Monografia de Partidos Poiticos - Karen Quispe Mamani

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UNIVERSIDAD PRIVADA DE TACNA

FACULTAD DE DERECHO Y CIENCIAS


POLITICAS

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Escuela Profesional de Derecho

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TRABAJO ENCARGADO

DOCENTE : DR. ALVARO ZACARIAS VALDERRAMA

ALUMNA : KAREN QUISPE MAMANI

TEMA : TEORIA DE LOS PARTIDOS POLÍTICOS

CURSO : DERECHO CONSTITUCIONAL I

SEMESTRE : III

TACNA- PERÚ
2021

INDICE

INTRODUCCION............................................................................................................................3

PARTIDOS POLITICOS...................................................................................................................4

1. LA EVOLUCIÓN DE LOS PARTIDOS POLÍTICOS...................................................................4

2. LA INSTITUCIONALIZACIÓN PARTIDARIA Y EL PROCESO DE ELECCIÓN.............................8

3. EL RESULTADO ELECTORAL Y SUS DETERMINANTES........................................................9

CONCLUSIONES..........................................................................................................................11

BIBLIOGRAFIA.............................................................................................................................12

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INTRODUCCION

Los partidos políticos cumplen un rol esencial en los procesos de una democracia, dado que la
democracia directa es muy costosa, los ciudadanos requieren de instituciones que
personalicen sus intereses en los distintos niveles de gobierno, los partidos políticos agregan
voluntades, construyen consensos, facilitan la rendición de cuentas y construyen espacios de
deliberación. Así, la presencia de partidos políticos que representan intereses o ideales
diferentes permite a los ciudadanos elegir entre políticas de gobierno alternativas, lo que hace
que la participación ciudadana sea más efectiva.

Los partidos políticos no sólo brindan importantes beneficios a la sociedad a través de la


representación ciudadana. Diversos estudios han argumentado que estas organizaciones son
centrales en el proceso de consolidación democrática. Sin embargo, la literatura también
coincide en que los beneficios que se desprenden de los partidos políticos no son
independientes de las capacidades de estas organizaciones. Una característica que se
considera básica en este aspecto es que los partidos políticos se encuentren
institucionalizados.

La institucionalización de un partido se ha definido de distintas formas. Samuel Huntington


define la institucionalización de partidos políticos como “el proceso por el cual la organización
y sus procedimientos adquieren valor y estabilidad”, los partidos institucionalizados como
aquellos que cuentan con vínculos razonablemente fuertes con intereses establecidos en la
sociedad, así como con bases organizativas sólidas que permiten su correcto desarrollo
interno. Según defienden autores como, los partidos políticos con altos niveles de
institucionalización serán también aquellos más efectivos en el cumplimiento de sus funciones
dentro del sistema democrático.

Los partidos políticos en el Perú se encuentran en un estado de crisis como resultado de una
serie de dificultades que han afectado gravemente su desarrollo. Esta no es sólo una situación
que se presente a nivel del sistema partidario el que claramente cuenta con bajos niveles de
institucionalización, sino que también se presenta en las capacidades de los partidos que
conforman dicho sistema. La mayor parte de los partidos políticos en el Perú tienen cortas
experiencias. Frecuentemente, los partidos no cuentan con la capacidad de cumplir con su rol
de movilizar y representar a los ciudadanos. Lo que es más, los partidos existentes muchas
veces no cumplen con brindar a los ciudadanos un sentimiento de identidad política, así mismo
en la actualidad los partidos políticos en los últimos años no responden a los interés de la
mayoría.

