Participação - La Nueva Tirania

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Participación J a nueva tiranía

en procesos de Extensión Rural?

Ricardo D. Thornton

El título de este capítulo no surge de Ia creatividad dei


autor. Por el contrario, es resultado dei encuentro con un libro2
que coincidió, en gran parte, con Ias preocupaciones de quien
escribe este texto. En torno a Ia idea-acción dei participare cabe
decir, en principio, que en los discursos producidos en Ias últimas
décadas abunda casi su presencia como un sinônimo de
comunicación idealizada. ^Término de moda? i Politicamente
correcto? ^Necesidad democrática?
Desde hace ya varias décadas no existen políticas de
gobierno o de Estado, proyectos, programas o planes de cambio
social, productivo, de desarrollo sustentable o de cultura y
democracia que no gire alrededor de Ia aplicación conceptual dei
término. Está también muy presente en el discurso de los
organismos públicos tanto nacionales, como multilaterales3, ONGs,
agencias donantes, fundaciones y otros actores públicos y
privados. Es más, su ausência en el discurso de proyectos o
programas u otros, "vaticinaría" p e r se el fracaso de Ia iniciativa
planteada y, en consecuencia, seria motivo de descalificación ante
evaluadores. Entonces cabe preguntarse i,es posible que Ia
participación se esté transformado en una tiranía? Entendida esta
como imposición autocrática -politicamente correcta-, maquillada
como democrática.
En diversos capítulos dei presente libro, los autores
desmenuzan el alcance de teorias y enfoques dei término, con Io
cual, nos limitaremos a com partir algunas inquietudes sobre su
aplicabilidad en estratégias de Extensión Rural y Transferencia de
Tecnologia en procesos de cambio social4 de Ia ruralidad.

2 B, Cooke; U, Kothari. Participation: The new tyranny?. En 1999, se organiza en Ia


Universidad de Manchester, Inglaterra, una conferência que se dio en llamar:
"Participación: Ia nueva tiranía" y cuyos resultados se publicaron en el texto
mencionado.
3 Participation is today a sacred cow o f the International agencies tha t control and
direct intellectual and material resources in the name o f "developm ent". Cfr. J.
Blackburn y atro, (1998: 2)
4 Entendida como cambio positivo en Ias vidas de Ias personas, tal como ellas definirian
dicho cambio.

35
El agrônomo y comunicador Díaz Bordenave (1996: 36)
sostiene que "Ia participación es una necesidad humana y por
ende es un derecho de Ias personas". Otra aproximación
conceptual es Ia que propone que "el énfasis debe estar en Ia
participación y en el enfoque de abajo hacia arriba que
aproveche la creatividad y la solidaridad de las comunidades
rurales"5
Garcia Checa (1991: 48) afirma que: Participar significa
tomar parte (...) en las decisiones, en las responsabilidades, en
el trabajo; desde el sitio en el que se está, desde la función que
se ocupa a través del diálogo y la organización; implicándose
personalmente en las tareas que se estimen necesarias.
Participar es insistir en aquellos aspectos que se quieren
modificar o mejorar, pero siempre desde el acuerdo y el
respeto. No desde la fuerza o la coacción. Es, también,
proponer, dar ideas y, a la par, colaborar, ayudar, desarrollar
actividades que se juzguen importantes (...) Es, para otros el
desarrollo de relaciones sociales tendientes a movilizar la
solidaridady la iniciativa. En definitiva participar es conocer, es
aceptar y compartir, es trabajar y dar soluciones, y, siempre al
mismo tiempo, participar es exigir. Quizás en más ocasiones
prime el exigir sobre el dar.
A través de las últimas décadas, en todo el mundo, el
esfuerzo de emplear esta práctica social en los sistemas de
Extensión y Desarrollo de la ruralidad6 ha sido una constante para
alcanzar acuerdos de bien común. Estamos finalizando la primera
década del siglo XXI y nos preguntamos: £los esfuerzos empleados
en Extensión Rural7 para alcanzar procesos participativos han
logrado los frutos deseados? Seguramente no habrá una única ni
unânime respuesta. Si hablamos de proceso, entendemos que es
una co-construcción con momentos -quizás- de des-construcción
incluido en las etapas procesuales.
Si retomamos por un momento la crítica del pedagogo
Paulo Freire (1987: 20)8 hacia la palabra extensión en su clásico
Extensión o Comunicación?, quizá encontremos algunos puentes
de conflictividad con la idea y práctica de la participación en
actividades de Extensión Rural. Para Freire, en ese texto y en el

5 Programa LEADER de la Comisión Europea. Ver. A. Schejtman y otro (2003).


6 Para este trabajo entendemos la ruralidad desde el paradigma de la complejidad.
7 En la actualidad Io rural se amplia conceptualmente a ruralidad. Pero vale incluir
también la idea de rurbanidad. La rurbanidad como concepto Io tendremos presente
en el texto. G. Cimadevilla y E. Carniglia (2008: 227) aportan teoria a este enfoque.
8 Obra publicada en castellano por primera vez en 1969.

