Balance CGH

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La huelga en la UNAM: balance y perspectivas

POR LA REDACCIÓN , 25 SEPTIEMBRE, 1999

http://www.proceso.com.mx/181547/la-huelga-en-la-unam-balance-y-perspectivas
La huelga en la UNAM: balance y perspectivas
José Luis Cruz y Bolívar Huerta, Bolívar Huerta y José Luis Cruz son representantes
de la Red de Estudiantes Universitarios que, junto con el Consejo Estudiantil
Universitario, formaron, antes del estallido de la huelga, la Coalición Democrática
Estudiantil, que es el “ala moderada” del Consejo General de Huelga, cercana al
Partido de la Revolución Democrática. Manifestarse públicamente por una salida
negociada al conflicto, particularmente sobre su apoyo a la propuesta de los ocho
profesores eméritos, les valió ser “vetados” por el CGH, a principios de septiembre,
junto con otros miembros de la CDE. Ambos entregaron a Proceso el siguiente
balance autocrítico del movimiento estudiantil.
A finales de diciembre de 1998, la Red de Estudiantes Universitarios inició una
discusión sobre el problema presupuestario de la UNAM. Era evidente que ante la
aprobación del paquete económico para 1999 por el PAN y el PRI en las Cámaras de
Diputados y Senadores, la suerte de la UNAM estaba echada: Su presupuesto en
términos reales sería reducido y en el mejor de los casos se mantendría similar al del
año anterior, lo cual anunciaba que tarde o temprano las autoridades universitarias
retomarían el anhelado proyecto de incrementar las cuotas Tenían confianza, pues
meses antes habían ganado a los estudiantes batallas importantes.
Como resultado inicial del análisis sobre el presupuesto universitario, en los
primeros días de enero del 99 la RED hizo públicas algunas cifras que mostraban
un manejo irracional y poco transparente de los recursos La fase de elaboración
de propuestas para optimizar y acrecentar esos recursos quedó interrumpida por
un acontecimiento que cambiaría el futuro de la institución: En los primeros días
de febrero el rector Francisco Barnés presentó ante directores, altos funcionarios y
algunos colados, su “generoso” Proyecto de Cuotas, aplicable únicamente a las
nuevas generaciones Más por inercia que por claridad política, la respuesta no
tardó demasiado; esa noche los colados al acto protocolario rechazamos el
proyecto del rector, defendiendo la gratuidad de la educación en la UNAM, y
convocamos a una reunión estudiantil para el día siguiente Ésa fue la primera
reunión de la entonces incipiente Asamblea Universitaria que dos meses más
tarde se convirtió en el Consejo General de Huelga, que estalló el paro en la
totalidad de escuelas y facultades de la UNAM.

