Tolin Cap 2 Conducta
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La Ciencia Detrás
El malestar en las parejas se ve, en parte, como una falla de refuerzo mutuo. Las
parejas con problemas exhiben habitualmente altas tasas de comportamiento des-
agradable y/o bajas tasas de comportamiento agradable entre sí (Gottman, Mark-
man y Notarius, 1977). Mientras que las parejas satisfechas utilizan principalmente
el refuerzo para modificar el comportamiento del otro, las parejas en dificultades
dependen principalmente del escape (refuerzo negativo) y el castigo como un medio
de influencia conductual (N. S. Jacobson y Margolin, 1979). Las parejas responder a
las contingencias del otro en una forma "ojo por ojo" (a veces llamada reciprocidad),
de modo que el refuerzo de un miembro por lo general es seguido por el refuerzo
del otro, y el castigo de uno generalmente es seguido por el castigo del otro (Gott-
man et al., 1977). Con el tiempo, las contingencias entre los miembros de la pareja
se equilibran (Gottman et al., 1976), de tal manera que "un cónyuge que da mucho,
obtiene mucho; un cónyuge que da un poco, obtiene un poco" (N. S. Jacobson y
Margolin, 1979, p.15).
En forma semejante, el malestar familiar, particularmente en el caso de un niño que
demuestra un comportamiento de oposición o trastorno de conducta, se asocia fre-
cuentemente con un proceso familiar coercitivo. Cuando observamos a estas fami-
lias, a menudo vemos que la disciplina es dura e inconsistente, con poca interacción
positiva entre los miembros (Patterson, DeBaryshe y Ramsey, 1989). Las explica-
ciones conductuales no niegan la presencia de factores temperamentales propios
del niño; sin embargo, enfatizan que los problemas de comportamiento infantil se
desarrollan dentro de un contexto, como la familia y la escuela, y que existe una
interacción entre las tendencias básicas del niño y las contingencias de las conduc-
tas deseables y no deseables (Strand, 2000). Se ha sugerido que dentro de estos
sistemas familiares, los miembros entrenan al niño a comportarse mal, a veces con
refuerzos positivos, pero generalmente a través del escape (refuerzo negativo), en
el que el niño usa un comportamiento inapropiado para detener las intrusiones des-
agradables de otros miembros de la familia. El niño, a su vez, está entrenando a los
familiares para intensificar sus conductas desagradables. Por ejemplo, el malestar
conyugal de Juana y Nick a menudo "se derrama" en sus interacciones con su hijo
James, ya que con frecuencia le gritan y regañan. Él tiene una conducta desagra-
dable, lo que hace que temporalmente lo dejen de molestar. También le prestan
más atención después que se involucra en un mal comportamiento. Entonces Ja-
mes está aprendiendo que puede controlar a Juana y Nick con una conducta inde-
seable. Juana y Nick, al no darse cuenta de las contingencias que existen, sienten
que su única opción es gritar y regañar aún más, de modo que tanto los padres co-
mo el niño se vean atrapados en una escalada. Simultáneamente, las conductas
positivas (prosociales) se ignoran o incluso castigan (Kazdin, 2008; Patterson,
1982). Juana y Nick no refuerzan sistemáticamente a James por pedir permiso, ha-
cer su tarea, limpiar su habitación, etc., por lo que es menos probable que haga
esos comportamientos. El proceso familiar coercitivo parece empeorar en condicio-
nes de estrés familiar, como el desempleo, la discordia matrimonial y el divorcio
(Conger, Ge, Elder, Lorenz y Simons, 1994). Lamentablemente, este patrón parece
continuar a través de múltiples generaciones, ya que una generación utiliza la crian-
za deficiente que presenciaron como hijos en sus propios hijos (Elder, Caspi y Dow-
ney, 1983).
Programas de refuerzo
La frecuencia del refuerzo juega un papel importante en la adquisición y manteni-
miento del comportamiento. Skinner (1938) identificó varios programas distintos:
continuo, intervalo fijo, razón fija, intervalo variable y razón variable. Para nuestros
propósitos, sin embargo, los resumiremos en dos grupos básicos: refuerzos conti-
nuos y refuerzos intermitentes.
