Balance CGH
Balance CGH
Balance CGH
http://www.proceso.com.mx/181547/la-huelga-en-la-unam-balance-y-perspectivas
La huelga en la UNAM: balance y perspectivas
José Luis Cruz y Bolívar Huerta, Bolívar Huerta y José Luis Cruz son representantes
de la Red de Estudiantes Universitarios que, junto con el Consejo Estudiantil
Universitario, formaron, antes del estallido de la huelga, la Coalición Democrática
Estudiantil, que es el “ala moderada” del Consejo General de Huelga, cercana al
Partido de la Revolución Democrática. Manifestarse públicamente por una salida
negociada al conflicto, particularmente sobre su apoyo a la propuesta de los ocho
profesores eméritos, les valió ser “vetados” por el CGH, a principios de septiembre,
junto con otros miembros de la CDE. Ambos entregaron a Proceso el siguiente
balance autocrítico del movimiento estudiantil.
A finales de diciembre de 1998, la Red de Estudiantes Universitarios inició una
discusión sobre el problema presupuestario de la UNAM. Era evidente que ante la
aprobación del paquete económico para 1999 por el PAN y el PRI en las Cámaras de
Diputados y Senadores, la suerte de la UNAM estaba echada: Su presupuesto en
términos reales sería reducido y en el mejor de los casos se mantendría similar al del
año anterior, lo cual anunciaba que tarde o temprano las autoridades universitarias
retomarían el anhelado proyecto de incrementar las cuotas Tenían confianza, pues
meses antes habían ganado a los estudiantes batallas importantes.
Como resultado inicial del análisis sobre el presupuesto universitario, en los
primeros días de enero del 99 la RED hizo públicas algunas cifras que mostraban
un manejo irracional y poco transparente de los recursos La fase de elaboración
de propuestas para optimizar y acrecentar esos recursos quedó interrumpida por
un acontecimiento que cambiaría el futuro de la institución: En los primeros días
de febrero el rector Francisco Barnés presentó ante directores, altos funcionarios y
algunos colados, su “generoso” Proyecto de Cuotas, aplicable únicamente a las
nuevas generaciones Más por inercia que por claridad política, la respuesta no
tardó demasiado; esa noche los colados al acto protocolario rechazamos el
proyecto del rector, defendiendo la gratuidad de la educación en la UNAM, y
convocamos a una reunión estudiantil para el día siguiente Ésa fue la primera
reunión de la entonces incipiente Asamblea Universitaria que dos meses más
tarde se convirtió en el Consejo General de Huelga, que estalló el paro en la
totalidad de escuelas y facultades de la UNAM.
Los responsables.
La huelga pudo evitarse Los responsables directos de esta grave situación son el
gobierno federal, el PRI y el PAN al aprobar a toda costa el paquete económico
del 99, y por supuesto la Rectoría, por tomar decisiones sin hacer un cálculo
político correcto y sin escuchar a la comunidad. Las autoridades universitarias
supieron oportunamente que no sólo la Universidad misma sino el propio rector
corrían un grave riesgo si el Consejo Universitario aprobaba al vapor la propuesta
de incremento de cuotas Mediante formas directas e indirectas, consejeros
alumnos, estudiantes y algunos académicos le hicimos saber al rector y a sus
principales asesores que sus intenciones de reducir a la opinión de los Consejos
Técnicos el históricamente polémico tema de las cuotas y dejar en manos del
Consejo Universitario la aprobación ipso facto del nuevo Reglamento, generaría
un movimiento estudiantil que culminaría en una huelga, la cual provocaría un
gran daño a la institución.
Unos días antes de la sesión del Consejo Universitario en donde se consumó la
imposición, el fisiólogo, y quizás profeta, René Drucker Colín fue muy explícito y
sus palabras predecían lo venidero: “Señor rector, si usted aprueba esa propuesta
en las condiciones que plantean sus asesores, entonces va a estallar una huelga
estudiantil y van a valer madres su proyecto de cuotas, la Universidad y su propia
cabeza” El rector se incomodó, pero nunca lo convencieron esas palabras. La
decisión estaba tomada y no había forma de revertirla
La RED en todo momento presionó desde dentro del Consejo Universitario para
que aplazara la decisión sobre las cuotas; después buscó que no entrara en vigor
sin ser sometida a una consulta amplia en la comunidad Todos los esfuerzos
fracasaron
El pliego petitorio.
