Se Hace Terruno
Se Hace Terruno
Armando Bartra
Carlos Walter Porto-Gonçalves
Milson Betancourt Santiago
Esta publicación de la Coordinación de Extensión Universitaria y la División de
Ciencias Sociales y Humanidades de la Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad
Xochimilco, fue dictaminada por pares académicos especialistas en el tema. Agradecemos
a la Rectoría y a la Secretaría de Unidad el apoyo brindado para esta edición.
Editorial Itaca
Piraña 16, Colonia del Mar
Ciudad de México, C.P. 13270.
Tel. 58405452
[email protected]
www.editorialitaca.com.mx
ISBN: 978-607-96999-3-2
Se hace terruño al andar. Las luchas en defensa del territorio, de Armando Bartra, Milson
Betancourt Santiago y Carlos Walter Porto-Gonçalves, de la DCSH de la UAM-Xochimilco,
se terminó de imprimir en los talleres de Impresiones y Acabados Finos Amatl, S.A. de
C.V., en enero de 2016. Se tiraron 1000 ejemplares. La edición estuvo al cuidado de David
Moreno Soto y Maribel Rodríguez Olivares. Formación de originales Karina Atayde.
Armando Bartra
ÍNDICE
PREÁMBULO ........................................................................................... 9
TIERRA HABITADA: EL TERRITORIO CON LOS PIES SOBRE LA TIERRA .......... 131
Los adjetivos del territorio ........................................................ 133
La selva como territorio............................................................. 137
Se hace terruño al andar........................................................... 139
¿La tierra ha muerto, viva el territorio? ................................... 141
Tierra y libertad ........................................................................ 144
Territorio y espacio social ......................................................... 146
¿Indios y campesinos o campesindi@s? .................................... 149
El primer combate que los belicosos yaquis tuvieron contra las fuerzas
españolas fue el 5 de octubre de 1533. Los españoles, al mando de Diego
de Guzmán, habían llegado el día 4 a la margen izquierda del río Yaqui, lo
pasaron el día 5 y después de algunas horas de marcha vieron en la llanura
una multitud de indios que venía a su encuentro arrojando puños de tierra
hacia arriba, templando los arcos y haciendo visajes. El jefe de ellos, cuando
estuvo a corta distancia de los españoles, trazó con el arco una raya muy
larga en el suelo, se arrodilló sobre ella, besó la tierra, después se puso en
pie y empezó a hablar manifestando a los invasores que se volvieran y no
pasaran la raya, pues si se atrevían a hacerlo perecerían todos (Hernández,
1985: 133-134).
9
10 CON LOS PIES SOBRE LA TIERRA
Mujer mapuche
En el tercer milenio las mujeres y los hombres del campo siguen luchando
por la tierra como lo han hecho los últimos quinientos años. Cuando la
Conquista, algunos desafiaron la invasión, durante el siglo XIX partici-
paron en las guerras de Independencia y más tarde, en estados como
Yucatán, Sonora y lo que ahora son Jalisco y Nayarit, se alzaron contra
el ninguneo, la exclusión y los emergentes latifundios. El movimiento
protagonizado por los indios cora y encabezado por Manuel Lozada, “El
tigre de Álica”, que se despliega a fines de los sesenta del siglo XIX en el
entonces Cantón de Jalisco, fue políticamente confuso pero claridoso en
sus decires: “No estamos conformes, porque se nos ve como extranjeros
en nuestra propia patria, razón de que nuestros terrenos están usurpados
por los grandes propietarios, y aunque se nos ha ofrecido hacer que se
nos devuelvan jamás lo hemos conseguido” (Meyer, 1990: 104).
11
12 CON LOS PIES SOBRE LA TIERRA
1
Véase <http://www.vanguardia.com.mx/elcampoconproblemascronicosperonoesta-
destruidosagarpa-2016263.html>.
TIERRA INDÓMITA... 15
2
Oxfam, “Our Land, Our Lives”, en Time Out on the Global Land Rush, <http//www.
oxfam.org>.
16 CON LOS PIES SOBRE LA TIERRA
Y así es. En 1999 vivían en África unos 100 mil chinos y en 2013 ha-
bía alrededor de un millón. Un ejemplo de los problemas que genera esta
invasión silenciosa son los choques sangrientos que han tenido con los
campesinos locales los miles de pequeños mineros de Shanglin que fueron
trasladados a Ghana para desarrollar labores extractivas. En América La-
tina China incrementa rápidamente su inserción: Venezuela, que en 2013
le debía unos 40 mil millones de dólares, le exportaba ingentes cantidades
de petróleo; igualmente cuantiosa es la deuda de Ecuador con el gigante
asiático, que tiene ahí fuertes inversiones; Nicaragua le concesionó por
medio siglo un nuevo canal interoceánico que las propias empresas chinas
construirán; en México, pese a las protestas de los empresarios locales
y de muchos nacionales, avanza el proyecto Dragon Mart, un Centro de
Distribución de Productos Chinos sólo comparable con el que ese país
TIERRA INDÓMITA... 17
tiene en Dubái, que debe ser la base desde la que se desparramen las
mercancías chinas por todo el continente; el enclave contaría con alma-
cenes, área comercial, hotel y viviendas, instalaciones que ocuparían
unas 400 hectáreas y llevaría a Cancún a 2 500 chinos entre habitantes
y empleados diversos (Lomnitz, 2013).
Y del mismo tamaño que el despojo es la oposición que despierta. La
resistencia a la expoliación territorial capitalista es hoy un fenómeno
global, transclasista y multiétnico aunque se intensifica entre los po-
bres de la periferia y en particular entre las poblaciones originarias
con quienes los saqueadores se ensañan. Según el Atlas de Justicia
Ambiental,3 que para fines de 2014 había capturado información sobre
cerca de 2 000 conflictos territoriales en todo el mundo, alrededor de
40 % de éstos involucran poblaciones indígenas y entre 15 y 20 % han
tenido éxito en interrumpir los proyectos agresivos, lo que es un por-
centaje alentador. Sin embargo el costo ha sido alto: un informe de la
organización Global Witness,4 que se ocupa únicamente de acciones en
defensa de la naturaleza, obtuvo datos verificables sobre cerca de un
millar de ambientalistas muertos por causa de su lucha de mediados
de 2013 a mediados de 2014.
En el continente americano las inconformidades se han multiplicado
en los últimos tres lustros, haciendo de la defensa territorializada de
bienes comunes naturales, socioeconómicos y culturales una de las ver-
tientes más concurridas del conflicto social del siglo XXI. En Chile la etnia
mapuche mantiene su ancestral lucha por el territorio ahora mordido
también por grandes empresas mineras; en Argentina los pobladores de
Neuquén se oponen a la técnica del fracking que emplea ahí la Chevron;
en Tolima, Colombia, se batalla contra la Anglo Gould Ashanti; fracasado
el proyecto de que se compensara a Ecuador por no extraer petróleo en el
bloque Ishpingo, Tiputini y Tambococha del Parque Nacional Yasuní, el
gobierno ha decidido autorizar su explotación, medida a la que se oponen
organizaciones indígenas y ambientalistas; en el Territorio Indígena
Parque Nacional Isiboro-Sécure, en la amazonia boliviana, comunida-
3
Véase <www.ejatlas.org>.
4
Véase <http://www.globalwitness.org/deadlyenvironment/>.
18 CON LOS PIES SOBRE LA TIERRA
Recuento de rebeldías
Minería tóxica
2 203 millones, pero pagó 262 millones 260 mil pesos a esta provincia, y
352 millones 618 mil pesos de un impuesto a la minería sobre utilidades
brutas (Garduño, 2013).
Entre ejidos y comunidades, los núcleos agrarios de propiedad social
disponen en México de 53 % de la tierra y otra parte importante está en
manos de propietarios privados minifundistas, de modo que la mayor
parte de los metales que ambicionan las mineras están bajo poblados,
milpas, huertas y potreros campesinos. En un informe del Consejo
Económico y Social de la Organización de las Naciones Unidas (ONU)
del 14 de febrero de 2013 se reconoce que esta situación multiplica “los
frentes de contacto entre la minería y los pueblos” y precisa el contenido
de las fricciones:
Uno de los temas de conflicto entre las empresas mineras canadienses, por
un lado, y las sociedades locales y grupos ambientalistas, por otro, es el de
los pasivos ambientales: estos residuos sólidos o líquidos, generalmente pe-
ligrosos para el ambiente o la salud humana, que quedan como remanentes
de la actividad minera.1
1
Véase <http://cdpim.gob.mx/extractivas.pdf>.
TIERRA INDÓMITA... 25
el nuevo dios del inframundo era El Catrín (Barabas, 2003: 19), quien
a cambio de bonanza exigía sacrificios humanos en forma de accidentes
fatales. Sin embargo, escribe Salvador Aquino, que recogió la historia,
la mudanza de representaciones no fue completa pues
[...] mientras que en el imaginario de los obreros el subsuelo pertenecía a
El Catrín, el territorio, el lugar donde llevaban a cabo su vida cotidiana,
pertenecía a otra dimensión. A lo largo del territorio de Capulalpan existen
sitios sagrados, lugares de peticiones de lluvia, sitios donde generaciones de
comuneros han trabajado dando tequios, lugares de cultivo, sitios antiguos
de la memoria de la fundación de la comunidad (Aquino, 2013).
2
Los datos que sobre este caso aportan las diferentes fuentes no siempre coinciden
pues se trata de información obtenida en entrevistas.
TIERRA INDÓMITA... 33
plan regional que incluye 22 proyectos mineros servidos por seis obras
hidroeléctricas diseñadas para proporcionarles agua y energía, además
de la construcción de varias de las llamadas Ciudades Rurales donde se
concentraría la población presuntamente desplazada. Específicamente
empresas como JDC Minerales, de nacionalidad china, que con una conce-
sión que le fue otorgada en 2012 amenaza ya la integridad de Tlamanca,
en el municipio de Zautla. Dos meses después del Foro, en diciembre de
ese año, alrededor de 6 mil personas provenientes de 32 comunidades se
concentraron en Tlamanca para marchar a las instalaciones de la mina
a la que dieron 24 horas para salir (Guadalupe, 2013). En este caso la
palanca inmediata del repudio popular a la minera fue un sentimiento
cuestionable pero a la postre eficaz: la animadversión de orden racista
a las personas de origen chino que la empresa llevó para que realizaran
labores de prospección.
La activación popular rápida y potente que encontramos en la Sierra
Norte no se explicaría si en la región no hubiera experiencias previas de
resistencia a amenazas externas, como el movimiento local que impidió
la instalación de una tienda departamental de Walmart en Cuetzalan y
el que evitó que Televisa registrara y comercializara las fiestas tradicio-
nales dedicadas a San Miguel Arcángel. La más importante hasta ahora
ha sido la que protagonizó la Coordinadora Regional de Desarrollo con
Identidad, organización que surge en 2008 para enfrentar un proyecto
de “Turismo de naturaleza” diseñado por la Universidad Anáhuac e im-
pulsado desde 2007 por la Comisión Nacional para el Desarrollo de los
Pueblos Indígenas el documento que lo justifica, la intención es formular
“una propuesta que venda la naturaleza, el paisaje de los hombres y las
tradiciones de la historia” (Hernández, s/a).
El proyecto, que abarca 11 municipios serranos con población nahua,
totonaca y mestiza, incluye el desarrollo de infraestructura turística y
la edificación de una gran Ciudad Rural en el llano, cerca de Libres,
pero sobre todo supone el cambio de uso del suelo y de propiedad sobre
la tierra. En esta tesitura, la CDI comenzó a inducir la compra para fines
turísticos de terrenos con manantiales y caídas de agua ubicados en el
valioso ecosistema llamado bosque de niebla.
TIERRA INDÓMITA... 37
Tierra quebrada
3
Véase <http://www.bloomberg.com/news/2014-05-26>.
TIERRA INDÓMITA... 41
Aguas capturadas
En el recorrido por el despojo minero, por las luchas a las que da cober-
tura la Red Mexicana de Afectados por la Minería y por la amenaza de la
que alerta la Alianza Mexicana Contra el Fracking, llegamos al tema del
agua y al de las hidroeléctricas; presas que sirven a los fines del negocio
minero pero también a otros intereses.
Los grandes embalses que durante el pasado siglo se multiplicaron
en todo el mundo generan gases de efecto invernadero: 18 % del total
de dióxido de carbono lanzado a la atmósfera junto con 104 millones de
toneladas de metano que, como dijimos, es aún más nocivo. Pese a ello,
los llamados “mecanismos de desarrollo limpio” le dan respaldo inter-
nacional a la generación de energía hidroeléctrica porque efectivamente
es menos contaminante que la que se genera quemando hidrocarburos.
Y en México se multiplican los proyectos para edificar grandes presas.
Igual que prolifera la lucha contra ellas por parte de los pueblos que
se ubican en la zona del embalse, de modo que serían inundados, y de
quienes están en las cuencas que se verían severamente alteradas al
bloquearse el curso de las aguas.
No sólo los proyectos de nuevas presas son una amenaza, también
lo son las ya existentes. Según la Auditoría Superior de la Federación,
de las más de 5 000 presas y bordos que hay en el país al menos 115
representan riesgo pues tienen fallas por simple antigüedad o por falta
de mantenimiento, y de éstas 57 están en nivel de alerta. A esto hay que
añadir el manejo irresponsable de los desfogues, que con frecuencia se
contienen para no generar por cuenta propia una energía eléctrica que
la Comisión Federal de Electricidad (CFE) debe, por ley, comprar cara a
los generadores privados.
Hay en el mundo cerca de mil millones de personas sin acceso al agua
potable, pero con frecuencia la forma de hacérsela llegar es más dañina
que la propia sed. A Guadalajara, capital de Jalisco, le hace falta más
agua, y para procurársela se planeó levantar la presa Arcediano sobre
el Río Santiago. Casi todos los pobladores de lo que sería el embalse fue-
ron obligados a salir, menos doña Lupita Lara que, como el escribiente
Bartleby, de Herman Melville, dijo que no, que ella no se iba. Y no se fue.