El refuerzo es continuo cuando siempre sigue al comportamiento. Por ejemplo, la
rata recibe una bolita de comida cada vez que presiona la palanca, o el paciente re-
cibe mayor atención de los demás cada vez que se corta.
El efecto más importante del refuerzo continuo es que hace que el comportamiento
aumente rápidamente, es decir, está más fuertemente implicado en la etiología o
adquisición del comportamiento. De modo que muchos comportamientos desadap-
tados comenzarán bajo un cronograma de refuerzo continuo. El corte de Isabel, el
uso de sustancias de Blaise, el tirón de pelo de Samanta y las compulsiones de Be-
tania comenzaron bajo un programa de refuerzo continuo, por lo que los comporta-
mientos se adquirieron y aumentaron rápidamente.
El refuerzo es intermitente cuando a veces sigue al comportamiento. Por ejemplo, la
rata recibe una bolita de comida sólo algunas de las veces que presiona la palanca,
o el paciente gana dinero sólo algunas de las veces que juega.
El efecto más importante del refuerzo intermitente es que hace que el comporta-
miento se "adhiera", incluso cuando no se proporciona ningún reforzador. Cuando el
reforzador no sigue al comportamiento, la persona sabe que si sigue haciendo la
conducta el reforzador llegará en algún momento. El refuerzo intermitente, por lo tan-
to, está implicado en el mantenimiento o persistencia del comportamiento. De modo
que muchos comportamientos desadaptados pueden haber comenzado bajo un pro-
grama de refuerzo continuo, pero persisten bajo un programa de refuerzo intermiten-
te (ver Figura 2.2). Susana, por ejemplo, revisa constantemente las puertas y venta-
nas de su casa para asegurarse de que estén cerradas. De vez en cuando, encuen-
tra una sin cerrar. Este refuerzo intermitente asegura que siga controlando. Nick a
veces puede (aunque no siempre) sacarse de encima a Juana gritándole, por lo que
lo seguirá haciendo, incluso cuando claramente no funciona.
Extinción
Además del refuerzo y el castigo, existen otros principios importantes del condicio-
namiento operante que juegan un papel clave en los trastornos mentales. La extin-
ción ocurre cuando un comportamiento que previamente se había reforzado ya no
resulta en refuerzo. En un experimento básico, por ejemplo, después de enseñar a
una rata a presionar una palanca para obtener bolitas de alimento, dejamos de dar-
los (es decir, el comportamiento ya no es efectivo). Es probable que ocurran dos co-
sas en este caso (ver Figura 2.3):
La Ciencia Detrás
Los déficits de habilidades sociales desempeñan un papel importante en los siste-
mas interpersonales perturbados, como las parejas y las familias. Aunque los
miembros del sistema pueden conocer las habilidades apropiadas para usar, tienen
dificultades para implementarlas de manera consistente.
Las parejas perturbadas frecuentemente caen en pautas de comportamiento inter-
personal poco habilidosas. Aunque pueden conocer los comportamientos apropia-
dos, muestran un déficit de desempeño o habilidad en cómo interactúan entre sí.
Gottman (1999) señala que cuatro categorías de comportamiento interpersonal, que
denominó los "Cuatro Jinetes del Apocalipsis", predijeron el divorcio posterior:
• Crítica: hacer declaraciones que implican que algo es globalmente incorrecto en el
compañero, en lugar de abordar un comportamiento específico (por ejemplo, "Olvi-
daste pagar la factura del teléfono nuevamente. ¿Cómo pudiste ser tan estúpido?").
• Desprecio: palabras, acciones o expresiones que implican que uno es superior al
compañero de alguna manera (por ejemplo, "Bueno, supongo que como priorizo a
los niños más que tú, de alguna manera encontré el tiempo para ir a la fiesta de su
escuela").