36
marco dei paradigma de Difusión de innovaciones9, Extensión
Rural tenía múltiples significados. A saber: entrega, sujeto activo,
transmisión, mesianismo, superioridad, inferioridad, invasión
cultural. Es decir, sin necesariamente ser consciente de ello, y
validando Ia opinión de Freire, Ia aplicabilidad concreta dei
participare parece estar sesgado por Ias propias (des)formaciones
de Ias teorias y prácticas existentes de Ia disciplina de extensión
rural. Se suma a ello Ias estructuras mentales -encorsetadas
intelectualmente- de quienes son extensionistas, especialmente de
aquellos profesionales que vienen tanto de Ias ciências biológicas
como exactas, muy acostumbrados a lecturas lineales, lógicas de
afinidad temática, coherencia cartesiana y relaciones de causa-
efecto, entre otras. Otra posibilidad, no menor puede ser atribuida
a aquellos que aplican estos esquemas conceptuales condicionados
por formaciones basadas en modelos poco comprometidos con el
pensar y hacer democrático. Ahora bien, si no compartimos Ia idea
de Freire, si hubiera que ubicar responsabilidades no es
necesariamente en los marcos teóricos y en consecuencia práctica
de Ia Extensión, como manifiesta el autor. Los marcos teóricos y
prácticas evolucionan o se adecuan con los câmbios de
paradigmas.
El pedagogo Eduardo Castro (2003: 52) nos invita a otra
mirada sobre el tema que nos ocupa, el menciona tres modelos de
Extensión rural: 1) Ia extensión como participación, 2) Ia extensión
como servido y 3) Ia extensión como intervención. Según el autor,
estos tres modelos conciben de manera diferente Ia acción
extensionista y, en consecuencia. Ia participación. También, tienen
concepciones diferentes acerca de los actores, tanto de Ia fuente
cuanto dei destino -población que recibe el efecto de Ias acciones-.
En cada modelo, Ia idea-acción de Ia participación tiene
connotaciones con distintos énfasis, tanto para Ia fuente (sistema de
extensión) como para los destinatarios-receptores involucrados. Para
este autor, Ia extensión como participación "...es la concepción
que más se aproxima a su representación etimológica" y Ia
extensión como intervención "...es la modalidad que se observa
con mayor frecuencia en los organismos públicos que trabajan
con la extensión rural".
Para los sistemas de Extensión Rural la irrtendonalidad -mandato-
de la organizaaon pública o privada al cual pertenece, está siempre muy
presente en cualquier proceso de irrtervendón, de partiapación o de servido.

9 Paradigma que el autor considera todavia vigente pero aggiornado en los SER y TT
latinoamericanos. Cfr P, De Hegedus y otros (2008: 111). Hacen una lectura actualizada
dei paradigma y sus puentes con el desarrollo sustentable.

37
Negar esta realidad es desconocer que Ias instituciones de
extensión tienen visiones, misiones, objetivos, metas como planes
estratégicos a cumplir10 y, lógicamente, esto los condiciona en
cuanto a sus posibilidades temporales, como dei empleo de sus
recursos en todo proceso de transformación democrática de Ia
realidad donde actúan.
Partidpare hecho realidad en Extensión Rural tiene -quiérase o
no- en los inícios dei siglo XXI, sesgos e improntas dei pensamiento
lineal y se manifiesta en diversos efectos e impactos buscados. A saber:
contribuir al cambio de realidades personales, familiares, de empresas,
comunitárias, o modificar estructuras productivas y organizacionales o
arqurtecturas mentales y actitudinales, entre atras intenciones. Es decir,
se le asigna al término un poder casi ilimitado. Esto, quizás, es el gran
error y, en consecuencia. Ia amenaza a su correcta comprensión y
apropiación.
Convengamos que el concepto que analizamos va de Ia mano
de Ia práctica de Ia democracia, como valor individual y social. Es así
que Ias conductas democráticas, tanto individuales como sociales,
favorecen notablemente cualquier proceso participativo. Sin realizar un
juicio de valor, bien sabemos que Ias historias de los países de América
Latina, desde su conquista y colonización hasta Ia fecha, no tuvieron Ia
participación ciudadana como un objetivo de máxima. Más bien, los
enfoques autoritários -con sus matices de grises-, ha sido el común
denominador. Con Io cual, pretender un salto cualitativo -en nuestras
jóvenes democracias-, respecto a Ias relaciones de empoderamiento,
que de esto se trata cuando se consolida Ia cultura participativa, es
aceptar nuevos contratos sociales de convivência ciudadana inter e
intrageneracional.
Es imperativo recordar que siempre hay una dimensión
política en Ia participación dado que habitualmente su práctica
está atada a mutaciones y movilizaciones de arquitecturas de
poder. Entendamos que poder -en su acepción de Ias ciências
políticas-, no es "mala" palabra. Su uso con fines mezquinos sí Io
es. El poder tiene muchas máscaras, se afirma. En múltiples casos,
los procesos de comunicación participativa son propuestas
administradas de "consultas superficiales" con pasos
metodológicos a cumplimentar, y con ello, se da por aprobado el
aprendizaje democrático y validación de los acuerdos senalados en
los objetivos de Ia iniciativa fuere el que fuere.

10 A modo de ejemplo el Plan Estratégico dei INTA 2005-2015. El INTA que queremos.
También cfr. R. Thornton (2006). Los '9 0 y el nuevo siglo en los SER y TT públicos dei
MERCOSUR.

