El Conjunto de Covadonga y Su Basílica
El Conjunto de Covadonga y Su Basílica
El Conjunto de Covadonga y Su Basílica
Javier García Álvarez, Coral López García, Nuria Rubiera Durán, Andrea Álvarez
Araujo, Amira El Tabache Díaz, Sara García Ruano, Adriana Pinto Antuña, Daya
Prieto Aguirre.
En cuanto a los estudios tanto del santuario de Covadonga como el conjunto y sus
colecciones de manera contemporánea han sido tratados de manera regular por parte del
equipo de investigación Ceán Bermúdez CEBER de la universidad de Oviedo,
compuesto por Vidal de la Madrid, Yayoi Kawamura o Javier González Santos, a su vez
encontramos también estudios de Juan José Tuñón Escalada, párroco de la iglesia de
San Francisco de Asís, canónigo de la Catedral y encargado del Archivo Histórico
Diocesano
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“Viage por los reinos de León, Galicia y Principado de Asturias” Ambrosio de
Morales, 1572. Primera descripción del Santuario para Felipe II y la corte, con gran
difusión en el siglo sXVIII.
Describe la cueva y se encuentra acompañada de tres grabados con gran interés para la
iconografía mariana de Covadonga, porta un pesado componente ideológico político-
religioso al servicio del enaltecimiento de la casa española de Habsburgo.
ORIGEN DE LA CUEVA
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2. EDAD MEDIA.
En el último tercio del siglo XVI, Ambrosio de Morales nos aportó la descripción
más antigua del Santuario de Covadonga. Gracias a estas descripciones y a otras
posteriores, así como diversas imágenes, podemos recrear la apariencia de este santuario
con bastante fidelidad. En sus escritos mencionaba también un monasterio, que era de
mediano tamaño, que había sido objeto de reformas ya que ninguna de sus partes era
muy antigua, y que en el momento se encontraba bastante abandonado. También hace
una referencia a los sepulcros de su interior. Vidal de la Madrid concluye en su libro
que únicamente basándonos en la información que se tiene, podríamos decir que es un
templo esencialmente medieval, con reformas, pero que no nos es posible ir más allá.
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En cuanto a la vida canóniga encontramos constancia desde el siglo XIV de una
comunidad que atendía el santuario, regidos por la Regla de San Agustín, en cierto
momento forman un colegio de canónigos regulares, dejando atrás el modelo monástico.
La falta de la presencia de cabeza rectora episcopal, teniendo en cuenta de la no
residencia de los abades en la colegial, acarreó una gran crisis que desembocará en un
considerable abandono de la abadía, este problema permanecerá a lo largo del tiempo
junto con la extrema pobreza que , provocada por la malversación de limosnas, diezmos,
beneficios eclesiásticos y canonjías, circunstancias que explican el estado deplorable y
abandono pastoral durante el último cuarto del siglo XVI e inicios del XVII.
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llevadas por el obispo Caballero de Paredes estaban destinadas al acondicionamiento del
entorno tanto para la residencia permanente de los canónigos como para garantizar la
adecuada atención de los peregrinos
El nuevo edificio, es una construcción muy sobria, adosada a la ladera del monte y con
sus dependencias distribuidas en torno a un patio porticado de planta rectangular de
fachada clasicista.
El abad Nicolás Antonio Campomanes padeció la catástrofe del incendio del templo
volado en 1777, lo que le llevó a impulsar diversas iniciativas para su reconstrucción,
precisamente, el mismo año del siniestro promovió la erección de un asiento
monumental de piedra, probablemente ideado por José Bernardo de la Meana, en cuyo
respaldo dejó constancia de las obras más importantes realizadas bajo su gobierno: las
escaleras de acceso a la iglesia de Santa María, el robusto paredón que las sostenía y las
calzadas y puentes que permitían el acceso hasta el santuario. Los restos del asiento o
canapé, con su inscripción, permanecieron durante mucho tiempo en la pared de
contención adyacente a la escalinata de acceso a la colegiata, pero fueron removidos por
Menéndez-Pidal e integrados en una fuente de nueva creación.
. La repercusión nacional de la catástrofe, así como los incendios, que suponían una
amenaza permanente para algunos templos plagados de retablos de madera, se habían
convertido en una magnífica oportunidad para instruir acerca de los nuevos postulados
artísticos propugnados por los reformistas ilustrados. Covadonga, estaba destinada a
convertirse en ejemplo de la reforma artística impulsada por la Academia de San
Fernando, en permanente conflicto con el barroquismo autóctono.