42 CON LOS PIES SOBRE LA TIERRA
Pero no todas las afectaciones hídricas son por presas. Otras amenazas
penden también sobre el agua dulce, que es privatizada de muchas mane-
ras y por diferentes actores. Uno de ellos la Nestle Waters, que desde 2010
tiene una concesión para explotar los manantiales del eje neovolcánico
transversal y específicamente los que se originan en el Iztaccíhuatl. A
la usurpación del líquido por la trasnacional se ha opuesto el Frente de
Pueblos en Defensa de la Tierra (FPDT), el Agua y el Aire. Convergencia
TIERRA INDÓMITA... 49
Se supone que en 1540 a. C. Yavé separó las aguas del Mar Rojo para
que pasaran Moisés y los israelitas, en 2009 Luis Luege Tamargo, de
la Comisión Nacional del Agua (Conagua), separó las del acuífero del
Valle de Vizcaíno para que Germán Larrea y su Grupo México pudieran
explotar mil millones de toneladas de cobre. La mina Los Arcos está en
Baja California, en la frontera con Baja California Sur, y su problema
es que se ubica en pleno desierto y para sacar el metal se ocupan 9.46
millones de metros cúbicos de agua al año, volumen que de ser extraído
mataría de sed a los pobladores de Valle de Vizcaíno, a los agricultores
y las cooperativas pesqueras. Pero Luege encontró el remedio: sobre el
papel y por decreto dividió en dos el acuífero que comparten los estados
peninsulares y rebautizó como Llanos de Berrendo a la parte que queda
en Baja California, que es donde está la mina. El Comité Técnico de
Aguas Subterráneas de Valle de Vizcaíno, que representa a los pobla-
dores, denuncia la colusión del funcionario federal y el Grupo México:
La Conagua convirtió un acuífero interestatal en dos donde, por arte de
magia, del paralelo 28 hacia el sur ya no hay disponibilidad de agua, y del
paralelo 28 hacia el norte hay tal cantidad que la empresa minera puede
explotar anualmente 9.66 millones de metros cúbicos, como si los acuíferos
fueran divisibles por líneas imaginarias (Fernández Vega, 2014c).
ción del líquido reduce sustancialmente el caudal del que dispone la tribu.
Y también la que sostienen los mazahuas del Cutzamala contra la Comisión
Nacional del Agua y en defensa de sus recursos hídricos hoy usufructuados
por la Ciudad de México y su zona metropolitana, lucha a la que me referiré
más adelante al abordar el protagonismo femenino en la defensa del territorio.
En defensa del vital líquido se integró la Red Mexicana de Acción por
el Agua, que en 2014 impulsaba una Campaña Nacional Agua para Todos,
Agua para la Vida, que vincula la defensa del acceso al agua como derecho
humano con la defensa de otros recursos naturales y del territorio. La
Red promueve, por iniciativa ciudadana, una Ley General de Aguas con
enfoque socio-hídrico-ambiental que sustituya a la actual Ley de Aguas
Nacionales, frenando los intentos gubernamentales de imponer una re-
forma de corte privatizador y extractivista mediante el habitual albazo
legislativo (Burns, 2014).
Tajos carreteros
Urbanizaciones invasoras
4
Véase también Ramírez (2014: 331-367).
54 CON LOS PIES SOBRE LA TIERRA
Silvicultura predadora
cerca del ojón de agua que nosotros conocemos como La Cofradía. Eso fue lo
que hizo que nos levantáramos.5
Y “nadie decía nada” porque los rapamontes eran parte de “los malos”,
“los armados”, “los mañosos”, grupos criminales fuertemente pertrecha-
dos que además del tráfico de drogas se apropian de recursos mineros y
forestales sobornando y aterrorizando a la población. De ellos me ocuparé
más adelante. Por el momento baste decir que a la postre los de Cherán
no se dejaron. Hartos de esperar que la intervención de la fuerza pública
les devolviera la seguridad, pusieron retenes armados a las puertas del
pueblo y en las noches encendían fogatas donde los vigilantes velaban.
Hoy Cherán es Municipio Autónomo y referente de todos los que resis-
ten desde los territorios, y en mayo de 2014 se anotó un tanto de gran
importancia para todas las comunidades indígenas que exigen que se
haga valer su derecho a la consulta cuando la Suprema Corte decidió
que la reforma constitucional aprobada por el Congreso de Michoacán
en marzo de 2012 debía ser anulada pues no se había recabado el punto
de vista de Cherán (Aranda, 2014).
5
Entrevista realizada por Mayra Terrones, para proyecto de tesis de posgrado en el Insti-
tuto de Ciencias Sociales y Humanidades de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla.
60 CON LOS PIES SOBRE LA TIERRA
Latifundio electromagnético
Minería de datos
Las mujeres del campo y la ciudad luchan de manera cada vez más orga-
nizada por todos sus derechos: los sexuales y reproductivos pero también
los económicos, sociales, políticos, ambientales, agrarios, culturales…
Las mujeres luchan, en fin, porque el género no sea motivo de opresión,
de minusvalía, de exclusión, de vergüenza. Porque la histórica maldición
que pesa sobre las mujeres tiene que ver con su cuerpo, se monta sobre
la biología.
“En la sociedad capitalista, el cuerpo es para las mujeres lo que la
fábrica es para los trabajadores asalariados varones: el principal terreno
de su explotación y resistencia”, escribió Silvia Federici (2013: 35).
64 CON LOS PIES SOBRE LA TIERRA
Narcoterritorios
Por si los capitales que actúan cobijados por ley no fueran plaga sufi-
ciente, en los últimos cinco lustros invadieron hasta los rincones más
recúnditos del campo mexicano los capitales que lucran con la prohibición
68 CON LOS PIES SOBRE LA TIERRA
de ocho columnas. Así lo cuenta María con una elocuencia que ninguna
sociología puede superar:
Yo creo que ya no hay comunidades. Sólo hay familias arrimadas, arrincona-
das, bocabajeadas y silencias. Gente que ni siquiera puede hablarse, ayudarse.
Porque la violencia nos desaparta, nos quita hijos, sobrinos […] ¿Y entonces?
¿Cómo vamos a estar unidas las familias si ya metieron la podredumbre
dentro? ¿Si ya pusieron a fuerzas el arma en manos del hijo, si ya le dieron
una? Te dicen: “Nomás te callas, si llegan los encapuchados o la camioneta
con los armados, baja los ojos y no digas nada, ándate derechita y a la mejor
no le pasa nada a tu familia”. Entonces la gente sale, porque tiene miedo de
que la maten. No le hace que piérdamos todo. Aunque sea nos queda la vida,
¿no? (Paz Paredes, 2012).
Tierra caliente
ellas con su jefe […]. A principios de 2013 controlaban 81 municipios […] los
más importantes de la entidad, incluyendo [la capital] Morelia (Gil, 2013).
6
Véase <http://www.unodc.org/documents/data-and-analysis/tocta/6. Firearms.pdf>.
TIERRA INDÓMITA... 79
administración controlada por el narco, pues hoy sabemos que el hijo del
mandatario estaba relacionado con los capos de la droga desde los tiem-
pos de la campaña de su padre y el secretario de gobierno Jesús Reyna
García, que en ausencia del titular del Ejecutivo fue gobernador interino,
tenía tratos con Los Caballeros Templarios cuando menos desde 2011.
Desde el 4 de abril de 2014 Reyna está detenido debido a su presunta
vinculación con el narco (Gil, 2014b) y el 18 de junio de ese año Fausto
Trejo renunció a su cargo alegando motivos de salud.
La cartelización del estado es de larga data pero hay diferencias de
estilo en la dominación delincuencial. Entre la violencia sin adjetivos
de Los Zetas, el patriarcalismo armado de La Familia Michoacana y el
moralismo salvaje de Los Caballeros Templarios, algunos añoran el au-
toritarismo ordenado y previsible que mantenía “el jefe”, “el impartidor
de justicia” que fue Jesús “El Chango” Méndez, cabeza de La Familia,
quien cuando menos sabía mantener el gallinero en paz (Cano, 2014f).
Ex director de una agencia de inteligencia y conocedor del tema,
Guillermo Valdez Castellanos caracteriza así la situación creada en
Michoacán:
Esto es lo grave del proceso de captura y reconfiguración del Estado. Estos
[cárteles] llegan a imponer la normatividad mafiosa, y como no se sabe a
quién recurrir para romper esta normatividad del crimen organizado, pues
los actores sociales se acomodan, ya sea empresas trasnacionales, comisarios
ejidales o autoridades portuarias (Ap, 2013).
que queremos morir. Todos coincidimos en una sola: morir luchando, no como
animalitos en un rastro […]. Andamos haciendo el trabajo que el gobierno
del estado no ha querido hacer o no ha podido, por estar involucrado con el
crimen organizado […]. Nosotros para muchos pueblos somos la justicia, no
la ley, porque no pretendemos ser la ley (Gil, 2013c).
7
Las cursivas son mías.
92 CON LOS PIES SOBRE LA TIERRA
ejemplo hay que seguir; otros en cambio consideran que las autodefensas
están movidas por cárteles emergentes como el que lleva por nombre
Jalisco Nueva Generación, que así se deshacen de la competencia; otros
más –entre ellos los propios templarios y el grupo guerrillero llamado
Ejército Popular Revolucionario– ven en el proceso michoacano el princi-
pio del paramilitarismo de estado, presuntamente inspirado por el general
colombiano retirado Óscar Naranjo, que hasta principios de 2014 fuera
asesor de Peña Nieto. Estos últimos podrían abonar a su favor que el 22
de enero, en entrevista, el Comandante Simón reconoció que “son altos
mandos (del ejército) los que nos están apoyando” (Cano, 2014p), y un
autodefensa de Tepalcatepec manifestó ante el periodista Arturo Cano
que “desde meses antes del surgimiento de las autodefensas el gobierno
se comenzó a reunir con gente en Tepeque (a) las reuniones asistían
militares” (Cano, 2014q).
Es también sintomático y preocupante que vean con simpatía a las
autodefensas michoacanas políticos de derecha como el panista Mauricio
Fernández de la Garza, que como alcalde del municipio más rico del país,
San Pedro Garza García, en Nuevo León, combatió al narco recurriendo
a informantes que participaban de los cárteles y mediante un llamado
“equipo rudo” que operaba al margen de la ley y al parecer se financiaba
con cuotas que pagaban los propietarios de antros (Campos, 2014).
Lo que está fuera de discusión es que en Michoacán la gente llana
libra una batalla por el territorio, una cruenta disputa –las autodefensas
calculan, seguramente con exageración, que en un año han muerto entre
mil 200 y mil 800 templarios (Cano, 2014e) y un número de los suyos
que no publicitan– en la que la población local se enfrenta tanto a los
cárteles como a la corrupción y torpeza de los gobiernos. Combate del
todo semejante al que se libra en otras regiones del país.
Ciertamente hay diferencias. El Sistema de Seguridad, Justicia y
Reeducación Comunitaria, dependiente de la Coordinadora Regional
de Autoridades Comunitarias, que surgió en 1995 en Guerrero, es un
instrumento al servicio de los pueblos de La Montaña y la Costa Chica
sustentado en las asambleas y regido por reglas claras que se ha man-
tenido independiente tanto del gobierno estatal como del federal. El
Sistema de Seguridad y Justicia Ciudadana que a principios de 2013 se
TIERRA INDÓMITA... 99
Siniestros “naturales”
107
108 CON LOS PIES SOBRE LA TIERRA
Señas de identidad
Digo que en estas luchas se juega el futuro de los indios y los campesi-
nos porque son ellos los que tienen en los ámbitos geográficos que ocupan
la condición primordial de su supervivencia. En esencia, lo que en este
combate se dirime es una cuestión de clase: los campesindios, como posee-
dores ancestrales de sus territorios y como trabajadores de sus tierras, se
enfrentan al gran capital encarnado en las corporaciones, narco incluido.
Pero que en el fondo haya una confrontación de clase no significa que los
conflictos y movimientos territoriales se presenten de manera inmediata
y directa como lucha de clases. Las batallas en el territorio tienen una
especificidad que debemos tener presente.
El paradigma de conflicto social implícito en el concepto “lucha de
clases” supone que los alineamientos –ciertamente sobredeterminados–
remiten directamente a la estructura económica subyacente, de modo
que los actores se definen por el lugar que ocupan en el entramado de
las relaciones de producción; relaciones que en el mundo moderno son
globales, de modo que globales son también las clases. Pero hay conflictos
que aun si tuvieran un trasfondo clasista se desarrollan en campos de
fuerzas más complejos y abigarrados. Conflictos cuyo esclarecimiento
demanda paradigmas alternativos o cuando menos complementarios.
Éste es el caso de las batallas territoriales que nos ocupan.
En el mundo antiguo eran frecuentes los choques entre sociedades
estructuradas y jerárquicas: los griegos contra los “bárbaros”, los ro-
manos contra los pueblos de su periferia imperial, la dinastía china
de los T´ang contra los turcos, los aztecas contra los purépechas… La
modernidad trasladó algunas características de estas confrontaciones
a los conflictos entre las debutantes naciones, tensiones que durante el
siglo XX cobraron la forma de dos grandes guerras mundiales, un par de
encontronazos bélicos que en el fondo respondían a la rebatinga entre los
capitales que se disputan el mundo, pero que en su expresión inmediata
aparecían como batallas entre sociedades nacionales identitarias que
ocupan territorios; batallas en que se confrontaban grupos humanos
complejos e internamente diferenciados, sociedades polarizadas en
tiempos de paz pero que estallada la guerra se unían en torno a sus
banderas para hacer frente a un enemigo externo.
NUESTRA TIERRA 113
tar con éxito las contradicciones más urgentes y agudas. Y es que las
constelaciones sociales que conforman los movimientos son cambiantes,
como lo son las alianzas que impulsan sus diferentes actores, porque es
también mudable el sistema de contradicciones en que se ubican.
La insurgencia antitemplaria en Michoacán es un buen ejemplo de lo
que digo. Integrar policías comunitarias indígenas para enfrentar proble-
mas locales como el saqueo de los bosques en Cherán o la usurpación de
las tierras comunales en Ostula es muy distinto a enfrentar y derrotar
en casi todo el estado el enorme poder económico, militar, político y hasta
cultural de un cártel como el de Los Caballeros Templarios. Difícilmen-
te las autodefensas de Tierra Caliente hubieran podido liberar buena
parte del territorio de las garras de la delincuencia vuelta Estado si no
hubieran sumado fuerzas regionales extremadamente heterogéneas
obligando primero al gobierno federal y luego al estatal a reconocerlas y
hasta resguardarlas. Que esto conlleva riesgos, que ya se vieron. Claro.
Pero cuando la rebelión se justifica, como era el caso de Michoacán, es
necesario correr el riesgo de rebelarse.
