El Otro Espronceda 1215156
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EL OTRO ESPRONCEDA
ediciones.
ALFAR
Sevilla, 2016
Colección: Alfar Universidad, 215. Serie Estudios Literarios
Edición a cargo de Luis M. Oliva Lucas
Cubierta: litografía de José de Espronceda
GOBIERNO MINISTERIO
DE ESPANA DE EDUCACIÓN, CULTURA
Y DEPORTE
Proemio 9
Volver a Espronceda 13
Un planteamiento previo 13
Algunos hitos de los estudios sobre Espronceda 27
1 Ver Diego Martínez Torrón, Al amor de Ella. Poesía completa (1974-2014), Sevilla, Alfar,
2016. Es la segunda y definitiva edición de mi poesía completa, con correcciones y poe-
marios añadidos, con el último inédito.
2 Ver Diego Martínez Torrón, Valle-Inclán y su leyenda. Al hilo de “El ruedo ibérico”, Gra
nada, Comares, 2014 (interlingua, 142); y mi edición de la serie de Valle-Inclán El ruedo
ibérico, Madrid, Cátedra, 2017 (Letras Hispánicas). Ambos libros intentan planteamien
tos renovadores, como culminación de la metodología contenidista que inicié en 1977
con un estudio sobre Rilke.
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red como nunca la hubo, los tiempos mejorarán. Quizás entonces, tam
bién, la sociedad en todos los países del mundo unirá la sabiduría de
esa cultura al progreso pacífico de los pueblos. Y entonces los hombres
se harán merecedores de las ventajas del siglo XXI, por más que ahora
haya iniciado su andadura de un modo cruel y descabellado... (¿O qui
zás siempre fue así, y ahora es que tenemos más información de los
hechos, gracias a la red?)
Volviendo al libro que el lector o lectora tiene en sus manos: des
pués del mencionado trabajo sobre Espronceda y la prensa revolucio
naria, se encuentra un breve artículo que relaciona a la crítica textual
con la ideología, aportando una serie de sugerencias interpretativas
que pueden ser curiosas. Porque para mí la crítica textual debe surgir
siempre de la bibliofilia -¡recuperémosla!, ¡amemos los viejos libros...!-
Y a la vez la crítica textual nunca puede constituir un aburrido uni
verso aséptico, aparentemente científico y frío: debe ir unida, como
digo, a la ideología entendida de modo amplio, puesto que la ideología
impregna todas las situaciones y posiciones de la cultura y sus expre
siones.
Sinceramente: creo que este breve librito que ofrezco al amable
lector o lectora -las lectoras sois el futuro de la cultura...- puede ser
determinante para que podamos ubicar correctamente el pensamiento
de ese gran escritor que fue Espronceda, al que obviamente una ideolo
gía conservadora no pudo comprender, por más que también lo amara.
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Volver a Espronceda
Un planteamiento previo
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Diego Martínez Torrón
4 Para todos estos aspectos ver lo que planteé en mi novela Éxito, Sevilla, Alfar, 2013,
prologada generosamente por mi buen amigo José María Merino, y que aborda -con
título irónico- todos los temas anejos a la crisis de la cultura y sociedad que se viven en
estos tormentosos inicios del siglo XXI, en contraste con lo que fue nuestra juventud
en la época de la contracultura.
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por más que en ambos casos haya inteligencia -ahí está el ensayo de
Lista.
Es evidente que todas las unidades culturales -como las llamó el
recientemente fallecido Umberto Eco- se asocian entre sí en las diver
sas artes. Pero hay más, porque el modelo semiótico de transmisión -
emisor/mensaje/receptor- me parece excesivamente simplista, quizás
por su origen en las teorías de Werner y Wiener, que utilizó Eco en una
época en que la informática aún no se había desarrollado. Pienso que el
modelo interpretativo que he propugnado tantas veces, dentro de mi
concepto propio de la relación entre ideología y literatura, expreso en
mi citado libro sobre Valle, y que aquí iría referido en general a ideolo
gía y arte, debe aplicarse a cada uno de los tres elementos de este sim
ple modelo semiótico de comunicación. De este modo, si contextuali-
zamos en la ideología del momento al emisor y al mensaje, podemos
evitar las posibles deturpaciones que puede haber en una visión inte
resada y sesgada del mensaje, pues el emisor -el historiador por ejem
plo- puede deberse a una concreta facción ideológica que condiciona
su mensaje.
Recordemos así a este efecto, la figura de don Pedro el Cruel, que
para otros es don Pedro el Justiciero, según estudié a propósito de la
tragedia del duque de Rivas, que hallé, Doña Blanca de Castilla.5 Si la
visión que tenemos de don Pedro es la de las crónicas de Pero López de
Ayala, en 1350, que escribe al servicio de Enrique de Trastamara, que
es el enemigo del monarca anteriormente mencionado, tal vez puede
deducirse que no es objetiva su visión, y que puede constituir un texto
ideológicamente sesgado -¿hay alguno que no lo sea?-. Por tanto aquí
haría falta ubicar ideológicamente el contexto del emisor y también en
el que se emite el mensaje, e incluso el contenido del mismo. Tan solo
cuando cotejamos diversas interpretaciones de distinto signo ideoló
gico -por ejemplo contrastando los romances a favor y en contra de
don Pedro- podemos, con la distancia del tiempo, llegar a una con
clusión más o menos objetiva, si bien incluso entonces esta conclu
sión, desde el punto de vista mismo del receptor, puede ser diferente,
dependiendo del signo ideológico de la sociedad y por tanto de la cul
5 Diego Martínez Torrón, Doña Blanca de Castilla, tragedia inédita del duque de Rivas, Pam
plona, EUNSA, 2007.
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6 Estudié muy ampliamente este aspecto en “El panteísmo de Juan Ramón. Poesía y
Belleza en la obra juanramoniana”, en mi Juan Ramón, Álberti: dos poetas líricos, Kassel,
Edition Reichenberger, 2006, pp. 1-163.
