Alberto Donaire

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EL TRAZADO DE LACERIA DE OCHO EN ALICATADOS

LBERTO DONAIRE RODRlGUEZ *

INTRODUC ION

E iste un cierto número de est udio obre el trazado de lacería, algunos de ello
monográficos, aunque los más tratan el tema de manera tangencial o e limitan a
recopilar ejemplo . La monografía más extensa es seguramente la de Prieto ( 1): por
er un conjunto de igual de artículos e crilos en distintos momento y con enfoque
diferentes, no llega a formular una teoría coherente. Junto con ob ervaciones de in-
terés y algunas brillante intuicione no generalmente reconocidas, su trabajo se
pierde en especulacione matemática inoportunas que no on la raíz del arte de la
lacería , sino más bien un análisis «a posteriori » un tanto descaminado.
En publicacione má recientes encontramos do hipóte is sobre el problema del
trazado, que pueden er la ba e de senda teorías quizá no incompatibles entre sí.
La primera e contiene en un breve artículo de Fernández Puertas (2) obre el lazo
de ocho, y viene a afirmar que es po ible dibujarlos co n referencia a una unidad de
medida que pone en relacion toda la magnitude del trazado, sin nece idad de
usar el compás. La egunda deriva de las recientes in estigacione de Nuere (3) o-
bre el tratado de López de Arenas (4). haciendo extensiva al alicatado y al atauri -
que la reglas encontrada para la carpintería de armar: según esto, se dibujaría pri-
mero una trama de eje con lo cartabones apropiado al tipo de lazo elegido, y lue-
go se determinaría el ancho de calle y de cinta para detallar el di eño. Así como
Fernández Puertas e refiere a grande composiciones de lazo de ocho con motivo
único de imetría muy e tensa, Nuere dibuja como ejemplo una lacería mixta de

* Catedrático de Elemento de Compo i ión de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura


de la Univer idad de Sevilla .
(1) PRIETO Y VIVES, Antonio, El arte de la laceria. Colegio de Ingenieros de Caminos,
Madrid , 1977. Recopilación de artículos del autor, escritos entre 1932 y 1935.
(2) FER A DEZ PUERTAS, Antonio, «El lazo de ocho occidental o andaluz». Al-
Andalus , 1975, vol. XL, págs. 199-203 .
(3) UERE IATAUCO, Enrique, «LO cartabones como in trumento exclusivo para el tra-
zado de la erías». Madrider Mitteilungen , 1982, vol. 23, pág . 372-427.
(4) LOPEZ DE ARE AS, Diego , Primera y egunda parle de las reglas de la carpintería.
1619, ed. fac imíl, Instituto de Valencia de Don Juan, Madrid, 1966.

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Fig. l .

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Fig. 3.

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1

o110 ~ dicd. ci que, como la~ tic tlicz, de doce~ ucriva,la~, e {k motivo repelido a
intervalo . Dije antes que amba propue La pudieran er compatible , pue to que
se refieren a tipos de lazo diferentes.
La hipótesis de Fernández Puertas e extraordinariamente sugerente, pero quedó
in de arrollar en aquel artículo. Nuere, cuya labor interpretativa resulta impresio-
nante, quizá e haya precipitado al generalizar: no tenemo eguridad de que las re-
glas de carpintería de López de Arenas e emplearan también en los demás oficios,
y además encontramo numerosa composiciones de lazo de ocho que no pueden
er interpretada con esas claves.
Mi intención e de arrollar aquí la primera teoría para ver de explicar de modo
unitario la inmensa variedad de lacerías de ocho que, como se sabe, son las más fre-
cuente en el arte hispanomu ulmán y en el mudéjar. El estudio de e tas composi-
cione ugiere la posibilidad de que, ademá de la e i tencia de la unidad común de
medida y proporción, el trazado e hiciera yuxtaponiendo cierto modulos elemen-
tales, con lo que la sintaxi del lazo de ocho quedaría reducida a la aplicación de
uno encillo principio lógico .