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PARTIDOS POLITICOS

1. LA EVOLUCIÓN DE LOS PARTIDOS POLÍTICOS

El sistema de partidos políticos en el Perú cuenta con bajos niveles de


institucionalización. El país ha sido víctima de una serie de una de crisis que han
contribuido con la formación de un sistema político fragmentado y una cultura política
poco desarrollada. Actualmente, la confianza en los partidos políticos es de las más
bajas de la región, lo que ha resultado en que el peruano promedio no está
particularmente interesado en la política ni en trabajar directamente por un partido o
candidato. Además, las características del marco regulatorio que se presentó durante
los años previos a la nueva Ley de Partidos Políticos incentivaron la proliferación de
pequeños partidos, fragmentando la oposición y dando lugar a organizaciones de corte
independiente y, en casos, anti partidarias. La crisis de los partidos políticos se
encuentra en el centro de la crisis de representatividad que experimenta el país. Los
principales partidos del sistema peruano han cambiado, constantemente desde los
inicios de los años noventa sin que ninguno haya logrado consolidarse dentro del
sistema político. Esta situación resulta del quiebre del sistema de partidos que estaba
en proceso de construcción en los años ochenta, y que se consolidó a partir del
“autogolpe” de 1992. Desde entonces, el Perú ha visto aparecer y desaparecer
organizaciones políticas que no han logrado dar lugar a un sistema de partidos políticos
propiamente dicho.

A pesar de que los años noventa fueron un punto de quiebre importante para la
política nacional, el proceso de debilitamiento de los partidos políticos en el Perú se
inició a finales de los años ochenta. El principal factor que desencadenó este proceso
fue la desconfianza popular respecto a la capacidad de los partidos políticos para
responder a las necesidades del país, opinión motivada por la percepción de que estos
habían sido cooptados por una élite envejeciente, predominantemente blanca y
centrada en Lima que se encontraba cada vez más fuera de contacto con la realidad
del día a día de la mayoría de peruanos.

Esta percepción fue expresada en la elección presidencial de 1990 en la que sale


elegido Alberto Fujimori, un candidato fuera de la política tradicional. Durante el
gobierno de Fujimori (1990-2001) se llevaron a cabo una serie de acciones que

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contribuyeron al desgaste del sistema partidario. Al contrario de lo esperado, un
régimen de corte autoritario como el de Fujimori no se caracterizó por crear un
sistema político cerrado a través de normas que hacían de la participación un tema
prohibitivo, sino que debilitó a los partidos a través de la apertura del sistema de
participación reemplazando espacios de democracia representativa por espacios de
democracia directa. La Constitución Política de 1993 fortaleció la democracia directa y
participativa mientras que la política

Social implementada relacionó directamente a la población más pobre con la dirigencia


central del gobierno en Lima. Los programas más emblemáticos de la década de los
noventa, PRONAA y FONCODES, jugaron también un papel importante en dicho
desgaste. Así, el PRONAA fortaleció las organizaciones sociales de base (clubes de
madres, juntas vecinales, etc.) promoviendo su organización para poder formar parte
del programa y recibir alimentos. Por otro lado, FONCODES se utilizó para establecer y
fortalecer la hegemonía política del Fujimorismo a nivel nacional con una base a nivel
municipal especialmente.

Como respuesta a esta situación, tras el fin de la era Fujimorista, los nuevos gobiernos
democráticos implementaron una serie de medidas que buscaron reorganizar el
sistema partidario mediante el fortalecimiento de los partidos políticos. Así, durante el
gobierno de Alejandro Toledo (2001-2006), se proclamó la Ley N° 28094, Ley de
partidos políticos, buscando frenar la proliferación de partidos políticos nuevos sin un
verdadero apoyo popular y fortalecer los ya existentes. Sin embargo esta ley no tuvo
mayor efecto, pues todavía nuevas agrupaciones políticas se crean para cada proceso
electoral, mientras que los partidos tradicionales aún no son capaces de convocar a las
masas. La principal consecuencia de esta situación es que los partidos políticos no
podían ejercer sus roles como articuladores entre la población y el estado, en especial
en cuanto a la rendición de cuentas y aglomeración de intereses. En este sentido, lo
que se tiene en la actualidad es un sistema político de alta incertidumbre que dificulta
la gobernabilidad porque hace difícil la coalición de mayorías estables.

En suma, los votantes en general no creen en los partidos. Por este motivo, los
electores buscan alternativas fuera del sistema tradicional. La opinión de la ciudadanía
respecto a los partidos políticos y su labor tampoco es alentadora. Según datos del
Proyecto de Opinión Pública de Latinoamérica (2010), los partidos políticos son la
tercera institución con un nivel más bajo de confianza entre los ciudadanos del país. La

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baja opinión respecto a estas instituciones es, en parte, el resultado de que la mayoría
de los partidos actuales se definan por personalidades en lugar de ideología, lo que
afecta su solidez como instituciones. Esta actitud de la ciudadanía ante los partidos
políticos es además preocupante en la medida en que motiva la elección de los
representantes de partidos con menores niveles de institucionalización.