• Defensividad/Negar la responsabilidad o intentar evitar un ataque verbal percibido
del compañero (por ejemplo, "¡Pero lo estoy intentando! ¡No es mi culpa! ¿Por qué
me echas la culpa a mí?").
• Atrincherarse: "Salirse" de la conversación o la interacción (por ejemplo, minimizar
las interacciones con la pareja o no participar de la conversación).
Las familias perturbadas también pueden caer en patrones de interacción negativos.
Un ejemplo importante es el fenómeno de la emoción expresada (Hooley, 1985; Leff
y Vaughn, 1985) en familias de pacientes con trastornos psiquiátricos. La emoción
expresada (que puede sonar como algo bueno, pero no lo es) se refiere a compor-
tamientos interpersonales negativos por parte de los miembros de la familia. La
emoción expresada incluye (Chambless, Bryan, Aiken, Steketee y Hooley, 1999):
• Crítica (descripta arriba).
• Sobre-involucración emocional: ser excesivamente intruso o sobreprotector, usar
elogios excesivos o la culpa, mostrar reacciones emocionales exageradas o asumir
demasiadas tareas que el paciente puede hacer.
• Poca interacción positiva o cálida.
El grado de emoción expresada en una familia es un fuerte predictor de recaída
después de la hospitalización para pacientes con diversas enfermedades mentales
como esquizofrenia, trastornos del estado de ánimo y trastornos de la alimentación
(Butzlaff y Hooley, 1998) y también pueden predecir el mal resultado del tratamiento
individual para el estado de ánimo y trastornos de ansiedad. Entre los adolescentes,
la emoción expresada en la familia también parece ser un factor de vulnerabilidad
para los síntomas externalizantes (Nelson, Hammen, Brennan y Ullman, 2003) y los
pensamientos y conductas suicidas (Wedig y Nock, 2007).
La Ciencia Detrás
La solución deficiente de los problemas es bastante omnipresente en los trastornos
mentales (Thoma, Friedmann y Suchan, 2013; Tisdelle y St. Lawrence, 1986). Aquí
se presentan sólo algunos ejemplos:
• Las personas con esquizofrenia y trastorno bipolar agudo muestran déficits de-
mostrables en la solución de problemas sociales. Generan soluciones deficiente
menos factibles y menos probables de resultar efectivas. Tienen dificultad para im-
plementar estrategias efectivas de solución de problemas en las conversaciones
con los demás. También son menos persistentes en la defensa de su punto de vis-
ta, con argumentos poco claros y habilidad disminuida para negociar soluciones a
los problemas (Bellack, Sayers, Mueser, & Bennett, 1994).
• La depresión también puede caracterizarse por déficits en la solución de proble-
mas. Una orientación negativa del problema se asocia con la desesperanza, la de-
presión y la ideación suicida (D'Zurilla, Chang, Nottingham y Faccini, 1998), y las
personas con pobres habilidades de solución de problemas tienden a tener una me-
nor autoestima y apego inseguro (Davila, Hammen, Burge, Daley y Paley, 1996). La
capacidad de resolver un problema parece moderar la reacción depresiva ante
acontecimientos negativos importantes (Nezu, Nezu, Sarayadarian, Kalmar y Ro-
nan, 1986), así como ante las dificultades cotidianas (Nezu y Ronan, 1985). Por lo
tanto, las personas con pobres habilidades de solución de problemas parecen más
vulnerables a desarrollar depresión en circunstancias estresantes.
• Los déficits en solución de problemas también se han visto implicados en el suici-
dio y la autolesión. Se identificó una orientación negativa ante los problemas en in-
dividuos suicidas. Llamadas las "Tres I" (Chiles y Strosahl, 1995), esta orientación
asume que el dolor físico o emocional es intolerable y la situación en que la persona
se encuentra es interminable e ineludible. Los pacientes con ideación suicida mues-
tran una solución de problemas menos activa que otros pacientes psiquiátricos (Li-
nehan, Camper, Chiles, Strosahl y Shearin, 1987), generan menos de la mitad de
soluciones posibles a los problemas interpersonales, se centran en los aspectos
negativos de las posibles soluciones e implementan menos alternativas (Schotte y
Clum, 1987). Los adolescentes suicidas o que se autolesionan muestran igualmente
una pobre capacidad de solución de problemas sociales (Speckens y Hawton,
2005), caracterizada en particular por elegir soluciones negativas a los problemas y
tener baja autoeficacia para llevar a cabo soluciones adaptativas (Nock & Mendes,
2008).