LA UNIDAD DE MEDIDA
En lo lazos de ocho aparecen do tipos de e trella (fig. 1) que son los que pue-
den obtenerse uniendo con recta los punto de divi ión en ocho de una circunfe-
rencia: uniendo punto consecutivos e obtiene el octógono regular; saltando de dos
en dos, la e t rella «de primer cruce»; de tres en tres, la de «segundo cruce». La pri-
mera re ulta formada por dos cuadrados, superpuesto con un decalaje angular de
45º. El diámetro de la e trella, que iguala a la diagonal de lo cuadrado , "ale raíz
de dos cuando la unidad e el lado.
Pero la raíz de dos es un número irracional. Lo5 matemático conocieron de de
antiguo con truccione geométricas en que intervenían egmento de magnitud no
racional, como ocurre en las que irvieron para re ol er la duplicación del cubo o la
cuadratura del círculo. Pero no manejaban otros números que lo entero y lo
fraccionario , de modo que cuando se trataba de dar valor a la longitud de tale
segmento e le atribuía un número fraccionario aproximado. Y, del mi mo modo
que Arquímede. a ignó el valor 2217 a la relación entre circunferencia y diámetro
(nuestro número pi) se aceptaba comúnmente que la relación entre diagonal y lado
del cuadrado fue. e 715, que e una aproximación práctica bastante buena de la raíz
de dos (error menor que quince milésima ).
E ta matemática aproximada era la única posible con los limitados conocimien-
tos de la época pero . e muestra bastante eficaz en la práctica. Y que esto era de co-
mún dominio en los oficios lo demuestra que en el propio texto de López de Arena
se habla de «el cinco» y «el iete» para denotar re pectivamente el lado y la diago-
nal de un cuadrado.
El \·alor 7/ justifica una conocida construcción de la estrella de primer cruce,
aproximada de de luego: dibujado un cuadrado y dividido su lado en cinco partes
(fig. 2), tomando una de ésta y llevándola hacia fuera sobre lo ejes se obtienen los
vértices del segundo cuadrado. Al mismo resultado e llega dividiendo los lado en
diez parte y tomando tres desde cada vértice para it uar los punto de intersección
de lo dos cuadrados. La estrella de segundo cruce e construye prolongando por
tres partes y media los lados del cuadrado y uniendo adecuadamente los puntos re-
sultantes. La primera estrella puede in cribir e en el interior de ésta.
De e ta con truccione surge la idea de que la totalidad de una lacería de ocho
pueda trazarse sobre una cuadrícula de una parte de lado. La parte (p), que es un
quinto de la calle de lazo (c), seria la unidad de medida.

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Fig. 4. - Alhambra. oratorio del Parta/: harneruelo de la cuhierra.

Fig. 5. - Alcalá de Henare . an //defonso: harneruelo del presbiterio.

-650-
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La comprobación empirica de e ta posibilidad e tá en la propia ilu tracione


de e te trabajo, dibujada toda por tal procedimiento in intervención directa del
compás; ocurre que la diferencia con el trazado exacto van campen ándo e en lu-
gar de acumularse al extender el dibujo. Por otra parte, lo arte ano mogrebíes
que iguen produciendo actualmente alicatado de lazo emplean efectivamente pa-
pel cuadriculado para u traza , i bien su preci ión e in feriar a la que aquí e
ofrece (5).
El empleo de magnitude conmensurables con una unidad ba e permite de de
luego contr lar con exactitud las dimensione del di eño. Pero la comprobación de
la hipóte i ólo puede hacer)e mediante medicione muy preci a de lacerías bien
con enada ; nada puede concluir e hasta ahora en e te entido, porque las defor-
macione debida al paso del tiempo, junto con lo pequeño errores de ejecución,
parecen er uperiorcs a la~ diferencias entre el trazado aproximado y el exacto.

