Tengo Que Ser Perfecto Y Otras Herejías de La Casa Pastoral Span

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Tengo que ser perfecto (Y otras herejías de la casa pastoral)

I Have to be Perfect Perfect” (And Other Parsonage


Heresies) Sanford, Timothy L..

© 1998 by Timothy L. Sanford, M.A., L.P.C. REVISED EDITION


Copyright © 2003 LifEdvice EDITION Copyright © 2015
eBOOK EDITION Copyright © 2015 All rights reserved.
Originally published in English under the title:
I Have to be Perfect Perfect” (And Other Parsonage
Heresies)

Traducido por Johanna Vilhannen.


Revisado por Alex López y Mati Sánchiz. Portadas de
Génesis Yelamo.
Patrocinado por “Sefarad, ministerios de apoyo”. Impreso
por “Metamorfosis Design”.

TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS

Extractos de este trabajo publicado pueden citarse en


cualquier medio, con un máximo de quinientas (500)
palabras sin el consentimiento expreso y por escrito del
editor, siempre que el texto citado constituya menos del
veinticinco por ciento (25%) del contenido total de la obra
en la que se citan, y se proporcione información sobre el
material citado y el reconocimiento apropiado que se da al
autor. (¡Es bueno que el apóstol Pablo no haya protegido
todas sus cartas! La iglesia estaría en un mundo de dolor si
Moisés, el rey David y los profetas hubieran hecho lo mismo.
¡Los tiempos han cambiado!).
ISBN

Índice
Agradecimientos
................................................................................................
.............................6
Prólogo (por Chonda Pierce)
................................................................................................
7
1. Un vistazo al interior
.......................................................................................19
2. Las fuerzas que te
impactan....................................................................25
3. Tengo que ser perfecto
..................................................................................37
4. Yo ya debería saber esto
............................................................................43
5. Estoy aquí para los demás
........................................................................49
6. Soy diferente
................................................................................................
..........53
7. No puedo confiar en nadie
........................................................................55
8. Puedo arruinar el ministerio de mi padre
....................................59

9. Las necesidades de los demás son más importantes que


las mías
................................................................................................
..........63

10. Maldito si lo hago y maldito si no lo


hago..............................69
11. Dios está decepcionado conmigo
....................................................77
12. Evaluación de daños
...................................................................................85
13. Deja que el viaje continúe
.......................................................................93
14. Lidiando con el tirano “debería”
.........................................................99
15. Venciendo al monstruo de la ansiedad
...................................113
16. Esa cosa llamada perdón
....................................................................123
17. Encontrando a Dios entre los escombros
................................135
Apéndices
................................................................................................
........................................145

AGRADECIMIENTOS
Estos son solo algunos de los individuos que merecen en
parte el crédito, en parte la culpa, por este libro. Ellos me
apoyaron, alentaron, editaron, corrigieron la ortografía,
reanimaron (sí, a mí), empujaron, sugirieron, criticaron,
comentaron, aconsejaron, empaquetaron, titularon,
escribieron y animaron. Sin ellos yo habría pasado más
tiempo en las montañas, pero tú no tendrías este libro en
tus manos.

Max Anders (ministro)


Stephen Bransford (hijo de ministro)
David Gatewood (hijo de ministro y ex misionero/ministro)
Chonda Pierce (hija de ministro)
Ruth Van Reken (hija de ministro y misionera)
Grace Saenz (amiga)
Becky Sanford (casada con un hijo de ministro, ¡yo!)
David (hijo de ministro) y Karene Sanford (misioneros)
Heidi Sanford (hija de un hijo de ministro, actualmente Heidi
Peveto)
Terryll Sanford (hija de un hijo de ministro, actualmente
Terryll Fleming)
A tantos clientes y amigos hijos de ministro que no puedo
nombrar por cuestiones de confidencialidad.
Gracias.

PRÓLOGO
oy humorista. Sí, en serio, lo soy. Siempre he dicho que,
S

si creces siendo la hija de un ministro sureño, sentada


siempre en la segunda fila de la iglesia, nueve de cada diez
veces llegarás a ser esposa de ministro o humorista.

Y yo... ¡soy humorista!

Criada en medio de esa “jungla de vidrieras” que es la


iglesia, he vivido algunas experiencias graciosísimas, como
aquella vez que un evangelista invitado se hospedó en mi
cuarto durante una semana, y una noche, mientras
caminaba sonámbula, acabé en la cama equivocada.
Entonces solo tenía cuatro años, así que eso no habría sido
un gran problema si no fuera porque se suponía que yo iba
al baño…

¿Gracioso? Para mí, crecer en la casa pastoral estuvo lleno


de cosas graciosas. Sin embargo, simultáneamente viví
otras situaciones que no me hicieron ninguna gracia, pero...
no deberíamos hablar sobre eso, ¿o sí?

Entonces aparece Tim Sanford y no solo nos permite hablar


sobre esos días “no-tan-divertidos”, sino que nos ANIMA a
hacerlo. ¡Asombroso! Gracias a este llamado a la sinceridad
he visto la sanidad de hijos de ministros adultos que,
durante años, solo necesitaban ser escuchados.

La primera vez que escuché predicar a Tim Sanford fue en la


Conferencia para hijos de ministro adultos que organicé en
Nashville, Tennessee. Él ha trabajado como consejero
profesional por muchos años, pero en el congreso pudo
compartir conmigo y con otras personas una gran cantidad
de conocimiento, sabiduría y visión desde el punto de vista
de un hijo de ministro ¡porque él es uno de nosotros!
Rápidamente Tim y yo nos hicimos buenos amigos. Yo le
enseñé un par de chistes y él me enseñó cómo vencer
algunos de los conceptos erróneos que tenía sobre Dios y su
Iglesia.

Así que, si eres un hijo de ministro buscando respuestas, un


ministro buscando recursos para tu familia, o incluso un
laico curioso que se pregunta qué es lo que nos motiva, este
libro abrirá tu corazón y tu mente hacia una sanidad en
Cristo Jesús. O, quién sabe, ¡podrías incluso convertirte en
humorista! ¡O en una esposa de ministro!
Chonda Pierce
Humorista/Artista de grabación Nashville, Tennessee

INTRODUCCIÓN
lguien me preguntó una vez cómo es ser hijo de misio
A

neros. Mal momento, porque me pillaron en una de mis


etapas más sarcásticas. (Por cierto, el sarcasmo es el
segundo o tercer idioma de los hijos de ministros o
misioneros). Le contesté que ser hijo de ministro es como
ser una rata blanca

de laboratorio: todos te observan, se meten contigo, te


ponen a prueba, te miden, te investigan, pero nadie quiere
meterse en la jaula y ser tu amigo. Nadie está dispuesto a
ver el mundo desde tu punto de vista. Nadie está dispuesto
a sentir lo que tú sientes o, al menos, escucharte
describirlo. Bueno, yo ya estoy en la jaula. ¿Te importaría
acompañarme?

No estoy escribiendo ACERCA de los HMs (Hijos de Ministro).


Estoy escribiendo A los HMs. A ti. Este no es un libro para
ayudar a otros a entenderte mejor. Es un libro para ayudarte
a ti mismo a entenderte mejor, quizá por primera vez.

Probablemente estás pensando: “¡Esto es nuevo! ¿Quieres


decir que puedo prestar atención a MIS necesidades y
motivaciones? ¿Estás seguro de que es bíblico?”

Te lo aseguro, lo es.

Me he codeado con HMs (Hijos de Ministro e Hijos de


Misioneros) toda mi vida. ¡Estoy familiarizado con casi la
mitad de los HMs del mundo de alguna manera! Mi papá es
un HM, lo cual convierte en HMs a sus seis hermanos y su
hermana. Mi abuela comenzó su carrera como misionera a
los 70 años, después de jubilarse. Cuatro de mis tíos fueron
misioneros o ministros en al

- Tengo que ser Perfecto

gún momento de sus vidas, lo que convierte a todos sus


hijos, mis primos, en HMs. Muchos de mis primos se han
casado con otros HMs. (El matrimonio entre HMs es muy
común). Incluso algunos de mis primos han acabado en el
ministerio. ¿Quién sabe? ¡Quizá sea pariente tuyo!

Como consejero licenciado profesional he trabajado con HMs


y familias pastorales durante muchos años. Y mientras
escuchaba historia tras historia, he notado que ciertos
problemas y patrones de pensamiento se repiten mucho
entre HMs. Para mi gran sorpresa, cuando examiné mi
propia vida, algunos de esos patrones levantaron su fea
cabeza también en mi mente. Yo pensaba que mi vida
estaba “bien”. Tengo buenos recuerdos de mi infancia y
juventud. Yo daba por hecho que mis patrones de
pensamiento eran normales. Que yo era mentalmente
saludable. No del todo. No fue hasta que volví a Ecuador
hace unos años que me di cuenta –o quise reconocer– que
también hubo experiencias negativas y dolorosas. Yo había
estado representando el papel de “HM perfecto”,
verbalizando todo lo bueno y reprimiendo lo negativo. Mi
amigo íntimo, hijo de misioneros, David Gatewood, dice que
mi experiencia no vale, que fue demasiado equilibrada para
ser “una experiencia normal de HM”. Y después de escuchar
a tantos HMs le creo. Es una triste conclusión a la que
llegué. Aunque hubo muchas experiencias positivas y tuve
muy buena relación con mis padres, yo sufrí daños
ocasionados por haber crecido en un entorno ministerial.
Hay “riesgos laborales” intrínsecos al ministerio que tus
padres desarrollan. ¿Cambiaría mi experiencia como HM?
Nunca. ¿Cambiaría algunas experiencias específicas que
tuve que vivir? Sí, sin pensármelo.

Mi visión simplista ha cambiado. Ahora veo el profundo daño


que quedó en mi mente y mi corazón. Recuerdo haber leído
libros acerca de lo que es vivir en una “casa de cristal”. Fue
bueno leerlos, pero eso no me ayudó a desenredar mis
pensamientos. Me encontraba a mí mismo diciendo,
¿entonces qué? ¿Ahora qué? También hay una alta
probabilidad de que tú hayas experimentado “accidentes
laborales” que vienen con el ministerio desarrollado por tus
padres.

Este libro se enfoca en el “¿entonces qué?” y el “¿ahora


qué?”. Quiero ayudarte a destapar las conclusiones que
sacaste durante esos años que pasaste como rata de
laboratorio en la casa de cristal. Quiero que examinemos
concretamente las conclusiones a las que llegaste acerca de
ti mismo, acerca del mundo y acerca de Dios.

Una de las cosas más profundas que recuerdo de todos mis


cursos de psicología es este truismo : “donde quiera que
vayas, ahí estarás”. Créeme, es doctrinalmente correcto, lo
he comprobado. Puedes estar muy lejos de la casa pastoral
ahora, puede que hace tiempo que ya hayas olvidado esas
experiencias, pero las conclusiones a las que llegaste
todavía están contigo hoy, aunque no te des cuenta. Y la
mayoría de nosotros no nos damos cuenta. Adonde quiera
que vayas llevas tu mente contigo (al menos, eso espero ).
Y tú usas tu mente para interpretar los eventos diarios,
filtrándolos a través de las conclusiones que hiciste hace
tantos años.

Leer acerca de la mente, las creencias, las conclusiones y


los patrones de pensamiento puede volverse confuso
rápidamente. Déjame intentar simplificar el tema usando
una ilustración. Yo pienso con ilustraciones de todas formas,
así que esto me va muy bien. No encontrarás esto en
ningún libro de psicología, pero es verídico. Imagina que tu
mente es una jukebox (uno de esos tocadiscos antiguos que
funcionan con monedas). Un tocadiscos de

- Tengo que ser Perfecto

verdad. De esos antiguos con discos de vinilo de 45 y un


panel de botones, cada uno correspondiente a una canción
de éxito. Ahora imagina cómo el disco se posa en la
almohadilla, el brazo se balancea por encima y la aguja se
desliza sobre las ranuras mientras comienza a sonar la
canción seleccionada. Algunos de nosotros podemos
recordar cuando aún no eran llamados “antigüedades”. Tu
mente se parece a eso, un tocadiscos. Cada disco tiene
grabado el sonido de una frase simple y corta conocida
como “creencia”. Una creencia es la declaración de algo que
tú piensas que es un hecho, una conclusión a la que te
aferras para afrontar las circunstancias que estás viviendo.
La mayoría de tus creencias fueron grabadas, catalogadas y
archivadas en tu tocadiscos durante tus 7-9 primeros años
de vida. ¿Entiendes la ilustración?

Normalmente, cuando escuchas la palabra “creencia” lo


primero que te viene a la mente son tus dogmas religiosos.
Pero, de hecho, tienes creencias acerca de cada cosa que
hay bajo el sol. Usas esas creencias a diario mientras
intentas encontrar el sentido de la vida. Por así decirlo, ¡tu
visión del mundo está grabada en un montón de vinilos del
45!

Así funciona (sin dobles sentidos):


Vives una nueva experiencia, o algunas experiencias
similares.
Intentas entender la situación lo mejor que puedes.

Llegas a una conclusión acerca de esa experiencia, que


aceptas como verdadera, y por tanto asumes que en el
futuro seguirá siendo cierta.

Esa conclusión se convierte en una creencia y queda


grabada en un disco que es archivado en tu tocadiscos. La
nueva grabación es pulida y catalogada, y está preparada
para ser usada en ocasiones futuras.

Ahora, cada vez que surge una situación similar, ese disco
suena y tú actúas en consecuencia.

Todos tenemos un disco en común que suena prácticamente


igual en todos nosotros. Es ese que dice “todos mis discos,
todas mis creencias, son verdaderas”. ¡Incluso puedo
corroborarlas con mis experiencias de la vida real! También
he notado que todos defendemos mucho nuestro juego de
discos. Si tú no estás de acuerdo conmigo, mis defensas
gritarán (al menos en mi cabeza, no siempre en voz alta):
“¿Crees que soy idiota? ¡Yo no creería una mentira! Tengo
inteligencia también, y haré que te des cuenta. ¡Yo sé lo que
está bien y lo que es verdad, y puedo demostrarlo con
experiencias!”

Si estás dispuesto a superar tu postura autodefensiva


irracional e instintiva, entonces puede que te des cuenta de
que algunos de tus discos están un poco deformados.
Cuando eras niño puedes haber llegado a algunas
conclusiones sin disponer de toda la información necesaria.
Las creencias por las que vives y morirías puede que no
sean del todo exactas. Puede que en aquel entonces
parecieran ser correctas, incluso puede que hayan sido
correctas en parte o en gran parte entonces . Pero no ahora.
No cuando las comparas con el gran reino que es la
realidad. Sin embargo, esos discos siguen en las ranuras de
tu tocadiscos, deformados e inexactos, pero listos para ser
activados al presionar el botón, incluso hoy en día. Cuando
uno de tus no-tan-precisos discos es presionado y suena, su
música parece rara a todo el mundo, excepto a ti. Para ti
suena verdadero, incluso hoy. La mayoría de nosotros nunca
nos detenemos lo suficiente para cuestionarnos si nuestras
creencias son exactas o no. Simplemente, creemos que lo
son. Es

- Tengo que ser Perfecto

toy seguro de que mi teoría del tocadiscos inspiró la frase:


“Hombre, tú sí que tienes una mente retorcida”. No puedo
probarlo, pero me adjudicaré el mérito igualmente. ¿Adónde
iba? Ah, sí…

Este libro describe cómo suenan algunos de esos discos


deformados. Discos que he escuchado en boca de HMs una
y otra vez por todo el país. Yo los llamo las herejías santas
de la casa pastoral , puesto que eso es exactamente lo que
son. Puede que hayas detectado un poco de sarcasmo en
esta frase. Como reza el proverbio chino, “muchas verdades
son dichas en broma”. La buena noticia es que los discos
deformados pueden ser enderezados o reemplazados. La
mala noticia es que hace falta una sincera introspección
para poder encontrarlos. Espero que te tomes un tiempo
para analizar seriamente tu colección de discos para ver si
hay alguno deformado. Espero que aproveches la ocasión
para cuestionar las conclusiones a las que llegaste
inconscientemente hace mucho tiempo. Quizá sea necesario
actualizar y cambiar algunas de ellas. Espero que
compruebes si hay alguna santa herejía flotando alrededor
de tu pura e inocente mente de HM. Además, ¡lo más
probable es que tu tocadiscos necesite una limpieza de
todas maneras! Los tocadiscos limpios suenan mejor. Las
mentes limpias piensan mejor. Suena realmente
terapéutico, ¿no es así?

Siempre que alguien empieza a hablar acerca de pastores o


líderes ministeriales de cualquier clase, primero debe
superar una serie de obstáculos mentales. Después de todo,
hablar negativamente de un pastor es lo mismo que
despreciar a Dios mismo, ¿no? Ya sabes a lo que me refiero,
todas las cosas del tipo “lo que no estoy diciendo”. No
podemos herir sensibilidades, ¿verdad?

Así que, para ser religiosa y políticamente correctos, y puros


en doctrina, aquí están los argumentos necesarios para
vencer esos obstáculos.
1. No estoy aquí para destruir predicadores, líderes o
ministros. Estoy aquí para ayudarte a examinar, en
profundidad y conforme a la verdad, tu propia vida y
experiencias.

2. No te estoy dando una excusa para culpar a otro por tus


propias elecciones y acciones.

3. No estoy aquí para suavizar las cosas o restar


importancia a los verdaderos problemas. A veces la verdad
duele realmente. Esta no es tu Escuela Dominical ni tu
ensayo del coro. Los HMs están acostumbrados a fingir;
estamos acostumbrados a disimular y a aparentar estar
“bien”, tanto que a veces hasta empezamos a creérnoslo
nosotros mismos. Bueno, aquí no haremos eso.

4. No estoy dando por hecho que todas las familias


pastorales están locas y son disfuncionales. No estoy
asumiendo que todos los HMs están chiflados y mal de la
cabeza. Tampoco estoy asumiendo que todo fue perfecto en
la casa pastoral.
Ya está. Con esto es suficiente para abarcarlo todo (al
menos, llega para la introducción).

ADVERTENCIA para ustedes, líderes, padres, profesionales o


cónyuges, que quieren entender mejor a los HMs: Es difícil
entender de verdad el mundo de los HMs si no eres uno de
ellos. Es diferente estar en el ministerio como adulto que ser
un niño cuyos padres están en el ministerio. Como, ministro,
tú escoges el ministerio; tus hijos, en cambio, no tienen otra
opción. Como pastor, tienes las capacidades y habilidades
para hacer frente a los riesgos laborales del ministerio; tus
hijos solo tienen las habilidades y capacidades propias de
un niño.

Si trabajas con HMs en un ambiente laico o profesional,


escucha primero, atráelos, trata de aprender en lugar de
enseñar, y
- Tengo que ser Perfecto

luego escucha un poco más. Sé consciente de tu propia


tendencia a estereotiparlos encubiertamente. No conoces
nuestro mundo, así que, por favor, no finjas conocerlo. Si
estás casado con un HM, ¡que Dios te ayude!

ADVERTENCIA NÚMERO 2 para ti, que estás queriendo


comprender mejor a los hijos de misioneros: Es aún más
complicado entender y trabajar con los hijos de misioneros.
A no ser que hayas sido criado como un HTC (Hijo de una
Tercera Cultura) no puedes entenderlos completamente.
Esta no es una afirmación pretenciosa, es solo la verdad.
Repito, ser misionero no es lo mismo que ser hijo de
misioneros.

Para vosotros, los profesionales de la salud mental: la


consejería intercultural es una especialidad . No intentes
encajar a los HTC en tu propio marco teórico. No funcionará.
Lo que tomas por algo disfuncional podría ser una cuestión
de tu propia percepción cultural.

NOTA: En vez de utilizar constantemente las palabras Hijo


de Ministro/Hijo de Misioneros, he decidido utilizar
solamente HM. El contenido de este libro se aplica
igualmente a ambos grupos. Como los hijos de misioneros
tienen que lidiar también con el cambio cultural, a menudo
esa lucha con la cultura acaba siendo el único centro de
atención al hablar de ellos. Pero es tiempo de poner los
asuntos culturales a un lado por un rato y echar un vistazo a
otros asuntos que también impactan a los hijos de
misioneros.

Ya he cubierto las formalidades necesarias, así que, si


todavía sigues conmigo, ¡vamos allá! ¡Las ratas se están
impacientando! PRIMERA PARTE

DE TODOS MODOS... ¿CUÁL ES EL


PROBLEMA?
ADVERTENCIA: Si eres de los míos y tiendes a saltarte la
introducción de un libro, ¡no lo hagas! Vuelve atrás y léela.
La introducción prepara el escenario para que puedas
entender todo

lo que sigue. En serio.


CAPÍTULO 1

Un vistazo al interior
na de las palabras más difíciles de pronunciar para un
U
HM es la pequeña y sencilla palabra... “Y”.
¿Cuántas veces hubiera sido necesario y correcto para ti
decir la palabra “y”?
—Hubo tiempos buenos... y … hubo tiempos difíciles.
—Papá fue un buen padre... y … cometió algunos errores
también.

—Estoy orgulloso de la organización misionera que nos


envía... y … ellos han tomado algunas malas decisiones
durante el camino.

“Y”. Una poderosa y muchas veces sincera palabra. ¿O


acaso no hubo…
…sucesos buenos y malos?
…cosas divertidas y cosas tristes?
…aciertos y errores?
…conductas espirituales y conductas egoístas?

Hace muchos años yo estaba participando en un taller


organizado por las iglesias de Colorado Springs. En uno de
los descansos se me acercó una mujer de unos 30 años. No
recuerdo su

- Tengo que ser Perfecto

nombre, así que la llamaré Janie. Le pitaron los oídos


mientras yo compartía algunas de mis experiencias como
hijo de misioneros en Sudamérica. Ella era de la segunda
generación de misioneros de alguna parte del lejano oriente
(tampoco recuerdo esta parte) y estaba casada con un
pastor. Janie parecía a punto de explotar. Estaba
emocionalmente hambrienta de la oportunidad de decir la
palabra “y” a alguien sin ser etiquetada o reprendida. Ella
no odiaba a su organización misionera, ni a sus padres, ni al
hecho de ser una HM. De hecho, era muy leal a estas tres
cosas. Simplemente, quería tener la libertad de expresar
que también había vivido tiempos dolorosos, que la misión
no siempre había acertado en su toma de decisiones. Pero
no podía. La agencia no toleraba semejante cosa,
extraoficialmente por supuesto. (Revisaremos este asunto
de forma más profunda en el capítulo 10). Mientras
hablábamos, Janie compartía vivencia tras vivencia,
encantada de tener un lugar seguro en el que compartir su
experiencia. No necesitaba terapia. Solo necesitaba la
libertad de verbalizar el “y”.

“Y” requiere ser honesto, por lo menos contigo mismo.


Muchos de los HMs con los que he hablado han sido
entrenados para “soportar las flaquezas de los débiles” y
para “pensar (solamente) acerca de todo lo justo, lo bueno,
lo puro, lo digno de alabanza”. Estas afirmaciones pueden
sonar espirituales, pero son incompletas en y por sí mismas.
Estoy seguro de que los fariseos también pensaban que
eran espirituales y justos cuando hacían gala de cumplir
toda la ley en algunas partes, mientras eran completamente
negligentes en otras. Si quieres creer estas medias
verdades, tú mismo. Estoy seguro de que Dios verá muy
bien que tú ignores esas dos gotas de arsénico que hay en
tu copa de champán para concentrarte en las divertidas
burbujas.

La mayoría de los HMs que conozco no han acabado en la


unidad psiquiátrica de un hospital ni tras las rejas de una
prisión, aunque he hablado con algunos de ellos en ambos
sitios. Pero que no hayas pasado tiempo en ninguno de
estos lugares, no implica necesariamente que tengas un
certificado de salud mental. Los HMs son muy buenos
adaptándose. Tenemos que serlo. Quizá has aprendido a
adaptarte tan bien que todos los demás te ven como una
persona normal que se comporta de forma normal. Puede
que incluso hayas llegado a creerte por completo algunas
de esas medias verdades. Sin embrago, tras esa capacidad
de adaptación, puedes estar escondiendo un mundo de
dolor, heridas, confusión, ansiedad y pensamientos
incorrectos. Adaptarte te ha ayudado a sobrevivir, pero no
es sinónimo de buena salud mental o emocional.

La honestidad es mucho más difícil cuando no estás en el


escenario, a la vista de otras personas. Es cuestión de
equilibrio, de no caer en los extremos. Algunas de las
normas de la casa pastoral recuerdan mucho a las normas
de la casa de un “pecador borracho”. “No pienses” (en
serio), “No sientas”, “Finge”, “No hables”, etc., son secretos
de familia, ya sabes. Antes de decir que esto no pasaba en
tu casa, para y déjalo calar en ti. Puede ser más real de lo
que quieres admitir.

“Y” es una palabra importantísima que puede cambiar


drásticamente el tono de una frase. El “y” en la frase de una
adolescente sentada en mi oficina con un ojo morado fue
más o menos así:

—Mi papá (pastor de jóvenes) dijo este domingo en la


iglesia cuánto amaba a sus hijos... y… la noche anterior me
había dado tal paliza que me dejó este ojo morado.

