las bandas QTG, existen las bandas GTG (colorante Giemsa), RHG (reversas),
NOR (organizadores nucleolares), bandas CBG (centrómeros y zonas
heterocromáticas) y las bandas T (teloméricas).

A mediados de los años 60 Steele y Breg obtuvieron cariotipos a partir de cultivos


de líquido amniótico (32), hallazgo que abrió las puertas al diagnóstico prenatal
de aneuploidías. En 1968, se reportó éxito en más del 97% de los cultivos (32). La
biopsia de vellosidades del corion fue descrita como método para el diagnóstico
citogenético en 1968 (33) pero tuvo poca aceptación, por las bajas tasas de
cultivos obtenidos, la no disponibilidad de ecografía en tiempo real y los riesgos
materno-fetales asociados (3).

La citogenética molecular, llegada a finales de los años 80, combinó los métodos
mencionados con los avances en la biología molecular para la detección rápida de
alteraciones cromosómicas específicas o aquellas que escapan a la citogenética
convencional. Son ejemplos de estos avances el FISH (fluoresence in situ
hybridization), M-FISH (FISH múltiple), SKY (spectral karyotyping), la MLPA
(multiple ligation-dependent probe amplification) y CGH (comparative genomic
hybridization), que emplean una o más sondas específicas (hasta miles), que han
sido marcadas con fluorocromos y permiten identificar, en células en interfase, en
metafases o en hasta muestras de ADN extraído, mutaciones específicas en el
ADN como causa de cáncer, de retardo mental y de anomalías congénitas
múltiples (34-36).

Durante los años 70s y 80s, utilizando como punto de corte una edad materna
mayor a los 35 años, la tasa de detección para trisomía 21 era hasta del 21% (1),

13
una cifra baja debida, probablemente, a la mayor tasa de embarazos en mujeres
jóvenes de entonces. Actualmente y en especial, en los países industrializados, las
mujeres inician el embarazo en edades más tardías, encontrándose in útero hasta
el 50% de los fetos con SD (1). Un comportamiento similar se observa para las
trisomías 18 y 13, pero, en contraste, la frecuencia de otras aneuploidías tales
como la monosomía X y las triploidías, no se afecta por la edad materna (1,11).

4.3. Pruebas de Tamizaje:


Una de las acciones de prevención desarrollada por la medicina es el screening,
despistaje, cribaje o, más comúnmente llamado, tamizaje. El tamizaje es una
herramienta que facilita la detección de condiciones patológicas en la población
general. Usualmente estas pruebas tienen baja especificidad para la enfermedad de
interés y, un resultado positivo, no es diagnóstico y frecuentemente conduce a la
realización de pruebas adicionales, o a iniciar tratamientos preventivos de acuerdo
a la entidad clínica relacionada (37).

Las pruebas de tamizaje se realizan en personas, en principio sanas, son fáciles de


realizar, de bajo costo y con riesgos mínimos de complicaciones. Con ellas se
identifican grupos de riesgo, bajo o alto, de padecer una condición específica. Por
el contrario, las pruebas diagnósticas son aplicadas usualmente en personas con
alto riesgo de enfermedad, por lo regular son complejas, más costosas, requieren
un análisis e interpretación de resultados laborioso, pueden implicar riesgos
adicionales en la salud de los pacientes y los resultados confirman o no la
existencia de enfermedad (37-40).

En general, una prueba de tamizaje ideal debe cumplir con las siguientes
características: 1. La enfermedad o condición a prevenir debe ser un problema
importante. 2. Tiene una prevalencia y/o incidencia altas. 3. Dispone de un
manejo o tratamiento que influya en el curso de la enfermedad. 4. Efectiva en
términos de costo-beneficio y además, precisa, aceptada por el paciente y por la
sociedad (38).

14
Existen cuatro indicadores que evidencian la utilidad de una prueba de tamizaje:
sensibilidad, especificidad, valor predictivo positivo y valor predictivo negativo
(37).

La sensibilidad, conocida algunas veces como tasa de detección, es la capacidad


de una prueba para detectar personas afectadas por una condición; la
especificidad, denota la capacidad de la prueba para clasificar adecuadamente los
individuos sanos (37); el valor predictivo positivo, determina qué porcentaje de
personas con tamizajes positivos se encuentran ciertamente afectadas, mientras
que el valor predictivo negativo indica el porcentaje de individuos sanos con
resultado negativo. La sensibilidad y la especificidad generalmente no se ven
afectadas por la prevalencia de la enfermedad mientras que los valores
predictivos, tanto positivo como negativo, si lo hacen. Así, en una región donde la
prevalencia de una entidad es más baja, el porcentaje de personas sanas con
resultados falsamente positivos es mayor (39).

En ginecología y obstetricia las pruebas de tamizaje son utilizadas ampliamente


en la búsqueda de condiciones con alto impacto en la morbi-mortalidad de la
mujer, en diferentes etapas de la vida. Inicialmente se utilizó en la detección del
cáncer del cuello uterino, empleando la citología cervico-vaginal (inicialmente
llamada como prueba de Papanicolau), y en la detección prenatal de defectos de
tubo neural, valiéndose de los niveles de alfa-fetoproteina (AFP) en la sangre
materna. Hoy, varios tipos de las pruebas de tamizaje se emplean de rutina como
es el caso del cáncer de seno con la mamografía, la diabetes gestacional con la
prueba de O´Sullivan, en la patología ovárica y endometrial con el ultrasonido y
durante el embarazo, en la detección prenatal de aneuploidías mediante
marcadores bioquímicos en la sangre materna y marcadores ultrasonográficos (1).

4.3.1 Marcadores prenatales de aneuploidía:

A continuación se presenta una breve descripción de cada marcador utilizado para


la detección prenatal de aneuploidía:

15
4.3.1.1. Marcadores bioquímicos:
Los cambios en las hormonas propias del embarazo llevan a una serie de
modificaciones en la fisiología materna, que permiten el desarrollo normal de la
gestación. En condiciones adversas, puede verse afectada la producción,
liberación y trasporte de hormonas y citoquinas a partir de los tejidos
intrauterinos, apareciendo diferencias significativas en los niveles de algunas
moléculas en los diferentes compartimientos materno y fetal, entre embarazos
normales y patológicos.

Los marcadores bioquímicos más utilizados son:

4.3.1.1.1. Alfa-feto-proteína (AFP):


La alfa-feto-proteína, es una glicoproteína similar a la albúmina, de 69kDa, y
miembro de la superfamilia de genes albuminoides junto a la albúmina y la
vitamina D. Esta se une y trasporta a una multitud de ligandos como bilirrubina,
ácidos grasos, retinoides, esteroides, metales pesados, flavonoides, fitoestrógeno y
varias drogas. La medición de los niveles de AFP se utiliza para el seguimiento de
tumores y la detección de malformaciones fetales. Aunque la AFP en sí, no es la
causa directa de las alteraciones observadas en malformaciones y en cáncer, es
posible que situaciones de choque y estrés induzcan cambios conformacionales en
su estructura, resultando variantes de esa proteína fetal que puedan influir o
contribuir en dichas alteraciones.

En sangre fetal se encuentra un pico máximo (mg/dl) hacia las 12 semanas de


gestación con un posterior descenso gradual hasta la semana 32, momento en que
inicia un descenso más rápido. Los niveles de AFP en sangre materna son
menores que los de la sangre fetal (ng/dl) y aumentan hasta la semana 32 para
luego declinar después del nacimiento del feto.

La causa de AFP elevada más conocida durante el embarazo es la presencia de


defectos de tubo neural; también con alteraciones estructurales con pérdida de la
integridad de la pared abdominal fetal, como gastrosquisis. Otras causas de
elevación son la nefrosis congénita, el sufrimiento fetal severo y la muerte fetal
reciente (41).

16
Los niveles de AFP séricos maternos se encuentran significativamente bajos
durante el segundo trimestre en gestaciones afectadas por trisomía 21 y trisomía
18. No existen diferencias significativas entre la expresión hepática fetal de RNA
mensajero de AFP en embarazos sanos y con trisomía 21, lo cual sugiere que en
embarazos afectados la función renal disminuida o alteraciones en el transporte y
liberación en la placenta son los responsables de estas diferencias (32). Las
triploidías del tipo I, de origen paterno, cursan con niveles elevados de AFP
mientras que las del tipo II, de origen materno cursan con niveles bajos (42).