• La solución de problemas, incluida la solución de problemas sociales, se deteriora
en las parejas perturbadas. Las habilidades usuales de solución de problemas de la
pareja se nublan por los altos niveles de afecto negativo y las distorsiones cogniti-
vas, como la sobre-generalización. Por ejemplo, una conversación que comienza
con un desacuerdo entre los cónyuges acerca de a quién le toca cuidar a los niños
puede convertirse rápidamente en una discusión sobre cuestiones más grandes y
potencialmente irresolubles, como el egoísmo y el amor (D'Zurilla y Nezu, 1982). Se
ha observado que las parejas perturbadas se involucran en "quejas cruzadas", en
las que a la queja de un miembro le sigue la queja del otro, que puede o no estar
directamente relacionada con la queja original (Gottman et al., 1977). En tal caso,
nunca se llega a una solución real, y los problemas persisten.
Otra forma en que el comportamiento afecta los pensamientos es mediante los com-
portamientos desadaptados que permiten que persistan las creencias inadaptadas.
Como ejemplo, veamos a Betania, que tiene TOC. Una de sus creencias obsesivas
es que se contaminará y contraerá una enfermedad. Como se muestra en la Figura
2.4, su respuesta conductual evitar todo lo que ve "sucio" y lavarse las manos una y
otra vez fortalece su creencia de que corre el riesgo de morir de una enfermedad.
Que ella no muera parece demostrarle que la evitación y el lavado eran necesarios.
En esencia, sus comportamientos han creado una situación en la que no puede
aprender nada diferente. En realidad, ella no habría muerto porque dejara de evitar y
lavarse, pero nunca lo sabrá si no cambia su comportamiento.
Figura 2.4 Las relaciones recíprocas entre los pensamientos y las conductas de Be-
tania
Imagine, solo por un momento, qué pasaría si Betania adoptara una respuesta con-
ductual diferente. Digamos que no evite tocar cosas que parezcan sucias y no se
lave excesivamente las manos. ¿Qué pasaría? Para empezar, podríamos predecir
que se sentiría más ansiosa. ¿Pero entonces qué? Lo más probable es que se diera
cuenta de que no se estaba muriendo. Sus creencias comenzarían a cambiar. Mien-
tras eso sucedía, probablemente se daría cuenta de que se iba sintiendo menos an-
siosa. Ella habría llevado a cabo la acción opuesta: comportarse de una manera que
tiene el potencial de refutar sus creencias, en lugar de confirmarlas.
Cosas que podrían molestarte acerca de esto
Estamos acostumbrados a pensar que el comportamiento es el resultado final de
algo. Tiene sentido, ¿verdad? Encaja con la mayoría de las formas comunes de
pensar sobre el comportamiento, y algunas veces se lo ha machacado durante
nuestro entrenamiento. Puede ser difícil pensarlo de otra manera.
Señalamos un diagnóstico como la causa del comportamiento patológico. Esa per-
sona intentó suicidarse porque tiene depresión. Esa persona está bebiendo porque
es alcohólica. Esa persona se cortó porque tiene un desorden límite en la personali-
dad. Esta forma de pensar se basa en un modelo médico, en el que existe una en-
fermedad subyacente (por ejemplo, depresión) y el comportamiento (por ejemplo,
intento de suicidio) es un síntoma de esa enfermedad. Pero esa no es realmente la
forma en que funcionan los diagnósticos psiquiátricos, que son puramente descripti-
vos: describen grupos de problemas emocionales, cognitivos y conductuales, pero
no son estados patológicos que "causan" comportamientos.
