Fuentes Menores para El Estudio de La Historiografía Latina de La Alta Edad Media Hispánica (Siglos VIII-X) (Huete, Mario) .

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FUENTES MENORES PARA EL ESTUDIO

DE LA HISTORIOGRAFÍA LATINA
DE LA ALTA EDAD MEDIA HISPÁNICA
(SIGLOS VII-X)

Mario Huete Fudio


Universidad Autónoma de Madrid

Consideraciones preliminares

La reciente elaboración de nuestro Trabajo de Investigación de Doc


torado ' nos ha permitido obtener una valoración crítica acerca de la
evolución y el estado actual de las investigaciones que tienen por objeto
la historiografía latina en la Península Ibérica durante los siglos del alto
y pleno Medievo. Varias son las conclusiones de interés que se despren
den de esta valoración; entre las más significativas, cabría señalar la es
casa atención y la falta de método con que han sido tratadas ciertas pie
zas menores de la historiografía medieval hispana con respecto de las
grandes producciones cronísticas. En efecto, frente al detalle y frecuen
cia con que estas últimas han sido publicadas y analizadas desde anti
guo por los especialistas, existe una serie de obras de más limitadas pro
porciones cuya edición y estudio se han venido descuidando de forma
reiterada, hasta el punto de que aún en la actualidad permanecen par
cial y deficientemente conocidas. Nos referimos a textos de tipología
tan dispar como los latérculos y nóminas reales, las genealogías, las cro
nologías o los anales, todos ellos dotados no obstante de un notable
valor historiográfico y caracterizados por unos acusados rasgos genéri
cos —brevedad, impersonalidad, concisión, compleja transmisión manus
crita— que han dificultado su estudio y favorecido en buena medida el

1 M. HUETE FUDIO, La Historiografía cristiana en los Reinos occidentales de la Penín


sula Ibérica (siglos VIH al Xlll). Estado de la cuestión. Madrid, Universidad Autónoma, 1994
(inédito).
6 MARIO HUETE PUD1O

tradicional abandono de que han sido objeto por parte de la investiga


ción. La presencia de las citadas características distintivas respecto de
las grandes producciones narrativas —crónicas e historias principalmen
te—, así como la falta de una designación que permita agrupar a este
tipo de piezas históricas breves, nos ha llevado a reunirías bajo la deno
minación global de fuentes menores, lo que desde el punto de vista me
todológico creemos que facilita su consideración conjunta.
Así pues, la necesidad de compensar en la medida de lo posible la
absoluta inexistencia de un estado de la cuestión dedicado a estas piezas
breves de la narrativa histórica hispano-latina medieval nos ha animado
a examinar algunas de ellas en las páginas que siguen. En este sentido,
hemos estructurado el análisis de las mismas en dos partes sucesivas,
correspondientes respectivamente a los dos objetivos que nos hemos pro
puesto para estas páginas: primeramente, resumir la evolución de las in
vestigaciones mostrando las aportaciones de los diferentes autores que
se han ocupado con mayor o menor profundidad de cada una de las
obras y recopilando la dispersa bibliografía correspondiente tanto a las
ediciones como a los estudios de que han sido objeto; a continuación,
exponer una valoración crítica que nos permita señalar aquellos aspec
tos aún no suficientemente aclarados en el análisis de estas piezas me
nores, así como aportar ¡deas y plantear cuestiones de cara a estudios
más especializados acerca de las mismas.

El latérculo y la nómina real:


definición genérica v caracteres comunes

Dentro de la variada tipología de obras que hemos agrupado bajo la


denominación de fuentes menores, las que vamos a examinar en este tra
bajo pertenecen a dos ciclos historiográficos bien conocidos —el visigo
do y el asturleonés— y a dos géneros claramente diferenciados, aunque
escasamente estudiados en el ámbito hispánico: el latérculo y la nómina
real. Constituye el primero una relación o catálogo de nombres de mo
narcas que incluye la duración de sus reinados respectivos. Su estructu
ra es heredada del latérculo consular e imperial romano; en ella se ex
presa el nombre regio y a continuación la duración de su gobierno por
medio de la expresión regnavit annos X menses Y (lies Z en su forma
más completa, si bien es frecuente la falta de alguno de estos datos. Por
lo que respecta a la nómina, se distingue ésta por aportar la lista de los
nombres reales sin añadir ninguna indicación cronológica complementa
ría, señalando únicamente la sucesión ordenada de los monarcas en el
tiempo, por lo general mediante las cláusulas post o deinde.
FUENTES MENORES PARA EL ESTUDIO DE LA HISTORIOGRAFÍA... 7

Ya anteriormente aludíamos de manera general a las características


comunes que otorgan a estas piezas una especial complejidad en lo re
ferido a su estudio. Al igual que las demás fuentes menores, el análisis
del latérculo y la nómina real se ve notablemente dificultado por cuatro
circunstancias principales, ligadas a otros tantos rasgos intrínsecos de
ambos géneros historiográficos: su impersonalidad, dado que las puntua
les informaciones que aportan rara vez permiten columbrar la personali
dad de los autores; su brevedad y concisión informativa, en cuanto que
ambos tipos de listas reales están rígidamente sujetas a sus respectivas
estructuras formales; y por último —debido en buena parte a su imper
sonalidad—, su carácter de textos abiertos a innumerables interpolacio
nes, modificaciones y ampliaciones durante su transmisión, lo que por
otro lado ha ocasionado frecuentemente la conservación de numerosas
recensiones con importantes diferencias entre sí. Como más adelante ten
dremos ocasión de comprobar, todas estas circunstancias dificultan de
manera muy notable algunas de las labores más importantes en el análi
sis de estas piezas breves, tales como la distinción de las diferentes eta
pas cronológicas en su elaboración —diferenciando la redacción original
de las ampliaciones sucesivas—, el establecimiento de las relaciones de
dependencia existentes entre estas fuentes menores y su influencia en el
resto de la producción historiográfica de la época.

1. El Laterculus recum Visigothorum 2

Con esta denominación3 conocemos un catálogo de los reyes godos


que consigna la duración de sus respectivos gobiernos y que ha llegado

2 Publicado en diversas ocasiones desde el siglo xvi, el Laterculus regum Visigothorum


ha conocido modernamente las siguientes ediciones: Nomina Wisigothorum ab era CCCC.
Ed. J. TAILHAN en Anonyme de Cordoue. Chmnique rimée des derniers mis de Toléde el de
la conquéte de VEspagne par les Árabes. París, 1885, pp. 197-198 y lám. XX (edición de la
recensión del códice Legionense); Chronica regum Visigothorum. Ed. K. ZEUMER en Monu
mento Cermaniae Histórica, Fontes iuris Germanici antiqui /.../, V: Leges Visigothorum an-
tiquiores. Hannoverae et Lipsiae, 1894, pp. 314-316; Laterculus regum Visigothorum. Ed. Th.
MOMMSEN en Monumento Germaniae Histórica, Auctores Antiquissimi XIII, Chronica Mino
ra III. Berolini, 1898, pp. 464-469 (edición según 12 manuscritos); Chronica regum Visigo
thorum. Ed. K. ZEUMER en Monumento Germaniae Histórica, Legum sectio I: Leges natio-
num Germanicarum, Leges Visigothorum I. Hannoverae et Lipsiae, 1902. pp. 457-461 (edi
ción según 11 manuscritos); Chronicon regum Visigothorum et Francorum. Ed. L. A. García
Moreno en «Sobre un nuevo ejemplar del Laterculus regum Visigothorum», en Analecta
Sacra Tarraconensia, XLVII (1974), pp. 8-10 (edición de la recensión inédita del códice Es-
curialensis Z.II.2). Como puede verse, se hace precisa una nueva edición crítica del Latercu
lus que incluya todos los manuscritos conocidos de esta fuente.
' Antiguamente conocido también, según los editores, con los nombres de Cronicón de
8 MARIO HUETE FUDIO

hasta nosotros con notables diferencias según las versiones conservadas.