38
Bajo el marco de Ias interpretaciones posibles, no es Io
mismo entender el significado dei concepto motivo dei texto en
proyectos, planes o programas con un claro enfoque asistencialista
para resolver sintomas o efectos en sintonia con Io expresado por
Cleaver que Io dicho por Freire. Es decir, Cleaver (2008:1079)
propone que "... los planteamientos participativos se refieren a
Ias técnicas apropiadas para descubrir las "realidades" de los
pobres y asegurar su participación en la toma de decisiones".
Por su parte Freire (1970) destaca el esfuerzo orientado a la
concientización para identificar las causas generadoras de los
problemas y sintomas y actuar en consecuencia.
Existe una amplia literatura sobre tipologias y metodologia
participativas empleables en Extensión Rural. Así, por ejemplo, se
mencionan Participatory Rapid Appraisal (PRA)11, Diagnóstico
rural rápido y participativo como instrumento de análisis para el
desarrollo local (1999)12, un ejemplo de Varela (1991) en
Experimentación Adaptativa y Participatory extension13, entre
muchos otros. También, se mencionan propuestas que actúan
como paraguas a todas las metodologias existentes, aglutinando
esta iniciativa con el nombre de aprendizaje y acción
participativa14.
Según Chambers (1981/83), a inícios de la década de los
ochenta dei siglo pasado, ya existían 700 metodologias
participativas desarrolladas en el mundo15. La idea de rápido en
procesos participativos hace "ruido" comunicacional con los
tiempos o ritm os diría Castro (2003:61). Este autor entiende como
ritmos las aproximaciones o distanciamientos entre personas,
grupos o instituciones de personas o comunidades de
apropiarse dei hacer participativo para alcanzar acuerdos
sostenibles. Ritmos de trabajo, de ejecución de tareas, con los
propios procesos y productos de la acción.
También, vale preguntamos si, conceptuaImente, es válido
identificar tipologias comparativas de participación aplicados a la
Extensión Rural. Así, Killough (2005) menciona el enfoque
orientado al extensionista, enfoques protagonizados por el
agricultor y enfoque de acompanamiento16, entre otros modelos

11 Sus inicios data de los '8 0 dei siglo pasado, tuvo un crecimiento exponencial y fue
fermento intelectual para otras propuestas metodológicas.
12 Cfr. S. Sayadi y Otro. CIFA, Granada.
13 Cfr. P. Schmidt y otros (1998), Suiza.
14 Participatory learning and action (PLA).
15 Cfr. S. Sayadi y Otro. CIFA, Granada.
16 Cfr.P. Siveira y V. Diesel. Mencionan a Killough, S. ( 2005: 36-39). Participatory
approaches to agricultural research and Extension. En J. Gonsalves, et al. Participatory

39
de dasificación. Además, el concepto se manifiesta - a veces-, como
tipologia y herramienta metodológica de intervención. Es decir,
con énfasis en Io instrumental y -no como debería ser-, en Ia
cultura democrática de toma de decisiones multipropósitos.
Como dato de actualidad, desde el ano 2004 el Ministério
de Desenvolvimento Agrário de Brasil (MDA, 2004), promueve Ia
Extensión Rural agroecológica17 para viabilizar Ia agricultura
familiar. Una iniciativa interesante, pero que tiene sus
complicaciones. Este enfoque pone énfasis en Ia investigación-
acción participativa y es, quizás, tanto su gran fortaleza como así
también su debilidad, dado que podría pensarse que, todavia -y
con respeto-, en ese país Ia cultura democrática está en
construcción. Es decir, ise propone o impone?, tanto un mandato
de cambio de enfoque ideológico como de intervención a los
Sistemas Estaduales de Asistencia Técnica y Extensión Rural
(SATER)18. Sobre todo porque ellos requieren de procesos internos
de apropiación intelectual y câmbios conductuales para viabilizar
Ia propuesta agroecológica. De manera resumida veamos, a modo
de ejemplo, algunas ideas fuerza de Ia propuesta que los
extensionistas necesitan adoptar como competências para su
nueva labor en los SATERs19:

a) Entender que Extensão Rural, no enfoque da


Pnater20, é um processo educativo destinado a apoiar
estratégias de desenvolvimento rural sustentável, que
levem à melhoria da qualidade de vida das pessoas
envolvidas, à redução da pobreza rural, ao
fortalecimento da cidadania, o que pode exigir
incidência ora sobre processos produtivos, ora sobre

research and development fo r sustainable agriculture and natural resource


management: a sourcebook. Otawa; IDRC.
17 Es un proceso de intervención de caracter educativo transformador; basado en
metodologias de investigación-acción participativa, que permiten el desarrollo de una
práctica social mediante el cual los sujetos dei proceso buscan Ia construcción y
sistematización de conocimientos que los lleve a incidir conscientemente sobre Ia
realidad, con el objeto de alcanzar un modelo de desarrollo socialmerrte equitativa y
ambientalmente sustentable, adoptando los principios teóricos de Ia agroecología
como critério para el desarrollo y selección de soluciones adecuadas y compatibles con
Ias condiciones específicas de cada agroecosistema y de los sistemas culturales de Ias
personas implicadas en su manejo. (Caporal, 1998). Citado en J. Tavares y otro (Org),
2006.
18 Cfr. R. Thorrrton (2006: 105) quien aborda - en un espado temporal- los SATERs dei
MERCOSUR, sus misiones y funciones.
19 Cfr. Bases para uma política nacional de formação de extensionistas rurais. F.
Caporal, Brasília 2009
20 Programa Nacional de Asistencia técnica y extensión rural.