E LAZO OBRE UADRADOS DE SIETE

En lo que sigue 'amo a ir comprobando cómo lo di tintos trazados se aju tan


a la perfección a la cuadrícula ba e, pero vamo también a parar atención en la e -
tructura organizativa de los trazados, que se no revelará al dibujar la malla que se
forma al unir lo centro de las e trellas.
La más simple lacería de ocho e con truye di poniendo a marco real estrellas de
primer cruce tocándose por la punta (fig. 3). Entre ellas quedan uno espacio en
forma de cruz o de a pa, con o in el cuadradito central, llamados a veces lacillo
de cuatro.
El ancho de la cinta de lazo varía con la técnica de ejecución, de de un tercio de
calle («calle y cuerda») en carpinteria, hasta un exto en algunos alicatados y yese-
rías. Pero como los trazados básicos on comunes, trabajaré sobre e quemas que
reducen la cintas a us ejes, e quema que traducen directamente lo ca o en que
no e emplea cinta y son una útil implificación de lo demás.
Lo centro de la e trellas del lazo que e t udiamo están sobre lo vértices de
una malla de cuadrados de siete parte de lado, siendo de diez partes (o do calles)
su diagonal. Quiere esto decir que la parte del trazado que queda dentro de cada
cuadrado de la malla puede ser con iderada como un módulo que e repite en toda
la exten. ión del di. eño. Llamaré «cuadrado de iete» a este módulo.
La difu ión de e te tema e e traordinaria. Pavón (6) lo eñala, dando multitud
de ejemplo africanos, hispanomu ulmane y mudéjares. En repre entación de to-
do ello muestro do en la figura , uficientemente ignificativo : los harneruelos
o fondos de artesa de la cubierta del Oratorio del Parta! en la Alhambra (fig. 4) y
del presbiterio de an Ildefon o de Alcalá de Henare (fig. 5) que igue el modelo
. in más alteración que el octógono se gado central para alojar un racimo de mocá-
rabes.
En esto ejemplo el lazo e presenta in variaciones en su dibujo. Pero en otros
mucho ca os e operan en él manipulaciones que hacen difícil a veces reconocer el
modelo de partida. Prieto señala la upre ión de línea , con o sin ustitución por
otras, como el procedimiento general de obtención de variantes. o e el único
modo de lograr variaciones, pero í el má u ado. En particular, la eliminación de

(5) PACCARD, André, Le maroc el l'arlis:rnal lradilionnel islamique dan l'architecture, 2


vol. Atelier 74, Annecy, 1983.
(6) PAVON MALDONADO, Basilio, El arle hispanomusulmán en su decoración geométri-
ca. Instituto Hispano-Arabe de Cultura, Madrid, t975.

-651 -
Fig. 6.

-Fig. 7.
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Fig. 8.

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estrella alternada conduce a un bello dibujo también muy frecuente, como emos
en el harneruelo de la Sinagoga del Tránsito de Toledo (fig. 6) o en el alfarje de la
galería baja del Patio de la Doncellas del Alcázar sevillano. Otra supresiones dife-
rentes ~e ob ervan por ejemplo, en la ye eria del Generalife que recoge la figura 7
o en la carpintería del mambar de la Kutubiyya de Marrake h (fig. 8).
La upre ión de línea en el modelo original produce en todo estos ejemplos el
aumento de la dí. tancía entre e trellas, con lo que a u alrededor van apareciendo
con telacíones de pieza subordinada a u imetría.

LOS LAZO OCTOGONALES

Cuando e disponen ocho e trellas en torno a otra central e obtiene otra eríe
de composicione : en la figura 9 recojo lo do primero tipo , lo más compactos
al er menor la di tancia del centro a la orla o rueda. En el primero, las e trella de
la orla e tocan; u centros, como e de rigor, ocupan los vértice de un octógono
cuyo lado mide iete parte , y ocho y medía su apotema. Adosando octógono
como éste, van dejando cuadrados de siete entre ello . Y, puesto que un octógono
puede dividirse en ocho triángulo , podemo decir que este lazo se genera a partir
de dos módulo : el cuadrado de siete, y el 1riángulo con iete parte de base y ocho
y media de altura. Corno se aprecia en la figura, el trazado e enormemenie den o,
por lo que suele aparecer aligerado por upresiones .
En el egundo tipo, la escrellas de la rueda están en los vértice de un octógono
de doce parte de radio, de componible en ocho «triángulos de doce» (medida é ta
de su lados mayores). La tribuna de la Sinagoga de Córdoba está decorada con
una ye ería que sigue e te patrón (fíg. JO): lo octógono se unen por su vértices
dejando en medio unos espacio estrellado de componibles en un cuadrado de siete
y cuatro triángulo de 7 x 8 Vi. E tos do módulos, junto con el triángulo de doce,
on los elemento de la composición, que resulta er una combinación de los dos ti-
pos de lazo octogonal que llevo presentados.
Si, como en la figura 11, repetimo hacia fuera del octógono lo triángulos de
doce, la e tructura de la compo ición e una gran e 1rella de egundo cruce que
contiene dieci iete estrella de lazo. Llenando los ángulo entrante del contorno
con medios «cuadrados de doce» e llega a un gran octógono y, si e completan
esos cuadrado , a una gran estrella de primer cruce con veinticinco estrellas de lazo
y un diámetro total de cincuenta y ocho partes. Los elemento son aquí exclu iva-
rnente triángulos (o rombos) y cuadrados de doce. Puede de este modo ver e cómo,
por yuxtapo ición ucesiva de módulo , van creándo e conjunto cada vez más am-
plios que e tienden la simetría de la e trella central.
Cuatro de los grande~ octógono antes descrito forman la base del elaboradisi-
mo diseño de un alicatado de la capilla de an Banolomé en la Catedral de Córdo-
ba (fig. 12). En la parte superior izquierda de la figura se ha dibujado la trama es-
tructural; a su derecha, el trazado de lazo que directamente corre ponde a esa tra-
ma; debajo, la ingeniosas alteracione operada en el trazado directo y, finalmen-
te, la uperpo ición de un moti\O de lazo de dieciséis centrado en la composición;
é ta, completa, ocupa un cuadrado de ochenta y iete pane de lado.
El tercer tipo de lazo octogonal . e basa en un módulo triangular de diez por
doce parte (ba e y altura del 1riángulo o lado y apo1ema del octógono, respectiva-
mente) módulo que, con un cuadrado de diez, puede cubrir enteramente el plano
(fig. 13). La artesa ataujerada de la torre del Panal (fíg. 14) sigue exactamente este
modelo, cuyo dibujo e extiende por almizaie ) faldones; centrado en los cuadra-
dos de diez del almizate, cuelgan racimo de mocárabes.