La defensa del territorio define una época del movimiento campesin-
dio mexicano. La reivindicación de la tierra, la resistencia localizada, es
ancestral, y su emblema bien podría ser la raya en el suelo con que el
jefe yaqui quiso parar a los españoles hace 500 años. Desde entonces esta
lucha ha sido recurrente y la combativa oposición de las comunidades
campesinas e indígenas a los acaparamientos de tierras y aguas, a los
talamontes y a las presas y minas que los agredían marcó la segunda
mitad del siglo XX. Sin embargo en los últimos tres lustros los despojos
asociados con la neoterritorialización del capital han multiplicado las
resistencias. No estamos ante una simple continuidad, sino ante un
salto de calidad, una etapa nueva del activismo campesino e indígena.
En pocos años el movimiento en defensa del territorio devino nacional.
Las concesiones mineras cubren todo el país, los proyectos hidroeléctricos
se multiplican, y pese a algunos descalabros financieros las inmobiliarias
siguen en marcha, los cárteles del narco extienden su dominio… Así las
cosas, también la resistencia se extiende por todo México. No hay estado
de la República en el que estén ausentes los movimientos en defensa del
territorio y sus recursos.
NUESTRA TIERRA 115
Igualmente incluyentes son los ejes de lucha consensuados por los par-
ticipantes:
milpa, pero aun así a principios de junio siembra algo de maíz y poco
después cebada. “Sembramos –dice– para que la gente que ha caído en
el desánimo vea que defender la tierra, defender nuestra identidad como
campesinos sí tiene sentido” (Petrich, 2014).
Las organizaciones rurales nacionales que fueron protagónicas en
las oleadas de lucha por la tierra, por la producción, por los derechos
autonómicos… hasta ahora han tenido una escasa participación en los
combates contra el despojo. Quizá porque estas resistencias son locales
y contra amenazas de diversa naturaleza, de modo que no es fácil definir
una agenda única y un único interlocutor, las diversas coordinadoras
rurales han estado muy poco presentes en los combates. La CNPA partici-
pó en la negociación contra una minera en Zacatecas, en su encuentro de
2013 el Congreso Nacional Indígena congregó a portavoces de numerosos
conflictos territoriales y en abril de 2014 el Frente Auténtico Campesi-
no, integrado por organizaciones nacionales como la Unión Nacional de
Trabajadores Agrícolas, la Central Independiente de Obreros Agrícolas
y Campesinos y El Barzón, anunció mediante un manifiesto su decisión
de construir “comités zapatistas en defensa del territorio en cada uno de
los ejidos y comunidades del país” (Pérez U., 2014) acuerdo del que sin
embargo no se han visto resultados.
El hecho es que hasta mediados de 2014, en que escribo esto,
ninguna organización o convergencia nacional de perfil indígena y/o
campesino había asumido el reto que representan las resistencias
territoriales. Lo que quizá es afortunado dado el verticalismo y los
vicios clientelares que aquejan a muchos de estos agrupamientos. Por
su parte, las redes que las mismas resistencias locales han construido
con apoyo de grupos de la sociedad civil son convergencias estrecha-
mente temáticas, y aunque a veces buscan englobarse como oposiciones
a los “megaproyectos” el hecho es que hasta ahora han servido para
visibilizar y procurar solidaridad pero no para mucho más.
El movimiento recurre a las acciones, pero éstas son casi siempre
locales, focalizadas en el problema específico que las provoca y protago-
nizadas por los agraviados directos y sus acompañantes solidarios. Sin
duda la lucha contra las presas, contra las minas, en defensa del agua y
contra los daños ambientales mira más allá de sus regiones y hasta se
NUESTRA TIERRA 123
Los avatares de pueblos que defienden su tierra frente a los más diversos
poderes expansivos y predadores cubren el mapa entero de la historia
humana. Y es que los pueblos son su historia y son su tierra: son el
tiempo vivido y el soñado; son el espacio habitado, cultivado, nombrado,
significado.
A veces hablamos de la tierra como un ámbito preexistente que nos
tocó ocupar y de la historia como un curso preestablecido al que fuimos
lanzados porque con frecuencia la tierra y la historia nos son ajenos y nos
son hostiles. Pero en la medida en que labramos nuestro espacio y le po-
nemos cadencia a nuestro tiempo descubrimos que en verdad son nuestros
en tanto que los hacemos nuestros.
Como colectividad somos nuestra tierra y nuestra historia, de la
misma manera que como individuos somos nuestro cuerpo y nuestra
memoria. Tierra y cuerpo que reinventamos a partir de la tierra y el
cuerpo que nos legaron. Historia y memoria que recreamos a partir de
la historia y la memoria que heredamos.
131
132 CON LOS PIES SOBRE LA TIERRA
Tlalli, tierra; pan o tlan, lugar. Pocas sílabas del náhuatl se repiten
más que éstas. Y es que nuestra identidad individual y colectiva está
indisolublemente asociada a lugares sobre la tierra, a terruños. Todas
las personas somos tlaltécatl, somos habitantes de una tierra, y todas las
comunidades son tlalpan, son lugares sobre la tierra. Y si empleamos
la fórmula reverencial tendremos que quienes no sólo son de una tierra
sino que la defienden son tlaltecotzin.
La tierra es espacio en disputa y la historia es tiempo de confronta-
ción, de modo que sólo con lágrimas y sangre se construyen a contrapelo
espacios y tiempos habitables. Porque sucede que estamos nosotros pero
también están los otros, los hostiles, los que nos arrebatan nuestro espa-
cio, los que nos roban nuestro tiempo. Entonces hay que bregar, resistir,
darse tiempo para imaginar futuros mundos alternos… Y también hay
que ir construyendo –aquí y ahora– tiempos y lugares solidarios y fra-
ternos, huequitos calientes donde a ratos podamos ser felices.
Es bonito soñar con futuros más soleados, y mejor aún si desechamos
la tonta idea de que algún día los otros, los malos, se van a ir. Porque
los otros somos nosotros; nosotros en el tiempo de la escasez. Y como la
escasez es constitutiva de los mortales hay que ir aprendiendo a vivir
y morir con ella, pero sin dejar que por ella se rompa para siempre la
solidaridad, que por ella se fracture del todo el nosotros.
Es fácil darse cuenta de que en verdad nosotros somos los otros: yo
soy el otro que fui ayer y el otro que seré mañana y, sin ir tan lejos, mi
propio cuerpo que a cada rato exige, que de vez en cuando duele y que
un día de estos morirá, me confronta con el otro que hay en mí. Y de la
misma manera en el deseo y el sueño se apersona mi otro yo, mi ignoto
demonio personal –también llamado “ello” o duende– del que dieron
razón, cada quien a su modo, Goethe, Freud y García Lorca. Entonces,
si me doy cuenta de que yo mismo me hago otro en el tiempo, de que en
el espacio mi cuerpo se me extraña y de que en los abismos del ello mi
inconsciente se insurrecciona, no me costará tanto entender que el otro
frente a mí no es del todo ajeno; que el que me mira y al que miro –a veces
con desconfianza, a veces con rencor– es en el fondo uno de mis posibles.
TIERRA HABITADA... 133
Así las cosas, para aprender a vivir hay que aprender a morir. Vivir y
morir en la escasez solidaria; vivir y morir con los otros y a veces contra
los otros; los otros que somos nosotros…
La madre tierra, el planeta tierra, la tierra en que nacimos y que nos
espera al final del camino; la tierra que habitamos, cultivamos, nom-
bramos…; la tierra que junto con la libertad inspiró desde las guerras
campesinas alemanas del siglo XVI hasta las revoluciones campesinas
del siglo XX… La tierra.
En la cultura grecolatina es Gea, la de anchas espaldas, primera
divinidad después del Caos, madre de todos los dioses y también de
Demeter, la de hermosa cabellera, que reina sobre los campos cultiva-
dos y siendo dadora de vida igualmente lo es de muerte. Y junto a ellas
una avecindada de origen asiático: la exuberante, montañosa y salvaje
Cibeles… En Mesoamérica es Tlazoltéotl, devoradora de los desperdicios
y diosa de la fecundidad, o la huasteca Ixcuina, patrona de los partos y
madre de Centéotl, dios del maíz. En el mundo andino es la Pachamama…
Por su profundidad mítica devenida potencia revolucionaria, tierra
es un concepto raigal que nos ha acompañado desde siempre. Territorio,
en cambio, es un prometedor recién llegado: un plausible debutante que
tendrá aceptación entre los que cuentan, siempre y cuando no trate de
suplantar a la voz más entrañable de todas: tierra, madre tierra, Gea,
Pachamama.
Lo que en torno a este concepto se debate es hasta dónde llegan los dere-
chos de los pueblos y hasta dónde los de la Nación, y el empleo del término
tierra en un sentido estrictamente agrícola y el de territorio en un sentido
más amplio permiten diferenciar las posiciones. En el marco de dicha
discusión, es pertinente decir que los pueblos más aferrados luchan por el
territorio y no sólo por la tierra. Pero entendiendo que si circunstancial-
mente el término tierra nos queda corto es por la connotación restringida
que en México le dan la Constitución y las leyes agrarias, restricción que
el concepto no tiene si atendemos a su contenido mítico, histórico y político.
Las características físicas y biológicas de una región son inseparables
de las actividades humanas que en ella se practican o se han practicado;
la naturaleza no existe en estado puro, como tampoco las sociedades
pueden abstraerse del entorno natural que las sustenta. Y dado que
el cultivo ha sido históricamente el nexo fundamental que nos une con
el medio biofísico, es pertinente reconocer la existencia de territorios
agroecológicos. Ámbitos cuya delimitación sirve para fines descriptivos
y clasificatorios pero también de planeación y gestión.
La ordenación del territorio es una actividad interdisciplinaria y pros-
pectiva que, en vistas al desarrollo económico, fue impulsada en Estados
Unidos mediante instancias de planeación regional como la Tennessee
Valley Autority, y en México mediante las comisiones por cuencas hidro-
lógicas inspiradas en las de nuestros vecinos del norte. Hoy los estudios
de uso del suelo y los planes de manejo devinieron ámbitos de disputa,
pues con frecuencia las comunidades y otros actores locales que defienden
sus territorios de amenazas externas hacen de estas herramientas de
planeación potencialmente participativa un eficaz instrumento técnico-
político de lucha. Y es que la gestión del desarrollo sólo será democrática
si se hace desde las regiones y con protagonismo de los actores locales.
Al entrevero espacial de ecosistemas, prácticas productivas, conoci-
mientos tradicionales y concepciones del mundo que se conforma en torno
a los pueblos indios se le ha llamado territorio biocultural, término que
según Eckart Boege tiene los siguientes componentes:
Recursos naturales bióticos intervenidos en distintos gradientes de intensidad
por el manejo diferenciado y el uso de los recursos naturales según patrones
TIERRA HABITADA... 137
que tiene como punto de arranque el sujeto, el grupo humano que con
sus prácticas construye un hábitat y que en este caso no son los pueblos
indios en los que recalan la mayoría de los estudios recientes sobre te-
rritorios, sino un puñado de resineros netamente identitario y cohesivo
pero mestizo, que además, por lo itinerante de su labor, desarrolla una
ocupación extensiva.
Para el sociólogo brasileño la “reserva extractivista” como expresión
de la territorialidad de los resineros amazónicos es la “materialización
de un proceso/sujeto instituyente que es el movimiento de los serin-
gueiros” (Porto-Gonçalves, 2001: 207), y en este sentido geografía no es
tanto sustantivo como verbo: la acción de marcar, de dibujar la tierra.
Apoyándose en la idea de clase-sujeto del historiador E. P. Thomson y
en los conceptos de hábitat y habitus como los emplea el sociólogo Pierre
Bourdieu, Gonçalves propone que
no existe un hábitat que no comporte un habitus […], no existe lo instituido
que no tenga procesos y sujetos instituyentes […], las reservas extractivistas
son la expresión de una identidad posible (y no natural) de los seringueiros
a través de sus encuentros […], de lo que la reserva extractivista es su ex-
presión teórico-práctica (2001: 217).
Tierra y libertad
A su vez, el Plan de Ayala firmado por los zapatistas en ese mismo año
establece que se respetará el derecho de las comunidades a mantener “a
todo trance con las armas en la mano la mencionada posesión”.
“Restituir”, “reconocer”, no dotar, no repartir; “terrenos, montes y
aguas”, no parcelas familiares; “poseer y administrar […] en la forma
que juzguen conveniente”, es decir autogobernarse en sus territorios;
defender la posesión “con las armas en la mano”, o sea poder popular. Y
todo bajo la bandera de Tierra y Libertad. ¿Es eso lo que el ordenamiento
territorial hace obsoleto?
Si pensamos que el término territorio le añade a tierra un sentido de
ancestralidad indígena que no tenía es que no leímos los manifiestos en
nahua del Ejército Libertador del Sur, donde queda claro que la tierra a
la que se hace referencia en consignas de apariencia campesinista como
TIERRA HABITADA... 145
hicieron fue una reforma agraria para restituir sus tierras del común a
las villas, pueblos y caseríos (Bartra, 2012a: 321-323).
Decir que hoy se lucha por el territorio y no por la tierra es un dis-
late que sólo se les puede ocurrir a quienes tienen en mente las falsas
reformas agrarias de la Alianza para el Progreso y no las grandes revo-
luciones campesinas del siglo XX. Porque cuando los zapatistas decían
tierra pensaban en milpas, huertas y potreros pero también en montes
y valles, ríos y bosques. Las mentadas “tierras de los pueblos” son tanto
los campos de labor como sus dominios, ámbitos extensos en donde tiene
sentido el complemento de tierra, que es libertad. Confío en que a nadie
se le ocurra hablar del “territorio donde nací” o del “territorio de mis
padres”, renombrar la clásica película Así es mi tierra como Así es mi
territorio o exigir que se incluyan en la Constitución no los derechos de
la madre tierra sino los derechos de nuestro padrecito territorio.
espacios con más derechos, como los de los lugareños antiguos, y con
menos derechos, como los de los avecindados recientes. Y están, cada vez
más, los espacios que usurpan actores externos hostiles que por lo general
no se limitan a incorporar una variante territorial sino que rompen la
racionalidad espacial comunitaria que –aun si contradictoria– era ma-
nejable por el colectivo. Y entonces los territorios –que ya eran lugar de
rebatiñas a veces entre pueblos y entre comunidades agrarias– devienen
verdadero campo de batalla.