Por lo general, el Laterculus regum Visigothorum se ha transmitido aso
ciado al Líber Iudicum en los diferentes manuscritos que contienen este
importante texto jurídico visigodo; en opinión de algunos autores, esta
circunstancia se debe a que su finalidad era la de proporcionar una refe
rencia cronológica a las leyes recopiladas en el Líber, correspondientes
a distintos monarcas, imitando para ello la costumbre romana según el
modelo representado por el Codex Theodosianus4.
La existencia en la actualidad de un número considerable de recen
siones del Laterculus ha supuesto, por consiguiente, la presencia de no
tables variantes originadas en gran medida durante su transmisión ma
nuscrita 3; estas diferencias afectan a los datos contenidos en el texto y
muy especialmente al comienzo y final del mismo, por lo que dificultan
sobremanera el análisis interno de esta fuente y el establecimiento de
una cronología para su redacción. En la mayor parte de las versiones
conservadas el catálogo real se inicia con la mención de Atanarico como
primer rey de los godos, existiendo en este sentido una considerable
uniformidad; por el contrario la complejidad es grande en lo que res
pecta a la finalización del texto, ya que frente a un pequeño grupo de
ejemplares del Laterculus que coincide en este aspecto, los demás han
experimentado continuaciones y ampliaciones diversas según los manus
critos 6.
Uno de los primeros autores que profundizó con detalle en el estu
dio de esta fuente menor fue el agustino E. Flórez7, a quien tanto debe
la historiografía medieval española. Abundando sobre lo ya dicho por

Wulsa o Chronica regum Visigothorum. En nuestro estudio hemos preferido utilizar la intitu
lación de Mommsen, más ajustada a la tipología específica de esta fuente.
* Cfr. Th. Mommsen. op. cit.. p. 461: L. A. García Moreno, op. cit., p. 5.
5 Para todo lo relativo a la tradición manuscrita del Laterculus regum Visigothorum, cfr.
Th. Mommsen, op. cit., pp. 461-463. y K. Zeumer, op. cit. (1902), pp. XIX-XXV, si bien
ninguno ofrece una propuesta de stemma codician que aclare un tanto la compleja transmi
sión textual de esta fuente. Para el caso concreto del manuscrito Escurialensis Z.II.2, no co
lacionado por los dos autores citados, cfr. L. A. García Moreno, op. cit., pp. 6-7.
6 Especificamos a continuación el límite final del Laterculus para cada uno de los
manuscritos: Vaticanus reginae Chrístinae n. 1024 (s. vni), hasta Tulga; primera pane del
Parísinus Lat. 4667 (s. IX in.) y Hauniensis n. 805 (s. XIV). hasta Recesvinto; Conimbricen-
sisS. Crucis n. 83 (s. XII). hasta Wamba; Parisinus Lat. 4668 (s. IX), Parisinus Lat. 4418
(ss. IX ex.-X in.), Parísinus Lat. 1557 (s. x) y Ovetensis o Pelagianus (s. XII). hasta Ervigio;
Soríensis, hasta Vitiza; continuación del Parísinus Lat. 4667 y Gorlizianus (ss. xn ex.-XII!
in.), hasta Achila y Ardo, omitiendo a Rodrigo: Legionensis S. Isidorí (B.N. Vitr. 14-5. s. XI)
hasta Rodrigo, enlazando después con los monarcas asturleoneses; Escurialensis S. Laurentii
Z.II.2 (s. XI in.), hasta Rodrigo, enlazando con los reyes francos. Para más detalles sobre los
distintos manuscritos, vid. supra nota 5.
7 E Flórez, «De la Chronica de los Reyes Visigodos, intitulada vulgarmente de Vul-
sa», en España Sagrada, II. Madrid, I754:. pp. 169-182 (estudio y edición).
FUENTES MENORES PARA EL ESTUDIO DE LA HISTORIOGRAFÍA... 9

los escritores precedentes, Flórez destacó de manera especial la exacti


tud de las indicaciones cronológicas del catálogo real, si bien sus más
interesantes observaciones tuvieron por objeto las cuestiones relativas a
la autoría y época de redacción de esta pieza. El estudio interno del tex
to permitió a este investigador advertir tres etapas sucesivas en la elabo
ración del mismo, correspondientes a otros tantos autores distintos: una
redacción fundamental, que abarcaría hasta incluir la mención de la su
bida al trono de Ervigio (a. 680) y que habría sido elaborada durante el
reinado de este monarca; una primera continuación, anotada más tarde
por distinta mano, alusiva a la elección y consagración de Egica (a.
687); y una segunda ampliación, añadida posteriormente para referir la
consagración de Vitiza (a. 700), que Flórez considera obra de un escri
tor diferente a los dos anteriores. Por lo que respecta a la autoría con
creta de las diversas partes, este investigador descartó razonadamente la
tradicional atribución de su redacción fundamental a San Julián de Tole
do o al supuesto prelado Wulsa, fruto este último de la errónea lectura
del incipit en algunos manuscritos del Laterculus; de la misma manera,
dudó Flórez en asignar respectivamente las dos continuaciones mencio
nadas a los obispos Félix y Gunterico —sucesores de San Julián en la
sede toledana—, mostrando gran prudencia al incluir el catálogo real
godo entre las obras anónimas de la época.
Sobre la base de las conclusiones de Flórez, la publicación a finales
del siglo xix de las primeras ediciones críticas de esta obra dio lugar a
nuevas reflexiones sobre la misma. Como apéndice a la Crónica Mozá
rabe de 754, J. Tailhan imprimió el Laterculus en su recensión del códi
ce Legionense, única de las conservadas en la que el catálogo real visi
godo enlaza sin solución de continuidad con los monarcas asturleoneses,
como anteriormente hemos apuntado s. El mencionado autor consideraba
esta versión como una simple tabla cronológica compuesta en su redac
ción primitiva al término del gobierno de Ordoño I (850-866) y a la
que con posterioridad se habría añadido una continuación hasta alcanzar
el año 954, cuarto del reinado de Ordoño III9. Algunos años más tarde,
Th. Mommsen dio a la luz la que todavía puede considerarse la mejor
edición crítica de las realizadas del Laterculus regum Visigothorum. En
el breve comentario que la acompaña, el autor citado consideraba pro
bable que la recensión primitiva de esta pieza historiográfíca solamente
alcanzase hasta la mención de Recesvinto (649-672), monarca compila
dor del Líber Iudicum al que, según ya apuntábamos anteriormente, apa-

8 Esta prolongación del Laterculus regum Visigothorum en la recensión Legionense —es


decir, desde don Pelayo hasta Ordoño III (a. 954)—, fue designada por L. Barrau-Dihigo con
el nombre de Laterculus Legionensis.
' J. Tailhan, op. cit., pp. 195-196.
IO MARIO HUETE FUDIO

rece por lo general asociado el catálogo real como referencia cronológi


ca; con posterioridad —supone el investigador alemán—, sobre este tex
to original se habrían realizado diferentes ampliaciones que se han con
servado en las recensiones del Laterculus actualmente conocidas l0.
Más recientemente, algunos autores han hecho alusión a la fuente
que aquí nos ocupa, aunque siempre de manera muy superficial. En sus
respectivos estudios de conjunto dedicados a la historiografía española,
R. Ballester " y B. Sánchez Alonso 12 se limitaron a repetir las conclu
siones de Flórez, subrayando ambos el valor de esta pieza como fuente
histórica dada la gran exactitud de sus indicaciones cronológicas. Por su
parte, M. C. Díaz y Díaz n ha citado el Laterculus en su relación de
escritos hispano-latinos medievales, atribuyendo a su composición una
data posterior al año 680 —en lo que acepta la hipótesis de Flórez—,
pero sin ofrecer mayores precisiones en este sentido. El más moderno
trabajo dedicado a esta pieza menor de la historiografía visigoda corres
ponde a L. A. García Moreno, quien dio a la luz una recensión del catá
logo visigodo ya desde antiguo conocida pero hasta entonces inédita,
existente en un códice del Líber ludicum fechado el año 1012 14. Las
analogías advertidas en la colación de su texto con las demás recensio
nes conocidas del Laterculus, permitieron al mencionado autor sugerir
la inclusión del nuevo ejemplar en un grupo bien definido dentro de la
tradición manuscrita de esta fuente menor ".