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Fig. 9.

Fig. 10. - Córdoba, Sinagoga: yesería de la tribuna.

-654-
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Fig. /l.

Fig. 12. - Ct11edral del Córdoba, capilla de San Bar10!0111e: al1ca1ado.

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Fig. 13.

Fig. 14. - Alhambra, torre del Parta/: artesonado.

- 656-
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Fig. 15.

Fig. 16. - Córdoba, Capilla Real: zócalo alicatado.

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ALBERTO DO. AIRJ:: RODRIGUEZ

El cuarto y último de lo tipo de lazo octogonal que e ludiaré e desarrolla a


partir de un módulo triangular de dieci iele parte en u lado ma yore (radios del
octógono, fig. 15). partir de él pueden formar e grande e trella y octógono
como en los demá tipos. on cuatro cuartos de una e trella de egundo cruce e
forma la trama e truclural de un zócalo de la Capilla Real de la atedral de Córdo-
ba (fig . 16) donde el trazado no ha sufrido alteración alguna.

EL LAZO OBRE CUAD RADO DE DIECISIETE

La parte central del último ejemplo (fig . 16) está ocupado por cuatro cuadrado
de dieci iete parte. de lado . obre e ta enci lla trama e genera otro tipo de lacería
mu frecuente: en la misma Capi lla Real aparece en el ataurique enl re arcos
(fig. 17), y e emplea en infinidad de caso en pavimento (generalmente in cinta)
alicatado o carpintería.

