Ensayo Partidos Políticos

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LOS PARTIDOS POLÍTICOS EN EL PERÚ ¿ES NECESARIO UNA

REFORMA?

Yaneth Factor Huerta

I. INTRODUCCIÓN
Hace aproximadamente desde hace 30 años existe al parecer una pandemia
política, por así decirlo, empezó sigilosamente a expandirse por América
Latina. Algunos autores politólogos lo llaman crisis de representación. Las
causas son conocidos: partidos políticos que repentinamente pierden
simpatizantes y electores, políticos que abandonan las tiendas partidarias
para convertirse en independientes, movimientos políticos prometedores
que apenas sobreviven una campaña electoral, individuos movilizados o
indiferentes, pero de espaldas a los partidos.
El Perú ha enfrentado una situación paradójica para el desarrollo de su
sistema democrático. Por un lado, ha experimentado una década de
crecimiento económico como no se recuerda en la historia contemporánea,
bajando los índices de pobreza, el desarrollo de regiones y el ensanchamiento
de las clases medias. Por otro lado, existe un serio problema en la
representación política que cruza las instituciones, pero que tiene en el
Congreso de la República y en los partidos políticos el centro de la
desafección ciudadana. En este contexto general, se puede observar lo
siguiente:
• La existencia de una democracia con precariedad institucional, cuyo
riesgo de deterioro es más claro ahora que la economía ha dejado de
producir los efectos positivos. Casi todos los gobiernos terminan con
una alta desaprobación y sus partidos seriamente dañados.
• Los problemas de representación política llevan a que los conflictos
sociales y las demandas ciudadanas, así como los requerimientos de
las provincias, sean canalizados al margen de las instituciones y, en
algunos casos, de manera violenta.
• La preocupante y creciente presencia de la corrupción en la política,
que involucra a la casi totalidad de la élite política. En el Perú, los
partidos políticos han crecido en número, pero no en la calidad de su
funcionamiento. La valoración que se tiene de ellos es muy baja. Este
bajo desempeño tiene impacto en la evaluación que tiene la
ciudadanía sobre sus instituciones representativas, así como de la
propia democracia. De esta manera, la alta o baja presencia de los
partidos políticos genera varios efectos en el sistema político.
La caída del régimen fujimorista a finales del año 2000, casi al inicio del tercer
mandato de Alberto Fujimori, como producto de las cuestionadas elecciones
de aquel año, llevó a ajustes en las reglas de juego como parte de los acuerdos
que formaron parte del paquete de medidas de la llamada transición
democrática. Los acuerdos se circunscribieron a dos temas centrales. El más
importante, la eliminación de la reelección presidencial, que motivó una
reforma constitucional. Igualmente, se sustituyó la circunscripción única por
la elección de representantes por circunscripciones departamentales. Es
recién con la caída del fujimorismo que se retomó la necesidad de discutir y
promulgar una ley de partidos. Es así que la Ley N° 28094, Ley de Partidos
Políticos, ve la luz el 1 de noviembre del 2003. En general, se trata de una
norma que formalmente exige una presencia de los partidos políticos a nivel
nacional, otorgándoles derechos de los que antes carecían, pero también
obligaciones que tampoco tenían antes. El objetivo de esta norma es claro y
declarado: debe crear las condiciones para la constitución y fortalecimiento
de un sistema democrático de partidos.
Los partidos políticos son, de acuerdo a la Ley de Partidos Políticos N° 28094
(2003):
“Asociaciones de ciudadanos que constituyen personas jurídicas de derecho
privado cuyo objeto es participar por medios lícitos, democráticamente, en los
asuntos públicos del país dentro del marco de la Constitución Política del Estado
y de la presente ley.”
La denominación partido se reserva a los reconocidos como tales por el
Registro de Organizaciones Políticas. Salvo disposición legal distinta, sólo
éstos gozan de las prerrogativas y derechos establecidos en la presente ley.