4.3.1.1.2. Estriol:
Los estrógenos, 17β-estradiol (E2), estrona (E1) y el estriol (E3) son esteroides de
18 carbonos derivados del colesterol, que se diferencian entre sí por el número y
la disposición de grupos hidroxilos. La fuente primaria de estradiol se encuentra
en las células de la teca y de la granulosa ovárica. Las células de la teca producen
andrógenos que son aromatizados a estrógenos en las células de la granulosa. Por
otra parte, el estriol y la estrona se originan principalmente en el hígado, como
derivados del estradiol (43).

La función del estriol en el útero grávido y desarrollo fetal no se conoce


claramente. La producción de estrógenos en el embarazo se lleva a cabo en el
sincitiotrofoblasto, el cual se encuentra bajo el control del feto y refleja la
esteroidogénesis fetal. Las glándulas suprarrenales fetales producen sulfato de
dehidroepiandosterona (DHEA-S), la cual se hidroxila en el hígado fetal en 16-
alfa-hidroxi DHEA-S, que a su vez, es transportada a la placenta donde es
desulfatada y finalmente aromatizada a estriol (41). En condiciones normales el
90% del estriol excretado depende de la producción de DHEA-S fetal. La
contribución materna a los niveles de estriol es muy baja, lo cual se observa
claramente en embarazos donde la función adrenal fetal está disminuida, como en
el caso de fetos anencefálicos. Como marcador único de aneuploidía tiene un bajo
poder predictivo y se utiliza en combinación con otros marcadores bioquímicos
durante el segundo trimestre.

17
4.3.1.1.3 . Inhibina A:
Las inhibinas A y B son glicoproteínas cuyo nombre se debe a la habilidad de
inhibir la secreción de FSH por la hipófisis; están compuestas por subunidades
alfa y beta que están unidas por puentes disulfuro. La medición de los niveles
sanguíneos de ambas proteínas se utiliza para evaluar el desarrollo folicular a lo
largo del ciclo menstrual y como marcador pronóstico en embarazos después de
emplear técnicas de reproducción asistida. En mujeres gestantes, la fuente
principal de síntesis es el cuerpo lúteo y la placenta y los niveles aumentan
progresivamente durante el embarazo, aunque el feto produce cantidades menores
que las originadas del cito y sincitiotrofoblasto (41). La función de las inhibinas
durante el embarazo es regular la producción placentaria de hCG, GnRH y
esteroides. Los niveles de inhibina A se encuentran elevados en presencia de
fetos con trisomía 21 y se utilizan en combinación con otros marcadores
bioquímicos como prueba de tamizaje de aneuploidías.

4.3.1.1.4. Gonadotropina coriónica humana (hCG):


La gonadotropina coriónica humana (hCG) es una glicoproteina de 36 a 40Kd,
producida principalmente por células embrionarias, incluso desde antes de la
implantación en células del sincitiotrofoblasto, y se secreta en la orina materna
desde la primera semana pos-concepción. Las cifras en sangre periférica materna
aumentan, duplicándose cada 30 +/- 7 horas, hasta alcanzar el nivel máximo a las
10 semanas, momento a partir del cual lentamente disminuye hasta la semana 18 a
20, alcanzando el nivel en el cual persistirá el resto de la gestación.

La hCG está formada por dos subunidades, una alfa, homóloga a las de otras
glicoproteínas como TSH, FSH y LH y una subunidad beta, la cual es similar a la
LH, con la diferencia de un residuo de ácido siálico en uno de sus extremos, que
es responsable de la vida media más larga de esta hormona.

La hCG juega un papel fundamental durante el embarazo en la producción de


progesterona por el cuerpo lúteo durante las primeras semanas de gestación, en la
diferenciación de las células del trofoblasto, en la placentación hemocorial y en el
mantenimiento de la angiogénesis en las arterias espirales, porque actúa en los
receptores LH/hCG presentes en esas arterias (44). En embarazos afectados por

18
trisomía 21, las células del citotrofoblasto se fusionan pobremente o tardíamente
ocasionando un defecto de la formación del sincitiotrofoblasto, el cual lleva a la
producción anormal de hCG glicosilada (45).

Existe controversia, sobre la determinación de niveles de hCG total o de la


fracción β libre (β-hCG). En general la mayoría de estudios han demostrado que
la diferencia de β-hCG entre embarazos euploides y aneuploides es mayor que la
existente en niveles de HCG total, tanto en primero como en el segundo trimestre,
siendo entonces más sensible la β-hCG (46) y en el segundo trimestre del
embarazo es el marcador que, de forma aislada, ofrece un mayor poder predictivo
(1).

4.3.1.1.5. Proteína Plasmática A asociada al embarazo (PAPP-A):


La PAPP-A pertenece a la familia de metaloproteinasas metzincin, las cuales
participan en procesos de degradación proteica. Al igual que las otras seis
metaloproteinasas descritas en esta familia (47), se caracteriza estructuralmente
por tener un motivo de unión a zinc esencial para la función catalítica (47,48).

Se ha sugerido que la PAPP-A modula la acción de una proteína de unión a los


factores de crecimiento similares a la insulina, como IGFBP-4, la cual en ausencia
de la PAPP-A disminuye la biodisponibilidad y los efectos mitogénicos de los
IGF. Se produce en varios tejidos, como el sincitiotrofoblasto, el endometrio en la
fase folicular, los osteoclastos, los vasos sanguíneos y los fibroblastos. Estudios in
vivo han demostrado su papel esencial como factor regulador de crecimiento y
sugieren un nuevo mecanismo para regular la biodisponibilidad de IGF durante la
vida fetal (49).

Niveles de PAPP-A bajos en la gestación se asocian a disfunción placentaria


como aneuploidía, pre-eclampsia, parto pre-término y restricción de crecimiento
intrauterino. Por el contrario niveles de PAPP-A por encima de lo esperado para la
edad gestacional solo muestran tendencia a recién nacidos con pesos superiores a
4600 gramos, lo cual no es estadísticamente significativo.

La PAPP-A es uno de los marcadores bioquímicos más utilizados durante el


primer trimestre de embarazo y es el que de forma aislada ofrece mayor detección

19
de fetos afectados. Combinado con la edad materna tiene una sensibilidad en la
detección de trisomía 21 del 60%, con una tasa de falsos positivos del 5% (50).

4.3.1.2. Marcadores ecográficos de aneuploidía:


En la década de los años 70 surgió el ultrasonido, ofreciendo imágenes estáticas
que hacían de la ecografía un medio diagnóstico poco llamativo; sin embargo, en
poco tiempo evolucionó al punto que aparecieron máquinas que ofrecían
imágenes en tiempo real y cuyas características permitían la valoración detallada
de diferentes órganos, estructuras y del desarrollo fetal. Desde los años 90, los
profesionales de la salud dedicados al ultrasonido obstétrico, han encaminado sus
esfuerzos en detectar signos ecográficos que conduzcan a la detección temprana
de fetos con aneuploidías y alteraciones estructurales. En los últimos años los
avances en la calidad de las imágenes, la aparición de las imágenes ecográficas en
3 y 4 dimensiones (3D y 4D) y la utilización del doppler, se obtiene un
conocimiento cada vez más detallado de la morfología y fisiología materno-fetal y
la identificación de signos que predicen un número mayor de complicaciones en
ambos.

Entre los hallazgos ecográficos altamente sugestivos de aneuploidía se encuentran


malformaciones mayores y un conjunto de otros signos ecográficos sutiles como
son las características del hueso nasal y la presencia de una colección líquida
subcutánea en la parte posterior del cuello y dorso fetal, llamada sonolucencia
nucal, que en algunos casos puede ser septada y alcanzar un tamaño considerable.
Así mismo, otros marcadores ecográficos de aneuploidía han sido ampliamente
estudiados y se consideran como marcadores menores, los cuales pueden
observarse en diferentes etapas de la gestación: estos son, los focos ecogénicos
cardiacos, los quistes de plexos coroideos, la pielectasia renal, el intestino
hiperecogénico, la agenesia de una arteria en el cordón umbilical, la
ventriculomegalia leve de los ventrículos laterales y el acortamiento de los huesos
largos entre otros.