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4. VENTURA RODRÍGUEZ Y MANUEL DE REGUERA
Ventura Rodríguez viaja por primera vez a Covadonga en mayo de 1778, un año
después del incendio, acompañado del abad y su sobrino Manuel Martín Rodríguez
(arquitecto), el cual se encargaría de la supervisión de los trabajos en la zona; realiza un
estudio de la zona y estudia algunas construcciones de Manuel de Reguera en Asturias,
pues había sido nombrado como director de la obra de la nueva iglesia colegial de
Covadonga. Tras su viaje no firma los planos hasta 1779, según Vidal de la Madrid en
“El arquitecto Ventura Rodríguez y Covadonga: La accidentada historia de un proyecto
frustrado” porque se estaba enseñando a Manuel de Reguera a que aprendiera el estilo
de Covadonga y que mejorara su titulación académica. Los planos para el Santuario se
entregarán a la Cámara de Castilla en 1780 con un presupuesto de 2 millones 320 mil
reales y la disposición de Reguera como jefe de obra, esta ante la necesidad de
reconstruir el espacio aceptará la obra, y Manuel de Reguera recibirá el nombramiento
como director del proyecto.
El primer cuerpo se conforma de paredes lisas que nos sugieren a una cripta donde
tendríamos el mausoleo a Pelayo. Mientras que el cuerpo superioracogería una iglesia
de planta circular cubierta por una cúpula y sostenida por un anillo de columnas. La
imagen de la Virgen se encontraría dentro de la gruta y se veneraría por una ventana tras
el altar del templo. Como podemos ver Ventura Rodríguez no sigue la idea de templo
dentro de la cueva que le exigía Campomanes, pero sí siguió alguna de sus normas
como la diversidad de funciones De la Iglesia, el empleo de piedra procedente de
canteras próximas o el saneamiento de la ladera. Como es de esperar, este proyecto fue
directamente rechazado por los canónigos al no cumplir la norma principal, no solo con
esto, el presupuesto de la obra era demasiado elevado por lo que la Cámara de Castilla
aprueba un nuevo sistema de financiación a través de dos árbitros:
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- La anata sobre las pensiones eclesiásticas
Tras varios años de conflicto entre el abad Campomanes, que seguía con su idea de
templo tradicional dentro de la cueva, Ventura Rodríguez que fue expulsado del
proyecto por no seguir las normas del anterior, y Manuel Reguera que tras un intento de
extorsión por parte del abad en que creara un nuevo proyecto dentro del templo, se le
redujo únicamente a la reunión de los materiales necesarios; nombran en 1793 a Benito
Álvarez Perera y Francisco Antonio Muñiz Lorenzana para examinar el proyecto, y un
presupuesto detallado de lo que aún quedaba por concluir, un presupuesto que superaba
al inicial de Ventura Rodríguez, esto sirvió como negativa última para que la Cámara de
Castilla cancele el proyecto, pero esta como último intento de reconstruir la zona y no
dejarla abandonada pide un informe a la Academia De San Fernando.
Del estado de la obra, se encargó a Pedro Arnal y Manuel Martín Rodríguez, los cuales
defienden a Ventura Rodríguez en todo su proyecto como un conjunto armónico y
equilibrado, por lo que concluían que el proyecto de Rodríguez debía ser ejecutado en
su integridad y no se aceptaban cambios de proyecto, y esto frustra definitivamente el
proyecto haciendo que en 1796 la Cámara de Castilla paralice de forma definitiva las
obras.
En 1854, que Frassinelli llega a Asturias a los 40 años de edad estableciéndose en Corao
a la sombra de Covadonga, era un arqueólogo, bibliógrafo y dibujante alemán miembro
de las Reales de la Historia y Nobles Artes De San Fernando; son varios los que hablan
de su magnificencia como Ramón Pérez de Ayala en “Lugar Asturiano” o Constantino
Cabal en su libro “Covadonga”. Pero no es hasta 1877 que se vuelven a iniciar las
obras de la basílica sobre los planos de Lucas Palacios y de Frassinelli con el señor Sanz
y Forés, en cuyo proyecto hablan de la basílica como un edifico de sobriedad
germánica.A la marcha del señor Sanz y Forés su sucesor Herrero y Espinosa de los
Monteros encuentran las arcas vacías y paralizan de nuevo la obra y no es hasta 1901
que es rematada según plano definitivo de Aparici y Soriano siendo el obispo Fray
Ramón Martínez Vigil.