Los responsables.
La huelga pudo evitarse Los responsables directos de esta grave situación son el
gobierno federal, el PRI y el PAN al aprobar a toda costa el paquete económico
del 99, y por supuesto la Rectoría, por tomar decisiones sin hacer un cálculo
político correcto y sin escuchar a la comunidad. Las autoridades universitarias
supieron oportunamente que no sólo la Universidad misma sino el propio rector
corrían un grave riesgo si el Consejo Universitario aprobaba al vapor la propuesta
de incremento de cuotas Mediante formas directas e indirectas, consejeros
alumnos, estudiantes y algunos académicos le hicimos saber al rector y a sus
principales asesores que sus intenciones de reducir a la opinión de los Consejos
Técnicos el históricamente polémico tema de las cuotas y dejar en manos del
Consejo Universitario la aprobación ipso facto del nuevo Reglamento, generaría
un movimiento estudiantil que culminaría en una huelga, la cual provocaría un
gran daño a la institución.
Unos días antes de la sesión del Consejo Universitario en donde se consumó la
imposición, el fisiólogo, y quizás profeta, René Drucker Colín fue muy explícito y
sus palabras predecían lo venidero: “Señor rector, si usted aprueba esa propuesta
en las condiciones que plantean sus asesores, entonces va a estallar una huelga
estudiantil y van a valer madres su proyecto de cuotas, la Universidad y su propia
cabeza” El rector se incomodó, pero nunca lo convencieron esas palabras. La
decisión estaba tomada y no había forma de revertirla
La RED en todo momento presionó desde dentro del Consejo Universitario para
que aplazara la decisión sobre las cuotas; después buscó que no entrara en vigor
sin ser sometida a una consulta amplia en la comunidad Todos los esfuerzos
fracasaron
El pliego petitorio.
Una vez aprobado el nuevo Reglamento de Cuotas y después de una serie de
movilizaciones en su contra y, sobre todo, de la forma tan autoritaria en que se
aprobó, la huelga estalló con cinco demandas principales: la gratuidad, la
derogación de las reformas de 1997 de los Reglamentos de Ingreso, Permanencia
y Egreso; la creación de un espacio resolutivo para la transformación democrática
de la UNAM; la anulación de cualquier tipo de sanción contra los paristas, y la
reposición del semestre Semanas más tarde, ya en huelga, se añadió la demanda
de anular los vínculos de la Universidad con el Ceneval.
En realidad, la integración del pliego petitorio nunca contó con el consenso
suficiente entre las corrientes que impulsaban la huelga. Dos días antes de
iniciarla, se decidió, en medio de fuertes discusiones, el pliego petitorio de cinco
puntos; desde entonces se presentaron dos posiciones en la comisión que elaboró
dicho pliego: Los que proponíamos incluir sólo cuatro demandas —la gratuidad, la
transformación democrática de la UNAM por medio de un espacio resolutivo, la
amnistía y la reposición del semestre—, argumentando que en esencia ése era el
sentir de la comunidad expresado en la Consulta General Universitaria La otra
posición argumentaba que había que incluir cuando menos una demanda más,
con el argumento de tener un elemento de negociación con las autoridades
universitarias. Así, a partir de una serie de polémicos debates, en la comisión se
aceptó incluir una demanda más.
Entre los que sostuvieron la propuesta de incluir una demanda adicional,
argumentando que entre más se pedía más se ganaba, se encontraban
integrantes del entonces Bloque Universitario de Izquierda (BUI), los mismos que
ahora defienden el cumplimiento cabal del pliego petitorio fueron los que ayer
sugirieron incluir más demandas para que a la hora de la negociación se ganara
más; aún seguimos esperando y esperaremos inútilmente que los integrantes de
la Corriente en Lucha cumplan lo que propusieron y luego entonces acepten la
negociación con las autoridades.
Desde antes de la huelga se perfilaban las definiciones políticas de las corrientes
que integrábamos el movimiento estudiantil. Siempre hubo dos posturas
antagónicas: la de la Coalición Democrática Estudiantil, formada por la RED, el
CEU y grupos independientes, por un lado; y por el otro, el del BUI, integrado
entre otros por la Corriente en Lucha, el POS —que más tarde se separó de esta
tendencia—, la UJRM y diversos grupos locales, como la OIETS de Trabajo Social
y los colectivos Coalición Políticas y Conciencia Crítica de la Facultad de Ciencias
Políticas También hubo los de la corriente del viento, que terminaban apoyando
una u otra posición: De un lado, la entonces incipiente Coordinadora Estudiantil,
que por cierto rechazó sumarse a la Coalición Democrática Estudiantil; y del otro,
el Comité Estudiantil Metropolitano, que promovió, una vez estallada la huelga, la
inclusión de la sexta demanda.
La ruptura implícita.
Todas las corrientes políticas nos conocemos bien Ninguna está exenta de
aciertos y de errores; las diferencias llevadas en numerosas ocasiones al terreno
personal han sido esencialmente políticas de fondo que responden a valores,
apreciaciones y métodos distintos Al principio todas asumimos un pacto no escrito
de respeto y unidad que se fue resquebrajando con el tiempo Fueron muchas las
diferencias desde un principio: la consulta, el pliego petitorio, el diálogo, los
ultimátums al rector Sin embargo, todas ellas se dirimieron en forma prudente
hasta que en los hechos se dio la fractura informal y no reconocida oficialmente: El
7 de junio, el Consejo Universitario aprobó el establecimiento de aportaciones
voluntarias y garantizó ambiguamente la realización de espacios para la discusión
y solución de los problemas que aquejan a la Universidad; también aprobó una
amnistía y la ampliación del semestre. Éste fue el punto de quiebra en el
movimiento estudiantil La Coalición Democrática Estudiantil asumió que a partir de
esos acuerdos era posible llegar a una negociación, que tenía que incluir la
solución satisfactoria de los cuatro puntos que desde nuestro punto de vista
representaban, desde el inicio del movimiento, la esencia de la lucha estudiantil y
universitaria Propusimos entonces que, sin renunciar a ellos, los puntos del pliego
petitorio referentes a las reformas del 97 y al Ceneval se definieran en el congreso
resolutivo Aquí empezó el verdadero infierno para la Coalición.

