Revista Atenas, N. 425.
Revista Atenas, N. 425.
Revista Atenas, N. 425.
PAGS.
Editorial ....................................................
Presentaci6n ..............................................
Poesia del vollantin ....................................
La obra de Nleruda, Dr. Karl Ragman Gierow de la Academia Sueca ........................
Discvrso 'd'e Pablo N'eruda a1 rmecibir el
pr'emio Nobmel ............................................
Solo la Muerte.- Alfre'do Lefebvrc ........
Visi6n 'de una poesia.- Gast6n von dem
Buss'chle ......................................................
Interpretaci6n de Residencia en la Tierra
de Pablo N,eruda.- Jaime Concha ........
Interprletaci6n a1 canto general.- Jaime
Giordano ....................................................
Arquitesctura poCtica de 'LAlturas de
Mamhu Pi(cchu''.- Francoise PCrus ........
VIDA UNIVERSITARIA ........................
DOCUMENTOS ......................................
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COMISION DIRECTIVA
Rector de la
Dr. Edgardo Enriquez Frodden,
Universidad,
Vice Rector d e la
Prof.
Gal0 G6mez Oyarztin,
Universidad,
Director de Difusidn
Universitarla.
Prof,
Director Adjunto,
Secretario de
Redaccion,
Cornit6 de
Redaccibn.
Direcci6n:
REVISTA DE CIENCIA,
ARTE Y LITERATURA
D E LA U N I V E R S I D A D
DE CONCEPCION (CHILE)
ENERO 6 J U N I O
1 9 7 2
N." 4 2 5
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Precio: E O 50,-
LA
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Durante el transcurso de su vida Pablo Neruda ha mantenido diversos lazos con la Universidad de Concepcibn.
Enclavada a medio camino entre el mundo de la infancia del poeta
-la zonu de la Nueva Amucania- y el a'mbito de su adolescencia
santiaguina, e m Casu de Estudios no sblo fue el lugar de algunos
tra'nsitos f ugaces, sino morada intermitente adonde el poeta solia
llegar invitado por las autoridades universitarias, por la Federacibn
de Estudiantes o por 10s Centros de Alumnos de Escuelas e Institutos.
Mds de un auditorio, muchas aulas recibieron y extendieron el
sonido de su voz, la presencia irradiante de su poesia.
Per0 hay lazos mds profundos, que perduran ma's all6 del instante. La publicacibn, en 10s primeros aAos de la revista Atenea, de
algunos textos nerudianos, esta' mostrando que desde temprano en la
trayectoria uoe'tica de Neruda hubo contactos entre t l y esta Universidad. Huellas de El hondero entusiasta, 10s poemm mds hermosos de
Residencia en la Tierra han quedado prendidos a las pa'ginas de Atenea
en 10s decenios del 20 y del 30. El mismo poeta record6 en una ocasibn con que' ansiu recibia, en las -1ejanas soledades de Oriente, el
mensaje de tinta y de madera que le llegaba en el cuerpo frhgil de
nuesfra revista universitaria.
En 1966 se honrb a1 gran autor del Canto General confiritndovele
el Premio Especial Atenea de la Universidad de Concepcidn. Nos suma'bamos asi a1 conjunto de homenajes que, en todas partes del mundo, le habian tributado 10s orgmismw superiores de cultura. Habia
en esto, dicho sea de paso, una justa reciprocidad. Pues Iejos de
establecer, como tantos poetas intuitivos de nuestro medio, una pug-
nu de inconciliables entre universidad y poesia, Neruda siempre considerd los centros acade'micos como una alta expresidn del hacer social, como otra forma de bregar por el engrandecimiento del hombre.
Por tcnto, si bien en lo anecddtico, en el hecho contingente pudo
sorprender a la Universidad la designacidn de Pablo Neruda como
Premio Ndbel de Literatura 1971, no la sorprendid en el sentido
cabal, el que atafie a la dimensidn cultural del acontecimiento.
No sorprendid a la Universidad de Concepcibn en general ni, en
particular, a1 Departamento de Espafiol -su drgano especializado
en este caso-.
Casi desde la misma f undacidn de este Departamento, profesares
como Alfred0 Lefebvre, Gonzalo Rojas, Gastdn von dem Bussche,
Jaime Giordano y , en distinto registro de conocimiento del idiom,
Rene' Ccinovas, impulsaron el estudio de la poesia lirica chilena. De
este modo, arnpliuron y exvandieron el eco natural de nuestra gran
literaturu, creando una tradicidn de estudio en la que el actual Premio Nbbel tiene su puesto junto a la gran iniciadora, Gabriela Mistral.
Es este modesto resultado el que aqui recogemos.
Mcis que un homenaje de circunstancia, a menudo convencional
o improvisado, hemos querido retener este esfuerzo de madripma
en que, grano tras grano, se ha id0 construyendo una visidn de la
poesia de Neruda.
Cierra esta coleccidn de ensayos el trabajo de la profesora fruncesa FranCoise Pe'rus que, aunque no originado propiamente en el
Departamento de Espafiol, considerams de intere's publicar.
Jaime Con!cha.
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interior sosiego que hubiera rebalsado tan pujante caudal de inspiraci6n y de efusiones. La cuesti6n es hasta quC punto es oportuna aqui
tal exigencia. La obra de Neruda es verbo creador, en ella un trozo
del planeta accede a la conciencia. Todo est6 por decir, todo por descubrir, y ha de ser sacado a la luz del dia. Pedir mesura y reposo a
tal inspiraci6n es como demandar orden y concierto a una selva tropical o exigir moderaci6n a un volc6n.
Lo inabarcable que dificulte constatar lo mucho que Neruda ha
dejado a su espalda tanto politica como personalmente. Uno de sus
ciclos poCticos recientes se llama Estravagario titulo que todos pueden entender y ninguno traducir, puesto que el vocablo seguramente
es nuevo. Implica a un mismo tiempo extravagancia y vagabundaje,
capricho y escarceo. Porque a partir del Canto General el camino
fue a h mis largo, y estuvo lleno de cxperiencias decisivas, enriquecedoras o amargas. Ellas lo llevaron a un nuevo trato con las cosas,
substancia de la vida y a un nuevo trato con la incierta esperanza de
un futuro, meta de la vida. El territorio del terror resultaba no estar
emplezado en un solo cuadrante de la rosa de 10s vientos, y Neruda
vi0 esto con la genuina indignaci6n de quien se siente objeto de un
c.nr?Gn
El idolo antes ensalzado; omnipresente bajo la especie de
estatuas estucadas de bigotudo dios con botas puestas aparecia ahora a una luz cada vez (m6s despiadada, y la semejanza de
arreos 4 comportamiento entre las dos figuras caudillcscas que 61
llam6 siin mis, El Bigote y El Bigotito, iba tornindosc cada vez
mis pati:nte. Per0 a la par se vi6 llevado 61 mismo a una nueva actitud an1ie el amor y la mujer, ante el origen y la perduraci6n de la
vida, tal vez expresada del modo m6s bello en una obra maestra mis,
de estorj ultimos afios, La Barcarola. Adonde haya de llevar
la singladura de Neruda nadie se atrever6 a decirlo. Per0 el sentido
es el ex!iuesto: Acuerdo con el hombre y con la tierra. Y scguiremos
con expectacih no disminuida este notable quehacer poktico, que
con la deshordmte v h l i r l a r l de n n cnntinpntp en dPCmrtar cpmpia
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cuando en 10s Andes se descargaban, envuelven a1 viajero, lo hunden bajo siete pisos de blancura.
A cada lado de la huella contemple, en aquella salvaje desolacicin,
Ago como una construcci6n humana. Eran trozos de ramas acumulados que habian soportado muchos inviernos, vegetal ofrenda de
centenares de viajeros, estos tumulos de madera para recordar a clos
caidos, para hacer gensar en 10s que no pudieron seguir y quedaron
alli para siempre debajo de las nieves. Tambikn mis compaiieros
cortaron con sus machetes las ramas que nos tocaban las cabezas y
que descendian sobre nosotros desde la altura de las coniferas inmensas, desde 10s robles cuyo ultimo follaje palpitaba antes de las tempestades del invierno. Y tambien yo fui dejando en cada tumulo un
recuerdo, una tarjeta de madera, una rama cortada del bosque para
adornar alas tumbas de uno y otro de 10s viajeros desconocidos.
Teniamos que cruzar un rio. Esas pequeiias vertientes nacidas en
las cumbres de 10s Andes se precipitan, descargaban su fuerza vertiginosa y atropelladora, se tornan en cascadas, rompen tierras y rocas con la energia y la velocidad que trajeron de las ultimas insignes, per0 esa vez encontramos un remanso, un gran espejo de agua,
un vado. Los caballos entraron, perdieron pie y nadaron hacia la
otra ribera. Pronto mi caballo fue sobrepasado casi totalmente por
me
a1
seP
tan
I
aliento que nos empujaba hacia el gran camino del mundo que me estaba esperando. Cuando quisimos dar (lo recuerdo vivamente) a 10s
montafieses algunas monedas de recopensa por las canciones, por 10s
alimentos, por las aguas termales, por el techo y 10s lechos, vale decir, por el inesperado amparo que nos sali6 al encuentro, ellos rechazaron nuestro ofrecimiento sin un ademan. Nos habian servido y nada
mhs. Y en ese nada mas, en ese silencioso nada m6s habia muchas
cosas subentendidas: tal vez el reconocimiento, tal vez 10s mismos sue50s.
Seiioras y sefiores:
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i i n a a r r i A n nacaipra n cnlpmnp
en
tados de sus contemporaneos, y esto rige para todas las epocas y para todas las tierras.
El poeta no es un pequeiio dios. No, no es un pequeiio dios.
No est5 signado por un destino cabalistic0 superior a1 de quienes
ejercen otros menesteres y oficios. A menudo expresC que el mejor
poeta es el homlbre que nos entrega el pan de cada dia: el panadero
m i s prbximo, que no se Cree dios. El cumple su majestuosa y humilde
faena de amasar, meter a1 horno, dorar y entregar el pan de cada
dia como una obligaci6n comunitaria. Y si el poeta llega a alcanzar
esa sencilla conciencia, podri tambiCn la sencilla conciencia convertirse en parte de una colosal artesania, de una construcci6n simple
o complicada, que es la construccih de la sociedad, la transformaci6n de ias condiciones que rodean a1 hombre, la entrega de su mercaderia: pan, verdad, vino, sueiios. Si el poeta se incorpora a esa
nunca gastada lucha por consignar cada uno en manos de 10s otros
su raci6n de compromiso, su dedicaci6n y su ternura a1 trabajo comun de cada dia y de todos 10s hombres, el poeta tomar5 parte, 10s
poetas tomaremos parte en el sudor, en el pan, en el vino, en el sueiio
de la Humanidad entera. S610 por ese camino inalienable de ser sombres comunes glegaremos a restituirle a la poesia el anchuroso espacio que le van recortando en cada Cpoca, que le vamos recortando
en cada Cpoca nosotros mismos.
Los errores que me llevaron a una relativa verdad y las verdades
que repetidas veces me recondujeron a1 error, unos y otras no me permitieron -ni yo lo pretendi nunca- orientar, dirigir, enseiiar lo que
se llama el proceso creador, 10s vericuetos de la literatura. Per0 si me
di cuenta de una cosa: de que nosotros mismos vamos creando 10s
fantasmas de nmstro propia mitificacibn. De la argamasa de lo que
hacemos, o queremos hacer, surgen m5s tarde 10s impedimentos de
nuestro propio y futuro desarrollo. Nos vemos indefecfiblemente conducidos a la realidad y a1 realismo, es decir, a tomar una conciencia
directa de lo que nos rodea y de 10s caminos de la transformaci6n y
luego comprendemos, cuando parece tarde, que hemos construido una
limitaci6n tan exagerada que matamos lo vivo en vez de conducir la
vida a desenvolverse y florecer. Nos imponemos un realismo que pos15
teriormente nos resulta rnis pesado que el ladrillo de llas construcciones, sin que por ello hayamos erigido el edificio que contemplibamos
como parte integral de nuestro deber. Y en sentido contrario, si alcanzamos a crear el fetiche de lo incomprensible (0 de 10s comprensible
para unos pocos), el fetiche de lo select0 y de lo secreto, si suprimimos la realidad y su degeneraciones realistas, nos veremos de pronto
rodeados de un terreno imposible, de un tembladeral de hoja, de barro, de nubes, en que se hunden nuestros pies y nos ahoga una incomunicaci6n opresiva.
En cuanto a nosotros en particular, escritores de la vasta extensi6n
americana, escuchamos sin tregua el llamado de llenar ese espacio
enorme con seres de carne y hueso. Somos conscientes de nukstra
obligaci6n de pobladores y -a1 mismo tiempo que no resulta esencia1 el deber de una comunicaici6n critica en un mundo deshabitado,
y no por deshabitado menos lleno de injusticias, el compromiso de
recobrar 10s antiguos castigos y doiores- sentimos tambi&n suefios
que duermen en las estatuas de piedra, en 10s antiguos monumentos
destruidos, en 10s anchos silencios de pampas planetarias, de selvas
espesas, de rios que cantan como truenos. Neoesitamos colmar de palabras 10s confines de un continente mudo y nos enbriaga esta tarea
de fabular y de nombrar. Tal vez esa sea la raz6n determinante de mi
humilde cas0 individual, y en esa circunstancia, rnis excesos, o mi
abundancia, o mi ret6rica no vendrian a ser sino actos 10s m8s simples del menester americano de cada dia. Cada uno de rnis versos
quiso instalarse como un objeto palpable, cada uno de mis poemas
pretendib ser un instrumento uti1 de trabajo, cada uno de rnis cantos
aspir6 a servir en el espacio como sign0 de reuni6n donde se cruzaron
10s caminos, o como fragment0 de piedra o de madero en que alguiien,
otros, 10s que vendrh, pudieran depositar 10s nuevos signos.
Extendiendo estos d'eberes del poeta, en la verdad o en el error,
hasta sus idtimas consecuencias, decidi que mi actitud dentro de la
sociedad y ante la vida debia ser tambitn humildemente partidaria.
Lo decidi viendo gloriosos fracasos, solitarias victorias, derrotas deslumbrantes. IComprendi, metido en el escenario de las hchas de Am6rica, que mi misi6n humana no era otra sin0 agregarme a la extensa
fuerza del pueblo organizado, agregarme con sangre y a h a , con pasi6n y esperanza, porque s610 de esa henchida torrentera pueden nacer 10s cambios necesarios a 10s escritores y a 10s pueblos. Y aunque
mi posici6n levantara y levante objecciones amargas o amabltes, lo
cierto es que no hallo otro camino para el escritor de nuestros anchos
y crueles paises, si queremos que florezca la oscuridad, si pretendemos que 10s milloms de hombres que aun no han aprendido a leernos
ni a leer, que todavia no saben escribir ni escribirnos, se establezca en
el terreno de la dignidad, sin la cual no es posible ser hombre integr ales.