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9 Mis libros intentan constituir todo un sistema de pensamiento acerca del romanti
cismo español, que se desarrolla de uno en otro estudio, cimentado en datos extraídos
de la prensa de la época, documentos, textos etc.: Los liberales románticos españoles ante
la descolonización americana (1808-1834), Madrid, Editorial Mapfre, 1992, (Colecciones
Mapfre 1492); El alba del romanticismo español. Con inéditos recopilados de Lista, Quintana y
Gallego, Sevilla, Alfar/Universidad de Córdoba, 1993 (Alfar Universidad, 79); Ideología y
literatura en Alberto Lista, Sevilla, Alfar, 1993 (Alfar Universidad, 78); Manuel José Quin
tana y el espíritu de la España liberal. Con textos desconocidos, Sevilla, Alfar, 1995 (Alfar Uni
versidad, 83); La sombra de Espronceda, Badajoz, Editora Regional de Extremadura, 1999;
José de Espronceda, Obras completas, edición de Diego Martínez Torrón, Madrid, Cáte
dra, 2006 (Bibliotheca Áurea); ‘Doña Blanca de Castilla’, tragedia inédita del duque de Rivas,
Pamplona, EUNSA, 2007 (Col. Anejos de Rilce, 54); Poetas románticas españolas (Antología),
Madrid, Sial, 2008; El universo literario del duque de Rivas, Sevilla, Alfar, 2009; y mis ediciones
de: Duque de Rivas, Poesías completas, Sevilla, Alfar, 2012 (Alfar Universidad, 186), y Duque
de Rivas, Teatro completo, Sevilla, Alfar, 2015, 2 vols. (Alfar Universidad, 208).
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dencia, más adelantado que Blanco White, que solo busca su autono
mía bajo otro Borbón. Si se compara la Constitución de 1812 y la de los
bonapartistas en España, se ve la generosidad de los liberales, frente a
la de los invasores franceses, que solo se preocupan de las colonias con
fines de explotación económica.
Quintana -artífice importante quizás de la añagaza que permitió
que las Cortes de Cádiz se convocaran en una sola cámara popular- bus
cará realizar “una gran revolución sin escándalo y sin desastres”. Es decir:
que la Guerra de 1808 es comparable, de otro modo, a la Revolución
Francesa y la Revolución Norteamericana, y ello me parece patente si
se estudian los avances ideológicos que se dan en las Cortes de Cádiz,
lamentablemente truncados en 1814, pero que van a ser eje de referen
cia de todo el liberalismo español del siglo XIX en sus sucesivos movi
mientos de sístole y diástole, por otro lado comunes a otras naciones
desarrolladas europeas como Francia -recordemos a Luis XVIII, etc.
Importante insistir en que el romanticismo es un movimiento
nacionalista y diferente en cada país, puesto que hace surgir las nacio
nalidades europeas en sucesivas conmociones sociales y revoluciona
rias. Quintana es por ello un autor profundamente nacionalista, pero
su nacionalismo es progresista y no reaccionario -frente a lo que
entendieron sus exégetas académicos en la España de la segunda mitad
del XIX hasta llegar a críticos del XX-. Y ese nacionalismo progresista
surge de una tendencia idealista -romántica por ende- de dibujar y
defender la transformación de España para que se constituyera como
un país moderno, democrático y libre.
Por otro lado, he sostenido que la Guerra de la Independencia, a
la que Toreno y todos los tratadistas de la época no en vano denomi
nan revolución, debe cambiar de nombre, ya que junto a la existencia de
una conocida facción absolutista y clerical que solo busca la expulsión
del invasor y el retorno al absolutismo tradicional, ofrece un poderoso
núcleo de intelectuales liberales, que quieren aprovechar la guerra
para transformar a España en una nación moderna y democrática: su
error fue confiar en Fernando VII quien, aprovechando el Manifiesto de
los persas de 1814, destruye todos sus avances. Justamente este ala libe
ral, cuya labor culmina en las Cortes de Cádiz, es la que he procurado
estudiar ampliamente en mis libros.
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13 Ver “Al dos de mayo”, pp. 243-247 de mi edición, entre los poemas inéditos que
publicó Escosura.
14 El alba... op. cit. pp. 387-412.
15 Ver mi Poetas románticas españolas. Antología-, pp. 39-89, también con detenido análi
sis anejo de sus valiosas leyendas en prosa, a las que la crítica no había prestado apenas
atención.
16 Ver El alba... op. cit. pp. 15-173, desde la Raquel al duque de Rivas.
17 Ver MJQy el espíritu de la España liberal op. cit. pp. 145-65.
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Creo en fin que, con estas sucintas anotaciones, cabe hacerse una
idea de la evolución de los hitos más importantes de la crítica espron-
cediana.
Tal vez en un primer momento importante de-la difusión masiva
de una obra de arte o literaria, esta surge de una forma de transgre
sión que epata y admira a los receptores de una época. Esta transgre
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42 ¿Acaso no ha ocurrido así con los cuadros de Dalí, con la serie del Minotauro de
Picasso, con los poemas de Verlaine a Rimbaud, con la Lolita de Nabokov, con La muerte
en Venecia de Mann, con La lozana andaluza de Francisco Delicado en el Renacimiento, el
suicidio blasfemo del indiano Don Alvaro sometido a un Destino que anula su libertad y
su posibilidad de ser feliz, las críticas a Fernando VII simbolizadas por la de Don Pedro
el Cruel en Doña Blanca de Castilla de Rivas -ver mi edición- y de Doña Blanca de Borbón
de Espronceda, la historia de la locura y de la refutación del idealismo de los libros de
caballerías del Quijote... con tantos otros ejemplos que podríamos mencionar?
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Espronceda y la prensa revolucionaria: 43 El Siglo,
La Revolución, El Huracán
43 Una versión mucho más reducida, incompleta y sintética de este trabajo, la expuse
como anticipo en mí conferencia en el Congreso Internacional José de Espronceda en
su centenario (1808-2008). Se publicó con el título de “Ideología y literatura en Espron
ceda. Su pensamiento político”, en José Luis Bernal Salgado y Miguel Ángel Lama (eds.),
José de Espronceda en su centenario, Mérida, Editora Regional de Extremadura, 2009, pp.
297-343. El Ayuntamiento de Almendralejo y la Universidad de Extremadura nos obse
quiaron de modo generoso y admirable pero, como dije antes, me parece algo más que
curioso que los actos del centenario de este gran poeta -que es con Byron, Shelley, Poe
y Hugo el mejor exponente del romanticismo occidental, hasta aquí llego- hayan que
dado reducidos a un ámbito local y minoritario. Este sintomático y estrepitoso silencio
por parte de otros organismos y medios, es un reflejo de que los tiempos que vivimos
tienden a la ignorancia de los grandes clásicos. Nuestra cultura se empobrece, y nues
tro conocimiento de nuestra propia historia y literatura desaparece, ajenos al calor y
la pasión con que la vivieron españoles de otras épocas en otros aniversarios. No nos
haría mal un poco más de nacionalismo progresista como el de esos tiempos. ¡Pobre
Espronceda, grande Espronceda sumido en el olvido! ¡Pobre cultura española, que no
se reconoce como una de las más ricas del universo! Confío no obstante en que esto sea
una fase transitoria.