40
formas de inclusão social, etc, ou ambas, ao mesmo
tempo, como complementares.
b) Que a Formação implica uma ação participativa-com
interação entre educador e educando, ambos
construindo conhecimentos e valorizando saberes.
Deste modo, o facilitador/instrutor deve integrar-se ao
grupo. O exercício que se realiza na formação dos
técnicos deve ser exemplar para as ações que esses
realizarão com o seu público.
c) O enfoque pedagógico deve ser construtivista e
crítico-reflexivo. Os conteúdos programáticos devem
ser integrados - de forma complementar - e, para isto,
o facilitador/instrutor precisa, além do domínio da sua
área específica, estar aberto a compartilhar com os
demais pares e com os educandos.
d) Mais que professor (sem deixar de lado os conteúdos
de sua especialidade) o facilitador/instrutor tem que ser
um mestre e partícipe no processo de aprendizagem,
visando atender as expectativas, dúvidas e curiosidades
dos participantes.
e) Conhecer, profundamente, seu tema/disciplina e
estar aberto a aprender mais com os demais
participantes. Podemos apreciar el ènfasis puesto en el
hacer participativo.

Como podemos deducir de Io dicho, Ias competências


requeridas en Extensión agroecológica ponen énfasis en Ia
participación y otros conocimientos, como habilidades que
exceden Ias formaciones tradicionales de Ias carreras de grado
universitárias. Entonces, cabe recordar Ia preocupación de Presno
Amoedo (2007) -con los argumentos respectivos-, de que Ia tirania
participativa se infiltre como posibilidad dentro dei enfoque
agroecológico y debilite Ia propuesta. Cabe recordar que
Thornton, Cimadevilla y Carricart (2003: 217) también
construyeron un mapa de capacidades y competências requeridas
por los extensionistas rurales dei siglo XXI, donde está muy
presente el énfasis en adquirir teoria y práctica participativa.
También, Elz y Erbetta (2008: 63) como docentes de un postgrado
en Extensión Rural en Ia Universidad Nacional dei Litoral en
Argentina comparten el enfoque. Estos autores afirman que "...la
Extensión debe asumir como paradigma el modelo
participativo, que se complejiza en una antropologia, en un

41
quehacer que hace eje en lo educativo, en la comprensión de
los actores socialesy en la participación comunicativa".
Con antecedentes como los expuestos hasta aqui, entre
otros, la Extensión Rural dei nuevo siglo ya no discute su rol como
mediadora de procesos participativos de empoderamiento y de
(des)empoderamiento21 de nuestra ruralidad, y esto es una de sus
nuevas fortalezas ideológicas. Además, la propia definición de
ruralidad es tanto participativa como indusiva per se. El meollo de
los momentos-espacios participativos parece girar alrededor dei
uso y/o abuso dei poder de quién/es son los mediadores y actores
en los procesos respectivos.
Cuando se elaboran políticas, proyectos, planes o programas
de intervención orientados a propuestas de câmbios sociales,
tecnológico-productivos, organizacionales u de otra naturaleza, los
actores -sean estas personas y/o organizaciones involucradas-, tienen
desde sus gênesis expectativas de gratificaciones por ser arte y parte
de la propuesta. Desde lo comunicacional podemos retomar -con
matices-, el paradigma de usos y gratificadones (Rosengren, 1974) y
relacionarlo con los comportamientos individuales como grupales.
Entendiendo por usos no los médios masivos únicamente, sino los
espacios dialógicas interpersonales con la búsqueda de los
satisfactores -incentivos-, tanto individuales como colectivos. Esa
"mochila" de expectativas expresadas en demandas variopintas, se
entremezdan entre pares. A ello se suman también los espacios
temporales, ritmo/s que cada involucrado se imagina se requerirá
para alcanzar la/s demandas.
Aqui vemos, entonces, que tener la iniciativa de sumarse a
un proceso participativo parte de Ias preguntas clásicas ^por quê y
para quê? En cuanto a los £cornos?, se agrega con más énfasis el
espacio de la red de redes. En consecuencia, proponer la iniciativa,
entendida ésta de como "ser capaz o capaces de actuar de otra
m anera" en procesos dei ser parte es despertar múltiples y
provocativos suenos, imaginários, propuestas y lógicamente
acciones. En consecuencia £cómo se pueden establecer diálogos y
acuerdos entre actores con m ochilas de lógicas de tiempo,
motivaciones, expectativas, ritmos e historias de vida disímiles?
Casi siempre, Ias propuestas en Extensión Rural han estado
y continúan orientadas a alcanzar situaciones de mejora, o para
estabilizar situaciones deseadas alcanzadas. Basta con leer los
objetivos y los indicadores de cambio en los proyectos, por
ejemplo, aquellos que integran el Programa Federal de Desarrollo

21 Entendido como forma de democratizar el poder existente, en lugar de centralizar la


misma.