Heredamos la vida lacerada de 10s pueblos que arrastran un castigo
de siglos, pueblos 10s m8s edtmicos, ilos mis puros, 10s que constru-
16
yeron con piedras y metales torres milagrosas, alhajas de fulgor deslumbrante; pueblo que de pronto fueron arrasados y enmudecidos por
las Cpocas terribles del colonialismo que a ~ existe.
n
Nuestras estrellas primordiales son la lucha y la esperanza. Per0
no hay lucha ni esperanzas solitarias. En todo hombre se juntan las
Cpocas remotas, la inercia, 10s errores, las pasiones, las urgencias de
nvestro tiempo, la velocidad de la Historia. Per0 LquC seria de mi si
yo, por cjemplo, hubiera contribuido en cualquier forma a1 pasado
feudal del gran continente americano? iC6mo podria yo levantar la
frente, iluminada por el honor que Suecia me ha otorgado, si no me
sintiera orgulloso de haber tomado una minima parte en la transformaci6n actual de mi pais? Hay que mirar a1 mapa de Amkrica, enfrentarse a la grandiosa diversidad, a la generosidad c6smica del espacio que nos rodea para entender que muchos escritores se nieguen
a compartir el pasado de. aprobio y de saqueo que oscuros dioses
destinaron a 10s pueblos americanos.
Yo escogi el dificil camino de una responsabilidad compartida y,
antes que reiterar la adoraci6n hacia el individuo como el sol central
del sistema, preferi entregar con humildad mi servicio a un considerable ejtrcito que a trechos p e d e equivocarse, per0 que camina sin
descanso y avanza c d a dia enfrenthndose tanto a 10s anacr6nicos
recalcitrantes como a b s infatuados impacientes. Porque creo que
mis deberes de poeta no s610 me indican la fraternidad con la rosa y
la simetria, con el exaltado amor y con la nostalgia infinita, sino tambiCn con las bsperas tareas humanas que incorporC a mi poesia.
Hace hoy cien afios exactos, un pobre y esplCndcido poeta, el mbs
atroz de 10s desesperados escribi6 esta profecia: A laurore, arm&
dune ardente patience, nous entrerons aux splendides Villes (,AI
amanecer, armados de una ardiente paciencia, entraremos a las espltndidas ciudades).
Yo creo en esa profecia de Rimbaud, el vidente. Yo vengo de una
oscura provincia, de un pais separado de todos 10s otros por la tajante
geografia. Fui el mhs abandonado de 10s poetas y mi poesia fue regional, dolorosa y lluviosa. Per0 tuve siempre confianza en el hombre. No perdi jam& la esperanza. Por eso tal vez he llegado hasta
aqui con mi poesia, y tambiCn con mi bandera.
En conclusi6n, debo decir a 10s hombres de buena voluntad, a 10s
trabajadores, a 10s poetas que el entero porvenir fue expresado en esa
frase de Rimbaud: s610 con una ardiente paciencia conquistaremos la
espltndida ciudad que darC luz, justicia y dignidad a todos 10s
hombres.
Asi la poesia no habrb cantado en vano.
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ALFRED0
LEFEVBRE
=,
19
* * *
Este p m a de Pablo Neruda, de su libro fundamental Residencia
en la tierra, tom0 11, no es una meditaci6n ni un lamento elegiaco.
Es una imagen poCtica de la muerte, misma, hace sensible a lo largo
del movimiento de sus palabras, en la marcha de sus versos, una
h i c a realidad: la presencia universal de la muerte; con el vigor de
una verdad metafisica, mLs que simplemente biol6gica y con el acento poderoso de un ritmo redoblado por reiteraciones de palabras y
cadencias. Lo podemos apreciar de inmediato en la entrada misma
del poema, pero antes del tiulo: Sdo la muerte. El adwrbio aqui vale
por el adjetivo solo-a y reduce el Ambit0 que el poeta va a cantarnos.
La muerte sola, o solamente, s610 la muerte. . . Es ya una advertencia
importante que el poeta d e f i a tan rigurosiamente el asunto que va
a tratar, mLs estricto que la anotaci6n del m6sico a1 comienzo de su
composici6n sobre el tono, porque nos fija con absoluta claridad, no
un motivo7 sino la unidad espiritual que va a mantener entre verso
y verso. Todo el poema, por lo tanto, representar% a la muerte.
En la literatura de todas partes, la manifestacibn mis caracteristica del tema --entre otras- ha sido siempre la elegia, el canto dolido por la muerte de alguien. El mismo Neruda cuenta entre sus
mejores poemas, alpnos de esta especie: Albert0 Rojas Jimknez viene volando es excepcional. Per0 no es frecuente reducir el horizonte
del poemas a la sola representaci6n de la muerte.
La manera m6s tradicional de referirse a ella imaginariamente es la
antropomorfizacidn. Suele aparecer como una mujer. El ejemplo chileno mLs a mano que tengo es de Gonzalo Rojas; en el poema titdado
Pompas frinebres de La miseria del hombre, dice de la muerte: Esta
mujer reposa - dentro del movlmiento, y el poeQaconversa con ella
por telCfono. En el poema de Neruda que nos preocupa, hacia el final,
vemos la muerte con una figura bien personificada, vestida de almi-
20
rante, como si ella fuese la autoridad suprema de esta navegacidn universal, mds bien cdsmica, adonde van a dar todos 10s rios del morir.
Empiezan a sucederse 10s versos. No busquemos coherencia estrictamente 16gica entre unos y otros; esta especie de inteligibilidad debe
pedirse a la poesia tradicional; la de nuestro tiempo se engendr6 de
otros modos, y aqui algo emerge de lo hondo del poeta, una intuicidn
sobre la muerte salta del ser que la experimenta a las palabras, y 6stas revelan lo que 61 ve mLs con el sentimiento, la emoci6n y el proceso imaginativo que con Ea coherencia 16gica de 10s conceptos; por
ello se produce en el poema una sucesidn de elementos, comparaciones, cuadros marinos, imdgenes, colores, sonidos, figuras, cuyo conjunto y concatenacidn nos dan una visidn intimamente poetica de lo
que es la muerte y no su sentido, para significar con esta palabra una
filosoffa de morir. Vamos oyendo esta inmensa presencia de las Parcas:
Hay cementerios solos,
tumbas llenas de huesos sin sonido. . ,
..
21
Hay cadh
hay pies d
hay lu mu(
pecifica de la muerte. Y veremos c6mo el virus poCtico estremece 10s
versos, con determinacidn funeral. Est%muy bien decir: Hay cadheres;
podria ser igual a cualquier afirmaci6n del habla, per0 como est6 afirmando dentro de una sucesidn reiterante, ya iniciada a1 comienzo del
poema y ahora vuelta a aparecer, ese verso adquiere valor y conciencia mortuoria bajo el peso lirico de lo que ha precedido, y 10 que sigue no vendr6 sin0 a desglosar la penetracidn y domini0 de la muerlc
en esas figuras sin alma. No dir5 que hay pies sobre frias y pegajosas 15pidas o Iosas pegajosas por la humedad; sin0 que nos creari
un objeto pottico que sensibilice agudamente la identificacidn de las
22
24
.J-
25
Ya es otro sonido, el mismo que hincha las velas, del navio final,
que no perciben 10s oidos, p r o el roce de esa vesta de la Parca, que
pasa siempre, es tan fecund0 que va creciendo como rumor incesante por todas partes, por donde ella pasa, pero crece callado como
un 5rbol.
El poeta Cree que no puede seguir diciendo, despuks de esta expresiva contradiccibn de sonido y silencio de la muerte; siente que
su visidn ha llegado a una situacidn limite. Su intuici6n parece no
poder mSs, como si no tocase nunca esencias: Dor eso con un modo
muy chileno c
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y acto seguidc
su lenguaje:
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30
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31
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33
Esto va junto con un prop6sito de exaltar a1 elemento en su car5cter de eterno sostenedor de la existencia, de modo que finalmente
aparecen como guardianes de la esencia sagrada de la vida. Asi, esta
sal, este Lpan,esta agua este aire especificos, concretamente
situados en un instante del poeta, son finalmente, La SaI, El Pan,
El Agua, El Aire. . . Una vaIorizaci6n implica la otra, como lo
dernuestra en la maravillosa serie de poemas La Cuenta-Mundo, Ternura, donde la presencia de la madre aparece como primer y fundamental poeta del hombre, de modo que es ella la que va r e v e l a ~ d o ~
el mundo a1 nifio, explic5ndoselo como constituido por presencias
eternas, protectoras y guias de la existencia -10s elementos-,
de
lo cual le concluye el sentimiento de la perenne nobleza vital de estas
presencias. El Aire sera el padre amante; La Luz, la Bendita, el
medio inefable que relaciona amorosamente hombres y cosas; El
Agua es una santa que vino de pasaje interminable e inagotable;
El Fuego, el Arcingel de una vitalidad que enciende la existencia
y denuncila su fuerza intemporal. Se pretende establecer para el niiio
una humanisima y conmovedora nobleza moral y religiosa de las
cosas. Las esencias eternas de 10s dementos imponen a! hombre no
s610 su goce sin0 su amor y su respeto; establecen para con ellas una
34
comuni6n de efectos y por ende una grave y profunda responsabilidad, muy seiialada en el poema La casu. Aqui resulta eviderte cbmo- la
moral- mistraliana
nrovilene de su rica intuici6n
__ estricta
.
._ v duke
- ---(jel valor religioso de las cosas.
Tanto el desarrollo d: Pan como el de Sal deriva naturalmente
(je una ubicaci6n inicial, que en ambos casos tiene el sentido impe.*
,.
.,
rioso ae una inamovioie ajirinnciorz, concreraaa en el caracrer reciamente objetivo de su expresibn. Tanto en Tala y Ternura como en
Lagar, son numerosisimos 10s poemas que se realizan por idtntico
procedimiento: la afirmacibn perentorial inicial, de la cual deriva
todo el resto del canto: algunos ejemplos:
i
- c
---
[(Puertas).
35
J. Ram6n JimBnez. Antologfa poetica. 31: EZZos. PBg. 286. Ed. Losada.
Cdec. Contemporfinea. Buencvs Aim, 1944.
3
Pablo Neruda, Residencia en In tierru. (1925-1935). Seg. Edici6n. Ed. Losada. Buenos Aim. 1951.
4
36
gre, / rodando a goterones. . . (Agua sexual), Entre sombra y espacio, entre guarniciones y doncellas, / dotado de coraz6n singular y
suefios funestos, / precipitadamente pBlido, marchito en la frente. . .
(Arte poetica). Obediente a un condici6n y un temple distntos, el
poeta crea por procedimientos tambitn diferentes: tiende a destacar
10s modos verbales (caigo, caen, vienes volando, rodando a,
tengo, etc.) y aparece urgido por la sensibilizac6n de las circunstancias de la situaci6n mediante el us0 obsesivo de complementos circunstanciales acumulados, con lo que logra la sensaci6n de un proceso
que ya esta ocurriendo a1 comenzar el poema y que proseguirg interminablemente desputs de 61, c o m ~eternidad temporal sin remedio
ni solucibn. Es la palabra poitica en la angustia del tiempo. Tal vez
la debilidad natural de 10s seres recelosos y ansiosos / busca de stibito
permanencia en el tiempo y limites en la tierra, (Significa sumbras).
Para 61 no existen vzlores absolutos ni jerarquias inmanentes. S610
la interminable, perenne destrucci6n del ser en el tiempo. S610 tiene
como cosa cierta su constante y lag6nica angustia en la que est& evidentemente empeiiado como en su deber original (Id.). Asi, pues,
su existencia y su actividad Significa sombra. Su poesia serB entonces constante e indefinidamente acumulativa, p e s esta sola persistencia en el espmto le procura un objeto a su existir. Por eso, las
cosas estan en su poesia penetradas, desgarradas, interminablemente
disueltas, destruyhdose con el poeta.
La Mistral, en cambio, convencida de la integridad esencial indestructible de las cosas y del ser, avanza hacia la precisi6n sintktica
substantiva, a una muchas veces aludida cristalizaci6n expresiva.
No acumulark imhgenes complementarias, salvo en poemas de exaltaci6n religiosa himnica. MBs bien, le serhn caras las im&genes fuertemente sintCticas y substantivas, de resonancias m6ltipks. Asi, en
Muro, cuando dice: pasa el filo de 10s inviernos / como el resuello
del verano, resume en las dos oraciones comparadas la crueldad destructiva de la estaci6n invernal con toda su significaci6n de inclemencia, y la potencia animal, solar, hirviente, del verano, con toda
su significacibn de vitalidad. A 10s variados procedimientos estilisticos de la poesia sudamericana y espaiiola contemporgneas, preferid,
por ejemplo, el frecuente utilizamiento de una cierta metBfora de
segundo grado, mediante la substituci6n del cornparativo como por
la preposici6n en, produciendo la consubstancializaci6n del relativo
real con el pottico: Como dicen que quedan 10s gloriosos, / delante
de su Dios, en dos anillos de luz o en dos medallones absortos, (La
fuga). Reemplhcese en por c6mo y obsCrvese el efecto de mayor
fuerza que persigue el procedimiento, cuyos ejemplos son numerosisimos: coger tus pies en peces que gotean (Nocturno del descendimiento); pasa, en caliente silbo, / da Santa Cabalgata (La cabalgata), La cobra negra seguiame. . en oveja querenciosa (La sombra), y el puiiado de sal y yo, / en beguinas o en prisioneras (Sal),
gira redondo, en un niiio / desnudo y voltijeante (El aire), De ti
caimos en grumos de oro, / en vell6n de or0 desgajado (Sol del Trd-
37
Situiaci6n
fija y
eterna.