Los territorios son tan plurales, fluidos y cambiantes como los múlti-
ples sujetos que los construyen y como las diversas dimensiones de cada
uno de estos sujetos. Pluralidad que se expresa siempre en anuencias
y desavenencias, acuerdos y disputas. Sin embargo, cuando un actor
externo y ominoso se cierne sobre el territorio las anteriores rencillas
pasan a segundo plano o quizá se potencian, pero en todo caso cambia
la naturaleza de la confrontación pues entonces lo que está en juego no
son ciertos privilegios o desventajas dentro de la comunidad, sino la
existencia misma de la comunidad.
Las relaciones sociales son casi siempre territoriales, pero el concepto de
espacio social puede emplearse también, y con pertinencia, en un sentido
no geográfico. Dentro y fuera, por ejemplo, son conceptos espaciales no
necesariamente territoriales, útiles para designar la pertenencia o no de
una persona, familia o grupo de familias a la comunidad, pues si algunos
violan la norma –no participan en el tequio, no colaboran con las fiestas
patronales o no cumplen con sus cargos– pasan de estar dentro a estar fuera
de la colectividad sin que medie necesariamente un desplazamiento físico.
Los conceptos “cerca” y “lejos” referidos al espacio social y no al geográ-
fico designan bien, por ejemplo, la cercanía o contigüidad moral que existe
entre los que se quedaron y los que migraron, mientras que dentro de la
comunidad pueden existir familias o grupos distantes aunque sean vecinos.
Hay en los pueblos los comuneros que son “localizados” pero también
los que son “ubicuos”, calidad espacial materialmente imposible pero
socialmente frecuente, pues el migrante que habiendo creado comunidad
en su lugar de destino mantiene su sitio en la de origen ocupa a la vez
dos lugares distintos en el espacio social.
148 CON LOS PIES SOBRE LA TIERRA
155
156 CON LOS PIES SOBRE LA TIERRA
2012: 57-77). Veinte años después, las resistencias en los territorios son
aún más extensas, intensas y globales de lo que eran entonces.
Esto ocurre porque la gente no se deja despojar así nomás, pero tam-
bién porque la amenaza a la que hace frente no ha dejado de crecer. En
las últimas décadas estamos padeciendo un masivo aterrizaje del gran
capital en busca de elementos naturales y sociales que antes le impor-
taban menos o de plano no le interesaban. Pero estos elementos, que
en la perspectiva del gran dinero son recursos para la valorización del
valor, para nosotros son bienes, y con frecuencia bienes comunes necesa-
rios para la subsistencia colectiva. Entonces hay un choque; un choque de
proporciones civilizatorias.
Es fácil entender las razones por las que muchas comunidades se
resisten al despojo, y hasta aquí me he ocupado de cómo lo hacen y de
los conceptos interpretativos con que desde la reflexión académica nos
aproximamos a sus luchas. Pero ¿por qué hoy despoja con tanta furia
el capital?, ¿por qué en nuestros tiempos se enconan un saqueo, una
depredación y una violencia muy semejantes a las que ensangrentaron
el nacimiento del capitalismo?, ¿por qué en el cruce de los milenios el
gran dinero aterriza del modo feroz y canalla como lo está haciendo?.
Violencia primaria
los valorice captando con ello una parte de la plusvalía social en cuya
generación no participó.
En este caso lo que se valoriza no es la inversión productiva –aunque
ésta pueda añadirse generando ganancias propiamente dichas– sino la
propiedad de un bien limitado que al privatizarse conforma un monopolio.
Si todas las mercancías se fabricaran con medios de producción pro-
ducidos socialmente las rentas tenderían a desaparecer. Pero pese al
desarrollo de la tecnología los recursos naturales y sociales no generados
por el capital son y serán condición permanente de la producción. De modo
que también es permanente su apropiación capitalista y su valorización.
Se configura así un proceso continuo de expropiación ejercido sobre
la sociedad y la naturaleza por un capital que Marx califica de “ciego y
desmedido”. Curso violento por el que el gran dinero, derribando barreras
no sólo “morales” sino incluso “físicas”, transforma reiteradamente en
mercancías bienes sociales y naturales que no lo son. Y no lo son –aun si se
les asigna un precio– dado que su gestación y reproducción se desarrollan
fuera de los circuitos mercantiles y con una lógica distinta a la del lucro.
La transformación de bienes y recursos naturales o sociales en mer-
cancías y su empleo en la producción es premisa histórica del capitalismo.
Pero en realidad esta transformación es paso necesario en todo proceso
pasado, presente o futuro de acumulación pues, directa o indirectamente,
todos ellos emplean bienes sociales y naturales.
Este momento de apropiación puede ser llamado con rigor acumula-
ción primaria, en tanto que pone a disposición del capital las premisas
externas de su valorización productiva. Acumulación primaria que es
constitutiva de toda acumulación posible dado que una y otra vez la
naturaleza y el hombre se le exteriorizan al capital, haciendo recurrente
así su reapropiación.
Que los llamados “recursos naturales” se reproducen en ecosistemas
externos al circuito económico del capital parece evidente. Pero la exte-
rioridad vale también para la “fuerza de trabajo”, que no es más que la
forma mercantil que dentro del capitalismo adopta la capacidad laboral
de los seres humanos. Y es que, si bien es cierto que la explotación asala-
riada reproduce en el obrero la compulsión a seguir vendiendo su fuerza
de trabajo en tanto que ésta es su única forma de subsistir, también es
TIERRA ARRASADA... 167
Mali y Guinea, mientras que China compró dos millones 800 mil en la
República Democrática del Congo (Chouquer, 2012: 13; Hermele: 12-13).
Y todavía “algunos dicen que el colonialismo es cosa del pasado”, escribe
en un reporte de 2008 el grupo GRAIN, que ha estudiado bien estos asuntos.
El acontecimiento central en la renovación de la avidez capitalista por
las tierras de la periferia es el encarecimiento sostenido de los alimentos
y la crisis agrícola que hay detrás. Fenómenos que señalan el fin del
prolongado espejismo de la Revolución Verde, un modelo tecnológico que
por unos años y acompañado de fuertes subsidios había incrementado los
rendimientos y la producción de granos. El resultado fue que los precios
de los cereales y las leguminosas disminuyeron de manera sostenida
hasta fines del siglo XX, cuando el agotamiento de los suelos, el cambio
climático que la agricultura intensiva ayudó a generar y la dependencia
de los hidrocarburos causada por el abuso en el empleo de energía y
agroquímicos frenaron y finalmente revirtieron la anterior tendencia a
la elevación de los rendimientos. Esto se combinó explosivamente con
una demanda cada vez mayor de alimentos resultante del incremento de
la población mundial, pero también de los crecientes requerimientos de
los países que en nombre de las “ventajas comparativas” había desalen-
tado la producción interna y renunciado a la autosuficiencia debido a la
demanda de forrajes ocasionada por el cambio de dieta de pueblos como
los de China, India e Indonesia, que incrementaron su ingesta de carne
y leche, y finalmente por la demanda de agrocombustibles derivada del
agotamiento del petróleo fácil y barato. De ahí derivó una severa escasez
que el oligopolio de las graneleras y los fondos de inversión que especulan
en bolsa con los alimentos tornaron explosiva. El resultado fue que un
sector que ya era sistemáticamente saqueado desde el segundo piso por
corporaciones productoras de insumos como Monsanto, por graneleras
como Cargill y por agroindustrializadoras como Nestlé devino enorme-
mente atractivo para las inversiones directas en la producción primaria
y en las tierras y aguas que son su sustento.
El mundo económico se ha dado cuenta de las altas ganancias que pueden ob-
tenerse en la agricultura –sostiene Castan– y las compañías están explorando
nuevos métodos económicos y financieros, inspirados en los de otros sectores
174 CON LOS PIES SOBRE LA TIERRA
que la naturaleza le ofrece como puro regalo por encima del salario de su
esfuerzo […]. El labrador recoge, además de su sustento, una riqueza inde-
pendiente y disponible (Turgot, 1977: 331-332).
predominio del más fuerte –entendiendo por el más fuerte el más rico,
el más poderoso, el más “influyente”, el que tiene clientelas más fieles y
extensas, el que mueve más gente y, en tiempos del narco, el que tiene
mayor capacidad de fuego–, transgredir mediante la violencia toda Ley
que limite el derecho de la fuerza es hacer valer la norma profunda.
Se nos ha dicho que la ley del más fuerte –que es la “ley de la selva” o
“estado de naturaleza”– deja su lugar al derecho cuando surge el Estado,
institución que en el capitalismo debe garantizar ante todo la propiedad
establecida y sustentada en la “legítima” acumulación empresarial.
Pero en un capitalismo rentista y rapaz como el de las trasnacionales
depredadoras, los cárteles globalizados, los empresarios desalmados y el
cacicazgo hecho gobierno la que mejor sirve a las necesidades del sistema
es precisamente la “ley de la selva”.
Una lectura de la violencia también referida a México y semejante a la
que aquí esbozo es la de Araceli Mondragón, para quien el “triunfo de la demo-
cracia” fue sólo aparente y sociedades como la nuestra avanzan hacia “una
condición latente de ‘estado de guerra’ hobbesiano, de disolución estatal
e institucional” (Mondragón, 2014: 20). La aproximación es sugerente,
pero al apoyarse en el “estado de guerra” como lo entiende el autor de
Leviatán y no, como lo hago yo, en el “estado de excepción” como lo con-
ciben Schmitt, Benjamin y Agamben, Mondragón remite reiteradamente
la violencia a unas presuntas “pasiones […] no controladas racionalmen-
te” (2014: 21) que se imponen porque “esta nueva era del capitalismo
a nivel planetario da rienda suelta a las pulsiones de los individuos y
crea condiciones de extrema violencia” (2014: 39). Interpretación muy
distinta a la de Lacan y Žižek, a quienes también se refiere. En cuanto a
los saldos del “estado de guerra”, para Mondragón la destrucción de los
ethos que hacían “vivible lo invivible” (Bolívar Echeverría dixit) cancela
las estrategias adaptativas identitarias y no le deja a la gente más que
la falsa salida de la droga, con lo que la violencia se muerde la cola. Y
también aquí se resiente la ausencia de Benjamin, para quien al estado
de excepción de ellos se le enfrenta con nuestro propio estado de excep-
ción, y ante su violencia instrumental se esgrime la violencia pura: no
adaptación barroca ni echeverriana evasión narcótica mondragonesca
sino subversión grotesco-carnavalesca.
194 CON LOS PIES SOBRE LA TIERRA
el derecho –cualquiera que éste sea– es arma del poder que legitima la
violencia administrada preservadora del orden establecido.
La violencia “pura”, “revolucionaria” e “imperante” tampoco es utópica
en tanto que vehículo del altermundismo. Aunque sí lo es en el sentido
que le da Benjamin a la utopía como irrupción del “Mesías” que rompe el
flujo de la historia (Walter Benjamin, 2010: 40, 54, 59, 97), o como el salto
fuera del progreso que quiere Horkheimer (Horkheimer, 2006: 55-56), o
como el éxtasis compartido y el trance libertario colectivo a los que me
he referido… (Bartra, 2008:164-165). De estos momentos fulgurantes
que resignifican al sujeto y su entorno han hablado pocos sociólogos,
unos cuantos filósofos y muchos literatos. Ya he mencionado a García
Lorca y he empleado como epígrafe un texto de John Berger, cito ahora
al sudafricano J. M. Coetzee: “Mientras dura este momento fuera del
tiempo las estrellas se reconfiguran de modo que los acontecimientos
no sean sólo tales, sino que representen otras cosas” (Coetzee, 2010: 63).
Interpretando a Walter Benjamin, Slavoj Žižek sostiene que la violen-
cia divina es “rabia vengativa”, “cólera revolucionaria”, “justicia más allá
de la ley”… y la remite a circunstancias históricas sangrientas como los
momentos del terror en la Revolución Francesa (1792-1794) y en la Revo-
lución Rusa (1919) (2010: 211-242). Lectura del esloveno que deja fuera
la violencia simbólica que estando presente en estos eventos también lo
está en otras transgresiones incruentas que a mi ver son violencia pura
en el sentido que le da al concepto su introductor. Coincido en cambio con
Žižek en que las acciones a las que se refiere Benjamin son lo que Alan
Badiou llama “acontecimientos”, pues no resultan de causas, no sirven
a ningún fin ulterior y se sustentan en sí mismas.
Resumiendo, para el esloveno la violencia divina benjaminiana es la
“dimensión teológica sin la cual la revolución no puede ganar” (Žižek,
2010: 235), mientras que para mí la revolución como acontecimiento
radical es sin duda uno de los modos de la violencia pura, pero en tanto
que ontocreadora, incondicional e irreductible a cualquier causalidad y
racionalidad previas o trascendentes, este modo extremo de la violencia
abarca igualmente actos individuales y colectivos muy diversos que cons-
tituyen también auténticos acontecimientos y que en cierto modo son las
revoluciones de la cotidianidad. Incluyo aquí como emblemática la desqui-
TIERRA ARRASADA... 197
199
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ronoestadestruidosagarpa-2016263.html>.
SE HACE TERRUÑO AL ANDAR
SE HACE TERRUÑO AL ANDAR
LAS LUCHAS EN DEFENSA DEL TERRITORIO
Armando Bartra
Carlos Walter Porto-Gonçalves
Milson Betancourt Santiago
Esta publicación de la Coordinación de Extensión Universitaria y la División de Cien-
cias Sociales y Humanidades de la Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad
Xochimilco, fue dictaminada por pares académicos especialistas en el tema. Agrade-
cemos a la Rectoría y a la Secretaría de Unidad el apoyo brindado para esta edición.
Editorial Itaca
Piraña 16, Colonia del Mar
Ciudad de México, C.P. 13270.
Tel. 58405452
[email protected]
www.editorialitaca.com.mx
ISBN: 978-607-96999-3-2
PRÓLOGO ............................................................................................... 9
INTRODUCCIÓN ..................................................................................... 19
Los dos textos que componen este libro están lejos de teorizar distantes
de la realidad, en una torre de marfil de sabios ajenos a la carnalidad y
materialidad sociales. Son escritos que indagan, escrutan, observan, disec-
cionan, con los pies en la tierra. Tierra, territorio, terruño, lugar, origen,
donde se enlodan los conceptos. Los años recientes han sido testigos del
ascenso en el contexto latinoamericano de luchas diversas, desde abajo, de
los habitantes de los distintos territorios multiculturales, multinaturales y
multirraciales; gente que actúa y se levanta en la defensa de sus recursos,
sus viviendas, su tierra, su naturaleza, sus productos, su existir. Estos
procesos están registrados en una memoria antigua, que nos remite al pa-
sado colonial, y así encontramos actores sociales colectivos que reelaboran
su “r-existencia”, concepto acuñado por Porto-Gonçalves y Betancourt en
el trabajo que aquí presentan. Es decir, permanecen en terca resistencia
por existir y reinventar esta existencia. No es gratuito que se perciba una
exacerbación de estos movimientos en los tiempos actuales: el momento
presente del capitalismo se caracteriza por explotar y depredar de mane-
ra voraz los recursos naturales, avasallando sin miramientos a los seres
humanos que habitan los territorios donde éstos se encuentran. Agua,
minerales, hidrocarburos, madera, biodiversidad, tierra, genoma, plantas,
animales, microorganismos…, nada escapa a esta expansión creciente.