10 Th. Mommsen, op. cit., p. 461. Fundamenta este autor su hipótesis sobre la circuns
tancia de que en dos de los manuscritos del Laterculus —el Parisinus Lat. 4667 (s. IX in.) y
el Hauniensis n. 805 (s. xiv), ambos similares entre sf— el catálogo real se interrumpe tras
la mención del gobierno de Chindasvinto durante la asociación al trono de su hijo Recesvin-
to, es decir, inmediatamente antes de consignar la duración total del reinado en solitario de
este último.
" R. BALLESTER Y Castell, Las fuentes narrativas de la Historia de España durante
la Edad Media (417-1474). Palma de Mallorca. 1908, pp. 22-23.
12 B. SÁNCHEZ Alonso, Historia de la historiografía española, ¡: hasta la publicación
de la Crónica de Ocampo (...-1543). Madrid. 19472, p. 76.
11 M. C. DIaz Y DIaz, índex Scriptorum Latinorum Medii Aevi Hispanorum. Salaman
ca-Madrid, 1959, núm. 241. Del mismo autor, cfr. también «La transmisión textual del Bicla-
rense», en Analecta Sacra Tarraconensia, XXXV (1963), pp. 57-76 (trabajo posteriormente
publicado en De Isidoro al siglo XI. Ocho estudios sobre ¡a vida literaria peninsular. Barce
lona, 1976, pp. 117-140), donde indirectamente se trata acerca de algunos de los manuscritos
que nos han transmitido el Laterculus regum Visigothorum.
" Biblioteca del Monasterio de San Lorenzo de El Escorial, ms. Z.II.2. Para la descrip
ción del mencionado códice, vid. la bibliografía aportada por L. A. García MORENO, op. cit.,
pp. 6-7.
15 Ibidem, pp. 10-12.
FUENTES MENORES PARA EL ESTUDIO DE LA HISTORIOGRAFÍA... 1 1

Ya apuntábamos líneas arriba que el principal problema que plantea


el análisis del Laterculus regum Visigothorum radica en dilucidar su
transmisión textual; constituye ésta una tarea especialmente delicada por
cuanto que no sólo habría que distinguir la redacción primitiva respecto
de las sucesivas ampliaciones posteriores, sino también diferenciar en
estas últimas las diferentes etapas en su elaboración. Para ello, no sola
mente juzgamos precisa la detenida colación de las diversas versiones,
sino también el examen codicológico de los manuscritos respectivos en
que aquéllas se han conservado. Hasta la fecha no conocemos estudio
alguno en que se haya abordado esta compleja labor —tan sólo parcial
mente iniciada por L. A. García Moreno con ocasión del análisis de la
inédita versión Escurialense—, la cual se ve dificultada además por la
ausencia de una moderna edición crítica del Laterculus.
No es mucho, así pues, lo que puede afirmarse con cierta seguridad
en el estado actual de las investigaciones. Por nuestra parte, juzgamos
muy acertada la hipótesis expuesta por Th. Mommsen en el sentido de
situar la elaboración de la redacción primitiva durante el gobierno de
Recesvinto —monarca compilador del Líber Iudicum al cual van asocia
das la mayor parte de las versiones conservadas del catálogo real—. Pa
rece lógico suponer que a partir de este texto fundamental se habrían
ido añadiendo con posterioridad las diferentes continuaciones, nacidas
como actualizaciones cronológicas de la lista original al compás de su
transmisión manuscrita; así, consideramos muy probable que a la muer
te de Wamba se realizara una pequeña adición —según parece confir
marlo uno de los manuscritos "— y que durante el reinado de Ervigio
tuviera lugar otra ampliación de la redacción primitiva que abarcaría
hasta la entronización del citado monarca, ya que en este punto coincide
el término del catálogo real en cuatro de sus versiones ", como ya ob
servó E. Flórez. A partir de este momento, conocemos cuatro continua
ciones del Laterculus tan diferentes entre sí como lo son los respectivos
manuscritos en que se nos han conservado; es por ello que no nos atre
vemos a aventurar conclusión alguna acerca de las mismas, pues se re
queriría un estudio detallado y particular con el fin de situar cronológi
camente el momento de su redacción '*.
Otra de las cuestiones que permanecen aún por estudiar con el debi
do detenimiento es la referida a la influencia del Laterculus regum Visi-

16 Conimbricensis S. Crucis n. 83.


17 Parisinus Lat. 4668 (s. IX), Parisinus Lat. 4418 (ss. K ex.-x in.). Parisinus Lat. 1557
(s. X) y Ovetensis o Pelagianus (s. XII). Cfr. Th. MOMMSEN, op. cil.. pp. 462 y 468.
1S Continuaciones de los códices Soriensis, Parisinus Lat. 4667-Gorlizianus, Escurialen-
sis y Legionensis. Para el caso concreto de este último, vid. infra el examen del Laterculus
Legionensis.
12 MARIO HUETE FUDIO

gothorum en la narrativa histórica medieval. La gran exactitud de sus


indicaciones cronológicas y la conservación en la actualidad de numero
sas versiones del mismo habrían favorecido a nuestro juicio la amplia
difusión del catálogo visigodo, por lo que su utilización por parte de la
historiografía posterior no debió ser pequeña: así, J. Gil ha admitido la
consulta del catálogo real gótico por parte de los respectivos compilado
res de la versión Rotense de la Crónica de Alfonso III" y de la Albel-
dense20, mientras que por otro lado C. Sánchez-Albornoz2I consideraba
que los anónimos autores del primitivo Laterculus regum Ovetensium
habrían utilizado igualmente los datos suministrados por el catálogo real
visigodo. Aun faltando un pormenorizado estudio sobre este aspecto, los
ejemplos mencionados podrían representar un indicio de la utilización
del latérculo visigodo por parte de la historiografía medieval, en espe
cial como instrumento de referencia histórica y fuente de datos cronoló
gicos.

2. El Laterculus regum Ovetensium n

El estudio de las fuentes narrativas latinas relacionadas con los orí


genes del reino astur llevó al investigador francés L. Barrau-Dihigo23 a
suponer la existencia de una primitiva obra de carácter analístico que

19 J. Gil Fernández, «La transmisión manuscrita de la Crónica de Alfonso III», en Cró


nicas asturianas. Oviedo, 1985, p. 76.
20 Concretamente, en el pasaje intitulado Ordo Gentis Gothorum. Cfr. J. GIL FERNÁN
DEZ, «La Crónica Albeldense», en Crónicas asturianas, p. 98.
31 C Sánchez-Albornoz, «Dónde y cuándo murió Don Rodrigo, último rey de los
Godos», en Cuadernos de Historia de España, III (194S), p. SO.
23 Frecuentes han sido las ediciones que desde antiguo han conocido las diversas piezas
analfsticas en las que se nos ha transmitido refundido el primitivo Laterculus regum Oveten
sium, por lo que en cada caso citaremos la publicación más reciente o autorizada, según los
dos ciclos analísticos principales:
Ciclo analístico compostelano: Chronicon Compostellanum, también denominado Chroni-
con ex Historiae Compostellanae códice. Ed. E. FALQUE Rey en «Chronicon Compostella
num», en Habis, 14 (1983). pp. 73-83; Chnmicon tríense. Ed. M. R. GARCÍA ÁLVAREZ en
«El Chronicon Iliense. Estudio preliminar, edición crítica y notas históricas», en Memorial
Histórico Español, L (1963), pp. 1-240; Cronicón llamado de Vaseo. Ed. Th. Mommsen en
Monumento Germaniae Histórica, Auctores Antiquissimi XI, Chronica Minora II. Berolini,
1894. p. 168.
Ciclo analístico conimbricense: Cfr. la edición de los Annales Portugalenses Veteres ofre
cida por P. David en «Annales Portugalenses Veteres», en Eludes historiques sur la Galice et
le Portugal du vie au Xlle siécle. Lisboa, 1947. pp. 291-310.
31 L Barrau-Dihigo, «Recherches sur l'histoire politique du royaume asturien (718-
910)», en Revue Hispanique, LII, (1921), pp. 27-31. Trabajo posteriormente publicado en
español como Historia política del reino asturiano (718-910). Gijón, 1989, pp. 33-34.
FUENTES MENORES PARA EL ESTUDIO DE LA HISTORIOGRAFÍA... 13