Incluso cuando salimos del diagnóstico, a menudo pensamos en los problemas de
los pacientes como si fueran un proceso lineal. Por ejemplo, algunos argumentarían
que el orden es el siguiente: pensamiento → emoción → comportamiento. Es decir,
los pensamientos causan emociones y las emociones causan comportamientos.
Pero no siempre es así. En este capítulo, vimos que todas las relaciones dentro del
proceso patológico nuclear son recíprocas. Sí, los pensamientos y sentimientos
pueden influir en el comportamiento, pero el comportamiento también puede influir
en los pensamientos y sentimientos. Esta cuestión será importante para nosotros
más adelante, porque veremos que muchas de nuestras intervenciones se centran
en cambiar el comportamiento para ayudar al paciente a sentirse mejor.
Entonces, ¿la adicción al alcohol causa beber? En parte, pero beber es también el
principal factor de mantenimiento en la adicción al alcohol. ¿Los pensamientos y
sentimientos depresivos causan intentos de suicidio? En parte, pero los intentos de
suicidio también mantienen los pensamientos y sentimientos depresivos. ¿La des-
regulación emocional y el pobre autoconcepto de la personalidad límite causan las
autolesiones? En parte, pero cortarse también mantiene esa desregulación emocio-
nal y pobre autoconcepto.
La conducta afecta lo que le sucede a la persona
Entonces, vemos que dentro del proceso patológico nuclear, el comportamiento in-
adaptado afecta tanto a las emociones como a los pensamientos. Los comporta-
mientos inadaptados también tienen otros efectos negativos (ver Figura 2.5). Prime-
ro, el comportamiento afecta la experiencia de las contingencias de la persona, co-
mo ya se vio. Cristina, nuestra paciente deprimida, cree que no es digna de amor y
que a nadie le gusta. Entonces se mete en la cama o se acuesta en el sofá y pasa el
día en casa sola. No ha habido un refuerzo real (Ferster, 1973; McDowell, 1982) en
su día. Cristina no recibe ningún refuerzo por salir y estar activa y, por lo tanto, tam-
poco es muy probable que salga al día siguiente. La ausencia de refuerzo positivo
en la vida se ha identificado como un factor de mantenimiento importante de la de-
presión (Lewinsohn, 1974). A medida que Cristina se aísla más y más, pierde con-
tacto con los demás y algunos de sus amigos se alejaron. Algunas de las personas
con las que aún habla pueden reaccionar negativamente a ella (Coyne, 1976). De
modo que la interacción social se vuelve menos reforzadora para y potencialmente
más punitiva, y cada vez es menos probable que interactúe con los demás (y tampo-
co sería sorprendente saber que el comportamiento de Cristina también influyó en
sus pensamientos: cuanto más tiempo pasaba sola, más se convencía de que era
desagradable y nadie querría pasar tiempo con ella).
Lo Esencial
-Las conductas (actos motrices) son desadaptadas cuando deterioran el funciona-
miento de la persona o su calidad de vida.
-Las conductas desadaptadas pueden categorizarse en excesos conductuales, défi-
cits conductuales y repertorios conductuales deficientes.
-Las conductas son influidas por nuestros pensamientos y emociones.
-Las contingencias ejercen una ponderosa influencia en la adquisición y manteni-
miento de las conductas. Las contingencias que conducen a los excesos conductua-
les son el refuerzo y el escape. Las que conducen a deficits conductuales son el cas-
tigo y la penalización.
-Las contingencias pueden ser continuas o intermitentes y tienen efectos diferentes
sobre la conducta.
-La extinción puede resultar en déficits conductuales.
-El aprendizaje de la evitación puede resultar en excesos o déficits conductuales.
-La conducta puede verse influida por el modelado.
-La conducta puede verse influida por la presencia de déficits de habilidades conduc-
tuales, por ejemplo en la solución de problemas o en las habilidades sociales.
-La conducta influye en los pensamientos y las emociones.
-La conducta influyen en la situación y las experiencias subsiguientes.