Sintesis de l a to-
Pero el trigico sentimiento existencial de un poema como el anterior se afirma en ciertas fervientes, titiinicas energias brotadas de
38
5 Pablo Neruda. Canto general. Imprenta Jukrez. Ciudad de MBxico. MBxico, 1950.
39
ES
h
JAIME CONCHA
Introduccidn
En Residencia en la Tierra percibimos una honda resonancia me.
tafisica. Por encima de adolescentes delicuescencias, m6s all6 de la:
erupciones pasionales impfidicamente exteriorizadas, esta poesia con
tiene una singular energia que objetiva el flujo lirico, ofreciCndono1
una meditaci6n de la totalidad de la vida. La mirada del poeta nc
es nunca subjetiva, y su yo no permanece clausurado en una seudo
interioridad hermbtica, antes bien, su intimidad est& poblada por la
fuerzas de la naturaleza, y es su comuni6n con ellas lo que da a st
canto el valor de fulgurante revelacibn que posee. La infinitud de
sistema estelar, nuestro planeta y la emanaci6n de la vida desde lo,
fondos marinos o el centro terrestre, el paaiso perdido de la Amtrici
precolombina, la aparici6n del ser humano en el mundo, en fin, todc
lo que constituye la vasta cosmogonia de El Gran Octano o La Ldm
para en la Tierra, necesita y se apoya en la privilegiada vivencia me
tafisica que las Residencias nos entregan.
En su temple expresivo, uno de 10s m6s caraoteristicos y originaleS
de la poesia contemporhea; en la plAstica idolitrica que domina laS
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yuntada, donde la libertad artistica despliega vuelos de elevada jcrarquia, en la general desesperaci6n de la forma, podemos advertir ya
el h i m 0 bisico que preside su canto: la vehemencia por el Funda--L:L-?Y--
iICLlLUUC5
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Irientos. Desde nuestro punto de vista, pues, que ser6 d de este estudio, Residencia en la Tierra se nos presentarh como una obsesiva y
patttica buisqueda de 10s estratos creadores del ser.
Con todlo, el hecho decisivo para que pretendamos efectuar un
anilisis de iesta metafisica, ha sido la rigurosa 16gica de la imaginaci6n
que la artic)ula. Neruda posee lo que Bachelard denominaria una perfecta unid,ad de imaginaci6n. Bajo este rtgimen de discurso poCtico,
y shbolos10s procedid e n t o s significantes mayores -im6genes
nunca pier den su peculiar irradiaci6n sensible, deslumbradora en
esta poesia ; pero, a su vez, poseen una sistemhica coherencia que
41
2
3
4
5
6
titulos ya nos dan un indicio. El primero es Galope muerto, cuyo motivo, resumido conceptualmente, es el continuo movimiento destructivo de todas las cosas, su constante pulverizaci6n:
P. NERUDA Obras Cornpletas. Edit. Losada, Bs. As., 1956, p5g. 143 (en
addan1te citamos siempre
8
9
44
~ L Xm
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_-d~ luz, de seres rotos
TLi punrdnhnv
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el
sol,
abandonado,
atardeciendo, arroja a las iglesias.
que
Tei?ida con miradas, con cibjeto de abejas,
tu ,material de inesperada 1,lama huyendo
Precede y sigue a1 dia y a J*u familia de oro.
LO.!i dias acechando cruzan en sigilo
Per o caen dentro de tu voz; de luz.
A?#,,,z" uAril
.
Oh uuGILu
Gl
cw descanso
funde' mi suefio, mi actitud callada.
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hasta las cantidades que definen la tierra,
deti6 s de la pelea de 10s dias blancos de espacio
Y rios de muertes lentas y estimulos marchitos,
sierzto arder tu regazo y transitor tus besos
haciendo golondrinas fresas en mi sueiioll.
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3. Sc &a ilece, de este modo, una conexi6n que vincula con hondura 10s adolc:scentes versos romanticos (Crespusculario: 1923, etc. .)
y la densa pciesia que analizamos. La ruptura de su mundo de amor,
retocado est6ticamente de melancdia y de dolor, se precipita en 10s
Veinte Poem,RS. . . Per0 postergaremos esta cuestibn, porque su an&
h i s requiere los resultados mismos de nuestra b6squeda actuaP. Con
todo, en otro poemario contempdneo, El Hondero Entusiasta (19234), es tambitfn sobremanera perceptible el cambio del sentimiento
amoroso. El 1poeta inicia aqui una anhelante vacilaci6n entre el mundo tragic0 qLie se resiste a aceptar y la mujer amada que ya no le
basta. En el poema 3 todavia dice:
oc., p b g . 144.
Vtasa Cap. IV. 7.
oc., pBg. 131.
oc.,pbg. 132.
45
... - .
..
Nn fliiPrernnQ m
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--.-------I--r-mso creador encuentre su savia inspiradora en un trabajo nocturno
r l aliisinarla
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--
16
46
Wahl ha seiidado con precisi6n esta condici6n del simbolo hconsciente: Dan s le r h e , (. . .) 11 y a une unit6 aussi grande que possible
des termes t:n prtssence, Et le Symbok nest plus un moyen, mais
une rCalitC. Un symbole na toute sa valeur que sil unifie autant
que possiblt: les deux termes en prtsence cest-&dire sil tendd
nier sa natiure de symbole et sil est inconscientl. Per0 dejemos esta breve digresi6n sobre el simbdo nerndiano en general y
volvamos a nuestro simbolo concreto. La Noche -10 hemos vistono es solame nie la duke amada que pacifica a1 poeta; en el umbral de
toda noche rierudiana est5 siempre el 5ngel del suefio, el funesto aleg6rico. Est;3 doble condici6n que hace a la Noche dionisiacamente
catk-tica, est 5 captada con toda lucidez en La noche del soldado: Ahora bien, d6n(k est5 esa curiosidad profesional, esa ternura abatida que
s610 con su reposo abria brecha, esa conciencia resplandeciente cuyo
destello me vesti:i de ultra-azullS.
5 . Las determi naciones poCticas de la Noche que hemm sefialado
. xoaavia incomprensitxes
.,
tienen notab les impiicaciones
a e s a aimra ae
nuestra i n wstigaci6n. ConformCmonos, por ahora, con repetir que en
el poema A1ianza la Noche es psicol6gicamente vivida como lapso de
apaciguamieinto, como tregua y descanso en la fatalidad del aceecer. En
este sentido, se preludia ya en el poema mencionado la contrapmidm
del Dia y de la Noclie. Cito nuevamente algunos versos:
1.
1.
1s
47
..
21
23
23
oc.,p6g. 155.
OC.,pp. 146-7.
Se wmpmnde asi, por Bana lbgica, que debido a esta lejania infiniita ante
el fondo, el espacio se convierta en abismo. ( W e qu6 est6 hecho este
mugk de palomas, / que hay entre la tnoche y el ltiempo como una barranca
hbecta?).
48
49
50
OC.,p&g. 178.
OC., pkg. 213.
Capitulo I1
Lo verdadero y lo fie1
reside solamente en lo profundo:
falso y cobarde
es lo que alld arriba se solaza.
(Wagner: Das Rheingold).
1. Debemos detenernos un instante para sopesar y profundizar 10s
resultados obtenidos. Hemos visto que el objeto de la experiencia metafisica e5 doble: por una parte, el doloroso devenir de 10s seres, la
incontenible destrucci6n de las formas y de la vida; por otra, el centro misterioso de la existencia, la esfera inm6vil que reGne lo mGltiple y cambiante. He aqui el Fundamento de la totalidad del mundo.
Sus predicados potticos tratan de ser lo m8s omnicomprensivos. El
Fundamento es lo oscuro, con la oscuridad de la Noche; el Fundamento es lo silencioso. Y luego esa condensac%n, esa unidad de elementos de la noche, esa suposici6n puesta detriis de cada COS^"^^. La Noche recuerda a 10s seres terrestres las fuentes maternas de su existencia; es ella la reliquia intermitente de la substancia original, que hace
siempre presente a las cosas su dependencia de la materia elemental.
51
30
31
52
32
34
el Tiempo generail de e5ta poesia tiene una dimensi6n cbsmica, que transciende el romhtico solipsismo del ego que es prasa de la angustia exisGtenciail. De ahi que el sim
ieinpo isea el fucgo, omo veremcrs m b
, en teste sentido, cue es u n buen seraddante (Cap. 111, 4). C o
v b o de nuestro itrabajo el
a poesia de Neruda de existencialismos
ppulares, simplificadamente adheridos a su visi6n y original de las cosas.
O.C., pAg. 169.
53
Alonso establece para este pasaje el influjo de Byron. Sin embargo, el Mar, cOmo simbolo de la unidad profunda desde donde brota la
vida, tiene egregios antecedentes en la tradici6n poCtica occidental.
Indiquemos solamente dos ciispides: Le cimeti2re marin, de Valtry, y
La muerte del Mar, de la Mistral. Aun sin mediatizaciones literarias,
el Mar 5e presenta como el padre de 10s dones m8s maravillosos, del
don por excelencia. Asi, incluso la Erica de Claude], que identifica 10s
origenes en la palabra de un Ser trascendente, ha desenvuelto una ingente contemplaci6n del Ockano, de la haz de Ias aguas del segundo
versiculo del G t n e ~ i s ~ ~ .
Recojamos nosotros por ahora la sinonimia con que se imagina al
Fundamento: Noche y Mar. En El Gran Ockano, cuando despliegue con
todo esplendor su cosmogonia materialista, el poeta uni& estos simbo10s en sintesis genial. El ultimo poema de El gran ockano se denomina
precisamenhe La Noche Marina, coral de liturgia apasionada, elevadisima oda de amor al Fundamento.
3. Asi como la determinaci6n del Fundamento como Noche origina la dialktica de la oscuridad y de la luz, la identificacibn sucesiva
con el Mar engendra tambitn su oposici6n pottica a la Tierra.
54
en su fina materia. .
En las piedras quisiera reposar su frente ardorosa para sentir la
frescura original de las honduras marinas; sus rostros esfingeos guardan todavia el recuerdo de un estado de inocencia del mundo, el paraiso del mundo reciCn creado. Su antiguedad posee una silenciosa sabiduria:
Sdlo quiero mirar la boca de las piedras
por donde 10s secretos salen llenos de espuma.
Las piedras son, entonces, vestigios, en el sentido escolhstico del tCrmino. Per modum vestigii es la relaci6n de semejanza que existe
entre Dios y 10s sere5 naturarales3?, segfin 10s te6logos; y anklogamente para Noruda, las piedras son 10s vestigios mks evidentes del
Fundamento profano de las cosas.
5 . Deciamos reciCn que desde la costa, desde las estCriles playas
de arena, observa el poeta el Mar inaccesible. Su figura sobre 10s
acantilados est& vista en tCrminos de una poderosa plkstica semiexpresionista, semiidolktrica:
Ad, pues, en la costa termina el Mar; lo que separa el Dia de la Noche es la tarde. Estos dos elementos, de sentido convergente, se unen
con precisi6n en este verso:
38
39
40
41
56
Recado sobre Pablo Neruda. El Mercurio, 26 de (abril de 1936. En Recados: Cantando a Chile. Selwci6n, pr6logo y notas de Alfonso Bscuidero. EUit.
del Pacifico, Smntiaago, 1957.
Viajes a1 corazdn de Quevedo, pp. 17-18. Viajes. Nasoimento, 1955.
OC., pLg. 143.
OC., p&g. 146.
10. Pero Neruda no se detiene aiin en su cada vez mLs honda ensoiiaci6n del Fundamento. A orillas de 10s cauces primeros del ser,
palabra y pensamiento adquieren un virtuoso laconismo. La verdad
alli es breve, y la metafisica -filos6fica o po6tica- disminuye su
poder nominativo y 5e contagia de silencio creador. Acaso la biisqueda del pmta no pueda ya superarse a si misma. El Fundamento -Noche, Mar o Tierra- es lo denso, la unidad, lo inmbvil, lo profundo,
lo pleno. Per0 la tenaz penetraci6n encuentra finalmente el mis abarcador predicado poCtico, donde pierden su individualidad 10s &tices del triingulo simb6lico mencionado. Noohe, Mar y Tierra hallan
en esa determinacih el punto central en que coinciden:
. . . y desde entonces
al final del Ockuno desciende,
azul y azul, atravesada por azules,
ciegos azules de materia ciega, . . . 4 2
(El
SUP
del octano).
57
Asi, pues, la mis esencial percataci6n del Fundamento lo determina crom6ticamente como azul. El azul es el resplandor interior de la
Materia; lo azul es su atributo po6ticamente decisivo, pues la aprehende con sin igual conoreci6n sensible. Esta condici6n privilegiada del color azul aparece destacada en unas lineas ya citadas:
Ahora bien, id6nde est& esa curiosidad profesional, esa ternura
abatida que s610 con su reposo abria brecha, esa conciencia resplandeciente cuyo destello me vestia de ultra-azul?
La expresi6n ultra-azul ya a primera vista se nos presenta con
sentido metafisico. Conviene, sin embargo, precisarlo. El prefijo ultra tiene un doble valor en nuestro us0 idiomhtico cuando se lo emplea
en formas compuestas como la de arriba. Ultra, en primer lugar, es
lo que est6 m6s all6 de un limite; por ejemplo, ultratumba, ultramar.
En este sentido, ultra~azules lo que est6 all6 de todos 10s azules
que la existencia nos muestra. Seria un error, sin embargo, atribuirle
un caricter trascendente; significa simplemenGe lo que esth a1 &mino de todo, el azul que habita las latitudes finales y Gltimas del Todo.
Per0 ultra tiene tambiCn un valor superlativo, de us0 frecuentisimo en Chile. Decir ultrarreaccionario, por ejemplo, equivale a reaccionario en grado sumo. Ultra-azul alude, en este segundo sentido,
al aspect0 mismo del matiz cromitico, a la pureza y plenitud de su
ser. En una palabra, este ultra-azul nerudiano es un azul metafisico.
En el pasaje citado aprendemos ademis que el origen de este
azul reside en la visi6n del firmamento nocturno. Es un azul ocuro,
enfonct, que 5e profundiza hasta 10s limites cuando es amiginado
en el fondo del Mar o en el coraz6n de la Tierra. Para Neruda el cielo es subterrAneo, el firmamento est6 sumergido. Es decir, que para
61 no existe una polarizaci6n simb6lica de 10s planos c6smicos. En
efecto, en el contraste entre la superficie de la tierra y la b6veda celeste buena parte de 10s poetas ve favorecidas sus propensiones platbnicas, que son, en general, las del espiritu. Quiero decir que el camino del espiritu encuentra siempre en el cielo una meta ideal para
su ascensi6n. El poeta que expresa en una cosmovisi6n perfecta lo
que decimos es Dante. En la Divina Comedia se desarrollan con
todo vigor la valoraci6n plat6nica del cielo y la calumnia cristiana
de las profundidades. Para Neruda, en cambio, tierra y cielo constituyen una unidad indisoluble. En su universo no hay horizonte, no
hay linea separatriz. MAS a h : a veces es posible sentir que, transitoriamente, el poeta imagina 10s fen6menos atmosfkricos como
prevaricaci6n del cielo contra el planeta. En efecto, cuando azota el
viento, cuando arrecia la lluvia el ser terrastre percibe la hostilidad
de las esferas astrales 46. De ahi la oposici6n nerudiana entre la
geografia pura y las falsas astrologias. Y el alma nerudiana, ya
lo hemos dicho, es ardorosamente geogrifica, pues no tienen cabida
en ellas las supersdciones.