América Latina se encuentra en la disyuntiva de seguir como exporta-
dora de productos primarios, a lo que ahora se llama neo-extractivismo,
9
10 LAS LUCHAS EN DEFENSA DEL TERRITORIO
Yolanda Massieu
julio de 2015
ENCRUCIJADA LATINOAMERICANA EN BOLIVIA
EL CONFLICTO DEL TIPNIS Y SUS IMPLICACIONES CIVILIZATORIAS
Luis Macas
Resumen
*
Doctor en geografía de la Universidad Federal de Río de Janeiro. Es profesor del
programa de posgrado en geografía de la Universidad Federal Fluminense en Brasil.
**
Milson Betancourt Santiago es doctorante en geografía de la Universidad Fe-
deral Fluminense en Brasil. M.A en estudios interdisciplinarios de América Latina
de la Universidad Libre de Berlín; abogado de la Universidad Nacional de Colombia
e investigador sobre movimientos sociales, conflictos por tierra-territorio y transfor-
maciones socio-espaciales en territorios rurales, especialmente en los países andinos
Colombia, Perú, Ecuador y Bolivia.
17
18 LAS LUCHAS EN DEFENSA DEL TERRITORIO
En el corazón de América del Sur (véase Anexo, mapa 1), a pie del monte
andino-amazónico de Bolivia, más específicamente en el área conocida
como Territorio Indígena y Parque Nacional Isiboro-Sécure (TIPNIS) se
lleva a cabo en este momento una batalla de significativas implicaciones
no sólo teóricas y políticas sino también civilizatorias. Se trata de un con-
flicto que nos coloca al frente del desafío de desarrollar marcos analíticos
que superen las tradiciones de pensamiento hegemónicas marcadas por
la colonialidad del saber y del poder, con su geopolítica de conocimiento
propia (eurocentrismo) (Lander, 2006 [2000]).
La razón inmediata de este conflicto nace de la iniciativa tomada en
2007 por el gobierno boliviano de construir una carretera que atravesa-
ría el TIPNIS por la mitad. Es importante señalar que el TIPNIS está en el
origen del nuevo ciclo de luchas que se instauró en Bolivia cuando, en
1990, a partir de la Primera Marcha por la Dignidad, por la Vida y por el
Territorio, los indígenas de las tierras bajas y de la Amazonia se colocan
como protagonistas en la escala nacional. El resultado inmediato de la
primera Gran Marcha fue el reconocimiento por el Estado boliviano de
la Convención 169 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), la
creación del propio TIPNIS y la introducción del debate teórico-político de
la cuestión territorial Tierras Comunitarias de Origen. El conflicto sobre
el TIPNIS alcanza su máxima expresión en agosto / septiembre de 2011
cuando la VIII Marcha llega a La Paz con más de 500 000 marchistas,
una de las mayores manifestaciones hasta entonces realizada en el país.
19
20 LAS LUCHAS EN DEFENSA DEL TERRITORIO
1
Giovanni Arrighi, en su libro El largo siglo XX, nos habla de esas dos lógicas, a saber:
1) la “lógica del capital”, comandada por la formula D-M-D’, y 2) la “lógica territorial”,
para lo que usa la fórmula T-T’ para indicar las estrategias de buscar mayor control del
espacio, sus recursos y su gente. La “lógica territorial” se afirma a través de los estados
territoriales que son la base del sistema interestatal del sistema mundo que se consagra
a partir del Tratado de Westfalia, de 1648. Así, el “Estado territorial” se constituye como
la forma geográfica de organización del poder donde el principio de soberanía territorial
se vuelve central en el derecho internacional.
INTRODUCCIÓN 21
2
En las sociedades europeas, hasta la Revolución Francesa, la prerrogativa de la
iniciativa de una acción, el acto de “principiar”, era una prerrogativa del Príncipe; así,
era el Príncipe el que principiaba. Le correspondió a la filósofa H. Arendt explicitar ese
INTRODUCCIÓN 23
25
26 LAS LUCHAS EN DEFENSA DEL TERRITORIO
La Loma Santa, que abarca varias TCO en las tierras bajas, entre
ellas el TIPNIS (véase el mapa 3) es, al mismo tiempo área de refugio y de
resistencia contra los diversos imperios / naciones / grupos sociales que
intentaron imponerse, entre ellos los incas, los españoles, los portugue-
ses, las misiones religiosas, la élite criollo-mestiza pos independencia y
también los brasileños que se aventuraron en la región.
Aproximadamente 62 % de la población de Bolivia se autorreconoce
como indígena y la mayor parte habita los altiplanos andinos y se iden-
tifica como quechua y aymara. La Nueva Constitución Política reconoce
otros 34 pueblos, la mayor parte viviendo en las tierras bajas y en la Ama-
zonia. La designación colonial de indígenas encubre muchas diferencias
entre esos pueblos cuya comprensión es fundamental para el análisis del
conflicto actual del TIPNIS. En el Altiplano Andino tenemos la presencia
milenariamente consolidada de los herederos del Imperio de Tiahuanaco
representada por los aymaras, y la presencia relativamente reciente del
Imperio Incaico, que a través de los mitimaes llegaron al Collasuyo al-
rededor de 1471. Por otro lado, en las tierras bajas y amazónicas, donde
está localizado el TIPNIS, tenemos la presencia de varios pueblos (moxos,
tsimanes, yuracarés, guaranís, entre otros) con presencia milenaria
conforme se constata en la cultura hidráulica de los moxos (1550 a.C.).
La posición del TIPNIS, esto es, sus relaciones con sus entornos inmedia-
tos y otras escalas, nos hace ver, primero, que son múltiples las Tierras
Comunitarias de Origen y Unidades de Conservación Ambiental que los
rodean (véase el mapa 3), así como las dinámicas socio-espaciales con /
contra las cuales el TIPNIS mantiene relaciones conflictivas con mayor o
28 LAS LUCHAS EN DEFENSA DEL TERRITORIO
29
30 LAS LUCHAS EN DEFENSA DEL TERRITORIO
El espacio-tiempo ancestral
con la tierra una relación infinitamente más intensa que los indígenas de
la Amazonia. Para ellos la tierra es realmente la madre nutricia y eso tiene
incidencias profundas en la vida religiosa y en la práctica ritual. Desde el
punto de vista de la ocupación real y simbólica del espacio, los indios de la
selva son gente de territorio, mientras que los indios de los Andes son gente
de la tierra: son, en otras palabras, campesinos.
Estos diferentes pueblos, tanto los del altiplano como los de tierras
bajas y de la Amazonia, se mestizaron en los últimos 500 años de invasión
de sus territorios lo que no les impidió llegar a nuestros días reivindi-
cándose con otros en relación con las tradiciones moderno-coloniales,
esto es, reivindicándose como aymaras, quechuas, tsimanes, yuracarés,
moxeño-trinitarios, entre otros, lo que da vida al concepto de “forma
primordial” propuesto por René Zavaleta Mercado y al que hemos lla-
32 LAS LUCHAS EN DEFENSA DEL TERRITORIO
El espacio-tiempo estructural
del sistema mundo moderno-colonial capitalista1
1
Para I. Wallerstein (2006), con base en F. Braudel, el tiempo estructural del sistema
mundo que se inicia en 1492 se caracteriza por las relaciones asimétricas de larga dura-
ción que se reproducen incluso cuando hay desplazamientos de sus centros geopolíticos
mundiales, el primero de los cuales giró en torno de España y Portugal, después, de Gran
Bretaña y hasta hace muy poco de Estados Unidos. Ese espacio-tiempo estructural de la
primera moderno-colonialidad continúa en la segunda moderno-colonialidad desde el siglo
XIX, bajo la hegemonía de Inglaterra y, después de 1945, de Estados Unidos.
LOS MÚLTIPLES ESPACIO-TIEMPO... 33
cia que se reproduce con los sucesivos “frentes de expansión” del capital
que, para Pablo González Casanova (2006), son “frentes de invasión”.
Debemos resaltar que sobre todo en la segunda moderno-colonialidad la
“lógica territorial” del sistema mundo será en gran parte conformada por
un sistema inter-estatal donde el imperialismo y los estados “nacionales”
desempeñarían un papel decisivo, en particular en las Américas, como
veremos a continuación.
2
Se debe considerar que la centralidad de Europa en el mundo se establece a partir
del dominio sobre este continente que habitamos. En aquel entonces (1453-1492), los
grandes circuitos de la economía-mundo se organizaban en torno al Oriente. Es a partir de
este dominio colonial que Europa asume su condición de centralidad. Ese sistema-mundo
implica los dos lados –Europa y América–, uno no se explica sin el otro.
34 LAS LUCHAS EN DEFENSA DEL TERRITORIO
como del racismo) se vio constreñida por Francia, la que, con apoyo de
Estados Unidos, se posicionó contra la independencia de esta colonia que
hasta entonces era la principal fuente de riqueza de la burguesía que,
revolucionaria en Francia, se negó a hacer valer los mismos principios
de “libertad, fraternidad e igualdad” en Haití.
Como bien sustentó el peruano José Mariátegui –en “El problema
primario del Perú”–, en América Latina “la república ha significado para
los indios la ascensión de una nueva clase dominante que se ha apropiado
sistemáticamente de sus tierras”.
Desde inicios del siglo XIX, los diversos Estados recién independiza-
dos en el continente americano se verán atravesados por una escisión
interna y una tensión imperialista que los constituirá 1) con / contra la
tentativa de las metrópolis europeas de ejercer la hegemonía en la re-
gión, sea por Francia, que dio apoyo a Estados Unidos en su movimiento
de independencia contra Inglaterra y que buscó ampliar su influencia
en el continente rebelde, sea por Inglaterra, que también buscó ejercer
influencia estimulando las revoluciones libertadoras contra el Imperio
español, o sea 2) con / contra Estados Unidos que desde 1823, con la Doc-
trina Monroe (“América para los americanos”) procura alejar la presencia
europea, fuera la que fuese, para afianzarse en la región. Esta doctrina,
que al principio podía parecer pura retórica estadounidense, se conver-
tió en una nueva geografía, con las marcas de la guerra imperialista de
Estados Unidos contra México (1845-1848), al que arrebató extensos
territorios desde Texas hasta California incluyendo Arizona, Nuevo
México y Utah. Desde entonces, expresiones como “Las dos Américas”
y “América Latina”, ambas acuñadas en 1854 por el poeta colombiano
José María Caicedo, y “Nuestra América” (José Martí) se afianzan como
expresiones que revelan esa presencia imperialista hasta hoy.3 Bolivia
3
Notemos que el nombre de América deriva del bautismo, en 1507, por el cosmógrafo
Martin Waldseemüller (1475-1522), contratado por la corona española para rehacer el
mapa con las nuevas orientaciones traídas por los viajantes, entre ellos Américo Vespucio,
a quien Waldseemüller homenajeó bautizando las tierras recién georreferenciadas. En
fin, un europeo bautiza tierras ajenas homenajeando a otro europeo. La calificación de
“Latina”, que se impone desde la segunda mitad del siglo XIX y sobre todo en el siglo XX,
dialoga con el debate europeo de la primera mitad del siglo XIX derivado de la disputa por
la hegemonía intra-europea entre Francia e Inglaterra, en la que la primera invocaba su
LOS MÚLTIPLES ESPACIO-TIEMPO... 35
carácter latino para afirmar su hegemonía. El poeta colombiano José María Caicedo, que
vivía en París en esta época, conocía ese debate y con certeza buscaba afianzar su lengua
española, también de origen romano como la francesa, contra la lengua inglesa, que se
expandía no sólo culturalmente sino también militarmente en el continente a través de
Estados Unidos, como se vio en la guerra de 1845-1848 contra México (Porto-Gonçalves,
2007 y Porto-Gonçalves y Quental, 2012).
4
Enclasamento es un concepto híbrido, que proponemos incorporando dos conceptos
tradicionalmente pensados de manera separada en las ciencias sociales: clase y estamen-
to, de ahí enclasamento. Al final, la estructura de clases en nuestro continente abriga
un componente racial que se muestra menos móvil en su reproducción y, así, sería un
estamento por su inmovilidad, teniendo en cuenta que las clases tendrían una movilidad
al interior de una racialidad.
36 LAS LUCHAS EN DEFENSA DEL TERRITORIO
7
Las huelgas que eran decididas sin la anuencia de los sindicatos por las propias
bases obreras.
8
La cuestión ambiental tal vez sea la que mejor explicita el “caos sistémico” que el
mundo empieza a vivir desde el fin de la década de 1960. Uno de los mejores síntomas
de eso es la propia idea de “límites al crecimiento”, como si pudiera existir capitalismo
sin crecimiento. La idea de desarrollo pasa a ser abiertamente cuestionada y a ser objeto
de atención teórico-política no sólo entre intelectuales como Gustavo Esteva, Wolfgang
Sachs, Arturo Escobar, Alberto Acosta, Serge Latouche y Celso Furtado, sino también
para intelectuales colectivos del mundo aymara, quechua, guaraní, maya, yuracaré,
tsimane y otros.
9
Wallerstein comenta que la revolución de 1968 fue, tal como la revolución de 1848,
una revolución derrotada que sin embargo transformó el mundo pues fue un proceso de
formación de otras subjetividades y no un proceso político en el sentido estricto de toma del
poder de carácter superestructural. Gramsci hablaría de “revolución de larga duración”.