44 Todas mis referencias textuales remiten a: José de Espronceda, ed. de Diego Martí
nez Torrón, Obras completas, Madrid, Cátedra, 2006 (Bibliotheca Aurea).
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45 Cito por E. Rodríguez Solís, Espronceda. Su tiempo, su vida y sus obras. Ensayo histérico-
biográfico, Madrid, Fernando Cao y Domingo del Val, 1884, 2a ed. Lamentablemente,
aunque lo comento y cito ampliamente en las notas a mi edición, por errata no figura
este importante libro en la bibliografía de la misma, lo que hago notar aquí para sub
sanar este error, porque se trata de uno de los libros más importantes sobre el poeta,
muy conocido en su época -tres ediciones en el siglo XIX- pero, ¡ay!, no leído en la
nuestra, aunque intenté rescatarlo en mis trabajos. Es el texto crítico más cercano al
pensamiento de Espronceda.
46 Robert Marrast las recoge en su edición de José de Espronceda, Articles et discours
oubliés. La Bibliothèque d’Espronceda, Paris, Presses Universitàries de France, 1966, pp.
19-43, siguiendo a Rodríguez Solís, op. cit. pp. 199-255.
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47 Ángel de Saavedra, duque de Rivas, Obras completas, ed. Jorge Campos, Madrid, Atlas,
1957, 3 vols. (BAE, 100,101,103). He hecho notar, con todo su valor pionero, fallos tex
tuales de esta edición en, que obvia páginas enteras de la poesía de Rivas, y también de
su teatro, y ofrece una puntuación que hace el texto incomprensible. Ver mis ediciones
anotadas del poeta cordobés: Poesías completas, Sevilla, Alfar, 2012; y Teatro completo,
Sevilla, Alfar, 2015, 2 vols.
48 Ver José Zorrilla, Obras completas, ed. de Narciso Alonso Cortés -buen estudioso,
admirable en su sencillez-, Valladolid, Santarén, 1943, 2 vols. Ver también su libro
Zorrilla: su vida y sus obras, Valladolid, Librería Santarén, 1943; lo mejor y casi lo único
sobre este escritor, que puede aportar hermosas sorpresas al lector, entre el fárrago a
veces de su producción.
49 Op. cit. pp. 179-80.
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Cada palabra suya fue una saeta, y cada idea un golpe mortal para
la monarquía. Su discurso terminó con esta frase, que ha alcanzado
celebridad: ‘Si todos los hombres se persuadieran de la excelencia del
Gobierno republicano y se tratara luego de imponer castigo a sus defen
sores, habría que fusilar a la humanidad entera.’ Una salva de aplausos
acogió el final de su elocuente discurso, y el periódico fue absuelto.
¡Con razón ha dicho el ilustre Lamartine que no hay un corazón de
veinte años que no sea republicano!
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ción, en los tres meses mal contados que duró su aventura, se limitó a
ser un progresista de oposición templada al gobierno de entonces. Esta
es su actitud en un Congreso, donde Olavarría, demócrata, se vio obli
gado a renunciar la representación que poseía, porque en el recinto de
las Cortes -¡oh puritanismo que a estas horas quizás no se comprenda!-
no podía defender como deseaba su bello ideal de la República.
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pío González Bravo, que defienden -al menos entonces- una postura
de progreso.
Es por ello que el texto de Cortón, interesante en lo que se refiere a
las cuestiones de análisis literario, significa un verdadero paso atrás en
la cabal comprensión de la ideología del poeta, sobre todo respecto al
hermoso libro de Rodríguez Solís. Y Cáscales prolongará este sendero
de interpretación conservadora, si bien es cierto que aportando valiosa
documentación, incluso textos inéditos, cartas, etc. Y la poesía erótica,
que yo mismo he recogido en mi edición siguiendo la suya.
***
64 José Cáscales, D.José de Espronceda. Su época, su vida y sus obras, Madrid, Biblioteca
Hispania, 1914.
65 Ver José Cáscales Muñoz, El auténtico Espronceda pornográfico y el apócrifo en general,
Toledo, Impr. Colegio de Huérfanos, 1932 y en mi edición de la obra completa del poeta
pp. 541-597.
66 Op. cit. pp. 140-49, en un capítulo significativamente titulado “El gran lírico y el
vulgar diputado.” La cita en p. 146.
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del francés, aunque en nuestro país se matiza más hacia el reformismo social que hacia
la revolución. Habría que mencionar como fuentes los artículos de Joaquín Abreu en
El Grito de Carteya -periódico de i 835- y luego reproducidos en el diario barcelonés
El Vapor firmados con el seudónimo de “Proletario”. En El Como Nacional se publica
el 21 de diciembre de 1838 “Sobre Fourier y su escuela", el 12 de noviembre de 1839
“Socialistas modernos. Fourier”, y tres artículos sobre “Fourier” en número de marzo
a abril de 1842. En Cataluña hay un grupo de cabetianos hacia 1842, y la obra de Cabet
Historia popular de la Revolución Francesa se traduce en 1830. Tomo estos datos de Elorza,
conectándolos con nuestro tema de Espronceda.
Como señalé en mi libro lo importante me parece que es constatar que el tema del
fourierismo estaba de moda en la España progresista poco antes de la redacción de
El Diablo Mundo, y antes de la muerte de Espronceda. Sí bien creo que el carácter de
nuestro poeta, opuesto a toda forma gregaria de existencia, no debió ser muy proclive
a la experiencia de los falansterios. Por otro lado, Espronceda -frente a Larra, que lo
traduce- está muy alejado del pensamiento católico social de Lamennais, a quien glosó
Joaquín María López en aquellas fechas.
Habría que mencionar también a otro interesante autor a estudiar: Ayguals de Izco,
editor de El Guindilla -que entrará en liza con El Huracán esproncediano, como vere
mos- y La Linterna Mágica.
68 Ya indiqué que hago un detenido repaso sobre ello, con comentarios, hasta 1997, en
La sombra de E. pp. 152-251.
69 Op. cit. p. 92.
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70 Iris M. Zavala, Románticosy socialistas. Prensa española del XIX, Madrid, Siglo XXI, 1972.
71 En III, 1830 del periódico. Recogido por Brown y por Zavala, p. 48.
72 Op. cit. p. 49.
73 Op. cit. p. 49.
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77 René Andioc, en su libro Teatro y sociedad en el Madrid del siglo XVIII, Madrid, Castalia,
1988, 2a ed. corr. y aum., ha estudiado muy bien la batalla de las ideas políticas en la
escena española del XVIII.
78 Ver por ejemplo, para la segunda mitad el siglo, la edición facsimilar de La Diana
-en la que colaboró clarín-, en Córdoba, Diputación, 2005, editada por Santiago Reina.
