2 Mozzo, Damián. Metafísica

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FILOSOFÍA.

3° de Bachillerato.
Grupos: 3SH1, 3SH2, 3SH3, 3CB1, 3CB2, 3SE1 y 3SE2.
Prof. Eugenia Navarrete.
2023.

Mozzo, Damián “¿METAFÍSICA?” Revista Relaciones. Sdf.

“Los problemas metafísicos son siempre problemas históricos, por lo que la


actividad y la actitud metafísicas son siempre relativas y no absolutas, dependen
del tiempo histórico y del espacio geográfico en que surgen y se desarrollan.

Cada etapa histórica ha elaborado múltiples y diversos conceptos acerca de


qué es metafísica, a partir de la civilización y del “logos” griego.

Cada época y también cada patrón espacial conceptualizó la metafísica


desde una determinada manera de ver y entender la realidad, desde una cierta
atmósfera intelectual-vivencial o “imaginario colectivo”, desde “logos” disímiles y a
veces opuestas formas de sentir y racionalizar la existencia del hombre y su
relacionamiento con los demás y con el cosmos.

El primer filósofo que utilizó el término metafísica, con un sentido peculiar y


específico fue Aristóteles, en el siglo III AC. Sus obras fueron clasificadas y
ordenadas en el siglo I AC. por Andrónico de Rodas y este hecho de carácter
bibliotecológico generó una discusión filosófica significativa. Es que nunca se
logró determinar con exactitud a qué se debió el nombre “Metafísica” que se
adjudicó a algunos tratados de Aristóteles. Una versión establece que el término
se deriva de que los escritos aristotélicos sobre “filosofía primera” fueron
colocados por Andrónico detrás o después (“meta”) de los tratados sobre física.
Otra versión, de mayor peso conceptual establece que el término se deriva de
que algunos escritos aristotélicos, por su contenido, serían tratados que irían
“más allá de la física”, lo que escaparía a una descripción o comprensión
empírica. Con sus escritos “metafísicos”, Aristóteles habría intentado investigar
una serie de realidades que no podrían ser captadas por los sentidos y que
trascenderían el ser físico en cuanto tal. Pero en este sentido del término
metafísica, podemos rastrear indagaciones de carácter metafísico en filósofos
anteriores a Aristóteles, desde los presocráticos a Sócrates y Platón.

Con la conceptualización aristotélica de la metafísica coincide el filósofo


uruguayo Mario Silva García cuando hace referencia a “lo metafísico” como lo
“absolutamente otro”, es decir, lo que escapa a una instancia puramente empírica
de captación y comprensión.

La metafísica como disciplina ha tenido defensores y detractores y cada


época histórica ha intentado determinar sus propios “caminos metafísicos”, es
decir, ha intentado darle a la metafísica una valoración y un sentido acordes con
la constitución mental, con el modelo filosófico determinante en ese tiempo.

Para Aristóteles –y quizá para los griegos en general- la metafísica es la


disciplina que se ocupaba de investigar los primeros principios y las primeras
causas de todo lo existente. Implicaba la captación racional-intelectual, de una
serie de fundamentos existenciales que no podían ser asidos a través de los
sentidos corporales, inaccesibles por la vía empírica.

Durante la Edad Media, se compartió –en términos generales- esta noción


de metafísica como filosofía de los primeros principios y primeras causas (no
empíricas). Sin embargo, por las características propias del Medioevo, la
Metafísica estuvo determinada y condicionada por las cuestiones teológicas y
divinas. Para Santo Tomás, por ejemplo, el objeto de la Metafísica era el estudio
de las causas primeras, pero entendía que la causa real y radicalmente primera
es Dios y por lo tanto, que el objeto de investigación Metafísica también debe ser
Dios. Durante la Edad Media, la Metafísica –como Filosofía toda- fue “sierva de la
teología”. En esta relación tan compleja entre razón y fe, la fe demuestra una
supremacía clara sobre la racionalidad, de ahí que el lema conceptual
característico del pensamiento medioeval fuera “creo para comprender”. Este
principio diríamos “epistemológico” o metacognitivo valió también para la
Metafísica.

En la Modernidad, la conceptualización acerca de qué es Metafísica y cuál


es su objeto peculiar de investigación e indagación, experimentó variantes
importantes. Los filósofos –y también algunos científicos- han hecho, tanto,
encendidas defensas de la disciplina Metafísica como críticas acérrimas y de gran
envergadura.

Entre los primeros podríamos distinguir, en los siglos XVII y XVIII, a Francis
Bacon y René Descartes.

Para Bacon, la Metafísica constituía una Filosofía primera que indagaba


cuestiones no empíricas, como la existencia de Dios y la distinción real entre el
alma y el cuerpo del hombre.

