Tarea Del Primer Parcial de Genitourinario
Tarea Del Primer Parcial de Genitourinario
Tarea Del Primer Parcial de Genitourinario
La estructura interna del riñón muestra una corteza renal y una médula. Las columnas
renales separan las pirámides renales y las papilas renales, que son esenciales en la
excreción de la orina. Además, estas columnas dividen el riñón en 6-8 lóbulos y sostienen
los vasos sanguíneos.
Con el tiempo, los túbulos mesonéfricos más cefálicos involucionan, mientras que los más
caudales persisten y dan origen a diversas estructuras en el hombre y la mujer. En los
hombres, forman parte del epidídimo, conducto deferente, vesícula seminal y conducto
eyaculador. En las mujeres, se relacionan con estructuras como el epoóforo y el
paraoóforo, y el conducto mesonéfrico desaparece dejando algunos restos como quistes
parametriales.
La yema ureteral se origina como una evaginación del conducto mesonéfrico cerca de su
desembocadura en la cloaca. Esta yema se desarrolla y se convierte en el uréter, así como
en la pelvis renal primitiva, que se divide en cálices mayores, que a su vez se ramifican
dicotómicamente para formar tubos colectores secundarios. Estos tubos experimentan
múltiples ramificaciones, dando lugar a un total de 14-15 generaciones de tubos
colectores. Estos tubos se unen para formar cálices menores que se reúnen en una
pirámide renal.
El blastema metanéfrico prolifera paralelamente a la división de la yema ureteral y forma
un casquete de tejido metanéfrico en el extremo distal de los colectores en desarrollo.
Algunas células de este casquete se diferencian en túbulos renales, que se alargan y
forman vesículas renales huecas. Estas vesículas, a medida que se alargan, originan
túbulos de pequeño calibre que se convierten en nefrones o nefronas. Estos nefrones se
conectan a los túbulos colectores y rodean un ovillo vascular o glomérulo, formando la
cápsula renal.
El desarrollo del metanefros también involucra la migración del endotelio de los vasos
renales desde el mesoderma intermedio hacia el esbozo renal, estimulado por factores de
crecimiento como el factor de crecimiento fibroblástico (FGF). El túbulo renal se diferencia
en varias partes, incluyendo el túbulo contorneado proximal, el asa en U y el túbulo
contorneado distal.
Reabsorción tubular: A medida que el filtrado se mueve a través del nefrón (la unidad
funcional del riñón), se reabsorben selectivamente sustancias útiles, como glucosa,
aminoácidos, iones y agua, de vuelta a la circulación sanguínea. La reabsorción tiene lugar
en diferentes segmentos del túbulo renal.
Irrigación: Las arterias renales son responsables de llevar sangre hacia los riñones y se
originan como ramas colaterales de la arteria aorta abdominal. La arteria renal izquierda
es más corta que la derecha debido a que la última debe rodear la vena cava inferior para
llegar al riñón derecho.
Una vez que ingresan a los riñones, las arterias renales se dividen en una rama anterior y
una posterior. La rama posterior suministra sangre a la parte posterior del riñón, mientras
que la rama anterior se divide en cinco arterias segmentarias, cada una de las cuales irriga
un segmento renal específico. Las arterias segmentarias se subdividen en arterias
interlobulares, que a su vez se convierten en arterias arcuatos. Finalmente, las arterias
arcuatos se dividen en arteriolas aferentes, que son las encargadas de llevar sangre a los
glomérulos de las nefronas para su filtración.
La sangre filtrada en los riñones se recolecta a través de las venas renales, que drenan en
la vena cava inferior. La vena renal derecha es más corta ya que la vena cava inferior se
encuentra más cerca del riñón derecho. Por otro lado, la vena renal izquierda pasa por
delante de la aorta abdominal, justo por debajo del origen de la arteria mesentérica
superior. Esto puede generar un problema conocido como el síndrome del cascanueces o
atrapamiento de la vena renal izquierda, debido a la posible compresión de la vena entre
la aorta y la arteria mesentérica superior.