4.3.1.2.1. Marcadores ecográficos de aneuploidía de primer trimestre:


La ecografía durante el final del primer trimestre de la gestación es un
procedimiento ampliamente utilizado en mujeres gestantes, que puede servir para

20
determinar el bienestar fetal, detectar malformaciones fetales y fetos con alto
riesgo de presentar aneuploidías o predecir complicaciones materno-fetales como
pre-eclampsia y restricción de crecimiento intrauterino.

4.3.1.2.1.1. Sonolucencia nucal:


La sonolucencia nucal (SN) se ha convertido en el principal marcador ecográfico
de aneuploidía durante el primer trimestre de la gestación y, utilizada como
marcador aislado, permite la detección de hasta el 80% de los fetos afectados por
SD (51).

La SN debe ser medida entre las 11 y 13 semanas y 6 días de gestación, momento


en el que la longitud cráneo caudal fetal se encuentra entre 45 y 84 mm. Las
razones por las que se ha establecido este límite en la edad gestacional son:

1. Hasta ahora, antes de las 11 semanas no es posible ofrecer un método


diagnóstico seguro para la madre, ya que procedimientos invasivos
tempranos se pueden asociar a complicaciones fetales como amputaciones
de extremidades, pie equinovaro congénito y un mayor riesgo de aborto.
2. A partir de las 11 semanas, es posible además, detectar un número
importante de alteraciones estructurales fetales potencialmente letales.
3. La posibilidad de obtener un diagnóstico fetal definitivo en el primer
trimestre o en los inicios del segundo trimestre de la gestación, lo que
disminuye el periodo de ansiedad de los padres y permite la toma de
decisiones tempranas que se asocian con menor morbimortalidad materna.
4. Usualmente, tanto en fetos normales como anormales, la medida de la
sonolucencia nucal disminuye después del primer trimestre de gestación.
5. Después de las 13 semanas y 6 días aumentan las dificultades técnicas para
lograr la medición adecuada.

La sonolucencia nucal debe medirse en un corte sagital del feto, el cual debe
encontrarse en posición neutra, magnificando la imagen hasta que la cabeza y el
tórax fetal ocupen la pantalla. Los calipers deben ir de borde interno a borde
interno del espacio que se está midiendo y debe tomarse la medida en el sitio
donde el espacio es mayor. Este procedimiento se realiza tres veces y se toma

21
como valor definitivo el mayor, que obviamente debe cumplir con los requisitos
técnicos. Se debe tener en cuenta que mediciones o interpretaciones erróneas se
originan de un feto flexionado o en hiperextensión o la presencia de cordón
umbilical en el dorso fetal o cuando se confunde el amnios con la piel fetal (1).

Existen varias hipótesis sobre el aumento de la sonolucencia nucal entre las cuales
se encuentra la alteración en los vasos linfáticos, la congestión venosa del tórax
superior por disfunción cardiaca, alteraciones en los componentes del colágeno,
procesos infecciosos, anemia y alteraciones en los movimientos corporales.
Condiciones diferentes a aneuploidías que cursan con sonolucencia nucal
aumentada son las cardiopatías congénitas, las displasias esqueléticas, la hernia
diafragmática, el hidrops fetal no inmune, la transfusión entre gemelos y algunos
síndromes genéticos como en el síndrome Noonan (1,52).

A medida que el valor de la sonolucencia se aleja el percentil 95 para la edad


gestacional, aumenta considerablemente el riesgo de aneuploidía, de muerte fetal
y anomalías mayores. Por ejemplo, si la sonolucencia nucal se encuentra por
debajo del percentil 95, siempre con valores de SN por debajo de 2,5 mm, la
posibilidad de tener un recién nacido sano es del 97%, mientras que ante un valor
de sonolucencia igual o mayor a 6,5 mm la posibilidad de obtener un recién
nacido sano se reduce al 15% (52).

4.3.1.2.1.2. Otros marcadores ecográficos de aneuploidía durante el primer


trimestre de la gestación:
Otro hallazgo que ha mostrado utilidad en la detección de fetos aneuploides es la
hipoplasia de hueso nasal, la cual se relaciona con los hallazgos histopatológicos
en fetos afectados por trisomía 21, debidos a un retraso en la osificación (53,54) y
a que en el 60% de los fetos afectados el hueso nasal (HN) está ausente o
hipoplásico (1), en contraste con un 2% de fetos euploides que presentan
hipoplasia o ausencia de hueso nasal (1). Actualmente la valoración del hueso
nasal se utiliza como marcador temprano de aneuploidía, combinado con otros
marcadores como la sonolucencia nucal, la medición del ángulo frontomaxilar, la
morfología del ducto venoso y otros. Algunos autores han demostrado que la

22
medición del HN disminuye la tasa de falsos positivos y aumenta la sensibilidad
en la detección de fetos con SD (1,40).

Con la introducción del doppler en la ecografía obstétrica, se han identificado


otros marcadores útiles de cardiopatías fetales, con o sin aneuploidía, que pueden
ser utilizados desde el final del primer trimestre de la gestación. Estos son la
morfología e impedancia del flujo sanguíneo a través del ducto venoso y la
presencia de regurgitación en la válvula tricúspide. Las alteraciones el flujo
sanguíneo fetal pueden deberse a disfunción cardiaca transitoria que se relaciona
con aumento de la sonolucencia nucal, por alteraciones linfáticas y congestión
venosa. Estos marcadores se utilizan de manera combinada con otros marcadores
ecográficos y aumentan la tasa de detección de fetos afectados por aneuploidías
(1).

Además, se ha observado que variaciones en la frecuencia cardiaca fetal están


asociada a alteraciones cromosómicas específicas; sin embargo, la tendencia a la
bradicardia o taquicardia fetal, de forma aislada, no es un buen indicador de
aneuploidía, ya que las variaciones en la frecuencia cardiaca es multifactorial y la
variación puede ser ocasionada por inmadurez del sistema nervioso autónomo, al
final del primer trimestre. Así las cosas, una frecuencia cardiaca elevada se
observa en fetos con SD, mientras que la frecuencia baja se observa en
monosomía X y en triploidía (1).

Teniendo en cuenta estudios antropométricos de personas afectadas con SD se han


encontrado nuevos marcadores de aneuploidía como el ángulo fronto-maxilar, el
cual se encuentra elevado (por encima de 90°), en los cuales llama la atención un
perfil aplanado. Este nuevo marcador se ha adicionado a los otros marcadores
ecográficos con el fin de aumentar la tasa de detección (55).

4.3.2. Historia del tamizaje prenatal de aneuploidía:

La detección de defectos del tubo neural fetal se inició, en los años 80 con el
hallazgo de valores elevados de AFP en las mujeres gestantes. Este fue el primer
ejemplo del tamizaje masivo de una anomalía congénita en obstetricia. La
implantación de sistemas masivos de tamizaje en la población, permitió asociar el

23
hallazgo de valores bajos de AFP con la presencia de fetos afectados con SD (56),
y luego, esta asociación se hizo evidente también para otras aneuploidías como la
Trisomía 18 (2).

A partir de ese momento se inició la búsqueda de otros marcadores bioquímicos


que mejoraran la sensibilidad en la detección de fetos con aneuploidía y otras
patologías fetales y/o maternas (2, 41, 57, 58). Las estrategias inicialmente
utilizadas eran útiles durante el segundo trimestre del embarazo, e3ntre las
semanas 15 y 20 y algunas de ellas se usan en la actualidad. En 1988, se propuso
la combinación de AFP, estriol no conjugado y hCG, combinación hoy conocida
como triple marcador, con una sensibilidad para SD del 60% y una tasa de falsos
positivos del 5%. Posteriormente se propuso adicionar a esta combinación la
inhibina A, conocida como cuádruple marcador, con lo que la sensibilidad
aumentó a 72%, con tasa de falsos positivos del 5% (50). Este es el método de
tamizaje de segundo trimestre más usado (59).