42 LAS LUCHAS EN DEFENSA DEL TERRITORIO
Como parte del “caos sistémico” (Arrighi) que vivimos desde la gran
revolución de los años sesenta y la crisis del patrón de poder del siste-
ma mundo moderno-colonial y del capitalismo (Quijano y Wallerstein)
tenemos la reconfiguración de la “lógica territorial” –el sistema interes-
tatal– y su forma geográfica de organización del poder, donde es puesto
en cuestión el carácter “nacional” del Estado. Esta reconfiguración de
las escalas de poder tiene protagonistas “por arriba” y “por abajo”. “Por
arriba”, las grandes corporaciones trasnacionales y sus organismos de
poder –el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional (FMI) y la
Organización Mundial del Comercio (OMC), tutelados por Wall Street–,
y la alianza de las grandes corporaciones del capitalismo monopolista
de Estado estadounidense con los gestores del “capitalismo de Estado
monopolista” del Partido Comunista de China y con los gestores de fon-
dos de pensión. “Por abajo”, otros movimientos sociales aparecen como
“nuevos” e ingresan en la escena política, como los negros, las mujeres y
los indígenas, que hasta entonces estaban excluidos del escenario público
(Scott, 2000), aunque hubieran irrumpido en diferentes momentos his-
tóricos en esos espacios (en 1781 en los altiplanos andinos con Bartolina
Sisa, Tupac Katari y Tupac Amaru; en 1789/1804 en Haití con Thoussaint
de l´Overture; en 1910 con Emiliano Zapata y Pancho Villa; en los años
1920/1930 con Sandino y F. Martí; en 1952 en Bolivia; en 1960 con la
Revolución en Cuba).
Estos grupos sociales hasta entonces invisibilizados, sin embargo
ya estaban en r-existencia desde que se estableció el patrón de poder
mundial burgués blanco, europeo, heterosexual y patriarcal. La expre-
sión r-existencia se impone en la medida en que, además de resistir a
la acción de otros, lo hacen a partir de una existencia propia. Después
de todo, el estado territorial que surgió desde Westfalia abrigaba en
su seno un “colonialismo interno” (González Casanova) en donde las
etnias y grupos sociales consiguieron adaptarse creativamente, muchos
en circunstancias extremadamente adversas y, cambiando de manera
propia, hoy reivindican “dignidad” y como no pueden ejercerla en abs-
tracto reivindican el “territorio”. Otro léxico político es ofrecido por los
movimientos sociales al análisis teórico.
LOS MÚLTIPLES ESPACIO-TIEMPO... 43
10
Ese tenso e intenso proceso de desterritorialización está en la base de uno de los
más importantes movimientos sociales que surge desde entonces en nuestra región, el
Movimiento de Trabajadores Rurales Sin Tierra (MST), que, dígase de paso, hibridiza en
sus místicas la teología de la liberación y el marxismo.
44 LAS LUCHAS EN DEFENSA DEL TERRITORIO
las Américas, lo que por sí solo indica una tensión en el interior de los
bloques de poder que se configuraron en el nuevo escenario geopolítico
en el que China en particular desempeñó un papel destacado por su
pujante crecimiento económico.
En ese nuevo escenario, Brasil se mostrará especialmente apto para
llevar a cabo un papel prominente no sólo por el tamaño de su población,
por su extensión territorial y de sus recursos, y por el tamaño de su PIB,
también por haber conseguido mantener bajo control soberano, incluso
durante el huracán neoliberal del Consenso de Washington, su sistema
financiero, que dispone de un poderoso banco estatal de fomento al
desarrollo, el Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social (BNDES),
como también por sus grandes corporaciones trasnacionales capaces de
actuar a escala regional, subcontinental y global (Petrobras, Cia Vale do
rio Doce, Oderbrecht, Camargo Correa, Constructora OAS, Friboi, Gerdau,
entre tantas otras).
Así, Brasil vuelve a tener, a partir de 2004, una estrategia política con
implicaciones geopolíticas, donde la lógica del capital y la lógica territorial
se cruzan, con una actualización del proyecto de Brasil Potencia (Zibechi,
2012), que había sido abandonado con la caída del régimen dictatorial
civil-militar (1964-1985). En esta vía, en 2003 Lula da Silva, con una
medida administrativa, permite que el BNDES preste recursos financieros
para las grandes corporaciones brasileñas en el exterior, lo que no era
permitido desde su fundación,12 en 1952. En 2004, el gobierno de Lula
da Silva crea la Secretaría de Asuntos Estratégicos y desde entonces
América, particularmente América del Sur, pasa a tener un papel rele-
vante en la política externa brasileña, con consecuencias directas para
los destinos de la región, sobre todo para los grupos sociales subordinados
como los indígenas y campesinos.
12
El BNDES, solamente en el año 2011, disponía de más de $ 100 billones de dólares
americanos para fomentar el desarrollo y, así, el IIRSA sale del papel y se materializa de
forma conflictiva en la vida de las comunidades indígenas, campesinas y afrodescendientes
en las periferias urbanas por donde pasarán los ejes de integración y desarrollo.
LOS MÚLTIPLES ESPACIO-TIEMPO... 49
***
1
Sabemos que el territorio naturaliza, lo que se ve cuando se pide que informemos
dónde nacemos. Nuestro registro de identidad informa de dónde somos “naturales” y el
Estado es quien nos da esa documentación, por ejemplo, con el pasaporte, que es el pasa-
porte, cuyo control en los puertos y aeropuertos, que son puertas, el mismo Estado controla.
51
52 LAS LUCHAS EN DEFENSA DEL TERRITORIO
guay (Guerra del Chaco) que aún hoy atormentan, de un modo u otro, a
los bolivianos. Esta memoria de pérdida territorial está presente de modo
activo hoy y con serias implicaciones incluso en el conflicto del Territorio
Indígena y Parque Nacional Isiboro-Sécure (TIPNIS), como veremos adelante.
En este sentido, el conflicto actual en torno al TIPNIS es emblemático
pues trae a la luz esa larga historia que ocultaba el lugar de los pueblos
indígenas de las tierras bajas y de la Amazonia sobre todo porque fueron
esos pueblos los responsables de introducir la cuestión indígena definiti-
vamente en la agenda política nacional boliviana con la Primera Marcha
por la Dignidad, por la Vida y por el Territorio, en 1990. A pesar de que
la mayor parte de la población indígena de Bolivia habita los altiplanos
andinos, donde prevalecen los quechuas y sobre todo los aymaras, cuyas
relaciones con los indígenas de las tierras bajas y de la Amazonia no
dejaron de estar influidas por conflictos. Podemos afirmar que entender
Bolivia desde las tierras bajas y de la Amazonia, sobre todo a partir de
los pueblos que habitan la región actual del TIPNIS es comprender a Boli-
via desde los más subalternizados entre los más subalternizados grupos
sociales y etnias de Bolivia.
Pero esta construcción de subalternidad y de subalternos en la que los
indígenas de tierras bajas terminan en el nivel más inferior es aún más
compleja si consideramos la forma como en la práctica acaban enfrenta-
das las dos poblaciones más subalternizadas y necesitadas de tierra: por
un lado, los colonos migrantes del altiplano en busca de tierra, y, por otro,
las comunidades indígenas del oriente, como si el conflicto central por
la tierra fuera una lucha entre estas dos poblaciones, conforme veremos
más adelante con la tentativa de “etnización” del conflicto entre “collas”
y “cambas” por parte de oligarquías terratenientes de Santa Cruz.
Justamente estos pueblos indígenas de tierras bajas, el día 16 de
agosto de 1990 partían de Trinidad con cerca de 300 indígenas y 34 días
después, el 17 de septiembre, llegaban a La Paz con cerca de 800 indíge-
nas (moxeños, tsimanes y yuracarés) de San Lorenzo (moxeños), de San
Francisco (moxeños), de Ibiato (sirionós) así como izoceños, guaranís de
la provincia Luis Calvo de Chuquisaca, matacos del Chaco, tacanas del
norte de La Paz, mosetenes del Alto Beni, urus y chipayas del Altiplano.
Durante la marcha indígena se señalaba que “el gobierno tiene que hacer
54 LAS LUCHAS EN DEFENSA DEL TERRITORIO
Fuente: CIDOB.
56 LAS LUCHAS EN DEFENSA DEL TERRITORIO
Esta región que, como vimos, fue de donde partió la Primera Marcha
por la Dignidad y por el Territorio en 1990, promovió un verdadero pa-
chakutik2 que reconfiguraría completamente el debate teórico-político
boliviano. El concepto de territorio conlleva otra concepción política de
organización social que se nutre de la ancestralidad de los pueblos indíge-
nas amazónicos y de las tierras bajas. Desde la Marcha por el Territorio
y por la Dignidad de 1990, como bien destacó Wilder Molina,
[...] la demanda de “territorio indígena” no sólo representa la principal deman-
da “material”, sino también viene acompañada de una definición que articula
aspectos como autogobierno y organización política, nunca antes tomados en
cuenta por el Estado en cualquier forma de ocupación territorial o propie-
dad de la tierra. Por tanto, es además una lucha por la reapropiación de la
historia y por la sustitución de significados (citado en Lehm Ardaya, 1999).
2
Pachakutik, según Catherine Walsh (2009), es “un vuelco total de una era en la que
un cierto orden (pacha) vuelve o regresa (kutik), para originar un orden (pacha) distinto;
el retorno o regreso de tiempos nuevos, en el cual el espacio y tiempo caminan, van y
vuelven (Esterman, 1988, Yampara, 1995, 2005). Tal perspectiva pone en tensión la noción
occidental de progresividad del proceso temporal histórico y su tripartición del tiempo en
pasado, presente y futuro, a la vez que sugiere una multidireccionalidad, relacionalidad
y racionalidad cíclica”.
TIPNIS-BOLIVIA VISTA DESDE LOS MÁS SUBALTERNIZADOS... 57
59
60 LAS LUCHAS EN DEFENSA DEL TERRITORIO
1
La máxima de Chico Mendes de que “no hay defensa del bosque sin los pueblos del
bosque” ofrece una base segura para otros horizontes de sentido para la vida, para la rela-
ción de las sociedades con la Madre Tierra que, al contrario de la matriz eurocéntrica, no
separa hombres y mujeres de la naturaleza, para mantenernos en sus propios términos.
62 LAS LUCHAS EN DEFENSA DEL TERRITORIO
llaron, junto con órganos estatales a los que estaban adscritos como el
Servicio Nacional de Áreas Protegidas (Sernap), proyectos de economía
forestal, agrícola (cacao) y de turismo que se mostraron compatibles con
sus relaciones comunitarias, con lo que se configura un nuevo momento
de su histórica lucha de r-existencia al asimilar creativamente las nuevas
circunstancias pero a partir de su propia racionalidad. Es lo que se puede
ver en el análisis de Sarela Paz (2012) cuando dice que,
[...] amalgamada con la economía étnica de las familias indígenas, existe una
esfera económica que funciona en base a modelos productivos comunitarios
y que tiene como fin usar y aprovechar los recursos naturales renovables
con destino comercial. Es posible afirmar que estos proyectos de desarrollo
comunitario han sido madurados en un diálogo y contrapunto con los crite-
rios de conservación que se ponen en juego en el TIPNIS como área protegida
(Paz, 2012).
2
Se trata de una práctica usada por las empresas madereras ubicadas en cercanía de
territorios indígenas por medio de la cual, con la ayuda de algún indígena, logran sacar
troncos, para venderlos a la empresa.
TENSIONES TERRITORIALES... 65
El área sur del TIPNIS es la que presenta mayor tensión territorial actual-
mente, con la ocupación de tierras comunitarias por parte de pequeñas
propiedades privadas integradas a la dinámica económica de la coca,
con fuertes vínculos con el mercado paralegal3 global. Se trata de una
lógica económica que tiene bases materiales en la economía de producción
de hoja de coca que es impulsada por los colonizadores andinos, quechuas y
aymaras, quienes migraron a la región como fruto del programa de ocupación
de tierras bajas del Estado nacional populista pos 52 y que se desarrolla en
base al eje de uso, acceso y aprovechamiento de los bienes del bosque en forma
individual. Este modelo económico prioriza en el contexto del bosque un bien
mayor: la tierra. Bosque convertible en tierra cultivable para la hoja de coca.
Su producción tiene un destino exclusivamente comercial, la venta de hoja de
coca (Paz, 2012).
viesa la estructura legal (financiera, policial, jurídica, fiscalía de los puertos, aeropuertos,
etcétera) y por eso no es simplemente ilegal, aunque formalmente lo sea.
TENSIONES TERRITORIALES... 69
ñalamos, estos colonos no ven el bosque como fuente de vida sino como
tierra para el cultivo de hoja de coca y por eso cazan poco y no pescan,
como lo hacen los pueblos que tradicionalmente ocupan la región para
quienes el bosque y su productividad primaria es fundamental.
Para los nuevos colonizadores de las tierras bajas los principales
productos agrícolas comerciales son los cítricos y la coca, el arroz y el
plátano, la crianza de pequeños animales (gallinas, patos y cerdos), y
últimamente el ganado bovino ha sido importante.
La socióloga Sarela Paz (2012) llama la atención sobre la diferencia
entre los colonizadores andinos que ocuparon las tierras bajas en los
yungas tropicales que, según ella, tuvieron una participación significa-
tiva en el desarrollo del mercado interno de Bolivia con características
típicamente campesinas por su producción diversificada de frutas, arroz,
café, chocolate y, por supuesto, el producto privilegiado de los yungas:
la hoja de coca y; por otro lado, la dinámica de la colonización de los
productores de esta última que recientemente ocupan el sur del TIPNIS,
cuyo proceso migratorio ocurre en otra época y en otro contexto político,
en los años 1982-1985 y 1986-1989, procesos migratorios que sostienen una
estrecha relación con las políticas de ajuste estructural y de desplazamiento
del Estado nacionalista hacia un Estado con contenido mucho más neoliberal.
Empobrecimiento extremo de la economía campesina en ciertas regiones de
los Andes (norte de Potosí) y relocalización de mineros producen migracio-
nes masivas a la región sur del TIPNIS. Pero a diferencia de sus otros pares
colonizadores de los yungas de La Paz, Ixiamas o Ivirgarzama en el propio
Chapare, en el TIPNIS el sujeto migrante centra su actividad agrícola en la
producción de hoja de coca (Paz, 20012b: 8).
4
Tierras comunitarias de origen, según la Ley INRA, numeral 5 (art. 41), son definidas
como “los espacios geográficos que constituyen el hábitat de los pueblos y comunidades
indígenas, a los cuales han tenido tradicionalmente acceso y donde mantienen y desarrollan
sus propias formas de organización económica, social y cultural, de modo que aseguren
su supervivencia y desarrollo. Son inalienables, indivisibles, irreversibles, colectivas,
compuestas por comunidades o mancomunidades, inembargables e imprescriptibles”.