En las profundidades alienta l o poderoso y lo eficiente; en ellas
58
Capitulo I11
47
48
Su primera vida determinada (de la Tierra) es la atm6sfera. Pero el promso meteorol6gico no as el proceso vital de la Tierra ,a pesar de que Bsta
sea vitalizada por 61; pues esta vitdizaci6n es s610 la real gosibilidad de
que la subjetividad se produzca en aquBlla como lo vivo. Como pur0 movimiento, como existencia ideal tiene la atm6sfera ciertamente en si la
vida #de las esferas celestes, ya que sus transformaciones dependen del
movimiento celeste; pro se materializa, a1 mismo tiempo, en sus elementos (Hegel Naturphilusuphie, pig. 483. System der Philosophie. Zweiter
Teil. Samtliche Werke. Jubilaumsausgabe in 20 Banden (9B). Stuttgart,
1958).
I . . ni rastro tampoco d una fuerza divina (sic) de mer0 mfiido metafisico.
Op. Git., pp. 31-2.
G . Mistrail: Op. cit., p5g. 166.
59
2.
Los momentos del poema son 10s siguientes: a) acceso a1 Fundamento; b) invocaci6n y visi6n del Fundamento; c) descripcibn del
estado de indeterminaci6n dialCctica de la materia.
a) El primer momento comprende las dos estrofas iniciales. La
alusibn del comienzo:
Con mi razdn apenns, con mis dedos,
indica el medio por el que se cumpiirA el conocimiento de lo real.
La materia se deja aprenhender cligitalmente en su espesor y solidez,
y en su energia. Ahora bien, el proceso, el camino para llegar a este
contact0 con 3a materia se describe como caida.
Caigo. . .
El anhelo telGrico -quiz8 lo hemos adelantado ya- quiere ser
profundizaci6n vertical. Proponemos la siguiente definicibn de esta
actitud bAsica de la cosmovisi6n nerudiana: el cinimo tellirico es gravitacidn hacia 10s origenes elementales. Per0 con esto la materia s6lo es vista en su dimensi6n de profundidad: el hombre telGrico la valora tambiCn y sobre codo, en su fuerza generatriz, En esta segunda
y capital instancia, el telurismo es vki-tigo que quiere experimentar la
germinacidn del ser.
Pero digamoslo mejor, con palabras de Neruda. El individuo teItirico es, para 61, aquel que se nutri6 de geografia pura y estremec i r n i e n t ~ ~Geografia
~.
pura es la disciplina de 10s seres que aman
el Fundamento; en ella reside su simple y hondo saber. Estremecimiento describe la conmoci6n fisiol6gica provocada por la experiencia telfirica, la conducta del Animo enfrentando a1 Fundamento.
Estremecimiento es la versi6n profana del temor y temblor del
Salmista y del Apbstol.
Este movimiento de penetraci6n hacia abajo, caida y hundimiento, esta voluntad de descenso, es uno de 10s elementos mAs determinantes en la poesia de Neruda; podemos denominarlo el h i m 0 de
Orfeo, y es como la fuerza de gravedad en el mundo que las Residencias configuran 51.
49
5s
51
OC.. ~pp.197-8.
OC., pBg. 152.
Este gnimo ide olrfeo est5 por doquiera, implioito o manifieto, en Residencia en In Tierra. kos casos paradigmgticos son aqu6llos en que aparece
totailmente desamdlado (El Sur del OcLuno, l a primera estmfa de Melanculia en Zrs famiIius, etc. . .).
61
Caigo en la sombra..
y ando entre hhmedas fibras arrascandas
a1 vivo ser de sustancia y silencio.
Trhnsito hacia la sombra, consubstancial a1 Fundamento, segun
hemos visto. El poeta quiere sler raiz. Desde su punto de vista, la
limitaci6n del hombre y el privilegio del hrbol es la raiz. La raiz es
penetraci6n en la tierra, o sea efectividad del amor. De ahi el titulo
Entrada a la madera 52.
b) El segundo momento incluye todas las estrofas restantes, exceptuando s610 las dos ultimas. He aqui la invocaci6n:
D u k e materia.
..
Duke materia.
..
Anhelo {detmansformacih por via de anialogia y Qmpatia, el poeta se maderiza para esouchar d d i m t o y mpiraci6n de 110 muerto. (Fli,dayson: Entrada a la Madera, p6g. 23).
62
3.
Eu mi hundimiento tus petalos subo
con pies pesados de roja fatiga.
La continuacih del descenso, ahora subterrheo, se precisa como
hundimiento. La invocaci6n toma en la actitud mitica del poeta
un caricter ritual, de conjuro migico.
Citado on Alonso, op. &., pig. 210 (Los textos mlumbinos son oasi infinitos en Residencia en la Tierrrq).
63
. . .llegando
a su materia misteriosa.
Lo aqui sentido es la constitucibn del Fundamento por la destrucci6n. La destrucci6n crea el Fundamento (aqui sblo seiialamos de
pasada lo que en el pLrrafo 6 desarrollaremos en detalle).
~~
54
64
oc., pBg.
190.
4.
65
El calor es s610 la manifestaci6n de esta consunci6n en 10s cuerpos individuales, y, por tanto, es idCntico a1 fuego. El fuego es serpara-si existente, la negatividad corn0 tal; s610 que no la negatividad
de otro, sino la negaci6n de lo negativo, de la cual resulta la generaIidad y Ia igualdad. La primera generalidad es muerta afirmaci6n;
la verdadara afirmaci6n es el fuego. Lo que no-es es en 61 puesto
como siendo, e invertido; asi el fuego es el tiempo. Como uno de
sus momentos es el fuego, de plano, condicional, s610 siendo en
referencia a la materia particularizada, como el aire. Es actividad,
que s610 es en la oposici6n, a diferencia de la actividad del Espiritu;
para que consuma, debe haber algo que consumir; si no tiene a l g h
material, desaparece. El proceso de la vida es tambiCn proceso de
fuego, pues persiste desde dentro en consumir la particularidad; pero engendra su material siempre de nuevo 56.
En 10s versos de Neruda vemos tambiCn a1 fuego como factor determinante del proceso de la vida. En general, la intuici6n que Hegel
expresa con sorprendente poder te6rico parece connatural a la experiencia po6tica del fuego j i , pero se enfatiza en autores que participan de una cosmovisi6n dialkctica, como es el cas0 de Neruda. Per0
jc6mo es posible que el fuego represente el proceso de la vida? El
mismo Wegel nos da la respuesta: El fuego es tiempo materializado.
Neruda ha estabkcido, para subrayar la diferencia entre 10s dos
planos de la realidad, la naturaleza intemporal del Fundamento. ReciCn en Entrada a la madera, decia:
a tu inmovilidad desamparada.
Pero como ya se podia sospechar, no se representa con eso el e3tado ideal de Fundamento, lo que en 61 se anhela y ansia, sin0 su
patologia; patologia, como veremos, endCmica a las Residencias. Lo
que sucede es lo siguiente: el tiempo, en su dinAmica, se nos presenta con un doble sentido: uno positivo, creador, en que mantiene y sostiene la vida; otro negativo, destructor, en que la vida se
consume y corrompe. En la Oda a2 fuego se poetiza con todo rigor
esta fuerza contradictoria que percibe en el tiempo:
Tci eres. . .
. . . . . . . . . .
. . .tempestuosa
ala de muerte y vida,
creacidn y ceniza.. .58.
56
57
5s
66
De ahi que, en verdad de verdades, el Fundamento no sea intemporal. Mientras en la esfera de las existencias individuales el Tiempo
rige con inexorable fuerza destructora, a1 Fundamento corresponde
la dinhmica creadora y positiva del Tiempo. En La lampara en la
tierra, cuando el poeta imagine el paraiso indigena, fijarh como primer y capital elemento paradisiaco:
poetiza a1 Tiempo fecundando el Fundamento. El esquema simb6lico definitivo de la intuici6n dialktica 6 0 , es entonces:
NOCHE
FUEGO
PALOMA
El proceso, cuyos t6rminos simb6licos se imaginan como el acaecer efectivo de la vida originindose, es de un cromatismo deslumbrante. De los oscuros fondos de la Noche, fecundada por la roja
energia del Fuego, vuela una blanca vida de cilida nieve. Podria ser
el especticulo primero, el magno especticulo por nadie visto: la Noche de la creacidn, de cuyas sombras surgen las c6leras rojas de 10s
volcanes.
OC.,pBg. 276.
La intuicibn dia16ctica se expresa a veces diseotamente, poi- palabras bien
precisas: batalla o furia, que recuerdan el P6kmo heracliteano. Pero
su formulaoi6n m5s corriente consiste en la yuxtaposicibn de contratrim:
. . e n la secreta / tormenta inmdvil de la tierra (La ldmpara en la Tierra, p8g. 283). Veamos, finalmente, c6mo es coinsecuente Neruda con la
tensibn cramktica entre Noche y fuego, en estos versos tornados de E / gran
oceano, cosmogonia rnuy posterior: Lo que fozrm6 la oscuridad quebrada
/ por la sustancila fi-ia del relrimpago (pkg. 568).
67
OC.,pBg. 198.
68
-~
OC.,pp. 182-3
y 211.
69
muere de Tiempo (El sur del ockano) 64. La tragedia de este mundo
no reside entonces, primaria y fundamentalmente, en la limitaci6n
de la existencia temporal, sino en la hondamente sentida imposibilidad de creaci6n c6smica.
Tal vez la debilidad natural de los seres recelosos y ansiosos
busca de s0bito permanencia en el tiempo y limites en la tierra,
tal vez las fatigas y las edades ncumuladas implacablemente
se extiendan como la ola lunar de un ockano recikn creado
sobre litorales y tierras angustiosarnente desiertas G5.
(Significa sombras)
Ahora bien, el simbolo que preside el universo destruyhdose es
la lluvia. La lluvia es la forma que adopta el agua muerta. Per0 cogida en profundidad, la valoraci6n nerudiana de la lluvia parte de
la misma intuici6n que Hegel capta con seiiorio te6rico: La neutralidad en la cual el fuego se hunde, el fuego apagado, es el agua66.
Los residuos de las cosas que el Tiempo igneo devora se trasmutan
potticamente en agua. De ahi que el universo de las Residencias sea
un universo inundado. Veamos un momento de csta desorbitada
visi6n:
Es una regidn sola, ya he hablado
de esta regidn tan sola,
donde la tierra est6 llena de ockano,
y no hay nadie sino unas Izuellas de caballo,
no hay nadie sino el viento, no hay nadie
sino la lluvia que cae sobre las aguas del mar,
nadie sino la lluvia que crece sobre el mar 67.
66
67
68
. ..
69
70
..
capitdo IV
71
70
QC.,p6g. 289.
71
72
73
AROUND.
Vag0 de un punto a otro..
Es una casa. . .
Pero, alin m&s concretamente, se trata de una pieza de la casa, repetida por tres veces:
. . .y
un comedor. . .
Asistimos a la cosmizaci6n de la casa, 0, con inversi6n mks pecisa, el Fundarnenta se ha transformado en casa. 8e trata de una cruel
metamosfosis: el aburguesamiento de la materia original. Estamos
ante un comedor solitario, la habitaci6n domCstica por excelencia.
Lo cual, desde luego, supone una sublime valoraci6n del comer, como incorporaci6n vivificadora de lo inanimado; pero, visto en tCrminos humanos, este acto queda pres0 del asco a la rutina, a la costumbre diaria. Lo que est8 en el principio de todas las negaciones
de Neruda es la duda coddiana.
Asi comprendemos m6s intimamate a1 dia en la poesia de Neruda. Lo habiamos entendido como el reino de la destsucci6n. Per0
desde el punto de vista de condicionamiento humano de la metafisica, encontramos la causa de que se le atribuya ese lligumbre sentido. En efecto, el dia es la unidad minima de tiempo, es el hstante
del vivir nerudiano.
Aucun des trois rbgnes nechappe aux rhythmes de toute vie. Lanimal, cest la vie quotidienne. Le vCgetal, la vie annuelle, Le rnioCra1, la vie sCculaire, la vie qui compte para millCnaks 76.
El poeta desearia vivir a grandes ritmos geol6gicos, dunde 105
actas se desvanecieran como puntos en un oc6ano de eternidad; o
a1 menos participar en 10s ciclos estacionarios de callada germinaci6n
y luminosas primaveras. Pero nada de esto hay en el existir humano:
76
75
5. Hemos apreciado c6mo el Fundamcnto ha dejado de ser espacio cdsmico y se convierte en objeto domtstico. Es una ruinosa casa
sepultada en la tierra. Pero el Fundamento es la Noche; la casa debe ser entonces un establecimiento nocturno. Llegamos asi a una
magna presencia soterrada: la cas3 nocturna es el prostibulo.
La imagcn fantasmal del prostibulo puebla 10s mBs hondos estratos
de1 vivir humano en esta pocsia. Es una forma de la residencia terrenal, el modo nocturno de la vigilia vagabunda. Per0 es tambitn
la Noche transformada en casa. la casa donde el amor se define como estCril. Es la casa en todo su poder demoniaco; c6smicamente
proyectada, son las profundidades transubstanciadas en infierno: el
infierno laico donde la sociedad humillla a1 ser humano con hie1 y
vinagre implacables. En el prostibulo, pues, se alcanza con plenitud
la determinacidn social de la imagen c6smica que nos presenta Residencia en la Tierra.
En el mismo molino.
Un mismo hado gobierna ambas zonas del acaecer, la material y
la psiquica. Pero lo mis asombroso es lo ultimo:
76
tado; tiene la misma lejania, el mismo grado de ausencia y de irrealidad que un objeto que nunca hubiera estado presente.
Ad, el tema del recuerdo, continuamente pcetizado en las Residencia, esconde una trhgica constalttaci6n final: la imposibilidad de
integrar creadoramente la experiencia. De ahi que otra fundamental
direccion del finimo poCtico sea la busqueda del pasado, la conquisPa de 10s antiguos sucesos olvidados.
. . .admito
77
Es decir: el elemento del recuerdo comparte tambitn la 6ptica general de las Residencias, la bipartici6n de la realidad en la Noche y
la Luz. De ahi que la experiencia del recuerdo nos entregue el carhcter del vinculo que une el alma del poeta con la unidad profunda
donde se origina la existencia:
Mientras tanto crece a la sombra
del largo transcurso en olvido. . .