En los años 90 se adicionaron a los marcadores séricos, varios de tipo ecográfico,


como los antes citados, con lo que hoy se tiene una combinación de estrategias
para la detección prenatal de aneuploidías y otros defectos congénitos, en el
primer trimestre (12, 60-62). Así las cosas, para cada gestación se puede estimar
un riesgo de aneuploidía, basándose en el riesgo relacionado con la edad materna
y gestacional, conocido como riesgo a priori, el cual se modifica al tener en
cuenta el antecedente de embarazos previos afectados y los resultados de
marcadores bioquímicos y ecográficos, obteniéndose un riesgo final, a posteriori,
para cada mujer gestante.

Esto se debe a la existencia de una dinámica bioquímica y ecográfica, que


modifica los valores o los hallazgos a lo largo de la gestación y el uso de
diferentes técnicas entre uno y otro laboratorio. Esto ha obligado a estandarizar las
medidas de los marcadores mediante la estima de valores estadísticos de tendencia
central. La unidad de medida más aceptada es el Múltiplo de la Mediana (MoM),
con lo que el resultado numérico, medido en la mujer gestante, se divide entre la
mediana de la población a una edad determinada del embarazo, lo que resulta en
el MoM.

24
Seguidamente se presentarán las diversas estrategias de identificación en la
población de aneuploidías y otras anomalías congénitas, estas son el tamizaje
contingente, tamizaje integrado, tamizaje secuencial y tamizaje combinado, se
encuentran entre los métodos entre los más usados (12):

4.3.2.1. Tamizaje Integrado:

Se realiza en dos visitas y consiste en la valoración de marcadores de primer


trimestre (PAPP-A y sonolucencia nucal) y del segundo trimestre (estriol, AFP,
B-hCG e inhibina-A). Una vez completados ambos grupos de estudios se hace el
análisis simultáneo del conjunto de resultados. Es conocido que este método causa
gran ansiedad materna ya que se debe esperar entre 4 a 6 semanas para completar
las pruebas y se plantean discusiones sobre la ética y la moral por la necesidad de
esperar por resultados que, en algunos casos, pueden definir un resultado adverso
con los dos iniciales. Por otra parte, son relativamente altos los costos del examen
y del manejo de un feto aneuploide que se ha detectado solo hasta el segundo
trimestre del embarazo. La sensibilidad de este método de tamizaje es del 85%,
con un 5% de falsos positivos (61).

4.3.2.2. Tamizaje Secuencial:

El tamizaje secuencial consiste en la realización del tamizaje con PAPP-A, β-hCG


y sonolucencia nucal durante el primer trimestre de la gestación y, si el resultado
es positivo, se ofrece a la paciente un método invasivo de diagnóstico; en caso de
ser negativo, se realiza la segunda evaluación en el segundo trimestre, que incluye
el análisis de inhibina A, AFP, estriol y β-hCG. La sensibilidad para detectar
aneuploidías se estima que alcanza el 95% y la tasa de falsos positivos de 4,9%
(62).

4.3.2.3. Tamizaje Contingente:

En este método de tamizaje se realiza el tamizaje combinado (PAPP-A, β-hCG y


sonolucencia nucal), del primer trimestre y posteriormente se clasifica a la madre
gestante como de riesgo bajo, moderado o alto para aneuploidía. Si el riesgo es
mayor a 1 en 100, se ofrece un procedimiento diagnóstico invasivo. El riesgo

25
menor de 1 en 1000 implica que no es necesario realizar procedimientos
adicionales. El riesgo intermedio, que se encuentra entre 1 en 100 y 1 en 1000, a
este último grupo se ofrecen marcadores de segundo trimestre como complemento
(38). Algunos autores han sugerido introducir nuevos marcadores ecográficos del
primer trimestre, como la evaluación de la morfología del hueso nasal, del ducto
venoso y la presencia o no de regurgitación tricuspídea, que mejoran la
sensibilidad del tamizaje para decidir un procedimiento invasivo como la biopsia
de vellosidades coriales o la amniocentesis (63).

4.3.2.4. Tamizaje Combinado:

A todas las mujeres gestantes durante el primer trimestre del embarazo se les debe
brindar información sobre las diferentes estrategias utilizadas para la detección de
fetos aneuploides. Entre las conclusiones de la ACOG (American College of
Obstetrician and Gynecologists) en el año 2007 (64), y la ACMG (American
College of Medical Genetics) en el 2008 (65), sobre la detección prenatal de
aneuploidía, se encuentra que el tamizaje combinado es un método costo efectivo
y eficaz para la detección de un alto número de fetos afectados por trisomía 21, en
mujeres con edad gestacional inferior a 14 semanas. Su sensibilidad es
equiparable a la obtenida con el cuádruple marcador durante el segundo trimestre
(64) y con las ventajas que representa un posible diagnóstico temprano.

El tamizaje combinado consiste en la determinación del riesgo de aneuploidía


basado en la medición de la sonolucencia nucal, PAPP-A y la β-hCG. La
sensibilidad para SD es del 90% (1) y varía de acuerdo con la edad gestacional en
la cual se realiza la toma de sangre materna y la valoración ecográfica. Estudios
recientes, muestran mayor sensibilidad en los valores de los marcadores séricos
realizados a la semana 10 combinado con la realización del ultrasonido a las 12
semanas, ya que a esta edad la valoración anatómica es más adecuada y es más
fácil detectar una mayor cantidad de malformaciones fetales (60). A pesar de ello,
en la mayoría de estudios se han realizado la toma de muestra sanguínea materna
y medición de la sonolucencia nucal en la misma visita.

26
Una vez obtenidos los resultados de los marcadores evaluados, se pasa a clasificar
a los embarazos en aquellos de alto o de bajo riesgo de aneuploidía. Esto requiere
definir lo que se ha llamado puntos de corte del riesgo relativo, el cual es un valor
arbitrario que busca un equilibrio entre la sensibilidad de la prueba y la presencia
de falsos positivos. El punto de corte habitualmente utilizado es 1 en 220 (66). El
uso de un punto de corte facilita la interpretación de los resultados y la orientación
de la pareja gestante para la toma de decisiones frente a los estudios invasivos,
aunque se debe individualizar cada caso, teniendo en cuenta la percepción, la
ansiedad materna y condiciones asociadas como el uso de técnicas de
reproducción asistida, la paridad, bebés de “alto valor”, etc.

En los fetos con SD, se espera hallar una sonolucencia nucal elevada, y/o niveles
en sangre materna de PAPP-A bajos (debajo de 0,5 MoM), y/o niveles de B-hCG
altos (arriba de 2 MoM). Por otra parte, los fetos con Trisomía 18 pueden mostrar
niveles de PAPP-A y β-hCG muy bajos (0,12 y 0,2 MoM, respectivamente),
mientras que en Trisomía 13 los niveles de PAPP-A y β-hCG son bajos (0,4 MoM
y 0,3 MoM respectivamente), pero en ambas, la sonolucencia nucal se encuentra
habitualmente aumentada.

También, los fetos con síndrome Turner cursan con sonolucencia nucal
significativamente elevada, pero con niveles de β-hCG normal (1,2 MoM) y
PAPP-A baja (0,5 MoM) (4). El tamizaje combinado permite detectar el hasta el
96% de los casos (82); sin embargo, es posible que los diversos fenotipos de los
fetos 45,X, incluyendo los casos levemente afectados, hagan sobre-estimar el
cálculo del riesgo y que en la realidad solo se detecte un 20% de las afectadas (67,
68).

En embarazos con otras aneuploidías sexuales como 47,XXY, 47,XYY o


47,XXX, los niveles de PAPP-A y β-hCG no presentan diferencias significativas
con embarazos euploides (67), aunque se ha publicado una sensibilidad del
tamizaje combinado para estas alteraciones cromosómicas que oscila entre 62%
(68) al 65% (67), la cual se relaciona con incremento de la sonolucencia nucal
(68). Otros autores piensan que, debido a las pocas manifestaciones fenotípicas en
fetos y recién nacidos afectados, la sensibilidad real puede ser menor del 10%, sin

27
que haya diferencias significativas en los valores de sonolucencia nucal
comparada con fetos euploides (68).