72 LAS LUCHAS EN DEFENSA DEL TERRITORIO
5
Basta observar que a pesar de la fuerte presencia militar estadounidense en Colombia
este país continúa siendo el que más produce coca destinada al narcomercado (véase cuadro
sobre la coca).
74 LAS LUCHAS EN DEFENSA DEL TERRITORIO
6
En 2003 la trasnacional Syngenta publicó en El Clarín y La Nación, los dos periódicos
argentinos más importantes, un informe publicitario con el título de “República Unida
de la Soja”. La imagen de ese informe publicitario de carácter colonial fue obtenida en
<http://www.agropecuaria.org/analisis/EviaRepublicaSoja.htm>, consultado el 18 de
febrero de 2014.
Imagen 1. La república de la soja
Fuente: http://www.agropecuaria.org/analisis/EviaRepublicaSoja.htm
TENSIONES TERRITORIALES... 79
***
7
Esas contradicciones han exigido una refinada capacidad teórico-política de los
liderazgos indígenas, como ha demostrado Héctor Díaz-Polanco en el affair de los mis-
kitos en la Nicaragua sandinista en los años ochenta, cuando “los contras” procuraban
utilizar las luchas indígenas a favor de su interés. Ese es un desafío de estos pueblos,
cuya lucha no es solamente contra el capital sino a la vez, es una lucha anticolonial. Y
por eso chocan con frecuencia contra el eurocentrismo de muchas corrientes de izquierdas
(véase Díaz-Polanco, 2008).
80 LAS LUCHAS EN DEFENSA DEL TERRITORIO
1
Los zapatistas intentaron colocar el México profundo indígena campesino en la
agenda política nacional con los Acuerdos de San Andrés, pero fueron derrotados y a
partir de ahí desarrollaron otras estrategias de carácter autonómico, como los Caracoles
y las Juntas de Buen Gobierno.
2
Bechtel recibiría la concesión de administrar el agua de Irak después de la invasión
estadounidense. Consta que el entonces vicepresidente de Estados Unidos Dick Cheney
figuraría en el Consejo Director de la empresa.
81
82 LAS LUCHAS EN DEFENSA DEL TERRITORIO
3
En 1999, tomaba posesión, como presidente, en Venezuela Hugo Chavez Frías, el
primero de una serie de gobiernos que se elegirán en función de las movilizaciones que
deslegitimaron las políticas neoliberales. En Venezuela estaba en curso el proceso de
privatización (y desnacionalización) de Petróleos de Venezuela, Sociedad Anónima, lo
que fue impedido por el nuevo gobierno. En Argentina, en diciembre de 2001, las políti-
cas neoliberales en el continente llegan a su mayor nivel de desprestigio con el “que se
vayan todos”.
4
En el caso del PPP, el carácter colonial del documento oficial es tan explícito que
llega al punto de decir que uno de sus objetivos es, después de 500 años, “castellanizar la
EL TIPNIS FRENTE A LA NUEVA GEOPOLÍTICA... 83
que deben su existencia, sin duda, a los movimientos sociales que, con sus
luchas, deslegitimaron el neoliberalismo en América Latina / Abya Yala.
Estamos asistiendo a la actualización de una tensión histórica que nos
constituye desde los primeros momentos de las luchas independentistas
en los inicios de los años 1800, con el interamericanismo de James Monroe
–“América para los americanos” (1823)–, por un lado, y la Patria Grande,
de Simón Bolívar, por otro. Sin embargo, esta no es la única tensión que
nos constituye desde entonces y que también nos acompaña hasta hoy,
como la que se hizo / se hace en cuanto “colonialismo interno” (González,
2006) o “colonialidad del poder”, que sobrevivió al final del colonialismo
(Quijano, 2006), tensión que no es valorada por la élite criolla y sus inte-
lectuales. Sabemos cómo las élites criollas se vieron amenazadas por el
haitianismo y cómo avanzaron vorazmente sobre las áreas de depósitos
minerales y sobre las tierras comunitarias indígenas para destinarlas a
los mercados, que en la época también se abrían como una ventana de
oportunidades con el progreso de la Revolución (en las relaciones sociales
y de poder) industrial. Progresismo, he aquí la ideología que los une.
Hay una dinámica capitalista de fondo que se viene imponiendo desde
los años noventa con la reconfiguración geográfica del capitalismo y en
donde destaca el lugar de Asia, sobre todo China, y la alianza política ahí
presente entre las grandes corporaciones de Occidente, estadounidenses
especialmente, y los gestores del Partido Comunista chino.5 Esa dinámi-
ca capitalista ya se imponía independientemente de los gobiernos que se
eligieron con mandatos políticos fuera de la agenda neoliberal, como se
puede ver con la paulatina pérdida de importancia de Estados Unidos
en las transacciones comerciales con América del Sur, el crecimiento
de China en ese campo y también el mayor desempeño de Brasil en el
comercio intrarregional.
68.0
61.0
54.0
46.9
40.0
1996
1997
1998
2001
2003
2004
2005
2007
2008
2011
1993
1990
1991
1992
1994
1995
1999
2000
2002
2006
2009
2010
% total
6
Según la Cepal, las exportaciones de petróleo y otros minerales alcanzan 92.7 % de
las exportaciones de Venezuela; 91.9 % en Bolivia, con gas y otros minerales, y 91.3 % en
el caso de Ecuador (Paz, 2012).
86 LAS LUCHAS EN DEFENSA DEL TERRITORIO
7
Según Klagsbrunn las exportaciones bolivianas para Brasil pasan de 2.1 % del to-
tal en 1992 a 11.4 %, en 2000, alcanzando 36.2 % en 2005 (Klagsbrunn, 2007). Hay que
considerar que ese proceso es anterior al gobierno de Evo Morales, así como a lo largo de
1990 el comercio de América del Sur con China y Oriente ganaba importancia, y no es
una opción exclusiva de los nuevos gobiernos de izquierda. En fin, el progresismo es una
ideología y una práctica compartidas por muchos liberales y marxistas.
EL TIPNIS FRENTE A LA NUEVA GEOPOLÍTICA... 87
Bolivia se encuentra frente a dos movimientos: una, por debajo, que viene
de las luchas indígenas por “dignidad y territorio” y que desemboca en la
idea de Estado Plurinacional Comunitario así como en una alternativa
al desarrollo con el suma kausay o suma qamaña (buen vivir), y otra, por
arriba, para abrir su territorio a la explotación de sus riquezas naturales
transformando el país en “corredor” para los flujos regionales y globales de
mercaderías. La salida al Pacífico, por ejemplo, tiene interés para varios
sectores de la sociedad boliviana desde abajo y desde arriba e involucra
los más profundos sentimientos nacionales de los pueblos bolivianos
pero también el interés de las grandes corporaciones brasileñas y de los
capitales con origen en otros países que operan en la región.
Bolivia, así como otros países como Ecuador y Venezuela, donde surgen
gobiernos electos con base en movimientos sociales que deslegitimaron
las políticas neoliberales, heredan una deuda social histórica. De esta
manera, se ven ante el desafío de garantizar mejores condiciones sociales
para un sector significativo de la población que, sometido a relaciones de
opresión y explotación, vive en situación de pobreza, teniendo como prin-
cipal fuente de divisas la explotación y exportación de recursos naturales
como petróleo y gas. Las presiones geopolíticas externas arriba señaladas
convergen con las necesidades de atender esos desafíos internos. Desde
2007, varias medidas tomadas por el gobierno de Evo Morales buscaban
ampliar las opciones de explotación de los hidrocarburos después de la
91
92 LAS LUCHAS EN DEFENSA DEL TERRITORIO
sino que se oponen a que dicha carretera pase por el centro del territorio
y lo parta en dos (Paz, 2012, cursivas nuestras)”.
Considerando el significado histórico del TIPNIS, una propuesta como
ésta está lejos de ser un mero proyecto de integración del país; por el
contrario, indica un serio cambio de rumbo político del gobierno.
En abril de 2011, la Asamblea Legislativa de Bolivia aprueba un crédito
del Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social ( BNDES) de Brasil
para la construcción de la carretera Villa Tunari-San Ignacio de Moxos,
una vez más sin ninguna consulta previa a los destinatarios del título
definitivo que el propio gobierno entregó en junio de 2009. Con la llegada
de las primeras máquinas para realizar las obras en el TIPNIS, los indígenas
comienzan a movilizarse y, en agosto, organizan la VIII Marcha Rumbo a La
Paz, tal como lo hicieron en 1990. El bloque histórico indígena-campesino
que se había consolidado en el Pacto de Unidad y que llevó a Evo Morales
al gobierno comienza a ser públicamente quebrado, sobre todo con el apoyo
de las dos mayores organizaciones indígenas de Bolivia a la marcha, la
Confederación de Pueblos Indígenas del Oriente Boliviano y el Consejo
Nacional de Ayllus y Markas del Qullasuyu.
La VIII Marcha sufre una serie de obstáculos, incluso represión contra
mujeres y niños, hasta hoy no debidamente esclarecidos1 pero al contrario
de lo que esperaba el gobierno, llegó fortalecida a La Paz con cerca de
500 000 marchistas, una de las mayores manifestaciones de la historia
de Bolivia. Con vacilaciones, el gobierno recibe a los marchistas y atiende
sus reivindicaciones con la Ley 180 que declara la intangibilidad2 del TIP-
NIS. Poco después, otra marcha, ahora de cocaleros, es movilizada contra
la Ley 180. Es recibida por el gobierno que, atendiendo sus demandas,
aprueba una nueva Ley, la 222, de Consulta sobre la intangibilidad y la
construcción de la carretera. El argumento de intangibilidad se muestra
tramposo en la medida en que intangible es el pueblo y su cultura, pero
no la naturaleza, concepto que no incluye las tradiciones de los pueblos
1
Véase imágenes en <http://eju.tv/2011/09/imgenes-sobre-la-violenta-represin-poli-
cial-a-la-marcha-indgena-hay-detenidos-y-niños-desaparecidos/>)
2
Intangibilidad es un concepto que no tiene sentido para los pueblos del TIPNIS que,
como vimos, tradicionalmente hacen uso de su espacio y sus recursos, en fin, y cuyos
conocimientos y prácticas hacen de esa idea un oxímoron.
94 LAS LUCHAS EN DEFENSA DEL TERRITORIO
3
Este bloque de poder involucra grandes corporaciones como Monsanto, Cargill, Bung
& Born y grandes propietarios latifundistas. En América del Sur opera desde Brasil,
Paraguay y Argentina y ha sido responsable de gran parte de la renta obtenida de la
exportación de commodities de soja, eucalipto, algodón, girasol del complejo maíz-cerdo-
pollo, entre otros productos.
4
Los cinco corredores son: Corredor I: este-oeste. Tambo Quemado / Pisiga-Oruro-Co-
chabamba-Santa Cruz-Puerto Suárez / San Matías; Corredor II: norte-sur. Yacuiba-Santa
Cruz-Trinidad-Puerto Ustariz; Corredor III: oeste-norte. Desaguadero-La Paz-Caranavi-
Yucumo-Riberalta Guayamerin-Cobija; Corredor IV: oeste-sur. Desaguadero-La Paz-
Oruro-Potosí-Tarija-Bermejo; Corredor V: central-sur. San Agustin-Tarija-Cañada Oruro.
5
Llamamos la atención hacia la misma matriz epistémica (que, sabemos, es siempre
epistémica y política) que opera con los mismos conceptos de los planes de Banco Inte-
96 LAS LUCHAS EN DEFENSA DEL TERRITORIO
ramericano de Desarrollo de Bolivia (Plan Puebla Panamá e IIRSA) y de los Planes Plu-
rianuales de Acción de Brasil, como los de “corredor” y “ejes de integración y desarrollo”.
LA ENCRUCIJADA MODERNO-COLONIAL... 97
vial” aparece como legítima. Pero para ello es precaria la noción de “co-
rredores” que orienta los fundamentos tanto de la “Revolución vial para
un país integrado” como de la IIRSA. Además, sorprende la similitud de los
fundamentos teórico-conceptuales entre los dos proyectos. En el caso de
la IIRSA, los “corredores” son nombrados como “ejes de integración y desa-
rrollo” (EID). Aún más, las nociones de “corredor” y de EID nos remiten a las
de “flujos” y “redes” que, en el debate sobre los estudios regionales, implicó
que los teóricos del “regionalismo abierto” abandonaran otros conceptos
consagrados como los de “región” y “territorio” (Porto-Gonçalves, 2011).
Es interesante registrar que este desplazamiento conceptual se da
justamente en un momento en el que los territorios eran cuestionados
a partir de perspectivas provenientes del mundo indígena-campesino
(Porto-Gonçalves, 2011). Desde el mundo indígena, y principalmente
desde el más subalternizado, que es el de los indígenas de las tierras
bajas y de la Amazonia, la Primera Marcha del TIPNIS, en 1990, tuvo
un papel seminal al cuestionar la formación territorial del país y otras
formas de tratar su carácter abigarrado y multisocietal a través de una
integración descolonizadora en la medida en que el nuevo pacto político
debería abrigar las múltiples territorialidades que conviven en el país.
Así, en la propuesta de Estado plurinacional y comunitario ganó expre-
sión, con la lucha por “dignidad, por la vida y por el territorio”, la lucha
por las tierras comunitarias de origen y la inscripción del tema de las
autonomías en la nueva constitución del Estado (véase el Cuadro 5. Los
indígenas en la nueva constitución política del Estado).
De esta manera, podría ser superado el “espacio concebido” (Lefe-
bvre, 2000) de los planes de desarrollo con sus “corredores” y “ejes de
integración y desarrollo” en la medida en que consideremos los “espacios
vividos” por “gente de carne y hueso” (Thompson, 2000) en sus comuni-
dades y territorios ya que no se integran los espacios con “corredores” y
EID sino considerando los territorios y su gente a partir de las dinámicas
territoriales en curso en la región del entorno del TIPNIS, cuyo núcleo es
ocupado por yuracarés, tsimanes y moxeños. Hasta el pequeño número
de población indígena de las tierras bajas y de la Amazonia y de lo que
podría ser considerado como baja densidad demográfica del TIPNIS con
relación a la población boliviana, exige osadía teórica para su lectura
98 LAS LUCHAS EN DEFENSA DEL TERRITORIO
6
El Consejo Suramericano de Infraestructura y Planeación decidió impulsar 31
proyectos de infraestructura entre 2012 y 2020 con un costo de 14 billones de dólares.