42
Rural (PROFEDER) dei Instituto Nacional de Tecnologia
Agropecuária (INTA)22. Ahora bien, ^quién/es deciden estos
objetivos deseados? La respuesta inmediata suele ser Ia gente
iRealmente siempre es así?
En los procesos de elaboración de proyectos, planes o
programas de Extensión Rural normalmente están presentes
ciertos facilitadores, generalmente extensionistas rurales. Ellos, por
mandato institucional, convocan, proponen, asisten, opinan y -a
veces-, se involucran más allá de Ias directivas de Ia organización.
Ese involucramiento tiene entonces tanto diversas lecturas como
intencionalidades que pueden ir desde los personales e ideológicos
dei extensionista hasta los que responden a mandatos de Ia
organización. Por ello, es bueno recordar que cuando una
organización, en este caso de Extensión Rural mira "Ia realidad". Ia
información recolectada no es aséptica, aún en procesos
participativos. En el mismo acto de mirar, tanto de Ia organización
como de los extensionistas, se seleccionan, relacionan y
(re)construyen significados. Si esto Io proponemos a Ia inversa, es
decir desde los destinatarios-actores, podría afirmarse sin temor a
equivocamos que ellos se comportan de Ia misma manera.
Generalmente, Ia organización de Extensión es un actor
externo -al inicio-, dei proyecto, plan o programa. Un
"benefactor"23 con cierto predicamento legitimado y esto Io hace
muy vulnerables a comportase como emisor privilegiado -empleando
estratégias discursivas según Ia intencionalidad-, con su respectivo
ordenamiento. Es decir, autovalidados por un discurso científico-
tecnológico y el retórico de Ia palabra calculada en función de un
efecto24.
En ocasiones, y desde un punto de vista ideológico, los
propios extensionistas tienen sus contradicciones entre el mandato
de Ia organización a Ia que pertenecen y su propia mirada dei
"deber hacer" laborai, su vocación por Ia participación y su
compromiso de ciudadano politizado25. A esto se suman Ias
contradicciones entre el propio comportamiento social de la/s
organizaciones de Extensión, en cuanto a su cultura participativa,
y Ia que ella pregona en sus actividades con terceros de
"intercâmbio y debate de ideas de manera franca y abierta, en

22 República Argentina. 1956.


23 Es fuerte este concepto -alguien confiere un beneficio- . La democratización de Ia
toma de decisiones busca eliminar esta intencionalidad lineal y transformarlo en un
proceso interactivo donde todos aportan y todos reciben para un bien común.
24 Cfr. Prieto Castillo (1988: 34).
25 El extensionista como ciudadano posee posición ideológica y a veces militância
partidaria.

43
busca de entendimientos mutuos o armonía". Podemos
entonces recuperar Ia idea de Cimadevilla y Carniglia (1992) de
"efecto paradoja". Aplicado a esta situación, al decir de los
autores, seria: Ias organizaciones-instituciones de Extensión
Rural no son adoptantes necesariamente de lo que ellos
proponen a los actores externos de ser arte y parte del
participare.

Las ocupaciones del extensionista

i.Cuáles son y serán las ocupaciones de los extensionistas


de Ia modernidad tardia y posmodernidad26 temprana con
respecto a esta práctica democrática? Insistimos en ocupaciones,
porque de nada vale quedamos con el discurso de Ia preocupación
en los compromisos de cambio social democrático. Podemos
compartir algunas pocas, pero relevantes, empezando por
ocupamos de Ia convocatoria.
Cuando se proponen proyectos, programas o planes para
fines determinados, muchos de ellos expresan instâncias o
momentos cronológicos donde actores (pre)determinados de Ia
ruralidad -habitualmente agricultores y sus familias y/o otros
actores-, están presentes en estado activo, y otros, más bien como
observadores asistentes ("... vamos a ver de que se trata...").
Mencionamos (pre)determinado porque Ia convocatoria suele ser
una construcción imaginada de actores -que deberían estar- y, no
necesariamente, los que deberían estar son los que deben estar al
momento de Ia gênesis. Existe una sutil diferencia entre ambos
conceptos. El primero, es un imaginário, el segundo, una realidad
contextualizada.
En Extensión Rural es muy frecuente -como rutina
metodológica-, predeterminar o seleccionar los actores a sumarse
a un proyecto o programa. Así, aparecen listas -cortas o extensas-,
ya sea de personas u organizaciones públicas y privadas
imaginadas, como interesadas en Ia propuesta. Casi son
imaginadas como insumos, no como personas o actores de Ia
sociedad. Es usual convocar actores con diverso status social,
credibilidad, empoderamiento y relevância para los fines del
proyecto o programa. Definir a priori actores, puede crear puntos
muertos antes de haber empezado, dado que a veces ciertos

26 Implica que los grandes valores que marcaron los tiempos modernos están
finalizando y siendo -en consecuencia- reemplazados. Los jóvenes extensionistas de hoy
son arte y parte de esta transición entre Ia modernidad tardia y Ia posmodernidad.

44
actores convocados no son los apropiados o no están
sensibilizados para exponerse a procesos de negociaciones y
acuerdos democráticos, y menos aún en tiempos acotados.
Podemos así recordar Ia expresión "cuando se desconoce el
destinatario se lo termina imaginando".
Por ello, gracias al aprendizaje de campo en extensión, se
recomienda que antes de realizar Ias convocatorias se lleven a
cabo lecturas sociales previas para conocer y comprender Ia
"naturaleza" de vida de Ias personas -teniendo muy presente Ias
edades y gênero como así también Ias tipologias de
organizaciones fuera dei imaginado proyecto-. Esta/s lectura/s se
puede incluir en los diagnósticos comunicacionales recomendados
para Ias Unidades, Agencias u Oficinas de Extensión Rural.
La segunda ocupación es Ia "presión" de los tiempos
cronológicos. Se prima Ia eficiência en el proceso. Podemos
concordar en que existe un combo de tiempos que están presentes
en todo proceso participativo. A saber: políticos, burocráticos,
técnico productivos, socio-organizacionales, de los actores
individuales y comunitários, dei mercado y presupuestarios27, entre
otros. Los tiempos son tiranos -se escucha decir-, así son también
los empleados para diagnosticar y construir Ias propuestas. Es así
que se expresa: "... hacemos Talleres con los productores de
tiempo limitado previamente dónde ellos detectan los
problemas más relevantes en grupos y se propone un plan de
trabajo para atender los mismos", "... hicimos reuniones de
trabajo de dos-tres horas - por los compromisos de la gente-
formamos grupos en distintas localidades y mapeamos
problemáticas; luego se propusieron iniciativas para trabajar
conjuntamente en el marco del proyecto..."; "... realizamos
una evaluación participativa con la gente del proyecto que
duró aproximadamente dos horas y arribamos a interesantes
conclusiones"28.
Como vemos en estas expresiones, el espacio temporal
asignado es limitado, sustentado con argumentos entendibles,
pero no necesariamente justificable. Es así que los tiempos se
traducen en costos para todos, induido los convocados. Costos no
solamente monetários por "dejar de hacer alguna tarea rentada o
no", sino por modificar conductas o rutinas de socialización
arraigadas. Estamos entonces hablando de economia a la
exposición, a la atención y a la acción participativa.