LOS MOD LO Y EL C O PROPORClON L

Las figuras modulares que ha n venido apareciendo forman un conjunto ordena-


do, con preci as relacione mutuas. En la figura 18 presento dos serie de módulo :
en una de ella he añadido un «rnadrado de trece», e gado, que no aparecerá más
adelante . Extrapolando, podría dibujar e una tercera erie con dimen ione relati-
va dobles que la primera, y que partiría de un cuadrado de catorce para llegar a
otro de vei nticuatro rasando por los corre pondientes módulo triangulare . No la
he dibujado, rero reconoceremos su. elementos cuando aparezcan event ualment e
en el análi i. de trazado . orno hemo \'i 10, las piezas cuadrada aparecen a vece
red ucida a u mitad egún la diagonal: do triángulo unido por u lado meno-
re dan un rombo; y, combina ndo dos medidas, pueden obtener e módulos rectan-
gu lares o romboidales.
Este encillo repertorio , pa o intermedio entre la conmodulación del dibujo con
una unidad de medida y las grande compo icione~, no va a permitir abordar el es-
tudio de lacerías muy compleja con rigor ) in ambigüedad . El trabajo analítico
con iste en detectar la trama estructural, determinar el trazado que. según lo mó-
dulos que intervienen, se deriva automáticamente, y comprobar la alteraciones in-
troducidas en e ·e trando, que on precisamente la impronta o característica de un
tracista o de una escuela.
Las dimensiones que, expre adas en número de partes, nos han venido apare-
ciendo, forman también una erie bien estructurada. En la primera linea del cuadro
que sigue e ha escrito una serie geométrica de ra?ón raíz de do : supuesto que e tos
números repre. en tan calles de lazo, c, la segunda línea da su equivalencia en partes,
p, según la apro\imación que hemo'.> \ i~to emplear. La tercera serie, deducida u-
mando cada dos términos con ·ecuti1 os de la segunda. n:prc en ta estos mi. mo tér-
minos multiplicado por 1 + V2. Nótese que las dimen iones de todo. los módulo
vienen repre emadas por términos de una u otra . erie, excepto el 13, que es la única
dimension medida al \e. go de las direccione!-> del lazo.
112 V 212 1 V2 2 2 V2 4 c
. . . 2 1 ·1 3 1 '2 7 lo 14 20 p
6 81! 12 17 24 34 48 p
De este modo, la-, dimensione' totales ) pardales de una lacería estarán siempre
expresadas por un número de parte~. r. que erá combinación lineal de los término~
de la' ~er i es del cuadro .

-658 -
Fíg. 17. - Córdoba, Capilla Real: ataurique.

-659-
~3~ ·
p e [ [

17p

Fig. 18. - Los principales módulos eleme111ales.

- 660-
EL TRA/.ADO DE 1 C~R I A DF OCHO. EN Al ll ,\TADO~

Con e te sencillo instrumental teórico e puede emprender el análi is de ejem-


plo de cualquier grado de complejidad; en lo que igue haré la aplicación de la teo-
ría a varios casos, ordenados olamente por u extensión crecien1e.

LOS ALICATADOS DEL SALON DE COMARE

Pavón dedica un capítulo de su citada obra (6) a la seis omposicione de lazo


de ocho que sirvieron de tema a los dieciséi paños de zócalo alicatado del alón de
Comares de la Alhambra. Los de igna con letra de la a la F. y mamendré aquí
la mi ma notación .
. Todos lo paneles tienen la mi ma altura, 11 1 parte rná el ancho de la cinla de
borde: lo tipo A y B, que ocupan los rincone de la sala, son rectangulares ( u an-
cho es de 155 partes más cinta) mientra los C, D, E y F on cuadrado y decoran
los dos machones centrale de cada lado.
Prescindiendo de Ja cinta de borde, la proporción de los panele rectangulare e
de 155/ 111 = 1,3960 número que no e fácil de relacionar con las proporcione ge-
neradas por el lazo de ocho. Sin embargo, si tornamos el rectángulo que forman lo
ejes de Ja calles de borde la proporción re ulta er 150/ 106 = 1,4150 valor aproxi-
mado hasta la centésima al de la raíz de dos. E te es seguramente el rectángulo de
partida del trazado y, con ecuentemente, para lo otros panele se lomaría un ua-
drado de 106 X 106 partes.
Las compo icione D y F resultan derivada de una mi ma trama es1ruc1urnl
(figs. 19 y 20) formada por la yu tapo ición de triángulo y uadrado de dieci iete,
una malla equilátera muy encilla. Esta se ha dibujado en un cuarto de las figura
y, a su lado, el e quema de lacería que le corresponde, idén1ica en lo dos caso . .
Lo que diferencia a ambo tipo son la alteracione que el traci 1a introdujo en
esa lacería básica, con lo que puede comprobarse la diver idad de re ultado que
puede lograrse con pequef1as manipulacione . En el tipo D ólo se ha hecho una
sustitución con línea al esgo alrededor de los puntos d. En el tipo F, en cambio,
e ha actuado en torno a la e trella f, ademá de sesgar la e 1rella central.
El zócalo tipo B (fig. 21) e una exten iór1 del modelo anterior a la forma rec-
tangular : a la gran e trella central e han añadido cual ro oc1ógonos de diecisiete ha-
~ia las esquina , dividido cada uno en cua1ro rombo de la mi ma medida y un
cuadrado de trece. Lo e pacios restante , además de con los mismo 1riángulos y
cuadrados de dieci iete, quedan re uelto con el empleo de triángulo de 1O x 12.
La alteraciones son olamente unas upre ione de líneas en lo punto b y, obre
todo, el esgo del motivo central, similar al de la compo ición F pero má5 ex1enso.
Aunque las dimen ione son las misma . los tre alica1ados restantes, A, y E,
no forman una familia tan bien avenida como los que acabarno de ver. El tipo
(fig. 22) tiene también en su centro una gran e trella, pero u lado e aquí de ,·einti -
cuatro parte en vez de diecisiete, desbordando los limite del panel por arriba y por
abajo. Lo módulos cuadrado de esta gran e lrella llevarán laLO . esgado, al1cra-
ción la más llamativa de e ta composición. Lo e pacios dejado por la gran estrella
hacia lo extremos se llenan, como en el tipo B, con cuadrado y triángulo. de die-
cisiete y alguno de IO x 12; pero ademá se han uperpuesto a la malla uno5 cuadra-
dos de trece con tal ingenio que resultan luego muy e ide1~te. . ólo no~ queda ano-
tar las alteraciones en lo punto a.