Los duros del CGH iniciaron una campaña de descalificación y linchamiento en


contra nuestra; para ellos, ya habíamos vendido la huelga, claudicado en nuestros
principios y traicionado a las “bases”, o sea, a ellos mismos.
La campaña de descrédito en contra de la Coalición trajo efectos negativos para
nosotros, pero también para ellos y el movimiento en general: La Coalición se
desmoronó por un tiempo; en cualquier escuela o facultad era un delito pertenecer
a esta corriente “perredista, chaquetera y derechista”, y entonces, si se quería
seguir en la huelga, había que camuflarse o convertirse en militante clandestino.
Ciertos grupos duros resintieron la campaña que ellos mismos implementaron; a
partir de ahí, los sectores más irracionales y autoritarios de esa ala del movimiento
crecieron y se fortalecieron quedando en evidencia que los extremos de ambos
bandos —del movimiento y de la Rectoría— constituyen las dos caras del mismo
espejo Pero quien más resintió esta situación fue el movimiento mismo; desde
entonces se convirtió en un movimiento sectario y desapegado del sentir de la
mayoría de la comunidad universitaria y de la sociedad.
Es claro que los duros dicen que son los portavoces del tan agraviado pueblo de
México y del sector más desprotegido y vulnerable de los estudiantes
universitarios; su discurso tramposo raya en el totalitarismo de quien está de mi
lado, está con el pueblo, y quien está del otro, está contra el pueblo sirviendo a la
burguesía. Este discurso, que ha convencido a la mayoría de los huelguistas que
con toda legitimidad y razón han sostenido una lucha admirable, se sustenta en la
defensa íntegra de los seis puntos del pliego petitorio, con la argumentación de
que de ganarlos o perderlos depende que el sector más “jodido” de los estudiantes
permanezca en la Universidad o pueda acceder a ella. Por ende, sólo mediante la
consecución de los seis puntos del pliego petitorio, los más desprotegidos
socialmente —los que al fin de cuentas sostienen la huelga— seguirán en la
Universidad Lo que no dicen es que mientras no exista una política educativa
nacional que tenga como fin impartir educación para todos en todos los niveles,
con o sin coladeras burocráticas y administrativas, los más “jodidos” seguirán sin
educación y sin todo tipo de garantías sociales; es decir, que mientras no cambie
la correlación política en el país y no haya un cambio de fondo, con o sin reformas
del 97 y Ceneval en la UNAM, los más “jodidos” serán excluidos tarde o temprano
de la UNAM y, en general, de los espacios educativos.
Tampoco dicen que su postura dogmática y fundamentalista está llevando al
movimiento estudiantil y al movimiento democrático a una derrota sin precedente,
favoreciendo y haciéndole el juego a aquellos que precisamente quieren un país
sin justicia ni educación para todos.
Los duros, tanto del movimiento estudiantil como los de su contraparte en las
autoridades universitarias, están ayudando a quienes apuestan a desmembrar y
desaparecer a la UNAM para siempre y por ello a eliminar un espacio donde han
germinado las luchas más dignas y libertarias de nuestro pueblo
Los intereses oscuros.
En un principio, tanto el rector como el gobierno federal tuvieron la brillante idea de