Esta investigación se concentra en hallar qué factores influyen sobre la probabilidad de


elección de partidos con mayores grados de institucionalización a nivel local. Tal como
se ha mencionado, la elección de partidos institucionalizados en este nivel de gobierno
es importante por un número de aspectos, siendo uno de los principales el hecho de
que los partidos políticos cuenten con un rol fundamental en el proceso de
descentralización. Para que un proceso de descentralización sea exitoso se necesita de
la participación de los gobiernos locales dentro de un marco regulatorio que defina
claramente sus tareas y responsabilidades. Sin embargo, para que este proceso se
desarrolle de forma plena, también se requiere de la participación activa de la
ciudadanía, por lo que es necesario el desarrollo de partidos políticos plurales y de
amplio alcance. Como se dijo anteriormente, una de las funciones de los partidos
políticos es la de conglomerar los intereses individuales en una sola institución a la cual
puedan adherirse los ciudadanos, brindándole legitimidad. Sin embargo, ante la
ausencia de partidos sólidos a nivel local, las políticas públicas tienden a obedecer a
distintos grupos de interés, lo cual dificulta la realización de políticas a nivel nacional.
El proceso de descentralización en el Perú tiene sus inicios en los años sesenta,
durante el primer gobierno de Fernando Belaúnde (1963-1968). Sin embargo, los
efectos reales del proceso no se consolidaron hasta el segundo gobierno de Belaúnde
(1980-1985), en el que se reinstauraron las elecciones municipales y se fortaleció de
cierta manera la base de recursos fiscales de las municipalidades. El proceso de
descentralización no avanzó significativamente durante el gobierno de Alan García
(1985-1990), sin embargo, lo que sí logró su partido (el APRA) fue surgir como un
partido importante en las elecciones regionales de 1990. Así, el APRA fue capaz de salir
victorioso en las elecciones regionales, a pesar de haber alcanzado un resultado
desalentador en su candidatura a nivel nacional.

El gobierno de Fujimori también impactó de forma importante el proceso de


descentralización, lo que, consecuentemente, tuvo efectos importantes sobre la
participación de los partidos políticos tradicionales a nivel local. En lugar de
incrementar los fondos a gobiernos locales, el gobierno introdujo el Decreto Ley 776

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en el que se cortaban las transferencias a gobiernos locales de forma drástica. Así, el
presupuesto antes manejado por las municipalidades pasó a ser manejado por el
FONCODES, un programa de desarrollo que proveía de financiamiento central a
proyectos locales específicamente seleccionados por el gobierno. Esto generó que las
acciones posibles por gobiernos locales fuesen considerablemente limitadas y que los
proyectos de mayor importancia realizados a nivel local fuesen atribuidos al gobierno
central. La consecuencia de esto fue el fortalecimiento de las organizaciones sociales
de base y la proliferación de movimientos sociales paralelos al sistema tradicional.
Estos nuevos grupos ya no tenían que pasar por las rutas tradicionales para expresar
sus demandas, pues ya no tenían que acudir al municipio, pues negociaban
directamente con FONCODES o en otras palabras con el gobierno central. Esto debilitó
la institucionalidad en general y particularmente a los partidos políticos tradicionales,
pues estos ya no eran los canales de conexión entre la población y el estado.
Adicionalmente, se bajaron los requisitos necesarios para que los candidatos pudiesen
postular a cargos políticos a nivel local. Esta acción fue de suma importancia, puesto
que permitió que un número importante de candidatos independientes, apoyados por
los nuevos movimientos sociales de base, se presentaran a puestos locales, generando
que los partidos políticos establecidos encontraran sumamente difícil formar una base
en este nivel. Las acciones del periodo fujimorista, de esta forma, representaron un
retroceso al proceso aún incipiente de descentralización que se experimentaba en el
momento. De esta forma, algunos autores resaltan el hecho de que este gobierno
puede ser visto como un ejemplo de recentralización. Al culminar el gobierno de
Fujimori, el gobierno de Alejandro Toledo (2002) inició una serie de acciones que
culminarían con una importante descentralización de presupuesto hacia los gobiernos
locales en el año 2007. Desde un punto de vista teórico, la descentralización pudo
resultar útil para los partidos políticos en la medida en que abrió una ventana a un
mayor acercamiento entre los representantes del partido y la población, pues el
modelo creado por Fujimori de acercamiento directo entre el ciudadano y el gobierno
central se habría acabado. De forma contraria, este proceso también pudo afectar a los
partidos políticos generando espacios dónde partidos menores podían ganar poder a
pequeña escala.