La verdad ysee olvidada. El olvido, experiencia subjetiva, se transmuta como siempre ocurre en las Residencias, en experiencia metafisica. En el Fundamento no florece la vida porque ha sido olvidada.
J- esta poesia quiere ser, como toda poesia, recuerdo del Fundamento (Heidegger). En el origen del poetizar est5 siempre la imagen
virginal del Mnemosyne, la madre de las Musas.
cias. AI final del primer libro, hemos encontrado la desesperada certeza del olvido. En las postrimerias de Residencia en la Tierra, y como coronaci6n de su itinerario de sentido, est& el poema Josie Bliss.
No lo transcribiremos, aunque su lectura total sea absolutamente necesaria para compenetrarse de 10s resultados de nuestro anBlisis.
En Josie Blis se conjugan, en un gran tema iinico, la biisqueda
del recuerdo y la biisqueda del Fundamento.
Color azul de exterminadas fotografias. . .
El poema aparece impregnado de un arrollador cromatismo. Per0
lo m8s impresionante es que se produce a la vez un gigantesco fen6meno de mimetismo: el recuerdo se identifica con el color azul
del Fundamento. La excavacibn de 10s recuerdos en 10s pozos del
alma serB entonces tambiCn la persecuci6n del Fundamento. Y, de
este modo, asistimos a un suceso largamente esperado, desesperadamente esperado; asistimols al cumplimiento del ansia, a la hauguracibn de la dicha:
Epilog0
Las p6ginas precedentes han querido ser un homenaje de admiraci6n a una gran poesia. Admiramos la arrolladora likrtad de este
79
canto, que tiene la violencia de la atmbsfera en convulsi6n. Su palabra es dicha como el trueno, su voz parece forjarse en las miquinas
de un viento tempestuoso. iComo un meteor0 que se desploma sobre
el suelo cae el canto de Neruda a1 alma de sus discipulos! Poesia Qta
no de chmara; poesia para ser admitida en la expansi6n de 10s espacios.
Per0 Residencia en la Tierra es tambiCn poesia rigurosa, cuyo contenido no es conceptualmente irrepresentable, como creen algunos 78. Cada detalle, la melior aprehensi6n de la fantasia se incorpora
a1 canto como a un todo orghico, con la ciega sabiduria con que se
desarrollan las formas vivas. L6gica unitaria y severa, que procede
de la verdad interior que habita eslta poesia. La hemos mastrado, en
efecto, como comunicaci6n profunda del alma con el Fundamento,
y hemos trazado lals grandes lineas en que se arquitectura su visi6n
del mundo. En su modo mas reiterado, kste se nos apareci6 polarizado entre la Noche y el Dia. La Noche, plena y azul - c o r n 0 la genial escultura de Maillol- es la generosa madre de 10s dones naturales; el Dia es el reino de las miseras vidas de a uno, el mundo de
nuestra existencia marchita. La luz no es, por consiguiente, adulada
como a representante del espiritu, como sucede en la tradicibn platbnica, biblica y dantesca; lo que crea a la luz, 10 que genera al Dia,
es el fuego, en 5u espesa e irreductible materialidad.
E n 10s Tres Cantos Materiales vimos cumplirse transitoriamente la
esperanza vehemente de la vida. Neruda, poeta primigenio y originario, crea el mundo en el tercer dia de la Creaci6n. La intuici6n de
Keyserling del alma de nuestro Continente encuentra su mas abrumadora confirmaci6n en esta poesia. Y Neruda tambikn lo sabe,
cuando dice de otro poeta americano, LautrCamont:
. . .con la misma sinrazbn y el mismo desequilibrio que el hocico
sangriento del puma, el caiman devorador y destructor y la pampa
llena de trigo, para que la humanidad entera no olvide, a travks de
nosotros, su comienzo, su origen r n .
Expusimos finalmente c6mo es una valoracibn del hombre y de
la sociedad lo que hace que 10s nacimientos no Sean un don permanente en las Residencias. Alli se expresa la substancia Ctica primaria
del hombre residenciario en la doble limitaci6n del rechazo y la fru3traci6n. Rechazo a la sociedad, a su onerosa forma de csclavitud, a
la hipocresia congknita de la convivencia. Frustraci6n para dar sentido a la existencia individual y de hacer la propia vida cfeadora.
Per0 las latencia kticas existen como energias detenidas: s610 cuando m b tarde el poeta encauce su desbordante amor por la dolorida
humanidad, aparecera un nuevo ideal moral, de sacrificio y de combate. Para esto se necesita salir de la estrechez del ycr individual, su7s
79
80
perando la limitaci6n y la finitud de 10s recuerdos; y asi la dignidad del individuo es substituida por la dignidad del pueblo, Bajo la
forma del pueblo recupera el poeta a1 hombre, y en su anchura inmortal, en su extensi6n inagotable percibe la verdad permanents de la humanidad. Pero el pueblo es valorado sobre todo en profundidad. En
efecto, a la mujer de sus versos romanticos, a1 poeta residenciario,
cuya inspiraci6n es tambiCn noctuna e ignea, como las fuerzas creadol-as, sucede el pueblo como creatura telliricn en su poesia Cpicosocial. El pueblo conoce 10s secretos de la sabiduria de la Tierra: su
vidn es subterranen. Las rnagnas im6genes de este sentimiento del pueblo -imageries dignas de un Dante que es poeta del pueblo y de la
tierra, y no de Dios y del trasmundo- son 10s incisicos de Macchu
Picchu y 10s mineros de Lota. Unos enterrados en la muerte; otTos
enterrados en la vida. Unos ya casi legendarios por 10s aiios, otros
sufrientes y vecinos.
Incasicos y mineros se vinculan con la Tierra, con el Fundamento,
mediante el trabajo. A la valoraci6n negativa de Cste en Residencia
en la Tierra sucede so m8s vigorosa exaltaci6n xo. De ahi que el pueblo que trabaja sea proletariado, y se convierta en clase social.
Lo anterior muestra el transit0 de la poesia que hemos interpretad0 a la fase social, Cpica y politica, pues el amor del pueblo asi
descubierto determina el tono de toda esta poesia post-residenciaria:
la metafisica materialilsta, poCtica de nacimiento, se hace politica, y
adhiere a1 marxismo como praxis revolucionaria que sube al pueblo
desde las tinieblas a la aurora. A 10s crepusculos rominticos, a la Noche residenciaria, sigue la m& ancha claridad, en este aleccionador
itinerario de bGsquedas.
S610 entonces se hace creador el Fundamento, por obra y gracia
del pueblo. S610 entonces surge, desde 10s abismos sonrientes, la paloma nerudiana, la presencia perfecta de la vida. No desciende desde
10s cielos, como el animal trinitario. Porque
Lo verdadero y lo fie1
s610 est6 en las profundidades
81
i
6
J
r o estoy
aqui para
1 contar la
historia
LA A V E N i U K A
ADVERTENCIA:
Este trabajo con-esponde a una pres entacidn hecha en el Talkr
de Escritores de la (Univeltsidad de Concepcidn e n 1962. El objbo de este en.--*--:z> - XT--.>_- _ ,sayo era ofrecer un panorama generail de la int!erp~~dLIuIl
ut:
1wcIuud LOU l d
que el autor iba a trabajar. 51 autor, ahora en 1964, debid escoger para su
pttbkacibn e n esta revista, o un capitulo del Sibro iniciado en ell Taller, o dicha introduccih. Cada cap o necesita necesariamente de 10s otms para su
inteligencia (caball, prefinio Fevisar la primera y general exposici6n de ideas,
mdificindola seg6n agunas observaGiones que entonms se hicieron, segiin d
apoTte magistral de Jaime Concha en un evtudio publicado e n esba misma ree ideas que impuso ia etapa pa trio ensayistica
vista y con la mayor precid
de la demostraci6n. Par lo
0, el autor se excusa del necesaFio esquematilsmo de esta introduoci6n, asi como de ampamrue frocuentemente en la definicih de ensayo que ofrece Ortega: la cienda menos ala prueba explioita.
84
ci6n entre dos planos. Ya ha seiiaiado Jaime Concha la imposibilidad de ir descubriendo metkforas, similes, con su exacta connotaci6n real en la poesia de Pablo Neruda. En la poesia nerudiana, no
hay una visi6n indirecta, representativa, del contenido (sea real o
imaginario) a travks del tropo; po podriamos hablar de traslaciones
de sentido a la manera tradicional. Ei plano evocado de Neruda es
el plano real, y ambos se confunden en una identidad que alude el
mecanismo asociativo de la imagen tradicional. El poeta va describiendo directamente 10 que 61 ve como la realidad. El desfile de imkgenes que cruza su obra poCtica de extremo a extremo, es realmente el desfile a1 cual 61 asiste; sus imkgenes son principalmente visuales y responden a lo que efectivamente ve y luego nos cuenta.
La realidad que se nos describe es una realidad en trinsito dialtctico: es histobria. La pelicula del mundo se va proyectando en la imaginaci6n del poeta y 61 nos cuenta las imkgenes que observa. Ese es
su deber. Las iinkgenes, por lo demas, estan Iejos de c a r e e r de ordenamiento. No las ha escogido segun un criterio esteticista, sobre la
base de la belleza que cada una de ellas, aisladamente, sea capaz de
irradiar. Menos existe en 61 el la temida demagogia del caos, forma
po6tica de la rebeldia de principios de siglo (aiios teniblemente oscuros sobrevividos en lucha con el miedo). Hay momentos en que el
devenir o la historia se arremansan y momentus de catkstrofes naturales o guerras. El oscuro pasado, reino de la inconsciencia y de las
formas de 10s primeros monstruos, no se destruye tanto atras como
debajo de nosotros, en las temibles honduras:
___-
86
no obtiene sus im6genes de lugares ajenos a su Gnica y continua experiencia (como relaci6n de amor entre el yo y lo objetivo, como veremos posteriormente), en calidad de restos de naufragios o de azarosas iluminaciones. La realidad, en la poesia del momento del arte
ensimismado, se aproximaba peligrosamente el desbordante libertinaje de Tesiduos formales. El delirio no derivaba de una exasperaci6n
de la naturaleza, sino que se tomaba en abstracto: el delirio por el
delirio.
Neruda, sin embargo, logr60 mantenerse ajeno a todos 10s peligros
de este encierro. Por lo demhs, su vida se desarroll6 desde su primera infancia ante el ingente espect6culo de una esplCndida naturaleza.
Surge en un instante auroral de nuestro espiritu hispanoamericano.
En consecuencia, parte de una lradical y persistente fe (entre dudas y
apostasias) en la naturaleza y su rec6ndito sentido, en la sociedad
y su progresivo ordenamiento. De este modo se va enhebrando la
p s i a de Neruda, fie1 a su cada vez m8s amplia experiencia personal
(dueiia de horizontes increibles) y a su expansi6n imaginativa que
lo llev6 desde el mundo cerrado de su primera casa a la organizaci6n de un vasto mundo dado sobre la base dre la exaltaci6n de lo objetivo.
Nesuda termina por crear una secuencia mitica que va desde el
comienzo (constante) del mundo hasta su consumaci6n (igualmente
constante). Elegimos el tCrmino mitica para referirnos a1 atributo
que. define la poesia de Neruda, ,a pesar de las resonancias extraiias
que naturalmente d e b tener un tCrmino tan utilizado, porque indica certeramente una actitud de la poesia pocas veces vista en Hispanoambrica. Es la consideraci6n de la poesia como funcibn cognoscitiva. La actitud del poeta e3 la die conocer, observar y, m8s a h ,
predicar. S610 que el conocimiento poCtico no lo ejerce el intelecto
regido por una racionalidad a priori, sin0 uno m6s libre dominado
por la imaginaci6n y alimentado permanentemente por la intuici6n.
No nos extenderemos en cada uno de 10s probkmas que estas solas
afirmaciones suponen. Nos limitamos a establecer la especifidad del
conocimiento poCtico de Neruda. Es un conocimiento a1 cual jam&
ha suscitado la contradicci6n y la paradoja (como formulaci6n
de una verdad dingmica en trance de desarrollo dialCctico) ni 10s caprichos de lo singular (aun cuando a veces su capacidad de comprensi6n no impida un sentimiento de horror y de santa c6lera).
Como real conocimiento, 10s elementos de 10s que se compone manifiestan una radical y necesaria complementaridad.
partir del
87
r i n 10s heohos adscritos a su tiempo o fase natural). Los hechos pueden ser obtenidos del suefio 0, simplemente, de la realidad contemplada sensorialmenie; puede provenir de la realidad objetiva o subjetiva. Pero, igualmente, para no mentirlos o desvirtuarlos, debe escribir de dlos tal como 10s ve. Por ello, ninguna forma po6tica puede ser otra que la exigida por las imigenes que se describen, otra
que la propia del contenido avizorado. Si la imagen est6 encendida
de relirnpagos y vaga como energia informe, el poema entero, como
ente artistico, no puede escapar a ese sino. La palabra vuelve a tener
un sentido de referencia a contenidos, 5610 que esta vez no es una referencia a contenidos, sin0 a las imigenes dotadas de organizaci6n
no gratuita sin0 sujeta a1 orden dialCctico universal.
No es Neruda quiea tenga a bien jugar impunemente con las formas; el poeta, antes que otra cosa, se siente como un vate o proeta de 10s demis, de su pueblo. Lejos de pretender, como creen
muchos todavia, lia provccaci6n de un estimulo sentimental o la alteraci6n de cualquier 6rgano fisiol6gico o psiquico (aunque lo consiga por afiadidura).
Como ejemplo de esta determinaci6n de la forma pot5tica a partir
del contenido (este punto quedark m8s claro con el desarrollo que
haremos a1 final y que precisa muchas aclaraciones previas para que
pueda formularse convincenternente), recordaremos uno de 10s recursos mits caracteristicos de Neruda. Nos referimos al us0 de series
enumerativas que convierten muchos de sus poemas en torbellinos
de imigenes sucedikndose, cornpletindose, superitndose. Este recurso proviene de lo que acabiramos de decir: la poesia objetiva (aun
cnando 10s objetos Sean puramente imaginativos), ya en la epopeya
antigua se ha visto obligada a recurrir a las enumeraciones, a1 enfoque de la situaci6n a partir de diversos ingulos y perspectivas. No
ha faltado quien vea en el us0 de las series enumerativas una muestra de la incapacidad para encerar la intuici6n en una sola imagen, y
aun como incapacidad de expresi6n: no rara vez en la poesia de la
tpica tradicional se debia recurrir, a1 final de estas series, a1 t6pico de
lo indecible.