(6) PAVON MALDO ADO , Ba ilio, El arle hispanomusulmán en su decoracii>n geométri-


ca. Instituto Hispano-Arabe de Cultura, Madrid, 1975.

-66 1 -
/

Fig. 19. - Alhambra, salón de Comares: a/icarado ripo D.

-662-
Fig. 20. - A!hambra, salón de Comares: alicatado tipo F.

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Por el conlrario, la malla e:tructural del tipo E (fig. 23) e mucho má menuda:
la parle central está ocupada por un gran oct6gon dividido todo él en triángulo
de dicci~iete. mientra~ que el resto ~e cubre bá icamente con cuadrados de trece y
1riángulos de 1O x 12, apareciendo también rectángulos de 7 1O y medios cuadra-
do~ de ~iete, y otra ve7 triángulos de dieci iete hacia las esquinas.
La~ alteraciones del trazado directo son diversa en e. te ca o: la má importante
afecta al entorno de la estrella centra l, entre la primera y la segunda de sus orlas
(punto~ o y p) 1ona profundamente t ran formada subrayando la imetría del cen-
t ro. Operacionc' menores se han realizado en lo puntos q, r y s, é tos últimos en la
proximidad de la~ esquina~.
Finalmente, el bellísimo panel C (fig. 24) combina en su estructura triángulos de
10 12 con cuadrados de trece, hábilmente enlazados con abanicos de triángulo de
diecisiete, y con unas piezas en perfil de brillante que se de componen en fragmen-
tos de módulos. Las alteraciones de este trazado revelan una mano sensible y exper-
t ísima: son sencillas ~u pre. ione. que hacen aparecer orlas de piezas en abanico alre-
dedor del cent ro .
Para terminar esta breve aproximación a unos ejemplares que merecen sin em-
bargo un estudio mucho más detenido, doy la descomposición canónica de los ejes
de los paneles:
Zócalo A: 1SO=2( 17 + 34 + 24) en el eje horizontal
106 = 2(29 + 24) en el eje vertical
Zócalo B: 150 = 2(17+ 17 +24+ 17) en el eje horizontal
106 = 2(12+24+ 17) en el eje vertical
Zócalo C: 106 = 2(12+ 12+5+ 12 + 12)
Zócalo D y F: 106 = 2(12+24+ 17), lo mismo que el eje vertical del B
Zócalo E: 106 = 2(7 + 12 +17+ 17)
Otras descomposiciones, siempre segú n los términos de las serie canónicas, se
obtienen al medir fuera de los ejes. El número 29 que aparece en la descomposición
vertical del zóca lo A no es ca nónico: resulta ser 34-5, debido a que, como dije, la
gran estrella de la malla estructural desborda el límite del panel.