Los partidos deben ser permanentes en el tiempo. Su objetivo es llegar al
poder. Para que existan oficialmente deben contar con varios requisitos, entre
los cuales destaca tener comités y bases activas en todo el país. Esto lo
diferencia de los movimientos regionales, cuyo alcance es netamente de su
circunscripción. Los partidos políticos cuentan con un sistema de elecciones
y democracia interna que sus miembros diseñan democráticamente. Entre
sus objetivos principales está el canalizar las demandas ciudadanas y
proponer un plan que corrija o aminore los problemas sociales. En las
elecciones generales, se le denomina Plan de Gobierno.
La reforma electoral es un tema de agenda gracias a la conjunción de
esfuerzos de la sociedad civil, academia y organismos electorales que, con
propuestas, eventos e incidencia en medios de comunicación y redes sociales,
han logrado que el Congreso se involucre desde el inicio del período
parlamentario. A pesar del esfuerzo mencionado y alguna que otra muestra
de interés, no ha existido ni desde el gobierno ni desde la oposición la
voluntad política suficiente como para llevar adelante la reforma electoral.
Actitud que se extiende a todos los partidos políticos.
En concreto, una reforma electoral consiste en la modificación de las reglas
de juego de la competencia política por el poder. Esta abarca, sobre todo, los
aspectos relativos al sistema electoral
Tal como lo afirma Paira (2020): Tal pareciera que el destino de los llamados
partidos tradicionales en nuestro país, es vivir la misma suerte de los
anteriores, concluir su ciclo de vida. Durante la década del ochenta, la
organización y funcionamiento del Estado y la denominada clase política fue
el eje fundamental de la sociedad peruana. A partir de los noventa tuvo un
giro radical convirtiéndose en el causante de todos los males del país, según
los neoliberales. Razón principal de la actitud de desaprobación y notorio
rechazo de la sociedad hacia todo lo que significa la alusión a la política y a
los partidos políticos tradicionales principalmente, situación que con mayor
intensidad vivimos en estos tiempos, en tan solo 10 años, a partir de 1990, fue
que surgen los independientes en nuestro país como líderes de la “Nueva
Democracia” sin los partidos tradicionales; significaba el ansiado cambio
para la sociedad peruana y con el solo respaldo de grupos de amigos o socios,
orgullosos de no ser políticos y no haber pertenecido antes a partidos
políticos. Los independientes, se configuraban rápidamente como la nueva y
buena alternativa de cambio político para la sociedad dejando de lado a los
partidos viejos. Para el colectivo social que rechazaba a la vieja partidocracia,
significaba una alternativa política de cambio y en ello pusieron su confianza,
pero al mismo tiempo se instauraba un grave problema para la sociedad. Los
«independientes» carecían de base doctrinaria, filosófica y menos tenían una
línea de acción clara y se caracterizaban por ser electoreros, estaban muy
preparados para ganar elecciones con criticas duras hacia los partidos viejos,
pero no para gobernar (carecían de planes programáticos) y con ellos se da
la improvisación política que generó graves problemas posteriores, en suma,
carecen de una visión social objetiva que permita conducir a buen puerto el
porvenir de los pueblos.
II. TESIS
Ante el problema planteado se platea como alternativa de solución lo
siguiente: Fortalecer la representación política con independencia de los
partidos, rediseñando distritos electorales que dialoguen más de cerca con la
dinámica social, económica y cultural que ha transformado la sociedad
peruana.
Porque en el Estado peruano, lo real es que existe una gran escasez de
recursos políticos organizativos e ideacionales para una política post colapso
del sistema partidario, como es el caso peruano, arquetipo extremo de
debilidad institucional. Así, brillan por su ausencia las articulaciones sociales
y políticas que permitan construir organizaciones (y resolver problemas de
acción colectiva), y las ideas-fuerza o mínimos esbozos programáticos que
permitan a las élites políticas distinguirse entre sí ante al electorado (y
resolver problemas de selección social). Esto debido a que, en medio de ese
páramo de recursos políticos, las agrupaciones políticas han intentado, en el
mejor de los casos, buscar sustitutos para enmendar sus deficiencias.