Drenaje Linfático: Cada riñón drena hacia los ganglios aórticos laterales (lumbares), los
cuales se ubican cerca del origen de la arteria renal.
Nervios sensitivos: Los nervios que transmiten sensaciones desde los riñones, como el dolor,
viajan hacia la médula espinal a nivel de las vértebras T10-T11. Esto significa que el dolor en
las regiones laterales del abdomen, conocidas como flancos, puede estar relacionado con
problemas en el riñón correspondiente.
Calices Renales: Los cálices mayores son las estructuras más grandes y se ubican en la
parte central de cada riñón. Su función principal es recolectar la orina de múltiples cálices
menores y transportarla hacia la pelvis renal. La pelvis renal es una estructura en forma de
embudo en la parte superior del riñón que recoge la orina de los cálices mayores antes de
llevarla al uréter para su posterior eliminación del cuerpo. Los cálices mayores actúan
como un punto de convergencia para la orina que se forma en diferentes áreas del riñón.
Los cálices menores, por otro lado, son estructuras más pequeñas y numerosas que se
distribuyen en toda la corteza y la médula renales. Su función es recoger la orina que se
produce en las nefronas, que son las unidades funcionales del riñón. Cada nefrona consta
de un glomérulo y un túbulo renal, y es responsable de filtrar la sangre y producir orina. La
orina producida en las nefronas fluye hacia los cálices menores a medida que se forma y
luego se acumula en los cálices mayores antes de ser transportada a la pelvis renal.
Estrechez en los cálices renales: Los cálices renales, en condiciones normales, deben ser
estructuras abiertas que permitan que la orina fluya libremente desde las nefronas hacia
los cálices menores y luego hacia los cálices mayores y la pelvis renal. Sin embargo, en
algunas situaciones patológicas, como la formación de cálculos renales (piedras en el
riñón) o la inflamación, pueden producirse estrecheces en los cálices renales. Estas
estrecheces pueden interferir con el flujo normal de la orina y, en casos graves, pueden
causar dolor y daño renal.
Estenosis de los uréteres: Los uréteres son los tubos que transportan la orina desde los
riñones hacia la vejiga urinaria. Una estenosis ureteral es una estrechez o constricción
anormal en el uréter. Esto puede deberse a diversas causas, como cicatrización después de
una cirugía, inflamación, traumatismo o tumores. Una estenosis ureteral puede provocar
obstrucción del flujo de la orina desde el riñón hacia la vejiga. Esto puede dar lugar a
síntomas como dolor en el costado, infecciones urinarias recurrentes o incluso daño renal
si no se trata adecuadamente.
Irrigación: En el caso de los cálices renales, su irrigación proviene de una red de arterias
que se origina en la arteria renal, la cual a su vez es una rama de la arteria aorta
abdominal. Las arterias renales se dividen en arterias segmentarias, que luego se ramifican
en arterias interlobulares y finalmente en arterias arcuatas. Estas últimas suministran
sangre a los cálices renales y otras estructuras del riñón, como los glomérulos de las
nefronas, donde ocurre la filtración de la sangre.
Por otro lado, los uréteres obtienen su irrigación sanguínea a través de pequeñas arterias
que se desprenden de las arterias renales y las arterias ilíacas. Estas arterias uréteres
proporcionan sangre a la pared muscular y mucosa de los uréteres, lo que es fundamental
para su función de transporte de la orina desde los riñones hacia la vejiga urinaria.
Histología: Los cálices renales están formados por varias capas de tejido, comenzando con
un epitelio transicional en la parte interna que puede estirarse y contraerse. Debajo de
este epitelio se encuentra una capa de músculo liso que permite la contracción y relajación
de los cálices para facilitar el flujo de orina. El tejido conectivo rodea estas capas,
proporcionando soporte estructural.
En cuanto a los uréteres, también tienen un epitelio de transición que les permite estirarse
y contraerse, evitando el reflujo de orina. Además, poseen capas de músculo liso que
permiten la contracción rítmica para el transporte de la orina. El tejido conectivo
proporciona soporte adicional a la estructura de los uréteres.
