Unidad 3 Completa
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Unidad 3 Completa
La comunicación
en la encrucijada
de la
emancipación y la
invasión cultural
Introducción a la
Comunicación Social 2020
Facultad de Ciencias
de la Comunicación
Universidad Nacional
de Córdoba
DEL NACIMIENTO DE LA RACIONALIDAD TÉCNICA AL EMPODERAMIENTO CIBER-
MEDIÁTICO. (Primera parte)
De pronto todos los medios del mundo lo anuncian: “en 2019 un kilo ya no pesará un kilo”.
Luego de 130 años, el "gran K", un cilindro de platino e iridio conservado en Francia será
sustituido por una constante matemática que fijará lo que es exactamente “un kilo”, en la
era de las tecnologías de alta precisión.
Los historiadores coinciden que fue precisamente en Francia, durante el ancien régime que,
ante la existencia de miles de unidades de medida diferentes, se decidió establecer otras
que fueran universales (el metro y el kilo), para favorecer el comercio y las funciones del
Estado “Moderno”.
De este modo, se concretaba una más de las “tecnologías” estatales de las cuales se han
ocupado de estudiar y analizar pensadores de la talla de Michel Foucault. Tenemos
entonces unidades de medida, pero también escuelas,1 hospitales, cárceles como partes de
un “complejo tecnológico” para (en palabras de Foucault) “vigilar y castigar”, instaurar
“regímenes de verdad” (Foucault, 2003, 2005). A esto le podemos sumar: al DNI -ese
número que vuelve “identificable” a un individuo-, como así también al domicilio para
“ubicarlo” en una trama (espacial) urbana organizada en “cuadras”, a los programas
estatales de salud para “controlar” y administrar el desarrollo de la población
(fundamentalmente “trabajadora”), a los sistemas financieros y crediticios que también nos
controlan en tanto que “deudores” (Deleuze, 1999).
Fue sobre todo a finales del S. XVI que comenzaba a tomar forma -y con fuerza- el período
de desencantamiento del mundo: la racionalidad técnica se instauraba como vertebradora
de la Modernidad, frente a otras versiones distintas, alternativas, pero que no lograron
imponerse. En el escenario de la racionalidad instrumental, el cálculo juega un rol principal.
Esto significa que todo lo que se observa del mundo y puede dar cuenta de él es susceptible
al cálculo. En pocas palabras, es una visión del mundo como calculable lo que posibilita la
configuración de esta racionalidad.
Todo cálculo supone una escala de medida y lo que distingue precisamente al Occidente
1
En el caso argentino, las escuelas “Normales” son un claro ejemplo de una “máquina” estatal para la educación-
“fabricación” de ciudadanos “argentinos”, en el contexto de la Generación del ‘80 (SXIX) y de una población
marcada por la heterogeneidad (cultural, de etnias, de lenguas, religiones, etc.) acarreada por el aliento de la
inmigración frente a la “negación” de lo indígena.
1
respecto a otras culturas, es el haber impuesto sistemas de medida globalmente inteligibles.
Se desprende de esto último que también un régimen de visibilidad pudo ser impuesto
globalmente.
El proceso que da lugar a categorías abstractas, que posibilitan la inteligibilidad de los
fenómenos y dirijan la vida de los hombres, toma cuerpo según Lewis Mumford mucho
antes del dominio del racionalismo técnico. Mediante la disciplina creada en el monasterio
medieval: “La aplicación de métodos cuantitativos de pensamiento al estudio de la
naturaleza tuvo su primera manifestación en la medida regular del tiempo; y el nuevo
concepto mecánico del tiempo surgió en parte de la rutina del monasterio” (Mumford,
2002: 29). En línea con esto, la investigación que realizó Umberto Eco para su novela "El
nombre de la Rosa", destaca que durante el S. XIV el día se dividía en ocho momentos: las
Maitines, entre las 2:30 y las 3:00; Laudes entre las 5:00 y las 6:00, concluyendo al rayar el
alba; Prima hacia las 7:30, poco antes de la aurora; Tercia hacia las 9:00; Sexta el mediodía
(en un monasterio en el que los monjes no trabajaban en el campo, ésta era, en invierno,
también la hora de la comida); Nona entre las 14:00 y 15:00; Vísperas hacia las 16:30 al
ponerse el sol (la regla prescribe cenar antes de que oscurezca del todo); Completas hacia
las 18:00. (Eco, 1994: 10).
Volviendo a Mumford y de acuerdo con sus argumentos, en el Monasterio se excluía la
sorpresa, la duda, el capricho y la irregularidad por la regularidad y lo sagrado. La regulación
formal de la sucesión del tiempo de la vida del monasterio habría ayudado a la
sincronización de las acciones de los hombres y el consecuente ritmo regular colectivo de la
máquina. “La medición del tiempo pasó al servicio del tiempo, al recuento del tiempo y al
racionamiento del tiempo. Al ocurrir esto, la eternidad dejó poco a poco de servir como
medida y foco de las acciones humanas” (Mumford, 1994: 31).
Dicho esto, se entiende que durante la Edad Media el tiempo y el espacio formaban dos
sistemas relativamente independientes dentro de un mundo simbólico en el que las cosas
pueden aparecer y desaparecer repentinamente, inexplicablemente; por eso los fenómenos
se interpretaban como un “misterio” o un “milagro”. Pero el reloj, en tanto máquina que
produce una regularidad de tiempo, se convertiría en foco de la acción práctica,
garantizando entre otras cosas el flujo regular de los trabajos y haciendo posible la
producción regular de productos estandarizados.
El desencantamiento con la naturaleza se explica -desde aquí- porque el nuevo orden que
instaura la aparición del reloj disocia el tiempo de los acontecimientos humanos y ayuda a
creer en el mundo de la ciencia, es decir, un mundo independiente (que prescinde de “lo
humano”), de secuencias matemáticamente mensurables. Por ejemplo, ya no se duerme
necesariamente porque se tiene sueño o porque anochece sino porque lo indica el reloj, Del
mismo modo se come, se trabaja, se descansa. De esta manera, podemos recorrer un
proceso desde las prácticas reguladas del monasterio hasta que el reloj mecánico de las
torres urbanas entre los siglos XIII y XIV comienza a regular toda la existencia, incluyendo
funciones orgánicas como comer o dormir, no como sucesión de experiencias sino como
espacio cerrado que puede incluso ahorrarse.