¡Vi su ojo morado! Y su madre confirmó su historia. A veces,


“y” puede acabar con una conversación rápidamente. Pero
cuán a menudo el “y” se queda sin decir. “Y” te permite
romper el “có

- Tengo que ser Perfecto

digo de silencio” para por fin poder contar los secretos que


de verdad necesitan ser contados. No me importa cuánto
amase este pastor a sus hijos, así no se trata a los hijos,
¡nunca jamás! Para mí es muy difícil creer lo que dicen las
palabras cuando los puños dicen algo totalmente diferente.
En este caso los puños del papá-pastor hablaban mucho
más alto que su mejor sermón del domingo por la mañana.
DEFINICIÓN : Secretos de familia. Es un secreto cuando
aquellos que deberían saberlo no lo saben. Con-
fidencialidad es cuando los que necesitan saberlo lo saben,
y los que no necesitan saberlo, no lo saben. Los secretos
deben ser revelados. En serio. Encuentra alguien que sea
digno de confianza. Toma el riesgo poco a poco, pero
tómalo. Ese alguien puede ser uno de tus padres o
hermanos, tu cónyuge o un amigo de confianza. Puede que
necesites un profesional. Cueste lo que cueste, los secretos
deben ser compartidos. De verdad.

Repasa con cuidado lo que estoy diciendo. Puedes acabar


como ese HM que me llamó para decirme que tenía una
carta lista para enviarme que comenzaba así: “Gracias por
arruinar mi vida”. Continuó hablando y dijo que él también
pensaba que todo era bueno y maravilloso en su
experiencia como HM. No había sido abusado, ni se había
quedado huérfano, ni había acabado en una banda. Todo
estaba bien (aparte de su historial depresivo y de las
continuas dudas que albergaba sobre sí mismo) hasta que
comenzó a rascar la superficie. Se había convertido en un
experto “adaptado”, un hipócrita profesional. A medida que
comenzó a ser honesto consigo mismo, se dio cuenta por
primera vez en su vida de las herejías santas que se habían
infiltrado en su pensamiento y habían causado estragos en
su vida. Al principio se sintió atónito. Pero cuando terminó la
conversación me dijo que estaba encantado por la sacudida
y por la oportunidad de profundizar en su vida. Después de
ver las cosas con claridad, fue capaz de empezar a trabajar
con los asuntos que le habían mantenido prisionero todos
aquellos años. Había comenzado su viaje en busca de
libertad.

Mientras lees, quizá te preguntas si he conocido HMs que


estuvieran bien. Y sí, he conocido a todos, ¡he conocido a
los tres! No; hablando en serio, muchos HMs que he
conocido están bien y sanos. No obstante, procuro enfocarte
deliberadamente en las afirmaciones susurradas después
del “y” porque esas son las palabras que normalmente
ignoramos o silenciamos. Esas palabras guardan el dolor,
las heridas y la desilusión con la que puedes haber estado
viviendo estos años. Son esas palabras las que, guardadas
en el cajón y silenciadas, traen aislamiento, amargura,
depresión y/o ira.

Ahora bien, que no todo haya sido bueno no significa que


todo fue malo. Enfrentar las cosas difíciles, las cosas
dolorosas, las cosas incorrectas o decepcionantes que has
vivido no anula lo positivo, lo divertido, lo disfrutado y lo
edificante. En este punto tenemos que luchar otra vez
contra la tendencia de ver la experiencia de ser HM como
una experiencia extrema (blanco o negro). Tenemos que
luchar para mantener siempre el “y” en su sitio, incluso
cuando hablamos con nosotros mismos.

Tanto si tu experiencia como HM ha sido un 95% saludable y


un 5% de problemas, como si ha sido un 80% de infierno y
un 20% de paraíso, tienes que estar dispuesto a echar una
profunda y honesta mirada a ti mismo y a tu forma de
pensar. El “y” es real;

- Tengo que ser Perfecto

hubo de ambas cosas en tu familia y tus experiencias. He


visto el dolor, la ira y el sentimiento de estar perdido en
suficientes ojos a lo largo de los años. Y no quiero que tú
seas otra baja silenciosa. Lee este libro despacio y
minuciosamente. Toma lo que se aplica a tu vida y desecha
lo que no. Puede ser una buena idea llevar un diario
mientras lees. Escribe todo lo que se ajusta a tu caso, lo que
te encaja o las memorias que te trae. Documenta tus
pensamientos, tus emociones y todos los recuerdos que
vengan a tu mente. Incluye también tus charlas con Dios
acerca del tema (asumiendo que vosotros dos aún os
habléis). Esfuérzate en ser honesto y genuino. Mira hasta
qué punto las palabras del diario reflejan lo que sucede
entre tus orejas. Échale una ojeada al anexo “Ideas para
llevar un diario”.

Además, también he añadido a lo largo del libro varias


fichas de trabajo que pueden ser de ayuda. Usa las que te
gusten y sáltate las que no rascan donde te pica ahora
mismo. Pero no las arranques, porque puede que las
necesites más tarde. Quizá...

A veces la verdad duele, pero si tiene que ser así, deja que
sea así.
CAPÍTULO 2

Las fuerzas que te impactan


uando la mayoría de personas piensa acerca de los
C

“sistemas de creencias” o me oye hablar sobre “herejías


santas”, automáticamente asumen que va a haber un
ataque frontal hacia la familia. Al fin y al cabo, ¿no
aprendiste todo, tanto lo bueno como lo malo, en tu
entorno? Casi, pero no

del todo. Los padres se llevan mucha culpa, merecida o no,


pero nunca falta gente sentada en un banco de la iglesia
esperando a que pase algún jugoso pedazo de chisme
acerca de la familia pastoral. La verdad es que hay más
voces en tu jukebox aparte de las de tu madre y tu padre.
Tienes influencias de tu familia, de tu comunidad cristiana y
de tu cultura. Y las tres voces están profundamente
implantadas en tu jukebox.
Fuerzas familiares

La familia juega un gran papel en la formación de tu visión


de las cosas. Muchas de las afirmaciones de tus discos
fueron grabadas en el hogar de tu infancia. Por tanto, es
lógico empezar por aquí.

La familia es una “micro-cultura”, el grupo más pequeño de


los tres que vamos a observar. La familia es el “nosotros” de
las relaciones individuales. La familia es el lugar donde las
influencias que vienen a través de la comunidad y la cultura
son afinadas o erradicadas. Aunque no es la única fuerza
que ejerce presión sobre ti, sí es la más cercana.

- Tengo que ser Perfecto

¿Qué afirmaciones “ y ” son realidad en el caso de tu


familia? ¿Qué te enseñaron tus padres con sus acciones y
las cosas que no te dijeron? Resiste la tentación de asumir
que otros HMs tuvieron el mismo tipo de padres y familia
que tú tuviste. He visto pastores/ padres de todo tipo, desde
santos hasta psicópatas. He sabido de madres casi divinas y
de madres completamente histéricas. Se estima que el 80%
de los ministros de hoy en día (datos de USA) provienen de
familias disfuncionales1 . ¡Santo cielo! ¡Eso me suena a
desastre inminente! A veces, la realidad es más extraña que
la ficción, incluso en los consagrados vestíbulos del templo.

¿Qué expectativas no expresadas tenía tu familia? ¿Cuál era


la imagen que tu familia debía proyectar? ¿Tenías permiso
para expresarte tal como eras? ¿Se te permitía tener y
expresar todas las emociones? ¿Te escuchaban? En casa,
¿tenías un papá o un pastor? Ahora mismo te interesa ser
honesto, no “desollar” a papá (éste es otro de los
obstáculos mentales que veíamos en la introducción). A
algunos de vosotros estas preguntas nunca os han venido a
la mente. Nunca os habéis parado a pensar en esto en serio.

Fuera, en público, estas conductas no existen. Pero en la


privacidad de la casa pastoral, donde solo tú veías,
escuchabas y sentías, ¿existían? Puede que algunas sí y
otras no. Algunas pueden haber sido ciertas la mayor parte
del tiempo, otras, solo a veces. El veneno es malo sin
importar la cantidad ni la frecuencia con que se toma. La
gente que no está a salvo, no lo está, aunque solo sea a
veces.

Tu familia, como cualquier otra familia, tiene su parte buena


1 H.B. London, Jr. and Neil B. Wiseman, Pastors at risk,
(Wheaton, IL: VictorBooks, 1993), 45.

y su parte mala. Incluso puede pasar que unas veces sea un


lugar seguro y otras veces un lugar inseguro. Lo importante
es que veamos cómo era en realidad. Una vez que lo ves
claramente, puedes actuar en consecuencia. La ignorancia
no es una bendición, de igual forma que firmar un contrato
sin leerlo no implica que podamos estar tranquilos.

Comunidad Cristiana

La comunidad cristiana es la “subcultura” a la que


pertenece tu familia. Te define a ti y define a tu familia. La
comunidad es el grupo social, el colectivo más amplio al que
pertenecemos. ¡Oh, sí! El infame ellos

SIGUE LA PISTA AL CONEJO : ¿Quiénes son esos ellos en


quienes malgastamos tanto tiempo y energía procurando
complacerles u ocultarles cosas? ¿Alguna vez te has dado
cuenta de cómo ese ellos no tiene nombres ni rostros
específicos? Ellos nunca te dicen nada a la cara. Ellos son un
grupo borroso de quién-sabe-quiénes que nos miran, nos
evalúan y nos juzgan, y que de alguna forma han acabado
teniendo el poder de validarnos o invalidarnos, de
aceptarnos o rechazarnos.

Ellos componen ese grupo invisible que constituye el


“nosotros”, ese grupo que es mayor que la suma de sus
miembros. Es por eso que no hay voces o caras concretas.
Es la colección de normas, expectativas, amenazas y
recompensas no escritas y usadas para hacerte encajar en
la imagen corporativa del grupo.

- Tengo que ser Perfecto

La comunidad cristiana, en la forma de iglesia local,


denominación, organización misionera paraeclesiástica o
concilio de misiones, es la fuerza más infravalorada de tu
sistema de creencias. Desde los máximos líderes de la
denominación hasta los chismes que se cuentan en la
cafetería u otros espacios “de comunión” de la iglesia (¿no
es un nombre irónico? “Comunión”. ¡Pero si es el lugar de la
iglesia donde más se habla de la gente a sus espaldas!). La
comunidad tiene un profundo impacto en sus miembros,
especialmente en ti. El poder de un grupo es casi irrompible.
Y esto es cierto en todos los casos, desde la tragedia del
culto a Jim Jones hasta la experiencia de un grupo de
deportistas olímpicos. ¿Por qué pensamos que el grupo
llamado iglesia es diferente de los demás? Yo aprendí desde
muy temprano que la gente escucharía predicar a mi padre
y después ofrendaría para nuestro sustento en proporción
directa a mi comportamiento durante la reunión.

Mi padre nunca me enseñó eso. Mi madre nunca me insinuó


eso. Los calienta-bancos, la santa iglesia de Dios me lo
enseñó. Quizá nunca pensaste en ello de esta manera, pero
los HMs tienen 100 padres y 150 madres. ¡Puedes apostar
que es así! ¡No es de extrañar que seamos tan perfectos!
NOTA PARA PADRES DE HMs : Tú compartiste (o estás
compartiendo) tu influencia paternal con la congregación de
la iglesia. Sea justo o no, así es. El rebaño local se ha
convertido en la familia extensa no-oficial de los HMs. Y eso
influye silenciosa, pero poderosamente, en su pensamiento
y comportamiento. Es uno de los riesgos laborales que
recaen sobre tus hijos. Tienes que estar atento. Compartes
tu rol como progenitor con cualquiera que entra por la
puerta del templo. Te guste o no, tienes que vivir con ello, y
tus hijos también. DESAFÍO PARA LOS FELIGRESES: Lo que
tú piensas, lo que transmite tu lenguaje corporal y lo que
dices acerca de los hijos de pastor no pasa desapercibido.
¿Te fijas en el dobladillo de la falda de la HM, pero no en el
de las otras niñas? ¿Te das cuenta de lo rápido que conduce
el HM en el aparcamiento, pero pasas por alto cómo
conduce tu propio hijo? Piénsalo bien antes de contestar.

Chonda Pierce, humorista y amiga mía, cuenta una historia


de cuando ella tenía cinco años. Estaba bebiendo agua de la
fuente de la iglesia un domingo, entre la escuela dominical
y el culto. Había dos mujeres ancianas detrás de ella en la
fila. Una de ellas se estiró y le dio un golpecito en la cabeza
con el dedo mientras decía a la otra: “Esta es una de las
hijas de nuestro pastor. No es muy g-u-a-p-a…” Chonda, tan
atrevida como siempre ha sido, incluso a la edad de cinco
años, se dio la vuelta tranquilamente y contestó: “No, pero
soy realmente muy i-n-t-e-l-i-g-e-n-t-e…” Los HMs no son
idiotas ni sordos ni ciegos. Por cierto, Dios tampoco lo es.
Así que eres responsable del impacto, verbal o de otro tipo,
que causas en los HMs de tu iglesia.

Para no parecer un HM resentido que solo busca


reivindicarse a sí mismo y defender su propia agenda, echa
un vistazo a lo que Stephen Arteburn y Jack Felton describen
como un “sistema eclesiástico inseguro” en su libro Fe
tóxica . Aquí están sus “10 normas para un sistema de fe
tóxico”:

1. Control - El líder debe tener el control en todo momento.


2. Culpa - Cuando lleguen los problemas, encuentra un chi
2 Stephen Arterburn and Jack Felton, Toxic Faith, (Nashville,
TN: Oli ver-Nelson, 1991), 263.
- Tengo que ser Perfecto
vo expiatorio que cargue la culpa inmediatamente.
3. Perfeccionismo - No cometas errores.
4. Espejismos - Nunca señales la realidad de una situación.
5. Alegría permanente- Nunca expreses tus emociones... a
no ser que sean positivas.
6. Lealtad ciega - No hagas preguntas, especialmente si son
difíciles.
7. Conformismo - No hagas nada fuera de tu rol o posición.
8. Desconfianza - No confíes en nadie.
9. Avaricia - Nada es más importante que dar dinero a la
organización.
10. Imagen perfecta - Mantén la imagen de la organización
o de la familia a toda costa.

¿Alguna de estas normas encajan con la iglesia en la que


creciste? ¿Había un control absoluto del líder, aunque en su
propia jerga lo llamasen algo así como “servicio de
liderazgo”? ¿Había lealtad ciega? ¿Había la necesidad de
mantener “la imagen”? ¿Se esperaba eso de ti? ¿Había
alguna regla no escrita a la que conformarse u otra cosa
similar?

Hace algunos años fui a México con un grupo de escalada.


Uno de nuestros objetivos era alcanzar el Pico de Orizaba,
de 5.636 metros de altura. El día antes de llegar ocurrió un
accidente que involucró a tres escaladores. Muchos de
nosotros intentamos un rescate. Pero cuando llegamos al
lugar donde estaban los alpinistas uno de ellos ya estaba
muerto. Había sufrido una conmoción cerebral al caer por
una ladera helada de más de 600 metros de altura. El
segundo alpinista murió justo delante de mí unos cinco
minutos después de que llegásemos a ayudarles. El
alpinista restante fue exitosamente inmovilizado y
transportado fuera del glaciar, desde donde fue evacuado
en helicóptero al día siguiente. Mientras intentábamos
encontrar algún sentido a esta tragedia, lidiar con nuestras
emociones y dormir un poco, cada uno de nosotros decidió
no seguir escalando al día siguiente. Cada uno de nosotros
se prometió a sí mismo quedarse en el refugio mientras los
demás seguían escalando hasta la cima. Sin embargo,
cuando la alarma sonó a las 3:00 am el grupo se levantó, y
ni un solo escalador dijo “no”. Todos nos vestimos. Todos
empacamos nuestro equipamiento. Todos nos dirigimos a la
puerta. El poder del grupo nos había absorbido y todos
salimos a ese fuerte viento previo al amanecer en busca de
la cima, ignorando las elecciones individuales que habíamos
hecho solo unas horas antes.

No pienses ni por un momento que la comunidad cristiana


es menos poderosa. ¿Hasta qué punto era segura la
comunidad en la que creciste? ¿Cuánta fe tóxica había
alrededor de la escuela dominical o de las reuniones
directivas?

Cultura

Si la comunidad cristiana es la fuerza más infravalorada, la


cultura es la más ignorada de las tres. Esta amplia fuerza de
impacto, a la que llamo “macro cultural”, trae estructura y
orden a tu comunidad, a tu familia y a ti mismo como
individuo. Determina cómo defines tus necesidades
psicológicas, religiosas y sociales. Define cómo ves la
belleza y qué es lo que te gusta y lo que no. También define
tu lenguaje y tu forma de comunicarte
- Tengo que ser Perfecto
con el resto del mundo, desde los miembros de tu familia
hasta tus compatriotas.

¿Qué clase de impacto directo ha tenido la cultura en ti?


Podría sorprenderte. ¿Y qué impacto indirecto ? La cultura
impacta la cultura cristiana, que a su vez te impacta a ti. La
sociedad tiene una gran influencia en tu familia, que a la
vez te impacta a ti. ¿Hasta qué punto piensas como piensa
un americano (si es que eres americano)? ¿Hasta qué punto
tu familia y tu iglesia piensan como americanos (si es que
son americanas)? Si alguna vez tienes la oportunidad de
tener una charla profunda con personas de otra cultura,
hazlo. Puede ayudarte a abrir los ojos y ver profundo
impacto que tu cultura tiene en ti. Aunque tengas que pagar
el almuerzo, pregúntales cómo ven la cultura americana y el
impacto que esta tiene en ti.

Observo que cada vez hay más y más información para


ayudar a los hijos de misioneros a asumir sus identidades
únicas como Niños de una Tercera Cultura. Me anima ver
que más y más agencias misioneras se preocupan por
nuestras necesidades. Ya era hora. Por otra parte, también
es bueno saber que solo porque tengo esas pequeñas motas
marrones en mi pelaje blanco de rata, ¡no soy totalmente
alienígena!

Necesitas ser consciente de las fuerzas que pueden haber


impactado tu pensamiento, y que han forjado las
grabaciones del tocadiscos de tu mente. Cualquiera de esas
fuerzas puede transmitirte herejías santas.

SEGUNDA PARTE

¿CUÁL ES EL DAÑO REALMENTE?


CIRUGÍA EMOCIONAL

PRESCRIPCIÓN: Durante la lectura de este libro tienes


libertad para sentirte herido, triste, llorar, enfadarte, estar
confundido, sentir alivio, alegrarte, todas las anteriores o
ninguna de ellas.

Posología: tantas veces como sea necesario.

Las herejías santas son un asunto serio y por lo tanto deben


ser tratadas con respeto. Nos toca examinarlas
sistemáticamente. (El sarcasmo está creciendo en esta
parte). He decidido dividirlas en tres grandes categorías:

1. Herejías santas acerca de ti mismo. Estas son cuatro


conclusiones a las que puedes haber llegado relacionadas
con “qué piensas de ti mismo como persona”.

2. Herejías santas acerca del mundo. Estas herejías están


relacionadas contigo, porque son tus discos, pero estas
cuatro conclusiones expresan “cómo tiendes a ver a los
demás y/o tu ambiente”.

3. Herejías santas acerca de Dios. Solo esta sección podría


abarcar el libro entero, pero la he reducido a un asunto
principal que parece afectar mucho al pensamiento que
puedes tener acerca de Dios.

- Tengo que ser Perfecto

Mientras ayudaba a muchos HMs a identificar estas herejías


santas, he notado que los HMs de edades entre los 25 y los
50 años son los que están más dispuestos a verbalizar la
presencia de estos pensamientos. No estoy seguro del
porqué, pero tengo mis suposiciones. Normalmente, nos
lleva hasta la etapa de jóvenes adultos el desarrollar la
madurez mental y emocional que necesitamos para
entender profunda y correctamente. Quizá sea porque
somos golpeados con suficiente realidad para comenzar a
ver más allá de nuestras anteriores y más idealistas
expectativas. Quizá porque cuando tenemos hijos
comenzamos a reevaluar nuestra propia infancia. O quizá
sea simplemente que necesitamos mucho tiempo para
aprender a dejar de fingir aquello que hemos fingido tan
bien durante los primeros treinta años de nuestra vida...
Cualesquiera que sean las razones oficiales, el patrón aún
persiste.

Mientras lees cada uno de los siguientes nueve capítulos,


ten en mente que no todas las herejías que verás son
aplicables a tu situación. Esta es una recopilación de los
principales patrones de pensamiento que he escuchado a lo
largo de mis años viviendo y trabajando con HMs. Tú puedes
sentirte identificado con algunos de ellos, pero no con otros.
Esto es algo de esperar.

El número total de herejías que encuentras en tu colección


de discos es lo que vamos a llamar cantidad . He conocido a
algunos HMs que dicen identificarse con las nueve herejías.
Sin embargo, estoy seguro de que la mayoría de ellos no se
parecen a ti a primera vista. Así que toma aquello con lo
que te identificas y deja el resto para los demás. Por eso te
animo a escribir un diario y tomar tiempo para reflexionar
detenidamente en cada capítulo.

Además de la cantidad de herejías que se aplican a ti, existe


lo que yo llamo la intensidad de cada herejía. Una herejía en
par
- Segunda Parte

ticular puede presentarse en tus pensamientos de vez en


cuando, la mayoría del tiempo o todo el tiempo. Puedes
creerlo en parte, pero no del todo. ¿Con qué volumen –
intensidad– suena el disco en tus oídos?

Sin importar tu edad, examina cuidadosamente las


siguientes nueve herejías santas para ver si se aplican a ti.
Cuando leas cada capítulo quizá te parezca que el asunto
queda a medias. Así es. En esta sección trataremos solo los
engaños. La verdad saldrá cuando lleguemos a la tercera
parte. Primero las herejías, después la sanidad.
CAPÍTULO 3

LAS CUATRO HEREJÍAS SANTAS SOBRE MÍ MISMO (1)

Tengo que ser perfecto


omo buen evangelista, iré directo al corazón. “Tengo que
C

ser perfecto” es una herejía tan amplia que toma muchas


formas y disfraces. He escuchado a muchos HMs repetir
esas palabras exactas. A otros que la niegan con sus
palabras, pero la afirman con sus patrones de conducta y
pensamiento,

aunque no se vean a sí mismos como personas


perfeccionistas. Como cualquier herejía que vale el precio
de la tinta y el papel donde está impresa, “tengo que ser
perfecto” tiene muchas variaciones. Todas ellas pueden
herirte profundamente.

“¡Por supuesto que tengo que ser perfecto! ¡Déjame


contarte las razones!”
—Todos esperan que yo sea el brillante ejemplo de lo que mi
padre predica.
—Si no soy ejemplo, es porque estoy siendo irresponsable.
—No quiero decepcionar a mis padres.
—Porque entonces estaría decepcionando a Dios.
—Todo será más fácil para todos si soy perfecto.
—No quiero ser tropiezo para que nadie deje de escuchar el
mensaje del evangelio.
- Tengo que ser Perfecto
—La imagen lo es todo, eso es lo que mamá siempre dice.
—La congregación apreciará más a mi padre si yo soy
perfecto.
¿Algo que quieras añadir a esta lista?

Algo interesante de esta herejía es que tú eres el único


atado por ella. Los demás no tienen porqué ser perfectos.
Solamente tú. Los demás tienen permiso para ser humanos
y cometer errores, pero tú no. “Los demás pueden, pero tú
no”. ¿Alguna vez te dijeron eso? Más sobre este tema en el
capítulo 6.

El perfeccionismo crea una meta que es tan inalcanzable


como irreal. Nosotros lo expresamos en agradables términos
cristianos, como si eso lo hiciera más asequible de alguna
manera: si tan solo fuera suficientemente constante, si
confiase lo suficiente en Dios, si yo... si yo pudiera... Y para
seguir persiguiendo esta absurda meta del perfeccionismo
asumimos un complejo sistema de afirmaciones “yo
debería” que actúan como un pseudo-Espíri- tu Santo ,
como un dictador tirano cuya sola tarea es mantenernos en
formación, en perfecta formación.

—Yo no debería haber dicho eso.


—Yo debería ser más paciente.
—Yo no debería estar tan cansado.
—Yo no debería ...

¿Lo escuchas? Digas las palabras exactas o no, ¿está


presente en tu pensamiento? Por cierto, ¿quién dijo que esa
era la forma en la que todo debería ser?
El perfeccionismo crea una meta inalcanzable y te lleva a
elaborar una larga lista de afirmaciones “debería”. Pero
“debería” es algo bueno, ¿no? Te protege de hacer algo
malo o estúpido, ¿no? Te mantiene responsable, ¿no?
Seguro que lo hace. Igualito que atar a un niño de dos años
al cabecero de la cama para que no se queme las manitas
con el hornillo de la cocina. Funciona, pero no es la manera
de mantenerlo a salvo.

Con el pensamiento debería , solo tienes dos opciones: la


manera del debería o la manera incorrecta. Y no solo en los
asuntos más importantes que tratan las Escrituras, donde
hay verdadero bien y verdadero mal, sino también en todas
las demás cuestiones de la vida. Esta mentalidad del y/o es
un catalizador para la ansiedad. Ah, se me olvidaba… que
los creyentes no tenemos “ansiedad”, solo “preocupación”...
No lo compres, no te lo creas. Es el mismo perro, pero con
distinto collar.

Y ahora, como adulto, te ves a ti mismo tomando decisiones


basadas en lo que te da miedo.
—Miedo de fracasar
—Miedo de lo que pensarán los demás
—Miedo al rechazo
—Miedo de no saber algo
—Miedo de ser irresponsable
—Miedo de defraudar a Dios
—Miedo... miedo…
- Tengo que ser Perfecto

Miedo. Y todo porque en algún profundo lugar dentro de ti te


sientes obligado a ser perfecto. ¿Te suena familiar? ¿Y a tu
cónyuge? ¿Tus amigos dirían que este capítulo te pega?
Recuerda, el perfeccionismo viene de muchas direcciones y
con muchas caras. Que tu armario sea un desastre no
implica que en tu mente no habite un pensamiento
perfeccionista.