En caso de poliploidías, la triploidía del tipo I (de origen paterno), cursa con
placentas grandes, cambios molares parciales y fetos grandes con niveles de
PAPP-A bajos (0,7 MoM), los de β-hCG están elevados (9 MoM) así como la
sonolucencia nucal. En la triploidía tipo II (de origen materno), se caracteriza por
placentas pequeñas y fetos con restricción de severa y asimétrica del crecimiento;
en estos casos, los niveles de PAPP-A y β-hCG son bajos (0,1 y 0,2 MoM,
respectivamente) y la sonolucencia nucal es normal. La diferencia fenotípica de
las poliploidías se atribuye al imprinting genómico y es posible que el set
cromosómico paterno extra se asocie a valores elevados de hCG (42,69).

Los niveles de PAPP-A, β-hCG y la sonolucencia nucal se afectan bajo algunas


circunstancias, por lo cual deben ser ajustados los riesgos de acuerdo con las
características de cada mujer gestante (Tabla 1).

SN PAPP-A β-hCG
Peso materno ↑ ↔ ↓ ↓
Cigarrillo ↑ ↓ ↓
Embarazo Múltiple ↔ ↑ ↑
Gemelo evanescente ↔ ↑ ↔
Fertilización in vitro ↔ ↓ ↔/↑
Embarazo previo afectado ↔ ↑ ↔
Sexo fetal femenino (frente a ↓ ↑ ↑
fetos masculinos)
Tabla 1. Factores que modifican los resultados del tamizaje combinado. SN: sonolucencia

nucal. (67-73, 75-76, 78-81, 84)

Las pruebas de tamizaje de aneuploidía cada vez son más aceptadas, entre otras
razones, porque con la introducción de la biología molecular en el diagnóstico
prenatal de alteraciones cromosómicas, es posible obtener un diagnóstico
preliminar de las aneuploidías más comunes (Usualmente las que involucran los
cromosomas X, Y, 13, 18 y 21) en 24 a 48 horas utilizando FISH o PCR

28
(Reacción de Cadena de la Polimerasa) cuantitativa , lo que contribuye a
disminuir la ansiedad materna ocasionada por la espera que implica el cultivo
celular para la entrega de los resultados y facilita la toma de decisiones.

29
5. MATERIALES y METODOS:

Se revisó la base de datos de la Unidad de Medicina Materno Fetal del Country


(UMMFC), identificando a las mujeres gestantes a las cuales se les practicó el
tamizaje combinado del primer trimestre del embarazo. El tiempo de estudio
abarcó el periodo comprendido entre el Junio 1 de 2003 y Agosto 31 de 2009. La
información se consignó en un archivo de Microsoft Excel con los datos de cada
paciente (número de identificación, la fecha, el nombre del médico tratante y
quien realizó la ecografía, la edad materna en la fecha probable de parto, el grupo
poblacional, el peso corporal, la utilización de técnicas de reproducción asistida y
de antecedentes de aneuploidía.

Cada tamizaje se realizó de la siguiente manera:

Antes de iniciar el tamizaje combinado de primer trimestre se le ofreció


información a la paciente y/o su pareja, explicando en qué consiste el examen, los
riesgos e implicaciones de un resultado normal o adverso. Posteriormente, se dio
un espacio de tiempo para resolver las dudas antes de ofrecer y proceder a firmar
un consentimiento informado.

Después de esto, se realizó la parte ecográfica del examen. La medición de la


sonolucencia nucal y la longitud céfalo caudal fueron realizadas por vía tras-
abdominal con un equipo Sonoace 9900 de Medison. El procedimiento ecográfico
fue realizado por un médico ginecólogo-obstetra certificado por la Maternal-Fetal
Medicine Foundation.

La toma de las muestras las realizó la auxiliar de enfermería de la unidad,


siguiendo el protocolo establecido por la UMMFC, cumpliendo con los requisitos

30
de Genzyme, Nuevo México (USA) (ver anexos). Para el análisis de los
marcadores séricos se utilizó una tarjeta de papel filtro Whatman 903 ® que
contiene cinco círculos, de 0,5 cm, la cual fue enviada por correo junto con un
formato de historia clínica debidamente diligenciado.

Para cada mujer gestante y con base a los resultados de los niveles de PAPP-A, β-
hCG y sonolucencia nucal, se realizó el cálculo del riesgo de Trisomías 21 y 18,
utilizando el software diseñado para tal fin (83). Los resultados se enviaron por
vía electrónica a la UMMFC (ver anexo).

Se interrogó el desenlace de cada gestación a los médicos tratantes o directamente


a los pacientes de manera personal o telefónica. Además se preguntaron datos
como la edad gestacional en el momento del parto, la vía del parto, las
complicaciones maternas y/o fetales, la ocurrencia de aneuploidías o anomalías en
el fenotipo y la evolución neonatal.

5.1. Análisis estadístico:


Se realizó un estudio descriptivo de tipo transversal (cross-sectional), de acuerdo
con las características y propiedades de las variables. El análisis realizado es de
tipo descriptivo y se realizó la prueba Chi2 y test de Fisher para comprobar
diferencias significativas entre aquellas madres con resultados normales y
adversos.

31
6. RESULTADOS:

Se realizó tamizaje combinado de primer trimestre a 500 mujeres gestantes. Para


este estudio se excluyeron 96 embarazos, 14 por ser gemelares y 82 porque no fue
posible conseguir la información completa relacionada con el desenlace materno
fetal. El número de embarazos incluidos finalmente en el análisis fue 404, entre
los cuales 346 tuvieron tamizaje con resultado negativo (85,6%) y 58 (14,4%)
positivo.

Las características de la población analizada se describen en la tabla 2.

Tamizaje Tamizaje
positivo negativo
(Promedio) (Promedio) Población total
58 346
Número de embarazos 14,4% 85,6% 404
Edad materna en años 26,2-47,4 22,2-45,5 22,2-47,4
(FPP) (38,8) (33,9) (34,6)
43-90 40-100 40-100
Peso Kg (60,8) (58,1) (58,3)
Raza
50 292 342
Hispana 86,2% 84,4% 84,6%
8 53 61
Caucásica 13,8% 15,3% 15,1%
1 1
Asiática 0,29% 0,22%
LCC mm 45,4-78,5 45,1-84 45,1-84
SN mm 0,9-7 0,8-3,3 0,8-7
0,6-4,38 0,6-1,94 0,8-4,38
SN MoM (1,49) (1,12) (1,17)
0,13-2,86 0,17-3,16 0,13-3,16
β-hCG MoM (1,1) (0,83) (0,85)
0,1-1,28 0,05-2,96 0,05-2,96
PAPP-A MoM (0,52) (0,82) (0,77)
Tabla 2. Características de las gestaciones estudiadas. FPP: Fecha probable de parto. LCC:
Longitud céfalo caudal. SN: Sonolucencia nucal.

32
Solo una de las mujeres analizadas en el estudio tenía antecedente de aneuploidía,
45,X, con tamizaje negativo y recién nacido sano en la gestación incluida en el
estudio.

6.1. Complicaciones en embarazos con tamizaje negativo:

Entre las complicaciones maternas observadas en los embarazos con tamizaje con
resultado negativo se encontraron los siguientes casos:

• Hipertensión arterial transitoria (1 caso)


• Pre-eclampsia (3 casos)
• Hemorragia post parto (2 casos)
• Diabetes gestacional (1 caso)
• Acretismo placentario? (1 caso)
• Ruptura prematura de membranas y corio-amnionitis (1 caso)
• Amenaza de parto pre-término (1 caso)
• Parto pre-término (1 caso)
• Insuficiencia placentaria (1 caso)
• Aborto espontaneo (1 caso)

Entre los neonatos, hijos de madre con tamizaje combinado negativo no se


diagnosticó ningún caso de aneuploidía y solo dos presentaron alteraciones
fenotípicas. En un caso se observó restricción de crecimiento intrauterino,
agenesia de cuerpo calloso e incoordinación palatina. El otro recién nacido
presentó coartación de aorta e incoordinación velo palatina. No se observaron
muertes perinatales.