2
El diseño de las sensibilidades en el mundo “maquínico”
Fue a través del arte, en medio de este movimiento de secularización, que se interesa por
observar y controlar las cosas en la tierra, donde se comienza a medir también el espacio
mediante la representación en perspectiva.
Los objetos ahora deberían responder a proporciones y debían estar a escala.
Relacionándose entre sí, abandonan el patrón simbólico del Cielo, el Espíritu o el Edén en
tanto jerarquía de valores para sustituirlo por el espacio como sistema de magnitudes.
“La perspectiva -dice Mumford- convirtió la relación simbólica de los objetos en una relación
visual: lo visual a su vez se convirtió en una relación cuantitativa. En el nuevo cuadro del
mundo, la dimensión no significaba importancia humana o divina, sino distancia” (Mumford,
1994: 36).2
Puede concluirse que durante el Renacimiento se desarrolla una mirada del mundo que
educa moralmente al ojo y entrena técnicamente la mano para representarlo. Esto marca
un salto importantísimo hacia un orden social que se despega de “claves” celestiales y
percibe las cosas no como presentación (de lo divino en la tierra) sino como representación.
Habla a la vez del advenimiento de nuevas formaciones discursivas que permiten nombrar
aspectos del mundo como "bellos" o la voluntad de esbozar "paisajes". La vista medieval
había estado supeditada a la Idea y el haber "acortado" la mirada, haber desimbolizado el
cosmos, era volver la espalda a la Revelación y a la Verdad: abandonar las metáforas,
significaba una humanización del ojo de espacios hasta entonces invisibles.
Régis Debray sostiene al respecto, que "La perspectiva euclidiana desarrollada en la segunda
mitad del siglo XV coloca un sujeto detrás de la mirada, determinando su perspicacia"
2
En “El nombre de la rosa”, es más que interesante el modo en que Eco describe los “mensajes”/signos
implícitos en la abadía donde transcurre la historia, Nada es librado al azar, sino que arquitectónicamente el
edificio nos “habla”: “Mientras trepábamos por la abrupta Vereda que serpenteaba alrededor del monte vi la
abadía. No me impresionó la muralla que la rodeaba similar a otras que había visto en todo el mundo cristiano
sino la mole de lo que después supe que era el Edificio. Se trataba de una construcción octogonal que de lejos
parecía un tetrágono (figura perfectísima que expresa la solidez e invulnerabilidad de la Ciudad de Dios) cuyos
lados meridionales se erguían sobre la meseta de la abadía, mientras que los septentrionales parecían surgir de
las mismas faldas de la montaña, arraigando en ellas y alzándose como un despeñadero. Quiero decir que en
algunas partes, mirando desde abajo, la roca parecía prolongarse hacia el cielo, sin cambio de color ni de
materia, y convertirse, a cierta altura, en buche y torreón (obra de gigantes habituados a tratar tanto con la tierra
como en el cielo). Tres órdenes de ventanas expresaban en ritmo ternario de la elevación de modo que lo que era
físicamente cuadrado en la tierra era espiritualmente triangular en el cielo. Al acercarse más se advertía que, en
cada ángulo, la forma cuadrangular engendraba un torreón heptagonal, cinco de cuyos lados asomaban hacia
fuera; o sea que cuatro de los ocho lados el octágono mayor engendraban cuatro heptágonos menores, que hacía
fuera se manifestaban como pentágonos. Evidente, y admirable, armonía de tantos números sagrados, cada uno
revestido de un sutilísimo sentido espiritual. Ocho es el número de la perfección de todo tetrágono; cuatro el
número de los evangelios; cinco el número de las partes del mundo; siete el número de los dones del Espíritu
Santo. (Eco, 1994:20)
3
(Debray, 1994: 197).
En otras palabras, el Renacimiento organiza un sistema homogéneo y global donde su
espacio unitario se vuelve inteligible mediante la articulación del ojo y la lógica matemática,
haciendo que la mirada de un nuevo sujeto autor-espectador egocéntrico coincida con el eje
del punto de vista único, inmóvil, monocular y solitario, delante del cual el espacio se
despliega como “nuevo”. En ese sentido Debray afirma que “La construcción en perspectiva
heroíza al constructor; el que, por ser lúcido, conoce las leyes del espacio y, por ser activo,
organiza su utilización - ¡He aquí al sujeto moderno! -. Esa subjetivación de la mirada ha
tenido innegablemente su precio: la reducción de lo real a lo percibido” (Debray, 1994: 198).
Podemos agregar que esto último es posible porque la percepción tiene como garantía una
mirada educada junto a sistemas representativos traducibles al cálculo, es decir racionales.
O, dicho de otra manera: significa que sólo es posible para un sujeto moderno percibir
aquello que le permite un régimen de visibilidad dominado por el cálculo. En este sentido, el
discurso de la razón sólo acepta como real lo "racional", lo "calculable".
El espacio medido de la pintura articulado con el tiempo medido del reloj, configuran una
red ideal de espacio y tiempo en la que tienen lugar ahora todos los acontecimientos: situar
una cosa espacial y temporalmente llegó a ser condición de posibilidad para su
comprensión.
La necesidad de establecer un “aquí y ahora” expulsó de esta visión de mundo los espacios
teológicos y orientó, por ejemplo, la pintura hacia temas "reales": el Tiempo, el Espacio, la
Naturaleza y el Hombre.
El mundo existía para ser conquistado. Proceso de “descubrimiento” de la naturaleza que
puede dimensionarse a través de los relatos que emergen desde las Cruzadas, pasando por
los viajes de Marco Polo, hasta llegar al hombre ideal de la racionalidad moderna en la
figura de Robinson Crusoe, en quien se combinaban el elemento de catástrofe y aventura
con la necesidad de invención, y así, de supervivencia.