habría sido compuesta en Asturias durante los primeros años del gobier
no de Alfonso II (791-842) y que, por tanto, constituiría la más antigua
manifestación historiográfica de los reinos cristianos del norte peninsu
lar tras la invasión musulmana. Según su hipótesis, esta temprana fuente
—que no conservamos en su recensión originaria— habría sido refundi
da con posterioridad a su elaboración en algunos documentos analísticos
procedentes de la zona noroccidental peninsular, como lo prueba la exis
tencia de notables semejanzas textuales entre ellos: el Chronicon Com
plutense o Alcobacense, el Chronicon Conimbrigense IV, el Laterculus
Legionensis, el Chronicon Compostellanum y el Chronicon Lusitanum.
De la detenida colación de las dichas piezas historiográficas, Barrau-Di-
higo dedujo además que esos primitivos anales astures podrían haber
estado constituidos en su redacción original por dos elementos textuales
diferentes: por un lado, una relación que abarcaría desde la emigración
de los godos de su país de origen hasta la derrota del reino visigodo en
tiempos de Rodrigo; por otro, una nómina de los monarcas desde Pela-
yo hasta la entronización del Rey Casto (a. 791). Interesado en el apro
vechamiento de las mencionadas fuentes analísticas para la datación del
gobierno de los monarcas asturleoneses, también advirtió 3arrau-Dihigo
cómo en algunas de las mismas se omitía la mención de Bermudo I el
Diácono (788-791), sucesor de Mauregato. Sin embargo, el citado autor
se limitó a señalar de manera sucinta esta circunstancia así como algu
nas de las más destacadas particularidades cronológicas de las citadas
obras, concluyendo con la afirmación de su escasa utilidad histórica y
sin profundizar más en su estudio ni proponer denominación alguna para
los supuestos anales asturianos de la época del Rey Casto.
Algunos años más tarde, con ocasión de sus investigaciones en torno
a la realidad de una perdida crónica de tiempos de Alfonso II, C. Sán
chez-Albornoz 24 llega a considerar nuevamente la existencia de unos
desaparecidos anales como forma más primitiva de la historiografía as-
tur. Recogiendo la hipótesis ya planteada por Barrau-Dihigo, Sánchez-
Albornoz confirma la presencia en algunas de las más tempranas obras
analísticas de la España cristiana, de un antiguo texto al que supone re
fundido en aquéllas con posterioridad a su redacción original, datable
en los primeros tiempos del gobierno del Rey Casto. Profundizando algo
más en la cuestión con respecto a lo ya establecido por el investigador
francés, Sánchez-Albornoz designa al citado texto con el nombre de

24 C. SÁNCHEZ-ALBORNOZ, «¿Una crónica asturiana perdida?», en Investigaciones sobre


Historiografía hispana medieval (siglos VIH al XII). Buenos Aires. 1967, pp. 124-127. Trabajo
originalmente publicado en Revista de Filología Hispánica, Vil, 2 (1945), pp. 105-146; Cfr.
también, «Dónde y cuándo...», pp. 47-50.
14 MARIO HUETE FUDIO

Laterculus regum Ovetensium M y distingue dos grandes grupos o fami


lias analísticas, atendiendo tanto a los rasgos comunes como a las dife
rencias entre las varias recensiones en que aquél se transmite: por una
parte estañan el Chronicon Complutense o Alcobacense, el Chronicon
Conimbrígense IV, el Laterculus Legionensis y el Chronicon Lusitanum;
por otra, el llamado Chronicon de Vaseo, el Chronicon Compostellanum
y el Chronicon Iriense. Tampoco pasa desapercibida a Sánchez-Albor
noz la omisión en algunas de las fuentes citadas de la mención de Ber-
mudo I, aspecto que este autor explica a partir de diversas alteraciones
en los cómputos cronológicos. Sin embargo, establecida esta importante
clasificación de las fuentes en grupos o familias analísticas, Sánchez-
Albornoz se limitó a constatar las notables variantes advertidas entre
ellas sin entrar en su análisis pormenorizado, acaso por no desviarse del
tema principal de su estudio. En este sentido, el mencionado investiga
dor sugería la posibilidad de que ambas familias procedieran de una
matriz común, aunque no se aventuró a afirmar que ésta pudiese haber
sido o bien una primitiva relación de carácter analístico, o bien un texto
historiográfico más extenso, acaso la perdida crónica de tiempos de Al
fonso II.
Planteada de esta forma por los dos autores citados la cuestión de la
existencia de unos viejos anales como obra más primitiva de la historio
grafía astur, el mayor avance sobre este tema corresponde sin embargo
a las detenidas investigaciones de P. David 26. Profundizando sobre las
conjeturas ya expuestas por Barrau-Dihigo y Sánchez-Albornoz, la co
lación de los primeros testimonios historiográficos del área portuguesa
—Chronicon Conimbrígense, Chronicon Lusitanum, Annales Lamecenses
y Chronicon Complutense o Alcobacense— llevó a este autor a la iden
tificación en ellos de un grupo textual común compuesto por tres ele
mentos fundamentales, que en su conjunto denomina Annales Portuga-
lenses Veteres: en primer lugar, un breve esquema cronológico de la his
toria de los godos, desde la salida de su patria hasta la destrucción de
su reino en Hispania por obra de la invasión musulmana; seguidamente,
una lista de los reyes asturianos, desde Pelayo hasta la subida al trono
de Alfonso II el año 791; por último, una serie de notas analísticas rela
tivas casi exclusivamente a los territorios portugueses que se inicia con
la conquista de Coimbra por Almanzor el año 987 y cuyo final, según
las diversas recensiones, alcanza a los siglos xi o xii.

25 En nuestro estudio emplearemos esta denominación para aludir a los primitivos ana
les asturianos cuyo examen nos ocupa en estas páginas, evitando así los equívocos que pue
dan surgir de la inexistencia de una nomenclatura específica para la citada fuente de tiempos
de Alfonso II.
26 P. David, op. cit., pp. 257-340.
FUENTES MENORES PARA EL ESTUDIO DE LA HISTORIOGRAFÍA... 15

El detenido análisis de las mencionadas fuentes lusitanas permitió a


P. David la fijación del texto de estos Annales Portugalenses Veteres, lo
que constituye una aportación fundamental al tema que tratamos. Los
dos primeros elementos narrativos de este grupo —esto es, el esquema
de historia goda hasta la invasión musulmana y la lista de los monarcas
asturianos desde Pelayo hasta Alfonso II— fueron también reconocidos
por el citado autor en los primitivos textos analísticos de Galicia y As
turias, según él mismo afirma haber advertido. Sin embargo, interesado
exclusivamente por los testimonios historiográficos del área portuguesa,
P. David no llegó a extender sus investigaciones a esas fuentes de pro
cedencia asturiana y galaica emparentadas con los Annales Portugalen
ses, acerca de las cuales únicamente comenta la presencia de un esque
ma cronológico diferente al que se muestra en aquéllos ".
Al igual que los autores anteriormente mencionados, tampoco P. Da
vid deja de advertir la omisión de Bermudo I en la relación de los reyes
asturianos que forma parte de los Annales Portugalenses; no obstante,
las anomalías en el cómputo cronológico ya señaladas por Barrau-Dihi-
go y Sánchez-Albornoz le llevan a suponer que sí debió figurar el cita
do monarca en la primitiva redacción de esta nómina, siendo posterior
mente suprimido por considerar el anónimo escriba su gobierno como
ilegítimoM. De la misma manera, el citado autor destaca las importantes
diferencias existentes entre la historiografía asturiana del ciclo alfonsino
y el esquema cronológico presente en los Annales Portugalenses, lo que
le permitió apuntar una idea que consideramos fundamental: la ausencia
de toda ideología goticista en el texto que aparece en los Annales lusita
nos, los cuales en su opinión podrían representar los vestigios de una
concepción histórica más antigua que la que aparece en las crónicas al-
fonsinas, empeñadas en establecer la continuidad entre la monarquía vi
sigótica y la asturiana M. Por último, no solamente considera este autor
la existencia real de una temprana obra historiográfica de tiempos de
Alfonso II, sino que además sugiere su identificación con el esquema de
historia goda y la lista de los reyes asturianos presentes en los Annales
Portugalenses Veteres30; de esta forma, los dos citados elementos tex
tuales aislados por P. David en los más antiguos anales portugueses
constituirían la primitiva fuente asturiana intuida por Barrau-Dihigo y
denominada Laterculus regum Ovetensium por Sánchez-Albornoz.