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Periodiquillo democrático muy raro, del cual solo salieron cinco núme
ros (...) El primero apareció el 1 de mayo (1840) y se suprimió el 6 del
mismo mes. El único número que se encuentra en la Hispanic Society es
aclaratorio -los editores explican que el Gobierno ha cerrado el perió
dico-. El Correo Nacional, de Antonio Borrego, lo censura por sus doc
trinas disolventes. (ns 849). Los editores son los mismos de El Huracán
(1840-43. Hartzenbusch, 389) (...)80
Biblioteca Nacional/Ollero & Ramos, 1993. Es una obra de valor incalculable por su
documentación, y en el número 386, p. 64, se refiere a La Revolución, periódico de la tarde.
80 Zavala remite a los ejemplares de la Hispanic Society de Nueva York, de donde toma
la mayor parte de sus referencias, y también de la Widener Library de la Universidad
de Harvard.
81 Op. cit ns 247, p. 43. Zavala no menciona, curiosamente, este periódico de Madrid,
que Hartzenbusch documenta que se editó inicialmente en la Imprenta M. Calero y al
final en la de Repullés (1834). Aparece de 21 de enero de 1834 a 7 de marzo de 1834,
dirigido por Bernardino Núñez Arenas, con redactores: Pablo Avecilla, Nicomedes Pas
tor Díaz, José Espronceda, Duque de Frías, José García Villalta, Joaquín Pacheco, Anto
nio Ros de Olano y Ventura de la Vega.
82 N° 389, p. 64. Se edita de 10 de junio de 1840 hasta 1843. Sin título desde 10 de
noviembre de 1841 a mediados de enero de 1842 en que se suspende, y reaparece de 15
de marzo de 1843, suspendido de nuevo en 3 de julio de ese año. Fue diario en 1840 y
1841. Periódico que Hartzenbusch califica de republicano.
83 Ver también Alison Sinclair (ed.), Madrid Newspapers 1661-1870. A Computerized Hand-
book Based on the Work of Eugenio Hartzenbusch, Leeds, Maney and Son Ltd., 1984. En
pp. 36-37 se refiere a El Siglo y cita a Espronceda como colaborador. Este volumen,
menos manejable que el de Hartzenbusch, que hemos visto en hermoso reprint actual
de Ollero & Ramos, muestra la vigencia y la importancia de los datos de este curioso
erudito y autor romántico.
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84 María Cruz Seoane, Historia del periodismo en España. 2. El Siglo XIX, op. cit. supra.
85 Op. cít. p. 143.
86 Op. cit. p. 143.
87 Op. cit. p. 153.
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Por mi parte quiero destacar que este annus mirabilis de 1841, como
lo llamó E. Allison Peers, en su documentado libro, si bien discutible en
sus teorías sobre el eclecticismo,92 es para mí un ejemplo de la vincula
ción entre ideología y literatura. En este año apareció El Diablo Mundo
en la casa editorial Boix, y los Romances históricos del duque de Rivas
entre un largo etcétera. Esta riqueza de ediciones importantes de auto
res románticos españoles hay que vincularla con los acontecimientos
políticos que la hicieron posible, de acuerdo con las anteriormente
señaladas elecciones municipales y la llegada del progresista Espar
tero. Nada es azaroso e inexplicable en la aparición de determinados
hitos y ediciones literarias. Una vez más ideología y literatura van de
la mano, aunque obviamente la literatura dependa, sobre todo en un
segundo momento, de sus valores estéticos. Por ello, aunque en mis
obras pongo en relación estos dos aspectos, dejo claro que este valor
estético fundamenta a lo largo de la Historia la pervivencia de determi
nadas obras, más allá de su circunstancial impacto inicial.
Pero continuemos con Seoane, quien sigue a Carlos Manchal,93
Indica que los republicanos ya contaban con algunos periódicos
antes del acceso al poder de Espartero, como -en lo que nos interesa-
El Huracán de Olavarría que sustituyó a La Revolución, y otros como El
Guindilla de Aygulas de Izco etc.94 Todos estos republicanos poseen
un concepto federal de España. Buscan una manera nueva de enten
der España, y El Huracán de 2 de julio de 1841 clasifica a los periódicos
madrileños según un espectro de ideas que van de la derecha -hacia
atrás de la Constitución de 1837- a la izquierda -delante de esta- y se
coloca a sí mismo en el extremo del progresismo.
92 The History ofthe Romantic Movement in Spain (1940), traducida como Historia del movi
miento romántico español, trad, de José María Gimeno, Madrid: Gredos, 1973, 2 vols.
93 Carlos Marichal, La Revolución liberal y los partidos políticos en España, 1834-1844,
Madrid, Cátedra, 1980, p. 226.
94 Remito a p. 187 de dicho manual de Seoane.
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95 Notemos que España sigue aún a principios del siglo XXI sumida en esta dicotomía,
que puede observarse en la prensa periódica del momento. El romanticismo no nos es
tan lejano y ajeno.
96 Op. cit. p. 188.
97 Op. cit. p. 190.
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blo, en unos momentos en los que existía una cercanía mayor de los
medios de comunicación a ese pueblo.
Por ello no creo que sirva de nada estudiar por ejemplo la obra de
Fourier en relación a Espronceda, porque nada sacaríamos en claro. En
cambio en la prensa era donde se divulgaban todas las ideas, y donde
nuestro autor debió de verse inspirado para tratar el mundo marginal
en El Diablo Mundo.
En este sentido me parece un error fundamentar, como han hecho
otros críticos, el mundo marginal de El Diablo Mundo en la influencia
del sainete que, con su visión pintoresquista y folklórica, está en las
antípodas del carácter progresista que adopta nuestro autor al situar
a estos personajes en el eje de su visión. Es un error de comprensión...
ideológica.
No me cabe duda que de lo anteriormente indicado se puede dedu
cir que existía una fuerte corriente de pensamiento socialista y anar
quista en la España de Espronceda, que es fuente de inspiración indi
recta para la redacción de su El Diablo Mundo, donde nuestro poeta,
transforma dicha influencia en personalísima obra de arte.
Hay testimonios de época que nos muestran el liderazgo, literario
pero también político, de Espronceda, por ejemplo en el banquete cele
brado con motivo de la llegada de Espartero a Madrid en octubre de
1840, cuando el 12 de ese mes renuncia María Cristina al trono, hecho
que fue seguido con aclamación por la prensa republicana.
El Huracán mantiene una actividad importante en este sentido, en
defensa del partido republicano, aunque poco después, como veremos,
se muestra muy crítico con Espartero, al creer que ha defraudado la
esperanza de los verdaderos progresistas. El Huracán defenderá la lle
gada de la juventud romántica al poder, e incita a ello. Y propone la
creación de una asociación de jóvenes intelectuales en este sentido.