Organizaciones creadas sin fines políticos (sean universidades privadas o
bandas criminales) se han convertido en el sostén de plataformas políticas.
Reflejos conservadores (como discursos xenofóbicos o desalojos de
ambulantes) sirven como proyección de imágenes de mano dura.
No existen incentivos para que políticos ambiciosos construyan
organizaciones partidarias y adopten líneas doctrinales elaboradas. Y,
difícilmente serán creados por reformas políticas, dado que la realidad
informal supera cualquier ánimo de institucionalidad, es por ello que una
salida, consiste en fortalecer la representación política con independencia de
los partidos. Eso conduce, por ejemplo, al rediseño de distritos electorales
que dialoguen más de cerca con la dinámica social, económica y cultural que
ha transformado la sociedad peruana en las últimas décadas. Con políticos
más cercanos a sus electores, más representativos, se crea una primera base
para, luego, innovar agrupaciones políticas más de acuerdo con nuestros
tiempos y desafíos.
La consecuencia de que no existan partidos políticos, aunque haya entidades
que son llamadas así por la ley, es que con ello se contribuirá a la incapacidad
de la política institucional a procesar creíblemente demandas ciudadanas.
Esto, debido a que la demanda expresada en el momento de la negatividad
no será políticamente articulada.
El intento de procesarla encontrará, en los espacios institucionales, diversos
grupos que se verán forzados a negociar una solución. Pero esa negociación
será vista como una farsa en la medida en que no responderá a una
articulación que permita discernir entre lo que puede ser cedido (de modo
que, aunque no se ha logrado todo, ha habido un avance significativo) y lo
que no puede ser cedido sin abandonar el sentido original de la demanda.
Así, el sistema institucional aparecerá incapaz de procesar demandas
ciudadanas y la clase política será vista como cada vez más alejada de los
intereses y necesidades de la sociedad, cada vez más interesada en defender
sus propios intereses o los de los que los financian.

III. ARGUMENTACIÓN
A continuación, se analizará la teoría del poder y poder popular desarrollada
por lo clásicos.
En términos que marcan las pautas del discurso académico sobre el poder en
los tiempos modernos, Thomas Hobbes (1968) lo define como tener la
capacidad o la potencia para hacer algo y los medios para obtener algún
futuro y aparente bien; en tanto John Locke (2003), quien lo descompone en
lo que consideró como tipos o formas fundamentales: poder paternal, poder
político y poder despótico- centra su atención en el problema de su
legitimidad y tiende a verlo como la condición básica para la conformación,
permanencia y supervivencia de una forma legítima de asociación entre los
individuos. Desde esta perspectiva, el poder legítimo solo puede surgir de la
voluntad libremente expresada por los miembros de la comunidad.
Otra contribución relevante es la de Rousseau (2003), para quien la voluntad
colectiva o del pueblo equivale al bien común de los ciudadanos y constituye
el soporte legítimo de la organización política. Según Rousseau, la libre
asociación de los ciudadanos a través del contrato social, establece la
igualdad de derecho como expresión de la voluntad general, y considera que
la representación popular ante una asamblea permite ejercer el dominio de
la mayoría mediante la presencia y acción de los representantes populares.
Weber (2005) define el poder como la probabilidad de imponer la propia
voluntad, dentro de una relación social, aún contra toda resistencia y
cualquiera que sea el fundamento de esa probabilidad; en tanto Tawney
(1945) resalta en esta relación la capacidad del sujeto -un individuo o un
grupo de individuos: "para modificar la conducta de otros individuos o
grupos en la forma deseada y de impedir que la propia conducta sea
modificada en la forma en que no se desea".