" Se refiere P. David al Chronicon Compostellanum, al Chronicon Iliense y al denomi


nado Cronicón de Voseo. Cfr. op. cil., pp. 257 y 316-317.
» ¡bidem, pp. 326-327.
N ¡bidem, pp. 317-325.
*> ¡bidem, p. 328.
16 MARIO HUETE FUDIO

Habría que esperar más de veinte años para encontrar un nuevo tra
bajo relacionado en mayor o menor medida con el tema que venimos
considerando; se trata de un interesante recorrido por la historiografía
peninsular altomedieval debido al profesor M. C. Díaz y Díaz3I, quien
a lo largo del mismo se detiene brevemente en la cuestión que nos ocu
pa en estas páginas. Recogiendo las conclusiones formuladas por los au
tores antes mencionados, este investigador apoya igualmente la existen
cia de unos primitivos anales de tiempos de Alfonso II como manifesta
ción más antigua de la narrativa histórica astur, los cuales a su vez ha
brían servido de base a dos ciclos analísticos independientes entre sí: el
Compostelano —representado por el Chronicon Compostellanum y el
Chronicon Iriense— y el Conimbricense —compuesto por los Ármales
Portugalenses Veteres estudiados por P. David y sus recensiones poste
riores—. En opinión de Díaz y Díaz, dos son las piezas menores con
las que la primitiva fuente asturiana se encontraría vinculada: por una
parte con el latérculo real visigodo, con el que existen semejanzas for
males "; por otra con la denominada Nómina Leonesa, aunque son nota
bles las modifícaciones que ésta presenta respecto de los viejos anales
astures ". Siguiendo las ideas apuntadas por P. David, Díaz y Díaz su
braya con especial énfasis la desvinculación —que considera conscien
te— de los monarcas asturianos respecto del poder visigodo mostrada
por el texto de los primitivos anales, circunstancia ésta que achaca a la
reacción antitoledana surgida en Asturias en tiempos del Rey Casto M.
La más reciente alusión a la obra que ahora nos ocupa corresponde
a J. Gil3S. Aunque no apoya totalmente la idea de la existencia de una
crónica asturiana perdida, este investigador ha vuelto a insistir en la pro
bable redacción de un Laterculus regum Ovetensium en tiempos de Al
fonso II, obra que considera posteriormente utilizada como fuente en la
versión Rotense de la Crónica de Alfonso III y en la Nómina Leonesa.

Considerado como la más primitiva muestra de la historiografía as-


tur tras la invasión musulmana, el Laterculus regum Ovetensium consti-

11 M. C. DÍAZ Y DÍAZ, «La historiografía hispana desde la invasión árabe hasta el año
1000», en De Isidoro..., pp. 213-215. Trabajo originalmente publicado en La Storiografia Al-
tomedievale. XVII Settimane di studio del Centro Italiano di Studi sull' Alto Medioevo (Spo-
leto, 10-16 Aprile 1969). Spoleto, 1970. I. pp. 313-343.
" Ibidem, p. 213.
" Ibidem, pp. 227 y 230.
M Ibidem, pp. 213-214.
" J. Gil Fernández. «La transmisión manuscrita...», pp. 76 y 99.
FUENTES MENORES PARA EL ESTUDIO DE LA HISTORIOGRAFÍA... 17

tuye por ello una de las obras más problemáticas y a la vez interesantes
de cuantas estamos examinando en estas páginas. A esto hay que añadir
que los estudios que le han sido consagrados no representan sino una
aproximación a las numerosas cuestiones que aún suscita esta supuesta
fuente de tiempos de Alfonso II, de manera que no es mucho lo que las
investigaciones realizadas hasta el presente nos permitirían concluir con
una razonable seguridad.
En efecto, junto a las ya comentadas dificultades específicas que
plantea toda pieza del género menor para su análisis historiografía), en
este caso tropezamos además con la circunstancia de no haberse conser
vado el latérculo asturiano sino en refundiciones posteriores, como ya
hemos explicado; de esta manera, la imprescindible labor de fijación del
texto original requiere en nuestro caso el insoslayable estudio previo de
las numerosas piezas analísticas galaico-portuguesas en que aquél se en
cuentra inserto. En este sentido, los sucesivos trabajos de L. Barrau-Di-
higo, C. Sánchez-Albornoz, P. David y M. C. Díaz y Díaz han represen
tado otros tantos avances en la diferenciación de las dos principales fa
milias o ciclos textuales analísticos en que se nos ha conservado refun
dido el Laterculus regum Ovetensium: el Compostelano —integrado por
el Chronicon Compostellanum, el Chronicon lriense y el llamado Chro-
nicon de Vaseo— y el Conimbricense, representado por los Ármales Por-
tugalenses Veteres.
Según ya apuntábamos anteriormente, el detallado trabajo de P. Da
vid sobre los anales del área portuguesa permitió fijar el texto del an
tiguo latérculo ovetense en ellos contenido, el cual estaría compuesto
—como ya había advertido Barrau-Dihigo— por dos elementos textua
les yuxtapuestos: un breve resumen de la historia goda hasta la invasión
musulmana y un latérculo de los monarcas asturianos desde Pelayo has
ta la entronización de Alfonso II. Por el contrario, las piezas históricas
del ciclo analístico compostelano carecen todavía de un examen compa
rable que permita comprobar no solamente si es posible reconocer en
ellas el antiguo texto astur refundido, sino también —en caso afirmati
vo— diferenciar la estructura interna de éste 36. En este sentido, un exa-

* No son muchos los esludios dedicados a las tres piezas analísticas que integran el
denominado ciclo compostelano. Así, el Chronicon tríense ha sido modernamente examinado
por B. SÁNCHEZ ALONSO, op. cit., p. 154; por M. R. García Álvarez, op. cit.; y muy re
cientemente por A. Isla Frez, «Ensayo de historiografía medieval. El Cronicón lriense», en
En la España Medieval, IV, I (1984), pp. 413-431. Por lo que respecta al Chronicon Com-
poslellanum, algunas breves anotaciones pueden encontrarse en B. SÁNCHEZ ALONSO, op. cit.,
pp. 141-142; algo más extensamente fue examinado por J. PÉREZ DE URBEL y A. GONZÁLEZ
RlilZ-ZORRILLA, «El Cronicón Compostelano», en Historia Sítense. Madrid, 1959, pp. 52-54.
Vid. también el breve estudio preliminar que acompaña la moderna edición de E. Falque
Rey, ya citada. En cuanto al llamado Cronicón de Vaseo no conocemos estudio específico
18 MARIO HUETE FUDIO

men superficial de los cronicones del área galaica nos inclinaría a con
testar afirmativamente a la anterior disyuntiva, tal y como ya notaron
C. Sánchez-Albornoz " y R David38; no obstante, estas apreciaciones re
querirían a nuestro entender un mayor desarrollo crítico que permita
transformar en conclusiones lo que los mencionados autores expusieron
acertadamente como hipótesis.
No menor importancia tiene la valoración del contenido ideológi
co del primitivo catálogo real ovetense, aspecto éste de gran interés
para la evolución de las narrativas históricas asturleonesa y lusitana.
En este sentido —tal y como se desprende de las atinadas observa
ciones de P. David y M. C. Díaz y Díaz—, tanto la historiografía
asturiana del ciclo alfonsino como la nacida en los territorios portu
gueses habrían evolucionado de manera independiente a partir de un
origen común, el cual estaría representado por el Laterculus regtntt
Ovetensium. Por lo que respecta al área astur, estos primitivos anales
darían testimonio de una concepción histórica, anterior a la restaura
ción goticista alfonsina, en la que no parece existir vinculación ideo
lógica alguna entre el extinto poder visigodo y los primeros reyes
astures; en cuanto a la temprana historiografía del área portuguesa
—representada por los Anuales Portugalenses Veteres—, D. Catalán
Menéndez-Pidal39 ha señalado acertadamente cómo desde sus oríge
nes no comparte ésta el interés ni por la concepción ideológica de la
monarquía asturleonesa como heredera de la toledana, ni tampoco por
la recuperación del patrón historiográfico isidoriano, restaurado por
los compiladores de la corte de Alfonso III.