El periódico mantendrá una postura de radicalismo republicano,
pero nunca transgresor del orden, que respeta, aunque va a ser conti
nuamente perseguido por sus ideas. De hecho en diversos números de
la publicación se da noticia de diversas causas penales al respecto, de
las que sale victorioso, en una ocasión -sobre el número 90 del perió-
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98 Ver Isabel Burdiel, Isabel II. Una biografía (1830-1904), Madrid, Taurus, 2010.
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Por otro lado Espronceda, con su círculo de amigos que le era fiel,
si leemos la prensa de la época, aparece como protagonista y líder de
este movimiento ideológico.
Así se explica que abogue por la reparación del honor de los emi
grados combatientes por la constitución desde 1830. Parece que qui
siera mantener vivo el recuerdo de estos liberales emigrados que
lucharon o cayeron en esa lucha por la libertad de su patria.
Sin que puedan adjetivarse de numerosas, sí pueden seguirse algu
nas puntuales referencias en la prensa a la muerte de Espronceda, muy
querido por sus compañeros diputados, y en general por la juven
tud, que lo había convertido en adalid de las ideas renovadoras. En la
prensa se encuentran menciones a su actividad parlamentaria, que no
pasó desapercibida. Nada que ver por tanto con el personaje aparente
mente oscuro que nos presenta Cáscales, que no parece conocer bien
la prensa del momento.
El Siglo
99 Ver Leonardo Romero, “El Siglo, revista de los años románticos (1834)”, Revista de
Literatura, XXXIV, julio-diciembre 1968, pp. 15-29. Asimismo Romero Tobar recoge en
su edición de Obras poéticas de Espronceda, Barcelona, Planeta, 1992, un soneto crítico
con el carlismo aparecido sin firma en El Siglo (n“ 2, 24 enero 1834) del que ya Campos
sospechó la paternidad de nuestro autor: ver para todo ello y otras cuestiones del labe
rinto textual de Espronceda mi propia edición de la obra completa del poeta, op. cit.,
p. 74.
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100 Ver mi libro Valle-Inclány su leyenda. Al hilo de “El ruedo ibérico”, Granada, Comares,
2015 (Interlingua, 142). Y mi edición de El ruedo ibérico, Madrid, Cátedra, 2017 (Letras
Hispánicas).
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(...) Con este fin tuvimos que poner en movimiento las virtudes cívi
cas, y por consecuencia tuvimos que proclamar las voces de patria e
independencia, y que llamar opresor y tirano al extranjero que quería
amarrarnos al carro de sus triunfos. Corriendo el tiempo, el emperador
Alejandro y el rey de Prusia se vieron también obligados a exaltar las
ideas populares para defender sus tronos, y por lo tanto toda Europa se
halló en la necesidad de excitar el entusiasmo y fidelidad por los mis
mos medios en aquella guerra continental.
101 Ver Louis Philippe, conde de Segur, Abrégé d’histoire universelle andenne et modeme,
París, 1817-29. Y la Historia Universal. Historia por Louis Philippe, conde de Segur, traducida
al español por D. Alberto Lista, con correcciones, notas y adiciones, Madrid, 1830-1838. A todo
ello me refiero en mi extenso libro Ideología y literatura en Alberto Lista, op.cit.
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Suárez y Felipe Gonzalez, con el pacto social etc. todas estas ideas nos
parecen una especie de déjà vu.102
Es muy hermosa una nota en tipo más pequeño, en la que los redac
tores de El Siglo destacan el carácter premonitorio del nombre de esta
publicación, muestra de “una señalada mudanza, y que debía salir a luz
en una nueva época.” Y:
102 Ver la compilación legal Constituciones de España 1808-1978, Madrid, Segura, 1988.
Un cotejo de todas estas constituciones puede resultar curioso y enriquecedor para un
intelectual estudioso de la época.
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103 Toreno y otros coetáneos, como ya vimos y he defendido desde 1992, se refieren a
esta guerra como la Revolución de 1808.
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Creo que lo que este periódico está propugnando es que haya una
evolución pacífica, con la monarquía como garante de equilibrio, para
lograr las cuotas de libertad que por cierto eran las que habían defen
dido los admirables liberales de las Cortes de Cádiz. De esta manera al
final de este texto (“Sobre el nuevo Ministerio”) clama por esa libertad
que ansia el pueblo español después de años de mala administración.
De este modo podemos comprobar, en este primer momento, la
asociación efectiva entre liberalismo y romanticismo, que luego rom
perá el romanticismo tradicional, poco representativo y relevante sin
embargo desde el punto de vista ideológico, aunque haya dado por
fruto la poesía de Zorrilla, de indudable interés literario. Ni Zorrilla, ni
Quintana ni Marchena pueden ser leídos enteros por el público actual...
Rivas sí, en este mismo sello de Alfar donde lo he publicado casi com
pleto, y debo añadir que gracias al buen gusto por la literatura del edi
tor Luis Oliva. Y en el caso de Espronceda gracias al de los amigos edi
tores de Cátedra, hoyjosune García.
Estos redactores tienen la clara conciencia de que están viviendo
una encrucijada histórica, un momento de especial importancia que
puede dar por fruto el impulso hacia un nuevo concepto de nación,
basado en la justicia y en la libertad, como -sin mencionarlos - ya lo
diseñaran los liberales de 1812. Los poderes tácticos van a intentar
impedir esta evolución pacífica durante todo el siglo XIX -no hablemos
del siguiente-. Su concepción del bienestar de los pueblos basada en
justicia y libertad, que es lo que defienden explícitamente en El Siglo,
será el motivo y la causa de una lucha insaciable e interminable entre
las dos facciones. Pero debe recordarse que ni siquiera en esto España
va a ser diferente: recordemos la Europa de esta misma época, no diga
mos la Rusia del momento y posterior... hasta los Estados Unidos de la
guerra civil...
El número 2 contiene una insustancial cita de Biron (sic), que
indica que la Revolución Francesa no fue la causa de todos los cambios
actuales, sino para exigir al pueblo más de lo que podía dar (¿). Y luego
el articulista defiende una visión cristiana frente a la de los clásicos
grecolatinos, a los que se quiere superar -creo es una velada alusión a
la superación del neoclasicismo por el romanticismo.-
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111 Ver Mariano José de Larra, Artículos varios, ed. de E. Correa Calderón, Madrid, Cas
talia, 1977 (Clásicos Castalia, 70), pp. 384-85, el artículo “No lo creo”, en La Revista Espa
ñola, 2 de julio de 1833.