Cálculos renales: Los cálculos renales, también conocidos como piedras en el riñón, son
depósitos sólidos que se forman en los cálices renales o en otros componentes del sistema
urinario. Pueden causar dolor intenso y, en algunos casos, obstruir el flujo de orina.
Pielonefritis: Esta es una infección del riñón que puede afectar los cálices renales. Puede
ser aguda o crónica y generalmente está asociada con una infección del tracto urinario.
Hidronefrosis: La dilatación anormal de los cálices renales debido a una obstrucción parcial
o completa del flujo de orina puede llevar a la acumulación de orina y causar daño renal.
Las causas incluyen cálculos renales, estenosis ureteral y otras obstrucciones.
Reflujo vesicoureteral: Esta afección se caracteriza por el flujo retrogrado de la orina desde
la vejiga hacia los uréteres y, a veces, los riñones. Puede aumentar el riesgo de infecciones
urinarias y daño renal.
Divertículo ureteral: Un divertículo ureteral es una bolsa o saco anormal en la pared del
uréter que puede acumular orina y llevar a infecciones urinarias recurrentes.
Tumores: Aunque poco comunes, los tumores en los uréteres pueden ser cancerosos
(carcinoma de células transicionales) o benignos (como leiomiomas o fibromas).
La pared de la vejiga está compuesta por varias capas de tejido. La capa interna se llama
mucosa vesical y se adapta para permitir la expansión cuando la vejiga se llena y la
contracción durante la micción. Debajo de esta capa se encuentra el músculo detrusor, que
es responsable de las contracciones de la vejiga. La capa más externa está cubierta por el
peritoneo, una membrana que recubre la parte superior de la vejiga.
La vejiga está conectada a la uretra, un tubo muscular que permite el flujo de orina fuera
del cuerpo. La longitud de la uretra varía según el género, siendo más larga en los hombres
y pasando a través de la próstata y el pene, mientras que en las mujeres es más corta y se
abre directamente en la vulva.
Para controlar el flujo de orina, la vejiga está equipada con dos esfínteres. El esfínter
interno es un músculo liso involuntario que se encuentra en la unión de la vejiga y la
uretra. El esfínter externo es un músculo estriado voluntario que rodea la uretra y se
puede controlar conscientemente para retener o liberar la orina.
Histología: La histología de la vejiga muestra varias capas de tejido que forman su pared.
La capa más interna, conocida como mucosa vesical, está revestida por células
transicionales que permiten la expansión de la vejiga cuando se llena de orina y su
contracción durante la micción. Justo debajo de la mucosa se encuentra la submucosa, que
contiene vasos sanguíneos y tejido conectivo. La capa muscular, llamada músculo detrusor,
es la más prominente y está formada por fibras musculares lisas que se contraen para
expulsar la orina. En la parte más externa de la vejiga, se encuentra la adventicia, que está
compuesta por tejido conectivo y fibras colágenas que brindan soporte estructural.
Además, la vejiga está equipada con esfínteres involuntarios y voluntarios que controlan el
flujo de orina hacia la uretra
Irrigación: La irrigación sanguínea de la vejiga proviene de varias arterias, siendo las más
importantes las arterias vesicales superiores e inferiores. Estas arterias suministran sangre
oxigenada a la vejiga y se originan en la arteria hipogástrica (también conocida como
arteria ilíaca interna). Las arterias vesicales superiores irrigan la porción superior de la
vejiga, mientras que las arterias vesicales inferiores irrigan la porción inferior.
Embriologia
Formación de la vejiga: La vejiga urinaria se desarrolla a partir del mesodermo
intermediario, que es un tejido embrionario en la región lumbar y sacra. Este proceso
comienza en las primeras semanas del desarrollo embrionario, alrededor de la tercera
semana.
Desarrollo del uraco: El uraco es un conducto embrionario que conecta la vejiga con el
cordón umbilical. A medida que el embrión crece, el uraco se oblitera y forma el ligamento
umbilical medio. Este proceso generalmente ocurre durante la octava semana del
desarrollo embrionario.