Así, pues, a pesar de las notables diferencias que podemos constatar entre las
visiones bosquejadas, en ellas se abre paso una noción de poder que incluye
los siguientes rasgos distintivos:
1. Es una relación social, es decir, un fenómeno relacional.
2. Es una relación asimétrica, de mando y obediencia (de dominación y
subordinación, podría precisarse).
3. Representa la imposición de una voluntad a través de algún medio
específico (el conocimiento, la fuerza, la riqueza, el dogma, etc.) que sirve
para impulsar o constreñir a otros a hacer lo que en otras circunstancias
no harían.
4. Supone una relación que penetra en todas las esferas de la vida social:
económica, política, social, cultural.
5. Es un fenómeno multifactorial, presente no solo en la política, concebida
en sentido estrecho, sino, con igual determinación, en todos los niveles y
esferas de la actividad humana, en todas las instituciones sociales, en lo
que se conoce como sociedad civil.
6. Su legitimidad deriva de la voluntad libremente expresada de los
miembros de la comunidad.
Carlos Marx y Federico Engels (1969), el análisis del poder se inscribe, en lo
fundamental, en los intentos por "entender los procesos sociales de
dominación y subordinación característicos de toda sociedad antagónica, en
particular, de la capitalista, orientados hacia su superación histórica [...] el
movimiento político de la clase obrera tiene como objetivo final la toma del
poder político".
Al contrario del criterio, recurrente en la bibliografía especializada, de que en
la obra de Marx y Engels no contiene una teoría política, el pensamiento
marxista clásico ha dejado una impronta poderosa en la concepción del poder
y, en general, del sistema de dominación y subordinación que caracteriza las
relaciones políticas.(18) Sus ideas, clave en este sentido, son las siguientes:
1. El poder político es una expresión del "antagonismo social", entendido,
en esencia, como antagonismo de las clases sociales en pugna.
2. El poder político es una expresión del carácter irreconciliable de este
antagonismo (de las contradicciones de clase).
3. La violencia constituye un elemento atributivo de todo poder político.
Ello permite caracterizar todo Estado como dictadura.
4. Existe un vínculo indisoluble entre el poder y la naturaleza específica de
las diferentes formaciones sociales con sus correspondientes modos de
producción.
5. Pese a este vínculo, el poder político conserva una "autonomía relativa"
que le permite adoptar diversas formas en el curso de la historia y lo
convierte en una poderosa fuerza social.
6. La superación histórica del antagonismo social, en particular de la forma
en que este se expresa en la sociedad asentada sobre el modo capitalista
de producción, solo es posible mediante la "destrucción del Estado
burgués", concebido como violencia institucionalizada de la burguesía
sobre las restantes clases sociales.
Ahora trataremos algunas definiciones de partido político:
Según Peter Mair (2013), los partidos políticos, desconectados socialmente,
han perdido su significado, al punto de que se muestran incapaces de
sostener la democracia como la conocemos.
Por su parte, Urrunaga, Hiraoka y Risso (2001), afirman que, los partidos
políticos cumplen un rol esencial en los procesos de una democracia. Dado
que la democracia directa es muy costosa, los ciudadanos requieren de
instituciones que personalicen sus intereses en los distintos niveles de
gobierno
En palabras de Grompone (2005), los partidos políticos agregan voluntades,
construyen consensos, facilitan la rendición de cuentas y construyen espacios
de deliberación. Así, la presencia de partidos políticos que representan
intereses o ideales diferentes permite a los ciudadanos elegir entre políticas
de gobierno alternativas, lo que hace que la participación ciudadana sea más
efectiva.
La institucionalización de un partido se ha definido de distintas formas.
Samuel Huntington (1968) define la institucionalización de partidos políticos
como: El proceso por el cual la organización y sus procedimientos adquieren
valor y estabilidad. Por su parte Stein (2006) califica a los partidos
institucionalizados como aquellos que cuentan con vínculos razonablemente
fuertes con intereses establecidos en la sociedad, así como con bases
organizativas sólidas que permiten su correcto desarrollo interno. Según
defienden autores como Randall y Svasand (2002), los partidos políticos con
altos niveles de institucionalización serán también aquellos más efectivos en
el cumplimiento de sus funciones dentro del sistema democrático.