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DE LA HOMOGENEIDAD DE LA ADMINISTRACIÓN.
No basta que todos los miembros de que se compone el Gobierno, que
todos los magistrados que están a la cabeza de los departamentos o
provincias de una nación deseen sinceramente cumplir con sus atribu
ciones, según el espíritu de la norma que les haya dado el poder sobe
rano. Todos sus esfuerzos serán inútiles si no son homogéneos, si no
conspira al mismo fin. Es el Estado una máquina cuya potencia nace
del poder soberano, cuyos ejes y ruedas principales son los ministros,
cuyos muelles y piezas pequeñas son los otros funcionarios, jefes y
subalternos. Su movimiento expedito termina desde el punto en que
se inutiliza cualquiera de las piezas, aunque parezca de poca importan
cia. ¿Qué resultado podrían tener las más sabias medidas de un minis
terio que no fuese obedecido? Y es de advertir que, cuando repugna a
los sentimientos de un magistrado el obedecer las órdenes superiores,
siempre halla mil medios de cumplirlas en apariencia, y de neutralizar
en secreto los efectos de su cumplimiento.
He aquí uno de los mayores males con que tiene que luchar el Gobierno
que quiere seguir un rumbo político opuesto o diverso del que seguía
112 Op. cit. pp. 4-5.
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117 Juan Ramón, Alberti: dos poetas líricos, Kassel, Edition Reichenberger, 2006. Contiene
entre otros textos míos sobre Alberti, mi extenso ensayo “El panteísmo en la obra de
Juan Ramón. Poesía y belleza en la obra juanramoniana”, pp. 1-163.
118 Él Siglo, n2 3, 7 febrero 1834, pp. 2 y 3.
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¿A qué vienen esas correcciones tan ridiculas, tan pueriles, tan sin
gracia, que se han hecho en una comedia que todo el público sabe de
memoria? Los murmullos y chicheos de indignación que sonaron en el
teatro al echar de menos lo suprimido, prueban lo inútil de tan imper
tinente cabilosidad.
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Desde entonces, cobrando cada día más vigor los concejos y munici
palidades, empeñada la lucha contra los abusos introducidos, satisfe
chos el pueblo y el trono de la mutua consideración que se prestaban,
empezaron a celebrarse Cortes compuestas solamente de los diputados
y procuradores de los pueblos, y a declinar la preponderancia de la
nobleza y del clero.
Notemos la idea: por una parte creo que está detrás la Teoría de
las cortes del liberal Francisco Martínez Marina (1754-1833, notemos
esta fecha última de su muerte). Esta obra fue prohibida en 1817 por
la Inquisición, y se escribió durante las Cortes de Cádiz. Allí se bus
can fuentes históricas medievales y renacentistas al reparto de pode
res de la sociedad en que se basa la monarquía constitucional desde los
románticos liberales del XIX. Por otro lado se muestra la importancia
de las leyes de ayuntamientos, anticipándose así a lo que va ser el gran
caballo de batalla que llevará al exilio a María Cristina, al fracasar su
intento de someter bajo su poder a la autoridad popular de los alcal
des. El propio Lista participó activamente en esta polémica, a favor de
la regente, con otros intelectuales conservadores como Martínez de la
Rosa, sin obtener el éxito.
Este punto de inflexión política me parece importantísimo porque
en él puede observarse el decurso que está siguiendo El Siglo: el paso
desde una concepción liberal basada en la sujeción a la monarquía, a
una defensa de los intereses políticos del pueblo que fuera autónoma
del poder real, ya por otro lado controlado a través de las Cortes demo
cráticas. No se trata por tanto de un artículo o un tema baladí, sino un
verdadero hito que marcará definitivamente la diferencia entre una
situación política y otra, que abrirá el paso al reinado de Isabel II.
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126 Para todo ello remito a las páginas iniciales de mis ediciones de Rivas, pero sobre
todo a lo que expongo en Valle-Inclány su leyenda de modo más amplio. Y en mi libro en
prensa Cervantes y el amor.
127 Op. cít. pp. 2-3.
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128 Op. cit. pp. 3-4. Ver tb. mi ed. de Espronceda, O.C. pp. 1250-1251.
129 Op. cit. p. 4.
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130 Vicente Lloréns, “El original inglés de una poesía de Espronceda”, Nueva Revista
de Filología Hispánica, V, 1951, pp. 418-22. Y El romanticismo español, Madrid, Castalia,
1989, 2a ed. corr., pp. 468-469, tb. en Liberales y románticos, Madrid, Castalia, 1979, 3a
ed., p. 216.
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La Revolución132
132 Para esta época ver también Salvador García, “El Pensamiento de 1841 y los amigos de
E.”, BBMP, n° 44,1968, pp. 329-53.
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Creo que con estas frases se intenta marcar distancia entre las
algaradas populares orquestadas con el dinero de las facciones reac
cionarias, ya desde el Motín de Esquilache, y luego durante el trienio
liberal por Fernando VII para desacreditar a los liberales. Véanse los
Episodios nacionales de Galdós, para esta intrahistoria.
En El alba del romanticismo español pensé, frente a Andioc -cuya obra
es objetivamente valiosa- que La Raquel de Vicente García de la Huerta
defendía posturas populistas no reaccionarias. Andioc considera que
esta obra teatral es trasunto de dicho motín conservador. Para mí es
obra que marca el inicio del interés por el drama histórico, en deriva
hacia el de estirpe protorromántica que surgirá un poco más tarde, a
fines del XVIII. Para mí estas obras muestran cómo el liberalismo evo
luciona desde las posturas de una ilustración abierta: hay en ellas una
incidencia progresiva en aspectos sentimentales que llevarían hasta
las Vidas de españoles célebres de Quintana, desde 1807, que creo es el
referente de interés para comprender la aparición de la novela his
tórica española un poco más tarde, en los años 30, en que se publi
can también los siguientes volúmenes de esta interesante obra de este
autor. Quiero insistir en esto, sobre lo que ya he escrito.
En cuanto al motín de Esquilache, creo que aunque fuera orques
tado por fuerzas contrarias al progreso ilustrado de Carlos III, repre
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(...) Treinta y dos años hace que el pueblo empezó a sentir la necesidad
y el deseo de hacer una revolución total en sus instituciones,134 y las fuerzas
y la actitud para apoderarse del podei’ social y ejercerle por sí y para sí.