La nueva articulación espacio-tiempo mensurable, por otra parte, posibilitó el cálculo
probabilístico: la posición de lugares incluso desconocidos se lograba calculando la distancia
y el tiempo en la redondez del “globo”.
Pero este nuevo orden exigía aguzar cada vez más los sentidos -sobre todo el de la vista- y la
precisión de los instrumentos. Por esa razón los aportes desde la ciencia asumían una
función ineludible, lo cual tuvo una serie de efectos. Como apunta Mumford: “En general, la
práctica de las ciencias físicas significaba una intensificación de los sentidos. (...) Pero con
este progreso en precisión, llegó una deformación de la experiencia en conjunto. Los
instrumentos de la ciencia eran inútiles en el reino de las cualidades. Lo cualitativo se redujo
a lo subjetivo: lo subjetivo fue desechado como irreal, y lo no visto y no medible como
inexistente” (Mumford, 2002: 65).
Comenzaba la época del universo mecánico.
El diseñador alemán Otl Aicher, ante el auditorio de una corporación médica, subrayaba
precisamente "la reducción (de este racionalismo) de todo fenómeno a causa y efecto y su
interpretación a partir de leyes elementales. Galileo había comenzado por (...) hacer valer
4
(en el conocimiento de la naturaleza) sólo magnitudes objetivables como peso, tiempo y
trayectoria. Además, mediante la representación de curvas por medio de fórmulas,
Descartes redujo incluso la geometría a valores numéricos. La ecuación de la parábola era y2
= 2px; la curva (...) había desaparecido y sólo quedaba su equivalencia numérica" (Aicher,
1993).
El diseño de las sensibilidades: hacia el problema de los dispositivos que nos pre disponen
5
Técnica, tecnología, herramientas y máquinas
Para Martin Heidegger, técnica deriva del griego tekhné, que en la antigua lengua griega
significaba lo mismo que episteme, es decir velar por una cosa, comprenderla. Tekhné
significaría por tanto conocer en profundidad una cosa como así también su producción.
Este no sería por lo tanto un concepto que remitiría al hacer sino al saber: “Tekhné” y por
consiguiente técnica, significa que algo se pone en lo manifiesto, en lo accesible y en lo
disponible”. (Heidegger, 1999) Pero, como advierte Héctor Schmucler, decir que las técnicas
comportan un saber no es igual que decir que el saber sea una técnica. Por eso, para
Heidegger, será en el período de la modernidad cuando la técnica, ofreciendo la posibilidad
y la exigencia de una formación particular de su propio saber, estará acompañada de una
ciencia que le corresponde: el proyecto matemático de la naturaleza. “Ejecutado por la física
teórica y a través del interrogatorio experimental de la naturaleza correspondiente a este
proyecto, ésta es provocada a dar respuestas según determinadas perspectivas, en cierta
medida se le piden explicaciones. La naturaleza es interpelada para que se muestre como
una objetividad calculable” (Heidegger, 1999).
Esta interpelación provocante es para Heidegger el rasgo fundamental de la técnica
moderna, y agrega que esto “significa corresponder a una exigencia que se halla más allá del
hombre, de sus proyectos y de sus actividades” (Heidegger, 1999).
Heidegger nos quiere decir que la técnica es una manera de revelación del mundo, de des-
velamiento del mundo. Como instrumento, la técnica permite dar lugar a que algo
acontezca, que lo no presente se produzca. Como explica Schmucler, “La meditación
heideggeriana ha destacado que la tekhné encierra primitivamente, el concepto de poiesis -
que privilegia el momento creador -más próximo a la contemplación que a la acción: poiesis,
poesía, entendida como un renovado y amoroso asombro en la relación del hombre con lo
que lo rodea” (Schmucler, 1996). En el producir se des-olculta, la técnica vinculada al
concepto de poiesis es una manera de revelar el mundo, un modo de mostrar la verdad. El
ámbito de la técnica es por lo tanto el de la verdad: no instrumento sino lugar donde la
verdad es realizada.
La técnica moderna en cambio, desoculta en un provocar que pone a la naturaleza en la
exigencia de liberar energías que puedan ser explotadas y acumuladas, es decir, “impone a
la naturaleza la exigencia de responder de una manera calculadamente determinada”
(Schmucler, 1996).
En este sentido la técnica moderna no sólo que no es democrática, sino que es imperial:
“impone” que lo que es no puede ser de otra manera. Tampoco es flexible: no se pueden
admitir dudas, ya que en la lógica misma de su funcionamiento necesita doctrinariamente
que todo sea “transparente”, todo debe ser posiblemente conocido. De ahí que la causa de
la técnica provocante que describe Heidegger sea el fin que se proponen en un determinado
momento los seres humanos: cuando la naturaleza es provocada, se la instala como el
hombre quiere que sea y esto indica que el hombre ya ha sido “provocado” para “provocar”.
En este sentido es que en el pensamiento de Heidegger se dice que el hombre ha sido ya
6
“dispuesto” (como materia gris, como recurso humano, como inteligencia que sabe resolver
problemas). La técnica moderna es, finalmente, disponer al mundo como constante recurso.
Héctor Schmucler agrega -en este sentido- que el tecnologismo, en tanto que ideología de la
técnica es el valor de explicación general de lo social. El mismo, como ideología, ha operado
una negación de lo humano ya que “determinado por la técnica, el hombre se vuelve
especie propia de la técnica, homo tecnicus. Para ello la ideología técnica (el tecnologismo)
ha cumplido dos actos que se complementan: por una parte, ha negado cualquier forma
transhistórica de la naturaleza humana y, por otra, afirma la posibilidad de cambiar esa
naturaleza creando entornos culturales (artificiales) de interacción” y cuando habla de
“entornos culturales” está haciendo referencia - entre otras cosas - a la historia, puesto que
“la pertenencia a la técnica (...) equivale a la negación del vínculo íntimo y orgánico del ser
humano con su propio pasado, con una memoria que se sostiene en algo permanente que lo
constituye y en el que asienta un sentido” (Schmucler, 1996). Esto tiene que ver con el
hecho de que la técnica es definida como una serie de discursos tautológicos, erigidos en
sentido común que va “arrinconando al pensamiento a una opción aporética: técnica vs. no
técnica, que no sólo prescinde de la voluntad humana sino que se concibe como matriz en la
que se gesta la propia naturaleza del hombre” (Schmucler, 1996) y -agregamos nosotros-
que presenta a la técnica siempre como esencial y acríticamente “buena”.