27 Cfr. La Comunicación en los procesos de desarrollo territorial (2008: 23).


28 Comentários recopilados por el autor en diversas circunstancias.

45
Como mediadores, los extensionistas requieren de tiempos
para observar los emergentes y entenderlos, para luego facilitar
los debates. Ias negociaciones, y movilizar así acuerdos mínimos de
confianza entre los actores. Este proceso se traduce en espacios
temporales variables, según cada situación y no necesariamente se
logran en uno o dos encuentros "contra reloj". El mismo
requerimiento de tiempos Io necesitan los actores convocados.
La tercera ocupación observada en terreno29 de los
procesos participativos, es que suelen emerger distorsiones entre
los procedimientos empleados con los objetivos planteados. Es
bastante común observar el empleo repetitivo de metodología/s
cualitativa/s30 para cualquier abordaje de construcción de
consensos, y esto perjudica -a veces-, desde Ia gênesis, el proyecto
o programa. Es decir, entendemos que no existe un único "manual
de procedimientos" que, per se, garantice acuerdos deseados. Lo
que puede ser exitoso en un proceso o momento comunicacional
dado, no necesariamente es repetible en otra propuesta de
construcción de acuerdos. Esto es otro aprendizaje a tener en
cuenta.
La cuarta -quizás Ia más relevante-, es resaltar que el
participare incluye, además de opinar y pertenecer,
fundamentalmente involucramiento, (co)responsabilidad como
arte que moviliza sinergia social. Como ejemplo metafórico: es
bajarse de Ia tribuna donde prima Ia opinión -casi acalorada- y el
pertenecer, e involucrase en el partido como jugador, técnico o
árbitro y, lógicamente, con los resultados dei juego.
Cada etapa mencionada incluye construir y (re)construir
entre los participantes vínculos de confianza y credibilidad en el
decir y en el hacer. Esta secuencia de opinión, de pertenecer y
finalmente involucrarse es Ia lógica procesual de una participación
plena. Hacer cosas juntas no necesariamente implica pensar dei
mismo modo, y este pluralismo de ideas es necesario gestionarlo
en todo el proceso de construcción de acuerdos y acciones. Es
decir, no se puede alegremente sentenciar que se alcanzaron
acuerdos participativos, cuando el o los procesos transcurren en
etapas no acabadas a cumplimentar.
De Ias ocupaciones mencionadas se desprenden, como de
un árbol de problemas, otras muchas de diversa magnitud según
cada situación dada. Es necesario reiterar que Ia sutileza dei
ejercicio y tensiones dei poder está muy presente en Ias etapas de
todo proceso dei tomar parte. Si Ia intención es fomentar

29 Cfr. Casos en este mismo libro.


30 Siendo Ia más común los denominados Talleres y Seminários Participativos.

46
diálogos pro-activos y/o reflexivos para fines determinados de
interés común, a veces se contradice esta intención con Ia
manipulación dialéctica dei poder que limita sutilmente el libre
pensamiento. Esto se expresa de múltiples maneras y con cierta
repitencia en Ia práctica dei hacer participativo de nuestra vida
cotidiana. Más allá de Ia gênesis de los proyectos, planes o
programas y su declamado ambiente participativo, Io que
consolida todo proceso es Ia co-gestión y autogestión dei
continum dei participare. Entendiéndolo como -sistema
complejo31- de base ético, sociocultural, política, técnico-
económica y ambiental, con sus encuentros y desencuentros,
marchas y contramarchas. Ia complementariedad dei
orden/desorden. Ia relación observado/observador, como así
también, con sus logros, efectos e impactos predecibles o no
directos e indirectos. Es decir, Ia dinâmica dei continum es
indivisible y multidimensional y, por ende, los logros -tangibles e
intangibles- e impactos no son necesariamente lineales como
muchos proyectos, programas y planes sugieren en su texto como
evaluaciones finales.
Preocupa y - ocupa en este libro- que, en ocasiones, bajo el
paraguas de su sana intencionalidad democrática, se manifiestan
en Ia práctica situaciones injustas e ilegítimas de imposición de
poder, de Ias organizaciones de extensión, de los extensionistas y
aún de los recién empoderados que (re)alimentan circuitos de
ejercicio de poder. Instâncias donde se refuerza, al decir de McKee
(1992)32, una "élite participativa" en Ia comunidad y, por Io
tanto, contribuye a Ia desigualdad. Es decir, se repiten modelos no
deseados33.

Ensenanzas e implicancias

Cabe re-preguntarnos ^qué se desea de Ia participación?


Seguramente habrá respuestas similares en Io general, pero
buceando en Io particular, quizá no necesariamente exista
coincidência. Esto no es novedad, pero Io es en cuanto no se
valorice adecuadamente Ia dispersión de opiniones al momento de
sumar voluntades.