La mayor parte de los partidos políticos en el Perú tienen cortas experiencias.
Frecuentemente, los partidos no cuentan con la capacidad de cumplir con su
rol de movilizar y representar a los ciudadanos. Lo que es más, los partidos
existentes muchas veces no cumplen con brindar a los ciudadanos un
sentimiento de identidad política.
Según Carrión y Zárate (2010): el sistema de partidos políticos en el Perú
cuenta con bajos niveles de institucionalización. El país ha sido víctima de
una serie de shocks históricos que han contribuido con la formación de un
sistema político fragmentado y una cultura política poco desarrollada.
Actualmente, la confianza en los partidos políticos es de las más bajas en la
región, lo que ha resultado en que el peruano promedio no está
particularmente interesado en la política ni en trabajar directamente por un
partido o candidato.
La institucionalización, tal como su nombre indica, se relaciona con la
característica de institución con la que cuenta un partido político. Dos de las
definiciones más citadas al respecto son las propuestas por Huntington y
Panebianco. Samuel Huntington (1968), considerado el padre del concepto,
definió a la institucionalización política como “el proceso por el cual una
organización y sus procedimientos adquieren valor y estabilidad”. Mientras
que, Panebianco (1988), años después, define a la institucionalización de
partidos políticos como “la forma en que una organización se solidifica”. El
autor luego desarrolla este concepto y lo explica como “el proceso por el que
una organización pierde su característica de herramienta y adquiere valor en
sí misma”.
Sin embargo, estas definiciones son muy generales si lo que se requiere es
clasificar a un partido político según su grado de institucionalización. Ante
esta situación, los autores que presentan definiciones del concepto también
presentan elementos que se deben tomar en cuenta al definir el nivel de
institucionalización de un partido. Randall y Svasand (2002) hacen un
seguimiento de las definiciones y criterios más utilizados y plantean una
serie de dimensiones a considerar al momento de definir a un partido como
institucionalizado. A partir del trabajo de otros autores como Huntington
(1968), Panebianco (1988), Janda (1980) y Levitsky (1988), Randall y Svasand
sugieren que es útil pensar en el proceso de institucionalización como un
proceso con cuatro dimensiones clave:
• Organización interna, referida a que tan organizado se encuentra un
partido a nivel interno.
• Autonomía de decisión, esta se refiere a la capacidad del partido de
tomar decisiones sin interferencia externa, principalmente en ausencia
de relaciones de dependencia económica.
• Infusión de valor, se define como la capacidad del partido de generar
un sentimiento de identificación entre sus simpatizantes.
• Ratificación y apoyo, se refiera a la imagen del partido ante los ojos de
la sociedad.
De esta forma, se tiene que el proceso de institucionalización puede
entenderse como el proceso a través del cual una organización –en este caso,
un partido político- se transforma en una institución. La forma en que ocurre
este proceso se da de distintas formas dependiendo del partido, sin embargo,
el proceso a través del cual estas organizaciones se consolidan como
instituciones no es idéntico al desarrollo de un partido en términos
puramente organizativos. Una diferencia básica es el componente actitudinal
que se desarrolla tanto entre los simpatizantes del partido como ante los ojos
de la sociedad. Además, cabe resaltar que existe una dimensión temporal
implícita en el concepto de institucionalización. Para Scott (1995) el proceso
de institucionalización toma tiempo y el concepto de institucionalización
connota persistencia y estabilidad. Intuitivamente, en el largo plazo, la
supervivencia de un partido implica cierto nivel de institucionalización. Así,
más que considerar la duración o capacidad de adaptación como una
dimensión de la institucionalización, esta puede considerarse como una
consecuencia de este proceso.