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5. SIGLO XIX – BASÍLICA SANTA MARÍA LA REAL DE COVADONGA-COMENTARIO
HISTÓRICO ARTÍSTICO
Con la llegada del romanticismo y la exaltación tanto natural como nacional que este
conlleva se redirige la mirada hacia Covadonga, su origen mítico. Se deja atrás la idea
de colocar un templo delante de la Cueva, asentando la basílica en el cerro de El Cuetu,
no restándole así protagonismo ni al Auseva ni a la Cueva, manteniendo los valores
tradicionales de esta. Tras la caída de la monarquía Isabelina, el ensayo de Amadeo de
Saboya y la efímera primera república la coyuntura y valores de la Restauración
terminan de solidificar la estrecha relación entre Covadonga y la Corona.
Alfonso XII encenderá el primer barreno para la voladura de El Cuetu, con la Infanta
Isabel como madrina en diversos acontecimientos del santuario. Asimismo, los Obispos
Benito Sanz y Forés y fray Ramón Martínez Vigil abordaron enormes tareas de
renovación y ampliación del conjunto para paliar la pobreza que aún le asolaba y
construir un templo digno, además de restaurar la Santa Cueva. A la cueva se le añadió
una pequeña capilla o camarín, mientras que el templo inicia su desarrollo con la
estrecha colaboración de Roberto Frassinelli y el Canónigo Máximo de la Vega.
En 1874 bajo el mando de Frassinelli se pone a primera piedra del camarín de estilo
ecléctico, esta construcción ubicada donde supuestamente había estado un templo
erigido por Alfonso I en el siglo VIII pone fin a la concepción tradicional desde El
Templo del Milagro que cerraba la Cueva, además de restaurar el templo de la colegiata
de San Fernando. El templo basilical debido a problemas económicos pospone la
colocación de su primera piedra hasta el año 1877, el alemán elaboró su idea definitiva
colaborando con Sanz y Forés, el arquitecto diocesano Lucas Palacios, que proporcionó
la autorización profesional, el ingeniero Javier Sanz, el maestro de obras Mariano Esbrí
y el canónigo Máximo de la Vega.
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Se retomó la obra en 1884 de la mano del nuevo obispo Fray Martínez Vigil, quien
decidió sustituir a Frassinelli por un arquitecto de carrera, Federico Aparici al
encontrarse las arcas vacías y ausencia de planos. Aparici habiéndose formado en
Madrid poseía un rico conocimiento en el arte historicista de la época, así como de la
obra de Viollet-le-Duc, identificando en los revivals medievalistas la recuperación de
una arquitectura “auténticamente cristiana”.
En 1888 remitió los planos a la Academia de San Fernando, quienes le dieron el visto
bueno para comenzar el proyecto. Frente a la carencia de trazas, Aparici formuló su
proyecto basándose en muros ya realizados, modificando la cubierta prevista
inicialmente para la cripta, asegurando la terraza perimetral del templo y optando por
bóvedas de doble tabicado con ladrillo hueco frente al sillarejo, atendiendo a razones de
ligereza y economía.
El resultado: un templo basilical de tres naves con transepto y cabecera de tres ábsides
siendo el central el más destacado. La nave central de mayor altura que las laterales y
cubiertas por bóvedas de arista. En la fachada destaca las dos torres rematadas por
agujas que flanquean el pórtico de arcada triple con arcos de medio punto y columnas
corintias con hojas de acanto. Esto emparenta el templo con la obra prerrománica del
Naranco.
Desde el exterior se observa una planta de cruz latina, pero en el interior desaparecen
los brazos salientes, ya que están ocupados por sacristías. Podemos destacar la tonalidad
rosácea que da el tipo de piedra caliza al templo, creando contrastes con el verde del
paisaje.Tiempo después de su inauguración el 8 de septiembre de 1926 se coloca en la
puerta de acceso los bustos de los prelados Benito Sanz y Fores y Ramon Martínez
Vigil por su protagonismo en la construcción del edificio, ambos realizados por
Mariano Benlliure. En el interior destacan algunas imágenes como la nuestra señora que
recibe el culto en el altar mayor y es obra del escultor Juan Samso. Además de los
cuadro de la Proclamación del Rey Pelayo de Luis de Madrazo y la escena de la
Anunciación realizado por Vicente Carducho
De nuevo, el autor Vidal de la Madrid apunta que el arquitecto se vio condicionado por
la orientación estilística de la cripta, que a su llegada se encontraba casi finalizada,
desarrollando su proyecto siguiendo el gusto romántico de inspiración europea. De esta
manera, conservó algunos aspectos del proyecto de Frassinelli, como las dos torres, la
arquería de la fachada y algunos recursos decorativos, proporcionando al conjunto una
orientación más francesa, en la línea de las soluciones propuestas por Viollet-le-Duc, en
el momento de su construcción la propuesta fue vista como un modelo para la
arquitectura española de inspiración medieval, pero su influencia posterior resultó
escasa. Así tras diecisiete años se concluyen las obras de la basílica y la reorganización
de la vida capitular con los Estatutos de 1901, el santuario se configura así como un
lugar santo donde los habitantes de España podían observar el origen más remoto de su
pueblo. La obra puede ponerse en relación con las basílica de Santa María Magdalena
de Vézelay y la basílica de San Sernin de Turín.