En la práctica, los gobiernos locales, aún antes de que se estableciera una mayor
descentralización, surgieron como un espacio de poder que en muchos casos ha sido
tomado por partidos independientes o incipientes, donde los partidos políticos han

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encontrado difícil mantener un contacto con la población. A pesar de las ventajas que
la presencia de partidos locales pueda generar en el sentido en que el gobernante
puede tener una relación más directa con la localidad, si el partido no cuenta con un
nivel mínimo de institucionalización se pierden los beneficios de los partidos políticos
en tanto a la imposición de disciplina y continuidad de políticas.

2. LA INSTITUCIONALIZACIÓN PARTIDARIA Y EL PROCESO DE ELECCIÓN

El clasificar a un partido como institucionalizado no es un proceso directo. Esto se debe


a que este es un concepto amplio que involucra un número importante de aspectos, a
los que los diferentes autores otorgan mayor o menor importancia, por lo que las
clasificaciones no siempre coinciden. Además, al ser un proceso, la institucionalización
no es una característica absoluta, sino una que puede presentarse en distintos grados.
El proceso de institucionalización de partidos es complejo y cuenta con distintas
dimensiones, las que no se desarrollan necesariamente de manera simultánea De esta
forma, puede que un sistema con bajos grados de institucionalización como el peruano
no cuente con partidos del todo institucionalizados pero que aun así cuente con
partidos que se encuentren más avanzados en el proceso de institucionalización que
otros. La institucionalización, tal como su nombre indica, se relaciona con la
característica de institución con la que cuenta un partido político. Dos de las
definiciones más citadas al respecto son las propuestas por Huntington y Panebianco.
Samuel Huntington, considerado el padre del concepto, definió a la institucionalización
política como “el proceso por el cual una organización y sus procedimientos adquieren
valor y estabilidad” (1968: 12). Panebianco, años después, define a la
institucionalización de partidos políticos como “la forma en que una organización se
solidifica”. El autor luego desarrolla este concepto y lo explica como “el proceso por el
que una organización pierde su característica de herramienta y adquiere valor en sí
misma”. Sin embargo, estas definiciones son muy generales si lo que se requiere es
clasificar a un partido político según su grado de institucionalización. Ante esta
situación, los autores que presentan definiciones del concepto también presentan
elementos que se deben tomar en cuenta al definir el nivel de institucionalización de
un partido. Randall y Svasand (2002) hacen un seguimiento de las definiciones y
criterios más utilizados y plantean una serie de dimensiones a considerar al momento
de definir a un partido como institucionalizado.

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A partir del trabajo de otros autores como Huntington (1968), Panebianco (1988),
Janda (1980) y Levitsky (1988), Randall y Svasand sugieren que es útil pensar en el
proceso de institucionalización como un proceso con cuatro dimensiones clave: (1)
organización interna, (2) autonomía de decisión, (3) infusión de valor y (4) ratificación y
apoyo. La primera de estas dimensiones, como su nombre indica, se refiere a que tan
organizado se encuentra un partido a nivel interno. La relación de la organización
partidaria y la institucionalización es bastante intuitiva y directa. Entre más organizado
se encuentra un partido, mayores son las posibilidades de que este pueda establecerse
y solidificarse. La segunda dimensión que se menciona es la “autonomía de decisión”.
Esta se refiere a la capacidad del partido de tomar decisiones sin interferencia externa,
principalmente en ausencia de relaciones de dependencia económica. Según Randall y
Svasand, estas dos definiciones resumen los requerimientos básicos a nivel
organizacional de los partidos institucionalizados aunque en distintos niveles. La
primera se refiere a la organización al interior del partido y la segunda a la
organización del partido en relación a fuerzas externas. Las siguientes dos
dimensiones, por otro lado, son clasificadas por los autores como dimensiones de tipo
actitudinal. Estas se refieren a la relación que existe entre los partidos
institucionalizados y los ciudadanos. Así, la “infusión de valor” se define como la
capacidad del partido de generar un sentimiento de identificación entre sus
simpatizantes. Esta dimensión es de gran importancia puesto que actúa como un
agente de cohesión al interior del partido. De forma similar, la dimensión de
“ratificación y apoyo” se refiera a la imagen del partido ante los ojos de la sociedad.
Esta imagen se basa tanto en el posicionamiento del partido en la opinión pública
como en la percepción en la sociedad de que el partido cuente con un grupo estable
de simpatizantes.