6.2. Complicaciones en gestaciones con tamizaje positivo:

De las mujeres con tamizaje reportado como positivo, pudimos comprobar que 25
(43,1%) se realizaron amniocentesis o biopsia de vellosidades coriales. Es posible
que exista sub-registro de esta información debido a que los procedimientos
invasivos pudieron realizarse en otra institución y, en ocasiones, al interrogar a las

33
pacientes no tenían certeza si se les había realizado o no algún procedimiento
invasivo de diagnóstico.

En este grupo de mujeres durante la entrevista telefónica, llamó la atención que


tres de ellas, con recién nacidos sanos, se mostraron disgustadas con el resultado
por la angustia generada.

Entre las complicaciones maternas se observaron:

• Pre-eclampsia leve (1 caso)


• Parto pre-término (1 caso)
• Pre-eclampsia severa (1 caso)

Entre las complicaciones fetales se observaron cuatro casos de Trisomía 21 y un


feto por cada patología: Monosomía X, Trisomía 18, Disomía del Y (47,XYY),
síndrome Klinefelter (47,XXY) y un mosaico 46,XX,del(X)(q26)/46,XX. (Ver
tabla 3)

EDAD LCC SN MoM MoM MoM RIESGO RIESGO RIESGO RIESGO CARIOTIPO
MATERNA SN β- PAPP- A POST A POST
HCG A PRIORI TAMIZAJE PRIORI TAMIZAJE
T21 T21 T 18 T18
36,4 76,8 4,2 2,33 1,59 0,41 1/150 1/5 1/540 1/15 47,XX,+21
39,5 47,3 1,8 1,4 1,79 0,25 1/91 1/10 1/201 1/713 47,XX,+21
41 56,9 2,7 1,8 0,87 0,83 1/61 1/134 1/141 1/1263 47,XY,+21
41,4 60,6 6,1 4,07 2,33 0,63 1/038 1/5 1/130 1/10 47,XX,+21
36,5 66,4 1,8 1,06 1,72 0,59 1/150 1/140 1/530 1/10000 47,XXY
37,2 47,3 1,9 1,58 0,69 0,37 1/120 1/56 1/430 1/210 47,XYY
37,5 64 7 4,38 1,08 0,52 1/110 1/5 1/390 1/114 45,X
40,7 56,8 1,6 1,07 0,13 0,1 1/46 1/420 1/160 1/33 47,XX,+18
Tabla 3. Características del resultado del tamizaje combinado en fetos aneuploides.

La totalidad de fetos afectados por aneuploidías, se encontraron en mujeres con


tamizaje positivo y edad superior a los 35 años en la fecha probable de parto. La
distribución de los embarazos afectados por aneuploidías en relación a la edad
materna se encuentra en la tabla 4.

34
EDAD MATERNA FETOS EUPLOIDES FETOS TOTAL
(AÑOS) ANEUPLOIDES
21-25 8 0 8
26-30 84 0 84
31-35 141 0 141
36-40 141 6 147
41-45 20 2 22
45-50 2 0 2
Tabla 4. Distribución de los casos de aneuploidía según la edad materna en la fecha probable de
parto.

En lo referente al mosaicismo cromosómico, el cariotipo en vellosidades coriales


se confirmó después del nacimiento con el hallazgo de un cariotipo 46,XX, por lo
que se trató de un mosaicismo placentario.

Para cada una de las variables analizadas en la base de datos se aplicó la prueba de
Shapiro-Wilk con lo que se evidenció distribución normal solo en los datos de la
variable edad.

6.3. Análisis estadístico de los marcadores y desenlace de la gestación:

Al evaluar la existencia de vínculo de orden estadístico entre este método de


cribaje y la presencia de complicaciones materno fetales, incluyendo aneuploidía
fetal, se evidenció la existencia de relación entre el resultado del tamizaje
combinado y la presencia de gestaciones afectadas, por medio del test de
independencia de Χ2.(p<0.005). (Ver tabla 5).

anormal normal TOTAL


positivo 11 47 58
negativo 15 331 346
TOTAL 26 378 404
Tabla 5. Tamizaje combinado y complicaciones materno fetales.

35
Sensibilidad 0,42
Especificidad 0,88
VPP 0,19
VPN 0,96
Prevalencia 0,06
OR 5,16
Tabla 6. Tamizaje combinado y complicaciones materno fetales.

En mujeres con resultado positivo y negativo se encontró que la prueba de


tamizaje combinado de primer trimestre tenía una sensibilidad del 42%,
especificidad del 88%, con un valor predictivo positivo de 18% y valor predictivo
negativo de 96% en lo referente a complicaciones maternas y/o fetales. La
prevalencia de complicaciones y/o resultado perinatal adverso fue 6% en el total
de gestaciones incluidas en el estudio (Ver tabla 6).

6.4. Análisis estadístico de los marcadores y presencia de aneuploidía:

La sensibilidad para la detección de aneuploidías utilizando el tamizaje


combinado fue del 100%, especificidad de 87%, valor predictivo positivo 13,8% y
valor predictivo negativo 100%. La prevalencia de aneuploidías en la muestra
analizada fue 2% y en el grupo de mujeres con resultados de tamizaje positivo
13,8%. El test de Fisher descartó la hipótesis nula por lo cual se evidencia relación
entre el resultado del cariotipo y el resultado del tamizaje de primer trimestre
combinado (p < 0,005) (Ver tablas 7 y 8).

Tabla 7.

Fetos Fetos
aneuploides euploides TOTAL
positivo 8 50 58
negativo 0 346 346
TOTAL 8 396 404
Tabla 7: Tamizaje combinado y aneuploidía

36
Tabla 8.

Sensibilidad 1,00
Especificidad 0,87
VPP 0,14
VPN 1,00
Prevalencia 0,02
Tabla 8: Tamizaje combinado y aneuploidía

37
7. DISCUSION

Los avances tecnológicos y el conocimiento cada vez más detallado de la


fisiología de la gestación y el desarrollo del ser humano desde etapas tempranas,
han llevado a la identificación de marcadores bioquímicos y ecográficos que
tienen un comportamiento particular en fetos afectados por diversas condiciones
patológicas. La combinación de marcadores séricos y/o ecográficos se ha utilizado
con el fin de detectar prenatalmente Defectos de Cierre del Tubo Neural y
Trisomía 21. Entre las estrategias disponibles para la detección de aneuploidías, la
más utilizada en la actualidad, es quizás, el tamizaje combinado, el cual ofrece la
ventaja de realizarse durante el primer trimestre de embarazo.

El tamizaje combinado permite la identificación de gestaciones de riesgo e indicar


procedimientos diagnósticos de tipo invasivo y, además, es útil y costo-efectivo
en la identificación de otras patologías asociadas, aún en etapas subclínicas.

Para la aneuploidía más común, la Trisomía 21, los estudios multicéntricos


muestran que el tamizaje combinado permite la detección de hasta el 90% de los
fetos afectados (1). En el presente estudio la tasa de detección de SD fue del
100%, hallazgo que se debe, probablemente, al reducido número de mujeres
gestantes evaluadas. Esto se debe también a que en Colombia, las pruebas de
tamizaje de aneuploidía no son procedimientos de rutina que se ofrezcan
masivamente a la población y generalmente son pagadas por los usuarios; además,
existen limitaciones de cobertura, de acceso de información, de interpretación y de
uso, amén de que algunos obstetras limitan la oferta y prefieren solo realizar un
tamizaje ecográfico.

Uno de los posibles sesgos a la hora de interpretar el resultado del tamizaje


combinado, es el uso de bases de datos y valores de referencia norteamericanos o
europeos y la clasificación ambigua y, probablemente de pobre valor poblacional,
de distribuir a los individuos en razas como caucásica (por el color de la piel
atribuido a un lugar del este europeo), afroamericana o negra (según el continente

38
de origen y el color de la piel), hispana (por el idioma) o asiática (por el
continente de origen), los cuales son criterios difíciles de unificar, reconocer y
diferenciar con precisión, en poblaciones como la nuestra, que son el fruto de un
largo y variable grado de mestizaje entre nativos presentes en este continente y
otras que migraron y fueron esclavizadas en América, en diversos momentos
pasados.