Creemos explicar y justificar ecta incapacidad a partir de la incapacidad generd. Quizis no est6 entre las potencias de la humanidad
la expresibn exhaustiva de la malidad, aun cuando exhaustivamente
se conociera. No obstante, no recurriremos a esta disculpa, sin0 a las
siguientes palabras de Bergon: Ninguna imagen reemplazari a la intuici6n. . ., per0 muchas imitgenes diversas tomadas de 6rdenes de cosas muy diferentes, podrim, por la convergencia de s~ a&&, dirigir
la conciencia hacia el punto precis0 donde haya alguna intuicidn que
aprehender .
El migmo Bergson, en otro pirrafo de su Zntrodtrccicjn a la metafisica, seiiala a1 lenguaje como incapaz de reproducir toitalmente ninguna intuicibn. S610 nos puede sefialar al derrotero en cuyo curso podremos encontrarnos con ella.
88
C. Char
Vallejo y
, Federico
Tanto Vallejo como Garcia Lnrca y Neruda extremamn en alg6n momento de su juventud 10s principios del ais!amiento y de la indagaci6n en la sub-
89
dad de door. La divinidad omniprelsiente es el dolor y la pasibn univer8al (tambibn doloroso devenir, dejar de ser y no poder llegar a
ser), de $a cual particpan tanto el Padre como el Hijo.
Si en Ctsar Vallejo, la dialktica objetiva se daba a partir de una
inkrpretacibn conflictiva de su individualidad como ser en el devenir,
en el tiempo y en el espacio, como una individualidad menesterosa
de proteccibn, en Federico Garcia Lorca, aunque conserva este carhcter, rehuye un acercamiento hacia las cosas y se aleja de lo actual,
del tiempo como sucesi6n y se aloja en un tiempo duracibn mientras
mhs alejado de nosotros mhs perfecto, inmbvil y eterno. El tiempo de
10s minutos y las horas es el tiempo agresivo, el tiempo de la sangre.
En Garcia Lorca, la poesia pmmanece no obstante en su estadio
subjetivo, p r o , tal como Vdkjo, entendida esa subjetividad como
experiencia Caunque cruel) ante la realidad. No se aspira a la evasibn
por un motivo estttico, sino como consideracibn de que constituye
un caminaautCntico y real. La objetividsaid es asi reconocida corn01 aspiraci6n po&ica, per0 se la adscribe como momento existencialmente
agbnico de la subjetividad. La pocsia de Garcia Lorca anterior a Poeta en Nueva York es recogimiento ante Ira cruel objetividad de la experiencia coacreta. En este Iibro a1 poeta alado se azota desespeaadamlente contra !os muros de la objetividald presente e inrnediata, desesperado ante su ininteligibiilidad y ante Za inminente derrota del mundo
de lo subjetivo tan acariciado y defendido por 10s huertos de Andalucia.
Didktica subjetiva de la realidad: la evasi6n se consuma en un
individualismo sobrecogido y menesteroso, p r o arranca deside el presente efectivo d d poeta y, pm 10 tanto, de su experiencia y observaci6n medrosa de lo real.
Es la subjetividad agonizante, reconocida como victima real y objetiva de la agresividad exterior e incomprensible. La singularidad sometida a su propio Zimite cnantitativo. Es Pa objetividad relativa de lo
singular, objetiva en cuanto experiencia, relativa en cuanto singular.
En ella, el sujeto coincide con el objeto, sin embargo, no p e d e menos que reconocerse la subordinacibn de &e aqu61 (Como una llanura en cuyo centro comienza run incendio avasallador). La subjetividad
ensimismada caerk de rakes, incendiada e incendiaria, en d sen0 de
la realidad en Residencia en la tierra de Neruda, Poemas humnos y
Poeta en Neuva York (10s dos primeros volumenes de americanos en
Espaiia y a1 tercer0 de un lespafiol en AmCrica).
90
D.
Subjetividad,
objetividad y
amor: de lo
general a lo
determinado
91
Germinaba la noche
en ciudades de cdscaras sagradi
en sonoras maderas,
extensm hojas que cubrian
la piedra germinal, 10s nacimientos.
Utero verde, anzericana
sobana seminal, bodega Pspesa
(La lampara. Canto I).
Utero verde, sabana sexinal, bodega espesa se dan tambi6n
como primeras formas substanciales de posterior proceso dialtctico de
la naturaleza.
Este concepto 16gico de sustancia es el mismo de Hegel ((aquello
que da fundaniento suficiente a1 ser de otra cosa), el padre de la dia1Cctica. Y, por lo dem&, no e5 otra cosa que el concepto de materia que es substancia para el mlaterialismo didtctico, concepto muy
bjen precisado por Federico Engels en su Dialectica de la naturaleza.
Definir en 10s tCrminos dc lo diferente, de lo multiple, el concepto
de materia, es, segGn Engels, absurdo. La diferencia esencial de la
materia es ser objetiva. de modo que s610 cabe definirla en relaci6n
a la subjetividad. Todo lo objetivo es materia, y se puede hablar tan-
92
Quien
me esperu? Y aprett? la m n o
sobre un puiiado de crista1 vacio.
(. * .)
93
95
mera forma de acercamiento y alianza con dgo distinto de uno mismo. S610 m8s tarde podr6 hablarse de formas concretas de amor,
como el amor filiar, el amor que refine la pareja humana, etc. Como
ocurre con todas aquellas imhgenes y sentimientm sitos en este primer estadio de descubrimiento admirado y, en cierta medida, perplejo de la objetividad, manifiesta un compact0 rasgo de generalridad
aun indiferenciada. La indiferenciacih atafie tanto a1 yo como a1
no yo:
desnuda soledad amarrada a una sombra,
a una herida adorada, a una luna indomable.
(ibidem).
La soledad irnplica el vacio, la virginidad est6ril o la exclusiva referencia a una mismidad que, por falita de otra cosa respecto de la
cual pueda medirse o clasificarse, es, en consecuencia, el yo sin atributo o nada m8s que su propia yoidad abswacta. La objetividad, p r
otro lado, es imprecisa y vaga mmo una sombra. Su lejania hasta
cierto punto abismal, s610 salvable mediante el amor, nos provooa
las reacciones opuestas de una herida y un sentimiento de adoraci6n.
En este primw acercamiento, en este primer amor, se enlcuentran
todas las otras formas de atraccibn enitre el sujeto y 40s objetos:
Oh U F T W ~ desenredado
,
jardin que se consume,
en ti se levantaron mis suelios y crecieron
como una Zevadura de panes tenebrosos.
(ibidem).
Y el objeto de ese amor es la
(. . .) amada
sin nombre, hecha de toda la estructura del polen.
(ibidem).
Tanto la subje@ividadcomo la objetividad relativa encuentra su primera y fundamental base de desarrollo en esta primera dependencia
ante la cual ambas son subditas, aun cuando posteriormente tiendan
a separarse como dos mundos orgullosamente inconexos,, separaci6n
que no se consuma como nunca se consuma la separaci6n de 10s verdaderos amantes.
j la objetividad
I y el amor: de
lo determinado
la lo general
96
97
cesario, y lo necesario para 61 es lo que le confiere cabal y pleno sentido. No siempre esta entidad que confiere sentido ha sido exterior:
frecuentemente fue lo contrario. Tampoco la biisqueda nerudiana de
lo universd es la birsqueda de Dios o de un sustituto. Nada de eso
ocurre. Es fundamento el hallazgo de un vinculo, un ligament0 con
el mundo objetivo. Poro, y esto es lo decisivo, iddnde est8 el mundo
objetivo? Porque para amar algo o dguien, uno tiene que conocerlo
0, por lo menos, ubicarlo, saber el sitio precis0 hacia ddnde dirigir
nuestro amor para ser correspondidos. La pregunta entonces es: iD6nde est5 10 objetivo? &Cud1es el centro a1 cual podamos dirigirnos?
Ya hemos visto que la respuesta ha de estar mirando hacia atr8s o
hacia abajo, hacia algo sustancial que sirva de fundamento de por si.
Los objetos toman ~ t sentido
c
de aquello de donde emergen, aquello
que 10s concibe y crea Pues bien, 10s objetos son una determinacio'n
de otros objetos mayores; 10s Brboles de sus raices hincadas sobre la
vasta tiierra hbmeda. Nuestros antepasados directos y primitives, todos ellos nos explican, guardan nuestros secretos. nuestras iniciales.
Pero tambiCn hay una segunda respuesta y se refiere a la "intemperie infinita" hacia donde nosotros emergemos despuCs de haber tratad0 de encontrar el centro esencial en las profundidades. Y es que
nuestra vida se nos presenta como necesidad desde ell punto de vista
de las determinaciones que nos preceden y la singular determinacidn
que nos arroja a1 fuego libre de la existencia, y tambiCn como libertad
desde el punto de vista de nuestra propia e inmenlsa capacidad de
amar y que establece el vinmlo entre nosotros y la objetividad, entre
nosotros y nuestro origen, entre nosotros y nnestra propia capacidad
creadora (capacidad substancial atenta a1 sentido de nuestro futuro).
98
.,
Canto I).
99
dioho conocimiento en el goce primordial de descubrir nuestro profundo parentesco con lo objetivo, p r o no se limita a la busqueda de
un hermano sino que inicia la aventura de la Msqueda del padre.
Per0 ademas del amor hacia aquello de lo mal uno se origina, ni
hacia aquello con lo cual compartimos el origen, sino amor sexual y
procreador. El hombre es sustancial en la fraternidad como en el rapto er6tico de la pareja.
primer nivel de las creaciones: las creaciones del iracundo mar, las
tormentas o el testimonio de ellas que recibe el hombre, est0 es, las
olas. El hombre est6 ante teestimonios dkbiles de aquellos primeros
momentos, per0 tambikn suele encontrarse ante l a -mores: las cat&trofes naturales, las guersas.
Vamos a insistil: sobre este fen6meno de la universalizaci6n y volveremos sobre el problema de la metkfora.
102
I F . Final 1 Puede observarse claramente la polaridad dialkctica fundamental en Neruda: a) niebla o puros derrumbes de turquesas, b) simple extensibn, agua rectilinea, invariable. . . Ella puede
expresarse a travds de las mis diversas y dispares terminologias, segun la moneda que acuiie la avaricia intekctual de cada uno. Pero
ello no debe constituir problema. Hasta podria concebirse una adaptaci6n de estos criterio a1 cristianismo, como ya se ha hecho en parte y no
faltar6 quien vuclva a hacerlo. Ell mundo imaginativo de Neruda
tmsciende la palabra escrita. Esta afirmaci6n deberia ser evidente y
m6s de alguna vez go ha sido. Aun cuando se postule la necesidad
reciproca, no cabe la confusi6n entre la imaginaci6n y el Ienguaje.
De este modo se posibilita la amplia floraci6n de tkminos para captar un significado, y quiz& sea necesaria la diversidad para llegar
a la integra explotaci6n de una poesia.
Sin embargo, esta multiplicidad de posibilidades expresivas dk, en
realidad, una sola interpretacibn posible, no impide ver en Neruda la
m6s alta profundizaci6n po6tica de la visi6n cosmog6nica del materialismo dialkctico. El materialismo dialCctico s610 se ha apreciado en la
poesia social de Neruda, principalmente la politica, y sc ha insistido en
buscar 10s cambios de opinibn, las arbitrariedades que m6s de alguna
vez se encuentran. LPero criticaria alguna persona sensata estos dos
versos claramente contradictorios?
Compaiieros, enterradme en Isla Negra
(Yo soy, Canto XXV).
yn nn voy a morirme
(Yo soy, Canto XXVI).
Z
IC.
103
FRANCOISE
PERUS
%lo la fuerza de la accibn y la fecundidad del amor pueden permitir la recreaci6n del reino muerto. El canto octavo se abre, por eso,
con una forma imperativa (sube conmigo, amor americano), que
regir5 todo su curso. Inquisicibn resuslta que busca liberar la energia encadenada, aun las interrogaciones poseen un matiz imperante.
La fijaci6n decisiva del simbolo se produce en el canto IX, me105
Thnica
Ldmpan
Serpient
Nave enterrada, mnantial de piedra.
............
morada y un destino, el poema no se afinca en una actitud contemplativa o regresiva. Por el contrario, es creaci6n y proyeccibn.
Asi como la civilizaci6n precolombina se expres6 y sigue expreshndose a travCs de la gran construcci6n colectiva de la ciudadela incLsica, el poeta, insert0 en el devenir hist6rico-cultural del continente, perdurarh no s610 haciCndose eco de la voz colectiva, mas tambikn
suscitLndola. El Macchu Picchu de Nelruda no es Ila simple reproducci6n verbal del monumento indigena; es la producci6n de un nuevo objeto artistico, piedra angular de ese grandioso monumento americano que es el Canto general.
- I1
107
108
110
111
Cuantas veces. . .
me quise detener a buscar la eterna veta insondable
que antes toqut en la piedra o en el relrimpago que el
beso desprendia.
Lo mismo que con el covablo tierra (geologia), Neruda consigue evocar aqui las ideas de profundidad (veta) y esencia rec6ndita (insondabld), per0 la piedra le permite aiiadir dgo mhs: la
idea de perennidad. Y es que, materia perdurable por excelencia, el
mineral se opone nitidamente a1 conjunto de substancias que signsican
lo efimero. Por ello, la misma muerte colectiva no es concebida como un cataclismo que destruya 4as altas edificaciones rocosas, sin0
como el desplomarse de otros elementos desde su base p6trea:
Todos 10s objetos perecibles son sepultados, inclusive las desaparecidas maderas (vegetal): porque todo, ropaje, piel, vasijas, / palabras, vino, panes, / se fue, cay6 a la tierra. Pero, en la soledad
permaneci6 y permanece el recinto de piedra:
Y el aire entrd con dedos
de azahar sobre todos 10s dormidos:
mil afios de aire, meses, semanas de aire,
de viento azul, de cordillera fkrrea,
que fueron como suaves huracanes de pasos
lustrando el solitario recinto de la piedra.
Imperecedero y por lo tanto indestructible, el mineral permite,
ademSs, desplazarse del plano de la duraci6n a1 de la consistencia.
De esa cualidad que Neruda no deja de aiiorar en su poema:
N o tuve sitio donde descansar la mano
y que, corriente como agua de manantid encadenado,
o firme como grumo de antracita o cristal,
hubiera devuelto el calor o el frio de mi mano extendida.