Otros filósofos modernos –que defendían una concepción empirista-


consideraban que las investigaciones metafísicas constituían una racionalización
sin sentido, un esfuerzo intelectual inútil, en la medida que consideraban que el
conocimiento humano que revestía autenticidad y validez se derivaba de los
sentidos y no de la razón. Por esto, cualquier investigación de carácter
especulativo racional o puramente conceptual, constituía para ellos, un camino
absurdo e inútil. Quizá el defensor más relevante de esta posición antimetafísica
durante la modernidad, haya sido el escocés David Hume (siglo XVII), para quien
no puede existir una disciplina llamada “Metafísica”, ya que si lo metafísico no
existe (como objeto de indagación), tampoco existe la Metafísica (cómo
disciplina).

En el siglo XVIII, Kant, realiza un planteo de gran peso conceptual acerca


de la posibilidad o imposibilidad de acceder a un tipo de conocimiento metafísico.
Con respecto a la posición kantiana Ferrater Mora escribe en su diccionario: [Kant
considera que] “La Metafísica ha sido hasta ahora la arena de la discusión sin fin;
edificada sobre el aire, no ha producido sino castillos de naipes. No puede pues
continuarse por el mismo camino y seguir dando rienda suelta a las
especulaciones sin fundamento. Por otro lado, no es posible simplemente
adherirse al escepticismo; es menester fundar la Metafísica para que llegue a
convertirse en ciencia, y a este efecto hay que proceder a una crítica de las
limitaciones de la razón. La metafísica, en suma, debe someterse al tribunal de la
crítica, a la cual nada escapa ni debe escapar. Kant niega pues, la Metafísica,
pero con el fin de fundarla”.

Como se ve Kant asume uno de los desafíos metafísicos más


importantes desde la antigüedad misma: el establecer una “nueva” Metafísica,
con el objetivo de lograr que deje de ser un “tanteo” filosófico.

Ya en el siglo XX, encontramos nuevos ejemplos de corrientes y


pensadores que establecen posiciones completamente diferentes con respecto a
la Metafísica, tanto a favor como en contra de ésta.

Las corrientes existencialistas –tanto en sus versiones cristiana como


atea- realizan una reivindicación clara y significativa de la metafísica como
disciplina, y como modo especial de conocer ciertas realidades no empíricas pero
sí existenciales.

El existencialista alemán [Heidegger] realiza una defensa de la metafísica


planteando a ésta desde una perspectiva historicista. Ya el título de una de sus
obras, “¿Qué es la Metafísica?”, marca la tónica general de su obra: señalar la
diferencia que existe entre la Metafísica tradicional y la suya propia. Preguntarse
por el sentido del ser, dice Heidegger, es preguntarse por el sentido del
existiendo.
Desde una óptica completamente diferente los llamados filósofos
neopositivistas realizan una crítica acérrima de la Metafísica, señalando que se
trata de un seudoconocimiento (es decir, un conocimiento que no es tal, que es
falso). El principal líder intelectual de esta corriente fue Rudolf Carnap, quien
escribe la obra “La superación de la Metafísica a través del análisis lógico del
lenguaje”. Allí señala que, lisa y llanamente, no existe la Metafísica porque no
existe un objeto apropiado para ella ( o existen cuestiones metafísicas), la ilusión
metafísica sería producto de las falsedades en que nos envuelve a veces el
propio lenguaje. No se trata, dice Carnap de que las proposiciones metafísicas
sean verdaderas o falsas: en su opinión son seudoproposiciones, es decir,
proposiciones que lingüísticamente y fácticamente no tienen sentido ya que no
pueden ser verificadas empíricamente. El argumento central de Carnap no
proviene en realidad de la Filosofía o de la Metafísica, sino de las tiendas
científicas (criterio de verificación empirista del significado).

Luego los positivistas lógicos o neopositivistas fueron flexibilizando sus


posiciones y aceptando el que sus criterios de verdad aparecerían como
excesivamente rígidos y hasta ingenuos (en la medida que se demostró que no
es plausible ni aconsejable el trasladar criterios de verdad y/o validez desde
áreas y modos de pensar –Metafísica y Ciencia- que son básicamente
diferentes).

Partimos de un presupuesto historicista: la Metafísica es relativa, depende


de coordenadas temporales y espaciales, sin embargo debemos aceptar que la
discusión metafísica surgida con los griegos se ha mantenido hasta nuestros
días. Eso indica que hay una preocupación que impulsa a buscar un “algo” más
allá de lo fáctico, de lo empírico. Las mismas preguntas que se hacían los griegos
del siglo V AC, continúan atravesando nuestro tiempo tal y como en aquellos
tiempos, vagando en formas de nuevas (¿o antiguas?) respuestas. ¿Cuál es la
esencia del hombre? ¿Qué es lo que podemos conocer? ¿Qué es la felicidad?
¿Qué es el bien? ¿Qué es el deber? ¿Es el hombre un ser libre? ¿Qué es la
libertad? ¿Qué quiere decir “vivir”? ¿Qué cosa es “morir”? ¿Qué quiere decir
“ser”? ¿Qué es la nada?

Sobre las cuestiones que acosan a los hombres la búsqueda continúa y en


definitiva en eso estamos –curiosamente- todos de acuerdo.”

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