Los Panes en Venezuela

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Of

Los panes
Ocarina Castillo D’Imperio

Fu n d a c i ó n
Big o tt

»
LA YUCA, ALIMENTO ROBADO DEL CIELO

El vocablo ‘yuca’ procede de la lengua Caribe, yog ca que


significa ‘se amasa molida’, pero también se le conoce en
América com o mandioca, manioc, mañoco, rumu, arr, ai-
pin, mandi’o, guacamota. Su nombre científico es Manihot
esculenta crantz, pertenece a la familia de las Euforbiá­
ceas y presenta dos variedades de acuerdo a los niveles
de concentración de ácido cianhídrico (HCN): la yuca
amarga, con una concentración de más de cien micro-
gramos por cien gramos de yuca, y la dulce, con menos
de cincuenta microgramos. Estas diferencias dependen
fundamentalmente de las condiciones agroecológicas,
pudiéndose afirmar que:

[... ] las yucas amargas son más comunes en el área ama­


zónica y en el Caribe, mientras que el cultivo de las dulces
se encuentra más generalizado en el norte de la América
del Sur3.

Aun cuando no se cuenta con una explicación defi­


nitiva respecto al origen de la yuca, hay un cierto con­
senso en afirmar que “ [...] fue domesticada en la parte

3. Cartay, 2004,15.
14 Los panes en Venezuela

norte de Sur Am érica y muy posiblemente en la región


Orinoco-Amazónica de Brasil-Venezuela”4. En el caso ve­
nezolano, su presencia está vinculada a la ocupación ba-
rrancoide del Bajo Orinoco, en los inicios del último mi­
lenio a C.5, considerándose posible que estos pobladores
hayan desarrollado la técnica de consumir la yuca bqjo la
forma de casabe6, como se desprende del hallazgo arqueo­
lógico de fragmentos de budares para la cocción de la masa
de yuca A partir de allí, se expandió su cultivo y procesa­
miento a las islas del Caribe, introducida por los aborígenes
del oriente de Venezuela a finales del último milenio a C.
Pedro Mártir de Anglería, en su libro Décadas del
Nuevo Mundo II, al reseñar los diferentes usos de la yuca
y, en particular la producción del casabe, afirmó que “ [...]
en el uso de esta raíz de yuca se oculta cierta maravillosa
industria de la naturaleza”7. Felipe Salvador Gily, jesuita
italiano que vivió entre los indígenas tamanacó a orillas
del Orinoco entre 1749 y 1767, refiere con detalles la
siembra de la yuca:

[Los tamanacos] No usan arado para remover la tierra Les


basta la azada, les basta el palo. De la azada se sirven para

4. Carrizales, 1984, 23.


5. Sanoja, 1981,186.
6. Sanoja, 1974,50.
7. Mártir de Anglería, en Pérez, 2012,305.
15 Ocarina Castillo D’Imperio

plantar la yuca Pero no cavan todo el campo sino que ca­


vando acá y allá, hacen pequeños montones de tierra,
donde clavan hasta la mitad tres o cuatro tallos maduros
de yuca de la longitud de un palmo, los cuales renuevos
[...] germinan enseguida y producen las raíces de que se
hace el cazabe. Este trabajo lo hacen los hombres8.

Así pues, la yuca ha sido cultivo y alimento base en


las comunidades indígenas del sur, Oriente y Llanos, y a
partir de allí, de los poblados formados a través de in­
contables generaciones, constituyendo junto al casabe
uno de nuestros sabores ancestrales/La cosmovisión de
} '

los yekuana, aborígenes del sur de Venezuela (estados B o­


lívar y Amazonas), da cuenta del papel entrañable de la
yuca y el casabe en su sociedad:

[... ] se cuenta que hace muchísimo tiempo ellos eran tan


pobres que carecían totalmente de alimento y de agua,
viéndose obligados a comer tierra. En el cielo, vivía la
dueña de la yuca, que en anteriores crisis los había ali­
viado enviándoles casabe y agua Solicitaron sus favores
a través de emisarios que no regresaron, entonces, entre
los miembros del grupo decidieron intentar llegar hasta el
cielo de otras maneras. Uno se convirtió en ave y pudo
traer agua para su pueblo. Otro, que subió al cielo trans­
formado en mono, de unos hermosos yucales que allí vio,

8. Gily, 1965, 277-278.


Los panes en Venezuela

robó una astilla que trajo oculta entre sus uñas hasta la
tierra de los Yekuana, donde la entregó a las mujeres del
grupo, que desde entonces serían las encargadas de sem­
brarla. Sus hermanos ya no pasarían hambre9.