El pensamiento perfeccionista no solo genera un torbellino


de ansiedad, sino que destruye tu confianza en ti mismo.
Cuando todo es “debería” o fracasar,
acabas fallando con mucha frecuencia,
lo que te convierte en un fracasado (o, al menos, así lo
piensas),
lo que te convierte en un estúpido imbécil,
lo que erosiona tu confianza.

A estas alturas tienes dos opciones, otra vez. La primera es


morir intentando... intentando... intentando ser perfecto.
Incluso puedes distorsionar la realidad para, por lo menos,
sentirte algo exitoso. La otra opción es rendirse y largarse.
“Si no lo intento”, te dices a ti mismo, “no puedo fallar”.
Mejor no intentarlo y fallar, que intentarlo con todas tus
fuerzas y quedarte corto, ¿verdad? Así que creas una
excusa que te permita mantener las apariencias. A esto nos
lleva la herejía que dice “tengo que ser perfecto”.

La excelencia está bien. La pasión por la obra de Dios es


genial. El perfeccionismo, sin embargo, mata.

Como rata de laboratorio, me mueven las recompensas y


evito el dolor a toda costa. Puedo vivir con las dos cosas o
sin ninguna de ellas. Pero si me electrocutas por cada
pequeña cosa que hago que no es completamente perfecta,
¡acabaré neurótico, violento o catatónico! Lo mismo sucede
con los humanos.

La ansiedad, mezclada con una autoestima dañada, te


convierte en el mejor candidato para la depresión. En 1996,
durante la primera conferencia anual para HMs adultos en
Nashville, yo estaba enseñando en un taller llamado “En la
mente del HM”. Uno de los HMs que estaban sentados en la
primera fila me preguntó por la depresión entre los HMs.
Pedí que levantasen la mano aquellos a quienes les
hubieran diagnosticado una depresión, recetado
antidepresivos u hospitalizado por depresión. De los cien
adultos presentes, casi ochenta levantaron la mano. La
evidencia me golpeó como un tren. Pero una mujer sentada
al fondo de la sala acabó de rematarme con una frase: “Sí,
pero no se nos permitía estar deprimidos”. ¡Auch! Pero qué
gran verdad.

¿Algo de esto te suena familiar?

NOTA DE ESTUDIO: Estas herejías tienden a


interrelacionarse. A medida que lees estos capítulos, repasa
lo de delante y lo de detrás. Verás que hay cosas que se
conectan. Donde hay una herejía, puede haber más.
CAPÍTULO 4

LAS CUATRO HEREJÍAS SANTAS SOBRE MÍ MISMO (2)

Yo ya debería saber esto


l mejor ejemplo para comenzar a tratar esta herejía espe
E

cialmente sigilosa está en mí. Desde que recuerdo, siempre


he pensado que “yo ya debería saber” todo lo necesario
para manejar cualquier situación que estuviera enfrentando.
“Yo debería saber” la respuesta a la pregunta de la
profesora de

la escuela dominical; “yo debería saber” cómo manejar un


conflicto concreto... A pesar de que nunca me hubiera
encontrado en una situación como esa antes, “yo ya debería
saber”. Podría escribir un libro con todas las cosas que creo
que ya debería saber.

Esta herejía no se ciñe solo a temas religiosos. Hace años,


cuando yo era guía de montaña, tuve la oportunidad de
bajar en kayak por el río Arkansas. Mientras ejercitábamos
la técnica para mantener esta pequeña y graciosa
embarcación boca arriba en el estanque de prácticas, yo
trabajé muy duro para dominarla. Entonces, el “yo ya
debería saber ” empezó a apoderarse de mí. Al fin y al cabo,
yo estaba en forma. Yo era un guía de montaña. Había
bajado el río muchas veces (aunque en una balsa, y con
otro guía). Así que pensé que “yo ya debería saber cómo
manejar aquel artefacto”. En el momento de la verdad,
mientras nos metíamos en el río, yo ya me había propuesto
hacer el recorrido entero sin caer al agua. Después de todo
(otra vez), yo “debería saber cómo manejar aquel cacharro”.
Recuerda que yo nunca había navegado en un kayak, nunca
en mi vida, jamás. Pero el

- Tengo que ser Perfecto

“ya debería saber” no tiene en cuenta minucias como la


realidad. Ya en el río, no tardé más de 30 segundos (sí,
segundos ), en darme la vuelta con el kayak y caer al agua.
La frustración que sentí no fue por la dificultad que tuve
para salir del kayak, que había volcado a menos de un
metro de profundidad, sino porque había fracasado en ya
saber cómo usar un kayak. La herejía “yo ya debería saber”
puede atacar en cualquier lugar, cualquier momento y
cualquier tema. Por cierto, después de aquel fracaso, realicé
el resto del recorrido sin volver a caer. El “fracaso” inicial
rompió la expectativa del “ya debería saber” y me liberó
para poder disfrutar la experiencia.
Una variante de esta herejía es la que dice “yo debería ser
más maduro espiritualmente de lo que soy ahora mismo”.
Sea lo que sea, yo debería saberlo. “Donde quiera que esté
en mi desarrollo espiritual, debería haber avanzado más”.

Este es un patrón de pensamiento que pocos no-HMs


pueden entender. No pueden entender cómo hemos llegado
a pensar de este modo. Francamente, yo tampoco estoy
seguro de entenderlo, aunque debería ... No puedo
conectarlo con ningún suceso o circunstancia que pueda
recordar. Creo que esta herejía ha ido desarrollándose a
través de un patrón de interacciones que puede haber sido
como esto:

La gente sabía que yo era HM y asumieron que yo ya sabía


más que los demás niños.
Yo percibí lo que estaban asumiendo y concluí que quizá era
verdad que yo debía saber más.
Ellos me vieron fingiendo, por lo que concluyeron que
ciertamente yo sabía más que el resto. Y continuaron
asumiendo… Y yo continué fingiendo...
Cuando estás en él, este ciclo te crea cuatro problemas:

Primero, te haces buenísimo en fingir y esconder la realidad.


¿Ves con qué facilidad esto se puede mezclar con la herejía
“tengo que ser perfecto”? Te conviertes en un experto de lo
que yo llamo “agacharse y refugiarse”. Y esta falta de
autenticidad daña tu crecimiento emocional y espiritual.
Puedes hacerte tan bueno en fingir que acabes
creyéndotelo tú mismo.

Segundo, tiendes a no pedir ayuda. Después de todo, ¿cómo


pedir ayuda con algo que tú ya deberías saber ? ¿Por qué
deberías mostrar a todo el mundo que tú no sabes lo que ya
deberías sa- ber ? Vas por la vida solo, con tu propio
entendimiento, observando silenciosamente a los demás,
pero sin pedir ayuda.

Tercero, la otra cara de no pedir ayuda es que los demás


tienden a no ofrecerte su ayuda tampoco. ¿Alguna vez
alguien de la iglesia te preguntó si querías ser discipulado o
mentoreado? ¿Alguien te ha preguntado alguna vez si
necesitas un amigo y un compañero que te anime? Si estás
parcialmente aislado por tu falta de iniciativa, el círculo de
aislamiento se completa cuando los demás no se acercan a
ti para ofrecerte ayuda. Te sientes aislado, solo y diferente
(verás este tema de nuevo en el capítulo 6).

El cuarto problema es probablemente el más dañino. El “ya


debería saber” convive con una dolorosa realidad: todavía
hay un montón de cosas que tú no sabes. Y eso puede ser el
primer paso para que el auto-rechazo levante su fea cabeza
y te trague enterito. “Yo ya debería saber... pero no sé… soy
estúpido”. Empiezas a

- Tengo que ser Perfecto

pensar que eres un fracaso, y es fácil embarcarse en un


programa de paliza mental que pretende conseguir que
endereces tu rumbo y actúes como deberías , sea lo que
sea lo que eso signifique, y aunque no tengas ni idea de
cómo hacerlo. Así, puedes llegar a convertirte en alguien
muy hábil en machacarse a sí mismo con las palabras. Te
insultas a ti mismo. Te repites a ti mismo frases de
menosprecio en las catacumbas de tu mente. Concluyes
que eres un imbécil o un fracasado.

He hablado con algunos HMs que han llevado el auto-


desprecio un paso más allá, llegando a autolesionarse por
sentirse tan estúpidos o incompetentes; todo porque creen
que ellos ya deberían saber . Quizá pienses que estoy
hablando de cortarse las venas o de alguna otra manera no
saludable de lidiar con el “ya debería saber”. Normalmente
no. Al fin y al cabo, los HMs tienen que ser, o al menos
parecer, perfectos. ¡Sería totalmente inaceptable ir a la
iglesia con cicatrices en las muñecas a la vista de todos!
¡Piensa en lo que diría la familia Jiménez! ¡Las ofrendas
bajarían! ¡El mundo se acabaría! ¡Y, por supuesto, el
maravilloso ministerio de papá también!

—”¡Oh, Dios Santo! ¿Ha visto eso, hermana Ester?”

El daño físico del que hablo suele estar escondido. Quien es


bueno fingiendo suele ser bueno ocultando. Puede
involucrar cortes, pero casi siempre en lugares que tapa la
ropa. También puede tomar la forma de un ejercicio físico
excesivo, hasta el punto de dañar el cuerpo. Otra forma de
dañar tu cuerpo es la de comer de más, o no comer. Esa una
gran manera de dañarte a ti mismo sin que se note. Más de
este tema en el capítulo 10.
RECORDATORIO: Esta herejía, como las demás, tiene al
menos un poco de verdad. Tenemos que ser responsables,
sabios y competentes. Es cierto. Tenemos que aprender de
nuestros errores e intentar no repetirlos. Correcto. Pero eso
es muy diferente de la herejía que dice “ya debería saber”,
que es, simple y llanamente, mentira.

Se siente como si fuera verdad.


Pero no lo es.
Parece verdad.
¡Pero no es verdad!

Tú solo sabes lo que sabes hoy, y eso es aceptable para hoy.


Aprenderás más; mañana estarás más avanzado de lo que
estás hoy. Pero por hoy, está bien. Y es suficiente, para hoy.
CAPÍTULO 5
LAS CUATRO HEREJÍAS SANTAS SOBRE MÍ MISMO (3)

Estoy aquí para los demás


CONSEJO PARA LA LECTURA: Normalmente, esta herejía va de la mano con la
herejía que dice “las necesidades de los demás son más importantes que las
mías”, que desarrollaremos en el capítulo 9. Son compañeras de cama (me
gusta esa expresión), y una combinación muy peligrosa. Quizá quieras avanzar y
retroceder entre estos dos capítulos mientras lees. Tienes permiso, ya sabes.

l himno lema para esta herejía es “Channels Only”3 . Y el


E

versículo principal, “sobrellevad los unos las cargas de los


otros” (Gálatas 6:2 RV60). Crecer rodeado de gente con la
mente fija en el ministerio puede programarte fácilmente
para encadenar pensamientos como:

Estoy aquí para ser una manguera espiritual. Ya sabes,


pasar el “agua de vida” a otros.
Pero la manguera no es importante, y tampoco lo soy yo,
solo las otras personas.
Yo solo existo para servir a otros.
Puedes pensar que es tu trabajo, incluso tu obligación, el ha
3 Canales solamente (N.T.)
- Tengo que ser Perfecto

cer que los demás se sientan felices y confortables.


Después de todo, ellos son los que están siendo
ministrados, ¿verdad? Es egoísta estorbar “la obra de Dios”
con tus propias necesidades, ¿cierto?

¡Mentira... mentira... mentira!


¡Pero nunca una mentira sonó tan... tan espiritual!

Recuerdas las predicaciones. No deberías “velar... por tus


propios intereses, sino... por los intereses de los demás”. No
te preocupes por las palabras “solo” y “también”, que he
obviado en el versículo que citaba (Filipenses 2:4 NVI).
Tenemos que “llevar las cargas de los otros”. Pero eso es
una media verdad. Y las verdades a medias son tan dañinas
como las completas mentiras. Si mantienes esta línea de
pensamiento, conscientemente o no, la bola se te va a ir por
el canal lateral de la pista y no vas a tirar ni un solo bolo,
asumiendo que en el cielo se juegue a los bolos. Quizá
hayas adoptado esta posición para no parecer egoísta o
egocéntrico, lo que vendría a ser el canal del otro lado de la
pista. Te has ido al otro extremo, pero sigues tirando la bola
por el canal y no por el centro de la pista. Ser egoísta o
arrogante está mal. Pero desmerecer el valor que Dios te da
es igualmente malo. Si se juega a los bolos en el cielo como
en la tierra, lanzar la bola por el canal derecho da los
mismos puntos que lanzarla por el izquierdo: cero.

Si tus necesidades legítimas no son satisfechas, o bien te


deprimes (aquí aparece otra vez esta fea palabra que
empieza con D), o bien intentas preservar algo de tu
autoestima aferrándote a la auto-justificación.
Silenciosamente vas anotando todas las veces que te has
sacrificado por causa del Evangelio, y de alguna forma
intentas llenar los impresionantes agujeros de tu alma de

- Estoy aquí para los demás

esa manera. Sea como sea, tú sales perdiendo. Pierdes la


oportunidad de que tus necesidades sean cubiertas. Pierdes
un sentido saludable de identidad. Pierdes contacto con la
verdad. Volveremos a tratar este tema en el capítulo 10.

Mi padre recuerda una ocasión en primaria en que su


profesora del Club Bíblico le pidió que dejase de memorizar
versículos hasta que algunos de los otros niños pudieran
alcanzarle. Los otros niños del club estaban desanimados
porque él, el hijo del pastor, les sacaba mucha ventaja en la
competición de memorización. De él debería esperarse que
pusiera las necesidades de los demás por encima de las
suyas propias. El respeto a los líderes y el respeto a los
demás en general eran valores principales en casa de mis
abuelos. Así que la petición de la maestra fue acatada. Solo
quedaban algunas semanas para que acabase la
competición, y la profesora prometió que avisaría a mi
padre cuando alguien se acercase al número de versículos
que él había memorizado, para que él pudiera reanudar su
trabajo de memorizar. Pero se olvidó. Y su propio hijo, amigo
cercano de mi padre, ¡acabó ganando el codiciado premio!

Aquel fue un final muy decepcionante para la historia de ese


niño que tan ansiosamente esperaba ese premio, que podía
haberlo conseguido con facilidad, pero lo perdió. Papá
admitió que había olvidado el incidente (después de algún
tiempo). Pero la historia resurgió veinticinco años más tarde,
cuando mi padre se encontró con aquella maestra del Club
Bíblico otra vez. Ella se disculpó efusivamente por
aprovecharse de la complacencia que aquel niño había
mostrado al aceptar su petición de poner “a los demás
antes que a sí mismo”. El perdón fue otorgado,
compartieron lágrimas, y el dolor en el corazón de su
maestra fue aliviado con un abrazo.

- Tengo que ser Perfecto

Vi el impacto de esto en los ojos de una HM adolescente con


la que trabajé hace unos años. Ella estaba sentada en mi
oficina comportándose como alguien que solo sobrevive en
un campo de concentración, sin sueños, sin vida, sin nada.
Papá estaba ocupado siendo pastor, mamá estaba
deprimida y ella simplemente estaba sola. No le había
pasado nada “terrible de verdad”, “tan solo” carecía de todo
lo bueno. Ella no pedía nada, no quería nada. Había
aprendido a no depender de nadie más que de sí misma. La
última vez que la vi, había elegido pasar por la vida
medicada con ayuda de las drogas. Mi corazón lloró cuando
la vi salir de mi oficina por última vez.

Todo esto sucede gradualmente, sutilmente, y, lo más


probable, sin ninguna intención. Pero sucede. Y en todo
momento es aplaudido como servicio espiritual, como
“luchar contra la carne”. Pero, aunque al observador
externo le puede parecer un sacrificio abnegado, e incluso
aunque a tus padres se lo parezca, no lo es. Yo puedo
matarte disparándote con una pistola. También puedo
matarte dejándote morir de hambre. La pistola es ruidosa y
escandalosa. El hambre es silenciosa y pasa desapercibida
hasta que es demasiado tarde. Sea como sea, ambas te
matan.

Una HM lo resumió con claridad cuando dijo: “A veces los


HMs son el cordero en el altar del sacrificio del ministerio”.
Tristemente, en muchas ocasiones es así.
LAS CUATRO HEREJÍAS SANTAS SOBRE MÍ MISMO (4)

Soy diferente
sta herejía no tiene nada que ver con los nombres des
E

pectivos que te ponían tus hermanos o amigos mientras


crecías. Tampoco tiene nada que ver con las diferencias
legítimas. Los hijos de misioneros como yo nos sentimos así,
diferentes, porque tenemos un concepto mezclado de la
cultura.

Quiero decir, ¡cuántos otros niños van al colegio en elefante


para no ser atacados por leones! Esta es una historia genial
que escuché contar a HMs en la Escuela Bíblica Infantil
cuando volvían a USA en esa cosa llamada la gira misionera.
Como HM, recuerdo haber sentido que no encajaba cuando
volvía a USA. Hacía lo único que sabía hacer: intentar con
todas mis fuerzas no destacar. Pero esto no es lo único que
alimenta esta herejía.

La herejía “soy diferente” proviene de ese trato sutilmente


diferente que recibiste mientras crecías. Vivías bajo normas
diferentes Había expectativas diferentes acerca de tu vida a
las que tenías que amoldarte. Esas reglas y expectativas
venían de las fuerzas familiares y la comunidad cristiana.
Por mucho que los miembros de la iglesia lo nieguen, ellos sí
tratan y juzgan diferente a los HMs. Y eso lleva a una
conclusión fácil de sacar: “Ya que vivo bajo diferentes
normas... debo ser diferente”. “Si vivo bajo diferentes
expectativas... debe ser porque soy diferente. No tengo ni
idea del porqué. Simplemente lo soy”. Y esta conclusión se
convierte con rapidez en lo que consideras tu identidad.

Hay una parte de verdad en todo esto, y es que, como HM,


es probable que hayas tenido experiencias y oportunidades
diferentes. Puedes haber viajado más. Puedes haber tenido
el privi

- Tengo que ser Perfecto

legio de conocer a “grandes predicadores” de la fe cristiana


o de codearte con líderes clave de la denominación. Puedes
haber ido a conferencias, conciertos, campamentos o viajes
misioneros a los que tus compañeros solo soñaban con
asistir. Todas estas cosas son algunos de los “beneficios” de
ser HM. Y algunas de ellas son ahora invaluables. Tus
experiencias son diferentes, es verdad. Sin embargo, aún
somos miembros de la raza humana. La clave está en
separar la verdad de la mentira.
Otra diferencia real es el hecho de que, probablemente, tú
has estado expuesto a diferentes conflictos de tu iglesia o
denominación. Sabías acerca de los problemas financieros
de la congregación. Escuchabas las amargas discusiones
acerca del color que debería tener la nueva alfombra del
templo. Sabías qué miembros de la iglesia causaron el
despido de tu padre (o la expulsión, si el asunto fue más
violento). Quizá querías conocer los “asuntos internos”,
quizá no, pero los escuchaste de todos modos. Y no eras
libre de contárselo a nadie. Esto también te hace diferente

Aunque esta “herejía” no es suficiente para hundir tu barco,


sí pudo causar muchísimos daños. “Soy diferente” puede
hacer que no busques amistades profundas, incluso hoy día
como adulto. Puede darte una continua sensación de
incomodidad en situaciones sociales. Puede mantenerte a
las afueras cuando los demás están socializando en grupo.
Puede hacerte hipersensible al protocolo y al “no estoy
haciendo las cosas lo suficientemente bien”. O propenso a
aislarte porque eso es mejor que sentir que no encajas.
Puede hacer que te sientas solo, aun entre amigos. Esta
tendencia a aislarte, mezclada con algunas emociones y la
soledad, te hace propenso, bien a la depresión o bien a lo
que yo llamo la arrogancia del “yo puedo solo”. Ambos
extremos te dañan interiormente. “Soy diferente” puede
incluso interferir en tu capacidad de sostener una amistad
íntima con tu cónyuge.
LAS CUATRO HEREJÍAS SANTAS SOBRE EL MUNDO (1)

No puedo confiar en nadie


uede que estés pensando: “Espera un minuto. Eso no es
P
una herejía, ¡es la verdad! Yo sé cómo son las personas
detrás de las máscaras que se ponen cada domingo. lo larga
que puede ser la lengua de la gente. Yo sé cómo las
confidencias habladas en privado se esparcen en forma de

‘peticiones de oración’. Yo sé con cuánta frecuencia las


personas, especialmente las que están en posiciones de
liderazgo, predican una cosa y viven algo diferente. Yo sé
que no podré confiar en nadie, ¡nunca!”

A mí también me cuesta llamar a esto una herejía. La triste


realidad es que mucha gente, incluso aquellos que se
reflejan en las vidrieras del templo, no son de confianza. Y
no estoy intentando ser cínico, sino solo ser honesto. La
confianza, la lealtad y la disciplina para mantener esa
lealtad, no se enseñan ni se ejemplifican lo suficiente hoy
en día. La mente y la lengua de la gente son perezosas, a
veces, incluso inconstantes, egoístas y manipuladoras.

¿Cuántas veces has hecho o confesado algo que ha acabado


como ilustración de una predicación? ¿Cuántas veces has
confesado algo a un profesor de la escuela dominical para
que, pasando por el líder de la escuelita y algún miembro
del consejo de la iglesia, acabase llegando una versión muy
diferente al despacho

- Tengo que ser Perfecto

de tu padre? ¿Cuántas veces viste a tu padre compartir una


debilidad personal, para que acabasen echándosela en cara
durante la siguiente reunión de liderazgo? ¿Cuántas veces
escuchaste a un misionero veterano decir: “Puedes confiar
en mí”, para descubrir que le faltó tiempo para contárselo a
la misión a tus espaldas?

Aunque sucesos como estos son ciertos, “no puedo confiar


en nadie ” aún tiene la suficiente cantidad de falacia como
para ser considerada una herejía. Hay gente en la que no se
puede confiar. Y punto. Es estúpido intentar confiar en esas
personas, sean cristianas o no. Esta puede parecer una
actitud no cristiana, pero échale un ojo a Proverbios 25:19
cuando tengas tiempo.

Esta falta de confianza que se genera por razones legítimas


puede convertirte fácilmente en alguien cínico y sarcástico.
Con algunas personas ni siquiera se puede confiar en que
crean la verdad. Así que el sarcasmo es un medio seguro
para transmitir tu mensaje. Chonda Pierce es una humorista
profesional por una razón. Ella sabe que como humorista
puede decir cosas que yo no podría decir hablando en serio.
Cuando lo dices en tono de broma, te ahorras el tiempo que
sueles gastar repasando toda tu lista de obstáculos
mentales. Por otra parte, el cinismo es especialmente
tentador cuando hablas del liderazgo cristiano o de las
autoridades en general. Pierdes un montón de tu tiempo
intentando averiguar qué es lo que ellos realmente quieren,
y esperando lo inevitable, su próximo revés. Sabes que
pasará. No es cuestión de si pasará, sino de cuándo. Así que
esperas.

Pero algunas personas son dignas de confianza. No son


perfectas, así que su integridad tampoco puede ser
perfecta. Sin embargo, puedes encontrar gente de
confianza si te tomas el tiempo de buscar. Sin confianza no
hay relación. Sin relaciones, hay aislamiento. Y el
aislamiento puede causarte depresión, una ame

- No puedo confiar en nadie

naza común para los HMs, o puede transformarte en un


mero observador. Solo estás allí de pie y miras, pero nunca
estás en medio de la acción. Simplemente, mirando. Ser un
espectador es más seguro. No se ven tus imperfecciones. Lo
que ellos no saben permanece oculto. No habrá rendijas en
tu armadura. No saldrán a la luz debilidades que algún día
pueden ser usadas en tu contra.

David Gatewood me dio una clara ilustración de esto


mientras me describía una experiencia que había tenido. Él
se recuerda a sí mismo de niño, observando a los críos jugar
en la calle a través de la ventana de su casa en Suiza. Su
pequeña nariz y sus manos estaban pegadas al cristal,
mientras él miraba sin participar, sin conectar, solo
mirando. Cuando la confianza está ausente acabas como
David, de pie solo y en silencio, mirando.

El otro extremo de esta herejía del “no puedo confiar en


nadie” es la urgente necesidad de convertirte en el cínico
“lo-haréyo-solo” hecho a sí mismo, que marcha al compás
de su propio tambor. No confías en nadie. Eres ambicioso.
Pasas demasiado tiempo mirando por encima del hombro y
analizando el trabajo de los demás. No tomas riegos, a
excepción de aquellos en los que tienes la garantía de que
saldrán justo como tú quieres (lo cual no es un riesgo en
absoluto). Y mientras, silenciosamente, la ansiedad va
dando tumbos por la materia gris de tu cerebro. El cinismo y
el sarcasmo crecen; puede que incluso te dediques a
cultivarlos. Quemas los puentes tan rápido como los
construyes. Y te encuentras solo.