31 Porque operan múltiples lógicas y diversidad de poderes que no siempre se conjugan


en un todo armónico o estable. Complejo además, porque cada sistema-proceso tiene
un diseno y acuerdos constitutivos, pero a veces presenta Ia capacidad de redefinir y
adaptar esos esquemas a través dei dialogo y los procesos de autoaprendizaje.
32 Citado en A, Gumucio-Dagron y T, Tufte (Comp). (2008: 611).
33 Cfr. S. W hite (1996:21).

47
El participare es un conjunto de princípios democráticos
que complementan Ia premisa dei diálogo -escucha eficaz-, con Ia
de compartir. Pero ese ideal en Ia práctica de Ia Extensión Rural,
involucrado en procesos de desarrollo sustentable, sufre diversos
contratiempos e intencionalidades. En consecuencia, se desea
resaltar que los sistemas de Extensión Rural viven tanto
distorsiones, tensiones y conflictos internos como externos, al igual
que cualquier actor convocado o como actor-mediador
participante. Los sistemas de Extensión Rural, y los extensionistas
en particular, tienen desafios importantes de câmbios
conductuales a realizar, ya sea organizativos o individuales, y esto
es saludable reconocerlo -cuando corresponde-, y actuar en
consecuencia.
Por ello, deseamos poner en común algunas ensenanzas e
implicâncias que emergen de Ia práctica dei hacer participativo en
procesos de Extensión Rural, a saber:

• Sin o con escasa cultura democrática individual y


colectiva. Ia participación es más una preocupación que
una ocupación.
• La participación trata sobre como Ias personas, grupos
y equipos operativos, comunidades y sociedades
interactúan a través de Ia (re)construcción de puentes
de confianza, credibilidad, liderazgo y poder para
alcanzar objetivos de interés común.
• Los procesos participativos no son un fin en si mismo,
sino una plataforma comunicacional para el cambio
social (CCS)34.
• Existe todavia en Ias personas y comunidades de
América Latina un fuerte sesgo cultural a Ia no
participación que se acentua con Ia cultura de Ia
inmediatez.
• Las experiencia de campo senalan que la/s historias de
vida. Ia edad, el gênero. Ia cultura. Ia iniciativa
individual y/o colectiva, entre otros pueden todos
moldear Ia voluntad y hábito de participar.

34 Entendida Ia CCS como un proceso de diálogo público y privado mediante el cual las
personas y organizaciones definen ellas mismas quiénes son, qué necesitan y cómo
obtener Io que necesitan para mejorar sus propias vidas y comunidades en un território
dado.

48
• La participación no resuelve todos los problemas
individuales ni colectivos de Ia rurbanidad35 o
ruralidad.
• Continúan vigentes Ias distorsiones en el participare, a
saber: Ia manipulada, el exceso, es decir Ia
participacionitis y Ia trivializada o relativista36.
• Todos los procesos participativos son espacios y
ejemplos valiosos de aprendizaje, primordialmente
para los involucrados.
• La participación puede transformarse en una rutina de
consultas y propuestas superficiales.
• Todo proceso participativo tiene costo/s de
oportunidad para Ia organización de extensión, los
mediadores y los convocados a sumarse a los mismos.
• El participare es más que simplemente un proceso
comunicacional pautado de buenas intenciones, es
alcanzar un estado socio-cultural de autogestión y co-
gestión de derechos y obligaciones.
• No hay participación sin una buena comunicación y
esto significa para los involucrados acceder libre e
igualitariamente a expresar sus puntos de vista y
escuchar Ia de sus pares, compartiendo así
sentimientos, experiencias, suenos como demandas.
• Los tiempos -acotados- y eficientistas de los planes,
proyectos y programas son contraproducentes -
barrera- para alcanzar objetivos sustentables y
fortalecer Ia cultura participativa.
• Hay proyectos, programas, planes que desde su gênesis
se plantean objetivos y metas demasiado ambiciosas
y/o genéricas en plazos muy restringidos. Cabe
entonces Ia reflexión "el que m ucho abarca poco
aprieta".
• Los procesos participativos no se agotan
necesariamente con Ia finalización dei plan, proyecto o
programa, tienen su propia inércia temporal de
continuidad, y en consecuencia de logros e impactos
directos e indirectos éticos, socioculturales, políticos,
econômicos como ambientales.

35 Ver. G. Cimadevilla; E. Carniglia. (2008:227). Los mismos autores recientemente han


compilado un libro titulado: Relatos sobre Ia rurbanidad, UNRC, 2009.
36 Se confirma Io senalado por Díaz Bordenave en 1994.

49
• Los procesos participativos son en esencia sistemas
complejos, donde prima los espacios-momentos de
negociación multidimensional y en consecuencia Ias
incertidumbres, tensiones y conflictos son una
constante a gerenciar.
• Preocupa Ia amplia bibliografia propositivas de
metodologias participativas cuasi validadas de empleo
universal para abordar problemáticas muy diversas y
dispersas de Ia ruralidad mundial.
• Las nuevas generaciones rurbanas o de Ia ruralidad
(re)construyen sus propias plataformas
comunicacionales participativas para el bien o interés
común.
• Es un desafio de Ia Extensión Rural dei nuevo siglo
rever el mapa de estratégias de vinculación con las
nuevas generaciones nativo digitales y de impronta
posmodernas37, como insumo de cualquier proceso
participativo donde ellos están involucrados. Además
ellos son el presente- su futuro es el presente- y en
consecuencia gestores de su propio destino.
• Se reafirma Ia necesidad de rever metodologias -como
hacer los procesos mejor- como de emplear Ia
investigación para aprender de las experiencias de
campo.
• Cuando los ideales participativos son constrenidos por
metas burocráticas formales o informales impuestas
por los contextos institucionales ello puede acabar
'influenciando' los resultados dei proceso en marcha.
• Las organizaciones de Extensión Rural se comportan
muchas veces con el efecto paradoja cuando de
participare se trata.
• La participación puede generar movilizaciones y
expectativas no susceptibles de ser satisfechas por los
sistemas de Extensión Rural.
• Los sistemas de Extensión Rural tendrán
permanentemente que revisar sus intenciones y