Un hombre que por la cualidad de oprimido cautivaba entonces el inte
rés generoso del pueblo, y cuya increíble nulidad y horrenda ingratitud
estaban veladas con el prestigio de la desgracia, logró apagar los pri
meros fuegos de la revolución; y que este pueblo magnánimo y confiado,
incapaz de sospechar la bajeza y el envilecimiento que se abriga bajo
la púrpura, se entregase en manos de un monstruo sin otras garantías
que las de la inmensa gratitud que este le debía. Frustradas sus espe
ranzas de una manera que la posteridad dudará en creer, volvió el pueblo
en 1820 y 1833 a hacer dos amagos de revolución; pero inmediatamente se
apoderaron de él esos agentes de explotación, que se llaman jefes o
corifeos de partido, desnaturalizaron sus esfuerzos, les dieron direc
ción equivocada, apagaron el entusiasmo popular, esa arma poderosa
creadora de maravillas, por peligrosa al trono y a ciertas clases privi
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136 N° 1, p. 4, op.cit.
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por la idea de que no hay tiempo, de que no deben darse más oportu
nidades a los moderados.
Luego se contienen noticias muy interesantes de los excesos y
crueldades por parte del ejército en su represión.138 Es decir: los con
servadores no podrán evitar la revolución esparterista.
Se añaden noticias de las Cortes, y de las intervenciones -breve
mente recogidas- de diversos diputados, a propósito de las reformas,
que es el tema que fundamenta a este periódico, y que era la necesidad
histórica que evidentemente se vivía en la calle, con el deseo de cambio.
Se contiene la discusión en Cortes acerca del modo de hacer las
elecciones etc. Es decir: este periódico entra en cuestiones de más
calado y trascendencia, también de modo más rebelde e inconformista,
que El Siglo. Insisto en que desde 1834 a 1840, España había despertado
mucho...
Lo que sigue a este último número 5 es una especie de testamento
político: “Aviso a los redactores de La Revolución” en donde se hace
constar que el editor responsable se negó a firmar los artículos de la
redacción de este número, a causa de la influencia de otro periódico que
había entrado en polémica con este. Hasta el Congreso llegó la decisión
de la supresión del periódico, aunque el director del mismo acudió allí
mismo a pedir responsabilidades al ministerio, quien le acusa de “doc
trinas subversivas y disolventes de todo orden social.” Crítica luego La
Revolución la orden del gobierno de que dos horas antes de la impresión
de cualquier periódico, este se remitiera al jefe político... Los periódi
cos no quisieron acatar la orden y salieron el 27 de julio, lo que motivó
la decisión armada de impedir por la fuerza su difusión.
La conclusión es la supresión de La Revolución de modo rápido y
expeditivo, y se la lleva incluso ante la justicia por sus presuntos ata
ques a la Constitución y a la reina, de lo que se hizo eco El Correo Nacio
nal, a quien este texto final del periódico menciona como enemigo y
pieza decisiva para su prohibición.
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139 Ver Diego Martínez Torrón (ed.), Poetas románticas españolas (Antología), Madrid,
Sial, 2008.
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ñoles hemos sido los primeros en atizar, quizás por nuestro espíritu
hipercrítico.110
Por otro lado, desde el punto de vista literario, que insisto no
puede separarse del ideológico, hay alusiones muy elogiosas a la recién
estrenada obra de Víctor Hugo Le roi s’amuse... Aquí se indica la alusión
ofensiva a Luis Felipe, de quien se decía era hijo de un bastardo (“Todos
sois bastardos: vuestras madres en medio de los silbidos se han pros
tituido a los lacayos”). Liberalismo progresista y romanticismo unidos
ya desde el faro de guía de Hugo, y en la Inglaterra de Byron y She-
lley. Todo este universo de pensamiento y referencias los vivió direc
tamente Espronceda en su exilio. Grandes escritores todos.
Importantísima por tanto la lectura de este singular periódico
para comprender tantas cosas de la época y los autores románticos,
que no se encuentran habitualmente en manuales y estudios.
Hay aquí un detenido comentario y repaso de las sesiones de Cor
tes, que siempre he insistido son fuente primordial de noticias para el
estudioso.
Lo que se pone de manifiesto es que los liberales románticos espa
ñoles no eran los inocentes bobos de ingenuo idealismo que a veces
nos han pretendido mostrar. Son conscientes de la importancia de la
representación popular en los ayuntamientos, y son conscientes de
que las Cortes no pueden ser un mero artificio y juego de apariencias,
sino que en ellas debe estar representada verdaderamente la opinión
del pueblo... Algo que, dicho sea de paso, con los gigantescos aparatos
de poder y máquinas de gestión de votos, se echa en falta en las actua
les democracias occidentales, no digamos en donde dicha democracia
ni siquiera existe...140
140 Ver mi Los liberales románticos españoles... Antes de este libro, salvo el conocido texto
de Julián Júderías, La leyenda negra y la verdad histórica (1914), era raro encontrar una
defensa de nuestro país ante esa leyenda negra, y lo hice mostrando la labor progre
sista de los liberales de las Cortes de Cádiz, y la actitud del pueblo durante la insurrec
ción popular de la llamada Guerra de la Independencia. No he partido del punto de
vista conservador, que solía caracterizar a estas defensas previas de la leyenda negra
-el libro de Juderías fue sintomáticamente reeditado en la Editora Nacional en la época
de Franco-. Del mismo modo he estudiado el nacionalismo de Quintana no desde la
perspectiva del nacionalismo retrógrado sino del progresista, para hacer justicia a su
autor.
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143 Espronceda era diputado en estas fechas, y escritor que vapuleaba al mundo.
144 La vinculación del romanticismo al liberalismo crítico y exaltado sería otra posible
causa de atribución a nuestro poeta. Lo digo con todas las cautelas, pero en todo caso
es su universo de pensamiento. Y el estilo es en sí muy esproncediano.
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Una curiosidad bibliográfica: de la primera (1840) A la
SEGUNDA EDICIÓN (1846) de las Poesías de Espronceda. La
MANO DE HARTZENBUSCH
EL EDITOR.
Sale por segunda vez a luz esta cota, pero preciosísima colección, de la::
composiciones poéticas publicadas por el malogrado Espronceda sefc
años ha.
147 Poesías de don José de Espronceda, Madrid, Imprenta de Antonio Yenes, 1846, 2a
edición.
148 Op. cit. pp. V-VI.
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El Público apreciará sin duda los esfuerzos hechos por el editor para
conseguir que la parte material de este libro corresponda no indigna
mente al mérito del gran poeta español de la época actual.
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III.
Al blando son de la armoniosa lira
Oigo la voz de alegres trovadores,
El aura siento que fragancia espira,
Y al eco escucho murmurando amores;
Al sol contemplo que a occidente gira
Reverberando fúlgidos colores,
De la corte del godo poderío
Se alza orgullosa sobre el áureo río.