alguno sobre esta pieza, muy raramente citada por los investigadores aunque de una conside
rable importancia historiográfica por su antigüedad.
" Este investigador no sólo advirtió la refundición de los antiguos anales astures en las
tres piezas del área compostelana —cfr. «Dónde y cuándo...», pp. 47-50—, sino que igual
mente señaló algunas de las más significativas diferencias existentes entre la versión en ellas
contenida y la presente en los anales del ciclo lusitano, tal y como aparece en «¿Una cróni
ca...», pp. 125-126 y nota 63.
" P. David —cfr. op. cit., pp. 316 ss.— destacó especialmente las diferencias existentes
en los respectivos esquemas cronológicos aportados por las fuentes de procedencia galaica
por una pane y las lusitanas por otra.
" D. Catalán Menéndez-Pidal, «La historiografía en Portugal antes del conde de
Barcelos. Estado de la cuestión», en De Alfonso X al conde de Barcelos. Cuatro estu
dios sobre el nacimiento de la historiografía romance en Castilla y Portugal. Madrid,
1962, p. 208.
FUENTES MENORES PARA EL ESTUDIO DE LA HISTORIOGRAFÍA... 19

3. La Nómina Leonesa 4o

En su análisis de las primeras crónicas de la España cristiana, M.


Gómez-Moreno41 designó con el nombre de Nómina Leonesa una rela
ción o catálogo de los monarcas asturleoneses desde Pelayo que ha lle
gado hasta nosotros en tres recensiones diferentes: en el códice Emilia-
nense42, la Nómina Leonesa aparece como una nota marginal junto al
texto de la Crónica Albeldense y alcanza hasta la mención de Ramiro II
(931-951); en el códice de Roda43 la Nómina se encuentra después de
la Crónica Profética, abarcando igualmente hasta la mención de Rami
ro II; finalmente, el códice Albeldense o Vigilano ** ha conservado la Nó
mina refundida en el texto de la Crónica Albeldense, extendiéndose aquí
hasta incluir la mención de Ramiro III (966-984). De estas tres versio
nes, solamente en la contenida en el códice de Roda —por fortuna re
cuperado para la investigación a comienzos de este siglo43— se añade
la duración de los respectivos reinados de cada monarca según la es
tructura del latérculo, ya que en las recensiones Emilianense y Albel
dense la Nómina Leonesa aparece como una simple relación de nombres
regios junto a los que ocasionalmente se hace constar el parentesco.
En el trabajo citado, Gómez-Moreno consideró que la recensión Ro-
tense contendría la redacción fundamental y más completa de esta pieza
historiográfica, cuya composición sitúa alrededor del año 929. Posterior
mente —opina este autor—, la Nómina Leonesa habría sido copiada en
el códice Emilianense con algunas variantes y prescindiendo de los da-

40 La Nómina Leonesa ha sido objeto de las siguientes ediciones críticas y traducciones:


Nomina regum catholicorum Legionensium. Ed. M. GÓMEZ-MORENO en «Las primeras cróni
cas de la Reconquista: el ciclo de Alfonso III», en Boletín de la Real Academia de la Histo
ria, C (1932), p. 628 (recensión del códice de Roda con mención de las variantes Albeldense
y Emiliananse); Nómina Leonesa. Ed. D. ALONSO en «La primitiva épica francesa a la luz de
una "nota emilianense"», en Revista de Filología Española, XXXVII (1953), pp. 81-82 (re
censión del códice Emiliananse); Nómina Leonesa. Ed. y trad. J. E. Casariego en Historias
asturianas de hace más de mil años. Oviedo, 1983, pp. 382-385 (recensión del códice de
Roda); Nómina Leonesa. Trad. J. E. CASARIEGO en Crónicas de los Reinos de Asturias y
León. León, 1985, pp. 103-104 (recensión del códice de Roda); Nomina regum catolicorum
Legionensium. Ed. J. Gn. FERNÁNDEZ en Crónicas asturianas. Oviedo, 1985, p. 172 (es la
mejor edición; incluye las recensiones de los códices de Roda, Albeldense y Emilianense);
Nombres de los reyes católicos leoneses. Trad. J. L. MORALEJO en Crónicas asturianas,
pp. 244-246 (traducción de la edición de J. Gil).
41 M. Gómez-Moreno, op. cit., pp. 591-592.
42 Madrid, Biblioteca de la Real Academia de la Historia, ms. Emilianense 39.
43 Madrid, Biblioteca de la Real Academia de la Historia, códice 79.
44 Biblioteca del Monasterio de San Lorenzo de El Escorial, ms. d.1.2.
45 Cfr. Z. García Villada, «El Códice de Roda recuperado», en Revista de Filología
Española, XV, 2 (1928), pp. 113-130. y especialmente, p. 120.
20 MARIO HUETE FUDIO

tos cronológicos. Por último, cree que durante el gobierno de Ramiro III
el texto de la Nómina habría sido refundido en la recensión del códice
Albeldense, donde aparece ampliado hasta incluir la mención del citado
monarca. Aunque de manera muy sucinta, también señaló Gómez-More
no algunas de las más notables particularidades que presenta esta obra
con respecto a las fuentes narrativas coetáneas, principalmente concer
nientes a tres aspectos: la genealogía y parentesco de los diferentes mo
narcas, en algunos casos en abierta contradicción con la información su
ministrada por otras fuentes; los notorios errores presentes en la crono
logía de la Nómina en su versión Rotense; y la manipulación que supo
ne por un lado la supresión de Silo, Mauregato y Bermudo I en las re
censiones Albeldense y Emilianense, y por otro la inclusión de Nepocia-
no como monarca en las tres versiones, al que además se considera cu
ñado del Rey Casto.
Con posterioridad al citado trabajo de Gómez-Moreno, D. Alonso46
se ocupó con un cierto detenimiento de la Nómina Leonesa en su ver
sión Emilianense. Basándose en la última de las menciones consignadas
en la misma, este autor consideró razonable situar su redacción dentro
del gobierno de Ramiro II; por otra parte, D. Alonso propuso una orde
nación cronológica para las tres recensiones de la Nómina que difiere
de la ofrecida por Gómez-Moreno: en su opinión, la más antigua sería
la versión contenida en el códice Emilianense -donde aparece como una
nota marginal al texto de la Crónica Albeldense-, a partir de la cual la
Nómina habría sido copiada en el códice de Roda añadiendo los datos
cronológicos y la mención de los monarcas Silo, Mauregato y Bermu
do I; años después, la Nómina habría pasado al códice Albeldense o Vi-
gilano, ampliándose en éste el catálogo real hasta incluir la mención de
Ramiro III.
En su aproximación a la historiografía latina peninsular entre los si
glos VIH y XI, M. C. Díaz y Díaz47 dedica algunos breves comentarios a
la Nómina Leonesa, poniéndola en relación con el Laterculus regum
Ovetensium anteriormente examinado y destacando las notables particu
laridades que aquélla presenta. Entre las más significativas, este autor
hace especial hincapié en dos aspectos concretos: por una parte, el goti
cismo que muestran las tres versiones de la Nómina, coincidentes en el
empeño de establecer el carácter real, católico y directamente gótico de
los monarcas asturleoneses; por otra, la omisión de los monarcas Silo,
Mauregato y Bermudo I en las recensiones Emilianense y Albeldense,
circunstancia ésta que en opinión de Díaz y Díaz podría indicar una in
tención conscente de continuar la línea de Alfonso I en Alfonso II.