De esta forma, se tiene que el proceso de institucionalización puede entenderse como


el proceso a través del cual una organización en este caso, un partido político se
transforma en una institución. La forma en que ocurre este proceso se da de distintas
formas dependiendo del partido, sin embargo, el proceso a través del cual estas
organizaciones se consolidan como instituciones no es idéntico al desarrollo de un
partido en términos puramente organizativos. Una diferencia básica es el componente
actitudinal que se desarrolla tanto entre los simpatizantes del partido como ante los
ojos de la sociedad. Además, cabe resaltar que existe una dimensión temporal

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implícita en el concepto de institucionalización. El proceso de institucionalización toma
tiempo y el concepto de institucionalización connota persistencia y estabilidad.

3. EL RESULTADO ELECTORAL Y SUS DETERMINANTES

El resultado electoral es determinado por la elección de los votantes. Estos, luego de


un periodo de gestión y/o de una campaña electoral, toman una decisión sobre su voto
la cual define quien será el ganador. En este sentido, explorar qué factores influyen
sobre la elección de los individuos podría permitir entender que los lleva a votar por un
partido que sea institucionalizado.

En la literatura se pueden hallar tres modelos teóricos que explican el voto del
electorado. De acuerdo a Antunes (2010) estos modelos son el modelo sociológico, el
modelo psicosocial y el modelo de votante racional. El primero de ellos, el modelo
sociológico, fue desarrollado originalmente por Lazarsfeld, Berelson y Gaudet (1944).
El modelo estipula que el principal determinante de la elección de un individuo es el
grupo social al cual pertenece. De forma más precisa, encontraron que los votantes
eligen de acuerdo a su predisposición política de acuerdo al grupo social al que
pertenecen, el que a su vez está determinado por el estatus socioeconómico, la
religión y el área de residencia. Bajo un enfoque similar Tanaka (2007) plantea que hay
características que son estructurales a los votantes que no están relacionadas a su
racionalidad. Él postula que hay características como el grupo étnico, identidades
regionales e identidades de clase que no son coyunturales y que a su vez ayudan a
explicar el voto anti sistema. Por ejemplo, como son, si de niño vivió en un pueblo o el
campo, o si sus padres tienen una lengua nativa son algunas otras características
relevantes. Es más, además de estas variables existen otras relacionadas al contexto de
cada persona que ayudan a explicar su voto. Tales variables son la expectativa de la
economía en el futuro y, al mismo tiempo, su percepción del resultado pasado (en
línea con lo de arriba), el nivel de riqueza/ingreso, o lugar de residencia. El segundo
modelo de votación es el psicosocial, desarrollado originalmente por Campbell,
Converse, Miller y Stokes (1960). Este modelo plantea que la filiación partidaria es un
lazo psicológico, estable y duradero que se da con un partido político que no
necesariamente implica militancia alguna. De acuerdo a estos autores la afinidad
partidaria comienza con el proceso de socialización en la familia, lo que lo hace incluso
similar con la religión. En este sentido, la afinidad partidaria es una forma de
identificación social y de pertenencia. Este modelo no estaría muy acorde con la

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realidad peruana, pues según Tanaka (2007), Grompone(2008), Torres Seoane et al
(2008) el elector peruano no tiene una filiación partidaria definida, salvo en el caso de
quienes apoyan al partido aprista peruano y al Fujimorismo (Levistky, 2012). El tercer
modelo, desarrollado originalmente por Downs (1957), se basa en la racionalidad de
los votantes. La teoría de la elección racional se basa en la premisa de que la
racionalidad puede explicar el funcionamiento de la política. Este modelo hace una
analogía entre los votantes y los consumidores, y los partidos políticos y las firmas. Así,
se plantea que si los consumidores buscan maximizar su utilidad de la misma forma lo
hacen los votantes entonces 15 los partidos políticos buscan maximizar sus beneficios
de la misma forma que lo hacen las firmas.