Mientras escribía este manuscrito, he llegado a ser


consciente de mi propia falta de confianza. No es del tipo
cínico, sino del tipo que silenciosamente afirma: “Camino
solo. Siempre caminaré solo”. Y así ha sido. Así es. Mi
esposa lo siente. Otros lo sienten también, estoy seguro. Yo
pienso solo, yo escribo solo. A menudo escalo las montañas
de Colorado solo. Pero lo que siento no

- Tengo que ser Perfecto


es soledad, sino estar solo, no estar apegado a nada ni a
nadie. Durante nuestra cena de los miércoles, David y yo
hemos estado comentando lo que en psicología se llama
“desorden reactivo de apego”. Nos identificamos cada vez
más y más con la descripción de este trastorno. Y cada vez
vemos más y más HMs que reflejan estas mismas cosas,
pero que nunca han encontrado las palabras para describir
lo que sienten.

No confiar en nadie convierte el mundo en un lugar enorme


y terrorífico. ¿Tus opciones?

Puerta Nº1 . Escapar del mundo. El suicidio te parece la


única opción. Si eliges no cortarte las venas, puedes jugar a
la ruleta rusa con actividades de alto riesgo como, por
mencionar solo unos ejemplos, rugby, drogas, sexo, alcohol,
etc. Puede que no abandones el mundo, pero sí el mundo
religioso. Te marchas, sacudes el polvo de tus sandalias y
nunca miras atrás.

Puerta Nº2 . Construir muros lo suficientemente altos y


anchos para impedir que la gente peligrosa llegue a tu
corazón. Sin confianza, caminas solo. Quizá no socialmente,
pero sin duda emocionalmente. Puedes hacerlo porque has
completado la asignatura “Clichés cristianos 101 y 202”,
con matrícula de honor, ¡nada menos! Nunca compartes lo
que de verdad pasa en tu corazón. Aprendes a no necesitar.
El deseo de tu corazón es no desear. Es demasiado
arriesgado. Te hace demasiado vulnerable.

Puerta Nº3 . Lo siento, solo tienes dos opciones. Adelántate


al capítulo 10 si quieres entender por qué solo hay dos
opciones.
CAPÍTULO 8

LAS CUATRO HEREJÍAS SANTAS SOBRE EL MUNDO (2)


Puedo arruinar el ministerio de mi
padre
i siquiera puedo imaginarme cuántas veces he escu
N

chado a hijos de pastores e hijos de misioneros decirme esta


frase. La herejía “puedo arruinar el ministerio de mi padre”
puede hacer que vivas constantemente en un estado de
ligera ansiedad. El temor de cometer el gran error que le
cueste

el ministerio a tu padre. O el miedo a caer en ese pequeño


error de más (la gota que colma el vaso) que acabe bajando
a tu padre del púlpito para siempre.

Conocí a Amy Anders (no es su nombre real) hace muchos


años. Nuestros caminos se han cruzado en varias ocasiones
a lo largo de los años, y hace poco me compartió esta
historia:

“Cuando era preadolescente, mi padre se planteó coger un


trabajo en una nueva iglesia. Pero mi hermana acababa de
pasar por un año muy complicado, por lo que todos
estábamos un poco al límite. Así que mi padre nos sentó y
nos dijo: “¿Creéis que podréis portaros lo suficientemente
bien como para que yo pueda aceptar este trabajo?” Cosa
que yo entendí como: “No la fastidies, sé perfecta.
Truncarás el ministerio de tu padre, arruinando su sustento
y su capacidad de pro

- Tengo que ser Perfecto

veernos”. Desde entonces, viví al borde de un ataque al


corazón, temiendo echar una mala mirada a cual- quier
persona, por miedo a lo que pudiera pasar”.
¿Te suena familiar? Para no arruinar el preciado ministerio
de papá intentas con todas tus fuerzas no cometer ningún
error. Intentas ser perfecto. (¿Recuerdas que hablamos de
esto en el capítulo tres?). Te esfuerzas sobremanera en
conseguir que todos se sientan cómodos y bien, que las
necesidades de los demás estén satisfechas (referencia
cruzada a los capítulos cinco y nueve). Te conviertes en un
vigilante paranoico, hiper sensible a todas y cada una de las
cosas que suceden en la iglesia. Y si algo malo ocurre (lo
cual suele pasar más o menos una vez a la semana), sientes
que de alguna forma es tu culpa. Te sientes responsable,
aunque no hayas influido directamente en el asunto.

Uno de los grandes postulados que hay tras esta herejía, es


que papá realmente necesita su ministerio, que él tiene que
tenerlo y que, por tanto, la familia debe protegerlo a toda
costa. Literalmente, cueste lo que cueste . Ahora bien, he
llegado a la conclusión de que hay muchas personas en
puestos ministeriales, no porque Dios las haya llamado, sino
porque sus heridas internas y sus deseos egoístas las han
llevado hasta ahí. Quizá esto es solo mi sarcasmo
manifestándose. Quizá es la limitada visión de una rata de
capilla. O quizá es la verdad.

Otro postulado que suena lógico es que, en última instancia,


tú eres el responsable de cuidar de que tu padre mantenga
su status o posición. Después de todo (¡qué mogollón de
“después de todo” hay en este libro!), ¿cómo puede él
gobernar la casa del Señor, si no puede gobernar su propia
casa? Tú eres la evidencia de que su ministerio es legítimo.
Tú haces que tu padre sea creíble.

- Puedo arruinar el ministerio de mi padre

Tú lo conviertes en alguien genuino o en alguien hipócrita.


¡Todo recae sobre tus pequeños hombros! ¡Qué suerte
tienes! Seguro que puedes con ello, eres el hijo del pastor…

Aquí entra en juego un extraño giro de la realidad humana.


Algunos feligreses sí que responderán al sermón de tu papá
en proporción directa a cómo te sientas en el banco.
Algunos presbíteros de la iglesia sí que rechazarán a tu
padre por tu comportamiento inaceptable. Se dieron cuenta
de lo rápido que condujiste cuando te fuiste de la iglesia
después del culto de jóvenes del pasado miércoles. Y tu
padre (o más probablemente tu madre) puede haberte
dicho eso palabra por palabra. ¡Wow! ¡Qué poder
asombroso! ¡Un HM puede desmantelar el ministerio de un
hombre de cuarenta años, formado en el seminario y que
mide dos metros!

¡Qué abrumador!
¡Qué sensación de poder, aunque sea un poder falso!
¡Qué aplastante peso sobre tu consciencia!
¡Y cuán erróneo!

Perder el púlpito, o perder las credenciales de la


denominación, es una cuestión que queda entre tu padre, la
congregación y la junta ejecutiva de líderes. Pero,
frecuentemente, uno de estos te pasa de cerca, mostrando
una “razón” por la que eres responsable del asunto. Este es
el combustible que mantiene viva y próspera la herejía
“puedo arruinar el ministerio de mi padre”.

Sí, resulta creíble que esto pueda suceder.


Pero, aun así, esto es una herejía cuando lo comparas con la
verdad.
CAPÍTULO 9
LAS CUATRO HEREJÍAS SANTAS SOBRE EL MUNDO (3)
Las necesidades de los demás son
más importantes que las mías
h, pero, ¡por supuesto! Las necesidades de los demás son
O
más importantes que las tuyas. Déjame contarte en qué
maneras, por si se te había olvidado:

—La necesidad de papá de descansar o estudiar con


tranquilidad es más importante que tu necesidad de ayuda
con las matemáticas o de jugar a fútbol.

—La necesidad de los calientabancos de ver en ti “un buen


ejemplo” es más importante que tu necesidad de ser
tratado como un niño normal.

—La cirugía urgente del feligrés tiene prioridad sobre las


vacaciones familiares, a pesar de que no hayáis tenido
vacaciones en tres años, o de que llevéis planeándolas
desde hace seis meses.

—La necesidad de mamá de mantener una buena


apariencia y no ser avergonzada es más importante que tu
necesidad de ser un niño de seis años (cuando tenías seis
años, claro).

—La necesidad de una nueva moqueta en el templo es más


importante que tu necesidad de ropa nueva.
- Tengo que ser Perfecto

—La necesidad de la denominación de un predicador que


viaje predicando a los jóvenes es más importante que tu
necesidad de que tu papá te arrope en la cama cada noche.

—El mundo necesita un evangelista más de lo que tú


necesitas un padre.
¿Podrías añadir más cosas a la lista?

Sí. Como si eso no fuera lo suficientemente malo, cuando te


quejaste de ello, algunas personas, incluyendo tus padres,
te llamaron egoísta e inmaduro. Así que aprendiste a no
quejarte. Aprendiste a no necesitar. Poco a poco, fuiste
anestesiado por esta herejía y nunca más te despertaste
emocionalmente.

David Gatewood cuenta acerca del tiempo en el que su


familia vivió en Alemania, justo después de la Segunda
Guerra Mundial. Vivían en Frankfurt, en un aeropuerto
bombardeado (un lugar bastante terrorífico para un niño). El
gobierno les había dado un barracón modular y el permiso
de permanecer en el aeropuerto con la condición de que se
hicieran cargo de un grupo de unos 10 ó 15 jóvenes nazis
hambrientos que vivían entre los escombros. Para
alimentarlos plantaron un huerto. Los huertos atraen a los
conejos. Así que también comenzaron a criar conejos para
comérselos. Uno de los chicos alemanes regaló un conejo a
David como mascota. Según pasaba el tiempo, este se
convirtió en el conejo más grande de la camada. Todavía
tiene vívidamente grabado en su mente el cuadro que se
encontró un día cuando llegó del colegio y vio la piel de su
conejo colgada en el lateral de la jaula. Las palabras de su
padre aún resuenan en su mente: “Bueno hijo, ellos
necesitaban la comida. Esta es tu forma de ofrendar para la
obra del Señor”. No hubo un reconocimiento del shock o el
dolor que David sintió, ni hubo la oportunidad de expresar
las emociones abiertamente. El mensaje estaba claro: las
necesidades de los otros son más importantes que las
tuyas.

Es muy fácil para los padres, líderes de la iglesia y


miembros de la congregación asumir que tú simplemente
rendirás tus necesidades “por el bien del ministerio”.
También asumen que es “lo correcto”. Es verdad que
algunas crisis no pueden ser evitadas o prevenidas. A veces
tus planes tienen que alterarse o ser dejados de lado.
Normalmente, cuanto más pequeña es la iglesia, más
sucede esto. Pero cuando esto se convierte en un patrón, la
herejía echa raíces en tierra fértil. Y una vez que las raíces
están bien agarradas, la herejía se convierte en un disco en
el tocadiscos de tu mente, listo para sonar una y otra y otra
vez.

Una herejía rara vez permanece solitaria. Las cepas de


varias herejías se alían en contra de tu mente y corazón:
“Tengo que ser perfecto y por eso no debería tener
necesidades”. “Ya debería saber” cómo manejar mis
problemas y no estar tan necesitado siempre. Tener
necesidades es un síntoma de debilidad e inmadurez
espiritual. Y si cualquiera de estas cosas sale a la luz, puede
“arruinar el ministerio de mi padre”. Así que aquí estás,
“maldito si tienes necesidades y maldito si no las
tienes”(otra herejía, por cierto, que estudiaremos en el
capítulo siguiente).

A veces la combinación de herejías puede matar el alma,


literalmente. Amy me contó de aquella vez en la que ella y
otro chico estaban en una situación sexual que se les fue de
las manos. Después de aquel horrible suceso, ella descubrió
que alguien había visto todo lo que había sucedido y quería
chantajearla. Amy tenía muchísimo miedo de decirle nada a
nadie, porque eso “arruinaría el ministerio de su papá” y
porque ella no era “perfecta”. Así que acabó dándole lo que
él pedía (sexo) mientras él la chantajeaba para obtener
más. Esto sucedió por un largo periodo

- Tengo que ser Perfecto


de tiempo. “Me asesiné a mí misma”, me dijo, “maté mis
deseos, mis emociones y a mí misma, para proteger a mi
familia, a los miembros de mi familia y a todos en la
iglesia”. Aquí tenemos una chica que permitió que la
violaran, solo porque creía que las necesidades de los
demás eran más importantes que su propia necesidad de
seguridad y sanidad. Amy no está sola. Estas herejías no
son mera semántica. Son reales y pueden hacer verdaderos
estragos.

“Las necesidades de los demás son más importantes que las


mías” es una herejía que a menudo es predicada desde el
púlpito, quizá incluso por tu propio padre. Pero es una
herejía, aunque tenga tres puntos, un acróstico, una
ilustración y una referencia a las Escrituras de vez en
cuando. El jarabe de ipecacuana (un jarabe que se utiliza
para provocar el vómito en casos de envenenamiento o
intoxicación) no cambia mágicamente de composición,
aunque le cambies la etiqueta por una que diga “jarabe
dulce para la tos”. ¡Te reto a probar algún día! Embutir un
versículo en esta herejía no lo hace diferente de lo que es,
una herejía. Puede que la verdad ande cerca, pero no está
dentro de esta botella.

Recuerdo la historia de una hija de pastor de cinco años que


fue la única obligada a compartir su almuerzo con otra
alumna de la guardería de la iglesia que había olvidado el
suyo. Como esta HM, muchos de nosotros fuimos
sacrificados a menudo en el altar del ministerio. ¡Y ser
sacrificado duele! Sobre todo, cuando no se nos da voz ni
voto en el asunto.

Hay una enorme diferencia entre rendirse a la voluntad de


Dios y ser sacrificado por el bien del ministerio. Rendirse es
personal entre tú y Dios: llegas al punto en el que doblas
rodillas y te entregas a su control. Eso es bueno, es
correcto... pero esto no es lo que dice esta herejía. Esta
herejía huele a ser vendido como esclavo... algo en contra
de tu voluntad y sin tu consentimiento. Ahí es cuando
sucede el “ser sacrificado”.

La rendición es buena.
La esclavitud y el sacrificio son totalmente malos, así de
simple.

Piénsalo, ¿fuiste vendido en serviclavitud CAPÍTULO 10


LAS CUATRO HEREJÍAS SANTAS SOBRE EL MUNDO (4)

Maldito si lo hago y maldito si no lo


hago
ientras que la mayoría de las herejías enumeradas en
M

este libro son mentiras con algo de verdad en ellas, esta


afirmación es sobre todo verdad, con un poquito de mentira
en ella. Recuerda. Muchas veces te pusieron en una
situación de blanco o negro.

O eres un niño, el niño bueno de mamá,


O eres el rebelde del pueblo.
O estás de acuerdo con todo lo que tu padre dice o hace,
O te consideran todo lo contrario a todo lo que él defiende.
O eres un sirviente,
O te llaman egoísta.
O es una roca,
O es un lugar muy duro (¡esta es solo para comprobar si
estás leyendo con atención!).
O estás de acuerdo con todo lo que hace la misión,
- Tengo que ser Perfecto
O eres anti-misiones.
Estás obligado a vivir una existencia de blanco o negro. Y
como conoces más de las entrañas del ministerio, como ves
la brecha entre lo que los líderes dicen y lo que viven, como
sabes cómo son las personas en realidad, estás en un
aprieto. Un aprieto doble. Un aprieto doble es un término
técnico que describe una situación en la que te enfrentas
con dos mensajes que se contradicen entre sí. Sin importar
cuál elijas, estás rechazando el otro, por lo que, sea como
sea, sales perdiendo. Aquí está el “maldito si lo hago y
maldito si no lo hago”. Para aquellos de vosotros con fuertes
influencias denominacionales u oídos sensibles, llamadle
“condenado si lo hago y condenado si no lo hago”.

O... (primera opción)

... Finges que las cosas son perfectas y maravillosas cuando


sabes que no lo son. Haces tu parte aparentando que los
líderes son geniales, respetables siervos cristianos, y que tu
familia es el brillante ejemplo de lo que debería ser una
familia cristiana. Te etiquetan como el niño bueno, también
conocido como “el sirviente de todos”.

El problema que conlleva esta opción es que es incorrecta, y


lo sabes. No todo está bien. El liderazgo no es perfecto e
irreprochable. Las cosas no son cómodas y bonitas todo el
tiempo. No te gusta vivir en un pueblo. No te gusta vivir en
la ciudad. No estás de acuerdo con que vivir con tu papá
sea igual que vivir con Dios, aunque otras personas lo
piensen. Eres solitario. Tienes dolores y temores. Estás
atado por un voto de silencio, y las contradicciones crecen
dentro de ti acompañadas por la tensión, la frustración, las
necesidades insatisfechas, la ira, la ansiedad y la soledad.
La presión interna siempre crece hasta que entra en
erupción. Hasta entonces solo puedes fingir. Hasta entonces
solo puedes embotellar la frustración. Aunque puede
explotar con violencia, si eliges esta opción es más que
probable que la tensión se manifieste de formas más sutiles.

Puede que te vuelvas a la comida para castigarte o


medicarte a ti mismo. Intentas aliviar la ansiedad o la
tensión comiendo. Usas la comida para lidiar con los
problemas. La dinámica cotidiana de los desórdenes
alimenticios funciona en una de las siguientes maneras:

(1)Sobrepeso u obesidad. Comes para aliviar la ansiedad.


Comes para aliviar el dolor. Comes para no sentirte solo.
Comes como forma de volcar tu ira sobre ti mismo. La
comida se convierte en un amigo que siempre está ahí para
ti. Nunca te rechaza o regaña. La comida puede ser una
forma de medicar el dolor o la ira.

(2)Bulimia (atracones y purgas). Comes por las mismas


razones que arriba, con el añadido de que luego lo vomitas.
De esa forma sientes el alivio emocional sin ganar peso. De
esa forma nadie puede ver nada “inaceptable” en ti.

(3)Anorexia. Dejas de comer y ganar peso como la forma


definitiva de recuperar algo de control sobre tu vida que
está fuera de control. Añade la obsesión de nuestra cultura
por estar delgado a las presiones y ansiedades que provoca
vivir en la casa de cristal, y tienes la mezcla letal necesaria
para desarrollar anorexia.

Volviendo a Amy. La presión de ser perfecta, combinada con


el dolor emocional de ser abusada sexualmente e intentar
- Tengo que ser Perfecto

mantener eso en secreto, y la constante presencia del


chantaje colgando sobre su cabeza, finalmente pudieron con
ella. ¿Es una sorpresa que no pudiera seguir fingiendo? ¿Es
una sorpresa que su instinto de supervivencia tomase el
control y se aferrase salvajemente a cualquier cosa que
pudiera darle una sensación de control? En su caso, se
aferró a la comida. Nadie podía obligarle a comer. Nadie
podía controlar ese aspecto de su vida. Estaba totalmente
bajo su control. “Era mío. Todo mío”. dijo ella.

Si no puedes escapar físicamente de la tiranía del aprieto


doble, puede que intentes escapar mentalmente. Te
desconectas. Te pierdes a ti mismo entre ensoñaciones,
música o novelas. Quizá no sea a propósito, pero te escapas
dentro de tu mente a ese mundo de fantasía. El
razonamiento que hay detrás de esto es bastante simple. Si
no puedes lidiar con las presiones y dolores del mundo real,
ni puedes escaparte de ellas, solo te queda una opción:
crear un mundo ficticio donde las presiones o el dolor
puedan ser ignorados. Creas un oasis mental, un paréntesis,
un lugar seguro. O puedes quedarte ido. No vas a un mundo
de fantasía, simplemente, desapareces en un gran agujero
negro de vacío.

Escapar no es algo malo en sí mismo (pero no lo hagas


mientras conduces). Escapar se vuelve dañino cuando
pasas más tiempo escapando que viviendo. Se convierte en
dañino cuando interfiere con el mundo real del trabajo, la
escuela, las relaciones o las motivaciones personales.

La fantasía se vuelve peligrosa e incorrecta cuando deriva


en algún tipo de fantasía sexual como la pornografía (sea
dura o blanda), el voyerismo, la fornicación u otras
disfunciones sexuales. Tuve una charla con el Doctor Harry
Schaumburg, autor de Intimidad Falsa , que ha trabajado en
el área de las adicciones sexuales durante los últimos 18
años. Es un ex-misionero que estuvo en Afganistán y que
trabaja actualmente con muchos líderes cristianos que
luchan con diversos tipos de adicción sexual. Él me dijo que
es muy fácil cruzar la frontera entre un mundo de fantasía y
un mundo de fantasía de carácter sexual. Después de todo,
somos seres sexuales. La combinación de las presiones y
expectativas, la imagen de “sanador” y el extraño
aislamiento (“soy diferente”) inherente al trabajo, pone a los
pastores en riesgo de forma especial. “Es un riesgo laboral”,
me dice. “Solo es una conjetura, pero creo que los HMs son
más propensos a ser susceptibles a la pornografía que un
niño normal”. Tiene sentido. Si las presiones y el dolor
pueden llevar a un pastor adulto a crear una escapatoria
sexual, ¿cuánto más pueden esas presiones, expectativas y
dolor llevar al hijo del pastor a una escapatoria sexual no
saludable?

¿ SABÍAS QUE en 1991, en una encuesta hecha a pastores,


el 80% de ellos dijo creer que su ministerio afectaba
negativamente a sus vidas o a su familia?4

Si la hija del pastor puede mantener su trastorno alimenticio


bien escondido, de la misma manera, el hijo del pastor
puede mantener su fantasía sexual bien escondida. Gracias
a internet y a los números telefónicos “900”, puedes
acceder a lo que quieras, e incluso a cosas que no quieres,
en la privacidad de tu propia casa. Nadie lo sabrá. Ni la
congregación, ni tu jefe, ni tu familia, ni siquiera tu cónyuge.
Y ese camino lleva a la destrucción. Aunque hay otros
factores que contribuyen a atraer a los hombres hacia las
fantasías y adicciones sexuales, detrás de todos ellos suele
estar la urgencia de escapar del dolor, el aislamiento o de
algo

4 1991, Encuesta a pastores, instituto Fuller de crecimiento


de iglesias, por H. B. London, Jr. y Neil B. Wiseman, Pastores
en Riesgo (Wheaton, IL: VictorBooks, 1993), 30.

- Tengo que ser Perfecto


completamente diferente.
Estas son las opciones que puedes escoger dentro de este
extremo. Con cualquiera que elijas, sales perdiendo.
O... (segunda opción)

... Hablas. Vas por tu propio camino. En un intento de


romper el estereotipo de perfecto angelito de mamá,
intentas ser tú mismo, para acabar descubriendo que eres
otro estereotipo, el de rebelde de la ciudad. Ya puedo
escucharlo.

—Ya sabes, Mabel, es el hijo del pastor.


—No me sorprende que actúe de forma tan incontrolable,
Thelma.
—Hum… Sí, bueno, me da pena por su madre. Qué mujer
tan dulce.

Saltas de la sartén y acabas en el fuego, de una etiqueta a


otra. Simplemente, no hay manera de ganar. Incluso aunque
quisieras hacer lo correcto, incluso si querías estar en el
coro, la gente pensará que estás allí solo porque eres el HM.
No recibes reconocimiento por ti mismo. Tú solo querías
hacerlo a tu manera, tú solo querías valerte por ti mismo.
Sin embargo, la gente aún pensará que te rebelas porque
eres el HM. Ni siquiera así recibes el crédito.

“No puedo ganar. Simplemente, no puedo ganar”.


Si esto vive contigo el tiempo suficiente, moldeará tu
percepción hasta que solo puedas ver en blanco y negro...
—Aceptación o rechazo —Ganar o perder
—Amar todo u odiarlo todo
—Éxito o fracaso
—Bueno o malo
—Perfecto o fracasado
—Ángel o demonio

No hay territorio intermedio. No hay “y” que traiga equilibrio


y realidad a tu visión del mundo. Esta es exactamente la
dinámica que atrapó a Jamie, la HM del lejano oriente de la
que hablamos en el primer capítulo. La agencia misionera,
sus amigos misioneros e incluso sus padres, la habían
atrapado en un aprieto doble. Si hablaba, era oficialmente
reprendida y censurada. Si se mantenía callada, se destruía
a sí misma en silencio de adentro hacia afuera. De cualquier
forma, perdía.

He hablado acerca del sarcasmo en capítulos anteriores. (Y


puede que hayas visto algo de eso a través de estas
páginas). El origen del sarcasmo se encuentra en el centro
mismo de un aprieto doble. Ya que decir la verdad no está
permitido y guardar silencio no es totalmente posible,
disimulas la verdad con el sarcasmo. Si eres incapaz de
vencer a ese matón del parque infantil, escupes en su brick
de leche cuando no está mirando. Este comportamiento se
llama pasivo-agresivo. El sarcasmo es el comportamiento
pasivo-agresivo hecho palabras. Por lo menos puedes sacar
parte de la información y sentirte parcialmente reivindicado.
Así que se convierte en un mecanismo de defensa, una
estrategia de supervivencia, un intento de salir de ese doble
aprieto en el que te encuentras una y otra vez.
CAPÍTULO 11

LA HEREJÍA SANTA SOBRE DIOS

Dios está decepcionado conmigo


na conclusión lógica, después de que todas estas herejías
U
hayan sonado el tiempo suficiente en tu mente, es obvia:
“Dios está decepcionado conmigo”. Claro, porque: No eres
perfecto.
— No sabes todo lo que ya deberías saber.
— Tienes dudas.
— No has avanzado lo suficiente en tu caminar espiritual.
—A veces te enfadas con Dios.
— Eres sarcástico acerca del liderazgo de la iglesia.
— Tienes necesidades y necesitas que sean satisfechas.
— No siempre pones las necesidades de los demás antes
que las tuyas.
— Te falta confianza, pero deberías tener confianza.
—Ves todas las veces que has “estorbado” el ministerio de
tu padre y, por tanto, la obra de Dios.
- Tengo que ser Perfecto
—Finges, y a la vez sabes que Dios odia la hipocresía.