Estrofa cuyo segundo verso requiere explicaci6n aparte, pero que
evidencia ya una nucva oposicci6n: a la blandura (y ternura) de otros
elementos se contrapone la firmeza (consistencia) del grumo de antra
cita o cristal. Ante el lentro e irremediable desvanecerse de la vida
(noches deshilachadas hasta la iiltima harina), el poeta busca un
principio de materia cohesionada, dura, de la cual asir su mano. Esa
mano que, inconforme con la moneda extendida de las hojas de
otoiio (iimagen subyacente del mendigo?), anhela un vinculo, una
fusi6n duradera y substancial.
Y el mineral posee una cualidad mSs, que es su fijeza o inamovilidad. No est5 presente en 10s versos anteriores, porque la secuencia
tem8tica exige representar a1 mineral corn0 cuajo (harina obliga
a pasar a grumo); pero si es desarrollado mSs adelante. Por ejemplo en esta cascada de im6genes donde el hombre, sin el asidero de
la piedra, rueda de tumbo en tumbo:
entonces fui por calle y calle y rio y rio,
y ciudad y ciudad y cama y cama,
y atravesd el desierto mi mdscara salobre,
y en las liltimas casas humilladas, sin ldmpara,
sin fuego,
sin pan, sin piedra, sin silencio, solo,
rode muriendo de mi propia muerte.
Si en muchos versos el vegetal plasma la erranza, la dispersih, el
mineral representa, en cambio, la posibilida dde cohesibn indisoluble
del ser con la materia. Es, desde todo punto de vista, el elemento
adecuado para la edificacidn de la morada.
Esencial, pleno, perdurable, consistenbe e inamovible, aparece
siempre que es precis0 representar la presencia o ausencia de tales
113
- IV El mineral proporciona, como acabamos de ver, una representaci6n sensible de 40 indestructible y lo imperecedero, superando,
en este aspecto, las limitaciones del modelo vegetal. Mas, por su inorganicidad misma, no es le1 adecuado para plasmar la idea de dinamismo, tan fundamental para Neruda como el ansia de perennidad. Inamovible, el mineral es tambikn inm6vil e inmutable (a1 menos ante la
percepci6n empirica); de modo que su prevalencia definitiva no haria
mis que fundar un mundo estitico, totalmente opuesto a$ mundo en
devenir que el poeta concibe. Por eso, para contrarrestar la inercia
pokncial e infundir a su universo la fuerza, la voluntad y el movimiento decidido que tampoco el vegetal puede evocar, Neruda recurre a
un tercer sistema de imageries en el que determinadas fuerzas naturales como el viento, la Zuz, el sonido y el agua, tienen por funci6n
significar energia.
Cornencemos por recordar dos de 10s ejemplos presentados en el
capitulo anterior:
y:
Cuantas veces.. .
me quise detener a buscar la eterna veta insondable
que antes toquk en la piedra o en el relampago que
el beso desprendia.
N o tuve sitio donde descansar la mano
y que, corriente como agua de manantial encadenado,
o firme corn0 grumo de antracita o cristal,
hubiera devuelto el calor o el frio de mi mano
extendida.
La piedra y el grumo de antracita o cristal estin ligados a1 relimpago y el manantial por rdaciones de oposici6n que podlrian formu115
larse de la signiente manera: a la corporeidad y permanmenciadel mineral se contraponen la incorporeidad y fugacidad de la descarga
elktrica o del agua en movimiento, como la energia de &stas a la
inercia de aqukl. Sin embargo, las secuencias de im6genes logran sugerir la posible -y m& que posible, anhelada- complenentaridad
de 10s tirminos antag6nicos. En el primer caso, el surco de la veta
aprisionada en la piedra reproduce el stibito y breve destello de luz
que surca la oscuridad del cielo, destello que a su vez recuerda d
movimiento de sondeo en profundidad antes evocado con la espada
envuelta en meteoros, asi como la descarga de energia fugaz en el
goce amoroso. De este modo, la energia queda contenida y mineralizada, prolongada en la profunda y duradera consistencia pCtrea.
En el segundo caso, el agua de manantial es tan escuTridmiza como
el rayo, pero a1 encadenar!a, se le confiere la consistencia y perdurabilidad del metal, sin privarla de su poder din8mico. Esfuerzo
de superaci6n dialktica que 5e traduce por la contradictoriedad aparente de la imagen corriente como agua de manantial encadenado.
MAS all6 de lo cual, naturalmente, tanto la veta como e l manantial Temiten a1 origen, a1 principio generador de la vida y la energia,
yacente en ]as profundidades terrestres.
Con similares caracteristicas de incclrporeidad, Eugacidad y potencia aparece el viento, implicit0 en el otoiio rabioso, particularizado en la racha o plasmando, como en estos versos, la sensaci6n
de vQtigo (correlativa de la falta de asidero) y la fascinaci6n abismal
de la muerte:
116
117
118
AnAlisis a partir del cual ya no resulta dificil detectar otros movimientos de la imaginaci6n nerudiana. Examinemos, pues, 10s siguientes versos:
El cuarto sign0 de energia que habiamos serialado, el sonido, presenta caracteristicas peculiares por su capacidad de fusionarse con
10s demis elementcs, hasta aparecer como una manifestacidn m6s
de ellos: retumbar o murmullo del agua, trueno que acornpaiia a1 reEmpago, canto o rumor d d viento. Polivalencia que permite a
Neruda realizar sutdes asociaciones, como en 10s siguientes versos,
donde el desplazamiento constante del plan0 visual a1 auditivo a3egura la cohesi6n de las imAgenes y la representaci6n sintktica de las
fuerzas en juego:
119
.....
-vHemos seiialado, en el primer capitulo de este trabajo, que Alturas de Macchu Picchu posee una estructura bipartita, encargada de
plasmar dos visiones del mundo. Metafisica, Ia primera se articula en
torno a la problemhtica del ser para la muerte y la ausencia de un
fundamento ontol6gico que legitime a1 hombre y confiera sentido a
su existencia; mientras que la segunda, inspirada ya en el materia-
120
lismo histGrico, responde a esos problemas representando a1 hombre como un ser social, capaz de superar su condici6n natural por
medio del trabajo creador y de fundamentarse y sobrevivirse a travis de sus obras culturales.
Ahora bien, el hecho mismo de que la segunda respondu a la primera implica la presencia de una ruptura filosbfica per0 tambiCn de
cierta continuidad temhtica. Obra que pretende abordar Lpor6ltima
vez el tema de la muerte y representar justamente el Itriinsito de una
concepci6n a otra, no descarta totalmente 10s problemas planteados
por la filosofia idealista, sino que mhs bien 10s reasume como experiencia vivida, para entablar un atimo dihlogo con ellos, per0 ya
desde la otra orilla.
Lo cual no deja de tener sus consecuencias. El propio planteamiento ontol6gico aparece historizado en el poema, no s6lo a travCs
de la evoluci6n del autor, sino sobre todo porque, a la h z de Macchu
Picchu, la ausencia de fundamento, el sinsentido de la vida o el divorcio hombre-mundo, aparecen ya no como cuestiones abstractas
e indeterminadas, sino como problemas histbricos concretos del pueblo y la cultura latinoamericanos. La obra ten su conjunto nos remite a la conquista y sus consecuencias; a la muerte de la civilizaci6n
precolombina y el extrafiamiento de sus sobrevivientes; a la bhqueda de legitimidad y fundamento para todo un continente.
De este modo, la cohesi6n global del poema queda asegurada,
aunque ninguna argumentaci6n se dC en la obra que permita explicar la evolucibn de Neruda: en rigor, toda poesia carece de argumento, en el doble sentido del tCrmino. La sola ascensi6n del autor
a Macchu Picchu, evocada con el caracter de revelacibn, no basta
evidentemente para justificar su radical transformacih. Ni tampoco el sentimiento, traslucido en 10s cinco primeros cantos, de que el
problema planteado en airminos absolutos algo tiene que ver con
la situaci6n concreta de determinados grupos sociales. Neruda plasma dos concqciones del mundo sucesivas y resuelve su antagonismo en el plano poCtico -ya veremos de qu6 manera-, per0 las razones de su evoluci6n deben buscarse fuera del poema, en las circunstancias hist6rico-sociales y biograficas que la determinaron.
Rebasa 10s limites de este trabajo el analisis die dichas circunstancias y, en general, de la evolucibn ided6gica y poCtica de Neruda,
intimamente vinculadas entre si. Per0 contamos con las valiosas aportaciones de 10s chilenos Jaime Concha y Hernan Loyola, a cuyos
libros remitimos a1 lector Ellos demuestran con acierto que no
existe la supuesta conversi6n repentina de Neruda, sino que, desde su poesia de juventud, hay una inquieta b6squeda y un 4ento proceso de integracih unitaria de pluralidades en erupci6n, un rea1
Jaime Concha: Neruda: 1904-1 936. Santiago de Chile, Ed. Universibaria (en
p e n s a).
Hernan Loyolla: Ser y morir en Pnblo Neruda. Santiago de Chile, Ediltora
Santiago, 1967.
121
juste constante de su representaci6n del mundo, en estreoho contacto con la experiencia hist6rico-social.
fimitkmonos a recordar algunos hitos, que guardan relaci6n directa con la gestaci6n del Canto general y Alturas de Macchu Picchu
en especial. En 1935, en lo mBs hondo de su pesimismo residenciario, que s610 deja en pie una tenaz voluntad de sobrevivir y un persistente anhelo de plenitud2, Neruda toma contact0 direct0 con el
pueblo y la cultura espafioles. Su presencia en Madrid a1 estallar la
guerra civil, su estrecha amlistad con un grupo de poetas comprometidos en la lucha, la muerte de Garcia Lorca en manos fascistas,
son hechos decisivos para el despertar de un sentimiento de solidaridad histbrica, que posteriormente se consolidarB ante las dolorosas luchas de la segunda guerra mundial. Espafia en el coraz6n, Un
canto para Bolivar o el Canto de amor a Stalingrado, dan vivo testimonio de esta etapa fundamental de la trayectoria del autor. Del
reencuentro con el Chile efervescente del aiio 38, en que triunfara
el frente popular de Aguirre Oerda, nace a su vez el proyecto del
Canto general de Chile, que marca la integraci6n explicita a la poesia nerudiana de la geografia e historia de su pais.
La estadia posterior en Mdxico (1940-43), cuya rica herencia cultural (precolombina sobre todo) habia sido redescubierta por el moPimiento artistic0 e intelectud svrgido de la revoluci6n; 10s viajes
por America Central y el Caribe; el regreso a Chile por el PerG, con
la visita a1 Cuzco y Macohu Picchu, permitieron a Neruda intuir la
unidad de la problemitica socio-cultural latinoamericana, llevhndolo
a ampliar su proyecto inicial de una cr6nica de Chile y concretar
en el marco de AmCrica Latina entera su ya aguda conciencia de
una solidaridad hist6rica de 10s pueblos.
La participackh, a su regreso, en la lucha politica de Chile; su
elecci6n a la senaduria por las provincias de Tarapacfi y Antofagasta y su adhesidn a1 Partido Comunista en 1945, --el mismo afio
de la composici6n del poema- son hechos que se vinculan directamente con las preocupaciones y experiencias que a muy grandes
rasgos acabamos de recordar.
S610 a la luz de estos hechos es posible comprender la nueva concepci6n del mundo de Neruda, que Macchu Picchu se encarga de
simbolizar. Grandiosa arquitectura de piedra que resisti6 el embate
de la conquista y la erosi6n del tiempo, el monument0 indigena represanta la perdurabilidad del hombre a travCs de sus obras, asi con o el descubrimiento de una morada y un origen. Fundamento hist6rico del continenk, que sefiala a1 hombre americano el marco concreto y la perspectiva de su accibn, es tambiCn el simbolo de una
fundamentacidn ontol6gica que permite superar el divorcio entre el
hombre y el mundo y davolver su sentido incluso a la cotidianidad.
2
122
123
..
124
ya que gracias a dicho sistema, un objeto y un material tan espa5oles como la campana y el hkrro logran integrarse perfectamente
a1 gran monumento indigena de Macohu Picohu:
125
Contradicci6n percibida polr Clarence Fiinlayson, en su trabajo El problema de la muerte ontologia y la poesia de Pablo Neruda. Esa es su tragedia: llevar una concepoihn maiterialista cuando toda su inspiraoihn poktlca
asume carawteres metafisicos, escribe Finllayson, invidendo 10s tkrminos
del problema en fiavor de su propia metafisica. (Citado por Jaime Concha
en Interpmtacih de Residencia en la Tiema, p. 15).
AI respecto, v b s e la opisnion inequivoca de Neruda en el poema A pesar
de la ira, inoluido en el Canto general.
126
127
ALFRED0 LAFEBRE.
El anblisis de Alfredo Lafebvre, S610 la muerte, se public6 en la cokcci6n
de ensayos Poesfa espafiola y chilena, (Santiago de Chile, Editorial del Pacifico,
1958). Alfredo Lefebvre, hispanista chileno de nota, falleci6 a medisdos de
diciembre de 1971. El Departamento de Espaiial de esta Universidad, de quien
fuera profesor la mayor paute de su vida, le rendirb pronto un homenaje.
JAIME CONCHA.
Interpretacih de Resideincia en la Tierra de Pablo Neruda copia mecanografiada (Memoria de Prueba 1961); versi6n impresa (Mapocho, 1963).
Jaime Concha es Profesor Titular de Literatura en el Departamento de Espaiid d d Instituto Central de Lenguas de la Universidad de Concepci6n y Consejero de la Editorial Quimant6; ha escrito numerosos ensayos sobre escritores
chilenos e hisponoamericanos. Su Iibro Neruda 1904-1936 se encuentra en
prensa en la Editorial Universitaria.
JAIME GIORDANO.
Introducci6n a1 Canto General integra el homenaje rendido por la Biblioteca Nacional, con ocasi6n de 10s 60 aiios de edad de Pablo Neruda (Mapocho,
1964).
Jaime Giordano es autor de importantes contribuciones a la interpretaci6n de
las lebras hispanoamericanas. Sobre su libro La edad del ensuefio (Sobre la
imaginacidn poetica de Ruben Dario): Santiago, Editorial Universitaria, 1971.
FRANCOISE PERUS.
Francoiro PCrus prepara su Licenciatura en Letras en la Universidad de
Clermont-Ferrand. Ha publicado sobre temas de literattura francesa. Arquitectura pottica de Alturas de Macchu Picchu es inCdito; fue especialmente
escrito para el presente homenaje de Atenea.