Se dijo que la interpelación provocante exige y constriñe a la naturaleza al suministro de
energía, alcanzando al hombre en carácter de mero productor y también fuente de…
(ejemplo de esto son los departamentos de “recursos humanos”, así como existen “recursos
naturales”). Por todo lo dicho, proponemos que cada vez que se hable de tecnología se haga
en referencia al conjunto del complejo tecnológico: “este abarcará el conocimiento, las
pericias y las artes derivadas de la industria o implicadas en la nueva técnica, e incluirá
varias formas de herramientas, instrumentos, aparatos y obras, así como máquinas”
(Mumford, 2002: 29).
Cabe aquí diferenciar cada uno de los términos y para esto tomamos la distinción propuesta
por Mumford:
“Las máquinas se han desarrollado partiendo de un complejo de agentes inorgánicos para
convertir la energía, para realizar un trabajo, para incrementar las capacidades mecánicas o
sensoriales del cuerpo del hombre o para reducir a un orden y una regularidad mensurables
los procesos de la vida (...) La distinción esencial entre una máquina y una herramienta
reside en el grado de independencia, en el manejo de la habilidad y de la fuerza motriz del
operador: la herramienta se presta por sí misma la manipulación, la máquina a la acción
automática (...)
La diferencia entre las herramientas y las máquinas reside principalmente en el grado de
automatismo que han alcanzado” (Mumford, 2002: 27). Dicho de otro modo, las
herramientas -a diferencia de las máquinas- no prescinden aún de la voluntad humana.
7
El cuerpo como “texto” de la tecnología
Primero creamos las herramientas,
luego las herramientas nos crean.
Marshall McLuhan
El cuerpo, entendido como “geografía” en la que el discurso de la técnica deja sus marcas,
puede proveernos (a través de sus zonas más o menos visibles) de elementos que
favorezcan su deconstrucción.
Lévi-Strauss introduce el libro Sociología y antropología de Marcel Mauss, donde explica que
cada cultura instituye una educación física particular. Bien dice Lévi-Strauss: “La estructura
social imprime su sello sobre los individuos por medio de la educación de las necesidades y
actividades corporales (...) miles de detalles inobservados, pero que deben ser objeto de
observación componen la educación física, cualquiera que sea la edad y el sexo (...) Las
capacidades de excitabilidad, los límites de la resistencia son diferentes en cada cultura; los
esfuerzos 'irrealizables', los dolores 'insufribles', los placeres 'extraordinarios' están menos
en función de las particularidades individuales que de los criterios sancionados por la
aprobación o desaprobación colectiva. Cada técnica, cada conducta, aprendida y transmitida
por tradición, están en función de ciertas sinergias nerviosas y musculares que constituyen,
cada una, un verdadero sistema, solidario, por otra parte, con un determinado contexto
sociológico. (...) Este conocimiento de las diversas modalidades de utilización del cuerpo
humano será especialmente necesario en el momento en que el desarrollo de los medios a
disposición del hombre tienda a apartar a éste del ejercicio y aplicación de los medios
corporales (...) es el hombre quien siempre y en todo lugar ha sabido hacer de su cuerpo un
producto de sus técnicas y de sus actuaciones.” (Mauss, 1984: 14-16).
En virtud de lo anterior, no podemos descartar la idea de que una cultura dominada por el
tecnologismo promueva verdaderas políticas para el cuerpo. A partir de aquí se puede
pensar que toda cultura promueve y/o inhibe ciertos movimientos corporales, reacciones,
placeres, dolores, sentidos, conformando así la educación física que la distingue respecto de
otras culturas o expresiones epocales de sí misma.
La proxémica no es de esta manera un efecto mágico ni genético, sino producto de una
formación discursiva en que se articulan enunciados, saberes, poderes y técnicas que
condicionan en cada sujeto la serie de registros sensoriales posibles y desde los cuales se
organizan diversas modalidades de relación.
Preguntarnos por el “estado de salud” de la cultura occidental a partir de los usos del
cuerpo significa preguntarnos acerca de procesos, o aspectos, de nuestra historia en los que
se hallan las condiciones por las cuales hoy percibimos y -por ende- nos comunicamos. Sin
dudas, las etapas de la racionalidad moderna conforman el “movimiento” en el que se ha
gestado el “ecosistema” tecnológico en el que vivimos hoy. Analizar sus características
puede aportarnos algunas pistas acerca de una política de la sensibilidad que diferentes
dispositivos promueven y/o inhiben.
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Dispositivos que (nos) pre-disponen usos...
Para los profesionales de la comunicación es interesante analizar cómo los procesos antes
descriptos han derivado fundamentalmente en la configuración de dispositivos, de
lenguajes, de audiencias y de usos de medios, de tecnología y de técnicas -como la escritura
o la fotografía- que desafían nuestro trabajo profesional e intelectual.