Una vez aprobado el nuevo Reglamento de Cuotas y después de una serie de
movilizaciones en su contra y, sobre todo, de la forma tan autoritaria en que se
aprobó, la huelga estalló con cinco demandas principales: la gratuidad, la
derogación de las reformas de 1997 de los Reglamentos de Ingreso, Permanencia
y Egreso; la creación de un espacio resolutivo para la transformación democrática
de la UNAM; la anulación de cualquier tipo de sanción contra los paristas, y la
reposición del semestre Semanas más tarde, ya en huelga, se añadió la demanda
de anular los vínculos de la Universidad con el Ceneval.
En realidad, la integración del pliego petitorio nunca contó con el consenso
suficiente entre las corrientes que impulsaban la huelga. Dos días antes de
iniciarla, se decidió, en medio de fuertes discusiones, el pliego petitorio de cinco
puntos; desde entonces se presentaron dos posiciones en la comisión que elaboró
dicho pliego: Los que proponíamos incluir sólo cuatro demandas —la gratuidad, la
transformación democrática de la UNAM por medio de un espacio resolutivo, la
amnistía y la reposición del semestre—, argumentando que en esencia ése era el
sentir de la comunidad expresado en la Consulta General Universitaria La otra
posición argumentaba que había que incluir cuando menos una demanda más,
con el argumento de tener un elemento de negociación con las autoridades
universitarias. Así, a partir de una serie de polémicos debates, en la comisión se
aceptó incluir una demanda más.
Entre los que sostuvieron la propuesta de incluir una demanda adicional,
argumentando que entre más se pedía más se ganaba, se encontraban
integrantes del entonces Bloque Universitario de Izquierda (BUI), los mismos que
ahora defienden el cumplimiento cabal del pliego petitorio fueron los que ayer
sugirieron incluir más demandas para que a la hora de la negociación se ganara
más; aún seguimos esperando y esperaremos inútilmente que los integrantes de
la Corriente en Lucha cumplan lo que propusieron y luego entonces acepten la
negociación con las autoridades.
Desde antes de la huelga se perfilaban las definiciones políticas de las corrientes
que integrábamos el movimiento estudiantil. Siempre hubo dos posturas
antagónicas: la de la Coalición Democrática Estudiantil, formada por la RED, el
CEU y grupos independientes, por un lado; y por el otro, el del BUI, integrado
entre otros por la Corriente en Lucha, el POS —que más tarde se separó de esta
tendencia—, la UJRM y diversos grupos locales, como la OIETS de Trabajo Social
y los colectivos Coalición Políticas y Conciencia Crítica de la Facultad de Ciencias
Políticas También hubo los de la corriente del viento, que terminaban apoyando
una u otra posición: De un lado, la entonces incipiente Coordinadora Estudiantil,
que por cierto rechazó sumarse a la Coalición Democrática Estudiantil; y del otro,
el Comité Estudiantil Metropolitano, que promovió, una vez estallada la huelga, la
inclusión de la sexta demanda.
La ruptura implícita.
Todas las corrientes políticas nos conocemos bien Ninguna está exenta de
aciertos y de errores; las diferencias llevadas en numerosas ocasiones al terreno
personal han sido esencialmente políticas de fondo que responden a valores,
apreciaciones y métodos distintos Al principio todas asumimos un pacto no escrito
de respeto y unidad que se fue resquebrajando con el tiempo Fueron muchas las
diferencias desde un principio: la consulta, el pliego petitorio, el diálogo, los
ultimátums al rector Sin embargo, todas ellas se dirimieron en forma prudente
hasta que en los hechos se dio la fractura informal y no reconocida oficialmente: El
7 de junio, el Consejo Universitario aprobó el establecimiento de aportaciones
voluntarias y garantizó ambiguamente la realización de espacios para la discusión
y solución de los problemas que aquejan a la Universidad; también aprobó una
amnistía y la ampliación del semestre. Éste fue el punto de quiebra en el
movimiento estudiantil La Coalición Democrática Estudiantil asumió que a partir de
esos acuerdos era posible llegar a una negociación, que tenía que incluir la
solución satisfactoria de los cuatro puntos que desde nuestro punto de vista
representaban, desde el inicio del movimiento, la esencia de la lucha estudiantil y
universitaria Propusimos entonces que, sin renunciar a ellos, los puntos del pliego
petitorio referentes a las reformas del 97 y al Ceneval se definieran en el congreso
resolutivo Aquí empezó el verdadero infierno para la Coalición.