De acuerdo a Grompone et al (2008) la política en el Perú se caracteriza por
ser personalista. En esta, los movimientos locales son medios para que
personajes con recursos en el escenario político puedan llegar a ocupar un
cargo dentro del municipio. En este sentido, el voto personalista del que
habla Valdez y Huerta (2011) se aplicaría al medio local nacional. Los
candidatos que se benefician de este tipo de votantes son conocidos como
outsiders.
Valdez y Huerta (2011) presentan una calificación del voto según la
motivación subyacente al mismo. Así, se considera, en primer lugar, el voto
personalizado o el voto por el candidato. Este voto es muy común hoy en día,
pues hay una fuerte personalización de la política en las democracias
emergentes. Este tipo de votante da importancia a los candidatos en sí
mismos: su imagen, carisma, liderazgo, historia, capacidades, etc.

IV. CONCLUSIÓN
La construcción de partidos programáticos, capaces de articular plataformas
y liderazgos que logren forjar coaliciones sociales amplias, es fundamental
para superar los desafíos de la representación política en contextos de alta
desigualdad.
Queda claro que el sistema de partidos políticos nacional se encuentra en un
estado bastante deteriorado. Según diversos autores y encuestas de opinión,
la confianza en los partidos políticos en el país es de las más bajas de la
región. Esta desconfianza en los partidos políticos tiene efectos importantes
sobre el grado de institucionalización de los partidos. Si el electorado
desconfía de los partidos políticos, este se encuentra más propenso a elegir
candidatos de partidos con bajos niveles de institucionalización, lo que
deteriora aún más el sistema político.

V. BIBLIOGRAFÍA

Carrión, J. y P. Zárate. Cultura Política de la Democracia en el Perú. Lima:


Instituto de EstudiosPeruanos. 2010.
Dammert Ego Aguire, Manuel. Desborde Territorial Descentralista:
Replanteando la Reforma Descentralista Peruana: Territorios Sociales,
Estado con Regiones y Municipios, Impulso Autonómico. Lima: Tarea,
Asociación Gráfica Educativa, 1995.
Downs, Anthony, 1957. “An economic theory of political action in a
democracy”. The Journal of Political Economy, Volume 65, Issue 2
Hobbes, Thomas (1968): Leviathan, Penguin, London.
Ley de Partidos Políticos N° 28094
Locke, John (2003): Segundo ensayo sobre el gobierno civil, Losada, Buenos Aires.
Mark Paira "Crisis de Partidos Políticos en el Perú" [en línea]
Dirección
URL: https://www.zonaeconomica.com/peru/partidos-
politicos (Consultado el 03 de Feb de 2022)
Marx, Carlos y Engels, Federico (1969): "Carta a Bolte, 29 de noviembre de
1871", en Carlos Marx y Federico Engels: Obras Escogidas, t. II,
Editorial Progreso, Moscú, pp. 245-246
Panebianco, Ángelo (1990): Modelos de Partido, Alianza Editorial, Madrid.
Peter Mair “The Hollwing of Western Democracy”. Cambridge: Cambridge
University Press, 2013
Randall, Vicky. 2006. “Party Institutionalization and its Implications for
Democracy”, Paper for Session on Political Parties and
Democratization at the IPSA Congress, July 9-13.
Rousseau, Jean Jaques (2003): El contrato social, Libro I, capítulo VI, Editorial
La Página S. A. / Editorial Loasada, S. A, Buenos Aires
Scott, W. Richard. 1995. Institutions and Organizations. London: Sage
Stein, Ernesto et al. 2006. The Politics of Policies: Economic and Social
Progress in Latin America. Washington, DC: Inter-American
Development Bank.
Tawney, Richard Henry (1945): La igualdad, Fondo de Cultura Económica,
México D. F.
Weber, Max (2005): Economía y sociedad, Fondo de Cultura Económica, México
D. F.

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