En este ecosistema tecnológico, a los medios de comunicación masivos -diremos,
“tradicionales”, que aparecieron en el S.XIX- se suman aquellos que el S.XXI presenta -a
través de la digitalización- como los “nuevos medios”; conglomerados mediáticos en los que
las tecnologías de la información y la comunicación (en adelante, TICs) ocupan un lugar
central. La convergencia mediática -a la que podríamos llamar convergencia tecno-
mediática, para ser más precisos- se está extendido y forma parte de la vida cotidiana de las
personas; consolidando nuevas sensibilidades y una nueva gestión de los cuerpos diferente
a aquella que acontecía en aquel París de 1896 del que hablábamos más arriba. A la vieja
locomotora le han dado lugar un sinnúmero de dispositivos de simulación virtual donde el
vértigo y la aceleración del espacio y del tiempo engañan a los mecanismos perceptuales
tradicionales del ser humano. 3
Decíamos también que esa proliferación del uso de las TICs está engendrando nuevos
consumos tecno-mediáticos que conllevan modelos de sujetos y modelos cultuales que
hacen perdurar las formas que adquiere la racionalidad instrumental consagra en la primera
modernidad pero que, también, engendran cambios sin precedentes que nos enfrentan a
nuevos modelos y desafíos como sociedad y como sujetos. Los niños -por citar un ejemplo-
están en contacto con las múltiples aparatos técnicos y pantallas donde aprenden
tempranamente a ser “espectadores”, “públicos”, “audiencias”, incluso antes de entrar en la
fluidez del lenguaje oral. Muchos de estos niños, con seis o siete años, expresan que aspiran
a ser “Youtubers” y a tener muchos seguidores. Este deseo que expresan las generaciones
de niños contemporáneas muestra que las nuevas celebrities del espectáculo tecno-
mediáticos -al que se le acopla el espectáculo deportivo- desplazan a aquellas figuras que
encarnaban al orden social moderno, urbano y occidental ligado al mundo industrial del
trabajo; mostrando con ello el desplazamiento de un modelo socioeconómico a otro en
donde el reconocimiento y el ascenso social está basado en la cantidad de “seguidores” que
muestra la pantalla.
Ahora bien, entre las discusiones y desafíos que plantean los “nuevos medios” se
encuentran las disputas sobre qué se entiende por TICs. En el año 2009 la Facultad
3
En este nuevo lenguaje tecnológico reside el éxito, por ejemplo, de las nuevas tecnologías de realidad virtual.
9
Latinoamericana de Ciencias Sociales con sede en México recopiló y analizó distintas
definiciones, llegando postular la siguiente noción:
La discusión en progreso sobre lo que se entiende por TIC y/o TICs -por parte de
investigadores y expertos- es uno de los tantos problemas que continúa siendo objeto de
reflexión y debate. En paralelo, el uso de las TICs y cuál es el impacto en la configuración
sociocultural, es también eje de reflexión y polémicas, especialmente, aquellos
interrogantes que se plantean sobre las consecuencias de su inserción en el entramado
social (interconexión de los mercados y finanzas, su rol en las guerras y en la política, en la
configuración de vínculos interpersonales y sociales, las industrias culturales y en lo laboral).
Recordemos que el acceso a las TICs se produce cada vez con mayor intensidad, rapidez y a
menores costos, siempre y cuando no se trate de la última “novedad del mercado”. Parece
oportuno entonces recuperar ciertas palabras de Marcuse (escrito póstumo) donde
reflexiona sobre la técnica y actualizamos su vigencia para pensar sobre el contexto actual:
Tal es que la expansión a nivel global de internet está cambiando las figuras del sujeto que
forma parte de las audiencias. Los procesos de digitalización que comenzaron en los años 80
y la difusión de la Red una década después generaron una explosión no sólo de nuevas
formas textuales, sino de nuevas actividades y usos por parte de los sujetos. Si en esas
décadas se llegó más o menos al acuerdo de que las audiencias son receptores activos que
resemantizan o resignifican los mensajes dominantes, que las audiencias o los receptores no
dejan de ser sujetos sociales cuando están en interacción con los medios, lo que ahora está
pasando en ese mismo momento de la recepción o el consumo no presenta parangones: los
consumidores -no todos por supuesto- han dejado de ser simples consumidores para pasar
a ser activos productores de contenidos que realimentan las redes digitales de
comunicación.
10
Para algunos investigadores entonces quienes operan a través de YouTube o las redes
sociales no sólo son activos consumidores o usuarios, sino que se han convertido en lo que
hace más de dos décadas Alvin Toffler denominó prosumidores o produsuarios, dos
neologismos que intentan combinar en un mismo concepto el momento de la producción y
el consumo (Scolari, 2008). Es decir, consumidores o usuarios que cada vez en mayor
medida asumen tareas propias de productores o de distribuidores.
Dicen Carlón y Scolari: “En la era post-massmedia en que vivimos, la actividad de los
internautas afecta no sólo las lógicas de algunas discursividades históricas como la
informática, a la que tanto se viene haciendo referencia sino, también, a la artística ya que
las creaciones de los usuarios están cambiando tanto la producción considerada “elevada”
(campo del histórico “mundo del arte”) como las “artes populares” (hoy dominadas, en gran
parte, por la ficción audiovisual masiva)” (Scolari y Carlón, 2012:8).
Los desarrollos multimedia, las prácticas colaborativas en red, los nuevos espacios de
exhibición son parte pues de un nuevo paradigma mediático que tiene consecuencias sobre
las industrias culturales, la informática y el arte mismo. Pero este escenario actual se debe
también a que todo ello habilita a la constitución de nuevas configuraciones de poder acaso
más horizontales, o bien con menos influencia de los tradicionales dispositivos de decisión y
control. De ahí que un número cada vez más importante de usuarios elige estos medios para
desarrollar o visibilizar sus proyectos comunitarios o individuales, con fines políticos o de
entretenimiento –entre otros-, como veremos más adelante en algunos de los casos
seleccionados.
Ahora bien, vamos ahora a vincular a lo dicho dos nociones más que nos parecen
fundamentales para pensar estas producciones de contenidos, que son: convergencia
mediática y narrativas transmediática.
La convergencia mediática no se corresponde únicamente con la interconexión de los
canales de distribución ni de las tecnologías, sino que se trata más bien de un proceso de
transformación cultural que afecta a los usos de los medios de comunicación. La
convergencia anuncia pues la coexistencia de los nuevos medios digitales con una cultura
participativa protagonizada por comunidades de usuarios.
Henry Jenkins, profesor estadunidense, nos da una de las definiciones más retomadas en
este tema. Dice: “Con convergencia me refiero al flujo de contenido a través de múltiples
plataformas mediáticas, la cooperación entre múltiples industrias mediáticas y el
comportamiento migratorio de las audiencias mediáticas, dispuestas a ir casi a cualquier
parte en busca del tipo deseado de experiencias de entretenimiento” (Jenkins, 2008:14).