“Un Dios santo, justo y puro, simplemente tiene que estar


decepcionado conmigo”. O, al menos, eso es lo que dice
nuestro tocadiscos. En mi bufete de asesoramiento trabajé
con una HM que tenía terror a Dios, literalmente. Ella tenía
miedo de que Dios la fulminase por cualquier pequeña cosa
que ella hiciera y que no fuera completamente perfecta.
Peor aún, Dios la destruiría por ser una “niña mala”. Al
menos, así era como ella lo veía. Ella hacía todo lo correcto
espiritualmente: asistir a la iglesia, estudiar la Biblia... todo
eso. Lo que ella no hacía era acercarse a la persona de Dios,
o permitir que Él se acercara a ella. Y ella no es la única en
esta situación, aunque no lo creas.

En medio del temor y la preocupación, tú, como ella, puedes


estar haciendo las cosas correctas. Teológicamente, sabes
que Dios no es el problema en este asunto, así que debes
ser tú. Solo te falta esforzarte. Tan solo eres muy flojo e
indisciplinado. Tu fe es débil. Así que trabajas más y más
para hacer que Dios esté satisfecho contigo. Intentas hacer
que Él esté feliz y cómodo mientras tú gastas tu vida
tratando de lograr que todos estén felices y cómodos.

Te mantienes ocupado en el empeño de sacarle un paso de


ventaja a tu auto-desprecio y esas emociones fuera de
control que te pisan los talones. Puede que incluso
desarrolles patrones de pensamiento y conducta obsesivo-
compulsivos.

Intentando...
Intentando...
Intentando hacer lo suficiente para conseguir que
- Dios está decepcionado conmigo
Dios esté satisfecho y ya no esté más decepcionado
contigo.

Los HMs son i-n-t-e-l-i-g-e-n-t-e-s. Si esta es la visión de Dios


que tienes, no vas a ser tan tonto de dejar que se acerque a
tu corazón. Harás lo que puedas para mantenerte a lo que
sientes que es una distancia segura de Dios. Puede que
decidas desechar a Dios por completo. Desechas la
manzana buena (Dios) junto con las podridas (política
eclesiástica). No más fingir. No más vivir la vida como todos
esperan que lo hagas. No más interés en confiar en Dios. No
más vida espiritual en tu interior tampoco. Sales por las
puertas sagradas y nunca miras atrás. Tu disco ya no dice
“Dios está decepcionado conmigo”, sino “Dios es una
decepción para mí”. ¿Cómo puede llamarse a sí mismo
justo, y tolerar toda la porquería que tuviste que ver entre
bambalinas?

¿Cómo puede Él decir que se preocupa por ti, y no poner fin


al abuso que recibiste por parte de tu papá pastor?

¿Cómo puede Él decir que controla todo, cuando no


intervino en el abuso sexual que te traumatizó?
¿Cómo puede…?
Llegaste a la conclusión de que, o sus manos están atadas,
o es que no podrías importarle menos.
De todas formas, a ti tampoco te importa ya.
Te sabes todos los clichés de la iglesia. Son demasiado
super
- Tengo que ser Perfecto

ficiales para responder las preguntas que realmente tienes.


“Así que”, te dices a ti mismo, “¿por qué seguir
intentándolo?” Te alejas de la iglesia organizada, y de Dios
también.

Tanto si sigues corriendo en la rueda de hámster o como si


decides alejarte, tú eres el que sales perdiendo. De las dos
formas acabas muerto y vacío espiritualmente. Te importe
ya o no, caminas por ahí con un corazón dolorido y herido.
De las dos formas, la herejía gana y tú pierdes. “¿Y qué
tiene eso de nuevo?” te susurra una voz. “Siempre ha sido
así”.

Si las historias que he compartido en los últimos nueve


capítulos te parecen exageradas, ¡agradece lo que tienes!
Pero ten en cuenta que tanto las experiencias suaves como
las traumáticas pueden engendrar estas herejías santas. Si
la historia de tu vida es un relato de terror parecido al de la
serie Leave It To Beaver , lo siento. Me he abstenido a
propósito de compartir más historias traumáticas para
evitar que me acusen de ser sensacionalista. Pero he
escuchado de todo, literalmente. Cualquier mezcla de cosas
buenas y malas que hayas tenido como HM, espero que
puedas beneficiarte de alguna forma de lo que ya ha sido
compartido.

Ilustradora Katriina Viljanen TERCERA PARTE

¿CUÁL ES LA SOLUCIÓN?... HABLEMOS


CON SINCERIDAD
DOLOR SINCERO, SANIDAD SINCERA CAPÍTULO 12
Evaluación de daños
l primer paso del proceso de sanidad es evaluar la situa
E

ción: hacer inventario de lo que está mal y determinar cómo


puede ser remediado. Si no lo has hecho aún, otórgate
oficialmente el permiso para pensar, sentir y hablar.
Escucha el otro lado de la frase, el que comienza por “y…”.
Escucha

más allá de las respuestas estándar. Mi esperanza es que


hayas hecho esto a medida que leías.

SABAÑÓN: Un corazón herido se parece mucho al sabañón


que tuve después de una escalada particularmente
desafiante y peligrosa. Mientras estás entumecido, no
sientes dolor. Todo parece estar bien. La negación actúa de
una manera similar, y funciona bien, dado que no sientes
ningún dolor. Por eso la usamos. Pero eso no quiere decir
que todo esté bien en realidad, sino que no puedes sentir la
rotura. Exactamente igual que mis dedos. Cuando estaban
congelados, no podía sentir el dolor, así que soportaba los
cortes y las rocas que caían sin inmutarme. Pero el frío
estaba causando daños. Por eso, cuando mis manos y pies
empezaron a descongelarse en la bañera, en la seguridad
de mi propia casa, ¡madre mía! Empecé a sentir el dolor,
intensa y profundamente. Es por eso que la gente escoge
quedarse entumecida emocionalmente en la negación:
duele demasiado ver con claridad. Duele demasiado
descongelarse. Me gustaría que hu

- Tengo que ser Perfecto


biera una forma más fácil, pero la única manera de sanarse
es a través del dolor.
Ahora es el momento de hacerte un reconocimiento. Vamos
a ver cuántas de las herejías que hemos visto se han
infiltrado en tu pensamiento. Vamos a ver si hay algo de
entumecimiento o congelación en tu corazón. He resumido
las afirmaciones de las 9 herejías santas en las próximas
dos hojas. Marca con qué precisión se ajustan a tu forma de
pensar, tanto si la verbalizas en voz alta como si no. Marca
el número más alto que describe cómo piensas ahora o
cómo has pensado en el pasado.

En las próximas páginas hay algunos test y encuestas que


puedes encontrar útiles.
LAS HEREJÍAS SANTAS QUE LOS HMs SON PROPENSOS A
DESARROLLAR
Marca el número indicado según esta escala:

1- No es cierto en absoluto.
2- Es verdad en cierta medida.
3- Es bastante acertado.
4- Es cierto siempre o casi siempre.

1234
1) “TENGO QUE SER PERFECTO”. Siento (o me dijeron) que
“la imagen lo es todo”. Me ponían como un ejemplo que los
demás querían seguir.

1234
2) “YO YA DEBERÍA SABER”. Siento que nací maduro y
debería haber avanzado más de lo que lo he hecho.
1234
3) “ESTOY AQUÍ PARA OTROS”. Creo que mi labor es hacer
que los demás se sientan cómodos.
1234
4) “SOY DIFERENTE”. Parece que vivo bajo diferentes
expectativas y reglas que los demás.
1234
5) “NO PUEDO CONFIAR EN NADIE”. Yo sé cómo son
realmente las personas de la iglesia bajo la superficie y no
confío en ellas.

1234
6) “PUEDO ARRUINAR EL MINISTERIO DE MI PADRE”. Me han
dicho esto o me he sentido así a menudo.
1234
7) “LAS NECESIDADES DE LOS DEMÁS SON MÁS
IMPORTANTES QUE LAS MÍAS”.

A menudo pienso que mis necesidades son menos


importantes que las de los demás. Creo que otros sienten
más dolor que yo, y que por eso necesitan más el tiempo y
la energía de mi padre y de Dios que yo.

1234
8) “MALDITO SI LO HAGO Y MALDITO SI NO LO HAGO”. Me
siento atascado.No hay terreno neutral. Siento que tengo
- Tengo que ser Perfecto
que dejarme llevar por todo para no ser enemigo del
ministerio. Me doy cuenta de que soy sarcástico y cínico.

1234
9) “DIOS ESTÁ DECEPCIONADO CONMIGO”. No soy perfecto
y siento que debería serlo. Siento que estoy viviendo una
mentira y fingiendo, y que Dios odia las mentiras y la
hipocresía. Yo también me enfadaría con Él, pero eso no
está permitido. A veces siento como si Él me odiase porque
soy “malo”.

LAS FUERZAS QUE IMPACTAN EN LOS HMs Y HPs

Completa la tabla que hay a continuación. ¿Cómo


puntuarías estas fuerzas en tu vida? ¿Qué porcentaje
asignarías a cada categoría de la columna de la izquierda
relativo al impacto que tiene en tu vida? “Otras cosas” es
una categoría comodín, “por si acaso” algo no encaja en
ninguna de las tres grandes categorías. Los cuatro números
de la izquierda tienen que sumar 100 entre todos. Después,
divide el porcentaje que has asignado a cada categoría
entre impacto positivo e impacto negativo. Una vez
sumados, el porcentaje de impacto positivo y el de impacto
negativo deberían ser iguales que el número que pusiste a
la izquierda, en esa categoría. Sé un buen chico y di la
verdad esta vez.
_____% FAMILIA _____% IMPACTO POSITIVO _____% IMPACTO NEGATIVO
_____% COMUNIDAD CRISTIANA _____% IMPACTO POSITIVO _____% IMPACTO
NEGATIVO
_____% CULTURA(S) _____% IMPACTO POSITIVO _____% IMPACTO NEGATIVO
_____% OTRAS COSAS _____% IMPACTO POSITIVO _____% IMPACTO NEGATIVO
_____ _____ _____ 100%

NOTA (me gustan estas anotaciones): En la investigación


que he estado haciendo sobre los HMs y estas fuerzas de
impacto, la mayoría de los HMs han valorado sus familias y
la iglesia como una fuerza mayormente positiva. Eso sonaría
refinado y estupendo (ya ves, ¡términos profesionales de
investigación!), si no fuera porque esas mismas personas
han mostrado signos de tener las herejías santas grabadas
en su sistema de creencias. No soy científico aeroespacial,
pero aquí hay algo que no encaja. Si el entorno es perfecto,
¿cómo puede ser que los HMs acaban mental y
emocionalmente heridos y magullados? Si toda la música de
su vida ha sido perfecta, ¿cómo pueden haber acabado con
grabaciones defectuosas y discos doblados? No podemos
achacarlo todo a la cultura (“el mundo”, como se suele decir
desde el púlpito). ¿Todavía están guardando secretos? ¿Es
una respuesta condicionada? ¿Es esa la respuesta
“correcta” que dar sin pensarlo mucho? No lo sé aún.

¿Aprobaste o suspendiste? ¡Es broma! No hay “suspenso”.


Lo que verás a continuación solo es una tabla de puntuación
para ayudarte a decidir qué acciones emprender en base a
tus respuestas anteriores.

Suma los 9 números que has marcado en el primer test:


______
Por cada número 3 que has marcado, suma dos puntos
extra:
2x __ = ______
Por cada número 4 que has marcado, suma cinco puntos
extra:
5x __ = ______
- Tengo que ser Perfecto
PUNTOS TOTALES = ______

Anota cada 3 y cada 4 que has marcado. Necesitas trabajar


individualmente cada una de esas herejías, al margen de tu
puntuación total y las categorías enumeradas a
continuación.

Si tu puntuación total suma entre 9 y 18 puntos: Tu


tocadiscos está en bastante buen estado. Ve a recoger
flores e inflar globos, y regálaselo todo a alguien.
Asumiendo que hayas sido honesto contigo mismo, has
capeado bastante bien los riesgos laborales que conlleva
ser un HM. Tienes mucho por lo que estar agradecido.

Si tu puntuación total suma entre 19 y 27 puntos: Tienes


algunos discos doblados que necesitan seria atención.
Examina esas conclusiones incorrectas que sacaste y
corrígelas con la verdad. Leer libros de autoayuda y llevar
un diario son unos buenos primeros pasos. Puedes recoger
flores, pero deja lo de los globos para el final de la lectura.
Echa un ojo a la lista de lecturas recomendadas del
apéndice. Hablar con un amigo de confianza también puede
ser muy beneficioso.
Si tu puntuación total suma entre 28 y 44 puntos: Necesitas
asistencia externa. Leer y mantener un diario puede ayudar,
pero ya que las herejías son profundas y penetrantes,
necesitarás la ayuda de un amigo sabio y de confianza que
pueda asistirte, tanto en encontrar la verdad como en
recordártela. Si aún tienes ganas de recoger flores,
adelante. Pero piensa, lee y lleva un diario mientras las
recoges.

Si tu puntuación suma entre 45 y 81 puntos: Necesitas


buscar ayuda profesional. Tienes serios problemas, aunque
tú no te des cuenta. Olvídate de recoger flores. Invierte tu
tiempo buscando un buen terapeuta. Leer, llevar un diario y
hablar con amigos no va a ser suficiente para unir todas las
piezas rotas. Guarda los globos en el bolsillo. Serán un buen
recordatorio de que en la vida no todo es trabajar y sanarse.

Como lo que estamos haciendo en este libro es


asesoramiento, déjame comentarte un par de cosas sobre
esa cosa llamada depresión. Esta palabra que empieza con
“D” ha salido con bastante regularidad hasta ahora,
¿verdad? Ok. Lo primero que hay que decir es que es una
enfermedad real. No “está solo en tu cabeza”, como dicen
algunos. No se “arregla” orando y leyendo más la Biblia. La
depresión es un auténtico desorden biológico y psicológico
(lee el primer punto otra vez) que probablemente requiera
intervención biológica y psicológica. Si estás deprimido de
verdad, no puedes “salir de esta tú solo”. Simplemente, no
puedes. No funcionará, y te sentirás fracasado por no poder
sacarte a ti mismo del “agujero en el que estás”. En vez de
eso, busca ayuda profesional. Y si necesitas medicación,
tómala y no te sientas culpable por ello. Puede que no le
cuentes a todo el mundo que tomas antidepresivos; al fin y
al cabo, tampoco necesitan saberlo. CAPÍTULO 13
Deja que el viaje continúe
ontinúa el viaje porque, si todavía sigues conmigo, estás
C

en la recta final para salir del laberinto de ratas. El proceso


de sanidad y madurez no es tan simple como construir un
sermón de domingo: historia introductoria, tres puntos
principales, una ilustración, un llamado al altar y una
oración final.

No obstante, sigue un patrón reconocible:


(1) Llegas a ser consciente de cada conclusión equivocada
con la que has vivido, herejías santas u otras.

(2) Las llamas por su nombre : mentira, que es lo que son.


Admites que en tu pensamiento hay un error o error parcial.
Admites que tienes algunos discos deformados.

(3) Entonces sales a buscar la verdad , que es más precisa


que la conclusión a la que te habías aferrado como si fuera
verdadera.

(4) Una vez que has encontrado algo más preciso y


verdadero, grabas un nuevo disco . Estableces una nueva
creencia de referencia para el tema en cuestión.

(5) Finalmente, haces el cambio . Con disciplina y


determinación (quizá incluso con la ayuda de un amigo o un
terapeuta), te comprometes con el duro trabajo mental de
quitar el disco viejo mientras haces sonar el nuevo.

- Tengo que ser Perfecto


Sé consciente de las posibles conclusiones defectuosas
El mayor obstáculo para la superación es la falta de
conciencia. No tienes manera de evaluar o cambiar algo si
ni siquiera sabes que existe. Si te metieras en una pelea
callejera con los ojos vendados, perderías seguro. No
obstante, reconozco que hace falta mucha fuerza de
voluntad para replantearse y escrutar las conclusiones con
las que has vivido mucho tiempo. Mientras buscas,
descubrirás que muchas de tus conclusiones son acertadas
y buenas. ¡Genial! Quédatelas. Si tu coche tiene una
pequeña tendencia a desviarse, no tiras el coche entero a la
basura. Aún tienes un buen coche, aunque tenga un
pequeño problema de alineación. Así que quédate el coche,
arregla la alineación y sigue tu camino otra vez. Lo mismo
se aplica a tus patrones de pensamiento. Quédate todas las
cosas buenas, los discos buenos, las conclusiones buenas
que has extraído, y arregla las cosas que necesitan ser
reformadas.

Una forma común de revisar tu pasado y presente es


enfocar tu atención en las cosas malas que sucedieron y
provocaron el dolor y el pensamiento incorrecto. El
pensamiento incorrecto viene del dolor y las malas
experiencias. También viene del recuerdo de las cosas
buenas que no sucedieron . Recuerda que, como vimos en el
capítulo 5, puedo matarte con una pistola (haciendo algo
malo), pero también puedo dejarte morir de hambre ( no
haciendo algo bueno). Sé consciente de la presencia de
experiencias dañinas, así como de la ausencia de
experiencias positivas.

Llámalas por su nombre

Si los discos que suenan en tu tocadiscos son acertados y


verdaderos, ¡genial! Púlelos, ponlos de nuevo y ponte a
escuchar la música. Si un disco o dos están deformados,
dilo. Cuando finalmente admites cuál es la verdad, eres libre
para crecer y hacer los cambios necesarios. ¡Uf! Casi suena
bíblico… “Y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres”
(Juan 8:32). Negación es el término terapéutico que se usa
para quien se niega a llamar pala a una pala. La negación
implica que sabes que algo está mal (fase 1), pero te niegas
a reconocer su existencia.

Busca lo que es verdadero y acertado

Este es el departamento de investigación y desarrollo del


proceso. Cuanto más tiempo hayas pasado en la casa
pastoral o en el ministerio, mejor te sabrás todos los clichés
y respuestas estándar. Pero, ¿cuál es la verdad ? ¿Cuál es la
conclusión más acertada para cada tema? ¿Qué es
verdaderamente real, lo sientas o no lo sientas?

En esta fase del viaje necesitas fuentes externas. Necesitas


saber más de lo que ya sabes. Lee. Habla con otras
personas a quienes respetes y en quienes confíes. Haz
preguntas. Examina lo que oyes. Examina lo que has creído
por tantos años. ¿Funciona en el mundo real? ¿Es
coherente? ¿Es verdad siempre? Y vuelve a las Escrituras
para comprobar si aquellos versículos que memorizaste
para ganar estrellas en la escuela dominical son realmente
ciertos y los has interpretado bien.

Graba un nuevo disco

Toma la información nueva y formula una afirmación corta.


Lanza un nuevo disco. Anótala con tus propias palabras,
palabras que tengan sentido para ti. Escríbela en una
tarjetita y llévala contigo si hace falta. Yo he personalizado
muchos versículos de la Escritura, como si Dios en persona
me hablase directamente a mí con mis circunstancias
actuales en mente. De algún modo,

- Tengo que ser Perfecto


necesito una forma de que las palabras escritas en papel
cebolla se transformen en carne y sangre. A medida que he
hecho eso a lo largo de los años, mi relación con Dios ha
llegado a ser más personal, así como otras relaciones. ¡Qué
concepto!

Haz el cambio

Descubrirás que los discos viejos son extremadamente


difíciles de erradicar, incluso aunque ahora puedes
distinguir la verdad de la mentira. Cuanto más tiempo hayas
vivido con los discos viejos, más tiempo te llevará sintonizar
tu oído con la verdad. A lo largo de los años, tu tocadiscos
se ha ajustado a los discos deformados. También tu
conducta se ha acostumbrado a la presencia de las herejías
santas. Así que te tomará tiempo y energía llevar las cosas
de vuelta al equilibrio. Sé paciente y testarudo. La
testarudez es buena en este caso. Te ayudará a atravesar el
periodo de cambio. Durante ese tiempo, tu mente aún
echará de menos los discos viejos, las conclusiones viejas,
las emociones viejas. Han llegado a ser un hábito. Son
familiares. Al menos, para tu pensamiento. Puedes recorrer
el viejo laberinto para ratas con los ojos cerrados y con un
pie atado a la espalda, y aun así hacerlo en un tiempo
récord. Pero ahora, un pasillo ha cambiado y tú tienes que
pensar. Ahora tienes que cambiar. Con el nuevo disco de la
verdad, tendrás que escoger conscientemente cambiar lo
viejo por lo nuevo, al menos, durante una temporada.

Nunca me ha gustado llegar tarde. Odio llegar tarde a


cualquier cosa, lo cual resulta extraño para alguien que ha
sido criado en una cultura latina. Hace varios años descubrí
el disco que había detrás de mi pensamiento de “odio llegar
tarde”. Mantenía la conclusión de que “las personas
competentes nunca llegan tarde”. Me sonaba bien. Si
realmente eres competente deberías haber previsto el
tiempo necesario para llegar a la hora, ¿verdad? ¡Para mí
tiene sentido! Ser competente era lo mismo que ser
perfecto. Pasaron varias semanas hasta que pude llamar a
este disco por su nombre. Se acerca a la verdad, pero no lo
bastante. Y, llegados a este punto, tuve que redefinir mi
concepto de competencia. Tuve que buscar una definición
más acertada de qué significa ser competente. Y no está
basada en la puntualidad. Conozco a personas que llegan a
tiempo a todo, aunque no son muy competentes. También
conozco a gente muy competente que a veces llega tarde.
Así que tuve que grabar un nuevo disco que decía algo
como esto: “Soy una persona competente, aunque a veces
llegue tarde”. Al principio, parecía no tener sentido, pero al
pasar el tiempo probó ser más verdadero que el disco viejo.
Lentamente, el cambio ocurrió en mi pensamiento. Todavía
me esfuerzo para llegar a tiempo, pero no me machaco si
llego un poco tarde. También soy más tolerante con los
demás cuando llegan tarde.

Se estima que un hábito nuevo tarda 30 días en formarse.


Tiene sentido que lleve más tiempo romper con un hábito
viejo. Así que, entre romper con las viejas conclusiones y
enfocarte en las nuevas, tienes por delante un trabajo de
dos a cuatro meses, como mínimo. En algún momento, los
discos nuevos se convertirán en la respuesta automática,
los que suenan por defecto, por fin. De verdad, sucederá. Y
mientras esto sucede, realmente te vuelves libre. Puede que
seas consciente del cambio, o no, pero llegará. Sé paciente.
Sé testarudo. A medida que los viejos “discos deformados”
(las herejías) sean destruidos y reemplazados por los
“nuevos discos lanzados” (la verdad), estos se convertirán
en ¡música para tus oídos!

Y, ya que estás dentro, ¿por qué no cambias también la


aguja del tocadiscos?
Los siguientes capítulos tratan sobre etapas específicas del
- Tengo que ser Perfecto

viaje de sanidad que muchos HMs deben recorrer en su


búsqueda de sanidad y libertad de esas herejías. Asuntos
como el perfeccionismo, la ansiedad, el perdón y la honesta
búsqueda de Dios no son exclusivos de los HMs, pero es a
los HMs a quienes no les está permitido tener ningún
conflicto en estas áreas. Al fin y al cabo, ¿por qué ibas a
tener un conflicto? ¿No vivías tú en la casa más piadosa del
pueblo? ¿No tenías línea directa con Dios? Seguramente, no
deberías tener conflicto con nada.

“¡Ya basta, Elmer!” CAPÍTULO 14

Lidiando con el tirano “debería”


l perfe ccionismo no está limitado a algo tan simple
E

como obsesionarse con tener todo ordenado. El orden que


tiene tu ropero no determina si eres perfeccionista o no. El
pensamiento perfeccionista no consiste solo en cuán
perfectas quieres que sean las cosas, sino en cómo crees
que deberían ser.

El perfeccionismo es, en parte, un conjunto de patrones de


pensamiento profundamente asentados (¿recuerdas la
ilustración del tocadiscos?) y que muestran una visión
concisa y rígida de cómo deberían ser las cosas para estar
bien. Hay una manera de hacer las cosas, y tú deberías
hacerlas de esa forma.

¿Por qué?
Porque es la forma correcta de hacerlo.
¿Quién lo dijo?
Todos lo dicen
Y yo no debería dudar de lo que dicen…

Las frases con “debería” aparecen muchas veces en este


libro, sobre todo, porque han penetrado en muchos
tocadiscos de HMs. Pero revelan una manera de pensar
peligrosa. Estoy seguro de que cuantos más discos
“deberías” tienes, más ansioso, enfadado y/o deprimido
estarás. ¿Por qué? Por muchas razones.

- Tengo que ser Perfecto


Te deja sin opciones

El pensamiento “debería” te deja sin opciones. Lo haces


todo como “deberías” o lo haces mal y fracasas. Es blanco o
negro para ti. Si haces cada cosa como “deberías”, tienes
éxito. Después de todo, deberías hacerlo de la manera
correcta.

Si lo haces de cualquier otra forma,


has fracasado.
Lo que te convierte en un fracasado… y un perdedor.
Te deja sin elección
Si no tienes opciones, lo siguiente es que no puedes elegir.
Tienes que hacerlo de la forma que deberías. Simplemente,
- Te tiene que gustar la iglesia, porque debería gustarte.
- Debes estar siempre sonriente, porque deberías estar
viviendo “en victoria”.