desacreditar al PRD señalándolo como el principal incitador del conflicto
universitario, pretendiendo cargarle, por ende, la factura a Cuauhtémoc Cárdenas.
Se rumoró entonces que atrás de Barnés estaba su tocayo Labastida, que
mediante el conflicto en la UNAM quería favorecerse pegándole a su contrincante
más duro en el DF, el virtual candidato del PRD a la Presidencia y jefe de
Gobierno de la Ciudad de México. Hay bases para suponer esto, y es que el
equipo cercano del rector es 100% labastidista; basta recordar que hay dos
personajes clave en la administración universitaria, que son clave, a la vez, para el
precandidato priísta: el abogado general de la UNAM, hermano del coordinador de
su campaña, y la directora del Instituto de Investigaciones Estéticas, su esposa.
Pero ciertamente esta hipótesis quedó rebasada. La huelga en la UNAM es un
factor que se le revirtió ya al exsecretario de Gobernación, por haberse lavado las
manos respecto del conflicto, y al gobierno de Zedillo, por no asumir una decisión
clara respecto de este grave problema.
Existe otra hipótesis que puede ser correcta La pugna en el PRI entre Roberto
Madrazo y Francisco Labastida tiene una pista en la UNAM: El grupo del Instituto
de Investigaciones Jurídicas, encabezado por el exrector Jorge Carpizo, al cual
pertenecen prominentes juristas con un papel relevante en la política universitaria
—varios de ellos exprocuradores de la República—, apoya decididamente la
campaña de Madrazo, y conforme al “altísimo” nivel de la precampaña priísta
pretenden golpetear a sus adversarios Franciscos, Labastida y Barnés Al primero
lo quieren fuera de la candidatura a la Presidencia; al segundo, fuera de la
Rectoría.
Los últimos acontecimientos parecieran apuntar en ese sentido y a éstos se suma
un dato adicional: Hay quienes aseguran que Alejandro Echevarría, el famoso
Mosh, trabajó hace poco tiempo en el PRI de Campeche, curiosamente tierra natal
de Jorge Carpizo Además, sus actitudes porriles son más que burdas; no sería
difícil, entonces, dudar de quienes aseguran en corto que detrás del Mosh está
Madrazo, con la clara intención de alargar al infinito la huelga en la UNAM. Por si
fuera poco, en el grupo más allegado al Mosh participan porros reconocidos, como
los de la FEDA de la ENEP Acatlán, los del CREP-7 de la Preparatoria 7 o los del
CREU de la Prepa 6 ¿Quién les paga a estos grupos porriles? ¿Qué hacen estos
y otros grupos aún no ubicados del lado de los más duros del movimiento?
¿Saben con quién están aliados o a quién están favoreciendo los que desde ese
lado del movimiento tienen intereses quizás desfasados pero legítimos como la
Corriente en Lucha?
Ahora, para ciertos grupos duros es el momento de dejar la complicidad con el
autoritarismo más descarado de los sectores y grupos del PRI que quieren de la
Universidad un campo de batallas internas inservible después de la definición de
su próximo candidato a la Presidencia.
El futuro de la Universidad peligra conforme se alarga la huelga Es urgente hoy
que la comunidad se defina a favor de una salida digna y pronta del conflicto, que
garantice la gratuidad en la UNAM y su reforma democrática No hay otra ruta

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