La convergencia representa, pues, un cambio cultural toda vez que anima a los
consumidores a buscar nueva información y a establecer conexiones entre contenidos
mediáticos dispersos. Desde estas formulaciones, la nueva circulación de los contenidos
mediáticos depende de la participación de los consumidores.4
4
Roberto Igarza (2008) distingue tres etapas de convergencia: la 1.0, donde la convergencia es internet; la 2.0,
en la cual internet se convierte en el metamedio y la 3.0, con los nuevos medios sociales y la cuarta pantalla, la
de los celulares. Por su parte, Omar Rincón (2012) habla de la 4.0, celebrities ciudadanas, o el espíritu mediático
11
Sin embargo, escribe este autor que el nuevo contexto no está exento de contradicciones y
contrastes entre, por un lado, una alarmante concentración de la propiedad de los medios
comerciales dominantes, en tanto un número menor de conglomerados mediáticos
multinacionales dominan todos los sectores de la industria del entretenimiento y, por otro,
la facilidad y libertad con que se puede dar en nuestros días la participación ciudadana a
través de las redes digitales de comunicación. Para Jenkins es difícil valorar el resultado de
esta contradicción dado que “unos ven el mundo sin gatekeepers, otros un mundo donde
los gatekeepers tienen un poder sin precedentes” (Jenkins, 2008: 28), y mucho indica que la
verdad yace en un punto dialéctico donde las tecnologías hacen a las sociedades y donde las
sociedades gestan sus propias tecnologías; la cuestión es entonces dónde reside el poder de
determinar unos a otros en ese proceso sociotécnico.
Veamos ahora el siguiente concepto sintéticamente. La llegada de internet comenzó a
mostrarnos pues la convergencia de todos los soportes y discursos (libros, prensa, cine,
radio, TV, video…) en la pantalla de la computadora, incluso en ocasiones desdibujando las
marcas que los diferenciaban abriendo interesantes discusiones sobre los formatos y los
géneros. Pero es que, con el advenimiento de los dispositivos móviles y las redes sociales,
vemos emerger lo que se ha denominado narrativas transmediáticas, que consiste en el uso
de diferentes pantallas aunadas a diferentes prácticas para narrar -de distinta manera- la
experiencia comunicativa. Algunos autores coinciden que el potencial comunicativo de los
transmedia no está tanto en los contenidos como en los formatos, las estéticas y las
narrativas. Entonces, además, como indican Vacchieri y Castagnino, “todo entró en la
coctelera: los circuitos, los lenguajes, los formatos. Los medios se encadenaron -como
siempre en la historia- y cada uno produjo cambios radicales a los anteriores. Algunos
soportes perdieron terrenos: el de la lectura, el de la pantalla de la TV; otros resurgieron con
mutaciones: el cine el video, y las series, y llegamos hoy, cuando los modos de expresión
audiovisual no son infinitos, pero sí múltiples, y se deslizan de un medio a otro” (Vacchieri y
Castagnino, 2015: 197).
Por su parte, a la hora de definir las narrativas transmediáticas Jenkins propone tres
elementos o componentes centrales:
1. Por un lado, la historia debe expandirse a través de varios medios. Por ejemplo, el
relato puede comenzar en TV bajo la forma de serie, incorporar algunos mobisodes o
webisodes y terminar contándose a través de un largometraje. Lo fundamental es
que cada uno de estos textos cuente algo diferente y amplíe el mundo narrativo.
2. Por otra parte, esta expansión gestionada desde arriba (Top-down) por los
productores se complementa con las expansiones desde abajo (Bottom –Up)
realizadas por los usuarios y difundidas en plataforma colaborativas como YouTube,
que atraviesa todas las posibilidades de dejar de ser una audiencias receptiva y convertirse en productores o en
parte de las visibilidades. En cada una de estas etapas de la convergencia, pese a los avances que se presentan
como “democratizadores” de las comunicaciones, debemos no olvidar que las TICs o “nuevos medios” encarnar
modelos culturales, sociales y económicos que así como han permitido multiplicar canales de producción de
contenidos, también han favorecido mecanismos de control social y de concentración de poderes económicos,
poderes técnicos y tecnológicos.
12
Facebook o blogs. En otras palabras, el segundo componente clave de las narrativas
transmediáticas está dado por la actividad de los fans en un mundo narrativo del que
participan creando nuevos relatos y expandiendo el universo de ficción oficial u
original. A estas producciones la comunidad académica las suele denominar
contenidos gestionados por los usuarios (CGU), y no necesariamente respetan la
lógica narrativa inicial.
3. Una tercera característica está dada por la capacidad del mundo narrativo de ser
abordado a través de cualquiera de las unidades textuales que los componen; es
decir, a modo de ejemplo, en el mundo de Harry Potter es posible entrar a través de
las películas, los libros o los videojuegos. Vale aclarar que cada una de las piezas
textuales puede tener cierto grado alto de autonomía, o bien puede ocurrir que un
texto no se entienda a menos que se conozca un texto mayor. Otro ejemplo
interesante que se dio en nuestro país es la serie Aliados, dirigida a un público joven,
producida por Telefé y Cris Morena Group.
13
El nativo digital prefiere El inmigrante digital prefiere
5
Nótese la dificultad para nominarnos. Ésta conlleva una dificultad gnoseológica para nombrar la actualidad.
6
Así lo muestran, por ejemplo, los segmentos de noticias sobre tecnologías en los noticieros. En ellos, los
presentadores suelen adelantar información sobre los lanzamientos en mercado de las nuevas generaciones de
celulares, computadoras, etc. Ello constituye una estrategia de los conglomerados económicos para predisponer
a las audiencias al consumo de la “próxima innovación”.