Sin opciones, sin elección. Eres un mero siervo de un tirano


que se enseñorea de ti de forma invisible, señalándote con
su dedo religioso y pseudo-divino para regañarte.

- “Deberías ser más amable con ella”.


- “No deberías estar tan enfadado con Dios”.
- “Deberías ser más maduro”.
- “No deberías tener problemas con las duras circunstancias
con las que te criaste”.
- “Simplemente, deberías superarlo de una vez y madurar”.

- “No deberías necesitar ayuda”.


- “Deberías ser más fuerte”.
Condenación y miedo

Los tiranos imponen la sumisión usando la condenación y el


miedo. Y los “debería” hacen justo lo mismo. Todas las
declaraciones listadas arriba están a medias. Lo que has
visto es la parte que tú sueles oír o decir. La segunda mitad,
en cambio, rara vez es verbalizada, aunque también suele
estar presente. Escucha algunas de ellas de nuevo:

- “Deberías amar a todas las personas…


o … pero no lo haces, ¡tonto!”
- “No deberías estar tan enfadado con Dios…
o … pero lo estás, ¡pecador! ¡Escoria! ¡La vergüenza de la
sociedad!”
- “No deberías tener problemas con las duras circunstancias
con las que te criaste…
o … pero los tienes. ¡Qué pena!”
- “Simplemente, deberías superarlo de una vez y madurar…
o …pero no lo haces. ¡Qué crío!”
- “No deberías necesitar ayuda. Deberías ser más fuerte…
- Tengo que ser Perfecto
o …pero la necesitas. No eres fuerte. ¡Vago, esmirriado!”

CONFRONTACIÓN: Por cierto, ¿quién te convirtió a ti en


Dios? ¿Y quién los convirtió a ellos en Dios? ¿Quién le dio a
alguno de ellos el poder de decidir lo que debería hacerse o
lo que debería suceder a continuación? ¿Cómo llegaste a
conocerlo todo y a decidir cuál es la única forma correcta de
hacer todas las cosas? ¿Quién te convirtió en Dios? ¿Quién
los convirtió a ellos en Dios?
Al final, dondequiera que hay un “debería”, hay un juicio y
un veredicto. Si vives con el tirano “debería”, te convertirás
en un experto en el auto-desprecio. Y si pones a los demás
bajo ese mismo yugo del pensamiento “debería”, hervirás
en desprecio hacia los demás. Si tienes que actuar de la
forma exacta en la que “deberías”, corres el gran riesgo de
no poder hacer las cosas a la perfección cada vez que las
hagas, siempre. La mayoría de tus elecciones, por lo tanto,
llegan a ser una encrucijada entre tener éxito o fracasar,
ganar o perder, vivir o morir, cumplir el deber o pecar. Y esa
alta probabilidad de imperfección es el terreno idóneo para
que desoven los huevos de la ansiedad y la preocupación.

“Debería ser más agradable.”


“Pero, ¿qué pasaría si no lo soy? ¿Qué pasaría si realmente
no me importaran los demás?”
“Pero deberían importarme…”
“Pero ¿qué pasaría si realmente no me importaran? ¿Qué
pasaría si Dios estuviera escuchando todo esto?”
“¿Qué pasaría si Él me odiara por pensar de esta manera?”
“¿Qué pasaría si…”

Cómo romper con la ansiedad del pensamiento “qué pasaría


si…” es algo que trataremos en el próximo capítulo, pero en
este punto estamos tratando de purgar las conclusiones
“debería” de nuestro tocadiscos. Esos “debería” que suenan
tan espirituales, pero no lo son.

Pero suenan tan bien… suenan verdaderos.


No son correctos.
Pero deberían ser correctos… ¿o no? Después de todo…
Los obtuve directamente de la Biblia, ¿no?

Yo no creo que todo sea relativo y esté sujeto a un debate


basado en percepciones personales. No estoy diciendo que
sea sano “creer lo que quieras creer, siempre y cuando seas
sincero” (más aclaraciones para mantener contentos a los
teólogos que estén leyendo). Las Escrituras son claras. Hay
mandatos de “harás” y “no harás”. Hay asuntos clave que
no aceptan excusas, ni para bien ni para mal. Sin embargo,
Dios nunca ha obligado a la humanidad en general, ni a
ningún individuo en particular, a la obediencia. Dios nunca
ha tomado la decisión por las personas. Él no escogió por
Adán y Eva; y Él no escoge por ti. Dios establece lo bueno y
lo malo, y las consecuencias y las recompensas para cada
uno. Él te anima claramente a escoger la opción correcta.
Pero nunca pasa por encima de ti ni te manipula para que
actúes de cierta manera.

- “Bueno, Sr. Sanford, yo creo en la predestinación. Yo creo


- Tengo que ser Perfecto
que es Dios quien escoge”.

- “¿Qué predestinación y qué ocho cuartos? Nosotros


escogemos a Dios. Él no nos escoge a nosotros. ¿No es
verdad, señor autor?”

- “Oh, ¡dejadlo ya! Él no estaba hablando de la `fe para


salvación´. ¡Está hablando de la manera de vivir nuestra
vida diaria!”

El libro de Proverbios establece claramente el camino de la


sabiduría. Salomón no vacila al hablar acerca de la
responsabilidad de escoger. Algunos escogerán la sabiduría,
algunos la insensatez.

- “Pero deberíamos escoger lo correcto, ¿no es así?”


- “Si queremos llamarnos cristianos tenemos que escoger la
sabiduría, ¿verdad?”
- “¡Estoy perdido!”
Si los patrones de pensamiento “debería” son inexactos,
¿qué es mejor? ¿Qué es más exacto y verdadero?
- “Creo que él debería explicar mejor las cosas, Rudy. No
debería intentar confundirnos así”.

- “Tiene usted razón, Benito. ¡Tendrá que exponerlo más


claramente si quiere convencerme de cómo debería
cambiar yo mi pensamiento!”

Lo que espero de todo esto, es que puedas empezar a


discernir cómo se forma el pensamiento “debería”. Es sutil,
y a menudo es una parte tan presente en tu pensamiento
que ni siquiera te das cuenta de su existencia. El
pensamiento “debería” es peligroso, aun así. Estés
convencido o no, sigue leyendo. Los tiranos no se rinden.
Algunos tiranos gastan mucha energía intentando
convencer a sus siervos de que deberían depender
totalmente de ellos. Pero los “debería” pueden ser
cambiados por algo mejor. De nuevo, es cosa de
intercambiar la mentira por la verdad.

- LA MENTIRA: “Yo debería…”


- LA VERDAD: “Yo podría…”
“Yo querría…”
“Yo escojo…”

Antes de pensar que solo estoy jugando a un estúpido juego


psicológico de palabras, analízalo. Comprueba si así encaja
con las declaraciones hechas anteriormente; si las
declaraciones continúan siendo verdaderas; si los “podría”
son más exactos que los “debería”.

- LA MENTIRA: “No deberías estar tan enfadado con Dios…


o … pero lo estás, ¡pecador! ¡Escoria! ¡La vergüenza de la
sociedad!”
- LA VERDAD: “Yo podría estar enfadado con Dios, si yo
quisiera…
o … aunque desearía que no fuera así.”
Es verdad, podrías estar enfadado con Dios. Estás enfadado,
¡y todavía estás vivo! Puedes estar enfadado. Puedes estar
enfadado, aunque desearías no estarlo. La opción es tuya, la
elección es

- Tengo que ser Perfecto


tuya, sin el auto-desprecio y sin la condenación de Dios.
Echa un ojo a otra declaración:
- LA MENTIRA: “Simplemente, deberían superarlo de una vez
y madurar…
o …pero no lo hacen, ¡qué críos!”
- LA VERDAD: “Desearía que ellos superasen esas cosas…
o …yo puedo ayudar, o puedo simplemente ignorarlos.”

Quieres que ellos superen lo que sea que sea “eso”. Bien,
ese es tu deseo y opinión. (Puedes tener opiniones y
deseos, ¿lo sabías?). Ahora bien, ellos pueden superarlo o
pueden conformarse con quejarse y gimotear. Eso depende
totalmente de ellos. Ellos eligen. Escoger hacer lo que sea
necesario sería sabio, pero ellos podrían, y pueden, escoger
ser insensatos y actuar como víctimas. Por otra parte, tú
podrías ofrecerles ayuda o podrías decidir que lo mejor es
mantenerte a distancia. No hay una forma correcta de
manejar esta situación.

Este ejemplo añade otra dimensión a las relaciones


interpersonales. Si tiendes a vivir bajo el “debería”, muy
probablemente tratarás de hacer vivir a los demás bajo la
misma lista de “debería” o “no debería”. La miseria ama la
compañía. Si tienes que ser un esclavo trabajando todo el
día en medio de la suciedad, no tiene sentido permitir que
los demás vayan a la ópera por la tarde. Así que te vuelves
muy crítico, exigente, degradante y condescendiente. Puede
que pienses que no lo eres, pero me pregunto qué dirían las
personas cercanas a ti…
No es un juego de palabras. Cuando cambias los “debería”
por “podría”, te das opciones a ti mismo.
Cuando tienes opciones, opciones reales, tienes libertad de
elección de verdad.
Cuando tienes elección, tienes libertad.
Cuando tienes libertad, tienes la responsabilidad que
conlleva elegir.
Algunas veces, esa responsabilidad se resume en escoger
entre sabiduría e insensatez.

Sin embargo, la mayor parte del tiempo es un asunto de


escoger entre muchas opciones, donde todas tienen
elementos positivos y negativos. Eres libre de usar el
cerebro que Dios te dio para escoger.

Si escoges la insensatez en vez de la sabiduría, cosechas las


consecuencias que Dios y la naturaleza han establecido de
antemano, pero no eres condenado como persona. Si
escoges la sabiduría, puedes regocijarte en sus
recompensas. Si escoges una de entre muchas opciones
viables, aceptas tanto lo positivo como lo negativo de esa
elección. Sigue sin haber condenación. Si cometes un error,
podrías aprender de él. Podrías querer crecer a partir de esa
experiencia para no repetirla. Podrías…

Probablemente estarás de acuerdo conmigo en que debo


pagar mis impuestos. ¿De verdad tengo que hacerlo?
¿Quién dice que estoy obligado? ¿Quién dice que es una
obligación absoluta?

Hacienda dice que debes hacerlo.


Pero hay personas que no lo hacen.
Pero ellos deben hacerlo.
- Tengo que ser Perfecto
Pero no lo hacen. Algunos eligen intentar evitarlo. Algunos
eligen cobrar en negro solamente. Hacienda no puede
meterse en mi cuerpo y obligarme a firmar cheques.

No puede obligarme a pagar.


Hacienda intenta influir en mi pensamiento. Quiere que yo
escoja pagar mis
impuestos.
Yo podría no pagar mis impuestos. Yo podría ir a la cárcel.
Podría huir del país.
Yo escojo pagar mis impuestos.
Yo desearía que hubiera otra opción.

Yo elijo pagar mis impuestos, igual que elijo obedecer a


Dios, voluntariamente. Quiero obedecerle. Es un podría, no
un debería. Es un quiero, no un tengo que. La acción
externa podría acabar siendo justo la misma, pero la
motivación interna es totalmente diferente. El “debería” te
convierte en esclavo de un tirano. El “podría” te convierte
en hijo del Padre. Lo reconozcan los demás o no, aun así,
permanecerás sujeto a la verdad que escoges. El “debería”
esclaviza. El “podría” libera. El “debería” oprime. El “podría”
habilita.

- “Me imagino que deberíamos deshacernos de todos estos


“debería” de nuestro pensamiento, ¿verdad, Gerardo?”
o “¿De verdad lo crees?”
- “Sí. Es hora de limpiar nuestro tocadiscos, como dijo el
jovencito”.
o “¿De verdad, Elena? Quiero decir… ¿en serio tengo que
hacerlo?”
- “Por supuesto que tienes que hacerlo. ¡Es lo que tienes
que hacer si quieres ser libre!”
Toma un folio
Córtalo por la mitad. En una de las mitades escribe las
afirmaciones que comienzan por “debería” y “no debería”
que detectes en tu pensamiento. En la otra, escribe las
afirmaciones que comienzan con “podría”, “querría”,
“desearía” y “elegiría”.

Pon ambos papeles delante de ti


Elije quedarte con uno de los dos papeles y destruir el otro.
- Sé que debería guardar el papel que dice “podría”, ¿o no
debo?

CLÁUSULA DEL CONTRATO : Sé consciente de cuál es el


papel que has escogido destruir, y renuncia a pensar o decir
las palabras que contiene. ¡Nunca más!

- Pero, profe, ¿qué pasa si me olvido y digo algún “debería”?

¿Te has dado cuenta de lo escurridizos que son los “qué


pasaría si” y los “debería”? ¡Se pueden colar casi en
cualquier lado! Puedes escoger las frases que empiezan por
“podría”. Si ese es el papel que escoges, destruye el otro.
Quémalo, rómpelo en pedacitos, cómetelo, haz lo que
quieras. Pero destrúyelo. También puedes

- Tengo que ser Perfecto


escoger quedarte el papel de los “deberías”, si quieres. Tú
eliges.
Haz el cambio

Cada vez que tengas la oportunidad de usar un “debería” o


“no debería”, detente. Usa uno de los “podría” en su lugar.
Al principio, tendrás que hacer un esfuerzo consciente, pero
valdrá la pena al final. Esta transformación puede llevar
desde unas semanas hasta muchos meses. Sé paciente y
sigue trabajando. Esta es la parte en la que tú y tu mente
vais cambiando.
Sandy era una veterana experta en animarse a sí misma
con el pensamiento “debería”. En una ocasión hice un
ejercicio del tipo “hagamos un trato” con ella. Un par de
días después, me detuvo a mitad de una frase y me lanzó
una mirada asesina. ¡Me acusó de quitarle su vocabulario!
Sin poder usar los “debería”, se había quedado sin palabras,
lo cual era muy raro en ella. Al final me lo agradeció. Aún es
mi amiga. ¡Hasta me dio permiso para hablar de ella!

Recuerda, la libertad proviene del saber y usar la verdad.


Los “debería” son solo percepciones, no la verdad. Los
“podría”, aunque te dan la libertad de equivocarte, también
te dan la oportunidad de elegir la verdad. El “podría” te
inspira, el “debería” erosiona la confianza que tienes. El
“debería” se afana por alcanzar una meta perfecta,
idealista, inalcanzable. El “podría” se esfuerza por una
excelente, realista y alcanzable de verdad. El “debería” no
deja lugar al crecimiento, es todo o nada. El “podría” te
empuja a continuar mientras das lugar al crecimiento y a la
madurez. El “debería” no acepta las limitaciones, sean
cuales sean. El “podría” reconoce las limitaciones legítimas
y acomoda las experiencias de acuerdo a ellas.

El “debería” tiene que morir. El tirano debe ser destronado.


El dedo acusador puede ser reemplazado por un brazo
alrededor de tus hombros. Es tu elección. Puedes vivir como
un esclavo toda tu vida (¡No! ¡No lo hagas!). O puedes
escoger irte libre (¡Escógeme! ¡Escógeme!). Realmente, la
elección es tuya.
CAPÍTULO 15

Venciendo al monstruo de la ansiedad


is años de experiencia instruyendo acerca de cómo en
M
frentar la ansiedad, me han enseñado que para tratar el
tema es crucial comenzar con algunas definiciones básicas.
Con los años he aprendido que las palabras no siempre
significan lo que parecen significar, por lo que suelo
regresar continuamente a mi diccionario para verificar el
verdadero sentido de las palabras. Así que te voy a llevar de
vuelta a la Real Academia de la Lengua para tu lección de
vocabulario de hoy.

- “Por favor, señor profesor, ¿puede explicárnoslo sin usar


esas palabras tan técnicas?”
Ansiedad, curso básico
DICCIONARIO:

MIEDO: Angustia por un riesgo o daño, real o imaginario.


Recelo o aprensión que alguien tiene de que le suceda lo
contrario a lo que desea.

ANSIEDAD: Estado de agitación, inquietud o zozobra del


ánimo. Pavor hacia un peligro percibido y futuro.
PÁNICO: Una reacción de conducta poco aconsejable cuan
- Tengo que ser Perfecto
do estás dominado por el miedo o la ansiedad.

OBSESIÓN: Inundación de pensamientos o ideas (o patrones


de pensamiento) fijas o recurrentes que condicionan una
determinada actitud, muy difícil de detener.

OBSESIVO-COMPULSIVO: Un desorden donde la persona


tiene ideas y hábitos que considera absurdos, pero que la
dominan contra su voluntad. Es un intento de detener el
pensamiento obsesivo ocupándose en conductas repetitivas
como: revisar todo dos veces, lavarse las manos una y otra
vez, limpiar constantemente, etc.

PREOCUPACIÓN: Un término no técnico para la ansiedad.


INQUIETUD: Versión cristianizada de la ansiedad. El uso
legítimo de esta palabra se pierde a menudo por utilizarla
mal. Un caballo pintado de otro color sigue siendo un
caballo, sin importar si bendijiste o no la pintura primero.

La ansiedad se revela de diferentes maneras:


- Temblores o escalofríos
- Sentir demasiada preocupación
- Sentir inquietud, estar al límite o con los nervios en punta
- Fatigarse fácilmente
- Tener problemas para conciliar el sueño
- Tener problemas para concentrarse
- Hacer siempre un “plan B”, un “plan C” y…
- Evitar situaciones o decisiones sobre las que no estás
seguro
- Sentirse atascado e incapaz de tomar decisiones sin
mucho esfuerzo
- Tener miedo a equivocarse
- Dar vueltas y vueltas y vueltas y más vueltas a todos los
pensamientos
- Tener que saber siempre qué es lo que va a ocurrir
después
- Experimentar sentimientos de inminente fracaso o rechazo
- Ser excesivamente controlador
- Estar deprimido
- Enfadarse a menudo sin razón aparente

La ansiedad se genera por patrones o hábitos de


pensamiento (por no llamarlos de otra manera). La frase
que resuena en tu tocadiscos es “qué pasaría si…”:

¿Qué pasaría si… decepciono a alguien?


¿Qué pasaría si… la lío parda?
¿Qué pasaría si… no hago todo como tendría que hacerlo?
¿Qué pasaría si… digo algo que no debería?
¿Qué pasaría si… Dios realmente no me aceptara? (Pues yo
debería ser mejor)
¿Qué pasaría si…?
- Tengo que ser Perfecto

El problema con el pensamiento “que pasaría si…” es tu


enfoque. La ansiedad aparta tu enfoque del presente y lo
lleva al futuro. El miedo del tiempo presente dice: “¡Está
sucediendo! ¡Ahora!”. La ansiedad, en cambio, dice: “¿Qué
pasaría si algún día sucede?” Muchas de las cosas por las
que te has preocupado a lo largo de los años nunca han
sucedido.

- Pero, ¿qué pasaría si esta vez sucede, Milton?

La ansiedad se enfoca en el futuro, un futuro que todavía no


existe y que tal vez nunca llegue a existir tal como te lo
imaginas. Tú no puedes controlar el futuro. Por tanto, cuanto
más te enfoques en el futuro, menos sentirás que estás en
control de tu vida, dado que el futuro está fuera de tu
control. Lo único que puedes controlar es el presente,
porque el presente sí existe. Lo que hagas hoy tendrá
influencia en tu futuro, sí, pero todavía no puedes controlar
ninguna parte de tu futuro. No puedes vivir el mañana hoy.
La ansiedad suele tener éxito fijando tus patrones de
pensamiento en los posibles peligros futuros y dejándote
fuera de control.

Cuando detecté mis propios pensamientos “qué pasaría sí”


(que corrían por mi mente sin control desde la mañana
hasta la noche) empecé a preguntar a todo el mundo cómo
podía detener aquella locura que había en mi interior. Todo
lo que obtuve fueron algunas frases-lema cristianas
desgastadas:

“No te preocupes por el día de mañana”.


“Lleva todo pensamiento cautivo”.
“Piensa solo en las cosas buenas”.

No pretendía ser sarcástico cuando respondí a todas


aquellas personas con un sincero “¿cómo?”. Ellos me
explicaron lo que yo ya debería estar haciendo. Ahora bien,
yo ya sabía todo eso, pero ¿cómo podía llegar ahí? Solo
obtuve miradas en blanco; ninguna respuesta. Nadie pudo
decirme cómo callar aquel patrón “qué pasaría si…”

Romper el patrón de pensamiento “qué pasaría si…” es muy


parecido a romper el hábito de pensamiento “debería”:
(1)Identifica los “qué pasaría si” que están rebotando dentro
de tu mente.
(2)Detén esos pensamientos.
(3)Reemplázalos con esta legítima y presente realidad: “lo
que pasa es... “

Para ayudarme en esta transición inventé una técnica de


cuatro preguntas. Esta técnica parece una tontería
(considera la fuente, ¡un terapeuta!), pero funciona:

Puse estas cuatro cuestiones en una tarjeta pequeña.


(1)Nombra cinco colores que veas ahora mismo.
(2)Nombra cinco sonidos que escuches ahora mismo.
(3)Nombra cinco cosas que sientas físicamente ahora
mismo (por ejemplo, el reloj de muñeca, el viento, los pies
en el suelo, etc.).
(4)¿Qué necesitas hacer o pensar AHORA MISMO?

Colocaba la tarjeta en mi mesita de noche y contestaba las


preguntas al levantarme, tan pronto como tenía suficientes
neuronas despiertas.

- Tengo que ser Perfecto

También llevaba la tarjetita conmigo al trabajo y trataba de


revisar las preguntas por lo menos una vez en unos 3-5
minutos, incluso aunque el día estuviera siendo fantástico.
Los hábitos se construyen y se forman con repetición.

Y cuando me acostaba, volvía a colocar la tarjeta en mi


mesita de noche y contestaba las preguntas una vez más.

No tenía ni idea de si esta técnica, a la cual llamé “3x5+1”,


me haría algún bien o no. Solo sabía que tenía que hacer
algo para detener el pensamiento “qué pasaría si…”, que
me estaba controlando más de lo que yo podía controlarlo. Y
noté que cada vez que lo realizaba, este ejercicio me
ayudaba, aunque fuera por unos pocos minutos. Me sentía
menos ansioso. Algunos días salía victorioso, deteniendo
exitosamente las embestidas de los “qué pasaría si…”; otros
días ganaban los “qué pasaría si…”. Durante el periodo de
tiempo que toma romper un mal hábito y establecer otro en
su lugar, los “lo que pasa es” echaron raíces. Y en el curso
de unos dos o tres meses, el reemplazo se había
completado. No solamente habían echado raíces, sino que
llegaron a ser el pensamiento “por defecto”. Se volvieron
más y más automáticos.

- “¡Estoy curado, Sam! ¡Dios, qué bien se siente!”

Todavía se me cuelan algunas veces los “qué pasaría si…”,


pero ya no tan a menudo. Ahora los “lo que pasa es”
resultan familiares para mi pensamiento, mientras que los
“qué pasaría sí…” me parecen extraños. También he sentido
otros cambios. Comencé a vivir el presente con mayor
consciencia. Antes estaba hundido en el oscuro y profundo
hoyo del futuro. Ahora me doy cuenta de más cosas, me
siento más ligero, recuerdo con más facilidad. También
siento que tengo un mayor control de mi vida, porque mi
enfoque está en las cosas presentes, sobre las que tengo
control, y no en las cosas futuras que no puedo controlar.
Las tres primeras preguntas del ejercicio “3x5+1” usan tus
sentidos físicos para traer tu enfoque al presente, para
alejarlo del futuro. Colores, sonidos y tacto que están solo
en el reino del presente. Es una manera de lograr que tu
mente piense conscientemente en lo que está pasando a tu
alrededor. La razón por la que pido 5 respuestas a estas
preguntas es ¡para poder contar con los dedos! (Pero
siéntete libre de modificarlo en cualquier manera que lo
haga más aplicable para ti).

- ¿Qué pasaría si solo pido cuatro colores? ¿Qué pasaría


si…?

Muy a menudo damos por hecho que cualquier cosa que


nuestra mente esté pensando, es lo que nosotros
deberíamos estar pensando.

- ¿Qué dijo?
- ¡Suena como toda esa palabrería psicológica que nos dijo
aquel evangelista visitante el año pasado, Lucy!

La mayoría de las personas piensan que cualquier cosa que


esté en su mente es el pensamiento por el que se deben
dejar llevar. Si tu mente fuera un perro San Bernardo, te
estaría arrastrando de paseo ahora mismo, tirando de ti
hacia el árbol “qué pasaría si…”, hacia los arbustos del “qué
pasaría si…”, etc. Entonces, tus pensamientos errantes
están escogiendo lo que piensas. ¿No sería mucho mejor el
paseo si tú le dijeras al perro San Bernardo dónde quieres ir,
e hicieras que el perro te obedezca siguiéndote de cerca?
Cuando respondes a la pregunta “¿qué necesito pensar o
hacer AHORA MISMO?”, estás escogiendo qué pensar en el
presente. Tú decides qué camino tomar. Tú estás en control.
Si quieres ir a estudiar, entonces elige estudiar. Si necesitas
una ducha, dúchate; no te quedes preocupado y sin
bañarte. Si estás conduciendo, entonces conduce y disfruta
la conducción. Cuenta los coches,

- Tengo que ser Perfecto

busca matrículas de otros países o, simplemente, presta


atención, ¡aunque sea por primera vez en tu vida! Relaja tu
cerebro. Piensa solamente en lo que tienes delante.