46 D. Alonso, op. di., pp. 80-83.


47 M. C. DÍAZ Y DlAZ, «La historiografía hispana...», pp. 227 y 230.
FUENTES MENORES PARA EL ESTUDIO DE LA HISTORIOGRAFÍA... 21

En los últimos años sólo muy ocasionalmente ha sido la Nómina


Leonesa objeto de atención por parte de los investigadores. En el breve
comentario que acompaña su edición, J. E. Casariego48 la considera
compuesta al finalizar el primer tercio del siglo X y posteriormente re
tocada y añadida hasta incluir la mención de Ramiro III, limitándose por
tanto a repetir las conclusiones de M. Gómez-Moreno. Para el mencio
nado autor, lo más destacable de la Nómina radica en la versión goticis-
ta que ofrece acerca del origen de Pelayo —cuyo parentesco con el rey
Rodrigo aparece de manera explícita—, así como en los abundantes erro
res cronológicos que su texto contiene, circunstancia que en opinión de
J. E. Casariego no otorga a esta pieza historiográfica sino un valor his
tórico complementario.
Muy recientemente, J. Gil49 ha vuelto a insistir en algunas de las
más destacadas particularidades que presenta la fuente menor que aquí
nos ocupa. Siguiendo lo ya advertido por los autores precedentes, abun
da este investigador sobre la llamativa omisión de los monarcas Silo,
Mauregato y Bermudo I en las recensiones Emilianense y Albeldense,
así como sobre los ya comentados errores cronológicos presentes en la
Nómina Leonesa —que J. Gil explica a partir de confusiones debidas al
copista—, destacando asimismo las divergencias de esta fuente en lo re
lativo a la genealogía con respecto a las crónicas del ciclo alfonsino.
Por otra parte, este autor advierte dos etapas cronológicas en la redac
ción de la versión Rotense de la Nómina: el cómputo que el propio tex
to del catálogo ofrece al comienzo permite suponerlo originalmente ter
minado hacia el año 928, durante el reinado de Alfonso IV el Monje;
con posterioridad, la Nómina Leonesa se habría completado hasta incluir
la mención de la entronización de Ramiro II —acaecida en 931—, en
cuya data se aporta el día y el mes, pero se omite la era. Por lo que se
refiere a los datos contenidos en la citada versión, J. Gil considera se
gura la utilización del Laterculus regum Ovetensium como modelo por
el anónimo compilador de la Nómina Leonesa, quien se habría servido
del mismo para completar el catálogo real y la cronología que en ella
aparecen. Por otra parte, las similitudes advertidas tras la colación del
texto Rotense de la Nómina con el del Laterculus Legionensis —pieza
que examinaremos seguidamente—, llevaron a este mismo autor a con
siderar ambas listas como pertenecientes a una misma familia textual.

48 J. E. CASARIEGO, Historias asturianas..., p. 381; también en Crónicas de los Reinos...,


p. 103.
44 J. Gil Fernández, «La Crónica Albeldense», pp. 99-100.
22 MARIO HUETE FUDIO

No son escasos los aspectos aún deficientemente conocidos de esta


interesante fuente menor, que ha llegado hasta nosotros bajo tres versio
nes notablemente divergentes a pesar de responder todas ellas a un mo
delo común. Para empezar, su misma clasificación tipológica plantea
problemas puesto que sería preciso establecer una diferenciación entre
las recensiones Emilianense y Albeldense por una parte —pertenecientes
ambas al género de la nómina propiamente dicho— frente a la versión
Rotense por otra, que posee en cambio la estructura del latérculo. Esta
diferenciación tipológica, no destacada por ninguno de los investigado
res que se ha ocupado de la Nómina Leonesa, entraña en nuestra opi
nión una importancia notable por cuanto que complica sustancialmente
el análisis de la citada obra, ya que podna indicar la existencia de dos
ramas o variantes fundamentales en la transmisión manuscrita de la mis
ma, acaso procedentes de un original común que no ha llegado hasta
nosotros.

En relación directa con lo que acabamos de comentar se encuentran


dos de las más complejas cuestiones que plantea el estudio de esta pie
za, íntimamente relacionadas entre sí: por un lado, la cronología de com
posición de cada una de las tres recensiones conservadas; por otro, las
relaciones de prioridad o dependencia existentes entre las mismas. Am
bas resultan simplificadas en exceso —así lo creemos— en las hipótesis
respectivas de M. Gómez-Moreno y D. Alonso, si bien las conjeturas de
este último nos parecen acertadas en líneas generales. A nuestro modo
de ver, la colación de los textos respectivos permite establecer todo lo
más tres conclusiones razonablemente sólidas: por una parte, que la ver
sión Rotense fue elaborada en una primera redacción hacia el año 928
—según demostraron M. Gómez-Moreno y J. Gil—, experimentando du
rante el reinado de Ramiro II una ampliación en la que se menciona la
entronización del citado monarca; por otra, que esta versión procede de
un original de tipo nómina en el que seguramente faltaban tanto los da
tos cronológicos como la mención de los monarcas Silo, Mauregato y
Vermudo I, todo lo cual debió ser añadido por el anónimo autor de la
Rotense al efectuar su copia; finalmente, que la versión del códice Al
beldense o Vigilano no es sino una ampliación de la recensión Emilia
nense, de la que depende de manera más o menos directa. En este sen
tido, consideramos que un detallado análisis codicológico de los manus
critos respectivos en que se han conservado las tres versiones de la Nó
mina Leonesa podría aportar nueva luz sobre estas cuestiones, ya que
en nuestra opinión las ya comentadas características tipológicas de estos
catálogos regios impiden que la mera colación de sus textos aclare sufi
cientemente los dos interrogantes planteados líneas arriba.
Otro de los aspectos fundamentales que suscita el examen de la Nó-
FUENTES MENORES PARA EL ESTUDIO DE LA HISTORIOGRAFÍA... 23

mina Leonesa y que aún permanece deficientemente conocido, es el que


se refiere a sus relaciones con otras fuentes historiográficas. Según he
mos comentado, ya M. C. Díaz y Díaz puso en relación esta obra con el
Laterculus regum Ovetensium supuestamente redactado en tiempos de
Alfonso II, aunque el citado investigador no llegó a especificar las razo
nes que le movieron a vincular ambas obras. Posteriormente, abundando
sobre esta idea, J. Gil consideró segura la consulta del mencionado la-
térculo asturiano por el autor de la versión Rotense de la Nómina, quien
se habría servido de aquél con el fin de obtener los datos de la duración
de los distintos reinados desde Pelayo hasta Alfonso II. Aunque no des
cartamos esta hipótesis, tampoco nos atrevemos a suscribirla; antes bien,
el deficiente conocimiento que tenemos de las fuentes menores y de su
transmisión en la época altomedieval —sin olvidar tampoco la posibili
dad de que un número considerable de estas obras breves no haya llega
do hasta nosotros—, unido a las notables discrepancias existentes en las
cronologías aportadas respectivamente por la Nómina Leonesa y el La
terculus regum Ovetensium, impiden a nuestro juicio demostrar con se
guridad la directa dependencia de la primera respecto de éste. De la
misma forma, las razones apuntadas tampoco nos permiten mostrar
nos partidarios de considerar pertenecientes a una misma familia textual
la redacción Rotense de la Nómina Leonesa y el Laterculus Legionensis
—contrariamente a la opinión de J. Gil, quien apoya su afirmación en
la similitudes existentes entre las obras mencionadas—. A nuestro modo
de ver, ambos catálogos únicamente comparten la estructura del latércu-
lo altomedieval, común a todas las obras de este tipo, mientras que por
el contrario son notables las diferencias que los separan, principalmente
las referidas a los datos cronológicos que contienen uno y otro.