14
Consumos Culturales 2017,7 elaborada por el Sistema de Información Cultural de la
Argentina dependiente del Ministerio de Cultura de la Nación, en la cual se expresa un
consumo importante de medios masivos “tradicionales” en Argentina (frente a algunos
preconceptos que instalan la idea de que en nuestro país radio y TV por aire - por ejemplo -
ya no representan un uso “masivo”) y que en el período 2013 - 2017 muestra una
pronunciada mudanza hacia “Nuevos Medios” (producto sin dudas de la convergencia de la
que hiciéramos referencia más arriba). Aquí se señalan sólo algunos datos que
consideramos relevantes, aunque se recomienda la lectura completa de este informe. A
continuación, se les invita a ver el “Anexo” que se emplaza al final de esta primera parte del
artículo para analizar estas tendencias y luego realizar las actividades que se detallan abajo.
Actividades
Objetivos:
● RECONOCER aquellos dispositivos de mayor uso en el entorno cercano y reflexionar
sobre sus incidencias en la vida cotidiana de los sujetos.
● DIFERENCIAS y RELACIONAR conceptos y posicionamientos intelectuales respecto a
la técnica y las tecnologías y a los llamados “nuevos medios”.
2-Luego observe las estadísticas ofrecidas por el Encuesta Nacional de Consumos Culturales
2017 y analicen si la tendencia que marca es representativa del grupo que ustedes eligieron
para responder a las preguntas anteriores.
7
Capturas del mencionado informe. [https://www.sinca.gob.ar/VerNoticia.aspx?Id=27. Recuperado Noviembre
2018].
15
3- Finalmente escriban un breve texto grupal -a modo de conclusión- donde consideren esta
pregunta: ¿Qué relación encuentran Uds. entre los temas tratados en esta unidad y la
realidad que observó el grupo respecto a los consumos del grupo familiar o de amigos
elegido?
Bibliografía
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CARLÓN, Mario y SCOLARI, Carlos (Comps.) (2012). Colaborar arte. Medios y artes en la
era de la producción colaborativa. La Crujía Ediciones. Buenos Aires.
16
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FOUCAULT, Michel (2003) La verdad y las formas jurídicas. Gedisa. Barcelona.
----------------------- (2005) Vigilar y castigar. SXXI. Buenos Aires.
GUMBRECHT, Hans Ulrich (1998) In 1926. Living on the edge of time. Harvard University
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HEIDEGGER, Martin (1996) “Lenguaje de tradición y lenguaje técnico”. Revista Artefacto
Nº1. UBA. Buenos Aires.
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ingenuos. Manual para la lectura inteligente de los medios. Santillana. Buenos Aires
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comunicación. Paidós. Barcelona.
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SCHMUCLER Héctor (1996) “Apuntes sobre el tecnologismo y la voluntad de no querer”.
Revista Artefacto Nº1. UBA. Buenos Aires.
SCOLARI, Carlos (2008) “Hacia la hipertelevisión. Los primeros síntomas de una nueva
configuración del dispositivo televisivo”, en Diálogos de la Comunicación, Nº 77, FELAFACS.
VACCHIERI, Ariana y CASTAGNINO, Luciana (2015) “Narrativa transmedia. Cuando los relatos
no se quedan quietos” en QUEVEDO, L. A. (comp.) La cultura argentina hoy. Siglo veintiuno
ediciones. Buenos Aires.
ANEXO
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21
DEL NACIMIENTO DE LA RACIONALIDAD TÉCNICA AL EMPODERAMIENTO CIBER-
MEDIÁTICO. (Segunda parte)
“Una foto es algo que nos toma de la mano y nos dice: ven a ver.
El problema no es sólo qué es lo que nos lleva a ver, sino, sobre todo, la forma en que nos
llevan.
Si en la otra mano de la foto, van la verdad y el afán de justicia, entonces vale la pena el
viaje.
Si no es así, entonces más vale velar el rollo y la vida“
Subcomandante Marcos
1
Para conocer más sobre las tensiones, trampas y discusiones teóricas en torno a estos conceptos que aquí
consideramos con la cópula que establece la barra (/), les invitamos a leer el texto de Carmen de la Peza
Casares en “Las Tram(p)as de los estudios de la recepción y la opinión pública” en SAINTOUT, Florencia y
FERRANTE, Natalia (2006) ¿Y la recepción?. Balance crítico de los estudios sobre público. Ed. La Crujía.
Buenos Aires.
mundo tecnológico enormemente predecible” (Schmucler, en Núñez Gornés y Solís
Lerees, 1994: 178).
Para comenzar a responder a esas preguntas, a continuación, desarrollamos dos casos -
apenas un “botón de muestra”- que invitan a la reflexión sobre los umbrales de “usos
creativos” que tienen los usuarios de las tecnologías ante una racionalidad técnica que
inclina la balanza hacia la domesticación de los cuerpos y de las subjetividades. También
invita a reflexionar sobre las posibilidades que tienen los sujetos y los movimientos
sociales2 que se apropian de los “nuevos medios” para instalar nuevos discursos y nuevas
disputas en el espacio público.
El 12 de octubre del año 1992 -en el sur México, en el Estado Chiapas, cerca de la frontera
con Guatemala- en la ciudad San Cristóbal de las Casas campesinos y pueblos originarios
de la zona realizaron una protesta masiva con motivo de cumplirse el quinto centenario de
la conquista española en América (Castells, 1998). Las personas que participaron de la
protesta no sólo se manifestaron contra la opresión del proceso colonizador, sino que
también denunciaron el avasallamiento que el gobierno central mexicano imponía y que
empeoraba las condiciones materiales de existencia de los habitantes de la zona (se
morían de enfermedades curables, permitían que las multinacionales talaran la selva, les
quitaban la tierra y los tratados comerciales que firmaba el gobierno central con otros
países eran muy desfavorables para campesinos y pueblos originarios de la zona). La
protesta de 1992 culminó con la destrucción de la estatua del “conquistador de Chiapas”
Diego Mazariegos. La mayoría de los habitantes del Estado Chiapaneco eran muy críticos al
nuevo orden internacional político y económico que se gestó en la década de los ’90.