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6 INTERVENCIONES-RESTAURACIONES Y USO ACTUAL DEL MUSEO Y COLECCIONES
En cuanto a las alhajas, tras el incendio de 1777, se solicitó un préstamo de las alhajas
litúrgicas más urgentes a la catedral de Oviedo y otras fueron donadas. Respecto a las
existentes en el santuario, muchas se perdieron y las demás fueron recopiladas en
inventarios. Para analizar las alhajas antes del incendio nos basamos en los textos de los
acuerdos capitulares de la Colegiata. Para el proceso de reposición de los tesoros,
durante finales del siglo XIX y principios del XX, partimos de otros documentos de los
acuerdos capitulares y un inventario de las alhajas.
A finales del siglo XVII el santuario no tenía grandes recursos económicos, por lo que
tuvo que vender una serie de alhajas. Posteriormente, sobre 1720, se usaban alhajas
menores fundidas como método de pago. En 1725 se habla de una nueva corona y
rostrillo para la imagen de Covadonga, para ello se seleccionó entre las alhajas una
cantidad de plata para estas obras.
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En 1730 se realiza un inventario de todas las alhajas, como resultado del vínculo y
compromiso de la Corona con el santuario cuando el rey nombra un nuevo sacristán
(Gonzalo Ruiz de Junco) al que se le traspasan todas ellas.
Tras la confección de este inventario hubo un incremento de alhajas, que se entregaron
al sacristán y se redactaron en listas, aunque cortas y poco concretas, aunque sí figuran
nombres de donantes. Además, se renovaron los muebles litúrgicos del santuario,
también con ayuda de donantes, como el órgano. También se colocaron ventanas con
vidrieras en la iglesia de abajo y en la de arriba, se realiza un nuevo confesionario y
sillas para el coro. Durante el reinado de Fernando VI, la reina Bárbara de Braganza
dona un rico terno. En 1754 se recogen devociones hacia Nuestra Señora de Covadonga
en tierras americanas entre los emigrantes asturianos, con donaciones o envíos fallidos
de alhajas y ofrendas. Los ornamentos litúrgicos y otros objetos del santuario se
renovaban según la necesidad de decoro y la disposición económica.
Con el incendio las alhajas quedaron muy dañadas, fundidas o medio destruidas. Las
monedas de tres arcas se salvaron. Después de medio año desde el préstamo de la
catedral se devuelven las alhajas, y se plantean reponer las piezas de plata.
El esfuerzo del cabildo tras el incendio se centró en la reconstrucción de la iglesia,
reclamando constantemente el apoyo real en la corte, pero hubo muchas dificultades. A
pesar de haber repuesto parte de las alhajas, volvieron a desaparecer por la guerra de la
Independencia, gracias al requisamiento de los metales preciosos que el gobierno
reclama a la Iglesia. El 1827 se encarga una corona para la Virgen de plata sobredorada
y se renueva su vestido.
En la segunda mitad del siglo XIX, Covadonga recibió un nuevo apoyo de la
monarquía, con la visita de Isabel II. Se inició la construcción del nuevo templo que se
consagró en 1901. Los duques de Montpensier visitaron el lugar en 1857, y donaron
alhajas. La visita de la reina también contribuye a la adquisición de nuevas alhajas como
dádivas reales, de gran valor.
En 1874 se encargaron para la Virgen una corona y un rostrillo de plata. Fue un periodo
muy positivo, y tras la consagración aún más. El duodécimo centenario de la batalla
celebrada en Covadonga promueve un nuevo alhajamiento. Hubo numerosas donaciones
por parte de los asturianos residentes en América Central.
Con la guerra de 1936 supuso una gran pérdida del patrimonio, incluso la imagen de la
Virgen estuvo desaparecida hasta 1939. Hubo numerosas ofrendas y peregrinaciones
hacia ella, alhajas personales y religiosas de todo tipo. Muchas de ellas se conservan en
la actualidad.
