Ii Bimestre - Desarrollo
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Existen numerosos estudios a nivel regional acerca de las actividades que realizan los y las
adolescentes. En términos generales, sabemos que asisten a la escuela y hacen tareas
escolares, realizan labores domésticas y participan en actividades de ocio y recreación. Pero,
¿cuánto sabemos de la forma en que utilizan su tiempo y cómo lo distribuyen entre las
diferentes actividades? Al ser este un recurso limitado, el tiempo que los adolescentes dedican
a una actividad necesariamente implica menos tiempo para realizar otra. En particular, en un
contexto donde la presión en torno al rendimiento escolar en todos los niveles ha aumentado,
la importancia del esparcimiento en el bienestar y el sano desarrollo de las y los adolescentes
se ha perdido de vista.
Las actividades con mayor dedicación de tiempo son aquellas relacionadas con el aprendizaje y
la educación, para los cuales estarían destinados más de 40 horas promedio a la semana. No
obstante, cuando se considera el tiempo dedicado al trabajo remunerado las diferencias por
sexo son evidentes. En promedio, los adolescentes dedican entre 20 y 37 horas semanales al
trabajo remunerado, en tanto las adolescentes se ubican en un rango de 16 a 33 horas por
semana. En contrapartida, los adolescentes dedican considerablemente más horas semanales
al trabajo doméstico no remunerado.
La actividad que más tiempo ocupa de las horas libres de los adolescentes es ver televisión.
Hoy en día este fenómeno de alto consumo de tiempo no se extiende solo a la televisión, sino
también a las “pantallas” en un sentido más amplio, incluyendo a los dispositivos electrónicos
como tablests, teléfonos celulares y otros, que son ampliamente utilizados por las y los
adolescentes. Esta tendencia a dado pie a varias reflexiones de diversa índole, sobre todo
porque hay preocupación al respecto. Por una parte, ver TV es una actividad que se caracteriza
por ser pasiva y que promueve el sedentarismo, lo que tendría efectos en la salud.
El consumo responsable empieza por hacerse preguntas y decidir de manera informada sobre
aquello que consumimos. ¿De verdad lo necesito?, ¿puedo pedirlo prestado?, ¿cómo está
hecho? ¿Qué haré con el cuándo se arruine?
El consumo responsable tiene que ver con entender que los recursos naturales pueden
agotarse. También tiene que ver con comprar de acuerdo a las tres erres (reducir, reutilizar y
reciclar) o elegir una marca por su precio y su calidad a la vez que por su respeto
medioambiental o las condiciones de trabajo en su elaboración.
Se trata, en ocasiones de un proceso de aprendizaje continuo, personal y colectivo en el que
hace falta tener disposición para:
Prestar atención a nuestra participación personal y profesional en el modelo de
consumo vigente.
Modificar los hábitos y conductas individuales, comunitarias, empresariales y políticas.
Para hacerlas antes de elegir una marca de alimento, contratar un suministro de la vivienda,
optar por una solución de ocio, diseñar las vacaciones, invertir en finanzas éticas, cambiar de
seguro, utilizar energías renovables, dar el salto hacia una información más clara,
desplazarnos, alimentarnos, vestirnos, cuidar nuestra salud sexual, elegir un refresco…
¿Lo necesito?
¿Puedo compartirlo?
¿Quién lo ha hecho?
¿Cómo está hecho?
¿Por dónde ha llegado?
¿Puede reciclarse?
¿Y si lo miro con perspectiva de género?
¿Cuánto cuesta y cuánto dura?
¿Qué otras opciones hay?
¿Pero seguro que lo necesito?
ACTIVIDADES
2. Elabora un cuadro para identificar los productos que utilizas que provienen de un
consumo responsable y los que provienen de un consumo no responsable. Colócalos en el
orden de importancia para ti.
3. Ahora, elabora las medidas que debes tomar para iniciar un consumo, luego completa el
cuadro planteado
Cuando llegamos a la adolescencia muchas veces pensamos que el tiempo invertido en casa
con nuestras familias es tiempo perdido, y que podríamos aprovecharlo en otra cosa, o incluso
perderlo, pero no pasarlo con nuestros padres, hermanos o familiares.
Lo cierto es que en esta época hemos descubierto que son muchas las cosas que aprendemos
y fortalecemos en unión familia. Y es que juntos nos fortalecemos, aprendiendo estrategias
que ya, desde la prehistoria, las familias utilizaban para sobrevivir, por ejemplo: reunirse todos
alrededor del fuego, para mantener el calor y sentirse protegidos, o socializar un problema
para darle solución entre todos. De ese modo, los retos de la vida diaria podían ser abordados
con más fuerza, porque se enfrentaban de manera grupal, todos colaboraban; pero, además
conformaban una fuente de aprendizaje sobre cómo asumir cada reto o desafío.
A estos aprendizajes que hemos heredado a través del tiempo, podemos agregar los que
estamos aprendiendo en las circunstancias actuales, y que nos llevan a reflexionar sobre la
gran cantidad de aprendizajes que logramos cuando interactuamos en familia. Por ejemplo,
muchos padres de familia, docentes y estudiantes se encuentran tratando de adaptarse a la
nueva “rutina” y los retos que implica aprender en línea.
Los beneficios de aprender jugando en familia son múltiples. Además de estimular habilidades
como la creatividad, la imaginación, la capacidad de socialización o el razonamiento lógico,
jugar en familia refuerza los vínculos emocionales entre padres e hijos. Ya sean juegos al aire
libre, de rol, imaginativos, digitales o una mezcla de toso estos tipos, las familias que juegan
juntas regularmente son más felices, sienten menos estrés y son más saludables. El estudio
establece una clara conexión entre los niveles de felicidad de las familias y el tiempo que pasan
juntos jugando, 9 de cada 10 familias que pasan más de cinco horas jugando juntos cada
semana se describen a sí mismos como felices; y cuanto más jugamos, más felices somos.
Hay muchas formas diferentes de formar parte de una familia, y estas cambian
continuamente, pero los beneficios de jugar juntos permanecen influyentes y transformadores
a lo largo del tiempo. El juego compartido, ya sea como amigos, hermanos, padres y madres,
cuidadores u otros adultos, no solo beneficia al desarrollo de los más pequeños, sino que
también tiene muchos otros beneficios socioemocionales adicionales para los padres y madres
y para todo el conjunto de la familia.
ACTIVIDADES
3. Argumenta por qué consideras que las acciones y estrategias propuestas son
oportunas para propiciar momentos de participación en familia.