Con este antecedente y años de organización por parte de la iglesia católica mediante el
movimiento “Opción por los pobres” -señalamos que fue clave la presencia del Obispo
Samuel Ruiz en Chiapas, cuya filiación ideológica se reconoce en la teología de la
liberación-, se fue gestando la conformación de lo que se conoció con el nombre de
“Ejército Zapatista de Liberación Nacional” (EZLN). Este movimiento insurgente se hace
“visible” a través de una proclama el 1º de enero de 1994 (el encabezado de la proclama
decía: “Hoy decimos BASTA”), esta fecha coincide con la entrada en vigencia del Tratado
de Libre Comercio (TLC. En inglés, North American Free Trade Agreement o NAFTA), que
2
Elizabeth Jelin sostiene: “Por lo general, cuando se habla de un movimiento social se está haciendo
referencia a acciones colectivas con alta participación de base, que utilizan canales no institucionalizados y
que, al mismo tiempo que van elaborando sus demandas, van encontrando formas de acción para expresarlas
y se van constituyendo en sujetos colectivos, es decir, reconociéndose como grupo o categoría social. Existe
además un supuesto (implícito): el que todo esto constituye (potencialmente) una amenaza al orden social
vigente y un germen de una organización social alternativa” (Jelin, 1989: 14-15).
creaba una zona de libre comercio entre Estados Unidos, Canadá y México. Este tratado -
como ya señalamos- era muy perjudicial para los campesinos y pueblos originarios del sur
de México.
Sobre los zapatistas Manuel Castells explica: “(…) no son subversivos sino rebeldes
legitimados. Son patriotas mexicanos, levantados en armas contra las nuevas formas de
dominación extranjera del imperialismo estadounidense. Y son demócratas, apelando al
artículo 39 de la constitución mexicana que proclama «el derecho del pueblo de alterar o
modificar la forma de su gobierno»” (Castells, 1998: 101).
Los zapatistas se organizaron, no sólo con armas sino también a través de los medios de
comunicación y de Internet. Comenzaron a difundir sus propios mensajes dando a conocer
la situación injusta por la que estaban atravesando. Al mismo tiempo, crearon sus propios
símbolos (pasamontañas) -como dijimos- difundiendo mensajes grabados o escritos que se
difundían por la radio, en casettes (era un dispositivo de almacenamiento usado en el año
1994) o por la prensa escrita de tirada nacional. Estos mensajes se complementaban con
toda una serie de productos culturales (que iban desde canciones hasta artesanías:
llaveros, representaciones del Subcomandante Marcos y Ramona, y un sinfín de productos
culturales con intencionalidad ideológica-política). También fue clave la organización del
sitio web -una novedad por aquel entonces, sobre todo porque se trataban de
comunidades campesinas en un país postergado de América- para contactarse con la
comunidad internacional. Este sitio se encuentra activo en este momento y pueden leer
todas las declaraciones del EZLN desde el año 1993 hasta la actualidad. 3
En este sentido, para referir a la apropiación que este movimiento hizo de las
comunicaciones, recuperamos el siguiente comentario:
3
Al momento de escribir este artículo hay comunicado de solidaridad -emitido en noviembre de 2018- con
el pueblo mapuche por la muerte de Camilo Catrillanca -en la zona de Araucanía , Chile- durante una
operación táctica de un grupo de carabineros chilenos.
debilitó la posición del gobierno nacional -quien envió al ejército a Chiapas para reprimir
y en ocasiones lo hizo (1994)- pero también se vio forzado a “negociar” con EZLN,
evitando muchas más muertes de las que hubo.
La conformación del colectivo #NiUnamenos tiene como antecedente las actividades que
realizó la poeta y activista Susana Chávez Castillo en México, país donde vivió y denunció
los distintos tipos de violencias sufrido por las mujeres.
En 1995 Chávez inició una protesta -junto a activistas feministas- con la frase “Ni una
mujer menos, ni una muerta más”, donde se pedía por el esclarecimiento de las mujeres
desaparecidas y asesinadas en Ciudad Juárez (norte de México).
Susana Chávez fue asesinada en 2011 y su muerte no fue esclarecida. Uno de sus poemas
más conocidos (Pliego Petitorio) dice:
En esa oportunidad se utilizó por primera vez el lema #NiUnamenos, es por ello que
entendemos que hay una apropiación y re-significación de las ideas y actividades que
venía desarrollando Susana Chávez en México, pero en un contexto distinto.
Por otro lado, en mayo de 2015 muere en la ciudad de Rufino (Santa Fe) Chiara Paéz -
tenía 14 años y estaba embarazada– su novio fue condenado por el asesinato. Ante este
hecho la periodista Marcela Ojeda publicó en Twitter: “Nos están matando. ¿No vamos a
hacer nada?”.
La respuesta a esta pregunta se produjo el 3 de julio de 2015 cuando se organizó la
primera marcha del colectivo y que desde entonces se realiza todos los años bajo
diferentes consignas. #NiUnamenos fue creciendo e incorporando reclamos sobre otros
tipos de violencias como la institucional-estatal, la económica y las violencias derivadas
de la negativa del Estado a la interrupción del embarazo.
Internet, redes sociales y WhatsApp fueron y son los medios de comunicación
fundamentales para la organización de estos colectivos y movimientos sociales que
tienden a democratizar el espacio público visibilizando conflictos que de otro modo
quedarían ocultos o pasarían desapercibidos.
Actividades
Objetivos:
● RECONOCER el funcionamiento de la convergencia mediática y de la apropiación
de medios tradicionales y de TICs por parte de movimientos y colectivos sociales y
políticos.
● RELACIONAR algunas de las premisas interpretativas ofrecidas con casos de análisis
presentados por movimientos y colectivos sociales y políticos.
Las bases, en cambio, eran masas anónimas para los medios y en consecuencia
también lo eran para la gran mayoría de la población, por lo que parar imbuirse
de un sentimiento de pertenencia necesitaban compartir su anonimato como
partes individuales de un movimiento social cuantitativa y cualitativamente
interesante. Ahí las TIC fueron las únicas capaces de entregarles ese espacio de
participación personalizada y horizontal y, por tanto, capaces de hacerles sentir
parte activa de la revolución pingüino”. (Fragmento extraído de “La multitud de
‘pingüinos’ inteligentes” de Hernán Dinamarca).
Bibliografía