Depresión

La ansiedad es un asunto serio porque va directamente


unida a la depresión. Piensa en el cuadro eléctrico de tu
casa. Si conectases todos tus electrodomésticos en el
mismo alargador, saltaría un automático y se iría la luz en
cuanto lo enchufaras. Y si no tuvieras cuadro eléctrico e
hicieras la misma insensatez, probablemente te
encontrarías con un incendio entre manos. El cuadro
eléctrico existe para evitar que la casa se destruya. La
depresión funciona de forma muy parecida. Algunas
depresiones tienen base biológica. La depresión psicológica,
en cambio, se basa en la ansiedad. La ansiedad y el estrés
se acumulan y se acumulan hasta que llegan a un nivel en
el que pueden traer destrucción física o emocional a tu
cuerpo. Así que tu cuerpo toma una decisión ejecutiva sin
consultarte a ti primero, y dice: “¡De ninguna manera,
Héctor!” Y provoca un apagón. Entonces tienes un apagón
emocional llamado depresión. Para tratar con éxito la
depresión clínica, debes tratar los patrones de pensamiento
que hay detrás y las conclusiones que generan ansiedad.

Ira

La ansiedad es también la raíz de la ira. La ira es una


emoción secundaria, lo cual significa que se compone de
otras dos emociones que se combinan entre sí. A los buenos
cristianitos se les ha dicho que enfadarse está mal. Así que
los feligreses someten su vocabulario a un poco de “cirugía
estética” y dicen que solo están “frustrados” o “molestos” o
“en conflicto”. De nuevo, un caballo de otro color, sigue
siendo un caballo. Revísale la dentadura y verás.

Detrás de la ira (o “frustración”, para quienes aún están en


la fase de negación espiritual) siempre encontrarás
ansiedad. La fórmula para la ira es algo así:

DOLOR + ANSIEDAD = IRA

Cuando mezclas vinagre con bicarbonato obtienes espuma.


Cuando mezclas dolor/decepción con ansiedad (los “qué
pasaría si…”) obtienes ira. La ira es escandalosa y el dolor
es bastante fácil de descubrir, pero descubrir la ansiedad
detrás de todo esto requiere una investigación. Algunas
veces ni siquiera parece presente, pero está ahí. Justo como
en la depresión, llegar a la raíz de la causa de la ira es algo
crucial. El manejo de la ira puede ayudarte a aprender a
dirigir tu ira hacia un objetivo apropiado. Sin embargo, para
disminuir realmente la causa, necesitarás examinar de
cerca los “qué pasaría si…” de tu pensamiento.

La ansiedad, la depresión y la ira son primos con diferentes


apellidos, pero todos son parte de la misma familia
enfermiza. En realidad, la ansiedad es un monstruo. Pero
míralo de esta manera: ¡puedes matar a tres gigantes con la
misma honda y la misma piedra! La técnica “3x5+1”
reducirá tu ansiedad, así que uno fuera. Si estás menos
ansioso en general, es menos probable que estés agobiado
y deprimido; dos fuera. Y con la ansiedad reducida, te
airarás con menos frecuencia; tres fuera.

- “¡Esto es mejor que una semana de campamento de


jóvenes gratis, Bethy!”
CAPÍTULO 16
Esa cosa llamada perdón
ADVERTENCIA: Este capítulo puede ser arriesgado para tus
nociones preconcebidas sobre la dulce doctrina del perdón.
Lee este capítulo solo por tu propia cuenta y riesgo.

a soluc ión cristiana para cada dilema del ser humano es


L

esa respuesta espiritual que lo sana todo, lo arregla todo y


lo soluciona todo, llamada perdón. No me di cuenta de lo
poco que sabía, de lo que no me habían enseñado de la
dinámica real del perdón, hasta que me tomé en serio hacer
un estudio

sobre el tema.

El perdón no es un acto en el que tú, el ofendido, pronuncias


unas palabras piadosas que de alguna manera liberan al
acusado y a ti mismo.

El perdón no es negar que el error ha existido.


El perdón no es olvidar que aquellas cosas sucedieron.
El perdón no es una forma espiritual de decir que el mal que
te hicieron está bien y no hay consecuencias.

El perdón no es una inmolación o autoflagelación. No es un


intento de auto justificación (esto es, de mostrarte justo y
recto) para quedar bien mientras te lames las heridas.

- Tengo que ser Perfecto


El perdón no es confiar automáticamente o sentir amor por
la persona que te hirió.

Todas estas son cosas buenas, pero no son el perdón. ¿Qué


es entonces? Buena pregunta. Aunque corro el riesgo de
que esto parezca una predicación por escrito, déjame
comenzar echando una ojeada al significado de la palabra
original (sí, en hebreo y griego). No domino los idiomas
bíblicos, solo sé hacer trampa y usar la parte final de mi
Concordancia Exhaustiva Strong (con eso me basta para
quedar bien). Cuando me puse a estudiar esta cuestión, lo
que empecé a descubrir me sorprendió.

En hebreo, que es un idioma que se expresa mediante


imágenes (lenguaje simbólico), la palabra perdón se ve más
o menos así:

- Quemar
- Llevarse
- Soportar (interesante)
- Perdonar la penalidad
- Sufrir (¿qué? ¡Nunca supe de esta parte del perdón!)
- Levantar el peso de una carga

Ya había encontrado algunos nuevos giros al significado de


perdonar que no había escuchado antes. Pero al pasar al
griego encontré aún más significados.

- Abandonar
- Hacer a un lado
- Esa cosa llamada perdón
- Poner aparte (bueno, ¡ya empiezo a entender la imagen!)
- Rendir
- Sufrir el daño (¿de dónde vino eso?)
- Enviar lejos de mí
Intenté formar una definición juntando todas estas piezas y
lo que resultó fue algo simple y claro:
Levantar el peso de una deuda, enviarlo lejos y absorber o
sufrir el daño uno mismo.
¡No sé si me gusta tanto esta definición! Puedo aceptar la
parte de levantar y enviar lejos. Pero la parte de sufrir el
daño preferiría ignorarla, ¡muchas gracias! Puede ser muy
difícil de tragar. ¿Puedes recordar un sermón (estoy seguro
de que recuerdas todos los sermones que has escuchado)
que uniera el sufrimiento y el perdón en un concepto
entendible? Si puedes, considérate bendecido. Yo nunca lo
oí, ni siquiera de adulto. Puedo recordar declaraciones del
tipo: “Esa es la cruz que tienes que soportar”. Pero esto es
diferente.

El perdón es un proceso, no un evento. Lleva tiempo


procesarlo (por eso es un proceso). Sanidad y perdón,
ambos toman tiempo.

Cuanto más grande es el agravio, más grande y profundo es


el dolor.
Cuanto más grande el dolor, mayor es el daño o la herida.
Cuanto más grande el daño, más tiempo tarda en sanarse.
- Tengo que ser Perfecto
Cuanto más tarda en sanar, más tiempo se tarda en
perdonar completamente.
No es una gran fórmula de física, solo sentido común.

El proceso del perdón sigue seis fases distintas. Puedes


moverte a través de estas etapas en orden, una por una, o
puedes ir saltando de una a otra. Cualquier forma está bien.
Ahora bien, sea como sea, el proceso debería incluir todas
estas fases:

(1)Formula claramente cuál es la falta que han cometido


contra ti.
(2)Por cada falta cometida hay una deuda que pagar.
(3)Pasa la deuda a Dios.
(4) Tu lista de deudas pendientes es marcada como
“pagada”.
(5)Absorbe el daño, acepta sufrirlo.
(6)Vive el perdón en tu vida diaria.
Formula claramente cuál es la falta que han cometido
contra ti

Sí, antes de poder comenzar a perdonar, necesitas formular


el “qué”, “cómo” y “dónde” que necesitan ser perdonados.
Mira la historia de José en el libro de Génesis. Cuando
finalmente se mostró a sus hermanos, él formuló la falta
diciendo: “Soy vuestro hermano José, ¡a quien vendisteis a
Egipto!”. Ahí está, la falta establecida, simple y llanamente.

Quizá no quieras formular la falta con claridad. Puede ser


que te vuelva a traer dolorosos recuerdos. O puedes sentir
que estás tratando de culpar a alguien en lugar de asumir la
responsabilidad. Por otra parte, si identificas la falta real
cometida contra ti, puede que sea mayor de lo que quieres
admitir, pero también puede que no sea tan grande como la
habías dibujado ante tus ojos.

Diferenciar entre lo que es una infracción específica y


legítima, por un lado, y tu opinión acerca de una falta
percibida, por otro, puede ser difícil. ¿Es esa falta en
cuestión una violación de la ley civil, bíblica o moral? Ser un
padre muy ocupado no es delito. Sin embargo, no es sabio.
Conlleva resultados negativos para la familia, así que,
aunque no es ninguna infracción de la ley, fallar en proveer
para las necesidades emocionales de tus hijos es moral y
espiritualmente incorrecto. No estoy tratando de hacer
juegos de palabras. No se trata de semántica, sino de
encontrar la verdad. Encontrar la verdad en medio de todas
tus emociones, opiniones y percepciones puede ser una
tarea difícil. Sin embargo, es necesario si se quiere alcanzar
el perdón. Aquí es donde una perspectiva externa objetiva
es de inestimable valor.
EJEMPLO DEL COCHE: Intentaré usar un ejemplo simple para
pasar por las seis fases. Digamos que te has enfadado
conmigo por algo que leíste. En tu estado airado,
encuentras mi coche y golpeas el parabrisas delantero. (Por
favor, es solo un ejemplo, ¡no tomes esta idea en serio!).
Cuando vayamos al juzgado local, el juez intentará
determinar qué fue hecho incorrectamente. La infracción
específica que cometiste contra mí es romper el parabrisas
de mi coche. No fue enfadarte conmigo, ni estar en
desacuerdo conmigo. El

- Tengo que ser Perfecto

juez no está interesado en la ira o el desacuerdo, sino en la


ley que fue violada. El estatuto 35, párrafo 21, subsección
103 dice: “No dañar propiedades que pertenecen a otra
persona”. Tú rompiste mi parabrisas. La falta ha sido
claramente establecida.

Por cada falta cometida hay una deuda que pagar

De repente hay un “tú me debes” que antes no existía. El


estiércol atrae a las moscas. Las faltas implican deudas.
Quizá esto no suene muy cristiano, pero es la verdad.
Cuando la humanidad, representada en Adán y Eva, pecó
contra Dios comiendo del fruto prohibido, contrajo una
deuda. Una deuda que finalmente fue pagada con la muerte
de Jesús.

VOLVIENDO AL EJEMPLO DEL COCHE: Tú cometiste un error


cuando golpeaste mi parabrisas. Ahora me debes un nuevo
parabrisas. Si yo tuviera un buen abogado, también me
deberías un millón de dólares, ¡por “daños y perjuicios”! La
falta ha sido formulada y la deuda ha sido establecida.

Igual que necesitas formular claramente la falta, también


necesitas definir claramente la deuda que se te debe. Ahora
bien, decir que me debes un nuevo parabrisas es fácil, pero
definir la deuda en el contexto de una relación personal es
mucho más difícil.

La persona que te faltó, te debe:


- Admitir que realmente sucedió, que él de verdad te hizo
eso
- Admitir que lo que hizo es malo
- Confesar que fue su falta (tanto si intentó herirte como si
no, sus acciones te causaron dolor; eso estuvo mal y es su
falta)
- Reparar cualquier daño que sea reparable
- Decir la verdad de los hechos a aquellos que necesiten
saberlos
- Pedirte perdón

Esta noción de que el ofensor te debe, puede no sonar muy


bien. Pero sí que te debe. Y tú sí tienes una “lista de
deudas” en la mano, aunque ni siquiera sepas lo que
contiene. Necesitas saber lo que está escrito en esa lista
para que el proceso del perdón continúe. El perdón y la
confrontación no son tópicos mutuamente excluyentes. Si
una falta ha sido cometida, debes confrontar a la persona
ofensora, sabiendo que mientras estás confrontando,
también estás perdonando, pues ambas cosas comienzan
con una declaración de la falta hecha y la deuda contraída.
La confrontación le muestra su ofensa y la deuda que ha
adquirido, y le pide que pague y absorba la parte del daño
que pueda absorber. Si confiesa, se arrepiente y está de
acuerdo en cubrir la deuda, eso hace el proceso mucho
mejor y más fácil para ti. Todavía tendrás un dolor que
necesita sanidad, aún será necesario restablecer la
confianza, y el proceso todavía tomará tiempo, pero todo
será un poco más fácil. Y si él se niega, tú continúas el
proceso de perdón por tu propio lado, por duro que pueda
ser.
Algunas veces la confrontación no es un curso de acción
bueno o sabio. Si la persona todavía es dañina,
manipuladora o peligrosa (física, emocional o
espiritualmente), puedes escoger

- Tengo que ser Perfecto

no confrontarla. Proverbios 9:7-8 dice: “El que corrige al


escarnecedor se acarrea afrenta; el que reprende al impío,
se atrae mancha”. ¿Conoces a alguien así? “No reprendas al
escarnecedor, para que no te aborrezca…” es la acción
lógica y segura en estos casos. También puedes escoger
usar el sistema legal para hacer la confrontación y asegurar
tu seguridad. O puedes escoger renunciar a cualquier forma
de confrontación y avanzar en el proceso del perdón. La
elección la debes hacer tú.

Pasa la deuda a Dios

Ahora que tienes una lista de las faltas cometidas contra ti


viene la parte difícil. Has hecho una lista de los “tú me
debes” y, al hacer esto, te has convertido en el cobrador del
frac. Las faltas deben ser pagadas. Dios estableció el mundo
de esta manera. Su mismo carácter refleja eso. Las faltas
deben ser reparadas. La pregunta es: ¿Quién velará porque
estas faltas específicas, de esta lista específica, sean
arregladas? ¿Y cuándo? ¿Quién será el guarda de las
deudas? Los candidatos se reducen a dos: Dios o tú.

¿Guardarás la lista de deudas? ¿Tratarás de aferrarte a ella


hasta que sea pagada? ¿Quieres el empleo de cobrador de
deudas? ¿Intentarás hacer pagar a los deudores?

O…

¿Pasarás la lista a Dios? ¿Le permitirás que sea el guarda de


las faltas, que sea Él quien se asegure de que son
arregladas? ¿Lo dejarás todo en sus manos para que sea Él
quien compruebe qué deudas son marcadas como pagadas?
¿Le permitirás ser el cobrador de deudas?

Para que sea una elección sincera, tienes que creer que
Dios de verdad arreglará las faltas, que realmente le
importa, que Él no perderá tu lista debajo de alguna nube
celestial, ni te dirá a la ligera: “¡Bástate mi gracia!” ¿Está
Dios ahí? ¿De verdad le importa? Las respuestas de escuela
dominical no son suficientes aquí. Estas son las preguntas
del corazón que salen a la superficie cuando a ti se te
presentan circunstancias como estas.

VOLVIENDO AL EJEMPLO DEL COCHE: Tú cometiste una falta


contra mí. Tienes una deuda conmigo. Pero yo escojo dar mi
lista de las deudas a Dios. Así que no cuentes conmigo. Yo
no estoy aquí para cobrar mi parabrisas, ya no más. Ahora
el asunto queda entre Dios y tú.

Con tu perdón, decides pasar la deuda al cuidado de Dios,


para que Él le dé seguimiento. Ahora el asunto está entre la
otra persona y Dios. Tú estás fuera del grupo por completo.
Ya lo dejaste ir. Lo mandas lejos de ti, como una elección,
como un recuerdo.

Tu lista de deudas pendientes es marcada como “pagada”

Una vez que entregas la lista, la persona que te hizo daño


no te debe nada. No te debe ni una sola cosa; ni una
disculpa, ni un “lo siento”, nada. Todo entre vosotros está
cubierto con el “pagado” que está escrito con tu propia
letra. Es por eso que es tan difícil soltar la lista. Solemos
querer algo del ofensor, aunque sea algo pequeño, algo que
nos ayude a sentirnos mejor o a reivindicarnos. Quizá seas
demasiado espiritual para buscar venganza, pero puedes
albergar un secreto deseo de estar ahí cuando Dios le dé su
merecido. Examina los motivos de tu corazón.

- Tengo que ser Perfecto

VOLVAMOS AL EJEMPLO DEL COCHE: Me faltaste. Tienes una


deuda conmigo. Pero yo escojo dar mi lista de deudas a
Dios. Ahora el asunto está entre tú y Él. Cuando tú caminas
fuera del juzgado, ya no me debes absolutamente nada, ni
siquiera un “adiós”. Estás libre de todas y cada una de las
obligaciones. Estás libre y limpio a mis ojos. He escrito en
mi copia de la lista de deudas “pagado”. El mazo ha caído,
el juez se ha ido, y nosotros seguimos cada uno por su
camino.

NOTA ADICIONAL: Sin embargo, si tú decides ofrecerte a


pagar mi parabrisas, ¡con gusto aceptaré tu reembolso! ¡No
rechazaré tu oferta para parecer más espiritual! Seamos
realistas, se permite aceptar tu arrepentimiento y tu dinero.
Si haces esto, me facilitarás completar el proceso de
perdón, aunque no me siento obligado por tus acciones.
Tampoco intento obligarte a ninguna acción específica.
Puedo perdonarte, cooperes o no.

Este es el punto en el que muchos de los mitos acerca del


perdón cobran vida. Que hayas perdonado a la persona que
te ofendió, no significa que automáticamente confíes en
ella, que te caiga bien o que quieras estar con ella. Te he
perdonado por golpear mi parabrisas, ¡pero no voy a
aparcar junto a ti en el parking de la iglesia el próximo
domingo! El perdón y la confianza son dos cosas
completamente diferentes. Perdóncomienza con la letra “p”,
confianza, con la letra “c”. Por lo que yo sé, puede que tú
todavía estés enfadado, y hasta podrías ser peligroso.
Volviendo a la historia de José, lo de poner dinero en los
sacos de grano de sus hermanos y exigirles que trajeran a
Benjamín a Egipto era una prueba. José estaba
comprobando si sus hermanos, que habían sido peligrosos e
indignos de confianza el día que lo vendieron como esclavo,
ya eran dignos de confianza en ese momento. Solo cuando
ellos demostraron ser dignos de confianza, él se les reveló.
El perdón te toca a ti darlo, pero la confianza se la tienen
que ganar quienes te han hecho daño. Siempre.

Absorbe el daño, acepta sufrirlo


Si marcar como “pagado” la lista de deudas es la parte
difícil, absorber el daño es la parte costosa.

VOLVAMOS AL EJEMPLO DEL COCHE: Una vez que


abandonemos el tribunal, tú no me debes nada. ¿Qué hay
de mi parabrisas? ¿Ha sido mágicamente arreglado por un
par de ángeles con talento para la mecánica? No lo creo.
¿Quién paga el nuevo parabrisas? Yo lo hago. Yo pago el
precio. Yo absorbo el daño. Yo sufro los inconvenientes de
todo esto. Yo conduzco hacia el taller de reparaciones con el
viento en la cara y los insectos entre mis dientes. No hay
oración mágica aquí. Con el perdón, yo gasto el dinero y
hago el trabajo para reparar el parabrisas. Ahora bien,
absorber el daño no es decir que tú absorbes la culpa, no es
tu culpa. NO ES TU CULPA. No es justo. ¿Está
suficientemente claro? No fue –y nunca será– tu culpa.
Punto. Aun así, tú decidiste soltar la lista de deudas. Y ahora
tienes que hacer lo que sea necesario para traer sanidad y
restauración a tu corazón roto y/o tu cuerpo quebrantado.
Tú decides actuar en lugar de quedarte tirado como un
cachorrito lastimado esperando que

- Tengo que ser Perfecto

otros se ocupen de ti. Pero déjame repetirlo: NO es tu culpa,


no es justo y tú no estás aceptando la culpa por la
infracción. Simplemente, estás absorbiendo el coste de la
sanidad para volver a estar bien.

Dos cosas hacen que el absorber el daño sea aún más


difícil.
(1)Cuando la ofensa todavía persiste. En este caso, puede
que necesites alejarte del ofensor tanto como sea posible.

(2)Cuando alguna parte del daño es permanente e


irreversible, ya sea física o emocionalmente. Algunas
heridas sanan, pero te dejan cicatrices para toda la vida.
Cuando esto sucede, necesitas ir más profundo dentro de tu
alma para ser capaz de extender el perdón que te hará
libre.

Vive el perdón en tu vida diaria

Una vez que te has dado por vencido respecto a aferrarte a


la lista de deudas, actúas como si el ofensor no te debiera
nada de ese momento en adelante. Es posible que aún no
confíes en él, pero no le recuerdas la infracción, ni de forma
verbal ni de forma no verbal, ni explícita ni
disimuladamente, ni en serio ni sarcásticamente. Cuando lo
ves, actúas bajo la convicción de que la lista de deudas ha
sido marcada como “pagada”. Lo tratas con el respeto que
tú extenderías a cualquier ser humano, aun cuando el dolor
pueda seguir presente en tu corazón. En esto consiste el
verdadero perdón. Y el verdadero perdón trae verdadera
libertad. Puede llevarte algunos días, semanas e incluso
años ir del principio al fin. Que así sea. Cada caso es
diferente y único. Mientras que la progresión es similar, el
ritmo de avance no lo es. CAPÍTULO 17

Encontrando a Dios entre los


escombros
ste capítulo ha sido el más difícil de escribir de todos. No
E

porque no sepa dónde está Dios, sino porque el viaje a su


presencia no puede ser reducido a palabras con facilidad.
Además, ya has escuchado todas las palabras, acrósticos y
ejemplos. Expresar este concepto sin que suene como otro
mandamiento no es una tarea fácil.

Encontrar a Dios sin perderse en el laberinto de la jerga


religiosa puede tener sus trucos y resultar un poco
complicado. Ser atraído a la presencia de Dios sin verse
metido en políticas organizacionales no es fácil. Pero si de
verdad hay un Dios (y yo creo firmemente que así es),
quiero encontrarlo y conocerlo mejor. Sé todo acerca de Él.
Sé lo que pienso acerca de Él. Pero quiero conocerlo a Él, al
ser que vive y habla y se mueve.

Hace casi dieciséis años, me topé con un pequeño libro –el


único que quedaba en la estantería– titulado
“Experimentando las profundidades de Jesucristo”. Lo tomé.
Su autor era una mujer francesa del siglo XVII llamada
Jeanne Guyon. Aquel libro me introdujo a la arena del
silencio, la contemplación y la rendición. No intentaré aquí
igualar la elocuencia de Guyon en el tema de experimentar
la presencia del Todopoderoso. Sin embargo, sí me gustaría
compartir algunos pensamientos que he recopilado a lo
largo del viaje que hice para salir de los escombros:

- Tengo que ser Perfecto


Dios no es quien yo pensé que era

Había escuchado acerca de Dios toda mi vida. Conocía


ambos lados de cada argumento doctrinal. Sabía lo que mis
padres pensaban. Sabía lo que otros pensaban. Incluso era
consciente de lo que yo mismo pensaba. Pero no estaba
listo para un Dios que está tan vivo y es tan real que se
niega a ser encerrado en mi caja de teología sistemática.

Cuando Dios no era más que una doctrina que estudiar,


organizar y defender, yo era más grande que Él. Y me sentía
a salvo, porque yo podía tomarlo o dejarlo. Pero en cuanto
Él llegó a ser el Dios del universo parado delante de mí, yo
ya no pude hacer nada para contenerlo. Él era más grande,
y yo sentía temor. Me faltan palabras para expresar este
pensamiento. De repente, Dios no ya encajaba en ninguna
de las cajas que había preparado para Él. Él no era quien yo
creía que era.

Dios sí me ama

Este punto puede sonar demasiado obvio incluso para ser


mencionado, pero es donde Dios comenzó conmigo. Yo me
sé (y siempre he sabido) todas las canciones y versículos
que dicen que Dios me ama. Pero, ¿es cierto? ¿Me ama de
verdad? ¿Me ama todo el tiempo? Si quieres escuchar una
locura, esto lo es: un Dios soberano tomando
unilateralmente la decisión de amarme, solamente por mi
beneficio, un compromiso que es ilimitado y no puede ser
roto o arruinado por nadie (ni siquiera yo). Su amor no tiene
final. Él pagó por todas mis faltas, y ya no serán recordadas
jamás. Esta es una clase loca de amor, ¡pero es verdad! Así
es como Él define su amor por mí.

Conforme Dios susurraba sus “sí, sí, sí” a todas mis


preguntas, mis “sí, pero…” comenzaron a gritarle a él:
- “Sí, pero no soy nadie”.
- “Sí, pero no soy perfecto. Mira toda esta basura...”.
- “Sí, pero realmente no soy bueno para nada”.
- “Sí, pero tú necesitas enfocarte en otras personas, no en
mí”.
Un día, tomé 1 Corintios 13:4-8 y lo copié como si fuera una
carta de Dios para mí. No la volví a encontrar, pero recuerdo
que era más o menos así:

“Querido Tim:

Soy paciente contigo, me interesas, no soy arrogante, no


actúo condescendientemente hacia ti. No seré grosero
contigo…

Con amor.
Dios”
Paso a paso comencé a confiar en sus palabras (al menos
un poco). Tú también puedes.
Dios es personal, no institucional
Con los versículos de Romanos 8:38-39 hice algo similar:
“Tim:
Nada, nada, ni las faltas que has cometido, ni tu ter
- Tengo que ser Perfecto

quedad, ni tu impaciencia, ni lo que te ha pasado, ni las


circunstancias, ni negarte a trabajar en el ministerio, ni los
“sí, pero…”, ni la manera en la que te autocríticas, nada
puede separarte de mi amor. Nada puede hacer que deje de
amarte. Nada.