9. Puentes y Hernández, 1993, 81.


E L M A ÍZ, G R A N O Q U E D A V ID A

El maíz, alimento emblemático del continente americano,


pertenece a la familia de las Gramíneas, clase Liliopsida,
subclase Commelinidae, orden Cyperaies. Su nombre cien­
tífico Zea mays proviene de Zea, voz griega que significa
Vivir’, mientras que mays, deriva del vocablo ma-hiz con el
que los tainos denominaban esta planta, extendida a lo
largo de América a través de diversas latitudes y paisqjes
desde Canadá hasta la Palagonia, recibiendo los nombres
de choclo, elote, mazorca de maíz, jojoto, chilote, milho,
avatí, sara, entre otras denominaciones.
El maíz es un alimento transversal y de estudio in­
terdisciplinario en nuestro continente, debido a su condi­
ción genuinamente americana, su valor nutritivo, a la ex­
tensión de su cultivo e importancia socio-histórica en los
procesos de sedentarización de los pueblos, a sus innu­
merables elaboraciones artísticas, literarias y simbólicas,
versatilidad de usos y propagación al resto del mundo.
Si bien no hay acuerdo definitivo entre los investi­
gadores, se mantienen dos hipótesis respecto a la forma
y centros de domesticación del maíz: la que afirma que
ocurrió en el área mesoamericana, donde estudios re-
18 Los panes en Venezuela

tientes señalan como fecha más temprana 6700 años a C.


en el valle del río Balsas ubicado en el centro de México10.
Y la que sostiene la existencia de dos centros indepen­
dientes de domesticación, uno en Mesoam éricay otro en
Sudamérica (Perú), en donde se registran las fechas más
antiguas en los sitios de Casma: 4070 a. C., y Cerro Julia
4050 a C.11.
Dada la sucesión en un largo período de un coryunto
de procesos biológicos y culturales que han determinado
una simbiosis entre la planta y sus cultivadores, en la que
el maíz resulta incapaz de reproducirse solo, debido a que
sus granos están sólidamente sujetos a la mazorca y cu­
biertos por un envoltorio de hojas, se le ha considerado
un “artefacto cultural”.
Existen diversas hipótesis respecto a su introduc­
ción al territorio que conocemos como Venezuela, seña­
lándose tres posibles rutas: una procedente del occidente
de M éxico y Guatemala (costa pacífica), la segunda pro­
cedente del oriente de Centroamérica (costa atlántica) y
la tercera, proveniente del sur de la Amazonia boliviana-
peruana que se desplazó a través de Ecuador y Colombia,
introduciéndose por los llanos occidentales. Las eviden­

10. Pipemo, et al., 2009, 5019-5024.


11. Bonavia, 2008,159.
19 Ocarina Castillo D’Imperio

cias arqueológicas más antiguas señalan la presencia de


maíz en el valle de Quíbor en los dos últimos siglos a. C.12
y en la zona del Orinoco hacia los 800 a C.13. Gilij también
relata el proceso de cultivo del maíz por parte de los in­
dígenas de la zona del Orinoco, refiriendo el importante
papel que juegan las mujeres:

A las mujeres les corresponde sembrar el maíz. Pero para


sembrarlo no se cava antes el terreno ni con azadas ni con
el arado. Hace las veces de una cosa y otra un largo palo,
con el que hacen de vez en cuando pequeños agujeros,
dispuestos de ordinario en filas, separadas las unas de las
otras como tres palmos. Otra mujer entretanto mete en
cada agujero cuatro o cinco semillas de maíz y las cubre
con el pie14.

La presencia fundacional del maíz en nuestra cultura


se pone de manifiesto en este hermoso relato legado por
la cultura yanomami del Amazonas venezolano:

Hace muchísimo tiempo, vivía un yanomama de nombre


Koye, el cual era gran trabajador. En su conuco había sem­
brado el maíz y, cuando éste comenzó a jojotear, envió a su
esposa y a su suegra para que lo cosecharan. Como Koye
no podía hablar con su suegra, advirtió a su esposa que le