4. El Laterculus Legionensis 50

Como ya anticipábamos anteriormente al tratar del Laterculus regum


Visigothorum, solamente uno de entre todos los ejemplares conocidos de

50 B Laterculus Legionensis ha sido editado críticamente en tres ocasiones, si bien en


las dos primeras no se le ha considerado como obra independiente, sino como una continua
ción del Laterculus regum Visigothorum: Nomina Wisigothorum ab era CCCC Ed. J. Tail-
HAN en Anonyme de Cordoue. Chronique rimée des demiers mis de Tolede et de la conquéte
de l'Espagne par les Árabes. París, 1885, Appendice, pp. 197-198 y lám. XX; Laterculus
regum Visigothorum. Continuatio codicis D Legionensis. Ed. Th. MOMMSEN en Monumento
Germaniae Histórica, Auctores Antiqissimi XIII, Chronica Minora III. Berolini, 1898, p. 469.
El Laterculus Legionensis propiamente dicho ha sido recientemente editado por J. GIL FER
NÁNDEZ en Crónicas asturianas, p. 100; no obstante, este autor designa al texto simplemente
como Catálogo del códice Matr. BN Vttr. ¡4-5, sin emplear asf pues la denominación especí
fica propuesta por L. Barrau-Dihigo para esta fuente.
24 MARIO HUETE FUDIO

esta fuente —en concreto, el contenido en un manuscrito del Fuero Juz


go de hacia 1057, procedente de San Isidoro de León y firmado por el
presbítero Munio5I— posee una continuación que rebasa los límites cro
nológicos usuales en los citados catálogos reales para enlazar, sin solu
ción de continuidad, con los monarcas asturleoneses. Esta prolongación
del Laterculus regum Visigothorum en el mencionado códice —moder
namente conocida con la denominación de Laterculus Legionenesis—
constituye una relación de los reyes asturianos desde Pelayo hasta el
cuarto año del gobierno de Ordoño III (a. 954); en ella, junto a las men
ciones regias se consigna además la duración de sus respectivos gobier
nos, según la ya comentada estructura del latérculo tardorromano y visi
gótico.
De entre todas las fuentes menores examinadas en estas páginas, el
Laterculus Legionensis es sin duda la que genera una mayor confusión
terminológica y conceptual. Sus dos primeros editores —J. Tailhan y
Th. Mommsen— no la consideraron una pieza historiográfica indepen
diente, sino que la publicaron como la continuación del Laterculus re
gum Visigothorum contenida el códice Legionense. En el breve comen
tario que acompaña su edición, J. Tailhan52 advierte dos etapas en la
elaboración de esta fuente: la redacción original alcanzaría desde el co
mienzo del catálogo visigodo hasta la mención de Ordoño I (850-866)
inclusive, como lo prueba el cómputo total de años realizado por el
anónimo escriba desde Pelayo hasta el monarca citado; posteriormente,
se habrían añadido las menciones de los reyes siguientes hasta alcanzar
el cuarto año del gobierno de Ordoño III; en esta fecha —opina el cita
do autor—, habría que situar la segunda y definitiva redacción del La
terculus, copiado más de una centuria después en el códice Legionenese
en que actualmente se conserva.
Ya a principios de este siglo, debemos a L. Barrau-Dihigo " la de
nominación específica de Laterculus Legionensis aplicada a la continua
ción asturleonesa del catálogo visigodo; para el citado investigador,
aquél sería el producto de la refundición del primitivo Laterculus regum
Ovetensium y su continuación, primero hasta el advenimiento de Alfon
so III (a. 866) y en una segunda ampliación hasta Ordoño III, en cuyo
cuarto año de reinado se interrumpe. De la misma opinión se mostraría
algunos años más tarde C. Sánchez-Albornoz 5\ autor que alude a esta
11 Actualmente conservado en la Biblioteca Nacional de Madrid, signatura Vitr. 14-5. El
códice fue descrito por P. Ewald, «Reise nach Spanien im Winter von 1878 auf 1879», en
Neues Archiv der Gesetlschaft Jiir altere deutsche Geschichtskunde, 6 (1881), p. 347.
a 1. Tailhan. op. cii., pp. 195-196.
53 L. Barrau-Dihioo, «Recherches sur l'histoire...», p. 29; Historia política..., p. 33.
54 C SÁNCHEZ-ALBORNOZ, «¿Una crónica...», p. 125. Cfr. también «Dónde y cuán
do...», p. 49.
FUENTES MENORES PARA EL ESTUDIO DE LA HISTORIOGRAFÍA... 25

fuente con ocasión de sus investigaciones en torno a una crónica astu


riana hoy perdida, aunque sin profundizar en su estudio más allá de la
simple mención. De igual manera, el Laterculus Legionensis no merece
sino una brevísima nota en el completo estudio que B. Sánchez Alon
so35 dedicó a la historiografía medieval española, si bien alude al con
junto del latérculo visigodo sin emplear la denominación específica de
Barrau-Dihigo. Más recientemente, siguiendo la intitulación establecida
en la edición de Tailhan, M. C. Díaz y Díaz ha citado esta fuente menor
como Nomina Visigothorum56, considerándola posterior al año 954 aun
que sin aportar mayores precisiones a su comentario.

Según se desprende de lo anterior, la primera de las cuestiones que


suscita el análisis historiográfico del denominado Laterculus Legionensis
radica en su consideración o no como obra independiente respecto del
Laterculus regum Visigothorum al que se encuentra vinculado en el có
dice Legionense. Tal y como ya indicábamos líneas arriba en el resu
men del estado de la cuestión, únicamente L. Barrau-Dihigo y C. Sán
chez-Albornoz lo estudiaron separadamente del catálogo real visigodo,
en tanto los demás autores no establecieron diferenciación alguna entre
el latérculo gótico y su continuación asturleonesa. Desde nuestro punto
de vista, el análisis de la estructura interna de la obra no nos permite
establecer un hiato textual que pueda apoyar la citada diferenciación
entre un texto primitivo u original de época visigótica —el catálogo real
godo— y una continuación posterior asturleonesa —el Laterculus Legio
nensis propiamente dicho—. Por el contrario, juzgamos bastante atina
das las consideraciones de Tailhan —que posteriormente aceptó también
el propio Barrau-Dihigo— en el sentido de situar tras el fallecimiento
de Ordoño I la redacción original de todo el conjunto de la lista real
visigótico-astur, de manera que con posterioridad se habrían realizado
una o varias ampliaciones alcanzando hasta el cuarto año del gobierno
de Ordoño III, momento en que finalizan las anotaciones en la recen
sión que ha llegado hasta nosotros.
Aunque en modo alguno nos atreveríamos a asegurarlo de manera
terminante, juzgamos como muy probable que tanto Barrau-Dihigo como
Sánchez-Albornoz prescindieran del catálogo real visigodo y considera
ran únicamente su prolongación asturleonesa —esto es, el Laterculus
Legionensis— porque ambos la creyeron, como ya hemos apuntado, la

55 B. SÁNCHEZ ALONSO, op. cit., p. 146, nota 92.


M M. C. DÍAZ Y DlAZ. Índex..., núm. 583.
26 MARIO HUETE FUDIO

refundición y ampliación del primitivo Laterculus regum Ovetensium.


Ninguno de los dos autores citados expuso las razones concretas que les
llevaron a aventurar la mencionada conjetura; por nuestra parte, pensa
mos que la colación de los brevísimos anales astures de tiempos de Al
fonso II con el texto del Laterculus Legionensis no permite asegurar
nada concluyente en este sentido, ya que las indicaciones cronológicas
pudieron ser obtenidas a partir de cualquier otro catálogo real de los
existentes en los escritorios asturleoneses.
Así pues, a nuestro modo de ver estaríamos ante una reelaboración
del Laterculus regum Visigothorum realizada en su redacción original
durante el reinado de Alfonso III (866-911) a partir de uno de los nu
merosos ejemplares del catálogo gótico que debieron circular profusa
mente durante todo el alto Medievo, actualizado o continuado además
por el copista anónimo hasta el momento en que escribía. De la misma
forma —tal y como frecuentemente sucede con estas piezas menores de
la historiografía medieval— es también muy probable que en los años
siguientes una o varias manos hubieran continuado poniendo al día la
relación real hasta alcanzar sus respectivas épocas; así, la última de las
anotaciones conservadas podría haber sido ejecutada en el cuarto año del
reinado de Ordoño III, según parece indicarlo la forma definitiva en que
se ha conservado el catálogo real. Por último, un siglo después, acaso el
mismo presbítero Munio a quien se atribuye la ejecución del códice
Legionense copió en éste el latérculo real visigodo continuado hasta
Ordoño III con el objeto de dotar de una referencia cronológica al Líber
Judicum; en efecto, esta obra figura también en el mencionado manus
crito leonés y —como ya apuntábamos al tratar del Laterculus regum
Visigothorum— solía acompañarse de un catálogo real a modo de refe
rencia cronológica para las distintas leyes contenidas en aquél, corres
pondientes a monarcas diferentes.

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