Los cuatro más importantes son: “corredor ferroviario” entre los puertos de Paranaguá
(Brasil) y Antofagasta (Chile), con un costo de 3 billones y 700 millones de dólares; la
carretera Caracas-Bogotá-Buenaventura-Quito, o sea, con salida al Pacífico, con un costo
de 3 billones 350 millones de dólares; la carretera de hierro bioceánica Santos-Arica, tramo
boliviano, que costará 3 billones y 100 millones, y la carretera Callao-La Oroya-Pucallpa,
que costará 2 billones y 500 millones de dólares. En su mayor parte, estos proyectos serán
financiados por el BNDES de Brasil, pero podrán participar el Bandes de Venezuela, el Banco
de Inversión y Comercio Exterior de Argentina y el regional Banco del Sur (Zibechi, 2011).
LA ENCRUCIJADA MODERNO-COLONIAL... 99
7
De los 332.1 millones de dólares destinados a este proyecto, 30 tenían carácter de
concesión (2.07 % con 20 años de plazo y 5 años de carencia) y 302.1 sobre condiciones
comerciales (Tasa Libre en 5 años más un spread de 1 %, con 12 años de plazo y 3 años
de carencia). Este crédito tuvo inicio en el marco de un crédito global para la carretera
Riberalta-Rurrenabaque, además de la carretera Villa Tunari-San Ignacio de Moxos, que
afecta el TIPNIS (Documento VIPFE/DGPP/UIFSI/000229/2008-002401 citado en Soto, 2012).
100 LAS LUCHAS EN DEFENSA DEL TERRITORIO
8
Aquí hay un desplazamiento semántico de enormes consecuencias políticas y de gran
interés para las cuestiones en debate en este ensayo. Decir “tiempo es dinero” sería decir
“tiempo es riqueza”, un desplazamiento nada desinteresado. Entonces, si la riqueza es el
tiempo, la única manera de disfrutarla es tener más tiempo y, por tanto, la vida debería
transcurrir más lentamente, condición normalmente reclamada por los que viven en el
llamado mundo moderno. Tal vez podamos entender mejor los movimientos como Slow
food o Slow science.
LA ENCRUCIJADA MODERNO-COLONIAL... 101
9
En Ecuador pasa lo mismo con idéntica visión liberal de la Revolución Ciudadana
de Rafael Correa, que sobrevalora al individuo en el sentido liberal y olvida la diversidad
cultural que clama por nuevas formas de organización política, incluso territorial, que
superen la colonialidad. El concepto de individuo como átomo o molécula, como unidad
indivisible de la materia, característico del sentido común científico occidental, viene siendo
puesto en jaque por nuevas concepciones científicas contemporáneas (física cuántica y
teoría de la complejidad, entre otras), como señala Pablo González Casanova (2004), así
como por tradiciones de pensamiento otras, como los runas (quechuas), de acuerdo con
Josef Estermann (2006).
102 LAS LUCHAS EN DEFENSA DEL TERRITORIO
10
Consideremos que, según los físicos, energía es la capacidad de realizar trabajo, y
trabajo es la capacidad de transformar la materia y por eso la voracidad capitalista ne-
cesita permanentemente de más energía para transformar más materia. La construcción
de este complejo hidroeléctrico con toda seguridad favorecerá a quien es ya más fuerte
políticamente en la región para apropiarse de los recursos y reproducirá ampliamente la
concentración de poder, además de capital, más allá de sus daños ambientales, siempre
desigualmente distribuidos.
LA ENCRUCIJADA MODERNO-COLONIAL... 105
nueva “revolución vial para un país integrado”. Y esto es aún más cierto
para la dinámica socio-espacial del sur en torno a la hoja de coca, donde
se plantean los mayores desafíos no sólo para el gobierno boliviano sino
también para toda su sociedad por sus implicaciones, por definición de
difícil control.
Así, todo indica que la delimitación de la “línea roja” en 1994 entre el
dirigente de la Sub Central del TIPNIS Marcial Fabricano y el entonces líder
de los colonizadores Evo Morales con el objetivo de frenar la expansión
cocalera será objeto de una presión cada vez mayor. Las dinámicas socio-
espaciales antes analizadas se verán intensificadas en sus relaciones
internacionales globales con la ampliación de la “revolución vial para un
país integrado”, y con más razón podemos esperar la intensificación de
esas relaciones en ese frente sur, esto es, la dinámica de la hoja de coca
que, desde ya, tiene sus vínculos con los mercados globales:
En 2009 surgió un nuevo conflicto en la frontera de la línea roja. Familias
de productores de hoja de coca no sindicalizadas rebasaron los mojones fron-
terizos del polígono 7 a la altura del río Lojojouta e ingresaron a las Tierras
Comunitarias de Origen para habilitar nuevas parcelas de hoja de coca. Hoy
día si visitamos la zona al frente de la comunidad indígena de Mercedes del
Lojojouta encontraremos un letrero que dice “Coca o Muerte” (Paz, 2012).
11
En línea, <http://www.laprensa.com.bo/diario/actualidad/bolivia/20110906/ro-
berto-coraite-de-la-csutcb-afirmo-que-desea-que-la-carretera-evite-que_5690_9859.
html>, consultado el 3 de enero de 2013.
LA ENCRUCIJADA MODERNO-COLONIAL... 107
1
Otro es el terrorismo, éste sobre todo después de la caída de las Torres Gemelas
en 2001.
109
110 LAS LUCHAS EN DEFENSA DEL TERRITORIO
2
En el vecino Brasil, por ejemplo, el censo realizado en 2010 por el Instituto Brasileño
de Geografía y Estadística indica la existencia de 305 pueblos indígenas que hablan 274
idiomas distintos del portugués, con una población de 896 900 personas. De acuerdo con
datos de la Fundação Nacional do Índio, las tierras indígenas totalizaban hasta 2012
612 áreas en una extensión de 106 773 144 hectáreas, equivalente a 12.5 % del territorio
brasileño (Guerra, 2012). En Bolivia, más de 60 % de la población se autorreconoce como
indígena, hay 36 pueblos, es decir ¡15.5 % de los pueblos existentes en el territorio brasi-
leño! En Brasil, el movimiento indígena no tiene el mismo peso político que adquirió en
Bolivia, y si Bolivia no es capaz de sustentar una política que los incorpore, con seguridad
eso vulnera a los indígenas brasileños y a los de en todo el mundo.
DE COCA, DE SOBERANÍA... 115
3
Tal vez sean éstas las dos mayores conquistas de los de abajo en el mundo durante
el periodo neoliberal, cuando tantos derechos fueron afectados.
INCONCLUSIONES
(EN UNA ENCRUCIJADA NADA SE CONCLUYE)
117
118 LAS LUCHAS EN DEFENSA DEL TERRITORIO
gobierno que era tomado como ejemplo en otras partes del mundo por
los principios de búsqueda de un proceso de cambio que abriera espacio
a horizontes emancipatorios y acaba pisoteando esos principios con la
política que ha mantenido ante el conflicto del TIPNIS.
Por otro lado, las comunidades indígenas del TIPNIS, con la primera
marcha en 1990, colocaron en el debate nacional e internacional la rei-
vindicación por la dignidad, la vida y el territorio como una triada de
elementos esenciales e inseparables, para romper con la continuidad del
colonialismo del Estado mono-nacional territorial. Inauguraban así un
ciclo de luchas que junto con las marchas indígenas en Ecuador en el
mismo periodo serán atentamente observadas en el mundo entero como
muestra de que otro mundo sí es posible a partir de r-existencias concre-
tas. La posición del gobierno ante las comunidades indígenas del TIPNIS en
el actual conflicto debilita las luchas indígenas, campesinas y ecológicas
en todo el mundo y manda un mensaje negativo frente a las posibilida-
des de que desde el Estado se pueda avanzar realmente hacia políticas
emancipatorias y nuevos horizontes de sentido. El Estado permanece
moderno-colonial. Por este motivo la lucha del TIPNIS es planetaria, sus
hechos tienen inmensas repercusiones en presentes y futuros procesos
de cambio, emancipación y descolonización en otras partes del mundo.
Sólo en la dimensión suramericana, en donde han sido elegidos va-
rios gobiernos sobre la plataforma de luchas sociales y se reivindican
como gobiernos de izquierda, el TIPNIS nos lleva a poner en cuestión la
continuidad de la empresa desarrollista de muchos de estos gobiernos.
No se trata de continuar el desarrollismo como promesa de crecimiento,
redistribución, progreso y bienestar, sino de salirse del mito del desarro-
llo y del crecimiento y desenmascarar la dominación y la exclusión que
el proceso desarrollista implica como continuidad contemporánea del
proceso político, cultural y económico moderno-colonial. ¿La izquierda
latinoamericana nos está llevando a un proceso emancipatorio?, o ¿se
trata de la continuidad del proceso de explotación y exclusión ahora re-
configurado? Eso es lo que está en juego en el conflicto del TIPNIS, cuyas
dimensiones teóricas, políticas y civilizatorias afectan a todo el continente
no obstante que los medios y buena parte de la intelectualidad reducen
el conflicto a debates binarios entre desarrollistas y conservacionistas,
INCONCLUSIONES... 119
121
122 LAS LUCHAS EN DEFENSA DEL TERRITORIO
MAPAS
APÉNDICE 1
Fuente: Base digital: Centro Digital de Recursos Naturales de Bolivia (CCRNB). Plano de Manejo
TIPNIS, RUMBOL 2011, PLUS 2004. LEMTO-POSGEO-UFF. Preparación Hugo Gravina.
Mapa 2. Relieve del TIPNIS
Fuente: Base digital: Centro Digital de Recursos Naturales de Bolivia (CCRNB). Plano de Manejo TIPNIS,
RUMBOL2011, PLUS 2004. LEMTO-POSGEO-UFF. Preparación Hugo Gravina.
Mapa 3. Tierras comunitarias de origen en torno al TIPNIS
Fuente: Base digital: Centro Digital de Recursos Naturales de Bolivia (CCRNB). Plano
de Manejo TIPNIS, RUMBOL 2011, PLUS 2004. LEMTO-POSGEO-UFF. Preparación Hugo Gravina.
Mapa 4. Mapa de las etnias del TIPNIS
Fuente: Base digital: Centro Digital de Recursos Naturales de Bolivia (CCRNB). Plano de Manejo
TIPNIS, RUMBOL
2011, PLUS 2004. LEMTO-POSGEO-UFF. Preparación Hugo Gravina.
Mapa 5. Proyectos de carreteras
del gobierno boliviano y de la Agencia de Estados Unidos
para el Desarrollo Internacional USAID (1966)
Fuente: Base digital: Centro Digital de Recursos Naturales de Bolivia (CCRNB). Plano
de Manejo TIPNIS, RUMBOL 2011, PLUS 2004. LEMTO-POSGEO-UFF. Preparación Hugo Gravina.
Mapa 6. TIPNIS. Tensiones territoriales: 1) mosaico y 2) sobreposición
Mapa 6. TIPNIS. Tensiones territoriales: 1) mosaico y 2) sobreposición
Fuente: Base digital: Centro Digital de Recursos Naturales de Bolivia (CCRNB), Plano de Manejo TIPNIS, RUMBOL,
2011, PLUS 2004. LEM-TO-POSGEO-UFF. Preparación Hugo Gravina.
Mapa 7. Dinámica socio-espacial forestal al noroccidente
Fuente: Base digital: Centro Digital de Recursos Naturales de Bolivia (CCRNB). Plano de Manejo
TIPNIS, RUMBOL
2011, PLUS 2004. LEMTO-POSGEO-UFF. Preparación Hugo Gravina.
Mapa 8. Dinámica socio-espacial pecuaria al nororiente
Fuente: Base digital: Centro Digital de Recursos Naturales de Bolivia (CCRNB). Plano de Manejo TIPNIS, RUMBOL
2011, PLUS 2004. LEMTO-POSGEO-UFF. Preparación Hugo Gravina.
Mapa 9. Dinámica socio-espacial de la coca
Fuente: Base digital: Centro Digital de Recursos Naturales de Bolivia (CCRNB). Plano de Manejo TIPNIS,
RUMBOL2011, PLUS 2004. LEMTO-POSGEO-UFF. Preparación Hugo Gravina.
Mapa 10. Áreas deforestadas en el periodo 1990-2009 en el TIPNIS
Fuente: Base digital: Centro Digital de Recursos Naturales de Bolivia (CCRNB). Plano de Manejo TIPNIS, RUMBOL
2011, PLUS 2004. LEMTO-POSGEO-UFF. Preparación Hugo Gravina.
Mapa 11. “Línea Roja” acuerdo de límite entre cocaleros e indígenas en 1994
Fuente: Base digital: Centro Digital de Recursos Naturales de Bolivia (CCRNB). Plano de Manejo TIPNIS, RUMBOL
2011, PLUS 2004. LEMTO-POSGEO-UFF. Preparación Hugo Gravina.
Mapa 12. Derechos petroleros concedidos sobre el TIPNIS
Fuente: Base digital: Centro Digital de Recursos Naturales de Bolivia (CCRNB). Plano de Manejo TIPNIS,
RUMBOL 2011, PLUS 2004. LEMTO-POSGEO-UFF. Preparación Hugo Gravina.
Mapa 13. Trazado de la carretera que corta el TIPNIS por la mitad
Fuente: Base digital: Centro Digital de Recursos Naturales de Bolivia (CCRNB). Plano de Manejo TIPNIS,
RUMBOL2011, PLUS 2004. LEMTO-POSGEO-UFF. Preparación Hugo Gravina.
Mapa 14. Iniciativa para la Integración
de la Infraestructura Regional Suramericana (IIRSA)
Fuente: Base digital: Centro Digital de Recursos Naturales de Bolivia (CCRNB). Plano
de Manejo TIPNIS, RUMBOL 2011, PLUS 2004. LEMTO-POSGEO-UFF. Preparación Hugo Gravina.
Mapa 15. Zoneamiento estatal
y de las comunidades indígenas del TIPNIS
Fuente: Base digital: Centro Digital de Recursos Naturales de Bolivia (CCRNB). Plano
de Manejo TIPNIS, RUMBOL 2011, PLUS 2004. LEMTO-POSGEO-UFF. Preparación Hugo Gravina.
APÉNDICE 2
CUADROS
Artículo 3°. (Carreteras por el TIPNIS) Se dispone que la carretera Villa Tunari-
San Ignacio de Moxos, como cualquier otra, no atravesará el TIPNIS.