12. Sanoja, 1981,113.


13. Van der Menve, en Bonavia, 2008,145.
14. Ibídem, 278.
20 Los panes en Venezuela

encareciera a su madre que no se adentrara demasiado en


el maizal, porque podía extraviarse. La esposa de Koye
cumplió con el recado; pero la suegra, a pesar de haber
entendido perfectamente el peligro que corría, se internó
en el maizal. Como veía que el maíz, a medida que iba
avanzando, lucía cada vez más bonito, se olvidó de la pre­
caución y se adentró más de la cuenta. La hija, honda­
mente preocupada, desde la orilla del maizal la llamaba
para que regresara; pero la suegra en contestación le gri­
taba: -¡Popo! ¡Popo!
La visión de un maíz tan exuberante la había enloquecido.
Siguió caminando, hasta extraviarse... y se transformó en
una “popomani” (gallinácea del monte, muy ávida del
maíz). Por su parte, Koye, el incansable trabajador, se
convirtió en bachaco.
Cuando los yanomamas logran tener granos de maíz, lo
siembran en sus conucos e invocan a Koyeriwa (espíritu
del bachaco), para que lo haga crecer bien y fructificar
abundantemente15.

Tal como acontece en el mito, la dulzura y versatili­


dad del maíz, que da cuenta de la riqueza y exuberancia
de la naturaleza americana, ha seducido históricamente
nuestros paladares y es expresión simbólica del esfuerzo
que se recrea diariamente por garantizar nuestras condi­
ciones de existencia.

15. Armellada y Bentivenga, 1975, 210.


ASÍ LOS VIERON ELLOS... Y ASÍ LO CONTARON

El maíz y la yuca aparecen reseñados desde el primer viaje


de Colón16, cuando refiriéndose a la isla Femandina (ac­
tual Isla Long), apuntaba en su diario el 16 de octubre de
1492: “Ella es isla muy verde y llana y fértilísima, y no
pongo en duda que todo el año siembran panizo [maíz] y
cogen”. Un mes más tarde mencionaba las raíces de que
hacen su pan los indios, el cual Colón compartió con el ca­
cique de una comunidad de la costa oriental de Cuba:

El rey comió en la carabela con el Almirante y después


salió con él en tierra, donde el Almirante le hizo mucha
honra y le dio colación de dos o tres maneras de ajes y
con camarones y caza y otras viandas que ellos tenían, y
de su pan que llamaban cazabí17.

En el tercer viaje (1498), el Almirante tocó tierra en


el territorio venezolano y se sorprendió al hallar maíces
blanco, morado y colorado, y calificó a las costas de Pa­
ria como “Tierra de Gracia”.

16. Colón, 2006,103.


17. Ibídem, 198.
22 Los panes en Venezuela

Del maíz y la yuca, nuestros indígenas obtuvieron


una parte sustancial de su diario sustento, esas masas que
los europeos denominaron los panes de esta tierra.
De la yuca amarga, hicieron casabe y del grano
maduro del maíz, arepa. Dada la im portancia nutricio-
nal y simbólica del pan en las diferentes culturas, no re­
sulta extraño el interés que les dispensó la mirada de
los recién llegados, entre el asombro, la curiosidad y el
rechazo.
De esta forma, resulta especialmente interesante
hurgar en las descripciones que de estos panes hicieron
misioneros, funcionarios y comerciantes en la fase de los
primeros contactos, cuando además de conquistar la po­
blación y el territorio, pusieron a prueba estrategias ali­
mentarias y culinarias. Para ellos, no solo se trataba de
conocer las riquezas en materias preciosas y novedosas
existentes en el Nuevo Mundo, sino también de explorar e
identificar recursos para la subsistencia, probar frutos y
plantas, y experimentar en el trasplante de los que traían
de Europa.
De cara a esta realidad, tan distinta y extraña, los eu­
ropeos requerían de sus tradicionales provisiones que,
como señala Benzoni, venían en las bodegas de los bar­
cos cargadas de ajos, habas, garbanzos, lentejas, almen­
dras, nueces, higos, uva pasa, aceite, arroz, miel, queso,
23 Ocarina Castillo D’Imperio

jarros, platos, escudillas, especias, paños, sedas, cordo­


banes, vino, bizcocho y otras cosas18.
Nicolás Federmann, integrante de la compañía ale­
mana de los Welser que recibió la concesión de Carlos V para
conquistar y gobernar a Venezuela por veinticinco años a
partir de marzo de 1528, permaneciendo en territorio vene­
zolano entre 1530 y 1532, señaló la abundancia de mahyz en
el hermoso valle del Turbio, afirmando que “ [...] éste es su
trigo” 19, y apuntó también la abundancia de yuca en las ad­
yacencias de Churuguara20. También Felipe von Hutten,
otro gobernador Welser, que permaneció en la zona Centro
Occidental entre 1535-1541, aludió al maíz y al casabe:

Hacen pan de un grano blanco al que llaman maíz, crece


éste en mazorcas o espigas, similar al trigo, e lo siegan e
siembran de nuevo en su época Da un pan rico y sustan­
cioso, sólo que no lo salan. Tienen además otro tipo de pan
al que llaman Casumbe [casabe] y que hacen de una raíz21.