Términos y definiciones clave
Acción opuesta: comportarse de una manera que refute las creencias, en lugar de
confirmarlas.
Aprendizaje de evitación: aprender a realizar un comportamiento en anticipación
de un estímulo desagradable para prevenirlo.
Castigo (castigo positivo): una contingencia que agrega algo (no deseado) a la ex-
periencia del paciente, disminuyendo así la probabilidad de que el comportamiento
ocurra nuevamente.
Castigos: contingencias que disminuyen la probabilidad de que ocurra nuevamente
el comportamiento.
Condicionamiento operante: el aprendizaje de pautas de comportamiento a través
de contingencias.
Conducta: definida aquí como un acto motor que involucra los músculos esqueléti-
cos.
Contingencia negativa: se retira algo de la experiencia de la persona luego del
comportamiento, que estaba allí antes del comportamiento.
Contingencia positiva: algo se agrega a la experiencia de la persona luego del
comportamiento, que no estaba allí antes del comportamiento.
Contingencias: el contexto en el que se produce un comportamiento, incluidas las
recompensas y castigos que siguen a un comportamiento determinado, que así au-
menta o disminuye su probabilidad de futura ocurrencia.
Déficit conductual: un comportamiento adaptativo que ocurre con muy poca fre-
cuencia.
Déficit de adquisición: un déficit de habilidad en el cual la persona no conoce la
habilidad apropiada.
Déficit de fluidez: un déficit de habilidad en el cual la persona conoce la habilidad
apropiada, pero es incapaz de llevarla a cabo de manera aceitada y natural.
Déficits de habilidades conductuales: la falta de conocimiento de, la implementa-
ción deficiente de o el uso inconsistente de habilidades conductuales que ayudarían
al individuo a interactuar con éxito con el ambiente.
Déficit de desempeño: un déficit de habilidad en el que la persona conoce la habili-
dad apropiada, pero se inhibe de llevarla a cabo debido a uno o más factores.
Escape (refuerzo negativo): una contingencia que quita algo (no deseado) de la ex-
periencia del paciente, lo que aumenta la probabilidad de que el comportamiento
ocurra nuevamente.
Exceso conductual: un comportamiento inadaptado que ocurre con demasiada fre-
cuencia.
Explosión de extinción: el aumento inicial en el comportamiento después de la eli-
minación de los reforzadores.
Extinción: la eliminación de refuerzo de un comportamiento.
Habilidades sociales: conjunto complejo de habilidades de comportamiento que
incluye aspectos verbales y no verbales de la interacción social.
Hacer mejor para sentirse mejor: usar el cambio de comportamiento para afectar
las emociones y los pensamientos.
Modelado: desarrollo de conductas o creencias a través de la observación de otros.
Penalización (castigo negativo): una contingencia que resta algo (deseado) de la
experiencia del paciente, disminuyendo así la probabilidad de que el comportamiento
ocurra nuevamente.
Profecía autocumplida: Comportarse de una manera que afecte los acontecimien-
tos subsiguientes, de modo que las creencias de uno parece que se confirman.
Refuerzo (refuerzo positivo): una contingencia que agrega algo (deseado) a la expe-
riencia del paciente, incrementando así la probabilidad de que el comportamiento
ocurra nuevamente.
Refuerzo continuo: refuerzo que siempre sigue el comportamiento.
Refuerzo intermitente: refuerzo que a veces sigue al comportamiento.
Refuerzos: contingencias que aumentan la probabilidad de que el comportamiento
ocurra nuevamente.
Repertorio conductual deficiente: una incapacidad de seleccionar y/o realizar el
comportamiento requerido en la circunstancia apropiada.
Solución de problemas: abordar los problemas de la vida con una orientación posi-
tiva hacia la solución de problemas, definir el problema y tratar de comprender su
causa, generar múltiples soluciones posibles, decidirse por una en particular y de-
terminar si la solución fue efectiva.
Tendencia de acción: una motivación impulsada por la emoción para llevar a cabo
ciertos comportamientos.