EL GRAN ZOCALO DEL PATIO DE LAS DONCELLAS

El zóca lo alicatado conti nuo que protege y decora tres de los lados del Patio de
la Doncella en el Alcázar de Sevilla e el de mayor tamaño de los ejemplos conoci-
dos. Aunque su estudio completo exige una monografía, quiero aportar algunos da-
tos sobre él. Su desarrollo completo abarca cincuenta y cuatro paneles en tres series
de dieciocho. Cada serie está limitada por dos de las puertas menores del patio, y
centra una de la grandes puertas .
Lo paneles, que enlazan con los contiguos si n discontinuidad de trazado, pre-
sentan anchura de 164 partes y altura de 193 y cinta. La proporción es otra vez difí-
cil de relacionar con el lazo de ocho: 193 / 164= 1,1768. Pero una observación algo
má detenida revela que, en realidad, la composición se basa en un cuadrado de
164 x 164; del resto de la altura, cinco partes pertenecen a dos medias calles de bor-
de, y veinticuatro dan dos bandas de doce, una arriba y otra abajo, que cierran ver-
ticalmente en los extremos de dos de las series.
Hay Cinco tipos de paneles, que he designado con letras de la A a la E, aunque
aquí sólo veremos el primero, que es el que aparece con má~ frccuencua (29 veces).
En el cuadro de 164 x 164 se inscribe una gran estrella de 34 partes de lado (fig. 25)
y, al mismo tiempo, otras de 17 ornpan los cuatro cuartos de aque l cuadrado. Sin

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12p
17p ¡--=::...._ -1-
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Fig. 23. - Alhambra, alón de éo111are5: alicatado 11po E.

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Fig . 24. - Alhambra, alón de Comares: alicatado tipo C.

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Fig. 25. - Alcáwr de Sevilla, Patio de las Doncellas.


Zócalo alicatado, panel tipo A. Esquemas estrucr11rale .

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FiR. 26. - Mcáwr de Sevilla, Patio de las Doncellas.
Zócalo alicatado, panel tipo .4. Lacería.

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EL TRAZ DO DEL CERIA DE O HO EN ALICATADO~

que estas figuras e pierdan, todo el conjunio se subdivide con una trama equilátera
de diecisiete.
El diseño final (fig. 26) es ca i inmediato: ólo se uprimen en el trazado directo
las estrella de lo punto que quieren ser ubrayados.

UN PA EL DE LA ALA DE L S DO HERMANAS

E te extraordinario ejemplo llama la atención por la pequeña escala de su traza-


do: la unidad de medida e mucho menor que en todo los ca os estudiados, lo que
le presta una gran finura y delicadeza . Y, sin embargo, su trazado e extraordina-
riamente encillo y estrechamente relacionado con el zócalo sevillano que acabamos
de ver.
Es un alicatado rectangular. La proporción del panel completo, incluyendo la
cinta de borde, es de 1,35. Propongo que el trazado surge del modo iguiente: tó-
me e un rectángulo de ancho 164 y proporción raíz de do , lo que da 232 parte de
alto con un error despreciable . En este rectángulo e centra la mi ma e trella del
ejemplo anterior, que puede repetirse fragmentqda en las cuatro esquina . Con los
mismos centros, trácense estrella semejante y de lado mitad (fig. 27).
Con una malla equilátera de 17 partes de lado, también como en Sevilla puede
te elar e todo el panel, que ahora de borda en do e parces todo lo lado del rec-
tángulo inicial: la altura pasa a ser de 256 partes, que sobre el eje se descompone
a í: 256 = 2X 12+8 x 17+4 x 24; el ancho y su de compo ición canónica on :
188 = 2 x 12 + 4 x 17 +4 x 24. La proporción pa a a er 256/ 188 = 1,36 17. Añadiendo
las medias calles de borde se llega a 2611193 = 1,3523 y, con la cinta de borde , a la
proporción 1,35 ya anotada.
En la trama aparecen una piezas mayores que pueden de componer e en trián-
gu lo y semicuadrados canónicos. En cuanto a la técnica de alteracione (fig. 28) e
muy sencilla: sesgar lo lazos en el centro, centro de lados y vértice del rectángulo
de partida, y suprimir además la e trellas de primer cruce en lo vértices de la tra-
ma que corresponden a las grandes e trellas iniciales.
Este ejemplar es el de mayor extensión relativa conocido, 261x193 partes. Has-
ta llegar aquí, hemos ido viendo cómo la imecría de la estrellita central ha ido ex-
tendiéndose prodigio amente, por un método implicí imo en su concepto, el de
acomodar en el panel a decorar una trama formada por elementos e cogidos de un
repertorio limitado, y jugar luego con la alteracione posibles para producir una
asombrosa variedad de resultados.

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Fig. 27. - Alhambra, sala de las Dos Hermanas.


Alicatado, esquemas estructurales.

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Fig. 28. - Alhambra, sala de las Dos Hermana .


Alicatado. lacería.

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