Von Hutten, ante la preocupación por el necesario avi­


tuallamiento de las tropas, señalaba los atributos del maíz:

Nos queda aun para comer durante un año de cuanto tra­


jimos de España, o sea harina y vino. También podemos,

18. Ibidem, 107.


19. Federmann, 1988,197.
20. Ibidem, 172.
21. Von Hutten, 2005, 84.
24 Los panes en Venezuela

en todo momento, hacemos traer refresco de Santo Do­


mingo, de modo que, si Dios lo quiere, no nos han de fal­
tar bastimentos. Hay en estas tierras asimismo un pan de
maíz bueno e sabroso; aunque muchos no lo quieren
comer a mí me gusta22.

Unos años después, Galeotto Cey, banquero y co­


merciante de origen florentino que se enroló en la expe­
dición a Am érica en el interés de mercadear algunos gé­
neros, permaneciendo en la región Centro Occidental
entre 1544 y 1550, realizó prolijas descripciones de la
yuca, sus variedades y usos:

Yuca es una raíz de la cual se hace pan y bebidas en todas


las Indias y se la encuentra de dos clases [...] llámase la
una “Caribe” y la otra “boniata”. Caribe es un vocablo
indio que significa cualquier cosa fuerte, venenosa, cruel,
iracunda, [...]. De esta yuca Caribe hay bastante en esta
isla [Santo Domingo] y en todas las otras, pero en Tierra
Firme hay poca, y sí mucha de la otra que llaman “bo-
niata”, esto es dulce y no venenosa como caribe [...] quien
comiera estas raíces [la yuca amarga] así crudas y sin ex­
primir el jugo, rápidamente se le hincha la lengua, salién-
dole gran mucosidad por la nariz, siente gran estupor en
la cabeza, grandísima sed y fuego en el estómago, con un
hinchamiento cruel23.

22. Ibídem, 122.


23. Cey, 1995,20.
25 Ocarina Castillo D’Imperio

El padre Matías Ruiz Blanco, capuchino encargado


de la conversión de los indígenas cumanagotos y palen­
ques del oriente venezolano, mencionaba las distintas
opciones para obtener pan:

Crían los montes y lagunas gran suma de raíces comesti­


bles, de que se valen los naturales en tiempo de necesidad,
en que suelen faltarles los granos de maíz, de que hacen el
pan cotidiano: y por esto aquellos países son más próvidos
que los de España, por la diversidad de cosas que suplen la
indigencia del pan, de las cuales los indios tienen particu­
lar noticia y raro conocimiento24.

24. Ruiz Blanco, 1965, 14.


¿7

EL CASABE

Dale que dale al manare.


Dale que dale al manare
Que el manare tiene yuca
Y la yuca tiene yare25.

El padre Joseph Gumilla consideraba que e l casabe


“[...] es el pan más universal de todos los países calientes:
este se sirve en las casas, y se lleva para los viíyes”26.
Existen numerosas descripciones acerca del proceso de
elaboración del casabe, una de ellas es la de Ruiz Blanco,
en la cual señala además las dificultades en los cambios
de hábitos alimentarios:

Para hacer el casabe rallan la raíz, y rallada la meten en


unos estiladores de caña; y, después que ha destilado todo
aquel caldo venenoso, la secan al sol, y de ella forman unas
tortas redondas, de medio dedo de grueso, y las cuecen, y
así se comen en lugar de pan, y es lo mejor para hacer bas­
timento en los viqjes que se ofrecen, porque el pan de maíz,
si no es fresco, no se puede comer, y uno y otro es bien tra-
bajoso para los que se han criado con pan de trigo. El pan

25. Tonada popular de Guatire, en Vélez Boza, 1984, 117.


26. Gumilla, 1963,252.
28 Los panes en Venezuela

de maíz no percibe ningún licor; el cazabe sí, porque es más


porozo, y, comido con leche, causa hidropesía27.