151 Eugenio Hartzenbusch, Apuntes para un catálogo de periódicos madrileños desde el año
1661 al 1870, Madrid, Rivadeneyra, 1894, hay reproducción facsimilar en Madrid, Biblio
teca Nacional/Ollero & Ramos, 1993.
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IV.
Toledo, que de mágicos jardines
Cercada, eleva su muralla altiva,
No guardada de fuertes paladines,
Ornada sí de juventud festiva:
Allí entregado a espléndidos festines,
Rodrigo alegre y descuidado liba
V.
Allí con ojos lánguidos respira
Dulce placer beldad voluptuosa,
Y aroma exhala, si feliz suspira,
Del puro labio de encarnada rosa:
Rodrigo en ella codicioso mira
La que a su amor se muestra desdeñosa,
Que más que todas es cándida y linda
La dulce, bella, celestial Florinda.
VI.
El ruido crece del festín en tanto,
Y el grato néctar al deleite llama;
Su pecho inunda deleitoso encanto
Y el fuego impuro del amor le inflama:
Ebrio Rodrigo, desceñido el manto,
Alza la mano trémula, derrama
El áureo vaso, y atrevido sella
Dulce beso en el rostro a la doncella.
130
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152 Explico en mi edición de 2006, p. 1368 nota 3 y p. 132, que estas cuatro estrofas
que ya allí recojo, fueron añadidas por Patricio de la Escosura en su edición en Madrid,
Mengíbar, 1884. Ya lo había detectado la “Advertencia” al final de la princeps (1840) p.
279-280, y las incluye como addenda.
153 José de Espronceda, Obras poéticas y textos en prosa, Madrid, Mengíbar, 1884. Se
publicó el primer volumen repasado por Patricio de la Escosura, pero nunca el segundo
que lamentablemente se perdió. En la introducción a mi edición (2006) estudio deteni
damente el tema, también en las notas, ver por ej. op. cit. p. 1364 nota 15.
154 En p. 7 de 1840 estrofa X, y p. 9 estrofa XV de 1846.
155 Ej. Estrofa XI p. 8 de edición 1840 verso 1, y p. 9 estrofa XV de edición de 1846
verso 1.
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pudo hacer con los manuscritos del poeta. Escosura recopila así todos
los textos añadidos por los editores previos. De todo ello doy amplia
cuenta en mi edición de 2006 en numerosas notas a las que remito al
lector interesado. La edición de Mengíbar posee además el interés afec
tivo de que todos sus ejemplares han sido firmados a pluma por Blanca
de Espronceda, la hija del poeta, de quien fue albacea Patricio de la
Escosura, responsable de dicha edición. Pero lo interesante del tema es
que aquí Escosura sí modifica del acuerdo con manuscritos que poseía,
y que se han perdido -yo al menos no los he podido localizar en los
archivos de Núñez Arenas-. Las correcciones de Hartzenbusch son así
muy diferentes, y de menor entidad, según hemos ido viendo.
Por ello una conclusión que puede seguirse es que, por mucho que
se quiera desvirtuar, la edición princeps de 1840 cuenta con el respe
to textual por parte de los coetáneos del poeta, incluso después de su
muerte, por lo que las correcciones que se hicieron por los amigos de
Espronceda a sus textos en 1840 debieron ser mínimas, ya que 1846
parece considerar de suficiente garantía el texto de la princeps.
Se ha afirmado que Espronceda no revisó la princeps, que se debió
a sus amigos. Y sin embargo, cualquiera que sea el protagonismo de
Hartzenbusch en la edición 1846, si en ella solo se aportan aspectos
puntuales de detalle, puntuación y ortografía respecto a la primera,
ello prueba que el texto de la misma está lo suficientemente cribado
como para que lo respetemos y tengamos por definitivo, más allá del
bohemio descuido de Espronceda.
En todo caso tengo así la impresión de que quizás el descuido de
Espronceda respecto a su texto puede haber sido estimado de modo
excesivo e injusto por la crítica del siglo XX. Si sus coetáneos, incluido
Hartzenbusch que de modo tan aleatorio corrigió el Quijote, no se atre
ven a modificar de modo sustancial sus textos, es porque hay una cierta
garantía de que el poeta estuvo detrás de ellos en la edición princeps.
Es posible por tanto, según me parece, que quizás los editores juegan
con esta carta, dibujando a un Espronceda bohemio y descuidado con
su propia obra. Tras un detenido repaso textual de ambas ediciones de
Yenes (1840 y 1846, primera y segunda respectivamente), pienso que es
muy posible que esto forme parte de la leyenda que se ha superpuesto
al poeta. Y que en definitiva esta leyenda no sea del todo cierta.
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Así pues hilemos ambos datos textuales que daba antes, y veremos
que tienen su relevancia. Por un lado las modificaciones que el editor
Boix incluye en sucesivas ediciones, en algunos aspectos que podían
ser problemáticos de la primera edición de Espronceda en 1841, de los
que me hice eco en nota de mi edición de 2006, en la que demostré
que Ynduráin, en su edición en Cátedra, al no utilizar la princeps de
El Diablo Mundo, no se dio cuenta de las variantes de interés ideológi
co. Y por otro lado es importante, el hecho de que, como adenda a la
edición citada, se encuaderne esta imitación de Campoamor, dedicada
a un escritor conservador y aceptado por el statu quo, “comme il faut”
diríamos.
Pues bien, ambas características textuales poseen un claro sentido
ideológico, y no son absoluto inocuas. Porque lo que persiguen ambos
hechos textuales creo que es atenuar el mensaje claramente subversi
vo del rebelde Espronceda. Rebeldía de Espronceda que pienso ha de
bido de quedar manifiesta en el estudio que he dedicado en las páginas
anteriores a su vinculación, anónima pero clara, con la prensa revolu
cionaria...
Por ello, cuando insisto en la relación entre ideología y cultura,
busco obtener el acceso probablemente a una nueva dimensión inter
pretativa, que nos aporte una mejor y más completa y profunda com
prensión del temperamento del creador, y las condiciones que le rodean.
En definitiva hasta la crítica textual, cuando no se convierte en
una mera y aburrida constatación de variantes, nos ofrece una rica po
sibilidad de comprensión ideológica y de pensamiento...
En fin, una vez más, y quizás como posible despedida de mis estu
dios sobre el romanticismo, me atrevo a exclamar: ¡amemos la cultura!
¡Amemos los viejos libros...!
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Ahora que los estudiantes apenas los leen, pegados como están a
las pantallas de sus ordenadores -lo que también ofrece evidentes ven
tajas- cabe decir alto: quizás casi todo está en la red...: pero todo está
en los libros, en los viejos, queridos, amados libros...
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