Dios”

Esto no es un arreglo del tipo “haz esto y te aceptaré”. Esta


es una amistad loca del tipo “te amo porque quiero, y
punto”, que no tiene sentido para los humanos, pero sí tiene
sentido para Dios, porque le importamos. Todavía no he
llegado al fondo de su amor por mí. De hecho, estoy
empezando a creer que tal vez no hay fondo, no hay final,
no hay límites, no hay terminación a su amor por mí.

Dios entró a mi mundo


A medida que su amor personal comenzaba a tomar mi
corazón, fue como si sus abrazos me envolvieran y me
sostuvieran con seguridad. Aunque me llevó un tiempo, al
final descubrí que Él había entrado a mi universo, donde yo
estaba. Él estaba viendo mi mundo, sintiendo mis
sentimientos y tocando mi dolor. Él, de entre toda la gente,
vino a la jaula de ratas de laboratorio y se sentó conmigo.
No tuve que estar de rodillas con las manos entrelazadas.
No tuve que cerrar mis ojos. No tuvo que suceder solo en un
domingo. No tuve que encontrarlo en el altar o durante mis
devocionales oficiales. Y cuando Él entró, ¡no me condenó!
No tomó el rol de un instructor de campamento militar con
una cara severa, dirigiendo algún tipo de inspección
espiritual de guante blanco. No se impuso a la fuerza. De
igual manera, Él no hará de menos tu dolor, tu miedo, tu
confusión, tus preguntas o tus sueños. Mientras trabajaba
en esta parte del capítulo, David Gatewood me compartió
una experiencia personal que ilustra lo opuesto a la manera
de operar de Dios. Él había estado en el campo de la
consejería cristiana durante unos diez años y por fin había
logrado que su padre pastor asistiera a la convención de la
Asociación Cristiana de Estudio Psicológico. Estaba muy
emocionado, ya que podría enseñar a su papá su mundo y
lo que él hacía para sostenerse económica y
ministerialmente. 15 minutos después de que comenzara la
presentación inicial, su padre miró su reloj, se volvió hacia
David y le dijo: “Creo que tengo otros asuntos a los que
debo asistir. Hay una recaudación de fondos que
probablemente debería hacer yo”. Tras excusarse para dejar
la convención, adornó su despedida con un “No te molesta,
¿verdad?”. Su propio padre no podía, o no quería, tolerar el
mundo de su hijo. David recordaba cómo esto lo había
lastimado, hasta tal punto que le había hecho llorar.

Esto no pasa con Dios. De nuevo, un viejo versículo cobró


vida para mí: “No te desampararé ni te dejaré” (Heb. 13:5).
Nunca. Yo había caminado solo toda mi vida, pero ahora
puedo permitir que Dios camine conmigo. Él así lo quiere. Mi
visión de Dios ha cambiado de la de un entrenador que se
para en las líneas laterales del campo de futbol empujando,
gritando y mandando, a la del guía alpinista que te dirige al
pico de una montaña, animándote, respetándote y
ayudándote a subir. Nosotros escalamos juntos. Dios ha
estado dispuesto a entrar en mi mundo todo el tiempo. Era
yo quien lo mantenía fuera… porque tenía miedo.

Dios me atrae hacia su mundo


Poco a poco, comencé a creer que Él sí quería lo mejor para
mí. Así que gradualmente comencé a confiar en Él. Dejé de
ir a
- Tengo que ser Perfecto

otras fuentes para investigar acerca de Él y empecé a ir


directamente a Él. Comencé a sentarme en silencio y a
entrenar mi mente para que permaneciera tranquila. La
simple oración de: “Dios, quiero verte como Tú te ves a ti
mismo” se convirtió en el lema de mi corazón. Él me estaba
atrayendo a su mundo.

OTRO OBSTÁCULO MENTAL: No soy una persona de las que


dicen “que cada uno crea lo que quiera”. Tampoco soy de
los que piensan que la experiencia valida las Escrituras. Lo
que estoy intentando decir es que necesitas mirar más allá
de la superficie de las cosas para centrarte en su propósito.
Necesitas enfocarte, no en un lugar o una actividad, sino en
la persona de Dios mismo. Necesitas un viaje más allá de lo
eclesial hacia lo experiencial.

A medida que Él me atraía más profundamente hacia Él,


salían más y más a la luz mis propios temores.
- Temor a estar equivocado
- Temor a ser demasiado “liberal”
- Temor a no tener la suficiente fe
- Temor a no ser lo suficientemente bueno

Llegados a este punto, una segunda oración se añadió a la


primera: “Dios, déjame verme como Tú me ves”. La primera
oración me atemorizó, pero la segunda horrorizó cada fibra
de mi ser.
- ¿Qué pasaría si Él no me contesta?

- ¿Qué pasaría si no tengo suficiente fe?


- ¿Qué pasaría si estoy equivocado?

El silencio, como ya había aprendido, es la expresión


externa de la rendición. Quizá es por eso que evito tanto el
silencio. A menudo hablamos acerca de la rendición, de
cómo deberíamos rendirnos, pero la realidad de la sumisión
es diferente. Para mí, el silencio significa:

- No tengo elección, ni voz, ni voto


- No tengo defensa propia. Soy totalmente vulnerable
- Es su mundo, no el mío, y yo necesito escucharle a Él
- Él determina los asuntos que hay que tratar, no yo
- Dios habla, yo guardo silencio. Pero en el silencio de su
mundo, Él habla vida a mi alma
- Él no me condena, aun cuando yo me condeno a menudo
- Él no se impacienta conmigo
- Él no me rechaza
- Él no me odia
- Él no espera que yo sea perfecto, aun cuando yo mismo lo
espere
- Él no espera que yo finja
- Tengo que ser Perfecto
- Él quiere que me sienta seguro
- Él sí me ama
- Soy aceptable para Él ahora, tal como soy
- No lo he decepcionado
- Él está enfadado por todas las faltas que me han infringido
- Él sí ve toda la hipocresía, y Él también la odia
Él te dirá lo mismo a ti.

Cuando huí de su mundo y regresé al mío, Él permaneció


conmigo. Caminamos en mi mundo y, eventualmente, Él me
atrajo de regreso al suyo. Ahora, cualquiera que sea el
mundo en el que me encuentre, sé que no estoy solo. Él es
mi Dios y nada me puede separar de Él.

Dios es mío

A medida que he ido experimentando un crecimiento


genuino, Dios se ha vuelto personal para mí. Lo conozco
directamente, no de segunda mano. Él no es el amigo de un
amigo mío. Él es mi amigo. También lo conozco como el
Todopoderoso, y me estremezco con un sano respeto hacia
Él. Él se ha convertido en mi Dios. Nadie puede quitármelo
ahora. La iglesia no puede, el mundo no puede, los amigos
no pueden, mis padres no pueden, mi familia no puede, y el
infierno mismo no puede (aun cuando lo ha intentado,
literalmente). Él es mío. Yo le conozco. Yo le amo. Él me
ama. Puedes quitarme mi reputación, puedes quitarme el
trabajo o mis finanzas o mi familia o mi salud, aun mi vida,
pero no puedes quitarme a Dios.

Yo encontré a Dios, no en los bancos de la iglesia, sino en el


sofá de mi salón, tarde por la noche, con las luces apagadas
y un edredón sobre las piernas. Lo encontré, no mediante
un estudio, sino quedándome sentado y permitiendo que los
versículos que había aprendido cuando era niño me
hablaran. Lo encontré, no escuchando a un gran predicador,
sino guardando silencio el tiempo necesario hasta que
escuché la tranquila voz de Dios sobrepasando mis propios
pensamientos.
Un último obstáculo mental. No estoy en contra de la
iglesia, de la predicación, de la escuela dominical o del
estudio bíblico. Todas estas cosas son parte de mi vida y las
disfruto, la mayor parte del tiempo. Pero tal vez, como yo,
has tenido problemas en encontrar a Dios en estos lugares.
Tal vez, como yo, necesitas encontrarlo en el sofá, o en la
pradera, o escuchando alabanzas con tus auriculares o en
las páginas de un diario. Yo necesitaba salirme de los
“debería”. Tal vez tú también.

Donde sea que necesites mirar, mira. Algunas veces no


podemos ver el bosque porque solo vemos los árboles.
Algunas veces, quien fue criado en el santuario necesita
salir fuera de los sagrados muros para ver finalmente la
verdad. Así es para algunos de nosotros. Tal vez también
para ti.

Nunca es demasiado tarde para escudriñar entre los


escombros. Nunca es demasiado tarde para mirar
honestamente dentro del tocadiscos de tu mente. Nunca es
demasiado tarde para perseguir las herejías santas hasta
que salgan de tu pensamiento de casa pastoral. Nunca es
demasiado tarde para sanar las heridas. En mis años de
ministerio y como terapeuta no hay mucho que no haya
visto u oído, y lo sé, nunca es demasiado tarde. NUNCA.

- Tengo que ser Perfecto


Hay mucho más que quisiera expresar, pero las palabras se
acaban aquí. No hay más palabras.

APÉNDICES
IDEAS PARA MANTENER UN DIARIO
1. No hay reglas. No hay un “esta es la manera correcta de
hacerlo”.
2. No tienes que escribir todos los días, ni registrar todo lo
que sucede en el día. El diario es para tu beneficio, así que
no te conviertas en su esclavo. Siéntete con la libertad de
permitir que los días –aún las semanas y los meses– pasen
entre una anotación y otra. Escribe conforme a la necesidad
o el deseo que surja.

3. Escribe lo que en realidad estás pensando. Ponlo en


palabras de la mejor manera posible. Escribe tus
sentimientos, pensamientos, preguntas y opiniones –las
cosas “de adentro”. Nada es inaceptable para ser escrito. Si
lo estás pensando o sintiendo, escríbelo. Estás siendo
honesto y abierto contigo mismo.

4. No edites lo que escribes. No necesitas escribir usando


frases completas. No te preocupes de la ortografía. Tu
anotación ni siquiera tiene porqué tener sentido. Pueden ser
fotos, diagramas, garabatos, lo que sea necesario en el
momento… para ti.

5. Si estás preocupado por el hecho de que alguien lea tu


diario con tus sentimientos por otras personas, usa sus
iniciales u otro símbolo que tú entiendas al escribir sobre
ellos.

6. Guarda tu diario en un lugar seguro. Si estás escribiendo


lo que está en tu mente y tu corazón, cuídate a ti mismo,
guardando tu diario. Comparte tu diario solo con quien tú
quieras, cuando tú quieras y por los propósitos que quieras.

7. Si no funciona, déjalo.
- Tengo que ser Perfecto
LAS HEREJÍAS SANTAS QUE LOS HMs SON PROPENSOS A
DESARROLLAR
Marca el número indicado según esta escala:
1- No es cierto en absoluto.
2- Es verdad en cierta medida.
3- Es bastante acertado.
4- Es cierto siempre o casi siempre.
1234

1) “TENGO QUE SER PERFECTO”. Siento (o me dijeron) que


“la imagen lo es todo”. Me ponían como un ejemplo que los
demás querían seguir.

1234
2) “YO YA DEBERÍA SABER”. Siento que nací maduro y
debería haber avanzado más de lo que lo he hecho.
1234
3) “ESTOY AQUÍ PARA OTROS”. Creo que mi labor es hacer
que los demás se sientan cómodos.
1234
4) “SOY DIFERENTE”. Parece que vivo bajo diferentes
expectativas y reglas que los demás.
1234

5) “NO PUEDO CONFIAR EN NADIE”. Yo sé cómo son


realmente las personas de la iglesia bajo la superficie y no
confío en ellas.

1234
6) “PUEDO ARRUINAR EL MINISTERIO DE MI PADRE”. Me han
dicho esto o me he sentido así a menudo.
1234
7) “LAS NECESIDADES DE LOS DEMÁS SON MÁS
IMPORTANTES QUE LAS MÍAS”.

A menudo pienso que mis necesidades son menos


importantes que las de los demás. Creo que otros sienten
más dolor que yo, y que por eso necesitan más el tiempo y
la energía de mi padre y de Dios que yo.

1234
8) “MALDITO SI LO HAGO Y MALDITO SI NO LO HAGO”. Me
siento atascado.No hay terreno neutral. Siento que tengo
que dejarme llevar por todo para no ser enemigo del
ministerio. Me doy cuenta de que soy sarcástico y cínico.

1234
9) “DIOS ESTÁ DECEPCIONADO CONMIGO”. No soy perfecto
y siento que debería serlo. Siento que estoy vivien
- Tengo que ser Perfecto

do una mentira y fingiendo, y que Dios odia las mentiras y


la hipocresía. Yo también me enfadaría con Él, pero eso no
está permitido. A veces siento como si Él me odiase porque
soy “malo”.

LAS FUERZAS QUE IMPACTAN EN LOS HMs Y HPs

Completa la tabla que hay a continuación. ¿Cómo


puntuarías estas fuerzas en tu vida? ¿Qué porcentaje
asignarías a cada categoría de la columna de la izquierda
relativo al impacto que tiene en tu vida? “Otras cosas” es
una categoría comodín, “por si acaso” algo no encaja en
ninguna de las tres grandes categorías. Los cuatro números
de la izquierda tienen que sumar 100 entre todos. Después,
divide el porcentaje que has asignado a cada categoría
entre impacto positivo e impacto negativo. Una vez
sumados, el porcentaje de impacto positivo y el de impacto
negativo deberían ser iguales que el número que pusiste a
la izquierda, en esa categoría. Sé un buen chico y di la
verdad esta vez.
_____% FAMILIA _____% IMPACTO POSITIVO _____% IMPACTO NEGATIVO
_____% COMUNIDAD _____% IMPACTO POSITIVO _____% IMPACTO NEGATIVO
CRISTIANA
_____% CULTURA(S) _____% IMPACTO POSITIVO _____% IMPACTO NEGATIVO
_____% OTRAS COSAS _____% IMPACTO POSITIVO _____% IMPACTO NEGATIVO
_____ _____ _____
100%
NOTA (me gustan estas anotaciones): En la investigación
que he estado haciendo sobre los HMs y estas fuerzas de
impacto, la mayoría de los HMs han valorado sus familias y
la iglesia como una fuerza mayormente positiva. Eso sonaría
refinado y estupendo (ya ves, ¡términos profesionales de
investigación!), si no fuera porque esas mismas personas
han mostrado signos de tener las herejías santas grabadas
en su sistema de creencias. No soy científico aeroespacial,
pero aquí hay algo que no encaja. Si el entorno es perfecto,
¿cómo puede ser que los HMs acaban mental y
emocionalmente heridos y magullados? Si toda la música de
su vida ha sido perfecta, ¿cómo pueden haber acabado con
grabaciones defectuosas y discos doblados? No podemos
achacarlo todo a la cultura (“el mundo”, como se suele decir
desde el púlpito). ¿Todavía están guardando secretos? ¿Es
una respuesta condicionada? ¿Es esa la respuesta
“correcta” que dar sin pensarlo mucho? No lo sé aún.

¿Aprobaste o suspendiste? ¡Es broma! No hay “suspenso”.


Lo que verás a continuación solo es una tabla de puntuación
para ayudarte a decidir qué acciones emprender en base a
tus respuestas anteriores.

Suma los 9 números que has marcado en el primer test:


______
Por cada número 3 que has marcado, suma dos puntos
extra:
2x __ = ______
Por cada número 4 que has marcado, suma cinco puntos
extra:
5x __ = ______
PUNTOS TOTALES = ______
Anota cada 3 y cada 4 que has marcado. Necesitas trabajar
- Tengo que ser Perfecto
individualmente cada una de esas herejías, al margen de tu
puntuación total y las categorías enumeradas a
continuación.

Si tu puntuación total suma entre 9 y 18 puntos: Tu


tocadiscos está en bastante buen estado. Ve a recoger
flores e inflar globos, y regálaselo todo a alguien.
Asumiendo que hayas sido honesto contigo mismo, has
capeado bastante bien los riesgos laborales que conlleva
ser un HM. Tienes mucho por lo que estar agradecido.

Si tu puntuación total suma entre 19 y 27 puntos: Tienes


algunos discos doblados que necesitan seria atención.
Examina esas conclusiones incorrectas que sacaste y
corrígelas con la verdad. Leer libros de autoayuda y llevar
un diario son unos buenos primeros pasos. Puedes recoger
flores, pero deja lo de los globos para el final de la lectura.
Echa un ojo a la lista de lecturas recomendadas del
apéndice. Hablar con un amigo de confianza también puede
ser muy beneficioso.

Si tu puntuación total suma entre 28 y 44 puntos: Necesitas


asistencia externa. Leer y mantener un diario puede ayudar,
pero ya que las herejías son profundas y penetrantes,
necesitarás la ayuda de un amigo sabio y de confianza que
pueda asistirte, tanto en encontrar la verdad como en
recordártela. Si aún tienes ganas de recoger flores,
adelante. Pero piensa, lee y lleva un diario mientras las
recoges.

Si tu puntuación suma entre 45 y 81 puntos: Necesitas


buscar ayuda profesional. Tienes serios problemas, aunque
tú no te des cuenta. Olvídate de recoger flores. Invierte tu
tiempo buscando un buen terapeuta. Leer, llevar un diario y
hablar con amigos no va a ser suficiente para unir todas las
piezas rotas. Guarda los globos en el bolsillo. Serán un buen
recordatorio de que en la vida no todo es trabajar y sanarse.
Como lo que estamos haciendo en este libro es
asesoramiento, déjame comentarte un par de cosas sobre
esa cosa llamada depresión. Esta palabra que empieza con
“D” ha salido con bastante regularidad hasta ahora,
¿verdad? Ok. Lo primero que hay que decir es que es una
enfermedad real. No “está solo en tu cabeza”, como dicen
algunos. No se “arregla” orando y leyendo más la Biblia. La
depresión es un auténtico desorden biológico y psicológico
(lee el primer punto otra vez) que probablemente requiera
intervención biológica y psicológica. Si estás deprimido de
verdad, no puedes “salir de esta tú solo”. Simplemente, no
puedes. No funcionará, y te sentirás fracasado por no poder
sacarte a ti mismo del “agujero en el que estás”. En vez de
eso, busca ayuda profesional. Y si necesitas medicación,
tómala y no te sientas culpable por ello. Puede que no le
cuentes a todo el mundo que tomas antidepresivos; al fin y
al cabo, tampoco necesitan saberlo.

Si quieres ayudarme con la encuesta que estoy llevando a


cabo, rellena la información demográfica que se solicita a
continuación. Manda por correo electrónico tus resultados o
reacciones acerca de las herejías santas, junto con la
información demográfica a:

Timothy L. Sanford, M.A.


c/o LifEdvice: [email protected]
- Tengo que ser Perfecto
INFORMACIÓN DEMOGRÁFICA Elige uno: _____ Hij@ de
pastor ____ Hij@ de misioneros ____ Niñ@ criado en la iglesia
Edad: ____ Edad cuando tus padres comenzaron el
ministerio: ____
Número de años como HM/HP: ____ Hombre / Mujer: ________
Edad en la que dejaste el hogar familiar o en la que tus
padres dejaron el ministerio: ____
Número de hermanos: ____ Tu posición entre tus hermanos:
____
¿Estás en el ministerio ahora? ____ Sí ____ No

POR FAVOR, AYÚDAME: Hay una encuesta extra en el


apéndice. Hazle copias y pásasela a cualquier HM/HP que
conozcas. Esta encuesta pretende ser una investigación
científica, pero está ayudando a los que trabajan con HMs o
HPs.

También puedes usar esa encuesta extra para ti mismo... si


no has respondido la tuya correctamente. Como dicen por
ahí, “la limpieza está próxima a la santidad”.

PARA LOS CURIOSOS: ¿Cómo de “normal” eres? He estado


recogiendo encuestas desde 1997 y he recibido respuestas
de todo el mundo (de todos los continentes habitados,
literalmente). Aquí tienes los resultados recogidos hasta el
momento:

29% de las preguntas fueron respondidas con un 3, “Es


bastante acertado”.
20% de las preguntas fueron respondidas con un 4, “Es
cierto siempre o casi siempre”.
Eso significa que el 49% de las respuestas fueron un 3 o un
4. ¡Eso es un montón, colegas!

24% de las personas que respondieron al sondeo marcaron


más de 5 veces la respuesta “Es cierto siempre o casi
siempre”. Esto significa que más de la mitad de las herejías
santas están presentes en sus tocadiscos a un nivel
profundo y poderoso.

42% de las personas que respondieron a la encuesta están


ahora en el ministerio. Me imagino que es difícil abandonar
la carrera de ratas, ¿no?
En contraste con la notable presencia de las herejías en el
pensamiento de los encuestados, la encuesta también
reflejó que:

74% del impacto familiar fue positivo.


59% del impacto de la iglesia fue positivo (no es un
resultado muy favorable, ¿no?).
61% del impacto cultural fue positivo.

Algo no encaja aquí. ¿Cómo puede ser que el 49% de las


respuestas fueran marcadas como “Es cierto siempre o casi
siempre” o “Es bastante acertado”, cuando el 66% del
impacto fue considerado “bueno”? ¿Qué falla en esta ima

- Tengo que ser Perfecto

gen? Yo apuesto porque (1) las fuerzas familiares, culturales


y eclesiásticas juegan un rol mucho más importante en
nuestras vidas de lo que nos damos cuenta y (2) que hubo
más impacto “malo” de lo que queremos, nos atrevemos o
sabemos ver . Este patrón de respuesta ha sido consistente
desde el principio.

Llegados a este punto, tienes que tomar algunas decisiones


basándote en los resultados del test que acabas de realizar.
Si necesitas hacer cambios, no hay mejor momento para
comenzar que ahora mismo.

La primera lección es una que aprendí hace muchos años en


el campo de rugby del instituto. Creo que es una lección que
puede encajar muy bien aquí también: el dolor no es el
enemigo.

No me gust a el dolor No salgo a buscarlo. Pero tampoco es


el enemigo. No hay que evitarlo a toda costa. Créeme, ¡lo
evito cuando puedo! Pero a veces lo que quiero y necesito
está tras el dolor. Para llegar allí, necesito sentir dolor una
temporada.

Los viejos lemas que mis entrenadores me gritaban


(mientras me sentía morir haciendo sprints) aún resuenan
como ecos fantasmales del pasado:

¡Sin dolor no hay recompensa!


¡Sin gruñidos no hay ganancia!

¡Les odiaba por decir esas cosas! Especialmente, porque


ellos estaban allí, bebiendo su limonada fría y comiendo
pipas mientras lo decían. Pero hay mucha verdad en esas
frases, aunque vengan del campo de entrenamiento.

Un HM al que estaba tratando en mi consulta privada se


ofreció a comprarme un cartel para la puerta que dijera
“Cámara de tortura”. Ese título tiene un punto de verdad,
pero sería terrible para mi imagen y no muy bueno para el
negocio. El dolor no es el enemigo: la ignorancia, la
negación y la preocupación sí que lo son.

LECTURAS RECOMENDADAS
Experiencing the Depths of Jesus Christ , Jeanne Guyon, The
SeedSowers, 1975.
False Assumptions , Dr. Henry Cloud and Dr. John Townsend,
Zondervan Publishing House, 1994.
False Intimacy , Dr. Harry W. Schaumburg, NavPress, 1992.
Growing up Holy and Wholly , Donald E. Sloat, Wolgemuth &
Hyatt, Publisher, Inc., 1990.
Letters Never Sent , Ruth Van Reken, “Letters”, 1988
Life Together , Dietrich Bonhoeffer, Harper & Row, 1954
Notes on How to live in the World… And Still Be Happy,
Hugh Prather, Doubleday, 1986
PK. Helping Preacher’s Kids through their Identity Crisis ,
Cameron Lee, Zondervan Publishing House, 1992
Powerful Personalities , Tim Kimmel, Focus on the Family,
1993.
Ragamuffin Gospel , Brennan Manning, Multnomah Books,
1990.
Safe People , Dr. Henry Cloud and Dr. John Townsend,
Zondervan Publishing House, 1995.
- Tengo que ser Perfecto
Safe Places , Stephen Arterburn, Frank Minirth and Paul
Meier, Thomas Nelson, Inc., 1997.
Search for Significance , Robert McGee, Rapha Publishing,
Second Printing 1990.
Second Row Piano Side , Chonda Pierce, Beacon Hill Press of
Kansas City, 1996.
Telling Yourself the Truth , William Backus and Marie
Chapian, Bethany Fellowship, Inc., 1980.
The Last Photograph (novel) , Stephen Bransford, Thomas
Nelson Publishers, 1995.
The Sacred Romance , Brent Curtis and John Eldredge,
Thomas Nelson, Inc., 1997.
Wild at Heart: Discovering a Life of Passion , Freedom and
Adventure, John Eldredge, Thomas Nelson, Inc., 2001.
The Wounded Healer , Henri J.M. Nouwen, Image Books,
1972.
Toxic Faith , Stephen Arterburn and Jack Felton, Oliver-
Nelson, 1991.
When I Relax I feel Guilty , Tim Hansel, David C. Cook
Publishing Co., 1981.
Why Christian Kids Leave the Faith , Tom Bisset, Thomas
Nelson Publishers, 1992.
Abba’s Child , Brennan Manning, Navpress, 1994.
A Violent Grace , Michael Card, Multnomah Publishing, 2000.
The Spiritual Guide , Michael Molenous, The Seedsowers,
1982
You Know You’re an MK When …, Andy & Deborah Kerr,
1997.

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