Cey, con la sensibilidad que caracteriza a sus relatos,


se interesó también por el pan de yuca llamado casabe:

Primero cosechan estas raíces, después con una caña o


leño como cuchillo, le quitan la concha marrón... después
de pelada la rallan, con una piedra áspera o corteza de
árbol, o rallador hecho a propósito [...]. Después toman
esa ralladura y la ponen en una cesta de cañas plegadas,
largas y delgadas [...] y, a tales recipientes llaman sebu­
cán. Después cuelgan un extremo en alto y en el otro co­
locan un peso que lo estira y distendiéndose se estrecha
de manera que le sirve de exprimidera para sacar aquel
jugo que es la propia humedad venenosa, y que si la be­
biesen tanto hombres, pájaros, pollos, puercos, como
otros animales, morirían sin remedio. Una vez exprimida
la ralladura, la sacan de estos recipientes o sebucanes,
que queda como aserrín, y sobre fuego tienen torteras de
tierra, grandes como una rodela, que en Indias llaman
“aripos” o “burenes”, donde ponen esta raspadura del alto
de un dedo y mojándose se deshace, despedazándose
todo sin remedio de volverlo a secar o rehacer, y estos se
llaman casabes hecho de yuca, más o menos, según el
grosor que quieren darle. Si es para návegár o guardar, o
para los esclavos y su familia la hacen gruesa y dura, pero

27. Ruiz Blanco, 1965, 16.


29 Ocarina Castillo D’Imperio

si es para comer inmediatamente, o para cristianos, es


más delgada y tierna [... ] después la ponen a secar al sol
un día, dos o tres, según la necesidad [...]. Hecho este ca­
sabe, o pan, lo guardan en lugares secos y altos, porque la
humedad lo acaba28.

Como se desprende del texto, la elaboración del


casabe abarcaba los siguientes pasos: recolección de la
yuca, que en muchas comunidades era una tarea propia
de las mujeres, para lo cual se usaban cestas que en al­
gunos lugares reciben el nombre de “catumares”; lavar y
pelar la yuca, es decir, desprender la corteza y continuar
con el rallado, para lo cual se utilizaban distintos tipos de
ralladores: planos, cóncavos y curvos e incluso conchas
de tortugas; una vez rallada, la masa obtenida se llevaba
al sebucán29, especie de cesta de form a cilindrica en la
cual se exprimía y extraía el yare o jugo venenoso propio
de la yuca amarga; hecho esto, la masa se pasaba por un
cernidor o escurridero (manare o naepa) y la masa más

28. Cey, 1995, 20-21.


29. Sebucán de los Achaguas: “ [...] de unas cañitas muy sutiles tejen una
grande bolsa como de dos varas de longitud y media de circunferencia, que tiene
su boca por lo alto y remata en una presilla por la parte inferior; en éste van
echando de aquella masa o yuca rallada, hasta dejarla casi llena: cuelgan después
este instrumento en un árbol o palo, y por la presilla [... ] meten una palanca bien
fuerte, siéntase sobre ésta la india, y haciendo peso con el cuerpo va despidiendo
todo el humor la masa hasta dejarla com o estopa” (Rivero, 1883,111).
30 Los panes en Venezuela

gruesa o catibía quedaba lista para ser procesada y colo­


cada en la superficie llamada budare o atipo, hecha de ba­
rro cocido o hierro, en la cual se extendía y cocinaba la
masa con la ayuda de unas paletas, que en algunos casos
eran de concha de tortuga:

[...] sigue el cocer del pan [el casabe] [...], [para lo cual]
labran unas planchas de barro redondas muy lisas y asea­
das, de vara y media de circunferencia que cuecen al
fuego [...]; ponen esta plancha sobre tres piedras [... ] en­
cienden leña [...] debajo el budare [...] vuelven y revuel­
ven de un lado a otro la torta30.

Finalmente, la torta de casabe se tendía al sol para


que secara bien. La utilidad del casabe fue tal que incluso
algunos españoles -pese a su desapego por las labores
manuales y agrícolas-, se vieron en la necesidad de plan­
tar y cosechar la yuca, y también preparar el casabe, ya
que como apunta Benzoni, era un alimento indispensable
en las provisiones del retom o hacia Europa:

Todos los navios españoles que navegaban en estos


mares, para el viaje de retomo, con excepción de aquellos
que provienen de Veracruz, puerto de la Nueva España,
hacen provisiones de este pan, debido a que en todas las
tierras, lugares, islas y provincias habitadas por los espa­

30. Ibidem, 111.


31 Ocarina Castillo D’Imperio

ñoles en el mar de tramontana (mar Caribe) no se cose­


cha un solo grano de trigo31.