Es por esto que, aquellos estudios y frecuencias poblacionales, tomados en los


Estados Unidos de América principalmente, pero también de otras latitudes, en
donde se separan a las poblaciones en caucásicas, afro-americanas e hispanas
tienen una validez discutible, más aún cuando se intenta trasplantar esta
clasificación a Colombia.

Aunque la incidencia y el comportamiento de algunas patologías varía entre


grupos poblacionales, la clasificación de seres humanos en etnias o razas de
acuerdo a la apariencia física y al lugar geográfico es bastante superficial.
Fenómenos de migración, colonización, aislamiento geográfico y endogamia,
hacen que poblaciones físicamente similares, tengan diferencias genotípicas que
pudieran influir en el comportamiento de una enfermedad y, en el caso del
presente estudio, en el resultado de un marcador bioquímico o ecográfico.

De igual manera, algunos fenotipos pueden ser la consecuencia de fenómenos de


adaptación, como el color de la piel, la morfología del esqueleto o características
del cabello, que son subjetivos, y pueden conducir a errores en la asignación de un
individuo a una “raza” o etnia.

Un ejemplo frecuente de la clasificación errónea de individuos, se encuentra en


estudios que utilizan palabras como “hispano” o “latino” para referirse a grupos
de personas mestizas, habitantes o procedentes de centro y de sur América, los
cuales, tienen un origen diferente entre una nación y otra, debido a los fenómenos
anteriormente mencionados. Lo mismo ocurre entre individuos con características
físicas similares y que residen en sitios geográficos cercanos, que seguramente al
compararlos se encuentran variaciones genotípicas que muestran un origen
ancestral diferente (84).

39
Aunque el tamaño de muestra de este estudio es pequeño, no se puede descartar la
influencia sobre los resultados del uso de estándares como la “raza” y la incorrecta
asignación de individuos bajo este criterio, así como variaciones cuantitativas
inherentes a nuestra población. En los resultados de los marcadores evaluados en
el tamizaje combinado, al menos para nuestra población, debe re-evaluarse la
necesidad de clasificar a las mujeres gestantes según la “raza”, y se deben realizar
validaciones locales de los MoM y otros indicadores de tendencia central.

Debido a los considerandos anteriores, en cuanto a la población, esta podría


considerarse simplemente como mestiza y, más bien, se requiere ampliar los
estudios de validación del tamizaje combinado bajo otras clasificaciones como
pueden ser regiones de Colombia, criterios históricos y genéticos que puedan
reflejar mejor la manera como se ha poblado y hay ocurrido el mestizaje de los
pobladores de nuestro país.

Aunque en Colombia la mayoría de embarazos ocurren en mujeres jóvenes, el


50% de las pacientes incluidas en este estudio fueron gestantes con edad igual o
superior a 35 años para la fecha probable de parto. Este sesgo de selección se
explica por el nivel económico y social de las mujeres, pero también muestra el
conocimiento empírico que tienen ellas acerca de la relación existente entre edad
materna y el incremento de riesgo de aneuploidía.

Entre los 58 casos reportados como positivos, 54 (93%) tenían más de 35 años y
el 100% de los casos documentados de aneuploidía se presentaron en este grupo,
lo cual valida el impacto de la edad materna en el riesgo, aunque es posible que
casos de aneuploidías de cromosomas sexuales, sin alteraciones fenotípicas
importantes y otras alteraciones cromosómicas diferentes a las aneuploidías, no
hayan sido detectadas en el grupo analizado. Grafti y colaboradores, evaluando el
desenlace de embarazos en los cuales se realizó cariotipo fetal, por edad materna
avanzada o ansiedad materna, encontraron que hasta un 50 % de alteraciones
cromosómicas relacionadas con alteraciones fenotípicas moderadas o severas,
pueden no ser detectadas durante las pruebas de tamizaje prenatal de aneuploidía,
especialmente en las menores de 35 años, cuyo riesgo bajo las inclina a no
realizarse pruebas diagnósticas invasivas (85).

40
A pesar de que existe un punto de corte que facilita la interpretación y define el
riesgo de aneuploidía, son comunes los problemas con la interpretación de los
resultados. Estos se relacionan con dificultad de comprensión de los mismos,
tanto por la pareja como por el médico tratante. Favry y colaboradores
encontraron que solo el 40,3% de mujeres gestantes percibían información clara y
adecuada sobre este tema. A pesar de ello, en su trabajo solo el 25,9% no se
realizaron tamizaje sérico (86).

Uno de los problemas relacionados con los resultados es la dificultad de las


parejas para entender la diferencia entre una prueba de diagnóstico y una de
tamizaje, en donde la primera contribuye a establecer un diagnóstico como cierto,
mientras que la segunda eleva o disminuye un riesgo relativo y conduce a
clasificar a la persona dentro de un grupo de riesgo, y si es clasificado en el grupo
de alto riesgo, el paso a seguir es realizar una prueba diagnóstica de mayor
sensibilidad y especificidad, y probablemente de mayor costo, que va a permitir
establecer la condición fetal.

En el presente estudio, solo se conoció de un 43% de mujeres con resultados


positivos que se sometieron luego a procedimientos invasivos para descartar
alteraciones cromosómicas, cuando lo ideal es que todas las mujeres gestantes con
resultados de tamizaje combinado positivo avanzaran a métodos invasivos de
diagnóstico. Existen aún arraigados mitos relacionados con los medios
diagnósticos invasivos, especialmente la biopsia de vellosidades coriales, lo que
ocasiona temor de pacientes y los médicos tratantes, quienes por ello evitan estos
procedimientos. La mayoría de mujeres experimentan altos niveles de ansiedad y
temor por la posibilidad de lesionar o perder el feto por los riesgos inherentes a
estos exámenes y por el posible dolor asociado a la inserción de una aguja en el
abdomen. Locock y colaboradores en entrevistas a mujeres gestantes a quienes se
realizaron amniocentesis o biopsias de vellosidades coriales, encontraron que solo
una minoría percibió dolor intenso, mientras que la mayoría percibieron
incomodidad moderada (87).

41
Varios estudios que buscan establecer el efecto del resultado de diferentes
métodos de tamizaje de aneuploidía, han mostrado que un elevado porcentaje de
mujeres no están preparadas para enfrentar un resultado adverso, así como ser
clasificadas en un grupo de riesgo que posee una proporción de falsos positivos,
aceptar la pertinencia de un procedimiento invasivo y no están preparadas para la
eventualidad de tomar la decisión de interrumpir o continuar un embarazo (88,89).
Seror encontró en un grupo de madres gestantes a quienes se ofreció tamizaje
ecográfico y bioquímico, que el 42% de las mujeres que se realizaron ambos tipos
de pruebas, tenían una actitud pasiva, eran indecisas y no tenían claro, en caso de
un tamizaje positivo o un diagnóstico de aneuploidía, qué camino tomar (88).

Es posible que la información incompleta por parte de los médicos tratantes, la


mala interpretación y aparente falta de atención al recibir la información
relacionada con el diagnóstico y pronóstico de fetos aneuploides o con otras
patologías, la poca comprensión de ambos a las diferencias existentes entre una
prueba de diagnóstico y una de tamizaje, hagan que las madres con tamizajes
positivos se sientan desorientadas, indecisas, poco informadas y no tengan claro
qué camino tomar. De las mujeres entrevistadas en el presente estudio, tres de las
que tuvieron tamizaje positivo y recién nacidos sanos percibieron que el tamizaje
fue un procedimiento innecesario que les generó angustia injustificada.

Favre y colaboradores encontraron que el 70% de las pacientes a quienes se han


realizado pruebas de tamizaje de aneuploidía, desconocen el significado de un
resultado falso positivo y cerca del 51% evalúa pobremente la representación del
riesgo (86). Encontraron además que la mayoría de las mujeres gestantes
desconocen la existencia de alteraciones diferentes al SD que pueden ser
identificadas mediante este tipo de pruebas. Por ejemplo el 94%, desconocen la
existencia del síndrome Klinefelter.