CONCLUSIONES

Como estudiante de derecho, me permito mencionar las siguientes conclusiones:

Los partidos políticos en el Perú, vienen atravesando un estado bastante deteriorado. Según
diversos autores y encuestas de opinión, la confianza en los partidos políticos en el país es de
las más bajas de la región. Esta desconfianza en los partidos políticos tiene efectos importantes
sobre el grado de institucionalización de todos los partidos.

Si el electorado desconfía de los partidos políticos, estos se encuentran más propenso a elegir
candidatos de partidos con bajos niveles de institucionalización, lo que deteriora aún más el
sistema político.

La baja institucionalidad de los partidos políticos a nivel nacional y local es preocupante ya que
esto no permite que los partidos puedan cumplir de forma efectiva con su rol en el proceso
democrático. Esta situación es especialmente preocupante a nivel local ya que la Ley de
partidos políticos ha sido bastante laxa en cuanto a los requisitos necesarios para poder
postular a un cargo en este nivel de gobierno. La proliferación de organizaciones políticas con
bajos niveles de institucionalización a nivel local resulta un problema importante pues la
ausencia de partidos institucionalizados a este nivel resulta una traba importante al correcto
desarrollo del proceso de descentralización.

Cualquier medida de política dirigida a fortalecer los partidos políticos tendrá poco impacto
mientras exista una desconfianza en las instituciones democráticas por parte de los electores,
más si esta proviene por el contexto socio económico.

Además, es necesario tener en cuenta que los electores basan su elección en la ejecución de
obras, lo que implica que deben de establecerse mecanismos para que los alcaldes y

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Gobernadores Regionales no se aprovechen de esto y manipulen el presupuesto público a su
favor. Finalmente deben de darse mecanismos que transparenten el funcionamiento de los
partidos políticos al mismo tiempo que los acerquen a la población, una medida sugerida sería
transparentar las fuentes de financiamiento de los partidos políticos pues generaría confianza
en los electores.

La población peruana en estos últimos años, no ha aprendido y ni aprende a elegir a sus


gobernantes Nacionales, Regionales y Locales en vista que eligen al mal menor, lo que significa
que los peruanos estamos cayendo en la mediocridad según lo manifestado por la Dra. Beatriz
Merino ex Defensora del Pueblo del Perú y ex Premier, con lo cual comparto totalmente.

BIBLIOGRAFIA

1. Antunes, Rui. 2010. “Theoretical models of voting behaviour”. Escola Superior de


Educação - Instituto Politécnico de Coimbra. Exedra.

2. Buller, Eduardo. 1993. "Regionalización y Municipalización en el Proceso


deDescentralización Administrativa: El Caso de Peru" en CORDES, ed. Descentralización
y Gobiernos Municipales. Quito, Ecuador: Corporación de Estudios para el Desarrollo.
3. Campbell, A., Converse. P, Miller, W. y Stokes D. 1960. The american voter. Ney York:
Willey. Carreras, M y Ferrari, I. “Individual-level determinants of the vote for outsiders
and incumbent former outsiders in Latin America”.
4. Carreras, Miguel. 2012. “The rise of outsiders in Latin America, 1980-2010: an
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5. Carrión, J. y P. Zárate. Cultura Política de la Democracia en el Perú. Lima: Instituto de
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Lima: Centro de Investigación de la Universidad del Pacífico and Red para el Desarrollo
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8. Dammert Ego Aguire, Manuel. Desborde Territorial Descentralista: Replanteando la
Reforma Descentralista Peruana: Territorios Sociales, Estado con Regiones y
Municipios, Impulso Autonómico. Lima: Tarea, Asociación Gráfica Educativa.

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