Así pues, el casabe se convirtió en un recurso in­


dispensable en las jomadas de exploración y ocupación
del territorio y en los viajes largos, como señala Patiño:

Quizá fue este el elemento en que la transculturación fue


más rápida, no sólo porque así lo impusieran las circuns­
tancias, sino por las cualidades intrínsecas de esa planta
y su tubérculo. El sistema de plantarla en montículos o
“montones” dio origen a la codificación de las primeras
medidas agrarias adoptadas por los europeos en América
Por la facilidad de transportarse durante largos períodos
sin alteración alguna, el cazabe, pese a no ser grato al pa­
ladar de los recién llegados, gozó entre los europeos de
mucho predicamento32.

Cey afirmaba que el casabe era liviano y favorecía la


digestión, “ [...] tanto más cuando se comen solos y sin
carne o pescado, ni otros alimentos, que con ellos acom­
pañan y deleitan el gusto, y a mí me gustaban mucho”33.
Ciertamente no todos compartían estas apreciaciones,
había otras voces que lo catalogaban com o dañino y a

31. Benzoni, 1967,102.


32. Patiño, 1963, s. p., en: http://www.banrepcultural.org/blaavirtual/
historia/putiles2/putillb.htm
33. Cey, 1995, 21.
32 Los panes en Venezuela

quienes les resultaba áspero y burdo, com o a Benzoni:


“[...] me daba la impresión de comer tierra; si se acom­
paña con caldo de carne es algo mejor”34.
Como ha sido señalado, en la tecnología indígena
de elaboración del casabe, resultaba de vital importancia
-com o señala Carrizales- exponerlo al sol, de tal m odo
que es posible establecer una relación metafórica entre la
forma de la torta y del budare, y la importancia del Sol
para nuestra vida en el planeta, tal como se expresa en al­
gunas mitologías indígenas. A l respecto, señala Marc de
Civrieux:

En el verano (cuando hay sol) todo se puede hacer. Pue­


den secarse cogollos, allí mismo se secan. En el verano
uno duerme con candela así amanece. En el verano los
cazabes se secan bien, la leña está seca. El budare se ca­
lienta rápido porque es verano35.

El padre Bartolomé de las Casas, describe otra va­


riedad del casabe llamada xauxao: “ [...] cuasi como unas
hermosas obleas, delgadísimas que se servían a los se­
ñores”. La tradición más genuinamente indígena y ama­
zónica nos ha legado otros usos de la yuca: el mañoco que
es la harina gruesa con la que se preparan diversos platos

34. Benzoni, 1967,102.


35. Civrieux, en Carrizales, 1984,19.
33 Ocarina Castillo D’Imperio

y la utilización del yare o jugo de la yuca amarga en la ela­


boración de un condimento picante que los indígenas
pemones llaman kumachí, en otras comunidades del
Amazonas catara36y en otras quifare:

[...] en cuanto le dan un hervor [al jugo de la yuca


amarga] es muy sano y sabroso, y usan para dar gusto, y
sainete a sus guisos, y llámanlo en su lengua quifare3'.

De otra parte, la yuca dulce se comía asada como


acompañamiento de pescados y carnes, al respecto decía
Gumilla que “ [...] sabe a castañas assadas, y suple muy
bien en lugar del pan”38, era un ingrediente indispensable
en los denominados hervidos o sancochos y comenzó a
consumirse frita una vez que incorporaron esa técnica.
También a partir de la yuca elaboraban vino, como soban
llamarlo los cronistas al referirse a la bebida fermentada
o chicha, también conocida como jachirí y de gran esti­
mación en las comunidades indígenas del Orinoco.

36. Catara “ [...] es el aderezo picante por excelencia de las culturas ama­
zónicas venezolanas [...]. Para hacer la catara se toma el yare extraído del pren­
sado de la yuca amarga en el sebucán, se pone a hervir por cinco horas para que
desaparezcan sus propiedades tóxicas. Después se le agregan ajíes picantes y ba-
chacos. El picante resultante se envasa para usarlo como condimento o com o in­
grediente de muchas preparaciones” (Méndez, 2010,46).
37. ídem.
38. Ibídem, 252.

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