37 Es imposible para Ia extensión rural dei siglo XXI desconocer las ciberculturas
juveniles de Ia rurbanidad y, en consecuencia entender sus consumos y accesos. El
posmodernismo reconstruye el sujeto dei conocimiento y sus "revelaciones" ya no
pueden ser ni verdaderas ni falsas. Se establece un cúmulo de dudas sobre cualquier
afirmación "autorizada" (como sobre cualquier pretensión de autoridad). Son puestos
en tela de juicio todos aquellos que anteriormente se les otorgó el atributo de "saber
algo".

50
actitudes de Io que podemos denominar institu-
centrismo, es decir, considerase centros de Ias
actividades y, como emisor privilegiado, empleando
para ello instâncias de seguimiento como evaluaciones
pertinentes.

A m odo de cierre

El texto aqui compartido busca aportar emergentes que


ayuden a reforzar Ia magnitud conceptual dei tema que nos
ocupa, y en consecuencia, rever -si fuera necesario-, ciertas
estratégias, mensajes y acciones que tienden a complejizar,
simplificar o relativizar Ias implicâncias como los alcances de Ia
propuesta. Coincidimos con Io expresado por Blackburn (1998:
171) que Ia participación perfecta no existe, es un ideal a buscar,
cuya teoria y técnicas requieren ser continuamente (re)construidas.
A modo de cierre dei capítulo, entendemos que los
esfuerzos de los Sistemas de Extensión Rural para involucrase dei
sentir, saber y hacer participativo han sido y continúa siendo
parte de su evolución paradigmática. Sin embargo, no es oportuno
idealizar ni comunicar un mandato tiránico de imposición de su
empleo para cualquier momento o situación procesual porque -
entre otras cosas- culturalmente Ia sociedad actual está
movilizando conductas y disposiciones contradictorias entre el bien
común y el bien individual. Los contratos sociales
intergeneracionales e intrageneracionales de bien común se
pulverizan ante Ia cultura y cibercultura de Ia inmediatez,
hedonismo. Ia juventud eterna. Ia indiferencia o el desinterés. El -
no te metas- es un mensaje demoledor para iniciativas
participativas, y en consecuencia, para el pensar y el hacer de Ia
Extensión Rural participativa. Pero, en simultâneo -es Ia buena
noticia-, se (re)construyen procesos de indusión, empoderamiento,
democratización y logros de bien común.
Este marco contextual de complejidad dinâmica político-
sociocultural-económico-ambiental-ético -que son Ias dimensiones
dei paradigma dei desarrollo sustentable-, invita y moviliza energia
social, aprendizajes, oportunidades y amenazas, como también,
desafios de nuevos contratos sociales que los sistemas de
Extensión Rural de América Latina ágilmente deben leer para co-
institucionalizar el tema que nos ocupa en este libro.

51
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54
Dialéctica de la participación

Gustavo Cimadevilla

Introducción

Cuando se habla de "participación" en general se supone -a


nivel coloquial- que los interlocutores le asignan al término un
significado semejante y una carga de valor positiva. Lo mismo suele
suceder con muchos otros vocablos que presentan connotaciones
plausibles para nuestra sociedad y cultura por lo que representan
para el "bien común" o para la construcción de un "destino
promisorio". Así, hablar de "democracia", "libertad" o "compromiso"
parece implicar a un conjunto de atribuciones de sentido que se
comparten y que no precisan de mayores aclaraciones. Más bien,
como la vida social plantea una dinâmica cuya velocidad reniega de
esas precisiones, se Ias prefiere tomar como obviedad que se impone.
tPara qué realizar operaciones de orden semântico o incluso
ideológico si esos campos remiten a instâncias innecesarias o rémoras
dei pasado?
Pero el riesgo, por supuesto, es que ese uso desaprensivo
colabore con la esderosis de Ias palabras o a lo que Marx solía
designar como engano, como pura enajenación; toda vez que el
propio movimiento de lo real no siempre Ias confirma. O para
decirlo de otro modo, que lo que Ias palabras aparentemente
designan no se corresponda con la realidad a la que pretenden
referenciar.
En el âmbito acadêmico, en tanto, Ias prácticas dei
cuestionamiento y la problematización han puesto mayores
reparos a los usos desalineados, aunque no por eso Ias simpatias a
este término en particular han dejado de operar para favorecer
cierto culto de lo que de manera recurrente se postula como
solución para vários males. Fundamentalmente si son políticos. Y la
"participación", en ese sentido, suele contener esa carga. Cierto
sentido común lo avala: si la democracia es un sistema concebido
para iguales, la participación es uno de los dispositivos que la
motoriza. £Por qué dudar?
Este texto busca explorar ese continente de sentido y lo
hace tomando a la participación como fenômeno y objeto de
interrogación. Para ello, lejos de pensarse desde su pureza, se
analiza desde sus rugosidades y contradicciones; suponiendo.

55

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