1. Uso actual y colecciones del museo:
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Escolanía, que por su nobleza y sus dimensiones servía para albergar la importante
colección. Al conseguir esta nueva ubicación, se modernizan las instalaciones acorde a
las nuevas tendencias.
Co
En un primer momento, el museo acoge las ofrendas que a lo largo del tiempo han ido
brindando los fieles a la Virgen. Estos exvotos fueron expuestos durante un largo
periodo de tiempo en un salón dentro de la Casa Capitular, frente a la basílica, y era
conocido como el Tesoro de la Santina. Durante algunos años se mostraron los “tesoros
de la Virgen” y una importante exposición sobre el Santuario, pero en el año 2018 la
muestra se dirige a los diecisiete retratos de los Reyes de España cedidos por el Museo
del Prado, sumados a las piezas dedicadas a la batalla de Covadonga. También deben
tenerse en cuenta las obras no expuestas que se encuentran formando parte del fondo del
museo en otro inmueble de tres plantas.
Actualmente, el museo conforma tanto una gran parte de las piezas expuestas en la
destacada exposición Covadonga, Iconografía de una devoción, como los propios
fondos del museo. Así se puede conocer la transformación del Santuario desde la época
de Don Pelayo hasta la actualidad, con 133 piezas de todo tipo: pintura, fotografía,
orfebrería, textiles, joyería, dibujos, grabados, estampas, esculturas, etc. El objetivo de
ésto es conseguir que el Museo de Covadonga se encuentre bajo los criterios
museográficos modernos a nivel local y estatal, por lo que en el año 2022 se ordenó una
remodelación que ha comenzado en febrero de 2023 y que pretende prolongarse durante
seis meses bajo el mecenazgo del arzobispado de Oviedo y de la Fundación María
Cristina Masaveu Peterson, que han colaborado unidos en la documentación detallada
de la colección a través de un extenso catálogo, cuya investigación ha sido dirigida por
Vidal de la Madrid y su grupo “Cean Bermúdez” de la Universidad de Oviedo.
El catálogo de la colección
La mayor parte de la muestra son objetos de naturaleza suntuaria. Respecto a las piezas
de orfebrería y los metales de carácter religioso, nuestra atención se dirige a los cálices,
realizados entre los años XVII y XX. También es muy destacable la colección de ocho
Crucificados de marfil. En cuanto a la escultura, es el sector del que menos disponemos,
ya que la propia del santuario se perdería en el incendio. Aun así, se produce una
recuperación con las donaciones que se realizan a posteriori. Por la riqueza de ésta, se
distingue una casulla entre las ropas litúrgicas que puede haber formado parte de un
terno regalado por la reina Bárbara de Braganza. Completan la colección los dibujos,
grabados y relojes.
Entre las piezas más destacadas de la colección, podemos hacer una selección breve: en
cuanto a esculturas, destaca Nuestra Señora de Covadonga (1744-1777), de bulto
redondo, en madera tallada y policromada, y restaurada por doña Isabel Alonso en el
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año 2002. Muestra una singular talla estudiada por Francisco Crabiffosse, siendo la
única muestra en bulto conservada que representa la imagen de la virgen en el altar.
Reúne todos los motivos de la devoción, y ha sido desprovista de los postizos con los
que contaba anteriormente: (las coronas, la aureola o la mano diestra). También falta el
trono a los pies de la Virgen con el infante don Pelayo y su hijo Favila. Conocemos
únicamente que el tallista, de humilde condición y escasos recursos técnicos, se inspiró
en un diseño realizado en 1742 por el pintor ovetense Francisco Martínenz Bustamante,
donde la semejanza con esta estampa es evidente.
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espacio expositivo con una mayor accesibilidad, conforman la intención de otorgarle al
Museo de Covadonga una mayor proyección a nivel nacional e internacional.
BIBLIOGRAFÍA
FUENTES WEB
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https://www.elcomercio.es/asturias/oriente/comienza-remodelacion-museo-
covadonga-20230223001407-
ntvo.html?ref=https%3A%2F%2Fwww.bing.com%2F [consultado 06/03]
https://www.epe.es/es/asturias/20220713/museo-covadonga-ampliara-
contenidos-14075850 [consultado 06/03]
https://www.fundacioncristinamasaveu.com/portfolio/museo-de-covadonga-
catalogo-de-sus-colecciones/
https://santuariodecovadonga.es/el-museo/ [consultado 06/03]
https://www.fundacioncristinamasaveu.com/en/portfolio/en-museo-del-real-
sitio-de-covadonga/
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