128
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PUBLICACIONES PERIODICAS
Durante el curso de &e *aiiose oontinmrt5 (la publicaoih noma1 de La Revista Atenea. El Consejo dse Difui6n ha propuesto un Cornite d e ( R d a c c i h
132
Clase Inaugural
El jueves 4 de mayo se efwtuarm en la Casa del Deporte 1- a o t a de inauguracih del Aiio Acadtmico 1972. La Glase Inaugural fue dictada por el
Excmo. Seiioir Rmidente de la Repfiblica, don Salvador Ahnde. Hioieron UFO
de Ila paabra en el misrno acto el ROGtQr de la U n i w i d a d , Dr. Edgardo Enriquez Frodden y d Presidente de la Federaoi6n de Estudiantes, Manuel Rodriguez. Los discursos s e r h pubhicados por 01 Comejo de Difueih Univemiitaria.
133
Aniversario de la Universidad
El 15 de mayo se oalebr6 en el Teatro Concspci6n el 530 anivemariio de la
fundaci6n de la Universidad y se hizo entrega de los diplomas a 10s atlumnos
egresados que obtuvieron el Premjio Universidad. Hicieron us0 de la palabra
el Director del Instistuto de Lenguas, Profesor Luis Muiioz y e1 alurnno Hern&n Mege N,avarrete, licenoiado en Giencias Sociaies.
134
Al iniciwse el aiic> Acad6mico 1972, &tin operando coll plena vige-ncia 10s
Convenios de Askteiicia thus y cultural que la Universidad ha fi?rmador?on
d i v m s entidades niadwales e internacionales, takes corn0 el slervicio Naoional de M u d , el Poder Judicial, y las Universidades de Marburg, La Habana y
de Lieja.
A oontiaua~i6ninsertamos l a dwumentos comspondientes a b s m w i o s
firmados can la Uni.versidad de La Habana. Y con la Universidrild de Lie& i b o ~
intwrnedio de 10s Gcrbiernos de Chile y B&a.
.
135
La universidad de Goncepci6n y la Universidad de La Habana can d prop&to de establecer relaoiiones de initmoambio entre ambas Casas d e E s t d i o
decidieron convluir y susmibir el siguiente convenio:
PRZMERO: La Universidad de Concepci6n y la Universidad de la Habana convienm en estableoer un s i s t m a permanente de cooperaoibn y asistmciia tCcnica
reciproca basado en un intwcambio de profesores, gaaduados, estudiantes, pblicaciones y en la realizaci6n de estudios e investigaciones mediante equipos
integrados por profesms de ambas Universidades.
SEGUNDO: Lais modalidades especificas para poner en prktioa la coopemcicin y asistencia tBcnica de las males se refiere el artioulo anterior mrbn defimidas, en cadta caso, POT las Fiacultade, Iinstitutos o Escueilias a las males
les competa en ambas Univmsidades. Sin perjuicio de ello, p o d r h formam
ccunisiorues initerdisciplinarias.
En la Univwsidad de Concepai6n estas modalidsdes deberbn yer aprobadas,
en oada caso, por el Conxjo Superior.
TERCERO: Tanto Za Universidad de Concepoih cum0 la Universidad de La
Habama concederbn anualmmte beoas de post-grado o espeoializaci6n en las
cawras o disciplinas que la parte solioitanite espeoifique.
Se concederbn becas, a d m b s a estudiantes que, en ~ m h
de sus mcesidades
acadkmicas, is610 tomen alguinas asignaturas o materias o participen en trabajos de prktica o investigacibn sin estar sujetos a planes de estudio que oonduzcam a titdos o grades acadCmficos.
La parte que anvia remitirL el expdiemte del csndidato con no menos de
cuatro mews de antelaoi6n a la fwha de incicio de 10s estudios y la pmte que
recibe confirmalrb su dispasici6n de aceptar el bocario en un plazo no mencu
de dos meves antmiores a diccha fecha.
CUARTO: Las investigaciones que se redicen en formia conjunta swbn finaaoiadas por ambas hstiituoiones, coriendo oada Univmidad con 10s gastos que
en ms respectivos paism se originen.
QUINTO: Las publioaciones que mullten de estudios o investigeoiones realizad m en conjunto se harbn bajo el nombre de ambas instituciiones.
SEXTO: h b a s Universidades amptarin d envio de profesoIies y funoionarios
con el fin de adquirir experi
exploaar las posibilidades de mlabcwacih
entre las mismas, asi como la
izaci6n de 10s plisnes de taabajo que se suscriban.
SEPTIMO: Las partas convoldantes acuerdan enviame invitaciones para la participacibn de representantes de las Universid es en coagrem y obros eventos
que en las mismas se organicen f sean de mutuo inter&.
6e
R P O ) .
136
b) La Unliversidad que w i b e t d r b a su oargo 10s gastos de arlojamiwnto, alimentacicln, tpanqmnte inftemo sevioio mbdtio, d w a c i b n y gastos persondes,
que cxigine en su pais ia estadia del pmsanal dcmnte, funcionxim o estudiantes de la &a Univemidlad, atendiendo em cadra caso, a su range a c a d h i m .
La Universidad pod115dar d b t a m e n t e 10s servicios seiialados anterimnente,
o bien entmgar a l a s z m a s el dinem necesario para cenmlar im mimm.
c) Las Univensidades padantes se comprometen a dalr toda dame de f a c i l i d a k
a1 profesor, graduado o estud~iantede la otra Univmidad, pam d nejor d e
sempeiio del trabajo docente o de investigacih.
d) has pwsonas que viiajen en vi?itud del presente convenio B
o h m h solos, eh
familia. Toda cxcepcih a esta regha deb& ser aprobada, e s ~caso, par ambas
Reotorfas.
NOVENO: PaFa Zlqevar a bum fin 10s acuerdos previaos en el presmte Convenio deberbn ehborarse planes de trabajo anuales, 10s que se concordargn en el
mes de s e p t i e m h de cadla aiio. El plan para el aiio 1972 sed dabmado &-I.
ran$teel pmente aiio.
Ambas Univemidades man~ifi~stan
ws mejmes deseos de inmementar d intercambio en la formla mis amplia y beneficima pmible.
Las Univwsidades pactantes delegan su represantacibn para 10s dectos de
la realiraci6n y control de L s obligacioines de mte inkcambio en sus m p e ~
$ivas Rectorias.
Bste Convenio entra en vigor desde la fwha de su f i m a por ambas partes
y no tieme plazo de duracibn. Si alguna de las Universidades paotantes remelve ponerle ttrmino, d e k 6 notificar par eamito a la otra, por lo memos con
un aiio de antioipaciQ.
Redactado y firmado en &aciudad de La Habana, el dia diez y Seis de mtubre de mil novecientes &mta y uno, en c u a t o ejemp11aw.s a un 6010 efecto y
el mismo tenor.
RECTOR
UNIVERSIDAD DE CONCEPCION
RECTOR
UNIVERSIDAD DE LA HABANA
137
,-.
ARTICULO
-1-
19
uI
uvL~cyyv~uy~.
ARTICULO 29
Las ciltednas menoionadas en el artfculo '1 w h f:legidas de comdn acuerdo,
entre las siguientes:
1.2.3 .-
Metalulrgia de transformaci6n
Metalurgisa fisica
Metalurgia extractiva
4.Quimica aplicada
5.- Eleotroquimica y come3i6n
6.- Petroquimica, polimeros y plbstims
7.- Construoci6n de mbquinas
8.- Electr6nica aplicada
9.- Ingeniaria quimica (ainblisis de 10s reactores)
10.- Automatism0 y contra1
11.- Minerabgia
12.- Resistencia de 10s materides
13.- Mecgnioa de 10s fluid14.- T e r m o d i n h i a
15.- Ac6stica y elBeotroac6stica
16.- Ca&oquimica.
ARTICULO 3'
El Gobierno de BBgica conceder6 0 los prdaores chilenos elegidos de
c m 6 n acuerdo como fututros titulares de las cbtedras enweradas en el mticulo 2', becas de cstudios de perfmcionamiento en una univmidad k l g a
con una duraci6n de dos aiios y mediio.
El Gobierno de BClgica acorda& la estas beoas 10s beneficios generales que
sobre esta matenia contempla la reglamentaci6n belga de b ~ ~ a o ali
desarrdlo.
El Gobierno de Chile sufragara' el cost0 del viaje de ida de 10s becm'"3s B
Btlgilca, el transporte de sus equipajes y sus remuneraciones.
El Gobierno de Chile se comtprmete a contratar a esos poksores como
titulares de la3 cbtedrals de enseiiainza paTa lias cedes han degidos, en la Un'iversidad de Concepcibn a su xgreso a Chile, a condici6n d e que hayan cumplido integramenlte y con provecho, 10s estudios de perfec&mamiento pa'm
cuyo efecto se les conoedib una beoa en Bklgica.
138
ARTICULO 4'
El G o b i m o de Bklgioa pmdrb a dispcrsici6n del Gobierno de Chile profesores deignados de com6n acuerdo como titdares interims d e ias cbtedras
enumeradas en d articulo 2 O , mientras se fonman los futuros titulajres en B61g1Ca.
ARTICULO 50
Adembs de 10s profesores a tiempo oompleto (fulltime) previsto en el mdculo 4", el Gobierno de B6lgica pondrk a disposicih dei Gobierno de Chile
un profesor-visitante en cada cbtedra considenada, pw un periodo miximo
de 3 mews a1 aiio durante dos aiios acadtmiicos.
ARTIGUTB No 6
Las mdalidades de realizaci6n d e la ayuda prevista mbs amiba, para oada
una de las cktedras consideradas, mrhn determinadas previamente y de comlin acuerdo durante d tfianiscurso de la misi6n preparatoria que el titular
de la cBtedra correspondiente de una universidad belga realice en la Universisidad de Concepcih.
Esta m i d n tendr5 una d w a c i h de un mes.
ARTICULO 70
Todos 10s gasto5i Telativos a1 personral puesto a la disposici6n del Gobierno
de Chile, en virtud de 10s articulos 4.0,5.0 y 6.0 correrhn por cuenta del Gobiemo de BBgica, con excepcidn de 10s gastos mencionados en el articulo IV
del Convenio Bdsic70 de Asistencia Te'cnica concluido el 24 de junio de 1969.
Las otras dispos iciones ;de ese Convenio que conciernen al personal se aplicar& igualmente.
ARTICULO 8"
La revaluaci6n due la ejecuoih d e la cooperwi6nn,objeto dal presen'te Acuerdo, serk asumida, tratbndose del Gobiemo belga, anualmente, por una personalidad acadkmica encargada de m i s i h en Chile, quien peman'ecerb en d
pais al~reddorde quince dias, a expondio del Gobierno de BBgica.
(La evatuacih pcM parte del Gobierno de Chile, se efectuarb por la Univwidad de Conoepoi6r1.
ARTICULO 9"
El presente acue rdo entra en vigencia en Za fecha da su firma. El proyedo
de cooperaci6n debfinido en a t e acuerdo se ,desamollarb en un periodo de
cinco aiios aoadim icos, a partiT del mes de agosflo de 1971. Se podrb efeotuar
rnodifioaciones de wm6n acuerdo entre las partes, por intercambio d e No%@.
ARTICULO 100
A petici6n del Cjobierno de Chile, e l Gobierno de BBlgica coafia a la Universidad del EstadJo die Lieja la ejecuci6n dd preesente Acuerdo.
Hecho en S,antiago de Chile a 10s diez dias del mes de junio del a z o mil novecientos setenfa y uno.
. -,.
Por el G obimno. d d
Reino (ie aagica
Por el Gobierno
..
^.de Is
mputliica ae mile
Franz 1raelemans
Embajadctr de BBlgica
en Chile
Jose Toh5
Ministro de Relaciones
Exterims Subrogante
I.
.<
139
140
V univer
141
Y es aqui, precisamente, donde se produce nuestra inquietud frente a la pasible extensidn a Concapcidin del CanaJ 13 o de cualquier otro.
Como univorsitario, no podria oponerme jamis a que lleguen a Concepci6n
todos 10s canales, que 10 Ideseen y puedan hacerlo, ni muchos menos, 10s de
procedencia universitaria. Nuestro temor est& en que con la llegada de esos
cainales se puede ocupar el espacio disponible y dejar a la Universidad de Concepcih a1 margen de toda posibilidad de tener su estacidn propia, Hay informes
ttcnicos responsables que afirman que edo es casi seguro.
No podriamos nosotros cometar el mismo pecado que tanto criticamos cuando, por medio de una ley discriminatoria impuesta no por la raz6n y la justicia, sino por el derecho que debe poseer transitoria mayoria parlmamentaria, se
nos dejd a1 margen de tan poderoso y efectivo medio difusor. Pero, eso si, con
la misma energia con que entonces prcrtestamos, hacemos presente que no amptaremos que ahora, en formas desimuladas, por medios de hechos consumados,
se nos pueda dejar otra vez afuera de toda posibilidad de llegar a la comunidad mediante la televisih.
Ya lo hemos dicho en dos reuniones que tuvimos 10s rectores con el Sr. R e sidente de la Repdblica y lo he 'rapetido en ccmferencias y dedaraciones de Prensa y ante el Consejo Superior: LA UNIVERSIDAD DE CONCEPCION NO
ACEPTARA JAMAS QUE POR CUALQUIER PROCEDIMIENTO 0 SUTERFUGIO LEGAL, REGLAMENTARIO O D E FACTO, SE PRETENDA
PRIVARLA D E SU DERECHO A USAR D E TODOS LOS MEDIOS QUE
EXISTEN, 0 SE CREEN, 0 INVENTEN E N EIL FUTURO, PARA CUMPLIR
MEJOR SU MISION CULTURAL Y EDUCADORA.
No cumpliria con su deber si lo acaptara. Querer privarla del us0 y provechamiento de la televisi6n, seria tan absurdo como prohibirla que use la radio
o la prensa o la imprenta, o 10s oomputadores para enseiiar, difundir e investigar.
Conscientes como estamos de lo oneroso, especialmente en divisas, que resultaria el estalblecimiento de varios canales *de televisih, que exagerando,
podrian llegar a ser ocho, uno para cada Universidad, y de las dificultades
tdcnicas que, segdn 10s especialistas existirian, es que estamos por el establecimiento de un canal unico universitario en el que participarian todas las Universidades en forma armdnica e integrada, con programas que seguramente
serian de gran calidad.
Esto fue lo que acordamos en las citadas reuniones de 10s Rectores con S. E.
e1 Presidente de la Repdblica pero que, por intereses contrarios de algunas
de las universidades que ya poseen canales propios, ha sufrido demoras y no
ha sido posible naterializar.
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ECONOMIA Y ADMINISTRACION
Revista cuatrimestral.
Acaba de aparecer el N? 19-20 corresgondiente a1 3er. cuatrimestre de
1971 y ler. cuatrimestre de 1972.
SUMARIO
150.-
America Latina
US$
5.-
US$
8.-
ahile
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BOLETIN
DIRECTOR
Alfredo Barria Molina