Una de las ventajas del tamizaje realizado en el presente estudio es que los
profesionales encargados de realizar el procedimiento y dar la información
pertinente a cada paciente, están certificados por la Maternal-Fetal Medicine
Foundation, un organismo independiente que ofrece cursos de formación y tienen
entrenamiento para suministrar información a las pacientes de forma sencilla,

42
clara y completa, siguiendo un orden establecido mediante una lista de chequeo,
con ayudas audiovisuales y están entrenados para responder las inquietudes antes
de firmar el consentimiento informado y proceder al examen
(http://www.mfmf.org/MF/).

Varios estudios han mostrado el papel fundamental de la calidad de la


información suministrada, desde el momento en que una madre desea realizar
pruebas de tamizaje de aneuploidía, hasta culminar el embarazo y juega un papel
importante en las decisiones y conductas tomadas por las pacientes. Es posible
que ante una condición determinada, la decisión de la madre varíe de acuerdo con
la información recibida (90). Se han informado cifras altas de terminación electiva
del embarazo en Monosomía X (66%), en síndrome Klinefelter (60%) y hasta del
20%, en casos de otras aneuploidías de los cromosomas sexuales (91). Algunos
centros muestran disminución de la incidencia de aborto electivo del embarazo
ante este tipo de alteraciones cromosómicas, lo cual atribuyen en parte al
contenido de información durante el asesoramiento suministrado. Brun y
colaboradores encontraron que la decisión de interrumpir embarazos afectados ha
disminuido entre 1991 y 2001, lo cual se debe a que algunas estrategias usadas en
el asesoramiento genético, como el asesoramiento no directivo, que permiten
mayor conocimiento de los padres sobre el pronóstico de estas patologías (92).

La presencia de los marcadores de aneuploidía no es predecible y, en los


embarazos con diagnóstico de Trisomía 21, es posible que uno de los tres se
encuentre alterado y sea responsable de un resultado positivo; el uso combinado
de los tres marcadores, aumenta la sensibilidad para detectar un mayor número de
fetos afectados, que si se tomara en cuenta cada marcador individualmente (1).

En este estudio se observa la relación descrita en estudios previos (1) entre la SN


elevada y riesgo aumentado de aneuploidía. De los ocho fetos afectados, tres
mostraron SN con valores por encima de 2 MoM; de estos, dos casos presentaron
Trisomía 21 y otro síndrome Turner, este último con la sonolucencia más alta, de
7 mm. Entre las pacientes con tamizajes negativos, los valores de sonolucencia se
encontraron por debajo de 3,4 mm, con valores inferiores a 2 MoM en todos los
casos.

43
En los fetos con otras anomalías congénitas, quienes presentaron tamizaje
informado como negativo, los valores de sonolucencia nucal se encontraron
dentro de límites normales, ambos con 1,5 MoM. Es posible que por el pequeño
volumen de pacientes estudiados no se haya encontrado casos de SN elevada,
asociada a cariotipo normal, hallazgos que se han relacionado con aumento del
riesgo de cardiopatía y otras patologías.

Se debe anotar que la SN es una medición operador-dependiente, para la que el


ecografísta requiere de entrenamiento especial. En el presente estudio la ecografía
fue realizada solo por dos profesionales certificados, en todos los casos, situación
que tiene la ventaja de una mayor uniformidad en los criterios usados para obtener
los resultados de medición. Además, en este caso, fue posible realizar el 100% de
las ecografías por vía abdominal, obteniéndose imágenes de calidad adecuada.

En lo referente al análisis de los niveles de β-hCG, solo un caso de Trisomía 21


cursó con valores significativamente elevados, en 2,3 MoM. En la literatura se ha
descrito la baja sensibilidad de detección de la β –hCG, usada como único
marcador, para detectar aneuploidías cuando se le compara con la PAPP-A y la
SN de manera aislada. En el presente estudio, ocho madres gestantes tuvieron
valores aislados de β-hCG por encima de 2 MoM, una de ellas con tamizaje
positivo, pero en ninguno de los casos se observaron alteraciones materno-fetales.
Por otra parte, una madre presentó niveles bajos de β-hCG, el feto presentó
Trisomía 18, hallazgo que ha sido descrito frecuentemente (1).

En el presente estudio no se halló relación de significancia estadística entre el


resultado del tamizaje combinado de primer trimestre con la presencia de
complicaciones maternas, además se observó una sensibilidad del 38% y
especificidad del 87%. Otros estudios han encontrado relación entre los niveles
bajos de PAPP-A y complicaciones como pre-eclampsia o parto pre-término. Es
posible que este hallazgo se explique también por el número reducido de gestantes
analizadas.

De acuerdo con los resultados obtenidos, puede afirmarse que el tamizaje


combinado de aneuploidía, durante el primer trimestre de la gestación, es un

44
método seguro para determinar un grupo de mujeres de alto riesgo de aneuploidía.
Se debe destacar que el valor predictivo negativo de la presente muestra fue del
100%, debido a que entre mujeres las con resultado negativo del tamizaje (con un
punto de corte mayor a 1:220), no se observó ningún feto afectado. El grupo
significativamente beneficiado es el de las mujeres mayores de 35 años, ya que
ellas tienen un riesgo a priori elevado de tener un feto afectado. El ofrecer a todas
el tamizaje combinado, evita el uso indiscriminado de procedimientos invasivos y
el que las futuras madres asuman riesgos innecesarios.

Actualmente y con el fin de incrementar los indicadores de detección, se estudian


nuevos marcadores bioquímicos. Uno es ADAM-12, la forma secretada de la
desintegrina y metaloproteasa 12 (glicoproteína producida por el trofoblasto que
interviene en crecimiento y diferenciación), la cual se encuentra disminuida en
etapas tempranas de embarazos afectados con Trisomías 21, 18 y 13, así como en
el síndrome Turner y las triploidías; pero también se ha observado elevada durante
el segundo trimestre de fetos con Trisomías 21 y 18. Este marcador al parecer
podría tener un efecto importante en la disminución de falsos positivos del
tamizaje combinado (93).

El otro potencial marcador es el Factor de Crecimiento Placentario (PIGF). Es una


glicoproteína dimérica que pertenece a la familia de Factores de Crecimiento
Angiogénicos Vasculares, cuyos niveles disminuyen sensiblemente en SD (94).

Se ha estimado que el uso combinado de PAPP-A, ADAM 12 y PIGF, podría


alcanzar una mayor tasa de detección de aneuploidías. Sin embargo, se ha
observado que su uso está limitado no antes de las 11 semanas de gestación, con
lo cual se limita el uso masivo en el primer trimestre.

En nuestro país las pruebas de tamizaje prenatal son de introducción reciente y no


se realizan de rutina, esto hace que tengan un costo significativamente elevado.
Esto impide el acceso de los avances globales en la atención en salud prenatal a la
gran mayoría de la población de las mujeres gestantes, con lo cual se limitan los
potenciales beneficios para lo que fueron diseñadas, así como se incrementan los

45
costos económicos, sociales y familiares para los sistemas de salud y para las
familias donde ocurren los fetos con anomalías congénitas.

Aun así, en los últimos años, con la mayor disponibilidad y entrenamiento


adecuado de profesionales, el uso de las pruebas de tamizaje prenatal ha venido
creciendo en importancia en el mundo, principalmente aquellas que permiten la
detección temprana de alteraciones fetales. La oferta universal de pruebas de
tamizaje combinado de primer trimestre, por parte de los servicios de salud, la
subsecuente detección temprana de fetos afectados por aneuploidías y otras
patologías cardiacas, esqueléticas o malformaciones anatómicas severas, con el
suministro adecuado de información a los padres sobre el bienestar fetal, con la
intervención temprana, el seguimiento, la identificación de familias en riesgo y las
subsecuentes actividades de prevención y asesoramiento genético, contribuirán a
disminuir el impacto, la morbi-mortalidad y los elevados costos en la atención de
salud.

46
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